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Padres brillantes, maestros fascinantes_ No hay jóvenes difíciles, sino una educación inadecuada - Augusto Cury

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Augusto Cury
Padres brillantes
Maestros fascinantes
No hay jóvenes difíciles,
sino una educación inadecuada
Traducción de R. C
5
Cury, Augusto
Padres bril lantes, maestros fascinantes. - 1a ed. - Buenos Aires : Zenith, 2012.
E-Book.
ISBN 978-987-580-103-5
1. Autoayuda. I. Título
CDD 158.1
Título original: Pais brilhantes, Pofessores fascinantes
© 2003, Augusto Cury
Todos los derechos reservados
© 2012, Grupo Editorial Planeta S.A.I.C.
Publicado bajo el sello Zenith®
Independencia 1682, (1100) C.A.B.A.
www.editorialplaneta.com.ar
Diseño de cubierta: Departamento de Arte de Editorial Planeta
Diseño de interior: Orestes Pantelides
Primera edición en formato digital: mayo de 2012
Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares
del “Copyright”, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción
parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, incluidos
la reprografía y el tratamiento informático.
Inscripción ley 11.723 en trámite
ISBN edición digital (ePub): 978-987-580-103-5
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Dedicatoria
Dedico este libro a una persona muy importante
en mi vida:
Usted dejó de lado sus sueños para que yo soñase.
Derramó lágrimas para que yo fuera feliz.
Usted perdió noches de sueño para que yo durmiera
tranquilo.
Creyó en mí, a pesar de mis errores.
Ser educador es ser un poeta del amor.
Jamás olvide que yo llevaré para siempre una parte
de su ser dentro de mi propio ser…
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Índice
Prefacio
Hacia dónde marcha la juventud
PARTE I
SIETE HÁBITOS DE LOS BUENOS PADRES
Y DE LOS PADRES BRILLANTES
1. Los buenos padres dan regalos, 
los padres brillantes dan su propio ser
2. Los buenos padres nutren el cuerpo, 
los padres brillantes nutren la personalidad
3. Los buenos padres corrigen errores, 
los padres brillantes enseñan a pensar
4. Los buenos padres preparan a los hijos 
para los aplausos, los padres brillantes 
preparan a los hijos para los fracasos
5. Los buenos padres conversan, l
os padres brillantes dialogan como amigos
6. Los buenos padres dan información, 
los padres brillantes cuentan historias
7. Los buenos padres dan oportunidades, 
los padres brillantes nunca desisten
PARTE II
SIETE HÁBITOS DE LOS BUENOS MAESTROS
Y DE LOS MAESTROS FASCINANTES
1. Los buenos maestros son elocuentes, 
los maestros fascinantes conocen el funcionamiento de la mente
2. Los buenos maestros poseen metodología, 
los maestros fascinantes poseen sensibilidad
3. Los buenos maestros educan la inteligencia lógica, 
los maestros fascinantes educan la emoción
4. Los buenos maestros usan la memoria 
como depósito de informaciones, los maestros fascinantes 
la usan como soporte del arte de pensar
5. Los buenos maestros son maestros temporarios, 
los maestros fascinantes son maestros inolvidables
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6. Los buenos maestros corrigen comportamientos, 
los maestros fascinantes resuelven conflictos en el aula
7. Los buenos maestros educan para una profesión, 
los maestros fascinantes educan para la vida 94
PARTE III
LOS SIETE PECADOS CAPITALES DE LOS EDUCADORES
1. Corregir en público
2. Manifestar autoridad con agresividad
3. Ser excesivamente crítico: obstruir la infancia del niño
4. Castigar cuando se está enojado 
y poner límites sin dar explicaciones
5. Ser impaciente y desistir de educar
6. No cumplir su palabra
7. Destruir la esperanza y los sueños
PARTE IV
LOS CINCO PAPELES DE LA MEMORIA HUMANA
Memoria: caja de secretos de la personalidad
1. El registro en la memoria es involuntario
2. La emoción determina la calidad del registro
3. La memoria no puede ser borrada
4. El grado de apertura de las ventanas de la memoria 
depende de la emoción
5. No existen recuerdos puros
PARTE V
LA ESCUELA DE NUESTROS SUEÑOS
El proyecto escuela de la vida
1. Música ambiente en el aula
2. Sentarse en círculo o en U
3. Exposición cuestionada: el arte del cuestionamiento
4. Exposición dialogada: el arte de la pregunta
5. Ser contador de historias
6. Humanizar el conocimiento
7. Humanizar al maestro: contar la propia historia
8. Educar la autoestima: elogiar antes de criticar
9. Gerenciar los pensamientos y las emociones
10. Participar de proyectos sociales
PARTE VI 
LA HISTORIA DE LA GRAN TORRE
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¿Quiénes son los profesionales más importantes de la sociedad?
Consideraciones finales
Homenaje a los maestros
Homenaje a los padres
Referencias bibliográficas
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Prefacio
Este libro le hablará al corazón de los padres y los maestros. Ellos luchan por el mismo
sueño ––hacer felices, saludables y sabios a sus hijos y alumnos––, pero nunca
estuvieron tan perdidos en la ardua tarea de educar. Ambos surcan y cultivan los
territorios más difíciles de trabajar, los de la inteligencia y la emoción.
No escribo para héroes, sino para personas que saben que educar es cultivar el más
bello y complejo arte de la inteligencia. Educar es creer en la vida, aun derramando
lágrimas. Educar es tener esperanza en el futuro, aunque los jóvenes nos decepcionen en
el presente. Educar es sembrar con sabiduría y cosechar con paciencia. Educar es ser un
buscador de pepitas de oro que va tras los tesoros del corazón.
¿A quiénes puede interesar este libro? A padres, maestros de preescolar, de enseñanza
primaria, profesores de media y universitaria, a los psicólogos, a los profesionales de
recursos humanos, a los jóvenes y a todos los que quieran conocer algunos secretos de la
personalidad y deseen enriquecer sus relaciones sociales.
No comentaré reglas, pues, al calor de los problemas cotidianos, ellas se evaporan.
Discutiré herramientas psicológicas que puedan promover la formación de pensadores,
educar la emoción, expandir los horizontes de la inteligencia y producir calidad de vida.
Compartiré mi experiencia como psiquiatra, educador y estudioso de la psicología. A
pesar de mis limitaciones, muchas personas han quedado cautivadas por las ideas que
vengo presentando en congresos nacionales e internacionales.
Llegó el momento de publicar un libro específico sobre educación, pues he recibido el
incentivo de miles de psicólogos, educadores, médicos y pares para hacerlo. Me gustaría
destacar a alguien en representación de las personas que gentilmente me incentivan. Lo
consideran como uno de los más conceptuados maestros de comunicación y oratoria de
Brasil: Alkindar de Oliveira. Su mensaje me conmovió. Me dijo que se despertó de
madrugada, y desvelado empezó a leer mis ideas sobre educación.
La lectura lo sorprendió. Por eso, al amanecer, me escribió para decirme: “Aquí está la
solución de la educación en el mundo. Si usted sólo divulga estas técnicas y no hace nada
más en la vida, ya habrá cumplido su misión existencial. Sugiero que las publique en un
libro accesible, para que lleguen a manos de cada escuela, de cada maestro, de cada
madre, de cada padre”.
Agradezco estos elogios, pero no los merezco. Sin embargo, creo sinceramente que los
hábitos de los educadores y las técnicas pedagógicas que comentaré podrán revolucionar
la educación para siempre. ¡Si son practicados, podrán enriquecer la relación entre padres
e hijos, maestros y alumnos! La familia podrá convertirse en un jardín florecido, y el
aula, en un lugar apacible.
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DOCTOR AUGUSTO CURY
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Hacia dónde marcha
la juventud
Hay un mundo por descubrir dentro de cada niño
y cada joven. Sólo no logra descubrirlo quien está
encarcelado dentro de su propio mundo.
Nuestra generación quiso darles lo mejor a los niños y los jóvenes. Soñamos grandes
sueños para ellos. Buscamos darles los mejores juguetes, ropas, paseos y escuelas. No
queríamos que anduvieran bajo la lluvia, que se lastimaran en la calle, se hirieran con
juguetes caseros y vivieran las dificultades por las cuales habíamos pasado nosotros.
Pusimos un televisor en la sala. Algunos padres, con mayores recursos, pusieron un
televisor y una computadora en la habitación de cada hijo. Otros llenaron a sus hijos de
actividades, matriculándolos en cursos de inglés, computación, música.
Tuvieron excelentes intenciones, sólo que no sabían que los niñosnecesitan tener
infancia, que necesitan inventar, correr riesgos, frustrarse, tener tiempo para jugar y
maravillarse con la vida. No imaginaban hasta qué punto la creatividad, la felicidad, la
osadía y la seguridad del adulto dependen de las matrices de la memoria y de la energía
emocional del niño. No comprendieron que la televisión, los juguetes fabricados, Internet
y el exceso de actividades obstruían la infancia de sus hijos.
Creamos un mundo artificial para los niños y pagamos un precio carísimo.
Provocamos serias consecuencias en el territorio de la emoción, en el anfiteatro de los
pensamientos y en el suelo de su memoria. Veamos algunas consecuencias.
Obstruyendo la inteligencia de niños 
y adolescentes
Esperábamos que en el siglo xxi los jóvenes fueran solidarios, emprendedores y que
amaran el arte de pensar. Pero muchos viven alienados, no piensan en el futuro, no
tienen coraje ni proyectos de vida.
Imaginábamos que por el hecho de aprender idiomas en la escuela y vivir apretados en
ascensores, en los lugares de trabajo y en los clubes, la soledad se resolvería. Pero las
personas no aprendieron a hablar de sí mismas, tienen miedo a exponerse, viven
encerradas en su propio mundo. Padres e hijos viven distantes, rara vez lloran juntos y
comentan sus sueños, dolores, alegrías, frustraciones.
En la escuela, la situación es peor. Maestros y alumnos viven juntos durante años
dentro de las aulas, pero son mutuamente extraños. Se esconden detrás de los libros, de
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los cuadernillos, de las computadoras. ¿La culpa es de los ilustres maestros? ¡No! La
culpa, como veremos, es del sistema educacional nocivo que arrastramos desde hace
siglos.
Los niños y los jóvenes aprenden a lidiar con hechos lógicos, pero no saben lidiar con
fracasos y fallas. Aprenden a resolver problemas matemáticos, pero no saben resolver
sus conflictos existenciales. Se los entrena para hacer cálculos y resolverlos, pero la vida
está llena de contradicciones, las cuestiones emocionales no pueden calcularse, ni dan
una cuenta exacta.
¿Se prepara a los jóvenes para lidiar con decepciones? ¡No! Se los entrena sólo para el
éxito. Vivir sin problemas es imposible. El sufrimiento nos construye o nos destruye.
Debemos usar el sufrimiento para construir la sabiduría. ¿Pero a quién le importa la
sabiduría en la era de la informática?
Nuestra generación produjo información como ninguna otra, pero no sabemos qué
hacer con ella. Rara vez usamos esa información para expandir nuestra calidad de vida.
¿Usted hace cosas fuera de su agenda que le den placer? ¿Trata de administrar sus
pensamientos para tener una mente más tranquila? Nos volvimos máquinas de trabajar y
estamos transformando a nuestros niños en máquinas de aprender.
Usando de modo erróneo los papeles
de la memoria
Hicimos de la memoria de nuestros niños un banco de datos. ¿Es ésa la función de la
memoria? ¡No! Veremos que durante siglos la memoria fue empleada de un modo
erróneo por la escuela. ¿Existe el recuerdo? Innumerables maestros y psicólogos del
mundo entero creen sin sombra de duda que existe el recuerdo. ¡Erróneo! ¡No existe
recuerdo puro del pasado, el pasado siempre se reconstruye! Es bueno conmocionarnos
ante esta afirmación. El pasado siempre se reconstruye con micro o macrodiferencias en
el presente.
Veremos que hay varios conceptos equivocados en la ciencia sobre el fantástico mundo
del funcionamiento de la mente y de la memoria humana. Estoy convencido, como
psiquiatra y como autor de una de las pocas teorías actuales sobre el proceso de
construcción del pensamiento, de que estamos obstruyendo la inteligencia de los niños y
el placer de vivir con el exceso de informaciones que les ofrecemos. Nuestra memoria se
transformó en un depósito de informaciones inútiles.
La mayoría de las informaciones que aprendimos no resultará organizada en la
memoria y utilizada en las actividades intelectuales. Imagine a un albañil que toda la vida
haya amontonado piedras para construir una casa. Una vez que la construyó, no sabe
qué hacer con las pilas de piedras sobrantes. Gastó la mayor parte de su tiempo
inútilmente.
El conocimiento se multiplicó y el número de escuelas se expandió como en ninguna
otra época, pero no estamos produciendo pensadores. La mayoría de los jóvenes,
incluidos los universitarios, acumulan pilas de “piedras”, pero construyen poquísimas
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ideas brillantes. No por casualidad ellos perdieron el placer de aprender. La escuela dejó
de ser una aventura agradable.
Simultáneamente, los medios los sedujeron con estímulos rápidos y ya listos. Se
volvieron amantes del fast food emocional. La televisión transporta a los jóvenes, sin que
ellos hagan esfuerzos, hacia un excitante encuentro deportivo, hacia el interior de una
aeronave, hacia el centro de una guerra y hacia un dramático conflicto policial.
Este bombardeo de estímulos no es inofensivo. Actúa en un fenómeno inconsciente de
mi área de investigación llamado psicoadaptación, el cual aumenta el umbral de placer en
la vida real. Con el tiempo, niños y adolescentes pierden el placer por los pequeños
estímulos de la rutina diaria.
Necesitan hacer muchas cosas para tener un poco de placer, lo cual genera
personalidades fluctuantes, inestables, insatisfechas. Tenemos una industria del ocio
compleja. Deberíamos tener la generación de jóvenes más felices que hayan pisado
alguna vez la Tierra. Pero produjimos una generación de insatisfechos.
No estamos educando la emoción ni estimulando el desarrollo de las funciones más
importantes de la inteligencia, tales como contemplar lo bello, pensar antes de reaccionar,
exponer y no imponer las ideas, gerenciar los pensamientos, tener espíritu emprendedor.
Estamos informando a los jóvenes, y no formando su personalidad.
Los jóvenes conocen cada vez más el mundo en que están, pero casi nada el mundo
que ellos mismos son. A lo sumo conocen la sala de recibo de su propia personalidad.
¿Hay soledad más dura que ésta? ¡El ser humano es un extraño para sí mismo! La
educación se volvió seca, fría y sin condimento emocional. Los jóvenes raramente saben
pedir perdón, reconocer sus límites, colocarse en el lugar de los otros. ¿Cuál es el
resultado?
Nunca el conocimiento médico y psiquiátrico fue tan grande, y nunca las personas
tuvieron tantos trastornos emocionales y tantas enfermedades psicosomáticas. La
depresión raramente afectaba a los niños. Hoy hay muchos niños deprimidos y sin gusto
por la vida. Preadolescentes y adolescentes están desarrollando obsesión, síndrome de
pánico, fobias, timidez, agresividad y otros trastornos de ansiedad.
Millones de jóvenes se drogan. No comprenden que las drogas pueden quemar etapas
de la vida, llevarlos a envejecer rápidamente en la emoción. Los placeres momentáneos
de las drogas destruyen la gallina de los huevos de oro de la emoción. Conocí y traté a
innumerables consumidores de drogas, pero no encontré a ninguno que fuera feliz.
¿Y el estrés? No sólo es común detectar adultos estresados, sino también jóvenes y
niños. Tienen frecuentemente dolor de cabeza, gastritis, dolores musculares, sudor
excesivo, fatiga constante de base emocional.
Necesitamos archivar esta frase y no olvidarla nunca: cuanto peor sea la calidad de la
educación, más importante será el papel de la psiquiatría en este siglo. ¿Vamos a observar
pasivamente cómo la industria de los antidepresivos y tranquilizantes se convierte en una
de las más poderosas del siglo xxi? ¿Vamos a observar pasivamente cómo nuestros hijos
son víctimas del sistema social que creamos? ¿Qué hacer ante esta problemática?
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Buscando padres billantes y maestros fascinantes
Debemos buscar soluciones que ataquen directamente el problema. Necesitamos
conocer algo sobre el funcionamiento de la mente y cambiar algunos pilares de la
educación. Las teorías ya no funcionan. Los buenos maestros están estresados y generan
alumnos sin preparación para la vida. Los buenos padres están confundidos y generan
hijos con conflictos. Existe sin embargo una gran esperanza, pero no haysoluciones
mágicas.
En la actualidad no basta con ser bueno, pues la crisis de la educación demanda que
busquemos la excelencia. Los padres necesitan adquirir hábitos de padres brillantes para
revolucionar la educación. Los maestros necesitan incorporar hábitos de educadores
fascinantes para actuar con eficiencia en el pequeño e infinito mundo de la personalidad
de sus alumnos.
Cada hábito practicado por los educadores podrá contribuir a desarrollar más de
cincuenta características fundamentales de la personalidad de los jóvenes. Y sin embargo,
pocas veces un joven tiene bien desarrolladas cinco de éstas.
Debemos ser educadores muy por encima del promedio si queremos formar seres
humanos inteligentes y felices, capaces de sobrevivir en esta sociedad estresante. La
buena noticia es que padres ricos o pobres, maestros de escuelas ricas o carentes pueden
por igual practicar los hábitos y técnicas aquí propuestos.
Un educador excelente no es un ser humano perfecto, sino alguien que tiene
serenidad para brindarse y sensibilidad para aprender.
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Parte I
Siete hábitos de
los buenos padres
y de los padres brillantes
Los hijos no necesitan de padres gigantes,
sino de seres humanos que hablen su lenguaje
y que sean capaces de penetrar en su corazón
17
1
Los buenos padres dan regalos,
los padres brillantes dan
su propio ser
Este hábito de los padres brillantes contribuye a
desarrollar en sus hijos: autoestima, protección de la
emoción, capacidad de trabajar pérdidas y frustraciones,
de filtrar estímulos estresantes, de dialogar, de escuchar.
Los buenos padres atienden, dentro de sus posibilidades, los deseos de sus hijos.
Hacen fiestas de cumpleaños, compran zapatillas, ropa, productos electrónicos, les
brindan viajes. Los padres brillantes dan algo incomparablemente más valioso a los hijos.
Algo que todo el dinero del mundo no puede comprar: su ser, su historia, sus
experiencias, sus lágrimas, su tiempo.
Los padres brillantes, cuando tienen posibilidades, les dan presentes materiales a sus
hijos, pero no los estimulan a ser consumistas, pues saben que el consumismo puede
aplastar la estabilidad emocional, generar tensión y placeres superficiales. Los padres que
viven en función de dar regalos a sus hijos son recordados por un momento. Los padres
que se preocupan en dar su historia a los hijos se vuelven inolvidables.
¿Usted quiere ser un padre o una madre brillante? Tenga el valor de hablar sobre los
días más tristes de su vida con sus hijos. Tenga la osadía de contar sus dificultades en el
pasado. Hable de sus aventuras, de sus sueños y de los momentos más alegres de su
existencia. Humanícese. Transforme la relación con sus hijos en una aventura. Tenga
conciencia de que educar es penetrar uno en el mundo del otro.
Muchos padres trabajan para darles el mundo a sus hijos, pero se olvidan de abrir el
libro de su vida ante ellos. Lamentablemente, sus hijos sólo los admirarán el día que
mueran. ¿Por qué es fundamental para la formación de la personalidad de los hijos que
los padres se dejen conocer?
Porque ésta es la única manera de educar la emoción y crear vínculos sólidos y
profundos. Cuanto más inferior es la vida de un animal, menos depende de sus
progenitores. En los mamíferos hay una dependencia grande de los hijos respecto de los
padres. Pues ellos necesitan no sólo el instinto, sino aprender experiencias con sus padres
para poder sobrevivir.
En nuestra especie esta dependencia es intensa. ¿Por qué? Porque las experiencias
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aprendidas son más importantes que las instintivas. Un niño de siete años es muy
inmaduro y dependiente de sus padres, mientras muchos animales con la misma edad ya
son viejos.
¿Cómo tiene lugar este aprendizaje? Podría escribir centenares de páginas sobre el
asunto, pero en este libro comentaré sólo algunos fenómenos comprendidos en el
proceso. El aprendizaje depende del registro diario de millares de estímulos externos
(visuales, auditivos, táctiles) e internos (pensamientos y reacciones emocionales) en las
matrices de la memoria. Anualmente archivamos millones de experiencias. A diferencia
de las computadoras, el registro en nuestra memoria es involuntario, producido por el
fenómeno RAM (registro automático de la memoria).
En las computadoras, decidimos qué registrar; en la memoria humana, el registro no
depende de la voluntad humana. Todas las imágenes que captamos son registradas
automáticamente. Todos los pensamientos y emociones ––negativos o saludables–– se
registran involuntariamente por el fenómeno RAM.
Los vínculos definen la calidad de la relación
¿Qué registran de usted sus hijos? ¿Las imágenes negativas o las positivas? Todas.
Ellos archivan a diario sus comportamientos, sean éstos inteligentes o estúpidos. Usted
no se da cuenta, pero ellos están fotografiando todo el tiempo.
Lo que genera los vínculos inconscientes no es sólo lo que usted les dice, sino también
lo que ellos ven en usted. Muchos padres les dicen cosas maravillosas a sus hijos, pero
tienen pésimas conductas delante de ellos: son intolerantes, agresivos, parciales, falsos.
Con el tiempo, se crea un abismo emocional entre padres e hijos. Poco afecto, pero
muchas fricciones y críticas.
Todo lo que queda registrado no puede ya borrarse, sino sólo ser reeditado por nuevas
experiencias basadas en las viejas. Reeditar es un proceso posible, pero complicado. La
imagen que su hijo construyó de usted no puede borrarse, solamente podrá ser rescrita.
Construir una excelente imagen establece la riqueza de la relación que usted tendrá con
sus hijos.
Otro papel importante de la memoria es que la emoción define la calidad del registro.
Todas las experiencias que poseen un alto volumen emocional provocan un registro
privilegiado. El amor y el odio, la alegría y la angustia provocan un registro intenso.
Los medios descubrieron, sin tener conocimientos científicos, que anunciar las miserias
humanas capta la emoción y genera concentración. De hecho, accidentes, muertes,
enfermedades, secuestros generan un alto volumen de tensión, y conducen a un archivo
privilegiado de esas imágenes. Nuestra memoria se convirtió así en un tacho de basura.
No por casualidad el hombre moderno es un ser intranquilo, que sufre anticipadamente y
tiene miedo del mañana.
Resulta más barato perdonar
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Si usted tiene un enemigo, resulta más barato perdonarlo. Haga eso por usted. De lo
contrario, el fenómeno RAM lo archivará de un modo preferencial. El enemigo dormirá
con usted y perturbará su sueño. Comprenda sus flaquezas y perdónelo, pues sólo de
este modo se verá libre de él. Enseñe a sus hijos a hacer del escenario de su mente un
teatro de alegría, y no un escenario de terror. Enséñeles a perdonar a las personas que
los decepcionan. Explíqueles este mecanismo.
Nuestras agresiones, rechazos y reacciones impensadas pueden crear un alto volumen
de tensión emocional en nuestros hijos, generando cicatrices para siempre. Necesitamos
entender cómo se organizan las características enfermizas de la personalidad.
El mecanismo psíquico es el siguiente: una experiencia dolorosa queda registrada
automáticamente en el centro de la memoria. A partir de allí resulta leída de continuo
generando otros miles de pensamientos. Estos pensamientos resultan nuevamente
registrados, y generan las llamadas zonas de conflictos en el inconsciente.
Si usted se equivocó con su hijo, no basta con ser dócil con él en un segundo
momento. Peor aun es intentar compensar su agresividad comprándolo, dándole cosas.
De este modo, él lo manipulará pero no lo amará. Usted sólo reparará su actitud y
reeditará la película del inconsciente si entra en su mundo, si reconoce su exceso, si habla
con él sobre su actitud. Dígales a sus hijos que ellos no figuran en las notas a pie de
página de su vida, sino en las páginas centrales de su historia.
En los divorcios es usual que el padre prometa a los hijos que jamás los abandonará.
Pero cuando baja la temperatura de la culpa, algunos padres también se divorcian de sus
hijos. Los hijos pierden supresencia, a veces no física, sino emocional. Los padres dejan
de disfrutar, sonreír, elogiar y tener momentos agradables con los hijos.
Cuando esto sucede, el divorcio provoca graves secuelas psíquicas. Si el puente se
hace bien, si la relación sigue siendo poética y afectuosa, los hijos sobrevivirán a la
turbulencia de la separación de sus padres y podrán madurar.
Sus hijos no necesitan un gigante
La individualidad debe existir, pues es el cimiento de la identidad de la personalidad.
No hay homogeneidad en el proceso de aprender y en el desarrollo de los niños
(Vigotsky, 1987). No hay dos personas iguales en el universo. Pero el individualismo es
perjudicial. Una persona individualista quiere que el mundo gire alrededor de su órbita, su
satisfacción está en primer lugar, incluso si eso significa el sufrimiento de los demás.
Una de las causas del individualismo entre los jóvenes es que los padres no cruzan su
historia con la de sus hijos. Aunque usted trabaje mucho, haga del poco tiempo
disponible un gran momento de convivencia con sus hijos. Jueguen dando volteretas
sobre la alfombra. Escriban poemas. Juegue, sonría, suéltese. Incítelos placenteramente.
Cierta vez, un hijo de nueve años le preguntó a su padre, que era médico, cuánto
cobraba por una consulta. El padre le dijo el precio. Un mes después, el hijo se acercó al
padre, sacó algunos billetes del bolsillo, vació su alcancía y le dijo con los ojos llenos de
lágrimas: “Papá, hace tiempo que quiero conversar contigo, pero no tienes tiempo. Junté
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el valor para hacerte una pregunta. ¿Puedes conversar conmigo?”
Sus hijos no necesitan gigantes, sino seres humanos. No necesitan de ejecutivos,
médicos, empresarios, administradores de empresa, sino de usted, del modo como usted
es. Adquiera el hábito de abrir su corazón a los hijos y dejarlos registrar una imagen
excelente de su personalidad. ¿Sabe qué ocurrirá?
Ellos se enamorarán de usted. Sentirán placer en buscarlo, en estar cerca de usted.
¿Hay algo más delicioso que esto? La crisis financiera, las pérdidas o las dificultades
podrán arremeter contra la relación que hayan entablado, pero si ésta tiene cimientos,
nada la destruirá.
De vez en cuando, llame sólo a uno de sus hijos y almuerce o haga programas
diferentes con él. Dígale lo importante que es él para usted. Pregúntele sobre su vida.
Hable sobre su trabajo y sus desafíos. Deje que sus hijos participen de su vida. Ninguna
técnica psicológica funcionará si el amor no funciona.
Si usted vive una guerra en el trabajo, pero tiene paz cuando llega a casa, será un ser
humano feliz. Pero si usted tiene alegría fuera de su casa y vive una guerra en su familia,
la infelicidad será su compañera.
Muchos hijos reconocen el valor de sus padres, pero no lo suficiente como para
admirarlos, respetarlos, tenerlos por maestros de la vida. Los padres que tienen
dificultades con sus hijos no deben sentirse culpables. La culpa endurece el alma. En la
personalidad humana nada es definitivo.
Usted puede y debe revertir este cuadro. Usted tiene experiencias riquísimas que
transforman su historia en una película más interesante que las de Hollywood. Si usted
duda sobre esto es porque tal vez no se conozca y, lo que es peor todavía, ni siquiera se
admire.
Libere al niño feliz que hay en usted. Libere al joven alegre que vive en su emoción, a
pesar de sus cabellos encanecidos. Es posible recuperar años. Permítales a sus hijos
descubrir su mundo.
Ábrase, llore y abrácelos. Llorar y abrazar es más importante que darles fortunas o
llenarlos con montañas de críticas.
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2 
Los buenos padres nutren
el cuerpo, los padres brillantes
nutren la personalidad
Este hábito de los padres brillantes contribuye
a desarrollar: reflexión, seguridad, liderazgo, valor,
optimismo, superación del miedo, prevención de conflictos.
Los buenos padres cuidan la nutrición física de los hijos. Los estimulan a tener una
buena dieta, con alimentos saludables, tiernos y frescos. Los padres brillantes van más
allá. Saben que la personalidad necesita de una excelente nutrición psíquica. Se
preocupan por los alimentos que enriquecen la inteligencia y la emoción.
Antes una familia estructurada era garantía de que los hijos desarrollarían una
personalidad sana. Hoy, los buenos padres están produciendo hijos ansiosos, alienados,
autoritarios, angustiados. Muchos hijos de médicos, jueces, empresarios, están
atravesando graves conflictos. ¿Por qué padres inteligentes y saludables han visto cómo
enfermaban sus hijos?
Porque la sociedad se transformó en una fábrica de estrés. No tenemos control sobre
el proceso de formación de la personalidad de nuestros hijos. Nosotros los generamos y
los colocamos desde temprano en contacto con un sistema social controlador (Foucault,
1998).
Ellos entran en contacto a diario con miles de estímulos seductores que se infiltran en
las matrices de su memoria. Por ejemplo, los padres enseñan a sus hijos a ser solidarios y
a consumir lo necesario, pero el sistema les enseña el individualismo y a consumir sin
necesidad.
¿Quién gana esta disputa? El sistema social. La cantidad de estímulos y la presión
emocional que el sistema ejerce en el alma de los jóvenes son intensas. Casi no hay
libertad de elección.
Tener cultura, buena situación financiera, excelente relación conyugal y brindar una
buena escuela a los jóvenes no basta para tener salud psíquica. Los animales sólo logran
escapar de las garras de un predador si tienen grandes habilidades. Prepare a sus hijos
para sobrevivir en las aguas turbulentas de la emoción y a desarrollar su capacidad
crítica. Sólo así podrán filtrar los estímulos estresantes. Y serán libres para elegir y
decidir.
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Los padres que no enseñan a sus hijos a tener una visión crítica de la publicidad, de los
programas de televisión, de la discriminación social, los convierten en presas fáciles del
sistema predatorio. Para este sistema, por ético que pretenda ser, su hijo es sólo un
consumidor en potencia y no un ser humano. Prepare a su hijo para “ser”, pues el
mundo lo preparará para “tener”.
Alimente la inteligencia
Los buenos padres enseñan a sus hijos a cepillarse los dientes, los padres brillantes les
enseñan a hacer una higiene psíquica. Incontables padres imploran a diario que sus hijos
se higienicen la boca. Pero, ¿y la higiene emocional? ¿De qué sirve prevenir caries, si la
emoción de los niños se vuelve un tacho de basura de pensamientos negativos, manías,
miedos, reacciones impulsivas y estímulos sociales?
Por favor, enseñe a los jóvenes a proteger su emocionalidad. Todo lo que alcance
frontalmente la emocionalidad afecta drásticamente la memoria y constituirá la
personalidad. Cierta vez, un excelente jurista me dijo en el consultorio que, si hubiera
sabido proteger su emocionalidad desde pequeño, su vida no habría sido un drama.
Había sido rechazado de niño por alguien cercano, pues tenía un defecto en la cara. El
rechazo controló su alegría. El defecto no era grave, pero el fenómeno RAM lo registró y
lo realimentó. No tuvo infancia. Se escondía de las personas. Vivía sólo en medio de la
multitud.
Ayude a sus hijos a no ser esclavos de sus problemas. Alimente el anfiteatro de sus
pensamientos y el territorio de sus emociones con valor y osadía. No se resigne si los ve
tímidos e inseguros.
El “yo”, que representa la voluntad consciente o la libertad de decidir, tiene que ser
entrenado para convertirse en líder y no en títere. Ser líder no quiere decir tener
capacidad para resolverlo todo y asumir todos los problemas que nos rodean. Los
problemas siempre existirán. Si son solucionables, tenemos que resolverlos. Si no
estamos en condiciones de resolverlos, necesitamos aceptar nuestras limitaciones. Pero
jamás debemos girar en su órbita.
Si usted tuviera la capacidad de entrar en el escenario de la mente de los jóvenes,
constataría que muchos están atormentados por pensamientos ansiosos. Algunos se
angustian con las pruebas escolares. Otros, con cada curva del cuerpo que detestan.
Otros hasta sientenque nadie los quiere. Muchos jóvenes tienen una pésima autoestima.
Cuando la baja autoestima nace, la alegría muere.
Cierta vez, un joven de dieciséis años me buscó después de una conferencia. Me dijo
que diariamente perdía la tranquilidad al pensar que un día sería viejo y moriría. Estaba
empezando a vivir, pero se intranquilizaba con su fin. ¿Cuántos jóvenes estarán
sufriendo, sin que ni siquiera sus padres sondeen sus corazones? La cárcel de la emoción
ha aprisionado a millones de jóvenes. Ellos sufren en silencio. Después de cerrar este
libro, converse con ellos.
¿Qué educación es ésta que habla sobre el mundo en que estamos y calla sobre el
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mundo que somos? Pregúnteles siempre a sus hijos: “¿Qué te está sucediendo?”, “¿Me
necesitas?”, “¿Has sufrido alguna decepción?”, “¿Qué puedo hacer para hacerte más
feliz?”
¿De qué vale que usted se preocupe a diario con la nutrición de billones de células de
sus hijos si descuida su nutrición psicológica? ¿De qué vale que tengan un cuerpo
saludable si son infelices, inestables, si desprotegidos emocionalmente huyen de sus
problemas, temen a las críticas, y no saben recibir un “no”? Ningún padre en el mundo
daría un alimento en mal estado a sus hijos, pero hacemos eso con la nutrición
psicológica. No nos damos cuenta de que todo lo que ellos archivan controlará sus
personalidades.
Alimente la personalidad de sus hijos con sabiduría y tranquilidad. Hable de los
imprevistos, de sus momentos de duda, de los valles emocionales que atravesó. No deje
que el suelo de su memoria se transforme en una tierra de pesadillas, y sí en un jardín de
sueños.
No olvide que tropezamos con las pequeñas piedras y no con las montañas. Las
pequeñas piedras en el inconsciente se transforman en grandes colinas.
El pesimismo es un cáncer del alma
Tal vez usted no tenga dinero, pero si es rico en sentido común, será un padre o una
madre brillante. Si usted contagia a sus hijos con sus sueños y su entusiasmo, la vida se
enaltecerá. Si es un especialista en quejarse, si se muestra temeroso de la vida, si tiene
miedo por el mañana o preocupaciones excesivas con enfermedades, les paralizará la
inteligencia y la emoción.
¿Sabe cuánto demora un conflicto psíquico, sin tratamiento y sin base genética, en
tener una remisión espontánea? A veces, tres generaciones. Por ejemplo, si un padre
tiene obsesión por enfermedades, uno de los hijos podrá registrar continuamente esta
obsesión y reproducirla. El nieto podrá padecerla con menor intensidad. Recién el
bisnieto podrá verse libre de ella. Quien estudia los papeles de la memoria sabe de la
gravedad del proceso de transmisión de las llagas psíquicas.
Transmita fuerza y seguridad a sus hijos. Dígales con frecuencia: “La verdadera
libertad está dentro de ti”, “¡No seas débil ante tus preocupaciones!”, “Enfrenta tus
manías y tu ansiedad”, “¡Opta por ser libre! Debes combatir cada pensamiento negativo,
para que no quede registrado”.
El verdadero optimismo se construye con el enfrentamiento de los problemas y no con
su negación. Por esto, las conferencias para motivar rara vez dan resultado. No dan
herramientas para generar un optimismo sólido, que nutra el “yo” como líder del teatro
de la inteligencia. Por eso, la línea de este libro es de divulgación científica. Mi objetivo
es dar herramientas.
De acuerdo con investigaciones en universidades norteamericanas, una persona
optimista tiene un 30% menos de posibilidades de padecer enfermedades cardíacas. Los
optimistas tienen además menos probabilidades de padecer enfermedades emocionales y
24
psicosomáticas.
El pesimismo es un cáncer del alma. Muchos padres son vendedores de pesimismo.
Como si no bastara la basura social que los medios depositan en el escenario de la mente
de los jóvenes, muchos padres les transmiten un futuro sombrío. Todo les parece difícil y
peligroso. Están preparando a sus hijos a tener miedo de la vida, a cerrarse en un capullo,
a vivir sin poesía. ¡Nutra a sus hijos con un optimismo sólido!
No debemos formar superhombres, como preconizaba Nietzsche. Los padres
brillantes no forman héroes, sino seres humanos que conocen sus límites y su fuerza
25
3
Los buenos padres corrigen
errores, los padres brillantes
enseñan a pensar
Este hábito de los padres brillantes contribuye
a desarrollar: conciencia crítica, pensar antes de
reaccionar, fidelidad, honestidad, capacidad
de cuestionar, responsabilidad social.
Los buenos padres corrigen fallas, los padres brillantes enseñan a los hijos a pensar.
Entre corregir errores y enseñar a pensar hay más misterios de lo que imagina nuestra
vana psicología.
No sea un perito en criticar comportamientos inadecuados, sea un perito en hacer que
sus hijos reflexionen. Los viejos enojos y los conocidos sermones definitivamente no
funcionan, sólo desgastan la relación.
Cuando usted abre la boca para repetir las mismas cosas, detona un gatillo inconsciente
que abre determinados archivos de la memoria donde se guardan las viejas críticas. Sus
hijos adivinarán todo lo que usted va a decir. Se armarán y se defenderán. En
consecuencia, lo que usted diga no tendrá eco dentro de ellos, no generará un momento
educacional. Este proceso es inconsciente.
Cuando su hijo se equivoca, él ya espera una reacción de su parte. Si lo que usted dice
no causa impacto en su emoción, el fenómeno RAM no hará un registro inteligente, y por
consiguiente, no habrá crecimiento sino sufrimiento. No insista en repetir las mismas
cosas para los mismos errores, para las mismas obstinaciones.
A veces, insistimos durante años diciendo lo mismo, y los jóvenes siguen repitiendo las
mismas fallas. Son obcecados y nosotros, estúpidos. Educar no es repetir palabras, es
crear ideas, es encantar. Los mismos errores merecen nuevas actitudes.
Si nuestros hijos fueran computadoras, podríamos repetir la misma reacción para
corregir el mismo defecto. Pero ellos poseen una inteligencia compleja. Diariamente, por
lo menos cuatro fenómenos leen la memoria y, en medio de billones de opciones,
producen millares de cadenas de pensamientos e innumerables transformaciones de la
energía emocional. No es objeto de este libro estudiar los cuatro fenómenos que leen la
memoria, aquí sólo los citaré: el gatillo de la memoria, la ventana de la memoria, el
autoflujo y el “yo”, que representa la voluntad consciente.
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La personalidad de los niños y de los jóvenes está en constante ebullición, porque
nunca se interrumpe la construcción de pensamientos. Es imposible dejar de pensar, e
incluso el intento de interrupción de pensamiento ya es un pensamiento. Ni al dormir
interrumpimos los pensamientos, por eso soñamos. Pensar es inevitable, pero pensar
demasiado, como estudiaremos, genera un desgaste violento de energía cerebral,
perjudicando drásticamente la calidad de vida.
No sea un manual de reglas
Las computadoras son pobres aparatos comparadas con la inteligencia de cualquier
niño, incluso de los niños con capacidades especiales. Pero insistimos en educar a
nuestros hijos como si fueran aparatos lógicos que necesitan solamente seguir un manual
de reglas. Cada joven es un mundo por explorar.
Las reglas son buenas para arreglar computadoras. Decir “haga esto” o “no haga
aquello”, sin explicar las causas, sin estimular el arte de pensar, produce robots y no
jóvenes pensantes.
Creo que un 99% de las críticas y de las correcciones de los padres son inútiles, no
influyen en la personalidad de los jóvenes. Además de no educar, generan más
agresividad y distanciamiento. ¿Qué hacer? ¡Sorprenderlos!
Los padres brillantes conocen el funcionamiento de la mente para educar mejor. Ellos
tienen conciencia de que hay que ganar primero el territorio de la emoción, para después
ganar el anfiteatro de los pensamientos y, en último lugar, conquistar los suelos
conscientes e inconscientes de la memoria, que es la caja de secretos de la personalidad.
Ellos sorprenden la emoción con gestos sin par. De este modo, generan fantásticos
momentos educacionales.
Los padres pueden leer durante décadasmi teoría, las ideas de Piaget, el psicoanálisis
de Freud, las inteligencias múltiples de Gardner, la filosofía de Platón, pero, si no
consiguen encantar, enseñar a pensar y conquistar el depósito de la memoria de sus hijos,
ningún estudio tendrá aplicabilidad y validez.
Sorprender a los hijos es decir cosas que ellos no esperan, reaccionar de un modo
diferente ante sus errores, superar sus expectativas. Por ejemplo, su hijo acaba de
levantarle la voz. ¿Qué hacer? ¡Él espera que usted grite o lo castigue! Pero, en lugar de
eso, usted en principio calla, se relaja y después dice algo que lo deja pasmado: “Yo no
esperaba que me ofendieras de esa manera. A pesar del dolor que me has causado, te
amo y te respeto mucho”. Después de decir estas palabras, el padre sale de escena y deja
que el hijo piense. La respuesta del padre sacudirá los cimientos de su agresividad.
Si usted quiere causar un gran impacto en el universo emocional y racional de sus
hijos, válgase de creatividad y sinceridad. Usted conquistará a los inconquistables. Si
aplica estos principios en el trabajo, tenga la seguridad de que cautivará hasta a los
compañeros más complicados. Sin embargo, no es sólo con un gesto que usted
garantizará la conquista, sino por medio de pautas de vida.
Si usted educa la inteligencia emocional de sus hijos con elogios cuando ellos esperan
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enojo (Goleman, 1996), con aliento cuando ellos esperan una reacción agresiva, con una
actitud afectuosa cuando ellos esperan un ataque de rabia, quedarán encantados y lo
registrarán como a alguien con grandeza. Los padres se volverán así agentes de cambio.
Los buenos padres les dicen a sus hijos: “Tú estás equivocado”. Los padres
brillantes dicen: “¿Qué te parece tu comportamiento?” Los buenos padres dicen:
“Volviste a fallar”. Los padres brillantes dicen: “Piensa antes de reaccionar”. Los buenos
padres castigan cuando los hijos fracasan; los padres brillantes los estimulan a hacer de
cada lágrima una oportunidad de crecimiento.
Generación de la hamburguesa emocional
La juventud siempre fue una etapa de rebeldía ante las convenciones de los adultos.
Pero la actual generación produjo un efecto único en la Historia: mató el arte de pensar y
la capacidad de responder de la juventud. Los jóvenes raramente reaccionan contra el
comportamiento de los adultos. ¿Por qué?
Porque ellos aman el veneno que producimos. Ellos aman el éxito rápido, el placer
inmediato, los reflectores de los medios, aunque vivan en el anonimato. El exceso de
estímulos generó una emoción fluctuante, sin capacidad contemplativa. Incluso sus
modelos de vida deben tener un éxito explosivo. Quieren ser personajes como artistas o
deportistas que, de la noche a la mañana, conquistan fama y aplausos.
Los jóvenes viven como la generación de la “hamburguesa emocional”. Detestan la
paciencia. No saben contemplar lo bello en las pequeñas cosas de la vida. No les pida
que admiren las flores, los atardeceres, las conversaciones simples. Para ellos todo eso es
aburrido. Las críticas de los padres y de los maestros son insoportables, y rara vez las
oyen con atención.
¿Cómo ayudarlos? Salga del lugar común. Una de las cosas más importantes en la
educación es conducir a un hijo hacia la admiración por su educador. Un padre puede
ser un bracero, pero, si cautiva a su hijo, será grande para él. Un padre puede ser
importante en el medio empresarial, tener miles de empleados, pero, si no cautiva a su
hijo, será pequeño en su alma.
Sea un maestro de la inteligencia, enséñeles a pensar. Déjelos fotografiar a la persona
brillante que usted es. ¿Encontrará eco este clamor?
28
4
Los buenos padres preparan
a los hijos para los aplausos,
los padres brillantes preparan
a los hijos para los fracasos
Este hábito de los padres brillantes contribuye
a desarrollar: motivación, osadía, paciencia,
determinación, capacidad de superación, habilidad
para crear y aprovechar oportunidades.
Los buenos padres preparan a sus hijos para recibir aplausos, los padres brillantes los
preparan para enfrentar sus derrotas. Los buenos padres educan la inteligencia lógica de
los hijos, los padres brillantes educan su sensibilidad.
Estimule a sus hijos a tener metas, a buscar el éxito en el estudio, en el trabajo, en las
relaciones sociales, pero no se detenga allí. Logre que no tengan miedo de sus fracasos.
No hay podio sin derrotas. Muchos no suben al podio, no por carecer de capacidad, sino
porque no supieron superar los fracasos del camino. Muchos no logran brillar en su
trabajo porque desistieron en los primeros obstáculos.
Algunos no vencieron porque no tuvieron paciencia para soportar un “no”, porque no
tuvieron el valor de enfrentar algunas criticas, ni humildad para reconocer sus fallas.
La perseverancia es tan importante, como la habilidad intelectual. La vida es una larga
ruta con curvas imprevisibles y patinadas inevitables. La sociedad nos prepara para los
días de gloria, pero son los días de frustración los que dan sentido a esa gloria.
Revelando madurez, los padres brillantes se ponen como modelos de vida para una
vida victoriosa. Para ellos, tener éxito no es tener una vida infalible. Vencer no es acertar
siempre. Por eso, ellos son capaces de decirles a sus hijos: “Me equivoqué”,
“Discúlpame”, “Te necesito”. Ellos son fuertes en sus convicciones, pero flexibles para
admitir sus fragilidades. Los padres brillantes muestran que las más bellas flores surgen
después del más riguroso invierno.
La vida es un contrato de riesgo
Los padres que no tienen coraje para reconocer sus errores nunca enseñarán a sus
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hijos a enfrentar sus propios errores y a crecer con ellos. Los padres que admiten que
están siempre seguros nunca enseñarán a sus hijos a trascender sus fracasos. Los padres
que no piden disculpas nunca enseñarán a sus hijos a lidiar con la arrogancia. Los padres
que no revelan sus temores tendrán siempre dificultad en enseñar a sus hijos a ver en las
pérdidas oportunidades para ser más fuertes y experimentados. ¿Hemos actuado así con
nuestros hijos, o sólo desempeñamos las triviales obligaciones de la educación?
Vivir es un contrato de riesgo. Los jóvenes necesitan vivir este contrato apreciando los
desafíos y no huyendo de ellos. Si se intimidan ante las derrotas y las dificultades, el
fenómeno RAM registrará en su memoria millares de experiencias que financiarán el
complejo de inferioridad, la baja autoestima y el sentimiento de incapacidad. ¿Cuál es la
consecuencia?
Un joven con baja autoestima se sentirá disminuido, inferior, sin capacidad para correr
riesgos y transformar sus metas en realidad. Podrá vivir un envejecimiento emocional
precoz. La juventud debería ser la mejor época del placer, aunque presente sus
desasosiegos. Pero muchos son viejos dentro de cuerpos jóvenes. Ser alguien de edad no
significa ser viejo. Dicho sea de paso, muchos viejos, por ser felices y estar motivados,
son más jóvenes en su emoción que gran parte de los jóvenes de la actualidad.
¿Cuál es la característica de una emoción envejecida, sin condimentos ni motivación?
Incapacidad de contemplación de lo bello y una capacidad intensa para quejarse, pues
nada le satisface durante un largo tiempo. Quejarse del cuerpo, de la ropa, de los amigos,
de la falta de dinero, de la escuela y hasta de haber nacido.
La capacidad de quejarse es el abono de la miseria emocional y la capacidad de
agradecer el combustible de la felicidad. Muchos jóvenes hacen muchas cosas para
tener una migaja de placer. Mendigan el pan de la alegría, aun viviendo en palacios.
Los jóvenes que se convierten en maestros de la queja tienen una gran desventaja
competitiva. Difícilmente conquistarán un espacio social y profesional. ¡Alértelos!
Como los jóvenes entienden lo que es la memoria de las computadoras, compárela con
la memoria humana. Dígales que todo reclamo se acompaña con un alto grado de tensión
que, a su vez, merece un archivo privilegiado por el fenómeno RAM en la memoria, el
cual lentamente destruye el júbilo de la emoción. Los mejoresaños de la vida quedan
sofocados. Poco a poco, pierden la sonrisa, la garra, la motivación.
Descubriendo la grandeza
de las cosas anónimas
Lleve a sus hijos a encontrar los grandes motivos para ser felices con las pequeñas
cosas. Una persona emocionalmente superficial necesita de grandes eventos para tener
placer, una persona profunda encuentra placer en las cosas ocultas, en los fenómenos
aparentemente imperceptibles: en el movimiento de las nubes, en el baile de las
mariposas, en el abrazo de un amigo, en el beso de quien ama, en la mirada de
complicidad, en la sonrisa solidaria de un desconocido.
La felicidad no es obra de la casualidad, felicidad es un entrenamiento. Entrene a los
30
niños para que sean excelentes observadores. Salga por los campos o por los jardines,
haga que acompañen el abrirse de una flor y descubra con ellos lo bello invisible. Sienta
con sus ojos las cosas lindas que hay a su alrededor.
Conduzca a los jóvenes hacia la observación de los momentos simples, a la fuerza
que surge de las pérdidas, a la seguridad que brota en el caos, a la grandeza que
emana de los pequeños gestos. Las montañas se forman con pequeñísimos granos de
arena.
Los niños serán felices si aprenden a contemplar lo bello en los momentos de gloria y
de fracaso, en las flores de la primavera y en las hojas secas del invierno. ¡He aquí el
gran desafío de la educación de la emoción!
Para muchos, la felicidad es locura de los psicólogos, delirio de los filósofos,
alucinación de los poetas. No comprendieron que los secretos de la felicidad se
esconden en las cosas simples y anónimas, tan distantes y tan próximas.
31
5
Los buenos padres conversan,
los padres brillantes dialogan
como amigos
Este hábito de los padres brillantes contribuye
a desarrollar la solidaridad, el compañerismo, el placer
de vivir, el optimismo, la inteligencia interpersonal.
Vimos que el primer hábito de los padres brillantes es dejar que sus hijos los conozcan;
el segundo es nutrir su personalidad; el tercero es enseñarles a pensar; el cuarto es
prepararlos para las derrotas y dificultades de la vida. Ahora, necesitamos comprender
que la mejor manera de desarrollar todos estos hábitos es adquirir un quinto hábito:
dialogar.
Los buenos padres conversan, los padres brillantes dialogan. Entre conversar y
dialogar hay un gran valle. Conversar es hablar sobre el mundo que nos rodea, dialogar
es hablar sobre el mundo que somos. Dialogar es contar experiencias, es secretear sobre
lo que está oculto en el corazón, es penetrar más allá de la cortina de los
comportamientos, es desarrollar inteligencia interpersonal (Gardner, 1995).
La mayoría de los educadores no logra atravesar esta cortina. De acuerdo con un
estudio que realicé, más del 50% de los padres nunca tuvieron el valor de dialogar con
sus hijos sobre sus miedos, pérdidas, frustraciones.
¿Cómo es posible que padres e hijos vivan bajo el mismo techo por años y sigan
completamente aislados? Dicen que se aman, pero gastan poca energía en cultivar el
amor. Se preocupan de la pared rajada, de los problemas del automóvil, pero no se
preocupan por las rajaduras de la emoción y los problemas de la relación.
Cuando una simple canilla pierde, los padres se preocupan por repararla. Pero ¿pierden
tiempo dialogando con sus hijos para ayudarlos a reparar la alegría, la seguridad o la
sensibilidad que se disipa?
Si tomáramos todo el dinero de una empresa y lo tiráramos a la basura, estaríamos
cometiendo un gran crimen contra ésta. Iría a la quiebra. ¿No habremos cometido este
crimen contra la más fascinante empresa social ––la familia––, cuya única moneda es el
diálogo? ¿Si destruimos el diálogo, cómo se sostendrá la relación “padres e hijos”? Irá a
quiebra.
Debemos adquirir el hábito de reunirnos por los menos semanalmente con nuestros
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hijos, para dialogar con ellos. Debemos darles libertad para que puedan hablar de sí
mismos, de sus preocupaciones y de las dificultades de relación con los hermanos y con
nosotros, sus padres. Ustedes no imaginan lo que estas reuniones pueden provocar.
Si los padres nunca les contaron a sus hijos sus sueños más importantes, y tampoco
oyeron de ellos sus mayores alegrías y sus decepciones más fuertes, conformarán un
grupo de extraños y no una familia. No hay magia para construir una relación sana. El
diálogo es insustituible.
Buscando amigos
Hay un mundo por descubrir dentro de cada joven, incluso de los más complicados y
aislados. Muchos jóvenes son agresivos y rebeldes, y sus padres no se dan cuenta de que
ellos están gritando a través de sus conflictos. Los comportamientos inadecuados
muchas veces son clamores que imploran la presencia, el cariño y la atención de los
padres.
Muchos síntomas psicosomáticos, tales como dolores de cabeza o abdominales,
también son gritos silenciosos de los hijos. ¿Quién los oye? Muchos padres llevan a sus
hijos a psicólogos, lo cual puede ayudar, pero, en el fondo, lo que ellos están buscando es
el corazón de los padres.
Una sugerencia: si usted está en condiciones, desconecte la televisión abierta y quédese
sólo con los canales de cable. Si toma esta actitud, probablemente se sorprenderá del
salto en la relación de sus hijos con sus hermanos y con usted. Serán más afectuosos,
dialogarán más, tendrán más tiempo para jugar y divertirse. Verán menos canales con
groserías y más canales contemplativos, que hablan sobre la naturaleza y ciencias.
¿Y el que no tenga televisión de cable? Aquí va otra sugerencia para todos los padres,
todavía más importante que la primera. La llamo “proyecto de educación de la emoción”
(PEE): desconecten la televisión durante una semana completa cada dos meses y hagan
cosas interesantes con sus hijos. Planeen pasar seis semanas a lo largo del año con ellos.
Padres e hijos, aunque no viajen a lugares lejanos, deben viajar uno dentro del otro.
Decidan qué hacer. Ir a la cocina juntos, inventar nuevos platos, contarse chistes,
hacer teatro familiar, plantar flores, conocer cosas interesantes. Quédense todas las
noches con sus hijos durante esas semanas. Hagan del PEE un proyecto de vida.
El mayor deseo de los padres debería ser que sus hijos fueran sus amigos: diplomas,
dinero, éxito son consecuencias de una educación brillante. Yo tengo tres hijas. Si ellas
no fueran mis amigas, me sentiría frustrado como padre, aun siendo un escritor
mundialmente respetado.
A pesar de ser especialista en conflictos psíquicos, yo también me equivoco, y no
pocas veces. Pero lo importante es saber qué hacer con los errores. Ellos pueden
construir la relación o destruirla. Muchas veces, pedí disculpas a mis hijas, cuando
exageré en mis conductas, hice juicios precipitados o levanté la voz innecesariamente.
Así, ellas aprendieron conmigo a disculparse y a reconocer sus excesos.
Algunas personas me vieron tomar esta actitud y quedaron impresionadas. Decían:
33
“¿Cury está disculpándose con sus hijas?” Nunca habían visto a un padre reconocer
errores y disculparse, mucho menos a un psiquiatra. Muchos hijos de psicólogos y
psiquiatras adquieren conflictos porque los padres no se humanizan, no logran hablarles
al corazón y ser admirados por ellos.
No quiero hijas que me teman, quiero que ellas me amen. Afortunadamente, nos
adoran a mí y a mi esposa. Si hay amor, la obediencia es espontánea y natural. No hay
nada más lindo, más poético, que padres grandes amigos de sus hijos.
La perla del corazón
Abrazar, besar y hablar espontáneamente con los hijos cultiva la afectividad, rompe los
lazos de la soledad. Muchos europeos y americanos sufren de profunda soledad. No
saben tocar a sus hijos y dialogar abiertamente con ellos. Viven en la misma casa, pero
viven en mundos diferentes. El contacto y el diálogo son mágicos, crean una esfera de
solidaridad, enriquecen la emoción y rescatan el sentido de la vida.
Muchos jóvenes se suicidan en los países desarrollados porque raramente alguien entra
en su mundo y es capaz de escucharlos sin prejuicios. Existe un concepto equivocado en
psiquiatría sobre elsuicidio. Quien comete suicidio no quiere matar la vida, sino su dolor.
Todas las personas que piensan en morir en el fondo tienen hambre y sed de vivir.
Lo que ellas quieren destruir es el sufrimiento causado por sus conflictos, la soledad que
las abate, la angustia que las agobia. Diga esto a las personas deprimidas, y verá brotar la
esperanza en su interior. En mi caso, pude ayudar a muchos pacientes a encontrar valor
para cambiar el rumbo de sus vidas diciéndoles estas palabras. Algunos entraban en el
consultorio deseando morir, pero salían convencidos de que amaban desesperadamente
vivir.
En una sociedad en que padres e hijos no son amigos, la depresión y otros trastornos
emocionales encuentran un medio de cultura ideal para crecer. La autoridad de los padres
y el respeto por parte de sus hijos no son incompatibles con la más simple amistad. Por
un lado, usted no debe ser permisivo ni un juguete en manos de sus hijos, por otro, debe
intentar ser un gran amigo de ellos.
Estamos en la era de la admiración. O sus hijos lo admiran o usted no tendrá influencia
sobre ellos. La verdadera autoridad y el sólido respeto nacen a través del diálogo. El
diálogo es una perla oculta en el corazón. Tan cara y tan accesible. Cara, porque oro y
plata no la compran; accesible, porque el más miserable de los hombres puede
encontrarla. Búsquela.
34
6
Los buenos padres dan
información, los padres brillantes
cuentan historias
Este hábito de los padres brillantes contribuye
a desarrollar: creatividad, inventiva, perspicacia,
raciocinio esquemático, capacidad de encontrar
soluciones en situaciones tensas.
Los buenos padres son una enciclopedia de informaciones, los padres brillantes son
agradables contadores de historias. Son creativos, perspicaces, capaces de extraer de las
cosas más simples bellísimas lecciones de vida.
¿Quieren ser padres brillantes? No tengan sólo el hábito de dialogar, sino también el de
contar historias. Cautiven a sus hijos con su inteligencia y afectividad, no con su
autoridad, dinero o poder. Vuélvanse personas agradables. Influyan en el ambiente
donde ellos están.
¿Sabe cuál es el termómetro que indica si ustedes son agradables, indiferentes o
insoportables? La imagen que los hijos de sus amigos tienen de ustedes. Si ellos sienten
placer en acercarse, ustedes pasaron el test. Si los evitan, ustedes fueron reprobados y
tendrán que rever sus actitudes.
Siempre fui un contador de historias. Mis hijas adolescentes me piden hasta el día de
hoy que se las cuente. Los padres que son contadores de historias no tienen vergüenza
de valerse de sus errores y dificultades para ayudar a sus hijos a zambullirse dentro de sí
mismos y encontrar sus caminos. Cuando los hijos están desesperados, con miedo del
mañana, con recelo de enfrentar un problema, estos padres entran en escena e inventan
historias que transforman la emoción ansiosa de los hijos en una fuente de motivación.
Cierta vez, una de mis hijas fue criticada por algunas jóvenes por ser una persona
sencilla, por no gustar de la ostentación y también por no plegarse a una excesiva
preocupación por la estética. Se estaba sintiendo rechazada y triste. Después de
escucharla, liberé mi imaginación y le conté una historia. Le dije que algunas personas
prefieren un bonito sol pintado en un cuadro, que otras prefieren un sol real, aunque esté
tapado por nubes. Le pregunté: ¿cuál sol prefieres tú?
Ella pensó y eligió el sol real. Entonces, concluí, que aunque las personas no creyeran
en su sol, él estaba brillando. Tú tienes luz propia. Un día, las nubes que lo cubren se
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disiparán y las personas lo verán. No tengas miedo de las críticas ajenas, ten miedo de
perder tu luz.
Ella nunca se olvidó de esta historia. Se quedó tan contenta que la contó a varias de
sus amigas. Ser feliz es una práctica y no una obra de la casualidad. ¿Cuál es una de
las mejores maneras de educar? Contar historias. Contar historias amplía el mundo de las
ideas, airea la emoción, diluye las tensiones.
La llegada de un nuevo hermano puede generar reacciones agresivas, rechazos,
regresiones instintivas (por ejemplo, pérdida del control de esfínteres) y cambios de
actitud en el hermano mayor, que comprometan la formación de su personalidad. El bebé
se vuelve, a veces, un extraño en el hogar. Los padres habilidosos inventan historias,
desde la gestación del bebé, que incluyen a ambos hermanos en experiencias divertidas y
que incentivan el compañerismo. El mayor incorpora estas historias, deja de ver al
hermano menor como rival y desarrolla afecto por él.
Enseñe mucho hablando poco
El Maestro de los maestros fue un excelente educador porque era un contador de
parábolas. Cada parábola por él contada hace dos mil años era una rica historia que abría
el abanico de la inteligencia, destruía prejuicios y estimulaba el pensamiento. Éste era uno
de los secretos por los cuales vivía rodeado de jóvenes.
Los jóvenes aprecian a las personas inteligentes. Para ser inteligente no es necesario
ser un intelectual o un científico, basta con crear historias e insertar en ellas lecciones de
vida. Muchos padres están enyesados dentro de sus mentes. Creen que no son creativos,
que no tienen perspicacia e inteligencia. Lo cual no es cierto. Tengo la convicción, como
investigador de la inteligencia, de que cada persona tiene un potencial intelectual enorme
que está detenido.
Me acuerdo de un paciente autista que no producía ningún pensamiento lúcido. Su
incapacidad intelectual era enorme. Después de usar algunas herramientas que
estimularon el fenómeno RAM, las ventanas de su memoria se abrieron. Tras dos años
de tratamiento, no sólo pensaba con brillantez, sino que también contaba historias. Todos
sus compañeros de clase quedaron asombrados con su imaginación. Hay un contador de
historias dentro del ser humano más hermético y cerrado.
Si, a veces, ni usted mismo soporta su modo cerrado de ser, ¿cómo quiere que sus
hijos lo oigan? No grite, no agreda, no responda con agresividad. ¡Deténgase! Cuéntele
historias a quien usted ama. Usted puede enseñar mucho hablando poco.
¡Sea intrépido y cambie! Sea inventivo. Usted puede educar mucho desgastándose
poco. Los padres brillantes estimulan a sus hijos a vencer sus temores y a vivir con
suavidad. Son contadores de historias, son vendedores de sueños. Si usted consigue que
sus hijos sueñen, tendrá un tesoro que muchos reyes buscaron y no conquistaron.
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37
7
Los buenos padres
dan oportunidades,
los padres brillantes nunca
desisten
Este hábito de los padres brillantes contribuye
a desarrollar: aprecio por la vida, esperanza,
perseverancia, motivación, determinación y
capacidad de cuestionarse, de superar obstáculos
y vencer fracasos.
Los buenos padres son tolerantes con algunos errores de sus hijos, los padres brillantes
jamás desisten, aunque los hijos los decepcionen y adquieran trastornos emocionales. El
mundo puede no apostar por nuestros hijos, pero jamás debemos perder la esperanza de
que ellos sean grandes seres humanos.
Los padres brillantes son sembradores de ideas y no controladores de sus hijos. Ellos
siembran en el suelo de su inteligencia y esperan que un día sus semillas germinen.
Durante la espera puede haber desolación, pero si las semillas son buenas, un día
germinarán, aun cuando los hijos se droguen, no tengan respeto por la vida y no duren en
ningún empleo.
Tal vez algunos padres estén leyendo este libro y llorando. Sus hijos están viviendo
profundas crisis. Rechazan un tratamiento y son indiferentes a las lágrimas de las
personas que los aman. ¿Qué hacer? ¿Desistir? No. Sino comportarse como el padre del
hijo pródigo.
El hijo desistió del padre, pero el padre nunca desistió del hijo. El hijo partió, pero el
padre lo aguardó. El padre esperaba diariamente que aprendiera en la escuela de la vida
las lecciones que no había aprendido a su lado. Por fin, la gran victoria. El dolor rompió
la cáscara de las semillas que el padre había plantado y esculpió silenciosamente la
personalidad del hijo. Él regresó.Adquirió profundas cicatrices en el alma, pero volvió
más maduro y experimentado. El padre no condenó al hijo injusto, sino que le hizo una
gran fiesta. Nadie entendió. El amor es incomprensible.
Debemos ser poetas en la batalla de la educación. Podemos llorar, pero jamás
desanimarnos. Podemos herirnos, pero jamás dejar de luchar. Debemos ver lo que nadie
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ve. Entrever un tesoro enterrado en las rústicas piedras del corazón de nuestros hijos.
Nadie se diploma en la tarea de educar
Antiguamente los padres eran autoritarios; hoy lo son los hijos. Antiguamente los
maestros eran los héroes de los alumnos; hoy son sus víctimas. Los jóvenes no aceptan
ser contrariados. Nunca en la historia vimos a niños y jóvenes dominando de tal manera
a los adultos. Los hijos se comportan como reyes cuyos deseos tienen que ser
inmediatamente atendidos.
En primer lugar, aprenda a decir “no” a sus hijos sin miedo. Si ellos no escuchan un
“no”de sus padres, no estarán preparados a escuchar un “no” de la vida. No tendrán
oportunidad de sobrevivir.
En segundo lugar, cuando digan “no”, los padres no deben ceder a los chantajes ni a
las presiones de los hijos. Si no, la emoción de los niños y los jóvenes se volverá un sube
y baja: en un momento serán dóciles, en otro, explosivos; en un momento dado estarán
animados, de inmediato, malhumorados. Si son fluctuantes y chantajistas en el ambiente
social, serán excluidos.
En tercer lugar, los padres tienen que dejar en claro cuáles son los puntos a negociar y
cuáles son los límites innegociables. Por ejemplo, acostarse a la madrugada durante la
semana y tener que despertar temprano para estudiar es inaceptable y, por lo tanto,
innegociable. Por otro lado, la cantidad de tiempo en Internet y el horario de regreso a
casa pueden negociarse.
Si los padres incorporan los hábitos de los educadores brillantes que mencioné, podrán
sin miedo, contrariar, colocar límites y decir “no” a sus hijos. Los rezongos, las rabietas,
las crisis no serán destructivas, sino constructivas.
Vivimos tiempos difíciles. Las reglas y los consejos psicológicos parecen no tener ya
eficacia. Padres de todo el mundo se sienten perdidos, sin suelo que pisar, sin
herramientas para ingresar en el mundo de sus hijos. De hecho, conquistar el planeta
psíquico de nuestros hijos es tanto o más complejo que conquistar el planeta físico.
Actuar en el aparato de la inteligencia es un arte que pocos aprenden.
Quiero dejar en claro que los hábitos de los padres brillantes revelan que nadie se
diploma en la educación de los hijos. Los que dicen “Yo sé” o “No necesito ayuda de
nadie” ya están derrotados. Para educar necesitamos aprender siempre y conocer en su
plenitud la palabra paciencia. Quien no tiene paciencia desiste, quien no logra aprender
no encuentra caminos inteligentes.
Pobres los psiquiatras que no logran aprender de sus pacientes. Pobres los padres que
no logran aprender con sus hijos y corregir rutas. Pobres de los maestros que no logran
aprender con sus alumnos y renovar sus herramientas. La vida es una gran escuela que
poco enseña a quien no sabe leer.
Como la vida es una gran escuela, los padres deben tratar de comprender los hábitos
de los maestros fascinantes que describiré a continuación. Les serán útiles en su jornada.
Padres y maestros son compañeros en la fantástica empresa de la educación.
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Parte II
Siete hábitos de
los buenos maestros y
de los maestros fascinantes
Educar es ser un artesano de la personalidad,
un poeta de la inteligencia, un sembrador de ideas.
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1
Los buenos maestros son
elocuentes, los maestros
fascinantes conocen
el funcionamiento de la mente
Este hábito de los maestros fascinantes contribuye
a desarrollar en sus alumnos: capacidad para
gerenciar los pensamientos, administrar las emociones,
ser líder de sí mismo, trabajar pérdidas
y frustraciones, superar conflictos.
Los buenos maestros tienen una buena cultura académica y transmiten con seguridad y
elocuencia las informaciones en el aula. Los maestros fascinantes sobrepasan esta meta.
Ellos intentan conocer el funcionamiento de la mente de los alumnos para educar mejor.
Para ellos, cada alumno no es un número más en el aula, sino un ser humano complejo,
con necesidades peculiares.
Los maestros fascinantes transforman la información en conocimiento y el
conocimiento en experiencia. Saben que sólo la experiencia queda registrada de modo
privilegiado en el suelo de la memoria, y que solamente ella crea avenidas en la memoria
capaces de transformar la personalidad. Por eso, están aportando siempre informaciones
para la experiencia de vida.
La educación pasa por una crisis sin precedentes en la Historia. Los alumnos están
alienados, no se concentran, no encuentran placer en aprender y son ansiosos. ¿Quién
tiene la culpa? ¿Los alumnos o los padres? Ni unos ni otros. Las causas son más
profundas. Las causas principales son fruto del sistema social que estimuló de modo
alarmante los fenómenos que construyen los pensamientos. Estudiaremos este asunto en
el apartado siguiente.
El escenario de la mente de los jóvenes de hoy es distinto de aquel de los jóvenes del
pasado. Los fenómenos que están en los bastidores de su mente y que producen
pensamientos son los mismos, pero los actores que están en escena son otros. La calidad
y la velocidad de los pensamientos cambiaron. Necesitamos conocer algunos de los
papeles de la memoria y algunas áreas del proceso de construcción de la inteligencia para
encontrar las herramientas necesarias y capaces de provocar un giro de 180 grados en la
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educación.
El primer hábito de un maestro fascinante es entender la mente del alumno y tratar de
encontrar respuestas poco frecuentes, distintas de aquellas a las que el joven está
acostumbrado.
El síndrome SPA
La televisión muestra más de sesenta personajes por hora con las más diversas
características de personalidad. Policías irreverentes, bandidos intrépidos, personas
divertidas. Estas imágenes quedan registradas en la memoria y compiten con la imagen
de padres y maestros.
Los resultados inconscientes de esto son graves. Los educadores pierden la capacidad
de influir el mundo psíquico de los jóvenes. Sus gestos y palabras no tienen impacto
emocional y, en consecuencia, no merecen un archivo privilegiado capaz de producir
millares de otras emociones y pensamientos que estimulen el desarrollo de la inteligencia.
Frecuentemente los educadores necesitan gritar para obtener un mínimo de atención.
La mayor consecuencia del exceso de estímulos de la televisión es que contribuye a
generar el síndrome del pensamiento acelerado, SPA. Nunca deberíamos habernos
metido con la caja negra de la inteligencia, que es la construcción de pensamientos, pero,
lamentablemente, lo hicimos. La velocidad de los pensamientos no podía ser aumentada
crónicamente, pues, de suceder eso, tendrían lugar una disminución de la concentración
y un aumento de la ansiedad. Es exactamente eso lo que está sucediendo con los
jóvenes.
La ansiedad del SPA genera compulsión por nuevos estímulos, en un intento de
aliviarlo. Si bien menos intenso, el principio es el mismo que tiene lugar en la
dependencia psicológica de las drogas. Los usuarios de drogas usan siempre nuevas dosis
para intentar aliviar la ansiedad generada por la dependencia. Cuanto más usan, más
dependientes se vuelven.
Los portadores del SPA adquieren una dependencia por nuevos estímulos. Se agitan en
sus asientos, mantienen conversaciones paralelas, no se concentran, molestan a los
compañeros. Estos comportamientos son intentos por aliviar la ansiedad generada por el
SPA.
La educación está fallando, la violencia y la alienación social aumentaron, porque, sin
darnos cuenta, cometimos un crimen contra la mente de los niños y los adolescentes.
Tengo la convicción científica de que la velocidad de los pensamientos de los jóvenes
hace un siglo era mucho menor que la actual, y por eso el modelo de educación del
pasado, aunque no era ideal, funcionaba.
Necesitamos un nuevo modelo de educación.Al final del libro comentaré diez técnicas
para que produzcamos una educación excelente, capaz de eliminar los efectos negativos
del SPA.
En mis conferencias, frecuentemente pregunto a los maestros con más de diez años en
el aula si ellos notan que los alumnos actuales están más agitados que los del pasado, y la
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respuesta unánime es afirmativa. Necesitamos maestros fuera de lo común, que
comprendan el anfiteatro de la mente humana. De maestros comunes está lleno el
mundo.
Pensar es excelente, pensar mucho es malísimo. Quien piensa mucho roba energía
vital del córtex cerebral y siente una fatiga excesiva, aun sin haber hecho ejercicio físico.
Éste es uno de los síntomas del SPA. Los demás síntomas son sueño insuficiente,
irritabilidad, sufrimiento por anticipado, olvido, déficit de concentración, aversión a la
rutina y, a veces, síntomas psicosomáticos, como dolor de cabeza, dolores musculares,
taquicardia, gastritis. ¿Por qué uno de los síntomas es el olvido? Porque el cerebro tiene
más juicio que nosotros y bloquea la memoria para que pensemos menos y gastemos
menos energía.
Muchos científicos no se dan cuenta de que el SPA es la principal causa de crisis en la
educación mundial. Es algo colectivo, que alcanza a gran parte de la población adulta e
infantil. Los adultos más responsables presentan un SPA más fuerte y, por eso, están más
estresados. ¿Por qué? Porque tiene un trabajo intelectual más intenso, piensan más, están
más preocupados.
El SPA de los alumnos hace que las teorías educacionales y psicológicas del pasado
casi no funcionen, porque mientras los maestros hablan, los alumnos están agitados,
inquietos, desconcentrados y, para colmo, distraídos en sus pensamientos. Los maestros
están presentes en el aula y los alumnos están en otro mundo.
Las causas del SPA
El síndrome SPA genera una hiperactividad de origen no genético. Desde los inicios de
la humanidad siempre existió la hiperactividad genética, caracterizada por una ansiedad
psicomotora, inquietud y agitación del pensamiento de fondo metabólico. Por eso,
algunas personas siempre fueron más ansiosas, tozudas e hiperpensantes que otras. Pero
ahora hay una hiperactividad funcional no genética: el SPA.
¿Cuáles son las causas del SPA? La primera, como dije, es el exceso de estímulo visual
y sonoro producido por la televisión, y que alcanza frontalmente el territorio de la
emoción. Noten que no estoy hablando de la calidad del contenido de la televisión, sino
del exceso de estímulos, sean ellos buenos o pésimos. La segunda es el exceso de
informaciones. En tercer lugar, la paranoia del consumo y de la estética, que dificulta la
interiorización.
Todas estas causas excitan la construcción de pensamientos y generan una
psicoadaptación a los estímulos de la rutina diaria, o sea, una pérdida del placer por las
pequeñas cosas cotidianas. Los portadores del SPA están siempre inquietos, intentando
capturar algún estímulo que los alivie.
Con respecto al exceso de información, es fundamental saber que un niño de siete
años de edad de la actualidad tiene más informaciones en la memoria que un ser humano
de setenta, de hace un siglo o dos. Esta avalancha de informaciones excita de modo
inadecuado los cuatro grandes fenómenos que leen la memoria y que construyen cadenas
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de pensamientos. Quien tiene SPA no logra gerenciar los pensamientos plenamente, no
logra tranquilizar su mente.
El mayor villano de la calidad de vida del hombre moderno no es su trabajo, ni la
competencia, la carga horaria excesiva o las presiones sociales, sino el exceso de
pensamientos. El SPA compromete la salud psíquica de tres maneras: rumiando el pasado
y desarrollando un sentimiento de culpa, produciendo preocupaciones sobre problemas
existenciales y sufriendo por anticipado.
No basta con ser elocuente. Para ser un maestro fascinante es necesario conocer el
alma humana para descubrir herramientas pedagógicas capaces de transformar la sala de
la casa y el aula en oasis, y no en una fuente de estrés. Es una cuestión de supervivencia,
pues, de lo contrario, alumnos y maestros no tendrán calidad de vida. Y esto ya está
sucediendo. Veamos cómo.
Destruyeron la calidad de vida del maestro
Una revelación chocante. En España, el 80% de los maestros está estresado. En
Inglaterra, el gobierno está teniendo dificultad en formar maestros, especialmente de
enseñanza fundamental y media, porque pocos quieren esta profesión. En los demás
países, la situación es igualmente crítica.
De acuerdo con estudios del instituto de la Academia de Inteligencia, en Brasil, el 92%
de los maestros tiene tres o más síntomas de estrés y el 41%, diez o más. Es una cifra
altísima, que señala que casi la mitad de los maestros no debería estar en el aula, sino
internada en una clínica antiestrés. Compare con esta otra cifra: en la población de San
Pablo, dramáticamente estresada, el 22,9% tiene diez o más síntomas.
Los números lo denuncian. Señalan que los maestros están casi dos veces más
estresados que la población de San Pablo, que es una de las mayores y más estresantes
ciudades del mundo. Creo que la situación en cualquier nación desarrollada es la misma.
Los síntomas que más se destacan son los relacionados con el síndrome del pensamiento
acelerado.
¿Qué tipo de batalla estamos librando para que nuestros nobles soldados que se
encuentran en el frente ––los maestros–– estén enfermando colectivamente? ¿Qué tipo
de educación es ésta que estamos construyendo y que está eliminando la buena calidad
de vida de nuestros queridos maestros? Damos valor al mercado del petróleo, de los
autos, de computadoras, pero no vemos que el mercado de la inteligencia está
quebrado.
No sólo los salarios y la dignidad de los maestros necesitan rescatarse, sino también su
salud. Maestros y alumnos padecen colectivamente el síndrome SPA.
Un pedido a los maestros fascinantes: por favor, tengan paciencia con sus alumnos.
Ellos no tienen culpa de esta agresividad, alienación y agitación en el aula. Ellos son
víctimas. Detrás de los peores alumnos hay un mundo por descubrir y explorar.
Hay una esperanza en el caos. Necesitamos construir la escuela de nuestros sueños.
¡Aguarde!
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2
Los buenos maestros poseen
metodología, los maestros
fascinantes poseen sensibilidad
Este hábito de los maestros fascinantes contribuye
a desarrollar: autoestima, estabilidad, tranquilidad,
capacidad de contemplación de lo bello, de perdonar,
de hacer amigos, de socializar.
Los buenos maestros hablan con la voz, los maestros fascinantes hablan con los ojos.
Los buenos maestros son didácticos, los maestros fascinantes van más allá. Poseen
sensibilidad para hablar al corazón de sus alumnos.
Sea un maestro fascinante. Hable con una voz que exprese emoción. Cambie de
tonalidad mientras habla. Así, usted cautivará la emoción, estimulará la concentración y
aliviará el SPA de sus alumnos. Ellos desacelerarán sus pensamientos y viajarán en el
mundo de sus ideas. Un maestro fascinante de matemáticas, química o lenguas es alguien
capaz de conducir a sus alumnos en un viaje sin salir del lugar. Siempre que doy una
conferencia, intento lograr que mis oyentes viajen, reflexionen sobre la vida, caminen
dentro de sí mismos, salgan del lugar común.
Un maestro fascinante es maestro de la sensibilidad. Sabe proteger la emoción en los
focos de tensión. ¿Qué significa esto? Significa que no deja que la agresividad y las
actitudes impensadas de sus alumnos le roben su tranquilidad. Entiende que los débiles
excluyen, los fuertes acogen, los débiles condenan, los fuertes comprenden. Trata de
acoger a sus alumnos y comprenderlos, incluso a los más difíciles.
Observe el mundo con los ojos de un águila. Vea desde distintos ángulos la educación.
Entienda que somos creadores y víctimas del sistema social que valoriza el tener y no
el ser, la estética y no el contenido, el consumo y no las ideas. En lo que de nosotros
depende, debemos dar nuestra pequeña contribución para generar una humanidad más
saludable.
No olvide que usted no es sólo

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