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y Es 4s S tian 1 a cri chool of Theology at Clamor La q ITA INTRODUCCION A LA EDUCACION CRISTIANA "Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos” (Mateo 18:2). 17) e 2YAS 1%7 IRENE W. DIPARDO DE MAS INTRODUCCION A LA EDUCACION CRISTIANA Libros CLIE Galvani, 113 TERRASSA (Barcelona) INTRODUCCION A LA EDUCACION CRISTIANA Escuela Bíblica de Teología "A.L.E.R.T.A." (Acción Libre Evangélica: Reafirmación, Testimonio, Avivamiento). Gral. Enrique Martínez 889, Buenos Aires, Rep. Argentina. O Copyright por la Escuela Bíblica de Teología "A.L.E.R.T.A.", Buenos Aires, Rep. Argentina. Depósito Legal: B. 8.459-1987 ISBN 84-7645-180-6 Impreso en los Talleres Gráficos de la M.C.E. Horeb, E.R. n* 265 S.G.- Polígono Industrial Can Trias, calles 5 y 8 - VILADECAVALLS (Barcelona) Printed in Spain ÍNDICE 1. Introducción al ministerio des12ferseñanzamala Uencia de la. 11 PA SB stay! Puede 567 UtTa que Una 19 3. II. Alniño (Primera parte) . . . 31 4. TI. Alniño(Segunda parte) . . . 39 5. TH. Alniño(Tercera parte) . . . 49 6. IM. En su carrera (Primera parte) . 39 7. TI. En su carrera (Segunda parte) . 73 8. IV. Instruye (tú) (Primera parte). . 81 9. IV. Instruye (tú) (Segunda parte) . 87 DAD ratiaa? peana ARSUCTISON, ES 1 MASTER] "Instruye al niño en su carrera. Aun cuando fuere viejo no se apartará de ella" (Proverbios 22:6).. PRÓLOGO Educar, y educar cristianamente —tema de este libro—, es sinónimo de educar bíblicamente, o sea, a la manera en que la Santa Palabra de pias: la Biblia, lo establece y con ello lo deman- a. Qué es educar y quién debe educar y cómo debe hacerlo, constituyen en síntesis los asuntos propios de la así llamada Ciencia de la Educa- ción. En cuanto concierne a la educación cristia- na, esa ciencia no puede ser otra que una de las facetas específicas de lo que por inspiración el apóstol Pablo llama «la multiforme sabiduría dé Dios» (Ef. 3:10). Extraer de las Sagradas Escrituras como fuen- te principal los principios fundamentales didácti- co-pedagógicos a fin de aplicarlos a la realización de una tarea fructífera en la esfera del santo mi- nisterio de la enseñanza, sea en el hogar como en la Iglesia del Señor Jesucristo, es la materia y propósitos de este pequeño aunque enjundioso li- bro que nuestra hija, señora Irene Winifred Di Pardo de Mas ha preparado con transparente ido- neidad. Mucho se ha publicado respecto a estos so- lemnes asuntos. Sin perjuicio de ello, cabe afir- mar que en el momento presente se advertía en el campo cristiano evangélico de habla hispana 7 la necesidad de una exposición breve, concisa y clarificada por la luz de la Palabra de Dios, que pusiera rápidamente al alcance de tantos dedica- dos mentores de las preciosas almas infantiles-ju- veniles las normas y propósitos educacionales bá- sicos, bíblicos, definidos y definitorios. Este libro expone, en lenguaje claro, directo y sencillo, grandes verdades principistas. Y lo que es tan importante en estos postreros y peligrosos tiempos de tanto confusionismo ideológico, lo hace con expresiones no comprometidas en abso- luto con las polutas corrientes filosófico-psicoló- gicas humanísticas, racionalistas y materialistas. Estas corrientes mal ocultan el oscuro designio de suplantar la realidad de la doctrina bíblica del pecado del hombre, con las falacias de la inde- mostrada —e indemostrable— teoría de la «evo- lución» que postula que todas las tendencias y práctica de acciones malas no son sino «resi- duos» aún no expurgados de los instintos prove- nientes de los antepasados «animales» del género humano, «expurgación» que ellos esperan podrá producir la psicología auxiliada por tratamientos psiquiátricos y por las investigaciones en el cam- po de la «ingeniería genética». Que tras de todo ello se hallan los intentos contemporáneos de Sa- tanás para hacer vana la obra redentora de la cruz de Cristo, es más que obvio para todo cris- tiano avisado y sabio en las Escrituras. Bien ha- rán los estudiantes cristianos que asisten a las aulas de la sabiduría de este siglo en recordar la clara advertencia apostólica: «Oh Timoteo, guar- da lo que se te ha encomendado, evitando las pro- fanas pláticas sobre vanas cosas, y los argumen- tos de la falsamente llamada ciencia, la cual pro- fesando algunos fueron descaminados acerca de la fe» (1 Ti. 6:20, 21). 8 Este libro no elude incursionar en los «argu- mentos» de distintas escuelas psicológico-peda- gógicas, y muestra brevemente sus deficiencias. Y da una nota nítida y vibrante de alerta, mientras desarrolla sus tesis siempre encuadradas en la «sana doctrina». Para cerrar estas breves palabras introducto- rias, nada mejor que recordar aquí que el Señor Jesucristo, para reprender a sus discípulos que inquirían acerca de quién es el mayor en el reino de los cielos, utilizó el método audiovisual, pues se nos dice: «Y llamando Jesús a un niño lo puso en medio de ellos. Y dijo: De cierto os digo que si no os volvieseis y fuereis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Así que, cualquiera que se humillare como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos. Y cualquiera que recibiere a un tal niño en mi nombre, a mí recibe» (Mt. 18:2- 5). Creemos que, por legítima extensión, ese pa- saje se aplica bien como portal de entrada a los estudios contenidos en este libro: aprenderemos a enseñar a nuestros niños y jóvenes, y aun a los mayores, en la medida en que podamos ser ilumi- nados para aprender humildemente lo que un niño nos puede enseñar. ARMANDO DI PARDO Presidente de la Escuela Bíblica de Teología «A.L.E.R.T.A.» E yd Sh 9 ll es 1 q canal ps E A dpb 30000 lo e TAR Es EN sip 20h pde a ci Me eneldo es tio sb : e perdes Us oboia PH E od im test LAB TS o 3) | de o 01h 95 rs SEUA. A | Eo era org sr ad A E ¡Aa elo 23 eol sh On ie — A ñ a pes plo a al os aelkhe os E > . mb Hb $ = des a 2 E A 7 - 2012 sen A ES 3 Dead 2 Lon E E Sia Sa y eco trsene O E <A | met El A 4 lo y pez EN 016 1 Le LLCñRS CON) Tp > poca Ye obra red enteras de ee «y le de IMBREMDAO PARE PEO Chis >: A, ASE, ds Aa OEA: en cod 3 $ cad =. Y e CTSTIRDOS: que edo a > A de A pes ¿du ee de este Sp y pepardar la Ls A E Aga + co BE h ay ON 1 € -=NCrOon, pS ando as pri ñ A Ae Loja... ds AFGamen-- tral ab +14) pana oe ep, ..* oa Ads cal. po MARO e du as E Pod agerta 2 Sa e 14,6 2, A, Y EA id ES ra e CAPÍTULO 1 INTRODUCCIÓN AL MINISTERIO DE LA ENSENANZA Nuestro texto lema nos da un mandato por parte del Señor y una promesa si dicho mandato se cumple correctamente. Este texto nos ha de ayudar a contemplar las distintas facetas de esta tarea que nos es encomendada. En primer lugar debemos entender que en todo ministerio de en- señanza el principio y la fuente del mismo se en- cuentran en Dios, como nos lo enseña el mismo Señor en su Santa Palabra: «He aquí que Dios es excelso con su poten- cia. ¿Qué enseñador semejante a él?» (Job 36:22). A. «Oh Dios, enseñásteme desde mi mocedad y hasta ahora he manifestado tus maravillas» (Salmo 71:17). «Ahora pues, ve, que yo seré en tu boca y te enseñaré lo que hayas de hablar» (Éxodo 4:12). «... ¿Dónde está mi Dios hacedor, que da canciones en la noche, que nos enseña más que a las bestias de la tierra, y nos hace sabios más que a las aves del cielo?» (Job 35:10-11). 11 En la misma Palabra de Dios podemos encon- trar cuáles son los propósitos de su enseñanza di- vina: «Enséñame, oh Jehová, tu camino; caminaré yo en la verdad: consolida mi corazón para que tema tu nombre» (Salmo 86:11). De acuerdo con este versículo, los propósitos son que caminemos en su verdad y temamos su nombre. | Sin lugar a dudas es Dios el Maestro por exce- lencia, y en su Palabra El no sólo nos enseña y santifica a través de ella, sino que nos manda que la impartamos a otros, a niños y adultos, mien-tras éstos transiten en su peregrinaje en la Tierra. Además de exhortarnos qué enseñar, nos da guías preciosas y santas de cómo hacerlo: «Y estas palabras que yo te mando hoy esta- rán sobre tu corazón. Y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y has de atarlas por se- ñal en tu mano, y estarán por frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa y en tus portales» (Deuteronomio 6:6-9). Podemos observar que nuestro Dios desea que nuestro aprender y enseñar de su palabra forme parte intrínseca y cotidiana de nuestro vivir per- sonal y familiar. Somos todos alumnos suyos, tanto los adultos (padre o maestros) como nues- tros niños y jóvenes. N ¿ Observemos que la forma en que El desea que lo hagamos debe estar embebida en todas las ac- tividades de nuestro andar diario «repitiendo» . 12 a nuestros hijos, hablando de ella en nuestras casas, al andar por el camino, al acostarnos y al levantarnos. Esta práctica debe ser lo primero al comenzar el día, y no dejará de serlo hasta acos- tarnos al fin de él. La enseñanza por parte del cristiano, pues, no se limita sólo a las paredes de un aula, sino que es un oficio constante. Pero ve- mos más. El Señor quiere que usemos aparte de los medios audibles los visuales: método «audio- visual» diríamos por usar una nomenclatura mo- derna. «Repetirás... hablarás» (audio); «atarlas por señal en tu mano... por frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa y en tus portales» (visual). Este constante estudiar y repetir en nuestros corazones las preciosas enseñanzas de la Palabra de Dios es necesario en todas las etapas de la vida, pero, como veremos más adelante, este en- señar y aprender juega un papel fundamental en la etapa de la niñez, donde la impronta es inde- leble y trascendental, como nos enseña nuestro texto lema. La práctica de la enseñanza de la Palabra de Dios cumple propósitos fundamentales en la for- mación del individuo en el núcleo familiar y en la sociedad con afinidad en la materia, y aun in- fluencia a la sociedad secular: «Vosotros sois la sal de la tierra... sois la luz del mundo...» (Mateo 5:13, 14). Así se aprende a temer a Jehová, a oírle, a aprender de El y a poner por obra su Ley. «Harás congregar al pueblo, varones y muje- res y niños... para que oigan y aprendan y te- man a Jehová vuestro Dios, y cuiden de po- ner por obra todas las palabras de esta ley» (Deuteronomio 31:12-13). 13 Dios no hace aquí acepción de personas, eda- des o sexos para que sean enseñadores o alumnos, pues todos son ambas cosas en un cierto grado. Hasta aquí hemos visto algunos ejemplos de cómo Dios exhortaba a los líderes de su pueblo y a las cabezas de familia para que ejercieran el ministerio de la enseñanza. No debemos olvidar que, bajo la dispensación de la Ley, el Espíritu Santo, el Supremo Enseñador, no moraba en for- ma permanente en el corazón de los israelitas, y Dios usaba líderes escogidos para tal tarea. Pero en esta presente dispensación de la gracia, en la cual vivimos todos nosotros como renacidos, si estamos idóneamente preparados en el conoci- miento de su Palabra, debido a que somos tem- plos de su Santo Espíritu, podemos ser usados por El conforme a la medida de nuestra humilla- ción y entrega a estos fines. El Señor Jesucristo, durante su ministerio te- rrenal, llevó a cabo una gran obra de enseñanza. La sabiduría de sus parábolas es una prueba de ello y su preferencia para usarlas habitualmente le muestra como un Maestro sin igual. El mismo lo reconoció y aceptó tal cargo, pues dijo: «Vosotros me llamáis Maestro y Señor; y de- cís bien, porque lo soy» (Juan 13:13). Cabe destacar aquí que los niños eran de espe- cial valor para nuestro Señor en todo aspecto, in- cluido el de la enseñanza. «Y Jesús dijo: Dejad a los niños, y no les im- pidáis de venir a mí; porque de los tales es el reino de los cielos» (Mateo 19:14). «... De la boca de los niños y de los que maman perfeccionaste la alabanza» (Mateo 21:16). . 14 Al mismo tiempo, somos gravemente amones- tados por el Señor al tipo de enseñanza que ellos puedan recibir de nosotros: «Así que, cualquiera que se humillare como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos... Y cualquiera que escandalizare a al- guno de estos pequeños que creen en mí, me- jor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le anega- se en el profundo de la mar» (Mateo 18:4-6: ver también Marcos 9:42 y Lucas 17:1 y 2). Vemos, pues, que nuestro ejemplo y testimo- nio es fundamental y crucial para los niños. Al enseñar y testificarles con la Palabra y con el ejemplo, no sólo les nutrimos de la enseñanza di- vina, sino que les preparamos para contrarrestar las enseñanzas que recibirán en el mundo, sea en las escuelas seculares, con su enseñanza huma- nística-evolucionista, o en sus hogares si provie- nen de familias no cristianas, o simplemente del medio ambiente en el que se desenvuelven a dia- rio en sus tareas seculares fuera del ambiente cristiano. El Señor Jesucristo nos dio ejemplo en cuanto al ministerio de la enseñanza también, pues así lo dice su Palabra: «En el primer tratado, oh Teófilo, he habla- do de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar» (Hechos 1:1). «Y fue que, como Jesús acabó estas palabras, las gentes se admiraban de su doctrina. Por- que les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas» (Mateo 7:28-29). 15 Luego el apóstol Pablo nos da una clara des- cripción de su acción educadora: «Como nada que fuese útil he rehuido de anunciaros y enseñaros públicamente y por las casas» (Hechos 20:20). «Pablo, empero, quedó dos años enteros en su casa de alquiler, y recibía a todos los que a él venían, predicando el reino de Dios y en- señando lo que es del Señor Jesucristo con toda libertad, sin impedimento» (Hechos 28:30;31): San Pablo se cuidó, además, de preparar futu- ros enseñadores que siguieran sus pasos: «Esto manda y enseña... Entre tanto que voy, ocúpate en leer, en exhortar, en ense- ñar» (1.*? Timoteo 4:11-13). «Y lo que has oído de mí entre muchos tes- tigos, esto encarga a los hombres fieles que serán idóneos para enseñar también a otros» (2. Timoteo 2:2). Vemos, pues, que este ministerio tiene suma importancia a través de toda la Escritura. Dentro de la Iglesia del Señor, el Espíritu Santo otorga dones de enseñanza y la capacitación necesaria para efectuar la tarea que es encomendada: «De manera que, teniendo diferentes dones según la gracia que nos es dada, si el de pro- fecía, úsese conforme a la medida de fe; o si ministerio, en servir; o el que enseña, en doc- trina» (Romanos 12:6, 7). 16 La enseñanza es la espina dorsal del creci- miento de la iglesia local. Al impartirla, pues, a los niños a una temprana edad, se están forjando ya los miembros del futuro que serán conocedo- res, impartidores y defensores de la sana doc- trina. Una aclaración es necesaria: No se debe con- fundir la obligación que tienen todos los padres de enseñar la Palabra de Dios a sus niños y su consecuente habilitación para ello por el Espíritu Santo, con el don específico de enseñador o doc- tor dentro de la Iglesia de Jesucristo. Dentro del ministerio de la enseñanza, el Espíritu Santo dota a los miembros del cuerpo para enseñar a los niños y a los adolescentes la Palabra del Se- ñor. Esta última es la tarea específica de la edu- cación cristiana a la que nos referimos en este es- tudio. Debemos recordar siempre que: «El discípulo no es más que su maestro, ni el siervo más que su señor» (Mateo 10:24). Si nos ubicamos a los pies del Señor tanto maestros como alumnos y, cual María de Betania, estamos dispuestos a aprender de El, habiendo pasado por las experiencias de Romanos 12:1 y 2, seremos muy bendecidos ennuestras propias vidas, y seremos también de bendición a los demás. Nuestra actitud debe ser de humillación ante el Señor y, recibiendo de Él las enseñanzas, podremos comunicarlas a otros. Todos somos alumnos y estamos ciertos que no hay mejor manera de aprender... que enseñar... De nuestro texto lema, Proverbios 22:6, toma- remos los puntos básicos que hemos de desarro- llar y que formarán nuestro programa de estudio, a saber: 17 I. Instruye Acción de enseñar y edu- car. II. Alniño Sujeto de dicha acción. TI. Ensucarrera. A través de susetapas conscientes y de acuer- do con las enseñanzas dadas en las Escritu- ras, osea en el «libro de la Ley de Jehová» -(2.Crónicas 17:9). Aun cuando fue- re viejo no se apartará deella. Eslametaaalcanzar, la promesa si se cum- plen correctamente los pasos 1l a 3. IV. Instruye (tú): a) El Maestro y el alum- no b) Disciplina y amones- tación del Señor. CUESTIONARIO: 1. Citar cuatro textos en el Antiguo Testamento que nos muestran a Dios como nuestro Maestro. 2. ¿Cuáles son los propósitos de la enseñanza de Dios hacia nosotros? 3. ¿En qué texto del Antiguo Testamento Dios nos muestra el método «audiovisual» para enseñar su palabra? 4. ¿Qué puede decir acerca del don de enseñanza del apóstol Pablo? 5. ¿Quiénes deben aprender? 18 CAPÍTULO 2 I.. INSTRUYE Corrientes educacionales seculares y cristianismo histórico Instruir es la acción de enseñar o educar. Aho- ra bien: ¿qué es enseñar o educar? Existen mu- chas definiciones, ideas y teorías al respecto, de las cuales hemos de ver sólo algunas. Para co- menzar, podemos definir la acción de la enseñan- za como el desarrollo de las facultades intelectua- les y morales del niño, o el proceso que debe se- guirse para lograr la formación cultural y espiri- tual del hombre. Muchos han sido los conceptos que a través de las edades han sido sostenidos por filósofos y edu- cadores acerca de la educación, pero en ningún lugar ha sido tan enfatizada, bien definida y cru- cial como en la Biblia. El individuo en general y el niño en particular han sido y son de gran im- portancia para Dios en cuanto a educación res- pecta. Lamentablemente, al apartarse el hombre de Dios y buscar llenar el vacío creado por ese apartamiento con sus propios caminos humanís- ticos, anula la Palabra de Dios con su impacto en la educación, y entonces el hombre, en distintas etapas de desarrollo de su sociedad humanística, 19 agoniza buscando en su propia sabiduría lo que sólo Dios le puede dar. En la Edad Media, por ejemplo, debido a que se le daba muy poco valor al individuo, y lo único que tenía valor era el grupo social en conjunto, se concibe a la educación como la actividad destina- da a imponer al individuo aquella apreciación de los valores que la sociedad consideraba propia. Aun en pleno Renacimiento impera una concep- ción objetiva de la educación. El objeto de la edu- cación, su fin, es lo importante; el sujeto, el indi- viduo, en cambio, es secundario y de poco valor. Se trataba de imponerle al niño cierta manera de ser, de moldearlo según una imagen preconcebi- da. Para el griego, por ejemplo, el hombre ideal era el héroe; para el romano, lo eran el político y el guerrero. En la Edad Media lo fueron además los así llamados «santos» o «místicos» y los caba- lleros, etc. Más adelante, durante la Reforma, Martín Lu- tero, Erasmo y otros lograron que el énfasis de la educación volviera a enraizarse en el conocimien- to de la Biblia. Esta pasó nuevamente a ser la única guía para determinar el valor de una cierta contribución educacional. Además, el otro princi- pio básico de esta época es el reconocimiento del valor supremo del individuo. El redescubrimien- to del concepto bíblico de que el individuo se pre- senta ante Dios directamente y que la salvación es un asunto personal, le devuelve al hombre su valor e importancia como hacía años no se le ha- bía dado. Lutero trató de desarrollar una teología básica mediante catecismos sencillos empleando las Escrituras como la base principal para sus conceptos y para gran parte de su texto. Gracias a este despertar, la Palabra de Dios pasó nuevamente a ser el libro de texto de mu- 20 chas gentes. La imprenta y la traducción de la Bi- blia a las lenguas europeas populares le dieron al hombre común la Palabra de Dios como fuente de enseñanza al alcance de su mano. Pero la mente ávida de conocimiento del hom- bre natural que sigue rechazando a Dios le lleva a buscar en la gran expansión de las ciencias hu- manas el medio para satisfacer nuevamente ese vacío, y, por lo tanto, se aleja más de Dios depen- diendo menos de Él y buscando dentro de su in- dividualismo la respuesta de todo. Durante los si- glos 18 a 20, los descubrimientos de todo tipo ha- cen que la educación secular nazca como una nueva fuente de información sumamente apeteci- ble para el ego del hombre y así éste tiende a ale- jarse cada vez más de la educación cristiana ba- sada en la Escritura. La teoría de la Evolución es el nuevo «dios creador» y Darwin su mayor «apóstol»... Esta época llamada de la libertad de pensamiento, del racionalismo, etc. trae consigo el rompimiento de todas las normas y, por ende, los nuevos conceptos acerca de la educación en general no se habían de demorar. Surgen concep- tos educacionales diferentes a los sostenidos por la Reforma y hasta contrarios a los métodos es- criturales sobre todo en Europa y en los EE.UU., que influenciaron la educación secular hasta el día actual. No es nuestro propósito adentrarnos a estu- diar todas estas corrientes, peró citaremos sola- mente algunos filósofos, psicólogos y educadores que han tenido influencia en' la educación se-' cular de los niños, especialmente en nuestros días: * Juan Jacobo Rousseau (filósofo suizo, 1712- 1778). Afirmó que todo sale perfecto de las manos del Autor de las cosas y todo degenera en las ma- 21 nos del hombre. El niño es, pues, perfecto; la so- ciedad lo hace malo. Esta afirmación es cierta en - cuanto a que Dios ha hecho todo perfecto, pero ignora totalmente el hecho del pecado que entró con el primer hombre y ha corrompido desde en- tonces a toda la raza humana y, por ende: «He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me: concibió mi madre» (Salmo 515) Podemos afirmar a la luz de las Escrituras que si bien Dios hizo todo bueno, el hombre no quedó así, sino que, obedeciendo la voz de Sata- nás, pecó contra Dios y, desde entonces, nacemos en pecado y sólo la sangre de Cristo puede volver a unirnos con Dios. El niño, por lo tanto, no es bueno, sino que tiene la herencia de pecado en su alma desde que nace. -»« Herbert Spencer (filósofo agnóstico inglés, 1820-1903). Afirmó que el fin de la educación es «prepararnos para una vida completa» y para que podamos «emplear mejor todas nuestras fa- cultades en el bien propio y el de los otros». Como buen agnóstico yerra el blanco. Estas de- claraciones son puramente seculares y humanís- ticas, pues el verdadero propósito de la educación es el de prepararnos para una vida de entrega y servicio a nuestro Creador para que El emplee todas nuestras facultades para su gloria. + Ellen Key (educadora sueca, 1849-1926). Afirmó que «educar significa permitir que la na- turaleza trabaje de un modo lento y tranquilo por cuenta propia impidiendo las circunstancias que pudieran contrariarla». Parece ser una buena dis- 22 cípula de Rousseau y en sus conceptos naturalis- tas saca a Dios como fuente de la educación hu- mana y lo reemplaza por la naturaleza. * John Dewey (filósofo estadounidense, 1859- 1952). Es el máximo exponente del pragmatismo moderno, el cual es una de las tendencias más ac- tuales en este siglo dentro del pensamiento filosófi- co. El pragmatismo de Dewey consiste en probar la verdad de las ideas a ver cómo resultan en la prácti- ca: lo que da resultadopráctico, para él es verdade- ro; lo que no lo da es falso, de acuerdo con su crite- rio. Esta es una filosofía muy peligrosa, pues no di- ferencia el bien del mal, lo correcto de lo incorrec- to, como lo establece la Palabra de Dios, sino que relega todo al campo experimental y el resultado de ese experimento es el que determina lo que sea o no correcto. El afirma que el niño es el centro de la educación, el eje alrededor del cual se organizan las aplicaciones de la misma. Esto barre con todo absoluto en la educación haciendo que las tenden- cias naturales del niño estén por encima aun de la educación misma, con el fin de respetar así el libre desarrollo de su particular individualidad. Él mis- mo lo afirma en una declaración relativista: «abso- lutamente ningún absoluto». El origen filosófico del romper con todo absoluto es anterior a Dewey, pero lo que éste hizo fue capitalizar en esa filosofía y ampliarla aplicándola a la formación de nuestra joven generación en lo que a educación respecta, sembrando el relativismo que sólo nos puede per- mitir segar los frutos de una vida sin propósito y sin sentido. Así pues, la educación secular ha sido invadi- da por las fuerzas racionalistas, naturalistas y materialistas, con su fuerte énfasis antisobrena- tural. Es penoso ver que esto ha llegado incluso a 23 permear instituciones de enseñanza cristiana y seminarios modernistas. Esta filosofía destierra toda esperanza de en- contrar algún significado o propósito en la vida. Al negar que existe un Dios personal y creador e igno- rar su verdad revelada, dejamos a cada hombre so- litario, aislado y sin rumbo, sin absolutos, sin leyes divinas ni códigos morales, con los resultantes de la depresión y desesperación más profundas. Nosotros sabemos que las Buenas Nuevas del Evangelio nos dan otra alternativa, pues la perso- na puede llegar a ser un ser humano completo y cumplido por la gracia de Dios y los méritos de la obra salvadora de nuestro Señor Jesucristo. So- mos personas de gran valor para Dios, salvadas por su gracia para un propósito: el de alabarle y hacer su voluntad en este mundo. ¡Qué diferente actitud, condición y situación la del creyente! Esto es lo que debemos enseñar y proclamar. John Dewey fue, sin duda alguna, el precursor de otro educador que ha influenciado mucho el pensar moderno en el campo de la educación: * Jean Piaget (filósofo y psicólogo suizo con- temporáneo). Nos encontramos aquí con un reco- nocido apóstol de este siglo en el campo de la psi- cología, específicamente en lo que al estudio del desarrollo cognoscitivo (del conocimiento) en los niños respecta. Así como Freud ha sido sinónimo del estudio del desarrollo emocional, Piaget lo es en el desarrollo del conocimiento. Piaget ha escri- to una gran cantidad de libros sobre este tema y es constantemente citado en el mundo de la ense- ñanza con sus numerosas tesis. Estudió al niño para ver cómo éste, en un medio ambiente natu- ral, llega a conocer el mundo que le rodea. A tem- prana edad mostró una especial precocidad inte- 24 lectual que ha continuado a través de su vida. A los 21 años era doctor en ciencias naturales. Para este entonces ya tenía 20 ensayos escritos en el campo de la zoología, pero a pesar de su base en la ciencia natural, se interesó profundamente por la sociolo- gía, la religión y la filosofía. Se interesó, además, en la epistemología, o sea el estudio de cómo se obtie- ne el conocimiento. Con su base en la zoología se convenció que estudiando los principios biológicos podemos resolver los problemas de la epistemolo- gía, y así entró al campo de la psicología. A través de sus escritos afirma que la habilidad de conocer es una continuación del crecimiento biológico. La habilidad de pensar, según él, provie- ne de la base fisiológica solamente (una nueva aportación del materialismo). A todas luces, la pre- via formación científica de Piaget en las ciencias naturales le han mantenido muy influenciado por esta línea al formular sus ideas acerca del desarro- llo cognoscitivo del niño, ya que él postula que la habilidad para pensar proviene de la base fisiológi- ca. En todos sus escritos sobre el desarrollo cognos- citivo en los niños, siempre expresa creer que el de- sarrollo intelectual es una continuación directa del crecimiento biológico congénito. Entonces, es lógi- co que proclame la Escuela Activa. Su teoría resu- mida sería que la experimentación y la actividad resultan en inteligencia. Podemos afirmar que tiene un concepto correc- to en cuanto a que en la actividad hay más produc- tividad que en la pasividad, o sea, se aprende mejor haciendo uno mismo que viendo hacer a otros; pero de allí a postular que experimentando solamente se aprende, se corren graves peligros, pues ¿cuál es el límite de lo experimental? ¿Debo experimentar el pecado para saber si es malo o no? Piaget quiere que los niños asimilen las expe- 25 riencias del medio ambiente para que se desarro- llen más totalmente. Pero al no separar estas ex- periencias en buenas y malas hace una generali- zación que es errónea, pues carece de principios éticos (experiméntalo todo para aprender) es amoral y, por lo tanto, no cristiana. De estas filosofías, aunque tengan algunos aportes correctos, debemos cuidarnos mucho y decir con Pablo: «Mirad que ninguno os engañe por filosofías y vanas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los elementos del mundo, y no según Cristo: Porque en El ha- bita toda la plenitud de la divinidad corpo- ralmente: Y en Él estáis cumplidos, el cual es la cabeza de todo principado y potestad» (Col. 2:8-10). Desde el punto de vista de la educación cris- tiana, podemos citar los siguientes aportes: + Robert Raikes (inglés, 1735-1811). Fue un re- formador social en Inglaterra y fundador del movi- miento de la escuela dominical en dicho país.A tra- vés de su vida trabajó para la propagación de la re- forma en las prisiones, pero su principal interés fue la educación de los niños. Estimulado por la condi- ción espiritual de los niños y por el ejemplo de otros, como William King, quien había establecido ya una escuela dominical para difundir la educa- ción cristiana, Raikes comenzó una escuela para la enseñanza de las Escrituras en 1780. Su movimien- to se extendió rápidamente y en 1785 se formó en Londres una organización para el establecimiento de escuelas dominicales allí. Sus métodos fueron seguidos por otros, y a su muerte las escuelas domi- nicales se habían extendido por todo el país. 26 * John Wesley (inglés, 1703-1791). Fue un lí- der del avivamiento evangélico en Inglaterra y fundador del Metodismo. Aprendió la Palabra es- pecialmente de su madre, Susana Annesley. Se calcula que durante su ministerio, que duró 52 años, predicó unos 40.000 sermones y viajó mu- cho por Gran Bretaña y por los EE.UU. Entendió, ante todo, la importancia de la escuela dominical y bregó para que la misma tuviera fines espiri- tuales más que propósitos seculares. Wesley definió a la educación cristiana de la siguiente manera: «La educación cristiana puede ser definida, pues, como uno de los ministerios esenciales de la iglesia (ecclesia) por medio de la cual la comunidad (koinonia) de los creyentes bus- ca: preparar a todos los educandos para re- cibir el poder del evangelio...» Nosotros podemos definir a la educación cris- tiana como la formación del ser humano por la Palabra de Dios y el ministerio del Espíritu San- to, con el fin de que desde una temprana edad pueda conocer al Señor Jesucristo como su Salva- dor personal. El trabajo del maestro es el de guiarle a las fuentes de vida y motivarle por la palabra y el ejemplo a que se apropie de ellas. Lo vemos así en el Salmo 23: «... junto a aguas de re- poso me pastoreará... guiaráme por sendas de justicia...» En el Salmo 32:8 leemos: «Te haré en- tender y te enseñaré elcamino en que debas an- dar: sobre ti fijaré mis ojos.» Enseñar es, por lo tanto, guiar al alumno por el camino de la ver- dad, desde donde él se encuentra hasta donde debe ir, para que su vida sea tocada y cambiada. Debemos darle a conocer la Palabra para que 27 pueda crecer como cristiano y desarrollarse den- tro de la comunidad eclesial. «Y si no fuere tan presto, para que sepas cómo te conviene conversar en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios vivo, columna y apoyo de la verdad» (1.* Timoteo 3:15). «Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la edad de la plenitud de Cristo: Que ya no seamos niños fluctuantes, y llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que, para engañar, emplean con as- tucia los artificios del error: Antes, siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todas cosas en aquel que es la cabeza, a saber, Cristo» (Efesios 4:13-15). Debemos poner énfasis en el hecho de que en ningún caso hablamos de la educación cristiana como una mera «información» solamente, sino como una FORMACION. La información se consi- gue leyendo e investigando el material de estudio es, por lo tanto, meramente intelectual. La FORMACIÓN es hacer que la información pe- netre en el corazón y la voluntad, produciendo un cambio en la vida y en la conducta. Sólo así se podrán lograr los objetivos deseados. 28 «Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo. Si empero lo habéis oído, y habéis sido por El enseñados, como la verdad está en Jesús. A que dejéis, cuanto a la pasada manera de vivir, el viejo hombre que está vi- ciado conforme a los deseos del error; y a re- novaros en el espíritu de vuestra mente, y - vestir el nuevo hombre que es criado confor- me a Dios en justicia y en santidad de ver- dad» (Efesios 4:20-24). Sólo el poder de Dios a través de su Palabra y la obra del Espíritu Santo puede lograr este cam- bio; la educación secular, con todas sus teorías, filosofías, psicologías, etc., no puede jamás efec- tuar el cambio necesario. Es nuestra tarea, por lo tanto, dar a conocer el poder del Evangelio para salvar, para santificar y para transformar la vida dándole sentido y propósito para aquí y para el más allá. CUESTIONARIO: X; o MA La ¿Cuál era la postura educacional durante la Edad Media? ¿Qué cambio produjo la Reforma en la educa- ción? ¿Qué idea errónea tiene Juan J. Rousseau acer- ca del niño? ¿Cuál es el error ético de Piaget? ¿Qué afirmó John Dewey en cuanto a los abso- lutos? ¿Por qué es esta idea tan perjudicial? ¿Cómo definiría la acción de educar o instruir? ¿Qué diferencia existe entre la información y la formación? Citar un texto bíblico que lo ilustre. 29 cojo Lbebireacial Nx PEE Pu 15) ¿Aa o apa oo 10 A) ATA TA. Asi POSO DIA BABES Os. » $ : SORA e, 26 PIN piel Y epi, paolena poderes; pr ES Lo sm % Huge arg OOO 4er 9 > ul AA Y cre? 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Es, además, un ser complejo compuesto de: ESPIRITU: alta racionalidad (conciencia, capaci- dad de adoración, intuición). ALMA: asiento de las emociones, la voluntad y los pensamientos. CUERPO: físico, proceso biológico. «... para que vuestro espíritu y alma y cuer- po sea guardado...» (1.* Ts. 5:23). Hemos visto en nuestra introducción que a través de la Biblia el niño es de suma importan- cia para Dios, y luego cómo a través de las edades el hombre se fue apartando de Dios y así fue dan- do menos importancia al valor humano y, por lo tanto, al niño. Dentro de ese mundo secular, el niño sufrió, pues era considerado de escasa im- portancia, como si fuese un hombre en pequeño. No se consideraba que el niño en cada etapa de desarrollo es completo en sí mismo, como tal. El creer que un niño es un hombre en pequeño es tan incorrecto como afirmar que un hombre es un niño en grande; esto aludiría a un proceso 31 de desarrollo de la personalidad incompleto tan- to para un caso como para el otro. Como padres y educadores debemos tratar que nuestro lengua- je, actitud y gestos jamás comuniquen al niño estas ideas ni en los más mínimos detalles. -El apóstol Pablo lo entendía así cuando afirma: «Cuando yo era niño hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre hecho, dejé lo que era de niño» (1.* Co. 13:11). La educación durante las edades Antigua y Media se basaba en grabar en la mente del edu- cando los preceptos, sin tomar en consideración su propia personalidad. El educador era lo más importante. Más adelante, en el siglo xvui, el fi- lósofo suizo J. J. Rousseau, como hemos visto, presentó la tesis contraria: el niño lo tiene todo dentro, sólo hay que desarrollarlo; el niño es bue- no, la sociedad lo hace malo. En esta teoría es más importente el educando que el educador. Estos dos puntos de vista opuestos: EDUCADOR-educando O EDUCANDO-educador constituyen lo que se dio en llamar el «problema de la educación». El filósofo italiano Giovanni Gentile trató de solucionar este problema propo- niendo una interacción entre educador-educando y educando-educador, y afirmó que el problema se resuelve en cuanto el maestro diga la primera palabra que llegue al alma del alumno y se comu- niquen ambos; afirmó: «si realmente su palabra (la del maestro) ha enseñado, si no se ha perdido en el vacío, sino que ha sido aprovechada, fue sin duda porque él y sus alumnos se han confundido: 32 en un mismo acto del espíritu, han vivido el mis- mo acto espiritual». En otras palabras, se han COMUNICADO realmente... esto es enseñar. Hemos citado a este filósofo para hacer resaltar una tendencia educativa poco loable que ha existi- do mucho en el pasado: la del profesor catedrático plenipotenciario que no permite que se cuestione su palabra, dictando su cátedra autoritativamente desde su sitial alejado de toda interacción con el mundo del alumno. Tampoco podemos abrogar las tendencias ultramodernas en las cuales se respeta tanto el desarrollo de la personalidad del niño, que se deja, finalmente, de corregirle. A esto Gio- vanni Gentile parecería traer un balance en esta expresión suya citada anteriormente. Es importante, entonces, ubicar la acción de la enseñanza no sólo en el maestro que la ejerce como si éste fuese la fuente de todo conocimiento, sino en una interacción maestro-alumno, en la cual la habilidad del maestro guiará el pensa- miento del alumno hacia el conocimiento de la Verdad, y ya veremos más adelante los métodos que puede utilizar para lograrlo. El maestro hu- mano NO es fuente de TODO conocimiento, pues dicha fuente se halla ÚNICAMENTE en el Señor y en su Palabra. El maestro es la guía motivadora para que el alumno halle la Verdad y la apropie. La labor del maestro es la de cautivar la atención del alumno (motivarle) de tal manera que se deje conducir por el Espíritu Santo hacia la Verdad que está allí paraser aprendida y apropiada. Como ya dijéramos anteriormente, desde el punto de vista cristiano, el niño tiene suma im- portancia. El Señor Jesucristo así lo afirmó en re- petidas ocasiones ya mencionadas, pero citare- mos especialmente Mateo 18:10. 33 «Mirad, no tengáis en poco a algunos de estos pequeños; porque os digo que sus ánge- les en los cielos ven siempre la faz de mi Pa- dre que está en los cielos.» En nuestro estudio del niño debemos referir- nos a sus diferentes etapas de crecimiento, pues aunque cada ser humano es único, las personas pasan por las etapas de la vida siguiendo un pa- trón similar. Los estudiosos en el campo del desa- rrollo de la personalidad han dado etapas de cre- cimiento en la vida humana, las cuales nos pue- den ser útiles a manera de guía para comprender mejor a nuestro educando. El desarrollo humano, a través de todas sus eda- des se puede dividir en cinco etapas principales: NIÑEZ-ADOLESCENCIA-JUVENTUD-ADUL- TEZ-ANCIANIDAD. Para nuestro estudio nos hemos de abocar es- pecialmente a las dos primeras grandes divisio- nes: NINEZ y ADOLESCENCIA. Pero veamos pri- meramente una definición somera de cada una de las etapas citadas: NIÑEZ: Comprende desde el nacimiento has- ta los 12 años aproximadamente. Sus caracterís- ticas más sobresalientes son: Físicas: Es un período de rápido crecimiento, aprendizaje de la marcha, dentición, etc. Sociales: Es la edad en que el niño va pasando paulatinamente del círculo familiar al círculo social. Se manifiestan especialmente los intere- ses familiares. Individuales: Es el período en que el niño co- mienza a adueñarse de los principales instru- mentos de cultura: el razonamiento y el len- 34 guaje. Predomina la motricidad y la emotivi- dad. ADOLESCENCIA: Comprende desde los 12 hasta los 18 años aproximadamente, siendo sus características principales: Físicas: Es un período de crecimiento rápido. Aparición de la sexualidad. Sociales: Es la edad en que el niño ingresa en el círculo social, aunque aún en parte depende del círculo familiar. Personalidad dispersa, intere- ses más bien sociales. Individuales: Es el período en que el niño se adueña de la cultura recibida y perfecciona los valores adquiridos haciéndolos suyos. JUVENTUD: Comprende entre los 18 hasta los 25 años aproximadamente, siendo sus carac- terísticas más importantes: Físicas: Lento crecimiento físico. Sociales: Es la edad en la que el hombre ha ingre- sado plenamente en el círculo social. Individuales: El joven se adueña de la cultura su- perior. Se define la personalidad. ADULTEZ: Desde los 25 hasta los 65 años apro- ximadamente. Las características generales son: Físicas: Período de estacionamiento en el creci- miento físico. Sociales: Es el período en que el hombre vive to- talmente en el círculo social. Se ha definido to- talmente su personalidad. Individuales: Utiliza la cultura adquirida y con- tribuye a la formación de la misma. ANCIANIDAD: Comienza a los 66 años aproxi- madamente y se caracteriza social e individual- 35 mente por poseer las mismas notas que distin- guen a la edad adulta. Los últimos años de una ancianidad prolongada señalan un período de de- crecimiento físico. Aunque el propósito de este estudio es el niño y el adolescente en su desarrollo y educación, de- seamos resaltar aquí que en la Palabra de Dios encontramos el desarrollo del hombre menciona- do en cuatro formas: Niño: Isaías 10:19, por ejemplo. Joven o mancebo: Salmo 119:9. Hombre: Proverbios 16:6. Anciano: Salmo 71:9. Así como al niño se le considera especialmen- te, como ya hemos visto, también la última etapa de la vida, la ancianidad, es mirada por el Señor como digna de respeto. Estas dos etapas, al co- mienzo y al final de la vida, son las que deben ser miradas por los jóvenes y adultos con especial cuidado. Somos así exhortados en la Palabra: «Delante de las canas te levantarás, y honra- rás el rostro del anciano» (Levítico 19:32). «Corona de honra es la vejez, que se hallará en el camino de justicia» (Proverbios 16:31). No debemos olvidar esto, especialmente en la presente era, en la cual, habiéndosele dado a la juventud un valor e importancia desmesurados, al mismo tiempo a la ancianidad se la desconsi- dera en toda su potencialidad y se llega en sus ex- tremos más virulentos a la eutanasia. Como cris- tianos debemos ser guiados por el Espíritu Santo para que El nos haga idóneos en los tratos que demos a estas dos etapas tan especiales. Así la iglesia será enriquecida con los futuros miembros 36 del mañana (en el caso de los niños) y con los ricos tesoros acumulados por el anciano a través de una vida de entrega y experiencias con el Se- ñor. No desperdiciemos estas dos grandes bendi- ciones. CUESTIONARIO: 1. Definir el llamado «problema de la educación». 2. ¿Qué respuesta le da el filósofo Giovanni Gen- tile a dicho problema? 3. De acuerdo con su punto de vista, ¿quién es más importante en la educación cristiana, el maestro o el alumno? 4. ¿Cuál es el papel del maestro? 5. ¿Qué etapas de desarrollo humano encontra- mos en la Palabra de Dios? + Sa e y 7 - E 2 : Ae adlisal 0 Ss ¡ y 1 o caOlbRiAS: de. los curús egelay Ar el cRnO Es, justicia. 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AL NINO (Segunda parte) En el capítulo anterior hemos hablado de las personas en sus distintas etapas de desarrollo, y podemos agregar que es en el hogar donde todas estas personas se encuentran más íntimamente relacionadas y su interacción es la más álgida para la primera educación cristiana del niño. Es en la familia donde el niño recibirá su primer sentido de valores y creencias, los cuales él adop- tará fácilmente. Observará a sus padres como adultos en la manera como se desenvuelven en sus relaciones conyugales, paternales hacia él y filiales en rela- ción con sus abuelos. Al llegar a la adolescencia hará un examen muy cuidadoso de estos valores. Unos serán aceptados, otros modificados y algu- nos rechazados; pero, cualquiera sea su resolu- ción final, es en el hogar donde recibirá su educa- ción básica primera. Todo se observará; el trato entre las diferentes personas de distintas genera- ciones que conviven en ese núcleo familiar será de ejemplo, como las primeras lecciones funda- mentales de su educación. Pasemos ahora al estudio más detallado de nuestro tema: el niño. 39 NINEZ: abarca desde el nacimiento hasta los 12 años aproximadamente. Se subdivide a su vez en dos períodos: A) Infancia: hasta los 6 años. Se divide en dos edades: 1.* edad: de O a 3 años. 2. edad: de 3 a 6 años. B) Puericia: desde los 6 hasta los 12 años aproximadamente. Se divide en dos eda- des: 1. edad: de 6 a 8 años. 2. edad: de 8 a 12 años. Veremos ahora cada una de estas divisiones: A) Infancia: Primera edad. Hasta los 3 años de vida: predominio de la vida instintiva. Nace el niño y depende desde el primer mo- mento del pechomaterno, para luego pasar a de- pender de la mano materna; incapaz al principio de moverse por sus propios medios, aprende lue- go a andar y se emancipa de la madre. Durante esta etapa la vida orgánica alcanza un marcado predominio sobre la vida psíquica. La atención que el niño presta a los estímulos externos no es voluntaria aún, sino más bien es generada por estos mismos estímulos. En general, predominan las formas inferiores de la vida del alma, los ins- tintos y los impulsos como el miedo, la cólera, ce- los, etc. o El niño está aún desprovisto de capacidad para extenderse hacia los demás (altruismo) y le hallamos completamente egocéntrico. No es ésta. 40 una falta en el niño, pues en esta etapa es lo nor- mal al carecer de capacidad para distinguir entre él y su ambiente. Todo lo que experimenta está destinado a su comodidad y bienestar. Luego, más adelante, nace el sentido del es- fuerzo, la noción del propio poder y de la existen- cia de su cuerpo como un ente autónomo en el medio ambiente. Hasta ahora miraba su mano y no sabía lo que era, ahora comienza a verla como algo utilitario con lo cual manipular las cosas. El niño IMITA, pero también ensaya y se corrige por incurrir en el error y tener la experiencia negati- va: toca algo caliente y se quema... luego no lo vuelve a tocar... Es extremadamente activo, no puede quedarse quieto. Está creciendo mucho y todo su organismo está abocado a crecer y es, por lo tanto, movedizo en extremo. La manifestación social más importante en esta etapa es la adquisición del lenguaje rudi- mentario. Hacia fines del segundo año, el niño construye sus primeras oraciones gramaticales. Presta atención entre 2 a 4 minutos aproximada- mente. Su vocabulario es limitado. Le encantan las actividades rítmicas y requiere atención indi- vidual. Es temeroso, tiene la necesidad de un sen- tido de seguridad tal como: mi mamá, mi habita- ción, mi silla, etc. Aún no puede usar bien las manos en lo que se refiere al dibujo o coloreado, pero sí puede modelar con plastilina o productos semejantes. En esta etapa aprende dos cosas muy impor- tantes: a comunicarse con los demás y a recono- cerse a sí mismo. Debemos enfatizar mucho la característica de la imitación y el ensayo en esta edad. Esto debe motivarnos a padres y a maestros a cuidar el mo- 41 delo que presentamos a nuestros niños. El após- tol Pablo así lo declara: «Sed imitadores de mí... como yo de Cristo» (1.? Corintios 11:1). : «Porque vosotros mismos sabéis de qué ma- nera debéis imitarnos: porque no anduvimos desordenadamente entre vosotros» (2.* Ti- moteo 2:7). Nunca es demasiado temprano para preparar- les en el camino hacia el encuentro más crucial de su vida: con Cristo Jesús como su personal y suficiente Salvador. Les enseñamos no sólo para que aprendan cosas, sino para que lleguen a la cruz de Cristo y sean renacidos. No olvidemos que educar es guiar, conduciendo a los niños a los pies del Señor, y nuestro ejemplo es esencial en esta etapa. A”) Infancia: Segunda edad. De 3 a 6 años. Ésta es la etapa familiar. Predomina la: vida activa. El niño ha aprendido a andar, a alimen- tarse por sí mismo, y va adiestrándose en el ma- nejo de las manos. La vida psíquica comienza a ganar importancia sobre la vida orgánica, el cre- cimiento es más lento que en la primera edad. En lo psíquico aparece la curiosidad... es la edad de los porqués: ¿por qué?... ¿para qué? Durante esta edad el niño va a aprender todo lo que puede. Ex- plorará todo lo que está a su alcance. Lo que no pueda explorar físicamente lo hará intelectual- mente por medio de preguntas. Estudiará inten- samente el mundo que le rodea. Nace la imagina- ción, la cual hace que la atención, aunque sea más voluntaria, se dirija más a las creaciones de 42 su propia fantasía que a los objetos reales. La fantasía e imaginación del niño en estad edad no deben nunca confundirse con mentiras. Ésta es la edad de las preguntas y de las narraciones fabu- losas. Es un período de gran actividad motriz en el cual aparece el juego. El lenguaje se perfeccio- na y se adapta a las necesidades de la sociedad familiar. Es aún muy movedizo e imitador. Es susceptible a la disciplina pero necesita ser intro- ducido a las actividades de grupo con paciencia, sin forzarle a ello. Necesita aprender a compartir con otros (lápices, juguetes, etc.). Su interés dura entre 4 a 8 minutos aproximadamente. Su imaginación vívida se vuelca, a veces, en los sueños en forma de pesadillas, de las que des- pierta llorando. Aun durante el día puede experi- mentar miedos fuera de lo real, a las sombras, a los animales o a las personas, etc. En este contex- to, los padres tranquilizarán la ansiedad experi- mentada por el niño y no contribuirán a ella asustándoles con el «cuco» u otros personajes reales (policía, etc.) o imaginarios. El niño preescolar tiene una sed insaciable de aprender, de allí tantas preguntas. Repite textos bíblicos. Es difícil saber cuánto entiende, eso de- penderá de su nivel individual de maduración. En esta etapa los niños tienen poca capacidad de atención y una gran necesidad de actividad física. Hay que enfatizar mucho la actividad lúdica (de juego) como esencial en esta etapa. Para los niños JUGAR es APRENDER. Al imitar a los adultos es- tán aprendiendo acerca de su mundo, su papel como futuros hombres y mujeres y sus expectati- vas sociales. El juego no debe entenderse como entreteni- miento solamente, sino que es el trabajo de los niños. En el juego el niño se prepara para la vida 43 y es un medio de fomentar la vida social. Los ju- guetes son los instrumentos utilizados para dicha actividad, y se ha comprobado que los más senci- llos son los que ofrecen un mejor alimento a su imaginación. Los juguetes más confeccionados, fuera del momento de admiración que producen inicialmente, enseñan mucho menos. Los jugue- tes no tienen más valor que el de las cualidades que la fantasía les presta; como el niño que, pos- trado en su lecho, «hizo de sus sábanas monta- ñas» para jugar con ellas y sus soldaditos de plo- mo. Si los juguetes tienen demasiadas cualidades en sí mismos, restringen las posibilidades que tie- ne el niño de dar rienda suelta a su fantasía al mismo tiempo que pierden su valor lúdico. El ju- guete no solamente tiene como función desarro- llar esa fantasía, sino que tambien le inicia en lo que para él son los misterios de la realidad, y le enseñan a tomar en cuenta sus exigencias. Lenta- mente irá pasando del juego al trabajo en el cur- so de su desarrollo físico-psíquico. A esta edad disfrutan reviviendo historias bí- blicas mediante juegos y dramatizaciones. Los maestros cristianos deberán tratar de crear un ambiente en el cual los juegos de los niños contri- buyan a que éstos aprendan acerca de la Biblia, la Iglesia, de Dios y del Señor Jesucristo, recor- dando que no pueden sentarse inmóviles durante mucho tiempo. Si los adultos ejercen suficiente presión sobre ellos, podrán obligarles a estarse quietos, pero esa exigencia engendra frustración, esa frustración genera hostilidad y agresividad que puede explotar en peleas, empujones y desa- fíos cuando no en llantos sin razón. Tales proble- mas de conducta destruyen el clima de aprendi- zaje y obligan al maestro a convertirse en un dis- ciplinario. El procedimiento mejor, en este nivel, 44 Es la actividad Uel Canto y movimiento !1ore, jun- to con períodos de participación en la lección. Ve- remos más al respecto en el capítulo acerca de Métodos y el de Disciplina. El niño preescolar comienza a ser sensitivo a la manera en que los adultos le tratan y se diri- gen a él. Ya no es un bebé, y lo sabe; entonces aprecia un trato más adecuado a su etapa de de- sarrollo. B) Puericia: Primera edad. Desde los 6 a los 8 años. El niño ha dejado el ambiente familiar para ingresar en el ambiente escolar. En la infancia,el mundo del niño es reducido, se limita al rincón familiar del cual él es el centro y puede entrete- nerse perfectamente solo, con sus juguetes, sin necesidad de compañía. En cambio, en la pueri- cia, el niño necesita ya al amigo; un juego no ad- quiere todo su valor si no puede utilizarlo con otro niño. El niño vive en su mundo, pero este mundo es ahora una comunidad, una sociedad de pequeños seres que juegan. La vida física se disciplina. Pasamos del ju- guete a las actividades en conjunto y a formas de deporte. Las percepciones se diferencian: se per- ciben mejor los colores, los sonidos, las distan- cias. La imaginación es menos fantaseadora, la memoria más consciente. La curiosidad se afirma en determinados objetos. Surge la observación, nace la vida intelectual. Nace la simpatía que lo une a los demás y un sentimiento de respeto ha- cia los padres y hacia Dios. Es el momento de presentarle al Señor Jesucristo como su Salvador personal. Es una edad que se caracteriza aún por la ac- ción, pero les interesa la actividad en sí más que 45 10s resultados de la misma. Actores, imaginati- vos, buenos memorizadores. Les agradan las acti- vidades de grupo, pero dividido por sexo: los niños con los niños y las niñas con las niñas. El interés oscila entre 7 y 15 minutos. A veces el niño siente temor de su nuevo pa- pel, un poco más independiente y social, y vuelve hacia una etapa anterior de su desarrollo en la cual se sentía más seguro, reincidiendo en hábi- tos ya superados, como, por ejemplo, chuparse el dedo, manifestar ansiedad al irse a la cama; in- cluso, algunas veces, vuelven a mojarse en la cama. En tales casos necesitan sentirse apoyados por el adulto, que tendrá con él manifestaciones de cariño y le tranquilizará antes de dormir con una lectura o un cuento, o una charla, asegurán- dole que nadie espera que él se comporte como un mayor; pero lo que le pasa es que se está vol- viendo menos dependiente de su entorno familiar y esto le produce inseguridad. Aquietar su ansie- dad y darle el sentido de seguridad dentro del ambiente familiar es esencial ante estas situacio- nes. Los años de escuela primaria son críticos para los niños. En esos años ellos aprenden mucho so- bre el mundo, las instituciones sociales y acerca de ellos mismos. De los conflictos y tensiones de este período de desarrollo emergen los fundamen- tos terminados del carácter y la personalidad. B") Puericia: Segunda edad. De los 8 a los 12 años aproximadamente. Durante este período comienza a manifestarse la personalidad del niño: descubre su yo, su vida interior. Se organiza la vida psíquica, surge el apetito por conocer en forma ordenada. Siente, además de la necesidad de hacer, la necesidad de 46 saber por qué. Sus enormes energías necesitan un espacio adecuado donde puedan sentirse con cier- ta libertad de acción. Un maestro competente comprenderá esto y tratará de mantener la lec- ción amena con participación de los alumnos, y se evitarán así problemas de disciplina. Existe un espíritu de grupo, de rivalidad y de competición. Buscan héroes a quienes admirar (introducir per- sonajes del Antiguo y del Nuevo Testamento: Moisés, José, Daniel, Esteban, Pablo, etc.). Nece- sitan verse libres y al mismo tiempo necesitan la aceptación y guía de los adultos. Su atención os- cila entre 10 y 20 minutos. Buscan soluciones a los problemas. El niño ha aprendido mucho y toma la vida más en serio. Descubre que ni sus padres ni sus maestros lo sa- ben todo. Le preocupa su propia vida y la de sus amigos. Es la edad de las aventuras y escapadas, inocentes algunas, otras no. Coleccionan cosas, es la edad de los hobbies, aunque muchas veces el interés por éstos no dura mucho tiempo, y los pa- dres se lamentan de haber gastado dinero en un hobby que luego queda abandonado en un rincón juntando polvo. Esta se considera una edad crucial para la conversión, pues el niño está ahora perfectamen- te capacitado para resolver su problema existen- cial eterno: la aceptación de Cristo como su Sal- vador y Señor. En cuanto a esto debemos recal- car que cada niño es diferente y no se puede, por lo tanto, enfatizar una edad sobre otra para la conversión; ésta es una observación de carácter general solamente y no particular. La educación cristiana puede acrecentar el sentido de laboriosidad y competencia del niño mediante la asignación de lecturas, memoriza- ción de textos bíblicos y proyectos cooperativos 47 de clase. Los maestros han de ser sensitivos a sus características individuales y cuidar de recom- pensarles por sus logros. CUESTIONARIO: dy 2 Be 4 a 48 Dar características de la infancia-primera edad (0 a 3 años). Dar características de la infancia-segunda edad (3 a 6 años). Dar características de la puericia-primera edad (6 a 8 años). Dar características de la puericia-segunda edad (8 a 12 años). ¿Por qué es importante el juego en el niño? CAPÍTULO 5 HI. AL NIÑO (Tercera parte) La adolescencia ADOLESCENCIA: Comprende entre los 12 y los 18 años aproximadamente. Es en esta etapa que encontramos el verdadero desafío para el educador cristiano, pues se trata de impartir en- señanza a personas que se encuentran, por su pe- ríodo de desarrollo, entre la infancia y la adultez, no siendo ni uno ni otro y teniendo constante- mente características de ambos. El adolescente es el primer sorprendido y desorientado por estas manifestaciones de su personalidad, y se encuen- tra.a menudo perplejo en casi todos los aspectos de su personalidad. El adolescente carece, como la misma palabra lo indica (adolesce), del desarrollo, aplomo y ex- periencia personal como para comportarse como un adulto, al mismo tiempo que se siente rápida- mente empujado a la adultez y demandado por el medio ambiente y por sus familiares a que se comporte como tal. Recela, además, que se le considere como a un niño, pues lo siente como una falta de respeto hacia su persona, aunque no deja todavía de tener muchas de las característi- cas de las edades más tempranas. Es en este mo- 49 mento crucial del desarrollo humano en el cual muchos interrogantes han de ser contestados en la mente del joven, todos sus valores han de ser adquiridos y su personalidad definida. Requie- ren, pues, toda la comprensión que como cristia- nos debemos tener para poderles ser de guía y ayuda para que puedan transitar por estos años tan peligrosos sintiéndose comprendidos, apoya- dos y amados en el seno de la familia y, en espe- cial, de la iglesia. La adolescencia es una época de grandes cam- bios físicos y psicológicos, por lo cual es un perío- do difícil. Los adolescentes se sienten inseguros y, por lo tanto, obran torpemente, siendo extrema- damente conscientes de sí mismos. Las niñas ríen constante y nerviosamente por cualquier cosa, los niños son ruidosos y torpes en sus movimientos. La competencia entre ellos es fuerte. Son indivi- dualistas: el prestigio entre ellos es más impor- tante que la aprobación de los adultos. Desean in- dependizarse de la autoridad de sus mayores, pero necesitan la guía y comprensión del adulto paciente que entienda esta etapa de crecimiento y no se horrorice muy fácilmente de lo que hagan o digan... Están dispuestos a luchar mucho para sobre- salir, pero necesitan una guía informada y moti- vadora. El maestro debe ser ahora mucho más consciente de las diferencias individuales de sus alumnos y no tratarlos tanto como a un grupo. Debe hacerse amigo de cada uno de ellos, tiene una gran oportunidad para ayudarles y guiarles por esta etapa difícil. j Los adolescentes buscan, investigan. Están lu- chando con varios interrogantes para los cuales la Palabra de Dios puede ayudarles a encontrar 50 respuestas: ¿Quién soy? ¿Qué es verdad? ¿Adónde voy? ¿De dónde vengo? La identidad es lo que más les preocupa. Los adolescentes no son niños, ni son adultos,están en un estado intermedio. La búsqueda de identi- dad se refleja en los diversos estilos de la vesti- menta y peinado de los jóvenes. Los cambios fre- cuentes en la manera de vestir y peinarse, etc., nos muestran su búsqueda interior. Comienzan a experimentar problemas como resultado de su paso de la asexualidad de la in- fancia a la sexualidad de la vida adulta. Uno de esos problemas es el de la actividad de sus glán- dulas sebáceas, especialmente en la cara, y mu- chos se ven afligidos por el acné. Otro problema en esta edad lo constituyen los constantes cam- bios de ánimo, pues pasan con rapidez de la exal- tación a la tristeza. Estos cambios van acompa- ñados por una inestabilidad emocional que va desde el aislamiento hasta la hostilidad abierta y de la depresión al júbilo. Todas estas manifesta- ciones psicofísicas de esta etapa pueden ser ayu- dadas por la amistad del maestro, por una buena alimentación (suficientes vitaminas y minerales en la dieta y suplementos de los mismos) y ejer- cicio físico, que es imprescindible para ayudar a superar los cambios físicos y psicológicos. Los adolescentes son muy sensibles a la críti- ca de su apariencia o habilidades, las observacio- nes derogatorias les hieren profundamente. Las observaciones, sea sobre su comportamiento, for- ma de vestir o apariencia física, debieran ofrecer apoyo o aprecio. Los comentarios adversos direc- tos o implícitos deberán ser expresados bondado- samente, más que como un duro reproche. Debe- mos recordar de ser FIRMES en nuestras creen- cias, pero comunicarlas con AMOR. 51 Los adolescentes que están aún inmaduros emocional y físicamente caen presa fácil de los problemas que aquejan a la sociedad en general, tales como el desempleo, el alcoholismo, la dro- ga, etc. Una tarea para los líderes cristianos, so- bre todo hoy en día, es la de ayudar a la juventud a escapar del error del fatalismo en que incurre la sociedad adulta en general en los tiempos en los cuales nos toca vivir, animándoles a entregar- se al Señor, y a seguir luchando, pues vale la pena vivir la vida cristiana. Además de los cambios sexuales y emociona- les, hay algo más que influye en los adolescentes: un crecimiento y desarrollo que tiene lugar en la corteza cerebral, que tiene que ver con los tipos superiores de actividad cognoscitiva relacionados con el pensamiento conceptual. Este desarrollo de la mente proporciona la base para entender varias características de la adolescencia, como, por ejemplo, su elevado idealismo, sus rebeliones, su cuestionar los valores tradicionales y su sus- ceptibilidad a la conversión. Con sus poderes de pensamiento conceptual abstracto recién adquiri- dos, ellos prueban, cuestionan y adoptan su pro- pio sistema de valores. Al adquirir estos nuevos poderes intelectuales y ponerlos bajo el poder transformador de Cristo, esto los capacitará para un desarrollo óptimo de sus potenciales. Todos estos desarrollos físico-psíquicos tienen influencia directa sobre el comportamiento emo- cional, social y fisiológico de los adolescentes. Los adolescentes se rebelan contra las reglas, pero les desanima que no las haya y se sienten in- seguros sin norma alguna. Repudian el infantilis- mo, pero a menudo lo exhiben en su conducta. Acuden más a sus amigos para discutir sus pro- 32 blemas. Desean menos autoridad paterna, pero se sienten inseguros sin estructuras firmes. Es en este período cuando comienzan los primeros «no- viazgos», cosa perfectamente natural dadas las características de desarrollo físico de esta edad. En esta área el tacto es sumamente necesario por parte del adulto, pues se juega con fuego... Mucho mal y mucho bien puede resultar de estas expe- riencias. Tal vez la mayoría de los jóvenes no ne- cesite que la iglesia les dé información biológica específica, pero la mayordomía del sexo y su ben- dición cuando es canalizado de acuerdo con el plan de Dios es una importante contribución que la educación cristiana puede hacer a los jóvenes. Es de todos sabido que vivimos en una sociedad obsesionada por el:sexo. La presentación pública de la conducta desviada y la abundancia de lite- ratura, películas, vídeos, etc., indican el descenso de los controles morales de la sociedad. En una sociedad superpermisiva, los líderes cristianos deben buscar maneras de ayudar a los jóvenes a hacer suyo el código bíblico de pureza moral. El joven no puede llegar a controlarse a sí mismo mientras no haya hecho su propia decisión acerca de lo que es más importante en su vida: debe, en primer lugar, entregarse a Cristo, y luego adoptar las enseñanzas bíblicas fundamentales y los prin- cipios de la moral cristiana. «Así que, si alguno se limpiare de estas cosas, será vaso para honra, santificado y útil para los usos del Señor, y aparejado para toda buena obra. Huye también los de- seos juveniles; y sigue la justicia, la fe, la ca- ridad, la paz, con los que invocan al Señor de puro corazón» (2.* Timoteo 2:21-22). 53 En ambos sexos los impulsos sexuales se con- vierten en poderosas armas de rebelión para he- rir a sus padres o a la iglesia, quienes, por su- puesto, se sentirán muy afectados si ellos exhiben un comportamiento inmoral. Por supuesto, tal conducta lastima más al ofensor, pero el adoles- cente, en confusa rebeldía, no puede ver tan lejos. El maestro cristiano no debiera hacer comenta- rios acerca de uno u otro noviazgo que haya sur- gido, pero sí debe estar atento y listo con una pa- labra de guía y de consejo de la Palabra de Dios, cuidando de no usurpar el lugar o la autoridad de los padres de los alumnos involucrados. Nunca deberá tomar estas situaciones en forma jocosa O liviana, sino que en todo momento debe tomarse en serio, con oración. Orar con ellos y por ellos y con la Palabra dar el consejo necesario al caso para que estas experiencias no sean de estorbo es- piritual y emocional. ¡Cuántas vidas se han arrui- nado por falsos pasos dados en esta edad, espe- cialmente en lo que se refiere a este aspecto del desarrollo físico-psíquico-emocional del ser hu- mano! Hemos afirmado que los adolescentes resisten la autoridad de los adultos, pero por otro lado son infelices y sienten que no son amados si nadie les da órdenes específicas. Las buenas reglas to- madas de la Palabra de Dios les dan a los adoles- centes un sentido de seguridad y el sentimiento de ser amados, sin sentirse apabullados por ese amor (amores que matan...). La libertad total en un período de identidad incierta resulta en una devastadora incertidumbre. Los buenos maestros proporcionarán las directivas bíblicas en consul- ta con los mismos jóvenes. La violación de estas expectativas será tratada sin excepciones ni par- cialidades. ¿Qué mejor manera de enseñarles los 54 conceptos de misericordia y justicia que insistir en que asuman la responsabilidad personal de sus acciones? En un tiempo en que la libertad es pregonada sin la responsabilidad que debe acom- pañarla, vemos en su lugar un total libertinaje, y para que los adolescentes no caigan en ello (sea sexo, drogas, etc.) debemos inculcarles que la li- bertad debe verse siempre acompañada por la responsabilidad de las acciones. Sí, tengo liber- tad de hacer lo que quiero, pero las consecuen- cias las he de sufrir también (enfermedades vené- reas, el Sida, pérdida de la mente —en el caso de las drogas—, etc.). «No os engañéis: Dios no puede ser burlado; que todo lo que el hombre sembrare, eso también segará» (Gálatas 6:7). En el grado en que el joven se perciba a sí mismo como una persona adecuada delante de Dios y de los hombres, logrará el control interior y la aceptación de sí mismo y de los demás. Como corolario a esta sección de las etapas del desarrollo humano, debemos considerar pre- guntas que surgen acerca del trípode vital en el cual se apoya la experiencia del crecimiento, osea: Herencia, Medio ambiente y Responsabilidad personal. La herencia proporciona el equipo físico y mental; el medio ambiente le da la oportunidad para cumplir con sus potencialidades, y el tercer punto es qué decido hacer con todo ello; esto es lo que forma la personalidad. Por eso se dice eso de que: en parte nacemos, en parte nos hacen y en parte nos hacemos. Todos, sin excepción, hemos traído una heren- cia de pecado de nuestros padres y antepasados 55 y, por lo tanto, no podemos considerarnos «bue- nos», pero el Señor es también «medicina a tu ombligo» (herencia), como leemos en Proverbios 3:8, y, por lo tanto, no tengo por qué ser afectado de tal manera por la herencia que esté subyugado a la misma. No puedo excusarme diciendo: here- dé el mal carácter de mi padre o de mi madre... pues en Cristo hay poder para cambiar esa heren- cia y, por lo tanto, cambiar mi carácter. Lo mismo se puede decir del medio ambiente que nos rodea. Los sociólogos y psicólogos huma- nistas modernos afirman que si un niño se desa- rrolla en un ambiente pobre, sin cultura, o con necesidad, ha de ser un resentido social y por úl- timo un criminal; entonces, para vencer la crimi- nalidad hay que vencer la pobreza y la incultura, y en parte tienen razón. Pero sólo en parte. Es el corazón el que debe cambiar, y con el poder del Señor en el corazón se podrán vencer todas las fases negativas del medio ambiente particular: problemas familiares, padres deficientes, medio ambiente inapropiado, etc. Erik Erikson, filósofo y psicólogo contemporá- neo, afirma que cada ser humano está parcial- mente formado por eventos históricos o ambien- tales, pero cada uno a la vez tiene la capacidad de modelar el ambiente y cambiar el curso de su histo- ria. Podemos agregar a ello que esto sólo lo puede lograr con las fuerzas del Señor y habiendo expe- rimentado un verdadero cambio en su corazón. Llegamos así a la tercera parte: lo que decido hacer conmigo mismo. Soy responsable ante Dios de mis actos aquí en la Tierra, y no puedo culpar a mi herencia ni a mi medio ambiente. Sólo el cristiano renacido puede lograr la victoria sobre estos factores tan determinantes en la formación de la personalidad. 56 La persona en formación desarrolla posibili- dades de autodirección mediante su propia vo- luntad. Una prueba de madurez es el grado final de independencia de las fuerzas hereditarias y ambientales que alcanza la persona al establecer la dirección que ha de seguir en la vida. Si bien el individuo es influenciado por su medio am- biente, no debe nunca ser víctima de él, sino más bien debe ejercer el dominio del Señor sobre las influencias hereditarias y ambientales que hacen impacto en él, aprovechando al máximo sus ven- tajas y reconociendo sus limitaciones. Ver: Romanos 2:6-11; Romanos 14:12; 1.* Co- rintios 6:11-12 y 19-20; 1.* Corintios 10:1-14. CUESTIONARIO: 1. Dar características físicas y psicológicas de la adolescencia. 2. ¿Cuál debe ser la actitud del maestro ante el jo- ven «rebelde»? ¿Debe ceder en sus convicciones o ser totalmente rígido en su trato con él? 3. Herencia, medio ambiente y responsabilidad personal. ¿Qué piensa usted de estos tres puntos en los que se apoya la experiencia humana? ¿Cuál debe ser el determinante, y por qué? 4. ¿Cuál es la afirmación que hace el filósofo-psi- cólogo Erik Erikson, y que se agrega en la lec- ción, respecto a la única manera de lograrlo? 5. Cite al menos dos de los textos bíblicos con que finaliza la lección y comente muy brevemente uno de ellos. 37 ' fases negativas del medio. smbiaóa 90 0 blo za e amorr oras. costiano reuacido puede lograr. Re vidto motos III E de y e min ei: nistas mod A E e 0115105 th LeobomoA 1440: Seoraito y on A ROSE timo an criminsd; entonces, para vencer la-erimi»- dalrigd haz que vebner da Pes tá inculenra; y ea pane enca rusón. 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El material nos está dado en las Sagradas Es- crituras y debemos darlo de acuerdo a las etapas de crecimiento mencionadas en el capítulo ante- rior. El método forma parte de la disciplina lla- mada «Didáctica», y hemos de ver algunos de los más usados en la educación. Tanto el material como el método usado para presentarlo deben estar graduados de acuerdo a las etapas de desarrollo que hemos estudiado an- teriormente, tomando en consideración los dis- tintos aspectos característicos de cada etapa y haciendo el mejor uso posible de los mismos. Veremos, en primer lugar, la didáctica o me- todología que podemos utilizar: 59 A. MÉTODOS 1. Método inductivo o de análisis. Es el méto- do por el cual se guía el pensamiento de lo parti- cular a lo general: del efecto a la causa que lo pro- duce; de los hechos a los principios que los rigen. Por ejemplo: Pedro es pecador. Pablo es peca- dor. Juan es pecador. Ahora bien, el carácter de pecadores proviene de la naturaleza del hombre; luego TODOS LOS HOMBRES SON PECADO- RES. El Señor Jesucristo utilizaba este método de razonamiento, el cual podemos ver, por ejem- plo, en Lucas 6:43-45. : 2. Método deductivo o de síntesis. En la de- ducción, el razonamiento va de lo general a lo particular, de la causa a los efectos, de los prin- cipios a las consecuencias. Es un razonamiento que concluye de una proposición general a una proposición particular o menos general. Así, de esta proposición general: TODOS LOS HOM- BRES SON PECADORES, puedo deducir esta otra particular: Pedro es hombre, Pedro es peca- dor; yo soy hombre; luego yo soy pecador. Va del todo a la parte. Podemos verlo ilustrado en Gála- tas 6:7. 3. Método socrático. Así llamado porque fue utilizado por Sócrates, conocido filósofo griego nacido en Atenas en el año 469 a.C. Este es el mé- todo del diálogo (preguntas y respuestas) hábil- mente dirigido por el maestro para guiar el razo- namiento del alumno hacia el fin que se propone de antemano. Nuestro Señor Jesucristo utilizó este método por el cual, por medio de sus hábiles preguntas, hacía decir a los otros las verdades que deseaba que aprendieran. No las decía El mismo, sino que les guiaba de tal manera el pensamiento, que ellos. 60 mismos las expresaban. Vemos un ejemplo en Mateo 22:41-46, cuando nuestro Señor, por medio de preguntas, hace reflexionar a los fariseos acer- ca de la gran verdad que Él quería que ellos re- conocieran acerca de su Persona: que Él era el Cristo, venido de Dios. Otro ejemplo lo vemos en el trato con Nicode- mo en Juan 3:1-12. Allí vemos cómo el Señor le va guiando su pensamiento, dando, a las pregun- tas formuladas, respuesta apropiada a la necesi- dad de esa persona. El maestro de niños encontrará en estos méto- dos una gran utilidad, pero deberá cuidar mucho la forma en la cual plantea sus preguntas. Las mismas deberán ser: Concisas, precisas y comprensibles. Deberán seguir el orden del tema. Deberán hacer pensar al alumno. No deben ser preguntas mecánicas (como las del catecismo, por ejemplo) o
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