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Tengo que ser perfecto (Y otras herejías de la casa pastoral)
I Have to be Perfect Perfect” (And Other Parsonage
Heresies) Sanford, Timothy L..
© 1998 by Timothy L. Sanford, M.A., L.P.C. REVISED EDITION
Copyright © 2003 LifEdvice EDITION Copyright © 2015
eBOOK EDITION Copyright © 2015 All rights reserved.
Originally published in English under the title:
I Have to be Perfect Perfect” (And Other Parsonage
Heresies)
Traducido por Johanna Vilhannen.
Revisado por Alex López y Mati Sánchiz. Portadas de
Génesis Yelamo.
Patrocinado por “Sefarad, ministerios de apoyo”. Impreso
por “Metamorfosis Design”.
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS
Extractos de este trabajo publicado pueden citarse en
cualquier medio, con un máximo de quinientas (500)
palabras sin el consentimiento expreso y por escrito del
editor, siempre que el texto citado constituya menos del
veinticinco por ciento (25%) del contenido total de la obra
en la que se citan, y se proporcione información sobre el
material citado y el reconocimiento apropiado que se da al
autor. (¡Es bueno que el apóstol Pablo no haya protegido
todas sus cartas! La iglesia estaría en un mundo de dolor si
Moisés, el rey David y los profetas hubieran hecho lo mismo.
¡Los tiempos han cambiado!).
ISBN 
Índice
Agradecimientos
................................................................................................
.............................6 
Prólogo (por Chonda Pierce)
................................................................................................
7
1. Un vistazo al interior
.......................................................................................19 
2. Las fuerzas que te
impactan....................................................................25 
3. Tengo que ser perfecto
..................................................................................37 
4. Yo ya debería saber esto
............................................................................43
5. Estoy aquí para los demás
........................................................................49
6. Soy diferente
................................................................................................
..........53
7. No puedo confiar en nadie
........................................................................55
8. Puedo arruinar el ministerio de mi padre
....................................59
9. Las necesidades de los demás son más importantes que
las mías
................................................................................................
..........63
10. Maldito si lo hago y maldito si no lo
hago..............................69
11. Dios está decepcionado conmigo
....................................................77
12. Evaluación de daños
...................................................................................85 
13. Deja que el viaje continúe
.......................................................................93 
14. Lidiando con el tirano “debería”
.........................................................99 
15. Venciendo al monstruo de la ansiedad
...................................113 
16. Esa cosa llamada perdón
....................................................................123 
17. Encontrando a Dios entre los escombros
................................135 
Apéndices
................................................................................................
........................................145
AGRADECIMIENTOS
Estos son solo algunos de los individuos que merecen en
parte el crédito, en parte la culpa, por este libro. Ellos me
apoyaron, alentaron, editaron, corrigieron la ortografía,
reanimaron (sí, a mí), empujaron, sugirieron, criticaron,
comentaron, aconsejaron, empaquetaron, titularon,
escribieron y animaron. Sin ellos yo habría pasado más
tiempo en las montañas, pero tú no tendrías este libro en
tus manos.
Max Anders (ministro)
Stephen Bransford (hijo de ministro)
David Gatewood (hijo de ministro y ex misionero/ministro)
Chonda Pierce (hija de ministro)
Ruth Van Reken (hija de ministro y misionera)
Grace Saenz (amiga)
Becky Sanford (casada con un hijo de ministro, ¡yo!)
David (hijo de ministro) y Karene Sanford (misioneros)
Heidi Sanford (hija de un hijo de ministro, actualmente Heidi
Peveto)
Terryll Sanford (hija de un hijo de ministro, actualmente
Terryll Fleming)
A tantos clientes y amigos hijos de ministro que no puedo
nombrar por cuestiones de confidencialidad.
Gracias.
PRÓLOGO
oy humorista. Sí, en serio, lo soy. Siempre he dicho que,
S
si creces siendo la hija de un ministro sureño, sentada
siempre en la segunda fila de la iglesia, nueve de cada diez
veces llegarás a ser esposa de ministro o humorista.
Y yo... ¡soy humorista!
Criada en medio de esa “jungla de vidrieras” que es la
iglesia, he vivido algunas experiencias graciosísimas, como
aquella vez que un evangelista invitado se hospedó en mi
cuarto durante una semana, y una noche, mientras
caminaba sonámbula, acabé en la cama equivocada.
Entonces solo tenía cuatro años, así que eso no habría sido
un gran problema si no fuera porque se suponía que yo iba
al baño…
¿Gracioso? Para mí, crecer en la casa pastoral estuvo lleno
de cosas graciosas. Sin embargo, simultáneamente viví
otras situaciones que no me hicieron ninguna gracia, pero...
no deberíamos hablar sobre eso, ¿o sí?
Entonces aparece Tim Sanford y no solo nos permite hablar
sobre esos días “no-tan-divertidos”, sino que nos ANIMA a
hacerlo. ¡Asombroso! Gracias a este llamado a la sinceridad
he visto la sanidad de hijos de ministros adultos que,
durante años, solo necesitaban ser escuchados.
La primera vez que escuché predicar a Tim Sanford fue en la
Conferencia para hijos de ministro adultos que organicé en
Nashville, Tennessee. Él ha trabajado como consejero
profesional por muchos años, pero en el congreso pudo
compartir conmigo y con otras personas una gran cantidad
de conocimiento, sabiduría y visión desde el punto de vista
de un hijo de ministro ¡porque él es uno de nosotros!
Rápidamente Tim y yo nos hicimos buenos amigos. Yo le
enseñé un par de chistes y él me enseñó cómo vencer
algunos de los conceptos erróneos que tenía sobre Dios y su
Iglesia.
Así que, si eres un hijo de ministro buscando respuestas, un
ministro buscando recursos para tu familia, o incluso un
laico curioso que se pregunta qué es lo que nos motiva, este
libro abrirá tu corazón y tu mente hacia una sanidad en
Cristo Jesús. O, quién sabe, ¡podrías incluso convertirte en
humorista! ¡O en una esposa de ministro!
Chonda Pierce
Humorista/Artista de grabación Nashville, Tennessee
INTRODUCCIÓN
lguien me preguntó una vez cómo es ser hijo de misio
A
neros. Mal momento, porque me pillaron en una de mis
etapas más sarcásticas. (Por cierto, el sarcasmo es el
segundo o tercer idioma de los hijos de ministros o
misioneros). Le contesté que ser hijo de ministro es como
ser una rata blanca
de laboratorio: todos te observan, se meten contigo, te
ponen a prueba, te miden, te investigan, pero nadie quiere
meterse en la jaula y ser tu amigo. Nadie está dispuesto a
ver el mundo desde tu punto de vista. Nadie está dispuesto
a sentir lo que tú sientes o, al menos, escucharte
describirlo. Bueno, yo ya estoy en la jaula. ¿Te importaría
acompañarme?
No estoy escribiendo ACERCA de los HMs (Hijos de Ministro).
Estoy escribiendo A los HMs. A ti. Este no es un libro para
ayudar a otros a entenderte mejor. Es un libro para ayudarte
a ti mismo a entenderte mejor, quizá por primera vez.
Probablemente estás pensando: “¡Esto es nuevo! ¿Quieres
decir que puedo prestar atención a MIS necesidades y
motivaciones? ¿Estás seguro de que es bíblico?”
Te lo aseguro, lo es.
Me he codeado con HMs (Hijos de Ministro e Hijos de
Misioneros) toda mi vida. ¡Estoy familiarizado con casi la
mitad de los HMs del mundo de alguna manera! Mi papá es
un HM, lo cual convierte en HMs a sus seis hermanosy su
hermana. Mi abuela comenzó su carrera como misionera a
los 70 años, después de jubilarse. Cuatro de mis tíos fueron
misioneros o ministros en al
- Tengo que ser Perfecto
gún momento de sus vidas, lo que convierte a todos sus
hijos, mis primos, en HMs. Muchos de mis primos se han
casado con otros HMs. (El matrimonio entre HMs es muy
común). Incluso algunos de mis primos han acabado en el
ministerio. ¿Quién sabe? ¡Quizá sea pariente tuyo!
Como consejero licenciado profesional he trabajado con HMs
y familias pastorales durante muchos años. Y mientras
escuchaba historia tras historia, he notado que ciertos
problemas y patrones de pensamiento se repiten mucho
entre HMs. Para mi gran sorpresa, cuando examiné mi
propia vida, algunos de esos patrones levantaron su fea
cabeza también en mi mente. Yo pensaba que mi vida
estaba “bien”. Tengo buenos recuerdos de mi infancia y
juventud. Yo daba por hecho que mis patrones de
pensamiento eran normales. Que yo era mentalmente
saludable. No del todo. No fue hasta que volví a Ecuador
hace unos años que me di cuenta –o quise reconocer– que
también hubo experiencias negativas y dolorosas. Yo había
estado representando el papel de “HM perfecto”,
verbalizando todo lo bueno y reprimiendo lo negativo. Mi
amigo íntimo, hijo de misioneros, David Gatewood, dice que
mi experiencia no vale, que fue demasiado equilibrada para
ser “una experiencia normal de HM”. Y después de escuchar
a tantos HMs le creo. Es una triste conclusión a la que
llegué. Aunque hubo muchas experiencias positivas y tuve
muy buena relación con mis padres, yo sufrí daños
ocasionados por haber crecido en un entorno ministerial.
Hay “riesgos laborales” intrínsecos al ministerio que tus
padres desarrollan. ¿Cambiaría mi experiencia como HM?
Nunca. ¿Cambiaría algunas experiencias específicas que
tuve que vivir? Sí, sin pensármelo.
Mi visión simplista ha cambiado. Ahora veo el profundo daño
que quedó en mi mente y mi corazón. Recuerdo haber leído
libros acerca de lo que es vivir en una “casa de cristal”. Fue
bueno leerlos, pero eso no me ayudó a desenredar mis
pensamientos. Me encontraba a mí mismo diciendo,
¿entonces qué? ¿Ahora qué? También hay una alta
probabilidad de que tú hayas experimentado “accidentes
laborales” que vienen con el ministerio desarrollado por tus
padres.
Este libro se enfoca en el “¿entonces qué?” y el “¿ahora
qué?”. Quiero ayudarte a destapar las conclusiones que
sacaste durante esos años que pasaste como rata de
laboratorio en la casa de cristal. Quiero que examinemos
concretamente las conclusiones a las que llegaste acerca de
ti mismo, acerca del mundo y acerca de Dios.
Una de las cosas más profundas que recuerdo de todos mis
cursos de psicología es este truismo : “donde quiera que
vayas, ahí estarás”. Créeme, es doctrinalmente correcto, lo
he comprobado. Puedes estar muy lejos de la casa pastoral
ahora, puede que hace tiempo que ya hayas olvidado esas
experiencias, pero las conclusiones a las que llegaste
todavía están contigo hoy, aunque no te des cuenta. Y la
mayoría de nosotros no nos damos cuenta. Adonde quiera
que vayas llevas tu mente contigo (al menos, eso espero ).
Y tú usas tu mente para interpretar los eventos diarios,
filtrándolos a través de las conclusiones que hiciste hace
tantos años.
Leer acerca de la mente, las creencias, las conclusiones y
los patrones de pensamiento puede volverse confuso
rápidamente. Déjame intentar simplificar el tema usando
una ilustración. Yo pienso con ilustraciones de todas formas,
así que esto me va muy bien. No encontrarás esto en
ningún libro de psicología, pero es verídico. Imagina que tu
mente es una jukebox (uno de esos tocadiscos antiguos que
funcionan con monedas). Un tocadiscos de
- Tengo que ser Perfecto
verdad. De esos antiguos con discos de vinilo de 45 y un
panel de botones, cada uno correspondiente a una canción
de éxito. Ahora imagina cómo el disco se posa en la
almohadilla, el brazo se balancea por encima y la aguja se
desliza sobre las ranuras mientras comienza a sonar la
canción seleccionada. Algunos de nosotros podemos
recordar cuando aún no eran llamados “antigüedades”. Tu
mente se parece a eso, un tocadiscos. Cada disco tiene
grabado el sonido de una frase simple y corta conocida
como “creencia”. Una creencia es la declaración de algo que
tú piensas que es un hecho, una conclusión a la que te
aferras para afrontar las circunstancias que estás viviendo.
La mayoría de tus creencias fueron grabadas, catalogadas y
archivadas en tu tocadiscos durante tus 7-9 primeros años
de vida. ¿Entiendes la ilustración?
Normalmente, cuando escuchas la palabra “creencia” lo
primero que te viene a la mente son tus dogmas religiosos.
Pero, de hecho, tienes creencias acerca de cada cosa que
hay bajo el sol. Usas esas creencias a diario mientras
intentas encontrar el sentido de la vida. Por así decirlo, ¡tu
visión del mundo está grabada en un montón de vinilos del
45!
Así funciona (sin dobles sentidos):
Vives una nueva experiencia, o algunas experiencias
similares.
Intentas entender la situación lo mejor que puedes.
Llegas a una conclusión acerca de esa experiencia, que
aceptas como verdadera, y por tanto asumes que en el
futuro seguirá siendo cierta.
Esa conclusión se convierte en una creencia y queda
grabada en un disco que es archivado en tu tocadiscos. La
nueva grabación es pulida y catalogada, y está preparada
para ser usada en ocasiones futuras.
Ahora, cada vez que surge una situación similar, ese disco
suena y tú actúas en consecuencia.
Todos tenemos un disco en común que suena prácticamente
igual en todos nosotros. Es ese que dice “todos mis discos,
todas mis creencias, son verdaderas”. ¡Incluso puedo
corroborarlas con mis experiencias de la vida real! También
he notado que todos defendemos mucho nuestro juego de
discos. Si tú no estás de acuerdo conmigo, mis defensas
gritarán (al menos en mi cabeza, no siempre en voz alta):
“¿Crees que soy idiota? ¡Yo no creería una mentira! Tengo
inteligencia también, y haré que te des cuenta. ¡Yo sé lo que
está bien y lo que es verdad, y puedo demostrarlo con
experiencias!”
Si estás dispuesto a superar tu postura autodefensiva
irracional e instintiva, entonces puede que te des cuenta de
que algunos de tus discos están un poco deformados.
Cuando eras niño puedes haber llegado a algunas
conclusiones sin disponer de toda la información necesaria.
Las creencias por las que vives y morirías puede que no
sean del todo exactas. Puede que en aquel entonces
parecieran ser correctas, incluso puede que hayan sido
correctas en parte o en gran parte entonces . Pero no ahora.
No cuando las comparas con el gran reino que es la
realidad. Sin embargo, esos discos siguen en las ranuras de
tu tocadiscos, deformados e inexactos, pero listos para ser
activados al presionar el botón, incluso hoy en día. Cuando
uno de tus no-tan-precisos discos es presionado y suena, su
música parece rara a todo el mundo, excepto a ti. Para ti
suena verdadero, incluso hoy. La mayoría de nosotros nunca
nos detenemos lo suficiente para cuestionarnos si nuestras
creencias son exactas o no. Simplemente, creemos que lo
son. Es
- Tengo que ser Perfecto
toy seguro de que mi teoría del tocadiscos inspiró la frase:
“Hombre, tú sí que tienes una mente retorcida”. No puedo
probarlo, pero me adjudicaré el mérito igualmente. ¿Adónde
iba? Ah, sí…
Este libro describe cómo suenan algunos de esos discos
deformados. Discos que he escuchado en boca de HMs una
y otra vez por todo el país. Yo los llamo las herejías santas
de la casa pastoral , puesto que eso es exactamente lo que
son. Puede que hayas detectado un poco de sarcasmo en
esta frase. Como reza el proverbio chino, “muchas verdades
son dichas en broma”. La buena noticia es que los discos
deformados pueden ser enderezados o reemplazados. La
mala noticia es que hace falta una sincera introspección
para poder encontrarlos. Espero que te tomesun tiempo
para analizar seriamente tu colección de discos para ver si
hay alguno deformado. Espero que aproveches la ocasión
para cuestionar las conclusiones a las que llegaste
inconscientemente hace mucho tiempo. Quizá sea necesario
actualizar y cambiar algunas de ellas. Espero que
compruebes si hay alguna santa herejía flotando alrededor
de tu pura e inocente mente de HM. Además, ¡lo más
probable es que tu tocadiscos necesite una limpieza de
todas maneras! Los tocadiscos limpios suenan mejor. Las
mentes limpias piensan mejor. Suena realmente
terapéutico, ¿no es así?
Siempre que alguien empieza a hablar acerca de pastores o
líderes ministeriales de cualquier clase, primero debe
superar una serie de obstáculos mentales. Después de todo,
hablar negativamente de un pastor es lo mismo que
despreciar a Dios mismo, ¿no? Ya sabes a lo que me refiero,
todas las cosas del tipo “lo que no estoy diciendo”. No
podemos herir sensibilidades, ¿verdad?
Así que, para ser religiosa y políticamente correctos, y puros
en doctrina, aquí están los argumentos necesarios para
vencer esos obstáculos.
1. No estoy aquí para destruir predicadores, líderes o
ministros. Estoy aquí para ayudarte a examinar, en
profundidad y conforme a la verdad, tu propia vida y
experiencias.
2. No te estoy dando una excusa para culpar a otro por tus
propias elecciones y acciones.
3. No estoy aquí para suavizar las cosas o restar
importancia a los verdaderos problemas. A veces la verdad
duele realmente. Esta no es tu Escuela Dominical ni tu
ensayo del coro. Los HMs están acostumbrados a fingir;
estamos acostumbrados a disimular y a aparentar estar
“bien”, tanto que a veces hasta empezamos a creérnoslo
nosotros mismos. Bueno, aquí no haremos eso.
4. No estoy dando por hecho que todas las familias
pastorales están locas y son disfuncionales. No estoy
asumiendo que todos los HMs están chiflados y mal de la
cabeza. Tampoco estoy asumiendo que todo fue perfecto en
la casa pastoral.
Ya está. Con esto es suficiente para abarcarlo todo (al
menos, llega para la introducción).
ADVERTENCIA para ustedes, líderes, padres, profesionales o
cónyuges, que quieren entender mejor a los HMs: Es difícil
entender de verdad el mundo de los HMs si no eres uno de
ellos. Es diferente estar en el ministerio como adulto que ser
un niño cuyos padres están en el ministerio. Como, ministro,
tú escoges el ministerio; tus hijos, en cambio, no tienen otra
opción. Como pastor, tienes las capacidades y habilidades
para hacer frente a los riesgos laborales del ministerio; tus
hijos solo tienen las habilidades y capacidades propias de
un niño.
Si trabajas con HMs en un ambiente laico o profesional,
escucha primero, atráelos, trata de aprender en lugar de
enseñar, y
- Tengo que ser Perfecto
luego escucha un poco más. Sé consciente de tu propia
tendencia a estereotiparlos encubiertamente. No conoces
nuestro mundo, así que, por favor, no finjas conocerlo. Si
estás casado con un HM, ¡que Dios te ayude!
ADVERTENCIA NÚMERO 2 para ti, que estás queriendo
comprender mejor a los hijos de misioneros: Es aún más
complicado entender y trabajar con los hijos de misioneros.
A no ser que hayas sido criado como un HTC (Hijo de una
Tercera Cultura) no puedes entenderlos completamente.
Esta no es una afirmación pretenciosa, es solo la verdad.
Repito, ser misionero no es lo mismo que ser hijo de
misioneros.
Para vosotros, los profesionales de la salud mental: la
consejería intercultural es una especialidad . No intentes
encajar a los HTC en tu propio marco teórico. No funcionará.
Lo que tomas por algo disfuncional podría ser una cuestión
de tu propia percepción cultural.
NOTA: En vez de utilizar constantemente las palabras Hijo
de Ministro/Hijo de Misioneros, he decidido utilizar
solamente HM. El contenido de este libro se aplica
igualmente a ambos grupos. Como los hijos de misioneros
tienen que lidiar también con el cambio cultural, a menudo
esa lucha con la cultura acaba siendo el único centro de
atención al hablar de ellos. Pero es tiempo de poner los
asuntos culturales a un lado por un rato y echar un vistazo a
otros asuntos que también impactan a los hijos de
misioneros.
Ya he cubierto las formalidades necesarias, así que, si
todavía sigues conmigo, ¡vamos allá! ¡Las ratas se están
impacientando! PRIMERA PARTE
DE TODOS MODOS... ¿CUÁL ES EL
PROBLEMA?
ADVERTENCIA: Si eres de los míos y tiendes a saltarte la
introducción de un libro, ¡no lo hagas! Vuelve atrás y léela.
La introducción prepara el escenario para que puedas
entender todo
lo que sigue. En serio.
CAPÍTULO 1
Un vistazo al interior
na de las palabras más difíciles de pronunciar para un
U
HM es la pequeña y sencilla palabra... “Y”.
¿Cuántas veces hubiera sido necesario y correcto para ti
decir la palabra “y”?
—Hubo tiempos buenos... y … hubo tiempos difíciles.
—Papá fue un buen padre... y … cometió algunos errores
también.
—Estoy orgulloso de la organización misionera que nos
envía... y … ellos han tomado algunas malas decisiones
durante el camino.
“Y”. Una poderosa y muchas veces sincera palabra. ¿O
acaso no hubo…
…sucesos buenos y malos?
…cosas divertidas y cosas tristes?
…aciertos y errores?
…conductas espirituales y conductas egoístas?
Hace muchos años yo estaba participando en un taller
organizado por las iglesias de Colorado Springs. En uno de
los descansos se me acercó una mujer de unos 30 años. No
recuerdo su
- Tengo que ser Perfecto
nombre, así que la llamaré Janie. Le pitaron los oídos
mientras yo compartía algunas de mis experiencias como
hijo de misioneros en Sudamérica. Ella era de la segunda
generación de misioneros de alguna parte del lejano oriente
(tampoco recuerdo esta parte) y estaba casada con un
pastor. Janie parecía a punto de explotar. Estaba
emocionalmente hambrienta de la oportunidad de decir la
palabra “y” a alguien sin ser etiquetada o reprendida. Ella
no odiaba a su organización misionera, ni a sus padres, ni al
hecho de ser una HM. De hecho, era muy leal a estas tres
cosas. Simplemente, quería tener la libertad de expresar
que también había vivido tiempos dolorosos, que la misión
no siempre había acertado en su toma de decisiones. Pero
no podía. La agencia no toleraba semejante cosa,
extraoficialmente por supuesto. (Revisaremos este asunto
de forma más profunda en el capítulo 10). Mientras
hablábamos, Janie compartía vivencia tras vivencia,
encantada de tener un lugar seguro en el que compartir su
experiencia. No necesitaba terapia. Solo necesitaba la
libertad de verbalizar el “y”.
“Y” requiere ser honesto, por lo menos contigo mismo.
Muchos de los HMs con los que he hablado han sido
entrenados para “soportar las flaquezas de los débiles” y
para “pensar (solamente) acerca de todo lo justo, lo bueno,
lo puro, lo digno de alabanza”. Estas afirmaciones pueden
sonar espirituales, pero son incompletas en y por sí mismas.
Estoy seguro de que los fariseos también pensaban que
eran espirituales y justos cuando hacían gala de cumplir
toda la ley en algunas partes, mientras eran completamente
negligentes en otras. Si quieres creer estas medias
verdades, tú mismo. Estoy seguro de que Dios verá muy
bien que tú ignores esas dos gotas de arsénico que hay en
tu copa de champán para concentrarte en las divertidas
burbujas.
La mayoría de los HMs que conozco no han acabado en la
unidad psiquiátrica de un hospital ni tras las rejas de una
prisión, aunque he hablado con algunos de ellos en ambos
sitios. Pero que no hayas pasado tiempo en ninguno de
estos lugares, no implica necesariamente que tengas un
certificado de salud mental. Los HMs son muy buenos
adaptándose. Tenemos que serlo. Quizá has aprendido a
adaptarte tan bien que todos los demás te ven como una
persona normal que se comporta de forma normal. Puede
que incluso hayas llegado a creerte por completo algunas
de esas medias verdades. Sin embrago, tras esa capacidad
de adaptación, puedes estar escondiendoun mundo de
dolor, heridas, confusión, ansiedad y pensamientos
incorrectos. Adaptarte te ha ayudado a sobrevivir, pero no
es sinónimo de buena salud mental o emocional.
La honestidad es mucho más difícil cuando no estás en el
escenario, a la vista de otras personas. Es cuestión de
equilibrio, de no caer en los extremos. Algunas de las
normas de la casa pastoral recuerdan mucho a las normas
de la casa de un “pecador borracho”. “No pienses” (en
serio), “No sientas”, “Finge”, “No hables”, etc., son secretos
de familia, ya sabes. Antes de decir que esto no pasaba en
tu casa, para y déjalo calar en ti. Puede ser más real de lo
que quieres admitir.
“Y” es una palabra importantísima que puede cambiar
drásticamente el tono de una frase. El “y” en la frase de una
adolescente sentada en mi oficina con un ojo morado fue
más o menos así:
—Mi papá (pastor de jóvenes) dijo este domingo en la
iglesia cuánto amaba a sus hijos... y… la noche anterior me
había dado tal paliza que me dejó este ojo morado.
¡Vi su ojo morado! Y su madre confirmó su historia. A veces,
“y” puede acabar con una conversación rápidamente. Pero
cuán a menudo el “y” se queda sin decir. “Y” te permite
romper el “có
- Tengo que ser Perfecto
digo de silencio” para por fin poder contar los secretos que
de verdad necesitan ser contados. No me importa cuánto
amase este pastor a sus hijos, así no se trata a los hijos,
¡nunca jamás! Para mí es muy difícil creer lo que dicen las
palabras cuando los puños dicen algo totalmente diferente.
En este caso los puños del papá-pastor hablaban mucho
más alto que su mejor sermón del domingo por la mañana.
DEFINICIÓN : Secretos de familia. Es un secreto cuando
aquellos que deberían saberlo no lo saben. Con-
fidencialidad es cuando los que necesitan saberlo lo saben,
y los que no necesitan saberlo, no lo saben. Los secretos
deben ser revelados. En serio. Encuentra alguien que sea
digno de confianza. Toma el riesgo poco a poco, pero
tómalo. Ese alguien puede ser uno de tus padres o
hermanos, tu cónyuge o un amigo de confianza. Puede que
necesites un profesional. Cueste lo que cueste, los secretos
deben ser compartidos. De verdad.
Repasa con cuidado lo que estoy diciendo. Puedes acabar
como ese HM que me llamó para decirme que tenía una
carta lista para enviarme que comenzaba así: “Gracias por
arruinar mi vida”. Continuó hablando y dijo que él también
pensaba que todo era bueno y maravilloso en su
experiencia como HM. No había sido abusado, ni se había
quedado huérfano, ni había acabado en una banda. Todo
estaba bien (aparte de su historial depresivo y de las
continuas dudas que albergaba sobre sí mismo) hasta que
comenzó a rascar la superficie. Se había convertido en un
experto “adaptado”, un hipócrita profesional. A medida que
comenzó a ser honesto consigo mismo, se dio cuenta por
primera vez en su vida de las herejías santas que se habían
infiltrado en su pensamiento y habían causado estragos en
su vida. Al principio se sintió atónito. Pero cuando terminó la
conversación me dijo que estaba encantado por la sacudida
y por la oportunidad de profundizar en su vida. Después de
ver las cosas con claridad, fue capaz de empezar a trabajar
con los asuntos que le habían mantenido prisionero todos
aquellos años. Había comenzado su viaje en busca de
libertad.
Mientras lees, quizá te preguntas si he conocido HMs que
estuvieran bien. Y sí, he conocido a todos, ¡he conocido a
los tres! No; hablando en serio, muchos HMs que he
conocido están bien y sanos. No obstante, procuro enfocarte
deliberadamente en las afirmaciones susurradas después
del “y” porque esas son las palabras que normalmente
ignoramos o silenciamos. Esas palabras guardan el dolor,
las heridas y la desilusión con la que puedes haber estado
viviendo estos años. Son esas palabras las que, guardadas
en el cajón y silenciadas, traen aislamiento, amargura,
depresión y/o ira.
Ahora bien, que no todo haya sido bueno no significa que
todo fue malo. Enfrentar las cosas difíciles, las cosas
dolorosas, las cosas incorrectas o decepcionantes que has
vivido no anula lo positivo, lo divertido, lo disfrutado y lo
edificante. En este punto tenemos que luchar otra vez
contra la tendencia de ver la experiencia de ser HM como
una experiencia extrema (blanco o negro). Tenemos que
luchar para mantener siempre el “y” en su sitio, incluso
cuando hablamos con nosotros mismos.
Tanto si tu experiencia como HM ha sido un 95% saludable y
un 5% de problemas, como si ha sido un 80% de infierno y
un 20% de paraíso, tienes que estar dispuesto a echar una
profunda y honesta mirada a ti mismo y a tu forma de
pensar. El “y” es real;
- Tengo que ser Perfecto
hubo de ambas cosas en tu familia y tus experiencias. He
visto el dolor, la ira y el sentimiento de estar perdido en
suficientes ojos a lo largo de los años. Y no quiero que tú
seas otra baja silenciosa. Lee este libro despacio y
minuciosamente. Toma lo que se aplica a tu vida y desecha
lo que no. Puede ser una buena idea llevar un diario
mientras lees. Escribe todo lo que se ajusta a tu caso, lo que
te encaja o las memorias que te trae. Documenta tus
pensamientos, tus emociones y todos los recuerdos que
vengan a tu mente. Incluye también tus charlas con Dios
acerca del tema (asumiendo que vosotros dos aún os
habléis). Esfuérzate en ser honesto y genuino. Mira hasta
qué punto las palabras del diario reflejan lo que sucede
entre tus orejas. Échale una ojeada al anexo “Ideas para
llevar un diario”.
Además, también he añadido a lo largo del libro varias
fichas de trabajo que pueden ser de ayuda. Usa las que te
gusten y sáltate las que no rascan donde te pica ahora
mismo. Pero no las arranques, porque puede que las
necesites más tarde. Quizá...
A veces la verdad duele, pero si tiene que ser así, deja que
sea así.
CAPÍTULO 2
Las fuerzas que te impactan
uando la mayoría de personas piensa acerca de los
C
“sistemas de creencias” o me oye hablar sobre “herejías
santas”, automáticamente asumen que va a haber un
ataque frontal hacia la familia. Al fin y al cabo, ¿no
aprendiste todo, tanto lo bueno como lo malo, en tu
entorno? Casi, pero no
del todo. Los padres se llevan mucha culpa, merecida o no,
pero nunca falta gente sentada en un banco de la iglesia
esperando a que pase algún jugoso pedazo de chisme
acerca de la familia pastoral. La verdad es que hay más
voces en tu jukebox aparte de las de tu madre y tu padre.
Tienes influencias de tu familia, de tu comunidad cristiana y
de tu cultura. Y las tres voces están profundamente
implantadas en tu jukebox.
Fuerzas familiares
La familia juega un gran papel en la formación de tu visión
de las cosas. Muchas de las afirmaciones de tus discos
fueron grabadas en el hogar de tu infancia. Por tanto, es
lógico empezar por aquí.
La familia es una “micro-cultura”, el grupo más pequeño de
los tres que vamos a observar. La familia es el “nosotros” de
las relaciones individuales. La familia es el lugar donde las
influencias que vienen a través de la comunidad y la cultura
son afinadas o erradicadas. Aunque no es la única fuerza
que ejerce presión sobre ti, sí es la más cercana.
- Tengo que ser Perfecto
¿Qué afirmaciones “ y ” son realidad en el caso de tu
familia? ¿Qué te enseñaron tus padres con sus acciones y
las cosas que no te dijeron? Resiste la tentación de asumir
que otros HMs tuvieron el mismo tipo de padres y familia
que tú tuviste. He visto pastores/ padres de todo tipo, desde
santos hasta psicópatas. He sabido de madres casi divinas y
de madres completamente histéricas. Se estima que el 80%
de los ministros de hoy en día (datos de USA) provienen de
familias disfuncionales1 . ¡Santo cielo! ¡Eso me suena a
desastre inminente! A veces, la realidad es más extraña que
la ficción, incluso en los consagrados vestíbulos del templo.
¿Qué expectativas no expresadas tenía tu familia? ¿Cuál era
la imagen que tu familia debía proyectar? ¿Tenías permiso
paraexpresarte tal como eras? ¿Se te permitía tener y
expresar todas las emociones? ¿Te escuchaban? En casa,
¿tenías un papá o un pastor? Ahora mismo te interesa ser
honesto, no “desollar” a papá (éste es otro de los
obstáculos mentales que veíamos en la introducción). A
algunos de vosotros estas preguntas nunca os han venido a
la mente. Nunca os habéis parado a pensar en esto en serio.
Fuera, en público, estas conductas no existen. Pero en la
privacidad de la casa pastoral, donde solo tú veías,
escuchabas y sentías, ¿existían? Puede que algunas sí y
otras no. Algunas pueden haber sido ciertas la mayor parte
del tiempo, otras, solo a veces. El veneno es malo sin
importar la cantidad ni la frecuencia con que se toma. La
gente que no está a salvo, no lo está, aunque solo sea a
veces.
Tu familia, como cualquier otra familia, tiene su parte buena
1 H.B. London, Jr. and Neil B. Wiseman, Pastors at risk,
(Wheaton, IL: VictorBooks, 1993), 45.
y su parte mala. Incluso puede pasar que unas veces sea un
lugar seguro y otras veces un lugar inseguro. Lo importante
es que veamos cómo era en realidad. Una vez que lo ves
claramente, puedes actuar en consecuencia. La ignorancia
no es una bendición, de igual forma que firmar un contrato
sin leerlo no implica que podamos estar tranquilos.
Comunidad Cristiana
La comunidad cristiana es la “subcultura” a la que
pertenece tu familia. Te define a ti y define a tu familia. La
comunidad es el grupo social, el colectivo más amplio al que
pertenecemos. ¡Oh, sí! El infame ellos
SIGUE LA PISTA AL CONEJO : ¿Quiénes son esos ellos en
quienes malgastamos tanto tiempo y energía procurando
complacerles u ocultarles cosas? ¿Alguna vez te has dado
cuenta de cómo ese ellos no tiene nombres ni rostros
específicos? Ellos nunca te dicen nada a la cara. Ellos son un
grupo borroso de quién-sabe-quiénes que nos miran, nos
evalúan y nos juzgan, y que de alguna forma han acabado
teniendo el poder de validarnos o invalidarnos, de
aceptarnos o rechazarnos.
Ellos componen ese grupo invisible que constituye el
“nosotros”, ese grupo que es mayor que la suma de sus
miembros. Es por eso que no hay voces o caras concretas.
Es la colección de normas, expectativas, amenazas y
recompensas no escritas y usadas para hacerte encajar en
la imagen corporativa del grupo.
- Tengo que ser Perfecto
La comunidad cristiana, en la forma de iglesia local,
denominación, organización misionera paraeclesiástica o
concilio de misiones, es la fuerza más infravalorada de tu
sistema de creencias. Desde los máximos líderes de la
denominación hasta los chismes que se cuentan en la
cafetería u otros espacios “de comunión” de la iglesia (¿no
es un nombre irónico? “Comunión”. ¡Pero si es el lugar de la
iglesia donde más se habla de la gente a sus espaldas!). La
comunidad tiene un profundo impacto en sus miembros,
especialmente en ti. El poder de un grupo es casi irrompible.
Y esto es cierto en todos los casos, desde la tragedia del
culto a Jim Jones hasta la experiencia de un grupo de
deportistas olímpicos. ¿Por qué pensamos que el grupo
llamado iglesia es diferente de los demás? Yo aprendí desde
muy temprano que la gente escucharía predicar a mi padre
y después ofrendaría para nuestro sustento en proporción
directa a mi comportamiento durante la reunión.
Mi padre nunca me enseñó eso. Mi madre nunca me insinuó
eso. Los calienta-bancos, la santa iglesia de Dios me lo
enseñó. Quizá nunca pensaste en ello de esta manera, pero
los HMs tienen 100 padres y 150 madres. ¡Puedes apostar
que es así! ¡No es de extrañar que seamos tan perfectos!
NOTA PARA PADRES DE HMs : Tú compartiste (o estás
compartiendo) tu influencia paternal con la congregación de
la iglesia. Sea justo o no, así es. El rebaño local se ha
convertido en la familia extensa no-oficial de los HMs. Y eso
influye silenciosa, pero poderosamente, en su pensamiento
y comportamiento. Es uno de los riesgos laborales que
recaen sobre tus hijos. Tienes que estar atento. Compartes
tu rol como progenitor con cualquiera que entra por la
puerta del templo. Te guste o no, tienes que vivir con ello, y
tus hijos también. DESAFÍO PARA LOS FELIGRESES: Lo que
tú piensas, lo que transmite tu lenguaje corporal y lo que
dices acerca de los hijos de pastor no pasa desapercibido.
¿Te fijas en el dobladillo de la falda de la HM, pero no en el
de las otras niñas? ¿Te das cuenta de lo rápido que conduce
el HM en el aparcamiento, pero pasas por alto cómo
conduce tu propio hijo? Piénsalo bien antes de contestar.
Chonda Pierce, humorista y amiga mía, cuenta una historia
de cuando ella tenía cinco años. Estaba bebiendo agua de la
fuente de la iglesia un domingo, entre la escuela dominical
y el culto. Había dos mujeres ancianas detrás de ella en la
fila. Una de ellas se estiró y le dio un golpecito en la cabeza
con el dedo mientras decía a la otra: “Esta es una de las
hijas de nuestro pastor. No es muy g-u-a-p-a…” Chonda, tan
atrevida como siempre ha sido, incluso a la edad de cinco
años, se dio la vuelta tranquilamente y contestó: “No, pero
soy realmente muy i-n-t-e-l-i-g-e-n-t-e…” Los HMs no son
idiotas ni sordos ni ciegos. Por cierto, Dios tampoco lo es.
Así que eres responsable del impacto, verbal o de otro tipo,
que causas en los HMs de tu iglesia.
Para no parecer un HM resentido que solo busca
reivindicarse a sí mismo y defender su propia agenda, echa
un vistazo a lo que Stephen Arteburn y Jack Felton describen
como un “sistema eclesiástico inseguro” en su libro Fe
tóxica . Aquí están sus “10 normas para un sistema de fe
tóxico”:
1. Control - El líder debe tener el control en todo momento.
2. Culpa - Cuando lleguen los problemas, encuentra un chi
2 Stephen Arterburn and Jack Felton, Toxic Faith, (Nashville,
TN: Oli ver-Nelson, 1991), 263. 
- Tengo que ser Perfecto 
vo expiatorio que cargue la culpa inmediatamente.
3. Perfeccionismo - No cometas errores.
4. Espejismos - Nunca señales la realidad de una situación.
5. Alegría permanente- Nunca expreses tus emociones... a
no ser que sean positivas.
6. Lealtad ciega - No hagas preguntas, especialmente si son
difíciles.
7. Conformismo - No hagas nada fuera de tu rol o posición.
8. Desconfianza - No confíes en nadie.
9. Avaricia - Nada es más importante que dar dinero a la
organización.
10. Imagen perfecta - Mantén la imagen de la organización
o de la familia a toda costa.
¿Alguna de estas normas encajan con la iglesia en la que
creciste? ¿Había un control absoluto del líder, aunque en su
propia jerga lo llamasen algo así como “servicio de
liderazgo”? ¿Había lealtad ciega? ¿Había la necesidad de
mantener “la imagen”? ¿Se esperaba eso de ti? ¿Había
alguna regla no escrita a la que conformarse u otra cosa
similar?
Hace algunos años fui a México con un grupo de escalada.
Uno de nuestros objetivos era alcanzar el Pico de Orizaba,
de 5.636 metros de altura. El día antes de llegar ocurrió un
accidente que involucró a tres escaladores. Muchos de
nosotros intentamos un rescate. Pero cuando llegamos al
lugar donde estaban los alpinistas uno de ellos ya estaba
muerto. Había sufrido una conmoción cerebral al caer por
una ladera helada de más de 600 metros de altura. El
segundo alpinista murió justo delante de mí unos cinco
minutos después de que llegásemos a ayudarles. El
alpinista restante fue exitosamente inmovilizado y
transportado fuera del glaciar, desde donde fue evacuado
en helicóptero al día siguiente. Mientras intentábamos
encontrar algún sentido a esta tragedia, lidiar con nuestras
emociones y dormir un poco, cada uno de nosotros decidió
no seguir escalando al día siguiente. Cada uno de nosotros
se prometió a sí mismo quedarse en el refugio mientras los
demás seguían escalando hasta la cima. Sin embargo,
cuando la alarma sonó a las 3:00 am el grupo se levantó, y
ni un solo escalador dijo “no”. Todos nos vestimos. Todos
empacamos nuestro equipamiento. Todos nos dirigimos a la
puerta. El poder del gruponos había absorbido y todos
salimos a ese fuerte viento previo al amanecer en busca de
la cima, ignorando las elecciones individuales que habíamos
hecho solo unas horas antes.
No pienses ni por un momento que la comunidad cristiana
es menos poderosa. ¿Hasta qué punto era segura la
comunidad en la que creciste? ¿Cuánta fe tóxica había
alrededor de la escuela dominical o de las reuniones
directivas?
Cultura
Si la comunidad cristiana es la fuerza más infravalorada, la
cultura es la más ignorada de las tres. Esta amplia fuerza de
impacto, a la que llamo “macro cultural”, trae estructura y
orden a tu comunidad, a tu familia y a ti mismo como
individuo. Determina cómo defines tus necesidades
psicológicas, religiosas y sociales. Define cómo ves la
belleza y qué es lo que te gusta y lo que no. También define
tu lenguaje y tu forma de comunicarte
- Tengo que ser Perfecto 
con el resto del mundo, desde los miembros de tu familia
hasta tus compatriotas.
¿Qué clase de impacto directo ha tenido la cultura en ti?
Podría sorprenderte. ¿Y qué impacto indirecto ? La cultura
impacta la cultura cristiana, que a su vez te impacta a ti. La
sociedad tiene una gran influencia en tu familia, que a la
vez te impacta a ti. ¿Hasta qué punto piensas como piensa
un americano (si es que eres americano)? ¿Hasta qué punto
tu familia y tu iglesia piensan como americanos (si es que
son americanas)? Si alguna vez tienes la oportunidad de
tener una charla profunda con personas de otra cultura,
hazlo. Puede ayudarte a abrir los ojos y ver profundo
impacto que tu cultura tiene en ti. Aunque tengas que pagar
el almuerzo, pregúntales cómo ven la cultura americana y el
impacto que esta tiene en ti.
Observo que cada vez hay más y más información para
ayudar a los hijos de misioneros a asumir sus identidades
únicas como Niños de una Tercera Cultura. Me anima ver
que más y más agencias misioneras se preocupan por
nuestras necesidades. Ya era hora. Por otra parte, también
es bueno saber que solo porque tengo esas pequeñas motas
marrones en mi pelaje blanco de rata, ¡no soy totalmente
alienígena!
Necesitas ser consciente de las fuerzas que pueden haber
impactado tu pensamiento, y que han forjado las
grabaciones del tocadiscos de tu mente. Cualquiera de esas
fuerzas puede transmitirte herejías santas.
SEGUNDA PARTE
¿CUÁL ES EL DAÑO REALMENTE?
CIRUGÍA EMOCIONAL
PRESCRIPCIÓN: Durante la lectura de este libro tienes
libertad para sentirte herido, triste, llorar, enfadarte, estar
confundido, sentir alivio, alegrarte, todas las anteriores o
ninguna de ellas.
Posología: tantas veces como sea necesario.
Las herejías santas son un asunto serio y por lo tanto deben
ser tratadas con respeto. Nos toca examinarlas
sistemáticamente. (El sarcasmo está creciendo en esta
parte). He decidido dividirlas en tres grandes categorías:
1. Herejías santas acerca de ti mismo. Estas son cuatro
conclusiones a las que puedes haber llegado relacionadas
con “qué piensas de ti mismo como persona”.
2. Herejías santas acerca del mundo. Estas herejías están
relacionadas contigo, porque son tus discos, pero estas
cuatro conclusiones expresan “cómo tiendes a ver a los
demás y/o tu ambiente”.
3. Herejías santas acerca de Dios. Solo esta sección podría
abarcar el libro entero, pero la he reducido a un asunto
principal que parece afectar mucho al pensamiento que
puedes tener acerca de Dios.
- Tengo que ser Perfecto
Mientras ayudaba a muchos HMs a identificar estas herejías
santas, he notado que los HMs de edades entre los 25 y los
50 años son los que están más dispuestos a verbalizar la
presencia de estos pensamientos. No estoy seguro del
porqué, pero tengo mis suposiciones. Normalmente, nos
lleva hasta la etapa de jóvenes adultos el desarrollar la
madurez mental y emocional que necesitamos para
entender profunda y correctamente. Quizá sea porque
somos golpeados con suficiente realidad para comenzar a
ver más allá de nuestras anteriores y más idealistas
expectativas. Quizá porque cuando tenemos hijos
comenzamos a reevaluar nuestra propia infancia. O quizá
sea simplemente que necesitamos mucho tiempo para
aprender a dejar de fingir aquello que hemos fingido tan
bien durante los primeros treinta años de nuestra vida...
Cualesquiera que sean las razones oficiales, el patrón aún
persiste.
Mientras lees cada uno de los siguientes nueve capítulos,
ten en mente que no todas las herejías que verás son
aplicables a tu situación. Esta es una recopilación de los
principales patrones de pensamiento que he escuchado a lo
largo de mis años viviendo y trabajando con HMs. Tú puedes
sentirte identificado con algunos de ellos, pero no con otros.
Esto es algo de esperar.
El número total de herejías que encuentras en tu colección
de discos es lo que vamos a llamar cantidad . He conocido a
algunos HMs que dicen identificarse con las nueve herejías.
Sin embargo, estoy seguro de que la mayoría de ellos no se
parecen a ti a primera vista. Así que toma aquello con lo
que te identificas y deja el resto para los demás. Por eso te
animo a escribir un diario y tomar tiempo para reflexionar
detenidamente en cada capítulo.
Además de la cantidad de herejías que se aplican a ti, existe
lo que yo llamo la intensidad de cada herejía. Una herejía en
par
- Segunda Parte
ticular puede presentarse en tus pensamientos de vez en
cuando, la mayoría del tiempo o todo el tiempo. Puedes
creerlo en parte, pero no del todo. ¿Con qué volumen –
intensidad– suena el disco en tus oídos?
Sin importar tu edad, examina cuidadosamente las
siguientes nueve herejías santas para ver si se aplican a ti.
Cuando leas cada capítulo quizá te parezca que el asunto
queda a medias. Así es. En esta sección trataremos solo los
engaños. La verdad saldrá cuando lleguemos a la tercera
parte. Primero las herejías, después la sanidad.
CAPÍTULO 3
LAS CUATRO HEREJÍAS SANTAS SOBRE MÍ MISMO (1)
Tengo que ser perfecto
omo buen evangelista, iré directo al corazón. “Tengo que
C
ser perfecto” es una herejía tan amplia que toma muchas
formas y disfraces. He escuchado a muchos HMs repetir
esas palabras exactas. A otros que la niegan con sus
palabras, pero la afirman con sus patrones de conducta y
pensamiento,
aunque no se vean a sí mismos como personas
perfeccionistas. Como cualquier herejía que vale el precio
de la tinta y el papel donde está impresa, “tengo que ser
perfecto” tiene muchas variaciones. Todas ellas pueden
herirte profundamente.
“¡Por supuesto que tengo que ser perfecto! ¡Déjame
contarte las razones!”
—Todos esperan que yo sea el brillante ejemplo de lo que mi
padre predica.
—Si no soy ejemplo, es porque estoy siendo irresponsable.
—No quiero decepcionar a mis padres.
—Porque entonces estaría decepcionando a Dios.
—Todo será más fácil para todos si soy perfecto.
—No quiero ser tropiezo para que nadie deje de escuchar el
mensaje del evangelio.
- Tengo que ser Perfecto 
—La imagen lo es todo, eso es lo que mamá siempre dice.
—La congregación apreciará más a mi padre si yo soy
perfecto.
¿Algo que quieras añadir a esta lista?
Algo interesante de esta herejía es que tú eres el único
atado por ella. Los demás no tienen porqué ser perfectos.
Solamente tú. Los demás tienen permiso para ser humanos
y cometer errores, pero tú no. “Los demás pueden, pero tú
no”. ¿Alguna vez te dijeron eso? Más sobre este tema en el
capítulo 6.
El perfeccionismo crea una meta que es tan inalcanzable
como irreal. Nosotros lo expresamos en agradables términos
cristianos, como si eso lo hiciera más asequible de alguna
manera: si tan solo fuera suficientemente constante, si
confiase lo suficiente en Dios, si yo... si yo pudiera... Y para
seguir persiguiendo esta absurda meta del perfeccionismo
asumimos un complejo sistema de afirmaciones “yo
debería” que actúan como un pseudo-Espíri- tu Santo ,
como un dictador tirano cuya sola tarea es mantenernos en
formación, en perfecta formación.
—Yo no debería haber dichoeso.
—Yo debería ser más paciente.
—Yo no debería estar tan cansado.
—Yo no debería ...
¿Lo escuchas? Digas las palabras exactas o no, ¿está
presente en tu pensamiento? Por cierto, ¿quién dijo que esa
era la forma en la que todo debería ser?
El perfeccionismo crea una meta inalcanzable y te lleva a
elaborar una larga lista de afirmaciones “debería”. Pero
“debería” es algo bueno, ¿no? Te protege de hacer algo
malo o estúpido, ¿no? Te mantiene responsable, ¿no?
Seguro que lo hace. Igualito que atar a un niño de dos años
al cabecero de la cama para que no se queme las manitas
con el hornillo de la cocina. Funciona, pero no es la manera
de mantenerlo a salvo.
Con el pensamiento debería , solo tienes dos opciones: la
manera del debería o la manera incorrecta. Y no solo en los
asuntos más importantes que tratan las Escrituras, donde
hay verdadero bien y verdadero mal, sino también en todas
las demás cuestiones de la vida. Esta mentalidad del y/o es
un catalizador para la ansiedad. Ah, se me olvidaba… que
los creyentes no tenemos “ansiedad”, solo “preocupación”...
No lo compres, no te lo creas. Es el mismo perro, pero con
distinto collar.
Y ahora, como adulto, te ves a ti mismo tomando decisiones
basadas en lo que te da miedo.
—Miedo de fracasar
—Miedo de lo que pensarán los demás
—Miedo al rechazo
—Miedo de no saber algo
—Miedo de ser irresponsable
—Miedo de defraudar a Dios
—Miedo... miedo…
- Tengo que ser Perfecto
Miedo. Y todo porque en algún profundo lugar dentro de ti te
sientes obligado a ser perfecto. ¿Te suena familiar? ¿Y a tu
cónyuge? ¿Tus amigos dirían que este capítulo te pega?
Recuerda, el perfeccionismo viene de muchas direcciones y
con muchas caras. Que tu armario sea un desastre no
implica que en tu mente no habite un pensamiento
perfeccionista.
El pensamiento perfeccionista no solo genera un torbellino
de ansiedad, sino que destruye tu confianza en ti mismo.
Cuando todo es “debería” o fracasar,
acabas fallando con mucha frecuencia,
lo que te convierte en un fracasado (o, al menos, así lo
piensas),
lo que te convierte en un estúpido imbécil,
lo que erosiona tu confianza.
A estas alturas tienes dos opciones, otra vez. La primera es
morir intentando... intentando... intentando ser perfecto.
Incluso puedes distorsionar la realidad para, por lo menos,
sentirte algo exitoso. La otra opción es rendirse y largarse.
“Si no lo intento”, te dices a ti mismo, “no puedo fallar”.
Mejor no intentarlo y fallar, que intentarlo con todas tus
fuerzas y quedarte corto, ¿verdad? Así que creas una
excusa que te permita mantener las apariencias. A esto nos
lleva la herejía que dice “tengo que ser perfecto”.
La excelencia está bien. La pasión por la obra de Dios es
genial. El perfeccionismo, sin embargo, mata.
Como rata de laboratorio, me mueven las recompensas y
evito el dolor a toda costa. Puedo vivir con las dos cosas o
sin ninguna de ellas. Pero si me electrocutas por cada
pequeña cosa que hago que no es completamente perfecta,
¡acabaré neurótico, violento o catatónico! Lo mismo sucede
con los humanos.
La ansiedad, mezclada con una autoestima dañada, te
convierte en el mejor candidato para la depresión. En 1996,
durante la primera conferencia anual para HMs adultos en
Nashville, yo estaba enseñando en un taller llamado “En la
mente del HM”. Uno de los HMs que estaban sentados en la
primera fila me preguntó por la depresión entre los HMs.
Pedí que levantasen la mano aquellos a quienes les
hubieran diagnosticado una depresión, recetado
antidepresivos u hospitalizado por depresión. De los cien
adultos presentes, casi ochenta levantaron la mano. La
evidencia me golpeó como un tren. Pero una mujer sentada
al fondo de la sala acabó de rematarme con una frase: “Sí,
pero no se nos permitía estar deprimidos”. ¡Auch! Pero qué
gran verdad.
¿Algo de esto te suena familiar?
NOTA DE ESTUDIO: Estas herejías tienden a
interrelacionarse. A medida que lees estos capítulos, repasa
lo de delante y lo de detrás. Verás que hay cosas que se
conectan. Donde hay una herejía, puede haber más.
CAPÍTULO 4
LAS CUATRO HEREJÍAS SANTAS SOBRE MÍ MISMO (2)
Yo ya debería saber esto
l mejor ejemplo para comenzar a tratar esta herejía espe
E
cialmente sigilosa está en mí. Desde que recuerdo, siempre
he pensado que “yo ya debería saber” todo lo necesario
para manejar cualquier situación que estuviera enfrentando.
“Yo debería saber” la respuesta a la pregunta de la
profesora de
la escuela dominical; “yo debería saber” cómo manejar un
conflicto concreto... A pesar de que nunca me hubiera
encontrado en una situación como esa antes, “yo ya debería
saber”. Podría escribir un libro con todas las cosas que creo
que ya debería saber.
Esta herejía no se ciñe solo a temas religiosos. Hace años,
cuando yo era guía de montaña, tuve la oportunidad de
bajar en kayak por el río Arkansas. Mientras ejercitábamos
la técnica para mantener esta pequeña y graciosa
embarcación boca arriba en el estanque de prácticas, yo
trabajé muy duro para dominarla. Entonces, el “yo ya
debería saber ” empezó a apoderarse de mí. Al fin y al cabo,
yo estaba en forma. Yo era un guía de montaña. Había
bajado el río muchas veces (aunque en una balsa, y con
otro guía). Así que pensé que “yo ya debería saber cómo
manejar aquel artefacto”. En el momento de la verdad,
mientras nos metíamos en el río, yo ya me había propuesto
hacer el recorrido entero sin caer al agua. Después de todo
(otra vez), yo “debería saber cómo manejar aquel cacharro”.
Recuerda que yo nunca había navegado en un kayak, nunca
en mi vida, jamás. Pero el
- Tengo que ser Perfecto
“ya debería saber” no tiene en cuenta minucias como la
realidad. Ya en el río, no tardé más de 30 segundos (sí,
segundos ), en darme la vuelta con el kayak y caer al agua.
La frustración que sentí no fue por la dificultad que tuve
para salir del kayak, que había volcado a menos de un
metro de profundidad, sino porque había fracasado en ya
saber cómo usar un kayak. La herejía “yo ya debería saber”
puede atacar en cualquier lugar, cualquier momento y
cualquier tema. Por cierto, después de aquel fracaso, realicé
el resto del recorrido sin volver a caer. El “fracaso” inicial
rompió la expectativa del “ya debería saber” y me liberó
para poder disfrutar la experiencia.
Una variante de esta herejía es la que dice “yo debería ser
más maduro espiritualmente de lo que soy ahora mismo”.
Sea lo que sea, yo debería saberlo. “Donde quiera que esté
en mi desarrollo espiritual, debería haber avanzado más”.
Este es un patrón de pensamiento que pocos no-HMs
pueden entender. No pueden entender cómo hemos llegado
a pensar de este modo. Francamente, yo tampoco estoy
seguro de entenderlo, aunque debería ... No puedo
conectarlo con ningún suceso o circunstancia que pueda
recordar. Creo que esta herejía ha ido desarrollándose a
través de un patrón de interacciones que puede haber sido
como esto:
La gente sabía que yo era HM y asumieron que yo ya sabía
más que los demás niños.
Yo percibí lo que estaban asumiendo y concluí que quizá era
verdad que yo debía saber más.
Ellos me vieron fingiendo, por lo que concluyeron que
ciertamente yo sabía más que el resto. Y continuaron
asumiendo… Y yo continué fingiendo...
Cuando estás en él, este ciclo te crea cuatro problemas:
Primero, te haces buenísimo en fingir y esconder la realidad.
¿Ves con qué facilidad esto se puede mezclar con la herejía
“tengo que ser perfecto”? Te conviertes en un experto de lo
que yo llamo “agacharse y refugiarse”. Y esta falta de
autenticidad daña tu crecimiento emocional y espiritual.
Puedes hacerte tan bueno en fingir que acabes
creyéndotelo tú mismo.
Segundo, tiendes a no pedir ayuda. Después de todo, ¿cómo
pedir ayuda con algo que tú ya deberías saber ? ¿Por qué
deberías mostrar a todo el mundo que tú no sabes lo que ya
deberías sa- ber ? Vas por la vida solo, con tu propio
entendimiento, observando silenciosamente a los demás,pero sin pedir ayuda.
Tercero, la otra cara de no pedir ayuda es que los demás
tienden a no ofrecerte su ayuda tampoco. ¿Alguna vez
alguien de la iglesia te preguntó si querías ser discipulado o
mentoreado? ¿Alguien te ha preguntado alguna vez si
necesitas un amigo y un compañero que te anime? Si estás
parcialmente aislado por tu falta de iniciativa, el círculo de
aislamiento se completa cuando los demás no se acercan a
ti para ofrecerte ayuda. Te sientes aislado, solo y diferente
(verás este tema de nuevo en el capítulo 6).
El cuarto problema es probablemente el más dañino. El “ya
debería saber” convive con una dolorosa realidad: todavía
hay un montón de cosas que tú no sabes. Y eso puede ser el
primer paso para que el auto-rechazo levante su fea cabeza
y te trague enterito. “Yo ya debería saber... pero no sé… soy
estúpido”. Empiezas a
- Tengo que ser Perfecto
pensar que eres un fracaso, y es fácil embarcarse en un
programa de paliza mental que pretende conseguir que
endereces tu rumbo y actúes como deberías , sea lo que
sea lo que eso signifique, y aunque no tengas ni idea de
cómo hacerlo. Así, puedes llegar a convertirte en alguien
muy hábil en machacarse a sí mismo con las palabras. Te
insultas a ti mismo. Te repites a ti mismo frases de
menosprecio en las catacumbas de tu mente. Concluyes
que eres un imbécil o un fracasado.
He hablado con algunos HMs que han llevado el auto-
desprecio un paso más allá, llegando a autolesionarse por
sentirse tan estúpidos o incompetentes; todo porque creen
que ellos ya deberían saber . Quizá pienses que estoy
hablando de cortarse las venas o de alguna otra manera no
saludable de lidiar con el “ya debería saber”. Normalmente
no. Al fin y al cabo, los HMs tienen que ser, o al menos
parecer, perfectos. ¡Sería totalmente inaceptable ir a la
iglesia con cicatrices en las muñecas a la vista de todos!
¡Piensa en lo que diría la familia Jiménez! ¡Las ofrendas
bajarían! ¡El mundo se acabaría! ¡Y, por supuesto, el
maravilloso ministerio de papá también!
—”¡Oh, Dios Santo! ¿Ha visto eso, hermana Ester?”
El daño físico del que hablo suele estar escondido. Quien es
bueno fingiendo suele ser bueno ocultando. Puede
involucrar cortes, pero casi siempre en lugares que tapa la
ropa. También puede tomar la forma de un ejercicio físico
excesivo, hasta el punto de dañar el cuerpo. Otra forma de
dañar tu cuerpo es la de comer de más, o no comer. Esa una
gran manera de dañarte a ti mismo sin que se note. Más de
este tema en el capítulo 10.
RECORDATORIO: Esta herejía, como las demás, tiene al
menos un poco de verdad. Tenemos que ser responsables,
sabios y competentes. Es cierto. Tenemos que aprender de
nuestros errores e intentar no repetirlos. Correcto. Pero eso
es muy diferente de la herejía que dice “ya debería saber”,
que es, simple y llanamente, mentira.
Se siente como si fuera verdad.
Pero no lo es.
Parece verdad.
¡Pero no es verdad!
Tú solo sabes lo que sabes hoy, y eso es aceptable para hoy.
Aprenderás más; mañana estarás más avanzado de lo que
estás hoy. Pero por hoy, está bien. Y es suficiente, para hoy.
CAPÍTULO 5
LAS CUATRO HEREJÍAS SANTAS SOBRE MÍ MISMO (3)
Estoy aquí para los demás
CONSEJO PARA LA LECTURA: Normalmente, esta herejía va de la mano con la
herejía que dice “las necesidades de los demás son más importantes que las
mías”, que desarrollaremos en el capítulo 9. Son compañeras de cama (me
gusta esa expresión), y una combinación muy peligrosa. Quizá quieras avanzar y
retroceder entre estos dos capítulos mientras lees. Tienes permiso, ya sabes.
l himno lema para esta herejía es “Channels Only”3 . Y el
E
versículo principal, “sobrellevad los unos las cargas de los
otros” (Gálatas 6:2 RV60). Crecer rodeado de gente con la
mente fija en el ministerio puede programarte fácilmente
para encadenar pensamientos como:
Estoy aquí para ser una manguera espiritual. Ya sabes,
pasar el “agua de vida” a otros.
Pero la manguera no es importante, y tampoco lo soy yo,
solo las otras personas.
Yo solo existo para servir a otros.
Puedes pensar que es tu trabajo, incluso tu obligación, el ha
3 Canales solamente (N.T.) 
- Tengo que ser Perfecto
cer que los demás se sientan felices y confortables.
Después de todo, ellos son los que están siendo
ministrados, ¿verdad? Es egoísta estorbar “la obra de Dios”
con tus propias necesidades, ¿cierto?
¡Mentira... mentira... mentira!
¡Pero nunca una mentira sonó tan... tan espiritual!
Recuerdas las predicaciones. No deberías “velar... por tus
propios intereses, sino... por los intereses de los demás”. No
te preocupes por las palabras “solo” y “también”, que he
obviado en el versículo que citaba (Filipenses 2:4 NVI).
Tenemos que “llevar las cargas de los otros”. Pero eso es
una media verdad. Y las verdades a medias son tan dañinas
como las completas mentiras. Si mantienes esta línea de
pensamiento, conscientemente o no, la bola se te va a ir por
el canal lateral de la pista y no vas a tirar ni un solo bolo,
asumiendo que en el cielo se juegue a los bolos. Quizá
hayas adoptado esta posición para no parecer egoísta o
egocéntrico, lo que vendría a ser el canal del otro lado de la
pista. Te has ido al otro extremo, pero sigues tirando la bola
por el canal y no por el centro de la pista. Ser egoísta o
arrogante está mal. Pero desmerecer el valor que Dios te da
es igualmente malo. Si se juega a los bolos en el cielo como
en la tierra, lanzar la bola por el canal derecho da los
mismos puntos que lanzarla por el izquierdo: cero.
Si tus necesidades legítimas no son satisfechas, o bien te
deprimes (aquí aparece otra vez esta fea palabra que
empieza con D), o bien intentas preservar algo de tu
autoestima aferrándote a la auto-justificación.
Silenciosamente vas anotando todas las veces que te has
sacrificado por causa del Evangelio, y de alguna forma
intentas llenar los impresionantes agujeros de tu alma de
- Estoy aquí para los demás
esa manera. Sea como sea, tú sales perdiendo. Pierdes la
oportunidad de que tus necesidades sean cubiertas. Pierdes
un sentido saludable de identidad. Pierdes contacto con la
verdad. Volveremos a tratar este tema en el capítulo 10.
Mi padre recuerda una ocasión en primaria en que su
profesora del Club Bíblico le pidió que dejase de memorizar
versículos hasta que algunos de los otros niños pudieran
alcanzarle. Los otros niños del club estaban desanimados
porque él, el hijo del pastor, les sacaba mucha ventaja en la
competición de memorización. De él debería esperarse que
pusiera las necesidades de los demás por encima de las
suyas propias. El respeto a los líderes y el respeto a los
demás en general eran valores principales en casa de mis
abuelos. Así que la petición de la maestra fue acatada. Solo
quedaban algunas semanas para que acabase la
competición, y la profesora prometió que avisaría a mi
padre cuando alguien se acercase al número de versículos
que él había memorizado, para que él pudiera reanudar su
trabajo de memorizar. Pero se olvidó. Y su propio hijo, amigo
cercano de mi padre, ¡acabó ganando el codiciado premio!
Aquel fue un final muy decepcionante para la historia de ese
niño que tan ansiosamente esperaba ese premio, que podía
haberlo conseguido con facilidad, pero lo perdió. Papá
admitió que había olvidado el incidente (después de algún
tiempo). Pero la historia resurgió veinticinco años más tarde,
cuando mi padre se encontró con aquella maestra del Club
Bíblico otra vez. Ella se disculpó efusivamente por
aprovecharse de la complacencia que aquel niño había
mostrado al aceptar su petición de poner “a los demás
antes que a sí mismo”. El perdón fue otorgado,
compartieron lágrimas, y el dolor en el corazón de su
maestra fue aliviado con un abrazo.
- Tengo que ser Perfecto
Vi el impacto de esto en los ojos de una HM adolescente con
la que trabajé hace unos años. Ella estaba sentada en mi
oficina comportándose como alguien que solo sobrevive en
un campo de concentración,sin sueños, sin vida, sin nada.
Papá estaba ocupado siendo pastor, mamá estaba
deprimida y ella simplemente estaba sola. No le había
pasado nada “terrible de verdad”, “tan solo” carecía de todo
lo bueno. Ella no pedía nada, no quería nada. Había
aprendido a no depender de nadie más que de sí misma. La
última vez que la vi, había elegido pasar por la vida
medicada con ayuda de las drogas. Mi corazón lloró cuando
la vi salir de mi oficina por última vez.
Todo esto sucede gradualmente, sutilmente, y, lo más
probable, sin ninguna intención. Pero sucede. Y en todo
momento es aplaudido como servicio espiritual, como
“luchar contra la carne”. Pero, aunque al observador
externo le puede parecer un sacrificio abnegado, e incluso
aunque a tus padres se lo parezca, no lo es. Yo puedo
matarte disparándote con una pistola. También puedo
matarte dejándote morir de hambre. La pistola es ruidosa y
escandalosa. El hambre es silenciosa y pasa desapercibida
hasta que es demasiado tarde. Sea como sea, ambas te
matan.
Una HM lo resumió con claridad cuando dijo: “A veces los
HMs son el cordero en el altar del sacrificio del ministerio”.
Tristemente, en muchas ocasiones es así.
LAS CUATRO HEREJÍAS SANTAS SOBRE MÍ MISMO (4)
Soy diferente
sta herejía no tiene nada que ver con los nombres des
E
pectivos que te ponían tus hermanos o amigos mientras
crecías. Tampoco tiene nada que ver con las diferencias
legítimas. Los hijos de misioneros como yo nos sentimos así,
diferentes, porque tenemos un concepto mezclado de la
cultura.
Quiero decir, ¡cuántos otros niños van al colegio en elefante
para no ser atacados por leones! Esta es una historia genial
que escuché contar a HMs en la Escuela Bíblica Infantil
cuando volvían a USA en esa cosa llamada la gira misionera.
Como HM, recuerdo haber sentido que no encajaba cuando
volvía a USA. Hacía lo único que sabía hacer: intentar con
todas mis fuerzas no destacar. Pero esto no es lo único que
alimenta esta herejía.
La herejía “soy diferente” proviene de ese trato sutilmente
diferente que recibiste mientras crecías. Vivías bajo normas
diferentes Había expectativas diferentes acerca de tu vida a
las que tenías que amoldarte. Esas reglas y expectativas
venían de las fuerzas familiares y la comunidad cristiana.
Por mucho que los miembros de la iglesia lo nieguen, ellos sí
tratan y juzgan diferente a los HMs. Y eso lleva a una
conclusión fácil de sacar: “Ya que vivo bajo diferentes
normas... debo ser diferente”. “Si vivo bajo diferentes
expectativas... debe ser porque soy diferente. No tengo ni
idea del porqué. Simplemente lo soy”. Y esta conclusión se
convierte con rapidez en lo que consideras tu identidad.
Hay una parte de verdad en todo esto, y es que, como HM,
es probable que hayas tenido experiencias y oportunidades
diferentes. Puedes haber viajado más. Puedes haber tenido
el privi
- Tengo que ser Perfecto
legio de conocer a “grandes predicadores” de la fe cristiana
o de codearte con líderes clave de la denominación. Puedes
haber ido a conferencias, conciertos, campamentos o viajes
misioneros a los que tus compañeros solo soñaban con
asistir. Todas estas cosas son algunos de los “beneficios” de
ser HM. Y algunas de ellas son ahora invaluables. Tus
experiencias son diferentes, es verdad. Sin embargo, aún
somos miembros de la raza humana. La clave está en
separar la verdad de la mentira.
Otra diferencia real es el hecho de que, probablemente, tú
has estado expuesto a diferentes conflictos de tu iglesia o
denominación. Sabías acerca de los problemas financieros
de la congregación. Escuchabas las amargas discusiones
acerca del color que debería tener la nueva alfombra del
templo. Sabías qué miembros de la iglesia causaron el
despido de tu padre (o la expulsión, si el asunto fue más
violento). Quizá querías conocer los “asuntos internos”,
quizá no, pero los escuchaste de todos modos. Y no eras
libre de contárselo a nadie. Esto también te hace diferente
Aunque esta “herejía” no es suficiente para hundir tu barco,
sí pudo causar muchísimos daños. “Soy diferente” puede
hacer que no busques amistades profundas, incluso hoy día
como adulto. Puede darte una continua sensación de
incomodidad en situaciones sociales. Puede mantenerte a
las afueras cuando los demás están socializando en grupo.
Puede hacerte hipersensible al protocolo y al “no estoy
haciendo las cosas lo suficientemente bien”. O propenso a
aislarte porque eso es mejor que sentir que no encajas.
Puede hacer que te sientas solo, aun entre amigos. Esta
tendencia a aislarte, mezclada con algunas emociones y la
soledad, te hace propenso, bien a la depresión o bien a lo
que yo llamo la arrogancia del “yo puedo solo”. Ambos
extremos te dañan interiormente. “Soy diferente” puede
incluso interferir en tu capacidad de sostener una amistad
íntima con tu cónyuge.
LAS CUATRO HEREJÍAS SANTAS SOBRE EL MUNDO (1)
No puedo confiar en nadie
uede que estés pensando: “Espera un minuto. Eso no es
P
una herejía, ¡es la verdad! Yo sé cómo son las personas
detrás de las máscaras que se ponen cada domingo. lo larga
que puede ser la lengua de la gente. Yo sé cómo las
confidencias habladas en privado se esparcen en forma de
‘peticiones de oración’. Yo sé con cuánta frecuencia las
personas, especialmente las que están en posiciones de
liderazgo, predican una cosa y viven algo diferente. Yo sé
que no podré confiar en nadie, ¡nunca!”
A mí también me cuesta llamar a esto una herejía. La triste
realidad es que mucha gente, incluso aquellos que se
reflejan en las vidrieras del templo, no son de confianza. Y
no estoy intentando ser cínico, sino solo ser honesto. La
confianza, la lealtad y la disciplina para mantener esa
lealtad, no se enseñan ni se ejemplifican lo suficiente hoy
en día. La mente y la lengua de la gente son perezosas, a
veces, incluso inconstantes, egoístas y manipuladoras.
¿Cuántas veces has hecho o confesado algo que ha acabado
como ilustración de una predicación? ¿Cuántas veces has
confesado algo a un profesor de la escuela dominical para
que, pasando por el líder de la escuelita y algún miembro
del consejo de la iglesia, acabase llegando una versión muy
diferente al despacho
- Tengo que ser Perfecto
de tu padre? ¿Cuántas veces viste a tu padre compartir una
debilidad personal, para que acabasen echándosela en cara
durante la siguiente reunión de liderazgo? ¿Cuántas veces
escuchaste a un misionero veterano decir: “Puedes confiar
en mí”, para descubrir que le faltó tiempo para contárselo a
la misión a tus espaldas?
Aunque sucesos como estos son ciertos, “no puedo confiar
en nadie ” aún tiene la suficiente cantidad de falacia como
para ser considerada una herejía. Hay gente en la que no se
puede confiar. Y punto. Es estúpido intentar confiar en esas
personas, sean cristianas o no. Esta puede parecer una
actitud no cristiana, pero échale un ojo a Proverbios 25:19
cuando tengas tiempo.
Esta falta de confianza que se genera por razones legítimas
puede convertirte fácilmente en alguien cínico y sarcástico.
Con algunas personas ni siquiera se puede confiar en que
crean la verdad. Así que el sarcasmo es un medio seguro
para transmitir tu mensaje. Chonda Pierce es una humorista
profesional por una razón. Ella sabe que como humorista
puede decir cosas que yo no podría decir hablando en serio.
Cuando lo dices en tono de broma, te ahorras el tiempo que
sueles gastar repasando toda tu lista de obstáculos
mentales. Por otra parte, el cinismo es especialmente
tentador cuando hablas del liderazgo cristiano o de las
autoridades en general. Pierdes un montón de tu tiempo
intentando averiguar qué es lo que ellos realmente quieren,
y esperando lo inevitable, su próximo revés. Sabes que
pasará. No es cuestión de si pasará, sino de cuándo. Así que
esperas.
Pero algunas personas son dignas de confianza. No son
perfectas, así que su integridad tampoco puede ser
perfecta. Sin embargo, puedes encontrar gente de
confianzasi te tomas el tiempo de buscar. Sin confianza no
hay relación. Sin relaciones, hay aislamiento. Y el
aislamiento puede causarte depresión, una ame
- No puedo confiar en nadie
naza común para los HMs, o puede transformarte en un
mero observador. Solo estás allí de pie y miras, pero nunca
estás en medio de la acción. Simplemente, mirando. Ser un
espectador es más seguro. No se ven tus imperfecciones. Lo
que ellos no saben permanece oculto. No habrá rendijas en
tu armadura. No saldrán a la luz debilidades que algún día
pueden ser usadas en tu contra.
David Gatewood me dio una clara ilustración de esto
mientras me describía una experiencia que había tenido. Él
se recuerda a sí mismo de niño, observando a los críos jugar
en la calle a través de la ventana de su casa en Suiza. Su
pequeña nariz y sus manos estaban pegadas al cristal,
mientras él miraba sin participar, sin conectar, solo
mirando. Cuando la confianza está ausente acabas como
David, de pie solo y en silencio, mirando.
El otro extremo de esta herejía del “no puedo confiar en
nadie” es la urgente necesidad de convertirte en el cínico
“lo-haréyo-solo” hecho a sí mismo, que marcha al compás
de su propio tambor. No confías en nadie. Eres ambicioso.
Pasas demasiado tiempo mirando por encima del hombro y
analizando el trabajo de los demás. No tomas riegos, a
excepción de aquellos en los que tienes la garantía de que
saldrán justo como tú quieres (lo cual no es un riesgo en
absoluto). Y mientras, silenciosamente, la ansiedad va
dando tumbos por la materia gris de tu cerebro. El cinismo y
el sarcasmo crecen; puede que incluso te dediques a
cultivarlos. Quemas los puentes tan rápido como los
construyes. Y te encuentras solo.
Mientras escribía este manuscrito, he llegado a ser
consciente de mi propia falta de confianza. No es del tipo
cínico, sino del tipo que silenciosamente afirma: “Camino
solo. Siempre caminaré solo”. Y así ha sido. Así es. Mi
esposa lo siente. Otros lo sienten también, estoy seguro. Yo
pienso solo, yo escribo solo. A menudo escalo las montañas
de Colorado solo. Pero lo que siento no
- Tengo que ser Perfecto
es soledad, sino estar solo, no estar apegado a nada ni a
nadie. Durante nuestra cena de los miércoles, David y yo
hemos estado comentando lo que en psicología se llama
“desorden reactivo de apego”. Nos identificamos cada vez
más y más con la descripción de este trastorno. Y cada vez
vemos más y más HMs que reflejan estas mismas cosas,
pero que nunca han encontrado las palabras para describir
lo que sienten.
No confiar en nadie convierte el mundo en un lugar enorme
y terrorífico. ¿Tus opciones?
Puerta Nº1 . Escapar del mundo. El suicidio te parece la
única opción. Si eliges no cortarte las venas, puedes jugar a
la ruleta rusa con actividades de alto riesgo como, por
mencionar solo unos ejemplos, rugby, drogas, sexo, alcohol,
etc. Puede que no abandones el mundo, pero sí el mundo
religioso. Te marchas, sacudes el polvo de tus sandalias y
nunca miras atrás.
Puerta Nº2 . Construir muros lo suficientemente altos y
anchos para impedir que la gente peligrosa llegue a tu
corazón. Sin confianza, caminas solo. Quizá no socialmente,
pero sin duda emocionalmente. Puedes hacerlo porque has
completado la asignatura “Clichés cristianos 101 y 202”,
con matrícula de honor, ¡nada menos! Nunca compartes lo
que de verdad pasa en tu corazón. Aprendes a no necesitar.
El deseo de tu corazón es no desear. Es demasiado
arriesgado. Te hace demasiado vulnerable.
Puerta Nº3 . Lo siento, solo tienes dos opciones. Adelántate
al capítulo 10 si quieres entender por qué solo hay dos
opciones.
CAPÍTULO 8
LAS CUATRO HEREJÍAS SANTAS SOBRE EL MUNDO (2)
Puedo arruinar el ministerio de mi
padre
i siquiera puedo imaginarme cuántas veces he escu
N
chado a hijos de pastores e hijos de misioneros decirme esta
frase. La herejía “puedo arruinar el ministerio de mi padre”
puede hacer que vivas constantemente en un estado de
ligera ansiedad. El temor de cometer el gran error que le
cueste
el ministerio a tu padre. O el miedo a caer en ese pequeño
error de más (la gota que colma el vaso) que acabe bajando
a tu padre del púlpito para siempre.
Conocí a Amy Anders (no es su nombre real) hace muchos
años. Nuestros caminos se han cruzado en varias ocasiones
a lo largo de los años, y hace poco me compartió esta
historia:
“Cuando era preadolescente, mi padre se planteó coger un
trabajo en una nueva iglesia. Pero mi hermana acababa de
pasar por un año muy complicado, por lo que todos
estábamos un poco al límite. Así que mi padre nos sentó y
nos dijo: “¿Creéis que podréis portaros lo suficientemente
bien como para que yo pueda aceptar este trabajo?” Cosa
que yo entendí como: “No la fastidies, sé perfecta.
Truncarás el ministerio de tu padre, arruinando su sustento
y su capacidad de pro
- Tengo que ser Perfecto
veernos”. Desde entonces, viví al borde de un ataque al
corazón, temiendo echar una mala mirada a cual- quier
persona, por miedo a lo que pudiera pasar”.
¿Te suena familiar? Para no arruinar el preciado ministerio
de papá intentas con todas tus fuerzas no cometer ningún
error. Intentas ser perfecto. (¿Recuerdas que hablamos de
esto en el capítulo tres?). Te esfuerzas sobremanera en
conseguir que todos se sientan cómodos y bien, que las
necesidades de los demás estén satisfechas (referencia
cruzada a los capítulos cinco y nueve). Te conviertes en un
vigilante paranoico, hiper sensible a todas y cada una de las
cosas que suceden en la iglesia. Y si algo malo ocurre (lo
cual suele pasar más o menos una vez a la semana), sientes
que de alguna forma es tu culpa. Te sientes responsable,
aunque no hayas influido directamente en el asunto.
Uno de los grandes postulados que hay tras esta herejía, es
que papá realmente necesita su ministerio, que él tiene que
tenerlo y que, por tanto, la familia debe protegerlo a toda
costa. Literalmente, cueste lo que cueste . Ahora bien, he
llegado a la conclusión de que hay muchas personas en
puestos ministeriales, no porque Dios las haya llamado, sino
porque sus heridas internas y sus deseos egoístas las han
llevado hasta ahí. Quizá esto es solo mi sarcasmo
manifestándose. Quizá es la limitada visión de una rata de
capilla. O quizá es la verdad.
Otro postulado que suena lógico es que, en última instancia,
tú eres el responsable de cuidar de que tu padre mantenga
su status o posición. Después de todo (¡qué mogollón de
“después de todo” hay en este libro!), ¿cómo puede él
gobernar la casa del Señor, si no puede gobernar su propia
casa? Tú eres la evidencia de que su ministerio es legítimo.
Tú haces que tu padre sea creíble.
- Puedo arruinar el ministerio de mi padre
Tú lo conviertes en alguien genuino o en alguien hipócrita.
¡Todo recae sobre tus pequeños hombros! ¡Qué suerte
tienes! Seguro que puedes con ello, eres el hijo del pastor…
Aquí entra en juego un extraño giro de la realidad humana.
Algunos feligreses sí que responderán al sermón de tu papá
en proporción directa a cómo te sientas en el banco.
Algunos presbíteros de la iglesia sí que rechazarán a tu
padre por tu comportamiento inaceptable. Se dieron cuenta
de lo rápido que condujiste cuando te fuiste de la iglesia
después del culto de jóvenes del pasado miércoles. Y tu
padre (o más probablemente tu madre) puede haberte
dicho eso palabra por palabra. ¡Wow! ¡Qué poder
asombroso! ¡Un HM puede desmantelar el ministerio de un
hombre de cuarenta años, formado en el seminario y que
mide dos metros!
¡Qué abrumador!
¡Qué sensación de poder, aunque sea un poder falso!
¡Qué aplastante peso sobre tu consciencia!
¡Y cuán erróneo!
Perder el púlpito, o perder las credenciales de la
denominación, es una cuestión que queda entre tu padre, la
congregación y la junta ejecutiva de líderes. Pero,
frecuentemente, uno de estos te pasa de cerca, mostrando
una “razón” por la que eres responsable del asunto. Este es
el combustible que mantiene viva y próspera

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