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Tengo que ser perfecto (Y otras herejías de la casa pastoral) I Have to be Perfect Perfect” (And Other Parsonage Heresies) Sanford, Timothy L.. © 1998 by Timothy L. Sanford, M.A., L.P.C. REVISED EDITION Copyright © 2003 LifEdvice EDITION Copyright © 2015 eBOOK EDITION Copyright © 2015 All rights reserved. Originally published in English under the title: I Have to be Perfect Perfect” (And Other Parsonage Heresies) Traducido por Johanna Vilhannen. Revisado por Alex López y Mati Sánchiz. Portadas de Génesis Yelamo. Patrocinado por “Sefarad, ministerios de apoyo”. Impreso por “Metamorfosis Design”. TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS Extractos de este trabajo publicado pueden citarse en cualquier medio, con un máximo de quinientas (500) palabras sin el consentimiento expreso y por escrito del editor, siempre que el texto citado constituya menos del veinticinco por ciento (25%) del contenido total de la obra en la que se citan, y se proporcione información sobre el material citado y el reconocimiento apropiado que se da al autor. (¡Es bueno que el apóstol Pablo no haya protegido todas sus cartas! La iglesia estaría en un mundo de dolor si Moisés, el rey David y los profetas hubieran hecho lo mismo. ¡Los tiempos han cambiado!). ISBN Índice Agradecimientos ................................................................................................ .............................6 Prólogo (por Chonda Pierce) ................................................................................................ 7 1. Un vistazo al interior .......................................................................................19 2. Las fuerzas que te impactan....................................................................25 3. Tengo que ser perfecto ..................................................................................37 4. Yo ya debería saber esto ............................................................................43 5. Estoy aquí para los demás ........................................................................49 6. Soy diferente ................................................................................................ ..........53 7. No puedo confiar en nadie ........................................................................55 8. Puedo arruinar el ministerio de mi padre ....................................59 9. Las necesidades de los demás son más importantes que las mías ................................................................................................ ..........63 10. Maldito si lo hago y maldito si no lo hago..............................69 11. Dios está decepcionado conmigo ....................................................77 12. Evaluación de daños ...................................................................................85 13. Deja que el viaje continúe .......................................................................93 14. Lidiando con el tirano “debería” .........................................................99 15. Venciendo al monstruo de la ansiedad ...................................113 16. Esa cosa llamada perdón ....................................................................123 17. Encontrando a Dios entre los escombros ................................135 Apéndices ................................................................................................ ........................................145 AGRADECIMIENTOS Estos son solo algunos de los individuos que merecen en parte el crédito, en parte la culpa, por este libro. Ellos me apoyaron, alentaron, editaron, corrigieron la ortografía, reanimaron (sí, a mí), empujaron, sugirieron, criticaron, comentaron, aconsejaron, empaquetaron, titularon, escribieron y animaron. Sin ellos yo habría pasado más tiempo en las montañas, pero tú no tendrías este libro en tus manos. Max Anders (ministro) Stephen Bransford (hijo de ministro) David Gatewood (hijo de ministro y ex misionero/ministro) Chonda Pierce (hija de ministro) Ruth Van Reken (hija de ministro y misionera) Grace Saenz (amiga) Becky Sanford (casada con un hijo de ministro, ¡yo!) David (hijo de ministro) y Karene Sanford (misioneros) Heidi Sanford (hija de un hijo de ministro, actualmente Heidi Peveto) Terryll Sanford (hija de un hijo de ministro, actualmente Terryll Fleming) A tantos clientes y amigos hijos de ministro que no puedo nombrar por cuestiones de confidencialidad. Gracias. PRÓLOGO oy humorista. Sí, en serio, lo soy. Siempre he dicho que, S si creces siendo la hija de un ministro sureño, sentada siempre en la segunda fila de la iglesia, nueve de cada diez veces llegarás a ser esposa de ministro o humorista. Y yo... ¡soy humorista! Criada en medio de esa “jungla de vidrieras” que es la iglesia, he vivido algunas experiencias graciosísimas, como aquella vez que un evangelista invitado se hospedó en mi cuarto durante una semana, y una noche, mientras caminaba sonámbula, acabé en la cama equivocada. Entonces solo tenía cuatro años, así que eso no habría sido un gran problema si no fuera porque se suponía que yo iba al baño… ¿Gracioso? Para mí, crecer en la casa pastoral estuvo lleno de cosas graciosas. Sin embargo, simultáneamente viví otras situaciones que no me hicieron ninguna gracia, pero... no deberíamos hablar sobre eso, ¿o sí? Entonces aparece Tim Sanford y no solo nos permite hablar sobre esos días “no-tan-divertidos”, sino que nos ANIMA a hacerlo. ¡Asombroso! Gracias a este llamado a la sinceridad he visto la sanidad de hijos de ministros adultos que, durante años, solo necesitaban ser escuchados. La primera vez que escuché predicar a Tim Sanford fue en la Conferencia para hijos de ministro adultos que organicé en Nashville, Tennessee. Él ha trabajado como consejero profesional por muchos años, pero en el congreso pudo compartir conmigo y con otras personas una gran cantidad de conocimiento, sabiduría y visión desde el punto de vista de un hijo de ministro ¡porque él es uno de nosotros! Rápidamente Tim y yo nos hicimos buenos amigos. Yo le enseñé un par de chistes y él me enseñó cómo vencer algunos de los conceptos erróneos que tenía sobre Dios y su Iglesia. Así que, si eres un hijo de ministro buscando respuestas, un ministro buscando recursos para tu familia, o incluso un laico curioso que se pregunta qué es lo que nos motiva, este libro abrirá tu corazón y tu mente hacia una sanidad en Cristo Jesús. O, quién sabe, ¡podrías incluso convertirte en humorista! ¡O en una esposa de ministro! Chonda Pierce Humorista/Artista de grabación Nashville, Tennessee INTRODUCCIÓN lguien me preguntó una vez cómo es ser hijo de misio A neros. Mal momento, porque me pillaron en una de mis etapas más sarcásticas. (Por cierto, el sarcasmo es el segundo o tercer idioma de los hijos de ministros o misioneros). Le contesté que ser hijo de ministro es como ser una rata blanca de laboratorio: todos te observan, se meten contigo, te ponen a prueba, te miden, te investigan, pero nadie quiere meterse en la jaula y ser tu amigo. Nadie está dispuesto a ver el mundo desde tu punto de vista. Nadie está dispuesto a sentir lo que tú sientes o, al menos, escucharte describirlo. Bueno, yo ya estoy en la jaula. ¿Te importaría acompañarme? No estoy escribiendo ACERCA de los HMs (Hijos de Ministro). Estoy escribiendo A los HMs. A ti. Este no es un libro para ayudar a otros a entenderte mejor. Es un libro para ayudarte a ti mismo a entenderte mejor, quizá por primera vez. Probablemente estás pensando: “¡Esto es nuevo! ¿Quieres decir que puedo prestar atención a MIS necesidades y motivaciones? ¿Estás seguro de que es bíblico?” Te lo aseguro, lo es. Me he codeado con HMs (Hijos de Ministro e Hijos de Misioneros) toda mi vida. ¡Estoy familiarizado con casi la mitad de los HMs del mundo de alguna manera! Mi papá es un HM, lo cual convierte en HMs a sus seis hermanosy su hermana. Mi abuela comenzó su carrera como misionera a los 70 años, después de jubilarse. Cuatro de mis tíos fueron misioneros o ministros en al - Tengo que ser Perfecto gún momento de sus vidas, lo que convierte a todos sus hijos, mis primos, en HMs. Muchos de mis primos se han casado con otros HMs. (El matrimonio entre HMs es muy común). Incluso algunos de mis primos han acabado en el ministerio. ¿Quién sabe? ¡Quizá sea pariente tuyo! Como consejero licenciado profesional he trabajado con HMs y familias pastorales durante muchos años. Y mientras escuchaba historia tras historia, he notado que ciertos problemas y patrones de pensamiento se repiten mucho entre HMs. Para mi gran sorpresa, cuando examiné mi propia vida, algunos de esos patrones levantaron su fea cabeza también en mi mente. Yo pensaba que mi vida estaba “bien”. Tengo buenos recuerdos de mi infancia y juventud. Yo daba por hecho que mis patrones de pensamiento eran normales. Que yo era mentalmente saludable. No del todo. No fue hasta que volví a Ecuador hace unos años que me di cuenta –o quise reconocer– que también hubo experiencias negativas y dolorosas. Yo había estado representando el papel de “HM perfecto”, verbalizando todo lo bueno y reprimiendo lo negativo. Mi amigo íntimo, hijo de misioneros, David Gatewood, dice que mi experiencia no vale, que fue demasiado equilibrada para ser “una experiencia normal de HM”. Y después de escuchar a tantos HMs le creo. Es una triste conclusión a la que llegué. Aunque hubo muchas experiencias positivas y tuve muy buena relación con mis padres, yo sufrí daños ocasionados por haber crecido en un entorno ministerial. Hay “riesgos laborales” intrínsecos al ministerio que tus padres desarrollan. ¿Cambiaría mi experiencia como HM? Nunca. ¿Cambiaría algunas experiencias específicas que tuve que vivir? Sí, sin pensármelo. Mi visión simplista ha cambiado. Ahora veo el profundo daño que quedó en mi mente y mi corazón. Recuerdo haber leído libros acerca de lo que es vivir en una “casa de cristal”. Fue bueno leerlos, pero eso no me ayudó a desenredar mis pensamientos. Me encontraba a mí mismo diciendo, ¿entonces qué? ¿Ahora qué? También hay una alta probabilidad de que tú hayas experimentado “accidentes laborales” que vienen con el ministerio desarrollado por tus padres. Este libro se enfoca en el “¿entonces qué?” y el “¿ahora qué?”. Quiero ayudarte a destapar las conclusiones que sacaste durante esos años que pasaste como rata de laboratorio en la casa de cristal. Quiero que examinemos concretamente las conclusiones a las que llegaste acerca de ti mismo, acerca del mundo y acerca de Dios. Una de las cosas más profundas que recuerdo de todos mis cursos de psicología es este truismo : “donde quiera que vayas, ahí estarás”. Créeme, es doctrinalmente correcto, lo he comprobado. Puedes estar muy lejos de la casa pastoral ahora, puede que hace tiempo que ya hayas olvidado esas experiencias, pero las conclusiones a las que llegaste todavía están contigo hoy, aunque no te des cuenta. Y la mayoría de nosotros no nos damos cuenta. Adonde quiera que vayas llevas tu mente contigo (al menos, eso espero ). Y tú usas tu mente para interpretar los eventos diarios, filtrándolos a través de las conclusiones que hiciste hace tantos años. Leer acerca de la mente, las creencias, las conclusiones y los patrones de pensamiento puede volverse confuso rápidamente. Déjame intentar simplificar el tema usando una ilustración. Yo pienso con ilustraciones de todas formas, así que esto me va muy bien. No encontrarás esto en ningún libro de psicología, pero es verídico. Imagina que tu mente es una jukebox (uno de esos tocadiscos antiguos que funcionan con monedas). Un tocadiscos de - Tengo que ser Perfecto verdad. De esos antiguos con discos de vinilo de 45 y un panel de botones, cada uno correspondiente a una canción de éxito. Ahora imagina cómo el disco se posa en la almohadilla, el brazo se balancea por encima y la aguja se desliza sobre las ranuras mientras comienza a sonar la canción seleccionada. Algunos de nosotros podemos recordar cuando aún no eran llamados “antigüedades”. Tu mente se parece a eso, un tocadiscos. Cada disco tiene grabado el sonido de una frase simple y corta conocida como “creencia”. Una creencia es la declaración de algo que tú piensas que es un hecho, una conclusión a la que te aferras para afrontar las circunstancias que estás viviendo. La mayoría de tus creencias fueron grabadas, catalogadas y archivadas en tu tocadiscos durante tus 7-9 primeros años de vida. ¿Entiendes la ilustración? Normalmente, cuando escuchas la palabra “creencia” lo primero que te viene a la mente son tus dogmas religiosos. Pero, de hecho, tienes creencias acerca de cada cosa que hay bajo el sol. Usas esas creencias a diario mientras intentas encontrar el sentido de la vida. Por así decirlo, ¡tu visión del mundo está grabada en un montón de vinilos del 45! Así funciona (sin dobles sentidos): Vives una nueva experiencia, o algunas experiencias similares. Intentas entender la situación lo mejor que puedes. Llegas a una conclusión acerca de esa experiencia, que aceptas como verdadera, y por tanto asumes que en el futuro seguirá siendo cierta. Esa conclusión se convierte en una creencia y queda grabada en un disco que es archivado en tu tocadiscos. La nueva grabación es pulida y catalogada, y está preparada para ser usada en ocasiones futuras. Ahora, cada vez que surge una situación similar, ese disco suena y tú actúas en consecuencia. Todos tenemos un disco en común que suena prácticamente igual en todos nosotros. Es ese que dice “todos mis discos, todas mis creencias, son verdaderas”. ¡Incluso puedo corroborarlas con mis experiencias de la vida real! También he notado que todos defendemos mucho nuestro juego de discos. Si tú no estás de acuerdo conmigo, mis defensas gritarán (al menos en mi cabeza, no siempre en voz alta): “¿Crees que soy idiota? ¡Yo no creería una mentira! Tengo inteligencia también, y haré que te des cuenta. ¡Yo sé lo que está bien y lo que es verdad, y puedo demostrarlo con experiencias!” Si estás dispuesto a superar tu postura autodefensiva irracional e instintiva, entonces puede que te des cuenta de que algunos de tus discos están un poco deformados. Cuando eras niño puedes haber llegado a algunas conclusiones sin disponer de toda la información necesaria. Las creencias por las que vives y morirías puede que no sean del todo exactas. Puede que en aquel entonces parecieran ser correctas, incluso puede que hayan sido correctas en parte o en gran parte entonces . Pero no ahora. No cuando las comparas con el gran reino que es la realidad. Sin embargo, esos discos siguen en las ranuras de tu tocadiscos, deformados e inexactos, pero listos para ser activados al presionar el botón, incluso hoy en día. Cuando uno de tus no-tan-precisos discos es presionado y suena, su música parece rara a todo el mundo, excepto a ti. Para ti suena verdadero, incluso hoy. La mayoría de nosotros nunca nos detenemos lo suficiente para cuestionarnos si nuestras creencias son exactas o no. Simplemente, creemos que lo son. Es - Tengo que ser Perfecto toy seguro de que mi teoría del tocadiscos inspiró la frase: “Hombre, tú sí que tienes una mente retorcida”. No puedo probarlo, pero me adjudicaré el mérito igualmente. ¿Adónde iba? Ah, sí… Este libro describe cómo suenan algunos de esos discos deformados. Discos que he escuchado en boca de HMs una y otra vez por todo el país. Yo los llamo las herejías santas de la casa pastoral , puesto que eso es exactamente lo que son. Puede que hayas detectado un poco de sarcasmo en esta frase. Como reza el proverbio chino, “muchas verdades son dichas en broma”. La buena noticia es que los discos deformados pueden ser enderezados o reemplazados. La mala noticia es que hace falta una sincera introspección para poder encontrarlos. Espero que te tomesun tiempo para analizar seriamente tu colección de discos para ver si hay alguno deformado. Espero que aproveches la ocasión para cuestionar las conclusiones a las que llegaste inconscientemente hace mucho tiempo. Quizá sea necesario actualizar y cambiar algunas de ellas. Espero que compruebes si hay alguna santa herejía flotando alrededor de tu pura e inocente mente de HM. Además, ¡lo más probable es que tu tocadiscos necesite una limpieza de todas maneras! Los tocadiscos limpios suenan mejor. Las mentes limpias piensan mejor. Suena realmente terapéutico, ¿no es así? Siempre que alguien empieza a hablar acerca de pastores o líderes ministeriales de cualquier clase, primero debe superar una serie de obstáculos mentales. Después de todo, hablar negativamente de un pastor es lo mismo que despreciar a Dios mismo, ¿no? Ya sabes a lo que me refiero, todas las cosas del tipo “lo que no estoy diciendo”. No podemos herir sensibilidades, ¿verdad? Así que, para ser religiosa y políticamente correctos, y puros en doctrina, aquí están los argumentos necesarios para vencer esos obstáculos. 1. No estoy aquí para destruir predicadores, líderes o ministros. Estoy aquí para ayudarte a examinar, en profundidad y conforme a la verdad, tu propia vida y experiencias. 2. No te estoy dando una excusa para culpar a otro por tus propias elecciones y acciones. 3. No estoy aquí para suavizar las cosas o restar importancia a los verdaderos problemas. A veces la verdad duele realmente. Esta no es tu Escuela Dominical ni tu ensayo del coro. Los HMs están acostumbrados a fingir; estamos acostumbrados a disimular y a aparentar estar “bien”, tanto que a veces hasta empezamos a creérnoslo nosotros mismos. Bueno, aquí no haremos eso. 4. No estoy dando por hecho que todas las familias pastorales están locas y son disfuncionales. No estoy asumiendo que todos los HMs están chiflados y mal de la cabeza. Tampoco estoy asumiendo que todo fue perfecto en la casa pastoral. Ya está. Con esto es suficiente para abarcarlo todo (al menos, llega para la introducción). ADVERTENCIA para ustedes, líderes, padres, profesionales o cónyuges, que quieren entender mejor a los HMs: Es difícil entender de verdad el mundo de los HMs si no eres uno de ellos. Es diferente estar en el ministerio como adulto que ser un niño cuyos padres están en el ministerio. Como, ministro, tú escoges el ministerio; tus hijos, en cambio, no tienen otra opción. Como pastor, tienes las capacidades y habilidades para hacer frente a los riesgos laborales del ministerio; tus hijos solo tienen las habilidades y capacidades propias de un niño. Si trabajas con HMs en un ambiente laico o profesional, escucha primero, atráelos, trata de aprender en lugar de enseñar, y - Tengo que ser Perfecto luego escucha un poco más. Sé consciente de tu propia tendencia a estereotiparlos encubiertamente. No conoces nuestro mundo, así que, por favor, no finjas conocerlo. Si estás casado con un HM, ¡que Dios te ayude! ADVERTENCIA NÚMERO 2 para ti, que estás queriendo comprender mejor a los hijos de misioneros: Es aún más complicado entender y trabajar con los hijos de misioneros. A no ser que hayas sido criado como un HTC (Hijo de una Tercera Cultura) no puedes entenderlos completamente. Esta no es una afirmación pretenciosa, es solo la verdad. Repito, ser misionero no es lo mismo que ser hijo de misioneros. Para vosotros, los profesionales de la salud mental: la consejería intercultural es una especialidad . No intentes encajar a los HTC en tu propio marco teórico. No funcionará. Lo que tomas por algo disfuncional podría ser una cuestión de tu propia percepción cultural. NOTA: En vez de utilizar constantemente las palabras Hijo de Ministro/Hijo de Misioneros, he decidido utilizar solamente HM. El contenido de este libro se aplica igualmente a ambos grupos. Como los hijos de misioneros tienen que lidiar también con el cambio cultural, a menudo esa lucha con la cultura acaba siendo el único centro de atención al hablar de ellos. Pero es tiempo de poner los asuntos culturales a un lado por un rato y echar un vistazo a otros asuntos que también impactan a los hijos de misioneros. Ya he cubierto las formalidades necesarias, así que, si todavía sigues conmigo, ¡vamos allá! ¡Las ratas se están impacientando! PRIMERA PARTE DE TODOS MODOS... ¿CUÁL ES EL PROBLEMA? ADVERTENCIA: Si eres de los míos y tiendes a saltarte la introducción de un libro, ¡no lo hagas! Vuelve atrás y léela. La introducción prepara el escenario para que puedas entender todo lo que sigue. En serio. CAPÍTULO 1 Un vistazo al interior na de las palabras más difíciles de pronunciar para un U HM es la pequeña y sencilla palabra... “Y”. ¿Cuántas veces hubiera sido necesario y correcto para ti decir la palabra “y”? —Hubo tiempos buenos... y … hubo tiempos difíciles. —Papá fue un buen padre... y … cometió algunos errores también. —Estoy orgulloso de la organización misionera que nos envía... y … ellos han tomado algunas malas decisiones durante el camino. “Y”. Una poderosa y muchas veces sincera palabra. ¿O acaso no hubo… …sucesos buenos y malos? …cosas divertidas y cosas tristes? …aciertos y errores? …conductas espirituales y conductas egoístas? Hace muchos años yo estaba participando en un taller organizado por las iglesias de Colorado Springs. En uno de los descansos se me acercó una mujer de unos 30 años. No recuerdo su - Tengo que ser Perfecto nombre, así que la llamaré Janie. Le pitaron los oídos mientras yo compartía algunas de mis experiencias como hijo de misioneros en Sudamérica. Ella era de la segunda generación de misioneros de alguna parte del lejano oriente (tampoco recuerdo esta parte) y estaba casada con un pastor. Janie parecía a punto de explotar. Estaba emocionalmente hambrienta de la oportunidad de decir la palabra “y” a alguien sin ser etiquetada o reprendida. Ella no odiaba a su organización misionera, ni a sus padres, ni al hecho de ser una HM. De hecho, era muy leal a estas tres cosas. Simplemente, quería tener la libertad de expresar que también había vivido tiempos dolorosos, que la misión no siempre había acertado en su toma de decisiones. Pero no podía. La agencia no toleraba semejante cosa, extraoficialmente por supuesto. (Revisaremos este asunto de forma más profunda en el capítulo 10). Mientras hablábamos, Janie compartía vivencia tras vivencia, encantada de tener un lugar seguro en el que compartir su experiencia. No necesitaba terapia. Solo necesitaba la libertad de verbalizar el “y”. “Y” requiere ser honesto, por lo menos contigo mismo. Muchos de los HMs con los que he hablado han sido entrenados para “soportar las flaquezas de los débiles” y para “pensar (solamente) acerca de todo lo justo, lo bueno, lo puro, lo digno de alabanza”. Estas afirmaciones pueden sonar espirituales, pero son incompletas en y por sí mismas. Estoy seguro de que los fariseos también pensaban que eran espirituales y justos cuando hacían gala de cumplir toda la ley en algunas partes, mientras eran completamente negligentes en otras. Si quieres creer estas medias verdades, tú mismo. Estoy seguro de que Dios verá muy bien que tú ignores esas dos gotas de arsénico que hay en tu copa de champán para concentrarte en las divertidas burbujas. La mayoría de los HMs que conozco no han acabado en la unidad psiquiátrica de un hospital ni tras las rejas de una prisión, aunque he hablado con algunos de ellos en ambos sitios. Pero que no hayas pasado tiempo en ninguno de estos lugares, no implica necesariamente que tengas un certificado de salud mental. Los HMs son muy buenos adaptándose. Tenemos que serlo. Quizá has aprendido a adaptarte tan bien que todos los demás te ven como una persona normal que se comporta de forma normal. Puede que incluso hayas llegado a creerte por completo algunas de esas medias verdades. Sin embrago, tras esa capacidad de adaptación, puedes estar escondiendoun mundo de dolor, heridas, confusión, ansiedad y pensamientos incorrectos. Adaptarte te ha ayudado a sobrevivir, pero no es sinónimo de buena salud mental o emocional. La honestidad es mucho más difícil cuando no estás en el escenario, a la vista de otras personas. Es cuestión de equilibrio, de no caer en los extremos. Algunas de las normas de la casa pastoral recuerdan mucho a las normas de la casa de un “pecador borracho”. “No pienses” (en serio), “No sientas”, “Finge”, “No hables”, etc., son secretos de familia, ya sabes. Antes de decir que esto no pasaba en tu casa, para y déjalo calar en ti. Puede ser más real de lo que quieres admitir. “Y” es una palabra importantísima que puede cambiar drásticamente el tono de una frase. El “y” en la frase de una adolescente sentada en mi oficina con un ojo morado fue más o menos así: —Mi papá (pastor de jóvenes) dijo este domingo en la iglesia cuánto amaba a sus hijos... y… la noche anterior me había dado tal paliza que me dejó este ojo morado. ¡Vi su ojo morado! Y su madre confirmó su historia. A veces, “y” puede acabar con una conversación rápidamente. Pero cuán a menudo el “y” se queda sin decir. “Y” te permite romper el “có - Tengo que ser Perfecto digo de silencio” para por fin poder contar los secretos que de verdad necesitan ser contados. No me importa cuánto amase este pastor a sus hijos, así no se trata a los hijos, ¡nunca jamás! Para mí es muy difícil creer lo que dicen las palabras cuando los puños dicen algo totalmente diferente. En este caso los puños del papá-pastor hablaban mucho más alto que su mejor sermón del domingo por la mañana. DEFINICIÓN : Secretos de familia. Es un secreto cuando aquellos que deberían saberlo no lo saben. Con- fidencialidad es cuando los que necesitan saberlo lo saben, y los que no necesitan saberlo, no lo saben. Los secretos deben ser revelados. En serio. Encuentra alguien que sea digno de confianza. Toma el riesgo poco a poco, pero tómalo. Ese alguien puede ser uno de tus padres o hermanos, tu cónyuge o un amigo de confianza. Puede que necesites un profesional. Cueste lo que cueste, los secretos deben ser compartidos. De verdad. Repasa con cuidado lo que estoy diciendo. Puedes acabar como ese HM que me llamó para decirme que tenía una carta lista para enviarme que comenzaba así: “Gracias por arruinar mi vida”. Continuó hablando y dijo que él también pensaba que todo era bueno y maravilloso en su experiencia como HM. No había sido abusado, ni se había quedado huérfano, ni había acabado en una banda. Todo estaba bien (aparte de su historial depresivo y de las continuas dudas que albergaba sobre sí mismo) hasta que comenzó a rascar la superficie. Se había convertido en un experto “adaptado”, un hipócrita profesional. A medida que comenzó a ser honesto consigo mismo, se dio cuenta por primera vez en su vida de las herejías santas que se habían infiltrado en su pensamiento y habían causado estragos en su vida. Al principio se sintió atónito. Pero cuando terminó la conversación me dijo que estaba encantado por la sacudida y por la oportunidad de profundizar en su vida. Después de ver las cosas con claridad, fue capaz de empezar a trabajar con los asuntos que le habían mantenido prisionero todos aquellos años. Había comenzado su viaje en busca de libertad. Mientras lees, quizá te preguntas si he conocido HMs que estuvieran bien. Y sí, he conocido a todos, ¡he conocido a los tres! No; hablando en serio, muchos HMs que he conocido están bien y sanos. No obstante, procuro enfocarte deliberadamente en las afirmaciones susurradas después del “y” porque esas son las palabras que normalmente ignoramos o silenciamos. Esas palabras guardan el dolor, las heridas y la desilusión con la que puedes haber estado viviendo estos años. Son esas palabras las que, guardadas en el cajón y silenciadas, traen aislamiento, amargura, depresión y/o ira. Ahora bien, que no todo haya sido bueno no significa que todo fue malo. Enfrentar las cosas difíciles, las cosas dolorosas, las cosas incorrectas o decepcionantes que has vivido no anula lo positivo, lo divertido, lo disfrutado y lo edificante. En este punto tenemos que luchar otra vez contra la tendencia de ver la experiencia de ser HM como una experiencia extrema (blanco o negro). Tenemos que luchar para mantener siempre el “y” en su sitio, incluso cuando hablamos con nosotros mismos. Tanto si tu experiencia como HM ha sido un 95% saludable y un 5% de problemas, como si ha sido un 80% de infierno y un 20% de paraíso, tienes que estar dispuesto a echar una profunda y honesta mirada a ti mismo y a tu forma de pensar. El “y” es real; - Tengo que ser Perfecto hubo de ambas cosas en tu familia y tus experiencias. He visto el dolor, la ira y el sentimiento de estar perdido en suficientes ojos a lo largo de los años. Y no quiero que tú seas otra baja silenciosa. Lee este libro despacio y minuciosamente. Toma lo que se aplica a tu vida y desecha lo que no. Puede ser una buena idea llevar un diario mientras lees. Escribe todo lo que se ajusta a tu caso, lo que te encaja o las memorias que te trae. Documenta tus pensamientos, tus emociones y todos los recuerdos que vengan a tu mente. Incluye también tus charlas con Dios acerca del tema (asumiendo que vosotros dos aún os habléis). Esfuérzate en ser honesto y genuino. Mira hasta qué punto las palabras del diario reflejan lo que sucede entre tus orejas. Échale una ojeada al anexo “Ideas para llevar un diario”. Además, también he añadido a lo largo del libro varias fichas de trabajo que pueden ser de ayuda. Usa las que te gusten y sáltate las que no rascan donde te pica ahora mismo. Pero no las arranques, porque puede que las necesites más tarde. Quizá... A veces la verdad duele, pero si tiene que ser así, deja que sea así. CAPÍTULO 2 Las fuerzas que te impactan uando la mayoría de personas piensa acerca de los C “sistemas de creencias” o me oye hablar sobre “herejías santas”, automáticamente asumen que va a haber un ataque frontal hacia la familia. Al fin y al cabo, ¿no aprendiste todo, tanto lo bueno como lo malo, en tu entorno? Casi, pero no del todo. Los padres se llevan mucha culpa, merecida o no, pero nunca falta gente sentada en un banco de la iglesia esperando a que pase algún jugoso pedazo de chisme acerca de la familia pastoral. La verdad es que hay más voces en tu jukebox aparte de las de tu madre y tu padre. Tienes influencias de tu familia, de tu comunidad cristiana y de tu cultura. Y las tres voces están profundamente implantadas en tu jukebox. Fuerzas familiares La familia juega un gran papel en la formación de tu visión de las cosas. Muchas de las afirmaciones de tus discos fueron grabadas en el hogar de tu infancia. Por tanto, es lógico empezar por aquí. La familia es una “micro-cultura”, el grupo más pequeño de los tres que vamos a observar. La familia es el “nosotros” de las relaciones individuales. La familia es el lugar donde las influencias que vienen a través de la comunidad y la cultura son afinadas o erradicadas. Aunque no es la única fuerza que ejerce presión sobre ti, sí es la más cercana. - Tengo que ser Perfecto ¿Qué afirmaciones “ y ” son realidad en el caso de tu familia? ¿Qué te enseñaron tus padres con sus acciones y las cosas que no te dijeron? Resiste la tentación de asumir que otros HMs tuvieron el mismo tipo de padres y familia que tú tuviste. He visto pastores/ padres de todo tipo, desde santos hasta psicópatas. He sabido de madres casi divinas y de madres completamente histéricas. Se estima que el 80% de los ministros de hoy en día (datos de USA) provienen de familias disfuncionales1 . ¡Santo cielo! ¡Eso me suena a desastre inminente! A veces, la realidad es más extraña que la ficción, incluso en los consagrados vestíbulos del templo. ¿Qué expectativas no expresadas tenía tu familia? ¿Cuál era la imagen que tu familia debía proyectar? ¿Tenías permiso paraexpresarte tal como eras? ¿Se te permitía tener y expresar todas las emociones? ¿Te escuchaban? En casa, ¿tenías un papá o un pastor? Ahora mismo te interesa ser honesto, no “desollar” a papá (éste es otro de los obstáculos mentales que veíamos en la introducción). A algunos de vosotros estas preguntas nunca os han venido a la mente. Nunca os habéis parado a pensar en esto en serio. Fuera, en público, estas conductas no existen. Pero en la privacidad de la casa pastoral, donde solo tú veías, escuchabas y sentías, ¿existían? Puede que algunas sí y otras no. Algunas pueden haber sido ciertas la mayor parte del tiempo, otras, solo a veces. El veneno es malo sin importar la cantidad ni la frecuencia con que se toma. La gente que no está a salvo, no lo está, aunque solo sea a veces. Tu familia, como cualquier otra familia, tiene su parte buena 1 H.B. London, Jr. and Neil B. Wiseman, Pastors at risk, (Wheaton, IL: VictorBooks, 1993), 45. y su parte mala. Incluso puede pasar que unas veces sea un lugar seguro y otras veces un lugar inseguro. Lo importante es que veamos cómo era en realidad. Una vez que lo ves claramente, puedes actuar en consecuencia. La ignorancia no es una bendición, de igual forma que firmar un contrato sin leerlo no implica que podamos estar tranquilos. Comunidad Cristiana La comunidad cristiana es la “subcultura” a la que pertenece tu familia. Te define a ti y define a tu familia. La comunidad es el grupo social, el colectivo más amplio al que pertenecemos. ¡Oh, sí! El infame ellos SIGUE LA PISTA AL CONEJO : ¿Quiénes son esos ellos en quienes malgastamos tanto tiempo y energía procurando complacerles u ocultarles cosas? ¿Alguna vez te has dado cuenta de cómo ese ellos no tiene nombres ni rostros específicos? Ellos nunca te dicen nada a la cara. Ellos son un grupo borroso de quién-sabe-quiénes que nos miran, nos evalúan y nos juzgan, y que de alguna forma han acabado teniendo el poder de validarnos o invalidarnos, de aceptarnos o rechazarnos. Ellos componen ese grupo invisible que constituye el “nosotros”, ese grupo que es mayor que la suma de sus miembros. Es por eso que no hay voces o caras concretas. Es la colección de normas, expectativas, amenazas y recompensas no escritas y usadas para hacerte encajar en la imagen corporativa del grupo. - Tengo que ser Perfecto La comunidad cristiana, en la forma de iglesia local, denominación, organización misionera paraeclesiástica o concilio de misiones, es la fuerza más infravalorada de tu sistema de creencias. Desde los máximos líderes de la denominación hasta los chismes que se cuentan en la cafetería u otros espacios “de comunión” de la iglesia (¿no es un nombre irónico? “Comunión”. ¡Pero si es el lugar de la iglesia donde más se habla de la gente a sus espaldas!). La comunidad tiene un profundo impacto en sus miembros, especialmente en ti. El poder de un grupo es casi irrompible. Y esto es cierto en todos los casos, desde la tragedia del culto a Jim Jones hasta la experiencia de un grupo de deportistas olímpicos. ¿Por qué pensamos que el grupo llamado iglesia es diferente de los demás? Yo aprendí desde muy temprano que la gente escucharía predicar a mi padre y después ofrendaría para nuestro sustento en proporción directa a mi comportamiento durante la reunión. Mi padre nunca me enseñó eso. Mi madre nunca me insinuó eso. Los calienta-bancos, la santa iglesia de Dios me lo enseñó. Quizá nunca pensaste en ello de esta manera, pero los HMs tienen 100 padres y 150 madres. ¡Puedes apostar que es así! ¡No es de extrañar que seamos tan perfectos! NOTA PARA PADRES DE HMs : Tú compartiste (o estás compartiendo) tu influencia paternal con la congregación de la iglesia. Sea justo o no, así es. El rebaño local se ha convertido en la familia extensa no-oficial de los HMs. Y eso influye silenciosa, pero poderosamente, en su pensamiento y comportamiento. Es uno de los riesgos laborales que recaen sobre tus hijos. Tienes que estar atento. Compartes tu rol como progenitor con cualquiera que entra por la puerta del templo. Te guste o no, tienes que vivir con ello, y tus hijos también. DESAFÍO PARA LOS FELIGRESES: Lo que tú piensas, lo que transmite tu lenguaje corporal y lo que dices acerca de los hijos de pastor no pasa desapercibido. ¿Te fijas en el dobladillo de la falda de la HM, pero no en el de las otras niñas? ¿Te das cuenta de lo rápido que conduce el HM en el aparcamiento, pero pasas por alto cómo conduce tu propio hijo? Piénsalo bien antes de contestar. Chonda Pierce, humorista y amiga mía, cuenta una historia de cuando ella tenía cinco años. Estaba bebiendo agua de la fuente de la iglesia un domingo, entre la escuela dominical y el culto. Había dos mujeres ancianas detrás de ella en la fila. Una de ellas se estiró y le dio un golpecito en la cabeza con el dedo mientras decía a la otra: “Esta es una de las hijas de nuestro pastor. No es muy g-u-a-p-a…” Chonda, tan atrevida como siempre ha sido, incluso a la edad de cinco años, se dio la vuelta tranquilamente y contestó: “No, pero soy realmente muy i-n-t-e-l-i-g-e-n-t-e…” Los HMs no son idiotas ni sordos ni ciegos. Por cierto, Dios tampoco lo es. Así que eres responsable del impacto, verbal o de otro tipo, que causas en los HMs de tu iglesia. Para no parecer un HM resentido que solo busca reivindicarse a sí mismo y defender su propia agenda, echa un vistazo a lo que Stephen Arteburn y Jack Felton describen como un “sistema eclesiástico inseguro” en su libro Fe tóxica . Aquí están sus “10 normas para un sistema de fe tóxico”: 1. Control - El líder debe tener el control en todo momento. 2. Culpa - Cuando lleguen los problemas, encuentra un chi 2 Stephen Arterburn and Jack Felton, Toxic Faith, (Nashville, TN: Oli ver-Nelson, 1991), 263. - Tengo que ser Perfecto vo expiatorio que cargue la culpa inmediatamente. 3. Perfeccionismo - No cometas errores. 4. Espejismos - Nunca señales la realidad de una situación. 5. Alegría permanente- Nunca expreses tus emociones... a no ser que sean positivas. 6. Lealtad ciega - No hagas preguntas, especialmente si son difíciles. 7. Conformismo - No hagas nada fuera de tu rol o posición. 8. Desconfianza - No confíes en nadie. 9. Avaricia - Nada es más importante que dar dinero a la organización. 10. Imagen perfecta - Mantén la imagen de la organización o de la familia a toda costa. ¿Alguna de estas normas encajan con la iglesia en la que creciste? ¿Había un control absoluto del líder, aunque en su propia jerga lo llamasen algo así como “servicio de liderazgo”? ¿Había lealtad ciega? ¿Había la necesidad de mantener “la imagen”? ¿Se esperaba eso de ti? ¿Había alguna regla no escrita a la que conformarse u otra cosa similar? Hace algunos años fui a México con un grupo de escalada. Uno de nuestros objetivos era alcanzar el Pico de Orizaba, de 5.636 metros de altura. El día antes de llegar ocurrió un accidente que involucró a tres escaladores. Muchos de nosotros intentamos un rescate. Pero cuando llegamos al lugar donde estaban los alpinistas uno de ellos ya estaba muerto. Había sufrido una conmoción cerebral al caer por una ladera helada de más de 600 metros de altura. El segundo alpinista murió justo delante de mí unos cinco minutos después de que llegásemos a ayudarles. El alpinista restante fue exitosamente inmovilizado y transportado fuera del glaciar, desde donde fue evacuado en helicóptero al día siguiente. Mientras intentábamos encontrar algún sentido a esta tragedia, lidiar con nuestras emociones y dormir un poco, cada uno de nosotros decidió no seguir escalando al día siguiente. Cada uno de nosotros se prometió a sí mismo quedarse en el refugio mientras los demás seguían escalando hasta la cima. Sin embargo, cuando la alarma sonó a las 3:00 am el grupo se levantó, y ni un solo escalador dijo “no”. Todos nos vestimos. Todos empacamos nuestro equipamiento. Todos nos dirigimos a la puerta. El poder del gruponos había absorbido y todos salimos a ese fuerte viento previo al amanecer en busca de la cima, ignorando las elecciones individuales que habíamos hecho solo unas horas antes. No pienses ni por un momento que la comunidad cristiana es menos poderosa. ¿Hasta qué punto era segura la comunidad en la que creciste? ¿Cuánta fe tóxica había alrededor de la escuela dominical o de las reuniones directivas? Cultura Si la comunidad cristiana es la fuerza más infravalorada, la cultura es la más ignorada de las tres. Esta amplia fuerza de impacto, a la que llamo “macro cultural”, trae estructura y orden a tu comunidad, a tu familia y a ti mismo como individuo. Determina cómo defines tus necesidades psicológicas, religiosas y sociales. Define cómo ves la belleza y qué es lo que te gusta y lo que no. También define tu lenguaje y tu forma de comunicarte - Tengo que ser Perfecto con el resto del mundo, desde los miembros de tu familia hasta tus compatriotas. ¿Qué clase de impacto directo ha tenido la cultura en ti? Podría sorprenderte. ¿Y qué impacto indirecto ? La cultura impacta la cultura cristiana, que a su vez te impacta a ti. La sociedad tiene una gran influencia en tu familia, que a la vez te impacta a ti. ¿Hasta qué punto piensas como piensa un americano (si es que eres americano)? ¿Hasta qué punto tu familia y tu iglesia piensan como americanos (si es que son americanas)? Si alguna vez tienes la oportunidad de tener una charla profunda con personas de otra cultura, hazlo. Puede ayudarte a abrir los ojos y ver profundo impacto que tu cultura tiene en ti. Aunque tengas que pagar el almuerzo, pregúntales cómo ven la cultura americana y el impacto que esta tiene en ti. Observo que cada vez hay más y más información para ayudar a los hijos de misioneros a asumir sus identidades únicas como Niños de una Tercera Cultura. Me anima ver que más y más agencias misioneras se preocupan por nuestras necesidades. Ya era hora. Por otra parte, también es bueno saber que solo porque tengo esas pequeñas motas marrones en mi pelaje blanco de rata, ¡no soy totalmente alienígena! Necesitas ser consciente de las fuerzas que pueden haber impactado tu pensamiento, y que han forjado las grabaciones del tocadiscos de tu mente. Cualquiera de esas fuerzas puede transmitirte herejías santas. SEGUNDA PARTE ¿CUÁL ES EL DAÑO REALMENTE? CIRUGÍA EMOCIONAL PRESCRIPCIÓN: Durante la lectura de este libro tienes libertad para sentirte herido, triste, llorar, enfadarte, estar confundido, sentir alivio, alegrarte, todas las anteriores o ninguna de ellas. Posología: tantas veces como sea necesario. Las herejías santas son un asunto serio y por lo tanto deben ser tratadas con respeto. Nos toca examinarlas sistemáticamente. (El sarcasmo está creciendo en esta parte). He decidido dividirlas en tres grandes categorías: 1. Herejías santas acerca de ti mismo. Estas son cuatro conclusiones a las que puedes haber llegado relacionadas con “qué piensas de ti mismo como persona”. 2. Herejías santas acerca del mundo. Estas herejías están relacionadas contigo, porque son tus discos, pero estas cuatro conclusiones expresan “cómo tiendes a ver a los demás y/o tu ambiente”. 3. Herejías santas acerca de Dios. Solo esta sección podría abarcar el libro entero, pero la he reducido a un asunto principal que parece afectar mucho al pensamiento que puedes tener acerca de Dios. - Tengo que ser Perfecto Mientras ayudaba a muchos HMs a identificar estas herejías santas, he notado que los HMs de edades entre los 25 y los 50 años son los que están más dispuestos a verbalizar la presencia de estos pensamientos. No estoy seguro del porqué, pero tengo mis suposiciones. Normalmente, nos lleva hasta la etapa de jóvenes adultos el desarrollar la madurez mental y emocional que necesitamos para entender profunda y correctamente. Quizá sea porque somos golpeados con suficiente realidad para comenzar a ver más allá de nuestras anteriores y más idealistas expectativas. Quizá porque cuando tenemos hijos comenzamos a reevaluar nuestra propia infancia. O quizá sea simplemente que necesitamos mucho tiempo para aprender a dejar de fingir aquello que hemos fingido tan bien durante los primeros treinta años de nuestra vida... Cualesquiera que sean las razones oficiales, el patrón aún persiste. Mientras lees cada uno de los siguientes nueve capítulos, ten en mente que no todas las herejías que verás son aplicables a tu situación. Esta es una recopilación de los principales patrones de pensamiento que he escuchado a lo largo de mis años viviendo y trabajando con HMs. Tú puedes sentirte identificado con algunos de ellos, pero no con otros. Esto es algo de esperar. El número total de herejías que encuentras en tu colección de discos es lo que vamos a llamar cantidad . He conocido a algunos HMs que dicen identificarse con las nueve herejías. Sin embargo, estoy seguro de que la mayoría de ellos no se parecen a ti a primera vista. Así que toma aquello con lo que te identificas y deja el resto para los demás. Por eso te animo a escribir un diario y tomar tiempo para reflexionar detenidamente en cada capítulo. Además de la cantidad de herejías que se aplican a ti, existe lo que yo llamo la intensidad de cada herejía. Una herejía en par - Segunda Parte ticular puede presentarse en tus pensamientos de vez en cuando, la mayoría del tiempo o todo el tiempo. Puedes creerlo en parte, pero no del todo. ¿Con qué volumen – intensidad– suena el disco en tus oídos? Sin importar tu edad, examina cuidadosamente las siguientes nueve herejías santas para ver si se aplican a ti. Cuando leas cada capítulo quizá te parezca que el asunto queda a medias. Así es. En esta sección trataremos solo los engaños. La verdad saldrá cuando lleguemos a la tercera parte. Primero las herejías, después la sanidad. CAPÍTULO 3 LAS CUATRO HEREJÍAS SANTAS SOBRE MÍ MISMO (1) Tengo que ser perfecto omo buen evangelista, iré directo al corazón. “Tengo que C ser perfecto” es una herejía tan amplia que toma muchas formas y disfraces. He escuchado a muchos HMs repetir esas palabras exactas. A otros que la niegan con sus palabras, pero la afirman con sus patrones de conducta y pensamiento, aunque no se vean a sí mismos como personas perfeccionistas. Como cualquier herejía que vale el precio de la tinta y el papel donde está impresa, “tengo que ser perfecto” tiene muchas variaciones. Todas ellas pueden herirte profundamente. “¡Por supuesto que tengo que ser perfecto! ¡Déjame contarte las razones!” —Todos esperan que yo sea el brillante ejemplo de lo que mi padre predica. —Si no soy ejemplo, es porque estoy siendo irresponsable. —No quiero decepcionar a mis padres. —Porque entonces estaría decepcionando a Dios. —Todo será más fácil para todos si soy perfecto. —No quiero ser tropiezo para que nadie deje de escuchar el mensaje del evangelio. - Tengo que ser Perfecto —La imagen lo es todo, eso es lo que mamá siempre dice. —La congregación apreciará más a mi padre si yo soy perfecto. ¿Algo que quieras añadir a esta lista? Algo interesante de esta herejía es que tú eres el único atado por ella. Los demás no tienen porqué ser perfectos. Solamente tú. Los demás tienen permiso para ser humanos y cometer errores, pero tú no. “Los demás pueden, pero tú no”. ¿Alguna vez te dijeron eso? Más sobre este tema en el capítulo 6. El perfeccionismo crea una meta que es tan inalcanzable como irreal. Nosotros lo expresamos en agradables términos cristianos, como si eso lo hiciera más asequible de alguna manera: si tan solo fuera suficientemente constante, si confiase lo suficiente en Dios, si yo... si yo pudiera... Y para seguir persiguiendo esta absurda meta del perfeccionismo asumimos un complejo sistema de afirmaciones “yo debería” que actúan como un pseudo-Espíri- tu Santo , como un dictador tirano cuya sola tarea es mantenernos en formación, en perfecta formación. —Yo no debería haber dichoeso. —Yo debería ser más paciente. —Yo no debería estar tan cansado. —Yo no debería ... ¿Lo escuchas? Digas las palabras exactas o no, ¿está presente en tu pensamiento? Por cierto, ¿quién dijo que esa era la forma en la que todo debería ser? El perfeccionismo crea una meta inalcanzable y te lleva a elaborar una larga lista de afirmaciones “debería”. Pero “debería” es algo bueno, ¿no? Te protege de hacer algo malo o estúpido, ¿no? Te mantiene responsable, ¿no? Seguro que lo hace. Igualito que atar a un niño de dos años al cabecero de la cama para que no se queme las manitas con el hornillo de la cocina. Funciona, pero no es la manera de mantenerlo a salvo. Con el pensamiento debería , solo tienes dos opciones: la manera del debería o la manera incorrecta. Y no solo en los asuntos más importantes que tratan las Escrituras, donde hay verdadero bien y verdadero mal, sino también en todas las demás cuestiones de la vida. Esta mentalidad del y/o es un catalizador para la ansiedad. Ah, se me olvidaba… que los creyentes no tenemos “ansiedad”, solo “preocupación”... No lo compres, no te lo creas. Es el mismo perro, pero con distinto collar. Y ahora, como adulto, te ves a ti mismo tomando decisiones basadas en lo que te da miedo. —Miedo de fracasar —Miedo de lo que pensarán los demás —Miedo al rechazo —Miedo de no saber algo —Miedo de ser irresponsable —Miedo de defraudar a Dios —Miedo... miedo… - Tengo que ser Perfecto Miedo. Y todo porque en algún profundo lugar dentro de ti te sientes obligado a ser perfecto. ¿Te suena familiar? ¿Y a tu cónyuge? ¿Tus amigos dirían que este capítulo te pega? Recuerda, el perfeccionismo viene de muchas direcciones y con muchas caras. Que tu armario sea un desastre no implica que en tu mente no habite un pensamiento perfeccionista. El pensamiento perfeccionista no solo genera un torbellino de ansiedad, sino que destruye tu confianza en ti mismo. Cuando todo es “debería” o fracasar, acabas fallando con mucha frecuencia, lo que te convierte en un fracasado (o, al menos, así lo piensas), lo que te convierte en un estúpido imbécil, lo que erosiona tu confianza. A estas alturas tienes dos opciones, otra vez. La primera es morir intentando... intentando... intentando ser perfecto. Incluso puedes distorsionar la realidad para, por lo menos, sentirte algo exitoso. La otra opción es rendirse y largarse. “Si no lo intento”, te dices a ti mismo, “no puedo fallar”. Mejor no intentarlo y fallar, que intentarlo con todas tus fuerzas y quedarte corto, ¿verdad? Así que creas una excusa que te permita mantener las apariencias. A esto nos lleva la herejía que dice “tengo que ser perfecto”. La excelencia está bien. La pasión por la obra de Dios es genial. El perfeccionismo, sin embargo, mata. Como rata de laboratorio, me mueven las recompensas y evito el dolor a toda costa. Puedo vivir con las dos cosas o sin ninguna de ellas. Pero si me electrocutas por cada pequeña cosa que hago que no es completamente perfecta, ¡acabaré neurótico, violento o catatónico! Lo mismo sucede con los humanos. La ansiedad, mezclada con una autoestima dañada, te convierte en el mejor candidato para la depresión. En 1996, durante la primera conferencia anual para HMs adultos en Nashville, yo estaba enseñando en un taller llamado “En la mente del HM”. Uno de los HMs que estaban sentados en la primera fila me preguntó por la depresión entre los HMs. Pedí que levantasen la mano aquellos a quienes les hubieran diagnosticado una depresión, recetado antidepresivos u hospitalizado por depresión. De los cien adultos presentes, casi ochenta levantaron la mano. La evidencia me golpeó como un tren. Pero una mujer sentada al fondo de la sala acabó de rematarme con una frase: “Sí, pero no se nos permitía estar deprimidos”. ¡Auch! Pero qué gran verdad. ¿Algo de esto te suena familiar? NOTA DE ESTUDIO: Estas herejías tienden a interrelacionarse. A medida que lees estos capítulos, repasa lo de delante y lo de detrás. Verás que hay cosas que se conectan. Donde hay una herejía, puede haber más. CAPÍTULO 4 LAS CUATRO HEREJÍAS SANTAS SOBRE MÍ MISMO (2) Yo ya debería saber esto l mejor ejemplo para comenzar a tratar esta herejía espe E cialmente sigilosa está en mí. Desde que recuerdo, siempre he pensado que “yo ya debería saber” todo lo necesario para manejar cualquier situación que estuviera enfrentando. “Yo debería saber” la respuesta a la pregunta de la profesora de la escuela dominical; “yo debería saber” cómo manejar un conflicto concreto... A pesar de que nunca me hubiera encontrado en una situación como esa antes, “yo ya debería saber”. Podría escribir un libro con todas las cosas que creo que ya debería saber. Esta herejía no se ciñe solo a temas religiosos. Hace años, cuando yo era guía de montaña, tuve la oportunidad de bajar en kayak por el río Arkansas. Mientras ejercitábamos la técnica para mantener esta pequeña y graciosa embarcación boca arriba en el estanque de prácticas, yo trabajé muy duro para dominarla. Entonces, el “yo ya debería saber ” empezó a apoderarse de mí. Al fin y al cabo, yo estaba en forma. Yo era un guía de montaña. Había bajado el río muchas veces (aunque en una balsa, y con otro guía). Así que pensé que “yo ya debería saber cómo manejar aquel artefacto”. En el momento de la verdad, mientras nos metíamos en el río, yo ya me había propuesto hacer el recorrido entero sin caer al agua. Después de todo (otra vez), yo “debería saber cómo manejar aquel cacharro”. Recuerda que yo nunca había navegado en un kayak, nunca en mi vida, jamás. Pero el - Tengo que ser Perfecto “ya debería saber” no tiene en cuenta minucias como la realidad. Ya en el río, no tardé más de 30 segundos (sí, segundos ), en darme la vuelta con el kayak y caer al agua. La frustración que sentí no fue por la dificultad que tuve para salir del kayak, que había volcado a menos de un metro de profundidad, sino porque había fracasado en ya saber cómo usar un kayak. La herejía “yo ya debería saber” puede atacar en cualquier lugar, cualquier momento y cualquier tema. Por cierto, después de aquel fracaso, realicé el resto del recorrido sin volver a caer. El “fracaso” inicial rompió la expectativa del “ya debería saber” y me liberó para poder disfrutar la experiencia. Una variante de esta herejía es la que dice “yo debería ser más maduro espiritualmente de lo que soy ahora mismo”. Sea lo que sea, yo debería saberlo. “Donde quiera que esté en mi desarrollo espiritual, debería haber avanzado más”. Este es un patrón de pensamiento que pocos no-HMs pueden entender. No pueden entender cómo hemos llegado a pensar de este modo. Francamente, yo tampoco estoy seguro de entenderlo, aunque debería ... No puedo conectarlo con ningún suceso o circunstancia que pueda recordar. Creo que esta herejía ha ido desarrollándose a través de un patrón de interacciones que puede haber sido como esto: La gente sabía que yo era HM y asumieron que yo ya sabía más que los demás niños. Yo percibí lo que estaban asumiendo y concluí que quizá era verdad que yo debía saber más. Ellos me vieron fingiendo, por lo que concluyeron que ciertamente yo sabía más que el resto. Y continuaron asumiendo… Y yo continué fingiendo... Cuando estás en él, este ciclo te crea cuatro problemas: Primero, te haces buenísimo en fingir y esconder la realidad. ¿Ves con qué facilidad esto se puede mezclar con la herejía “tengo que ser perfecto”? Te conviertes en un experto de lo que yo llamo “agacharse y refugiarse”. Y esta falta de autenticidad daña tu crecimiento emocional y espiritual. Puedes hacerte tan bueno en fingir que acabes creyéndotelo tú mismo. Segundo, tiendes a no pedir ayuda. Después de todo, ¿cómo pedir ayuda con algo que tú ya deberías saber ? ¿Por qué deberías mostrar a todo el mundo que tú no sabes lo que ya deberías sa- ber ? Vas por la vida solo, con tu propio entendimiento, observando silenciosamente a los demás,pero sin pedir ayuda. Tercero, la otra cara de no pedir ayuda es que los demás tienden a no ofrecerte su ayuda tampoco. ¿Alguna vez alguien de la iglesia te preguntó si querías ser discipulado o mentoreado? ¿Alguien te ha preguntado alguna vez si necesitas un amigo y un compañero que te anime? Si estás parcialmente aislado por tu falta de iniciativa, el círculo de aislamiento se completa cuando los demás no se acercan a ti para ofrecerte ayuda. Te sientes aislado, solo y diferente (verás este tema de nuevo en el capítulo 6). El cuarto problema es probablemente el más dañino. El “ya debería saber” convive con una dolorosa realidad: todavía hay un montón de cosas que tú no sabes. Y eso puede ser el primer paso para que el auto-rechazo levante su fea cabeza y te trague enterito. “Yo ya debería saber... pero no sé… soy estúpido”. Empiezas a - Tengo que ser Perfecto pensar que eres un fracaso, y es fácil embarcarse en un programa de paliza mental que pretende conseguir que endereces tu rumbo y actúes como deberías , sea lo que sea lo que eso signifique, y aunque no tengas ni idea de cómo hacerlo. Así, puedes llegar a convertirte en alguien muy hábil en machacarse a sí mismo con las palabras. Te insultas a ti mismo. Te repites a ti mismo frases de menosprecio en las catacumbas de tu mente. Concluyes que eres un imbécil o un fracasado. He hablado con algunos HMs que han llevado el auto- desprecio un paso más allá, llegando a autolesionarse por sentirse tan estúpidos o incompetentes; todo porque creen que ellos ya deberían saber . Quizá pienses que estoy hablando de cortarse las venas o de alguna otra manera no saludable de lidiar con el “ya debería saber”. Normalmente no. Al fin y al cabo, los HMs tienen que ser, o al menos parecer, perfectos. ¡Sería totalmente inaceptable ir a la iglesia con cicatrices en las muñecas a la vista de todos! ¡Piensa en lo que diría la familia Jiménez! ¡Las ofrendas bajarían! ¡El mundo se acabaría! ¡Y, por supuesto, el maravilloso ministerio de papá también! —”¡Oh, Dios Santo! ¿Ha visto eso, hermana Ester?” El daño físico del que hablo suele estar escondido. Quien es bueno fingiendo suele ser bueno ocultando. Puede involucrar cortes, pero casi siempre en lugares que tapa la ropa. También puede tomar la forma de un ejercicio físico excesivo, hasta el punto de dañar el cuerpo. Otra forma de dañar tu cuerpo es la de comer de más, o no comer. Esa una gran manera de dañarte a ti mismo sin que se note. Más de este tema en el capítulo 10. RECORDATORIO: Esta herejía, como las demás, tiene al menos un poco de verdad. Tenemos que ser responsables, sabios y competentes. Es cierto. Tenemos que aprender de nuestros errores e intentar no repetirlos. Correcto. Pero eso es muy diferente de la herejía que dice “ya debería saber”, que es, simple y llanamente, mentira. Se siente como si fuera verdad. Pero no lo es. Parece verdad. ¡Pero no es verdad! Tú solo sabes lo que sabes hoy, y eso es aceptable para hoy. Aprenderás más; mañana estarás más avanzado de lo que estás hoy. Pero por hoy, está bien. Y es suficiente, para hoy. CAPÍTULO 5 LAS CUATRO HEREJÍAS SANTAS SOBRE MÍ MISMO (3) Estoy aquí para los demás CONSEJO PARA LA LECTURA: Normalmente, esta herejía va de la mano con la herejía que dice “las necesidades de los demás son más importantes que las mías”, que desarrollaremos en el capítulo 9. Son compañeras de cama (me gusta esa expresión), y una combinación muy peligrosa. Quizá quieras avanzar y retroceder entre estos dos capítulos mientras lees. Tienes permiso, ya sabes. l himno lema para esta herejía es “Channels Only”3 . Y el E versículo principal, “sobrellevad los unos las cargas de los otros” (Gálatas 6:2 RV60). Crecer rodeado de gente con la mente fija en el ministerio puede programarte fácilmente para encadenar pensamientos como: Estoy aquí para ser una manguera espiritual. Ya sabes, pasar el “agua de vida” a otros. Pero la manguera no es importante, y tampoco lo soy yo, solo las otras personas. Yo solo existo para servir a otros. Puedes pensar que es tu trabajo, incluso tu obligación, el ha 3 Canales solamente (N.T.) - Tengo que ser Perfecto cer que los demás se sientan felices y confortables. Después de todo, ellos son los que están siendo ministrados, ¿verdad? Es egoísta estorbar “la obra de Dios” con tus propias necesidades, ¿cierto? ¡Mentira... mentira... mentira! ¡Pero nunca una mentira sonó tan... tan espiritual! Recuerdas las predicaciones. No deberías “velar... por tus propios intereses, sino... por los intereses de los demás”. No te preocupes por las palabras “solo” y “también”, que he obviado en el versículo que citaba (Filipenses 2:4 NVI). Tenemos que “llevar las cargas de los otros”. Pero eso es una media verdad. Y las verdades a medias son tan dañinas como las completas mentiras. Si mantienes esta línea de pensamiento, conscientemente o no, la bola se te va a ir por el canal lateral de la pista y no vas a tirar ni un solo bolo, asumiendo que en el cielo se juegue a los bolos. Quizá hayas adoptado esta posición para no parecer egoísta o egocéntrico, lo que vendría a ser el canal del otro lado de la pista. Te has ido al otro extremo, pero sigues tirando la bola por el canal y no por el centro de la pista. Ser egoísta o arrogante está mal. Pero desmerecer el valor que Dios te da es igualmente malo. Si se juega a los bolos en el cielo como en la tierra, lanzar la bola por el canal derecho da los mismos puntos que lanzarla por el izquierdo: cero. Si tus necesidades legítimas no son satisfechas, o bien te deprimes (aquí aparece otra vez esta fea palabra que empieza con D), o bien intentas preservar algo de tu autoestima aferrándote a la auto-justificación. Silenciosamente vas anotando todas las veces que te has sacrificado por causa del Evangelio, y de alguna forma intentas llenar los impresionantes agujeros de tu alma de - Estoy aquí para los demás esa manera. Sea como sea, tú sales perdiendo. Pierdes la oportunidad de que tus necesidades sean cubiertas. Pierdes un sentido saludable de identidad. Pierdes contacto con la verdad. Volveremos a tratar este tema en el capítulo 10. Mi padre recuerda una ocasión en primaria en que su profesora del Club Bíblico le pidió que dejase de memorizar versículos hasta que algunos de los otros niños pudieran alcanzarle. Los otros niños del club estaban desanimados porque él, el hijo del pastor, les sacaba mucha ventaja en la competición de memorización. De él debería esperarse que pusiera las necesidades de los demás por encima de las suyas propias. El respeto a los líderes y el respeto a los demás en general eran valores principales en casa de mis abuelos. Así que la petición de la maestra fue acatada. Solo quedaban algunas semanas para que acabase la competición, y la profesora prometió que avisaría a mi padre cuando alguien se acercase al número de versículos que él había memorizado, para que él pudiera reanudar su trabajo de memorizar. Pero se olvidó. Y su propio hijo, amigo cercano de mi padre, ¡acabó ganando el codiciado premio! Aquel fue un final muy decepcionante para la historia de ese niño que tan ansiosamente esperaba ese premio, que podía haberlo conseguido con facilidad, pero lo perdió. Papá admitió que había olvidado el incidente (después de algún tiempo). Pero la historia resurgió veinticinco años más tarde, cuando mi padre se encontró con aquella maestra del Club Bíblico otra vez. Ella se disculpó efusivamente por aprovecharse de la complacencia que aquel niño había mostrado al aceptar su petición de poner “a los demás antes que a sí mismo”. El perdón fue otorgado, compartieron lágrimas, y el dolor en el corazón de su maestra fue aliviado con un abrazo. - Tengo que ser Perfecto Vi el impacto de esto en los ojos de una HM adolescente con la que trabajé hace unos años. Ella estaba sentada en mi oficina comportándose como alguien que solo sobrevive en un campo de concentración,sin sueños, sin vida, sin nada. Papá estaba ocupado siendo pastor, mamá estaba deprimida y ella simplemente estaba sola. No le había pasado nada “terrible de verdad”, “tan solo” carecía de todo lo bueno. Ella no pedía nada, no quería nada. Había aprendido a no depender de nadie más que de sí misma. La última vez que la vi, había elegido pasar por la vida medicada con ayuda de las drogas. Mi corazón lloró cuando la vi salir de mi oficina por última vez. Todo esto sucede gradualmente, sutilmente, y, lo más probable, sin ninguna intención. Pero sucede. Y en todo momento es aplaudido como servicio espiritual, como “luchar contra la carne”. Pero, aunque al observador externo le puede parecer un sacrificio abnegado, e incluso aunque a tus padres se lo parezca, no lo es. Yo puedo matarte disparándote con una pistola. También puedo matarte dejándote morir de hambre. La pistola es ruidosa y escandalosa. El hambre es silenciosa y pasa desapercibida hasta que es demasiado tarde. Sea como sea, ambas te matan. Una HM lo resumió con claridad cuando dijo: “A veces los HMs son el cordero en el altar del sacrificio del ministerio”. Tristemente, en muchas ocasiones es así. LAS CUATRO HEREJÍAS SANTAS SOBRE MÍ MISMO (4) Soy diferente sta herejía no tiene nada que ver con los nombres des E pectivos que te ponían tus hermanos o amigos mientras crecías. Tampoco tiene nada que ver con las diferencias legítimas. Los hijos de misioneros como yo nos sentimos así, diferentes, porque tenemos un concepto mezclado de la cultura. Quiero decir, ¡cuántos otros niños van al colegio en elefante para no ser atacados por leones! Esta es una historia genial que escuché contar a HMs en la Escuela Bíblica Infantil cuando volvían a USA en esa cosa llamada la gira misionera. Como HM, recuerdo haber sentido que no encajaba cuando volvía a USA. Hacía lo único que sabía hacer: intentar con todas mis fuerzas no destacar. Pero esto no es lo único que alimenta esta herejía. La herejía “soy diferente” proviene de ese trato sutilmente diferente que recibiste mientras crecías. Vivías bajo normas diferentes Había expectativas diferentes acerca de tu vida a las que tenías que amoldarte. Esas reglas y expectativas venían de las fuerzas familiares y la comunidad cristiana. Por mucho que los miembros de la iglesia lo nieguen, ellos sí tratan y juzgan diferente a los HMs. Y eso lleva a una conclusión fácil de sacar: “Ya que vivo bajo diferentes normas... debo ser diferente”. “Si vivo bajo diferentes expectativas... debe ser porque soy diferente. No tengo ni idea del porqué. Simplemente lo soy”. Y esta conclusión se convierte con rapidez en lo que consideras tu identidad. Hay una parte de verdad en todo esto, y es que, como HM, es probable que hayas tenido experiencias y oportunidades diferentes. Puedes haber viajado más. Puedes haber tenido el privi - Tengo que ser Perfecto legio de conocer a “grandes predicadores” de la fe cristiana o de codearte con líderes clave de la denominación. Puedes haber ido a conferencias, conciertos, campamentos o viajes misioneros a los que tus compañeros solo soñaban con asistir. Todas estas cosas son algunos de los “beneficios” de ser HM. Y algunas de ellas son ahora invaluables. Tus experiencias son diferentes, es verdad. Sin embargo, aún somos miembros de la raza humana. La clave está en separar la verdad de la mentira. Otra diferencia real es el hecho de que, probablemente, tú has estado expuesto a diferentes conflictos de tu iglesia o denominación. Sabías acerca de los problemas financieros de la congregación. Escuchabas las amargas discusiones acerca del color que debería tener la nueva alfombra del templo. Sabías qué miembros de la iglesia causaron el despido de tu padre (o la expulsión, si el asunto fue más violento). Quizá querías conocer los “asuntos internos”, quizá no, pero los escuchaste de todos modos. Y no eras libre de contárselo a nadie. Esto también te hace diferente Aunque esta “herejía” no es suficiente para hundir tu barco, sí pudo causar muchísimos daños. “Soy diferente” puede hacer que no busques amistades profundas, incluso hoy día como adulto. Puede darte una continua sensación de incomodidad en situaciones sociales. Puede mantenerte a las afueras cuando los demás están socializando en grupo. Puede hacerte hipersensible al protocolo y al “no estoy haciendo las cosas lo suficientemente bien”. O propenso a aislarte porque eso es mejor que sentir que no encajas. Puede hacer que te sientas solo, aun entre amigos. Esta tendencia a aislarte, mezclada con algunas emociones y la soledad, te hace propenso, bien a la depresión o bien a lo que yo llamo la arrogancia del “yo puedo solo”. Ambos extremos te dañan interiormente. “Soy diferente” puede incluso interferir en tu capacidad de sostener una amistad íntima con tu cónyuge. LAS CUATRO HEREJÍAS SANTAS SOBRE EL MUNDO (1) No puedo confiar en nadie uede que estés pensando: “Espera un minuto. Eso no es P una herejía, ¡es la verdad! Yo sé cómo son las personas detrás de las máscaras que se ponen cada domingo. lo larga que puede ser la lengua de la gente. Yo sé cómo las confidencias habladas en privado se esparcen en forma de ‘peticiones de oración’. Yo sé con cuánta frecuencia las personas, especialmente las que están en posiciones de liderazgo, predican una cosa y viven algo diferente. Yo sé que no podré confiar en nadie, ¡nunca!” A mí también me cuesta llamar a esto una herejía. La triste realidad es que mucha gente, incluso aquellos que se reflejan en las vidrieras del templo, no son de confianza. Y no estoy intentando ser cínico, sino solo ser honesto. La confianza, la lealtad y la disciplina para mantener esa lealtad, no se enseñan ni se ejemplifican lo suficiente hoy en día. La mente y la lengua de la gente son perezosas, a veces, incluso inconstantes, egoístas y manipuladoras. ¿Cuántas veces has hecho o confesado algo que ha acabado como ilustración de una predicación? ¿Cuántas veces has confesado algo a un profesor de la escuela dominical para que, pasando por el líder de la escuelita y algún miembro del consejo de la iglesia, acabase llegando una versión muy diferente al despacho - Tengo que ser Perfecto de tu padre? ¿Cuántas veces viste a tu padre compartir una debilidad personal, para que acabasen echándosela en cara durante la siguiente reunión de liderazgo? ¿Cuántas veces escuchaste a un misionero veterano decir: “Puedes confiar en mí”, para descubrir que le faltó tiempo para contárselo a la misión a tus espaldas? Aunque sucesos como estos son ciertos, “no puedo confiar en nadie ” aún tiene la suficiente cantidad de falacia como para ser considerada una herejía. Hay gente en la que no se puede confiar. Y punto. Es estúpido intentar confiar en esas personas, sean cristianas o no. Esta puede parecer una actitud no cristiana, pero échale un ojo a Proverbios 25:19 cuando tengas tiempo. Esta falta de confianza que se genera por razones legítimas puede convertirte fácilmente en alguien cínico y sarcástico. Con algunas personas ni siquiera se puede confiar en que crean la verdad. Así que el sarcasmo es un medio seguro para transmitir tu mensaje. Chonda Pierce es una humorista profesional por una razón. Ella sabe que como humorista puede decir cosas que yo no podría decir hablando en serio. Cuando lo dices en tono de broma, te ahorras el tiempo que sueles gastar repasando toda tu lista de obstáculos mentales. Por otra parte, el cinismo es especialmente tentador cuando hablas del liderazgo cristiano o de las autoridades en general. Pierdes un montón de tu tiempo intentando averiguar qué es lo que ellos realmente quieren, y esperando lo inevitable, su próximo revés. Sabes que pasará. No es cuestión de si pasará, sino de cuándo. Así que esperas. Pero algunas personas son dignas de confianza. No son perfectas, así que su integridad tampoco puede ser perfecta. Sin embargo, puedes encontrar gente de confianzasi te tomas el tiempo de buscar. Sin confianza no hay relación. Sin relaciones, hay aislamiento. Y el aislamiento puede causarte depresión, una ame - No puedo confiar en nadie naza común para los HMs, o puede transformarte en un mero observador. Solo estás allí de pie y miras, pero nunca estás en medio de la acción. Simplemente, mirando. Ser un espectador es más seguro. No se ven tus imperfecciones. Lo que ellos no saben permanece oculto. No habrá rendijas en tu armadura. No saldrán a la luz debilidades que algún día pueden ser usadas en tu contra. David Gatewood me dio una clara ilustración de esto mientras me describía una experiencia que había tenido. Él se recuerda a sí mismo de niño, observando a los críos jugar en la calle a través de la ventana de su casa en Suiza. Su pequeña nariz y sus manos estaban pegadas al cristal, mientras él miraba sin participar, sin conectar, solo mirando. Cuando la confianza está ausente acabas como David, de pie solo y en silencio, mirando. El otro extremo de esta herejía del “no puedo confiar en nadie” es la urgente necesidad de convertirte en el cínico “lo-haréyo-solo” hecho a sí mismo, que marcha al compás de su propio tambor. No confías en nadie. Eres ambicioso. Pasas demasiado tiempo mirando por encima del hombro y analizando el trabajo de los demás. No tomas riegos, a excepción de aquellos en los que tienes la garantía de que saldrán justo como tú quieres (lo cual no es un riesgo en absoluto). Y mientras, silenciosamente, la ansiedad va dando tumbos por la materia gris de tu cerebro. El cinismo y el sarcasmo crecen; puede que incluso te dediques a cultivarlos. Quemas los puentes tan rápido como los construyes. Y te encuentras solo. Mientras escribía este manuscrito, he llegado a ser consciente de mi propia falta de confianza. No es del tipo cínico, sino del tipo que silenciosamente afirma: “Camino solo. Siempre caminaré solo”. Y así ha sido. Así es. Mi esposa lo siente. Otros lo sienten también, estoy seguro. Yo pienso solo, yo escribo solo. A menudo escalo las montañas de Colorado solo. Pero lo que siento no - Tengo que ser Perfecto es soledad, sino estar solo, no estar apegado a nada ni a nadie. Durante nuestra cena de los miércoles, David y yo hemos estado comentando lo que en psicología se llama “desorden reactivo de apego”. Nos identificamos cada vez más y más con la descripción de este trastorno. Y cada vez vemos más y más HMs que reflejan estas mismas cosas, pero que nunca han encontrado las palabras para describir lo que sienten. No confiar en nadie convierte el mundo en un lugar enorme y terrorífico. ¿Tus opciones? Puerta Nº1 . Escapar del mundo. El suicidio te parece la única opción. Si eliges no cortarte las venas, puedes jugar a la ruleta rusa con actividades de alto riesgo como, por mencionar solo unos ejemplos, rugby, drogas, sexo, alcohol, etc. Puede que no abandones el mundo, pero sí el mundo religioso. Te marchas, sacudes el polvo de tus sandalias y nunca miras atrás. Puerta Nº2 . Construir muros lo suficientemente altos y anchos para impedir que la gente peligrosa llegue a tu corazón. Sin confianza, caminas solo. Quizá no socialmente, pero sin duda emocionalmente. Puedes hacerlo porque has completado la asignatura “Clichés cristianos 101 y 202”, con matrícula de honor, ¡nada menos! Nunca compartes lo que de verdad pasa en tu corazón. Aprendes a no necesitar. El deseo de tu corazón es no desear. Es demasiado arriesgado. Te hace demasiado vulnerable. Puerta Nº3 . Lo siento, solo tienes dos opciones. Adelántate al capítulo 10 si quieres entender por qué solo hay dos opciones. CAPÍTULO 8 LAS CUATRO HEREJÍAS SANTAS SOBRE EL MUNDO (2) Puedo arruinar el ministerio de mi padre i siquiera puedo imaginarme cuántas veces he escu N chado a hijos de pastores e hijos de misioneros decirme esta frase. La herejía “puedo arruinar el ministerio de mi padre” puede hacer que vivas constantemente en un estado de ligera ansiedad. El temor de cometer el gran error que le cueste el ministerio a tu padre. O el miedo a caer en ese pequeño error de más (la gota que colma el vaso) que acabe bajando a tu padre del púlpito para siempre. Conocí a Amy Anders (no es su nombre real) hace muchos años. Nuestros caminos se han cruzado en varias ocasiones a lo largo de los años, y hace poco me compartió esta historia: “Cuando era preadolescente, mi padre se planteó coger un trabajo en una nueva iglesia. Pero mi hermana acababa de pasar por un año muy complicado, por lo que todos estábamos un poco al límite. Así que mi padre nos sentó y nos dijo: “¿Creéis que podréis portaros lo suficientemente bien como para que yo pueda aceptar este trabajo?” Cosa que yo entendí como: “No la fastidies, sé perfecta. Truncarás el ministerio de tu padre, arruinando su sustento y su capacidad de pro - Tengo que ser Perfecto veernos”. Desde entonces, viví al borde de un ataque al corazón, temiendo echar una mala mirada a cual- quier persona, por miedo a lo que pudiera pasar”. ¿Te suena familiar? Para no arruinar el preciado ministerio de papá intentas con todas tus fuerzas no cometer ningún error. Intentas ser perfecto. (¿Recuerdas que hablamos de esto en el capítulo tres?). Te esfuerzas sobremanera en conseguir que todos se sientan cómodos y bien, que las necesidades de los demás estén satisfechas (referencia cruzada a los capítulos cinco y nueve). Te conviertes en un vigilante paranoico, hiper sensible a todas y cada una de las cosas que suceden en la iglesia. Y si algo malo ocurre (lo cual suele pasar más o menos una vez a la semana), sientes que de alguna forma es tu culpa. Te sientes responsable, aunque no hayas influido directamente en el asunto. Uno de los grandes postulados que hay tras esta herejía, es que papá realmente necesita su ministerio, que él tiene que tenerlo y que, por tanto, la familia debe protegerlo a toda costa. Literalmente, cueste lo que cueste . Ahora bien, he llegado a la conclusión de que hay muchas personas en puestos ministeriales, no porque Dios las haya llamado, sino porque sus heridas internas y sus deseos egoístas las han llevado hasta ahí. Quizá esto es solo mi sarcasmo manifestándose. Quizá es la limitada visión de una rata de capilla. O quizá es la verdad. Otro postulado que suena lógico es que, en última instancia, tú eres el responsable de cuidar de que tu padre mantenga su status o posición. Después de todo (¡qué mogollón de “después de todo” hay en este libro!), ¿cómo puede él gobernar la casa del Señor, si no puede gobernar su propia casa? Tú eres la evidencia de que su ministerio es legítimo. Tú haces que tu padre sea creíble. - Puedo arruinar el ministerio de mi padre Tú lo conviertes en alguien genuino o en alguien hipócrita. ¡Todo recae sobre tus pequeños hombros! ¡Qué suerte tienes! Seguro que puedes con ello, eres el hijo del pastor… Aquí entra en juego un extraño giro de la realidad humana. Algunos feligreses sí que responderán al sermón de tu papá en proporción directa a cómo te sientas en el banco. Algunos presbíteros de la iglesia sí que rechazarán a tu padre por tu comportamiento inaceptable. Se dieron cuenta de lo rápido que condujiste cuando te fuiste de la iglesia después del culto de jóvenes del pasado miércoles. Y tu padre (o más probablemente tu madre) puede haberte dicho eso palabra por palabra. ¡Wow! ¡Qué poder asombroso! ¡Un HM puede desmantelar el ministerio de un hombre de cuarenta años, formado en el seminario y que mide dos metros! ¡Qué abrumador! ¡Qué sensación de poder, aunque sea un poder falso! ¡Qué aplastante peso sobre tu consciencia! ¡Y cuán erróneo! Perder el púlpito, o perder las credenciales de la denominación, es una cuestión que queda entre tu padre, la congregación y la junta ejecutiva de líderes. Pero, frecuentemente, uno de estos te pasa de cerca, mostrando una “razón” por la que eres responsable del asunto. Este es el combustible que mantiene viva y próspera
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