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Este libro presenta una gran variedad de experiencias sobrenaturales que Dios le ha concedido a nuestro hermano Yiye Ávila desde que éste entregó su vida a Jesucristo. El Hno. Yiye nos expresa: “Han sido muchísimas las experiencias que he tenido personalmente con Jesucristo. Mientras revisaba y corregía cada uno de ellas sentía una bendición muy especial. Recordaba con exactitud cada momento que tuve con mi Señor”. Es el deseo del Hno. Yiye que cada lector pueda entrar en una búsqueda más personal y ver que Jesucristo está dispuesto a tener experiencias con todo el que le busque en espíritu y en verdad. ÍNDICE Dedicatoria ..............................................................................................6 Prefacio .....................................................................................................7 Introducción ...........................................................................................9 El Pelotazo ............................................................................................ 11 Primera vez que Dios me habla ................................................. 12 Dios me muestra que la idolatría es pecado ....................... 13 Mi mamá en el cielo ......................................................................... 15 Confirmación de salvación ........................................................... 17 Bautismo en el Espíritu Santo ..................................................... 18 Altoparlantes en el techo .............................................................. 19 Otra vez el Pelotazo ......................................................................... 22 Llamado a predicar la Palabra .................................................... 23 Dios me suple todo lo necesario ............................................... 24 Primeros 7 Mensajes ........................................................................ 25 Conversión de mi papá ................................................................... 26 Los Correazos ...................................................................................... 28 Salida de la Escuela .......................................................................... 29 Mis tres sacrificios ............................................................................ 30 Besos de Jesús ..................................................................................... 31 Visión de Jesús en la Plataforma ............................................... 31 Primera Salida a Estados Unidos ............................................... 32 Frutas y vegetales ............................................................................. 32 41 días de ayuno ................................................................................ 34 21 días de ayuno ................................................................................ 40 La mano .................................................................................................. 40 Testimonios de "la mano" ............................................................ 41 Yiye, no toques a las puertas de nadie ................................... 43 Me quedé dormido........................................................................... 45 Sonríe, Cristo te ama ....................................................................... 46 "Se fue" .................................................................................................. 47 Ayunos .................................................................................................... 47 Primero el cajón del diablo, luego primer programa de televisión ............................................................................................... 48 Dolor en el corazón .......................................................................... 51 Experiencias con el Rapto ............................................................. 52 Enoc .......................................................................................................... 53 Arrebatamiento de la Iglesia ....................................................... 53 La Segunda Venida ........................................................................... 55 Cuando los santos marchen ya ................................................... 56 Los primeros ........................................................................................ 57 Paloma en lo alto .............................................................................. 57 Sentido del humor de Dios .......................................................... 58 Cuando me caí .................................................................................... 58 Paralítica frente al Nuevo Circo ................................................. 59 María a la izquierda y Jesús a la derecha .............................. 60 Hombro Izquierdo ............................................................................ 61 El ángel ................................................................................................... 62 Lluvia a cántaros ................................................................................ 64 Una tormenta ...................................................................................... 64 Carreteras inundadas ...................................................................... 65 "Vine a matarle" ................................................................................ 66 Muchacha endemoniada ............................................................... 67 Mudo ....................................................................................................... 68 Pen y Maíz ............................................................................................. 70 Dame una revelación importante ............................................. 71 Resplandor de luz ............................................................................. 72 Robo del vehículo ............................................................................. 72 Grabadora desconectada............................................................... 73 Te voy a enseñar a danzar ............................................................ 74 El Zapatazo ........................................................................................... 75 El Pañuelo .............................................................................................. 76 Muchacha en "bendición" ............................................................ 77 Tierra al rostro del Pastor ............................................................. 78 Aceite ....................................................................................................... 78 Más del 1980 ....................................................................................... 79 Conclusión ............................................................................................ 80 Dedicatoria Dedico este libro a mi señor JESUCRISTO, El es la figura principal, no solo de esta obra, sino también de mi vida, mi familia y mi ministerio. Solo a Él, a quien tanto amo, y por quien nuestra alma recibió vida, significado y propósitos. Ha sido Él el único que me ha movido a hacer todo lo que he hecho y sigo realizando, para su gloria. A Él, porque es en Su sólo nombre, que nuestras oraciones son hechas, escuchadas y contestadas. Él es único y único Su nombre: Jesús, el Hijo del Todopoderoso Dios. “Me postrare hacia tu santo nombre templo, y alabaré tu nombre por tu misericordia, y tu palabra sobre todas las cosas. El día que clamé, me respondiste; me fortaleciste con vigor en mi alma” (Salmo 138:2-3) Prefacio Jamás pensé que esto se hiciera una realidad. Nunca estuvo en miagenda, no me interesaba Dios. Yo, tenía otros planes, y no eran precisamente predicar la Palabra. Ni nada por el estilo. Quería vivir a mi manera y hacer mi vida y mi agenda, independiente de Dios. Andaba.... "en la vanidad de mi mente, teniendo el entendimiento entenebrecido. Ajeno de la vida de Dios por la ignorancia que había en mí, por la dureza de mi corazón" (Efesios 4:17-18.) ¡Como alabo a Dios y le doy gracias por su misericordia, porque fue su agenda la que se cumplió en mi vida y no la mía! "porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos, dijo Jehová" (Isaías 55:8). Dios es Dios de orden y de propósitos. Él vive en la eternidad, por lo que no tuvo que ir a preparar un plan. Su propósito. Su finalidad y sentido para mi vida ya los había definido. Me había llamado antes que yo existiese y no lo sabía. "Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifique, te di por profeta a las naciones" (Jeremías. 1:5). El señor me llamo a Sus lides a través de un doloroso proceso. Tenia que rendirme y dejarlo todo por Él. No fue fácil. Había decidido mi vida, había tomado sus riendas, sabia lo que quería y por nada estaba dispuesto a transar mis objetivos. Pero Dios tiene sus métodos y sabe dónde apretar para que soltemos nuestras prioridades y se las entreguemos a Él. es entonces y solo entonces cunado él comenzará un maravilloso proceso con nosotros y en nosotros que nos cambiará totalmente. Fue en este caminar con Dios, donde he vivido mis experiencias más increíbles y maravillosas. Quisiera recordarlas todas, pero son algo mas de 45 años de vivir con mi Señor y creo que no me ha sido posible recordar tantas bendiciones. Se que no soy merecedor de ella y que solo por su misericordia y por su infinito amor, puedo hacer a ustedes, a través de este libro, participantes de una gran cantidad de estas gloriosas experiencias. Cada experiencia ha sido una elección de rendición, de obediencia y de consagración a mi señor; y en cada una su gran amor se ha dejado sentir. He tenido que pagar el precio, pero doy gloria al señor porque creo que será de bendición para multitud de personas necesitadas de Jesús. Amo a mi Señor Jesús mas que a mi propia vida. “...Os aseguro, hermanos, por la gloria que de vosotros tengo en nuestro Señor Jesucristo, que cada día muero” (1 Corintios 15:31). Hoy puedo sentarme, recordar y meditar en Mis Experiencias con Jesús. Toda la gloria es para mí Señor. Introducción Cada experiencia vivida a lo largo de estos 45 años de vida en Jesús, han sido para mi una escuela de enseñanza espiritual como ninguna. Cada una me acerco más a Dios y agigantó mi confianza en Él. Entiendo, y sé por experiencia, que la vida en Dios es una de retos, de riesgos espirituales; la desobediencia se paga cara. Dios no comparte su gloria con nadie. Él es único y único en Su nombre. No hay más Dios, sino sólo Él. “Yo soy Jehová, y ninguno más hay; no hay Dios fuera de mí. Yo te ceñiré, aunque tu no me conociste, para que sepa desde el nacimiento del sol, hay hasta donde se pone, que no hay mas que yo; yo Jehová, y ninguno más que yo” (Isaías 45:5-6). Pero también sé, que la vida en Dios es la más hermosa, fructífera y maravillosa que jamás persona alguna, pueda vivir fuera de ÉL. No hay comparación. Las lágrimas y el sufrimiento en Cristo, tienen una hermosa recompensa, no en el mundo, sino en el más allá. Dios si tiene cuidado de los Suyos. Él nunca esta lejos. “…yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20). Cada experiencia con Dios me llevó a conocerle más y a amarle más. Pero hay una experiencia que marco mi vida para siempre. Fue dolorosa, muy dolorosa, tanto física como emocionalmente. Fue la experiencia sobre la cual se fundamentaron todas las demás, porque fue decisiva. Mi futuro dependía de la decisión que yo tomara en ese momento. La decisión era creerle a Dios y esperar en Él, o darle la espalda en incredulidad, lo que arruinaría mi vida para siempre. La arrogancia y la rebeldía le han costado a muchos, su eternidad con Cristo. Le doy gracias a Dios de todo corazón por haber segado mi futuro en el deporte. Mi carrera como fisiculturista fue segada en forma radical por la súbita aparición de la enfermedad de artritis. En la cúspide de mi carrera deportiva, cuando mejor me sentía y cuando mas logros estaba alcanzado; Dios entro en mi vida para nunca irse. Dios en su amor y misericordia, literalmente me arresto para Él. Me hizo entender que. “Sus pensamientos no eran mis pensamientos, ni mis caminos, sus caminos” (Isaías 55:8). Estaba por comenzar una nueva vida drásticamente opuesta a la que llevaba. “Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos” (Isaías 55:9). Al momento no entendí, ¿Qué podía entender?, pero luego fui entendiendo y concluí, que el llamado era radical y la entrega era total. El Pelotazo Comencé a trabajar como profesor de química y biología en la escuela de Superior de Camuy y en mi tiempo libre, me dediqué al deporte. estaba muy activo en él. Por 15 años, jugué béisbol de clase A y AA. Jugaba con el equipo de Camuy. Camuy siempre tuvo un equipo que se llamaba y se llama Camuy Arenas. Yo juagué pelota en la Clase “A” y también en mis últimos años jugué Clase “AA”. Yo no era aun convertido y en el ultimo año que jugué, uno de los lanzadores del equipo contrario, llamado Mónico Reyes me dio un pelotazo en la cabeza. ÉL era un hombre que todo el tiempo tiraba curvas. Pero en este juego todo fue diferente. Cuando yo esperaba que viniera una curva, el tiro una bola recta a toda velocidad: Fue un lanzamiento alto y adentro, que yo no pude esquivar, y me golpeó en el lado izquierdo de la cabeza. Ese día seguí jugando y terminé el partido. Pero después estuve días con dolor en ese lado de la cabeza. Estuve meses que me mareaba. Me acostaba y la casa parecía que daba vueltas a mi alrededor. Una debilidad horrible se me apoderaba de mí y sentía náuseas y un sudor muy frio salía de mi cuerpo. Me tocaba el lado de la cabeza y sentía malestar interior, Algo me decía que estaba malamente lesionado en el interior de mi cabeza. Fui al médico, me examinaron y me hicieron estudios, pero no revelaron nada anormal. Me dieron un tratamiento a seguir y se me quito el dolor. Éste fue el último año que jugué beisbol. Esto no fue por el pelotazo, sino porque me dediqué de lleno a fisiculturismo y a entrenar muchachos en este campo. Primera vez que Dios me habla Una noche en que sufría intensos dolores por mi condición de artritis, recuerdo que le grite a Dios en mi habitación: “Ten misericordia de mí. Sáname, mira que no puedo doblarme ni con mi propio peso. Mira el dolor terrible en los codos y los hombros, sáname. Esa gente que predica en las plazas dicen que tú sanas”. Esa noche oí la voz de Dios audible por primera vez en mi vida, entró en mi habitación y ésta templo como si hubiera entrado un temporal y me gritó, pero como voz de trueno: “¡TODAVÍA NO!”. Mi cuerpo templo al tiempo que dije: “Dios mío, todavía no. Eso quiere decir que viene un sí pronto”. Seguía leyendo la Biblia varias horas al día, clamando por mi sanidad. Una noche recuerdo que ante el dolor tan terrible que seguía sufriendo, de momento sentí cierta inspiración y me humille y dije: “Bueno Señor, ninguno de los médicos me da ni siquiera una esperanza de que yo pueda sanarme. El único que puede hacer algo eres tú. Sabes que yo nunca te he servido y que me gradué de la universidad y lo menos que tenía era interés en hacer algo para ti. Si tú me sanas, le dije orando de rodillas, hago lo que tú me digas. Si noquieres que regrese al deporte, no regreso. Si quieres que deje mi trabajo, lo dejo. Estoy dispuesto a hacer lo que tú me digas, y si quieres que predique tu Palabra, aunque no se predicar, estoy dispuesto a hacerlo. SI TU ME SANAS YO TE SIRVO” esta fue mi oración y me acosté. cuando desperté, levanté un brazo con mucho cuidado, por el dolor tan terrible que sufría y me di cuenta de que no me dolía. levante el otro brazo y no había dolor. moví una pierna y no sentí dolor, moví la otra y no sentí dolor. grite a toda voz: “Gloria a Dios que me sanaste" salte y corrí por la habitación. llore, grite y di gracias a dios. y le dije: "señor, lo que te prometí, te lo voy a cumplir. dirígeme en lo que tengo que hacer, que yo no sé gran cosa de ti" baje al gimnasio y entrene. luego, por cerca de seis semanas, seguí entrenando hasta que recuperé mi fortaleza física. de la alegría tan grande que sentía llene las paredes del gimnasio de textos bíblicos. lleve biblias y nuevos testamentos y entre ejercicios, les enseñaba la palabra a los que hacían ejercicio conmigo. ellos sabían que no podía moverme y ahora estaba completamente sano. Dios me muestra que la idolatría es pecado Pocos días después que recibí la sanidad de la artritis, Dios me dio la revelación decisiva y final que puso fin a mi idolatría. Vi un templo enorme y me acerqué y me detuve a su entrada; estaba tan lleno de personas que no cabía una más. Cuando miro, el que predicaba era JESÚS. Estaba frente a la multitud con Su túnica blanca y el cabello hasta los hombros, moviendo Sus manos como el que predica. El templo estaba lleno de ídolos y estatuas. Él predicaba y les señalaba las estatuas, como diciéndoles que aquello era inmundo y trágico para ellos. Pero aquella gente, a medida que Jesús predicaba, levantaban las manos señalándole que no creían. Yo estaba asombrado al ver la actitud negativa de ellos. De pronto, el Señor levantó Su mano, hizo un ademán hacia abajo y el templo y todos los que estaban en él se hundieron. La Biblia dice claro que los idólatras no heredarán el reino de Dios (1 Corintios 6:9) y si no heredan el reino de Dios, es que mueren en condenación (Apocalipsis 21:8). Cuando desperté espantado, tiré al zafacón todo lo relacionado a la idolatría y advertí a mi esposa que hiciera lo mismo. Luego el Espíritu me mostró: "En los templos donde se enseña sobre idolatría e imágenes, los corazones se endurecen de tal manera, que, si aun el propio Jesús les predicara, a Él mismo no le creerían". La Biblia me comprobó esto en 1 Éxodo 20:4-5: "No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás". ¡Aleluya! Luego de esta experiencia fui a visitar al sacerdote de la iglesia católica, que era amigo mío y le pregunté: "¿Por qué nosotros adoramos ídolos?" el sacerdote me contestó: "No, aquí no se adora eso. Esos son los ignorantes". Yo le dije: "Si son ignorantes, porque usted no les enseña la verdad. Usted nunca me ha enseñado la verdad a mí". Se quedó callado, pero manifestaba en su rostro una severa ira. Entonces, abrí la Biblia Católica y leí Éxodo 20:4 y le confronté con la Palabra. Aquel sacerdote me arrebato la Biblia de las manos, la lanzó por el aire, diciendo: "Eso de todas maneras es un libro". Recogí mi biblia, me despedí de él con un Dios te bendiga y jamás regresé. Salí de la iglesia católica y me refugié en la evangélica; donde encontré que no había estatuas y solo se enseñaba la Biblia y había un sólo nombre: JESÚS. Toda la verdad de Dios está en la Biblia. La denominación que se salga de ella, está perdida. Mi enfermedad ciertamente me habría enviado al sepulcro, pero la idolatría me enviaría a la perdición eterna al infierno. El Señor me sanó de la enfermedad del alma y de la física. Mi mamá en el cielo Mi mamá, la Hna. Herminia Portalatín (Mamá Miña) se convirtió al poco tiempo de yo haberme convertido. Comenzó a salir conmigo a las campañas y era la que me ayudaba en todo. Fue una cristiana firme en Cristo como pocos cristianos que yo recuerde haber visto. Era una intercesora de primera línea. Era una mujer que oraba cinco o más horas diarias. Me llamaba muy temprano a orar y orábamos en el Espíritu como nos reclama el Señor Jesucristo que oremos. Fue una bendición muy grande y especial para mí. La Biblia dice que la vida del hombre es de 70 a 80 años. A mi mamá se la llevó Dios al cielo cuando ya tenía 95 años de edad. Para mí fue muy dolorosa su partida. Después que ella se fue con el Señor yo oraba y le daba gracias por ella al Señor, y siempre le decía: "Señor, te doy gracias porque mi viejita está contigo en el cielo". Y eso se lo repetía durante muchos días: "Señor, te doy gracias porque mi viejita está contigo en el cielo". Yo, como no entendía lo que estaba haciendo, seguía insistiendo. "Gracias Señor que mi viejita está en el cielo. Gracias que te la llevaste". Un día cuando yo terminaba de orar dándole gracias a Dios porque mi viejita estaba en el cielo; oí de pronto la voz de Dios muy clara decirme: "AQUÍ EN EL CIELO NO HAY NINGUNA VIEJA. Aquí hay una jovencita muy linda que salió de la Tierra y llegó acá arriba y está con nosotros viviendo en el cielo". no había podido visualizar que en el cielo no hay viejos. Los viejos que salen de aquí, cuando llegan allá están jovencitos. Yo sólo pude decirle al Señor: “Perdóname Señor por yo ser tan torpe. Ten misericordia de mí. Ayúdame". ¡Gloria a Dios! Aquí hay un punto muy importante, nosotros ya no estamos bajo la maldición que vino por el pecado de lira y Adán, porque cuando Cristo murió en la cruz, crucificó toda maldición. Esa maldición ya no nos afecta a nosotros. No puede haber de ninguna forma, ninguna clase de maldición que en nosotros opere, y cuando sobreviene es porque el enemigo, que no respeta a Dios, lo manifiesta. El Señor dijo en Su Palabra: "el mal no te tocará ni plaga alguna vendrá a tu morada". No se supone que nos enfermemos nunca. Esto es una cosa seria que sale de la boca de Dios. "Pero Señor, le dije, yo sé que, lo que tú dices es verdad. Yo no tengo dudas de ninguna clase. Tú estás diciendo que no se supone que haya gente enferma en medio de tu pueblo, pero en tu pueblo hay más gente enferma que "yerba en los estadios". Él Señor me dijo: "Si, porque no creen". Le dije al Señor “¿Cómo que no creen, ellos se convirtieron a ti y tú los bautizaste con el Espíritu Santo? Explícame eso”. En ese momento Dios me dijo: "Te lo voy a explicar. No se supone que haya nadie enfermo en mi pueblo. Es palabra mía. Quiere decir que cuando ellos sienten un síntoma de enfermedad, no es una verdad, es una mentira del diablo". Por eso uno tiene que pararse firme y decirle al diablo: "Mi Dios me dijo que no hay enfermedad en Su pueblo. Esto es una mentira tuya". Si Dios promete que el mal no te tocará ni plaga alguna tocará tu morada, entonces, si viene la enfermedad, es una mentira de Satanás. Todo el que cree que los síntomas de una enfermedad son reales, están diciendo que Dios mintió. La vejez es una maldición que vino por el pecado, pero en la muerte de Cristo en la cruz, Él crucificó toda maldición. Si estamos viviendo para Cristo, Él nos da inmensa fortaleza hasta que nos lleve con Él para nuestra patria. Amén. Entendamos que estamos en el mundo, pero no somos de este mundo. Estamos en esta tierra donde el diablo impone su maldición a los perdidos. Pero Dios nos colma de Su total bendición y nos libra de la maldición satánica. Afírmate en Cristo y Él te librará de toda maldición. ¡Gloria a Dios! Confirmación de salvación Ya yo estaba firme en el Señor orando ayudando y leyendo la Biblia. Sentí en una ocasión preguntarle: "Señor, confírmameque soy salvo". Una noche me dormí y vi a la distancia la figura de Jesús. Sus brazos estaban extendidos. Una multitud se movía hacía Él. Muchos pasaban frente a Él y ni lo miraban. Otros le miraban, pero seguían adelante. Muy pocos se detenían y volvían hacía Él. Cada vez que alguno se volvía hacia Él yo notaba que los brazos de Jesús bajaban lentamente y Sus manos se posaban sobre su cabeza. Yo corrí y entré en aquella fila. Caminaba lentamente hacia delante. Al llegar frente a Él me volví hacia Su persona. Vi cuando Sus descendieron y Sus manos se posaron sobre mi cabeza. Quedé despierto y me senté en la cama. Me toqué la cabeza y un calor sobrenatural estaba sobre mí. Sabía que estaba en Cristo y que sólo su Evangelio era la verdad de Dios. Bautismo en el Espíritu Santo Nunca podré olvidar la noche que el Señor me bautizó en Su Espíritu Santo. Fui despertado de cuando el poder vino sobre mí, entró corrientes eléctricas poderosas y me movía y me sacudía en la cama. Al parecer corrientes de 220 voltios corrían por todo mi cuerpo. Dios me tomó la mano derecha y me la levantó y me habló el mensaje que yo iba a predicar. Con voz audible me dijo: "Profecía, profecía; ese es el mensaje". El Espíritu Santo hablaba a través de mí y alababa a Dios y gritaba: "¡Gloria a Dios! ¡Gloria a Dios! ¡Aleluya! “Era una voz distinta a la mía. Desperté a todos en el vecindario. ¿Cómo yo, el maestro de la escuela, de química y biología, me había atrevido a las 2:00 a.m., a ponerme a gritar a toda boca y despertar a la gente? Realmente yo no me hubiese atrevido, pero el Espíritu Santo se atrevió. El Señor hace como Él quiere. Despertaron vecinos, pero nadie se escandalizó. Ellos decían que no era yo, que era una voz diferente la que oían. Estaban asustados. Mis padres, que vivían en frente, se asomaron por la ventana y dijeron: "No vamos para allá, esa voz no es la de él. Otro es el que está diciendo, aleluya y gloria a Dios en esa casa". Yo no hablé una lengua esa noche, pero estaba tan lleno del Espíritu al otro día, que decía: "Gloria a Dios", sintiendo unas corrientes que parecía que me iba a quemar por dentro. Era un fuego tal, que sentía que echaba can-dela. Oraba y alababa al Señor, y el Espíritu, como ríos de agua viva, corría por todo mi cuerpo confirmándome que estaba en mi interior y un calor sobrenatural seguía inundando todo mi ser. Aleluya. Ahora, ¿qué hice yo? Le dije al Señor: "Señor, lío quiero las lenguas. Tú me tienes que dar las lenguas", porque yo estaba leyendo esto y yo sabía que el que hablaba lenguas, habla con Dios y se edifica a sí mismo. Yo quería el don de lenguas. Le estaba diciendo al Señor: "dame el don, dame género de lenguas para yo hablar contigo por horas. Y si tú me das las lenguas, te prometo arrodillarme en las noches y hablar en lenguas por horas contigo". Pasaron algunos días y de pronto, una noche, yo estaba en un sueño hablando en lenguas y cuando desperté, sabía las lenguas. Así fue como Dios me bautizó en el Espíritu y recibí las lenguas. Altoparlantes en el techo Dios me habló en una ocasión: "Pon altoparlantes en el techo de tu casa y predica a toda la gente del caserío y del pueblo. Usa altoparlantes fuertes que alcancen al pueblo entero". Lo único que le dije al Señor fue: "Señor, y cuando me metan a la cárcel, ¿tú me sacas?" Desde mi casa, a través de una ventana se ve el caserío. El primer día, cuando comencé a predicar la gente salía y se quedaba en los balcones de sus apartamentos escuchando el mensaje. Esto era una hora. De seis a siete de la tarde estaba yo llevándoles el mensaje de la Palabra. Pero no todo transcurrió en paz. Algunas personas, entre ellas, uno que fue amigo mío íntimo en el mundo, se había convertido en mi enemigo. Él me denunció y me llevó a la policía. Les dijo: "Este hombre está interrumpiendo con unos altoparlantes puestos en el techo de la casa. Y yo tengo gente conmigo que no queremos que esto siga". Primero me mandó a decir que quitara los altoparlantes. Pero yo no los iba a quitar, y seguí para adelante con lo que Dios me mandó a hacer. Entonces el juez me citó y yo fui ante el juez y este "amigo" tuvo que ir porque era él quien me acusaba. El juez me dijo: "A usted lo acusan de que interrumpe la tranquilidad del pueblo con unos alto- parlantes y la gente se queja". Yo le dije: "Yo tengo los altoparlantes arriba de la casa y de seis a siete de la noche, que nadie está trabajando a esa hora, yo le llevo un mensaje de la Palabra de Dios". El juez se quedó pensativo y le dijo a los que me acusaban: "Y ustedes, ¿nunca se han quejado del cura que tiene también altoparlantes y los pone a cualquier hora, no a esa hora que él los pone, sino a cualquier hora e interrumpe a todos? ¿Y por qué ustedes no se quejan?" Se quedaron en absoluto silencio. Yo respiré hondo. "Mire, me dijo el juez, siga predicando la Palabra a esa gente ahí, porque a esa hora usted no interrumpe nada. Siga predicándole la Palabra". Iba yo para mi casa casi volando. Tenía un altoparlante subí y puse dos. Ahora tenía dos altoparlantes para llevar la Palabra de Dios. Se oían los mensajes hasta en la playa y para el lado contrario, pueblo de Hatillo. Le dije al Señor: "Señor, tú me avisas marido término". Yo me encerraba en casa y le decía a Yeya, mi esposa: "Que nadie me toque en la puerta hasta que yo termine". Yo cerraba la puerta por dentro de manera que no podía entrar nadie. En una ocasión, oí que alguien llegó a la puerta y entró. Yo pensé: "¿Cómo es posible que haya entrado si está cerrada por dentro”? La persona entró, caminó y se paró detrás de mí. Yo temblé de arriba a abajo cuando entendí que era el Señor. Estaba pegadito a mí. Yo predicando y Él ahí parado, detrás de mí; sin moverse. Era como diciéndome que Él estaba conmigo porque estaba siendo amenazado y perseguido. Algunas personas estaban que hacían cualquier cosa, hasta me amenazaron con apedrearme. Pero yo estaba dispuesto a seguir predicando a pesar de todo. El Señor estuvo parado detrás de mí todo el tiempo como diciéndome: "Yo soy el que te está respaldando". Cuando terminé el mensaje, se desapareció. ¡Gloria a Dios! Fue un tiempo de muchas experiencias, luchas y batallas espirituales, pero el fruto de los convertidos fue grande. Mientras unos trataban de desanimarme, otros por el contrario me animaban a seguir. Recibí muchas amenazas. La gente impía y algunos que habían sido amigos míos íntimos en el deporte eran los peores enemigos que tenía ahora. Me amenazaron con las hijas que tenían 6, 7 y 8 años. "Esas hijas que usted tiene, siga con eso que verá lo que les vamos a hacer". Yo les dije: "Nada le pueden hacer, y el que las toque se lo lleva el diablo". Yo les hablaba fuerte y claro también, porque si uno sede se va toda la bendición. Tuve guerra hasta que el Señor me dijo: "Quita las bocinas, que está terminado el tiempo mío para esta gente". Otra vez el Pelotazo Cuando me convertí, comencé a predicar donde quiera me invitaban. En esos días me apareció de nuevo el dolor en la cabeza. Una noche regresé a mi hogar y me senté en la cama. Me recosté de la pared y le dije al Señor: "Ahora yo no voy a ir a ningún médico, tú sabes que el médico mío eres tú. Ahora tú eres el que me vas a sanar. Yo me voy a recostar aquí y no voy a dormir ni voy a hacer nada, hasta que tú vengas y me sane". Pasó una hora, dos horas, tres horas y nada sucedía. Con Dios hay que saber esperar. Eran cerca de las 3:00 a.m., cuando creí que alguien entraba por la puerta de enfrente de mi hogar. Estaba todo cerrado, pero yo oía los pasos cuando venía por el pasillo y cuando llegó a la puerta que estaba cerrada por dentro, la abrió con toda facilidad y entró. Era un hombre alto y estaba vestido de blanco, el cabello largo hasta loshombros. Cuando lo vi, temblaba por el poder tan grande que salía de Él. Se me acercó y se me quedó mirando fijamente. Al llegar junto a mi persona, levantó la mano y me la puso sobre la cabeza, exactamente por el lado donde me habían dado el pelotazo. Cuando puso la mano sentí un fuego terrible que entró a mi cabeza y quedé sano al instante. Yo temblaba de la emoción. Cuando quitó la mano, se me quedó mirando por un momento y luego salió. Yo escuchaba los pasos cuando iba por el pasillo hasta que salió fuera. Noté que el dolor desapareció y que me sentía muy bien. Llamado a predicar la Palabra Visité los hogares de todos mis amigos y les prediqué de Cristo. Muchos lo aceptaron y otros no, pero yo cumplí el mandato de llevar este Evangelio a todos. "Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura" (Marcos 16:15). Luego comencé a visitar los hospitales y a orar por los enfermos. Muchos vomitaban echando fuera la enfermedad y se sanaban al instante. Otros se convertían y se los refería a los pastores. Esto lo hacía todos los días. Un día estaba ofreciendo una clase de Biología y perdí la concentración de la clase y entró a mi mente un mensaje de la Palabra. Desde mi mente lo predicaba furiosamente. Predicaba algo que ni siquiera había leído en la Biblia, pero era tan claro el mensaje, que entendía todo. Sentía el corazón palpitar aceleradamente y lágrimas corrían por mis mejillas. Por la tarde en mi hogar se repitió la misma experiencia, y otro mensaje del cielo fluyó por mi mente. Sabía que era el llamado de Dios a predicar el Evangelio, pero le pedí confirmación al Señor. Pocos días después me despertó el Señor de madrugada. Oí los pasos de alguien que venía por el pasillo y abrió la puerta del cuarto. Entró un hombre vestido de blanco con el cabello largo sobre los hombros, caminando lentamente hacia mí. Me miraba fijamente, todo mi cuerpo temblaba. Se acercó, metió Sus manos por debajo de mi cuerpo y me levantó como a un niño recién nacido. Me sostuvo en Sus brazos y me miraba, luego me colocó en la cama nuevamente Y se fue. Yo podía escuchar Sus pasos mientras se alejaba. Esto no fue emoción, fue una experiencia real, con una persona real; era Jesús, el Hijo de Dios, que me había visitado para confirmarme el llamado. Me recosté de la pared, 1 sentado en la cama y bañado en lágrimas dije: "Ahora 1 sí, guíame y como tú quieras haré. Yo no sé predicar, pero 1 tú sabrás lo que haces conmigo". Dios me suple todo lo necesario Al comienzo de mi ministerio, recuerdo que comencé a predicar la Palabra a través de la radio. Con mucho sacrificio logré reunir $1,000.00 para pagar los compromisos contraídos con las diferentes emisoras de radio en donde yo exponía el mensaje de salvación. En esos días, el predicador T.L. Osborn tenía una avanzada y estaba solicitando del pueblo de Dios, que hiciera sus ofrendas para continuar predicando el verdadero mensaje de Jesucristo. Recuerdo cuando Dios me habló y me dijo que le diera los $1,000.00 a este evangelista. Al momento no tenía el dinero conmigo. Al otro día, llevé el dinero, pero el Hno. Osborn no mencionó el tema de la ofrenda. Coloqué el dinero en una funda de papel y cuando terminó el servicio, me le acerqué y en una oportunidad, le di la funda con el dinero y me fui corriendo. Desde esa fecha en adelante, todo el tiempo aparecía el dinero para cumplir con todos los compromisos radiales. Puse mi dinero en las manos de Dios y Él se encargó de suplir todas mis necesidades. La Biblia dice que el que le da a Dios le presta y Él le devolverá multiplicado. ¡Aleluya! Primeros 7 Mensajes El primer mensaje que prediqué en una iglesia fue mi testimonio. Cuando terminé de predicar, otro pastor me invitó a que llevara ese mismo mensaje a su iglesia. Fui a cada iglesia que me invitaron y así me moví por diferentes lugares. Entendí que esto era parte del plan de Dios para mi vida. Pero un día me visitó un pastor muy conocido de una iglesia Pentecostal en Arecibo y me dijo: "Mire, yo no haría esto por nada (refiriéndose a que era un recién convertido). Yo tenía un evangelista para predicar siete días de campaña en Arecibo, pero el Señor me habló y me dijo que lo invitara a usted". Quedé como muerto cuando oí siete días, pero con temor y temblor le dije: "Voy". Pero al Señor le dije: "Señor, el primer día doy mi testimonio y después, ¿qué hago?" La primera noche di mi testimonio y mucha gente se convirtió. Al otro día temprano por la madrugada, me tiré a orar y a gritar pidiéndole al Señor el mensaje de la noche. Dios me dio el mensaje y cada día me daba otro mensaje distinto. Según el Señor me daba el mensaje yo lo escribía en un papel. ¡Gloria a Dios! La victoria más grande fue, que cuan- do terminó la campaña, yo tenía siete mensajes, ordenados y bien bosquejados. Allí yo entendí las grandezas que Dios tiene con los que llama y le sirven de corazón. Conversión de mi papá Yo era el dueño de la agencia hípica de Camuy. Lo fui por varios años. Como me fascinaba el deporte, a la agencia la tenía como un deporte más. Cuando me convertí al Señor, Él me habló y me dijo: "Sal de aquí. No te quiero aquí". Yo salí y él me dijo: "Esto es un antro de vicio y de pecado". Pero mi papá no quiso, dijo que se quedaba. Cuando fui a darme de baja a San Juan, él fue al otro día y dijo que la iba a comprar, y se quedó con ella. Le hablé claro: "Te van a sacar de aquí y no es con algo leve". Un día cuando yo estaba en la escuela, dictando una clase, me llamaron y me dijeron: "A su papá le dio un derrame en la agencia hípica. Se lo llevaron de emergencia para el hospital, porque la boca le quedó virada, le llega casi a la oreja". Yo fui rápido al hospital y allí estaba él, con la boca virada y ciertamente le llegaba casi a la oreja. No podía hablar ni una palabra. Tampoco se podía mover. Me le acerqué y le hablé: "Papi, ¿tú crees que el Señor te puede sanar?". Asintió con la cabeza. Cuando oré, vi cuando al instante, la boca volvió a su lugar. El médico que estaba parado detrás de mí se impactó cuando vio el milagro. Le dije a mi papá: "Ponte de pie papi, que estás sano. Vamos para la casa • Cuando el doctor oyó esto, preguntó: ¿Y se lo va a llevar?" "¿Para qué quiere usted aquí a una persona sana, doctor?", le dije. Me llevé a papi para la casa y sentado en la sala le hablé: "Y ahora, ¿qué vas a hacer? ¿Quieres aceptar al Señor o te quieres ir al infierno? Escoge". Él me dijo: "No, no, yo voy a aceptar al Señor". Entonces aceptó al Señor como su Salvador. Jamás se volvió atrás. Dios le dio un año para que le sirviera. Al año, sufrió un infarto. Yo no estaba en casa, ni mi mamá; cuando llegamos, nos dieron la noticia. Ya en el hospital, me dijo: "Órame, que la otra vez tú oraste y Dios me sanó. Hay campaña el lunes en Humacao y yo voy contigo". Pero Dios me había hablado: "Me lo voy a llevar. Yo le dije: "Señor, tú eres Dios, lo que tú hagas está bien. Tú lo salvaste. Lo tendrás asegurado para vida eterna". Mucha gente había llegado cuando se enteraron que le había repetido el infarto. Él era una persona muy conocida. Todos estaban observando lo que ocurrió. De pronto se me quedó mirando y me dijo: "El Señor me va a llevar con Él". Le dije: "Sí, vas a estar mejor que con nosotros". Entonces le pedí al Señor que lo bautizara con el Espíritu Santo antes de llevárselo y así fue. Descendió el Espíritu Santo sobre él y hablaba en lenguas. Entonces me miró y me dijo: "¡Qué grande es el Espíritu Santo!" Inclinó la cabeza y se fue. Fue lo último que habló en esta tierra. Fue un tremendo testimonio para todos los que estaban en la habitación. La gente estaba sorprendida y esto me dio la oportunidad de predicarles. Le hablé todos los detalles de la salvación. ¡Gloriaa Dios! Los Correazos Estaba orando por una salida a Santo Domingo, cuando un día me invito un pastor a predicar una campaña en su iglesia. Cuando terminó la campaña me dijo: "El Señor me hablo y que lo tengo que llevar a la República Dominicana. Me dijo Yo le pago el pasaje ida y vuelta". Oré y el Señor me confirmó el viaje y a través de un sueño, le confirmó a mi esposa también. Fue nuestro primer viaje misionero fuera de Puerto Rico y estuvimos 45 días laborando para e1 Señor en ese país. Después le la campaña en República Dominicana no teníamos transportación para regresar al lugar donde nos hospedábamos y llamamos un taxi. El dueño del taxi no quería cobrar el triple del costo real y Yeya, mi esposa, le reclamó al hombre, pero yo le mandé a callar y le pagué al taxista. Cuando llegamos al hospedaje, había unos pastores y Yeya les contó lo que nos había sucedido con el taxista. La regañé y le dije que estuvo mal que le hubiera reclamado al hombre en la forma en que lo hizo. Luego en la habitación, Yeya me dijo que se sentía mal porque yo la había avergonzado frente a y que mi deber era habérselo todos esos pastores dicho a ella a solas. Yo le contesté: "Si hice mal, que el Señor me reprenda". Me acosté a dormir y de momento desperté y vi al Señor que se aproximó a mí con un fuete muy largo en la mano. Yo estaba acostado boca arriba y me puso boca abajo y comenzó a azotarme. Yo le decía: "Me duele, Señor". Luego cuando dejó de azotarme me puso otra vez boca arriba. Yo glorifiqué a Dios entendiendo que Él reprende y castiga a los que ama. Sentía gozo grande por la lección que Dios me había dado. Desperté a Yeya y le conté lo que me había sucedido y ella se gozó por la golpiza que el Señor me había dado. ¡Aleluya! Actualmente en mi hogar hay paz total y comunión plena entre Yeya y mi persona. Ella me tiene al día en todos mis alimentos, mi ropa y otras necesidades que están plenamente atendidas por ella. ¡Gloria a Cristo! Salida de la Escuela Después de la campaña en la República Dominicana, sentí un toque de Dios para dejar mi trabajo. Llevaba 21 años trabajando y dentro de dos años, podía retirarme con un cheque mensual del gobierno. Aunque anhelaba la jubilación, deseaba más hacer la voluntad del Señor, por lo que comencé a orar para que Dios me confirmara. Una noche orando le dije al Señor: "Si esto es tuyo, confírmalo esta noche. Si no lo haces en una forma especial, no salgo". Esa noche sentí que entró alguien a la habitación y cuando miro, el Señor estaba de pie a mi lado. Me dijo: "Sales de la escuela y no vuelves a trabajar más" y desapareció. Oré y le dije al Señor: "Si mañana a esta misma hora vienes aquí y me dices lo mismo, salgo, si no lo haces, no salgo". Al otro día, el Señor regresó y me dice: "Que salgas de la escuela, y no trabajes más" y desapareció. Me quedé titubeante, cuando apareció un personaje que traía algo en la mano que levantó y me dio por la cabeza, tan fuerte que caí de la cama al piso. No pedí más confirmación, salí con la confianza puesta en que el Señor nunca me fallaría, y así ha sido. "Fiel es el que os llama, el cual también lo hará" (1 Tesalonicenses 5:24). Mis tres sacrificios Génesis 22:1-12, nos narra la ocasión en que Dios le pide a Abraham que le entregue a su hijo, a su único hijo en sacrificio. Abraham pudo haberse negado, tenía la opción para hacerlo, pero conocía a Dios y lo que el Todopoderoso le había hablado re su hijo. Les dijo entonces a sus siervos: "Esperad aquí con el asno, y yo y el muchacho iremos hasta Oí y adoraremos, y volveremos a vosotros" (Génesis :5). Cuando Dios me dijo que era el momento para salir de la escuela solo faltaban dos años para retirarme con paga del gobierno y tanto el director de la escuela, mis compañeros maestros y estudiantes me decían que esperara hasta cumplir el término. Pero cuando Dios habla, es mejor obedecer. Sin ninguna promesa de Dios de que Él me iba a sostener económicamente, salí. Le creía Dios y nunca me ha fallado. Besos de Jesús Llegué de predicar a mi hogar una noche, me acosté y me dormí. De pronto desperté y vi al Señor que entraba a la habitación pasando por la pared. Se acercó a mí y puso Sus manos sobre mi cabeza. Una tremenda bendición fluyó por todo mi ser. Sentía el fluir del Espíritu Santo correr por todo mi cuerpo. El Señor me habló: "Te estoy ungiendo para que lleves mucho fruto". Esto implicaba una mayor bendición en el ministerio. ¡Gloria a Dios! Se retiró, dio la espalda, se movió hacia la pared, creí que iba salir, pero se detuvo y se dio vuelta. Regresó hacia mi persona. Pensé: "Más unción pero no fue así. Él se inclinó y me besó una y otra vez en el lado de la cara. Entonces se fue y pasó por la pared hacia fuera. ¡Gloria a Dios! Yo dije emocionado: "Señor, yo no soy digno de esto". Escuché en mi oído que me dijo: "Cierto es que no eres digno, pero yo no te veo como los hermanos te ven, yo te veo como si fueras aún un niño". Y se volvió y salió de la habitación a través de la pared. ¡Gloria Dios! Visión de Jesús en la Plataforma En una ocasión, vi a Jesús predicando en una plataforma. Algunos me tomaron y me subieron a la tarima donde Él estaba. Yo escuché una voz que decía: "Este es el que lo va a sustituir y bajé de la plataforma arrastrando mi rostro en tierra". Entonces Jesús comenzó a orar por mí. En ese momento entendí, que el llamado a mi ministerio iba a ser uno donde tendría que humillarme muchas veces para tener la victoria de Dios. ¡Aleluya! Primera Salida a Estados Unidos Luego de esto, tuve una visión donde me vi predicando en los Estados Unidos. Vi las ciudades, y cómo yo entraba y salía de ellas; veía que los auditorios se llenaban y endemoniados eran libertados. Muchas personas se sanaban y se convertían a Jesús. Mientras veía eso, veía un mapa de los Estados Unidos. Sabía que Dios me llamaba a ese país. Oré hasta que Dios me confirmó salida y lugar. Las experiencias, el poder de Dios y Su confirmación con milagros y prodigios, fueron algo glorioso. Hubo un momento en que tuve que bautizar a un matrimonio y cuando llegamos al lago, el agua estaba tan helada que era imposible bautizarlos. Oramos en el momento al Señor, para que calentara el agua y al instante, cuando entré el pie, el agua estaba tibia y entonces bauticé al matrimonio. Dios comenzó a salvar y a sanar a multitudes de personas. ¡Gloria a Dios! Frutas y vegetales Hace varios años, estaba predicando una campaña en la ciudad de Bridgeport, Connecticut; en agosto de 1973. Dios me llamó a ayunar ocho días sin entregar. Al finalizar ese ayuno comencé a alimentarme en forma muy liviana con frutas y vegetales. Después del ayuno, y con esa alimentación, me era muy fácil madrugar. A eso de las tres o cuatro de la madrugada ya estaba en pie orando, y cuando bajaba al culto con el Escuadrón "Cristo Viene", como a las 7:30 a.m., ya había orado alrededor de tres horas. Un día orando de madrugada, de pronto oí la voz de Jesús que me decía: "Te tengo a frutas y vegetales, para poderte levantar diariamente de madrugada". Me quedé sorprendido pues antes de este ayuno, yo escogía lo que creía más saludable para mi salud. Creía que la carne era el mejor alimento para que mi cuerpo estuviese fuerte. Estaba muy equivocado, pues nuestro cuerpo tiene un sistema digestivo que asimila mejor lo vegetal que los alimentos de tipo animal. Cuando el Señor me habló, pensé: "He estado orando alrededor de 14 años para que Dios me dé espíritu de fortaleza y poder madrugar a orar, y ahora el Señor dice que frutas y vegetales es la respuesta". Era increíble, pero, hacía ya semanas que día tras día me despertaba bien temprano a orar. Nunca día en mi ministerio lo había logrado por tantos PuertoRico, Cuando regresé de la campaña seguí usando dieta normal, y de 156 libras de peso aumenté a 164 librasen pocos días. Un día les daba un estudio bíblico a los hermanos del Ministerio Cristo Viene, y les decía que Dios le habló al Hno. David Wilkerson: "Si das en oración las horas diarias que dedicas a la televisión, verás lo que hago contigo". El hermano vendió la televisión, comenzó a orar y ahí nació "Teen Challenge" en donde miles de adictos a drogas se han salvado. Al terminar de decir estas palabras, vino sobre mí el Espíritu Santo y me habló en forma dramática por mi propia boca, y me dijo: "Y si tú estás dispuesto a darme esas ocho libras, podré levantarte a orar de nuevo a las cinco de la madrugada". Entendí claramente lo que Dios me quería decir, que volviera a las frutas y vegetales para que rebajara algunas libras, y estuviera en la condición física adecuada para madrugar con facilidad día tras día, y poder orar mucho más. Con lágrimas le dije al Señor: "Señor, estoy dispuesto, no sólo a darte ocho libras de peso, sino aun mi vida si Pera necesario para engrandecer tu obra". A pesar de que no me agradaba el cambio, yo obedecí la orden del Señor y desde ese día no comas carne, sino que consagré mi dieta a alimentos tipo energías y mis fuerzas, son superiores a las de esos años pasados. No ha sido un sacrificio, pues múltiples platos vegetarianos tienen un sabor exquisito y hay una variedad muy grande de dietas que nos hacen sentir plena satisfacción. A los 80 años de edad, tengo una salud excelente y una gran fortaleza física. Todavía a esta edad yo hago ejercicios que también son un factor decisivo para una salud vigorosa. 41 días de ayuno El ayuno del Señor, implica QUE CRISTO PONE LAS FUERZAS Y TÚ PONES EL CUERPO. Dios pone la inquietud de ayunar en la persona, pero eres tú, quien responde en fe aun sin saber los días que Dios ha determinado. Él nos guiará, sentiremos Su fortaleza y Él revelará cuándo entregar. Ese es el ayuno del Señor. En una ocasión entré en ayuno sencillamente porque tenía un problema que me estaba atribulando en forma profunda. Oré a Dios y le dije: "Voy a empezar un ayuno y no entrego, aunque me muera, hasta que tú no me des la victoria y resuelvas este problema y la paz y el gozo llenen mi corazón". Con estas palabras había entrado automáticamente en el ayuno del Señor. Él iba a disponer los días y me iba a dar la fortaleza. Yo no entendía aun esto, ni tenía una idea de los días que iba a ayunar. Creo que, si hubiese sabido que eran 41 días, probablemente hubiese sentido temor. Los primeros días de este ayuno pasaron y sentía una fortaleza sobrenatural. En ningún ayuno anterior sentí tanta fortaleza. Al pasar las primeras semanas yo mismo estaba sorprendido pues ni siquiera había sentido una debilidad. El Señor me despertaba casi siempre alrededor de las 3:00 a.m. a orar y clamaba como hasta las 7:00 a.m. Entonces tenía un culto con los hermanos que me ayudaban en el ministerio y el resto del día oraba y atendía las responsabilidades del trabajo del Señor. Cuando llevaba cerca de tres semanas en el ayuno me visitó la Hna. Elsa Ayala, misionera del Señor. Mientras hablamos, Dios le dio una visión y ella me dijo que vio una V muy grande, y muchas otras V dentro de ella. Sentí enseguida que esto implicaba Victoria por medio de ese ayuno. Durante el ayuno me sucedía algo raro que me maravillaba. Todo el tiempo sentía un sabor raro en la boca que en ningún ayuno anterior había sentido. Parecía como si tuviera en la boca una sustancia que producía ese sabor raro pero agradable. Para esos días recibí una carta de la Hna. Sally Olsen que me decía que había tenido una revelación y vio ángeles que me servían durante el ayuno. Algo me servían, y aquel sabor agradable en mi boca me hacía sentir que alguna sustancia celestial me era suministrada por los ángeles. ¡Gloria a Dios! el ayuno del Señor y Él suplía la fortaleza. Todos los días de madrugada Dios me daba mensaje para los hermanos que trabajaban conmigo y me revelaba enseñanzas importantes para ellos. Uno de los hermanos tuvo una visión y vio ángeles eles que me traían cartas. Entendí entonces cómo era venía todo aquel conocimiento. En uno de esos días oraba con confianza sintiendo una gran fortaleza física. Le decía: "Señor, aunque tenga que ayunar 40 días dame la victoria. Pero creo que no tendré que ayunar más de 40 días pues tú ayunaste 40 y yo no soy más grande que tú". En ese momento el Espíritu Santo me habló y me dijo: "Pero Él dijo, que obras más grandes que esas harían". Me quedé asombrado y no podía sacar esas palabras de mi mente. Algo me hacía sentir que ayunaría más de 40 días. Estaba fortalecido y tan confiado que ya nada me atemorizaba. Amanecía el día 27 del ayuno cuando recibí carta especial de la Hna. Merari Castro. Me decía que el Señor le había revelado que yo ayunaba por un problema muy grande, pero que en siete días me daría la victoria. Siete días implicaba el día número 33 del ayuno. Creí con toda mi alma que así sería. Decidí entonces apartarme solo con el Señor y me encerré en una pequeña habitación en mi hogar. Oraba entonces más intensamente que antes. Llegó por fin la noche número 33 del ayuno. Oraba esperando la victoria y de pronto, algo como un rayo penetró profundo a través del cielo y vino sobre mí. Sentí que penetró profundo a través de todo mi ser. Sentí que una paz increíble me invadió y tuve que gritar: "Gracias, que por fin me he convertido verdaderamente a ti". Yo era convertido. Tenía salvación. ¿Por qué grité así? Era que sentía una libertad increíble. Algo que nunca antes había experimentado. El gozo era sobrenatural. Estaba viviendo 'la experiencia de la plena conversión resultado del ayuno del Señor. En aquel momento, el Señor comenzó a hablarme y me dijo: ¿y el problema? Le grite: "¿qué problema?". El gozo y la paz eran tan profundos que me reía en el Espíritu sin poderlo evitar. El Señor me siguió hablando y me dijo: "Estabas ligado en el espíritu. Por eso estabas atribulado y triste y lleno de tantas dudas. En el ayuno has esperado lo suficiente para yo libertarte. Muchos de mis siervos también están ligados en el espíritu y necesitan liberación. Necesitan entrar en mi ayuno hasta que sean liberados y se llenen de paz, de gozo y poder de Dios. Ya tú eres libre. Te he honrado. Te liberté en 33 días. Es la edad de mi Hijo. Tu ayuno ha terminado". En aquel instante sentí gritarle: "Señor, sería hacer tus obras, y tino adicional para hacer obras mayores conforme a tu Palabra. Esos días adicionales son para que me llenes de poder y me des unción especial para llevar liberación a los adictos a drogas, las rameras, los endemoniados, los retardados mentales, los afeminados, los locos, ciegos, mudos, paralíticos, leprosos y tantos otros oprimidos por el diablo". Sentía una profunda aprobación del Señor y continué el ayuno. Pasaron los 40 días y me sentía muy bien. Sus fuerzas estaban sobre mí. Ahora durante los 40 días del ayuno sentí debilidad en una ocasión. Estuve como dos horas sintiéndome débil. Me senté en el piso a orar. Reprendí al diablo y de nuevo la fortaleza usual me volvió de nuevo. El Señor me mostró que Él me había soltado por un ratito para que yo pudiese entender cómo hubiese sido sin Su fortaleza. Esto es asunto de Su fortaleza y no la fuerza y resistencia nuestra. Al pasar 40 días con tanta fortaleza pensé que el día número 41 sería igualmente fácil, pero no fue así. En ese día una debilidad extrema me invadió por dentro y por fuera. La piel parecía que se me iba a quemar. Me sentía lastimado en mi interior. Tuve que tirarme en la pequeña camita del cuarto donde estaba encerrado y orar acostado. Fue un día de tormento. Un martirio indecible. Pensaba:"Cómo es posible que después de 40 días tan fáciles, en este día todo se haya deshecho". ¿Qué pasaba? En ese momento no lo entendí, pero luego que entregué el ayuno, Dios me reveló todo. El Señor me mostró que Su ayuno fue de 40 días y en ese tiempo yo ayuné con Su fortaleza. Al entrar en los 41 días, ya yo estaba prácticamente por mi cuenta. Por eso ese día final fue prácticamente un martirio, pero logré resistir en el ayuno para la gloria de Dios. Para los últimos días del ayuno el diablo me lanzó un ataque tratando de romperme el ayuno. Sentí un malestar insoportable. Al quitarme la ropa me quedé asombrado pues tenía una infección en el cuerpo y salía pus en abundancia. Me puse la mano y oré y reprendí al diablo en el nombre de Jesús. Me sentí mejor y en pocos días la infección desapareció. El Señor me visitó dos veces durante el ayuno. En ambas ocasiones yo oraba de rodillas y Él entró en la habitación y me tocó por la espalda con su dedo. La segunda vez que lo hizo le pregunté qué significaba eso, pues el dedo extendido que me tocaba estaba en posición de señalar. El Espíritu me habló y me dijo: "Eres Señalado". Faltando pocos días para entregar el ayuno, el Señor me habló una noche y me dijo que me tenía un Oldsmobile del 1970, y que enviara a buscarlo a cambio del que yo tenía, que era un modelo del 1969. Envié aun hermano al "dealer" de carros, y cuando el hermano dijo que Dios me había dicho que aquel vehículo era para mí, el dueño comenzó a llorar profundamente impresionado y se lo dio de inmediato a cambio del mío. No quiso aceptar devolución de dinero de ninguna manera. Cuando salí del ayuno, el vehículo estaba ya estacionado en el garaje de mi casa, tal y como el Señor me lo había mostrado. ENTREGUÉ EL AYUNO PESANDO 129 LIBRAS. HABÍA REBAJADO 36 LIBRAS. Al mirarme en el espejo y ver aquel cuerpo esquelético, sólo pude decir. "Dios mío, permite que por cada libra que he rebajado, miles de almas se salven". Así ha sido. Fue un ayuno de victoria. 21 días de ayuno Mi vida ha sido una de búsqueda del Señor en oración y ayuno. Un día Dios me llamó a ayunar. Al encerrarme en el cuarto de ayuno, no sabía cuántos días haría. Llevaba 18 días de ayuno y en el día 19 cuando desperté, me sentí muy débil. No podía ni levantarme. De pronto vi al Señor a mi lado y me dijo: "VEN". Yo sentí cuando me sacó de la habitación y se movió por el aire hacia arriba. Yo no sentía temor, pues Él iba a mi lado. Ya, a una gran altura comenzamos a descender y yo vi cuando entramos a mi habitación. Él desapareció, pero yo me sentía lleno de fortaleza. ¡Aleluya! Estaba tan lleno de energías, que corría por mi habitación. El día 19 del ayuno oraba para que Dios me mostrara los días del ayuno, no estaba dispuesto a entregar por nada, si Él no me hablaba. Mientras oraba oigo a alguien que me habla y me dice: "Dos ayes". No entendí, pero Dios me habló esa noche y me dijo: "Dos días que te quedan del ayuno" (el día 20 y 21 respectivamente.) Después de este ayuno el ministerio comenzó a crecer. Dios comenzó a abrir puertas para grandes campañas evangelísticas. ANTES DE CADA CRUZADA, ENTRABA EN VARIOS DÍAS DE AYUNO Y ORACIÓN Y VEÍA EL RESPALDO DE DIOS SALVANDO LAS ALMAS Y SANANDO A MUCHOS ENFERMOS. DIOS ME HABÍA LLAMADO A UN MINISTERIO DE TIEMPO COMPLETO Y A PREDICAR PRIN-CIPALMENTE EL MENSAJE PROFÉTICO. La mano Al terminar los 41 días de ayuno, el Señor me mostró que tomara una foto de mi mano y la publicara en la revista. Dios me había mostrado que muchos que, en fe, pusieran su mano sobre la foto de mi mano, y oraren y reprendieran los espíritus de enfermedad en el nombre de Jesús, se sanarían. ¡Gloria a Dios! Esto es bíblico, los sudarios de Pablo sanaron. Dios unge y usa lo que Él quiere para impartir bendición al pueblo. Los huesos de Eliseo resucitaron un muerto, la sombra de Pedro sanaba a los enfermos y la sombra ni siquiera es materia, pero esto es asunto de fe. Hay que tener fe para recibir de Dios. La gloria es sólo para Dios y la obra es del Espíritu Santo. Pondrán las manos sobre los enfermos y sanarán. Eso fue lo que Dios hizo con muchos que, con fe en Dios, pusieron la mano sobre mi mano. Dios fue el que la usó para sanar. ¡Amén! Testimonios de "la mano" Cuando se publicó la fotografía de la mano se hizo con una condición muy clara: La foto era sólo un punto de contacto para aumentar la fe en los enfermos. Dios me reveló que lo hiciera y así lo hice. No es la foto de un ídolo, ni es para recortarla y ponerla en un cuadro; sino sólo un punto de contacto para traer sanidad a los que creen, como lo fueron los pañuelos enviados por Pablo o la sombra de Pedro. Apenas salió la revista comenzaron a salir testimonios de gente sanada al poner la mano sobre la fotografía y orar al Señor. Toda la gloria la dimos y la damos al Señor. Él no comparte Su gloria con nadie. "Yo Jehová; este es mi nombre; y a otro no daré mi gloria, ni mi alabanza a esculturas" (Isaías 42:8). Hoy sólo les recuerdo algunos de estos testimonios: Lado de la cara rojo Una hermana tenía un lado de la cara bien rojo. Era algo horroroso. Los hermanos le preguntaban qué era eso. La hermana sólo decía que le había salido de un día para el otro, pero que el Señor la sanaría. Un día, un hermano le dio la revista La Fe en Marcha, la revista que tenía la fotografía ungida de mi mano. Por la noche puso la foto de la mano sobre el lado afectado y reprendió en el nombre de Jesús el espíritu de enfermedad. Al otro día, cuando se miró al espejo estaba completamente sana. Cuando en la iglesia la vieron se sorprendieron, pues el milagro fue grande. El lado que antes estaba rojo ahora estaba perfectamente sano. El color rojo había desaparecido. Niña con vómitos Otra hermana nos cuenta, que una de sus niñas estaba con vómitos fuertes, hasta el punto de que ya estaba vomitando sangre. La madre se asustó mucho, pues la situación era de emergencia. Pensó rápido en la revista donde aparece la fotografía de la mano y llamó a sus niños y se pusieron a orar por la niña. Pusieron la foto de la mano sobre su abdomen. La niña se acostó y se quedó dormida. Al otro día, despertó buena y sana. Desde esa fecha en adelante, sus niños creen en la sanidad divina, pues la han visto. Úlcera en el estómago De acuerdo a los médicos, la esposa de un hermano padecía de úlcera en el estómago y no podía comer nada. Había rebajado 20 libras. Hacía cinco años que padecía de esta enfermedad. Cuando recibieron la revista con mi mano, ella tenía cita médica para colocarle un tubo por la boca y tomarle unas muestras del estómago. Ya le habían sacado dos placas. Ella oró a Dios y se puso la revista en el ab-domen; la primera noche no sintió nada, pero en la segunda ocasión que se colocó la revista, nos contó que tuvo una visión. Ella dijo que vio dos manos, una le examinaba el estómago y sintió cuando le arrancaba una cosa del estómago. Desde ese momento la hermana se sanó. Comenzó a comer de todo. No ha vuelto a sentir ningún malestar. Aumentó varias libras. Fue al médico y qué maravilla, el doctor no le encontró nada y la dio de alta. ¡Gloria a Dios, Cristo la sanó! Yiye, no toques a las puertas de nadie Oraba de madrugada el día 6 de enero de 1972. Estaba de rodillas con los codos sobre el suelo y me reclinaba sobre una almohada que descansaba frente a mi pecho. Hacía días que estaba apartado en ayuno y oración clamando a Dios. De pronto sentía alguien que se movía frente a mí. Me quedé tenso pues sentí en mi corazón que era el Señor Jesucristo. En aquel instante me habló con voz audible y me dijo: "Yiye, Yiye no toques a las puertas de nadie". Estaba sorprendido. Quería preguntarle lo que me quería decir, pero no me atreví. Él se acercó más y me dijo: "Dameacá esa almohada". Me moví para dársela, pero Él extendió Su mano y la haló. Se movió entonces y se colocó a mi derecha muy cerca de mí y extendió un brazo y lo puso sobre mi espalda. Su mano quedó sosteniéndome por la cintura. No pude resistir el amor tan grande que sentía por Él y me recosté de Él y sentí extender mi mano para tocarlo. Lo toqué en el antebrazo muy cerca de la muñeca. Su brazo era semejante al de cualquier otro varón. Le hablé entonces por primera vez y le dije: "Te quiero Señor". Él me respondió: "Sonríe". Me sonreí levemente y le dije: "No te vayas, Señor". Permaneció un poco de tiempo más con Su brazo sobre mi espalda y luego, lentamente desapareció. Me senté y sentía el poder del Espíritu Santo sobre mi persona. Le pregunté: "Señor, muéstrame lo que significa cada palabra que me dijiste". Yo sentía que cada palabra que Él me habló tenía importancia. El Espíritu empezó a mostrarme que al llamarme por mi nombre implicaba que Él me conocía por mi nombre, y al decirme: "No toques a las puertas de nadie", quería decir que no pidiera a nadie, ni pusiera mi confianza en hombres, ni esperara nada de ninguna persona, sino sólo de Él. Al halarme la almohada sobre la cual yo estaba reclinado, era para mostrarme que no me recostara de nada, ni de nadie pues Él estaba disponible. Al echarme Su brazo Y sostenerme con Su mano por la cintura era para que yo viera que Él estaba para sostenerme y cuando dijo: "Sonríe", implicaba que me quería contento y lleno de gozo ya que estaba recostado de Él. Tenía que estar alegre no importando cuántas pruebas y tribulaciones estuviera enfrentando. ¡Gloria a Dios! Me quedé dormido Hace algunos años, tenía una campaña en uno de los pueblos de Puerto Rico. Iba en mi automóvil a eso de las 7:00 de la noche hacia el lugar. Ya estaba oscura y en una forma increíble me quedé dormido. Pasaron como 15 a 20 minutos y cuando desperté me quedé asombrado de que el automóvil iba por su derecha y se movía como si el mejor conductor lo fuese conduciendo. Yo dije: "Dios mío, pero, ¿qué es lo que ha pasado?". El Señor me dijo: "Que te quedaste dormido". Yo le dije: "Pero y cómo el auto iba tan perfecto por su derecha y a la distancia perfecta de un automóvil que iba frente al mito". El Señor me dijo: "Es natural, porque mi ángel, que guía mejor que tú, iba conduciendo. Mantenía la distancia, lo que tú no haces. Si él no hubiese conducido no estarías vivo ahora mismo". Yo le dije al Señor: "Pero ¿cómo es posible que me haya dormido tan temprano?". Él me dijo: "Un demonio específico te durmió. El diablo lo envió para matarte. El atentado fracasó porque mi ángel guio por ti. Ese ángel siempre está contigo y te guarda". Yo sencillamente le dije: "Señor, gracias por haber impedido que me matara. Soy tuyo, y espero que me dirijas siempre". ¡Aleluya! Ángeles del Altísimo están siempre guardando a los hijos de Dios de los planes del diablo contra ellos. Todos los que hemos aceptado a Cristo tenemos ángeles que nos guardan. Los pecadores no tienen esa bendición, pero los convertidos a Cristo sí la tienen. Amigo, conviértase a Cristo y usted también tendrá esa protección. La Biblia dice que Dios envía sus ángeles para que nos cuiden en todos nuestros caminos. ¡Aleluya! Los hijos de Dios tenemos que respetar a las autoridades ya que ellas están puestas por Dios. Las autoridades son las que ponen las velocidades a las que deben ir los automóviles. En cada lugar hay velocidades diferentes y nosotros tenemos que obedecer esos reglamentos. Si dice que la velocidad máxima es 50 millas y usted va a 60 o más no tiene garantía de nada. Puede responsable ya que ocurrirle entonces cualquier accidente del cual Dios no es usted va en desobediencia a lo puesto por el gobierno. Es como decir usted está desobedeciendo la ley puesta por Dios a través de Sus siervos. Guarde siempre las leyes dispuestas por Dios y usted tendrá Su cuidado. Sus ángeles le estarán librando de las trampas satánicas. Mientras usted va guardando lo que establecen las carreteras, Dios está guardándolo a usted, pero si viola las leyes puestas por Dios, no tiene garantías de nada. ¡Aleluya! Sonríe, Cristo te ama En una ocasión estaba afligido por una situación y el Señor se presentó mientras oraba y vino a fortalecerme en la fe, y me dijo: "No toques a las puertas de nadie. Yiye, sonríete". Desde ese momento en adelante surgió el estribillo de, "Sonríe, Cristo te Ama". "Se fue" En otra ocasión, en la ciudad de Panamá me invitaron a predicar una campaña de varios días. Cuando llegamos a la Ciudad estaba lloviendo copiosamente. Debido a que no podíamos dar la campaña, entré en un período de ayuno y oración con algunos de los hermanos que me acompañaban. A eso de las 10:00 de la noche comenzamos una batalla espiritual para romper los planes del enemigo y estuvimos en vigilia toda la noche. Al otro día, a las 5:00 de la madrugada se unieron otros hermanos y continuamos con nuestra guerra espiritual. A eso de las 3:00 de la tarde, sentí que estaba hecho, me levanté y grité: "Se fue". Al terminar de decir estas palabras, comencé a danzar en el Espíritu, viendo esto como una confirmación de que Dios había contestado nuestras peticiones. Vimos cuando las nubes de lluvia se movieron y entró un resplandor del sol, exclusivamente en el área donde se iba a realizar la campaña. Esa noche pudimos celebrar la campaña y al otro día, y los días subsiguientes tampoco llovió. Pudimos realizar toda nuestra programación y una vez terminada la campaña, al otro día comenzó a llover de nuevo. Ayunos Hace algún tiempo Dios me llamó a un ayuno de 14 días. El ayuno era de 14 días y 14 noches. En los 46 años que llevo sirviendo a Cristo he vivido experiencias con el Señor que me han movido a buscarle con más y más profundidad. ¡Aleluya! Él dice en Su Palabra: "Cuando me buscares con toda tu alma, y con todo tu espíritu, yo seré encontrado". En el tiempo en que le he servido Él, me ha llamado a ayunos largos como en el de esos 14 días. Este era un ayuno completo. En algunos casos me llamó a entregar el ayuno a las 6:00 p.m. Eso es un ayuno pardal que tiene su valor. En otros casos me mostró el ayuno completo entregando al otro día a las 6:00 a.m. Ya ese es un ayuno de más bendición pues implica un ayuno total de un día; de 6:00 a.m. al comenzar hasta las 6:00 a.m. del otro día para entregarlo. En ese ayuno oré en abundancia. En otros casos me ha mostrado tres días de ayuno o una semana (7 días) o más. Yo hacía como Él dirigía. Déjese dirigir por el Señor y haga como Él le muestre. La Biblia dice que los dirigidos por el Espíritu de Dios esos son Sus hijos. Amén. Lo importante es que usted ayune al máximo que Dios le revele y ore en esos días en abundancia. La Biblia dice que hay demonios que no salen sino es con oración y ayuno. ¡Gloria Dios! Primero el cajón del diablo, luego primer programa de televisión Yo predicaba contra la televisión con toda furia porque la programación que transmitía era de maldad, inmoral. Cuando Dios me dijo: "Contrata tal espacio en la televisión", yo le dije: "Señor, cómo Yo voy a salir en la televisión, que, de cajón del diablo para arriba, cuántas cosas le he dicho. ¿Qué yo salga en la televisión ahora?". Dios me contestó: "Eso que tú decías era verdad y tenías que decírselo porque eso era el cajón del diablo. Pero ahora es diferente porque ahora es un instrumento que voy a utilizar para evangelizar a las naciones. Porque ahora en ese programa, se va a oír mi Palabra. Tú estás haciendo algo que es de bendición. En lo que la televisión hace no hay nada mío, ahora entro yo en la televisión". Yo contraté el espacio y cuando salió ese primer programa la gente estaba completamente indignada.Los cristianos estaban gozosos y cuando los otros me decían algo, yo les contestaba: "El cajón del diablo sigue siendo el cajón del diablo, pero yo le quité un pedazo del cajón del diablo y se lo di a Dios". Se quedaban callados. Ahí seguimos hasta que llegamos a una gran cantidad de programas de televisión en California, Nueva York y en otros lugares fuera de la Isla. Esto siguió creciendo como la espuma, no había quién lo detuviera. Me amenazaron con apedrearme, pero nada sucedió, si Dios es por nosotros, quién contra nosotros. Dios jamás permitió ninguna de estas cosas. Un día Dios me habló: "Tienes que entrar en la televisión, pero vas a entrar en grande. Yo soy el que te voy a ayudar". Le dije al Señor: "Si tú eres el que me vas a ayudar, no hay problema". Ahí entonces comenzamos a hacer los trámites para que un canal en Aguada, Puerto Rico, fuera nuestro. Más tarde compramos otro en la ciudad de Arecibo. A estos dos canales le pusimos el nombre de La Cadena del Milagro. ¿Por qué La Cadena del Milagro? Porque fue a fuerza de milagros que nos íbamos moviendo. Era la única estación de televisión en la que se oraba por los enfermos y se sanaban y se veían los milagros. La gente venía y testificaba por la televisión. Ahora La Cadena del Milagro cubre todo Centro y Sur América y los Estados Unidos, México y otros lugares. ¡Precioso Jesús! Lo último que Dios me dijo fue: "Tienes que cubrir el mundo entero con La Cadena". Ya La Cadena del Milagro ha contratado el último satélite que nos permite llevar nuestra señal a cada rincón del planeta. Necesitamos movernos rápidamente porque estamos en los últimos días. ¡Cristo Viene Ya! En los últimos días dijo Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne. Al estar cubriendo el mundo entero, ya hemos recibido llamadas de lugares que jamás habíamos pensado llegar. Recuerdo que yo le dije: "Señor, ¿cómo me van a entender en estos países y en cualquier país que no hable español?" Me dijo: "Te entenderán". No volví a preguntarle nada. Pero como a las dos semanas Él volvió a hablarme y me dijo: "Se te olvidó una cosa que yo hice ya en tu ministerio". " ¿Qué cosa fue?", le pregunté. "¿No te acuerdas un día que tú estabas predicando y había un grupo de americanos?" Cuando yo terminé de predicar fui donde ellos y en "mi inglés", les hablé y les dije: "Yo no sabía que ustedes venían, si lo hubiese sabido, hubiese pedido que les pusieran un intérprete". Me dijeron: "Entendimos todo lo que usted predicó". Les dije: "No sabía que ustedes hablan español". "Ni una sílaba", me dijeron. "¿Y cómo entendieron?" "Eso sí que no se lo podemos explicar. Sabíamos que usted estaba predicando en español, pero nosotros lo estábamos escuchando en inglés. Entendimos todo". En ese momento oí la voz del Señor: "Así es como haré en Rusia, China, Japón y Australia. Cuando la predicación entre a esos países, van a entender en sus idiomas el mensaje del Evangelio". Le dije: "Señor, verdaderamente que tú eres grande. ¿Quién como tú entre los dioses? Los demás son de madera, oro o plata, pero tú Señor, eres poderoso en obras y palabras". ¡Gloria a Dios! Dolor en el corazón En una ocasión me sobrevino un dolor en el corazón. El dolor era muy fuerte. Me duró como tres semanas. Yo nunca dije nada a nadie, ni me quejé. El diablo me hablaba: "Esta noche no prediques, mira como tienes ese corazón. El corazón está dañado". Yo le dije: "Mi corazón es el más sano que hay en Puerto Rico". El diablo se rió. Yo seguía predicando. No me detenía para nada. Una noche yo estaba predicando en un campo de Utuado, Puerto Rico. Cuando fui a orar por los enfermos yo sentía una seguridad de Dios de que Él iba a sanar a todos y se lo dije a la gente. "El Señor me muestra que esta noche los va a sanar a todos". Se formó tremenda algarabía de gozo y yo calladito le dije al Señor: "Ya mí también". Luego cayó el poder de Dios de tal manera, que sanó a mucha gente de terribles condiciones de salud. Llegó el momento en que todos habían testificado, y yo le dije: "Señor, yo te dije que a mí también". Entonces le dije a la gente: "Yo tengo algo importante que hacer, yo me voy a poner de espalda a ustedes y ustedes oren por mí. Esto es muy importante para mí". Ellos comenzaron a orar con violencia y con todo amor. Yo le dije al Señor: "Señor, a mí también tú me tienes que haber sanado". Cuando dije esto, bajó del cielo algo como un fuego que fluyó por el centro de mi pecho y desapareció el dolor. ¡Gloria a Dios! Y le dije al diablo: "No te lo dije diablo, que estaba sano. Cuando me dijiste que yo estaba enfermo, yo estaba sano y ahora sigo sano, no por fe, sino sano de verdad". Desde ese momento el diablo no volvió a decir ni una palabra. Yo quedé sano totalmente. Entonces me volví hacia la gente, a los hermanos y les dije: "Hermanos yo tenía un dolor terrible en el pecho. Llevaba ya tiempo con él, pero yo nunca dije nada. Estaba esperando que Dios me sanara. Ahora, los sanó a ustedes y yo le reclamé que tenía que sanarme a mí también". Descendió algo que arrancó lo que había y yo estoy nuevo también". Esa noche se desató una fiesta de alegría y de alabanza y de testimonios por lo que Dios había hecho. ¡Gloria a Dios! Experiencias con el Rapto Dios me ha permitido tener unas experiencias impresionantes sobre el Rapto de la Iglesia. Estamos viviendo la época más hermosa que jamás hayamos vivido antes. En cualquier momento suena la trompeta y el pueblo firme en Cristo, será arrebatado al cielo. Ese es el Rapto de la Iglesia. Enoc Enoc es el tipo de rapto más perfecto que menciona la Biblia. Dice la Palabra que andaba con Dios: "Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios" (Génesis 5:24). Andaba con Dios y Dios se lo llevó con Él y está arriba en el cielo, no ha muerto, ni morirá nunca. "Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios" (Hebreos 11:5). Eso es un tipo perfecto del Rapto de la Iglesia. La gente tiene que entender que para poder irse en el rapto tiene que andar con Dios. Ya hay uno allá, Enoc, el primero. Arrebatamiento de la Iglesia "He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muer-tos serán resucitados incorruptibles, y nosotros sere-mos transformados" (1 Corintios 15:51-52). Inmediatamente en ese abrir y cerrar de ojos, en ese segundo, ya no estaremos en el cuerpo actual, nos vamos en un cuerpo igual al de los ángeles del cielo. Los que se queden les va a pasar como a los hijos de Israel. Los hijos de Israel siempre han creído en Dios. El problema de ellos es Jesucristo, ahí no han entrado todavía, o sea no han creído aún que Jesucristo era y es para ellos, el Mesías prometido. Pero cuando ocurra el rapto y nosotros, la iglesia compuesta por todos los lavados por la Sangre del Cordero, tanto gentiles como judíos volemos, Dios le va a enviar a Elías y Moisés, "los dos testigos", quienes profetizarán vestidos de cilicio por tres años y medio. Fíjese que Moisés murió y Dios lo enterró. El arcángel Miguel vino y tomó su cuerpo y cuando lo fue a levantar, el diablo se opuso para quitárselo (Judas 9). Los ángeles son tan fuertes y al mismo tiempo tan llenos de Dios que no hablan nada que no les venga de parte de Dios. Miguel no se atrevió a reprenderlo, sino que le dijo, "que el Señor te reprenda". Cuando le dijo esto, el diablo tuvo que soltar el cuerpo y Él se llevó el cuerpo de Moisés al cielo. Dios mismo lo había enterrado (Deuteronomio 34:6-7). Ahora, después del rapto, Moisés regresa con Elías a ministrarle a Israel.
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