Vista previa del material en texto
IUSPO Los Teques, 17 de enero de 2023 Educación Mención Filosofía Historia de la Cultura Venezolana y Latinoamericana MARINO Menini ORDOSGOITE Armando El influjo del Occidente en la cultura e identidad de América Latina Hay quienes aseguran que América Latina podría considerarse como una subcivilización o una civilización aparte, íntimamente emparentada con Occidente y dividida en cuanto a su pertenencia a él. Sin embargo, aun no existe un consenso entre una u otra cosa. Este tema sigue siendo cuestión de debate para muchos. Unos dicen: “sí, somos parte de Occidente”. En cambio, otros afirman: “no, tenemos nuestra propia cultura e identidad”. No hay que negar el vasto material bibliográfico producido por grande ilustres y eruditos latinoamericanos que exponen detalladamente tales diferencias, pero aceptando el parentesco de América Latina y Occidente. Pero, ¿qué tan occidentales somos? Considero que tal pregunta nos la debemos hacer constantemente. Antes de contestar esta pregunta, conviene enumerar las características culturales de la civilización Occidental, concentradas en Europa Occidental. De tales características, se mencionan las siguientes: El legado clásico greco-latino y el cristianismo. Sobre el legado clásico, afirma que Occidente heredó mucho de civilizaciones anteriores, entre ellas destaca la civilización clásica greco-latina. Los legados que Occidente recibió de esta civilización son muchos, en especial la filosofía y el racionalismo griego, el derecho romano, el latín y el cristianismo. También, las civilizaciones islámica y ortodoxa fueron herederas de la civilización clásica, pero en ningún caso se acercan al grado en que lo fue Occidente. El catolicismo y el protestantismo, es otra de las vetas de la civilización Occidental. El cristianismo occidental, primero catolicismo y después catolicismo y protestantismo, es históricamente la característica más importante de la civilización Occidental. La Reforma y Contrarreforma, y la división de la cristiandad en un norte protestante y un sur católico son igualmente rasgos característicos de la historia occidental, totalmente ausentes de la ortodoxia oriental y alejada en gran medida de la experiencia latinoamericana. Las lenguas europeas y la separación de poderes. La lengua como factor distintivo de la gente de una cultura respecto a la de otra sólo cede en importancia ante la religión. Occidente difiere de la mayoría de las demás civilizaciones en la pluralidad de sus lenguas. El latín cedió su puesto al francés, el cual a su vez fue reemplazado en el siglo XX por el inglés, pero con la coexistencia de un sinnúmero de lenguas. La separación de la autoridad espiritual y temporal, es otro elemento distintivo fundamental. A lo largo de la historia, junto al Estado existió primero la Iglesia y después muchas iglesias. Dios y el César, Iglesia y Estado, autoridad espiritual y autoridad temporal, han sido un dualismo corriente en la cultura occidental y su división, fenómenos que contribuyó enormemente al desarrollo de las libertades en Occidente. El imperio de la ley y el pluralismo social. La idea de que la ley es fundamental para una existencia civilizada fue heredada de los romanos, afirma al referirse a el imperio de la ley. Los pensadores medievales elaboraron la idea de derecho natural a la que debían atenerse los monarcas en el ejercicio de su poder, y en Inglaterra se desarrolló una tradición de derecho común. La tradición del imperio de la ley sentó las bases del constitucionalismo y de la protección de los derechos humanos, por ejemplo los derechos de propiedad, contra el ejercicio de un poder arbitrario. En la mayoría de las demás civilizaciones, la ley fue un factor mucho menos importante en la configuración del pensamiento y de la conducta. El pluralismo social, es otro factor decisivo, pues históricamente, la sociedad occidental ha sido muy pluralista. Este pluralismo europeo contrasta claramente con la pobreza de la sociedad civil, la debilidad de la aristocracia y la fuerza de los imperios burocráticos centralizados que existieron simultáneamente en Rusia, China, los países otomanos y otras sociedades no occidentales. El pluralismo social dio pronto origen a Estados, Parlamentos y otras instituciones para representar los intereses de la aristocracia, el clero, los mercaderes y otros grupos o lo que Huntington llama los cuerpos representativos. Los cuerpos representativos y el individualismo. Estos cuerpos brindaban formas de representación que en el curso de la modernización se transformaron en las instituciones de la democracia moderna. La representación a escala nacional se complementaba así con un grado de autonomía a escala local sin par en otras regiones del mundo. Sobre el individualismo, muchas de las características de la civilización occidental que acabamos de mencionar contribuyeron a la aparición de un sentimiento individualista y de una tradición de derechos y libertades individuales únicas entre las sociedades civilizadas. Ahora bien, la lista anterior no pretende ser una enumeración exhaustiva de las características propias de la civilización occidental, ni tampoco pretende dar a entender que dichas características estén presentes siempre y de forma universal en la sociedad occidental. Evidentemente no es así, los numerosos déspotas de la historia de Occidente ignoraron de forma habitual el imperio de la ley y disolvieron los cuerpos representativos. Tampoco quiere decir que ninguna de estas características se dé en otras civilizaciones. Pero estas son las características que hoy predominan en las sociedades de Occidente, y que brillan por su ausencia en la mayoría de los países de Latinoamérica. Los indicios de modernidad que ha experimentado Latinoamérica no deberían de confundirse con su “occidentalización”, pues absorber la cultura pop y los artefactos tecnológicos no implica que estas sociedades se hayan occidentalizado, cuando en la realidad sus valores no encarnan los de Occidente. Así, pues, América Latina, es un híbrido de civilización todavía en proceso de desarrollo, con un fuerte componente indígena y de mestizaje, además de un sustrato aristocrático heredado de España y Portugal. Se quiera o no, es imposible negar el influjo y la herencia que tuvo la Europa Occidental en lo que hoy por hoy es América Latina, y que todo cuanto pensamos y expresamos ha sido el regalo que nuestros abuelos “los occidentales” nos dejaron en herencia. Referencias Montaner, C. (2003). Los latinoamericanos y la cultura occidental. Editorial Casa de la cultura: México-México.