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Bell hooks - Desafío al capitalismo y al patriarcado (1995)

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Título original: Chal enging capitalism & patriarchy
Autor: bell hooks
Origen: Z Magazine, diciembre 1995
Traducido por Juan Romero y revisado por Alfred Sola, marzo 2000
Desafío al capitalismo y al patriarcado
Third World Viewpoint entrevista a bell hooks
THIRD WORLD VIEWPOINT: Usted ha escrito extensamente sobre
cuestiones feministas y sobre la opresión racial en América. Sus análisis
son siempre profundos e incisivos, pero, al ser una intelectual en el
sentido elitista de la palabra, ¿no le preocupa que posiblemente la
mayoría de los hombre y mujeres afroamericanos no tengan la
oportunidad de saber quién es bell hooks, de leer un material tan
relevante para las luchas en que están inmersos?
BELL HOOKS: Creo que puedo considerarme afortunada por cuanto
recibo una gran respuesta por parte de esa "mayoría". Creo que tenemos
una visión demasiado estereotipada de la gente trabajadora. Hay un
montón de trabajadores negros que leen. De hecho, hace ya veinte años,
mucho antes de que las feministas se interesaran y aplaudieran mi trabajo,
yo ya contaba con el apoyo de esa población negra, especialmente de las
mujeres, que iban a las bibliotecas, leían mis libros y me escribían. Mi
propósito es ampliar esa audiencia para llegar a los jóvenes negros de
entre 15 y 25 años, que es la población lectora que posiblemente es menos
probable que haya oído hablar de mí.
Ha sido en parte mi deseo de hacer eso lo que me ha l evado a escribir en
revistas con las que políticamente no tengo demasiada relación, quiero que
la gente negra sepa que hay voces intelectuales negras insurgentes que
tratan nuestras necesidades como pueblo que debe afrontar una renovada
lucha por la liberación.
http://www.zmag.org/zmag/articles/dec95hooks.htm
Hablemos del concepto de patriarcado sobre el que usted ha escrito y
hablado en multitud de ocasiones. El patriarcado es un concepto de
sociedad dominada por los hombres. Claramente ha existido antes de que
hubiera capitalismo. ¿Cree que el derrocamiento del capitalismo lleva
consigo las semillas para la desaparición del patriarcado y la opresión de
las mujeres?
Creo que lo que puede verse globalmente es que ha habido luchas
increíbles para combatir el capitalismo que no han tenido en absoluto
como resultado el final del patriarcado. También creo que cuando
estudiamos las sociedades antiguas que no eran capitalistas, encontramos
sistemas jerárquicos (que otorgan más poder a los hombres) del mismo
modo que en los patriarcados modernos. No creo que se pueda destruir el
patriarcado sin cuestionar, criticar y combatir el capitalismo y tampoco
creo que combatir el capitalismo sea suficiente para conseguir un mundo
mejor para las mujeres.
¿Cómo combina la lucha contra el patriarcado y contra el capitalismo?
Creo que estratégicamente es necesario luchar en todos los frentes. Por
ejemplo, a mí me preocupa que no haya más mujeres negras
comprometidas en la política anti-capitalista. Pero hay que entender el
papel que juega la opresión sexista para animar a las mujeres negras
jóvenes a creer que no tienen ninguna necesidad de estudiar el capitalismo.
Que no tienen por qué leer a hombres que fueron mis profesores como
Walter Rodney, Nkrumah o Amilcar Cabral.
Como mujer que ha crecido en una familia sureña negra, de clase
trabajadora y con un patriarcado tradicional, creo que existe una
convergencia total entre las cuestiones de clase y de género. Yo era
plenamente consciente de mi clase y era plenamente consciente de las
limitaciones que se me imponían por mi sexo. No sería la trabajadora
comprometida por la libertad que soy si no hubiera comenzado por
oponerme a una visión de género de la educación que sugiere que la
política es terreno de los hombres y que el pensamiento político sobre la
lucha contra el racismo y el colonialismo es cosa de hombres.
Estoy claramente a favor del tipo de educación que favorece una
conciencia crítica que diga: no vamos a mirar estas cosas por separado.
Vamos a ver cómo convergen para que cuando empecemos a tomar una
actitud contra ellas, podamos adoptar este tipo de actitud estratégica que
nos permita ser determinantes por nosotros mismos como gente que lucha
de manera revolucionaria en todos los frentes.
Desde su propio desarrol o político ¿cree que su análisis está moldeado
por la crítica marxista de la sociedad capitalista?
Totalmente. Creo que el pensamiento marxista --el trabajo de gente como
Gramsci-- es absolutamente crucial para educarnos en la conciencia
política. Eso no significa que tengamos que pasar por alto el sexismo o el
racismo que aparece en estos pensadores. Significa que tenemos que
extraer los recursos de su pensamiento que puedan resultarnos útiles en la
lucha. Es en el análisis de clase donde comencé todo mi trabajo. El hecho
es que era contra el feminismo blanco burgués contra el que reaccionaba
cuando en mis primeras clases de estudios de la mujer me levantaba y
decía "Las mujeres negras siempre hemos trabajado".
Desafiaba a la estructura del feminismo desde una perspectiva de clase.
En consecuencia ¿incitaría a las mujeres a implicarse de manera
organizada en la lucha contra el sistema capitalista y contra la opresión
de género?
Sin duda. En mi último libro, Kil ing Rage: Ending Racism (‘Matar el
odio: acabar con el racismo’), una de las cuestiones principales que trato
es el grado en que se presenta el capitalismo como respuesta. Cuando la
gente se concentra en la obsesión que tienen los medios de masas blancos
con Louis Farrakhan, piensan que los medios odian ferozmente a
Farrakhan. Pero no es así. Les encanta. Una de las razones por las que les
encanta es porque es totalmente pro-capitalista.
Hay un gran solapamiento entre los valores de Farrakhan y la Nación del
Islam y los valores de la ultraderecha blanca. Por ejemplo, su pro-
capitalismo, su patriarcado y su apoyo total a la homofobia.
El pro-capitalismo de Farrakhan incita a una especie de falsa conciencia
en la vida de los negros. Por ejemplo, tome un rapero como Ice T en su
nuevo libro, The Ice Opinions (‘Las opiniones de Ice’), que hace un astuto
análisis de clase cuando dice que "La gente no vive en el ghetto porque son
negros, sino porque son pobres". Pero a continuación lo que ofrece como
respuesta es el capitalismo. Esto significa que tiene un vacío total en su
entendimiento si cree que volverse rico en esta sociedad es de algún modo
una forma de redimir la vida de los negros. La única esperanza que existe
para transformar la vida material de la gente negra es reclamar la
redistribución de la riqueza y los recursos, lo que no es sólo una crítica del
capitalismo, sino un completo desafío al capitalismo.
Usted se lamenta de no ver mujeres jugando papeles importantes en las
organizaciones políticas --especialmente en la izquierda. Pero, en cuanto
a las pocas posibilidades de las mujeres izquierdistas de organizarse
fuera de la perspectiva feminista, me parece que podrían ofrecerse muchas
razones para explicarlo, como el hecho de que no se percibe que los
hombres negros, aunque sean sexistas, controlen los resortes del poder en
esta sociedad, de modo que a las mujeres negras, como tales, les resulta
problemático organizarse de manera independiente.
No estoy de acuerdo en que mi punto de partida político arranque del
feminismo.
Arranca de la noción de autodeterminación de los negros. Para participar
en la lucha revolucionaria para la autodeterminación colectiva de los
negros, he de implicarme en el feminismo porque se ha convertido en el
vehículo para proyectarme como mujer en el corazón de la lucha, pero el
corazón de la lucha no arranca del feminismo. Arranca de entender la
dominación y de la crítica de la dominación en todas sus formas. De
hecho, creo que es peligroso pensar que el punto de partida es el
feminismo.
Creo que necesitamos una visión mucho más sofisticada de qué significa
tener una conciencia política radical. Esa es la razón por la que pongo
tanto énfasis en la necesidad de que los afroamericanos adopten el
lenguaje político del colonialismo.Tenemos una deuda inmensa con gente
como CRL James y con los grandes pensadores de la Diáspora Africana
que nos han animado a enmarcar
nuestros problemas en un contexto político mayor en el que se toma en
consideración el imperialismo, el colonialismo y nuestro lugar como
africanos en la Diáspora, de forma que la clase se convierte en un factor
central.
Por lo que respecta a la necesidad de que se despierte una conciencia en
los hombres y mujeres negros acerca de las cuestiones de género ¿qué tipo
de programa cree que debería plantearse?
Creo que también necesitamos que los hombres negros sean profesores
feministas que eduquen hacia una conciencia crítica. En realidad, estoy a
favor de una división más comunal del trabajo. Si tenemos una comunidad
en la que parece que la gente está más animada por el género, pero que no
le importa mucho la clase, entonces creo que estratégicamente
necesitamos dirigirnos a ese marco de entendimiento que se está dejando
de lado, en lugar de asumir que debemos centrarnos siempre en el otro
marco.
Creo que las mujeres negras son muy sensibles al consumismo hedonista
burgués porque son los objetivos principales de los medios de masas. Por
tanto, es claramente necesaria una gran cantidad de pensamiento acerca
del materialismo en nuestras vidas para animar a las mujeres negras a la
lucha revolucionaria. De modo que la clase reaparece de nuevo y no hemos
tenido suficientes líderes negras.
Pero la cuestión es que también necesitamos saber cómo esas mujeres,
muchas de las cuales proceden de familias burguesas, comienzan a
adquirir una conciencia más revolucionaria --si es que realmente han
adquirido esa conciencia.
Para las mujeres negras, también es más fácil muchas veces hablar sobre
el género e ignorar la clase, porque muchas de nosotras no nos hemos
desposeído de nuestro apoyo al capitalismo y de nuestro anhelo de lujos.
Creo que una cosa es disfrutar de la buena vida, de la belleza y de las cosas
y otra muy distinta sentir que una acepta apoyar el asesinato de otra gente
en otros países para poder tener un bonito coche y otros caprichos.
Con sus respuestas ha dejado bastante clara cuál es la diferencia entre su
actitud política y la de, digamos, las feministas blancas.
Bueno, yo más bien diría "algunas feministas blancas" porque se me
ocurren feministas revolucionarias que son blancas. No oímos hablar de
ellas porque no comparten los objetivos burgueses de mantener el status
quo. Son una pequeña minoría pero están ahí y son útiles aliadas para la
lucha. Por eso ya no me gusta utilizar esos términos monolíticos que
utilizaba al principio en Ain’t I A Woman (‘¿Es que yo no soy mujer?’),
porque tenía 19 años cuando escribí ese libro y reflejaba una cierta
ingenuidad política. Ahora tengo mucho más cuidado en no poner a todas
las feministas blancas en el mismo saco, porque hay un pequeño grupo de
pensadoras revolucionarias que son activistas y que están mucho más
comprometidas como aliadas nuestras que la generalidad de feministas
blancas de las que tanto oímos hablar.
¿Tenemos que olvidar por tanto la idea de que el feminismo es oponer
hombres y mujeres?
En Feminist Theory, From Margin to Center (‘Teoría feminista, de los
márgenes al núcleo’), yo decía que si se piensa en el feminismo como un
movimiento para acabar con el sexismo y la opresión sexista, ahí no se
dice nada de los hombres.
Desde mi punto de vista, una mujer no es feminista simplemente por ser
mujer. Se es feminista porque se empieza a renunciar a los modos sexistas
de pensamiento y se revoluciona la conciencia. Lo mismo vale para el
camarada en la lucha.
Podría pensarse, como en el caso del racismo, que a la mujer le conviene
más desarrollar una conciencia feminista, pero esa es la única razón por la
que creo que las mujeres tienen un interés mayor por el feminismo que los
hombres. Me entristece que hayamos tolerado a esas feministas
irreflexivas que actúan como si se tratara de una lucha contra los
hombres… Aunque se trata de la rama políticamente menos desarrollada
del feminismo, es la rama de la que más se oye hablar. No es el tipo de
feminismo revolucionario que dice que el patriarcado también amenaza la
vida de los hombres negros. Cuando miramos a los negros que se matan
entre sí --que piensan que su polla es una pistola y que las pistolas son pol
as--, esos hombres necesitan una crítica de la idea de masculinidad
patriarcal para salvar sus vidas. El feminismo como movimiento político
necesita específicamente tratar las necesidades de los hombres en su lucha
por revolucionar su conciencia.
En su primer libro Ain’t I A Woman usted reprendía a Amiri Baraka por
sus puntos de vista y su política sexista. ¿Cree que, como resultado de la
creciente oposición crítica suya y de otros, se está produciendo un cambio
entre los hombres de la comunidad negra?
Sin duda creo que estamos asistiendo a grandes cambios entre los hombres
negros. Pero creo que un gran problema es que no se ve a los
homosexuales negros --estoy pensando especialmente en Essex Hemphill,
Joseph Bean y Marlon Riggs--, que han estado al frente de la crítica del
sexismo, como líderes de nuestra comunidad, como debería ser. Cuando
Marlon Riggs realizó la película Tongues Untied (‘Lenguas desatadas’),
donde habla del silencio en la construcción de la identidad de la
masculinidad negra (continuamente se repite la frase "el silencio es mi
pistola, el silencio es mi escudo"), no sólo está hablando de los
homosexuales que utilizan el silencio. Cuando observamos a los hombres
negros, en general, en sus relaciones íntimas y personales, nos damos
cuenta de que su incapacidad para comunicar los sentimientos y
emociones hacia las personas que les importan es un problema. No se me
ocurre nada que haya hecho un hombre negro que intente hablar de la
necesidad de atravesar el muro de silencio y del abanico de cuestiones que
afecta a sus vidas de manera tan profunda como Marlon en Tongues
Untied. Y sin embargo, aunque se ha emitido en PBS, la mayoría de los
hombres negros piensan "homosexual", y no miran más allá.
Resulta trágico porque los homosexuales tienen mucho que ofrecer.
¿Es la comunidad negra más homofóbica que la blanca?
La retórica del nacionalismo es totalmente homofóbica y en la medida en
que la comunidad negra actual vive las fantasías escapistas, apolíticas y no
revolucionarias del nacionalismo y la familia patriarcal somos más
agresivamente homofóbicos que la cultura más amplia en la que hay una
gran cantidad de liberales y progresistas blancos que no están interesados
en el nacionalismo.
Por lo que respecta a nuestra posición en los 90, ¿es usted optimista? ¿Ve
en el horizonte la semil a de una regeneración futura del radicalismo
político negro?
Veo, especialmente entre la juventud negra, un anhelo de respuestas más
sofisticadas. Lamentablemente, ahora mismo son el nacionalismo estrecho
y las formas limitadas de afrocentrismo las que están respondiendo a ese
anhelo.
Nuestros líderes se enredan en fantasías utópicas de liberación cuando en
realidad nuestra liberación debe realizarse en una lucha concreta de la
fuerza de trabajo y no en fantasías de una África antigua de reyes y reinas.
Y no es que no necesitemos saber sobre el África antigua para corregir los
prejuicios de la educación occidental.
La gente olvida que las luchas militantes de los 60 eran profundamente
anticapitalistas. Incluso Martin Luther King llegó a un punto antes de su
muerte, en A Testament of Hope (‘Testamento de esperanza’), donde decía
que debemos ser antimilitaristas, que debemos criticar el capitalismo. Eso
se ha perdido de algún modo con el tiempo y creo que la asunción de la
ética capitalista del individualismo liberal ha hecho más por difuminar la
capacidad de la gente negra de luchar por su libertad que cualquier otro
factor.
Por otro lado, cuando doy una charla hay más hombres negros que nunca.
Hay mucha más gente negra, lo que me hace pensar que también existe un
grupo creciente que está preparado para educarse con una concienciacrítica de manera más poderosa y revolucionaria. La cuestión es ¿cuántos
de nosotros nos alzaremos como intelectuales negros, insurgentes y
revolucionarios para ser los líderes y los profesores y para ser quienes
hagamos ciertos sacrificios para desarrollar nuevas ideas? Tenemos que
pensar en las ideas políticas como en un recurso que ofrecemos a nuestras
diversas comunidades negras y a nuestras vidas.
Usted es también una crítica cultural. Ahora mismo hay muchas películas
de negros ¿cree que esas películas están tratando los problemas actuales
de los negros?
Mucha gente negra me dijo, por ejemplo, "Oh, tienes que ver Sankofa" la
película de Haile Gerima. Fui a verla y pensé, este guión sobre la
esclavitud viene directamente de Lo que el viento se l evó. Hay momentos
en los que se afirma la autodeterminación de los negros, pero resulta tan
sentimental cuando trata las cuestiones de género. Tenemos a esa
sacrificada madre negra que, si en realidad
tuviera una conciencia revolucionaria no iría detrás de su hijo retrogrado
mulato que se odia a sí mismo de la manera que lo hace esa mujer. Es
triste que esta sea nuestra visión de una película que empieza a tratar
nuestros problemas porque, otra vez, lo hace de manera totalmente banal.
Creo que es mucho mejor discutir lo útiles que puedan resultar estas
narrativas sobre la esclavitud en una cultura en la que la gente desconoce
su historia real.
Estoy mucho más interesada en que los estudiantes lean y conozcan los
discursos y los textos de Malcolm X, la persona, que en que vayan a ver
esa versión amañada y colonizada de Spike Lee. Hasta que la gente no
haya estudiado las enseñanzas concretas de Malcolm X o Martin Luther
King me parece peligroso que la ficción se convierta en el primer paso de
aprendizaje.
Supongo que el nacionalismo todavía tiene un ascendiente muy fuerte
sobre nosotros…
Efectivamente. Creo que ahora mismo el nacionalismo es una visión del
mundo no progresista. Creo que el nacionalismo es diferente de la
autodeterminación de los negros porque evidentemente cualquier visión de
esta autodeterminación que esté anclada en el análisis de clase y en la
crítica del sexismo nos une a la lucha global por la liberación de toda la
gente oprimida, y no sólo de la gente negra.
Creo que el nacionalismo ha socavado la lucha revolucionaria de los
negros. No es accidental que a Martin Luther King o a Malcolm X los
destruyeran en el momento de su carrera en el que habían comenzado a
criticar el nacionalismo como plataforma de organización y en el que, de
hecho, habían reemplazado el nacionalismo por la crítica del
imperialismo; lo que nos une a las luchas de liberación de mucha otra
gente en el mundo. Si no tenemos ese tipo de perspectiva global sobre
nuestra realidad social, nunca seremos capaces de reinventar un
movimiento revolucionario para la autodeterminación negra que no sea
exclusivo y que no asuma algún tipo de nacionalidad patriarcal. Muchas de
las naciones africanas han fracasado precisamente porque carecían de una
visión funcional del cambio social y no porque no tuvieran una nación. Por
tanto, los americanos negros tienen que ser muy cautos al abrazar la
noción de una nación como un lugar de redención. El lugar de redención
reside en nuestra política radical y en las estrategias que desarrollemos
para llevar a cabo esa política, no en la formación de una nación.

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