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66 Manual de Endourología | Edición 2016Manual de Endourología | Edición 2016 LITOTRIPSIA EXTRACORPÓREA Dr. Enrique Ossandón S. Servicio de Urología Hospital Clínico Universidad de Chile. La litotripsia extracorpórea (LEC) es uno de los métodos más usados en el trata- miento de la urolitiasis. En este capítulo revisaremos aspectos históricos de la LEC, principio físico o biomecánico de las ondas de choque, principales características de los litotriptores más utilizados, usos y contraindicaciones de la LEC, aspectos técnicos que optimicen sus resultados, finalmente, sus complicaciones y el manejo de las mismas. Aspectos históricos La urolitiasis es una de las patologías más frecuentes en el mundo con una prevalencia de un 2 a 3 %. Sin duda la LEC fue un cambio revolucionario en el manejo de la urolitiasis. La primera LEC en un paciente portador de un cálculo renal se realizó el 7 de febrero de 1980. Desde esa fecha se han multiplicado los litotriptores, existiendo hoy más de 5000 litotriptores en uso y ejecutándose más de un millón de procedimientos por año (1). El desarrollo de esta tecnología se inició muchísimos años antes a partir de la observación de algunos eventos físicos como la caída de micrometeoritos, o el impacto de proyectiles a gran velocidad, o el daño que generan los aviones de guerra cuando superan la velocidad del sonido. Todos estos eventos tienen algo en común: son generadores de ondas de choque. Los primeros estudios o experimentos fueron desarrollados por un ingeniero de la empresa tecnológica alemana Dornier, aplicando ondas de choque en tejidos biológicos y estudian- do sus efectos, a comienzos de los 70. A fines de 1972, W. Hepp y G. Hoff del Departamento de desarrollo e investi- gación de la empresa Dornier, iniciaron un trabajo cooperativo preclínico para su aplicación en cálculos urinarios con los Drs. E. Schmiedt y F. Eisenberger de la Universidad de Munich. En 1974 comienza la primera fase experimental in vivo encabezada por Ch. Chaussy, F, Eisenberger, W. Hepp. Se buscaba destruir un cálculo intrarrenal con la exposición de una sola onda de choque generada por una bujía en una bañera con interfase acuosa. Este primer experimento fracasó por efectos dañinos en la piel, pues aún no se sabía cómo medir la expansión de la onda de choque ni cómo focalizarla en un punto (1). Al año siguiente se desarrolla la generación de ondas por un sistema piezoeléctrico y su conducción por una superficie elipsoidal que permitió conver- ger las ondas en un punto focal a través de una interfase acuosa (bañera), minimi- zando la energía entregada. Durante los años siguientes, se sumó la capacidad de generar múltiples ondas de choque continuas y se mejoró la localización de los cálculos con un sistema integrado de
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