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Endourología (224)

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Manual de Endourología | Edición 2016Manual de Endourología | Edición 2016
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pectivo de 1854 pacientes sometidos 
a nefrolitectomía percutánea encontró 
una tasa de transfusión del 12,3 %. De 
estos pacientes, 1,5 % requirieron una 
angioembolización renal para contro-
lar el sangrado (19). Comúnmente el 
sangrado intraoperatorio es de origen 
venoso. Ocasionalmente, la vaina de 
Amplatz queda ubicada por fuera de la 
corteza renal originando un sangrado 
importante que dificulta la visión. Esto 
se soluciona avanzando la vaina hasta 
el cáliz, tamponando los vasos de la 
corteza (20). Es aconsejable mezclar el 
medio de contraste, que se administra 
por el catéter ureteral, junto con azul 
de metileno puesto que en estas situa-
ciones si por el sangrado cortical no se 
logra ver el camino hasta la vía urinaria, 
el ayudante puede comenzar a instilar 
azul, de tal forma que el cirujano pueda 
buscar el origen del chorro de color y 
así llegar hasta el cáliz. De esta forma, 
siempre hemos conseguido recolocar la 
vaina de Amplatz y seguir con la cirugía. 
En caso de un sangrado intraoperatorio 
de origen venoso que dificulte el avance 
de la cirugía, se puede ocluir la vaina de 
Amplatz con el dedo, durante unos 5 
minutos, para que se formen coágulos y 
quede la pelvis renal a presión para que 
pare el sangrado. Al cabo de ese tiempo, 
se aspira y se intenta continuar con el 
procedimiento quirúrgico. En casos de 
sangrado persistente o de gran intensidad, 
se debe terminar con la intervención 
colocando una nefrostomía de gran 
calibre, inflando el balón en la corteza 
renal. El catéter de Kaye (Cook Medical 
Inc, Bloomington, IN) tiene un balón 
que se infla hasta 36F produciendo un 
taponamiento de todo el trayecto. Una 
alternativa es la descrita por Millard et 
cols. y consiste en colocar una sonda 
Foley de 22F por el trayecto de nefrosto-
mía hasta el cáliz, inflando el balón con 
3cc. Se inyecta algún hemostático por 
el trayecto y se coloca otra sonda Foley 
16F justo por debajo de la piel. De esta 
forma se consigue un espacio cerrado 
para que actúe el hemostático, teniendo 
la vía urinaria descomprimida (21).
La hemorragia puede aparecer en el post 
operatorio inmediato. Cuando el paciente 
queda sin nefrostomía, como es el caso de 
la cirugía tubeless, se pierde la oportunidad 
de reentrar para colocar un catéter de ta-
ponamiento. Nosotros hemos desarrollado 
una modificación a la técnica tubeless, que 
permite la reentrada en caso de necesidad. 
Hasta el momento la hemos utilizado para 
revisiones por litiasis residual pero también 
serviría en caso de sangramiento, para 
identificar el sitio de sangrado (22).
En caso de un descenso mantenido del 
hematocrito en el post operatorio, aún en 
ausencia de hematuria, se debe sospechar 
un hematoma perirrenal. Se debe realizar 
una tomografía computada con contraste, 
y de fallar las medidas conservadoras, 
se debe realizar una angiografía renal. 
Puede ser de utilidad colocar un drenaje 
percutáneo después de la licuefacción 
del hematoma (23).
 
4. Lesión del sistema colector y 
absorción de líquidos
La extravasación intraoperatoria de lí-
quido de irrigación y de orina en el post 
operatorio, puede ocurrir a través de 
desgarros de la mucosa aproximadamente 
en 5-7 % y en la mayoría de las veces, no

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