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Neurocardiología Aspectos fisiopatológicos e implicaciones clínicas Ricardo J. Gelpi Profesor Titular y Director del Departamento de Patología, Facultad de Medicina, Universidad de Buenos Aires, Argentina Director del Instituto de Fisiopatología Cardiovascular, Departamento de Patología, Facultad de Medicina, Universidad de Buenos Aires, Argentina Investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Instituto de Bioquímica y Medicina Molecular (IBIMOL), Buenos Aires, Argentina Bruno Buchholz Jefe de Trabajos Prácticos, Cátedra I de Anatomía, Departamento de Anatomía, Facultad de Medicina, Universidad de Buenos Aires, Argentina Investigador del Instituto de Fisiopatología Cardiovascular, Departamento de Patología, Facultad de Medicina, Universidad de Buenos Aires, Argentina Investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Instituto de Bioquímica y Medicina Molecular (IBIMOL), Buenos Aires, Argentina 2 Índice de capítulos Cubierta Portada Página de créditos Colaboradores Prefacio Capítulo 1: Historia de la neurocardiología Resumen Introducción Mundo antiguo Desde el Renacimiento hasta el siglo xix Desde Claude Bernard hasta la actualidad Conclusiones Capítulo 2: Neuroanatomía funcional del corazón Resumen Introducción Generalidades del sistema nervioso autónomo Componente eferente del sistema nervioso autónomo Componente intramural del sistema nervioso autónomo: sistema nervioso cardíaco intrínseco Componente aferente del sistema nervioso autónomo cardíaco Conclusiones 3 kindle:embed:0006?mime=image/jpg Capítulo 3: Neuroanatomía intrínseca del corazón humano y de otros mamíferos Resumen Acceso de los nervios mediastínicos al corazón Organización estructural del plexo nervioso cardíaco intrínseco Anatomía de los ganglios cardíacos intrínsecos Fenotipos químicos de las neuronas cardíacas intrínsecas Inervación del sistema de conducción cardíaco Conclusiones Capítulo 4: Control hipotalámico de la función cardiovascular Resumen Introducción Papel del núcleo paraventricular en la regulación cardiovascular Papel del núcleo arcuato en la regulación de la función cardiovascular Papel del núcleo dorsomedial en la regulación de la función cardiovascular Papel del hipotálamo lateral en la regulación cardiovascular Papel del hipotálamo ventromedial en la regulación cardiovascular Conclusiones Capítulo 5: Control parasimpático de la función cardíaca: un nuevo blanco de oportunidades terapéuticas Resumen La actividad parasimpática altera muchos aspectos de la función cardíaca Generación de la actividad parasimpática del corazón Cambios de la actividad parasimpática del corazón en las enfermedades cardiovasculares Nuevos abordajes clínicos potenciales para aumentar la actividad parasimpática cardíaca y ayudar al tratamiento de las enfermedades cardiovasculares Conclusiones Capítulo 6: Mecanismos moleculares involucrados en la regulación de señales adrenérgicas y colinérgicas cardíacas Resumen Introducción Sistema nervioso simpático del corazón 4 Sistema nervioso parasimpático del corazón Conclusiones Capítulo 7: Cronobiología de la función cardiovascular Resumen Un espejo del mundo exterior Expoliar el sueño no es gratuito Función cardiovascular bajo el control de procesos homeostáticos reactivos y predictivos Trastornos circadianos y alteraciones de la función cardiovascular Hacia una terapéutica cronobiológica de la enfermedad cardiovascular Conclusiones Capítulo 8: Variabilidad de la frecuencia cardíaca, sus mecanismos y su relación con la inervación autónoma Resumen Introducción Origen de la variabilidad de la frecuencia cardíaca Formas de medir la variabilidad de la frecuencia cardíaca Aplicaciones del cálculo de la variabilidad de la frecuencia cardíaca Conclusiones Capítulo 9: Fisiopatología del síncope vasovagal Resumen Introducción Interrelación entre presión arterial, frecuencia cardíaca y respiración Evaluación del sistema nervioso autónomo en los pacientes con síncope vasovagal Otros componentes neurohumorales Rol de la reducción de volumen Rol del desacoplamiento de las señales Respuestas vasculares paradojales en pacientes con síncope Conclusiones Capítulo 10: Síncopes con participación del sistema nervioso autónomo Resumen 5 Introducción Causas de síncope Fisiopatología general del síncope Síncopes neuromediados Tilt test Fisiopatología general del síncope vasovagal ante el ortostatismo Participación del mecanismo neurocardiogénico en el síncope que ocurre en otras entidades El síncope vasovagal desde un enfoque evolutivo: teoría polivagal Otros cuadros de intolerancia al ortostatismo detectables mediante el tilt test Síncope y epilepsia Síncope y accidente cerebrovascular Conclusiones Capítulo 11: Regulación neural en la insuficiencia cardíaca Resumen Introducción Disfunción del barorreflejo arterial Receptores cardíacos Quimiorreflejo carotídeo Conclusiones Capítulo 12: Interacción neurohumoral en el control del corazón insuficiente Resumen Introducción Mecanismos de detección de la insuficiencia cardíaca Efectores Conclusiones Capítulo 13: Control cardiovascular durante el ejercicio en la insuficiencia cardíaca Resumen Introducción Orden central Barorreflejo arterial 6 Quimiorreflejo arterial Aferentes del músculo esquelético Conclusiones Capítulo 14: Control autonómico en el infarto agudo de miocardio: efectos de la estimulación vagal Resumen Introducción Regulación autonómica en el miocardio isquémico Estrategias de protección miocárdica por regulación autonómica: estimulación vagal Conclusiones Capítulo 15: Modulación autonómica para el manejo de pacientes con insuficiencia cardíaca crónica Resumen Introducción Estimulación del nervio vago Tratamiento mediante activación de barorreceptores Denervación renal Denervación simpática cardíaca Estimulación de la médula espinal Perspectiva general Conclusiones Capítulo 16: Participación del sistema nervioso autónomo en los mecanismos de protección miocárdica Resumen Introducción Estrategias de protección locales Estrategias de protección a distancia Conclusiones Capítulo 17: Neuromodulación en el dolor cardíaco crónico refractario Resumen Introducción y definición 7 Mecanismos de la angina de pecho Tratamientos intervencionistas del dolor cardíaco refractario Mecanismos específicos de la neuromodulación Conclusiones Capítulo 18: Sistema nervioso autónomo y su importancia en la génesis de las arritmias cardíacas Resumen Introducción Mediadores químicos del sistema nervioso autónomo sobre los potenciales transmembrana de las estructuras especializadas y no especializadas del corazón Sistema nervioso autónomo en la génesis de las arritmias clínicas Ritmos circadianos y arritmias Conclusiones Capítulo 19: Muerte súbita y sistema nervioso autónomo Resumen Introducción Bases anatómicas Bases fisiológicas Sistema nervioso autónomo y arritmias con riesgo de muerte súbita Métodos de evaluación del sistema nervioso autónomo Conclusiones Capítulo 20: Inervación autonómica cardíaca y rol de los tratamientos neuromoduladores Resumen Introducción Sistema nervioso autónomo cardíaco en condiciones de salud Fisiopatología autonómica cardíaca Implicaciones clínicas de la neurocardiología Conclusiones Capítulo 21: Reflejo trigeminocardíaco Resumen 8 Introducción Definición y diagnóstico Fisiopatología Variantes Causa Signos y síntomas Factores predisponentes e influencias anestésicas Tratamiento Relevancia clínica Prevención Conclusión Capítulo 22: Neuropatía autonómica cardiovascular en la diabetes mellitus Resumen Introducción Anatomía del sistema nervioso autónomo cardíaco Neuropatía autonómica cardiovascular Factor de crecimiento nervioso y nervios simpáticos cardíacos La infrarregulación del NGF es crítica en la neuropatía diabética y la isquemia silente Insuficiencia cardíaca y nervios simpáticos cardíacosConclusiones Capítulo 23: Afecciones cardiovasculares en las enfermedades neurológicas: enfermedad de Parkinson Resumen Introducción Fisiopatología de la enfermedad de Parkinson y su relación con el núcleo dorsal del vago Cambios cardiovasculares inherentes a la neurodegeneración en la enfermedad de Parkinson Cambios cardiovasculares secundarios al tratamiento de la enfermedad de Parkinson Hallazgos cardiovasculares como método diagnóstico inicial de las sinucleinopatías (descripción de los estudios complementarios valorados hasta el momento y su utilidad) Conclusiones Capítulo 24: Neurocardiología y enfermedad cerebrovascular Resumen 9 Introducción Efectos del cerebro sobre el corazón Efectos del corazón sobre el cerebro Capítulo 25: Arritmogenia disautonómica: una hipótesis de trabajo en la enfermedad cardíaca chagásica Resumen Introducción Desequilibrio autonómico en la enfermedad de Chagas Implicaciones clínicas Perspectivas terapéuticas en la enfermedad de Chagas Nuevos conocimientos obtenidos Conclusiones Capítulo 26: Regulación autonómica cardiovascular en la apnea del sueño Resumen Introducción Síndrome de apneas e hipopneas obstructivas del sueño: prevalencia, factores predisponentes y pronóstico Comportamiento del sistema nervioso autónomo durante el sueño Fenómenos autonómicos asociados a las apneas Consecuencias cardiovasculares del síndrome de apneas e hipopneas obstructivas del sueño Conclusiones Capítulo 27: Síndrome de takotsubo o miocardiopatía de estrés Resumen Introducción Epidemiología Etiología y fisiopatología Clasificación Diagnóstico Manifestaciones clínicas Exámenes complementarios Tratamiento y pronóstico Conclusiones 10 Capítulo 28: Interocepción cardíaca como mecanismo de regulación de las conductas y las emociones Resumen Interocepción: desde las entrañas del conocimiento Áreas de investigación: vías neuroanatómicas, dimensiones interoceptivas y conexiones con la emoción y la cognición social Relevancia para la neuropsicología y la psiquiatría Una nueva agenda Conclusiones Agradecimientos Capítulo 29: Neurocardiología a través de la óptica de la teoría polivagal Resumen Conexión encéfalo- resto del cuerpo en medicina Perspectivas históricas sobre la conexión encéfalo-resto del cuerpo Paradoja vagal: origen de la teoría polivagal Arritmia sinusal respiratoria: un índice del tono vagal cardíaco Conclusiones Índice alfabético Láminas en color 11 Página de créditos Avda. Josep Tarradellas, 20-30, 1.°, 08029, Barcelona, España Neurocardiología. Aspectos fisiopatológicos e implicaciones clínicas, de Ricardo J. Gelpi y Bruno Buchholz ©2018 Elsevier España, S.L.U. ISBN: 978-84-9113-155-7 eISBN: 978-84-9113-203-5 Todos los derechos reservados. Reserva de derechos de libros Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 45). Advertencia La medicina es un área en constante evolución. Aunque deben seguirse unas precauciones de seguridad estándar, a medida que aumenten nuestros conocimientos gracias a la investigación básica y clínica habrá que introducir cambios en los tratamientos y en los fármacos. En consecuencia, se recomienda a los lectores que analicen los últimos datos aportados por los fabricantes sobre cada fármaco para comprobar la dosis recomendada, la vía y duración de la administración y las contraindicaciones. Es responsabilidad ineludible del médico determinar la dosis y el tratamiento más indicado para cada paciente en función de su experiencia y del conocimiento de cada caso concreto. Ni los editores ni los directores asumen responsabilidad alguna por los daños que pudieran generarse a personas o propiedades como consecuencia del contenido de esta obra. Servicios editoriales: GEA Consultoría Editorial, S.L. Depósito legal: B 13.660-2018 12 http://www.conlicencia.com/ Impreso en Italia 13 Colaboradores Carol Aguilar Alvarado, Fellow del Programa de Parkinson y Movimientos Anormales, Servicio de Neurología, Hospital de Clínicas José de San Martín, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, Argentina Takahide Arai, Research associate, Division of Cardiology, Department of Internal Medicine, Keio University School of Medicine, Tokyo, Japan Antoni Bayés de Luna Profesor Emérito de Cardiología, Universidad Autónoma de Barcelona, Barcelona, España Investigador Sénior, Institut Català de Ciències Cardiovasculars (ICCC), Hospital de Sant Pau, Barcelona, España Eduardo A. Bernatené, Profesional de Apoyo del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Instituto de Fisiopatología Cardiovascular, Departamento de Patología, Facultad de Medicina, Universidad de Buenos Aires e Instituto de Bioquímica y Medicina Molecular (IBIMOL), Buenos Aires, Argentina Facundo M. Bertera Docente Auxiliar, Departamento de Farmacología, Facultad de Farmacia y Bioquímica, Universidad de Buenos Aires Instituto de Fisiopatología y Bioquímica Clínica (INFIBIOC), Facultad de Farmacia y Bioquímica, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, Argentina Pablo Bonardo, Coordinador del Stroke Team, Servicio de Neurología, Hospital Británico, Buenos Aires, Argentina Bruno Buchholz Jefe de Trabajos Prácticos, Cátedra I de Anatomía, Departamento de Anatomía, Facultad de Medicina, 14 Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, Argentina Investigador del Instituto de Fisiopatología Cardiovascular, Departamento de Patología, Facultad de Medicina, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, Argentina Investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Instituto de Bioquímica y Medicina Molecular (IBIMOL), Buenos Aires, Argentina Antonio Carlos Campos de Carvalho Full Professor, Instituto de Biofísica Carlos Chagas Filho, Universidade Federal do Rio de Janeiro Instituto Nacional de Ciência e Tecnologia em Medicina Regenerativa, Universidade Federal do Rio de Janeiro, Rio de Janeiro, Brazil Daniel P. Cardinali Director, Departamento de Docencia e Investigación, Facultad de Ciencias Médicas, Pontificia Universidad Católica Argentina Profesor Emérito, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, Argentina Investigador Superior, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Buenos Aires, Argentina Gonzalo Castro, Fellow del Programa de Parkinson y Movimientos Anormales, Servicio de Neurología, Hospital de Clínicas José de San Martín, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, Argentina Tumul Chowdhury, Assistant Professor, Department of Anesthesiology and Perioperative Medicine, University of Manitoba (UOM)/Winnipeg Regional Health Authority (WRHA), Winnipeg, Manitoba, Canada Paola Contreras Chahinian, Profesor Adjunto, Departamento de Fisiología, Facultad de Medicina, Universidad de la República, Montevideo, Uruguay Roberto Coury Pedrosa, Médico, Hospital Universitário Clementino Fraga Filho, Universidade Federal do Rio de Janeiro, Rio de Janeiro, Brazil 15 Gaetano M. de Ferrari Associate Professor of Cardiology and Director of the Postgraduate School of Cardiology, Department of Molecular Medicine, University of Pavia, Pavia, Italia Head of Cardiac Intesive Care Unit, Head of Laboratories for Experimental Cardiology and Director of the Cardiovascular Clinical Research Center, Fondazione IRCCS Policlinico San Matteo, Pavia, Italia L. Alethia de la Fuente, Becaria doctoral, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Buenos Aires, Argentina Victoria L. Desimine, PharmD Candidate/Graduate Student Lab Assistant, Laboratory for the Study of Neurohormonal Control of the Circulation, Department of Pharmaceutical Sciences, Nova Southeastern University College of Pharmacy,Ft. Lauderdale, Florida, USA Vivian Miranda do Lago, Post-doctoral Fellow, Instituto de Biofísica Carlos Chagas Filho, Universidade Federal do Rio de Janeiro, Rio de Janeiro, Brazil Martín Donato Profesor Regular Adjunto, Departamento de Patología, Facultad de Medicina, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, Argentina Investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Buenos Aires, Argentina Veronica Dusi, PhD Student, Department of Molecular Medicine, University of Pavia, Pavia, Italia Marcelo V. Elizari Vicepresidente, Academia Nacional de Medicina Profesor Emérito de Cardiología, Universidad del Salvador Exjefe, División de Cardiología, Hospital General de Agudos José M. Ramos Mejía, Buenos Aires, Argentina Expresidente, Sociedad Argentina de Cardiología Miembro emérito del American College of Cardiology Irene Lucía Ennis 16 Profesor Titular, Cátedra de Fisiología y Física Biológica, Facultad de Ciencias Médicas, Universidad Nacional de La Plata, La Plata, Buenos Aires, Argentina Investigador Independiente, Centro de Investigaciones Cardiovasculares, Facultad de Ciencias Médicas, Universidad Nacional de La Plata, La Plata, Buenos Aires, Argentina Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Buenos Aires, Argentina Eduardo Manuel Escudero Vicedecano de la Facultad de Ciencias Médicas, Universidad Nacional de La Plata, La Plata, Buenos Aires, Argentina Profesor Adjunto, Cátedra de Fisiología y Física Biológica, Facultad de Ciencias Médicas, Universidad Nacional de La Plata, La Plata, Buenos Aires, Argentina Director de la Maestría de Ultrasonido en Cardiología, Facultad de Ciencias Médicas, Universidad Nacional de La Plata, La Plata, Buenos Aires, Argentina Manuel M. Fernández Pardal, Consultor en Ejercicio, Servicio de Neurología, Hospital Británico; exprofesor titular, Orientación Neurología, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, Argentina Juan Carlos Flores Director del Centro de Atención Integral del Dolor Buenos Aires CAIDBA Presidente de Fundación CAIDBA Jefe Sección Medicina del Dolor de Clínica San Camilo, Buenos Aires, Argentina Chairman, Latin American Section, World Institute of Pain Director Área de Investigaciones Básicas y Aplicadas en Medicina del Dolor Facultad de Ciencias Médicas, Universidad Nacional de La Plata, La Plata, Buenos Aires, Argentina Keiichi Fukuda, Professor, Division of Cardiology, Department of Internal Medicine, Keio University School of Medicine, Tokyo, Japan Lie Gao, Assistant Professor, Department of Cellular and Integrative Physiology, University of Nebraska Medical Center, Omaha, Nebraska, USA 17 Adolfo M. García Director Científico, Laboratorio de Psicología Experimental y Neurociencias (LPEN), Instituto de Neurociencia Cognitiva y Traslacional (INCyT), Fundación INECO, Universidad Favaloro, Buenos Aires, Argentina Investigador Asistente, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Buenos Aires, Argentina Profesor Adjunto, Facultad de Educación, Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo), Mendoza, Argentina David García-Dorado, Coordinador del Área de Biología Vascular y Metabolismo, Jefe del Grupo de Enfermedades Cardiovasculares y del Servicio de Cardiología, Hospital Universitari Vall d’Hebron e Instituto de Investigación, Universitat Autònoma de Barcelona, Barcelona, España Ricardo J. Gelpi Profesor Titular y Director del Departamento de Patología, Facultad de Medicina, Universidad de Buenos Aires, Argentina Director del Instituto de Fisiopatología Cardiovascular, Departamento de Patología, Facultad de Medicina, Universidad de Buenos Aires, Argentina Investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Instituto de Bioquímica y Medicina Molecular (IBIMOL), Buenos Aires, Argentina Vanina Giovini, Médica de Planta, Laboratorio de Sueño, División de Neumonología del Hospital de Clínicas «José de San Martín», Universidad de Buenos Aires, Argentina Jonathan Hoang, Doctorate of Philosophy Student, Department of Molecular, Cellular, and Integrative Physiology, University of California, Los Angeles, California, USA Christian Höcht Profesor Asociado, Departamento de Farmacología, Facultad de Farmacia y Bioquímica, Universidad de Buenos Aires Instituto de Fisiopatología y Bioquímica Clínica (INFIBIOC), Facultad de Farmacia y Bioquímica, Universidad de Buenos Aires, Buenos 18 Aires, Argentina Agustín Ibáñez Director, Institute of Translational and Cognitive Neuroscience (INCYT), INECO Foundation, Favaloro University, Buenos Aires, Argentina Independent Researcher, National Scientific and Technical Research Council (CONICET), Buenos Aires, Argentina Associated Researcher, Universidad Autónoma del Caribe, Barranquilla, Colombia Full Professor, Center for Social and Cognitive Neuroscience (CSCN), School of Psychology, Universidad Adolfo Ibáñez, Santiago, Chile Associated Researcher, Centre of Excellence in Cognition and its Disorders, Australian Research Council (ACR), Sydney, Australia Javier Inserte, Investigador Principal del Grupo de Enfermedades Cardiovasculares, Servicio de Cardiología, Hospital Universitari Vall d’Hebron e Instituto de Investigación, Universitat Autònoma de Barcelona, Barcelona, España Hideaki Kanazawa, Assistant Professor, Division of Cardiology, Department of Internal Medicine, Keio University School of Medicine, Tokyo, Japan Matthew Kay, Professor and Associate Chair for Research & Graduate Affairs, Department of Biomedical Engineering, The George Washington University, Washington, D.C., USA Jazmín Kelly, Becaria doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Instituto de Fisiopatología Cardiovascular, Departamento de Patología, Facultad de Medicina, Universidad de Buenos Aires e Instituto de Bioquímica y Medicina Molecular (IBIMOL), Buenos Aires, Argentina Jacek Kolacz, PhD, Postdoctoral Research Fellow, Traumatic Stress Research Consortium, Kinsey Institute, Indiana University Bloomington, Bloomington, Indiana, USA Anastasios Lymperopoulos, Associate Professor of Pharmacology, Laboratory for the 19 Study of Neurohormonal Control of the Circulation, Department of Pharmaceutical Sciences, Nova Southeastern University College of Pharmacy, Ft. Lauderdale, Florida, USA Emiliano Horacio Medei Associate Professor, Instituto de Biofísica Carlos Chagas Filho, Universidade Federal do Rio de Janeiro Instituto Nacional de Ciência e Tecnologia em Medicina Regenerativa, Universidade Federal do Rio de Janeiro, Rio de Janeiro, Brazil David Mendelowitz, Professor and Vice-Chair, Department of Pharmacology and Physiology, The George Washington University, Washington, D.C., USA Nahuel Méndez Diodati, Becario doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Instituto de Fisiopatología Cardiovascular, Departamento de Patología, Facultad de Medicina, Universidad de Buenos Aires e Instituto de Bioquímica y Medicina Molecular (IBIMOL) Buenos Aires, Argentina Federico Micheli Profesor Titular de Neurología, Facultad de Medicina, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, Argentina Director del Centro de Parkinson y Movimientos Anormales, Servicio de Neurología, Hospital de Clínicas «José de San Martín», Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, Argentina Eduardo R. Migliaro, Profesor Titular, Departamento de Fisiología, Facultad de Medicina, Universidad de la República, Montevideo, Uruguay Juan Facundo Nogueira, Jefe de la Sección Medicina del Sueño, División Neumonología del Hospital de Clínicas «José de San Martín», Universidad de Buenos Aires, Argentina José Nunes de Alencar Neto, Médico, Arritmólogo y Eletrofisiólogo, Hospital São Paulo, São Paulo, Brazil Iván J. Núñez Gil 20 Cardiólogo Consultor de Cardiología Intervencionista, Instituto Cardiovascular, Hospital Clínico Universitario San Carlos, Madrid, España Jefe de Unidad Cardiovascular,Centro Médico París, Pozuelo, Madrid, España Donal S. O’Leary, Professor and Director of Cardiovascular Research, Department of Physiology, Wayne State University School of Medicine, Detroit, Michigan, USA Audrys G. Pauza, Research Fellow, Institute of Anatomy, Faculty of Medicine, Lithuanian University of Health Sciences, Kaunas, Lithuania Dainius H. Pauza, Professor, Head of Institute of Anatomy, Faculty of Medicine, Lithuanian University of Health Sciences, Kaunas, Lithuania Neringa Pauziene, Professor, Institute of Anatomy, Faculty of Medicine, Lithuanian University of Health Sciences, Kaunas, Lithuania Stephen W. Porges Distinguished University Scientist, Traumatic Stress Research Consortium, Kinsey Institute, Indiana University Bloomington, Bloomington, Indiana, USA Professor, Department of Psychiatry, University of North Carolina at Chapel Hill, Chapel Hill, North Carolina, USA Roberto Ricca-Mallada, Profesor Adjunto, Departamento de Cardiología, Facultad de Medicina, Universidad de la República, Montevideo, Uruguay Thomas Rosemann, Professor and Director, Department of Primary Care, University of Zurich, Switzerland Graciela Aurora Ruiz Médica de Planta, Consultorio y Laboratorio de Síncope, Hospital de Agudos Juan Fernández; Buenos Aires, Argentina Médica a cargo de Síncope y tilt test, Instituto Fleni, Buenos Aires, Argentina Kristina Rysevaite-Kyguoliene, Research Fellow, Lecturer of Institute of Anatomy, Faculty of Medicine, Lithuanian University of Health Sciences, 21 Kaunas, Lithuania Javier A. Sala-Mercado Adjunct CMO & COO, Instituto Modelo de Cardiología Privado SRL, Cardiology Program Director, Cordoba’s National University, Córdoba, Argentina Assistant Professor, Physiology, School of Medicine, Research Scientist, Cardiovascular Research Institute, Wayne State University Detroit, Michigan, USA Paula Salamone, Becaria doctoral, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Buenos Aires, Argentina Nora Sandu, Senior Researcher, Department of Primary Care, University of Zurich, Switzerland Bernhard Schaller Docent, Department of Research, University of Southampton, Southampton, United Kingdom Docent, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, Argentina Lucas Sedeño Director General, Laboratorio de Psicología Experimental y Neurociencias (LPEN), Instituto de Neurociencia Cognitiva y Traslacional (INCyT), Fundación INECO, Universidad Favaloro, Buenos Aires, Argentina Becario doctoral, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Buenos Aires, Argentina Marmar Vaseghi Associate Professor of Medicine and Director of Clinical and Translational Research Research Faculty, Department of Molecular, Cellular, and Integrative Physiology, UCLA Cardiac Arrhythmia Center, David Geffen School of Medicine at UCLA, Los Angeles, California Óscar Vedia Cruz, Cardiólogo, Fellow de Cardiología Intervencionista, Instituto Cardiovascular, Hospital Clínico Universitario San Carlos, Madrid, España Daniel E. Vigo 22 Investigador Adjunto, Instituto de Investigaciones Biomédicas BIOMED (Pontificia Universidad Católica Argentina-CONICET), Buenos Aires, Argentina Investigador Visitante, Katholieke Universiteit Leuven, Lovaina, Brabante Flamenco, Flandes, Bélgica Hanjun Wang, Assistant Professor, Department of Anesthesiology, University of Nebraska Medical Center, Omaha, Nebraska, USA Adrián Yoris, Becario doctoral, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Buenos Aires, Argentina Irving H. Zucker, Professor and Chairman, Department of Cellular and Integrative Physiology, University of Nebraska Medical Center, Omaha, Nebraska, USA 23 Prefacio El Instituto de Fisiopatología Cardiovascular, perteneciente al Departamento de Patología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, tuvo como objetivo general inicial, y como queda patente en su nombre, el estudio de las patologías cardiovasculares. En particular, se puso especial énfasis en el estudio de la cardiopatía isquémica y la hipertrofia miocárdica. Sin embargo, hace ya aproximadamente 10 años el instituto tuvo un crecimiento académico y científico significativo que redundó, diríamos casi como una lógica consecuencia, en una ampliación de sus objetivos generales y específicos. En los inicios, nuestros estudios se realizaban utilizando modelos experimentales in vitro; más concretamente, utilizábamos el modelo de corazón aislado isovolumétrico perfundido en sentido retrógrado por las arterias coronarias, conocido como técnica de Langendorff modificada. Posteriormente comenzamos a trabajar con modelos in vivo en los que utilizábamos modelos experimentales con el organismo intacto, y este cambio nos llevó, prácticamente sin darnos cuenta, a considerar el rol del sistema nervioso central y periférico, en particular el sistema autónomo, para explicar algunos de los mecanismos involucrados en importantes patologías cardíacas, como es el infarto de miocardio. De particular importancia para este cambio sustancial fue la incorporación al instituto del Dr. Bruno Buchholz. Bruno ya se desempeñaba como docente del Departamento de Anatomía de nuestra Facultad de Medicina y tenía una fuerte orientación al estudio del sistema nervioso. Este hecho particular nos facilitó significativamente la posibilidad de comenzar a relacionar el aparato cardiovascular con el sistema nervioso. Al principio, nuestro objetivo estuvo relacionado particularmente con la estimulación del nervio vago para tratar de corroborar el efecto protector que esta intervención tiene sobre la cardiopatía isquémica. Obviamente, nos parecía un objetivo sencillo, aceptado por la mayoría de los investigadores y médicos del mundo, y solo después de que comenzamos a realizar los experimentos nos dimos cuenta de nuestro error al considerar con un criterio muy simplista la mencionada intervención, ya que la protección existía, pero dependiendo de las condiciones experimentales que utilizábamos. Posteriormente, y precisamente por el error antes mencionado, comenzamos a profundizar en el estudio de la estimulación vagal en la cardiopatía isquémica, y eso nos permitió no solo conocer mejor la relación aparato cardiovascular/sistema nervioso autónomo, sino también agregar nuevo conocimiento a esta entidad fisiopatológica, que se vio reflejado en la publicación de varios trabajos en revistas reconocidas de la especialidad, y 24 que hemos resumido en algunos capítulos del presente libro. Fue precisamente a raíz de estos hechos que nos dimos cuenta de que la relación entre estos dos importantes sistemas, que forman parte de los organismos vivos, es mucho más compleja de lo que la mayoría de nosotros pensábamos, y que su relación no es simplemente que la alteración de uno de ellos modifica al otro de forma pasiva. A partir de nuestra propia experiencia y de la lectura de trabajos de la especialidad nos dimos cuenta de que la relación entre los dos sistemas mencionados es totalmente dinámica, de ida y vuelta, y que la enfermedad de uno de ellos se ve correspondida por la activación de mecanismos moleculares y celulares del otro, a veces compensatorios, que llevan a cambios significativos y permanentes de ambos lados. Fue precisamente lo descrito sucintamente en las líneas anteriores lo que dio origen al concepto actual de neurocardiología, y que va camino de convertirse, si es que ya no lo es, en una nueva especialidad de la medicina. Este nuevo concepto médico permite explicar y entender diferentes patologías que hasta ahora conocíamos, pero no entendíamos; por ejemplo, el hecho de que los pacientes portadores de un infarto de miocardio, con mucha frecuencia, presentan trastornos de conducta que llevan a la depresión. Durante mucho tiempo a estos dos cuadros patológicos se los trataba como dos entidades independientes, y hoy existe evidencia experimental que sugiere que ambos están relacionados a través de mecanismos celulares compartidos. Porotro lado, si bien solo en los últimos años se ha prestado atención a estos conceptos, ya a mitad del siglo XIX se había sugerido esta relación. En este sentido, el fisiólogo francés Claude Bernard decía que «cuando el corazón es afectado, el cerebro reacciona; y el estado del cerebro, a su vez, actúa a través del nervio neumogástrico sobre el corazón; de tal manera que ante cualquier excitación habrá mucha acción y reacción mutua entre estos dos órganos, los más importantes del organismo». Este concepto se basaba en la idea de una interacción continua y bidireccional entre ambos órganos, tanto en la salud como en la enfermedad, como lo hemos venido mencionando en las líneas anteriores. Sin embargo, y como ocurre muchas veces en medicina, los conceptos nuevos se mencionan en el tiempo pasado y después, por muchos motivos, caen en el olvido, para posteriormente ser rescatados por la ciencia moderna. Este parece ser el caso de la neurocardiología. A raíz de todo lo mencionado, y con el objeto de profundizar en nuestro conocimiento sobre estos temas, además de buscar trabajos científicos en revistas de la especialidad, también intentamos encontrar libros, ya que, como es conocido, la gran ventaja de estos es que concentran concisamente en un solo volumen el conocimiento logrado a través del tiempo. Para nuestra sorpresa, no encontramos libros publicados en castellano que trataran en profundidad y con autores de prestigio el gran tema de la neurocardiología, y ese podríamos decir que fue el minuto cero de nuestro libro, porque fue en ese momento cuando vimos la necesidad de contar con un libro de esas características. Después de un prudencial y razonable paso del tiempo, y con la visión y generosidad de Elsevier, hoy el 25 libro que soñamos tiempo atrás es ya una realidad. El libro presenta 29 capítulos, la gran mayoría de los cuales, por no decir todos, están escritos por médicos o investigadores de prestigio internacional que vienen trabajando en estos temas desde hace muchos años y que han volcado en este libro toda la experiencia y los conocimientos adquiridos. En el caso de los capítulos redactados por autores de lengua inglesa hemos realizado una revisión especialmente concienzuda para adaptar el contenido y la terminología a los estándares de nuestro entorno. En el primer capítulo presentamos una breve descripción de la historia y de los comienzos de la neurocardiología, para a continuación, en el segundo capítulo, describir la neuroanatomía funcional del corazón. Nos pareció que para una mejor comprensión del tema es muy importante conocer los orígenes de lo que estamos leyendo y, por otro lado, conocer, aunque sea someramente, las estructuras anatómicas que dan lugar a la función. A continuación, y con la misma intención, Dainius H. Pauza y colaboradores nos amplían los conceptos anatómicos describiendo la neuroanatomía intrínseca del corazón humano y comparándola con la de otros mamíferos. Los siguientes capítulos abordan la descripción de las estructuras nerviosas específicas que regulan la función miocárdica, y es así como Christian Höcht y Facundo M. Bertera describen el rol del hipotálamo; David Mendelowitz y Matthew Kay describen el control parasimpático y le agregan nuevas posibilidades terapéuticas, y finalmente Anastasios Lymperopoulos y Victoria L. Desimine describen los mecanismos moleculares involucrados en la regulación de señales adrenérgicas y colinérgicas cardíacas. Los capítulos siguientes exploran en detalle la participación autonómica en diferentes entidades fisiopatológicas cardíacas. En este sentido, Daniel P. Cardinali describe, con su impresionante experiencia en el tema, la cronobiología de la función cardiovascular; Eduardo R. Migliaro Revello muestra los mecanismos involucrados en la variabilidad de la frecuencia cardíaca y, a continuación, Gabriela Aurora Ruiz expone en dos capítulos la etiología, la fisiopatología y los aspectos clínicos del rol del sistema autónomo en el síncope. Los siguientes capítulos relacionan el sistema nervioso central y el autónomo con las dos patologías probablemente más importantes por su morbilidad y mortalidad: el infarto de miocardio y la insuficiencia cardíaca. De esta forma, y en relación con el infarto de miocardio, Irving H. Zucker describe la regulación nerviosa; Eduardo M. Escudero, la interacción neurohumoral; Donal S. O’Leary y Javier A. Sala-Mercado, el rol del ejercicio; y Verónica Dusi y Gaetano M. de Ferrari, la modulación autonómica en el manejo de pacientes. A continuación, incluimos un capítulo que describe en detalle y a nivel experimental los efectos de la estimulación vagal sobre el infarto de miocardio. Un gran objetivo dentro de la cardiología es el desarrollo de diferentes estrategias para proteger el miocardio isquémico, y por eso incluimos un capítulo relacionado con este gran tema escrito por Martín Donato, Javier Inserte y David García- Dorado. El objetivo de este libro no es solamente describir aspectos básicos de la 26 neurocardiología, sino también incursionar en las potenciales o reales aplicaciones clínicas de este nuevo conocimiento; en otras palabras, de qué manera este conocimiento puede ser aplicado para solucionar los problemas de los pacientes. Por esta razón, Juan Carlos Flores escribió un capítulo sobre la neuromodulación del dolor cardíaco crónico refractario; Marcelo V. Elizari muestra, con su tremenda experiencia en aspectos básicos y clínicos, la relación del sistema nervioso autónomo con las arritmias cardíacas; José Nunes de Alencar Neto y Antoni Bayés de Luna describen diferentes aspectos fisiopatológicos y clínicos de la muerte súbita; Jonathan Hoang y Marmar Vaseghi refieren su experiencia en tratamientos neuromodulares; y Takahide Arai, Hideaki Kanazawa y Keiichi Fukuda escriben sobre la regulación autonómica en una importante patología como es la diabetes mellitus. Nora Sandu, Tumul Chowdhury y Bernhard Schaller participan con un capítulo sobre el reflejo trigeminocardíaco, que si bien es una entidad fisiopatológica no muy conocida, debe ser muy considerado en la cirugía neurológica y de cabeza y cuello, así como también en patologías cardíacas con involucramiento autonómico. También hemos incluido dos capítulos relacionados con enfermedades neurovasculares tales como la enfermedad de Parkinson y la enfermedad cerebrovascular, escritos por Carol Aguilar Alvarado, Gonzalo Castro y Federico Micheli; y Manuel M. Fernández Pardal y Pablo Bonardo, respectivamente. No podían faltar dos capítulos importantes relacionados con la enfermedad de Chagas y la apnea del sueño, escritos por Roberto Coury Pedrosa, Emiliano Horacio Medei, Vivian Miranda do Lago y Antonio Carlos Campos de Carvalho; y Juan Facundo Nogueira y Vanina Giovini, respectivamente. También hemos querido incluir dos capítulos sobre temas aún en revisión, como son el síndrome de takotsubo o miocardiopatía de estrés, escrito por Óscar Vedia Cruz e Iván J. Núñez Gil, y la interocepción cardíaca como mecanismo de regulación de las conductas y las emociones, escrito por Agustín Ibáñez y colaboradores. Finalmente, el último capítulo del libro refleja los fundamentos de la teoría polivagal creada en 1994 por el mismo autor del capítulo, Stephen W. Porges, y en él se proponen nuevos mecanismos para entender los trastornos producidos por el estrés, las emociones y las conductas sociales, relacionando las estructuras nerviosas con aspectos externos y dándole importancia a la filogenia del sistema nervioso, considerando la teoría darwiniana de la evolución. De esta manera, creemos haber dado forma a un libro de neurocardiología que cuenta con capítulos completamente actualizados sobre los temas más importantes de la especialidad, todos ellos redactados por autores de prestigio internacional que han volcado en los capítulos sus grandes conocimientos y, sobre todo, su gran experiencia en los temas descritos, ya que, como es sabido, cuando se habla o se escribe de lo que se hace, el producto que se obtiene es generalmente de lamejor calidad. Ricardo J. Gelpi 27 Bruno Buchholz 28 C A P Í T U L O 1 29 Historia de la neurocardiología Bruno Buchholz Ricardo J. Gelpi 30 Resumen El corazón es un órgano con un sistema nervioso intrínseco lo suficientemente sofisticado como para poder autorregularse. La participación de centros nerviosos extracardíacos ocurre en la medida en que la demanda del organismo aumenta y, en ese caso, se reclutan niveles neurales ascendentes de manera jerárquica y organizada. Del estudio de las situaciones normales o patológicas de esta interacción dinámica y bidireccional del cerebro y el corazón se encarga la neurocardiología, tal como se la concibe en la actualidad. El primer modelo neurovisceral de interacción mutua del sistema nervioso y el corazón fue propuesto por Claude Bernard a mediados del siglo XIX, cuando aún no se conocían en detalle las vías que conectan estos dos órganos. Sin embargo, el origen de las bases anatómicas del sistema nervioso autónomo se remonta al mundo antiguo. En este capítulo se describirán brevemente los momentos históricos más relevantes que, de manera directa o indirecta, contribuyeron al desarrollo de la neurocardiología. Claude Bernard insistía constantemente, y esto merece especial atención, en que cuando el corazón es afectado, el cerebro reacciona; y el estado del cerebro, a su vez, actúa a través del nervio neumogástrico sobre el corazón; de tal manera que ante cualquier excitación habrá mucha acción y reacción mutua entre estos dos órganos, los más importantes del organismo. (Charles Darwin, 1872) Palabras clave N e u r o c a r d i o l o g í a , s i s t e m a n e r v i o s o a u t ó n o m o , h i s t o r i a , m u n d o a n t i g u o , R e n a c i m i e n t o . 31 Introducción Comúnmente, los médicos de distintas especialidades tienden a tener una visión reduccionista sobre el órgano que más les interesa. Es así que, a menudo, los cardiólogos ven al corazón como el órgano más importante del cuerpo; centran sus esfuerzos en estudiar aquellas enfermedades que lo afectan de manera «primaria» y complementan este estudio con las afecciones cardíacas «secundarias» a patologías de otros órganos. Algo similar se podría decir de la neurología, en la que el neurólogo se centra en estudiar el cerebro como si estuviese aislado de los demás órganos y, posiblemente también, algo similar ocurre con las demás especialidades médicas. Sin embargo, la neurología puso más interés en el corazón en la medida en que se fue demostrando el rol preponderante de patologías cardiológicas en la generación de émbolos que terminan afectando al cerebro. Así también, la cardiología se interesó más en el sistema nervioso por hechos revolucionarios que marcaron, al menos en parte, el rumbo de la especialidad, como es el uso de fármacos que bloquean el sistema nervioso simpático para tratar las alteraciones del ritmo cardíaco, la angina de pecho y luego la insuficiencia cardíaca. Cabe resaltar el rol destacado de la invención del propranolol como antagonista de los receptores β-adrenérgicos en esta etapa de la medicina. El propranolol fue sintetizado por el farmacólogo británico James Whyte Black, considerado uno de los científicos más influyentes de la medicina en el siglo XX, lo cual lo hizo merecedor del Premio Nobel en Medicina del año 1988 (1). La conjunción de estas y otras nuevas ideas, a lo largo de la década de los ochenta, llevó a la necesidad de crear un área médica interdisciplinaria que tratase con más profundidad estas patologías que surgen de la interrelación del sistema nervioso y el corazón, que acabó denominándose neurocardiología (2). Esta se entendió como el estudio de la interrelación neurofisiológica, neurológica y neuroanatómica de la cardiología, lo cual incluye, principalmente, el origen neurológico de los desórdenes cardíacos (2). Bajo este concepto, el estudio de la neurocardiología inicialmente se centraba en fenómenos tales como el rol del cerebro en las arritmias cardíacas, en entender cómo el estrés emocional puede afectar el miocardio o en conocer el mecanismo de la muerte súbita de causa neurogénica (3). Como puede observarse, en este enfoque de la neurocardiología la interpretación de la interrelación del eje cerebro-corazón era, sobre todo, de características unidireccionales; es decir, de qué manera el sistema nervioso puede afectar a uno de sus órganos «diana», el corazón. En cambio, el efecto opuesto, del corazón en dirección al cerebro, se limitaba, sobre todo, a lesiones cerebrales de base hipóxica/isquémica que tienen como causa los émbolos formados y liberados por un corazón arrítmico o insuficiente. Si bien el concepto de la regulación unidireccional de las funciones cardíacas por parte del cerebro es real y correcto, desde el punto de vista de la interpretación fisiológica basada en conocimientos actuales, esto es, cuando 32 menos, incompleto. Es bien conocido que el sistema nervioso autónomo tiene la capacidad de regular los órganos viscerales, con la característica de ser en gran medida autónomo e inconsciente. Es decir, que las respuestas autonómicas escapan al control de la voluntad, y el funcionamiento visceral se realiza en estadios nerviosos subcorticales. Para ello, el sistema nervioso necesita retroalimentarse con la información que recibe del órgano al que regula. Es en esta etapa de la historia de la neurocardiología en la que las vías autonómicas aferentes pasan a ocupar un rol protagónico, ya que a través de ellas, la regulación del eje cerebro-corazón se entiende como bidireccional, mutua y dinámica. No solamente el cerebro modifica el funcionamiento del corazón, sino que también la actividad cerebral puede ser condicionada y modificada por la información recibida desde los órganos internos de nuestro organismo, incluido el corazón. A partir de estos conceptos más actuales, sería más correcto definir la neurocardiología como aquella disciplina integradora que se encarga del estudio de la interrelación neuroanatómica, fisiológica y fisiopatológica del cerebro y el corazón. Una descripción más detallada de la anatomofisiología del eje de regulación cerebro-corazón y su afectación en distintas patologías neurocardiológicas se encontrará en diferentes capítulos de esta obra. Además, en los siguientes párrafos se hará una breve reseña de los hitos históricos que han marcado el rumbo del conocimiento y que nos permiten comprender la neurocardiología tal como la estudiamos en la actualidad. 33 Mundo antiguo La estructura anatómica que da base funcional para la interacción dinámica del cerebro y el corazón es el sistema nervioso autónomo. Aunque es difícil retrotraerse en el tiempo y definir con precisión el momento histórico exacto en el que comienzan a desarrollarse investigaciones que terminan por dar origen a la neurocardiología tal como la conocemos hoy, podríamos centrarnos en el descubrimiento del sistema nervioso autónomo como la base sobre la cual luego se desarrolla esta disciplina. Las primeras descripciones importantes que se tienen del sistema nervioso autónomo son del mundo antiguo (4). Aunque influenciado por cuestiones teológicas de la época, Galeno (130-200 a. C.) hace descripciones interesantes de diferentes partes del sistema nervioso autónomo, como los nervios glosofaríngeo, vago (neumogástrico) y accesorio; el tronco simpático y sus ramos comunicantes, entre otros (Galeno. Opera omnia, Leipzig: G. Kuehn; 1821-33, vol. VIII, p. 340; vol. IV, p. 104 [4]). Galeno, considerado el anatomista más importante de la Antigüedad, adquiere estos conocimientos a través de la disección de animales, como era lógico para ese período de la historia de la medicina en el que se prohibían las disecciones humanas. Aunque las descripciones morfológicas de Galeno tienen una importante precisión anatómica, la interpretación funcional de las mismas adolece de conceptos erróneos característicos de la época. Para él, estos nervios son huecos y sirven para que el «espíritu animal» se mueva de un órgano a otro,produciendo un fenómeno conocido como «simpatía», lo cual posiblemente da origen al término «simpático». Es interesante resaltar que Galeno transmite la idea de que estos nervios permiten la cooperación y coordinación entre diferentes órganos. Así, la irritación del estómago podría producir síncopes y convulsiones al transmitir impulsos por los nervios autónomos que llegan a corazón (4). 34 Desde el Renacimiento hasta el siglo xix Pasado el período medieval, y como ocurrió con las ciencias en general, el estudio del sistema nervioso autónomo fue retomado. En los años posvesalianos, Bartolomeo Eustachio (1524-1574) considera que el nervio vago y el simpático son dos estructuras diferentes (Eustachio B. Opuscula anatomica, Venecia, 1563; Tabulae anatomicae, Roma, 1714 [4]). En 1586, el anatomista italiano Arcangelo Piccolomini (1525- 1586), quien estudiaba el origen de los nervios, realiza la primera sección vagal, que luego es seguida de la muerte del animal, lo cual lo lleva a la conclusión de que el vago es un nervio de importancia vital (Piccolomini A. Anatomiae praelectiones, Roma, 1586 [4]). Quien profundiza en el concepto de la separación del nervio vago y el simpático es Thomas Willis (1621-1675) a través de su publicación De cerebri anatome (1664). Los estudios de Willis significaron un gran progreso en el conocimiento de la anatomía del sistema nervioso autónomo, aunque sus interpretaciones funcionales son en parte erróneas, ya que considera que el simpático y el vago se encargan de los movimientos involuntarios y que estos impulsos descienden del cerebelo (Willis T. De cerebri anatome, Londres, 1664 [4]). Quien sugiere por primera vez que los impulsos simpáticos no solamente descienden del cerebro, sino que también pueden tener una dirección ascendente desde los órganos periféricos es el médico anatomista y oftalmólogo parisino François Pourfour du Petit (1664-1741). Pourfour du Petit seccionó la porción superior de la cadena simpática del perro y observó lo que hoy se conoce como tríada de Horner: miosis, ptosis palpebral y enoftalmos (4). En el año 1732, el médico danés Jacobus Benignus Winslow (1669-1760), trabajando en París, profundiza en los conocimientos tanto anatómicos como fisiológicos del sistema nervioso autónomo, dándole una nueva división en: pequeño simpático (nervio facial), simpático medio (nervio vago) y gran simpático (tronco simpático) (Winslow B. Exposition anatomique de la structure du corps humain, París, 1732 [4]). También considera que el simpático no desciende del cráneo y sugiere la posibilidad de su origen espinal; además, describe los ramos comunicantes. A su vez, le da al simpático un rol fisiológico más real, sugiriendo que los nervios autónomos llevan «cosas cruciales para la vida». Aunque Winslow era esencialmente un morfólogo, sugiere aspectos funcionales de gran relevancia futura, como, por ejemplo, que la función del simpático pasa en gran medida por los ganglios, y que estos se comportan como estructuras independientes que pueden ser llamadas «pequeños cerebros». Este concepto de la independencia funcional de los ganglios autónomos periféricos es, en esencia, lo que cambió la interpretación de la neurocardiología a la forma en que la comprendemos en la actualidad. La primera sugerencia de una actividad refleja del sistema nervioso autónomo es la de Robert Whytt (1714-1766), de Edimburgo, quien asume que los movimientos involuntarios de los órganos son el resultado de estímulos locales (Whytt R. Observations on the Nature of those Disorders 35 commonly called Nervous with some remarks on the Sympathy of the Nerves, Edimburgo, 1765 [4]). Un avance muy importante en el conocimiento del sistema nervioso autónomo se produce con los estudios del biólogo, anatomista y fisiólogo francés Marie François Xavier Bichat (1771-1802) (4). En conjunto, los estudios de Bichat, Willis y Winslow permitieron la interpretación del autónomo como un gran sistema anatomofuncional. Bichat describió una gran división fisiológica y anatómica de la vida en el cuerpo animal, separándolo en dos: la vida orgánica o interna y la vida animal o externa. La vida orgánica (vegetativa), que se refiere a la del corazón, los pulmones y los intestinos. Esta vida interna se encuentra en una estructura asimétrica y desarmoniosa, pero es de función continua y tiene como centros de regulación los ganglios. Es independiente de los hábitos adquiridos y la educación, y está fuertemente conectada con las «pasiones», siendo el lugar en el que se localizan las enfermedades mentales. Por otro lado, describe la vida animal (externa), en la que la actividad del cuerpo está dirigida externamente, siendo simétrica, armoniosa y discontinua. La vida externa se forma por los hábitos y la educación, está gobernada por el intelecto y tiene como centro el cerebro. Según Bichat, la vida animal termina antes que la vida orgánica. La vida animal termina cuando muere el cerebro, y la vida orgánica termina cuando muere el corazón. De estos conceptos se puede inferir que, para Bichat, la vida de un ser vivo termina con la muerte del corazón. Por último, llama a este sistema sistema nervioso ganglionar, hasta que luego Reil lo llama sistema nervioso vegetativo. El siglo XIX representa un nuevo punto de inflexión en el conocimiento del sistema autónomo, dado que aparece la microscopia (4). Muchas de las suposiciones de Bichat sobre la estructura del sistema vegetativo son luego apoyadas por los estudios histológicos del histólogo y neurólogo alemán Robert Remak (1815-1865), el más importante investigador en microscopia óptica del sistema nervioso (Remak R. Dissertationes anatomicae et microscopicae de systematis nervosi structura, Berlín, 1838 [4]). Remak demuestra el origen ganglionar de las fibras autónomas y la existencia de axones y fibras mielinizadas, lo cual permite separar los ramos comunicantes en blancos y grises. Un descubrimiento importante para la futura neurocardiología es el hallazgo de ganglios nerviosos en el corazón. Estos últimos fueron conocidos durante mucho tiempo como ganglios de Remak. Bidder (1810-1894) y Volkmann (1800-1877) también diferencian la existencia de fibras nerviosas gruesas y fibras nerviosas finas, y además observaron, luego de laboriosos trabajos de conteo celular, que existen más células posganglionares que preganglionares. Bidder describe numerosos ganglios en el corazón y observa que el funcionamiento autónomo cardíaco e intestinal no es interrumpido con el uso de curare (Bidder FH, Volkmann AW. Die Selbstständigkeit des vegetativen Nervensystems, Leipzig, 1842 [4]). El estudio de estos ganglios cardíacos luego fue ampliado con mucho detalle por el doctor Armour, que en las décadas de los setenta y los ochenta del siglo XX, sienta las bases para la 36 interpretación de muchas enfermedades neurocardiológicas, como algunas arritmias, el remodelado neuronal y la insuficiencia cardíaca (5). En 1840 comienza el estudio de la regulación nerviosa de la vasomotricidad, cuando Jakob Henle declara que existen fibras nerviosas que llegan a la pared de los vasos sanguíneos para regularlos. Ese mismo año, Benedict Stilling (1810-1879) acuñó el término «sistema vasomotor» para el conjunto de fibras nerviosas que pueden modificar el tono de los vasos (Stilling B. Physiologische. Untersuchungen über die Spinal Irritation, Leipzig, 1840 [4]). Poco después, en el año 1851, su amigo Claude Bernard (1813-1878) obtiene vasodilatación por sección de fibras simpáticas, y al año siguiente Charles-Édouard Brown-Séquard (1817-1894) logra una vasoconstricción por estimulación de las mismas (Bernard C. Influence du grand sympathique sur la calorification, París, 1852; Effect of section of the cervical sympathetic, París, 1852 [4]). En el año 1845, en Leipzig, Alemania, los hermanos Ernst Heinrich Weber (1795-1878) y Eduard Weber (1806-1871) demostraron por primera vez que una parte del sistema vegetativo puede tener efectos inhibitorios, y así lograron una parada cardíaca con la estimulacióndel nervio vago. Si bien esta teoría tuvo fuertes detractores, fue apoyada por Von Bezold, quien repitió estos experimentos logrando efectos similares y, además, demostró un centro inhibidor en el bulbo (Pflueger E. Ueber das Hemmungsnervensystem, Berlín, 1857 [4, 6]). 37 Desde Claude Bernard hasta la actualidad Desde los trabajos de Bichat, la teoría que predominaba era la de la autonomía absoluta del sistema vegetativo extracraneal. Esto comienza a cambiar a partir de los experimentos realizados por Claude Bernard en 1850, con los que demuestra la existencia de centros reguladores superiores en el sistema nervioso central (4). En el año 1865, Claude Bernard da una conferencia en París sobre la fisiología del corazón y sus conexiones con el cerebro. En esa oportunidad, Bernard dice la siguiente frase que, en cierta medida, refleja las ideas que terminan influyendo en el futuro de la fisiología y la medicina en general (7, 8): «Cuando el corazón es afectado, el cerebro reacciona; y el estado del cerebro, a su vez, actúa a través del nervio neumogástrico sobre el corazón; de tal manera que ante cualquier excitación habrá mucha acción y reacción mutua entre estos dos órganos, los más importantes del organismo». De esta manera, Bernard propone el primer modelo de integración mutua neurovisceral. Para él, el corazón no era solamente un órgano muscular con función de bomba, sino una estructura visceral central que puede ser influida por estímulos sensoriales de distinto tipo y de distintos orígenes. De hecho, ante un cambio en la actividad cerebral, los efectos se observan principalmente en el corazón. La frase antes mencionada fue atribuida a Claude Bernard por Charles Darwin (1809-1882), quien la reproduce en el libro La expresión de las emociones en el hombre y los animales en el año 1872 (7). Darwin realizó aportes significativos en el campo de la regulación autonómica cardíaca y fue capaz de reconocer la relación del corazón y el sistema nervioso, atribuyendo esta función al nervio vago, aun antes de que se conocieran las estructuras anatómicas y la fisiología cerebral tal como se conocen en la actualidad. Para Darwin, el corazón reaccionaba de manera intensa a través del nervio vago ante una situación emocional y, al mismo tiempo, el corazón podía influir en los estados mentales a través de vías aferentes. Sin embargo, Darwin atribuía estas ideas a Claude Bernard que, así, podría considerarse, sin lugar a dudas, el fundador de la neurocardiología. Luego de los años en los que Bernard diera una interpretación integrativa a la regulación autonómica, aparecieron los estudios de W. H. Gaskell (1847- 1914) y John Newport Langley (1852-1925) de la universidad de Cambridge, con los que la idea de integración neurovisceral bidireccional quedó relegada por varias décadas. Aunque Gaskell se dedicó principalmente a la fisiología del corazón sus aportes al conocimiento del sistema nervioso fueron significativos. En 1885 demostró que el sistema simpático se comunicaba con la médula espinal exclusivamente a través de los ramos comunicantes blancos. Inmediatamente después, en el año 1886, postuló que los impulsos simpáticos del tronco provenían de una columna de células que se encontraban en el asta lateral de la médula. Además, en ese mismo año 38 predijo la existencia de dos porciones antagónicas dentro del sistema vegetativo (9). Por otro lado, Langley desarrolló la noción de antagonismo entre los sistemas simpático-parasimpático, y demostró la existencia de las neuronas pre- y posganglionares. Sus experimentos fueron realizados en corazón, estómago y vasos sanguíneos (10) y publicó su obra más importante en el año 1921 (11). En esta obra introdujo el término «sistema nervioso autónomo», que luego se impondrá sobre el término «sistema nervioso vegetativo», usado en los países anglosajones. Si bien los trabajos de Langley son de fundamental importancia en el estudio del sistema nervioso autónomo, dado que en ellos se basan los estudios anatomofisiológicos de las décadas siguientes, es posible que la centralización excesiva en la idea de las vías eferentes llevara a una postergación de la concepción de un modelo más integrador como el de Claude Bernard. En el año 1901, el discípulo de Langley, T. R. Elliott (1877-1961), demostró que la adrenalina tiene un efecto intenso en la estimulación generalizada del sistema simpático, lo cual significó un aporte muy importante al conocimiento de la integración neurohumoral. En el año 1921, Otto Loewi (1873-1961) publicó un trabajo paradigmático en las neurociencias, puesto que dio origen a la teoría de la transmisión electroquímica de los impulsos nerviosos (12-15). En sus experimentos, extrajo corazones de ranas y sapos con sus nervios conservados y los colocó en un sistema de perfusión de órgano aislado con solución de Ringer. A un primer corazón le estimuló el nervio vago y observó el esperado descenso de la frecuencia cardíaca y del inotropismo, que ya habían observado los hermanos Weber y Von Bezold. Durante la estimulación, recogió el efluente de solución de Ringer del corazón estimulado y se lo infundió a otro corazón que no fue estimulado. Curiosamente, en el segundo corazón observó la misma reducción de la frecuencia cardíaca que en el corazón estimulado, y este efecto fue bloqueado por la atropina. Otto Loewi concluyó que la estimulación vagal liberaba una sustancia inhibidora que él llamó vagusstoff, o «sustancia vagal»; más tarde, se demostró que se trataba de la acetilcolina, que el farmacólogo británico Henry Hallett Dale (1875-1968) ya había aislado en 1914 (16-18). Otto Loewi y Henry Dale recibieron el Premio Nobel en Fisiología y Medicina en el año 1936 por sus investigaciones, que probaron la transmisión química de las sinapsis neuronales (19). Posteriormente hubo un período prolongado de controversias entre los defensores de la teoría de la transmisión química y los de la teoría de la transmisión eléctrica de las señales nerviosas, hasta que al final la primera se termina por imponer definidamente. Este debate, y su resolución final, fue uno de los más cruciales en la historia de la neurociencia en el siglo XX (18). En general, se podría decir que a lo largo de casi todo el siglo XX los estudios del sistema nervioso autónomo se concentraron en los centros superiores y su integración con las glándulas del sistema endocrino. La capacidad del hipotálamo de regular el simpático fue demostrada en 1909 por J. L. Karplus y A. Kreidl. Por otro lado, son históricos los trabajos de Walter B. 39 Cannon (1871-1945) en los mecanismos de adaptación neuroendócrinos al estrés, integrando la función del hipotálamo y la glándula suprarrenal (20). Un aporte muy importante al eje hipotalámico-hipofisario-suprarrenal lo hizo Harvey Cushing (1869-1939) en 1913, quien demostró por primera vez la conexión entre el hipotálamo y la hipófisis. En los modelos de adaptación general al estrés, Cannon propone que el sistema nervioso autónomo debe estar a disposición del organismo para una respuesta rápida de huida ante una situación de riesgo. Este es un modelo de características fundamentalmente de regulación eferente y unidireccional del cerebro hacia los órganos periféricos. Un modelo contemporáneo al de Cannon, pero de características más integradoras y bidireccionales, es el de William James, quien propuso que la retroalimentación aferente de los órganos es la que enmarca la experiencia emocional (21). Posiblemente, el último paso importante en el estudio de la interacción cerebro-corazón lo dieron los estudios del doctor J. Andrew Armour, de Canadá, que en las décadas de los setenta y los ochenta introduce el término «pequeño cerebro del corazón» para hacer referencia a la intrincada y fuertemente interrelacionada red de neuronas y fibras nerviosas intracardíacas. Según Armour, la regulación de la actividad cardiovascular se realiza sobre la base de niveles neuronales ascendentes y posicionados de manera jerárquica. La función última de este sistema neuronalestocástico es la de hacer coincidir el gasto cardíaco con las demandas regionales de flujo sanguíneo corporal (22-24). En la actualidad, la neurocardiología se expande cada vez más en el campo de las ciencias básicas y se va instalando progresivamente como una disciplina con cierta autonomía en la medicina asistencial. 40 Conclusiones La neurocardiología estudia la interacción dinámica y bidireccional del cerebro y el corazón. Sus orígenes podrían remontarse al período histórico de los estudios de la anatomía del sistema nervioso autónomo por parte de Galeno. Sin embargo, fue Claude Bernard quien propuso un modelo de interacción neurovisceral que permitía una comprensión de la relación entre el cerebro y el corazón como un verdadero sistema de retroalimentación mutua. No obstante, pasa más de un siglo hasta que Armour profundiza en los estudios del sistema nervioso intrínseco del corazón, donde determina la capacidad de este sistema de elaborar circuitos neuronales intrínsecos que le dan independencia funcional del sistema nervioso central, y solamente requerirá funciones superiores ante el aumento de la demanda cardíaca. Actualmente, la neurocardiología ya no se limita al campo de la investigación básica, sino que se instala progresivamente como una disciplina emergente que estudia patologías y se ocupa en mayor medida de resolver las enfermedades de los pacientes. 41 Bibliografía 1. Stapleton MP. Sir James Black and Propranolol. Tex Heart Inst J. 1997;24:336–342. 2. Natelson BH. Neurocardiology. An interdisciplinary area for the 80s. Arch Neurol. 1985;42(2):178–184. 3. Van der Wall E, van Gilst WH. Neurocardiology: close interaction between heart and brain. Neth Heart J. 2012;21(2):51–52. 4. Ackerknecht EH. 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Las neuronas preganglionares parasimpáticas se ubican en los núcleos ambiguo y dorsal del nervio vago, y las neuronas posganglionares, en los ganglios viscerales periféricos mediastínicos o intramurales. Los nervios cardíacos simpáticos nacen de los ganglios de los troncos simpático cervical y torácico superior. Las neuronas preganglionares se encuentran en el asta intermediolateral de la médula espinal (T1-T4), y las neuronas posganglionares, en los ganglios simpáticos laterovertebrales o intramurales. Los nervios cardíacos simpáticos y parasimpáticos convergen en el mediastino anterior, superior a la base del corazón y rodeando los vasos del hilio cardíaco, para formar una red intrincada de fibras y ganglios nerviosos conocida como plexo cardíaco mediastínico. Los axones y dendritas de este plexo extracardíaco ingresan en el corazón para continuarse con el plexo nervioso cardíaco intrínseco. Las vías aferentes simpáticas y parasimpáticas retroalimentan de información visceral a los centros nerviosos superiores, permitiendo así al corazón funcionar en gran medida de manera autónoma. Palabras clave S i s t e m a n e r v i o s o a u t ó n o m o , n e r v i o s c a r d í a c o s , p l e x o n e r v i o s o c a r d í a c o m e d i a s t í n i c o , v í a s e f e r e n t e s , v í a s a f e r e n t e s . 46 Introducción El corazón es un órgano densamente inervado por el sistema nervioso autónomo. El sistema nervioso autónomo o vegetativo es la parte del sistema nervioso central y periférico que se encarga de la regulación de las funciones involuntarias del organismo, del mantenimiento de la homeostasis y de las respuestas de adaptación ante las variaciones del medio externo e interno. El término «autónomo» refleja la naturaleza independiente de esta parte del sistema nervioso. La mayoría de las señales sensoriales autonómicas no son percibidas por la conciencia, y gran parte de las respuestas autonómicas motoras no son controladas por la voluntad, regla general a la que no escapa el funcionamiento cardiovascular. El sistema nervioso autónomo está constituido por un conjunto muy complejo de neuronas y vías nerviosas que se distribuyen por los vasos y vísceras del organismo, regulando su actividad. De esta manera, ayuda a controlar aspectos importantes del funcionamiento cardiovascular, como la presión arterial, el inotropismo, el cronotropismo, el dromotropismo, el lusitropismo y la regulación del flujo sanguíneo coronario. Además, cumple un rol activo en la fisiopatología de las enfermedades cardiovasculares, como la hipertensión arterial, la cardiopatía isquémica, las arritmias y la insuficiencia cardíaca, entre otras. El sistema nervioso autónomo permanece activo tónicamente y, de esta manera, mantiene los tejidos y órganos efectores en un estado de función intermedia. Sin embargo, ante las necesidades cambiantes, puede reaccionar con gran rapidez e intensidad y así modificar las funciones viscerales actuando sobre células musculares lisas, células musculares cardíacas, células secretoras y células cromafines de la médula suprarrenal. Algunas de estas funciones están controladas totalmente por el sistema nervioso autónomo, mientras que otras lo están parcialmente. 47 Generalidades del sistema nervioso autónomo El primero en proponer el término genérico sistema nervioso autónomo es Langley, que en el año 1921 lo describe comoel sistema de nervios que regula la función de todos los tejidos y órganos del cuerpo de los vertebrados, con excepción de las fibras musculares estriadas; estos incluyen todas las vísceras, los vasos sanguíneos, las glándulas y otros tejidos o células, como, por ejemplo, las células del sistema inmunitario (1). Si bien este término se usa como sinónimo de sistema nervioso vegetativo, este último quedó obsoleto en los países angloamericanos tras la incorporación del nuevo término por Langley (2). Este autor divide el sistema nervioso autónomo en tres partes: el sistema nervioso parasimpático, el sistema nervioso simpático y el sistema nervioso entérico. El sistema nervioso entérico forma parte de un componente nervioso local disperso en las paredes del tracto gastrointestinal. Si bien el sistema entérico es el más estudiado de las redes nerviosas periféricas, no es el único, ya que se han demostrado y estudiado componentes periféricos del sistema nervioso autónomo con cierta similitud a los del tubo digestivo en varios órganos, como el corazón, la vejiga, los órganos genitales y las vías respiratorias, y que desempeñan funciones de regulación nerviosa con un grado considerable de autonomía. Este sistema periférico se encuentra bajo la influencia y la regulación de neuronas ubicadas en núcleos del sistema nervioso central. Por otro lado, los sistemas nerviosos simpático y parasimpático representan los componentes eferentes que conectan los centros superiores con las estructuras periféricas, y están compuestos por una cadena de dos neuronas unidas por sinapsis. La primera neurona se encuentra en núcleos centrales, su prolongación emerge del neuroeje y hace sinapsis con una segunda neurona que se encuentra en un ganglio periférico. Así, la neurona central se conoce como neurona preganglionar, y la prolongación que de ella emerge, como fibra preganglionar. En cambio, la neurona periférica se conoce como neurona posganglionar, y su prolongación periférica, como fibra posganglionar (3). Según Langley, la definición de simpático y parasimpático se basa en una especialización neuroanatómica en el origen de los impulsos autonómicos en el sistema nervioso central (1). Las neuronas preganglionares que se encuentran en el tronco del encéfalo (bulbo raquídeo, protuberancia o mesencéfalo) y en la médula sacra conforman el sistema craneosacro o parasimpático. Las neuronas preganglionares que se encuentran en la médula espinal, en sus segmentos torácicos y lumbares altos, conforman el sistema toracolumbar o simpático. Tal como se ha descrito anteriormente, la división original del sistema nervioso autónomo en simpático y parasimpático tiene una base fundamentalmente anatómica. Sin embargo, otros criterios también son importantes para establecer una correcta separación entre ambos: por 48 ejemplo, la distribución topográfica de las fibras nerviosas en los órganos, las respuestas opuestas que se observan con la estimulación eléctrica o química de cada porción del autónomo o el origen embriológico del mismo (2, 4). Para que el organismo pueda responder de manera adecuada y automática a los cambios del medio interno y mantener la homeostasis, es necesario que impulsos nerviosos generados en los órganos periféricos lleguen al sistema nervioso central. Para ello, existen fibras nerviosas con una disposición paralela a las vías somatosensoriales, que conducen la información desde los receptores viscerales hasta niveles neuronales superiores. Aunque las neuronas aferentes no están incluidas en la definición original de sistema simpático y parasimpático, es indispensable recordar su existencia para la correcta comprensión del funcionamiento reflejo y automático de ambas porciones del sistema nervioso autónomo (5). 49 Componente eferente del sistema nervioso autónomo El componente eferente del sistema nervioso autónomo, tanto simpático como parasimpático, constituye funcionalmente el sistema motor visceral (fig. 2-1). Una característica morfológica del sistema motor visceral, que lo distingue de las vías motoras somáticas, es que consta de dos poblaciones de neuronas que hacen sinapsis en la periferia, la preganglionar y la posganglionar. La neurona preganglionar del simpático se encuentra en la columna intermediolateral de la médula espinal entre T1 y L2. En cambio, la neurona preganglionar del parasimpático se encuentra en algún núcleo vegetativo del tronco del encéfalo o del segmento sacro de la médula espinal. Es por esto que el simpático se conoce como porción toracolumbar del sistema nervioso autónomo, y el parasimpático, como porción craneosacra. Esta primera neurona, en lugar de dirigirse directamente a los órganos diana, como ocurre con la neurona motora de la vía eferente del sistema nervioso de relación, hace sinapsis con la neurona posganglionar, ubicada en un ganglio autonómico fuera del neuroeje. Luego, la fibra posganglionar hace conexión con la célula efectora final del órgano diana. Por tanto, todos los órganos están inervados por neuronas situadas enteramente fuera del neuroeje. Dado que los ganglios simpáticos (para- o prevertebrales) se sitúan cerca de la médula espinal, las fibras posganglionares simpáticas tienen un trayecto relativamente largo. Por el contrario, los ganglios parasimpáticos yacen cerca de las estructuras viscerales o dentro de ellas, lo que resulta en fibras posganglionares cortas. Histológicamente, las fibras preganglionares son mielínicas delgadas de tipo B o amielínicas de tipo C, mientras que las posganglionares son mayoritariamente amielínicas de conducción lenta (3). 50 FIGURA 2-1 Esquema de las vías eferentes que inervan el corazón. Formación de los nervios cardíacos simpáticos, parasimpáticos y del plexo cardíaco. Las fibras preganglionares simpáticas se muestran en rojo; las fibras posganglionares simpáticas, en amarillo; las fibras preganglionares parasimpáticas, en azul, y las fibras posganglionares parasimpáticas, en turquesa. GCI, ganglio cervical inferior; GTS, ganglio torácico superior; NLR, nervio laríngeo recurrente (inferior); RCB, ramo comunicante blanco; RCG, ramo comunicante gris. (V. Láminas en color.) Algunas características de las conexiones de las neuronas preganglionares con las posganglionares hacen que la vía motora eferente visceral difiera de la vía motora somática. En primer lugar, mientras que la terminal nerviosa de la neurona motora somática libera el neurotransmisor en un sitio discreto cercano a la fibra muscular estriada, la terminal nerviosa de la neurona motora autonómica libera su neurotransmisor de una manera mucho más difusa y a cierta distancia de la célula efectora. Además, una simple neurona preganglionar hace sinapsis con múltiples neuronas posganglionares; por tanto, un pequeño número de neuronas centrales influyen en un área corporal grande. Esto constituye el principio de la divergencia de los estímulos autonómicos. En segundo lugar, las neuronas sensitivas del sistema 51 nervioso autónomo, a su paso por las estructuras ganglionares periféricas, pueden hacer sinapsis con las neuronas motoras autonómicas eferentes, generando así una integración sensitivo-motora compleja local o regional por fuera del sistema nervioso central, que le da cierto grado de autonomía funcional al simpático y al parasimpático. En tercer lugar, una única neurona preganglionar puede hacer sinapsis con neuronas posganglionares tanto excitadoras como inhibidoras, permitiendo de este modo la excitación o inhibición de varias células efectoras al mismo tiempo, posibilitando un elevado grado de coordinación funcional (2). La transmisión de señales de la neurona preganglionar a la neurona posganglionar y de la neurona posganglionar a la célula efectora es de tipo químico y se produce por la liberación de noradrenalina y acetilcolina. Todas las neuronas preganglionares producen acetilcolina y los receptores para acetilcolina que existen en las neuronas posganglionares son nicotínicos, de tal manera que la sinapsis pre- o posganglionar es colinérgica
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