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Curacion Natural de Espalda

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curaci n natural espalda 7/5/03 01:52 Pagina 1 
Compuesta
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Dr. Art
Brownstein
Prólogo del
Dr. Joan Borysenko
la curación natural
de la espalda
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la curación natural
de la espalda
¡El dolor de espalda se puede curar!
El Dr. Art Brownstein sufrió los estragos del dolor de espalda durante 20 años. Su lamentable
estado le llevó a la cirugía de la columna,dependencia de los calmantes, depresión profunda
e incluso pensamientos de suicidio. Hoy en día, realiza una ajetreada práctica médica, hace
ciclismo, surf, enseña yoga y lleva a cabo una vida normal activa y sin dolor.
En La curación natural de la espalda, el Dr. Bronwstein explica su curación y la de miles de
pacientes de forma permanente gracias al revolucionario "programa de vuelta a la vida", que
nos muestra cómo vencer el dolor y volver a descubrir la alegría de vivir.
«El Dr. Brownstein ha escrito un libro informativo personal y práctico para ayudar a la gente a
prevenir y tratar el dolor de espalda. Su enfoque es consecuente con la filosofía de la medicina
integrativa que yo enseño, y su contenido es científicamente preciso y lleno de esperanza para
los que sufren.»
Dr. Andrew Weil. Fundador del centro de medicina integrativa
«El Dr. Brownstein es un médico destacable que combina los mejores enfoques tradicionales
con los no tradicionales. En La curación natural de la espalda proporciona un enfoque realmente
integrador al tratamiento y prevención del dolor de espalda.»
Dr. Dean Ornish. Presidente del Instituto de investigación de medicina preventiva
«Explica en un lenguaje llano por qué el dolor de espalda es mejor que un problema mecánico,
y cómo millones de personas que lo sufren pueden curarse con un enfoque holístico.»
Dr. Larry Dossey. Editor ejecutivo de Alternative Therapies in Health and Medicine
«El tratamiento del futuro para el dolor de espalda se presenta hoy aquí con el revolucionario
programa del Dr. Brownstein. Espero que todas las personas que sufren dolores de espalda
lean este libro y presten atención a su sabiduría.»
Dr. Bernie Siegel. Autor del libro Love, Medicine and Miracles y Prescription for Living
«Es un libro excelente. Lo recomiendo.»
Louise L. Hay. Autora del libro You Can Heal Your Life y Life Reflexions on Your Journey
LA CURACIÓN
NATURAL DE
LA ESPALDA
✦
Autor
Dr. Art Brownstein
Prólogo del Dr. Joan Borysenko
EDITORIAL
PAIDOTRIBO
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Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares
del “copyright”, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción
parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos
la reprografía y el tratamiento informático y la distribución de ejemplares de ella
mediante alquiler o préstamo públicos.
Título de la obra: Healing back pain naturally
© Harbor Press, Inc.
Traducción: Virginia García Martínez
Director de colección y revisor: Antoni Cabot i Hernández
© 2001, Art Brownstein
Editorial Paidotribo
Consejo de Ciento, 245 bis, 1º 1ª
08011 Barcelona
Tel. 93 323 33 11 – Fax. 93 453 50 33
http: //www.paidotribo.com/
E-mail: paidotribo@paidotribo.com
Primera edición:
ISBN: 84-8019-515-0
Fotocomposición: Editor Service, S.L.
Diagonal, 299– 08013 Barcelona
Impreso en España por A & M Gràfic
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“Este equilibrado enfoque holístico de una de las aflicciones más comunes de
la humanidad debería ser la fuente para aquel que sufra dolor de espalda, y,
por lo tanto, para cualquiera que tenga espalda. Quiero alabar al Dr. Browns-
tein por compartir su historia personal y sabiduría”.
— Dr. David Simon
Director médico de The Chopra Center for Well Being
Autor de Wisdom of Healing y Return to Wholeness
“Una afirmación poderosa de lo invencible que es el cuerpo cuando se alía
con el espíritu. El libro del Dr. Brownstein cambia su conciencia del dolor
por la recuperación y curación”.
— Dr. Bruno Cortis
Autor de Heart and Soul
“...cálido, personal y práctico con un mínimo de jerga profesional. El libro
del Dr. Brownstein ejemplifica cómo debe ser la relación entre el médico y el
paciente. Estoy agradecido y orgulloso de respaldar este excelente trabajo”.
— Dr. James E. Banta
Antiguo director médico del Cuerpo de Paz de Estados Unidos
Antiguo decano de Tulane University School of Public Health and Tropical Me-
dicine
“ Es maravilloso alentar a encontrar médicos formados de forma clásica ex-
plorando nuevos terrenos para descubrir nuevos modos excitantes de terapia
para aliviar el dolor y el sufrimiento. El modelo químico de la curación du-
rante mucho tiempo ha sido insuficiente, pero ha tomado el coraje de médi-
cos soñadores como el Dr. Brownstein para guiar el uso de ciencias del cuer-
po y la mente más allá de nuestro conocimiento”.
— Dr. Edgar Mitchell
Autor de The way of the Explorer y Psychic Exploration
Antiguo astronauta del Apolo 14
Fundador del Institute of Noetic Sciences
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Este libro está dedicado a todos aquellos que 
sufren dolores de espalda,
y al gran Espíritu de Vida,
cuyo amor divino puede sanar nuestras 
más grandes aflicciones.
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==Índice ==
Prólogo ............................................................................................9
Agradecimientos ............................................................................13
Introducción..................................................................................15
C A P Í T U L O 1 : La paja que rompió el lomo del camello ...........21
C A P Í T U L O 2 : La mente, el cuerpo y el dolor de espalda..........37
C A P Í T U L O 3 : Ir más allá del dolor ..........................................65
C A P Í T U L O 4 : Programa de estiramientos de vuelta a la vida ...89
C A P Í T U L O 5 : Fortalecer la espalda........................................177
C A P Í T U L O 6 : El control del estrés para la espalda .................195
C A P Í T U L O 7 : Alimentación para una espalda saludable........231
C A P Í T U L O 8 : Vuelta al trabajo: despacito y buena letra ........255
C A P Í T U L O 9 : Vuelta a jugar: un ingrediente esencial
para la curación ..............................................279
C A P Í T U L O 10: Vuelta a la vida : lecciones espirituales y
emocionales para la curación ..........................293
Sección especial: cuidados de urgencia para la espalda..................311
Lecturas recomendadas ................................................................317
Fuentes ........................................................................................319
Índice alfabético...........................................................................321
7
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==Prólogo ==
El libro que está a punto de leer posee el potencial para ayudarlea cambiar su vida con formas que van más allá del alivio deldolor, a la curación de la mente y el alma. La experiencia del
Dr. Brownstein no es sólo médica, sino también profundamente per-
sonal. Ha visitado el oscuro territorio del dolor, arrastrándose a gatas al
lavabo a media noche porque el dolor era demasiado fuerte como para
andar. Ha probado la cirugía, los medicamentos, ha sentido la deses-
peración y la depresión. Y ha experimentado su dolor de espalda como
un regalo, como una bendición, porque este mismo dolor le ha ense-
ñado sobre curación. Como a muchos terapeutas heridos, se le ha
otorgado la pasión de trasmitir lo que ha aprendido a otros. Este libro
es su regalo para usted. Tanto si padece dolores de espalda como si no,
si sigue las recomendaciones del Dr. Brownstein, disfrutará de una vi-
da más larga, saludable, apacible y creativa.
Conozco lo bien que funciona el programa del Dr. Brownstein
porque yo ofrecíun programa similar cuando impartía clases en el
Harvard Medical School y dirigía el curso de Cuerpo y Mente en el
Beth Israel Hospital de Boston en los años ochenta. Aprendí mucho
sobre dolor y curación de la gente que tenía el privilegio de cuidar, co-
mo un silencioso compañero en sus reconocimientos, además de un
ser encantado con sus alegrías y percepciones.
Nunca olvidaré a Janna, una ejecutiva de publicidad que asistió al
curso. Era hermosa, inteligente y había quedado incapacitada por do-
lores de espalda recidivantes durante muchos años. A la edad de 33
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años, sentía que su vida se había acabado. Su novio la abandonó y per-
dió su trabajo. Después de que repetidas operaciones quirúrgicas no le
proporcionaran alivio, Janna vino a nuestro programa no demasiado
convencida porque éste parecía demasiado simple para ayudarla. ¿Có-
mo podría aprender a realizar lo que nuestro Jefe de departamento, el
Dr. Herbert Benson, denominó reacción de relajación, aprendiendo a
controlar el estrés, manteniendo una dieta rica en fibra y baja en ali-
mentos elaborados y practicando un programa sistemático de estira-
mientos basado en hatha yoga y posiblemente conseguir lo que la ciru-
gía no había podido? Y entonces, al cabo de 10 semanas, Janna apenas
tenía dolores. Además, se sentía mucho más creativa y enérgica de lo
que había estado anteriormente. Incluso aunque el dolor persistiera,
sentía que había aprendido una forma de vida que jamás habría descu-
bierto de no haber sido por el dolor.
Healing (curación) deriva de la palabra anglosajona haelen, que sig-
nifica totalidad. Muchos de nosotros nos movemos por inercia en un
estado de relativa inconsciencia y fragmentación hasta que nos enfren-
tamos a un reto como la enfermedad. Cuando de repente nos paraliza-
mos, incapaces de hacer cosas tan sencillas como agacharnos, poner-
nos derechos, levantar a un niño o ni tan siquiera una lata de tomate,
la vida se sitúa en una nueva perspectiva. Si el dolor perdura lo sufi-
ciente, es como una pequeña muerte. Nunca más seremos lo que éra-
mos antes, y todavía no hemos vuelto a nacer en lo que seremos. Este
periodo de incertidumbre, esta oscura noche del alma, cuestiona nues-
tras suposiciones y valores más básicos. ¿Quiénes somos, qué es lo más
valioso para nosotros y qué significado tiene una vida bien vivida? Es-
tas preguntas son parte del viaje hacia la curación, la totalidad. Tanto si
estamos curados físicamente como Janna como si no, o si todavía per-
dura el dolor, la curación es siempre posible. De hecho, es la definición
más básica de crecimiento emocional y espiritual.
La curación es un proceso de clarificación de nuestros valores y de
La curación natural de la espalda
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cambiar nuestro comportamiento para reflejarlos. Cuando el cuerpo
está quebrantado, de repente la vida llega a ser muy preciada y noso-
tros nos cuidamos mejor. Cuando nos sentimos aislados por el dolor,
nos damos cuenta de qué dichosos son nuestra familia y amigos. Bus-
camos tiempo para ellos. Cuando no podemos trabajar, nos damos
cuenta de dónde preferiríamos trabajar. Incluso podemos cuestionar
nuestra mortalidad. ¿Somos sólo este cuerpo, o somos algo más dura-
dero? ¿Cómo alimentamos nuestro espíritu? Si esa alimentación viene
de la naturaleza, el arte, el juego o la plegaria, aprendemos a buscar
tiempo para ello. La recompensa de la curación es que recordamos lo
que es hermoso y valioso aunque el dolor se haya ido. Proyectamos
nuestras vidas exteriores coherentes con nuestros valores interiores y
somos un todo.
Sea respetuoso consigo mismo. La curación es un proceso gradual.
Siga las excelentes pautas que el Dr. Brownstein le ha dado, trabajando
a su ritmo, y encuentre algunos aliados en el proceso. Nadie se cura so-
lo. Cuando compartimos nuestro proceso, las dificultades al mismo
tiempo que los triunfos, se produce una especie de magia. Al comuni-
carnos con otros, aprendemos y crecemos juntos.
Y recuerde, sanar es una aventura que le puede transformar para
siempre no sólo físicamente, sino también de forma emocional y espi-
ritual. ¡Disfrute del viaje!
Joan Borysenko
Boulder, Colorado
Prólogo
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==Agradecimientos ==
Las siguientes personas han sido esenciales en la creación de estelibro: Bert Holtje, mi agente literario; Debby Young, mi mara-villoso compilador; Harry Lynn, mi editor; Indra Sharma, mi
suegro y maestro artista; Prof. M. Joshi, mi antiguo decano de la facul-
tad de arte de la Bombay University, y Jim Abell, artista y escritor.
También quiero agradecer a los siguientes científicos, terapeutas y
animadores espirituales, que han contribuido de varias formas durante
el transcurso de mi carrera en mi crecimiento personal y mi curación
interior: Dr. Dean Ornish, Dr. Lee Lipsental, Dr. Ben Brown, Dra.
Ruth Marlin, Dr. Rob Saper, Dr. Conrad Knudson, cirujano, Hank
Ginsberg, Werner Heibensteit, y a todo el personal del Preventive Me-
dicine Research Institute en Sausalito, California; Dr. Larry Dossey; el
difunto Norman Cousins; Dr. James E. Banta, antiguo director médi-
co del Cuerpo de Paz durante la administración Kennedy y antiguo
decano de la Facultad de Salud Pública y Medicina Tropical de la Tula-
ne University; Dr. Edgar Mitchell, astronauta del Apolo 14 y funda-
dor del Institute of Noetic Sciences; Dr. Bernie Siegel, artista y jefe de
curación y asistente de Dios; Louise Hay; Dr. Bruno Cortis, cardiólo-
go espiritual; Dra. Joan Borysenko, hermana mayor y consejera; Dr.
Marty Rossman; Dr. Steve Schwartz; Dr. Larry Payne, Presidente fun-
dador de la International Yoga Therapists Association; mis mentores
de yoga: S. Kuvalyananda, S. Digambarji, Sri O. P. Tiwari, Dr. Vija-
yendra Pratap, y Dr. Sri Krisna, M.B.B.S., Dr. Frank Netter, dibujante
médico, Dr. John Sarno, Dra. Mary Schatz, Robin McKenzie, Dra.
Wendy Kahatsu, Dr. Andrew Weil, Dr. David Simon, Director médi-
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co del Chopra Center for Well Being en La Jolla, California; Dr. Gary
Saldana, Dr. Rob Ivker, Presidente de la American Holistic Medical
Association, Dr. Len Wisneski, endocrino holístico; Drs. Tuck y Betty
Craven, Richard Posoff y a todos los maravillosos médicos, profesores
y personas que me han curado con su amor incondicional.
A todos mis pacientes y personal de la Princeville Medical Clinic, y
a mi esposa, Nutan, y mi hijo, Shantam Brownstein, por su generosi-
dad, paciencia y apoyo durante los 5 años que tardé en finalizar este li-
bro, sinceramente gracias.
La curación natural de la espalda
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==Introducción ==
Como antiguo paciente afecto de dolores de espalda, soy cons-ciente del intenso dolor físico que acompaña a las lesiones deespalda. También soy consciente de la profunda angustia
emocional y mental que aflige al espíritu cuando ataca de nuevo el do-
lor de espalda que estaba remitiendo.
Actualmente nos encontramos en medio de una enorme epidemia
mundial de dolores de espalda. De acuerdo con los últimos cálculos del
gobierno de Estados Unidos, los problemas de espalda son actualmente
la causa principal de bajas en este país, en personas menores de 45 años,
lo que supone un gasto superior a los cien mil millones de dólares anua-
les. Siete de cada diez personas en Estados Unidos padecen problemas
de espalda graves en algún momento de sus vidas. En Europa, algunos
informes afirman que estas cifras pueden ser incluso más elevadas.
A pesar de los cientos de libros y abundante bibliografía sobre el
dolor de espalda, el problema continúa aumentando. Evidentemente,
el tema del dolor de espalda no se está tratando de forma adecuada.
Además, puesto que muchas lesiones de espalda se producen en el
trabajo y concluyen en los tribunales, para evitar pleitos legales, actual-
mente muchos cirujanos ortopedas se niegan a visitar a pacientes con
lesiones de espalda.¿Adónde se supone que debe acudir a buscar ayu-
da un paciente con problemas de espalda si los que consideramos ex-
pertos se niegan a involucrarse?
He leído casi todos los libros acerca de dolores de espalda publica-
dos en los últimos 20 años en busca de una solución para mi propio
dolor. También he tratado a pacientes de todas partes del mundo que
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vienen a mi clínica en Hawai con problemas de espalda, después de
que la mayoría previamente hayan consultado a otros médicos antes
de visitarme. Al leer estos libros y hablar con esos pacientes, todavía es-
toy consternado por la cantidad de información incorrecta que circu-
la. No es de extrañar que la gente esté tan confusa mientras la epide-
mia de dolores de espalda continúa tan fuera de control.
Basado en una experiencia de primera mano, este libro se escribió
para corregir lo que se ha escrito y para aclarar todas las tonterías que
actualmente existen acerca del dolor de espalda. Aunque yo soy médi-
co, el material proviene de la perspectiva de mi propia curación como
paciente afecto de dolor de espalda crónico.
Uno de los conceptos erróneos importantes acerca de los dolores de
espalda es que se pueden vincular con un único incidente, accidente o
lesión. He visitado a muchos pacientes con dolor de espalda, y todos,
incluso yo mismo, atribuimos nuestro dolor y sufrimiento a un acon-
tecimiento específico, como el accidente de coche del 12 de junio de
1985, o el accidente de trabajo de la construcción del 4 de abril de
1979. Mientras que a primera vista éste puede parecer ser el caso, el ac-
cidente o daño normalmente es sólo el acontecimiento desencadenan-
te. Es “la paja que rompió el lomo del camello”. Es la punta del iceberg
de una acumulación insana que se ha ido formando durante meses e
incluso años. El trasfondo es que siempre hay algo más que acompaña
a los ataques en forma de estrés, tensión y otros factores que conspiran
contra usted para causar sus problemas de espalda.
Para centrarse sólo en los aspectos mecánicos de su dolor de espal-
da, puede ocurrir que se estanque en los problemas superficiales, lo
que no le permitirá entender las causas más profundas de su problema.
Esto interferirá en su curación. Es como no saber qué hay tras las pare-
des o bajo el suelo de la casa donde vive. Cuando hay una gotera, es
mejor saber qué hay detrás de las paredes si quiere arreglar el proble-
ma. Exactamente lo mismo pasa con su espalda.
La curación natural de la espalda
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Otro concepto erróneo acerca de los dolores de espalda es creer que
pueden ser tratados con éxito por médicos y cirujanos. El dolor de es-
palda se atribuye a menudo a problemas o defectos anatómicos especí-
ficos como una hernia discal, una fisura ósea, una rotura de ligamen-
tos, una compresión vertebral o cualquier otra anomalía. Los médicos
son muy buenos determinando las pruebas que pueden ayudar a ver
claramente dichos defectos, identificando el problema con gran preci-
sión. También pueden realizar sofisticados procesos quirúrgicos que
arreglen esos defectos y que supuestamente lleven a la curación.
Pero la verdad es que, cuando estos problemas o defectos específi-
cos han sido identificados y presumiblemente reparados con cirugía,
en la mayoría de los casos el dolor todavía persiste.
¿Y cuál es el tratamiento habitual para este dolor continuado? ¡Pues
más cirugía, claro! Con continuadas operaciones quirúrgicas, el dolor
aumenta y el estado de la espalda se deteriora aún más; con cada ope-
ración quirúrgica la anatomía natural del cuerpo se altera y se debilita.
Incluso si la cirugía tiene éxito, si no se tratan los problemas preceden-
tes, el dolor reaparecerá. Obviamente la cirugía no es la cura definitiva
para los dolores de espalda.
Como médico, no discuto el hecho de que pueden existir lesiones
específicas en la espalda y que puedan ser documentadas mediante
procesos diagnósticos como la imagen por resonancia magnética y la
TAC (tomografía axial computerizada). Tampoco discuto el hecho de
que la cirugía puede ser de mucha ayuda en ciertos casos. Sin embar-
go, para llegar realmente a la raíz de su dolor de espalda y encontrar
una cura mejor y de mayor duración, necesita hacerse las siguientes
preguntas:
1. ¿Qué causó el problema (lesión) en primer lugar?
2. ¿Cómo sé que el problema (lesión) es la causa de mi dolor?
Introducción
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3. Si el problema (lesión) está ocasionando el dolor, ¿es éste perma-
nente o se puede curar?
4. Si el problema (lesión) no es permanente y puede ser reducido o
curado, ¿qué puedo hacer para que desaparezca el dolor y curar mi
espalda al mismo tiempo?
Una gran premisa de este libro es que si usted siente dolor, puede
curarse. Eso es porque donde hay dolor, hay vida. Otra premisa es que
la mayoría de los problemas que causan dolor de espalda se pueden so-
lucionar si se entienden los procesos precedentes que originaron la le-
sión y estamos dispuestos a emplear el tiempo necesario para curarla.
Naturalmente, si trata el problema cuando aparece por primera vez, la
curación es más fácil y rápida; pero incluso si ha pasado por la cirugía,
como yo, todavía puede sanar su espalda. Este libro le muestra cómo
hacerlo y cómo prevenir futuros problemas.
Tras años de esfuerzo me dediqué a la curación de mi propio dolor
de espalda; desarrollé un método que funcionó para mí y para miles de
mis pacientes. Lo llamé el Programa de vuelta a la vida, y este libro le
lleva por cada paso del programa de forma fácil de entender y de poner
en práctica. Está basado en principios seguros y eficaces que combinan
lo mejor de la ciencia moderna con las técnicas antiguas de curación
del cuerpo y la mente.
El primer capítulo describe mi propio viaje de curación personal a
través de un terrible dolor de espalda que persistió durante años, para el
cual incluso utilicé la cirugía de traumatología. En él, “la paja que rom-
pió el lomo del camello” se usa como metáfora que muestra que usted
debe entender y tratar los problemas precedentes para curar su espalda.
En el segundo capítulo, se le introducirá en la anatomía de la espal-
da para ayudarle a entender cómo funciona. Aprenderá por qué los
músculos son la parte más importante de la espalda para mantener
La curación natural de la espalda
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una columna vertebral sana: cómo la mente y los músculos se conec-
tan por el sistema nervioso, y cómo puede el estrés dañar directamente
su espalda. Se concienciará del importante papel que desempeña su
mente en la salud de su espalda.
En el tercer capítulo, aprenderá por qué el dolor es un mensaje im-
portante de su cuerpo. Descubrirá cómo el dolor puede ser un valioso
maestro, amigo y vehículo para la curación. También aprenderá cómo
puede entender su dolor y trabajar con él. Se le presentarán estrategias
importantes del cuerpo y la mente que le ayudarán a vencer definitiva-
mente el dolor.
En el cuarto capítulo, conocerá suaves estiramientos calmantes que
harán que su cuerpo sea flexible y le ayudarán a aliviar directamente el
dolor de los músculos tensos de la espalda.
El quinto capítulo proporciona pautas para ejercicios seguros y sen-
cillos para fortalecer y tonificar su espalda.
En el sexto capítulo, aprenderá técnicas eficaces para controlar el
estrés como la relajación profunda, respiración, imaginación guiada,
visualización y meditación. Tan sólo unos pocos minutos diarios utili-
zando estas técnicas le ayudarán a controlar el estrés, calmar los ner-
vios, relajar los músculos de la espalda y aliviar el dolor.
En el séptimo capítulo, aprenderá acerca de la dieta, nutrición y há-
bitos alimentarios prácticos para tener una espalda fuerte y sana.
Aprenderá qué sustancias dañinas debe evitar y qué complementos na-
turales debe tomar para fortalecer la espalda y hacer que ésta se en-
cuentre mejor.
El octavo capítulo le explica cómo volver a trabajar después de una
lesiónde espalda. Se recomiendan ejercicios específicos de rehabilita-
ción y estiramientos para una variedad de actividades laborales, como
sentarse, encorvarse, agacharse, levantarse y conducir. Se aconsejan
prácticas estrategias para tener una columna vertebral sin fuertes dolo-
res y sana por muchos años.
Introducción
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El capítulo nueve trata sobre las cualidades curativas encarnadas en
el espíritu de juego y por qué el juego es importante para su espalda. Se
comenta el valor terapéutico de las aficiones, los deportes, el entreteni-
miento y las vacaciones, y los beneficios prácticos de mantener el sen-
tido del humor.
En el capítulo diez, se le llevará “entre bastidores”, al interior de los
ataques, para explorar los factores emocionales y espirituales que afec-
tan la salud de su columna vertebral. Examinando las conexiones entre
su mente y cuerpo, y las dimensiones emocionales y espirituales de su
vida, aprenderá a acceder a los reinos más profundos de su ser para
proporcionarle salud a su espalda y bienestar general.
En una sección final sobre los cuidados de urgencia para la espalda,
se le dan instrucciones específicas a seguir en caso de dolor grave e in-
capacidad cuando aparece un dolor de espalda repentino.
La palabra healing (curación) viene del griego y significa la búsque-
da del todo, y he descubierto bastantes verdades importantes sobre es-
ta palabra que me gustaría compartir con usted desde el principio:
1. Lo que ocurre en su vida puede afectar la salud de su columna
vertebral.
2. Usted puede sanar la espalda y vencer el dolor. Para conseguirlo,
intente ver su dolor como un maestro, su cuerpo como un don,
su mente como instrumento de curación y a usted mismo como
a un ser mayor que su cuerpo o su mente. El todo es mayor que la
suma de sus partes.
Aunque las tinieblas de la desesperación pueden rodearle mientras
empieza a dar los primeros pasos por el camino hacia la curación,
pronto descubrirá un rayo de luz que crecerá en resplandor. Yo tam-
bién empecé mi viaje en la oscuridad y ahora estoy rodeado de luz. La
luz es hermosa y real, y le está esperando.
La curación natural de la espalda
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==C A P Í T U L O 1 ==
La paja que rompió
el lomo del camello
“Art, te estás tomando esta operación demasiado a la ligera”, -dijo el Dr. Masferrer, mi neurocirujano-. “Me temo que sim-plemente no lo entiendes. ¡Te voy a partir la espalda!”
Era julio de 1986 y estaba tumbado en la cama en el Regional Me-
dical Center de la Fuerza Aérea de Estados Unidos con un dolor inso-
portable y se me estaba quedando dormida la pierna derecha hasta el
pie y los dedos. El mielograma, unas radiografías especiales de la co-
lumna vertebral, mostraron una gran hernia discal entre la cuarta y la
quinta vértebra lumbar. Después de dos semanas de reposo en cama
sin que el dolor y el adormecimiento de la pierna hubieran disminui-
do, había llegado la hora de operar.
¿Cómo pude acabar en este embrollo, yo, un médico? Además del
dolor, era embarazoso ser un paciente en mi propio hospital.
Según mis recuerdos, mi problema de espalda empezó cuando
aproximadamente tenía 21 años. Todavía estaba en la escuela cuando
conseguí un trabajo cargando y descargando camiones en un gran al-
macén para pagar parte de mis gastos. Fueron unos días largos y agota-
dores que conllevaban muchas cargas y descargas. Parecía algo “varo-
nil” que hacer, y además, yo era joven y fuerte y disfrutaba sudando y
haciendo tareas físicas duras. Estaba en la edad en que me creía inven-
cible. Nunca dije que no a ningún trabajo de ninguna clase. De hecho,
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nunca decía que no a casi nada, y eso, descubrí más adelante, fue el
mayor inconveniente para la futura salud de mi columna vertebral.
En el trabajo, uno de los juegos a los que nos dedicábamos en nues-
tro tiempo libre era “ El rey del almacén”. En esta prueba de fuerza de
virilidad, nos poníamos en esquinas opuestas del almacén, bajábamos
los hombros y nos embestíamos unos a otros como machos cabríos,
intentando abatir al contrario. Habiendo practicado el surf y el fútbol
americano, tenía buen equilibrio, coordinación y fuerza. Además me
encantaban los deportes de contacto.
Mi jefe, Bob, de unos dos metros de estatura y unos 130 kg de pe-
so, adoraba cuadrarse contra mí, a pesar de que nunca me podría de-
rrotar. Mientras embestíamos desde esquinas opuestas del almacén co-
mo una pareja de toros furiosos, le entraba por debajo elevando,
sacudiendo el hombro y chocando contra él en el último instante posi-
ble. Con el impacto, Bob salía despedido.
Sin embargo, un día, mientras practicábamos a este juego, las cosas
no me salieron bien. Cuando Bob y yo nos apostamos en esquinas
opuestas para embestirnos, yo me sentía un poco cansado. Cuando
violentamente nos lanzamos el uno contra el otro mi ritmo cambio li-
geramente. Le derribé de todos modos, pero canalicé toda la fuerza del
golpe en la zona lumbar de la espalda. Esa noche regresé a casa sintién-
dome un poco más entumecido de lo normal.
Al día siguiente, en el laboratorio químico en la UCLA, mientras me
agachaba para coger mis útiles de prácticas del cajón de abajo de mi es-
critorio, sentí una descarga eléctrica que me pasaba a través del cuello
hacia la cabeza. Fue una repentina sacudida. En un momento, mis
piernas se doblaron y me encontré sentado en el suelo con los dos pies
separados delante de mí.
No tenía ninguna fuerza en las piernas. De forma extraña, tampoco
sentía dolor. No hice caso, me puse de pie, y como no experimentaba
ningún síntoma, decidí continuar con mis actividades como si todo
La curación natural de la espalda
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fuera bien. Ignoré por completo la importancia de lo ocurrido. Hasta
hoy, no se lo había dicho a nadie, ni siquiera a mis médicos.
Menos de dos años después, mientras empujaba una mesa en el
quirófano que pesaba media tonelada hacia una de las salas de opera-
ciones de la UCLA, mi espalda hizo algo raro otra vez. Al ponerme de
nuevo de pie tras haberme agachado, me di cuenta de que no podía
ponerme del todo recto, como si alguien me hubiera metido un palo
de escoba por encima de las caderas. Era bastante desconcertante. “No
puedo reanudar mis tareas en este estado”, pensé. Me escondí en una
habitación vacía y cuidadosamente me apoyé en el borde de otra mesa
de operaciones. Al llegar abajo con los brazos, me forcé en echarme ha-
cia atrás hasta que pude oír un “crac”. Milagrosamente, mi espalda se
enderezó. Estaba tan agradecido como aliviado al ver que de nuevo
podía mantenerme erguido y moverme sin problemas. Una vez más
volví al trabajo reanudando mis tareas como si nada hubiera ocurrido.
Dos años más tarde, en mi primer año en la facultad de medicina, me
encontraba solo y desamparado en una ciudad extraña. Filadelfia,
donde vivía entonces, estaba pasando por el peor invierno de los últi-
mos 25 años. Cada día pasaba una hora y media en el tren para llegar a
la facultad, y los trenes se averiaban debido a la cantidad de nieve y a
las temperaturas bajo cero. También vivía una tensa relación senti-
mental que finalmente acabó.
Por sí solo, el primer año en la facultad de medicina me exigió mu-
cho emocionalmente. A pesar de estas complicaciones, mi permanen-
cia como estudiante de medicina de primero estaba en grave peligro,
especialmente porque no podía llegar a las clases y a las prácticas. En
las ocasiones en que llegaba a la facultad cuando funcionaban los tre-
nes, me relajaba jugando a baloncesto. En uno de estos partidos, tras
haber cogido un rebote, me crujió la espalda como hacía dos años
aquel día en el quirófano. Sin embargo, esta vez no podía erguirme ni
poner la espalda en su sitio.
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Me duché, cogí mis libros y mi mochila de gimnasia con mucha di-
ficultad. Mi cuerpo estaba encorvado. Cojeando hasta la curva justodelante de la facultad de medicina, pensé que si podía llegar a la biblio-
teca al otro lado de la calle tal vez mi espalda se enderezaría sola. Le-
vanté la vista y vi a una mujer mayor cruzando la calle, lentamente, pe-
ro con facilidad. La envidiaba y en ese momento, me sentí muy viejo.
Parecía que las mochilas que llevaba pesaran dos toneladas cada una.
Era horrible sentirse tan desamparado.
De algún modo conseguí llegar hasta mi silla en la biblioteca y me
giré hacia mi vecino, Rob, que también era estudiante de medicina, y
le mencioné algo sobre mi espalda. Antes de que pudiera darme cuen-
ta, Rob me había traído una silla de ruedas e insistió en empujarme
hasta la sala de urgencias. Entré de mala gana, me sentía avergonzado
al ser empujado ante los demás estudiantes de medicina, médicos y en-
fermeras que estaban en la biblioteca.
En la sala de urgencias, tras una hora de espera, me hicieron una ra-
diografía. El residente de ortopedia (médico en periodo de prácticas),
tras mirar las radiografías en el cuarto interior, me dedicó dos minutos
enteros de su tiempo. Mientras salía a toda prisa de la sala de reconoci-
mientos tan sólo me dijo que, a pesar de estar encorvado y no ser capaz
de erguirme, solamente tenía tensión muscular. “Estoy seguro de que
me he dislocado una vértebra”, le comenté al residente. “Si no me cre-
es y quieres una segunda opinión, ve a otro cirujano ortopédico”, dijo.
En la turbulencia de mi dolor y confusión, fue todo lo que me podía
ofrecer.
Me negué a creer que lo único que le pasaba a mi espalda era sim-
plemente tensión muscular. Resultaba demasiado doloroso para ser
eso. Como deportista, ya había experimentado muchas distensiones
musculares. También me había dislocado los dos hombros y había te-
nido una hernia inguinal al levantar pesas cuando tenía la gripe. No
me sentía un quejica y toleraba bastante bien el dolor. El diagnóstico
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que me había dado el residente, según pensaba yo, no correspondía al
dolor. Me sentía menospreciado. Estaba dispuesto a demostrar que se
había equivocado; pero si tenía razón, entonces sería que yo era un llo-
rón en este asunto. Mi mente trabajaba a cien por hora intentando
averiguar qué pasaba con mi cuerpo, ¿por qué sentía tanto dolor?
El Dr. Hoffman, un profesor de ortopedia en mi facultad de medi-
cina, tenía una consulta privada no muy lejos de la facultad. Me exa-
minó brevemente, miró mis radiografías y concluyó que podía ser po-
sible que una vértebra se hubiera dislocado. Interiormente me
reconfortaba que mi dolor estuviese justificado por un diagnóstico
más grave. “Si no te cuidas irás directo al quirófano”, me avisó. En ese
momento yo no sabía lo ciertas que eran sus palabras.
Cogí una habitación cerca de la facultad de medicina para no tener
que preocuparme de los viajes diarios en tren y sus retrasos. Incapaz de
andar sin un apoyo, me tambaleaba hasta clase con unas muletas a tra-
vés de la nieve.
Llamé a mi padre, psiquiatra de la facultad de medicina de la UCLA,
y le conté lo que había pasado. “¿Tienes estrés?”, preguntó. “Papá, fui a
coger un rebote mientras jugaba a baloncesto, ¿qué diablos tiene que ver
con el estrés?”contesté molesto. Me costaría más de 15 años de proble-
mas de espalda darme cuenta de lo precisa que era su pregunta.
Después de casi un mes, mi espalda fue mejorando. Con este inci-
dente ya no podía ignorar la espalda. Necesitaba hacer cambios en mi
vida si quería evitar una operación.
Empecé clases de yoga para que mi cuerpo fuera más flexible y es-
pecialmente para ayudarme a evitar la operación. También tenía que
tratar la ansiedad que me provocaba la facultad de medicina y apren-
der a relajarme y controlar el estrés. Mi profesor de yoga me aseguró
que asistiendo de forma regular a las clases todo esto sería posible.
Practicando el yoga durante los cinco años siguientes mi espalda mejo-
ró muchísimo y realmente aprendí a relajarme.
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Sin embargo, hubo algunas recaídas durante este periodo; mi espal-
da se dislocó en momentos inoportunos durante periodos de estrés
acumulado. Los elementos desencadenantes eran traumatismos físicos
que aunque a veces eran graves otras veces podían ser leves. En una
ocasión se me dislocó la espalda por levantar garrafas de agua de 20 li-
tros, otra vez mientras peleaba en broma con un amigo y otra mientras
me agachaba para ponerme una bota. Parece que no había relación en-
tre el grado del traumatismo y la gravedad y duración del dolor. No
obstante, una cosa parecía cierta: cada vez que mi espalda recaía le cos-
taba más curarse, y eso me preocupaba.
En septiembre de 1983 me enviaron a las Filipinas de servicio co-
mo compensación de la beca que la Fuerza Aérea me había otorgado
para poder estudiar en la facultad de medicina. En este ambiente don-
de se requería esfuerzo físico, cada día corría de 6 a 8 km, nadaba
1.000 m, andaba en bicicleta de 35 a 40 km y el fin de semana hacía
entre 5 y 10 horas de surf para mantener un nivel físico de guerrero.
Durante tres años enteros, participé en misiones de rescate en helicóp-
tero y volé por el lejano oriente sin problemas de espalda de ningún ti-
po.
Sin embargo, en mayo de 1986 aparecieron en mi horizonte nubes
negras y de mal agüero. Mi madre, mi hermano y mi padre habían fa-
llecido durante esos tres años, y mi esposa estaba en casa muriéndose
de cáncer, donde yo intentaba cuidar de ella.
Acabábamos de comprar una propiedad cara en Hawai. El ambien-
te político en las Filipinas era tenso porque el régimen de Marcos esta-
ba a punto de derrumbarse. Los militares se preparaban para el con-
flicto. Era demasiado, y como la paja que rompió el lomo del camello,
mi espalda también recayó.
Para olvidarme de mis problemas, volé hasta una isla apartada con
algunos amigos. En el viaje en avión hasta casa, cuando me giré para
hablar con la persona que tenía en el asiento de atrás, mi espalda se
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volvió rígida. Después de más o menos una hora tuve espasmos extre-
madamente dolorosos en la espalda y me costó mucho bajar del avión.
Con la espalda dislocada, intenté darme un descanso. No obstante,
los militares me enviaron de vuelta al trabajo. Esto se sumó a la tensión
que ya tenía de sentirme incapacitado. Así que una vez más entré en
mi estado de olvidarme de la familia, y me puse unos tirantes ortopé-
dicos, tomé unas pastillas e intenté ignorar el dolor mientras volvía al
trabajo como un buen soldado.
Mi espalda hacía lo que podía para curarse, pero la mejoría era de-
masiado lenta para el rápido ritmo de la Fuerza Aérea. Sentía que me
faltaba tiempo. Intenté acelerar el proceso de curación con cualquier
cosa a la que pudiera aferrarme: pastillas, aparatos electrónicos como
lámparas infrarrojas, TENS, calentadores, aparatos de tracción y tiran-
tes ortopédicos.
Lo peor del dolor de espalda es sentarse, y tener que estar en la ofi-
cina durante ocho horas no me ayudaba. Como militar también tenía
el estrés constante de que la guerra estallara y tener que reaccionar a las
contingencias en corto plazo.
Durante los tres años anteriores, cuando mi espalda había mostra-
do una mejoría, el surf me había ayudado a superar el estrés. Me aden-
traba en el mar casi cada fin de semana con algunos colegas. Sin em-
bargo, en aquel momento me di cuenta de que no podía hacer surf
debido al estado de mi espalda. Me preguntaba cómo podría superar el
estrés. 
Después de casi un mes, mientras se me acumulaba el estrés, nece-
sitaba volver al agua. Mi espalda todavía estaba bastante mal, pero me
llamaban las olas del mar.
En una visita a la base de operaciones, a los cuarteles de todas las
operaciones de vuelo, en la última información meteorológica vi una
foto satélite de un enorme tifón que venía hacia nosotros. Por el tama-
ño y dirección de la tormenta podía deducir que las olasiban a ser
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muy buenas ese fin de semana. No pude resistirme. Decidí ir a hacer
surf.
Después de un viaje de tres horas por carretera, cuando finalmente
llegué a la playa, mi espalda estaba rígida y me dolía. No tenía derecho
a estar ahí, pero en mi estúpida tozudez trataba de convencerme de
que me iría bien. Mientras llevaba la tabla hasta la orilla del mar, me
dije a mí mismo que iría con cuidado una vez estuviera en el agua.
Una vez en el mar, tumbado sobre la tabla mientras remaba, me
sentía bien porque ahora no tenía nada de peso sobre la columna ver-
tebral. Pero había cometido un error fatal. Con la necesidad de meter-
me en el agua, me había olvidado de encerar la parte trasera de la tabla.
En el mundo del surf, la cera es más valiosa que el oro porque te evita
que resbales sobre la tabla.
Me puse de pie en la primera ola que había cogido; el pie de atrás
resbaló y me abrí de piernas. Experimenté un dolor intenso y oí un
crack. En ese mismo instante sabía que estaba en peligro, que había
cometido uno de los errores más grandes de mi vida.
Al día siguiente tenía la pierna derecha dormida y me dolía hasta
los dedos de los pies. Gracias a mis conocimientos de medicina, estaba
bastante seguro de que me había roto una vértebra en la parte inferior
de la columna vertebral. Había llegado el momento de visitar al neuro-
cirujano del Regional Medical Center de la Fuerza Aérea, el Dr. Ro-
berto Masferrer.
Después de que me examinara el Dr. Masferrer, me ingresaron en el
hospital y el mielograma confirmó la presencia de una rotura de vérte-
bra importante. Mis peores miedos eran verdad; se decidió que necesi-
taba una intervención quirúrgica. Aquí es donde empieza mi historia.
Después de la intervención quirúrgica, el dolor y el adormecimien-
to de la pierna se redujeron ¡Qué alivio! Pero el dolor de mi espalda era
atroz. Había un enorme agujero en mi espalda. Había un hueco entre
las dos partes traseras de las dos vértebras donde el Dr. Masferrer tuvo
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que cortar el hueso para llegar al disco intervertebral roto. Pensé que lo
que había sacado del hueso sería puesto otra vez en su sitio. Estaba
equivocado. Lo tiraron a la basura y cosieron el músculo para rellenar
el hueco. Me di cuenta entonces que lo que me había dicho el Dr.
Masferrer era cierto. ¡Mi espalda estaba rota de verdad! 
Tras salir del hospital, me prohibieron conducir o subir escaleras
durante un mes. Dos días más tarde estaba conduciendo el coche y me
encontré encerrado fuera de mi despacho del hospital, por lo que tuve
que usar las escaleras.
En casa tenía un par de aparatos que utilizaba para estirar la espal-
da. Siguiendo el axioma “médico cúrate a ti mismo”, decidí que me
daría tracción y que al mismo tiempo le daría más volumen a la parte
superior del cuerpo colgándome boca abajo mientras sostenía en las
manos pesas de gimnasio. ¿Puedes imaginar la tontería? Como se po-
día prever ¡no pude llegar tan lejos!
Sólo llevaba tres días fuera del hospital, estaba de pie en la cola de
comprobación de salida del único almacén del departamento de nues-
tra base con unos 20 kg de pesas de gimnasio en los brazos y sentí có-
mo se derrumbaba la parte izquierda de mi espalda.
Mientras me retorcía de dolor, sin decir una palabra, una pequeña
empleada del almacén observó mi cara pálida y sudorosa y se ofreció a
coger las pesas de mis manos. Por primera vez en mi vida, yo, Sr. Ma-
cho, “extraordinario superman”, acepté la ayuda de una mujer. Mien-
tras mi ego masculino se desmoronaba con mi espalda, me di cuenta
de cómo estaba de agradecido al haberme librado del peso físico de las
pesas.
Sin embargo, cuando llegué a casa los músculos de la espalda co-
menzaron una gran rebelión espasmódica. Se agarrotaron de forma
violenta, se cerraron con fuerza, se anudaron en bolas del tamaño de
un puño y se negaron a moverse. Otra vez tumbado. Este incidente
significó un enorme retroceso en mi rehabilitación.
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Sentía tanto dolor que el simple hecho de ir al baño era la dura
prueba del día, tardaba entre 2 y 3 horas sólo para arrastrarme sobre
manos y rodillas por el pasillo antes de regresar a la cama. Sentarme en
el retrete o darme un baño era imposiblemente atroz, y tenía que men-
talizarme con mucha antelación antes de este horrible y diario ritual
tan necesario. 
Debido a la proximidad de los intestinos a la columna vertebral,
cuando éstos se movían provocaban en mi espalda una oleada de dolo-
rosos espasmos. A partir de entonces basé mi dieta en zumos de man-
go y zanahorias para evitar cualquier actividad intestinal fuera la que
fuese. Sin comida en los intestinos, no los moví durante un periodo de
dos semanas.
En la Fuerza Aérea me ofrecieron una elección. Regresar al trabajo
o afrontar el consejo médico de estar incapacitado con una separación
anticipada del ejército.
Evidentemente, mi espalda iba por mal camino, y esto a pesar del
hecho de que estaba tomando Valium de 10 mg y un incontable nú-
mero de otros medicamentos como si fueran caramelos. Esas píldoras
no surtían ningún efecto sobre el dolor de mi columna vertebral. Todo
lo que consegían era hacerme sentir como un bobo.
Pensé sobre la oferta de las Fuerzas Aéreas y decidí que no quería
acceder a la perspectiva de incapacidad definitiva. Sabía que de haber
aceptado su dinero, eso es justo lo que habría pasado. Lo he visto mu-
chas veces en mi profesión. “No es oro todo lo que reluce”, me recordé
a mi mismo. Hasta el día de hoy, nunca me he arrepentido de mi deci-
sión de rechazar la incapacidad. 
Testarudamente, me forcé en volver al trabajo, negándome a acor-
tar mi obligación de servicio. Doné los tirantes ortopédicos y tragando
pastillas a montones aguanté todo el año siguiente completando los
turnos que me tocaban según el horario.
Después de completar mi servicio, como un animal herido retirado
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a la seguridad de una cueva para lamer sus heridas, busqué refugio en
un lugar tranquilo. Necesitaba una ruptura con el mundo, así que via-
jé a la India para permanecer en un centro de yoga. Era un lugar muy
tranquilo situado en las montañas remotas en la parte oeste del país.
No tenía ni coche ni teléfono,y en los siete meses siguientes, en lugar
de cuidar de otra gente como me habían enseñado como doctor, me
concentré en mi propia curación.
Decidí tirar mis pastillas para el dolor y afrontarlo directamente.
Después de casi un año y medio de dependencia, fue un gran paso pa-
ra mí. Entonces me sentía desnudo y vulnerable a mi dolor. ¡Era ate-
rrador! Pero me encontraba estancado en un agujero y quería salir. És-
te era el primer paso obvio que debía dar.
Sin medicinas, el dolor me abrumaba, y estaba sumergido en una
caverna profunda y oscura de descorazonamiento y desesperación.
Nadie que piense que el dolor no puede llevar a alguien a las profundi-
dades de la depresión y el desaliento, hasta el punto de contemplar la
idea del suicidio, ha experimentado el dolor de verdad. ¡Es infierno
puro, nada menos! Nada puede desmoralizar tu espíritu como el dolor
constante, denso, implacable y crónico.
En la institución donde me encontraba seguía un régimen, que
consistía en varios ejercicios de estiramientos, respiración y relajación,
leyendo libros que me ayudaban a mantener el espíritu animado, y
una dieta simple sin toxinas ni alimentos elaborados altamente refina-
dos. Me dedicaba exclusivamente a este programa, y organizaba todas
las actividades del día siempre pensando en la curación de mi columna
vertebral.
No todo era fácil. Durante este periodo tenía que tratar con el tre-
mendo agotamiento físico, mental y emocional que me causaba el do-
lor. Despertarme cada día con más dolor después de haber trabajado
duro el día anterior era desmoralizador.Mi ánimo estaba en el peor
momento de mi vida.
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Todavía me encontraba en el proceso de intentar entender mi dolor
y no sentirme aterrorizado por él, pero el dolor me llevaba una enorme
ventaja psicológica porque me había intimidado durante casi 15 años.
En otras palabras, estaba bien establecido en mi mente, y no podía
deshacerme de él fácilmente.
Durante este periodo leí todos los libros especializados sobre dolo-
res de espalda y no encontraba la respuesta que quería, así que los tiré y
me rendí a la conducción de mi propia intuición y espíritu interior.
Porque estaba básicamente explorando un territorio virgen, decidí
confiar en mis instintos y proceder desde un nivel fundamental.
Sabía que tenía un cuerpo, y creía que si podía aprender a escuchar-
lo, me guiaría en la buena dirección. Todo lo que tenía que hacer era
prestar atención y trabajar con el dolor, aceptándolo como la voz de mi
cuerpo. Mi intuición me dijo que si honraba mi cuerpo y era paciente,
el proceso de curación ocurriría por sí mismo.
De acuerdo con los expertos, todo lo hice mal. Incliné mi cuerpo
hacia delante cuando no debí haberlo hecho. Pero no me preocupé de
lo que los expertos dijeron porque me estaba moviendo con mayor
precaución de lo que lo había hecho antes y estaba aprendiendo a es-
cuchar mi cuerpo de una forma que sabía que era buena para mí.
Cuando empecé a conocer la sabiduría de mi cuerpo, tuve la esperanza
de que mi sufrimiento personal pronto acabaría.
Después de dos meses, hice una observación personal. Estaba yen-
do a peor, evidentemente no estaba mejorando y era desesperanzador.
Tal vez mi expectativa de una rápida recuperación no era realista. De-
cidí salir de mi lupa mental para medir mi progreso en micrómetros y
no en centímetros. A pesar de mi duro trabajo, la mejoría era escurri-
diza. Las depresiones y los pensamientos de suicidio renovaban los
ataques de furia de forma intermitente, y muchas veces sentí que lo
dejaría. 
Sin embargo, tras muchos meses de experimentación empecé a no-
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tar pequeños cambios en el cuerpo que me permitieron saber que iba
en buena dirección. Éstos fueron los primeros signos claros de que el
proceso de curación iba por buen camino. Con este estímulo, conti-
nué con lo que ya había empezado.
Más tarde averigüé que las semillas de la curación se aseguran du-
rante fases estabilizadoras donde no se efectúa ningún proceso aparen-
te. Es importante no perder la esperanza en esos momentos, hay que
ser paciente.
Uno de los elementos de mi programa de curación que más me
ayudaron cuando estaba en la India consistía en ir hasta una enorme
roca plana en medio de un apartado campo de arroz y estar de pie bajo
el caluroso sol cada tarde unas dos horas cada vez. Mientras el calor se
introducía en mi espalda, ponía los pies en diferentes ángulos, practi-
cando el simple arte de estar de pie. Me colocaba en diversas posicio-
nes, flexionando las rodillas, cambiando el peso de un pie a otro al
cambiar la dirección en que apuntaban mis pies, siempre atento a có-
mo esos cambios afectaban los músculos de mi espalda. Era aguda-
mente consciente de la conexión que existía entre la espalda y los pies,
y de cómo anteriormente no había prestado demasiada atención a esta
importante relación anatómica. Cuando me cansaba de estar de pie o
cuando el dolor era demasiado intenso, me tumbaba con la espalda di-
rectamente sobre la superficie y permitía que el calor radiante penetra-
ra profundamente en los músculos de mi espalda. Después de un pe-
riodo de siete meses, esa enorme lámina de piedra se convirtió en mi
hospital y santuario de curación.
Escribía un diario para documentar mis percepciones y descubri-
mientos. Lo llamé mi Diario del dolor. Actuando de este modo, vi mi
cuerpo como un gran almacén de sabiduría. Descubrí que el dolor era
una de las maneras que mi cuerpo utilizaba para transmitirme su sabi-
duría. También descubrí que los recuerdos dolorosos se almacenaban
de alguna forma en mi cuerpo en forma de tensión muscular y que si
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podía aliviar este dolor una vez, podría relajar y aliviar la tensión de mi
cuerpo.
Mientras estiraba y movía la espalda, empecé a observar que no po-
dría seguir escapando del dolor mucho más. Estaba encomendado a
ese viaje; en ese momento no había vuelta atrás. Estaba dispuesto a en-
frentarme a cualquier dolor que descubriera en la vida, donde fuera
que lo encontrara.
Entonces empecé a entender que mi dolor físico, tan poderoso co-
mo era, simplemente era la punta del iceberg. Un dolor espiritual y
emocional mucho más profundo había sido enterrado en mi alma y
reprimido durante años. El dolor físico me estaba haciendo consciente
del dolor emocional y mental. Al trabajar con mi cuerpo, me encontré
meditando acerca de episodios dolorosos de mi vida, desde incidentes
de mi primera infancia, hasta el día de hoy.
Y obtuve otra percepción valiosa durante este proceso. Nunca
aprendí a defenderme; había evitado el enfrentamiento y el conflicto
interpersonal a toda costa. Aprender a defenderme físicamente reque-
ría un compromiso correspondiente para hacerlo también mental y
emocionalmente, para tomar una decisión sobre quién era y en qué
creía. ¿Había tenido el valor de defender mis principios y decir que no
a otros cuando fue necesario? Si no, tenía que haber aprendido. Era in-
creíble descubrir que esos principios profundos y emocionales se podí-
an expresar por ellos mismos en mi cuerpo.
A través de la ayuda de mi cuerpo, las profundas capas de dolor de
mi vida salían a la superficie de mi conocimiento consciente, donde
podía enfrentarme al dolor, entenderlo y aliviarlo. Cuando lo hice, mi
cuerpo empezó a curarse, y así me di cuenta de que iba bien encamina-
do. Decidí seguir el dolor de mi cuerpo. Era tan simple como eso.
Cuando regresé a Estados Unidos, participé en un programa de
aprendizaje de meditación guiada, a veces llamada visualización.
Aprendí cómo la mente puede sanar a partir de la aplicación experta
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de la imaginación. Al practicar lo que aprendía, mi espalda continuó
mejorando.
Leí los libros de John Bradshaw sobre la familia y la necesidad de
sanar las heridas de la infancia. Participé en un curso intensivo de una
semana que trataba este tema explorando la relación existente entre mi
dolor físico y los profundos temas emocionales de mi propia familia.
También me atendieron muchos terapeutas, incluso quiroprácti-
cos, acupuntores, osteópatas, masajistas terapéuticos, profesores de yo-
ga, expertos en nutrición, herbolarios y algunos más, unos muy con-
vencionales y otros bastante ortodoxos. Casi todos esos terapeutas me
ayudaron de una forma o de otra, añadiendo una nueva pieza al puzz-
le que estaba montando en mi camino hacia la totalidad.
La íntima relación que descubrí entre mi cuerpo y mi mente du-
rante este proceso de curación era fascinante; no tenía la menor idea de
la gran conexión que había entre ellos hasta que pasé por esta dura
prueba. Mi cuerpo me mostraba lo sensible que era mi espalda a mis
pensamientos, en particular aquellos que tenían que ver con la con-
ciencia, la preocupación y el miedo. Esos pensamientos me hacían
sentir una punzada o una tensión en los músculos de la espalda, por lo
que comprendí que dichos pensamientos estaban creando tensión en
mi cuerpo.
Los pensamientos positivos no trastornaban mi espalda lo más mí-
nimo. Realmente la relajaban. Descubrí que mis pensamientos podían
influir en la salud de mi espalda, y que si la escuchaba, me ayudaría a
identificar pensamientos saludables y constructivos que no crearían
tensión o estrés en mi vida.
Aprendí a consultar a mi espalda en cualquier oportunidad posible.
Antes de tomar decisiones importantes lo consultaríacon ella. Si algo
hacía que mi espalda no se sintiera bien, lo evitaba. De este modo per-
mití a mi espalda que influyera en mis elecciones y modificara mi esti-
lo de vida. Como resultado, mi estilo de vida es más saludable hoy en
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día de lo que nunca lo ha sido y también lo es mi espalda. Eso prueba
que si escucha a su cuerpo, podrá disfrutar de una vida sana y feliz.
Con el paso del tiempo, mientras escalaba la montaña psicológica y
física del dolor, empecé a sentir una purificación mental y emocional
más profunda que iba tomando forma. Mi cuerpo se sentía más sano,
ligero, libre, relajado y flexible. Poco después el dolor dejó de controlar
mi vida, aunque no había desaparecido del todo.
Ahora veo que mi dolor de espalda era el catalizador de una pro-
funda transformación personal de mi vida.
Estoy agradecido por el entendimiento que mi espalda me propor-
cionó. Me ha convertido en una persona mejor y en un médico más
compasivo. Sin el dolor, nunca habría hecho los cambios que fueron
tan necesarios para mi crecimiento y evolución. Ahora veo el dolor co-
mo una bendición disfrazada.
El dolor pasa inicialmente por su vida como un visitante que no es
bienvenido; si usted tiene el valor de estudiar estas profundas leccio-
nes, el dolor será un instructor consumado. Porque el dolor me guió a
la fábrica espiritual de mi alma, una fuente de curación, ahora puedo
ofrecerle un camino para salir del dolor.
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==C A P Í T U L O 2 ==
La mente, el cuerpo
y el dolor de espalda
La mente y la espalda están conectadas de forma fuerte y pro-funda. Para empezar el proceso de curación y descubrir la ver-dadera causa de su dolor de espalda, debe entender esta rela-
ción crítica.
Lo primero y más importante que debe saber es que virtualmente
todos los dolores de espalda empiezan por problemas musculares.
Cuando los músculos de la espalda están tirantes, tensos, débiles o sin
equilibrio, con la provocación más débil, como “la paja que rompió el
lomo del camello”, puede sufrir una lesión, tensión o contracción
muscular y dolor de espalda intenso. He visto cómo esto les pasaba a
algunos al estornudar, toser, agacharse a coger una moneda o girarse
para hablar con un amigo.
Naturalmente, cuando se ha producido una lesión más grave, como
la de un accidente de tráfico o la de una caída, puede que otras estruc-
turas de la espalda también se hayan dañado. Pero aun así los músculos
serán la mayor fuente de dolor, ya que están conectados directamente
con los nervios que transmiten mensajes de dolor al cerebro.
En la abrumadora mayoría de los casos, los problemas de espalda
se ocasionan o empeoran debido al estrés o a la tensión de la mente.
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Cuando está tenso durante una temporada, los músculos se contra-
en y se ponen más y más tensos, agarrotados y doloridos. Puede ser
que no se dé cuenta de que está tenso o bajo estrés, pero de la misma
forma que el pelo del lomo de un gato se eriza cuando está alterado,
los músculos de la espalda automáticamente se tensan cuando usted
está bajo estrés. Si tiene una lesión, posiblemente la espalda no po-
drá sanar mientras los músculos sigan tensos. Si no ha habido le-
sión, con los músculos de la columna vertebral tensos, la espalda es
propensa a que le ocurra cualquier accidente. Igual que un árbol
puede quebrarse con un fuerte viento, una espalda tensa y agarrota-
da puede dislocarse en un instante. Los músculos tensos son mucho
más susceptibles a distensiones, contracturas, lesiones y, por último,
dolor.
Incluso si su médico le ha dicho que su problema de espalda es el
resultado de una lesión discal degenerativa, fisura ósea, artritis de la
columna, un pinzamiento del nervio, escoliosis o cualquier otro tras-
torno, recuerde que todas esas lesiones comenzaron con problemas en
los músculos de la espalda. Cuando recupere la salud de esos múscu-
los, dichos trastornos desaparecerán, y finalmente usted se librará del
dolor.
Siendo consciente del papel crítico que la mente y los músculos
de la espalda juegan en la salud de la columna vertebral, y siguiendo
el Programa de vuelta a la vida que se presenta en este libro, puede
curar el dolor y fortalecer la espalda independientemente del tiem-
po que usted haya estado incapacitado o de cuánto le debilite el do-
lor.
Sin embargo, antes de poder empezar a curar su espalda, debe en-
tender cómo funciona y cómo encaja en el programa del diseño y fun-
ción general del cuerpo.
La curación natural de la espalda
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Cómo funciona la espalda
La columna vertebral* es una de las estructuras más importantes,
sofisticadas y complejas del cuerpo. Casi todos los movimientos que
usted realiza de algún modo afectan su columna vertebral; así de im-
portante es ésta para una buena salud general.
Las siguientes estructuras y sistemas son críticos para el correcto
funcionamiento de la columna vertebral. Empecemos con el sistema
nervioso, el sistema rector del cuerpo.
SISTEMA NERVIOSO
El sistema nervioso controla y regula todos los otros sistemas del
cuerpo. Su dominio tiene tanto alcance que todos y cada uno de los
pelos del cuerpo poseen un nervio que llega hasta él; incluso los poros
de la piel poseen nervios que llegan hasta ellos. Los nervios son lo que
causa “la piel de gallina”.
Puede pensar que el sistema nervioso es el sistema eléctrico de su
cuerpo. Es igual que un árbol boca abajo, con raíz (cerebro), tronco
central (médula espinal) y ramas (nervios).
CEREBRO
El cerebro es el órgano rector del sistema nervioso. Eso lo convierte
en el órgano más importante del cuerpo. Aunque el cerebro normal-
La mente, el cuerpo y el dolor de espalda
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* Observe que los términos espalda y columna vertebral se usan en este libro indistintamente.
A efectos prácticos, ambos se refieren a la misma estructura. Además, ya que la abrumadora
mayoría de los problemas de espalda se producen en la zona lumbar, cuando hablo de la es-
palda o de la columna vertebral, me refiero a esta zona a menos que afirme lo contrario.
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SISTEMA NERVIOSO
Cerebro
Médula espinal
Nervios
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mente no se considera como parte de la espalda, ejerce una impor-
tante influencia en la salud de ésta.
El cerebro se puede comparar con un transformador eléctrico de al-
ta energía, donde los impulsos se generan y se conducen por todo el
cuerpo a través del sistema nervioso. Un cerebro adulto corriente pesa
sólo 1,5 kg, pero utiliza el 20 % del suministro de oxígeno del cuerpo.
Cuando se produce una lesión en el cerebro, puede afectar todo el
cuerpo.
MÉDULA ESPINAL
La médula espinal es una de las estructuras más importantes de
nuestro cuerpo. Se puede pensar que es una continuación del cerebro,
sirviendo como principal conducto eléctrico del sistema nervioso. La
médula espinal consiste en una sucesión de nervios encajados en un
hueco, que es una cámara de huesos formada por las vértebras de la co-
lumna vertebral. Esta delicada estructura en forma de cordón va desde
el cuello hasta el principio de la parte inferior de la espalda, sirviendo
como la mayor autopista de la información del cuerpo.
La médula espinal es un enlace vital en las comunicaciones del
cuerpo y la mente. Ésta transmite mensajes entre el cerebro y órganos
vitales tales como el corazón, los vasos sanguíneos, los pulmones, los
riñones, los intestinos y todos los músculos del cuerpo.
Cuando la médula espinal sufre una lesión, normalmente es bas-
tante grave. Se puede producir parálisis, que afecte las piernas, o las
piernas y los brazos, dependiendo de a qué altura se encuentre dañada
la médula. Todos sabemos cuán trágicas pueden ser esa clase de lesio-
nes.
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Columna
vertebral
Parte inferior (lumbar) de la espalda
Disco
Vértebra
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COLUMNA VERTEBRAL
Los más de 30 huesos de la columna vertebral, llamados vértebras,
apilados uno encima de otro como una columna, se llaman colectiva-
mente columna vertebral. Una de las tareas principales de ésta es pro-
teger y cobijar la importante y delicada médula espinal.
Otra tarea de la columna vertebral es la de ayudar a soportar el peso
de la cabeza y mantener la cabeza y el cerebro en una posición nivelada
mientras andamos o permanecemos de pie. Esto es crítico para el pro-
cesamiento de toda la información sensorial vital por parte del cere-
bro, como el equilibrio, la vista, el oído y el olfato.
La naturaleza ha creado bastantes curvas en la arquitectura normal
y sana de la columna vertebral. Esas curvas poseen leves y poderosos
beneficios mecánicos y son esenciales para la salud y el bienestar de la
columna vertebral. Las más importantes de ellas son las curvas cónca-
vas del cuello y la parte inferior de la columna vertebral. Técnicamen-
te nos referimos a esas curvas como lordosis. Si quedan aplastadas debi-
do a una pobre postura y unos músculos de la espalda poco sanos,
pueden producirse dolores de espalda graves.
DISCOS
Entre las vértebras encontramos maravillosos amortiguadores co-
nocidos como discos. Estas estructuras circulares y aplanadas están cu-
biertas por un forro fuerte y fibroso y rellenas de líquido. Actúan justo
como los cojinetes en los amortiguadores de su coche, amortiguando
el viaje y haciéndolo más suave.
La función de los discos es ayudar a hacer de amortiguador de la
columna vertebral y facilitar los muchos movimientos de ésta cuando
se inclina hacia delante y se arquea hacia atrás, se inclina de un lado a
otro y cuando gira en cualquier dirección. 
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La curación natural de la espalda
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Sano
Curva cóncava normal en
la zona lumbar
Espacio de discos
separados
Raíces de los nervios
descomprimidas
Enfermo
Disminución de la
curvatura lumbar
Discos comprimidos
Raíces de los nervios
comprimidas
LORDOSIS
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LIGAMENTOS DE LA COLUMNA VERTEBRAL
Los ligamentos de la columna son filamentos fuertes y flexibles de te-
jido elástico y fibroso que parecen de goma. Presentan gran variedad de
largura y anchura, y ayudan a soportar y reforzar las vértebras protegien-
do la columna vertebral de golpes repentinos pesados y discordantes.
MÚSCULOS DE LA COLUMNA VERTEBRAL
Son literalmente cientos los músculos de la espalda que se mueven
y soportan la columna vertebral. Los hay de todas formas y medidas.
Son músculos gruesos y largos que se extienden a todo lo largo de la es-
palda, conectando el cuello y la cabeza con la parte inferior de la co-
lumna vertebral y la pelvis. Hay cientos de músculos más pequeños,
algo menos de una pulgada de largo, que conectan segmentos adya-
centes de vértebras vecinas. Otro grupo de músculos de la columna
delicados unen las vértebras a las costillas, de forma que hasta la respi-
ración afecta la columna vertebral cuando las costillas se expanden ca-
da vez que se inspira.
Lo que es realmente destacable de los músculos de la espalda es
que, largos, cortos, anchos, estrechos, pequeños o delicados, todos es-
tán conectados y coordinados para moverse como una unidad armóni-
ca con la más impresionante elegancia y una precisión inimaginable.
La salud de la espalda depende 
de la salud de los músculos
Más que cualquier otra estructura, incluso los huesos, los discos y
los ligamentos, son los músculos de la espalda los que determinan la
salud de su columna vertebral. Mantener los músculos de la espalda
La mente, el cuerpo y el dolor de espalda
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fuertes, flexibles y bien equilibrados es la clave para librarse de su dolor
de espalda.
Una tarea importante de estos músculos es la de avisar, en forma de
dolor, cuando la salud de su espalda está en peligro. Por esta razón, la
mayor parte de los receptores del dolor están situados en los músculos.
Debido a esto, casi todos los dolores de espalda se originan en los mús-
culos. Cuando tiene un problema de espalda, casi siempre puede pro-
venir de los músculos.
Otras dos funciones críticas de los músculos de la espalda son pro-
teger la delicada médula espinal y alinear las vértebras de la columna
vertebral.
La curación natural de la espalda
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TEJIDO COMPLEJO DE LOS MÚSCULOS DE LA COLUMNA
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La mente, el cuerpo y el dolor de espalda
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Funcionamiento de los músculos
Entender cómo funcionan los músculos del cuerpo le ayudará a entender
los músculos de la espalda. Todos ellos, incluso los de la columna vertebral, po-
seen las siguientes cualidades y características.
CONTRACCIÓN MUSCULAR
Cuando el cerebro envía un impulso eléctrico a un músculo a través de los
nervios, las fibras de los músculos se contraen. Más impulsos eléctricos o ma-
yor intensidad de estimulación aumentan la fuerza de la contracción. Cuando
un músculo se contrae, se mueven los huesos a los que está unido. Así es como
se produce el movimiento en el cuerpo.
FUERZA MUSCULAR
Cuando los músculos se contraen repetidamente, pueden aumentar de ta-
maño, especialmente si están bien nutridos. Cuanto más crece el músculo, más
fuerte se hace. Entonces es capaz de realizar más trabajo. A eso se le llama fuer-
za muscular.
TONO MUSCULAR
Incluso cuando un músculo está descansando, todavía existe movimiento
microscópico entre fibras y, por lo tanto, contracción. Esta cualidad se conoce
como tono muscular; a menudo nos referimos a ella como tensión en reposo.
La tensión o tono existe gracias al estímulo continuo de nervios. El nervio
mantiene el músculo activo y vivo estimulando a un bajo nivel de intensidad,
incluso estimulándolo cuando éste no se contrae activamente. Al encontrarse
en este estado de predisposición, el músculo puede ponerse en acción de forma
más eficaz cuando se necesita.
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La curación natural de la espalda
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Contracción muscular
Las fibras musculares se acortan
Los músculos se ven más
abultados, gordos, inflados
Estiramiento muscular
Las fibras musculares se alargan
Los músculos se ven más largos y menos abultados
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Tono muscular
Define el estado del músculo
cuando descansa. Se produce
un aumento del tono muscular
cuando se estira, pero también
se puede producir en músculos
que están tensos y agarrotados
debido a tensión mental o
emocional
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Si el nervio que va al músculo está lesionado, éste se atrofia, muere y se pa-
raliza, como mencioné anteriormente. No puede vivir sin el suministro eléctri-
co de los nervios.
La tensión o tono aumenta en el músculo cuando crece la intensidad o fre-
cuencia de nervios estimulados. Por lo tanto, el incremento de actividad en el
sistema nervioso puede causar un aumento en la tensión o tono de los músculos.
ESTIRAMIENTO MUSCULAR
Los músculos son dinámicos y básicamente elásticos por naturaleza; pue-
den estirarse cuando son empujados. Cuando los nervios se estiran más de lo
normal, se alargan y se vuelven flácidos y más flexibles. Con estiramientos con-
tinuos, realmente pueden aumentar de longitud.
FLEXIBILIDAD MUSCULAR
Cuando los músculos se estiran repetidamente, se hacen más flexibles. Es-
to a menudo aumenta la capacidad de movimiento de la articulación a la que
están unidos. Cuando los músculos están tensos y agarrotados, por otro lado,
se restringe el movimiento.
EQUILIBRIO MUSCULAR
Cada músculo del cuerpo está equilibrado por un músculo igual y opuesto.
Los músculos están emparejados para trabajar de una manera complementaria
para ayudar a sincronizar el movimientoque se produce cuando se contraen.
Estos pares de músculos opuestos se conocen como antagonistas o comple-
mentarios.
La falta de equilibrio se produce cuando uno de los músculos de una pare-
ja está demasiado débil, fuerte, agarrotado o tenso. Esto causa un empuje desi-
gual de los músculos. El desequilibrio muscular puede causar desgaste y rotura
por las articulaciones, desembocando en estados crónicos como artritis u otras
enfermedades. Las articulaciones sanas requieren pares complementarios de
músculos sanos y equilibrados para facilitar movimientos suaves y eficaces.
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Normal Normal Más fuerte Normal
Más débil Normal Tirantes y contraídos
a. Equilibrio muscular sano,
alineación de la columna
vertebral adecuada
c. Desequilibrio muscular,
empuja la columna vertebral
hacia un lado
d. Ambos músculos están
tirantes y contraídos, la
columna vertebral se
comprime
b. Desequilibrio muscular,
empuja la columna vertebral
hacia un lado
EQUILIBRIO MUSCULAR Y COLUMNA VERTEBRAL
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LOS MÚSCULOS DE LA COLUMNA
VERTEBRAL PROTEGEN LA MÉDULA ESPINAL
Los numerosos y poderosos músculos de la columna vertebral pro-
tegen la salud de la médula espinal. Por esta razón, los músculos de la
espalda son los más sensibles del cuerpo. Cuando existe una amenaza
para la médula espinal, los músculos de la columna vertebral se contra-
en espasmódicamente y se bloquean ellos mismos en una parálisis
fuerte y tirante que normalmente es de 10 a 20 veces más dolorosa que
cualquier otro ataque del cuerpo. Esto restringe el movimiento de la
columna vertebral y protege la médula espinal del riesgo de lesión. El
dolor tiene una función protectora; es un mensaje del cuerpo que le
avisa de que no se mueva más o podría poner en peligro la salud de la
médula espinal.
LOS MÚSCULOS DE LA COLUMNA
VERTEBRAL MANTIENEN LA ESPALDA ERGUIDA
Otra función importante de los músculos de la columna vertebral
es mantener siempre la espalda alineada. Los músculos de la espalda
ayudan a mantener la postura erguida cuando nos sentamos, estamos
de pie, andamos, corremos y realizamos todos los complejos movi-
mientos del cuerpo. Los músculos de la espalda y el cuello también
aguantan y mueven la cabeza cuando ésta se gira o rota en diversas po-
siciones.
Ya que la columna vertebral se mueve cada vez que lo hace el
cuerpo, los mecanismos de los músculos de la espalda son extrema-
damente complejos. Cuando los músculos de la espalda están dese-
quilibrados, pueden desalinear completamente la columna, causan-
do fuerte dolor.
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Por qué es necesario que los músculos de la espalda
estén sanos para tener una buena salud general
Los músculos de su columna vertebral no sólo determinan la salud
de su espalda, sino que también juegan un papel crítico en la salud de
todo el cuerpo. Además de realizar su función principal de sostener la
cabeza y el cerebro, participan en cada uno de los movimientos que us-
ted realiza.
Los músculos de la espalda están conectados a casi todos los grupos
de músculos principales del cuerpo. Puede imaginarse su espalda co-
mo una estación principal de trenes, encrucijada en el centro del cuer-
po por la que todos los otros músculos deben pasar. Los músculos de
los brazos, las piernas y la cabeza se conectan con la espalda a niveles
diferentes. Por ejemplo, los músculos de la parte superior de la espalda
se conectan con los brazos a través del cuello y los hombros; los mús-
culos de la parte dorsal de la espalda lo hacen con el pecho y los mús-
culos de las costillas, y los músculos de la parte inferior de la espalda
conectan con la cadera y las piernas. Hay tanta interconexión entre es-
ta diversidad de músculos y los de la espalda que es difícil determinar
qué músculos pertenecen exclusivamente a la espalda.
Ya que tantos músculos del cuerpo están conectados a los músculos
de la columna vertebral, cuando alguno está tirante, tenso o contraído,
se puede iniciar una reacción en cadena de contracciones espasmódi-
cas con consecuencias potencialmente devastadoras. Puede dañar toda
la espalda, desencadenando dolor fuerte e inhabilitador. La gente se ha
lesionado la espalda tirando un balón, resbalando en el hielo, trope-
zando con un bordillo, subiendo escaleras, reclinándose sobre un ban-
co, alcanzando un vaso de una estantería de la cocina, estornudando,
tosiendo o como resultado de movimientos cortos que parece que no
tengan nada que ver con la espalda.
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INTERCONEXIÓN DE LOS MÚSCULOS
DEL CUERPO Y LA ESPALDA
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A causa de estas extensas conexiones musculares, cuando su colum-
na vertebral no está sana, todo el cuerpo sufre. Cuando la espalda está
tirante, tensa o con contracciones musculares, los nervios que vienen
de la médula espinal se comprimen y producen un cortocircuito de la
electricidad hacia órganos vitales del cuerpo. Esto impide su función y
daña su salud. Así que es importante cuidar los músculos de la espalda
no sólo por la salud de ésta, sino también por la salud general.
Hay dos grupos de músculos no situados en la espalda que poseen
una influencia particular en la salud de la zona lumbar. Los músculos
isquiotibiales y los abdominales.
Columna vertebral y músculos isquiotibiales
Los músculos isquiotibiales, situados en la parte posterior del
muslo, se conectan con la parte inferior del hueso pélvico, que conec-
ta con la base de la columna vertebral. Cuando los músculos isquioti-
biales están tirantes, empujan el hueso pélvico que presiona la colum-
na vertebral, aplanando la curva lordótica normal en el área lumbar
(véase pág. 44). Esto hace que todo el peso de la columna vertebral re-
caiga sobre los discos, creando un estado inestable que puede causar
contracciones musculares extremadamente dolorosas y desalineando
toda la columna.
En la forma de vida moderna, a menudo permanecemos sentados y
los músculos isquiotibiales suelen estar muy tirantes. Muchos proble-
mas de espalda pueden aliviarse haciendo descansos de estar sentado y
estirando los músculos isquiotibiales. ¡Puede ser así de sencillo! El caso
de uno de mis pacientes, Stanley, lo demuestra claramente.
Stanley era un médico de la comunidad. También era muy activo
practicando surf, tenis, voleibol y otros deportes. Cuando su espal-
da se dislocó, se dirigió a mí en busca de alivio. Cuando le examiné,
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observé que sus músculos isquiotibiales estaban extremadamente ti-
rantes y tensos. Le enseñé cómo estirar estos músculos, lo cual hizo
de forma regular. En los siguientes días, su dolor desapareció com-
pletamente. También le enseñé otros estiramientos para la espalda.
Él continúa centrándose principalmente en estirar los músculos is-
quiotibiales, ya que para él fue la clave. Ahora ya hace tres años que
no tiene dolores.
Columna vertebral y músculos abdominales
Los músculos abdominales proporcionan un apoyo importante pa-
ra la parte inferior de la espalda. Muchos expertos consideran los mús-
culos abdominales como una parte integrante de los músculos de la
columna vertebral; tan importantes son para la salud de ésta.
Cuando los músculos abdominales están flojos, flácidos y débiles
ofrecen poco o nada de apoyo para la columna vertebral y la ponen en
riesgo de sufrir lesión o tensión. Cuando los músculos abdominales es-
tán estirados y tonificados, a menudo desaparecen los dolores de espal-
da. 
Los psoas iliacos son poderosos músculos de la región abdominal
que conectan los huesos de la parte superior del muslo con la columna
vertebral. Tienen un papel estabilizador y de apoyo muy importante
para la columna vertebral. Con una tensión o lesión grave de espalda,
a menudo se asocia un