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2 3 © Juan García Sánchez y Pepa Palazón Rodríguez, 2010 © EDITORIAL DESCLÉE DE BROUWER, S.A., 2010 Henao, 6 -48009 Bilbao www.edesclee.com info@edesclee.com Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública y transformación de esta obra sólo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos –www. cedro.org–), si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra. Printed in Spain -Impreso en España ISNB: 978-84-330-2445-9 Depósito Legal: BI-2509/2010 Impresión: RGM, S.A., Urduliz E-pub x Publidisa 4 NOTA DE LOS AUTORES Las explicaciones y las reflexiones que aparecen en este libro pretenden ayudar al lector a que entienda qué es la depresión y cómo ésta puede asociarse a su contexto interpersonal. Si sospechas que estás padeciendo una depresión, la lectura de este libro te ayudará. Sin embargo, no será suficiente para recuperarte. Consulta con tu médico o con un profesional de la salud mental. Para escribir este libro nos hemos basado en los trabajos y manuales profesionales del Dr. Gerald L. Klerman, de la Dra. Myrna M. Weissman y de su equipo de colaboradores. Atribúyase a nosotros cualquier diferencia entre sus ideas originales y las que aquí aparecen. Para cualquier comentario o sugerencia sobre el libro, puede contactar con nosotros en psicoterapia-interpersonal @hotmail.com. 5 6 AGRADECIMIENTOS Queremos agradecer a la Dra. Myrna M. Weissman, de la Universidad de Columbia (EE.UU.), la confianza que ha depositado en nosotros para el desarrollo de este libro. Como ella misma nos dice en el prólogo que nos ha escrito, este libro es el primero en su género, en tanto que es el primer libro de autoayuda para la depresión que se basa en su método: la psicoterapia interpersonal. Mil gracias a la Dra. Weissman y a su equipo de colaboradores, en especial a su difunto marido, el Dr. Gerald L. Klerman, que falleció en abril de 1992. Sus investigaciones sobre depresión les condujeron a inventar una nueva forma de entender la psicoterapia, breve en el tiempo, intensa en los afectos y centrada en la importancia de las relaciones humanas a la hora de enfermar y de sanar. Gracias también a Manuel Guerrero y Olga Castanyer, del equipo editorial de Desclée de Brouwer, por haber acogido este proyecto con tanto entusiamo. Qué decir de nuestros familiares, amigos y colegas de profesión, muchas gracias por vuestro apoyo. Valiosas han sido las sugerencias de Laura Wilkis, Pedro Moreno, Ana Beatriz Padilla, Esteban Ortiz, Carmen Martínez, Juan A. Aznar, Marisa Terradillos, Pablo Hernández, José Mª López Ochando y Pilar García. ¡Gracias a todos! Y, por supuesto, gracias a nuestros pacientes, por hacernos partícipes de sus historias personales y por confiar en nosotros para recuperarse de la depresión. Ellos y ellas son los que más nos han enseñado. 7 8 PRÓLOGO La Psicoterapia Interpersonal, cuyas siglas en inglés son IPT, fue desarrollada en los años setenta por Gerald L. Klerman, Myrna M. Weissman y sus colaboradores. Su intención era satisfacer la cada vez mayor necesidad de especificar los procedimientos de psicoterapia, de forma que pudieran definirse en un manual, utilizarse en la formación de psicoterapeutas y también testarse en ensayos clínicos, como se hace con los fármacos. En aquel momento, la necesidad de este trabajo era obvia, debido a la creciente variedad de fármacos psicotrópicos existentes y las pruebas de su eficacia a la hora de tratar trastornos psiquiátricos. Se necesitaba una información similar para la psicoterapia, ya que ésta era a menudo preferida como tratamiento por los pacientes, ya fuera sola o acompañada de medicación. La psicoterapia interpersonal ha sido desarrollada durante los últimos 40 años. Se ha demostrado su eficacia en el tratamiento de pacientes adultos, adolescentes y ancianos con trastornos depresivos, así como para tratar el trastorno bipolar y la distimia. Los manuales originales han sido traducidos al alemán, francés, portugués, italiano y japonés. Se han realizado estudios en todo el mundo, incluso en el África subsahariana, con resultados favorables. Se constituyó además una sociedad internacional para la psicoterapia interpersonal (www.interpersonalpsychotherapy.org). Este libro de autoayuda, escrito por Juan García Sánchez y Pepa Palazón Rodríguez, es el primero en su género. Es la primera publicación autorizada en español y es el primer libro de autoayuda basado en la psicoterapia interpersonal. Sus autores han tomado los principios fundamentales de esta forma de psicoterapia y los han adaptado para que los pacientes puedan utilizarlos. Añaden además ejemplos de su propia experiencia clínica a modo de guía. La idea central de la psicoterapia interpersonal es que la depresión tiene lugar en un contexto interpersonal, como una situación de duelo, una disputa, un cambio vital o la falta de relaciones; y entender ese contexto es el punto de partida para curarse. Siguiendo las directrices del manual de psicoterapia interpersonal, este libro enseña al lector cómo reconocer los síntomas de la depresión y cuáles son sus posibilidades de tratamiento. Comprender el contexto interpersonal es básico para reconocer la depresión y entenderla. A lo largo de este libro aparecen ejemplos y casos prácticos de pacientes deprimidos, para que el lector pueda ayudarse a sí mismo. Ha sido una buena idea escribir el primer libro de autoayuda para la depresión basado en la psicoterapia interpersonal. La depresión es una enfermedad muy común, que afecta 9 a todas las clases sociales y, aunque su primera aparición es temprana, suele volver a aparecer de nuevo a lo largo de la vida. A pesar de que la depresión tiene un grave impacto en el funcionamiento laboral, académico y familiar, es una enfermedad que puede ser tratada con éxito. Este libro pretende ayudarte a reconocer los primeros síntomas de la depresión y las situaciones que los pueden estar provocando. Felicito a sus autores por hacer estas ideas accesibles a los pacientes. Para muchas personas, conocer los síntomas y el curso de la depresión, entender qué problemas en su vida pueden estar originándola, y aprender estrategias para afrontar dichos problemas, puede ser suficiente. Para otras personas, si la autoayuda no funciona, recomendamos seguir un tratamiento con un profesional de la salud mental. Hay distintas opciones de tratamiento para la depresión como la medicación y/o la psicoterapia, incluyendo la psicoterapia interpersonal. Para los profesionales de la salud mental interesados en la psicoterapia interpersonal, recomendamos la lectura de los siguientes manuales: Klerman, G.L.; Weissman, M. M.; Rounsaville, B. y Chevron, E.S.Interpersonal Psychotherapy of Depression. Basic Books; Nueva York, NY: 1984. Mufson, L.; Pollack Dorta, K.; Moreau, D. y Weissman, M.M. Interpersonal Psychotherapy for Depressed Adolescents, 2ª ed. Guilford Publications, Inc., Nueva York, 2004. Weissman, M.M.; Markowitz, J.C. y Klerman, G.L. A Comprehensive Guide to Interpersonal Psychotherapy. Basic Books, Nueva York, NY; 2000. Weissman, M.M.; Markowitz, J.C. y Klerman, G.L. A Clinician’s Quick Guide to Interpersonal Psychotherapy. Oxford University Press, Nueva York, NY: 2007. Dra. Myrna M. Weissman Catedrática de Epidemiología y Psiquiatría Universidad de Columbia, Nueva York mmw3@columbia.edu 10 1 ¿TENGO DEPRESIÓN? 11 Una introducción Es frecuente escuchar expresiones como “estoy deprimido”, “estoy de bajón” o “no levanto cabeza” para referirse a distintos estados de ánimo que reflejan un sentimiento de malestar que afecta a la forma habitual de pensar, sentir y comportarse. Sin embargo, sentirse triste y tener dificultades para adaptarse a la vida cotidiana no necesariamente indican que padezcas una depresión. La tristeza no es una enfermedad, es una emoción, y como todas las emociones es útil, aunque sea desagradable. Cuando perdemos algo importante que es imposiblede recuperar o cuando nuestro esfuerzo no sirve para conseguir una meta deseada, la tristeza nos ayuda a detener nuestro empeño imposible, recuperar las energías perdidas, buscar compañía para consolarnos y planificar cómo continuar adelante. La depresión, en cambio, es un trastorno psicológico que se caracteriza por una alteración del estado del ánimo y de la vitalidad, que impide que la persona funcione como de costumbre en su entorno familiar, social y laboral, y que genera un gran malestar. Se manifiesta mediante un conjunto de síntomas, se prolonga en el tiempo y bloquea a quien la padece. Si tienes depresión, es bastante probable que lleves un tiempo sintiéndote triste o irritado, con la sensación de que te cuesta disfrutar o relajarte como antes, y con la sensación de que estás más cansado física y mentalmente. Quizás hayas dejado de hacer algunas actividades y pases más tiempo solo, dándole vueltas a la cabeza. En tu mente siempre los mismos pensamientos: “No valgo”, “no puedo”, “no me quieren”, “tengo la culpa de todo”, “nada merece la pena”… Quizás también hayas notado cambios en tu cuerpo. Tu apetito, tu necesidad de dormir y tu deseo sexual pueden haber disminuido (o en algunos casos, aumentado). Es posible, además, que te sientas más “lento”, con dificultades para ponerte en marcha, tomar decisiones o prestar atención, o que sientas en cambio como una inquietud interna que te lleva a moverte sin sentido de aquí para allá, morderte las uñas o fumar. Puede que incluso te haya rondado la idea de que estarías mejor muerto o que lo mejor sería quitarte de en medio. Todos estos cambios en tu forma de pensar, sentir y comportarte, habrán afectado la manera en que te relacionas con los demás y cómo ocupas tu tiempo. Así, no es extraño que estés menos implicado que antes en tu trabajo, estudios, tareas domésticas o aficiones. Tampoco sería raro que te encontraras más aislado o que tus relaciones con los demás se hayan vuelto más tensas, bien porque la gente te “agobie” con su buena disposición a ayudarte, bien porque se muestren irritados contigo al ver que no te sientes mejor con su ayuda. 12 Si te ves muy reflejado en las líneas de arriba, es probable que estés pasando por un episodio depresivo o una distimia, y que requieras un tratamiento específico. Si no te ves tan reflejado, puede que no tengas una depresión, pero sí que estés pasando por un mal momento debido a un cambio en tu vida que te haya desestabilizado, lo que llamaríamos un trastorno de adaptación. Más adelante te explicaremos la diferencia entre estos tipos de depresión. A continuación, te proponemos rellenar y corregir tú mismo un inventario de síntomas, que te ayudará a clarificar la gravedad de tu depresión. Inventario para valorar tu grado de depresión En el Inventario 1 encontrarás un listado de síntomas típicos de la depresión. Marca en cada caso la frecuencia con la que los has experimentado o los estás experimentando en las últimas semanas. Después, suma los totales y lee su interpretación. Inventario 1: Grado de depresión Síntomas depresivos Casi nunca Algunos días Casi a diario A diario 1. Me siento triste, decaído y con ganas de llorar 2. Me siento irritado y me enfado con más facilidad 3. Siento que he perdido el interés por casi todo 4. Me cuesta disfrutar de lo que hago, como si estuviera “anestesiado” o vacío 5. Me siento cansado, fatigado y sin fuerzas 6. Me implico menos en mis actividades 7. Estoy más retraído, más callado 13 8. Estoy más despistado y olvidadizo 9. Mi sueño ha cambiado: tardo más en dormirme, me desvelo o duermo más tiempo de lo habitual 10. Mi apetito ha cambiado: como bastante menos o me pego atracones (sobre todo a sabor dulce) 11. Mi deseo sexual ha disminuido 12. Me cuesta tomar decisiones y ponerme en marcha. Voy como a “cámara lenta” 13. Me siento tan inquieto que necesito moverme o hacer algo y, aún así, no me calmo 14. Confío menos en mis capacidades 15. Pienso que soy un inútil, que no valgo 16. Pienso que estoy solo, que no me quieren 17. Pienso que tengo la culpa de todo, me reprocho y me critico a mí mismo con facilidad 18. Recuerdo el pasado con sufrimiento e imagino el futuro con desesperación 19. Pienso que estaría mejor muerto 20. Pienso que no tengo salida a mis problemas, que estoy desesperado TOTALES: Interpretación. Padecer alguno de estos síntomas ocasionalmente no significa que 14 estés sufriendo una depresión, pero una combinación de varios síntomas casi a diario o a diario, durante al menos un par de semanas, sí podría estar indicándolo. Descarta los síntomas que presentas “casi nunca” o “algunos días”, y suma el total de síntomas que presentas “casi a diario” o “a diario”. A continuación te indicamos los diagnósticos más probables. Pero eso sí, ten en cuenta que este inventario es sólo orientativo y no puede substituir la valoración de un profesional. Menos de 5 síntomas. Es posible que estés experimentando malestar ante algún cambio o acontecimiento reciente para el que no te ves preparado. Es poco probable que tengas una depresión, pero sí que tengas un trastorno de adaptación. Estos síntomas suelen remitir sin tratamiento, conforme uno se adapta al cambio. No obstante, si te generan mucho malestar, sería interesante consultar con un especialista. De 5 a 10 síntomas. Es bastante probable que presentes una depresión, especialmente si has marcado 2 de los 5 primeros síntomas. Dependiendo del tiempo que lleves así y de la intensidad de los mismos, podrías estar padeciendo una distimia, si los síntomas están presentes con poca intensidad pero casi a diario durante más de 2 años, o un episodio depresivo, si los síntomas son mucho más intensos y continuos durante más de 2 semanas. Sería recomendable que consultases con un profesional de la salud mental. Más de 10 síntomas. Si estás padeciendo más de 10 de estos síntomas de forma intensa, durante más de 2 semanas, a diario, casi todo el día, y con dificultades para llevar tu vida adelante, con bastante probabilidad estés sufriendo un episodio depresivo de cierta gravedad. Necesitas ponerte ya en tratamiento psicológico, farmacológico o ambos. Nota importante: con independencia del número de síntomas marcados, si has incluido los 3 últimos, sería necesario que hablases urgentemente con un profesional de la salud mental. De cada 7 personas que padecen un trastorno depresivo, una termina suicidándose, sobre todo si no ha recibido ningún tipo de tratamiento. Este libro puede ser un buen complemento para tu tratamiento pero en ningún caso puede substituir la ayuda de un profesional. Algunos ejemplos de personas que han sufrido depresión A continuación vamos a hablarte de cuatro pacientes tratados por nosotros que han sufrido distintos tipos de depresión. Aparecerán de nuevo más adelante en otros 15 capítulos, junto a otros ejemplos, para darte ideas de cómo afrontaron su enfermedad y cómo fue su recuperación. El caso de María María es una mujer de 41 años que vivió la peor experiencia para una madre: la pérdida de su hijo. Conduciendo con su niño de 7 años en el asiento trasero, tuvo un grave accidente. Ella sólo sufrió heridas superficiales pero su hijo murió al no llevar puesto el cinturón de seguridad. Por entonces lo pasó muy mal. Se sentía triste y culpable, perdió el apetito y tenía insomnio. Con el tiempo y un antidepresivo, que le recetó su médico de familia, consiguió recuperarse. De hecho, a mucha gente le sorprendía la entereza que había mostrado y cómo había conseguido reponerse tan pronto. Ella decía que no podía permitirse estar deprimida porque tenía otra hija de 2 años que la necesitaba y que no entendía que su mamá pasara el día llorando. Tras unos meses decaída, María salió adelante, centrándose en su familia, su trabajo y sobre todo en su hija. Sin embargo, cuando ésta cumplió los 7 años, empezó a obsesionarse con la idea de que su hija podía morir también, porque ella era una “mala madre”. Su estómago se cerró y perdió dos tallas. Se sentía mucho más tristey culpable. Su cuerpo estaba cansado y su mente despistada, por lo que se veía incapaz de llevar a cabo su trabajo y sus tareas domésticas. Sólo tenía ganas de estar en la cama, aunque tampoco conseguía dormir, así que se dedicaba a criticarse a sí misma. “Soy una mala madre”, “no sirvo para nada” y “mi familia es infeliz por mi culpa”, eran sus pensamientos. Se despertaba continuamente con pesadillas en las que veía a su hija en peligro o recordaba el accidente sufrido. Llevaba así más de dos meses y se sentía tan desesperada que pensó que era un estorbo para su familia y que la mejor forma de no hacerles sufrir era quitándose ella de en medio. Un día, tomó varios fármacos, que tenía por casa, con la intención de matarse. La descubrió por casualidad su marido y la llevó a un servicio de urgencias, donde le hicieron un lavado de estómago y estuvo unos días hospitalizada. María sufría un episodio depresivo grave, para el que necesitó tratamiento combinado: psicológico y farmacológico. El caso de Carmen Carmen es una mujer de 27 años, que lleva dos años casada y trabaja en un supermercado. Lleva casi un año sintiéndose triste y apagada, aunque no entiende muy bien por qué. Dice no tener razones para estar triste, pero que, a veces, le da por llorar. Ha engordado en los últimos meses. Cuando está en casa sola, le da por picar y últimamente se desvela por las noches con un hambre irresistible, que le conduce al frigorífico a comer lo que pille. Durante el día está soñolienta y fatigada, y su deseo sexual es mínimo. Su jefa le ha llamado la atención por bajar su rendimiento y 16 últimamente discute mucho con su marido, quien critica su aumento de peso y su poco apetito sexual. También ha tenido crisis de ansiedad con palpitaciones intensas y la sensación de que le faltaba el aire, lo que le hacía pensar que podía morir asfixiada. En su mente siempre los mismos pensamientos: “Soy una inútil”, “soy tonta”, “mi marido me dejará porque soy horrible”. Carmen estaba sufriendo un episodio depresivo moderado, que trató primero con fármacos y, al notar poca mejoría con éstos, con psicoterapia. El caso de Pepe Pepe es un hombre de 35 años, con dos niños, que está en trámites de divorcio. Su mujer le ha dejado porque dice que ya no aguanta más su “mamitis”, aunque él sospecha que la verdadera razón es que tiene una aventura con un compañero de trabajo. Reconoce que ha sido muy dependiente de la opinión de su madre y que ésta no se lo ha puesto fácil a su mujer, pero no se esperaba el divorcio. Desde que su mujer le dijo que quería divorciarse, se ha sentido triste e irritable. Al principio pensaba que su mujer se arrepentiría de su decisión; sin embargo, sus súplicas y llamadas de atención no han servido para nada. Su decisión es firme y le ha pedido que se marche de casa. Pepe ha perdido el apetito y tiene continuos dolores de estómago. No consigue dormir por las noches y está cansado al día siguiente. Al acostarse comienza a dar vueltas a la cabeza. Se siente incapaz de afrontar el cambio y no se hace a la idea de perder a su mujer. Tiene una imagen muy negativa de sí mismo. Piensa que ninguna mujer se interesará por él y que es un fracasado como hombre. Se siente muy culpable y avergonzado por no haber sido lo suficiente bueno para ella. Como su economía se va a resentir, no sabe si volverse a vivir con sus padres o convivir con un compañero de trabajo. A veces se ha sentido tan desbordado que ha recurrido al alcohol para olvidarse de todo, aunque es consciente de que el alcohol no es una opción, sino un problema añadido. En un primer momento, Pepe fue diagnosticado de trastorno de adaptación, ya que sus síntomas eran leves y muy reactivos al momento que estaba viviendo. Después, el diagnóstico se cambió a un episodio depresivo leve, en la medida que aumentó la intensidad de sus síntomas y sus dificultades para conducir su vida. Fue tratado exitosamente con psicoterapia. El caso de Sandra Sandra es una mujer de 45 años, divorciada y con una niña de 12 años, que trabaja como arquitecta. Piensa que más que estar deprimida, su problema es que ella es así, que 17 su personalidad es depresiva. Hace años que no ríe, que no se divierte. Su mente sólo recuerda momentos tristes o se preocupa por catástrofes futuras. Apenas sale de casa, salvo cuando hace alguna actividad con su hija o con alguna amiga soltera. Piensa que no encaja en ningún sitio. Siempre se ha sentido inferior a los demás. Nunca se ha sentido valorada ni querida. Cree que sus padres siempre han querido más a su hermana mayor, que es más brillante que ella en todos los aspectos, y que sus amigas siempre se han aprovechado de su buena voluntad. Desde que se divorció de su marido, tras continuas infidelidades, que ella sospechaba pero no quería admitir, no ha vuelto a tener ninguna relación con hombres. Piensa que nadie se fijará en alguien tan fea y aburrida como ella. Sandra padecía una distimia desde hacía años, que consiguió vencer con tratamiento farmacológico y psicoterapia. ¿Cómo puedo resolver mi problema? Si estás padeciendo una depresión o conoces a alguien que la esté padeciendo, te habrá resultado familiar mucho de lo leído hasta ahora. Quizá te estés preguntando si se puede solucionar este problema y qué puedes hacer para resolverlo. Hasta hoy, dos tratamientos han demostrado ser eficaces para tratar la depresión. Uno es psicológico y otro es farmacológico. En ocasiones, se combinan los dos, especialmente cuando los síntomas físicos son intensos y cuando los pensamientos suicidas son repetidos. Hay depresiones en las que el tratamiento fundamental será de tipo psicológico, en otras será de tipo farmacológico, y en otras depresiones se combinarán ambos tratamientos. Este libro pretende ser un complemento tanto del tratamiento psicológico como del farmacológico, aunque en ningún caso podrá substituir un tratamiento con un profesional de la salud mental. Tratamientos psicológicos Según los estudios científicos realizados hasta el presente, existen tres tratamientos psicológicos o psicoterapias que han demostrado ser eficaces para tratar la depresión y para prevenir sus recaídas: la psicoterapia conductual, la psicoterapia cognitiva y la psicoterapia interpersonal. Estas tres formas de psicoterapia son eficaces tanto si se aplican de forma individual como dentro de un grupo de psicoterapia. Lo ideal es que se lleven a cabo en sesiones semanales de 50 minutos. Dependiendo de la gravedad del trastorno depresivo, se recomienda participar de forma continuada de 10 a 20 sesiones, programando en algunos casos sesiones de seguimiento para valorar la evolución del paciente y prevenir recaídas. Te explicamos brevemente en qué consiste cada uno de estos tratamientos: 18 Psicoterapia conductual. La psicoterapia conductual, también llamada activación conductual, parte de la idea de que la depresión es un trastorno psicológico provocado por una “desactivación” de la forma habitual de comportarse de quien la padece. Para adaptarse a algún cambio importante en la vida, como por ejemplo una pérdida o un fracaso, el individuo reduce de manera generalizada sus actividades y tareas cotidianas. Al permanecer tan pasivo y “desactivado”, el paciente limita su contacto con los demás y abandona aún más las actividades que habitualmente le provocaban bienestar, aislándose y bloqueándose cada vez más y más. Poco a poco se va creando un círculo vicioso en el que cuanto más pasivo permanece, más hundido se siente, y, a su vez, cuanto más hundido se siente, más pasivo permanece, hasta quedar totalmente paralizado. Siguiendo esta lógica, el tratamiento consiste en aumentar la cantidad y la calidad de actividades y contactos sociales que el paciente ha abandonado (o que quizá nunca ha llevado a cabo por temores exagerados). El terapeuta ayuda al paciente a planificar progresivamente tareas diarias que le ayuden a recuperar una sensación de bienestar y control. También le enseña a relajarse y a conducirse en situaciones sociales para que sus temoresno le impidan implicarse de nuevo en actividades y relaciones interpersonales. Psicoterapia cognitiva. Según este modelo de psicoterapia, la depresión es un trastorno psicológico que surge al distorsionarse el pensamiento de quien la padece. Tras un periodo de estrés o un cambio importante en la vida, se activa en el cerebro una forma de pensar en negativo. La atención, los recuerdos y la imaginación se ven empañados de pesimismo, llegando la persona a verse a sí misma, a los demás y al futuro con desesperación. Esto repercute en su estado de ánimo, que se vuelve triste y apagado, y en su comportamiento, que se convierte en pasivo y meditabundo. Finalmente, la persona queda paralizada, inmersa en sus pensamientos negativos. El tratamiento consiste en ayudar al paciente a que se dé cuenta de cómo sus pensamientos están distorsionados, con la intención de que aprecie la realidad tal y como es, y no como su pensamiento le hace creer. El objetivo no es que vea la vida de color de rosa, sino que su pensamiento se haga menos radical y se aproxime más a la realidad. Para conseguir esto, el terapeuta pide al paciente que anote sus pensamientos e imaginaciones, el contexto en el que se producen y cómo éstos influyen en su estado de ánimo y en su comportamiento. Después, entre los dos exploran cómo los pensamientos se han distorsionado de forma pesimista y catastrófica, para pasar después a encontrar formas alternativas de valorar los problemas, que le ayuden a sentirse mejor y a comportarse como dicha persona decida y no como sus pensamientos le impongan. Psicoterapia interpersonal. Este modelo de psicoterapia ve la depresión como una enfermedad médica a la que se llega por muchas causas. Más que centrarse en el comportamiento de quien la padece (como hace la psicoterapia conductual) o en la forma de pensar (como hace la psicoterapia cognitiva), la psicoterapia interpersonal se centra en 19 el entorno familiar y social en el que tiene lugar la depresión. Las investigaciones no dejan claro si los problemas con los demás conducen a la depresión o si es la depresión la que conduce a tener problemas con los demás. En cualquier caso, sí se ha demostrado que ayudar al paciente a afrontar los cambios que ha sufrido en su vida y a resolver sus conflictos con los demás, mejora el estado de ánimo y la calidad de vida, lo que le permite salir de la depresión. El tratamiento consiste en hacer una revisión de los cambios y conflictos que el paciente ha vivido en su entorno familiar, social y laboral (en adelante entorno interpersonal) poco antes o poco después de comenzar a sentirse deprimido. Con esta revisión se pretende localizar un foco de tensión para el paciente, que según los estudios científicos, puede ser de cuatro tipos: la pérdida de un ser querido (duelo complicado), un conflicto de intereses o expectativas con alguien importante (disputa interpersonal), dificultades para adaptarse a un cambio significativo en la vida (transición vital) o dificultades para establecer o mantener relaciones satisfactorias con los demás (déficit interpersonal). Una vez establecido el foco de tensión, se charla con el terapeuta sobre el mismo, con la intención de provocar un cambio en la forma de vivirlo o en la forma de afrontarlo. Si estás deprimido, es bastante probable que uno o varios de estos focos de tensión estén dificultando tu recuperación. Tratamientos farmacológicos Existen multitud de psicofármacos antidepresivos que han demostrado ser eficaces para el tratamiento de la depresión. Su uso está especialmente indicado cuando los síntomas físicos son intensos y los pensamientos suicidas continuos. Si tu sueño y apetito están muy alterados, tu inquietud interna es insoportable o, al contrario, estás tan agotado y paralizado que te cuesta pensar y moverte, sería recomendable que acudieses a tu médico para que valorara la necesidad de tomar una medicación antidepresiva que estabilizara estos síntomas. La medicación no va a afrontar los problemas por ti ni va a tomar decisiones por ti, pero sí puede ayudarte a mejorar tu estado físico y anímico. Esta mejoría te ayudará a centrarte en cómo afrontar tus problemas con los demás y en cómo conducir tu vida. Además, esa mejoría te permitirá estar más preparado para implicarte en una psicoterapia. La medicación también sería recomendable si te encuentras tan mal que la idea de suicidarte ronda por tu cabeza con frecuencia. En este caso, un tratamiento combinado sería la mejor opción. La medicación reduciría tu impulsividad y la psicoterapia te ayudaría a encontrar formas distintas de solucionar tus problemas. El suicidio, al fin y al cabo, no es más que un intento desesperado de escapar de los problemas, especialmente cuando crees estar atrapado; bien porque creas que tus problemas te desbordan, bien porque creas que tu malestar será insoportable y eterno. 20 Lo cierto es que la gran mayoría de las personas que han intentado suicidarse al estar pasando por una depresión, se arrepienten de haberlo hecho cuando se recuperan de ella, y esto al margen de que sus problemas personales se hayan resuelto o no. Lo que lleva al suicidio no son los problemas en sí, sino la idea de que no podrás afrontarlos nunca y de que tampoco podrás soportar el malestar. En el capítulo 8 te hablaremos de los fármacos antidepresivos más utilizados para que conozcas su uso y sus posibles beneficios y efectos secundarios. En cualquier caso, nunca inicies ni abandones la toma de una medicación por tu cuenta. Es imprescindible que un médico te asesore sobre la conveniencia de tomarla, cómo hacerlo y cuándo dejarla. Cómo leer esta guía de autoayuda Este libro está diseñado y escrito para que pueda ayudarte de varias maneras a afrontar tu depresión. Si estás muy angustiado por los síntomas que experimentas o si dudas sobre tu estado emocional, es aconsejable que consultes con un profesional de la salud mental antes de intentar diagnosticarte y tratarte tú mismo. Difícilmente un libro puede ayudarte a descartar la presencia de otras enfermedades, tanto físicas como psicológicas, que pudieran ser la verdadera causa de tu estado de ánimo deprimido. Hecha esta advertencia, nos gustaría contarte cómo hemos diseñado esta obra, nuestro propósito, sus contenidos y cómo puede emplearse para que te beneficies al máximo de ella. Partimos de la idea de que la depresión es una enfermedad causada por muchos motivos. Tus genes, tu personalidad, tus experiencias pasadas, tus relaciones actuales, y cómo has sido educada por el hecho de ser mujer; todos han confluido para que te hayas deprimido. También están influyendo para que no te recuperes. Y para conseguirlo, el principal paso es reconocer que padeces una enfermedad. El segundo paso es conocerla y decidir afrontarla. En el capítulo 2 vamos a ayudarte a conocerla. Aunque nadie mejor que tú sabe lo que es estar deprimido, te ayudaremos a poner nombre a lo que estás experimentando. En él te explicaremos cuáles son los síntomas más frecuentes de la depresión, algunos síntomas no propios de la misma pero que suelen acompañarla y los tipos de depresión que existen. También te contaremos cómo se ha podido incubar y cómo se puede estar manteniendo tu enfermedad. Como hemos dicho antes, la depresión tiene muchas causas. Sin embargo, se da en un entorno familiar, social y laboral determinado. Echaremos un vistazo, en el capítulo 3, a este entorno interpersonal que te rodea para valorar qué puede estar bloqueando tu proceso de recuperación. Una vez que conozcas tu enfermedad y qué la puede estar manteniendo, gracias a estos tres primeros capítulos, pasaremos a la acción, aportándote ideas de cómo afrontarla. Para ello, vamos a centrarnos en los cuatro focos de tensión propios de la 21 psicoterapia interpersonal. Los capítulos del 4 al 7 se centran en cómo afrontar estos cuatro focos de tensión, frecuentemente encontrados en las personas que padecen depresión. El capítulo 4 aborda el tema del duelo complicado. Si la muerte de un ser querido, aunque haya pasadomucho tiempo de ello, ha influido en que se inicie o se mantenga tu estado depresivo, haremos un alto en el camino para explorar cómo has vivido dicha pérdida y qué está impidiendo que puedas seguir conduciendo tu vida sin la presencia de esa persona a tu lado. En el capítulo 5 trataremos el tema de los conflictos con los demás, lo que llamamos técnicamente una disputa interpersonal. Quizá ni te lo hayas planteado, pero puede que tu relación con alguien importante esté minándote poco a poco sin ser tú muy consciente de ello. Exploraremos junto a ti si tienes algún conflicto en activo, qué está impidiendo que se resuelva y qué podría estar en tu mano para resolverlo. Otro foco importante de tensión que puede estar en el origen o en el mantenimiento de tu depresión puede ser cómo estás afrontando un cambio importante en tu vida, es decir, un estado de transición vital. A veces, los cambios, aunque positivos y deseados, nos hacen dejar ilusiones y personas por el camino. Examinaremos contigo en el capítulo 6 por qué duele tanto lo perdido y qué aspectos de la nueva situación te están asustando, de forma que no te permite disfrutar de lo ganado con el cambio. Por último, el capítulo 7 trata el foco de tensión conocido técnicamente como déficit interpersonal, que se refiere a cómo tu forma de relacionarte con los demás te puede estar conduciendo a tener menor cantidad o menor calidad en tus relaciones personales, de manera que te puedes estar sintiendo aislado o solo. Para terminar nuestra obra, hemos incluido otros dos capítulos a los que hemos llamado botiquín. El primero, el capítulo 8, es un botiquín de fármacos. En él te contaremos cuáles son los fármacos antidepresivos más recomendados por médicos de familia y psiquiatras, así como sus beneficios y efectos secundarios. El segundo, el capítulo 9, es un botiquín de remedios psicológicos. En él te proponemos remedios que puedes utilizar para calmar tus estados de malestar. Son propios de la psicoterapia conductual y cognitiva, y hemos pensado que pueden serte útiles. Nuestro propósito es que la lectura de este libro te ayude a conocer tu enfermedad, para que puedas afrontarla. Esperamos y deseamos que la lectura te resulte fácil y pueda ser un buen complemento para tratar tu depresión actual o para reducir el riesgo de sufrir una recaída futura. Para concluir, decirte que es importante leer el libro en el orden en el que aparecen los capítulos, especialmente los tres primeros. Después, puedes ir directamente al foco o 22 focos de tensión que crees que pueden estar impidiendo tu recuperación. Los dos últimos capítulos déjalos para el final. 23 2 CONOCER LA ENFERMEDAD 24 Los síntomas y los tipos de depresión Si te levantas por la mañana con la nariz taponada, mucosidad abundante, tos seca, picor de garganta, estornudos y dolor de cabeza, ¿qué pensarías que te está pasando? ¿Y si además recuerdas que ayer pasaste frío al salir de casa con poca ropa? Casi seguro que es un resfriado. Ya sabes qué hacer durante la próxima semana: reposo, mucho líquido y, si es muy molesto, visitar al médico. Los síntomas del resfriado son fáciles de reconocer. Tanto tú como los que te rodean podéis ver cómo te suenas los mocos o cómo estornudas, algo que no es típico en tu forma habitual de comportarte (a no ser que tengas alergia crónica). La depresión, en cambio, es más difícil de reconocer por uno mismo, ya que sus síntomas aparecen en forma de pensamientos y sentimientos, lo que puede llevar a creer que la persona deprimida se comporta así porque ella es así. Un estornudo es fácil de reconocer como un síntoma pero un pensamiento del tipo “No puedo hacer nada porque soy un inútil” puede confundirse con una realidad (YO soy un inútil y por tanto no puedo hacer nada), a pesar de que también sea un síntoma como el estornudo. En este capítulo podrás aprender a reconocer los síntomas propios de la depresión y otros trastornos que suelen acompañarla. No confundas estos síntomas con tu personalidad ni con un castigo divino. Las personas que sufren depresión, al igual que las que sufren un resfriado, cambian su forma habitual de comportarse porque sus síntomas los inducen a ello. Síntomas propios de la depresión La depresión es una enfermedad frecuente, que afecta al 5% de la población adulta en algún momento de su vida, y constituye la cuarta causa de discapacidad en el mundo, sólo superada por las infecciones respiratorias, los trastornos digestivos y las complicaciones durante el parto. Recuerda que es una enfermedad y tú no tienes la culpa de estar padeciéndola, aunque sí está en tu mano dar pasos que te ayuden a recuperarte de ella. A pesar de que ahora te sientas desesperado y creas no tener solución, lo cierto es que la depresión responde bastante bien al tratamiento farmacológico y psicológico. Como te hemos indicado en el capítulo 1, diversos fármacos antidepresivos y psicoterapias han demostrado ser eficaces para tratar la depresión. Una vez tratada, los síntomas irán remitiendo poco a poco hasta que puedas volver a desenvolverte en tu vida como de costumbre y no como lo has estado haciendo últimamente. 25 De momento, mientras sigas deprimido, es posible que no te impliques tanto en tus actividades cotidianas y en tus relaciones con los demás. Es necesario que te des permiso para ello y que se lo hagas saber a los que te rodean para que no malinterpreten tu comportamiento. También es necesario que te impliques en un tratamiento. Esta obra no pretende reemplazar a una psicoterapia pero sí pretende ser un buen complemento para ella o para un tratamiento farmacológico. Nuestro propósito es ayudarte a conocer cómo está funcionando tu organismo deprimido y qué problemas han podido conducirte a ello para que puedas afrontarlos de forma diferente en el presente y en el futuro. Te aconsejamos que leas esta obra, especialmente si no estás siguiendo ningún tratamiento psicológico. Conforme vayas saliendo de tu depresión, los síntomas irán remitiendo y volverás a implicarte en tus actividades y relaciones personales. Aunque entendemos que es difícil de creer ahora que te encuentras desesperado. Confía en nosotros y sigue leyendo este libro. Pero eso sí, no seas exigente ni crítico contigo mismo. Un síntoma típico de la depresión es el agotamiento y la falta de concentración. Otro síntoma típico es criticarse a sí mismo. Si al leer estas líneas, tienes la sensación de que tu mente se bloquea o se dispersa, es normal. No seas duro contigo y dale permiso a tu concentración para funcionar así. Por ahora, no puede hacerlo de otra manera. Lee esta obra despacio y haciendo pequeños descansos. Vuelve a leer lo ya leído si lo necesitas. Toma alguna nota, haz resúmenes o subraya lo que consideres más importante. Eso facilitará tu concentración y su posterior recuerdo. A lo largo de este capítulo haremos referencia a los cuatro ejemplos de personas deprimidas que vimos en el capítulo 1 (María, Carmen, Pepe y Sandra) para facilitar la comprensión. No tengas prisa en recuperarte. Es mejor dar pasos lentos, pero firmes, que correr demasiado rápido y caerse. Además, no hagas mucho caso a ese pensamiento que tienes por ahí rondando y que intenta convencerte de que la lectura de este libro, al igual que todo lo que haces, no sirve para nada. Si ronda por tu cabeza, acéptalo y déjalo estar, es un producto de tu mente deprimida; pero no dejes que te convenza. Aquí quien decide eres tú y no ella. Cambios en la forma de sentir: el estado de ánimo deprimido El síntoma más característico de la depresión es el estado de ánimo deprimido. No se refiere a una emoción como la tristeza, la alegría o el enfado, que vienen y se van en el día a día. Se refiere más bien a un sentimiento de fondo, que está presente casi todo el tiempo y que contamina tu forma de ver el mundo. Generalmente se manifiesta con tristeza permanente y ganas de llorar, pero también puede manifestarse con irritabilidad, culpa y vergüenza constantes. 26 En otras ocasiones es más un sentimiento de vacío,de falta de sentimientos, como si uno estuviera anestesiado. María decía que se sentía “muerta por dentro”. En estos casos, es frecuente que haya desaparecido el deseo, la ilusión y la motivación. Ya casi nada despierta interés y mucho menos provoca placer. Uno se mueve por moverse o porque le obligan, pero no porque tenga el deseo, el interés o las ganas de hacerlo. En casos graves, uno puede perder la capacidad de sentir y responder al entorno, pero ése no es tu caso, al menos en la actualidad, ya que estás leyendo este libro y eso indica que tienes la capacidad de interesarte. Cambios en el cuerpo: el agotamiento físico y mental El cuerpo deprimido se caracteriza por estar cansado y fatigarse pronto. Desde que estás deprimido, habrás notado que realizas tus tareas con mayor lentitud y que te fatigas antes. A veces sentirás pesadez en tus brazos y en tus piernas. También notarás que te cuesta más trabajo prestar atención y tomar decisiones, estarás menos ágil en general y con la sensación de que estás perdiendo la memoria. Esto puede contrastar con el estado de inquietud en el interior de tu cuerpo, con esa angustia que no te deja tranquilo y que difícilmente se calma con consuelo o medicación. María decía que era como si sus músculos y cerebro estuvieran dormidos pero su sangre estuviera hirviendo. Además de este agotamiento físico y mental, puedes haber experimentado cambios en la necesidad de dormir, alimentarte y en tu deseo sexual. Lo más característico es el insomnio. María solía dormirse pronto (en parte debido a la medicación) pero a media noche se desvelaba y le costaba volver a quedarse dormida. Incluso había días que ya no se volvía a dormir. A veces se despertaba con pesadillas y otras simplemente se despertaba sin más. Otras personas tardan horas en dormirse, hasta el punto de que la mera idea de irse a la cama les parece una tortura, como le pasaba a Pepe. En cambio, otras personas, como Carmen, necesitan dormir mucho más de lo habitual, y aun así siguen sintiéndose cansados. Es lo que se conoce como hipersomnia. El apetito también puede verse alterado. Desde que estás deprimido, puede que hayas perdido el apetito, e incluso perdido peso, como María, que había perdido dos tallas de ropa. O, al contrario, puede pasarte como a Carmen, que su apetito había aumentado. A veces el apetito puede aumentar tanto que aparecen ataques de hambre en momentos inesperados, sobre todo en busca de sabor dulce, en los que uno come por comer sin llegar a saciarse. Es lo que se llama un atracón compulsivo. El deseo sexual suele disminuir, lo que se traduce en dificultades para excitarse y tener orgasmos. Si eres mujer, puede que te cueste excitarte, lubricar o tener un orgasmo. Si eres hombre, quizá tengas dificultades para mantener la erección o tu eyaculación se adelante o se atrase. Estos cambios son consecuencia del agotamiento físico del organismo y suelen mejorar poco con la medicación. Es importante que seas paciente y 27 se lo expliques a tu pareja. El problema no es que tu pareja haya dejado de atraerte de repente, sino que el deseo está bloqueado, lo que dificulta la relación sexual. Sé paciente y busca formas alternativas de mantener un contacto sensual (no sexual) con tu pareja. Aumenta la estimulación con juegos eróticos, masajes, abrazos y besos. Recuerda que el mayor órgano sexual que tenemos es la piel y no los genitales, como muchos creen. De momento, si practicas sexo, hazlo como una forma de comunicación e intimidad con tu pareja, no como una forma de buscar placer, pues puede que éste no aparezca y te frustres aún más. Cambios en la forma de pensar: la mente deprimida Cuando estás deprimido, tu forma habitual de pensar experimenta una serie de cambios, lo que llamamos la mente deprimida. No confundas la mente deprimida con tu auténtica personalidad. Una cosa eres tú, la persona que ve, escucha, huele, siente, sabe, recuerda, imagina, razona, decide, actúa… Y otra cosa muy distinta es lo que cruza por tu mente: pensamientos, recuerdos, imaginaciones, fantasías, ideas y planes. Si estás deprimido, tu mente tiene una forma peculiar de funcionar y es importante que la conozcas para que no la confundas con tu personalidad. Insistimos: una cosa eres TÚ y otra cosa es tu mente, que además resulta estar deprimida. La mente deprimida intentará convencerte, si no lo ha logrado ya, de que eres una persona fracasada, culpable, estúpida, defectuosa y que no merece el cariño ni el reconocimiento de los demás. Tratará de bloquearte para que te quedes estancado y no dirijas tu propio destino, haciéndote sentir desesperado. Vamos a ver cómo intenta conseguirlo para que no se lo permitas. El tipo de pensamientos, ideas y fantasías que cruzan por tu cabeza tienen algo en común. Se caracterizan por la crítica destructiva hacia tu persona. Estos pensamientos destructivos intentarán convencerte de que eres inútil, inválido e inferior, que todo es por culpa tuya y que nadie te quiere porque no mereces ser querido. Duras críticas que difícilmente pueden reflejar la realidad, por muy reales que las creas o las sientas. Muchas personas deprimidas creen que no son útiles y fracasarán en todo; que no valen nada ni para nada; que los demás no les quieren, y tarde o temprano les rechazarán o les abandonarán; y que tienen la culpa de todo, que siempre hacen daño a los demás. Al estar agotado física y mentalmente, es más fácil que termines creyendo este tipo de pensamientos sin cuestionarlos; de forma que te sientas peor aún y termines comportándote además como ellos dicen, y no conforme a tu voluntad y a la realidad. No sólo cambia el tipo de pensamientos que acude a tu cabeza, sino que cambia en sí misma la manera de pensar. Al estar deprimido, uno suele prestar más atención a los aspectos desagradables de la realidad e ignora los aspectos agradables. Observa cómo tu mente se cree los pensamientos pesimistas que acuden a ella. En cambio, ignora o le 28 quita importancia a los pensamientos optimistas. A la hora de recordar, rebusca entre los recuerdos sólo el pasado doloroso y oculta los recuerdos placenteros para que no estén disponibles. Cuando se pone a imaginar, tu mente deprimida aventura un futuro desolador, sin esperanza, catastrófico, pero eso sí, sin tener pruebas de que ese futuro vaya a hacerse realidad. A la hora de hacer planes, tu mente te hace creer que no serás capaz llevarlos a cabo, influyéndote para que los pospongas o los abandones. Vamos a ponerte el ejemplo de María. Su mente se llenaba de pensamientos que la intentaban convencer de que ella era la culpable de todo y que sólo hace daño a los demás: “Mi hija no es feliz porque no levanto cabeza”, “si yo estuviera bien, mi madre no iría tan sobrecargada”, “estoy decepcionando a mi jefe”… Su atención se centraba en lo desagradable. Sólo se fijaba en que su niña lloraba y tenía rabietas, pero no se fijaba cuando su niña se divertía jugando con ella con una sonrisa de oreja a oreja. Rebuscaba en su baúl de recuerdos aquéllos que pudieran convencerla de su culpabilidad: “Si no hubiese cogido el coche, mi hijo no habría muerto”, “si le hubiese puesto el cinturón, estaría vivo”, “si hubiese estado más atenta, no habría tenido el accidente”… Y si esto no era suficiente, su imaginación se llenaba de situaciones futuras en las que ella sería culpable: “Mi hija también morirá porque soy una mala madre”, “mi marido terminará dejándome porque no tengo ganas de sexo”, “mi jefe me despedirá porque ya no puede confiar en mí”… No tenía pruebas convincentes de sus predicciones catastróficas pero las creía sin más. Pensando de esta forma, no es extraño que tuviera dificultades para hacer planes, así que posponía quedar con sus amistades y abandonaba actividades que antes le gustaban. Estos cambios en la forma de pensar, pueden dejarte paralizado y bloqueado. Recuerda que son síntomas de la depresión que afectan a la forma de pensar. Igual que tu nariz se ve afectada cuando estás resfriado (se congestiona y estornuda), tu forma de pensarse ve afectada cuando estás deprimido (se vuelve pesimista y catastrofista). Que tu mente piense así al estar deprimido, no quiere decir que TÚ realmente quieras pensar así. Tú, la persona que está leyendo estas líneas, tú y sólo tú, eliges si te dejas convencer o no por tu mente deprimida. Cambios en la forma de actuar: la falta de vitalidad Teniendo en cuenta que tu deseo y motivación están bloqueados, tu cuerpo agotado y tu mente deprimida, no es extraño que te quedes paralizado y que esto se traduzca en una falta general de vitalidad. Quizá hayas abandonado o reducido algunas actividades cotidianas en casa o en tus ocupaciones. También puede ser que evites o estés menos implicado en tus relaciones con los demás. Incluso puede ser que más de uno te haya 29 llamado la atención, esté preocupado por ti o resentido contigo, debido a estos cambios. No seas duro contigo mismo. Todos estos cambios indican que tienes una enfermedad que se llama depresión. Una vez instalada, estará presente un tiempo y salir de ella no va a depender sólo de tu voluntad. Será necesario tiempo y algunos cambios en tu forma de afrontarla. En algunos casos, será necesario también medicación o un tratamiento psicológico. Los siguientes capítulos tienen el propósito de darte ideas para que tú decidas cómo hacerlo. No existen recetas mágicas pero sí muchas posibilidades. Otros trastornos que suelen acompañar a la depresión Aunque la depresión es una enfermedad que se caracteriza por los síntomas típicos que hemos comentado anteriormente, es común que se vea acompañada por síntomas de otros trastornos psicológicos. A continuación vamos a contarte los más frecuentes, para que valores si también te pasan, y busques un tratamiento adecuado en su caso. A veces, algunas depresiones aparecen al sentirse desesperado por el padecimiento de otro trastorno psicológico. La ansiedad Los trastornos de ansiedad suelen acompañar a la depresión. En este caso, el estado de ánimo dominante es ansioso, y no deprimido. Este estado de ánimo se caracteriza por estar alerta, pendiente del peligro, con la sensación de amenaza. Esto favorece que el cuerpo esté tenso y que los pensamientos sean cada vez más amenazantes, lo que lleva a estar continuamente preocupado y a evitar lugares y situaciones. Algunas personas que padecen depresión suelen tener crisis de ansiedad o ataques de pánico. Carmen contaba que un día empezó a sentir como si su cuerpo y su mente se descontrolaran de repente. Su corazón palpitaba con fuerza, su pecho la oprimía, le costaba respirar, sentía un sudor frío, hormigueo por los brazos y temblor en las piernas. Segundos después estaba mareada, con sensación de inestabilidad y con visión borrosa. Pasó de todo por su cabeza: “Me estoy muriendo”, “me estoy volviendo loca”, “me voy a desmayar”. Todas estas sensaciones desagradables y pensamientos catastróficos se esfumaron en unos minutos; sin embargo, se asustó mucho y empezó a preocuparse, comenzando a tener diversos temores, que antes no tenía. Le daba miedo estar en sitios donde hubiese mucha gente, ir sola por la calle, montarse en ascensores o conducir por la autovía. Todo por si volvía a darle el “ataque”. Sólo se sentía a salvo en casa o si iba acompañada. Si te pasa lo mismo que a Carmen, es posible que estés padeciendo un trastorno de ansiedad llamado agorafobia con trastorno de pánico. 30 Menos común, pero también frecuente, es lo que le pasaba a Sandra. Ha sido tímida desde niña, pero a veces su timidez le ha causado problemas. Recuerda que cuando tenía que hablar en clase o cuando conocía a gente nueva lo pasaba muy mal. Se ponía roja, se le revolvía el estómago y sentía como si tuviera que ir al baño, aunque luego iba y ni vomitaba (a pesar de la sensación de nausea) ni orinaba (a pesar de la sensación de no poder aguantarse). Evitaba conocer gente nueva e intentaba pasar desapercibida. Cuando no tenía más remedio que interactuar con un desconocido, medía mucho sus palabras e incluso se quedaba callada. Vivía con mucha humillación sonrojarse, algo que le ocurría con facilidad, y su mente se llenaba de fantasías en las que imaginaba cómo hacía el ridículo delante de los demás o cómo se reían de ella. Durante mucho tiempo pensó que su problema era la timidez. Después cayó en la cuenta de que no era la timidez, sino el temor a ser rechazada el que le impedía conducir una vida social satisfactoria. Cuanto más se esforzaba en dar una buena imagen ante los demás, con más angustia vivía esas situaciones, hasta el punto que llegaba a evitarlas por completo. Por supuesto, luego se daba excusas a sí misma de que en el fondo le gustaba estar sola y que prefería hacer una vida tranquila sin ajetreos. El tipo de ansiedad que experimentaba Sandra se llama fobia social. Por último, el trastorno de ansiedad generalizada es otro trastorno de ansiedad que suele acompañar a la depresión, o incluso la precede. Se caracteriza por presentar un estado de continua preocupación, que te lleva a estar alerta física y mentalmente. Este estado de alerta puede traducirse en tensión y dolores musculares, problemas de estómago, dificultades para conciliar el sueño, irritabilidad y continuos sobresaltos. Es frecuente la presencia de síntomas de ansiedad antes de estar deprimido o mientras se está deprimido. Si no son intensos, pueden considerarse parte de la propia depresión. No obstante, si son intensos o te impiden funcionar como de costumbre, sí que sería necesario un tratamiento específico para la ansiedad. Los fármacos antidepresivos, la psicoterapia conductual y la psicoterapia cognitiva han demostrado ser eficaces para tratar estos trastornos. Actualmente hay distintos estudios en marcha para comprobar científicamente la efectividad de la psicoterapia interpersonal. Las obsesiones y las compulsiones Las obsesiones son pensamientos, impulsos o imágenes mentales que invaden la mente repetidamente y en contra de la voluntad de quien las padece. Suelen generar malestar porque tratan de temas desagradables o absurdos. Son frecuentes las ideas de hacer daño a los demás de forma cruenta o inmoral (por ejemplo, agredir a un niño), ideas relacionadas con el sexo descontrolado (por ejemplo, abusar de alguien), dudas repetitivas de haber realizado o no una acción (por ejemplo, haber cerrado la puerta), 31 ideas relacionadas con contraer un enfermedad (por ejemplo, contraer cáncer) o con un tema cualquiera al que se le da vueltas infinitamente (por ejemplo, ¿por qué somos de carne y hueso?). Las obsesiones generan gran malestar, bien porque atentan directamente contra los principios de quien las padece, bien porque se las considera totalmente absurdas e innecesarias. En cualquier caso, quien las padece se ve abocado a hacer algo para calmar el malestar y sentirse menos culpable. Es ahí cuando entran en juego las compulsiones, que son determinadas acciones que supuestamente evitan que las obsesiones se hagan realidad o ayudan a sentirse menos mal. Estas acciones suelen hacerse de manera repetitiva, a veces en forma de ritual. Las más típicas son comprobar acciones repetidamente (por ejemplo, comprobar 10 veces si se ha cerrado la puerta), rituales de lavado y desinfección del cuerpo (por ejemplo, no tocar pomos de puertas y lavarse las manos 50 veces al día) y rituales de limpieza y orden de objetos (colocar los muebles simétricamente). Si crees tener obsesiones y compulsiones, es posible que estés padeciendo un trastorno obsesivo compulsivo al mismo tiempo que tu depresión. Si es así, necesitas ponerte en tratamiento. Los fármacos antidepresivos también reducen el malestar generado por las obsesiones y compulsiones, y las psicoterapias conductual y cognitiva han demostrado ser eficaces. Hay muchas depresiones que aparecen tras años de estar padeciendo en secreto un trastorno obsesivo compulsivo. Quien lo padece, suele avergonzarse mucho de ello, por lo que ni se plantea buscar ayuda. Si es tu caso, habla con un profesional de la salud mental. Nada de lo que le cuentes le sorprenderá,por muy horroroso y humillante que te parezca. Sentirás un gran alivio al poder desahogarte. Ten en cuenta que de cada cincuenta personas que te encuentres por la calle, una tiene, ha tenido o tendrá un trastorno obsesivo compulsivo. No es tan raro, aunque pueda parecértelo. El dolor y las molestias físicas Cuando los estados de ansiedad y de depresión se mantienen largo tiempo en el organismo, se genera un estado de tensión que puede dar lugar a diversos síntomas. Pueden parecer enfermedades físicas, que no se ven confirmadas en las pruebas médicas realizadas. Manuela, por ejemplo, antes de ponerse en tratamiento de su depresión visitó a muchos especialistas y se hizo muchas pruebas médicas. Sentía un fuerte dolor muscular y no entendía por qué tenía que verla un psiquiatra. Había días que podía hacerse cargo de sus ocupaciones, pero otros días, el dolor era tan intenso que no podía más que acostarse y quejarse. Le dolía la cabeza, los brazos, las muñecas, la espalda… A veces también tenía una sensación continua de mareo. Ella decía que era como si estuviese borracha todo el día, a pesar de no haber tomado alcohol. Después de visitar a 32 muchos especialistas, le diagnosticaron fibromialgia y nadie supo darle explicación de sus mareos. La fibromialgia es como si en los músculos hubiese unas agujetas permanentes. Habrás observado que cuando tienes agujetas y tensas el músculo, duele. Algo parecido pasa en la fibromialgia. Cuando el músculo se tensa por un sobreesfuerzo físico o por una sobrecarga emocional, también duele. El miedo y el enfado son dos emociones que provocan tensión muscular, y por tanto favorecen el dolor de quien tiene fibromialgia. Manuela observó que su dolor y sus mareos solían aparecer cuando se preocupaba en exceso o cuando estaba muy enfadada por algo. Afrontar sus problemas de otra forma le ayudó a estar menos preocupada y enfadada, y esto a su vez le ayudó a tener menos dolores y mareos. Hay algunas enfermedades como la colitis ulcerosa, la enfermedad de Crohn, el colon irritable, el asma, los vértigos, la fibromialgia o la fatiga crónica, que se ven agravadas con la depresión. Afrontar tu depresión no te quitará automáticamente estas enfermedades, pero sí que te ayudará a disminuir su intensidad y tu malestar. Un estado de ánimo ansioso, deprimido o irritable puede ocasionar síntomas físicos como dolores musculares (incluidos el dolor de cabeza y la opresión en el pecho), problemas en el aparato digestivo (sequedad de boca, afonía, dolor de barriga, nausea, estreñimiento o diarrea), vértigos, sensaciones de confusión, pérdidas de memoria, sensaciones de hormigueo y anestesia, palpitaciones y sensación continua de necesitar orinar. Una vez hechas las pertinentes pruebas médicas y una vez descartadas otras enfermedades médicas que justifiquen estos síntomas, si alguno de ellos acompaña a tu depresión, no le des más vueltas y tómalo como parte de ella. Será más eficaz afrontar tu depresión que seguir buscando opiniones médicas. Las adicciones El alcohol, algunas drogas como el hachís y la cocaína, algunos fármacos como los tranquilizantes, algunas actividades como el juego (máquinas tragaperras, bingo, cartas, casinos, etc.) y el uso abusivo de Internet y de sexo, tienen algo en común. Por un lado, generan un estado transitorio de placer que reduce el estado de ánimo deprimido. Por otro, mantienen la mente distraída temporalmente de los problemas que pueden estar manteniendo la depresión. Da la impresión de que ayudan a sentirse mejor, pero sólo es una impresión. Lo cierto es que después de los momentos de supuesto placer y de distracción, la realidad sigue siendo la misma o incluso peor. La depresión y las dificultades siguen ahí, y para colmo otros problemas aparecen, como la necesidad de seguir consumiendo (alcohol, drogas o juego), que se hace mayor. Tu salud y tus relaciones personales se resienten, las deudas se acrecientan, al igual que los reproches y los sentimientos de culpa. Si estás recurriendo a sustancias o actividades 33 adictivas para evitar tu malestar, ésa no es la solución. Te aconsejamos que afrontes tu malestar y tus problemas de forma más constructiva. Consulta con tu médico qué fármacos consiguen disminuir el “mono” y qué psicoterapias pueden ayudarte. La bulimia nerviosa En ocasiones, los pensamientos depresivos se ensañan de forma especial con el aspecto físico de quien padece depresión. Si recuerdas a Carmen, al deprimirse comenzó a tener ataques de hambre, lo que se conoce como atracones compulsivos. Pasaba el día picando y por las noches se desvelaba con un hambre increíble. Iba al frigorífico e ingería lo que encontraba, con la sensación de que no podía parar de comer. Luego, su mente deprimida se encargaba de hacerle sentir mal: “Estoy horrible”, “me voy a poner como una vaca” y “soy una fracasada”, eran sus pensamientos. Al día siguiente, comía menos con la intención de compensar lo que había tomado la noche anterior; pero eso le provocaba más ansia de comer aún. Estaba en una trampa. Cuanto menos comía, más ansia le daba, y terminaba comiendo más durante un atracón. En ocasiones se provocaba el vómito después del atracón. El vómito le daba una sensación de alivio transitorio pero no resolvía el problema. Había observado que cuanto más vomitaba y más restringía su alimentación, más ansia de comer tenía y más odiaba su cuerpo. Sin darse cuenta además de tener depresión, estaba adentrándose en una enfermedad peligrosa: la bulimia nerviosa. La psicoterapia interpersonal, que es el hilo conductor de esta obra, ha demostrado ser eficaz para el tratamiento de la bulimia. Si crees tener este problema, o incluso tu depresión es consecuencia de verte atrapada en este problema, este libro también te ayudará. Pero es imprescindible que busques ayuda profesional. Los fármacos antidepresivos, la psicoterapia cognitiva y la psicoterapia interpersonal han demostrado ser efectivos para tratar tanto la bulimia nerviosa como la depresión. La euforia Una de cada diez personas que ha padecido un episodio depresivo experimentará en el futuro un estado de ánimo radicalmente opuesto: la euforia patológica. Dependiendo de la intensidad de la misma, hablaremos de un episodio hipomaníaco, si es menos intensa y no requiere hospitalización, o de un episodio maníaco, si es más intensa o requiere hospitalización. Los episodios de euforia pueden durar desde unos días a varios meses y se caracterizan por un sentimiento desbordante de energía y bienestar que lleva a la persona a involucrarse en todo tipo de actividades. Uno siente tanta energía y vitalidad que no 34 necesita dormir ni comer, la mente se llena de proyectos y uno tiene la sensación de que es todopoderoso. Además, como desaparece totalmente la vergüenza, uno se toma demasiadas confianzas con los demás, dice lo que se le ocurre sin medir las consecuencias y puede llevar a cabo acciones peligrosas, como hacer gastos excesivos, conducir peligrosamente, tomar drogas, insinuarse sexualmente e implicarse en peleas y proyectos muy arriesgados. Todo esto puede deteriorar las relaciones personales, especialmente si durante la euforia uno se muestra irritable y ofensivo con quien intenta frenar su energía desbordante y proyectos alocados. Es frecuente volver a deprimirse después como efecto del agotamiento físico y por la vergüenza y culpa que uno experimenta al ver cómo se ha comportado. Es importante resaltar que durante los momentos de euforia patológica uno no es totalmente consciente de sus actos y puede ofender a los demás sin querer. Si has experimentado estos momentos de euforia, sin haber consumido ninguna droga, es importante que acudas a tu médico. Es posible que tengas una enfermedad llamada trastorno bipolar y necesites tomar una medicación llamada estabilizador del ánimo para evitar que tengas esos cambios de ánimo en el futuro. Tipos de depresión Dependiendo del tiempo que dure la depresión y de la intensidad de los síntomas experimentados, podemos distinguir cuatro tipos dedepresión, que vamos a explicar brevemente a continuación. Trastorno depresivo recurrente Esta enfermedad da la cara en forma de episodios, es decir, los síntomas depresivos intensos aparecen durante unos meses y desaparecen casi totalmente. Si es la primera vez en tu vida que padeces síntomas depresivos intensos, hablaríamos de un episodio depresivo. Si te recuperaste de un episodio depresivo y meses o años después vuelves a experimentar síntomas depresivos intensos, hablaríamos de un trastorno depresivo recurrente. El primer episodio depresivo puede aparecer a cualquier edad, pero normalmente suele hacerlo de los 20 a los 45 años, sobre todo si ha habido algún acontecimiento o conflicto personal previo que haya generado ansiedad. Sin ser tratada, la depresión suele durar unos 6 meses pero puede prolongarse hasta años, sobre todo si se padece alguna otra enfermedad médica, si ya se padecía una distimia previa o si se tiene una adicción. La mitad de los que se recuperan del primer episodio no volverán a tener más episodios, 35 pero la otra mitad sí que tendrá uno o más episodios posteriores, generalmente sin que haya una recuperación total. A la hora de padecer un episodio depresivo da igual cuál sea tu raza, tu grado de estudios, tus ingresos económicos o tu estado civil. En cambio, no da igual tu sexo. Esta enfermedad se da el doble en mujeres que en hombres. Una de cada cinco mujeres tendrá un episodio depresivo a lo largo de su vida; sin embargo, sólo uno de cada diez hombres lo sufrirá. Esta diferencia entre hombres y mujeres no sólo se debe a factores biológicos. Los factores sociales y culturales son muy importantes. La educación recibida por ser mujer y la discriminación frente al hombre, facilitan que las mujeres se depriman más. Trastorno bipolar, en fase depresiva El trastorno bipolar se caracteriza por alternar episodios o fases de euforia patológica (maníacos o hipomaníacos), momentos de estabilidad emocional y episodios o fases de depresión. El primer episodio maníaco suele aparecer en la veintena, habitualmente precedido de algún cambio o conflicto personal importante. Sin medicación puede llegar a durar meses y alternarse cuatro episodios distintos en diez años. La mitad de los que presentan un episodio maníaco padecen un episodio depresivo seguidamente, sin llegar a estabilizarse entre ambos. Los episodios depresivos del trastorno bipolar son similares a los del trastorno depresivo recurrente pero más intensos. El trastorno bipolar es menos frecuente que el trastorno depresivo recurrente, ya que sólo una de cada cien personas padecerá un trastorno bipolar a lo largo de su vida. Se da por igual en hombres que en mujeres. Los hombres suelen comenzar el trastorno con un episodio maníaco. Las mujeres, en cambio, suelen hacerlo con uno depresivo, muy a menudo después del parto. La depresión del trastorno bipolar se considera mucho más genética que los otros tipos de depresión. Se considera una enfermedad crónica, que requiere la toma continuada de estabilizadores del ánimo. La psicoterapia ha demostrado ser efectiva para tratar los episodios depresivos y prevenir los maníacos, pero es imprescindible un tratamiento farmacológico. Distimia La distimia es un tipo de depresión menos intensa en los síntomas que el trastorno depresivo recurrente, pero más prolongada en el tiempo. Suele comenzar en la adolescencia, incluso en la niñez, y puede durar años si no es tratada. De hecho, para ser diagnosticado de distimia tienes que haber presentado síntomas depresivos casi a diario 36 durante dos años. Es frecuente encontrarla entre familiares de personas que padecen trastorno depresivo recurrente. Una de cada quince personas padecerá una distimia a lo largo de su vida y de ellos habrá el triple de mujeres que de hombres. Trastorno de adaptación, de tipo depresivo Los síntomas depresivos del trastorno de adaptación son menos intensos que el resto de depresiones y aparecen tras un cambio importante en la vida al que cuesta adaptarse como por ejemplo un divorcio, la maternidad, la muerte de un ser querido, un fracaso amoroso o la jubilación. Generalmente los síntomas depresivos desaparecen conforme uno se va adaptando a la nueva situación y raramente requiere tomar medicación o iniciar una psicoterapia. No obstante, algunos trastornos de adaptación pueden agravarse y dar lugar a un episodio depresivo, que sí necesite un tratamiento farmacológico o psicológico. ¿Por qué tengo depresión? Cuántas veces te habrás hecho esta pregunta, ¿verdad? ¿Por qué yo, que se supone que debería ser feliz, tengo depresión? Es muy difícil responderla. De hecho, ni los especialistas nos ponemos de acuerdo. A lo largo de la historia se han dado muchas explicaciones sin que ninguna resulte totalmente convincente. Podríamos hablar de tus genes, de tu personalidad, de todo lo que te ha pasado en la vida, de cómo has aprendido a resolver problemas y a relacionarte con los demás, de tus conflictos personales y de tu forma de afrontarlos. Todos estos factores contribuyen en mayor o menor medida para dejarte deprimido. No podemos decirte en qué porcentaje ha contribuido cada uno de ellos, pero sí podemos decirte que una vez deprimido de poco importa. Cuando la depresión se instala en tu cuerpo y en tu mente, tarda un tiempo en marcharse, por lo que es importante que aceptes su presencia. También es importante que no dejes bloqueada tu vida esperando a que se marche. Vamos a contarte una posible explicación de por qué las personas se deprimen. Pero sólo es eso: una posible explicación. No intentes encasillarte en ella. Tan sólo saca tus propias conclusiones y aplícalas a tu caso particular. Antes de notar todo el cortejo de síntomas depresivos, es probable que hayas pasado un periodo de tiempo sintiéndote mal. Tristeza, culpa, vergüenza, impotencia e irritabilidad, son las formas de malestar más frecuente. Su presencia indica que algo en tu vida no ha ido o no está yendo como desearías, lo que te genera estos sentimientos para que reacciones. Pérdidas, fracasos, decepciones, tener que morderte la lengua o ir en contra de tus deseos, contribuyen a este malestar. La forma en la que tú y las personas 37 que te rodean lo manejéis y la forma en que tú conduzcas tu vida a partir de entonces, facilitará que quedes estancado en la depresión o que te recuperes de ella. A lo largo del libro nos vamos a centrar en la importancia de tus relaciones con otras personas de tu presente y/o de tu pasado, como factores que tienen que ver con tu mayor predisposición a padecer una depresión o que pueden haber contribuido a originar- la o a mantenerla. Hay muchos estudios (en los que no vamos a entrar porque no es el objetivo de esta obra) que demuestran la importancia de tener relaciones humanas estrechas desde la infancia y a lo largo de toda la vida, que nos den seguridad, tranquilidad y sensación de fortaleza por dentro. Puedes reflexionar sobre el tipo y la calidad de relaciones afectivas significativas que has tenido desde la niñez, por ejemplo con tu madre, con tu padre, con tus hermanos (si los hay) u otras personas que hayan jugado un papel importante cuando eras pequeño, en tu adolescencia, con tus compañeros de trabajo, con tus vecinos, con tu pareja, con tus amigos o con tus hijos. En esa reflexión puedes observar qué ha pasado en esas relaciones. Si han sido problemáticas, si ha habido separaciones o pérdidas importantes, si te has sentido protegido, agobiado, tranquilo, exigido, culpado; si has sido cuidador o te han cuidado. También puedes observar si alguna persona importante en tu vida ha padecido depresiones, si has tenido o no en tu infancia una familia estable… Está demostrado que, cuando tenemos que enfrentarnos en la vida a situaciones difíciles (muerte de un ser querido, problemas en relaciones importantes como la pareja o los amigos, tener que adaptarnos a cambios como independizarse o comenzar a trabajar), haber tenido en el pasado y/o tener ahora buenas relaciones sociales o una relación estrechaen la que confiar, nos protege de la depresión y de la ansiedad. Esto no quiere decir que por ello no nos vayamos a deprimir, pero nos hace menos vulnerables cuando en la vida nos encontramos ante situaciones que nos generan tensión. Por eso también, cuando una persona está deprimida, empeoran sus relaciones con los demás, se siente torpe, un estorbo, no disfruta con la gente, está irritable y la paga con las personas más cercanas, es decir, se van deteriorando cada vez más sus relaciones significativas y poniendo en peligro sus relaciones de apoyo, como por ejemplo la pareja. ¿Qué fue antes, el huevo o la gallina? A veces no se tiene muy claro si la pérdida o el deterioro de las relaciones con los demás (lo que llamamos foco de tensión) da lugar a la depresión o, al contrario, una vez deprimido se van perdiendo o deteriorando las relaciones con personas significativas. En cualquier caso, diversos estudios demuestran que mejorar la cantidad y la calidad de las relaciones con los demás, contribuye a recuperarse de la depresión. Y es precisamente en esto en lo que nos vamos a centrar. En el siguiente capítulo, haremos una revisión de tu entorno interpersonal y de las situaciones que han podido contribuir a que te deprimas. Una vez encontrado tu foco de tensión, la lectura de los siguientes capítulos te ayudará a abordarlo para facilitar que te 38 recuperes de la depresión y encuentres remedios para evitar recaídas. De hecho, la psicoterapia interpersonal, que es el fundamento de este libro, surgió a raíz de multitud de estudios que realizaron el Dr. Gerald Klerman y la Dra. Myrna Weissman junto a otros colaboradores, con la intención de prevenir recaídas en personas que habían padecido depresión. Hemos preferido no hacer referencia a estudios concretos. Este libro no va dirigido a profesionales de la salud mental, sino a personas que padecen depresión, y nuestro único objetivo es ayudarte en tu recuperación. Si estás interesado en conocer estudios concretos, te remitimos a los manuales que aparecen en el prólogo de la Dra. Weissman, ya que son las fuentes que hemos utilizado para escribir este libro. 39 3 MIS RELACIONES Y YO 40 Explorando mi entorno interpersonal Como te dijimos en capítulos anteriores, las personas que te rodean juegan un papel muy importante en tu vida, incluso aunque seas una de esas personas que va de independiente y autosuficiente. La depresión está determinada por muchas causas. Sin embargo, su comienzo suele estar asociado a problemas de adaptación en las relaciones con los demás. El ejemplo más evidente es la pérdida de un ser querido. Pero, además, tensiones con personas importantes para ti, bien por un conflicto de intereses, bien por un cambio en tu vida, que implica a su vez un cambio en tu relación con ellos. También la ausencia de relaciones que aporten apoyo y afecto. Todas estas dificultades contribuyen a crear un malestar que puede dar lugar a una depresión. En otras ocasiones, estas situaciones no están en el origen del malestar pero, conforme la persona va cayendo en la depresión, sus relaciones con los demás se van deteriorando igualmente, lo que deja a la persona bloqueada y dificulta su recuperación. En este capítulo vamos a intentar entender junto a ti cómo se asocian tu depresión y tus problemas con los demás. Da igual si fue antes el huevo o la gallina. En cualquier caso, lo más probable es que coincidan más o menos en el tiempo la depresión y las dificultades con los demás. Trataremos de descubrir qué necesitas de los demás y te aportaremos ideas para que puedas conseguirlo. Para ello será imprescindible que tengas tu mente abierta y te atrevas a experimentar cambios en tu forma de relacionarte, a descubrir nuevas partes de ti. Será necesario que dejes de actuar el mismo papel de siempre en la misma película de siempre. Será necesario que te desencasilles como protagonista de tu vida. Tú seguirás siendo la misma persona, pero podrás actuar personajes nuevos en la misma o en distinta película, lo que facilitará tu adaptación y, esto a su vez, facilitará tu recuperación. Un sondeo a tu alrededor El primer paso hacia nuestro objetivo es hacer una revisión de tu entorno interpersonal actual, del tipo de relación que tienes con quien te rodea hoy y de los cambios que han podido acontecer en tu vida. De esta forma podremos localizar el foco de tensión que está en el origen y/o en el mantenimiento de tu depresión, para así desbloquearlo y facilitar tu recuperación. Antes de continuar, vamos a pedirte que dejes de leer y te concentres en dos preguntas, que aparecen en la tabla Reflexiones 1. Toma papel y lápiz, y anota lo que se te ocurra; todo lo que te venga a la mente. Después, léelo tranquilamente y saca tus propias conclusiones. No tengas prisa. Ahí van las dos preguntas: 41 Reflexiones 1: Un sondeo a tu alrededor ¿En qué época de tu vida, más o menos, empezaste a sentirte mal? ¿Qué estaba pasando en tu vida por entonces? Si has conseguido establecer una época aproximada del momento en que comenzó tu malestar, te habrán venido a la cabeza algunas ideas de los cambios o conflictos que vivías. Si no consigues establecer ninguna época o sencillamente no te vienen ideas a la cabeza, responde al Inventario 2 y lee a continuación su interpretación. Inventario 2: Buscando el foco de tensión Por la época en que empezaste a encontrarte mal… Sí No 1. ¿Había fallecido algún ser querido o era el aniversario de su muerte? 2. ¿Pasó algo o era una fecha señalada que te hizo recordar a un ser querido fallecido? 3. ¿Comenzaste a obsesionarte con la idea de morir de forma parecida a la que murió un ser querido? 4. ¿Tuviste algún aborto provocado o espontáneo? (o tu pareja lo tuvo) 5. ¿Estabas pasando por una crisis con tu pareja? 6. ¿Sentías a tu pareja lejos de ti o no había momento para estar juntos? 7. ¿Estabas cansado de discutir con tu pareja? 8. ¿Tenías dificultades con tus hijos? 9. ¿Tenías problemas con tus padres, hermanos o algún familiar cercano? 42 10. ¿Tus suegros o tus cuñados se entrometían en tu relación de pareja? 11. ¿Tenías problemas con algún vecino? 12. ¿Te sentiste decepcionado o traicionado por un amigo? 13. ¿Estabas a disgusto con tu jefe o encargado? 14. ¿Te sentías incómodo con tus compañeros de trabajo? 15. ¿Estabas a punto de casarte o te habías casado hacía poco? 16. ¿Te quedaste embarazada o tuviste un hijo? (o tu pareja) 17. ¿Tenías dificultades para quedarte embarazada o fallaron los intentos de fertilidad? 18. ¿Descubriste que no podías tener hijos o empezaste la menopausia? 19. ¿Estabas en proceso de separación o divorcio? 20. ¿Se acabó una relación sentimental? 21. ¿Te estabas independizando de tus padres? 22. ¿Te planteabas irte o te fuiste a convivir con tu pareja? 23. ¿Algún hijo se independizó de ti? 24. ¿Te mudaste de vivienda o de ciudad? 25. ¿Te diagnosticaron alguna enfermedad o te operaron? 26. ¿Enfermó algún ser querido? 27. ¿Tuviste algún accidente o una lesión importante? 43 28. ¿Comenzaste o terminaste unos estudios o un trabajo? 29. ¿Te promocionaron o te despidieron de tu trabajo? 30. ¿Te jubilaste o te prejubilaron? 31. ¿Atravesabas problemas económicos o cerraste un negocio? 32. ¿Te sentías solo al mirar alrededor? 33. ¿Te sentías aburrido con la gente que te rodeaba? 34. ¿Te sentías poco apoyado o poco valorado por los tuyos? 35. ¿Sentías que los tuyos siempre se aprovechaban de ti y te agobiaban? 36. ¿Desconfiabas de todos? 37. ¿Sentías que los tuyos nunca te tienen en cuenta? 38. ¿Te daba miedo o vergüenza conocer gente nueva? Interpretación. Es probable que hayas marcado más de un sí en el inventario. De todos ellos, quédate con aquél que más te haya dolido o costado afrontar. Su número te indica a continuación cuál es tu foco de tensión más probable: Del 1 al 4. Posiblemente es un duelo no superado, también llamado duelo complicado, lo que generó tu malestar o está bloqueando tu proceso de recuperación. Del 5 al 14. Estas situaciones hacen referencia
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