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cuerpo humano - 13 La digestión de los nutrientes Los seres humanos, como todos los animales, po- seen un sistema especializado por medio del cual las sustancias alimenticias son transformadas completamente para ser asimiladas por todas las células. Este proceso se llama digestión. Si tu- viéramos la posibilidad de seguir el camino de nuestros alimentos, nos sorprenderíamos por la manera en que son reducidos hasta ser transforma- dos en moléculas que pasan del intestino delgado a la sangre, y de allí a las células del cuerpo. Pero la transformación no termina en las células. Por el contrario, éstas son fábricas en miniatura donde se procesan las sustancias recibidas para obtener ener- gía o materia para construir aquella que se pierde. La circulación de los nutrientes Para transportar las sustancias útiles desde el sis- tema digestivo hasta las células, contamos con el sistema circulatorio, que consta de una bom- ba, el corazón y tubos cerrados (arterias, venas y capilares) por donde circula la sangre. Los nu- trientes transformados por el sistema digestivo se encuentran disueltos en la sangre o están ligados a proteínas transportadoras. Pero la sangre transporta, además, el oxígeno, sustancia que el organismo utiliza para oxidar los nutrientes y obtener la energía vital. Y lleva los re- siduos de las reacciones metabólicas de las célu- las hacia los pulmones, donde son eliminados cuando exhalamos aire, y hacia los riñones (don- de se forma la orina). Otra de sus funciones es conducir elementos de defensa. La respiración Es un proceso que culmina con la oxidorreduc- ción, proceso que se produce en el interior de las células. Para llegar a esa instancia, el cuerpo posee un sistema de órganos: el sistema respiratorio. Gracias a él obtenemos el oxígeno, llave de la ener- gía, y eliminamos desechos producidos por la oxi- dorreducción: dióxido de carbono y vapor de agua. Existe una relación muy íntima entre los sistemas circulatorio y respiratorio. En los alvéolos pulmo- nares, rodeados por capilares sanguíneos, se rea- liza el intercambio gaseoso: el oxígeno pasa de los alvéolos a la sangre, que lo transporta a las cé- lulas, y el dióxido de carbono y el vapor de agua pasan de la sangre a los alvéolos pulmonares, para ser eliminados durante la espiración. La excreción La célula puede ser comparada con una peque- ña fábrica, donde se obtienen productos y, como resultado de la actividad, se producen dese- chos. Como todo desecho es tóxico para el or- ganismo, debe ser expulsado hacia el exterior. Para ello, el cuerpo cuenta con un sistema ex- cretor, cuyos órganos principales son los riño- nes. Dentro de ellos, se reciclan algunos dese- chos para volver a ser utilizados, y los que no pueden ser aprovechados forman la orina, que eliminamos durante la micción. El movimiento La capacidad de moverse está relacionada, en principio, con la necesidad de capturar el alimen- to y digerirlo, propia de los animales. Posiblemen- te, la obtención de raíces y frutos, y la caza de animales fueron las actividades principales de nuestros antepasados prehistóricos. Pero, como el ser humano cuenta con facultades intelectua- les, los movimientos del cuerpo estuvieron rela- cionados con nuevas adquisiciones: la fabrica- ción de vestimentas, de herramientas, la comuni- cación oral y escrita... En la actualidad, realizamos una infinidad de mo- vimientos con múltiples propósitos, gracias a nuestro sistema ósteo-artro-muscular. Éste se encuentra organizado en huesos y músculos. Los huesos protegen órganos, los sostienen y son los elementos pasivos pero fundamentales del movimiento. Los músculos protegen órga- nos y son los que reciben los impulsos nerviosos, que producen su estiramiento o acortamiento, las dos fases del trabajo muscular. Los controles periódicos del sistema circulatorio son importantes para prevenir afecciones que imposibili- ten el buen funcionamiento del corazón y los vasos sanguíneos. El oxígeno está presente en la at- mósfera terrestre. Sin él, no pode- mos vivir. Ver digestión en pág. 62 Ver sangre en pág. 99 Ver sistema circulatorio en pág. 86 Ver sistema respiratorio en pág. 74 Ver sistema excretor en pág. 104 Ver sistema ósteo-artro-muscular en pág. 30
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