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» DANZA eljuego sa invitado del mes: , MAURICE BEJART >K 22 FRANCOS FRANCISE* - ESPAÑA: «20 PTS. IVA INCL. - MEXICO: US» «.SO Amigos lectores, para esta sección confluencias, envíennos una fotografía o una reproducción de una pintura, una escultura o un conjunto arquitectónico que representen a sus ojos un cruzamiento o mestizaje creador entre varias culturas, o bien dos obras de distinto origen cultural en las que perciban un parecido o una relación sorprendente. Remítannoslas junto con un comentario de dos o tres líneas firmado. Cada mes publicaremos en una página entera una de esas contribuciones enviadas por los lectores. 1 1 ?ï "I * v.« , . . I : ¿sil". > M ^ .1 s mm La noche de los tiempos 1984, aguafuerte (39,5 x 49 cm) de Roland Maison Esta abundancia de figuras, separadas por una grieta vertiginosa, evoca el abismo de las edades. Con su extraño grabado, el artista belga hace pensar en el arte maya y en particular en el dios- serpiente que se ve en Kabah (Yucatán), o en ciertas esculturas toltecas con grandes ojos soñadores. © Roland Maison. Bélgica ESTE NUMERO ENERO 1996 INVITADO DEL MES: Maurice Béjart ANZA 9 AL CORRER DE LOS MESES por Bahgat Elnadi y AdelRifaat LA CRÓNICA DE Federico Mayor 42 PATRIMONIO El templo de Apolo Epicuro por Takis Theodorópulos 45 AREA VERDE por France Bequette El maestro titiritero Isabelle Leymarie entrevista a Huang Hai-Tai 50 SE PUBLICÓ EN El Correo de la Unesco EN DICIEMBRE DE 1955 EL IMPULSO INTERIOR por Dominique Dupuy 3 LOS LENGUAJES DEL ALMA por Werner Lambersy EL RITMO OCULTO por Eugenio Barba ) NIJINSKI. EL COMBATE DE LA VIDA Y DE LA MUERTE por Martine Leca ! LO POSTMODERNO EN EL CANDELERO por Jochen Schmidt Nuestra portada: Europa Ballet i 1985|. coreografía de Jorge Donn, bailarín argentino. O M. Voytux/Métll. Paru Las metamorfosis de la tradición 27 JAPÓN EL CUERPO REINVENTADO por Akira Amagasaki 30 MUNDO ÁRABE UN AFÁN DE EMANCIPACIÓN por Wenóy Buonaventura 34 GRECIA UN MUSEO VIVIENTE por Alkis Raftis 36 INDIA UN DESAFÍO AL TIEMPO por Romain Maitra Consultor: Romain Maitra el Correo de la unesco ^^^ año xi ixANO XLIX Revista mensual publicada en 30 idiomas y en braille "Los gobiernos de los Estados Partes en la presente Constitución, en nombre de sus pueblos, declaran: Que, puesto que las guerras nacen en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres donde deben erigirse los baluartes de la paz; (...) Que, una paz fundada exclusivamente en acuerdos políticos y económicos entre gobiernos no podría obtener el apoyo unánime, sincero y perdurable de los pueblos, y que, por consiguiente, esa paz debe basarse en la solidaridad intelectual y moral de la humanidad. Por estas razones, (...), resuelven desarrollar e intensificar las relaciones entre sus pueblos, a fin de que éstos se comprendan mejor entre sí y adquieran un conocimiento más preciso y verdadero de sus respectivas vidas." TOMADO DEL PREÁMBULO DE LA CONSTITUCIÓN DE LA UNESCO, LONDRES, 16 DE NOVIEMBRE DE 1945 invitado del mes Maurice Béjart Ifn viaje iniciático Cuando comenzó su carrera artística en los años cincuenta, el ballet no había salido aun de sus moldes clásicos. Usted vino a perturbar ese orden, como antes Nijinski, quien no dudó en escandalizar para hacer revivir la danza. Maurice Béjart: Nunca traté de escan¬ dalizar, sino de contribuir a un des¬ pertar. Mi revolución no ha sido estética, como la de Nijinski, sino social. Nijinski introdujo una estética totalmente nueva, en la música, el decorado, la interpreta¬ ción. Pero él presentaba sólo cuatro o cinco espectáculos, en escenarios de ópera y ante un público de estetas. En cambio yo me propuse cambiar el lugar y el público, y para ello ocupé los palacios de deportes 5.000 locali¬ dades, durante un mes, a precios acce¬ sibles. Hice que el ballet entrara en el festival de Avignon, en los anfiteatros, en escenarios populares. A mi juicio, la danza no puede seguir siendo elitista. Es un lenguaje universal, un medio de unión universal. En los bailes populares de todo el mundo el primer gesto con¬ siste en darse la mano. La danza es un medio de comunicación social, política, religiosa. Y el público participa en esa magia, en esa empatia. Su corazón late, su alma se ensancha, su cuerpo anhela dilatarse. Sí, la danza tenía que romper viejos moldes y optar por ajustarse al ritmo de las pasiones, las pulsiones, las muertes y los renacimientos. Ya no se trata de transmitir un mensaje cifrado, hipersimbólico, sino un impulso interior. ¿Por ello introdujo usted esa innovación la inmovilidad, el recogimiento en la danza misma? M. B.l En ese caso me inspiré en ciertas disciplinas orientales. Mi padre hablaba y escribía en chino. Yo mismo practiqué el Zen con el maestro Deshimaru. El Zen nos enseña una actitud corporal ante el tiempo y el espacio que difiere enormemente de la de Occidente. Parte del vacío como algo benéfico. Vaciar el huevo del mundo de todas sus escorias para llenarlo con la transparencia de la luz y del aire he ahí nociones que nutren el trabajo del coreógrafo y del bai¬ larín. A través de la danza procuro hacer una ofrenda de serenidad y unidad al hombre occidental tan atomizado, fragmentado, compartimentado. Usted se inspira también en las artes marciales. M. B.l Así es. Las artes marciales sugieren una forma de reintegrar nuestro cuerpo en el cosmos. No se trata de un combate, ni de una competición, sino de una disciplina interior a fin de regular la energía que anida en nosotros. El ser humano está sometido al flujo y al reflujo, al yin y al yang, el paso continuo de uno a otro, y viceversa. Participa así en la unidad y la multiplicidad del mundo, que encierra todos los posibles, idéntico y, sin embargo, en perpetua transformación. Está sometido a ritmos que ordenan su vida cotidiana y que la danza procura transmitir: la actividad y el descanso, la absorción y la elimina¬ ción, la eclosión, la plenitud y la muerte. El hombre forma parte de ese orden universal. Y es lo que la danza debe celebrar en primer lugar. La gota de agua que cae de ese árbol, allí en el jardín, va a modificar la hoja, que a su vez modificará un frag¬ mento de molécula de oxígeno, que influirá en la respiración de un ser humano. Todo está imbricado, íntima¬ mente ligado. Somos sólo transformación de instante en instante. Por ello es tan importante estar presente, sin divisiones ni divagaciones del espíritu, en cada uno de esos instantes y en cada una de nues¬ tras acciones. La hoja más pequeña, la más ínfima gota de agua, son indispen¬ sables para el equilibrio del mundo. La danza debe integrarse en ese movi¬ miento general. ¿Existe para usted una línea divisoria entre lo profano y lo sagrado? M. B.: Lo profano no existe. Todo es sagrado. Cuando como, cuando duermo, amo o bailo. Si Dios no estuviera siempre presente en la vida de cada individuo, no valdría la pena nombrarlo. Dios no es un anciano barbudo que domina de lejos el universo. Está entre nosotros y en cada cual. Por ello el fanatismo, la into¬ lerancia, la exclusión son un insulto a lo divino. Lo divino es la unidad. El islam, a mi juicio, responde a ese llamado a la unicidad, a la unión, a la simplicidad. Es una religión estrechamente ligada al cosmos, en que cada gesto de la vida diaria está marcado por la creencia en la indivisión y donde la práctica de lo sagrado es cotidiana, constante. Pero todas las religiones están ligadas a lo divino, y ninguna vale más que otra cuando se las practica con fe y pureza, cuando a través de ellas se procura revelar nuestra esencia divina. ¿El tema del andrógino, que aparece a menudo en sus ballets, Intento hacer una ofrenda de serenidad y de unidad. Bailarín y coreógrafo, Maurice Béjart es uno de los grandes creadores del ballet moderno. De su Sinfonía para un hombre solo (1955) a Nijinski clown de Dios (1990), supo hacer de la danza, ya no un arte deesteta, sino un lenguaje universal y un espectáculo completo. Para los lectores del?í Correo analiza el sentido profundo de su creación. evoca esa noción de unidad, la del ser absoluto antes de la división? Ai. B.: Exactamente. Es evidente que la lucha por afirmar una supuesta superio¬ ridad masculina o femenina es aberrante, contra natura. El mundo es indisociable- mente masculino y femenino. Pretender el genocidio de una mitad por la otra es una locura. El hombre nada puede sin la mujer y viceversa. Al comienzo de los tiempos "estaban reunidos en un solo cuerpo. Es un tema que no ha cesado de obsesionar a poetas, filósofos y pintores. Séraphita, de Honoré de Balzac, obra maestra de la literatura, trata de este mito, donde los contrarios se unen, se identifican. Es el principio vital de com- . plementariedad entre el yin y el yang, la vibración constante entre el polo feme¬ nino y el polo masculino que todos lle¬ vamos dentro. La separación es una herida que, precisamente, procuramos cicatrizar con la expresión artística. Lo esencial es el todo, la unión, la identidad. No la división. ¿Por qué se siente usted atraído por el Lejano Oriente, y sobre todo por el Japón? M. B.l Siento atracción por el Asia en general. En ese continente están las fuentes de nuestro pasado y de todas las grandes religiones: judaismo, cristia¬ nismo, islam, budismo, hinduismo, sin- toísmo. Asia cuenta con tres mil millones y medio de hombres y mujeres, que forman un mosaico de pueblos, lenguas y culturas, pero es además el polo del desarrollo tecnológico del futuro. Asia será el centro de gravedad del tercer milenio. Por otra parte está mi trayectoria personal en el Lejano Oriente. He seguido las enseñanzas de un gran maestro Zen japonés y muchos de mis bailarines son japoneses. También la India y el Irán me han marcado profun¬ damente. Soy un mestizo: mi abuela materna era kurda, mi abuelo materno catalán, mi abuela paterna bretona. Encuentro mis raíces en todos los puntos del planeta. En todas partes soy un nómada. No vivo en ningún sitio. Allí donde voy planto mi tienda, antes de emprender viaje nuevamente. ¿Pero acaso no somos todos un "patchwork" de culturas? Su padre dijo: "El espacio es más real que el tiempo." Esta idea parece haber sido para usted un hilo conductor... M. B.l Vivimos en el espacio, nos pro¬ yectamos en él, lo habitamos. El tiempo, en cambio, nos habita y nos destruye lentamente. Crece y envejece con noso¬ tros. El tiempo es el corazón, con su ritmo inexorable como un reloj. El invitado del mes Maurice Béjart Un viaje iniciático espacio, en cambio, sólo existe a través de las cosas. Y nosotros somos una cosa más en ese espacio como el coche en el estacionamiento, como el árbol allí enfrente. La danza nos permite esculpir el espacio que nos rodea. Estructurarlo. A condición de vivir en el presente. El presente es lineal, sereno, puro. El pre¬ sente es el tiempo hecho eternidad. Usted crea sus ballets intuitivamente, el cuerpo construye la materia de las figuras, y el decorado se reduce a menudo a unas pocas líneas en el espacio. Aï. B.: Sí, hay en primer lugar una intui¬ ción corporal, un boceto. Pero de inme¬ diato se impone un estudio prolongado. Para algunos ballets, me documenté durante dos años y leí un centenar de obras. En el fondo, la intuición y el cono¬ cimiento avanzan juntos. El bailarín, al situar su cuerpo en el espacio y abrirlo a ciertos ritmos, también me sugiere figuras. La arquitectura del ballet es transparente, para acompañarlo en esa búsqueda de gracia, de proyección fuera de la materia. El ballet moderno representa el fin de un esteticismo arti¬ ficial, añadido del exterior. Sin olvidar la exigencia técnica, la danza moderna trata de ser cada vez más expresionista, energética. El torso va desnudo como una vela desplegada; la mirada se hace más intensa; los brazos, también des¬ nudos, sugieren mejor el vuelo del bai¬ larín. La danza clásica escondía el cuerpo bajo tules y bordados. Hoy, en cambio, el cuerpo se muestra y glorifica las pulsiones, las pasiones, que en otros tiempos hubiesen provocado escándalo. Nijinski irritó a la burguesía porque la comunicación del éxtasis parecía entonces algo obsceno. Con él se con¬ virtió en una mayéutica, en una catarsis que se comparte con el público. La danza es a partir de entonces ceremonia de entrega y de participación. ¿Qué pensar entonces de los bailes del sábado por la noche en las discotecas? Ai. S.;Las discotecas son un ersatz. Doy a esta palabra el significado que se le daba durante la guerra un substitu¬ tivo artificial. A falta de café, se bebía ersatz, a falta de pan, se comía ersatz. El baile es para el ser humano una nece¬ sidad, pero como el auténtico rito del baile ya no existe, como no hay más comunión popular en la plaza de la aldea, en la iglesia, donde al darse la mano se entregaba el corazón, como estamos privados de alegrías sencillas y fuertes, se recurre al jolgorio del sábado por la noche. Sin el baile el ser humano pierde una de las dimensiones de su pre¬ sencia en el mundo. Los substitutivos del sábado por la noche son evidente¬ mente antidanzas, pero, aun bajo esa forma desvirtuada, siguen siendo danza, es decir, una forma de liberar las fuerzas naturales, de sentir el cuerpo que, durante siete días, ha sido un capa¬ razón vacío trasladado de un sillón a otro, de la oficina a la casa, de la casa al automóvil. Los bailes del sábado están hechos de sudor, de alcohol, de deseo, de exaltación, de un júbilo confuso y de significado equívoco, pero, sin embargo, indispensable para el equilibrio interior. La gente baila en momentos solemnes, pero también en momentos de crisis. Ai. B.: Los momentos solemnes están desapareciendo; hay cada vez menos fiestas y más vacaciones. Las fiestas eran rituales acompañados de bailes y de un sentimiento de comunión. Las vacaciones representan un corte en la vida ordi¬ naria, un descanso mecánico, roboti- zado, en que cada cual sigue estando dividido, más aislado aun de su cuerpo, de los demás, del cosmos. En sus ballets hay a menudo cuerpos desarticulados, sufrientes, como en el momento de un parto o al salir de una crisálida. Ai. B.." A veces, como en Pyramide, puedo optar por movimientos más curvos, con menos rupturas rítmicas. Pero también a veces es necesario atre¬ pellar la armonía, intentar un grafismo audaz, barroco. Contorsiones, cuerpos dislocados, movimientos entrecortados; brazos que se levantan para un vuelo imposible. El ser humano ha sentido siempre la tentación de Icaro, porque sigue siendo Sísifo. Todos estamos afec¬ tados por una ceguera pasajera, y pasamos de un umbral a otro de nuestra vida en busca de la luz eterna. Es éste el viaje iniciático que pongo en escena. Algunas figuras muestran al ser humano desplegándose, abando¬ nando su postura acurrucada en el seno materno. Los bailarines buscan su punto de apoyo en una geometría a la vez pura y barroca donde las líneas se quiebran y los gestos ya no son armoniosos, para mostrar la dislocación del mundo. La rutina es a veces un yugo terrible, que he procurado siempre pulverizar; a causa de ella, dejamos de ver, de escu¬ char, de presentir. Por mi parte intento mostrar nacimientos, escribir "el evan¬ gelio de la armonía universal", del que hablaba Nietzsche. El ballet moderno posee, a mi juicio, la facultad de estar en relación directa con la tierra y los seres humanos. Así, por un instante, la celebración poética del ballet suspende el infortunio del individuo moderno. Ese milagro es posible porque éste posee en sí todos los componentes de su luz y su transformación. La danza no hace más que dejarlos al descubierto. Todos estamos afectados por una ceguera pasajera, y pasamos de un umbral a otro de nuestra vida en busca de la luz eterna. 6 Y la comunicación se establece. El público entra en ese estado de empatia en elque se confunden los que danzan y los que contemplan, lo que se mueve y lo que permanece inmóvil. Ai. B.: El teatro es Io que se mira y lo mirado; es el niño que baila o que recita una fábula de La Fontaine ante su madre. Es nada más que ese contacto. ¿La fascinación que usted siente por el kabuki se debe a que es un arte completo en el que entran el maquillaje y la palabra, el teatro y la filosofía? Ai. B.l Sí, me apasionan los teatros com¬ pletos. En la tragedia griega, el coro cantaba y bailaba, el actor mimaba, actuaba y hablaba. El actor del kabuki es un gran bailarín y un profundo pen¬ sador. Nos muestra lo inefable, el punto en que se detiene el pensamiento que divide, para dar lugar al silencio que reúne. Soy un devoto de la unidad. Tra¬ bajo por la unidad de ese ser humano escindido porque su alma, su cuerpo y su espíritu nunca tienen tiempo de reu¬ nirse. El arte debe ofrecerle la posibi- La consagración de la primavera (1988), coreografía de Maurice Béjart. lidad de esa unión, frente a la desinte¬ gración que lo amenaza a diario. Tenemos necesidad de mitos, dice usted... Ai. B.l La cuestión de los mitos no es secundaria, ocupa un lugar central en nuestro ser, y por consiguiente, en nuestro arte. Ninguna civilización puede prescindir de los mitos. La nuestra pro¬ curó hacerlo, y ha fracasado. Los mitos, como el ave fénix, renacen siempre de sus cenizas, transformados, con nuevos ropajes, pero eternos. Al hombre moderno le hace falta ese humus de eter¬ nidad, donde los mitos hacen actuar a los dioses de nuestra infancia. El mito es el ser humano que adopta una apariencia superior, se vuelve invulnerable, atraviesa los siglos, se traslada de un punto a otro del tiempo y del espacio, pero sigue siendo un ser humano, con su fuerza y su debilidad. En él se conjugan lo divino y lo demoníaco. Es su duelo permanente. Pero ese duelo le resulta indispensable para surgir de la nada, así como no puede prescindir de mitos, iconos, reflejos supe¬ riores, para nombrar la existencia. A partir de los mitos, el individuo se forma y encuentra su impulso creador. Y la danza esculpe esos mitos, en directo, sobre el escenario, ante el público que va a sumar su realidad cotidiana a esa trans¬ formación, para encontrar así su salida hacia lo alto. Trabajo por la unidad de ese ser humano escindido porque su alma, su cuerpo y su espíritu nunca tienen tiempo de reunirse. EL (ORREO delVunesco AñoXLIX Revista mensual publicada en 30 Idiomas y en braille por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura. 31, rue François Bonvin, 75732 París Cedex 15, Francia. FAX: 45.66.92.70 Internet: unesco.couner@unesco.org Director: Bahgat Elnadi Jefe de redacción: Adel Rifaat REDACCIÓN EN LA SEDE Secretaria de redacción: Gillian Whitcomb Español: Miguel Labarca, Araceli Ortiz de Urbina Francés: Alain Lévêque Inglés: Roy Malkin Secciones: Jasmina Sopova Unidad artística, fabricación: Georges Servat Ilustración: Ariane Bailey (45.68.46.90) Documentación: José Banaag (45.68.46.85) Relaciones con las ediciones fuera de la sede y Rrensa: Solange Beim (45.68.46.87) Secretaría de dirección: Annie Brächet (45.68.47.15), Asistente administrativo: Theresa Pinck Ediciones en braille (francés, Inglés, español y coreano): Mouna Chatta (45.68.47.14). Consultor artístico: Ene Frogé EDICIONES FUERA LA SEDE Ruso: Irma Outkina (Moscú) Alemán: Dominique Anderes (Berna) Arabe: Fawzi Abdel (El Cairo) Italiano: Anna Chiara Bottom (Florencia) Hindi: Ganga Prasad Vimal (Delhi) Tamul: M. Mohammed Mustapha (Madras) Persa: Akbar Zargar (Teherán) Neerlandés: Claude Montrieux (Amberes) Portugués: Moacyr A. Fioravante (Río de Janeiro) Urdu: Javaid Iqbal Syed (Islamabad) Catalán: Joan Carreras i Martí (Barcelona) Malayo: Sidin Ahmad Ishak (Kuala Lumpur) Coreano: KangWoo-hyon (Seúl) Swahili: Leonard J. Shuma (Dar es-Salaam) Esloveno: Aleksandra Kornhauser (üubliana) Chino: Shen Guofen (Beijing) Búlgaro: Dragomir Petrov (Sofia) Griego: Sophie Costopoulos (Atenas) Cingalés: Neville Pryadigama (Colombo) Finés: Katri Himma (Helsinki) Vascuence: Juxto Egaña (Donostia) Tai: Duangtip Surintatip (Bangkok) Vietnamita: Do Phuong (Hanoi) Pashtu: Nazer Mohammad (Kabul) Hausa: Habib Alhassan (Sokoto) Ucraniano: Vblodymyr Vasiliuk (Kiev) Gallego: Xavier Senín Fernández (Santiago de Compostela) PROMOCIÓN Y VENTAS Télécopia: 42.73.24.29 Suscripciones: Marie-Thérèse Hardy (45.68.45.65), Jacqueline Louise-Julie, Manieran Ngonekeo, Michel Ravassard, Mohamed Salah El Din (45.68.49.19) Relaciones con los agentes y los suscrlptores: Ginette Motreff (45.68.45.64) Contabilidad: (45.68.45.65) Depósito: Daniel Meister (45.68.47.50) SUSCRIPCIONES. Tél.: 45.68.45.65 1 año: 211 francos franceses. 2 años- 396 francos. Para estudiantes: 1 año: 132 francos Para los países en desarrollo: 1 año: 132 francos franceses. 2 años: 211 francos. Reproducción en microficha (1 año): 113 francos. Tapas para 12 números: 72 francos. Pago por cheque (salvo eurochèque), CCP o giro a la orden de la Unesco y también con tarjeta Visa, Eurocard y Mastercard. Los artículos y fotografías que no llevan el signo © (copyright) pueden reproducirse siempre que se haga constar "De El Correo de la Unesco", el número del que han sido tomados y el nombre del autor. Deberán enviarse a El Correo tres ejemplares de la revista o periódico que ios publique. Las fotografías repro¬ dúceles serán facilitadas por la Redacción a quien las solicite por escrito. Los artículos firmados no expresan forzosamente la opinión de fa Unesco ni de la Redacción de (a revista. En cambio, los títulos y los pies de fotos son de la incumbencia exclusiva de ésta. Por último, los límites que figuran en los mapas que se publican ocasionalmente no entrañan reconocimiento ofical alguno par parte de las Naciones Unidas ni de la Unesco. IMPRIMÉ EN FRANCE (Printed in France) DÉPÔT LÉGAL. Cl JANVIER 1996 COMMISSION PARITAIRE N° 71843 - DIFFUSÉ PAR LES N M P P Fotocomposición, fotograbado: El Correo de la Unesco. / Impresión MAURY-ImprimeurS A., route d'Etampes, 43330 Malesherbes UNESCO.. .ACCIÓN UNESCO. ..ACCIÓN... ISSN 0304-310X N°l-1996-0PI-95-544 S Este número contiene 52 páginas de textos y un encarte de 4 paginas situado entre las p. 2-3 y 50-51. HACER FRENTE A LAS TRANSFORMACIONES SOCIALES En vigor desde enero de 1994, el Programa de Gestión de las Transformaciones Sociales (MOST) impulsa la investigación internacional comparada en materia de ciencias sociales. En ese plano, aspira a brindar orientación a quienes adoptan decisiones y a reforzar las capacidades indispensables. Se interesa exclu¬ sivamente por proyectos colectivos de gran envergadura y concentra sus medios en tres temas esenciales: las ciudades, las sociedades multiculturales y multiétnicas y las repercu¬ siones de las transformaciones mundiales en las comunidades locales. En colaboración con el Programa sobre el Hombre y la Biosfera (MAB), lanza este año, un programa de seis años de duración titulado: "Las ciudades: ges¬ tión de las transformaciones sociales y del medio ambiente." El boletín de MOST, publicación trimes¬ tral en español, francés e inglés, difunde infor¬ mación sobre las actividades del programa y puede solicitarse a la Secretaría de MOST. <*" UNESCO, Secretaría de MOST, 1, rue Mio¬ llis, 75732 París CEDEX 15, Francia. Tel.: (33-1) 45 68 37 99. Telecopia: (33-1) 45 67 82 06. Internet Web: http://lucie.cnrs- bellevue.fr/most NUEVOS PROYECTOS DE VIDA La finalidad del programa Sociedad Planeta es crear una red mundial de jóvenes reunidos en torno a un objetivo común: contribuir a la ges¬ tión duradera del planeta mediante la realiza¬ ción de Nuevos Proyectos de Vida. Lanzó su primera campaña titulada "El mundo está por hacer" a comienzos del año escolar 1994-1995. Está dirigido a escolares de 6 a 15 años de edad y aspira a convertirlos en iniciadores y protagonistas de una acción local de desarrollo encaminada a valorizar el medio natural y cul¬tural de la comunidad. Sociedad Planeta ha constituido ya un banco de proyectos que reúne los datos recogidos acerca de los pro¬ yectos sometidos por los niños, y creado una bolsa de intercambio que permite a sus inicia¬ dores compartir con sus posibles interlocutores ideas, experiencias, financiamiento, asistencia, materiales... Un servicio de información y comunicación sirve de intermediario entre la bolsa de intercambio y los medios de informa¬ ción. Participan en él treinta y cinco países. *" Sociedad Planeta, UNESCO-Patricom, 1, rue Miollis, 75732 París Cedex 15. Tel.: (33-1) 45 68 45 95. Telecopia: (33-1) 45 66 06 62. Correo electrónico: e.fazzino@unesco.org EL PREMIO UNESCO-MADANJEET SINGH DE FOMENTO DE LA TOLERANCIA Y LA NO VIOLENCIA Creado con ocasión del Año de las Naciones Unidas para la Tolerancia y del 125° aniver¬ sario del nacimiento del Mahatma Gandhi, el Premio UNESCO-Madanjeet Singh será otorgado cada dos años, a partir de 1996, a las personas, instituciones u organizaciones que hayan con¬ tribuido de modo significativo a la promoción de la tolerancia y la no violencia, así como a las familias de intelectuales que, a semejanza del Mahatma Gandhi, hayan sido víctimas de la intolerancia. El Director General de la UNESCO elegirá a los galardonados, a propuesta de un jurado internacional. Las candidaturas serán presentadas por los Estados Miembros, las organizaciones intergubernamentales y las organizaciones no gubernamentales con esta¬ tuto consultivo ante la UNESCO. La cuantía del premio será de 40.000 dólares de los Estados Unidos. El donante es el Sr. Madanjeet Singh, escritor, pintor y fotógrafo, asesor especial del Director General de la UNESCO. PREMIOS INTERNACIONALES DE ALFABETIZACIÓN 1995 El Director General de la UNESCO, Federico Mayor, hizo entrega, con motivo del Día Inter¬ nacional de la Alfabetización (el 8 de sep¬ tiembre último), de los tres premios interna¬ cionales de alfabetización otorgados por la Organización. El Programa Comunitario de Recuperación Escolar de la provincia de Nueva Brunswick (Canadá), cuya red de servicios gratuitos de alfa¬ betización y de enseñanza elemental ha obte¬ nido resultados espectaculares, fue agraciado con el Premio de la Asociación Internacional de Lectura. El Premio Noma fue otorgado al Movi¬ miento de Bienestar Familiar de Indonesia (Pembinaan Kesajahteraan-Keluarga), que encontró un medio eficaz para estimular el aprendizaje de las mujeres y aliviar la pobreza combinando actividades de alfabetización con actividades lucrativas. El Premio Rey Sejong fue concedido conjuntamente a la Federación de Mujeres de China por su acción en favor de la educación de las mujeres, en particular en el medio rural, en un país en que éstas repre¬ sentan el 70% de los analfabetos, y al Proyecto Piloto de Alfabetización y Capacitación para el Mejoramiento de la Calidad de Vida de las Mujeres Campesinas (PROCALMUC), de Ecuador, por su labor de alfabetización y mejoramiento de la calidad de vida de las mujeres en las zonas rurales. I EL 14° SALON DE EXPOLANGUES Fiel a su propósito de asociar el estudio con la práctica de los idiomas y con el descubrimiento de las culturas del mundo, Expolangues des¬ taca cada año un país; hoy día: Turquía. Este salón (15-19 de febrero de 1996, Grande Halle de la Villette, París) permite familiarizarse con las técnicas más modernas de enseñanza de idiomas. También rinde homenaje al talento de los traductores e intérpretes, mediante un con¬ curso y premios destinados a esos profesio¬ nales. Por último, los visitantes podrán descu¬ brir la identidad cultural de los pueblos gra¬ cias a los espectáculos propuestos (cantos, bailes, teatro). El Correo de la UNESCO y sus 30 ediciones lingüísticas participarán en esta manifestación. H w Para más informaciones, dirigirse a OIP, 62 rue de Miromesnil 75008 París. Tel.: (33-1) 49 53 27 60. Telecopia: (33-1) 49 53 27 88. A NUESTROS LECTORES Esperamos que les haya causado satisfacción recibir dos veces nuestro número de noviembre y luego en el de diciembre el suplemento fotográfico de 8 paginas sobre "LA UNESCO EN ACCIÓN". Les debemos sin embargo una explicación. Han debido observar que en el papel utilizado la primera vez (número de noviembre) la Impresión de los colores no era buena. La elección del papel no fue nuestra, sino de la Imprenta, que, en vista del resultado, decidió Imprimir de nuevo el suplemento en un papel de mejor calidad y volver a difundirlo con el número siguiente. Esta puntualizaron debería haber figurado en ese último número. Con nuestras excusas por hacerlo con un mes de retraso, esperamos, esta vez, que el asunto haya quedado defi¬ nitivamente aclarado. mailto:couner@unesco.org http://lucie.cnrs-bellevue.fr/most http://lucie.cnrs-bellevue.fr/most http://lucie.cnrs-bellevue.fr/most mailto:fazzino@unesco.org I correr de los meses 1. 28 de octubre de 1995, N° 3488. 2. El corresponsal del Washington Post, Daniel Williams, así lo advirtió al comentar la noticia en un articulo titulado «Una antigua herejía encuentra oídos favorables en el seno de la Iglesia Católica» (International Herald Tribune, 3 de noviembre de 1995). Un artículo publicado recientemente en la revista jesuita La Civiltà CattoHca i plantea la siguiente pregunta: "¿Se puede hablar de 'revelación' en las religiones no cristianas?" La respuesta es afirmativa. Lo que quiere decir que hay textos sagrados que no son la Biblia, en que también se expresa la voz de Dios. Es posible que algunos no capten el alcance de esta afirmación. Ahora bien, constituye una verdadera ruptura con una tradición que ha atravesado toda la his¬ toria de las religiones reveladas. Es cierto que algunas grandes conciencias se han atrevido, a lo largo de los siglos, a formular un pensamiento semejante veces a riesgo de su vida. En tiempos más recients, ha habido algunos empeños de acerca¬ mientos interreligiosos a partir de tal premisa. Pero jamás hasta ahora con el aval de la Santa Sede.2 Los intérpretes autorizados de cada una de las religiones reveladas siempre han sentido la tentación de considerarse los únicos depositarios del mensaje divino a oponerse unos a otros en cuanto a los significados posibles de ese mensaje. Con frecuencia el resultado ha sido un antagonismo entre las diversas comunidades religiosas, al pensar cada una que defiende la única palabra verda¬ dera de Dios. Esta tendencia, ya se sabe, adquiere hoy día renovados bríos en nume¬ rosas sociedades en crisis, donde la interpretación extrema de un discurso religioso puede ser utilizada como medio para movilizar, e incluso exacerbar, las pasiones identitarias de una comunidad. Por eso el artículo de La Civiltà CattoHca merece ser saludado como un acon¬ tecimiento. Al reconocer a todas las religiones el acceso a la revelación, reconoce a todos los creyentes una dignidad equivalente, es decir el mismo derecho a ser res¬ petados y escuchados por los demás. Responde a una postura intelectual que rei¬ vindica, en todos los ámbitos, y mucho más allá de la esfera religiosa, la opción de la apertura y la fraternidad humana frente al despotismo de las verdades únicas: la trascendencia que unifica a los seres y al mundo frente a un comunitarismo que divide y lastima. Dicha postura, el lector podrá tener la impresión de encontrarla a menudo en estas páginas dedicadas a la danza. Y tal vez llegue, en algunos momentos, a desen¬ trañar el misterio de ésta. BAHGAT ELNADI Y ADEL RIFAAT 9 Gracias ala danza elser humano restablécelos lazos que lo unen al mundo. El coreógrafo y bailarín norteamericano Merce Cunningham durante un ensayo de Event (1976). La relación del hombre moderno con el espacio es paradójica. Conquistador de espacios siderales y abisales, campeón de lo insondable, se ha desconectado de su entorno, de las fuerzas que lo rodean. Abandona la tierra, a riesgo de convertirse en un desarraigado, un extraterrestre. Lejos está el tiempo en que el campesino entraba físicamente en contactocon la tierra. Encaramado en su tractor se ha trans- Arriba a la derecha, Apolo Musagetes (1972), con Rudolf Nureiev(en primer plano). Reposición del ballet de Igor Stravinski estrenado en 1928 por los Ballets rusos, con una coreografía de Georges Balanchine. A la derecha, Enter (1992), coreografía de Merce Cunningham. formado en hombre-máquina. Como también pertenece al pasado el navegante que se con¬ fundía con los elementos. Tranquilo, cómodo, aséptico, el vuelo en artefactos que nos pro¬ pulsan de un continente a otro no tiene nada en común con el intrépido sueño de Icaro. El hombre moderno casi no mantiene vínculos activos con los elementos, con la materia, ni siquiera con la fuerza de gravedad. En la vida diaria se abstiene cada vez más de realizar los diversos movimientos que lo ligaban al mundo, como caminar, subir o bajar. Ascensores, escaleras mecánicas, automó¬ viles, trenes: todo está nivelado. La mayoría de los gestos ordinarios en los que intervenía el cuerpo batir, machacar, moler, mezclar han quedado a cargo de la máquina. Ciertas actividades lúdicas suplen esas carencias. Algunas son antiguas, como la feria, con sus columpios, su rueda gigante, su mon¬ taña rusa, o como el circo, con su cortejo de saltimbanquis y equilibristas. Otras, más recientes y de carácter deportivo jogging, esquí, esquí acuático, plancha, vuelo a vela o con planeadores , están casi siempre conta¬ minadas por el espíritu de competición. El ser humano corpóreo Así, hoy día el ser humano soporta su cuerpo, su peso, comprime su columna vertebral (aunque en algunas civilizaciones se enseñe todavía el arte de sentarse). Abrumado por imágenes y sonidos que consume pasiva¬ mente, se agita pero no está en movimiento. © C Masson/M Enguerand, París ©A Pacciani/C Masson/M Enguerand, París ¿Y el bailarín? En tiempos pasados, al igual que el campesino y el marino, estaba vincu¬ lado a la tierra y al cielo, las actividades esta¬ cionales, la lunación, la meteorología, las fun¬ ciones vitales. Con la desaparición de las faenas agrícolas tradicionales, esa forma de bailar se pierde, así como también el aspecto festivo de la danza. Desde principios de siglo surgen nuevas formas de danza que tratan de reanimar ese antiguo vínculo del ser humano con la natura¬ leza y con su propio cuerpo. En el movi¬ miento de mundialización de las sociedades y las culturas, la danza se ha convertido en una forma de expresión propicia, más que nin¬ guna otra, al intercambio y al entendimiento. Oriente y Occidente, Norte y Sur se encuen¬ tran en ella, no sin dificultades, pero con un entusiasmo creciente. ¿Por qué? La danza es un testimonio de la perte¬ nencia del ser humano al universo y a sus componentes más profundos: la fuerza de gravedad, el silencio, lo sagrado. Incluso fuera del santuario, está impregnada de un signifi¬ cado ritual. Rito de un espectáculo que, desde su preparación a su cumplimiento, es un acto de comunión. Rito también de una práctica que instaura, en el lugar en que se celebra, un vínculo privilegiado con el maestro, un acto 11 Bailarina de Bali, donde la danza tradicional tiene enorme importancia. DOMINIQUE DUPUY, bailarín y coreógrafo francés, es responsable del departamento de danza en el Institut de Pédagogie Musicale et Choréographique de la Cité de la Musique, en Paris. de despertar y de iniciación. Rito, por último, del cuerpo, al que se escucha, se cuida, en una actitud que guarda cierta analogía con la noción antigua de cuerpo-templo. La relación con el universo se establece a través del cuerpo que danza lugar de comunicación, vínculo con las energías, las fuerzas, las corrientes. Verticalidad afirmada entre la caída y el vuelo, verticalidad puesta en juego, agravada, el cuerpo al bailar se con¬ vierte en camino hacia el éxtasis. El bailarín no es un insensato. Al contrario, se sirve hábilmente de sus sentidos: los lla¬ mados sentidos objetivos vista, oído , pero también los sentidos subjetivos, en par¬ ticular el tacto, gracias al cual entra en con¬ tacto con los elementos, con la materia. Lejos de la pasividad del hombre común, así como de la tensión de la proeza deportiva, el bai¬ larín es el hombre corpóreo normal. Punto de enlace entre lo interior y lo exterior, realiza un acto de comunión. No compite consigo mismo ni con los demás. Sólo la armonía hace posible la danza colectiva. El bailarín descubre el espacio en un arrebato que no está lejos del éxtasis. La danza no posee más materia que el espacio, el vacío, y el cuerpo humano como único instrumento. Ni palabras, ni colores, como tampoco tierra, piedra o madera. La danza se cumple en lo perecedero. Sólo vive en la pérdida y el resurgimiento. Se borra y reaparece. El bailarín mismo, único actor de la danza, es mortal. Su instrumento, el cuerpo, envejece; está destinado a descomponerse. No hay un Stradivarius de la danza, como no hay un museo de instrumentos antiguos de la danza. Eterno artífice de sí mismo, ebrio de perfección, el bailarín baila en cuerpo y alma. Un arte de lo perecedero La memoria de la danza es esencialmente oral y corporal. Supone una transmisión única, de maestro a alumno. El aparato que graba imᬠgenes, la notación que registra y conserva resultan útiles, pero no excluyen el momento de la transmisión, ese instante único, ese placer excelso de comunicar a un niño, a un adulto, a otro, la esencia de un movimiento, como un secreto. En el maestro de baile hay algo de chamán. La danza se cumple en un espacio fuera de lo común, en la calidad más que en la cantidad, en el ser más que en el tener. Exige entrenamiento a fin de aprenderla y perfeccionarla es indispensable un largo aprendizaje para que un movimiento, al pasar de lo trivial a lo insólito, se convierta en danza. Pero lo original no se volverá trivial. El bai¬ larín hace lo que está al alcance de cualquiera, pero es la forma de hacerlo la que determina que su danza sea diferente, única. Ese largo trabajo para llegar a la danza repercute en él y lo modifica. Lo lleva a reali¬ zarse, lo transforma. El bailarín resume y con¬ centra en sí todos los movimientos del reino vegetal y animal. Es un árbol cuyas raíces se desplazan; es pez, es pájaro. Árbol móvil, gran pájaro terrestre, realiza un doble recorrido del espacio, horizontal y vertical, como una gran cruz en movimiento. Pero el movimiento profundo de la danza es silencioso. Salvo los pocos casos en que intervienen sonidos corporales zapateo, palmas, castañeteo de los dedos , ese movi¬ miento emerge del silencio, del vacío. Su resonancia interna está ligada a la respiración. Alianza viviente entre la tierra y el cielo, lo material y lo inmaterial, el abajo y el arriba, lo oscuro y lo visible, lo decible y lo indecible, el bailarín es enajenado así como él enajena a quien lo contempla. Lo que produce pertenece al ámbito del deslumbramiento, la duración de un relámpago. Tiene y es el fuego sagrado. 12 los lenguajes delalma ©Valérie Damville, París Elbaile estápresente en cada acontecimiento importante de la vida. Una manera de liberar, o de restablecer, la corriente de comunicación entre los integrantes de una sociedad. por Werner Lambersy Arriba, festival de danzas aborígenes de Laura, en el noreste de Australia (Queensland). WERNER LAMBERSY, escritor belga, es autor de numerosas obras, entre las que cabe mencionar Anvers y Volti Subito, publicadas ambas en 1994. La danza procede de un tiempo festivo que rompe con el tiempo común para recobrar la trama de lo intemporal. En ella el ser humano celebra la existencia. Así lo han comprendido los pueblos que, para marcar un acontecimiento importante, triste o alegre, marchan (danza lenta), desfilan (ritmos diversos) o manifiestan su regocijo bailando a la luz de los farolillos. Todavía hoy la apoteosis de una fiesta, en la aldea como en la ciudad, es inconcebible sin un baile. Una boda, una comunión o un bau¬ tizo terminarán inevitablemente en la pista de baile con el arrebato generalde la ronda. Las obras de caridad tendrán su té danzante, así como cualquier reunión tendrá su velada, los adolescentes su guateque y las señoritas casa¬ deras su baile de presentación en sociedad. Danza del cuerpo El interés para la comunidad que participa en el baile reside ante todo en el hecho mismo de reunirse, de hacer el recuento de los pre¬ sentes, los ausentes y los excluidos, de mos¬ trarse ante las demás comunidades, así como ante sí misma. Se trata, en primer lugar, de establecer un orden y el reconocimiento de ese orden. La fiesta, con sus galas, su Fiesta en honor a la Virgen Maria, que se celebra en julio durante seis días en La Tirana (Chile). La danza del ventilador, en Dakar (Senegal). © Joe Viesti/Ask Images, Paris despliegue de riqueza, su ostentación social, su ajetreo controlado o no contribuye a ello. El baile se convierte entonces en una escenificación, cuando no en una nivelación, de la correlación de fuerzas, a menudo difusas, en las que se basa el grupo. En el baile la sociedad se manifiesta como cuerpo. El cuerpo social tiene necesidades que hay que reconocer y satisfacer a tiempo. El baile restablece la fluidez, la circulación entre sus miembros. Actúa como revelador del estado físico de ese cuerpo. Muestra su vitalidad, su entusiasmo, su capacidad de resistencia. La de los "Gilles" del carnaval de Binche, en Bélgica, por ejemplo, que desde las cuatro de la mañana se visten con un pesado ropaje de plumas para bailar durante tres días al ritmo agotador de un tamboril. No estamos lejos del trance del vodú, o de las danzas rituales, profanas o sagradas, de los hindúes. La danza, entonces, comunica con lo invisible que es su fundamento. Se apro¬ xima a lo indecible. Los vendimiadores o los segadores nunca se separarán sin haber festejado con un baile la cosecha: manifestación de gratitud hacia los dioses, comunión con la naturaleza, promesa de reencuentro. Por último, más allá del ámbito familiar, social o étnico, el baile de la fiesta republicana se abre a lo universal. La danza es menos una aspiración a superar las leyes de la gravedad que un deseo de fusión con la libre armonía del cosmos. Un bailarín, una pareja, un grupo manifiestan al bailar algo más que el pretexto que los ha reu¬ nido. Viven un tiempo y habitan un espacio más vastos que los que ocupan realmente. Pan no ha muerto, pero se ha transformado tri punk o en rapero. Una pirueta delalma Se bailó ante las ruinas del muro de Berlín como se bailó en Woodstock para oponerse a la guerra de Viet Nam. En la Edad Media se hacía bailar a los muertos. Todo puede ser bai¬ lado, incluso el horror. Pero cuando el bailarín expresa el horror, ello significa que aun se aferra a una esperanza. No hay danza deses¬ perada. Y por ello la primera reacción común a toda la humanidad ante cualquier aconteci¬ miento es bailar. Peligrosamente a veces: ¿no se dice acaso "bailar en la cuerda floja"? Es la primera y la última forma de comunicación. A la derecha, pareja bailando un tango en el barrio de San Telmo, en Buenos Aires (Argentina). Abajo, desde hace dos siglos, los habitantes de la ciudad inglesa de Helston, en Cornouailles, celebran la llegada de la primavera bailando la Helston Furry Dance. Más allá de los diversos lenguajes, el baile sigue siendo el idioma de las almas. Bailar es tomarle el pulso al mundo, entrar en su ritmo. Supone estar a la escucha del otro, reconocer un espacio común, compartido, en cuyo ámbito se inscribe la danza. Toda sociedad humana parte de este prin¬ cipio. Atravesando las estructuras de la vida humana y familiar, religiosa y social, la danza es gl | el punto de encuentro e intercambio entre los valores de lo irracional y lo racional. Cada vez que hombres y mujeres se reúnen para bailar impiden que el lado "salvaje" de nuestra natu¬ raleza, indispensable para la supervivencia, desaparezca para disolverse en la norma. Bailar equivale a evitar que la norma se paralice, se petrifique en la inmovilidad mortal del con¬ senso; significa, en definitiva, recobrar la esencia de la democracia: lo diverso y lo incon¬ cluso, el movimiento en libertad. por Eugenio Barba En las culturas africanas y latinoameri¬ canas la danza procede de la materia de que están hechos los dioses. Ello significa, no que lo dioses bailan, sino que la danza es una realidad sutil, en el límite entre lo material y lo inmaterial, en la que se expresa la fuerza de la divinidad. Es el vehículo que nos acerca a los dioses. El teatro está hecho también de esa materia. Jacques Copeau, uno de los princi¬ pales renovadores, con Stanislavski, del arte dramático del presente siglo, afirmaba que el drama es, en su esencia, danza. Esta afirma¬ ción, sorprendente en un primer momento, es en realidad muy atinada. La distinción introducida, en el arte de la Rudolf Nureiev en Arlequin, magicien par amour (1984), coreografía del sueco Ivo Cramér, inspirada en la commedia dell'arte. expresión corporal, entre danza y teatro, obe¬ dece a ciertas convenciones europeas bas¬ tante recientes. Antiguamente, esa frontera no existía. No se la encuentra ni en el teatro antiguo, griego o latino, ni en el de la Edad Media, ni en el teatro isabelino o en la com¬ media dell'arte. Tampoco se observa en los teatros clásicos del Asia. En la práctica escé¬ nica los actores ignoran esa separación: todos saben bailar, aun cuando, invisible para él espectador, la danza se oculta bajo una inter¬ pretación teatral que no corresponde estric¬ tamente al género llamado "danza". Tampoco se encuentra la danza en una situación de dependencia "natural" respecto de la música. En un panfleto anónimo, apare¬ cido hace cuatro siglos, el autor, gran parti¬ dario del orden establecido, condenaba la danza sin apelación (Discorso contra il carne- vale, 1607). Para demostrar el carácter diabó¬ lico de ésta, escribía: observen una sala donde bailan hombres y mujeres e imaginen que, de repente, ya no oyen la música. Miren los movimientos artificiales, las contorsiones que Teatro y danza, artificialmente separados en algunas culturas, reflejan un mismo arte de la intensidad interior. Danza de cortesanas en la corte de los Tang (siglo VIII). Espectáculo de la Opera de Pekín en China (1988). hacen para tocarse, tomarse de la mano, incli¬ narse, buscarse y perderse. ¿Parecen todavía hombres y mujeres civilizados? No, gro¬ tescos, desarticulados, afectados u obscenos, se diría que están locos. Sin saberlo, están endemoniados... Explotemos esa idea de suprimir la música, que un enemigo declarado de la fiesta carna¬ valesca utiliza aquí con fines edificantes. Me parece un ejercicio excelente para el escenó¬ grafo y para el actor. ¿Qué pasa en ese caso? Si la danza sólo deja aparecer movimientos excesivos, forzados, quiere decir que no brota naturalmente del cuerpo y que es sólo un intento de acoplar mecánicamente la música a éste. En cambio, cuando surge real¬ mente del cuerpo, sí puede afirmarse que la danza contiene su propia música. Poco importa entonces que sea muda o que pueda oírse para deleite de los espectadores. El cuerpo en vida Hagamos bailar, sin música, a un artista for¬ mado en la tradición clásica asiática: su inter pretación no perderá nada de su interioridad y cautivará al espectador. Añadámosle la música, el canto, la poesía de las palabras, la fantasía del relato: el espectáculo se enrique¬ cerá, se completará, como un auténtico festín en que el espectador sólo saboreará un poco de cada plato. Pero, incluso en medio de esta superabundancia, la interpretación, por su desnudez interior, conservará su fuerza y su vitalidad intrínsecas. Esta observación es aplicable más allá de su origen o de su formación a todo bailarín o toda bailarina que sepan encontrar en sí mismos la música que se armonice más ínti¬ mamente con su propia acción física. Es el "dínamo-ritmo", la música del cuerpo. No estamos lejos de la "danza" como género; se trata de la danza del cuerpo en vida. El término "vida", en este caso, noes gratuito: es sinó¬ nimo de presencia pura y simple. Ni expre¬ sión, ni comunicación, es sin embargo lo que permite una y otra. Es lo que cabe llamar, de acuerdo con mis investigaciones sobre antro¬ pología teatral, "el nivel preexpresivo". EUGENIO BARBA, danés, dirige la International School of Theater Anthropology (ISTA), fundada por él en 1979. Es además director del Odin Teatret, un instituto de investigación sobre la interpretación del actor (Holstelend, Dinamarca). Ha publicado, en colaboración con Nicola Savarese, un diccionario de antropología teatral. Cualesquiera que sean hoy en día las fron¬ teras entre el teatro y la danza, no cabe duda de que no son herméticas. Numerosos son, por el contrario, sus puntos de contacto. El teatro y la danza forman un mismo y vasto país. Es posible explorarlo tanto como geógrafo que se interesa por las semejanzas, las encrucijadas o los panoramas, que como geólogo, atento a las . capas subterráneas comunes a regiones que, en la superficie, están divididas y diferenciadas. La mirada del geólogo es la que me inte¬ resa. En todo actor busco la danza oculta que da intensidad a su presencia. Procuro descu¬ brir las ondas de un ritmo, de una acción fuerte que anida en las profundidades de su cuerpo, aun cuando realice movimientos ínfimos, aunque aparentemente permanezca inmóvil, o parezca no hacer nada que rompa un comportamiento "normal". Cuando el actor o la actriz no permiten que aflore el ímpetu de la energía que da vida a su presencia escénica, aun cuando en apa¬ riencia no bailen, hay algo que baila en ellos. Sin esta danza oculta, su interpretación es falsa. Es necesario que el actor actúe la ficción y no que finja actuar. Esta sólo es real cuando participa todo el cuerpo, cuando el menor movimiento tiene sus raíces en el tronco, y no en una parte del cuerpo, mano, ojos o boca que habla, y brota de la unidad cuerpo-espí¬ ritu. Es esta integridad, esta unidad del orga¬ nismo en vida lo que yo llamo "danza". Cuando la danza oculta se torna explícita, cuando se despliega libremente en el espacio"; entonces reclama, para dialogar, el ritmo, el tambor, la música. Shakespeare, Verdi y candomblé Quisiera dar un ejemplo personal. Estos últimos tiempos, he trabajado largamente con un bailarín y coreógrafo brasileño moderno, que está también profundamente ligado al mundo del candomblé, a las danzas y a las ceremonias de ese culto afrobrasileño. Así combinamos, en un "one-man-show", el tema de Othello de Verdi, basado en la obra de Shakespeare, con las historias y las figuras de Orisha, el dios del candomblé, que se Arriba, carnaval de Río de Janeiro (Brasil). Arriba a la derecha, el Odin Teatret (Dinamarca) en un intercambio con los indios yanomamas en el Brasil (1976). Abajo, Sanjukta Panigrahi, déla India, y Augusto Omolú, del Brasil, en Theatrum Mundi, puesta en escena de Eugenio Barba (1994). invoca con redoble de tambores. La orquesta interpreta a Verdi y también atruenan los tam¬ bores. La historia del moro de Venecia se alterna con la irrupción de las potencias supe¬ riores que toman posesión del personaje. Por un lado, he querido revivir a mi manera una de las interpretaciones tradicio¬ nales de Othello: el hombre resplandeciente como la noche, que lleva en sí a la vez la fuerza de la selva y la de la elegante ciudad construida sobre las aguas, y que obtiene de ambas tanto su fascinación como su poder destructor. Quería también, por cierto, que el espectador entendiera que no hay un foso infranqueable entre la cultura que produce a Othello y la que produce al terreiro, rito candomblé en que los tambores llaman a los dioses. Pero, en un plano aun más personal, he procurado en ese espectáculo mostrar a los demás lo que veo cada vez que observo a un actor o una actriz que saben llegar en el esce¬ nario al fondo mismo de la vida. Da lo mismo que sea en una comedia o en un drama; pero en cuanto la atención se traslada hacia el cuerpo, siento el latido de la vida. Basta que, liberándome del imperio de las palabras y de la trama, de la mímica del rostro o del movimiento de las manos, me con¬ centre para observar el trabajo corporal del actor o de la actriz. Mis ojos se llenan de la danza que se oculta bajo la superficie de la interpretación teatral. Surge el impulso sub¬ terráneo de la vida, que se expresa en signos a veces casi imperceptibles, a veces violentos, explosivos. Sé entonces que el teatro, con o sin música, está hecho de danza. Recordemos lo que ocurría en el esce¬ nario en tiempos de Shakespeare. Al final de las obras más sombrías, después de haber hecho añicos las ilusiones del espectador acerca de los grandes de este mundo, reve¬ lado la bestialidad que ocultan las nobles pala¬ bras de los condotieros, mostrado qué guerra amarga puede ser el amor, los actores de Sha¬ kespeare abandonaban de repente la ficción de sus personajes y se ponían a bailar al ritmo vital de la giga. Y tal vez, entre la muche¬ dumbre, al menos un espectador brusca¬ mente abría los ojos y entendía entonces que, a pesar de todo, los actores siempre habían bailado. El bailarín más destacado de su tiempo era un rebelde. 19 de enero de 1919. Suiza, hotel Suv- | reta House. Un bailarín en pijama de seda blanca avanza ante una concurrencia de doscientas personas. La carrera de Vaslav Nijinski, el bailarín más grande del siglo, está a punto de concluir. Así empiezan treinta años de permanencia en la locura. Como para marcar la inmovilidad, la cata¬ tonia que va a dominarlo, hace un gesto sen¬ cillo y sorprendente que abre la danza a la modernidad: toma una silla, se sienta ante los espectadores y los mira largamente. Pasa una corriente de hipnosis, la nerviosidad electriza al bailarín. La magia de la empatia se apodera del público. Cuando el pianista inicia un pre¬ ludio de Chopin, Nijinski se mueve. Coloca un pie en un espacio negativo el de la muerte, el de su vida torturada. Va a impro¬ visar un ballet místico, una especie de réquiem, un mensaje pacifista de la post¬ guerra mundial. "Angustiado por la guerra, había plantado en el suelo una cruz de trapo sobre la cual se movía a fin de significar el crimen contra la humanidad." Será el "combate de la vida y de la muerte", el último ballet de Nijinski, el día de sus "bodas con Dios", de acuerdo con sus propias palabras. Sentir lo más posible Este hombre, pronto sumido en la locura, aparece desnudo en los Cahiers1 que escribió en seis semanas y que llevó bajo el brazo hasta la puerta del asilo. Estaba empeñado en que se publicaran. Una versión trunca y expurgada por con¬ sideraciones sociales y familiares ya había sido publicada en 1953 (tres años después de su muerte). Esos Cahiers son un "exorcismo" dice el escritor y autor dramático Antonin Artaud, un grito de cólera, "una metafísica de la palabra, del gesto, de la expresión", el placer salvaje de arañar un barniz. Puesto que el gran salto del ángel no lo había llevado más allá del decorado, y que los seres seguían siendo mundanos y ficticios, iba a mostrarles, a darles algo que ver. Iba a sacudirlos. Es un hombre de extremos, que ha franqueado hace tiempo la esclerosis de su siglo, sus convenciona¬ lismos burgueses, su esteticismo que petrifica y enceguece: "No quiero la guerra. No quiero fronteras entre los Estados." Su core¬ ografía, su expresionismo, su vida han roto los moldes: "Mi locura es el amor por la huma¬ nidad." Precursor de la ecología, siente que el el combate de la vida y de la muerte por Martine Leca hombre explota el planeta abusivamente: "El globo terráqueo se descompone. La tierra se asfixia. Los hombres la cubren de cenizas." Nijinski, nacido en una familia de bailarines polacos, criado en Rusia, pero instalado en Francia, escribía un ruso plagado de poli- nismos y galicismos. De ahí la estructura entrecortada del texto, y un lenguaje directo, expresionista que toca las cuerdas más sensi¬ bles del lector. Otros tantos puntos en común con su danza "salvaje, febril". Para él, lo importante noera escribir hermosas frases, sino "escribir el pensamiento". Sus cuadernos son una salmodia, un desafío al hombre pla¬ netario, y resuenan como un canto grego¬ riano con acentos guturales: "No soy un revólver, soy Dios, soy amor." La obra de Nijinski, bailarín y coreógrafo, se desarrolla a lo largo de diez años. Se apoya en cuatro ballets, de los que surgirá la danza contemporánea: La siesta de un fauno (Claude Debussy), La consagración de la primavera (Igor Stravinski), Juegos (C. Debussy), Till Eulenspiegel (Richard Strauss). Bajo la dirección de Serge de Diaghilev, creador y gran maestro de los Ballets rusos, y luego apartándose de él, Nijinski va a reinte¬ grar al hombre en su esencia, en su tradición pagana. Los trajes bordados dejan de ser obli¬ gatorios y son reemplazados por túnicas amplias. Para Nijinski, inspirado en la tradi¬ ción griega, se trata "de representar lo menos posible y de sentir lo más posible". La danza expresa el sentimiento interior, hace pasar al hombre de lo íntimo a lo exterior. Esta ruptura de los moldes de la danza aca¬ démica representa el fin de los códigos del siglo XIX. La música de Claude Debussy y de Igor Stravinski es una prolongación de esta revolución gestual que va a engendrar la danza concreta. Para Stravinski, Nijinski fue el único bailarín que supo poner su música en movimiento. Un contacto directo se esta¬ blece entre el espectador y aquel que no vacila .en animarse a contratiempo, a des¬ compás, que rechaza la estética en beneficio del expresionismo. Nijinski no teme traducir la violencia vital que lo anima en posiciones y movimientos a veces dislocados. Después de siglos de estar aprisionado en el estuco y la ostentación, el vocabulario de una danza del alma, visceral, da un vuelco total. Nijinski des¬ garra el refinamiento idealizado con sus ritmos caóticos y violentos. El punto culminante de esta revolución es La consagración de la primavera, represen¬ tada en París el 23 de mayo de 1913. Escán¬ dalo. Choque frontal de la "vieja guardia" con la "vanguardia". La transformación introdu¬ cida por Nijinski es profunda. Significa el ocaso de la estética narrativa. Se arrancan las máscaras de la comedia humana. Nijinski pide al bailarín que salga de sí mismo, le impone posturas difíciles. Su len¬ guaje coreográfico, que se apoya más en cro¬ quis que en palabras, alcanza lo indecible y des¬ concierta a más de un intérprete. "Me costaba aprender mi papel, imitando mecánicamente las posturas que me mostraba, relata la bailarina Tamara Karsavina. Tenía que mantener el cuello torcido hacia un lado y las manos reple¬ gadas, como una inválida de nacimiento." Revolución de la mirada Esta ruptura de la forma, mezclada con la música impresionista de Debussy y con aquella, más violenta, de Stravinski, com¬ ponen un cóctel de vanguardia que favorece la exaltación y la revelación del alma. Con la bomba de La consagración de la primavera, Nijinski desencadena la rebelión contra la afectación, el matiz, el claroscuro, la elegancia y las armonías refinadas. Afronta a las autoridades consagradas, res¬ tablece actitudes y sentimientos en el espacio más amplio de la libertad y de la creación. Es la vuelta a la magia primitiva del ritmo, una sim¬ plificación sistemática de la construcción, acompañada de una voluntad de suprimir las jerarquías y los privilegios de casta. Después de La consagración de la prima¬ vera, Nijinski manifiesta su gusto por la inde¬ pendencia en otro ballet precursor,/z«egos, de una geometría cuadrangular para cuatro intér¬ pretes, sobre el cual Debussy declarará: "Nijinski ha dado un cariz inusitadamente matemático a su genio perverso." Un genio que ha desbordado el siglo, y cuyas huellas siguen los bailarines y coreó¬ grafos actuales. Nijinski no quería un ballet espectáculo; quería que el público se vincu¬ lara a una realidad que estaba naciendo, al juego de la vida interior y del salto hacia lo absoluto. Con él se acaba la época del trompe l' del arte reproducción de la realidad. La mirada del público se convierte en acción. La conciencia profunda se despierta. 1. Les Cahiers de Nijinski, versión integral, traducido del ruso por Christian Dumais-Lvowski y Galina Pogojeva, Actes du Sud, 1995. MARTINE LECA, escritora y periodista francesa, es autora de una obra de teatro, ¡.a soupe et les nuages (1983). 21 Five Stone Wind (1988), coreografía del norteamericano Merce Cunningham. JOCHEN SCHMIDT, periodista alemán, director artístico del Festival Internacional de Danza de Renania Septentrional-Westfalia, es autor de lanztheater in Deutschland (La danza teatral en Alemania, 1992) y de un documentai sobre Pina Bausch. fl La calificación de "postmoderna" apli¬ cada a la danza resulta difícil de definir. La noción de "danza moderna" tampoco satis¬ face a todo el mundo, y Martha Graham, por ejemplo, nunca ha aceptado que se la emplee para referirse a sus creaciones. Sin embargo, se sabe más o menos lo que ese término quiere decir: una forma de espectáculo coreográfico inventada a comienzos del siglo XX, que signi¬ ficó una ruptura con la danza clásica. La expresión "ballet postmoderno", que apareció en los círculos especializados esta¬ dounidenses a fines de los años setenta, se refiere a una realidad mucho más inasible. A mi juicio, la mejor definición fue la que dio hace algunos años el coreógrafo Alvin Ailey en una conferencia de prensa: "¿La danza post¬ moderna? Es sencillamente la posterior a Merce Cunningham." Hay allí una suerte de frontera histórica que refleja bien el problema, no de una, sino de varias generaciones de bai¬ larines, que han tenido que definirse frente a este genio norteamericano de la segunda mitad del presente siglo, sea procurando prolongar su obra, sea, por el contrario, oponiéndose a su estilo y a su estética. Esta filiación es evidente en el contexto norteamericano, pero de ningún modo en Europa. Es cierto que Merce Cunningham ejerce desde hace treinta años una influencia considerable en Francia,-donde ha inspirado la estética de más de un coreógrafo joven. Pero esta influencia ha perdido terreno, en los últimos quince años, en Francia como en el resto de Europa, frente a la de la alemana Pina Bausch. Del mundo cerrado a la tierra infinita La propia Pina Bausch ha recibido influencias extranjeras, porque si bien aprendió su arte en Essen (Alemania) también se formó en la Julliard School of Music de Nueva York. Pero no se puede circunscribir la tendencia post¬ moderna al estilo de teatro danzado creado por ella en los años setenta, aun cuando desde entonces se haya imitado en el mundo entero. En realidad, la danza contemporánea carece de unidad estilística y estética: es un edificio muy complejo cuyas pisos, numerosos, están todos amoblados de manera diferente. Por eso no es posible reducirla, ni a la escuela postmo¬ derna norteamericana, con los pálidos ejercicios neoclásicos de Karole Armitage, o al minima¬ lismo de Trisha Brown en sus comienzos, ni a las compañías europeas influenciadas por Pina Bausch, cuyo estilo es tan diferente de Francia a Alemania, de Bélgica a España. contemporánea es el resultado de una extraordinaria amalgama a escala mundial ¿Cómo no mencionar, en efecto, fuera de esas dos grandes escuelas, el butô y los coreó¬ grafos que, en el Japón, tratan de ir aun más lejos, como Saburo Teshigawara? ¿Y las incur¬ siones, tímidas todavía, pero cuan fecundas y apasionantes, de las culturas no occidentales en la danza contemporánea: la fusión alquímica de la tradición china con la técnica occidental, experimentada por Lin Hwai-min en Taiwan; la secularización de la danza india clásica por Chandralekha en Madras; la combinación revolucionaria del Bhârata Nâtyam indio con la música occidental imaginada por Shobana Jeyasingh en Londres; los elementos tomados por Irène Tassembedo y su compañía burki¬ nabé, Ebene, a la tradición africana; la adapta¬ ción de las danzas tradicionales aborígenes a temas contemporáneos por la Compañía Abo¬ rigen e Insular de DanzaTeatral o el Grupo Bangara en Australia? Perspectivas futuras Se trata de aspectos de la danza contempo¬ ránea que de ningún modo forman parte de la corriente postmodernista. En realidad, la danza contemporánea es tan rica, tan diversa, que cabe preguntarse en que dirección se va a orientar. Cuando las tendencias en boga dan señales de estar agotadas, siempre hay alguien dispuesto a tomar el relevo. En todo caso, las libertades conquistadas por los dos monstruos sagrados contempo- Arriba, el bailarín ruso Mijail Baryschnikoff, en 1977, en Push comes to shove, coreografía de la norteamericana Twyla Tharp. Abajo, La consagración de la primavera (1995), coreografía de la alemana Pina Bausch. ráneos, Merce Cunningham y Pina Bausch, incluso desvirtuadas por sus epígonos, son logros duraderos, decisivos para el porvenir. Citemos la eliminación de la perspectiva uni¬ dimensional en provecho de un espacio abierto, ampliado, que responde en cierto modo a los descubrimientos de la física moderna (Cunningham); la recuperación de todas las formas de expresión humana, incluso triviales y sin interés (con inclusión de la palabra y el canto), al servicio de la danza; el abandono del entablado clásico por superfi¬ cies naturales como el césped, la tierra apiso¬ nada e incluso el agua (Bausch). En el futuro hemos de estar preparados para ver cada vez más espectáculos de danza que rechazarán el escenario cerrado a la italiana 23 Concertante (1994), coreografía del neerlandés Hans van Manen. en beneficio del escenario abierto o de la palestra, en que la palabra y el canto darán mayor sentido a los movimientos, que no se ceñirán a un solo código de expresión (el estilo de Martha Graham o la técnica de José Limón), y en que incluso el dominio de los movi¬ mientos de la danza clásica dejará de ser consi¬ derado esencial. No interesa saber en defini¬ tiva si los ballets acuáticos (en piscina) o aéreos (en muros verticales que los actores escalan y descienden) son un mero accidente estético o la señal de una evolución artística. Lo impor¬ tante es que existan y que tengan posibilidades de multiplicarse en el futuro. La impronta de la danza contemporánea occidental en las formas de expresión tradi¬ cionales no europeas podría ser mirada por algunos como una forma de neocolonialismo railing Angels (1989), coreografía del checo Jiri Kylian. cultural. Pero hay que darse cuenta de que las influencias son recíprocas y que los estilos de danza extraeuropeos se imponen también en Occidente. La importancia creciente que cobran allí las danzas tradicionales de Africa y Asia no se debe sólo a los inmigrantes de esos continentes, y un norteamericano o un europeo, que vive en Nueva York, Los Angeles, París o Londres, ya no necesita viajar para descubrir espectáculos auténticos de danza africana o asiática. Un número cada vez mayor de bailarines profesionales, en Occidente, van a buscar en las culturas tradicionales un complemento, incluso un substitutivo, de las técnicas occi¬ dentales. Ello tiene, que duda cabe, repercu¬ siones en los espectáculos que producen. Muchas compañías jóvenes han asimilado así la influencia japonesa del butô y ya no es necesario haber nacido en Madras o Jaipur para dominar los arcanos del Bhârata Nâtyam o del kathak. Tales influencias sólo pueden enriquecer la danza y se intensificarán en el futuro. La danza postmoderna, por lo menos en los grandes espacios urbanos de los países Picture (1984), coreografía de Merce Cunningham (a la derecha). G amia Barn (1990), coreografía del sueco Mats Ek. Sécheresse et pluie (1995), coreografía de la vietnamita Ea Sola. occidentales, está llamada a reflejar siempre el aspecto más abigarrado de la sociedad pluri- cultural que allí se desarrolla. Esos cambios le harán perder algunos de sus rasgos pura¬ mente occidentales, de lo que nadie habrá de quejarse. No por eso hay que llegar a la conclusión de que la influencia del ballet clásico está defi¬ nitivamente muerta. Desde la reconciliación de lo moderno y lo clásico en el ballet Epi¬ sodes, codirigido en Nueva York en 1959 por Martha Graham y George Balanchine, las dos grandes concepciones occidentales de la danza no han dejado de aproximarse. Suele ser difícil, por ejemplo, decidir a qué género pertenecen las coreografías concebidas por el sueco Mats Ek, el checo Jiri Kylian, el norte¬ americano William Forsythe o el neerlandés Hans van Manen. Lo que cuenta es la calidad La la la Human Steps Infante (1991), coreografía del canadiense Edouard Lock. Nanlakou danza del coreógrafo haitiano Kettly Noël, inspirada en el culto vodú. intrínseca de obras como Double You (solo de Jiri Kylian) o Grass (ballet para dúo de Mats Ek), que también han influido en otros creadores de vanguardia. En todo caso, es seguro que, como en la pintura, la tendencia a vaciar el cuadro de su contenido ha sido superada. El minimalismo era tal vez necesario para definir lo que cons¬ tituye la esencia de la danza. La tendencia general en la actualidad (en Japón, en Nortea¬ mérica, en Alemania y en Francia) es a reha¬ bilitar el movimiento e incluso, podría afir¬ marse, de cualquier movimiento, en los deco¬ rados y contextos más diversos. Aunque parezca algo trivial, ya no podrá llamarse danza a un espectáculo en que los bailarines se contenten con permanecer inmóviles en su lugar. 26 las metamorfosis de la tradición JAPÓN S WfflM reinventado porAkira Amagasaki Elnôyelbutô: estas dos formas de danzajaponesa, aunque diametralmente opuestas, poseen un lenguaje común. Arriba, lufs (1986), danza butô interpretada por la compañía Sankai Juku. En el nô, una de las formas más caracte¬ rísticas de la danza tradicional japonesa, hay una ausencia total de saltos acrobáticos, de piruetas o de movimientos dirigidos a sor¬ prender al público. El intérprete, cuyo cuerpo ni siquiera está en extensión completa, recorre la escena con una lentitud casi irritante. ¿Qué vínculo existe entre el butô, uno de los prototipos de la danza contemporánea japonesa, y el nô? Aparentemente, en el plano formal la ruptura es completa. Pero una observación más detenida descubre en la filo¬ sofía del butô una concepción del cuerpo que procede de la tradición. El cuerpo en el nô A fines del siglo XIV Zeami, que llevó al más alto grado de perfección esta forma de teatro cantado y bailado, estableció tres condiciones indispensables para el actor de nô utilizando los términos metafóricos de "piel, carne y esqueleto". La "piel" es la belleza visible, la de la apariencia física y el movimiento. La "carne" es el conjunto de técnicas que el bai¬ larín domina. El "esqueleto", la más impor¬ tante de las tres, corresponde a una intensidad corporal, que no debe relajarse en ningún momento de la representación. Esta intensidad no proviene ni de la viva¬ cidad de los movimientos, ni de la fuerza física, sino de una tensión interior. Debe mantenerse incluso cuando el cuerpo está totalmente inmóvil, cuando el bailarín adopta, por ejemplo, el kamae, postura fundamental del nô. Según el actor Hisao Kanze, cuando un principiante se entrena para llegar al kamae, "incluso en un ambiente no caldeado, en el invierno más crudo, le basta adoptar esa postura para olvidar 27 Representación de un nô en Kioto. En el primer piano, mascara de anciano. el frío". Sin embargo, ello no implica, en el plano fisiológico, ningún esfuerzo particular. De hecho, el ejercicio no se basa en la posición del cuerpo, sino en la tensión mus¬ cular y en la respiración. Suele decirse que la fuerza de un intérprete de nô se percibe de inmediato en su kamae. El de los mejores da a la vez una impresión de equilibrio indes¬ tructible y de poderosa presencia. El actor debe llegar a esa intensidad corporal antes de empezar a moverse en el escenario. Desde hace siglos para los espectadores de todo el mundo el cuerpo del bailarín se mueve al margen de la realidad cotidiana. El Japón no es una excepción a la regla. Uno de los orígenes de la danza tradicional se encuentra,por ejemplo, en ciertas ceremo¬ nias religiosas en las que una divinidad adopta la apariencia de una miko (mujer chamán) para manifestarse en el mundo terrestre. El cuerpo de la miko se mueve entonces fuera del espacio ordinario, según principios distintos de los habituales. Nuestros cuerpos no se limitan al uso que hacemos de ellos en la vida cotidiana. Estamos lejos de agotar todas sus posibilidades. En el Japón las artes marciales tradicionales, en par¬ ticular el kendo (la vía del sable), atribuyen una importancia capital a la posición estática de "guardia" (que recibe el mismo nombre que la postura básica del nô: kamae). Se afirma incluso que la fuerza de un budôka (persona que practica las artes marciales) puede eva¬ luarse a partir de esta única postura. En posi¬ ción kamae, el cuerpo del budôka permance totalmente inmóvil. Pero, interiormente, toda su musculatura está pronta a movilizar la máxima energía. Ello no significa que cada músculo esté en tensión, sino más bien que ni uno solo está adormecido. Aunque la con¬ ciencia no se concentra en un determinado punto del cuerpo, puede afirmarse que nin¬ guno escapa a su control. El kamae no se define, pues, como una postura abierta a todas las posibilidades, sino como un movi¬ miento virtual. El movimiento virtual En virtud de un fenómeno análogo, el kamae de un actor de nô transmite una energía latente que el espectador percibe como inten¬ sidad corporal. Esta energía se manifiesta en las posturas estáticas y a través de los movi¬ mientos lentos. Al ponerse en acción, la eco¬ nomía de energía es tanto mayor cuanto más partido se saca de la inercia y de las fuerzas de reacción. Por ejemplo, para impedir que un palo posado verticalmente en la palma de la mano oscile se necesita una tensión y una energía mucho mayores que para evitar que caiga. Así, mantener el cuerpo rigurosamente en su eje durante un desplazamiento horizontal supone un esfuerzo extraordinario, que pro¬ cede del interior, y exige a la vez una regula¬ ción de ínfimos mecanismos físicos y un gran gasto de energía. Lo importante es que los espectadores puedan percibir ese esfuerzo interior. A través de un desplazamiento semejante, que en sí no es racional, el cuerpo aparece perfectamente controlado y demuestra a la vez las posibilidades ofrecidas por los movimientos latentes y la magnitud de la energía que lo habita. De ahí, la impre¬ sión de intensidad que emana de él. El objetivo primordial del nô es más la cre¬ ación de ese cuerpo intenso que el movi¬ miento en sí. Paradójicamente, al limitar los movimientos las posibilidades de alcanzar ese, objetivo aumentan. Ello explica que la ense¬ ñanza de Zeami se inspire en el siguiente prin¬ cipio: "Mover el espíritu diez décimos y el Danza butô interpretada por Kazuo Ohno. AKIRA AMAGASAKI, catedrático japonés, ha publicado entre otras obras, Kotoba to Shintai (1990, El lenguaje y el cuerpo) y En no Bigaku (1995, Estética de las relaciones). cuerpo siete décimos." Los tres décimos res¬ tantes constituyen el movimiento virtual y dan al cuerpo su intensidad. Más tarde, al "esqueleto" formado por ese cuerpo se sumarán la "carne" del virtuosismo y la "piel" de la bella apariencia, los tres elementos que permiten a la danza nô realizarse plenamente. El cuerpo amordazado El butô nació en Japón hacia 1960. Tatsumi Hijikata, bailarín moderno sin ninguna prác¬ tica de las danzas tradicionales japonesas, quiso basar esta nueva forma de danza en su experiencia de la vida en su aldea natal. Con¬ cibió el butô no sólo en oposición a la danza occidental, sino también como una reacción frente a las danzas tradicionales japonesas, pues todas pertenecen a una cultura a la vez urbana y aristocrática. Para el joven Tatsumi el medio en que se crió no es más que una suma de fragmentos grotescos. Naturaleza, hogar, vida cotidiana: todo es imperfecto. Posee una sola certeza: su cuerpo vulnerable. A su juicio, el cuerpo es prisionero de moldes culturales desde la infancia, a través de la educación. El objetivo primordial de la danza es, pues, resucitar las posibilidades de ese cuerpo asfixiado por la cultura. La tarea es ardua, pues el hombre es totalmente incapaz de imaginar al no haberlas vivido, observado o pensado esas posibilidades hoy día perdidas. Sólo sabe que debe hacerlas revivir mediante un proceso que no suponga ni la regresión infantil ni el retorno al hombre primitivo. "Hacer" y "devenir" "El butô, dice Tatsumi Hijikata, es un cadáver que se mantiene en pie a riesgo de su vida." Supongamos que el hombre rechace todos los movimientos rutinarios impresos en su cuerpo. Probablemente, entonces, le costará mantenerse en pie. Sin embargo, tendrá que enderezarse. Y, una vez de pie, permanecer en esa posición. Pues es así como su cuerpo podrá descubrir nuevas posibilidades. En eso consiste la danza butô. Totalmente despro¬ vista de gracia y en los antípodas del refina¬ miento cultural del nô y del kabuki, debería por ello mismo dejar al descubierto el carácter ficticio de la cultura contemporánea. Si los cuerpos bellos y estilizados son a la vez producto y víctima de la cultura, los cuerpos feos y torpes del butô hacen vacilar la imagen estereotipada que tenemos de ellos y, al mismo tiempo, del sistema cultural como tal. El cuerpo de cada bailarín de butô tiene desde luego características propias. Uno ali¬ mentará largo tiempo un resentimiento hábil¬ mente contenido para dejarlo surgir de golpe en el momento oportuno. Otro mostrará el cuerpo transparente y vulnerable de un ángel. Un tercero pasará por sucesivas transforma¬ ciones de acuerdo con el lugar, el tiempo y el público. Sin embargo, en cualquier caso, el bai¬ larín de butô debe aniquilar primero su cuerpo cultural, y vuelto cadáver, ponerse de pie. Sólo después se preguntará cómo moverse. Si se define al bailarín occidental como aquél que "hace" movimientos que el hombre común es incapaz de ejecutar, puede afirmarse que el intérprete de nô "deviene" un ser al margen de lo cotidiano. El primero es ante todo un especialista del movimiento. Su entrenamiento persigue esencialmente la adquisición de un gran virtuosismo. Con ese fin somete su cuerpo a una severa disciplina. Realizar el grand écart no está a alcance de 29 Danza buto Interpretada por Kazuo Ohno. AKIRA AMAGASAKI, catedrátiCO japonés, ha publicado entre otras obras, Koloba lo Shinlai (1990, El lenguaje yel cuerpo) yEn no Bigaku (1995, Estética de las relaCiones). cuerpo siete décimos." Los tres décimos res- tantes constituyen el movimiento virtual y dan al cuerpo su intensidad. Más tarde, al "esqueleto" formado por ese cuerpo se sumarán la "carne" del virtuosismo y la "piel" de la bella apariencia, los tres elementos que permiten a la danza no realizarse plenamente. El cuerpo amordazado El buto nació en Japón hacia 1960. Tatsumi Hijikata, bailarín moderno sin ninguna prác- tica de las danzas tradicionales japonesas, quiso basar esta nueva forma de danza en su experiencia de la vida en su aldea natal. Con- cibió el buto no sólo en oposición a la danza occidental, sino también como una reacción frente a las danzas tradicionales japonesas, pues todas pertenecen a una cultura a la vez urbana y aristocrática. Para el joven Tatsumi el medio en que se crió no es más que una suma de fragmentos grotescos. Naturaleza, hogar, vida cotidiana: todo es imperfecto. Posee una sola certeza: su cuerpo vulnerable. A su juicio, el cuerpo es prisionero de moldes culturales desde la infancia, a través de la educación. El objetivo primordial de la danza es, pues, resucitar las posibilidades de ese cuerpo asfixiado por la cultura. La tarea es ardua, pues el hombre es totalmente incapaz de imaginar -al no haberlas vivido, observado o pensado- esas posibilidades hoy día perdidas. Sólo sabe que debe hacerlas revivir mediante un proceso que no suponga ni la regresión infantil ni el retorno al hombre primitivo. "Hacer" y"devenir" "El buto, dice Tatsumi Hijikata, es un cadáver que se mantiene en pie a riesgo de su vida." Supongamos
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