Logo Studenta

HIJOS DESAFIANTES Y REBELDES

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

Índice
Portada
Dedicatoria
Prefacio
Introducción
I. Conozca mejor a su hijo desafiante
1. ¿Hay algo en mi hijo que no funciona bien?
2. ¿Por qué le está ocurriendo esto a mi familia?
3. ¿Qué puedo hacer?
4. Reglas que no caducan: las bases para mejorar el comportamiento
II. Llévese bien con su hijo desafiante
5. Paso 1: ¡Preste atención!
6. Paso 2: Consiga paz y cooperación con el elogio
7. Paso 3: Cuando el elogio no sea suficiente, ofrezca recompensas
8. Paso 4: Use formas de disciplina moderadas, el tiempo-fuera y otras
9. Paso 5: Utilice el tiempo-fuera con otros problemas de conducta
10. Paso 6: Piense en voz alta y piense en el futuro. Qué hacer en público
11. Paso 7: Ayude al maestro para que ayude al niño
12. Paso 8: Camine hacia un futuro lleno de esperanza
Apéndice
Recursos
Notas
Créditos
2
kindle:embed:0001?mime=image/jpg
A Steve Kagen, póstumamente, por su profundo afecto, valentía, fortaleza, bondad y
amistad ante uno de los trastornos neurológicos de naturaleza más cruel, quijotesca y
exasperante, el síndrome de Tourette.
R. A. B.
A mis padres Rita y Edward McNesby.
C. M. B.
3
Prefacio
Este libro es el resultado de más de veinte años de práctica clínica y de investigación
sobre la naturaleza, causas y tratamiento de las conductas irruptivas de los niños,
especialmente de los problemas relacionados con las conductas impulsivas, hiperactivas,
desatentas y desafiantes. También se apoya en los miles de estudios científicos que se
han ocupado de estudiar estos problemas y su tratamiento, como se refleja en la
bibliografía psiquiátrica y psicológica. El programa para el manejo de las conductas
oposicionistas y desafiantes de los niños que se expone en este libro, es uno de los
programas de entrenamiento para padres más usado en los Estados Unidos y uno de los
más eficaces. Durante las dos últimas décadas, a través de seminarios y talleres, he
explicado este programa a más de 10.000 profesionales de la salud, con el objetivo de
que puedan trabajar con las familias a las que atienden en su práctica clínica. También he
enseñado este programa, a través de mi propia práctica clínica, a más de 2.500 familias.
Tanto mi investigación como mi práctica clínica me han permitido crear un manual
para profesionales clínicos que describe la naturaleza de la conducta oposicionista y
desafiante en los niños, los enfoques para su evaluación, y un programa muy detallado de
diez pasos para el entrenamiento de padres, como uno de los métodos más eficaces para
reducir los conflictos en la relación con sus hijos. También he realizado dos vídeos para
profesionales sobre la naturaleza y el tratamiento de la conducta desafiante. Aunque estas
fuentes de información pueden ser de gran utilidad para los profesionales que trabajan en
los servicios de atención a los que se envía a los niños con conductas agresivas,
negativistas1 e impulsivas, puede que no sean de tanta utilidad para los padres. Estoy
convencido de que sólo un libro escrito expresamente para los padres puede cubrir la
enorme y diversa necesidad de disponer de información directa, útil y con sentido. El
programa de ocho pasos que contiene este libro es una adaptación de un programa
original de diez pasos, y está destinado a explicar a los padres cómo pueden ayudar a su
hijo, difícil de controlar y educar, a que se convierta en un adulto agradable, cooperativo,
bien ajustado y con éxito.
Tengo experiencia como autor de investigaciones científicas y libros de texto para
profesionales, por lo que desde las primeras conversaciones con el editor de este libro
intentamos contar con la colaboración de Christine Benton como coautora. Chris trabajó
conmigo para conseguir que la información científica que había reunido sobre el trastorno
por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) fuera más interesante, práctica, útil y
eficaz para el lector medio en Taking Charge of ADHD: The Complete, Authoritative
4
Guide for Parents (Nueva York, Guilford Press, 1995).2 Ella estuvo de acuerdo y este
libro es el resultado de una mutua y satisfactoria colaboración. Si encuentra que este libro
es fácil de leer y de asimilar, incluso entretenido, todo el mérito es de Chris. Si encuentra
que los métodos y los contenidos de este programa son poco claros, entonces toda la
culpa es mía.
Ningún programa como el que aparece en este libro es el resultado del trabajo de
una persona o, como en este caso, de dos personas. Diversas partes esenciales de este
programa fueron desarrolladas hace más de treinta años por Constance Hanf, profesora
emérita de Ciencias de la Salud en la Universidad de Oregón, quien me las enseñó
durante una estancia que tuve la suerte de realizar en esta excelente institución, en la
unidad para niños con dificultades del Centro de rehabilitación y desarrollo para niños. Le
estoy muy agradecido por su sensible guía y orientación. Las partes originales de su
trabajo, sin embargo, se han combinado con otros muchos componentes y
procedimientos eficaces para el control y entrenamiento de niños, extraídos de los
trabajos de muchos profesionales. Algunas de estas personas merecen nuestro
reconocimiento porque han dedicado su carrera e investigación al estudio de la conducta
desafiante y agresiva de los niños, y a su tratamiento: Gerald Patterson, John Reid, Rex
Forehand, Robert McMahon, Robert Wahler, Charles Cunningham, Eric Mash, Thomas
Disshion, Sheila Eyberg, Carolyn Webster-Stratton, Maureen Forgatch, Mark Roberts,
Stephen Hinshaw, William Pelham, James Swanson, Rolf Loeber y Matew Sanders.
Otras personas que me han aconsejado durante años, y que han influido en la forma y el
contenido de este programa para manejar a los niños, mejorando su eficacia son: Eric
Ward, Mariellen Fischer, Arthur Anastopoulos, George DuPaul, Terri Shelton, Gwen
Edwards, Michael Gordon, Maryann Roberts y Robert Newby, con quienes he tenido el
honor y el placer de trabajar en unos momentos o en otros. En concreto, cuando Chris y
yo buscábamos ejemplos recientes de familias que estuvieran esforzándose por afrontar
la conducta desafiante de su hijo y ayudándole, recurrimos a Gwen Edwards, jefe de la
clínica del TDAH en el Centro médico de la Universidad de Massachusetts, para
encontrar anécdotas tomadas de casos clínicos reales, que nos ilustrasen de forma sincera
y atractiva. Por su ayuda en este aspecto, Chris y yo le estamos muy agradecidos.
Mientras escribía este libro he recibido ayudas del Instituto Nacional de Salud
Mental. Sin embargo, los autores son los únicos responsables del contenido de este texto,
que no representa el punto de vista oficial ni implica, necesariamente, la aprobación de
este instituto. También estoy muy agradecido a Paul Appelbaum, profesor y director del
Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Massachusetts por el apoyo que he
recibido del departamento durante los últimos trece años.
Chris y yo damos las gracias a Seymour Weingarten y Robert Matloff de Guilford
Press por el estímulo y colaboración que nos han brindado en este proyecto, así como
por el apoyo continuado que hemos recibido a lo largo de muchos años. También
5
estamos agradecidos al extraordinario equipo de producción de esta magnífica editorial.
Ellos se consideran una familia, y queremos agradecerles que nos hayan permitido ser
una pequeña parte de ella a lo largo de este proyecto.
Finalmente, Chris y yo queremos expresar nuestra gratitud a nuestras familias por su
paciencia con nosotros mientras escribíamos este libro, por el tiempo que les hemos
quitado y por las enseñanzas que nos han brindado sobre la vida de una familia con
niños. Prometemos compensarlos por ello. Especialmente debemos dar las gracias a Pat,
Steve y Ken Barkley y a Mike y Liz Benton. Sin su apoyo nunca habríamos pensado, y
mucho menos intentado, este trabajo.
6
Introducción
Cuando un niño está siempre haciendo de las suyas, es fácil pensar que es el único
que se comporta así, o al menos que su comportamiento es peor que el de otros niños.
Probablemente está percepción lleve a los padresa censurarse con frases del tipo «¿Por
qué no puedo controlar a mi propio hijo?», y a sentirse bastante solos.
Pero no está solo y, seguramente, la conducta de su hijo no es mucho peor que la
que muestran otros chicos. Estudios recientes ponen de manifiesto que entre un 5 % y un
8 % de los chicos americanos muestran conductas de indisciplina y de tipo negativista y
desafiante. Hay que tener en cuenta que estas cifras incluyen sólo los casos que tienen
una gravedad suficiente como para que reciban un diagnóstico clínico. Sin embargo, es
mayor el número de niños que pueden ser considerados «difíciles» (aunque los padres
puedan estar tentados a llamarlos «imposibles»).
Como ustedes ya saben, estos niños vuelven locos a sus padres y, a veces, también
a otros adultos o incluso a otros niños, porque se niegan a hacer lo que los mayores les
piden o esperan de ellos, porque tienen mal genio o porque se saltan o ignoran las reglas
habituales. En consecuencia, les cuesta integrarse y llevarse bien con los demás. Su
manera de actuar puede interferir en el rendimiento escolar y en el desarrollo de
relaciones sociales adecuadas. Tal vez lo peor de todo es que su conducta puede dañar
seriamente la relación padres-hijo, debilitando el lazo afectivo que cualquier niño necesita
para convertirse en un adulto feliz y bien adaptado.
Sé muy bien que esta situación puede ser desmoralizadora para los padres y
perjudicial para el niño, porque he aconsejado a muchos padres que estaban atrapados en
una espiral de conflictos incesantes con su hijo o su hija (más a menudo con su hijo). Si
pudiera reunirse con algunos de estos padres, se daría cuenta de cuantas personas
absolutamente normales se encuentran ante el mismo problema que usted: la pérdida del
control sobre sus hijos.
Este libro constituye mi manera de ofrecerles el apoyo, la experiencia y la sabiduría
de otros padres. Durante más de doce años, mis colegas y yo hemos entrenado a padres,
individualmente o en grupo, en el uso de los métodos que ayudan a mejorar la conducta
de los niños y a que se integren mejor en la sociedad, en la clínica para niños con TDAH
del Centro Médico de la Universidad de Massachusetts en Worcester, Massachusetts.
La información aportada por los padres sobre qué técnicas funcionan y cuáles no,
nos ha ayudado a ampliar y refinar el programa, por lo que puede decirse que lo que
leerá en este libro se ha configurado a partir del trabajo con personas iguales que ustedes.
Además, en este libro no sólo encontrarán las respuestas a las preguntas que
7
frecuentemente se formulan los padres, sino también anécdotas que explican cómo
padres e hijos han resuelto situaciones comprometidas. Supongo que quedarán tan
impresionados como yo por la creatividad de estos padres.
La creatividad es un punto importante en la educación de un niño, pero no es nada
en comparación con la consistencia. La consistencia en la forma en que trata a su hijo
(cómo establece normas, le trasmite sus expectativas, le presta atención, estimula su buen
comportamiento y reacciona ante el mal comportamiento) es la clave para mejorar su
conducta, y es el eje sobre el que se articula el programa que se presenta en este libro.
Un niño indisciplinado y quisquilloso siempre pondrá a prueba su paciencia, y es
perfectamente humano estar demasiado cansado como para hacer cumplir las normas,
demasiado desesperado para aplicar la disciplina justamente, y demasiado frustrado como
para impedir que el conflicto siga creciendo. Todo esto conduce a lo que llamo
«educación inconsistente» y lo único que se consigue es que el niño se vuelva más
desafiante. La mejor forma de cortar este tipo de interacción es actuar consistentemente,
pero esto, probablemente, requerirá mucho esfuerzo de su parte.
Tal vez se pregunte ¿por qué recae en mí la responsabilidad de cambiar cuando es el
niño el que se porta mal? La explicación es sencilla. Primero es posible que un hijo no
pueda cambiar, si antes no cambia usted. Su hijo o hija necesita ayuda, y usted es la
persona más adecuada para dársela. En segundo lugar, gran parte de la frustración que
siente se deriva de la incapacidad para cambiar el comportamiento de su hijo, aunque lo
haya intentado. Muchos padres se sienten aliviados cuando empiezan a intervenir en un
área en la que ellos tienen el control, su propia conducta. En tercer lugar, tiene mucho
que ganar si pone en práctica estos cambios. Más de un 80 % de los padres que han
pasado por nuestro programa han visto resultados duraderos en la conducta de su hijo.
En los casos en que las conductas oposicionistas del niño interfieren en su vida y en la de
su familia, pero no son suficientemente graves para considerar la presencia de un
trastorno clínico, la aplicación coherente de este programa puede mejorar la conducta de
su hijo. Incluso en casos más graves, en los que la conducta desafiante del niño persiste,
las estrategias que se ofrecen en este programa pueden reducir notablemente las
conductas irruptivas del niño. Sin embargo, cuando no se hace nada, la conducta
desafiante suele dar lugar a problemas más graves en los años siguientes.
Si su hijo tiene más de doce años, o tiende a ser muy agresivo o violento, no
emprenda este programa sin el consejo de un profesional. En niños mayores la conducta
desafiante a veces está tan enraizada que no se puede tratar únicamente con programas
de autoayuda. Además si su hijo es violento, el terapeuta puede ayudarle a salvaguardar a
su familia. Por otra parte, un esfuerzo coordinado de un par de meses, puede ayudarle a
transformar su casa de un campo de batalla en un santuario, sólo con que comprenda
cuáles son las causas de la conducta desafiante y aprenda a manejar ésta. Como
consecuencia, será capaz de mejorar el cumplimiento de las normas por parte de su hijo
y, a la vez, restaurar la armonía familiar.
8
El libro está dividido en dos partes: «Conozca mejor a su hijo desafiante» y
«Llévese bien con su hijo desafiante». Lea con atención la parte destinada a entender
mejor la conducta desafiante, qué la causa y las diferentes maneras de tratarla. Antes de
acabar la primera parte debería tener una idea más clara de qué le pasa a su hijo y de qué
debería hacer. Aunque el libro se ha elaborado como un texto de autoayuda, algunas
personas pueden preferir usarlo como una guía, es decir, encontrar a un terapeuta en el
que confíen, y que esté familiarizado con el programa, y trabajar juntos. Cuando acaben
de leer la primera parte es posible que algunos de ustedes se den cuenta de que el
problema no es muy grave. De todas formas, espero que lean la segunda parte. Esta
parte está elaborada a partir de principios y pautas educativas de eficacia probada, que
ayudan a todos los niños. Estos principios se recogen en el capítulo 4, al final de la
primera parte. Estoy seguro que encontrará en ellos algo útil.
La segunda parte es el programa de entrenamiento para padres, en ocho pasos. Se
tarda ocho semanas en llevarlo a cabo, aunque debería haber cambios importantes en la
conducta de su hijo, y en su vida, entre las cuatro y las seis semanas. Quizá desee seguir
usando las técnicas que haya aprendido durante más tiempo. Para llevar a cabo un paso,
el anterior debe haberse completado con éxito, por lo que no se salte ninguno ni escoja
los pasos que considere más atractivos. Lo que tenga que hacer no será siempre divertido
o fácil, pero todo es necesario. Sobre todo, no aplique ninguno de los métodos de
disciplina que se exponen en el paso 4 (capítulo 8) antes de completar los pasos 1 a 3.
Los primeros pasos de este programa pueden ser una experiencia refrescante para
usted y su hijo. Dado que el éxito del programa depende de que haya una interacción
positiva entre usted y su hijo, debe aprender a prestarle atención sin criticarlo y a
elogiarle cuando se porta bien. En otras palabras, «pille a su hijo siendo bueno». Se
sorprenderá de las veces que su hijo hace algo que merece su elogio y de cuánto aprecia
que usted se lo reconozca. Una vez que se hayan establecidolas bases de una buena
cooperación, puede hacer que su hijo se acostumbre a obedecer practicando primero con
peticiones que sean fáciles de cumplir, y a las que sea poco probable que se niegue. El
elogio constituye un incentivo poderoso pero no es el único, así que el próximo paso es
aprender a utilizar los premios como incentivos, para que vaya cooperando cada vez de
forma más estable y en tareas a las que generalmente pone más objeciones.
Sólo deberá pasar a formas de disciplina algo severas cuando haya aplicado todos
estos métodos positivos, destinados a conseguir que su hijo obedezca. Estas formas de
disciplina incluyen la retirada de premios ante la conducta desafiante, igual que se le
conceden premios cuando se porta bien, así como el uso del tiempo-fuera. Llegado este
punto (siguiendo el paso 5) los avances deberían ser importantes, pero si todavía necesita
controlar la conducta del niño fuera de casa, los pasos 6 y 7 ofrecen técnicas para aplicar
estos métodos en lugares públicos y en la escuela. La segunda parte finaliza con una
mirada hacia el futuro, es decir cómo mantener los progresos que ha conseguido o como
anticipar y enfrentarse a futuros problemas de conducta.
9
Al final del libro encontrará dónde puede obtener información adicional y buscar
apoyo. De todas formas no olvide que hay muchos profesionales competentes dispuestos
a ayudarle si este libro no es suficiente. Si necesita más ayuda, póngase en contacto con
uno, empezando por su pediatra.
10
11
I
12
CONOZCA MEJOR A SU HIJO DESAFIANTE
13
1
¿Hay algo en mi hijo que no funciona bien?
Pensar que hay en su hijo algo que no funciona bien es doloroso y da miedo.
Cuando la causa de su preocupación es el mal comportamiento de su hijo, especialmente
hacia usted, se siente desconcertado y agotado. Por un lado usted cree que nadie de la
edad de su hijo se comporta como él lo hace… pero, por otra parte, ¿no desobedecen y
desafían la autoridad de los padres todos los chicos? ¿No pasan todos por estas fases?
¿Realmente tiene motivos para preocuparse? Probablemente esté perdiendo el sueño y
sufriendo con preguntas como éstas. Y lo último que usted necesita es perder el tiempo
peleando con su hijo.
En este capítulo deseo ayudarle a empezar a recuperar la energía que necesita para
reconducir los problemas que está viviendo con su hijo o hija. Permítame empezar
respondiendo a la pregunta que, probablemente, le mantiene despierto por la noche
—«¿Hay algo en mi hijo que no funciona bien?»— a través de un sencillo test.
Responda «nunca o rara vez», «algunas veces», «a menudo», o «muy frecuente» (y
guarde sus respuestas para comparaciones posteriores).
Mi hijo…
1. Pierde el control
2. Discute con los adultos
3. Desafía activamente o se niega a obedecer lo que los adultos le piden
4. Molesta deliberadamente a los demás
14
5. Culpa a los demás de sus errores o mal comportamiento
6. Es muy susceptible o se molesta con facilidad
7. Se muestra enfadado y resentido
8. Es rencoroso o vengativo
Si ha respondido «a menudo» o «muy a menudo» al menos a cuatro preguntas, sus
preocupaciones, probablemente, están bien fundadas. Las conductas de su hijo pueden
ser el signo de un verdadero problema, y usted está haciendo algo adecuado cuando lee
este libro. Sin embargo, las generalizaciones no le proporcionarán una respuesta
satisfactoria. Para conocer la situación de su hijo, probablemente necesita observar más
detenidamente sus patrones de comportamiento. ¿Dónde y cuándo su hijo se comporta
así? ¿Cómo es de grave el mal comportamiento que usted ve? ¿Cómo es, comparado con
lo que los otros chicos dicen y hacen?
Si las preguntas son demasiado amplias para describir a su hijo de manera exacta,
quizás las siguientes situaciones le sonarán familiares:
• «Jenny es una chica cariñosa, afectuosa y sus profesores dicen que es muy
brillante, pero hay que tener cuidado con pedirle que haga algo que no quiere hacer.
Entonces parece una niña diferente, gritona, hostil y completamente intratable. Cuanto
más le explico que debe irse a la cama a su hora, recoger los juguetes o lavarse los
dientes, más alto grita ¡No! Parece como si estuviera buscando que la castigue.»
• «Ben no se porta bien en ningún sitio. Tengo que arrastrarlo fuera de las tiendas
de juguetes y acabar discutiendo porque quiere que le compre golosinas en la tienda de
ultramarinos. He llegado a un punto en el que hago todo lo que puedo por quedarme en
casa. No tengo energía para enfrentarme y manejar una y otra crisis, día tras día.»
• «Veo que Josh está triste y aislado, pero no sé qué hacer. He intentado explicarle
que los otros chicos no quieren jugar con él porque es muy mandón. No puede hacer lo
que quiere todo el tiempo. Me rompió el corazón que fuera el único chico del bloque al
que no invitaron al cumpleaños de Billy.»
15
• «Me siento como si estuviera en una de esas ruedas a las que se suben los
hámsters, enjaulada y sin saber qué hacer para escapar. Annie me responde y yo grito.
Ella grita y yo grito más fuerte. La amenazo con castigarla y sigue desobedeciendo. Me
exaspero y me enfurezco hasta el punto de alarmarme o quedar exhausta. Es entonces
cuando empiezo a calmarme y me doy cuenta de que he desperdiciado veinte minutos,
discutiendo con una niña de cinco años, sin conseguir que haga lo que le he pedido.»
• «Estaba tan desconcertado por la calma que Susie mostraba cuando se negaba a
hacer lo que le pedía que la llevé al otorrinolaringólogo. Que no pudiera oírme era la
única razón lógica que tenía para explicarme que llegara a ignorarme tan a menudo.»
• «Frankie tiene mal genio y siempre quiere salirse con la suya. No nos
preocupamos mucho cuando tenía dos años, nos decíamos que ya crecería. Pero ahora
vemos que los otros niños han dejado atrás «los terribles dos años» y han cambiado.
Pero Frankie, con seis años, todavía sigue con sus rabietas cada día, quita los juguetes a
otros niños, empuja a los demás para ser el primero en la fila y, literalmente, hay que
arrastrarlo a la cama cada noche. ¿Cuánto durará esto todavía?»
Lo que tienen en común todas estas quejas de los padres es la provocación. Se le
puede llamar resistencia, rebeldía, oposicionismo, terquedad, desobediencia, obstinación,
descaro, insolencia y otra docena de términos. Es un reiterado fracaso del niño para
seguir las reglas, obedecer órdenes, cumplir con los encargos o hacer lo que los padres,
profesores, compañeros y la sociedad esperan que haga. Reconocer a su hijo en una o
más de las descripciones precedentes, puede ayudarle a avanzar un poco más, pero
todavía no es suficiente para indicarle si hay algo que no funciona bien. La conducta
oposicionista y desafiante puede aparecer de tantas formas que causa perplejidad. Los
padres definen el «mal comportamiento» de muchas formas diferentes, dependiendo de
cómo esperan que su hijo se comporte y de su tolerancia para cualquier conducta que
cae fuera de lo que consideran los límites. Por lo tanto, para responder a la pregunta
«¿De verdad hay algo en mi hijo que no funciona bien, o es un problema mío?», necesita
algunas medidas objetivas y fiables. Mis colegas y yo consideramos que un chico es
negativista y desafiante cuando presenta los tres tipos de conductas siguientes:
1. El niño tarda más de un minuto en empezar a hacer lo que usted le dice (o no
empieza a hacerlo en el minuto siguiente al momento en el que usted se lo ha dicho, por
ejemplo que empiece después de que acaben los dibujos animados que está viendo).
2. El niño, o la niña, no acaba lo que usted le ha dicho que haga. Algunos niños
pueden levantarse y empezar a hacer la cama, como se les ha pedido, pero la dejan a
medio hacer para comenzar algo más divertido o llamativo.
3. El niño transgrede reglas o normas ya aprendidas. ¿Sabe su hijo que en su casa
no se permite decir palabrotas y, sin embargo, lo hace? ¿Sabe su hija que no debe comer
sin permiso pero coge comida del frigorífico sin preguntar si lo puede hacer? Es más
16
probable que las conductas desafiantesy de insumisión aparezcan en casa o en público,
pero su hijo puede presentarlas también en la escuela, levantándose de su mesa sin
permiso, o hablando mientras el maestro está explicando algo.
Uno de los aspectos más problemáticos que presenta la identificación de las
conductas desafiantes de los niños, tanto para los padres como para los psicólogos, es
que estos tres tipos de conductas pueden aparecer de diferentes formas y presentarse con
muy diverso grado de agresividad. Algunas chicas, como hemos visto anteriormente con
Susie, se muestran bastante pasivas en su forma de evitar peticiones y normas. Otras,
como Jenny y Frankie, pueden expresar su desafío de forma verbal o física. Muchos
padres informan de que sus hijos gritan o reniegan o que, incluso, les empujan o golpean
cuando les ordenan que hagan algo que ellos no quieren hacer. La conducta negativista y
desafiante puede extenderse a lo largo de una gama que va desde quejarse, lamentarse y
llorar hasta discutir, chillar, gritar, vociferar y decir palabrotas. Puede ir desde dejar sin
hacer los encargos o tareas que se le encomiendan hasta destruir cosas de otras personas
o meterse en peleas. Quizás usted haya observado algunas de estas tendencias en su hijo:
Los niños negativistas y desafiantes…
— Cambian rápidamente de estar contentos a estar enfadados.
— Luchan contra lo que tienen que hacer de forma obligatoria como hacer la cama, ir
a la escuela o sentarse a la mesa en la hora de las comidas, incluso cuando saben
que se les obligará a cumplirlo.
— Insisten en hacer las cosas a su manera cuando juegan con sus amigos.
— Discuten y vociferan cuando realizan las tareas, tanto si son pequeñas como
grandes, especialmente si no quieren hacerlas.
— Pueden engañar o mentir para escapar a la responsabilidad de sus acciones.
— Tienden a mostrarse rencorosos y no olvidan los pequeños desaires.
— Se irritan con facilidad.
— Se pueden mostrar hostiles con algunas personas sin ninguna razón.
— Ignoran las órdenes.
— Desobedecen deliberadamente a sus padres y, algunas veces, a otros adultos.
— Rompen las reglas de forma indiscriminada.
— Molestan o se burlan de la gente, aparentemente para divertirse.
— Se resisten a interrumpir sus juegos.
— Se muestran resentidos y culpan a los demás de sus errores.
— No pueden controlar su genio como lo hacen los niños de su edad.
— A menudo, cuando están enfadados, rompen o destruyen cosas.
— Pueden llevar a cabo conductas autolesivas como aguantar la respiración o
golpearse en la cabeza.
— Muestran poco respeto por sus padres, especialmente por la madre.
17
Si todo lo anterior empieza a dibujar un cuadro bastante exacto de su hijo, siga
leyendo. En este capítulo encontrará lo que necesita saber sobre la conducta de su hijo
para determinar si usted tiene un verdadero problema que resolver, o sólo una fase del
desarrollo que debe aguantar. Aquí se explica cómo y cuándo la conducta desafiante se
diagnostica como un trastorno y qué otros problemas la pueden acompañar. En las
páginas siguientes encontrará orientaciones para comprender hasta qué punto es severo y
preocupante el problema de su hijo, y si usted necesita más ayuda de la que pueda
proporcionarle este libro. Muchos de ustedes, sin embargo, se tranquilizarán al descubrir
que no necesitan la ayuda de un profesional para controlar este problema. De hecho,
cuanto más aprenda sobre la naturaleza de la conducta desafiante en los niños, menos la
verá como «algo que no funciona bien en su hijo», y más la entenderá como una
situación difícil, con soluciones factibles. Confío que acabará este capítulo con la
esperanza renovada de que usted puede afrontar este desafío, que puede restablecer la
relación cariñosa con su hijo, que ambos merecen, y que este problema no se interpondrá
en el camino de su hijo hacia una vida adulta feliz y saludable.
¿CUÁNDO UNA ETAPA SE CONVIERTE EN UN PROBLEMA?
No importa el número de veces que haya respondido «a menudo» en el cuestionario
del principio de este capítulo; si esas conductas han aparecido recientemente, no hay
razones para preocuparse. Aunque una semana de «No, no quiero» puede parecer una
eternidad, el hecho es que si este comportamiento no dura seis meses como mínimo
puede ser transitorio. ¿Cómo puede saberlo y qué puede estar ocurriendo en este caso?
Por horroroso que pueda parecerle, lo que su hijo está haciendo puede ser
completamente normal, teniendo en cuenta su edad. No piense que un niño entre 18 y 24
meses es muy desafiante porque diga «no» a todo. Ni tampoco se puede decir que
Harry, un chico de nueve años presenta este trastorno sólo porque este chico amable,
cuando estaba en tercer curso de primaria, se ha vuelto beligerante y desobediente ahora
que está en cuarto curso, como le ocurre a muchos de sus compañeros. Quizás lo único
que deba hacer es esperar, como hacen otros padres, durante estas pesadas etapas, como
«los terribles dos años» o «los tormentosos diez».
Un chico de cinco años que dice «no» a todo, sin embargo, es otra historia, y
también un chico de doce años que continúa con su práctica inmadura de coger una
rabieta cuando se le dice que haga algo que no desea hacer. En estos casos es
conveniente que tenga en cuenta el patrón de comportamiento habitual de estos chicos a
lo largo de la infancia. Algunos chicos muestran signos de un temperamento difícil desde
muy pequeños, por lo que sus padres no se sorprenden mucho ni se sienten abatidos
cuando las dificultades se vuelven desafíos.
18
Sin embargo, cuando la conducta es completamente nueva usted debe tener en
cuenta la posibilidad de que haya otros factores que estén causando la conducta
desafiante del niño. Los niños pueden actuar de esa manera en respuesta a cualquier
acontecimiento, como el inicio de la pubertad o el divorcio de los padres. La conducta
desafiante puede ser expresión del estrés causado por una enfermedad de los padres o
hermanos, un largo viaje de negocios de uno de los progenitores, o el nacimiento de un
nuevo hermano. Una enfermedad prolongada también puede dar lugar a que la conducta
de su hijo, un chico calmado, de temperamento suave, se altere y desajuste, igual que el
pasar por una determinada etapa del desarrollo puede causar estragos en la actitud de su
hija, anteriormente cooperativa. La clave está en la duración de estas conductas. Hemos
encontrado que el estrés que puede provocar un acontecimiento, generalmente se
resuelve y desaparece en unos seis meses, por lo que las nuevas conductas desafiantes
no deben ser causa de alarma, a menos que se prolonguen más tiempo. Cuando pase
esto, usted debe averiguar si hay, o ha habido, algún acontecimiento estresante. Si usted
sabe que hay algo en el entorno de su hijo que continúa afectándolo emocionalmente —
peleas entre los padres, cambios importantes en el estilo de vida, y así sucesivamente—
puede que usted necesite buscar consejo. En cualquier momento en el que su hijo
presente un cambio radical y abrupto en su comportamiento, usted debería buscar un
consejo médico. Vea en el capítulo 3 cómo puede conseguir esta ayuda profesional.
Usted también puede necesitar ayuda si advierte otros síntomas junto con la
conducta desafiante de su hijo. Algunos niños desafiantes también tienen un trastorno por
déficit de atención con hiperactividad (TDAH). Aunque usted puede ser capaz de
controlar la conducta desafiante del niño con ayuda de este libro, necesitará la ayuda de
un profesional experto en el TDAH; consulte, de nuevo, el capítulo 3. Como verá en el
capítulo 2, hay otros problemas que se pueden presentar junto con la conducta
desafiante, incluyendo la depresión. En este caso también será necesaria la ayuda y la
evaluación de un profesional.
Aunque haya llegado a la conclusión de que la conducta desafiante de su hijo puede
ser una fase pasajera, una etapa mala de su desarrollo o una condición temporal, eche un
vistazo a los principios y técnicas que se exponen en los capítulos 4 al 12, poniendo
especial atención en acentuar los aspectos positivos de su hijo. No debepermitir que un
conflicto temporal dé lugar a una desavenencia permanente entre usted y su hijo, por lo
que debe intentar recalcar los incentivos sobre los castigos, prestar atención a las
conductas aceptables que el chico muestre, e intentar disfrutar de algunos ratos
agradables juntos cada día. Y, sobre todo, haga algo si se da cuenta que la conducta de su
hijo está haciendo estragos en su familia. Sabemos que el programa que aparece en la
segunda parte de este libro puede ayudarle a que cualquier fase desafiante transcurra más
fácilmente. Pruébelo si piensa poner en marcha acciones que le proporcionen paz y
restablezcan algo la tranquilidad de su hogar.
19
¿CUÁNDO UNA DIFICULTAD SE CONVIERTE EN UN TRASTORNO?
Supongamos que la conducta de su hijo se ajusta al perfil de conducta desafiante
que hemos esbozado hasta ahora, sigue sin disminuir, y usted sabe que no ha habido
ningún acontecimiento estresante en su vida. ¿Significa esto que hay algo que funciona
mal en su hijo o hija? ¿Debe llevar a su hijo o hija a un psicólogo, psiquiatra o pediatra
para un diagnóstico y tratamiento, lo más rápidamente posible? No necesariamente.
A menos que haya respondido «a menudo» o «muy a menudo» a seis o más de las
preguntas en el test del inicio o que su hijo sea propenso a la violencia, probablemente no
necesite un diagnóstico o ayuda de un profesional. Excepto en los casos más severos en
los que el comportamiento del niño está muy alterado por la conducta desafiante, añadir
una etiqueta clínica al problema de su hijo puede ser de poca ayuda, desde el punto de
vista práctico. Todos conocemos adultos que se excitan con mucha facilidad, son
exigentes o rígidos. Sabemos que no es fácil tratar con ellos, pero lo achacamos a su
temperamento. Es muy probable que usted vea a su hijo de esta manera.
De todas formas, si usted no está cómodo con esta opción, la única manera fiable
de saber si se trata de un chico de temperamento difícil, o si tiene un trastorno
psicológico es que sea evaluado por un psicólogo o psiquiatra cualificado. Si el problema
de su hijo es severo, esta evaluación puede identificar otros problemas entrelazados,
como el TDAH, y asegurar que su hijo recibe el tratamiento necesario para los otros
problemas que, a menudo, acompañan al trastorno del comportamiento. Por otra parte,
usted tiene un largo camino por delante en el intento de mejorar su vida y la de su hijo, y
programas como el de este libro le pueden ayudar. De hecho, incluso en casos severos,
este programa de autoayuda puede ser de gran utilidad, quizás en conjunción con la
intervención de un profesional.
En el capítulo 2 explico por qué las causas de la conducta desafiante hacen que ésta
sea adecuada para un tratamiento bastante simple, sin medicación o psicoterapia. Lo más
importante que requiere el programa que se expone en este libro es su diligencia, y su
compromiso para aplicar, de forma consistente, los principios y las técnicas que se
recomiendan.
Por supuesto, algunos padres lo encuentran más fácil después de que han recibido el
consejo de un experto. Si usted escoge este camino, esté seguro que no encontrará
consenso entre los profesionales sobre cómo y cuándo diagnosticar la conducta
negativista / desafiante como un verdadero trastorno. Lo que los profesionales de la salud
mental llaman trastorno negativista desafiante (TND) es realmente un conjunto de
conductas, y las conductas son difíciles de medir. Puede ser por esto que algunos
científicos creen que para diagnosticar y tratar un problema de conducta como un
trastorno, se debe identificar una «disfunción perjudicial» y se debe definir esta
disfunción, al menos en parte, por la presencia de una «alteración de un mecanismo
20
interno mental o cognitivo». En otras palabras, un patrón de comportamiento molesto,
creen algunos, no es suficiente; debe haber en el niño algo orgánico, «que no funciona
bien», para justificar el diagnóstico y el tratamiento de la conducta como un trastorno.
Nadie ha identificado una disfunción física específica que sea la causa de la
conducta desafiante, pero esto no significa que muchos psicólogos, incluidos mis colegas
y yo mismo, no tratemos el problema. Pensamos que causa demasiado malestar como
para ignorarlo. Esto significa que debemos basarnos en el comportamiento del niño para
determinar si el trastorno está presente.
Como ya se ha dicho, el problema de medir la conducta es que hay implicados
muchos factores. La conducta de un niño en un momento determinado puede estar
determinada no sólo por factores internos —temperamento, salud, memoria y otros—
sino también por un número infinito de elementos del ambiente. Otra complicación es,
como explican los psicólogos conductuales, que prácticamente toda conducta puede ser
considerada normal. Dado que la conducta es casi siempre relativa, lo que importa es su
grado: hasta qué punto es frecuente, constante y severa la rebeldía del niño.
Una forma de evaluar cualquier aspecto de la conducta de un niño es contemplarla
en un continuum. En un extremo de este continuum se representa la menor cantidad de
conducta y en el otro la mayor cantidad posible. De esta forma usted puede trazar una
línea que represente cómo es su hijo de hablador, de genio vivo, tímido, activo o
impulsivo. El sitio en el que se sitúa su hijo a lo largo de este continuum, comparado con
la conducta de los chicos de su edad, le dará una idea de lo cercana que está su conducta
a «la media» o a «lo normal». Si lo que se valora es la conducta desafiante, la evaluación
del psicólogo tendrá por objetivo, esencialmente, determinar dónde se sitúa la conducta
de su hijo, a lo largo de esta línea. Si usted cree que la conducta de su hijo es
suficientemente problemática como para justificar la opinión de un profesional, la
evaluación determinará que la conducta desafiante de su hijo se sitúa bastante cerca del
polo más elevado (aunque puede que no sea así, por las razones que se comentan en las
páginas 30 y 31).
Para determinar dónde se sitúa el chico a lo largo de este continuum, los científicos
han elaborado diferentes escalas de valoración, parecidas a la que hay al principio de este
capítulo. Para recibir un diagnóstico de trastorno negativista desafiante, la conducta del
niño, medida con una escala de valoración estandarizada elaborada para este fin, debe
situarse por encima de centil 93. Los niños cuya conducta se sitúa entre los centiles 84 y
93 se dice que están en los límites o en la frontera de presentar el trastorno.
Los tres criterios que ayudan a los clínicos a situar a los niños en el continum de la
conducta desafiante —que les indican algo sobre el grado de rebeldía del niño— son la
duración, la frecuencia y la intensidad de la conducta. Probablemente usted haya
establecido ya el criterio de duración —su hijo ha estado comportándose de esta forma
al menos durante los últimos seis meses—. Para medir la frecuencia y la intensidad,
complete el cuestionario siguiente.
21
Conductas desafiantes en diferentes situaciones
Si su hijo desobedece o desafía sus instrucciones, órdenes o normas, en algunas de
las situaciones siguientes, haga un círculo en la palabra «Sí» y después otro en el número
que describa la intensidad del problema. Si no, haga un círculo en el «No». Sume las
respuestas «Sí» y calcule la intensidad media. Guarde sus respuestas para comparaciones
posteriores.
Si la frustración con su hijo aumenta algunas veces de manera exagerada
(«¿Cuántas veces discute Jenny con los adultos? Lo intenta constantemente»), este
cuestionario le puede proporcionar una visión ligeramente más precisa de la conducta
desafiante de su hijo. Quizá de las dieciséis situaciones recogidas, su hijo tiene problemas
solamente en cinco. Quizá su hijo ocasiona problemas en más de un lugar, pero son
22
problemas de una intensidad media. Cuanto más aprenda sobre este proceso,
probablemente tendrá más claro que está frente a un problema que puede ser separado
en segmentos más manejables, en vez de frente a la implacable preocupaciónque puede
hacerle sentir la vida con un chico desafiante. Una dificultad que tienen las escalas como
la anterior es que están basadas en las percepciones de los observadores, que no son
siempre totalmente objetivas. Como ya se ha comentado, la percepción que usted tiene
de los problemas de comportamiento de su hijo está influida por sus expectativas y por
su propio temperamento. Cada semana, mis colegas y yo vemos algunos padres cuyos
hijos se sitúan en el centro del continuum de la conducta desafiante. El único problema
es aplacar las preocupaciones exageradas de los padres, sobre el ajuste de sus hijos y su
propia competencia como padres, distorsiones que parecen bastante precisas pero que
están basadas en expectativas poco realistas sobre sus hijos y sobre ellos mismos. Llego a
esta conclusión tanto a través de entrevistas como de cuestionarios y escalas de
valoración. Usted también puede comprobar sus percepciones y valorar si se acercan a
las de los que se relacionan con su hijo. Los vecinos, parientes y amigos, ¿le indican que
la conducta de su hijo es inapropiada e inaceptable para un chico de su edad y sexo? ¿Le
ha comentado el profesor del parvulario, de la guardería, el canguro, o cualquier otra
persona que lo haya cuidado, que es bastante más difícil de manejar que los otros niños?
Si es así, probablemente sus percepciones no son exageradas. Si resulta que usted es el
único que ve que la conducta de su hijo es muy desafiante, tiene un par de opciones: 1)
buscar ayuda de un profesional para usted —o el simple y sencillo consuelo, que yo
normalmente proporciono, de que todo es correcto—, y 2) adoptar y emprender parte
del programa que aparece en la parte segunda de este libro. Este programa está basado
en unos principios educativos sólidos que pueden ayudar a todas las familias. En él
encontrará que el simple hecho de tener un plan al que recurrir, es suficiente para
tranquilizarse.
Todas las herramientas que le proporciono —los pequeños cuestionarios, las
preguntas semejantes a las de las entrevistas, los perfiles y otros recursos para consultar
— están destinadas a ayudarle a organizar sus pensamientos en los momentos en los que
las emociones y el estrés puedan agitarlos y alterarlos. Con optimismo, usted ha ganado
confianza y ha inyectado un poco de conocimiento científico en la evaluación de su hijo.
Creo firmemente que nadie conoce a su hijo mejor que los padres, por lo que usted hace
bien en confiar en sus conclusiones preliminares de que hay algo que no funciona bien. Si
todavía tiene alguna duda, examine detenidamente qué tipo de daño o deterioro está
causando la conducta de su hijo.
¿CUÁNDO ES NECESARIO TOMAR MEDIDAS?
23
Ahora que usted tiene una gran cantidad de indicadores que señalan que su hijo es
más desobediente o desafiante de lo normal, quiero señalar, de forma inequívoca, que el
indicador más importante de todos es cómo esta conducta está afectando a su hijo y a los
demás. Si usted responde «sí» a las preguntas de los dos apartados siguientes, progresará
mucho siguiendo el programa que se expone en este libro, incluso si ha respondido «a
menudo» a menos de cuatro preguntas del test del principio de este capítulo.
1. ¿La conducta desafiante / desobediente perjudica significativamente a su hijo?
¿Su hijo es incapaz de cuidar de sí mismo de una forma adecuada a su edad (limpieza
personal, vestirse y cosas parecidas)? ¿Su hija deja sin hacer las tareas de casa o los
deberes escolares, que se consideran razonables para su edad? ¿Su hijo tiene más
problemas que los chicos de su edad para llevarse bien con ellos o para seguir las reglas
cuando usted no está presente? Si su hijo no puede comportarse de la manera que se
espera, según su nivel de inteligencia, entonces, el deterioro indudablemente existe.
2. ¿La conducta desafiante le causa alteraciones emocionales a su hijo y —
probablemente aún más— a usted, a sus hermanos y compañeros? Si su hijo ha
presentado episodios importantes de irritabilidad, infelicidad o de angustia durante la
mayor parte del día, al menos durante las dos últimas semanas, usted debe prestar
atención a este problema. ¿Su hijo o hija parecen ansiosos, deprimidos o aislados? ¿Y
usted? Si está perdiendo sus días en turbias batallas diarias, perdiendo su cordura en un
esfuerzo cada vez más vano de dirigir la voluntad de su hijo a su propia manera,
entonces, evidentemente, hay algo que no funciona bien. ¿Se siente desmoralizado, como
si nunca hiciera nada correcto? ¿Está empezando a evitar las interacciones con su hijo,
abdicando de sus deberes como padre en alguna medida? ¿Está perdiendo el sueño, se
siente deprimido angustiado o resentido? Es el momento de hacer algo con este
problema.
También hay otras razones convincentes para empezar a hacer algo ahora.
1. La conducta desafiante parece que se está incrementando entre los chicos. Ésta
es la impresión que tenemos mis colegas y yo mismo, y que está apoyada en un estudio
reciente realizado en la Universidad de Vermont, en el que se entrevistaron dos
generaciones de chicos de todo el Estado.
2. El trastorno negativista desafiante (TND)1 es un primer estadio para el desarrollo
de un trastorno disocial (TD), que es una forma más grave de la conducta negativista
que, a menudo, aparece durante la adolescencia. (Los criterios para el trastorno disocial
se recogen en el Apéndice.)
3. El TND se incrementa a lo largo del tiempo y causa conflictos tanto en la familia
como en otras partes. Si se permite que la conducta desafiante continúe, casi siempre
empeora. Como un glaciar, se desliza implacablemente sobre el paisaje de la vida
24
familiar, dañando a la familia y a las relaciones sociales, arrancado pedazos de la
autoestima de padres e hijos y destruyendo la paz y la tranquilidad del hogar. A medida
que la conducta desafiante continúa, aumentan los conflictos familiares y la actitud
antisocial del niño. Esto conduce a una espiral descendente en la que los padres se
sienten impotentes, en la familia se pierde el afecto de los unos por los otros, se evita
compartir actividades y la familia empieza a aislarse del entorno social. Si la conducta
desafiante sigue sin disminuir, usted puede acabar deprimido, estresado y desmoralizado.
Con frecuencia aparecen problemas entre los padres, porque la conducta desafiante se
produce, de forma más habitual, con uno de los progenitores que con el otro. Finalmente,
los hermanos, que a menudo reciben poca atención de sus padres, porque están
preocupados por la conducta de un niño desafiante, se pueden volver hostiles y
resentidos hacia el hermano desafiante y hacia los padres.
4. Los conflictos crean una forma de interacción entre los padres y el hijo que
empeora con el tiempo. En cualquier interacción, el padre da una orden, o hace una
petición. El hijo no la cumple y el padre repite la orden o petición varias veces sin
resultado. Entonces, el padre amenaza al hijo, a menudo varias veces. Como esto
tampoco funciona, el padre se conforma y lo deja por imposible, o utiliza alguna forma
de castigo, que en casos extremos puede llegar a la agresión física. Por supuesto que la
aquiescencia únicamente refuerza la conducta del chico, enseñándole que puede salirse
con la suya, en la medida en que persista en no hacer lo que se le pide. Los padres
también acaban acostumbrándose a este patrón, ya que no suelen proporcionar refuerzos
positivos al hijo cuando obedece y coopera. Sin darse cuenta le están enseñando que el
cumplir las reglas no tiene consecuencias positivas.
5. Muchos chicos no consiguen librarse de este problema. Hay evidencias de que la
conducta desafiante y la agresividad pueden ser uno de los trastornos de conducta
infantiles más estables a lo largo del desarrollo. Esto quiere decir que la intervención es
necesaria.
6. Con bastante frecuencia, la conducta desafiante da lugar a problemas de ajuste,
posteriormente. La testarudez, las explosiones de ira, los desafíos, las peleas, la
irritabilidad y los reproches, que aparecen entre los cuatro y los seis años,dan lugar, a la
larga, a conductas perjudiciales como vandalismo, intimidar a los demás, hacer novillos o
escaparse de casa, entre los nueve y los diez años. Los niños que no reciben tratamiento
pueden presentar, en los años de la adolescencia, conductas delictivas y abuso de drogas.
Obtienen malos resultados en la escuela y no son bien aceptados por sus compañeros.
Tienen un riesgo elevado de padecer una depresión o de realizar intentos de suicidio.
¿Es muy común la conducta desafiante en los niños?
La información disponible sobre la prevalencia de la conducta desafiante en los niños se limita a
aquellos que presentan un trastorno negativista desafiante (TND) o un trastorno disocial (TD), tal como
se define en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM), de la Asociación
25
Americana de Psiquiatría. En este libro se recogen una serie de criterios para el diagnóstico de diferentes
trastornos psiquiátricos, en un intento de estandarizar el proceso de diagnóstico clínico de los problemas
mentales, emocionales y de conducta que afectan a los adultos y a los niños. Desafortunadamente,
como muchos de los estudios realizados se han basado en diferentes ediciones de los DSM, las
definiciones de TND y TD son distintas. Tampoco coinciden las edades de los niños estudiados en los
diversos trabajos. Por lo tanto, las cifras varían ampliamente. En definitiva, hay más niños que
presentan conductas desafiantes, aunque poco severas para ser diagnosticadas como TND o TD, de lo
que sugieren las cifras siguientes.
— ¿Cuántos niños tienen un TND? La cuarta edición del DSM, DSM-IV (Washington, DC,
Asociación Americana de Psiquiatría, 1994), informa de que entre un 2 % y un 16 % de los niños
americanos tienen un TND, y que el TD les afecta en un porcentaje semejante. En un estudio realizado
con 1.096 niños entre los seis y los diecisiete años de edad, se encontró un porcentaje del 4,9 % de
niños con TND. En otro estudio efectuado con 931 chicos de catorce años de edad, se obtuvo un
porcentaje del 3,2 % de niños con TND, pero como este trabajo se basó únicamente en las valoraciones
de los profesores, y dado que la conducta desafiante acostumbra a presentarse más en casa y en lugares
públicos que en la escuela, estos porcentajes pueden ser bastante bajos. En un estudio más amplio, que
se llevó a cabo con niños de once años de edad, se encontró que un 5,7 % presentaba un TND. Entre
los adolescentes, diferentes estudios han encontrado porcentajes de TND que oscilan entre el 1,7 % y el
2,5 %.
— ¿Cuántos niños tienen un TD? Aunque en el DSM-IV se recoge que el porcentaje de niños que
presentan un TD es el mismo que el de los que presentan un TND (del 2 % al 16 %), muchos estudios
han encontrado porcentajes significativamente más bajos para el TD: 1,9 % entre los seis y los diecisiete
años de edad, comparado con el 4,9 % del TND; 1,3 % de chicos con TD entre los cinco y los catorce
años, comparado con el 3,2 % de niños con TND; 3,4 % de los chicos de once años presentan un TD,
frente al 5,7 % que padecen un TND. Sin embargo, entre los adolescentes, los estudios encuentran
porcentajes que oscilan entre el 3,2 % y el 7,3 % para el TD, frente a porcentajes entre el 1,7 % y el 2,5
% para el TND. ¿Por qué baja la tasa de prevalencia del TND y sube la del TD en la adolescencia?
Probablemente porque algunos niños superan el TND al llegar a la adolescencia, mientras que otros
entran en un TD.
— ¿Los chicos son más desafiantes que las chicas? Sí, de acuerdo con una gran mayoría de
estudios. En el DSM-IV se informa de que entre un 6 % y un 16 % de los chicos tienen un TD, frente a
porcentajes que oscilan entre el 2 % y el 9 % para las chicas. Entre los sujetos de once años (véase el
párrafo anterior) la razón varón / mujer es de 2,2 varones por cada mujer, para el TND y de 3,2 varones
por mujer en el TD. Entre los adolescentes la proporción varones / mujeres desciende hasta dos a uno o
tres a uno, según se trate del TND o del TD, aunque en algunos estudios se sugiere que las chicas
pueden alcanzar a los chicos en las tasas de TD en la adolescencia.
Si piensa sobre esto posiblemente admitirá que muchas de las situaciones a las que
su hijo tendrá que enfrentarse en el futuro requieren alguna forma de acuerdo o
cumplimiento. Imagínese las dificultades de un chico que no está entrenado en el control
de los esfínteres, y en utilizar el WC, porque no ha obedecido las órdenes o
requerimientos de los padres; las desventajas de un chico que se está esforzando en su
trabajo escolar, pero que no puede sentarse con sus padres para que le ayuden con las
tareas escolares o con lo que debe estudiar. ¿Cómo podrá tener un buen ajuste su hija si
26
se aleja de las personas que la rodean? Imagínese lo limitado que puede llegar a ser el
mundo de un chico al que rechazan en el grupo de esplai, no dejan entrar en los museos
o expulsan del equipo de fútbol.
Ahora, recuerde el hijo o hija difícil que usted ha visto, antes de que se convierta,
con la madurez, en un joven adulto con un buen ajuste personal, apreciado y seguro de
sí mismo. No es demasiado tarde, pero mucho depende de usted. Le explicaré por qué
en el siguiente capítulo.
Resumen: el problema
La conducta desafiante es un problema que puede angustiar, que se presenta bajo múltiples formas y
que se puede definir, en general, como el fracaso del niño o de la niña para cumplir las órdenes y
peticiones, acabar las tareas que se le encomiendan y seguir las reglas que, de manera clara, han
aprendido y comprendido. Esto puede hacer su vida difícil y se requiere algún tipo de acción correctora
cuando estas conductas duran más de seis meses, no están relacionadas con una fase del desarrollo o
con un acontecimiento estresante, son relativamente graves, y tienen un efecto negativo sobre la vida de
su hijo y de su familia.
Puede hacerse una buena idea de la gravedad del problema de su hijo y de qué tipo de acciones debe
poner en práctica usando los cuestionarios de este capítulo. La conducta desobediente y desafiante que
se sitúa en el extremo del continuum se puede diagnosticar como trastorno negativista desafiante (TND)
o trastorno disocial (TD), pero usted y su hijo se pueden beneficiar del programa de entrenamiento para
padres que se presenta en la parte segunda de este libro, incluso si el problema de su hijo es de poca
gravedad. Aunque algunos chicos dejan de presentar conductas desafiantes cuando crecen, hay un
número considerable que avanza hacia el trastorno disocial, incrementándose los conflictos familiares a
medida que persiste la conducta desafiante Si este capítulo le ha ayudado a identificar los problemas de
conducta más importantes y significativos de su hijo, posiblemente quiera actuar ahora para proteger su
futuro y la salud y felicidad de su hogar y de su familia.
27
2
¿Por qué le está ocurriendo esto a mi familia?
Cuando la conducta desafiante de un chico empieza a aterrorizar el hogar, es muy
tentador buscar algo o alguien a quien culpar. Llevarse las manos a la cabeza y exclamar
«Jimmy es un monstruo» o «Supongo que soy un padre horrible», puede ayudarle a
desahogarse de la ansiedad que le produce el preguntarse ¿Por qué? Pero, como
probablemente usted ya sabe, es un desahogo fugaz, porque lo que realmente necesita
son respuestas que pueda utilizar para mejorar las cosas. Lo que está buscando es alguna
garantía de que su hijo no es un caso desesperado, y que usted no ha fracasado
totalmente.
En este capítulo puede encontrar respuestas adecuadas y mucho consuelo. Los
hechos más importantes que conocemos sobre la conducta desafiante son: 1) que tarda
en desarrollarse; 2) que se produce por un complicado conjunto de causas. Por lo tanto,
no sea muy duro consigo mismo si no ha sido capaz de comprender cómo usted y su hijo
han llegado al estado en el que están ahora. En las páginas siguientes desglosaré, en
partes manejables, lo que sabemos que le puede ayudar a tener una visión clara de lo que
está ocurriendo en su casa. Cuando lea, recuerdeque hay una única propuesta que, con
la perspectiva del tiempo transcurrido, deseo que adquiera en este capítulo: tener una
visión más clara del futuro.
LA CONDUCTA NUNCA SE PRESENTA EN EL VACÍO
Cindy, una chica de diez años, y su madre han estado trabajando juntas,
tranquilamente, durante una hora, en un plano que Cindy debe llevar esta tarde al
grupo de esplai. Cuando la madre le da un rotulador para que coloree el lago, como ha
estado haciendo con otras partes del plano, Cindy le devuelve el rotulador a su madre
y grita: «¡No, hazlo tú!». La madre, sorprendida, mira a Cindy y le dice: «¿Por qué?
Hemos quedado en que tú harías todos los dibujos». La voz de Cindy es cada vez más
fuerte: «¡He dicho que no!». Se levanta, mira a su madre, la golpea con fuerza en el
brazo y sale pegando zapatazos de la habitación.
28
La familia Simmon está en la mitad de una comida habitual. Sam, un chico de
ocho años, hambriento después de toda una tarde entrenando y jugando al fútbol,
engulle su pollo, comiendo despacio sólo cuando su madre le recuerda que no es bueno
comer de cualquier manera. Tina, de doce años, habla con sus padres, entre bocado y
bocado, sobre el examen de ciencias que ha tenido hoy. Brian, de diez años, se mece
ruidosamente hacia adelante y hacia atrás en su silla y va colocando torpemente la
comida alrededor del plato, hasta que una porción importante acaba en su regazo o en
el suelo. Cada vez que intenta recuperar su comida aprovecha para dar un codazo a su
hermano. A pesar de las protestas cada vez más irritadas de Sam, el padre y la madre
ignoran las payasadas de Brian.
8:30 de la tarde, la hora en la que Tim, un chico de nueve años, tiene que ir a
dormir, y la batalla ha empezado. Como de costumbre, la madre le dice, firmemente,
que apague la TV y se lave los dientes. También, como de costumbre, Tim la ignora. La
madre levanta la voz, pero Tim no se mueve. La madre se acerca a la TV y la apaga;
Tim la vuelve a encender. La madre de Tim se coloca entre su hijo y la TV, lo levanta y
lo manda al lavabo, mientras la batalla verbal continúa su escalada cada minuto que
pasa hasta que, finalmente, a las 9:30 Tim se va llorando a la cama y su madre se
derrumba abatida en un sillón.
No es extraño que usted se lleve las manos a la cabeza. Cuando los niños se
comportan de esta manera es muy difícil encontrar razones que justifiquen su
comportamiento. ¿Por qué Cindy, de repente, rehúsa seguir colaborando con su madre a
pesar de que, aparentemente, estaban disfrutando con lo que hacían hasta ese momento?
¿Por qué se comporta Brian de una manera tan diferente a la de sus hermanos, a pesar
de que sus padres parecen bastante razonables? ¿Por qué Tim monta el mismo número
cada noche para no irse a la cama, cuando tiene suficientes razones para saber que irse a
dormir es inevitable?
Cuando los niños se comportan de esta manera, bastante diferente a nuestras
expectativas, nos sentimos desconcertados. Pero el hecho de que cualquier incidente
particular esté más allá de nuestra inmediata comprensión no significa que el niño se esté
comportando de una manera fortuita o aleatoria. En cualquier situación, el
comportamiento de su hijo, cómo se comporta (cómo se comporta cualquier niño),
depende de muchos factores, entre ellos el carácter del niño y su temperamento, la
historia de aprendizajes en la familia y las consecuencias inmediatas que tenga su
comportamiento. La forma en que estos factores afectan a una situación particular no es
nunca totalmente previsible, pero tener alguna idea de qué aspectos están relacionados
con la conducta de su hijo le liberará, al menos, de la confusión y la parálisis total.
29
Como la madre de Cindy le podría decir, su hija siempre ha tenido dificultad para
controlar sus impulsos. Cuando comienza a aburrirse con un proyecto, quiere dejarlo…
en ese momento. Cuando otros chicos pueden aguantar, Cindy no aguanta. Ha aprendido
a lo largo de los años que rogando o discutiendo no siempre obtiene lo que quiere, pero
que si golpea o pega, casi siempre consigue que los demás se echen atrás.
Brian actúa de una forma diferente a sus hermanos porque es diferente. No puede
permanecer sentado el tiempo suficiente para escuchar y atender a razones, lo que sí
pueden hacer Sam y Tina; ignorarlo tampoco funciona porque Brian no actúa así para
llamar la atención; se comporta de esta manera porque no tiene un incentivo fuerte para
parar. Pero, además, levantarse de la mesa, donde no se encuentra a gusto, le
proporciona la oportunidad de seguir con sus juegos de la Sega.
En lo que se refiere a Tim, él sabe que el momento de irse a la cama es inevitable.
Pero esto no importa, porque Tim tiene mucho tiempo por delante y lo que pretende es
posponer lo que no le gusta hacer. Cualquier retraso de este acontecimiento inevitable es
una victoria para él.
Todo esto es bastante fácil de decir para mí. He estado observando a estos niños
durante bastante tiempo desde una distancia emocional segura, cosa que un padre
raramente puede hacer. Si usted fuese capaz de ver a su hijo de la misma manera que yo
he hecho con Cindy, Brian y Tim, podría reconocer las diferentes fuerzas que intervienen
en su comportamiento.
1. Una es el temperamento de su hijo y otras características. Cindy es muy
brillante, pero tiene mal genio. Brian es muy activo y tiende a guardar rencor a los que le
molestan (especialmente a su hermano pequeño que esta mañana le ha roto su coche
favorito). Tim es, generalmente, alegre pero se resiste a cualquier cambio que vaya en
contra de lo que quiere hacer en ese momento; parece como si fuera incapaz de ver más
allá del momento concreto.
2. Otra es la historia de la interacción entre usted y su hijo. A lo largo del tiempo
los niños reúnen una gran cantidad de información en sus archivos mentales: con qué
fuerza le pueden empujar, qué produce una reacción y qué no, qué consiguen cuando se
portan «bien» o cuando se portan «mal», y muchas cosas más. Y es precisamente lo que
obtienen, de lo que se escapan, o lo que evitan hacer, lo que es especialmente importante
para comprender su conducta. Una de las metas importantes del desarrollo de los niños
es hacer que su mundo sea razonable y previsible. Usted, como padre, es una parte
importante de ese mundo, y la forma que tiene de hablar y de tratar a su hijo le enseña
cómo debe comportarse con usted, como seguramente Pavlov enseñaba a su perro. La
madre de Cindy ha estado tan preocupada por las agresiones físicas de su hija que, un
par de veces, le ha dado lo que ella ha querido. Esto ha sido suficiente para enseñar a
Cindy que pegar es una manera de conseguir lo que quiere. Brian ha aprendido que
30
puede torturar a su hermano de forma implacable porque sus padres creen que, si lo
ignoran, esta conducta desaparecerá. Tim sabe que si comienza una batalla con su madre
conseguirá dejar de hacer, al menos durante un rato, lo que su madre quiere.
3. También su personalidad. La madre de Cindy es bastante razonable y lógica y se
siente muy desconcertada por las explosiones de genio de su hija. Los padres de Brian
tienen un umbral de tolerancia para las emociones muy bajo; la «personalidad» de su hijo
mediano los angustia tanto que han empezado a alejarse de él completamente. Tim y su
madre son como dos guisantes en una vaina, malhumorados y absorbentes, rígidos e
inmaduros para su edad.
4. Y, finalmente, los acontecimientos que se producen en el entorno familiar. Los
acontecimientos, las relaciones y las situaciones que se producen, tanto fuera de casa
como dentro de ella, pueden afectar la conducta de su hijo. Cindy y su madre están
inmersas en una amarga batalla de divorcio y custodia. El padre de Brian sufre ataques
de asma muy graves, lo que hace que ambos progenitores estén muy ansiosos. La madre
de Tim se esfuerza por hacer las cosas de forma apropiada, aunque está exhausta por
tener que trabajar durante el día y estudiar por la tarde.
Párese a pensar otra vez en su situación: ¿Cómo describiría el temperamento de su
hijo? ¿Puede volverhacia atrás y buscar qué es lo que lo provoca en diferentes
ocasiones? ¿Puede identificar un patrón en la forma en que ambos se comportan cuando
usted le pide a su hijo que haga algo, que deje de hacer algo o cuando su hijo le pide algo
a usted? ¿Cómo se describiría usted? ¿Es tan frío como un témpano o se acalora como si
comiera pimientos picantes? ¿Tiene la paciencia de un santo o tiene la mecha muy corta
y se enciende y explota con facilidad? Usted y su hijo, ¿son muy diferentes o se parecen
bastante? Y el resto de su vida, ¿es tranquila o agitada, manejable o cargada de estrés?
Es difícil contemplarnos a nosotros mismos, y a nuestras personas queridas, con una
claridad cristalina, por lo que un poco más tarde le proporcionaré algunas herramientas
que le ayudarán a explorar estos factores, uno por uno. Una de las razones por las que
tenemos problemas para distinguir y diferenciar muchos de los factores involucrados en
la conducta, es que están interrelacionados de maneras muy diversas.
CADA ACCIÓN TIENE UNA REACCIÓN IGUAL Y OPUESTA
Cada uno de estos factores modela la conducta de su hijo y afecta a todos los otros
factores; a su vez, cada factor vuelve a influir sobre su conducta. La irritabilidad de su
hijo afecta a su estado de ánimo, y su mal humor hace que su hijo actúe de una forma
más defensiva y desafiante. Sus problemas de salud hacen que usted esté irritable, lo que
anima a su hijo a mostrarse oposicionista; esto le provoca más estrés y hace que empeore
su salud. Usted puede observar este tiovivo fabricado con los enfrentamientos y las
31
tensiones. Digamos que la madre de Tim, exhausta por el estrés de ser el único soporte
de la familia, no tiene energía para controlar su enfado con un hijo tan exigente. La
«personalidad difícil» de Tim puede ser diagnosticada como un trastorno negativista
desafiante. Si la madre de Tim sufre más estrés, y descansa menos, puede acabar
teniendo dolores de cabeza crónicos. Después de faltar muchos días al trabajo, por culpa
de sus dolores, es posible que lo pierda y se encuentre en una situación económica
lamentable. Esta situación empeorará las relaciones entre madre e hijo, y Tim puede
empezar a tener altercados con la ley. Cuando la madre de Tim tenga que añadir las
facturas de los abogados al montón creciente de compromisos a los que deba hacer
frente, puede imaginarse cómo empeorarán las relaciones entre madre e hijo.
EN SU OPINIÓN, ¿CUÁL ES LA CAUSA
DE LA CONDUCTA DESAFIANTE DE SU HIJO?
Muchas de las familias a las que he aconsejado tenían todas las cartas en su contra.
Un niño temperamental e impulsivo, excesivamente activo, movido y que presta poca
atención, es educado por unos padres que tienen las mismas características que su hijo,
que tienen problemas económicos, matrimoniales y de otro tipo y que, además, no saben
cómo actuar en los enfrentamientos que se producen con su hijo. Una vez que entienden
lo complejas que pueden ser las causas de la conducta desafiante, están bastante menos
dispuestos a buscar un chivo expiatorio para explicar el problema. Con el temperamento
como elemento fijo, y con muchas circunstancias vitales fuera del propio control, la
conducta desafiante no se puede calificar de defecto, ¿no le parece?
¿Y usted? En su opinión, ¿cuál es la causa de la conducta desafiante de su hijo?
Responda a las siguientes cuestiones. Procuren responderlas padre y madre por
separado.
1. Imagine un enfrentamiento típico con su hijo. ¿Qué es lo que hace que el chico
rehúse hacer lo que usted quiere que haga? ¿Qué es lo que parece que motiva al niño?
¿Qué es lo que espera ganar actuando de esa manera?
2. Ahora, haga una lista con las cosas que, en su opinión, pueden estar influyendo:
el modo de ser de su hijo, su temperamento (y el de su esposa), su forma de relacionarse
con su hijo (y la de su esposa), y los acontecimientos y circunstancias que afectan a la
familia.
3. ¿Cuánto tiempo hace que la conducta de su hijo con usted (y posiblemente con
otros) es desafiante, insumisa y oposicionista? ¿Desde cuándo se ha convertido en un
problema?
32
Entre usted y su esposa (o su marido) pueden vislumbrar bastante bien el problema,
en cada uno de los cuatro factores que contribuyen a la conducta desafiante. Incluso si
usted es más afortunado de lo que lo son muchos de mis pacientes, querrá explorar las
causas de una forma más amplia. Recuerde que hacer horas extraordinarias añade poco
al problema bastante considerable de la conducta desafiante. Pero una vez que usted
sabe qué es lo que funciona, puede intentar cambiar los factores que dependen de usted,
y sobre los que tiene poder, e intentar trabajar con los que no lo tiene.
EL NIÑO: ¿LA NATURALEZA, EL AMBIENTE O UN POCO DE CADA UNO?
Cuando pregunto a los padres su opinión sobre cuál es la causa de la conducta
desafiante de su hijo obtengo una gama de respuestas bastante amplia. Sin embargo, las
respuestas caen dentro de la controversia «naturaleza versus educación», como posible
explicación. O bien el chico está destinado por sus características biológicas a actuar así,
o algo del entorno en el que se desenvuelve el chico tiene la culpa. Los niños desafiantes
presentan ciertas características innatas que los predisponen a la conducta oposicionista
en un porcentaje que oscila entre el 40 % y el 60 %, o más, de los casos. Pero como
podrá ver, intentar aislar las características biológicas de la influencia del ambiente es tan
pesado como intentar tener una mejor visión del dibujo de un rico tapiz desmontando los
hilos que lo componen. Usted quiere comprender qué características de su hijo pueden
contribuir a su conducta desafiante, no ponerle alguna etiqueta al chico, sino comprender
mejor qué le hace ir tirando: ¿Qué lo motiva? ¿Cómo piensa? ¿Cómo se sentirá en
diferentes situaciones? ¿Qué es lo que más le molesta? ¿Cuáles son sus aspectos más
fuertes?
¿Temperamento o «personalidad»?
Algunos niños parecen agitados y difíciles desde el nacimiento, inician su vida con
dificultades para adaptarse y para adquirir hábitos regulares de comida y de sueño, tienen
tendencia a ser muy activos, excesivamente sensibles y se muestran inclinados hacia la
irritabilidad, la inquietud y los cambios de humor. Como muchos padres pueden dar fe,
estos signos de un temperamento «difícil» se pueden reconocer fácilmente muy pronto,
antes de los seis meses. ¿Su hijo gritaba mucho cuando estaba muy estimulado? ¿Los
cambios, por ligeros que fueran, lo trastocaban y ponían de mal humor durante días o
incluso semanas? ¿Era propenso a tener cólicos? ¿Y ahora? ¿Es demasiado exigente,
rígido, malhumorado, caprichoso o se encoleriza con facilidad?
33
Igual que la conducta, el temperamento de su hijo puede contemplarse a lo largo de
un continuum. Para encontrar la posición de su hijo en esta línea, valore los diferentes
rasgos problemáticos que usted ve en su hijo en una escala de 1 a 10 (1 = no es un
problema o es muy raro que sea un problema, 5 = es un problema de gravedad media o
es algo que ocurre bastante, 10 = es un problema grave o algo que ocurre siempre).
Perfil del temperamento de su hijo
Problemas para controlar los impulsos:
¿Grita su hijo por cualquier cosa que tenga ganas de decir, tanto si está en el
traspatio o en el teatro? ¿Coge su hija lo que quiere, dondequiera que esté, quizá pegando
a otros niños si se interponen en su camino? ¿Tiene dificultades para esperar su turno o
hacer cola?
Problemas para mantener la atención:
¿Emplea su hijo o hija poco tiempo mirando, escuchando o jugando y reacciona
rápidamente a lo que ocurre a su alrededor? ¿Se distrae con facilidad y es incapaz de
aguantar en lo que hace tanto como los chicos o chicas de su edad?
Problemas con el nivel de actividad:
¿Es inquieto, corre o se mueve de una forma que es excesiva e inapropiada para su
edad?
Problemas de relación social:
¿Las cosas son más importantes que las personas para el chico? ¿Tiene su hijo o
hija problemas para mantener contacto ocular con otras personas, iniciar juegos o
conversaciones? ¿Le preocupapoco el efecto que su conducta tiene en los demás?
Problemas emocionales e irritabilidad:
¿Es su hijo asustadizo y muy sensible, apartándose del más ligero ruido, contacto,
movimiento repentino u otra estimulación visual? Los estímulos que le llegan de las otras
personas, o de las cosas, ¿lo vuelven irritable o lloroso? ¿Es bastante histriónico,
imposible de consolar?
34
Problemas para comer o para dormir:
¿Es su hijo caprichoso con la comida? Cuando era pequeño, ¿tenía cólicos con
facilidad? ¿Tenía un sueño irregular? Cuando era pequeño, ¿dormía sólo durante
períodos de tiempo muy cortos?
Problemas para controlar los esfínteres:
¿Ha tenido o tiene el niño problemas para defecar u orinar en el WC? ¿Moja la
cama o tiene otros problemas de control de los esfínteres en este momento?
Una puntuación total de 25 o más pone de manifiesto un problema significativo de
temperamento. Si la puntuación de su hijo en esta escala está cerca del 25, no hace falta
mucha imaginación para ver que puede haber problemas entre su hijo y los demás. Sólo
un santo puede dejar de exasperarse por un chico que hace lo que quiere y cuando
quiere, independientemente del lugar o de los sentimientos de las otras personas; que
corre por todas partes de forma frenética, que se excita con facilidad por el golpe o susto
más pequeño; que puede negarse en redondo a comer cualquier comida y que cree que la
una de la madrugada es una hora adecuada para que un niño de seis años se vaya a la
cama. Si usted debe encargarse de cuidar a un niño como éste tiene un trabajo
impresionante. Deberá hacer un montón de peticiones a lo largo del día y cosechará una
gran cantidad de noes como respuesta y, a la hora de irse a dormir, probablemente
estarán frustrados el uno y el otro.
Es posible que haya redondeado el 8, 9 o el 10 en todas las cuestiones anteriores. Si
no ha tenido un día especialmente malo y se siente inclinado a exagerar las cosas, es
posible que desee explorar si su hijo tiene un trastorno por déficit de atención con
hiperactividad (TDAH), usando el recuadro de la página 47. Si sospecha que es posible
que su hijo tenga un TDAH, quizá necesite buscar ayuda de un profesional para su
evaluación (véase el capítulo 3). Si la lista anterior no recoge muchas de las
peculiaridades que usted observa en la personalidad de su hijo, es posible que también
desee buscar la ayuda de un profesional para excluir las predisposiciones heredadas hacia
otros trastornos psicológicos o psiquiátricos. Sin embargo, rellene primero el cuestionario
sobre el perfil de características personales que está en la página 49. Quizá pueda
encontrar que usted está reaccionando de una manera algo exagerada.
En los capítulos siguientes entraremos en más detalles sobre cómo el temperamento
se pone de manifiesto en la conducta. Por ahora, hay que tener en cuenta que estos
rasgos pueden afectar no sólo a cómo su hijo o hija actúan sino a cómo piensan y
sienten. Un niño que tiene problemas para controlar los impulsos puede parecer egoísta,
mandón y grosero, pero lo que realmente le ocurre es que no se puede parar a pensar en
35
las consecuencias de sus actos. Un chico que tiene problemas para mantener la atención
puede buscar más excitación y estimulación que los niños de su edad, y uno que tiene un
nivel de actividad muy alto puede sentirse muy violento por tener que estar quieto y
callado durante toda una sesión. Uno que se relaciona poco con sus compañeros
posiblemente no se deje influir por las reglas de comportamiento habituales, y puede
parecer que se preocupa poco por la forma en que sus acciones afectan a los demás. Un
niño irritable o muy sensible puede mostrarse irritado por el más ligero obstáculo, puede
considerar cualquier pequeño inconveniente como si fuera el fin del mundo, y puede
enfrentarse a la vida con una actitud melancólica, que parece impropia de un niño. Lo
que impulsa a muchos niños desafiantes que he conocido es el deseo de obtener lo que
ellos desean, en el lugar y en el momento en que lo quieren. Como en el caso de Tim,
que hemos visto anteriormente en este capítulo, muchos padres están perplejos por el
hecho de que el niño sabe que es inevitable irse a dormir, comer o hacer los deberes a
una hora determinada y, sin embargo, lucha día tras día. Los niños desafiantes, a
menudo, no miran hacia adelante o hacia atrás, en el tiempo, como hacen los otros. No
importa que el momento de irse a la cama sea inevitable, lo que importa es evitarlo en
este momento concreto.
Cuerpo, mente y madurez
Si su hijo es «muy excitable», «quisquilloso», «difícil» o «exigente», puede
mostrarse desafiante, desobediente y manifiestamente grosero en algunas situaciones, o
en muchas. Desgraciadamente hay otras características de su hijo que también pueden
conducirle, de una forma más indirecta, a una conducta desafiante ¿Tiene su hijo algún
retraso intelectual o del desarrollo? ¿Su hijo o hija sufren alguna enfermedad crónica u
otros problemas de salud? ¿Tienen alguna incapacidad física? Es un hecho lamentable,
pero los niños pueden ser maliciosos e incluso crueles con los que son diferentes de ellos
en alguna característica.
Si se burlan de su hijo o le llaman con algún mote o apodo, porque no puede jugar a
los mismos juegos que los otros, tiene un trastorno del habla, o tiende a seguir los pasos
de los otros (en su sentido literal y figurado), no debería ser una sorpresa si está a la
defensiva, se vuelve quisquilloso o incluso hostil. Además de las dificultades que presenta
el niño, que hacen que sea menos capaz de comprender las demandas de los adultos, y la
forma de cumplirlas y de controlarse, están las reacciones negativas que el niño puede
recibir de sus compañeros.
¿Y su hijo? ¿Tiene su hijo o hija que vencer alguno de estos obstáculos? Anótelo y
valore su gravedad en la lista que viene a continuación.
Problemas de salud: _______________________
36
Problemas físicos: _______________________
Retraso en el desarrollo: ____________________
¿Su hijo puede tener un trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH)?
De las conductas que vienen a continuación, ¿cuáles ha mostrado su hijo más a menudo que los
chicos de su edad durante los últimos seis meses?
1. No presta atención a los detalles o incurre en errores por descuido en las tareas escolares.
2. Tienen dificultades para mantener la atención en tareas o en actividades lúdicas.
3. Parece no escuchar cuando se le habla directamente.
4. No sigue instrucciones y no finaliza las tareas escolares, encargos u obligaciones.
5. Tiene dificultades para organizar las tareas y actividades.
6. Evita las tareas (por ejemplo: deberes escolares, tareas de casa) que requieren un esfuerzo mental.
7. Extravía objetos necesarios para tareas o actividades.
8. Se distrae fácilmente.
9. Es descuidado en las actividades diarias.
10. Mueve en exceso manos o pies o se remueve en su asiento.
11. Abandona su asiento en la clase o en otras situaciones en que se espera que permanezca sentado.
12. Corre o salta excesivamente en situaciones en que es inapropiado hacerlo.
13. Tiene dificultades para jugar o dedicarse tranquilamente a actividades de ocio.
14. «Está en marcha» o suele actuar como si tuviera un motor.
15. Habla en exceso.
16. Precipita las respuestas antes de que hayan sido completadas las preguntas.
17. Tiene dificultades para guardar turno.
18. Interrumpe o se inmiscuye en las actividades de otros.
Si su hijo o hija presenta seis o más de las conductas 1 a 9 y/o seis o más de las conductas 10 a 18,
pueden tener un TDAH y probablemente deba ser evaluado por un profesional (véase el capítulo 3).
Guarde sus respuestas para comparaciones posteriores.
LOS PADRES: EL VIEJO TRONCO DEL QUE SALE LA ASTILLA
Una inocente pregunta de Dan, «¿Cómo te ha ido el día?», recibe una angustiosa
respuesta de su mujer Sandy: «Ha sido terrible. Ben no ha podido estar sentado el
tiempo necesario para hacer una de las tareas escolares pendientes, por no hablar de las
otras tres. Si no podía encontrar la respuesta

Continuar navegando