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Reservados todos los derechos. Este libro o cualquiera de sus partes no podrán ser reproducidos ni archivados en sistemas recuperables, ni transmitidos en ninguna forma o por ningún medio, ya sean mecánicos, electrónicos, fotocopiados, grabados o por cualquier medio sin el permiso previo de Ediciones Especializadas Europeas SL. Título Reconstrucción de dientes endodonciados: una pauta de actuación clínica. Copyright © 2013 Ediciones Especializadas Europeas SL Copyright© 2013 Ernest Mallat Callís Ediciones Especializadas Europeas SL TEL.: 93 458 72 07 info@edicionesee.com www.edicionesee.com ISBN 84-940305-4-3 PRÓLOGO “Pro” del griego, quiere decir “lo que antecede” y “logos”, “tratado o explicación”. Inicio, pues, este prólogo citando otro, escrito ya hace muchos años por el gran pensador y filósofo del siglo pasado, Ortega y Gasset, que en el libro del Conde de Yebes 20 años de caza mayor dice: ”La vida que nos es dada tiene sus minutos contados y, además, nos es dada vacía. Queramos o no, tenemos que llenarla por nuestra cuenta; esto es, tenemos que ocuparla – de este o del otro modo –. Por ello la sustancia de cada vida reside en sus ocupaciones”. Ernest ha llenado y ocupado su vida con el estudio y la dedicación a la Odontología (de casta le viene al galgo). Con la edición de este manual acerca de la reconstrucción de los dientes endodonciados nos muestra de una manera didáctica y a fondo todas las variables que se nos pueden presentar en las problemáticas técnicas de reconstrucción de los dientes endodonciados, que además, como él bien dice, son técnicas que han cambiado mucho. Va a ser para ti lector con inquietudes profesionales, que tienes en tus manos este manual, un placer leerlo, profundizar a fondo con él en las diferentes técnicas (la bibliografía que adjunta es completísima), conocer los materiales y la forma de usarlos y disfrutar con sus explicaciones que te enganchan hasta el final. Hipólito Fabra Campos Doctor en Medicina y Cirugía Estomatólogo Reconstrucción de dientes endodonciados: una pauta de actuación clínica Ernest Mallat Callís Médico-Odontólogo La reconstrucción de dientes con defectos de estructura coronal, ya sean parciales o amplios, forma parte de nuestra práctica diaria. Las técnicas restauradoras han cambiado mucho, tanto a expensas de los conocimientos como de los nuevos materiales, por lo que se hace necesario establecer una pauta de actuación para que el clínico sepa qué hacer en cada momento y como restaurar en cada caso. En este sentido, se plantea este manual de reconstrucción de dientes endodonciados en el que se van formulando preguntas habituales y se les va dando cumplida respuesta para ir marcando, paso a paso, esa pauta de actuación clínica. Las cuestiones a plantear son las siguientes: Los dientes endodonciados ¿son más frágiles? ¿Deben coronarse los dientes endodonciados? ¿Los postes refuerzan el diente? ¿Qué requisitos mínimos debe reunir el diente a reconstruir? ¿Cuándo hay que utilizar postes? ¿Cuándo hay que utilizar postes de fibra y cuándo postes metálicos? ¿Son más resistentes los postes metálicos? ¿Todos los postes de fibra son iguales? ¿Son válidos los postes translúcidos? ¿Qué longitud y qué calibre debe tener el poste? ¿Qué forma debe tener el poste? ¿Qué material para la reconstrucción de muñones es preferible? ¿Qué aspectos de la preparación del diente son fundamentales para su supervivencia? ¿Cómo debemos reconstruir los dientes con raíces muy destruidas? ¿Perno-muñón colado o perno-muñón prefabricado? ¿En que momento prepararemos el conducto para el poste? ¿Influyen los cementos endodónticos con eugenol? ¿Con qué cemento debemos cementarlos? ¿Cómo tenemos que preparar las distintas superficies a adherir en el momento de cementar los postes? ¿Cómo debemos llevar el cemento al conducto? Los dientes endodonciados, ¿son más débiles? Tradicionalmente se ha considerado que los dientes endodonciados son más débiles. De hecho, cuando se deben extraer tienen una mayor tendencia a fracturarse durante las maniobras de extracción. Se ha constatado que se producen cambios en la dentina coronal y radicular de los dientes endodonciados, disminuyendo con el paso del tiempo tanto la proporción de colágeno como la cantidad de enlaces cruzados entre las fibras de colágeno, lo que a su vez reduciría la resistencia a la flexión del propio diente (Rivera y Yamauchi 1993, Mason 2001). Por otro lado, se ha planteado si el descenso en el grado de humedad del diente endodonciado podía disminuir la flexibilidad de los tejidos dentarios, volviéndose el diente más rígido, pero Papa y col. (1994) comprobaron que no hay diferencias significativas entre el contenido de agua de dientes endodonciados y el de dientes vitales (un 12,10% y un 12,35% del peso en agua respectivamente). Para verificar la modificación de las propiedades físicas, Sedgley y Messer (1992) analizaron cómo afectaba el hecho de endodonciar un diente en su dureza, su resistencia al cizallamiento y su resistencia a la fractura. A continuación, observamos la tabla I en la que se muestra una comparativa de los datos que obtuvieron: Diente endodonciado Diente vital Resistencia al cizallamiento (MPa) 70,4±12.4 69,8±11.7 Resistencia a la fractura (MPa) 611±148 574±59 Dureza Vickers (VHN) 66,8±4.8 69,0±4.9 Podemos comprobar que las propiedades de un diente endodonciado son similares a las de un diente vital, no hallándose diferencias estadísticamente significativas entre ambos. Entonces ¿no son más frágiles los dientes endodonciados? No, pero también hay que tener en cuenta que, con frecuencia, los dientes endodonciados presentan simultáneamente caries que han sido las responsables de tener que realizar la endodoncia. En estos casos, entre el tejido dentario eliminado por presentar caries y el tejido eliminado con la apertura cameral se suele perder el 40% o más de la estructura dentaria coronal, lo que favorece la flexión dentaria durante la función (fig.1). Fig. 1. Lo que influye en la forma más marcada en la resistencia a la fractura del diente endodonciado es la pérdida de estructura dentaria. Esto es sobre todo cierto en premolares y molares. A este respecto, Reeh y col. (1989) hallaron que la rigidez de un premolar endodonciado se reducía un 5% con la apertura cameral, mientras que si se realizaba una cavidad de clase I la reducción en la rigidez alcanzaba el 20%. Por último, si aumentaban la cavidad eliminando las crestas marginales y convertían la clase I en una cavidad MOD, la reducción en la rigidez alcanzaba el 63%. Si tenemos en cuenta que el esmalte es rígido, el aumento en la flexibilidad del propio diente favorecerá la aparición de fracturas. Así pues, podemos considerar que lo que influye de forma más marcada en la rigidez y la resistencia a la fractura del diente es un debilitamiento por pérdida de estructura dentaria y que esto tiene una mayor repercusión que los cambios que afectan al colágeno o al grado de humedad. ¿Deben coronarse los dientes endodonciados? Si se asume que existe un debilitamiento del diente por el hecho de endodonciarlo, aunque sea por la pérdida de estructura dentaria, ¿es aconsejable coronarlo? En este sentido, Sorensen y Matinoff (1984) analizaron la supervivencia de dientes endodonciados según se coronaran o no, atendiendo además al hecho de tratarse de dientes anteriores o posteriores. Veamos a continuación el gráfico 1 que muestra los resultados obtenidos en dientes endodonciados reconstruidos con un seguimiento que alcanzaba los 25 años: Podemos comprobar que a nivel de los dientes anteriores, ya sean superiores o inferiores, no se produce una variación significativa en la supervivencia de los dientes endodonciados. En cambio, los dientes posteriores, ya sean superiores o inferiores, molares o premolares, si que muestran un descenso claro en la supervivencia si no son coronados tras la endodoncia. Cabe tener en cuenta que en los dientes posteriores las afectaciones pulpares suelenser consecuencia de caries proximales, con lo que la endodoncia suele implicar la pérdida de más del 40% de la estructura dentaria. Por ello, si tuviéramos que establecer un criterio que nos marcara a partir de qué momento debemos hacer una corona, sería válido afirmar que mientras queden más de dos paredes suficientemente gruesas (de 2mm o más de grosor) será factible reconstruir el diente en cuestión sin tener que recurrir a una corona. Si sólo hay dos paredes o menos tendremos que coronar siempre (fig.2). Fig.2. Molar endodonciado que ha perdido más de dos paredes, por lo que tendrá que ser coronado. Es importante asegurar que no queden paredes de cúspides activas debilitadas y, si es así, será preferible rebajarlas unos 2 o 3mm en altura y reconstruir toda la cúspide con el material de obturación. Por otro lado, será conveniente eliminar contactos en lateralidad, sobretodo en las cúspides no funcionales, e incluso aplanarlas, ya que cuando se interponga la comida las fuerzas que incidan sobre esas cúspides demasiado altas generarán brazos de palanca excesivos que favorecerán la fractura. Cuanto más aplanada sea la cúspide no funcional más paralelamente al eje mayor dentario transmitirá la carga. Los postes ¿refuerzan el diente? Un concepto ampliamente extendido ha sido el hecho que los postes refuerzan al diente. Realmente, diferentes estudios realizados para comprobarlo han demostrado que esto no es así (Guzy y Nicholls. 1979, Sorensen y Martinoff 1984, Trope y col. 1985, Assif y col. 1993, Baratieri y col. 2000). En concreto, Guzy y Nicholls (1979) analizaron la carga soportada hasta la fractura tanto en incisivos centrales como en caninos. En ambos tipos de dientes realizaron endodoncias y a la mitad de ellos les colocaron un poste, mientras a la otra mitad no. Al comprobar la carga soportada hasta la fractura no se hallaron diferencias estadísticamente significativas entre los dientes restaurados con poste y los restaurados sin poste (gráfico 2). Cabe tener presente que en estos dientes se había respetado la integridad estructural y solamente se había practicado una apertura en la cara palatina para proceder a endodonciarlos. Si, por otro lado, analizamos los dientes posteriores (gráfico 3), podemos comprobar que tampoco existen diferencias estadísticamente significativas entre los premolares y los molares con o sin poste, ya sean maxilares o mandibulares (Sorensen y Martinoff 1984): A pesar de todo ello, en 1994, Morgano y col., en una encuesta realizada entre odontólogos y prostodoncistas de Estados Unidos hallaron que el 59% de los primeros y el 43% de los segundos consideraban que los postes reforzaban el diente. Más recientemente, Eckerborn y Magnusson (2001) hallaron una menor tendencia a estas opiniones entre los odontólogos suecos (el 29% de los odontólogos generales y el 17% de los prostodoncistas consideraban que los postes reforzaban el diente). Por último, en 2006, Naumann y col. constataron que sólo el 25% de los odontólogos alemanes consideran que los postes no refuerzan el diente. Podemos comprobar que la idea del refuerzo del diente endodonciado sigue estando bastante extendida a pesar de que la evidencia científica ha demostrado lo contrario. ¿Qué requisitos mínimos debe reunir el diente a reconstruir? Antes de decidir si conservaremos un diente o una raíz para reconstruir o, por el contrario, lo extraeremos y buscaremos un tratamiento alternativo, será conveniente valorar previamente tanto el estado periodontal como el estado endodóntico. Desde un punto de vista del estado periodontal los dos aspectos a considerar serán el soporte óseo y la movilidad. La profundidad de sondaje nos indicará el nivel de hueso en todo el perímetro del diente. Por otro lado, sabiendo que tiene que llevar un poste y que hay que dejar 4-5mm de gutapercha para garantizar el sellado apical, serán necesarias raíces de al menos 10mm (5mm para el poste más 4-5mm del sellado). La cantidad de hueso alveolar remanente es importante clínicamente, ya que determina la capacidad del periodonto para hacer frente a la movilidad dentaria. Se ha determinado que mientras el diente conserve el 50% del soporte óseo será capaz de recuperarse, y la movilidad será reversible si cede la fuerza que la produce (Perlitsh 1980). El ligamento periodontal aún será capaz de inducir procesos de reparación y regeneración óseas, siempre y cuando no estemos ante una movilidad tipo III. Cuando el diente sólo conserve un tercio de la longitud radicular cubierta por hueso, sólo quedará un 20-25% del soporte óseo y cualquier movilidad será irreversible. Analizando las dimensiones radiculares de los distintos dientes de la boca (Wheeler 1974) podríamos afirmar que, excepción hecha de los caninos, cualquier pérdida ósea de 6-7mm en un diente conllevará alcanzar ese 50%. Cuando se trata de los caninos, el margen aumenta hasta los 8-9mm. Estos valores son promedio, por lo que lo ideal será que nos cercioremos en clínica de la longitud del diente en cuestión. Así, para conocer la longitud de la raíz un primer punto de referencia puede ser la conductometría si nosotros realizamos la endodoncia y, sino, una radiografía periapical en proyección orto, aunque ya sabemos que puede deformar ligeramente la imagen. Desde el punto de vista del estado endodóntico es requisito indispensable que el diente esté asintomático y no se observen signos radiográficos de periodontitis apical. Se procederá a realizar la reendodoncia cuando se dé alguno de los siguientes supuestos: · Cuando el tratamiento previo no sea satisfactorio, tanto desde el punto de vista de situación de la obturación respecto al ápice radiológico como de la calidad de la misma (p.ej. mal condensada). · Cuando sea cuestionable la integridad del tratamiento endodóntico, p.ej. cuando la obturación del conducto ha quedado expuesta al medio oral. Se considera que cualquier tratamiento endodóntico expuesto a la saliva durante más de 3 meses debería reendodonciarse (Magura y col. 1991, Trope y col 1995). · Cuando haya presencia de lesión periapical y sea sintomática. Si no es sintomática preguntaremos al paciente cuánto tiempo ha transcurrido de la endodoncia, ya que puede tratarse de una lesión en proceso de resolución. Cabe tener presente que si la lesión era importante antes de realizar la endodoncia no siempre se produce una cicatrización mediada por la formación de hueso, sino que se puede formar un tejido fibroso denso, dando lugar a una imagen radiolúcida residual (Bynström y col. 1987). Cuando además se acompañe de reabsorción del ápice radicular deberemos plantearnos la viabilidad del diente. · Cuando el conducto radicular se obturó con puntas de plata. Descartaremos un diente por motivos endodónticos y lo exodonciaremos cuando el pilar sea sintomático y no sea posible endodonciar o reendodonciar o, también, cuando la endodoncia o la reendodoncia no sean capaces de resolver la lesión periapical y no sea posible o aconsejable realizar la apicectomía. ¿Cuándo hay que utilizar postes? Si, tal y como hemos visto, los postes no refuerzan el diente, ¿cuándo estará realmente indicado utilizarlos? Cuando no haya suficiente estructura dentaria remanente para retener el material restaurador. Será fundamental valorar este hecho en el momento de restaurar un diente que posteriormente deba ir coronado, por cuanto el posterior tallado puede menoscabar de forma clara la retención del material restaurador. Cuando nos encontremos con cámaras pulpares grandes y profundas (4mm o más) y queden al menos dos paredes dentarias de suficiente grosor (al menos 2mm) podremos restaurar sin necesidad de utilizar postes. No es asumible un grosor de 1mm por cuanto se tratará de esmalte sin soporte dentinario y, por tanto, muy propenso a la fractura, incluso durante la polimerización del composite. Si, por el contrario, quedan menos de dos paredes dentarias será imprescindible utilizar postes, ya que no quedará suficiente tejido dentario remanentepara retener el material de reconstrucción. Además, el diente deberá coronarse, acentuando aún más la pérdida de estructura dentaria por el propio tallado. ¿Cuándo hay que utilizar postes de fibra y cuándo postes metálicos? Cuando nos planteamos restaurar un diente con un poste, el primer factor a considerar es el tipo de fuerzas a las que se verá sometido y, por tanto, el poste que coloquemos en él. Los dientes posteriores reciben fuerzas principalmente de tipo axial, mientras que los dientes anteriores reciben sobre todo fuerzas horizontales. Así pues, hay una clara diferencia, ya que un poste colocado en un diente posterior se verá sometido sobre todo a fuerzas compresivas, mientras que un poste colocado en un diente anterior deberá flexionar a la vez que lo haga el propio diente. En este sentido, podemos marcar una clara diferencia entre dos tipos de postes (Tabla II): aquellos con un módulo de elasticidad similar al de la dentina (ya que será dentro de la dentina donde se alojará el poste) y que flexionarán a la vez que lo haga ésta, y aquellos con un módulo de elasticidad claramente superior al de la dentina y que podemos considerar que no flexionan. Módulo de elasticidad (GPa) Esmalte 82 Dentina 20 Fibra de carbono 20-40 Fibra de vidrio 40 Fibra de cuarzo 46 Aleación noble 80-100 Titanio 140 Zirconio 170 Acero inoxidable 190-200 Aleación no noble 210 Viendo que el módulo de elasticidad de la dentina es de 20 GPa, es obvio que los postes idóneos para ir colocados en los dientes anteriores deban ser los que podríamos denominar de forma genérica postes de fibra (fibra de carbono, fibra de cuarzo, fibra de vidrio), mientras que a nivel de los dientes posteriores serían aptos aquellos con un módulo de elasticidad mayor (postes de titanio, pernos muñones colados con aleaciones nobles y no nobles, pernos de acero inoxidable y pernos de zirconio). En la figura 3 se puede observar un incisivo central superior reconstruido con poste de fibra y muñón de composite. Fig. 3. Incisivo central superior reconstruido con poste de fibra y muñón de composite. Será aconsejable utilizar pernos de fibra en aquellos dientes posteriores sometidos a fuerzas torsionales, como por ejemplo pilares de prótesis fija que soporten pónticos en extensión y, sobretodo, todos los que sean pilares para prótesis parcial removible a extremo libre, ya sea convencional o prótesis mixta. A este respecto, Sorensen y Martinoff (1983) observaron como el riesgo de fractura de pilares de prótesis parcial removible endodonciados era siete veces superior al de coronas unitarias de dientes endodonciados (fig.4). Igualmente, Strub y col. (1989) y Karlson (1989) comprobaron como los pilares de pónticos en extensión que estaban endodonciados eran más propensos al fracaso en comparación con los pilares sin endodonciar (fig.5). Fig. 4. Imagen de dos pilares de prótesis mixta que han sufrido una fractura horizontal por sobrecarga. Si en estos casos hubiéramos reconstruido con postes metálicos o de zirconio la fractura habría sido irreversible. Fig. 5. Pilar de puente portador de un póntico en extensión. La sobrecarga no solo ha provocado una fractura del conector mesial, sino también la fractura radicular. Incluso cuando no se trata de ninguno de estos supuestos puede producirse la fractura del pilar reconstruido ya que, al fin y al cabo, no nos es posible predecir todas las fuerzas que actuarán sobre un diente posterior. En las figuras 6a y 6b puede observarse como el pilar del puente restaurado con un poste metálico que en 1986 estaba en buen estado, acaba fracturándose diez años más tarde. Figs. 6a y 6b. Imágenes del mismo caso en el que el pilar mesial restaurado con un poste metálico, que en 1986 estaba en buen estado, acaba fracturándose diez años más tarde. Además, un detalle interesante cuando se utilizan postes metálicos es que la fractura suele alcanzar siempre la punta del poste, generalmente a nivel del tercio medio radicular, aunque puede llegar incluso más allá. Esto es debido a que las tensiones que recibe la corona se transmiten a lo largo del poste metálico y de la interfase poste-dentina. Lo contrario ocurre cuando se trata de postes de fibra ya que la fractura se sitúa siempre a nivel cervical, debido a que las tensiones se concentran precisamente a nivel cervical (Akkayan y Gülmez 2002, Hayashi y col 2006). Es más, Isidor y col. (1996) constataron que, en contraste con lo que ocurría al utilizar postes metálicos, los dientes restaurados con postes de fibra eran menos proclives a sufrir fracturas radiculares verticales. La implicación clínica de todo ello es clara: las fracturas producidas en dientes portadores de postes metálicos casi siempre obligan a la extracción del diente en cuestión (fig.7), mientras que los dientes portadores de postes de fibra que se fracturan, generalmente se pueden reconstruir de nuevo. Fig. 7. Fractura radicular de un diente endodonciado reconstruido con un poste metálico. Los postes metálicos pueden ser prefabricados (de titanio, aleación de titanio o acero) o también pernos-muñones colados (fabricados con aleaciones nobles o no nobles). Los postes de fibra están constituidos por fibras paralelas pretensadas de distinta naturaleza (carbono, cuarzo, vidrio), de diámetro variable (6-21 micras) y silanizadas, embebidas en una matriz de resina inyectada a presión que rellena los espacios existentes entre las fibras (resina epoxi u otro polímero con un elevado grado de conversión y de enlaces cruzados). Además, algunos tipos de postes incluyen relleno inorgánico en su composición. La densidad de fibras, es decir, el número de fibras por milímetro cuadrado, es variable (18-36 fibras/mm²). Desde el momento en que las fibras aportan la resistencia mecánica al poste, es de suponer que aquellos postes con una densidad de fibras mayor presenten una mayor resistencia a la fractura. Esto ha sido corroborado por Newman y col. (2003) y por Seefeld y col. (2007), a pesar de que Grandini y col. (2005) no han hallado una correlación entre ambos factores. Lo que sí que es importante para no menoscabar la resistencia a la fractura de los postes es que durante el proceso de fabricación de los mismos no queden poros en el interior de la matriz de resina y que no existan áreas de discontinuidad en la interfase matriz-fibra. En el caso de los postes de fibra de carbono (Composipost de RTD, Carbopost de Danville) las fibras tienen 7 micras de diámetro (64% en volumen) y la matriz de resina epoxi alcanza el 36% en volumen (figs.8a y 8b). Figs. 8a y 8b. Postes de fibra de carbono. Las distintas formas de poste se obtienen por desgaste, lo que a su vez crea una rugosidad superficial (microporos de 5 a 15 micras de profundidad) que son los que aportan la retención mecánica para el cemento. Debido a la presencia de carbono tienen un color oscuro, por lo que se considera que pueden afectar la estética, aunque normalmente se colocarán en dientes que serán coronados. Una variante son los postes de fibra de carbono recubiertos por fibras de cuarzo para mejorar la estética (AesthetiPost de RTD) o los que están constituidos íntegramente por fibras de cuarzo embebidos en una matriz de resina epoxi (DT Light Post de Bisco). En ambos casos el comportamiento mecánico es similar al de los postes de fibra de carbono (fig.9). Los postes de fibra de vidrio (figs.10a y 10b) están compuestos por fibras de vidrio silanizadas (42-65% en volumen), y una matriz de resina, generalmente epoxi aunque también puede ser otro polímero (como Bis-GMA, UDMA, TEGDMA, etc.). A veces también incluyen un relleno inorgánico y presentan un módulo de elasticidad similar al de la dentina (RelyX Fiber Post de 3M-ESPE, Luscent y Twin Luscent de Dentatus, Snowpost y Snowlight de Abrasive Technology, Parapost Fiber White de Coltene/Whaledent, FRC Postec de Ivoclar). También se ha planteado ofrecer retención al material de reconstrucción coronal mediante tiras de fibra de polietileno (p.e. Ribbond de Ribbond) o contiras de fibra de vidrio (Glasspan de Glasspan) empapadas con adhesivo dual, que se introducen en el conducto donde previamente se inyectó composite auto o dual. La parte de las tiras que sobresale se utilizará para reconstruir el muñón. Fig. 9. Poste de fibra de cuarzo. Figs. 10a y 10 b. Postes de fibra de vidrio. Por último, los postes de óxido de zirconio (Cerapost de Brasseler o Cosmopost de Ivoclar) pueden utilizarse para encerar sobre ellos el muñón y luego colarlo con cerámica inyectada o también se puede adherir a ellos el composite. Son tan rígidos como los postes metálicos y más difíciles de retirar en caso de reendodoncia. Por ello, desde un punto de vista de la biomecánica, en los dientes anteriores se comportarán igual que si se trataran de postes metálicos con los mismos riesgos que entraña la utilización de éstos en dientes que deban soportar principalmente fuerzas horizontales o de tipo torsional. Una demostración de ese comportamiento similar es que el tipo de fracturas que sufren los dientes reconstruidos con postes de zirconio tienen un patrón similar al de los dientes reconstruidos con postes metálicos (Heydecke y col. 2002). ¿Todos los postes de fibra son iguales? Desde el punto de vista del módulo de elasticidad podemos considerar que todos los postes de fibra son iguales. Ahora bien, si realizamos cortes en los mismos, podremos comprobar que el calibre y la densidad de las fibras embebidas en la matriz de resina varía de un tipo a otro y de una marca a otra. Igualmente, la matriz de resina puede ser de distintos tipos (epoxi, Bis-GMA,etc.). Por lo que respecta a la resistencia a la fractura sí que parece detectarse una tendencia a que al ir aumentando la densidad de fibras aumenta la resistencia (Newman y col. 2003, Seefeld y col. 2007). En concreto, en el estudio de Seefeld y col. (2007) se ha hallado una mayor resistencia a la fractura en aquellos postes en los que la proporción de fibras respecto a la matriz de resina es mayor, p.ej. en aquellos casos en que la proporción de fibras está entorno al 74%, la fractura se produce con una fuerza de 90-95N, mientras que si se sitúa alrededor del 41%, la fractura se produce con una fuerza claramente menor (72-74N). Ahora bien, es necesario comentar que se valoró la resistencia a la fractura de los postes solos y no se valoró la resistencia del poste junto con el muñón que es como trabajarán en clínica. Este detalle es importante, tal y como veremos en el siguiente apartado. ¿Son más resistentes los postes metálicos? Siguiendo esta idea de que el poste refuerza el diente en el que se cementa podría ser interesante utilizar postes metálicos porque son más resistentes. Ciertamente, si comparamos la fuerza requerida para romper un perno en función del material con el que está fabricado, los postes metálicos son claramente más resistentes que los de fibra, como podemos observar en el gráfico 4 en el que los dos primeros postes son metálicos, el tercero y el cuarto son de zirconio, el quinto y el sexto son de fibra vítrea y el séptimo es de fibra de carbono (CRA Newsletter 2004): Pero en un diente el poste nunca trabaja sólo, sino que siempre queda dentro del muñón, contribuyendo este último en el soporte y la distribución de las cargas recibidas. Siguiendo este planteamiento, si valoramos la resistencia a la fractura de los mismos postes, pero junto con el muñón reconstruido, los resultados obtenidos son diferentes que los del anterior gráfico y se puede observar como quedan atenuadas las diferencias entre los distintos tipos de postes (gráfico 5, CRA Newsletter 2004): En conclusión, no debemos optar por un tipo u otro de poste por el hecho de que sea más o menos resistente a la fractura, sino con base en criterios clínicos. De hecho, más adelante veremos que lo que suele ser más importante para la resistencia a la fractura del diente reconstruido es la cantidad y localización de la dentina coronaria remanente. ¿Son válidos los postes translúcidos? La utilización de postes translúcidos se plantea con el objeto de utilizar con ellos cementos fotopolimerizables. Para conseguir que el cemento fotopolimerizable realmente polimerice por completo será necesario que la luz llegue hasta él y, además, que lo haga con la suficiente intensidad. En cuanto al primer precepto, el CRA Newsletter (2004) realizó un interesante experimento en el que valoró la capacidad de transmisión de la luz de distintos postes translúcidos. Así como en los postes como el Luscent Anchors de Dentatus o el Snowlight de Danville la transmisión era correcta, en el Light Post de Bisco empezaba a vislumbrarse un descenso en la transmisión en el extremo apical del mismo. Peor era aún la transmisión de luz a través del Glass Fibre de Ellman ya que ésta no superaba la mitad de la longitud del poste o en el Whitepost de Parkell en que no iba más allá del tercio más coronal. Así como en los primeros ejemplos parece ser posible una polimerización del cemento fotopolimerizable a través de los postes, en los demás casos es más que discutible. En un reciente artículo, Roberts y col. (2004) valoraron la calidad de la polimerización a través de postes translúcidos. Para ello, se basaron en la dureza del composite intraconducto polimerizado a través de un poste translúcido (Luscent Anchors de Dentatus). Llegaron a la conclusión que a partir de los 3mm de profundidad la polimerización era incompleta e insuficiente y que, de hecho, la presencia del poste translúcido no aumentaba la profundidad de polimerización. En el gráfico 6 se puede observar que a partir de los 3mm la relación entre la dureza del composite en profundidad y la dureza superficial es inferior al 80%, valor que se considera mínimo para poder hablar de una correcta polimerización. Si no se alcanza ese 80% las propiedades mecánicas del composite se verán menoscabadas. En cuanto al segundo precepto, cabe decir que la importancia de la intensidad de la luz que alcanza el cemento radica en que es uno de los parámetros que determinarán la calidad de la polimerización del material. En este sentido, a mayor intensidad mayor número de fotones incidirán sobre el cemento de composite, con lo que será mayor el número de moléculas de fotoiniciador que generarán radicales libres, que son los que de hecho dan lugar a la reacción de polimerización. En los estudios comentados (CRA Newsletter 2004, Roberts y col. 2004) se trabajó en condiciones óptimas, pero en la consulta esta intensidad se puede ver menoscabada por una serie de factores como p.e. la distancia que separa la punta de la guía de luz de la cabeza del poste (la intensidad decrece en un 25% si la separación es de 2mm [Pires y col. 1993]), la rotura de las fibras ópticas de la guía, la degradación de la bombilla, la degradación del filtro o la presencia de restos de composite o restos orgánicos (sangre) en el extremo de la guía. Con todos estos datos la conclusión es clara: Podemos utilizar postes translúcidos, pero no con el objeto de que transmitan la luz hasta el cemento fotopolimerizable, sino por el mero hecho de que, siendo postes de fibra, estarán especialmente indicados en dientes anteriores al igual que los demás postes de fibra. Por otro lado, también queda claro que por muy translúcidos que se diga que son, la experiencia investigadora nos aconseja que utilicemos siempre con ellos cementos de resina duales o, incluso mejor, autopolimerizables con el fin de no depender de la transmisión de luz a través de los mismos. ¿Qué longitud y qué calibre debe tener el poste? Las recomendaciones de la bibliografía respecto a la longitud ideal del poste son diversas, desde que debe tener una longitud igual a la mitad de la longitud radicular (Jacoby 1976) hasta que debe tener una longitud equivalente a cuatro quintos de la longitud radicular (Burnell 1964), pasando por que la longitud debe ser igual a la de la corona anatómica (Harper y Lund 1976), o también que debe ser igual a dos tercios de la longitud radicular (Bartlett 1968).Lo que sí parece evidente es que la longitud del poste debe ser la máxima posible, ya que cuanto más largo sea el poste más retentivo será éste, a la vez que mayor será la resistencia a la fractura de la raíz (Trabert y col. 1978, Sorensen y Martinoff 1984, Fuss y col. 2001). Por otro lado, se ha comprobado como es fundamental conservar 4-5mm de gutapercha apical si no se quiere comprometer el sellado apical (Mattison y col. 1984, Kvist y col. 1989, Raiden y Gendleman 1994, Wu y col. 1998). Cuando la longitud deseable de un poste sea incompatible con el mantenimiento del sellado apical, es a este último al que hay que satisfacer y colocar un poste más corto. En los casos en que el poste deba ser corto será preferible cementarlo con cementos de resina, ya que, de esta manera, se podrá compensar la menor longitud del poste con la mayor capacidad retentiva de los cementos de resina (Nissan y col. 2001). Si partimos de los estudios in vitro y desde el punto de vista de la retención, lo ideal es que la longitud del poste sea ¾ de la longitud radicular, pero en la realidad optar por ello implicaría comprometer el sellado apical en la mayor parte de los dientes. En las siguientes dos tablas (III y IV) se muestra la longitud radicular promedio en milímetros de los dientes maxilares y mandibulares, así como las hipotéticas longitudes de los postes y la longitud máxima para poder mantener los 4mm de gutapercha apical (Wheeler 1974, Shillinburg y col. 1982, ): Diente maxilar Longitud radicular Corona anatómica 2/3 radiculares 4mm del ápice Incisivo central 12,5 10,5 8,3 8,5 Incisivo lateral 13,1 9,0 8,7 9,1 Canino 15,8 10 1,5 11,8 1er premolar (V) 12,7 8,5 8,5 8,7 2º premolar 13,5 8,5 9,0 9,5 1er molar (MV) 12,5 7,5 8,3 8,5 (DV) 12,0 - 8,0 8,0 (P) 13,2 - 8,8 9,2 2º molar (MV) 12,8 7,0 8,5 8,8 (DV) 12,0 - 8,0 8,0 (P) 13,4 - 8,9 8,9 Diente mandibular Longitud radicular Corona anatómica 2/3 radiculares Incisivo central 12,4 9,0 8,3 Incisivo lateral 13,0 9,5 8,7 Canino 14,3 11,0 9,5 1er premolar 13,4 8,5 8,9 2º premolar 13,6 8,0 9,0 1er molar (MV) 13,5 7,5 9,0 (D) 13,4 - 8,9 2º molar (MV) 13,4 7,0 8,9 (D) 13,3 - 8,9 Si analizamos las tablas anteriores, comprobamos que la referencia de utilizar la misma longitud para el poste que para la corona es buena y, por lo tanto, en todos los casos, si restamos a la longitud radicular la longitud de la corona anatómica mantenemos los 4mm de gutapercha apical, excepción hecha del incisivo central superior y de los dientes anteroinferiores. Pero debemos tener en cuenta que el poste tiene que sobresalir unos 2-3mm por encima de la entrada del conducto radicular para dar retención al material de reconstrucción del muñón, con lo que sumados éstos a la diferencia anterior en los dientes citados ya nos permite garantizar el sellado apical. Por otro lado, si tomamos como referencia buena la de los dos tercios de la longitud radicular también nos mantendremos dentro del margen de seguridad. En cambio, lo superaríamos si la referencia fueran los tres cuartos o los cuatro quintos de la longitud radicular. En clínica, cuando hayamos hecho nosotros la endodoncia, tomaremos como referencia los dos tercios de la longitud radicular (restándole a la conductometría la longitud de la corona anatómica), mientras que si no hemos hecho nosotros la endodoncia la referencia será la longitud de la corona anatómica, ya sea del mismo diente o, si la corona está incompleta, del diente contralateral (fig.11). Fig. 11. La longitud del poste será igual a los dos tercios de la longitud radicular o giual a la longitud de la corona anatómica. En cuanto al grosor del poste, si se atiende a la idea que refuerza el diente se podría pensar que cuanto mayor fuera el grosor mayor sería la resistencia a la fractura del diente, pero los estudios demuestran que no es así (Sorensen y Martinoff 1984). Es más, se sabe que la resistencia a la fractura es directamente proporcional al grosor de la dentina remanente, sobre todo en sentido vestíbulolingual (Guzy y Nicholls 1979, Matison 1982, Tjan y Whang 1985). Por ello, la utilización de postes demasiado gruesos conllevará el debilitamiento del diente restaurado. Entonces, ¿qué referencia debemos tomar? El poste no debe superar un tercio de la anchura radicular en cualquier punto de su longitud, tal y como se observa en la figura 12 (Tilk y col. 1979, Goodacre y Spolnik 1995b). Además, la punta no debería tener más de 1mm de grosor, ya que se ha comprobado que si es mayor de 1mm el riesgo de perforación radicular es demasiado elevado (Abou-Rass y col. 1982). En el caso de los incisivos inferiores el diámetro de la punta deberá ser inferior a 1mm y situarse en 0,6- 0,7mm (Goodacre y Spolnik 1995b). Con estos datos sorprende comprobar que en algunos modelos de poste el fabricante ofrece calibres de la punta que alcanzan 1,6mm. Fig. 12. El poste no debe superar un tercio de la anchura radicular en cualquier punto de su longitud. Lo ideal es situar los postes en raíces palatinas de molares superiores y distales de molares inferiores ya que son las de mayor calibre. Debe tratar de evitarse colocar postes en raíces mesiales de molares inferiores y en raíces vestibulares de molares superiores, ya que presentan un elevado riesgo de perforación a furca. En cuanto a las raíces distales de los molares inferiores, es preferible situarlos lateralmente en el interior del conducto ya que la propia raíz presenta un menor grosor en la parte central de la misma cuando se observa en sentido vestíbulolingual. Si se colocan en el centro del conducto el riesgo de perforación radicular durante la preparación será mayor. Por último, si en una raíz hay dos conductos que se unen en el tercio apical será preferible colocarlo en el conducto que actúa como secundario y a través del cual no se accede con tanta facilidad al ápice, para permitir, en caso necesario, la reendodoncia. ¿Qué forma y superficie debe tener el poste? La forma de los postes influirá tanto en la retención del mismo como en el debilitamiento de la estructura radicular, mientras que la superficie influirá de forma determinante en la retención. Podemos clasificar los diseños de postes en cuatro tipos principales que combinan diferentes formas y superficies: cónicos de paredes lisas (fig.13), cónicos de paredes estriadas, cilíndricos de paredes lisas y cilíndricos de paredes estriadas (fig.14). No es aconsejable la utilización de postes roscados, ya que generan más tensiones durante la inserción, siendo el riesgo de fractura mayor. Fig. 13. Postes cónicos de paredes lisas. Fig. 14. Postes cilíndricos de paredes estriadas. Comparativamente son más retentivos los postes cilíndricos que los cónicos (Torbjörner y col. 1995), siendo este precepto igualmente válido para los postes de fibra (Qualtrough y col. 2003). Por otro lado, son más retentivos los postes de paredes estriadas que los de paredes lisas (Cooney y col. 1986) y, juntando ambas características, los más retentivos serán los cilíndricos de paredes estriadas. De todas formas, los postes cilíndricos presentan un inconveniente, y es que, con la preparación del conducto, en la porción apical se debilitan las paredes de la raíz, concentrándose allí las tensiones que pueden menoscabar la resistencia de las mismas a la fractura (Craig y Farah 1977). Esto es importante cuando queremos restaurar incisivos laterales superiores y, sobre todo, incisivos inferiores, en los que será más aconsejable utilizar postes cónicos. Por ello, algunos fabricantes modifican la forma del poste cilíndrico, dándole una forma ligeramente cónica en la porción apical (fig.15). Fig. 15. Postes cilíndricos de paredes estriadas con punta ligeramente cónica. En contra de los postes cónicos se ha argüido que tienen un efecto cuña que actúa desde el interior de la raíz, favoreciendo la fractura de la misma. Para que esto ocurra debería trabajar el poste independientemente del muñón, pero cuando se produce un fracaso por fractura en dientes reconstruidos lo menos frecuentees que se separen el poste del material restaurador. Algunos postes presentan una microrretención superficial de origen, como p.ej. los de fibra, a los que se les da forma por desgaste, mientras que a los metálicos se les puede crear esa microrretención mediante arenado con partículas de óxido de aluminio de 50 micras. Si no se tiene una arenadora de consulta para crear esa microrretención, se pueden mandar los postes al laboratorio para que los arenen. Por último, si atendemos a la resistencia a la fractura, cabe tener presente que la presencia del denominado efecto férula (que se describirá convenientemente en el apartado correspondiente a la preparación dentaria) reviste mayor trascendencia que el diseño del propio poste (Assif y col. 1993). ¿Qué material para la reconstrucción de muñones es preferible? Como materiales para la reconstrucción de muñones tenemos principalmente el composite y la amalgama. Aparte, también podríamos incluir las aleaciones coladas cuando se recurre a los pernos-muñones colados, pero ya los abordaremos en otro apartado posterior, o los ionómeros de vidrio reforzados con resina, que se están promocionando en los últimos tiempos. El primer aspecto a considerar será el de las propiedades mecánicas y, siguiendo el procedimiento que planteamos para los postes, igualmente pensaremos en primer lugar en qué tipo de fuerzas recibirá el diente reconstruido. Así, en los dientes posteriores que reciben sobre todo cargas verticales interesará una elevada resistencia a la compresión, mientras que en los dientes anteriores que reciben sobre todo cargas horizontales interesará una elevada resistencia a la tensión diametral. En el gráfico 7 se muestra la resistencia a la compresión de los distintos materiales propuestos (Cho y col. 1999): Los dos primeros productos, empezando por la izquierda son composites fotopolimerizables, el tercero es amalgama de plata, el cuarto y el quinto son composites autopolimerizables, el sexto es un ionómero de vidrio convencional, el séptimo es un ionómero de vidrio reforzado con plata y el último un ionómero de vidrio reforzado con resina. Podemos comprobar como se puede establecer una frontera clara entre los ionómeros (convencionales o reforzados) y por otro lado la amalgama de plata y los composites. En este sentido, en dientes posteriores podremos utilizar indistintamente con buenas garantías tanto los composites como la amalgama de plata (figs.16a y 16b), pero no tiene sentido optar los ionómeros por cuanto son claramente inferiores. El principal inconveniente de la amalgama de plata es que tiñe el diente y será conveniente valorar si el diente a reconstruir muestra su tercio gingival al sonreír. De ser así, será preferible utilizar composites. Fig. 16a. Composite autopolimerizable para reconstruir muñones (Clearfil Core de Kuraray). Fig. 16b. Molar reconstruido con poste metálico y amalgama de plata. Si, por otro lado, analizamos la resistencia a la tensión diametral, los composites son los que nos ofrecen unas mejores prestaciones de cara a su utilización en dientes anteriores, tal y como muestra el gráfico 8 (Cho y col. 1999): Los dos primeros materiales por la izquierda son composites fotopolimerizables, los dos siguientes son composites autopolimerizables y los tres últimos son ionómeros. Igualmente, en este caso se establece una frontera clara entre los composites y los ionómeros, sean éstos del tipo que sean, por lo que en dientes anteriores serán de primera elección los composites como material restaurador para reconstruir los muñones (fig.17). Fig. 17. Composite fotopolimerizable para reconstruir muñones (Clearlfil Photo Core de Kuraray). Cuando se trata de composites duales, ya sean para reconstruir muñones o cementos, se obtiene un mayor grado de conversión, unas mejores propiedades mecánicas así como mayores valores de adhesión si además se fotopolimerizan (Caughman y col. 2001, CRA Newsletter 2003, Oooka y col. 2004, Giannini y col. 2004, Piwowarczyk y col. 2007). Por ello, siempre que hayamos reconstruido un diente con un material dual, después de haberlo tallado, fotopolimerizaremos 30-40 segundos por las caras vestibular, lingual y oclusal con el fin de conseguir esa mejora en las prestaciones del material. En cuanto a los ionómeros de vidrio reforzados con resina vuelven a mostrar unos valores claramente inferiores a los obtenidos con los composites. Además, hay una tendencia a la expansión por absorción de agua que puede causar la fractura de la corona de recubrimiento si ésta es de cerámica y se produce filtración marginal, como ya se comentará más detenidamente en el apartado del cementado. Todo ello induce a desaconsejar su utilización, ya que, además, si queremos obtener una buena adhesión al diente subyacente será necesario utilizarlos con adhesivos dentinarios, con lo cual su manipulación será tan exigente como la de los composites, pero sus prestaciones serán claramente inferiores a las de éstos. Hay otros factores relacionados con el material del muñón que clínicamente son interesantes como el tiempo de fraguado, la técnica de aplicación o el hecho de tratar de unificar materiales con el fin de simplificar el procedimiento. En cuanto al tiempo de fraguado, lo ideal es que en la misma cita podamos reconstruir el diente y, si es preciso coronar, tallar y confeccionar el provisional. Los composites polimerizan en cuestión de minutos con lo que conseguimos una agilidad en el trabajo que no nos permite la amalgama de plata y aún menos si nos decidimos por un perno-muñón colado. Desde el punto de vista de la técnica de aplicación, los composites dispensados en jeringas de automezcla disponen de puntas finas y curvadas que permiten acceder cómodamente a cualquier ubicación (fig.18). Fig. 18. Composite dual para reconstruir muñones dispensado en jeringa de automezcla (Clearfil Dc core automix de Kuraray). Esto es sobre todo importante en dientes delgados, ya que el espacio que queda entre el poste y la matriz suele ser limitado y es fundamental rellenarlo bien sin que queden burbujas en su interior. Lógicamente, la fluidez del propio material restaurador facilitará aún más la reconstrucción. Si a ello unimos la posibilidad de utilizar preformas de muñones, la reconstrucción de dientes endodonciados con grandes defectos estructurales se facilita de forma considerable (figs. 19a y 19b). Figs. 19a y 19b. Preformas para reconstruir muñones de distintos tamaños y diferentes formas. Frente a esta facilidad de aplicación del composite, la amalgama no es capaz de competir. Sólo es planteable la utilización de amalgama en situaciones en las cuales no sea posible conseguir un aislamiento estricto, requisito ineludible cuando se restaura con composite, como p.ej. cuando el diente a restaurar presente una gran y profunda caries proximal y exista un desnivel importante entre la cara vestibular y la cara proximal. Por último, es importante unificar materiales en la reconstrucción, ya que de esta manera simplificaremos nuestro procedimiento clínico. Si el mismo adhesivo que utilizamos para cementar el poste lo podemos utilizar para adherir el material del muñón al diente conseguiremos eliminar pasos intermedios. Un aspecto interesante a considerar es que hay cierta concepción errónea en la utilización de materiales de resina. No por el hecho de que sean resinas implica que se pueda unir cualquier adhesivo con cualquier material de reconstrucción de muñones. El CRA Newsletter, en un estudio publicado en 2000 demostró lo importante que es la compatibilidad entre sistemas adhesivos y materiales de reconstrucción de muñones. En él se comparaba la capacidad adhesiva de cuatro sistemas distintos a materiales de reconstrucción autopolimerizables y de fraguado dual. Los sistemas adhesivos eran: tres pasos (grabador, primer y adhesivo), dos pasos (unos incluyen en el mismo bote el grabador y el primer, y otros incorporan en el mismo bote el primer y el adhesivo) y un solo paso (grabador, primery adhesivo en el mismo bote). Los resultados obtenidos mostraban que en algunas combinaciones de sistemas adhesivos y materiales de reconstrucción no se obtenía adhesión alguna o con unos valores insignificantes, sobre todo cuando se combinaban materiales de reconstrucción autopolimerizables y sistemas adhesivos fotopolimerizables o duales. En un estudio posterior del propio CRA Newsletter (2003) se comprobó que con el cambio en la formulación de algunos materiales de reconstrucción de muñones, que pasaron de ser autopolimerizables a duales, se corrigieron los problemas de adhesión. Por otro lado, se ha constatado un problema de adhesión al combinar sistemas adhesivos autograbantes fotopolimerizables con monómeros acídicos y composites autopolimerizables (Sanares y col. 2001, Tay y col. 2001, Tay y col. 2003a, Tay y col. 2003b, Franco y col. 2005, Bolhuis y col. 2006). Cuando un composite autopolimerizable se coloca encima de una capa de adhesivo autograbante fotopolimerizado, los monómeros acídicos contenidos en la capa inhibida del adhesivo interactúan con la amina terciaria del composite (que es el activador del propio composite) a través de una reacción ácido-base. De esta manera, los monómeros acídicos impiden que la amina terciaria reaccione con el peróxido de benzoilo, dificultando la polimerización de la superficie del composite adyacente. Todo ello redunda en una baja adhesión entre el propio adhesivo y el composite autopolimerizable. Esta interacción se puede producir siempre que el pH del sistema adhesivo sea bajo o si se demora la fotopolimerización (p.ej. si se deja que el composite dual fragüe sólo químicamente). Si, en cambio, se utiliza un composite fotopolimerizable o dual y se fotopolimeriza a continuación, no habrá problema alguno con los monómeros acídicos. La razón estriba en que la luz genera radicales libres de forma mucho más rápida que cuando el fraguado es auto, por lo que la reacción de fotopolimerización puede competir sin problemas con la reacción ácido-base citada, consiguiéndose una adhesión adecuada. Todo ello nos inclina a aconsejar lo siguiente: Si queremos tener una plena seguridad en la adhesión, será preferible utilizar materiales de una misma marca comercial, ya que así será más probable la compatibilidad entre el sistema adhesivo y el material de reconstrucción de muñones. Trataremos de combinar materiales que presenten el mismo tipo de reacción de polimerización, ya sea foto, auto o dual (figs.20a y 20b). Los materiales duales los fotopolimerizaremos siempre. Fig. 20a. Adhesivo dual para sistemas de dos pasos (con primer autograbante, como por ej. ED Primer II de Kuraray) o tres pasos (con grabado ácido y primer) [Clearfil Photo Bond de Kuraray] Fig. 20b. Adhesivo dual de un solo paso (Clearfil DC Bond de Kuraray) ¿Qué aspectos de la preparación del diente son fundamentales para su supervivencia? Un aspecto que se ha mostrado fundamental para la supervivencia del diente endodonciado coronado y restaurado mediante postes es el denominado efecto férula, efecto abrazadera o ferrule efect. Hace referencia a la presencia de un collar de dentina situado coronalmente a la preparación marginal que se ha estimado que debe tener una altura de 1.5-2mm (figs. 21, 22 y 23). Fig. 21. La presencia de un collar de dentina de 1,5 - 2 mm, situado coronalmente a la preparación marginal, aumenta la resistencia a la fractura del propio diente. Fig. 22. Diente reconstruido con perno de fibra y muñón de composite al que se ha dotado de efecto férula. Fig. 23. Incisivo central superior reconstruido con un perno-muñón colado al que se ha podido dotar de efecto férula. Han sido varios los estudios que han demostrado que la resistencia a la fractura de los dientes reconstruidos con postes es mayor cuando existe el denominado efecto férula (Sorensen y Engelman 1990, Assif y col. 1993, Libman y Nicholls 1995, Morgano 1996, Isidor y col. 1999, Mezzomo y col. 2003, Akkayan 2004, Pereira y col. 2006 y Mezzomo y col. 2006). Igualmente, se ha comprobado que cuando ese efecto férula es menor de 1.5mm no se consigue una mejora significativa en la resistencia a la fractura, especialmente cuando los pernos están cementados con cemento de fosfato de zinc (Tjan y Whang 1985 y Libman y Nicholls 1995). En concreto, en el estudio de Libman y Nicholls (1995) se pudo comprobar como había un aumento claramente significativo en el número de ciclos de carga que era capaz de soportar un incisivo central antes de fracturarse cuando se pasaba de un efecto férula de 0.5-1mm a uno de 1.5-2mm (gráfico 9). El efecto férula modifica, además, el patrón de fractura del diente restaurado. Así, los dientes que presentaban un collar de dentina coronal de 2mm sufrían principalmente fracturas de tipo horizontal, mientras en ausencia de collar, el tipo de fractura era sobre todo vertical (Barkhodar y col. 1989). No siempre es posible disponer de ese efecto férula de entrada, pero hay un par de alternativas que nos pueden permitir conseguirlo. En primer lugar, podemos realizar un alargamiento coronario, pero para ello tenemos que observar previamente si acarreará una alteración estética por afectación del correcto nivelado de los márgenes gingivales de los dientes adyacentes. Si así fuera, el alargamiento coronario no será el tratamiento de elección. En segundo lugar podemos realizar una extrusión ortodóncica, pero para ello hace falta un tiempo de tratamiento que a menudo el paciente no nos quiere o no nos puede dar. Previamente a ambos tratamientos será necesario valorar la longitud radicular que quedará después de realizarlos, ya que tenemos que recordar que la longitud mínima radicular para restaurar un diente con un poste es de 10mm. Cuando se analizan las tensiones generadas a nivel cervical en relación a la combinación de las variables material del poste-material del muñón-presencia del efecto férula, se obtienen unas conclusiones que marcarán la pauta de reconstrucción de los dientes endodonciados. En el estudio de Pierrisnard y col. (2002), cuando se compararon las tensiones cervicales generadas por un perno- muñón colado con las generadas por un perno de Ni-Cr y un muñón de composite, en ausencia del efecto férula, no había diferencia, por lo que se puede afirmar que el tipo de material de reconstrucción del muñón no influye en esas tensiones. Pero si en la misma situación, es decir, en ausencia del efecto férula, se reconstruía con un perno de fibra de carbono y un muñón de composite las tensiones cervicales se reducían a la mitad, tal y como muestra el gráfico 10: Por tanto, las tensiones cervicales generadas por los postes de fibra de carbono eran la mitad de las generadas por los postes metálicos en ausencia de efecto férula. Pero además, esas tensiones cervicales generadas por los postes de fibra de carbono en ausencia del efecto férula eran similares a las que se producían cuando se utilizaban los mismos postes de fibra en presencia de efecto férula. Así pues, se puede concluir que cuando se utilizan postes de fibra no es imprescindible la presencia del efecto férula. En el mismo estudio se valoró como repercutía en las tensiones cervicales la presencia del efecto férula cuando se restauraba con postes metálicos. En el gráfico 11 se pueden observar los resultados: Las tensiones cervicales registradas cuando se dotaba del efecto férula al sistema se reducían a la mitad, pero además, y lo que es más importante, se situaban a un nivel similar a cuando se utilizaban los postes de fibra de carbono. Por tanto, se puede concluir que la presencia del efecto férula atenúa la influencia del material con que está fabricado el poste, por lo que, si el diente a reconstruir tiene suficiente dentina coronal remanente, podemos utilizar cualquier tipo de ellos (fig.24). Fig. 24. Cuando se utilizan postes de fibra no es imprescindible la presencia del efecto férula, como sería el caso del diente de la izquierda. Cuando hay efecto férula, se puede utilizar cualquiertipo de poste. Una vez aceptada la importancia del efecto férula, es planteable la cuestión de si la localización de la dentina coronal remanente es determinante para la supervivencia del diente reconstruido. De entrada parece lógico pensar que, si las fuerzas más desfavorables y que suelen ser las responsables de las fracturas de los dientes endodonciados son las que van en sentido vestíbulolingual, donde será más importante disponer de esos 1,5-2mm será tanto en lingual como en vestibular siendo de menor importancia la dentina remanente situada en proximal. Ng y col. (2006) analizaron esta cuestión y llegaron a la conclusión de que donde es realmente fundamental disponer de 1.5-2mm de dentina coronal es en palatino. Hasta tal punto es importante esa dentina en palatino que la fuerza soportada hasta la fractura es similar a la que soporta el mismo diente cuando dispone de efecto férula en todo su perímetro. Por último, un aspecto interesante de la preparación y que suele pasar desapercibido es que debemos ser conservadores con la preparación marginal. Si a un diente que hemos reconstruido le tallamos un chámfer profundo debemos tener presente que la parte de la dentina coronal remanente, que va a actuar de manera efectiva como férula, será la porción de la misma que sea paralela al eje mayor dentario y no la que incluya el chámfer. Así pues, si tenemos un collar de dentina de 2mm, pero casi 1mm de esa altura forma parte del chámfer, la dentina coronal que realmente dé lugar a ese efecto férula tendrá una altura de sólo 1mm. Por tanto, si tenemos sólo esos 2mm de dentina y la pared tiene poco grosor, será mejor tallar un chámfer ligero. ¿Cómo debemos reconstruir los dientes con raíces muy destruidas? Los dientes con raíces muy destruidas, debido a la delgadez de las paredes remanentes, presentan un mayor riesgo de fractura (fig.25). Además, con frecuencia en estos dientes no suele ser posible dotar al sistema de un efecto férula. En estos casos, podríamos plantear dos opciones: La primera es la que se escogía hace unos años y consistía en reponer toda la estructura radicular perdida con el perno-muñón colado (fig.26a) y, la segunda, es reconstruir primero con composite todo el déficit estructural intrarradicular y después proceder a confeccionar el perno-muñón (fig.26b). Fig. 25. Los dientes con raíces muy destruidas presentan un mayor riesgo de fractura. Fig. 26a. Reconstrucción de diente con la raíz muy destruida mediante un perno-muñón colado. Fig. 26b. Reconstrucción de un diente con la raíz muy destruida en el que se ha restaurado la estructura radicular perdida con composite. En ambos casos se repone la misma cantidad de material dentario, pero el comportamiento del conjunto no será el mismo puesto que el módulo de elasticidad del perno-muñón colado es distinto del del composite. Esto ha quedado demostrado en el estudio de Wu y col. (2007) en el que se ha observado que la fractura de los dientes muy destruidos y reconstruidos sólo con el perno- muñón colado se produce bajo una fuerza significativamente menor que cuando se trata de un diente en el que se ha recuperado previamente la estructura radicular perdida con composite, terminándolo con un perno-muñón colado (gráfico 12). Estos resultados concuerdan con los obtenidos por Saupe y col. (1996). Es por ello que en dientes muy destruidos será de elección utilizar composite para reconstruir la estructura radicular ya que, al fin y al cabo es el material artificial que mecánicamente más se asemeja al tejido dentario destruido, la dentina. Si luego, en lugar de utilizar un perno-muñón colado recurrimos a un perno de fibra y un muñón de composite todo el conjunto tendrá un comportamiento mecánico similar. De hecho, cuando se compara la carga soportada hasta la fractura por dientes con la estructura preservada con la soportada por dientes muy destruidos, con gran pérdida de tejido en el interior de la raíz, y reconstruidos con composite y poste de fibra, no se hallan diferencias estadísticamente significativas (Newman y col. 2003). ¿Perno-muñón colado o perno-muñón prefabricado? Los pernos-muñones colados fueron en su momento el referente en la reconstrucción del diente endodonciado por su elevada resistencia a la fractura, por la buena adaptación al interior del conducto, por la capacidad de reconstrucción de dientes finos y delgados y por la posibilidad de modificar la emergencia de la corona en relación con la raíz. Los principales inconvenientes que presentan es que se alarga el proceso de fabricación, no se puede reconstruir y tallar el mismo día, encarece de forma clara el procedimiento en comparación con los postes y muñones prefabricados y, por último, presentan un mayor riesgo de microfiltración durante el tiempo de espera hasta el cementado definitivo (Fox y Gutteridge 1997, Demarchi y Sato 2002). En primer lugar y desde un punto de vista clínico es importante valorar las tasas de éxito de ambos tipos de tratamiento si tiene que ser éste un criterio a considerar en el momento de elegir una modalidad de tratamiento u otra. En este sentido, Creugers y col. (1993), en su artículo de revisión, mostraron una tasa de éxito de los pernos-muñones colados del 87% a los 6 años, mientras que la de los pernos-muñones prefabricados oscilaba entre el 68% a los 10 años y el 92% a los 8 años. Por tanto, se puede considerar que el comportamiento clínico es similar en cuanto a resultados. Si analizamos la resistencia a la fractura, es cierto que cuando se valora sólo el perno-muñón, ésta es superior en el caso de los colados frente a los prefabricados, pero es conveniente valorar el conjunto, es decir, la resistencia a la fractura del diente restaurado con el perno-muñón. Para ello, Heydecke y col. (2002) compararon pernos-muñones colados y prefabricados y observaron como la fuerza soportada hasta la fractura por el diente reconstruido era similar en ambos casos (gráfico 13). En su momento, era necesario recurrir a los pernos-muñones colados cuando el paciente presentaba dientes anterosuperiores vestibulizados y se requería cambiar la emergencia de la corona para llevarla más a lingual (fig.27). Fig. 27. Dientes anterosuperiores vestibulizados. Cortesía de la Dra. Marta Serra Serrat. En estas situaciones, la resistencia del perno-muñón colado era claramente superior a la del perno-muñón prefabricado. Pero, actualmente, sería más apropiado remitir al paciente a un ortodoncista para que modificara la emergencia de los dientes anterosuperiores y corrigiera la vestibulización de manera que, con frecuencia, no será necesario restaurarlos. Por último, cabe destacar la revisión sistemática de todos los artículos publicados hasta la fecha realizada por Heydecke y Peters (2002) y en los cuales se comparaban ambos tipos de restauraciones y llegaron a la conclusión de que no hay evidencia científica de la superioridad de un sistema frente a otro en lo que a resistencia a la fractura del diente reconstruido se refiere. Por todo ello, es posible afirmar que actualmente es preferible recurrir a los pernos-muñones prefabricados por comodidad, sencillez, rapidez y agilidad de uso sin que por ello empeoren los resultados de nuestro trabajo. ¿En que momento prepararemos el conducto para el poste? El momento de preparar el conducto para el poste viene condicionado por dos factores, el riesgo de filtración durante el periodo en el cual llevará una obturación provisional y el tiempo de fraguado del cemento. En cuanto al riesgo de filtración coronal, cabe decir que la filtración bacteriana desde coronal es la principal causa de fracaso del tratamiento endodóntico. Hasta tal punto es importante este factor que Weine (1996) afirmaba que se pierden más dientes endodonciados por una obturación definitiva defectuosa que por un fracaso real del propio tratamiento endodóntico. Teniendo en cuenta la capacidad de migración hacia el ápice de las bacterias y de sus endotoxinas, se considera que cualquier tratamiento endodóntico expuestoa la saliva durante más de 3 meses debería reendodonciarse (Magura y col. 1991, Trope y col 1995). Además, cuando se prepara el conducto se elimina buena parte de la gutapercha que lo rellena, dejando solamente los 4-5mm apicales. Si en estos casos el tratamiento a realizar es un perno-muñón colado, durante el tiempo que pase desde que se toma la impresión hasta que se cementa será necesario utilizar un material de obturación provisional que impida la microfiltración. Realizar una restauración coronal de buena calidad, tanto si es provisional como definitiva, será fundamental para mantener la integridad del tratamiento endodóntico. Por lo que respecta a la restauración provisional, se han comparado los materiales de uso más común, entre ellos el Cavit de 3M-ESPE (óxido de zinc y sulfato cálcico), el IRM de Dentsply (óxido de zinc-eugenol reforzado con polimetilmetacrilato) o el Fermit de Ivoclar-Vivadent (poliéster de uretanodimetacrilato). En general, los resultados han demostrado que el Cavit tiene una mayor capacidad para evitar la microfiltración (Bobotis y col. 1989, Anderson y col. 1989, Deveaux y col. 1992, Deveaux y col. 1999). Parece ser que este mejor comportamiento se debe a la expansión higroscópica que sufre en contacto con la saliva y se ha constatado que es necesario garantizar una profundidad de al menos 3.5mm de Cavit para que éste sea eficaz y selle correctamente la entrada del conducto mientras estamos a la espera de reconstruir el diente (Webber y col. 1978, Saunders y Saunders 1994). Estas obturaciones provisionales deben renovarse al cabo de un mes, si es que fuera necesario esperar, ya que con el tiempo la permeabilidad aumenta a más del doble (Magura y col. 1991). En cuanto al tiempo que necesita el cemento para fraguar, McComb y Smith (1976) hallaron que un cemento de óxido de zinc eugenol tardaba 210 minutos en fraguar in vitro, mientras que el AH26 de Dentsply (resina epoxi) tardaba más de 630 minutos. El fraguado in vitro de los cementos de hidróxido de calcio es similar e incluso mayor (supera las 45 horas en el caso del Sealapex de Kerr). Pero además, en un reciente estudio de Allan y col. (2001), realizado in vivo (en dientes extraídos pero sometidos a condiciones ambientales similares al entorno bucal), se ha podido comprobar como el AH26 de Dentsply tardaba una semana en fraguar parcialmente y el fraguado total no se alcanzaba hasta las cuatro semanas. Algo similar ocurría con el TubliSeal o el Sealapex, ambos de Kerr. En estas condiciones la demora en exceso de la reconstrucción del diente endodonciado puede ser contraproducente. Pudiera parecer lógico esperar al completo fraguado del cemento para evitar que se afectara el sellado apical por la preparación del conducto, pero se ha visto que no es así y que no hay diferencia entre preparar el conducto de forma inmediata después de la obturación endodóntica o prepararlo de forma diferida en otra cita desde el punto de vista del sellado apical (Bourgeois y Lemon 1981, Portell y col. 1982, Madison y Zakariasen 1984, Abramovitz y col. 2000, Boone y col. 2001). Ahora bien, sólo será factible preparar el conducto inmediatamente después de la endodoncia cuando se haya realizado una buena técnica de condensación y garanticemos los 4-5mm de gutapercha apical. Por todo ello, y con la intención de evitar la microfiltración, trataremos de preparar siempre el conducto en la misma sesión en la que obturemos la endodoncia. Por último, también se ha planteado si la forma de retirar la gutapercha en el momento de preparar el conducto podría influir en el mantenimiento o deterioro del sellado apical. Para ello podemos utilizar condensadores de gutapercha calientes (de los utilizados en la técnica de condensación vertical) o instrumentos rotatorios (fresas de Gates-Glidden, fresas Peeso o las propias del sistema de postes prefabricados). Podría parecer que si se retira la gutapercha con condensadores calientes en lugar de hacerlo con fresas se es más conservador con el sellado apical, pero los estudios al respecto demuestran que, mientras se haya condensado adecuadamente y se mantengan los 4-5mm de gutapercha apical, el sellado no se verá comprometido independientemente del sistema utilizado para remover la gutapercha (Camp y Todd 1983, Mattison y col. 1984, Madison y Zakariasen 1984, Hiltner y col. 1992, Goodacre y Spolnik 1995). Así pues, es más importante la longitud de gutapercha remanente que no la técnica utilizada para retirarla. Muchos sistemas de postes incluyen fresas guía de punta inactiva para iniciar la remoción de la gutapercha y, con una segunda fresa, se conforma el interior del conducto para adaptarse a la forma del propio poste. Es importante utilizar fresas guía de punta inactiva, ya que es la mejor forma de evitar perforaciones radiculares. Si el sistema de postes no las incluye, será aconsejable iniciar la preparación con fresas de Gates-Glidden o Peeso para luego continuar con las fresas conformadoras del conducto del sistema de postes a utilizar. ¿Influyen los cementos endodónticos con eugenol? Un aspecto interesante referente al cementado con cementos de resina es la influencia que pueda tener sobre su fraguado la utilización previa de cementos endodónticos de óxido de zinc-eugenol (p.e. TubliSeal o Pulp Canal Sealer de Kerr, Endomethasone de Septodont). Se ha afirmado que un remanente de eugenol puede quedar en la superficie del conducto, inhibiendo la polimerización de los cementos de resina utilizados para cementar los postes (Tjan y Nemetz 1992, Millstein y Nathanson 1992, Paul y Schaerer 1997, Al- Wazzan y col. 1997, Ngoh y col. 2001, Yap y col. 2001, Latta y col. 2005). Otros autores no han hallado un empeoramiento en las fuerzas de adhesión por interacción con el eugenol (Schwartz y col. 1998, Mayhew y col. 2000, Burns y col. 2000, Leirskar y Nordbo 2000, Boone y col. 2001, Wolanek y col. 2001, Davis y O’Connell 2007). Ante la falta de acuerdo entre ambas opiniones, optaremos por utilizar cementos endodónticos que no contengan eugenol o, también, por irrigar el conducto con alcohol etílico una vez esté preparado, ya que el eugenol es soluble en él. De esta manera se neutraliza el posible efecto deletéreo del eugenol y se pueden conseguir unos valores de adhesión similares a los obtenidos cuando el cemento endodóntico no contiene eugenol. Por último, no tenemos que olvidar que el calibre de los postes suele ser superior al calibre del conducto instrumentado y obturado, con lo que al preparar el alojamiento del poste eliminaremos con las fresas la pared de dentina radicular que pueda estar contaminada con eugenol. ¿Con qué cemento debemos cementarlos? La pérdida de retención del poste es la causa más frecuente de fracaso de los dientes endodonciados reconstruidos con postes (Mentink y col. 1993, Torbjörner y col. 1995, Ferrari y col. 2000c). La retención del poste no depende solamente del tipo de cemento, sino también de las características del poste y de la interacción del cemento con las distintas superficies con las que entrará en contacto. Ya hemos comentado la influencia de la longitud, el grosor, la forma y la superficie del poste en la retención del mismo. Ahora nos centraremos en los cementos y, en el siguiente apartado, en el tratamiento de las distintas superficies. En la actualidad los cementos definitivos más utilizados son: Cementos de fosfato de zinc (FZ) Cementos de ionómero de vidrio (IV) Cementos de ionómero de vidrio modificados con resina (IVMR) Cementos de resina (con o sin técnica adhesiva) Los podemos agrupar en dos grupos, por un lado los dos primeros que podríamos llamar cementos convencionales o tradicionales y que sólo ofrecen retención por fricción (fig.28), y por otro los cementos que consiguen adherirse a la estructura dentaria (IVMR y cementos de resina). Los cementos convencionales los destinaremos solamente al cementado de los postes metálicos, pudiendo utilizar el cementado adhesivo tanto para postes metálicos como para postes de fibra o de zirconio.Fig. 28. Cemento convencional (Ketac Cem de 3M Espe). Los IVMR son unos materiales que tratan de aunar las ventajas tanto de los ionómeros de vidrio como de las resinas compuestas. Si los utilizamos sin adhesivos dentinarios presentan una unión a esmalte y dentina similar a la de los IV convencionales ya que la matriz de resina, de por sí, no tiene capacidad para establecer enlaces con los tejidos dentarios. Sólo si se combinan con adhesivos dentinarios se consigue una mejora significativa en la fuerza de unión a dentina (Besnault y col. 2004). Presentan como particularidad que el líquido incluye un ácido poliacrílico modificado con monómeros de metacrilato o hidroxietilmetacrilato (HEMA). La presencia de HEMA da lugar a que los IVMR sean muy hidrófilos, lo que provoca que en contacto con la saliva se produzca una expansión del cemento como consecuencia de la sorción acuosa (quedan moléculas de HEMA sin reaccionar que se unen a las moléculas de agua). Este hecho puede causar la fractura de coronas totalmente cerámicas y de carillas de porcelana a los pocos meses de su colocación en boca (CRA Newsletter 1996, Knobloch y col. 1996, Leevailoj y col. 1998, Sindel y col. 1999, Behr y col. 2003). Por este motivo no se deben utilizar debajo de restauraciones totalmente cerámicas ni tampoco para cementar postes, ya que, en caso de microfiltración, podrían producir la fractura radicular. Es cierto que algún estudio aislado no ha constatado este efecto deletéreo (segal 2001, Snyder y col. 2003), pero hay que tener presente que es un tipo de cemento que presenta peores propiedades mecánicas que los cementos de resina y, a la vez, si queremos conseguir la máxima adhesión deberán utilizarse con adhesivos, con lo que técnicamente serán tan exigentes como los cementos de resina. Por todo ello, sólo se planteará utilizar los IVMR para cementar coronas metálicas o ceramometálicas. Los cementos de resina, al igual que los composites, presentan una matriz de resina (generalmente Bis-GMA o uretanodimetacrilato) con cantidades variables de relleno inorgánico (30-80%). Pueden fraguar químicamente, por acción de la luz o una combinación de ambos mecanismos (cementos de fraguado dual). Los cementos fotopolimerizables no los utilizaremos, ya que no podemos garantizar que la luz pueda alcanzar al cemento del conducto con la suficiente intensidad, tal y como se ha comentado con anterioridad. En cuanto a los cementos duales, sería conveniente fotopolimerizarlos siempre, ya que los estudios demuestran un menor grado de conversión del composite y unas peores propiedades mecánicas si sólo se produce el fraguado químico sin luz (Hasegawa y col. 1991, El- Badrawy y El-Mowafy 1995, Hofmann y col. 2001), pero volvemos a tener el problema de la transmisión de la luz. Además, no tenemos que olvidar la posible incompatibilidad entre ciertos adhesivos autograbantes y los cementos duales que ya se ha abordado en el apartado correspondiente a los materiales para reconstruir muñones. Por todo ello, lo ideal sería utilizar cementos autopolimerizables (fig.29). Fig. 29. Cemento de resina autopolimerizable (Panavia EX de Kuraray). Podemos diferenciar los cementos de resina en dos tipos desde el punto de vista de la composición química: aquellos cementos que contienen monómeros funcionales capaces de adherirse a otros materiales restauradores además de al composite (p.ej. el MDP contenido en la familia de cementos Panavia y en el actual Clearfil Esthetic Cement de Kuraray (fig.30) y los que no los contienen. Esta diferencia es importante ya que es la que marcará la pauta de actuación clínica en el momento de cementar postes metálicos, de fibra o de zirconio. Los diferentes estudios demuestran que los cementos de resina utilizados con técnica adhesiva ofrecen la mayor retención e incrementan de forma significativa la resistencia a la fractura de los dientes reconstruidos en comparación con los otros cementos (Trope y col. 1985, Gorodovsky y Zidan 1992, Ferrari y col. 2000a). Fig. 30. Cemento de resina de fraguado dual (Clearfil Esthetic Cement de Kuraray). En el gráfico 14 se puede observar de forma comparativa la retención ofrecida por cada tipo de cemento. Un aspecto también fundamental a considerar es el tipo de fuerzas al que se verán sometidos los postes en cuestión. En este sentido, podemos separar los dientes posteriores de los anteriores, ya que en los primeros las fuerzas recibidas son principalmente de tipo compresivo mientras que en los anteriores las fuerzas recibidas son fundamentalmente horizontales y generarán una combinación de fuerzas de tracción y compresión a nivel del cemento. En aquellas situaciones en las que las fuerzas sean principalmente de tipo compresivo será recomendable utilizar cementos con una elevada resistencia a la compresión, mientras que en las situaciones en las que predominen fuerzas horizontales o cuando se trate de tramos pónticos largos o coronas pilares de prótesis removible, será preferible utilizar cementos cuya resistencia a la tensión diametral sea elevada. En cuanto a la resistencia a la compresión, se produce un aumento progresivo de la misma al pasar de los cementos de FZ a los de IV y, de éstos, a los cementos de resina (Kerby y col. 1992, White y Yu 1993). Ahora bien, podemos llegar a aumentarla de forma significativa en los cementos de FZ y en los de IV si se incrementa la proporción de polvo de la mezcla (Anusavice 2003). Los cementos de IVMR obtienen unos valores similares a los de los IV convencionales (White y Yu 1993). En el gráfico 15 se comparan los diferentes tipos de cementos. A tenor de estos resultados podemos afirmar que cuando cementemos postes o pernos-muñones colados en dientes posteriores, podremos recurrir a cualquier tipo de cemento ya que, en general, todos obtienen buenos resultados en lo que a resistencia a la compresión se refiere. Por lo que respecta a la resistencia a la tensión diametral, la mayor indiscutiblemente es la que se consigue con los cementos de resina (Li y White 1999, Goto y col. 2005). Los cementos de FZ son claramente los que presentan un peor comportamiento mientras que los de IV presentan un comportamiento sólo algo mejor. Por su parte, los IVMR superan de forma clara a los IV convencionales gracias a la matriz de resina que da lugar a un descenso claro en el módulo de elasticidad, lo que a su vez provoca un aumento en la resistencia a la tensión diametral. Veamos los valores de resistencia a la tensión diametral en el gráfico 16. Atendiendo a estos valores, es obvio que los cementos idóneos para cementar postes en dientes anteriores son, con diferencia, los cementos de resina (fig.31). Igualmente los utilizaremos en pilares de puentes con pónticos en extensión o en pilares de prótesis parcial removible a extremo libre, ya sea convencional o mixta, ya que en ellos las fuerzas torsionales también actuarán. Fig. 31. Los cementos idóneos para cementar postes en dientes anteriores son, con diferencia, los cementos de resina. Por otro lado, se ha valorado cómo afectaba el grado de adaptación del poste al conducto en la retención del mismo. Cuando se trata de postes metálicos cementados con cementos convencionales (FZ o IV) la retención disminuye al aumentar la desadaptación entre el poste y el conducto (Hanson y Caputo 1974, Trabert y col. 1975). Por tanto, el aumento del grosor de la capa de cemento condiciona una pérdida de retención. Si se valora la misma situación con postes metálicos, pero utilizando un cementado adhesivo, se comprueba como, al ir aumentando el espacio para el cemento, la fuerza de adhesión se mantiene igual e incluso aumenta en relación con aquellos postes cementados que ajustan bien al conducto (Assif y Bleicher 1986, Chan y col. 1993, Hagge y col. 2002). Igualmente, cuando se ha analizado la repercusión del grado de adaptación al conducto en la retención de los postes de fibra cementados con cementos de resina se ha podido comprobar como era nula (Perdigao y col. 2007). El efecto férula que hemos
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