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LAS CONVENCIONES INTERPRETATIVAS EN 
LA PRIMERA ÉPOCA DE BEETHOVEN * 
Eva Badura-Skoda • 
En el mundo musical en el que creció Beethoven, era todavía normal 
que un joven intérprete se consagrara a la interpretación mucho antes de dedi-
carse a la composición. En circunstancias normales, los compositores del siglo 
dieciocho seguían siendo instrumentistas en activo durante toda sus vidas o, 
rara vez, hasta que sus composiciones les hubieran granjeado el reconocimien-
to y los ingresos necesarios para permitirles abandonar, si así lo deseaban, su 
carrera como mtérpretes. Incluso aquellos compositores que gozaban del 
mayor reconocimiento y dedicación seguían tocando o dirigiendo sus propias 
obras, en la creencia de que la notación musical no era por sí sola garantía de 
una interpretación correcta, y que sólo su propia interpretación podía expresar 
la intención artística de la música. En el caso de las óperas y oratorios, la pre-
sencia del compositor era especialmente indispensable. 
En su juventud, Beethoven puso todo su empeño en convertirse en un 
intérprete excepcional. Esto es lo que nos dice Carl Czerny sobre él: 
"Nadie le igualaba en la velocidad de las escalas, dobles trinos, saltos de registro, 
etc. (ni siquiera Hummel). Su actitud corporal cuando tocaba era relajada, noble, y agrada· 
ble a la vista, y no hacía una sola mueca (aunque comenzó a inclinarse hacia delante según 
avanzaba su sordera). Tenía unos poderosos dedos -aunque no muy largos- cuya yema era 
plana de tanto tocar; porque, según me dijo, había estudiado con gran dedicación cuando 
era joven, prolongando su estudio con frecuencia pasada la medianoche." 1 
C. L. Junker, un ensayista musical muy prolífico, tuvo ocasión de escuchar a 
Beethoven en 1791; esto es lo que escribió en la Correspondenz de Bossler: 
"También escuché a uno de los más grandes pianistas, nuestro buen Bethofen 
[sic]. (. .. ) He escuchado a Vogler al pianoforte ( ... ) y nunca he podido dejar de admirar su 
deslumbrante ejecución; pero Bethofen tiene, además de una magrúfica ejecución, una 
mayor claridad y solidez en las ideas, y una expresividad mayor. " 2 
• Performance Conventions in Beetboven's Early Works. Beetboven Performance 
and Crities; Wayne University Press (1980) . 
• Eva Badura·Skoda es profesora de los Cursos de Especialización Musical del Aula de Músi· 
ca de la Universidad de Alcalá. 
1. Carl Czerny, On tbe Performance of All Beetboven's Worksfor tbe Piano. Comentarlo 
y edición de Paul Badura-Skoda. Viena, (1%3); pág. 15. 
2. Carl Ludwig Junker, en la Musikaltscbe Correspondenz de H. Ph. Bossler (23 de 
noviembre de 1791). Citado en Beetboven: Impresstons by Hts Contemporarles, de Osear Son-
neck. Nueva York (1926); pág. 11. 
54 Quodlibet 
LAS CONVENCIONES INTERPRETATIVAS ... 
A su llegada a Viena, Beethoven impresionó en los círculos musicales más importantes 
por su brillante virtuosismo. Beethoven aparece descrito en el Jahrbuch der Tonkunst von 
Wien und Prag de 1796, en el que figuran músicos nombrados alfabéticamente: "Bethofen 
[sic] : un genio musical que ha vivido en Viena durante dos años. Es admirado por la gran veloci-
dad de su ejecución y por la facilidad con que resuelve pasajes extraordinariamente difíciles." 3 
No podemos saber con certeza si Beethoven hubiera dedicado más tiempo a la práctica 
pianística de no haber empeorado una sordera que afectaría a toda su visión de la vida. Sin 
embargo, siguió dirigiendo ante el público sus propias obras hasta el momento en que hacer-
lo ya le fue claramente imposible. Y también siguió supervisando las interpretaciones de sus 
obras hasta 1825-26, cuando se ensayaban en su casa los últimos cuartetos y su sordera era 
casi total. 
Todavía hoy, cuando se habla del estilo interpretativo de Beethoven, se acude a la 
ayuda de los comentarios de alumnos suyos, entre los que se cuentan Czerny y Anton Schind-
ler -éste último fue ayudante y amigo (al menos como tal se autoproclamó) del compositor en 
sus últimos años-o Estos testimonios pueden resultamos útiles siempre que tengamos en 
cuenta que Czerny es bastante más digno de confianza que Schindler, y que dichos testimo-
nios provienen de músicos pertenecientes a una generación posterior a Beethoven. Era inevi-
table que ellos llegaran a la madurez con una perspectiva estética más moderna que la de 
Beethoven. Éste rondaba la cincuentena cuando conoció a Schindler, y para entonces algunas 
de sus ideas de juventud se habían transformado considerablemente. Además había desarrolla-
do una personalidad tan fuerte que fácilmente podía ejercer un dominio sobre las ideas musi-
cales de los que le rodeaban. Sin lugar a dudas, Beethoven trajo a Viena no sólo las ideas con-
teporáneas francesas y alemanas sobre literatura y ftlosofía, sino algunos conceptos musicales 
idiosincrásicos. No obstante, la viva tradición musical vienesa -que bebía de. las fuentes de 
Mozart, Haydn, ]ohann Schenk, Albrechtsberger y Salieri- tuvo un gran impacto sobre Beetho-
ven. Podríamos decir que la primera etapa en su producción pertenece esencialmente al siglo 
dieciocho. Debemos evitar a toda costa aplicar a estas obras los hábitos interpretativos del 
diecinueve, una tentación en la que Schindler pudo caer incluso más fácilmente que nosotros. 
Por arbitraria que pueda parecer, la usual división básica de la obra del compositor en tres 
periodos creativos puede sernas útil todavía a la hora de diferenciar los estilos y convencio-
nes interpretativas de cada uno de ellos. 
Lo que para la generación de Mozart era válido no ha de serlo necesariamente para la 
de Beethoven, a pesar de que haya un intervalo de tan sólo catorce años entre el nacimiento 
de Mozart y el de Beethoven, los mismos que median entre Beethoven y su discípulo Ferdi-
3. J. F. v. Schonfeld, Jabrbucb der Tonkunst von Wien und Prag. Viena, 1796; pág. 11. Reimpreso en 
Munich,1976. 
MONOGRÁFICO 
nand Ries (nacido en 1784). Es más, si algunas de las opiniones de Ries difieren de las de 
Schindler, ello puede ser porque el primero era considerablemente mayor y se había educado 
en Bonn, en tanto que Schindler creció en el ambiente cultural de la corona austriaca. Pode-
mos ir más allá: Ries fue un excelente pianista y un compositor reconocido; Schindler no fue 
ninguna de las dos cosas. El hecho de que las posiciones de los alumnos de Beethoven ante la 
interpretación difirieran entre sí puede explicarse no sólo por el salto generacional sino por 
los distintos estilos locales y personales. En cuanto al propio Beethoven, fue ante todo su fuer-
te personalidad lo que constituyó la base de las diferencias estilísticas con sus contemporáne-
os, aun cuando dichas diferencias surgieran de manera gradual. El presente estudio se propo-
ne ilustrar el gran alcance de la adhesión de Beethoven a las convenciones de interpretación y 
notación anteriores al cambio de siglo, y que eran comunes a Bonn y Viena. 
Si queremos descubrir cuáles eran estas prácticas interpretativas, debemos apoyamos 
en buena medida en las formas impresas a través de las cuales se ha transmitido la tradición 
musical. Las cuestiones fundamentales atañen a qué música se interpretaba, y dónde, por 
qué, para qué, y cómo se interpretaba. El cómo es tal vez lo que más nos interesa hoy día; 
deberíamos intentar averiguar todo lo posible acerca de estas convenciones, ya que su cono-
cimiento se hará indispensable a la hora de interpretar tan fielmente como sea posible la 
incompleta notación de Beethoven. Para responder a la pregunta de cómo se ejecutaba la 
música es necesario que hablemos someramente de la práctica interpretativa en la Viena de la 
última década del siglo dieciocho. 
La música religiosa se interpretaba todavía en las iglesias de forma exclusiva, si dejamos 
aparte los oratorios y cantatas con texto religioso. La música de cámara quedaba confinada, 
casi totalmente, a círculos privados. Antes de la década de 1780, se dabaun tipo de música de 
cámara relacionado con las antiguas sonatas de iglesia; estas sonatas incluían los llamados 
"solos" para violín, oboe o flauta con acompañamiento -normalmente se trataba de sonatas, 
movimientos de conciertos, o simplemente un aria-o Los números vocales con frecuencia se 
basaban en textos parodiados, adaptados a partir de cantatas y también de arias operísticas. 
Las piezas de este tipo podían escucharse tanto en las iglesias como en los conciertos públi-
cos. Durante la segunda mitad del siglo dieciocho, la celebración de conciertos públicos en 
teatros y salas de concierto se hizo cada vez más común. Ya se tratase de un concierto en una 
Akademie en viernes o en Cuaresma, de un concierto benéfico en un teatro, o de un concier-
to de abono en un salón de baile, cualquier programa que no estuviera dedicado a un oratorio 
completo -u otras obras de grandes dimensiones- comenzaba con una obertura o sinfonía, 
para seguir con algunas arias o escenas de ópera, y concluir con otras sinfonías o conciertos. 
Con frecuencia estos conciertos se engrosaban y enriquecían con las improvisaciones que tan 
56 Quodlibet 
LAS CONVENCIONES INTERPRETATIVAS ... 
célebres hicieran a Hurnmel, Beethoven, Cramer, Moscheles, y a Liszt sucesivamente, y que 
quedan constatadas en crónicas contemporáneas. 
El estreno de la mayoría de las obras compuestas por Beethoven en Viena antes de 
1800 tuvo lugar en las residencias y palacios de la aristocracia; esto es comprensible si tene-
mos en cuenta que la mayoría de estas obras eran camerísticas. Durante toda la vida de Beet-
hoven las sonatas para teclado solo también se consideraban obras de cámara. Alguna ley no 
escrita las declaraba poco apropiadas para salas más grandes, y ésta fue una de las pocas con-
venciones a las que Beethoven se plegó como cualquier otro músico. Por el contrario, en su 
madurez Beethoven no vaciló en contravenir la tradición según la cual en todo programa de 
concierto se debía incluir, al menos, una pieza vocal. Tal vez tenía buenas razones para ello; 
Beethoven no era buen cantante (Cad Czerny tildó su voz de "deplorable"), y aunque nos 
consta que en sus estudios con Salleri practicó el estilo vocal italiano, es evidente que su inte-
rés en ese campo era más bien limitado. El aria de concierto "Ah! perfido" es uno de los esca-
sos frutos del las asiduas lecciones con Salieri; después de este contacto, Beethoven haría bien 
poco por satisfacer el principio imperante a la sazón en Viena según el cual todo compositor 
que se preciase debía ser capaz de escribir un aria al estilo italiano. 
Cuando Beethoven llegó a Viena, las oportunidades para que un joven y desconocido 
músico actuara en un concierto público eran relativamente escasas. En cualquier caso, en 
1793 Beethoven tenía más interés por aprender y asimilar experiencias musicales nuevas que 
por darse a conocer. Dos años más tarde, no obstante, era ya tan conocido en determinados 
círculos privados que fue invitado a participar en dos conciertos públicos de la Tonkünstler-
Societat -un honor que suponemos Beethoven aceptó con gusto. También sabemos que en 
1795 tocó en un concierto en beneficio de la viuda de Mozart; es posible que interpretara el 
Concierto en re menor de Mozart, para el que habría compuesto sus propias cadencias, y que 
elaborara el tema recurrente de la Romanze (segundo movimiento) con ornamentaciones. 
Desde entonces, sus apariciones en conciertos públicos se hicieron frecuentes. Así, por ejem-
plo, en abril de 1797 participó en un concierto benéfico de Schuppanzigh en el salón de baile 
Jahn, interpretando su Quinteto para piano y viento op. 16, ejecución que repetiría un año 
más tarde en otro concierto de la Tonkünstler-Societiit. El memorándum de la reunión de la 
sociedad tras el concierto reza así: "El segundo día el señor Van Beethoven interpretó un quin-
teto y se lució en una magnífica fantasía". Este episodio es descrito con más detalle por Ríes: 
"La misma noche Beethoven tocó su Quinteto para piano y viento; Rarnm, el famoso oboista de 
MUIÚCh también tocó y acompañó a Beethoven en su quinteto. En el último allegro, lafermata aparece en 
repetidas ocasiones antes de retomarse el tema. En una de estas pausas Beethoven empezó a improvisar de 
repente, tomando el tema del rondó como motivo de la improvisación, deleitándose y deleitando a los pre-
sentes. Sin embargo, esto no gustó a los acompañantes, que se mostraban bastante irritados; Rarnm estaba 
57 Ql1(lJhbet 
MONOGRÁFICO 
incluso enojado. De hecho, resultaba bastante curioso ver a estos caballeros, disponiéndose a tocar a cada 
momento, acercar la embocadura de sus instrumentos a la boca una vez tras otra, para luego bajarla de 
nuevo. Finalmente, Beethoven se dio por satisfecho y retomó el rondó. Los miembros de la sociedad salieron 
encantados. " 4 
No parece tan importante saber si Beethoven improvisó esta "fantasía" o "capricho" 
-evidentemente se trataba de una cadenza y no de una mera elaboración de lafermata- en el 
rondó, o si insertó una cadenza en el primer movimiento, como apunta algún autor. 5 Se con-
sideraba permisible realizar estos dos tipos de inserción siempre que fueran razonablemente 
breves, una norma que Beethoven no respetó en esta ocasión. 
Ries hace otro comentario referente al hábito de hacer cadenzas. En este caso, la obra 
en cuestión es el Concierto en do menor de Beethoven: 
"Pedí a Beethoven que escribiera una cadenza para mí, cosa que se negó a hacer; me contestó que 
yo mismo escribiera una que luego él corregiría. Beethoven se mostró muy satisfecho con lo que escribí e 
hizo muy pocas correcciones. Sin embargo, había un pasaje muy briJJante y dificil que le gustó, pero que 
parecía demasiado arriesgado, de modo que me sugirió que lo cambiara por otro. Ocho días antes del con-
cierto quiso escuchar la cadencia de nuevo. Toqué [el mismo pasaje] con poca claridad. Otra vez, un poco 
irritado, me dijo que lo cambiara. [Entonces] lo hice, pero fue a mí a quien no gustó el resultado. Así pues, yo 
seguí practicando el primero con mayor frecuencia, sin tocarlo con seguridad total. En el concierto (. .. ) no 
fui capaz de decidinne a tocar el más fácil ; cuando me lancé osadamente a tocar el más dificil, Beethoven se 
incorporó violentamente en su asiento. No obstante, salió muy bien y Beethoven se mostró tan entusiasmado 
que gritó ' ¡Bravo!'; esto electrizó a todo el auditorio y me granjeó un lugar entre los artistas. Después, al 
expresarme su satisfacción, Beethoven añadió: 'Pero, de todos modos, es usted un terco. Si hubiera faJIado 
ese pasaje no le habría dado una sola clase más'." 6 
Tanto el comentario de Ries sobre la ejecución de Beethoven del op. 16, como el relato 
de cómo todavía en 1803 Beethoven le animó a escribir su propia cadencia para el Concierto 
en do menor parecen indicar que la actitud del compositor hacia la costumbre del alarde vir-
tuosístico en las cadencias -improvisadas o preparadas- debió cambiar considerablemente con 
los años. En tomo a 1808-1809, Beethoven compuso una serie de cadencias para sus anteriores 
conciertos para piano y para el Concierto en re menor de Mozart, tal vez a petición de su 
nuevo alumno, el archiduque Rodolfo, o tal vez -y esto parece más probable- porque pensaba 
que nadie más que él podría o querría componer cadencias dignas de sus conciertos o los de 
Mozart. Fue éste el momento en que comenzó a delimitar la tradicional libertad del intérprete. 
Ya encontramos muestras de esta delimitación en el oratorio Christus am Oelberg op. 85, 
donde las cadencias de las dos arias están escritas en su integridad. 7 Pero en el Concierto 
4. Wegeler-Ries, págs. 79-80. 
5. la diferencia entre una cadenza y la elaboración de lafermata (denOminada "eingiinge" por Mozart y Beet-
hoven) se explica en libro de Eva y Paul Badura-Skoda Interprettng Mozart on tbe Keyboard. Londres, 1960; cap. 1l. 
6. Wegeler-Ries, págs. lQ6.107. 
7. las arias deJesús (Meine Seele ist ersscbüttert) y Serafm, yel coro de ángeles (Erzittre Erde! Jebovas Sobn). 
58 Quoul,bd 
LAS CONVENCIONES INTERPRETATIVAS ... 
para violín op. 61 deja una vez más la elaboración de la cadencia en manos del solista. No 
obstante, en elfinale del Concierto para piano en sol mayor Beethoven escribe la indicación 
"la cadenza sia corta", además de escribir varias cadencias distintas en hojas sueltas. El Con-
cierto "Emperador" incorpora dos conocidos pasajes de carácter cadencial al comienzo de la 
exposición y de la recapitulación del primer movimiento. En el punto en el que normalmente 
aparecería la cadencia del solista, Beethoven vuelve a escribir una breve cadencia, que a su 
vez da paso a un calderón que tiene la indicación "no si fa una cadenza". Su cadencia más 
original es probablemente la del primer movimiento de la adaptación para piano del Concier-
to para violín, en la que hace uso del timbal. 
Además de las cadencias y las ornamentaciones de las fermatas, los solistas del siglo 
dieciocho mostraban muchas veces su creatividad espontánea y sus dotes de virtuoso median-
te variaciones improvisatorias, ornamentación de los temas y las lineas melódicas en las repeti-
ciones, en arias da capo o en ritornellos de rondó. Cuanto más cercano a Italia hubiese sido el 
ambiente en que se educó el compositor, mayores eran las probabilidades de desarrollar esta 
habilidad. Si bien la distancia geográfica entre Italia y Bonn era mayor que entre Viena e Italia, 
no debe olvidarse que en Bonn gobernaba un archiduque cuyos maestros di capella eran ita-
lianos. Esta influencia italiana debe sumarse a la sólida tradición franco-alemana. 
En 1796, el anuarioJahrbuch der Tonkunst von Wien und Prag incluía unos comenta-
rios acerca de la costumbre interpretativa de adornar la melodía. Según esta publicación, todo 
intérprete que quisiera actuar como solista -especialmente si era cantante- debería ser capaz 
de ornamentar con buen gusto: 
"De los cantantes se espera y se exige que tengan 'método' . Por 'método' entendemos la forma de 
utilizar las notas de adorno y apoyaturas por parte de los cantantes. Para hacer esto de forma correcta y apro-
piada se requiere un sentimiento y un buen gusto excepcionales. Así, muchos cantantes emplean demasiadas 
notas cromáticas y florituras; de esta forma la línea melódica queda muy recargada y poco clara, y las melodí· 
as y los motivos se pierden. " 8 
En la misma fuente encontramos lo siguiente sobre ornamentación instrumental: 
"Hay momentos en los que es conveniente emplear mucha ornamentación. Sin embargo, esto debe 
hacerse con mucho cuidado y consideración, de forma que la emoción básica del pasaje no se resienta, sino 
sea reforzada. El adagio, que por la simplicidad de su estructura melódica es el terreno ideal de la ornamenta· 
ción, no pertnite diseños o escalas rápidas, sino líneas cromáticas bien escogidas que suspiran y languidecen 
para morir después. " 9 
8. Schonfeld,jabrbucb; pág. 176 (en el original, la numeración de las págs. 167·176 está repetida por error). 
9. lbidem, pág. 167 (la página que, por error, sigue a la 176). 
59 Qlwdhbd 
MONOGRÁFICO 
Estas tradiciones en lo tocante a la ornamentación eran, con seguridad, conocidas en el 
Bonn de las dos últimas décadas del siglo dieciocho. El amigo de C. G. Neefe en Bonn, un 
compositor poco importante y un autor de escritos sobre música llamado D'Antoine, se queja-
ban de la excesiva elaboración melódica de los músicos de la corte, quienes añadían multitud 
de pequeñas notas a la propia notación musical. Se lamentaba de "la pérdida de la noble serie-
dad que había distinguido a los alemanes en la música durante tanto tiempo", y responsabiliza-
ba de esta decadencia a los músicos italianos (parece que se refería a aquéllos que ocupaban 
los puestos más importantes en la corte de Bonn). 10 Es más que probable que Neefe compar-
tiera la opinión de D'Antoine, y puede suponerse que la transmitiera a Beethoven, su alumno. 
Estas opiniones se diferenciaban, a buen seguro, de aquéllas en las que se educó la mayoría de 
los músicos vieneses, y que muchos de ellos todavía compartían en vida de Beethoven -con la 
notable excepción del viejo Haydn-. 
Según todos los cronistas contemporáneos, excepto Czerny, Beethoven sentía una gran 
admiración por el pianista Johann Baptist Cramer. Es posible que Beethoven le hubiera escu-
chado ya en 1790 en Bonn, pero seguro que le escuchó en 1796 en Viena, cuando ambos 
artistas tomaron parte en una competición. 11 Algún tiempo después, Moscheles conoció a 
Cramer en Londres y anotó sus impresiones en su diario: "Cramer canta con el piano de tal 
manera que un andante de Mozart queda casi transformado en una pieza vocal; sin embargo, 
no me gusta la libertad con la que introduce adornos que resultan más bien banales." 12 
Cramer no fue el único pianista de la época que se atrevió a ornamentar las obras de 
Mozart. El rival de Beethoven con más éxito como pianista en Viena era Johann Nepomuk 
Hurnmel, el discípulo de Mozart. Durante algún tiempo vivió en casa de Mozart, donde muy 
posiblemente Beethoven le conociera ya en 1787. Beethoven y Hummel tuvieron más 
encuentros desde entonces hasta el flnal de la vida de Beethoven; éste fue visitado en su 
lecho de muerte por Hurnmel, quien le pidió su apoyo para el desarrollo del entonces nuevo 
concepto de los derechos de autor de los compositores. En cualquier caso, Hurnmel interpre-
tó y más tarde publicó numerosas versiones ornamentadas de los conciertos para piano de 
Mozart. El ejemplo 1 ilustra la ornamentación del segundo solo del movimiento lento del Con-
cierto para piano en do menor K 491. Los oyentes del siglo veinte no dejarán de sorpren-
derse al saber que, aparentemente, Hurnmel nunca fue acusado por sus coetáneos de mostrar 
10. Cita extraída de Ludwig Schiedennair, Der junge Beethoven. Leipzig, (1925); pág. 62. 
11. El documento que relata el encuentro y el recital competitivo entre Cramer y Beethoven está publicado 
en ellibroJ B. Cramer und seine Klavier Sonaten, de Thea Schlesinger. Munkh, (1928); apéndice. 
- 12. Charlotte Moscheles (editora), Aus Moscheles Leben Ilach Briefen und Tagebücher. Leipzig, (1872); 
vol. 1, pág. 53. 
60 dC J '_'L. 
LAS CONVENCIONES INTERPRETATIVAS ... 
poco respeto por la obra de Mozart. Debemos recordar que hubo muchos otros intérpretes 
que ornamentaban la música de Mozart con más notas todavía y menos gusto que Hummel. 
Ejemplo 1 Segunda entrada solo del Concierto para piano en do menor K. 491, con la ornamentación de Hummel (segundo movimiento) 
Ni siquiera los conciertos para piano de Beethoven quedaron exentos de las adiciones 
de los virtuosos y las publicaciones de éstos. Algunos de los problemas que aún arrastramos 
hoy en los textos musicales fueron causados por el propio Beethoven, cuya notación de la 
parte solista de los primeros conciertos era un tanto esquemática: no sólo porque la memoria 
le bastaba en las primeras ejecuciones, sino porque quería probar varias versiones de determi-
nados pasajes antes de definir la versión fmal. Así, la partitura autógrafa del Concierto para 
piano en si b mayor op. 19 quedó incompleta, y de la primera versión de la parte solista úni-
camente han quedado en el manuscrito fragmentos. Estos fragmentos tienen poco que ver 
con la versión fmal. Sólo años más tarde, cuando preparaba el concierto para su publicación, 
escribió Beethoven una versión completa y corregida de la parte solista. Algo análogo ocurre 
en el caso del Concierto en do menor: la primera edición de Mollo parece reflejar la intención 
fmal de Beethoven con más fidelidad que la primera versión de la parte solista. En estos casos 
es preciso que los editores modernos presten mayor atención a las primeras ediciones que a 
los manuscritos. 
El cotejo de las fuentes de una obra no siempre resulta tan sencillo. En el caso de otro 
de los primeros conciertos, el Conciertoen do mayor op. 15, algunos de los adornos y peque-
ñas modificaciones que aparecen en la primera edición y no en el autógrafo constituyen, sin 
duda, una mejora. Pero en otros casos, no resultan muy convincentes. Por ejemplo, en el autó-
grafo de Beethoven el tema principal del Largo no tiene el grupeto anterior de tres notas, que 
más tarde aparece embelleciendo la repetición del tema (tanto en el manuscrito como en las 
fuentes impresas; veáse el ejemplo 2). Pero en la primera edición, alguien retocó la primera 
aparición del tema añadiendo la pequeña figura de tres notas. Sin estas notas de adorno en el 
61 Ql.wdlibd 
MONOGRÁFICO 
compás 6, el tema posee una simplicidad que resulta más convincente. De hecho, uno se pre-
gunta si la adición de este ornamento se debe a la intención fmal de Beethoven o a la de su 
editor. Del mismo modo, los grupetos de los compases 100-101 de la primera edición entur-
bian tanto el ritmo de doble puntillo como su correspondencia con la misma figura en el clari-
nete solo. 
Compases 53-56 del segundo movimiento del op. 15, 
EjemPlo 2 ornamentados por el propio Beethoven, tanto en el autógrafo como en la primera edición. 
" I =::i~ _#~# .#~#. tr~_ _--:-...... ......--... I .. 
t.I r-~ [erese.] 
~ 
3 3- I000o::I .,--* 
-=:::::::: if : p 
...----... fL -.: .. -.: fL "........ 
I ~ I I I I V 
Ce. 5-8 del segundo movimiento del op. 15, tal como aparecen en la primera edición (Molla); 
EjemPlo 3 el adorno que está al principio del c. 6 no se halla en el autógrafo. 
" 
v 
: 
_#~#~."..#~#.' ~_IJI.JJ. ~ I 
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3 -- -........ " pp 
.".-# fL • .. • fL "........ 
I - ~ I I I I V 
Desafortunadamente, los editores de la partitura de Eulenburg no dejaron suficiente-
mente claro que muchas de las versiones alternativas que publicaron son de una autenticidad 
más que cuestionable. Estas ornamentaciones tan poco fiables no aparecen en la primera edi-
ción de Molla, sino en una edición posterior a cargo de Haslinger (1837). En la mayoría de los 
casos se trata de embellecimientos algo superfluos. El ossia con terceras añadidas del compás 
99 del segundo movimiento es declaradamente feo (ejemplo 4). 
62 Quodlibet 
LAS CONVENCIONES INTERPRETATIVAS ... 
Beethoven, Concierto en do mayor op. 15; 
cc. 99·100 del segundo movimiento, con el ossia de Haslinger 
EjemPlo 4 &o •.. ... .............................••••••.............................••••.......•... 
~ ~ ~ ~ 
OSSja~mB~~~~~ (Haslinger) p-
(g...) ...• 
" ~ 
Igualmente cuestionables son los doblajes a la octava como los que aparecen en el pri· 
mer movimiento (ejemplo 5). 
EjemPlo 5 
Pasaje del op. 15, 
con el ossia de Haslinger 
8"> ...................... ---------------------.---, 
(Hasli:;:~ f I JW bJ rlr E F r F M-E': l' f :tíD I ttB ti I 
do/e« 
)1; : 1 : 1 : I~Pl,l_[F&1 =:1:1 
63 Quodlibet 
MONOGRÁFICO 
Cuando nos encontramos ante pasajes así, es conveniente tener en cuenta el comenta-
rio de Ries: 
"Recuerdo tan sólo dos ocasiones en las que Beethoven me indicó que añadiera algunas notas a su 
música: en el rondó de su Sonata "Patética" op. 13, Y en el rondó del Primer concierto en do mayor, en el 
que especificó determinados doblajes que lo hacían más brillante (. .. ) . Cuando tocaba un pasaje determinado 
solía conseguir, ya con la mano izquierda, ya con la derecha, una expresividad llena de belleza, y sin embargo 
inimitable; sólo en contadísimas ocasiones añadía notas o adornos." 13 
Existen buenas razones para suponer que Beethoven habría admitido a los intérpretes 
de sus primeras obras para piano que hicieran uso del ámbito cada vez mayor del instrumen-
to, particularmente después del cambio de siglo. Se puede entender que muchos pianistas, en 
el tercer movimiento del Concierto en do mayor toquen "a la octava" en los compases 320 y 
siguientes, como recomendaba Haslinger (ejemplo 6). No deja de ser significativo que Haslin-
EjemPlo 6 Cc. 314-30 del tercer movimiento del Concierto en do mayor op. 15 de Beethoven, 
f ro, ], '''''00'1'16, ,], 00: "ro~"doo. po, ""ai'!t = :2030 : €~ r : ~ 
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0)* I 
13. Wegeler-Ries, págs. 106-107. 
64 IJ)(t 
LAS CONVENCIONES INTERPRETATIVAS ... 
ger no ofreciera tantos brillantes ossia alternativos en su edición del Concierto en do menor 
op. 37 como lo hiciera en el op. 15. Tan sólo dos pasajes ossia -ambos prácticamente inejecu-
tables, y ninguno de ellos recomendable- se introdujeron en la partitura de Eulenburg, proce-
dentes de la versión de Haslinger. El más flagrante de estos pasajes es reproducido en el ejem-
plo 7. Sólo nos cabe esperar que semejantes aditamentos desaparezcan pronto de una edición 
tan conocida. 
Ce. 366-370 del primer movimiento del op. 37 de Beethoven; 
el ossia de Haslinger aparece todavía en la edición Eulenburg 
EjemPlo 7 
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Czerny, alumno de Beethoven desde 1801, tocó el Quinteto op. 16 -del que ya hemos 
hablado- en presencia del compositor en 1816. Su interpretación dio lugar a una carta de dis-
culpa de Beethoven. 
Estimado z.: 
No podré verle hoy, pero mañana iré a hablar con usted. Ayer monté en cólera de tal modo que en el 
mismo momento lamenté lo ocurrido. Pero debe usted disculpar a un compositor que hubiera preferido 
escuchar su obra tal y como está escrita, por muy bien que la interpretara usted en otros sentidos. Espero 
poder resarcirle de esto muy pronto con la sonata para violoncello. 
Quede usted seguro de que como artista yo le deseo lo mejor, y siempre trataté de manifestárselo. 
Su sincero amigo Beethoven 14 
Resulta sorprendente que, después de conocer a Beethoven durante quince años, 
Czerny no se hubiera hecho cargo del rechazo que sentía el compositor por toda ornamenta-
ción adicional en sus obras. Seguro que lo comprendió después de este desafortunado episo-
dio. Más de veinticinco años después, Czerny escribiría en su Pianoforte Schule que el intér-
prete de las obras de Beethoven no debe tolerar modificación alguna del texto musical. Este 
hecho nos da algunas pistas sobre el cambio gradual que experimentó la actitud de Beetho-
ven con respecto a las tradiciones y los derechos de los intérpretes. 
14. Anderson, 610. 
65 Quodlibet 
MONOGRÁFICO 
En cuanto a los adornos que founan parte de la partitura, la notación de Beethoven es, 
en muchos sentidos, convencional. Su utilización de los signos de ornamentación se ajustaba 
sin duda a lo que dictaba la práctica común en Viena -una práctica que, por desgracia, no 
siempre deja clara y libre de dudas la ejecución de tales signos-o Sobre todo en las obras de la 
primera etapa de Beethoven, se nos plantean problemas interpretativos análogos a los que 
presentan las obras de otros autores del clasicismo; uno de estos problemas es saber cuándo 
un trino debe comenzar por la nota principal o por la nota auxiliar superior. Quien mejor ha 
representado la posición más ortoxa ante el particular es William Newman. Newman arguye 
que las do~ maneras de ejecutar el trino son defensibles para la música anterior y posterior a 
1800, pero que en su madurez Beethoven se inclinó por el comienzo del trino por la nota 
principal. 15 Más recientemente, Robert Winter ha desarrollado el viejo concepto -nuevo en 
los estudios sobre Beethoven- de que donde verdaderamente radica la cuestión no es en que 
el trino comiencecon la nota principal o con la superior, sino en la aparición de la disonancia 
sobre la parte fuerte. Los documentos de las fuentes originales respaldan considerablemente 
su hipótesis. 16 También existen pruebas -poco difundidas, eso sí- de que los trinos de Beet-
hoven tenían terminación si el tiempo lo permitía, como puede observarse comparando el 
autógrafo del op. 15 con la edición Mollo auténtica (suponiendo que Beethoven corrigiera las 
pruebas de imprenta). Véase el ejemplo 8. 
EjemPlo 8 
Solo 
Pasaje de la edición Mollo del segundo movimiento del op. 15, en el 
que se observan las tenninaciones del trino añadidas al manuscrito. 
Análogamente, no podemos decir que todos los problemas que tienen que ver con las 
apoyaturas hayan quedado resueltos. Como ocurre con las obras de Mozart, en la primera 
época de Beethoven encontramos apoyaturas tanto largas como breves escritas de la misma 
manera. A veces resulta difícil escoger la ejecución correcta, pero por lo menos algunas de las 
reglas que son válidas para las obras de madurez de Mozart lo son también para las de Beetho-
15. William s. Newman, Performance Practices in Beetboven's Piano Sonatas: An Introductipn. Nueva 
_ York, 1971; pág. 78. 
16. Robert Winter, Second 1bougbts on tbe Peiformance of Beetboven's Trllls , Muste Quarterly 63 
(1971); págs. 483-504. 
66 QuodJíbet 
LAS CONVENCIONES INTERPRETATIVAS ... 
ven. Así, las figuras tJ n ó tw equivalían casi siempre a DTI ó ~ . La Sonata para 
piano en re mayor op. 10 n° 3 (compases 53 y ss.) muestra que Beethoven seguía la conven-
ción del sur de Alemania y Viena. Según Czerny, Beethoven siempre medía estas apoyaturas 
largas como corcheas. También es probable que siguiese la costumbre vienesa -que no la de 
C. P. E. Bach, como sugiere Franz Kullak- de tocar corcheas iguales en el compás 54 (análogo 
al compás 4) del segundo movimiento del Concierto en do mayor. Que Beethoven entendía 
las apoyaturas largas acentuadas según la notación vienesa puede verificarse en la cadencia 
del primer movimiento del Concierto en re menor de Mozart, donde escribe en notación 
completa lo que en el tema de Mozart estaba escrito como apoyatura larga. 
Para los cantantes que no quieran infringir normas que eran todavía válidas en la época 
de Beethoven es lícito -e, incluso, obligado en algunos casos- alterar algunas notas al final de 
frases con carácter recitativo o de arias (o secciones de las mismas). En algunos casos las apo-
yaturas vocales son necesarias. Todavía hoy no se es plenamente consciente de que el acento 
o apoyatura vocal es un recurso expresivo que formó parte del lenguaje musical de la ópera 
durante más de doscientos años. Desde los tiempos de Weber, Schubert, o Rossini, hasta la 
obra de juventud de Verdi, se daba por hecho que ciertas notas se cantaban de forma diferen-
te de lo que indicaba la propia notación. Esta convención interpretativa se derivaba de las 
reglas del stilo antico, según las cuales no se podía producir un disonacia en parte fuerte. En 
el ámbito operístico, sin embargo, se consideraba de buen efecto tratar las sílabas más fuertes 
(ya de por sí en parte fuerte de compás, normalmente) como disonancias. La solución a esta 
paradoja era un conjunto de símbolos que indicaban al intérprete iniciado la necesidad de 
crear una disonancia en parte fuerte, aunque en la notación esto no apareciera como tal. 
Todos los teóricos de los periodos barroco y clásico coincidían en que ciertas apoyatu-
ras eran indispensables. Esto es lo que escribe en 1774 G. B. Mancini, maestro de canto en la 
corte vienesa durante varias décadas y amigo de Salleri: 
"La excelencia del recitativo depende en grado sumo del buen uso de la apoyatura o 'acento musi· 
cal', como es conocida generalmente. Este precioso acento, en el que reside toda la gracia de una cantilena, 
consiste -esencialmente- en una nota una segunda más alta de lo escrito. Se da, especialmente, cuando una 
palabra de varias sílabas se escribe con notas de la misma altura." 17 
Poco tiempo después, Vincenzo Manfredini explicaba la importancia de la apoyatura 
de forma todavía más rotunda: 
"Un instrumentista no está obligado estrictamente a incorporar apoyaturas que no están indicadas 
por el compositor; esto no es así en el caso del cantante, qlÚen, al ver dos notas de la misma altura y valor 
(especialmente en los reCitativos), deberá considerar la primera de ellas como apoyatura superior. Esto es, 
17. G. B. Mancini, Riflessioni Pratiche su! Canto Figurato; 3' edición, Milán (1777); págs. 23940. 
67 Quodlihet 
MONOGRÁFICO 
deberá -particularmente en parte fuerte- tocarla un tono o semitono por encima, en función de la tonalidad 
imperante." 18 
Ignaz von Mosel, como Beethoven alumno de Salieri en la década de los años 1790, es 
conocido hoy sobre todo como el autor de un libro sobre estética de la ópera. Esto es lo que 
que escribió sobre este tema: 
"A muchos cantantes les resulta incomprensible que en un recitativo haya que cantar y hablar al 
mismo tiempo, y el modo equivocado en que los grandes divos de nuestro tiempo llenan el recitativo (que 
debiera parecerse al habla o a una sencilla declamación) de adornos demuestra claramente que no compren· 
den suficientemente -o no comprenden en absoluto- su naturaleza. Por cierto que, incluso cuando el propio 
compositor domina el arte de la declamación y escribe recitativos según las normas, la notación empleada 
habitualmente no es bastante para especificar la duración de las notas, o para que éstas se ajusten a una ver-
dadera declamación. La notación es asimismo insuficiente para indicar al cantante los casi innumerables mati-
ces de los signos dinámicos y los acentos melódicos que require una determinada palabra -con frecuencia 
incluso una determinada sílaba-; o para indicar las pequeñas pausas necesarias para resaltar un grupo de 
palabras dentro del contexto de toda la frase , etc. Es imposible indicarle todo esto al cantante con tal exacti-
tud y minuciosidad que pudiera limitarse a seguir mecámicamente lo que tiene escrito en la partitura. Por 
todo esto, el cantante que se compromete con el arte de cantar recitativos ha de ser un recitador perfecto, 
que en su interpretación sea capaz de incorporar, siguiendo su propio criterio, todo aquello que no puede 
escribirse dadas las limitaciones de la notación. " 19 
También nos ha llegado, a través de Nottebohm, una detallada descripción de la rela-
ción de Beethoven con su maestro Salieri, en la que se habla entre otras muchas cosas de lo 
que Beethoven aprendió de su maestro sobre la música vocal italiana. Hacia el fmal de su 
vida, Salieri escribió su Scuola di Canto in versi e i versi in musica a 4 voci, unos versos 
que explican las reglas básicas de la composición_ 20 Dado que todos los ejemplos musicales 
que contiene son cánones a cuatro voces, no hay, como es lógico, ejemplo alguno de recita-
tivo en esta obra. Sin embargo, Salieri hace alusión a la problemática ejecución de la apoya-
tura vocal: "Un recitativo tiene sus reglas, aunque estas no son demasiado claras; las apoyatu-
ras, si no están escritas, son arbitrarias y dependen [de la eleCCión] del gusto apropiado." La 
notación de Beethoven de su música vocal conftrma su adhesión a los criterios expresados 
por Salieri y Mose!. 
El ejemplo más llamativo de la diferencia de estilo de notación entre la música vocal e 
instrumental sigue siendo el último movimiento de la Novena Sinfonía, en el que tanto ins-
trumentos como voces hacen su entrada con material de recitativo. El bajo de la sección de 
cuerda inicia el pasaje, que tiene hacia el fmal una apoyatura escrita con notas ligadas y las 
18. Manfredini, citado por Charles Mackerras en el artículo Sense about tbe Appoggiatura, Opera (octu-
bre, 1963); pág. 672. 
19. 1. F. v. Mosel, Versucb einer Astbettc des dramatiscben Tonsatzes. Viena, (1813); pág. 61. 
20. Existe un ejemplar de esta obra en el GdM. 
68 e Jodlibet 
LAS CONVENCIONESINTERPRETATIVAS ... 
alturas representadas literalmente (ejemplo 9). La parte vocal se diferencia únicamente en 
cuanto a su notación, claro está, y debe interpretarse de manera idéntica según la costumbre 
italiana y vienesa (ejemplo 10). 
EjemPlo 9 Último movimiento de la Novena Sinfonía op.125; ce. 6-16 -
u?:~ l l r C#rCf1f 
f Selon le caractere d 'un recitative, mais in tempo 
EjemPlo 10 
Brtn. 
Solo 
dim ... 
Último movimiento de la Novena Sinfonía op. 125; ce. 213-20 
1 
D I FE l 
p 
t t F I 
o Freun - de, nieht die se Tó - Re! 
Es incluso probable que el pasaje a modo de recitativo de la Sonata para piano en re 
menor op. 31/2 (primer movimiento; compases 144 y ss; véase el ejemplo 11) pudiera haber 
sido escrito por compositores vieneses como indica el ejemplo 12, si la música se correspon-
diera a un texto. 
EjemPlo 11 Sonata para piano en re menor op. 31/2. Primer movimiento; ce. 145-48 
~ r:\ 
,~ fu I J J, ~ ['; V ¡ I r UF F I F' j) F' J) I J J l 
EjemPlo 12 
ce. 14548 del primer movimiento de la Sonata para piano en re menor 
op. 31/2, escritos para interpretación vocal 
p 
MONOGRÁFICO 
Beethoven, que tendía a escribir las apoyaturas (no a darlas por supuestas) con mayor 
frecuencia que los demás compositores de Viena, podría haber escrito exactamente lo mismo 
en la versión vocal y en la instrumental en el caso de los compases 145 y 146, pero probable-
mente lo habría hecho de forma distinta en el compás 148. Por lo menos ésta es la impresión 
que recibe el estudioso de los hábitos de notación de Beethoven al examinar su música vocal. 
Los cantantes deben todavía cambiar un cierto número de notas en el oratorio Christus am 
Oelberg. En el comienzo del recitativo "Ah! perfido" op. 65, muchas de las apoyaturas de la 
parte vocal no están escritas; según avanza la pieza, nos las encontraremos escritas con una 
pequeña nota. El recitativo núm. 11 de Leonora (fmalmente desechado) se escribió tal y 
como muestra el ejemplo 13. 
EjemPlo 13 Recitativo núm. 11 de Leonora 
" 
A1legro Leonore ! 
P , r * 
nkht, du mat· tes Herz! 
Du hast in Schreckens ta gen mit je· dem Schlag ja ne - dem Schmerz und ban- ge Angst er - tra- gen 
Adagio 
y p "'U#, i r:ift i Ji 't 
Ach! brich noch nicht! aeh! --- brich noch nicht, du mat . tes Herz! 
Los compositores italianos no hubieran escrito probablemente las apoyaturas que están 
indicadas con notas en tipo más pequeño en los compases 5 y 15 del ejemplo 13; pero Beetho-
ven sentía la necesidad de escribirlas. Sin embargo, no las escribió en aquellos puntos en los 
que resultaba absolutamente claro -tanto para él como para sus coetáneos- que el cantante 
automáticamente haría una apoyatura. Así, por ejemplo, en los tiempos de Beethoven se consi-
deraba obligado dividir la negra de la palabra "Herz" en dos corcheas (compás 6), o la corchea 
de la misma palabra (compás 16) en dos semicorcheas (en cualquier caso, el ritmo del recitati-
vo había de ser "libre", yen ningún modo debía estar constreñido por la notación). También 
puede resultar apropiado añadir una apoyatura en la sílaba "-tag-" del compás 10, o en la síla-
ba "-trag-" del compás 12, pero en ambos casos la decisión final estará en manos del cantante. 
70 Quodlibet 
LAS CONVENCIONES INTERPRETATIVAS ... 
En la práctica, muchas apoyaturas vocales responden a una cuestión de gusto. Pero 
existen algunas que deben hacerse si e! cantante no quiere violar leyes melódicas que eran 
conocidas de todo músico en Viena en tomo a 1800. Hay una apoyatura de este tipo al fmal 
del aria de Leonora núm. 9 de Fidelío, donde el acento recae sobre la sílaba "líe-" de la pala-
bra "Gattenliebe"; en este punto se debe cantar unja # en lugar del mi que hay escrito (ejem-
plo 14). Es así como se hace en la mayoría de las representaciones de Fidelio. En otros lugares 
de la partitura en los que se da un paralelismo con el pasaje citado, no siempre se hace la apo-
yatura, por lo que conviene profundizar en el estudio de este ornamento. Por cierto que la 
punzante disonancia que a veces se crea con la apoyatura no debe preocupamos: al contrario, 
estas notas eran consideradas en la época como un bello y necesario aderezo musical. 
EjemPlo 14 Final de Fidelio. Aria de Leonora núm. 9 
Gat - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - ten Iie- be! 
Hallamos tres ejemplos de acentos melódicos opcionales -y uno de acento melódico 
forzoso en fmal de recitativo- en el recitativo núm. 9 de Fidelío (ejemplo 15). 
La prescripción de Ignaz von Mose! es inequívoca: "La voz cantante nunca debe des-
cender demasiado (. .. ), el recitativo ha de desplegarse en fragmentos cortos (. .. ) ya que se 
halla a medio camino entre el habla y el canto, y debe parecerse más al primero que al segun-
do de éstos". A la hora de emitir juicios sobre los recitativos -prosigue Mosel-, es necesario 
partir de la base de que "son más efectivos cuanto más se aproximan a la declamación nor-
mal; los laureles deben otorgarse a quien sea capaz de imitar la declamación de tal forma que 
el oyente no sepa muy bien si ha escuchado un canto o una declamación. " 21 
El prefacio del editor a la la Violonschule (cuarta edición revisada; Leipzig, 1804) 22 
deja traslucir el cambio general de actitud estética que tuvo lugar en la segunda mitad del 
siglo dieciocho: 
"Aunque la Violonscbule de Mozart ha mantenido su posición durante casi cincuenta años, ( ... ) es 
evidente que esta obra presenta ya algunos signos de envejecimiento que hacen necesarias numerosas 
correcciones. ( ... ) Una distinguida personalidad se ha hecho cargo de dichas correcciones con gran entusias-
mo, y esperamos que su labor haya sido fructuosa ( ... ) AqueUos pasajes que contenían errores, o que resulta-
ban poco claros, se han corregido u omitido; se ha completado lo que faltaba y, f1Ilalmente, se ha incluido 
una nueva versión del último capítulo -el que versa sobre la buena ejecución-." 
21. Mosel, Versucb; págs. 45 y 47. 
22. La primera edición data de 1756. 
71 <. JOd'lbet 
MONOGRÁFICO 
Recitativo de Leonora núm. 9, de FideJio 
EjemPlo 15 Adagio 
" » .. 
~ 
w"' R.,Ob. '" leuc:h·lcl mir ein Fu bcn·bo 80n de, hell .rt dun· keln \\\>, ken 
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-".~. ~~ ~~::;:::::::::=---=::~~ 
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#p. I 
Las alteraciones de este texto -tanto las omisiones como las adiciones- son de lo más 
revelador. Entre las correcciones que se consideraron más necesarias destacan la eliminación 
de la af111Ilación por parte de Leopold Mozart de que la articulación non legato caracteriza a 
los tiempos "de movimiento 'fluido' normal" (expresión originaria de C. P. E. Bach), 23 así 
como la nueva importancia otorgada al tratamiento del legato: "Todo movimiento cantabile 
requiere notas ligadas, unidas y sostenidas; esto es aún más importante en el adagio que en el 
allegro".24 
23. En inglés, "normal onward movement". [N. del T.] 
24. Pág. 67. 
72 Quodlíbet 
LAS CONVENCIONES INTERPRETATIVAS ... 
Ya fuera gracias a su propio estudio del Clave bien temperado de Bach y a lo que de 
esta obra aprendió de Neefe, o fuera gracias al hábito de tocar el órgano, parece que Beetho-
ven aprendió a tocar le gato extraordinariamente bien. Según Czerny, "la ejecución legato de 
Beethoven en los adagios, con carácter sostenuto, tenía un efecto que cautivaba a todos 
cuantos le escuchaban; hasta el momento nadie le ha superado.» 25 Comentarios como éste no 
deben inducirnos a pensar que Beethoven no fuera igualmente capaz de producir un seco 
staccato, o que no le gustara este tipo de ataque. De otro modo, sus indicaciones, especial-
mente en losscherzos y los movimientos rápidos, carecerían de sentido. No obstante, la edi-
ción de Leipzig del tratado de Leopold Mozart hace pensar que no era Beethoven el único que 
mostraba una predilección por ellegato mayor que la de la generación de músicos anterior a 
él. 26 Durante la vida de Leopold -y aún a fmales de siglo- se prefería la claridad y delicadeza 
del sonido a la dureza o la violencia. El criterio estético de Wolfgang sobre este particular es 
demasiado conocido como para requerir una nueva explicación aquí, como también es de 
todos conocida la crítica que se le hacía a Beethoven según la cual su forma de tocar sería 
poco clara, o incluso a veces dura y turbia. No deja de ser significativo que casi todos los elo-
gios sin reservas que recibió la forma de tocar de Beethoven fueron hechos antes de 1800, en 
tanto que los comentarios menos elogiosos y más críticos provenían de músicos como Cheru-
bini o Clementi, que escucharon a Beethoven después de 1803. 
Entre los elementos convencionales de la notación que, en torno a 1800, se daban por 
supuestos entre todos los músicos vieneses figura la indicación del legato y el significado de 
las ligaduras que llegaban hasta una línea divisoria. Hasta el año 1800, los músicos eran poco 
amigos de las ligaduras largas, y preferían que éstas llegaran sólo hasta la línea divisoria, inclu-
so cuando el sentido lírico de una melodía pidiera una ejecución sin interrupciones. Este hábi-
to en la escritura se derivaba de los arcos del violín, y perduró durante cierto tiempo en las 
partes para teclado o viento. Por otro lado, los músicos vieneses hacían una clara distinción 
entre dos tipos de ligadura. El primer tipo era la ligadura que abarcaba dos o tres notas, y que 
requería del ejecutante que acortase la última de estas notas, y la separase de la siguiente. El 
segundo tipo de ligadura era aquella que se daba en las cantilenas sobre varias notas y que, 
independientemente de que terminara o no sobre la línea divisoria, indicaba legato. Esta dis-
tinción no le creaba dificultad alguna al músico vienés del siglo dieciocho, por muy perplejo 
que el músico de hoy pueda quedarse ante estas ligaduras rotas, que ejecutadas literalmente 
carecen de sentido. 
25. Czerny, On the Proper Performance; pág. 97. 
26. Esta tendencia a la creciente valoración dellegato en la época también queda patente en la siguiente nota 
del tratado Vollstandtge Klavierschule, de Muzio Clementi (Viena, 1803): ·Si el compositor deja en manos del intér-
prete la decisión entre staccato y legato, entonces el mejor principio es el de tocar predominantemente legato, reser-
vando el staccato para pasajes especiales. " 
MONOGRÁFICO 
El significado de los signos de staccato en Beethoven ha sido ya objeto del trabajo de 
investigación de Nottebohm (aunque todavía se hace necesaria una investigación más exhaus-
tiva). Nottebohm concluye que sólo después de 1800 hacía Beethoven una distinción clara 
entre los signos de punto y de cuña. Pero esta conclusión no deja de ser una solución general 
a una problemática extremadamente compleja, y los editores modernos frecuentemente no 
hacen más que seleccionar los signos que tienen un mayor sentido musical. 
El Leipziger Allgemeine Musicalische Zeitung comenzaba su crítica del primer con-
cierto organizado por el propio Beethoven en Teatro de la Corte comentando que "al señor 
Beethoven se le permitió por fm alquilar el teatro, y éste fue el concierto más interesante en 
mucho tiempo". 27 Beethoven escogió un programa convencional: empezaba y terminaba con 
una sinfonía Oa primera de ellas, en este caso, de Mozart), e incluía obras vocales (un aria y un 
dueto de La creación de Haydn), la obligada "improvisación", como también un concierto 
para piano (probablemente el Concierto en do mayor op. 15) Y el Septeto op. 20. La duración 
del concierto no era tampoco inusual. Lo que sí era poco común era la gran calidad de las 
obras, todas ellas de Haydn, Mozart, o Beethoven. 
Para este concierto, Beethoven contó con la Orquesta de la Ópera Italiana; la reseña de 
la mencionada publicación de Leipzig criticó la escasa cooperación de los músicos de la 
orquesta. Éstos tenían sus razones. Preferían su concertino italiano al director designado por 
Beethoven, Anton Wranitzky, y se arredraban ante las dificultades del programa -sin duda 
también ante la actitud exigente de Beethoven-. El crítico de Leipzig aftrmaba que las obras 
de Beethoven realmente eran difíciles de tocar, y que había demasiados instrumentos de vien-
to en la instrumentación de la Sinfonía en do mayor; según él, la sinfonía daba más la impre-
sión de ser música para banda que para orquesta. Hoy día, la orquestación de la Primera Sin-
fonía nos parece más bien discreta si se la compara con la orquestación de obras de madurez 
del compositor. 
Pero, ¿cómo se equilibraba el sonido de los instrumentos de la orquesta en la época de 
Beethoven? Dentro de la familia de la madera, los oboes tenían un sonido más fuerte y pene-
trante que los actuales. Los clarinetes no eran necesariamente más aterciopelados que los de 
hoy, y podían tener algo más de cuerpo. Lo mismo puede decirse de los fagotes. Sólo la flauta 
-fabricada por entero con madera- tenía un sonido más cálido que su descendiente moderna, 
de construcción totalmente metálica. En el siglo dieciocho los trompistas todavía aprendían la 
técnica de su instrumento con trompetistas. Sin embargo, el sonido de las viejas trompas 
podía ser suave y cálido (aún hoy las trompas vienesas tienen un sonido menos duro que las 
trompas francesas). Más familiar nos resulta el sonido de las antiguas trompetas, caracteriza-
27. Thayer-Dieters-Reimann TI: 172. 
74 Quodl!bet 
LAS CONVENCIONES INTERPRETATIVAS . . . 
das por una presencia de sonido dificil de igualar por los instrumentos modernos. No obstan-
te, la consideración más importante a la hora de comprender el equilibrio sonoro orquestal de 
finales del dieciocho es que los instrumentos de cuerda poseían un sonido más suave y ater-
ciopelado que los instrumentos de hoy. Esto era debido a la menor longitud del mango del 
instrumento -con una menor tensión en las cuerdas-, unas almas más finas, las cuerdas de 
tripa, y unos arcos de un diseño ligeramente diferente del actual. No deja de ser arriesgado 
tratar de reconstruir el sonido de la orquesta beethoveniana, pero tal vez sea posible. Los 
resultados de algunas de las grabaciones más recientes parecen satisfacer a los expertos. 
Para el estreno de la Sinfonía Eroica en el Palais Lobkowitz, se sumó un grupo de 
quince instrumentistas de viento a otro de sólo quince ejecutantes de cuerda. Incluso supo-
niendo que la cuerda se ampliara para la siguiente ejecución, en el heterogéneo sonido resul-
tante predominarían los instrumentos de viento, lo cual puede explicar -siquiera parcialmen-
te- las objeciones del crítico de Leipzig. En vista de estas circunstancias, no podemos sino 
preguntarnos cómo podría contraponerse a la orquesta un fortepiano construido por Walter, 
Schantz o Stein. Uno apenas puede resistir la tentación de creer lo que escribe Czerny en Pia-
noforte Schule: 
"Dado el perfeccionamiento actual del pianoforte, que en potencia y plenitud sonora puede competir 
con los instrumentos de la ort¡uesta, la ejecución de un concierto es más fácil y gratificante que en la época 
en la que el mismo Beethoven tocó su Primer Conderlo. (. .. ) en lo que se refiere a la expresión, podemos 
hoy contar con un acompañamiento orquestal mucho más preciso que el que había anteriormente." 28 
El tema del uso del pedal de Beethoven constituye un cierre apropiado a esta breve dis-
cusión de los problemas relativos al sonido. Hay algunos autores que recientemente han pre-
tendido que Beethoven escribía indicaciones de pedal cada vez que quería que se emplease el 
pedal derecho. 29 Evidentemente, esto carece de sentido. 
El efecto de levantar los apagadores escon certeza lo que Mozart quería en esos 
numerosos pasajes en los que los acordes rotos parecen pedirlo a gritos. En los tiempos de 
Mozart, los apagadores normalmente se levantaban accionando una palanca situada a la altu-
ra de la rodilla. El propio Mozart alabó con entusiamo este mecanismo cuando visitó el taller 
de Stein en Augsburgo en 1777. Casi todos los cronistas que describen la forma de tocar de 
28. Czerny, On tbe Proper Performance; pág. 97. 
29. H. Grundmann y P. Mies, Studien zum Klaviersptel Beetbovens und setner Zettgenossen. Bono, 
(1%6); pág. 12. ¿Se desprende una "indudable intención por parte de Beethoven de producir una sonoridad espe-
cial" ("sicher eine besondere Klangabsicht Beethovens") del hecho de que el compositor no hiciera indicación algu-
na de pedalización antes del último acorde en el terna del movimiento en forma de variaciones del op. 109? Hay 
estudiosos que no son de esta opinión; véase el escrito de Franz Eibner en 6sterretcbscbe Mustkzeitscbrijt 20, 
1965; pág. 190 Y ss. 
75 Quodlibet 
MONOGRÁFICO 
Beethoven mencionan el uso extensivo que hacía de la palanca de rodilla o el pedal. En parti-
cular, Czerny cuenta que" [Beethoven] empleaba mucho pedal, mucho más de lo indicado 
en sus obras". 30 
La cuestión del uso del pedal en Beethoven puede incluso ampliarse si nos pregunta-
mos si las famosas indicaciones de pedal del Concierto en do mayor, la Sonata "La tempes-
tad" op. 31/2, la Sonata "Waldstein" op. 57 o la Sonata en la mayor op. 101 pueden tocar-
se tal como están escritas. Según William S. Newman y otros autores, tocar estos pasajes 
acatando todas las indicaciones en su literalidad conduciría a un resultado intolerable. 31 No 
comparto este punto de vista. Como es natural, interpretar convincentemente estos pasajes 
suaves siguiendo las indicaciones de Beethoven resulta más fácil en el fortepiano que en el 
instrumento moderno, cuya sonoridad es más sostenida. Pero en ambos es posible. En este 
caso, como en tantos otros, no fue Beethoven el gran innovador; más bien fue émulo de 
Haydn, quien especificó una pedalización igualmente atrevida en su gran Sonata en do 
mayor Hob. XVI/50. Una interpretación de estos pasajes con instrumentos del siglo diecio-
cho y con instrumentos modernos demostraría que dichos pasajes pueden tocarse maravillo-
samente si el ejecutante tiene el dominio de las manos y del pedal necesarios para crear un 
piano-pianissimo libre de toda turbidez desagradable. 
Existen efectos sonoros en la música de Beethoven que bien merecerían el calificativo 
de "románticos" o, incluso, "impresionistas". E. T. A. Hoffmann escribió esto acerca de los 
predecesores de Beethoven: 
"Mozart y Haydn, los creadores de la música instrumental de nuestros días, fueron los primeros en 
mostramos el arte en todo su esplendor; el hombre que puso su mirada sobre el arte con todo su amor, y 
logró encontrar su esencia más íntima fue ( ... ) Beethoven. Las composiciones instrumentales de estos tres 
maestros emanan un idéntico espíritu romántico -y esto es debido a su comprensión similar de la naturaleza 
específica del arte-." 32 
¿Quién se atrevería hoya calificar las obras de Haydn, Mozart y Beethoven de "románti-
cas"? Pero, ¿no surgirán nuestros reparos de una comprensión algo limitada del término? ¿Por 
qué no pensar que Haydn y Beethoven sabían lo que querían cuando escribían estas indicacio-
nes de pedal -unos efectos sonoros cuasiimpresionistas-? Estas indicaciones debieran recor-
damos una vez más la riqueza de ideas creativas demostrada por los compositores del clasicis-
mo, y todo intérprete debe sentir la responsabilidad de aspirar a recrear esta riqueza. _ 
Traducción: Ramón Silles 
30. Czerny, On tbe Proper Performance; pág. 22. 
31. Newman, Performance Practices; págs. 63-64. 
32. Cita recogida en el libro editado por Oliver Strunk Source Readings in Music History. Nueva York, 
(971); pág. 771. 
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