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Neuroanatomia_Clinica (43)

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sino que comúnmente lleva a rotura de los vasos sanguíneos anclados.
Afortunadamente, las grandes arterias que se encuentran en la base del cráneo son
tortuosas, lo cual, junto con su fuerza, explica la razón por la que rara vez se
desgarran. Las venas corticales de paredes delgadas, que desembocan en los grandes
senos venosos durales, son muy vulnerables y pueden producir hemorragia subdural o
subaracnoidea intensa (fig. 1-23).
Traumatismo craneoencefálico tras una explosión o estallido
Cuando un soldado es enviado a países como Afganistán e Iraq está expuesto con
frecuencia a explosiones que pueden dar lugar a extensas lesiones en las extremidades,
ojos y oídos. Las lesiones abiertas en el cráneo en las que ha penetrado metralla en el
encéfalo son claramente visibles y han de ser tratadas de modo acorde.
Sin embargo, en las lesiones cerradas, en las que el cráneo permanece intacto, el
encéfalo subyacente puede resultar dañado pero es posible dejarlo sin tratamiento. En
estos casos, la explosión produce una onda expansiva de aire que golpea el cráneo y
sacude el encéfalo, dando lugar a múltiples lesiones en el tejido encefálico blando al ser
proyectado contra las proyecciones óseas duras en el interior de la cavidad craneal.
Los síntomas y signos dependen de la extensión del daño neurológico y serán leves,
moderadas o graves. Mientras que los casos moderados y graves son reconocidos
rápidamente por el personal médico, son los casos leves los que pueden ser pasados
por alto y posteriormente cursar con cefaleas, náuseas, cambios de humor y pérdida
de memoria. Dado que los estudios de estos pacientes han demostrado que puede ser
tratado de modo satisfactorio el daño neurológico leve, es obligado un diagnóstico
temprano. Las personas que han estado expuestas a explosiones deben ser sometidas a
estudios por tomografía computarizada (TC) o resonancia magnética (RM) antes de
volver a la vida civil.
Hemorragia intracraneal
Aunque el encéfalo está protegido por el líquido cefalorraquídeo circundante en el
espacio subaracnoideo, cualquier hemorragia intensa en el interior de la cavidad
craneal, relativamente rígida, da lugar, en último término, a presión en el encéfalo.
La hemorragia intracraneal puede ser consecuencia de lesiones traumáticas o
vasculares cerebrales (fig. 1-21). Se consideran aquí cuatro variedades: 1) epidural, 2)
subdural, 3) subaracnoidea y 4) cerebral.
La hemorragia epidural (extradural) es consecuencia de lesiones en las arterias o
venas meníngeas (v. pág. 432). La división anterior de la arteria meníngea media es la
arteria que más se lesiona. Un golpe comparativamente leve en la parte lateral de la
cabeza, que da lugar a fractura craneal en la región de la porción anteroinferior del
hueso parietal, puede seccionar la arteria (fig. 1-23). Es especialmente probable que se
produzca una lesión arterial o venosa si los vasos entran en contacto con un conducto
óseo en esta región. Se produce hemorragia y se lesiona la capa meníngea de la
duramadre de la superficie interna del cráneo. Se eleva la presión intracraneal y el
coágulo de sangre que aumenta de volumen ejerce presión local sobre la
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