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EL SEXO 2 Y EL ADOLESCENTE cristiano • • • • • • • • • • Jim Auer 3 Imprimi Potest: Thomas Picton, C.Ss.R. Provincial de la Provincia de Denver Los Redentoristas ISBN 978-0-7648-1468-6 Número de la tarjeta de la Biblioteca del Congreso: 2006921570 Propiedad Literaria © 2006, Libros Liguori/Liguori Publications Impreso en Estados Unidos 06 07 08 09 10 5 4 3 2 1 Título original: Sex and the Christian Teen. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida, almacenada en algún sistema de recuperación o transmitida sin el debido permiso de Liguori Publications. Las citas bíblicas son de la Biblia de América cuarta edición, 1994. Todos los derechos reservados. Liguori Publications, corporación no lucrativa, es un apostolado de los Redentoristas. Para saber más acerca de los Redentoristas, visite “Redemptorists.com”. Para ordenar, llame al 1-800-325-9521 www.liguori.org 4 http://Redemptorists.com http://www.liguori.org 5 Indice • • • • • • Introducción: ¡Un libro más de sexo! 1. El sexo: ¿Dónde estamos? ¿Dónde estás tú? 2. ¿A quién le interesa mi vida sexual? 3. El sexo—¿qué estamos buscando? 4. Algunos puntos de… tú sabes qué, acerca de estar sexualmente activo 5. Pero, ¿qué tan malo es? 6. Para empezar de nuevo 7. Las consecuencias 8. Cuando el sexo sale muy mal 9. La homosexualidad 10. Un surtido de buenas noticias 6 7 Introducción: ¡Un libro más de sexo! • • • • • • BUENO, AHORA TÚ TIENES en tus manos otro libro más de sexo para la gente joven. Hoy en día, vas a encontrar muchos de éstos en el mercado. Probablemente no vivirás lo suficiente para seguir todos los consejos que hay en esos libros. Y te preguntarás ¿para qué escribir uno más? Me gustaría que tuvieras una vida sexual verdaderamente buena. Esa es una razón. ¿No te parece? ¿Verdad que sí? A ti se te ha mentido sobre el sexo de muchas maneras. Necesitamos parar esas mentiras y decir la verdad. Esta es otra para escribir un libro más. Tú te mereces gozar, no sufrir. El sexo te puede traer gozo o sufrimiento— esto no es ningún secreto. Hay maneras de aumentar las oportunidades de experimentar el gozo en el sexo, en vez del sufrimiento. Esa es otra razón. Si acaso no lo sabes ya, pronto te darás cuenta de que este libro incluirá a Dios dentro del tema del sexo. “¡¡¡DEJA INMEDIATAMENTE ESTE LIBRO!!!” te estarás diciendo al recordar otros libros. Algunas personas tienen la falsa idea que incluir a Dios en lo referente al sexo significa quitarle al sexo toda la diversión y todo lo excitante. Creen que es como quitarle todo el sabor a la comida…que su vida sexual es como una insípida comida de dieta— sin sal ni colesterol, ni grasa, ni calorías: sólo mucha fibra saludable con el “fresquísimo” sabor a cartón. Esas personas creen que el sexo es así simplemente porque proviene de un punto de vista religioso. ¡Mentira!… Al contrario, es en realidad devolverle el verdadero sabor a la comida. Sigue leyendo. Si tú te identificas con alguna de estas situaciones, de seguro que vas a encontrar en este libro algo valioso y que te hará reflexionar. • TÚ no estás activo sexualmente, tú nunca lo has estado, ni piensas que debes estarlo. Pero te preguntas si eres normal. O piensas que tu falta de experiencia sexual será un impedimento cuando a tu vida llegue ese momento real— el “verdadero” amor o el matrimonio. • TÚ has estado activo sexualmente y todavía lo estás, y por lo pronto no ves ninguna razón para dejar de estarlo. Parece que todo mundo tarde o temprano practica el sexo. • Nunca has tenido actividad sexual. Definitivamente tampoco piensas tenerla. Sin embargo, el sexo es algo que te parece tremendamente interesante— especialmente debido a la manera como algunas de tus amistades lo describen 8 —y tú te haces la pregunta: ¿podré aguantarme sin practicarlo? • Has estado activo sexualmente; pero ahora te das cuenta que el haber estado activo fue un error. Te estás preguntando si Dios piensa que eres una basura y que siempre serás un objeto de segunda mano. • Tú estás ahora sexualmente activo con alguien, pero comienzas a tener grandes dudas acerca de esto. Las cosas no han salido como las esperabas. • Te estás preguntando si tus sentimientos sexuales son “normales,” y si no lo son, ¿qué tipo de vida te espera en el futuro? • Tú eres la víctima de alguna clase de abuso sexual, en el pasado o en el presente. • Tú quieres hacer sexualmente lo que es correcto, sin embargo, te preguntas si alguien sabe en qué consiste “hacer lo correcto,” y si es posible averiguarlo. “Ven, cariño, enciéndeme el fuego.” Esta frase de una popular canción se ha convertido en una metáfora sexual. El fuego puede calentarte, entretenerte y excitarte; también puede producir buenísimos e inolvidables momentos. Puede apoyar y fortalecer la vida. Por otro lado, el fuego puede quemar, puede esparcirse sin control, causar increíble dolor y sufrimiento; puede destruir la vida. Tu sexualidad es así. Considera todo lo que puede lograr; las posibilidades están ahí y tú escoges. Tú puedes decidir en qué clase de fuego la vas a convertir. Tú puedes controlar lo que vas a escribir en el libreto de tu sexualidad. El problema está en que muchas personas están diciéndote que uses el libreto que ellas han escrito de sí mismas. ¿Por qué? Bueno, simplemente les interesa controlar a otros. Reciben un gozo tonto cuando presumen el haber seguido su libreto sexual mientras tú no has tenido el valor suficiente para imitarlo. Otra gente gana enormes cantidades de dinero vendiéndote desde pantalones vaqueros hasta trajes de baño (¿te has preguntado alguna vez por qué una tirita de tela tan pequeña cuesta tanto, y quién está manejando esos lujosos “Porches” del año con las ganancias de esas ventas?) y condones. Así que, si alguien de una manera u otra te ofrece un “libreto” que dice, “¡Tú ya tienes _____ años! Ya debías haber hecho _(esto)________ y __(aquello)________desde hace rato,” Dile que tú no eres su robot, ni robot de nadie. Diles que tu cuerpo no es un personaje de una producción teatral de tema sexual juvenil en la que el director te dice lo que tienes que hacer…dile que “en tu libreto,” eres tú quien hace las decisiones. Por supuesto que primero tienes que decidir todo esto dentro de tu propia mente. Tienes que decidir si tu vida vale lo suficiente como para que tú escribas 9 tu propio libreto. Tal vez recibas alguna ayuda para escribirlo, pero que sea sólo de gente honesta que quiere seas feliz, no de quienes quieren controlar tu comportamiento, o simplemente echarle mano a tu bolso o, y a lo mejor “a alguna otra parte.” 10 11 El sexo: ¿Dónde estamos? ¿Dónde estás tú? • • • • • • EN LOS ÚLTIMOS TIEMPOS ha habido algunos cambios respecto al sexo. Corrección: el sexo en sí, prácticamente no ha cambiado. El sistema reproductivo humano es bastante consistente de un siglo al otro. Pero ha habido grandes cambios en lo que se refiere a lo que los jóvenes oyen del sexo y cómo lo enfrentan. Algunos cambios son grandes y debieron haberse hecho antes. Pero otros, hablando con claridad, han sido muy destructivos. Han causado mucho dolor. Vamos brevemente a echar una mirada a la forma en que la vieja y la nueva generación hablaba acerca del sexo. Habrás oído a los que dicen: “en mis tiempos todo era mejor.” Vístete, si quieres, como lo hubieras hecho hace 30 o 40 años para recrear el ambiente de esa época. Si usamos una parábola, sería así: El niño crecía y se iba dando cuenta de los campos y los sembrados que bordeaban el patio familiar. Junto al lote que estaba en el fondo del patio había una cerca de madera alta, fuerte, muy sólida. Los adultos la habían levantado. También había un portón que daba paso al otro lado, pero estaba cerrado con triple candado. “¿Qué hay allí?” preguntó el niño. “¿Allí?” le replicaron los adultos, poniéndose al instante muy incómodos. “Allí, al otro lado de la cerca,” dijo el niño. “Oh—nada, nada en realidad.” Luego tosieron y cambiaron el tema. “Pero algo tieneque haber,” insistió el niño, “porque el otro día escuché que…” “¡Olvídate de lo que oíste! Probablemente no era algo bueno. Por ahora, todavía no hay necesidad de hablar de lo que hay allí. Ya te dejaremos saber cuando llegue la hora.” “Entonces, si hay algo…” “Te diremos cuando llegue el momento en que lo tengas que saber. Hasta que llegue ese momento “no hables de eso con nadie.” “¿Qué pasa?” preguntó el niño. “¿Hay algo malo en eso?” Los adultos parecieron estar confundidos por un momento, pero después contestaron: “No, no precisamente malo, sino que es—aunque no siempre—muy bueno. Por lo pronto, sé bueno y olvídate del asunto. Hasta la gente adulta, si quiere ser buena, no debe pensar mucho en eso.” Es verdad: es una exageración pero, en algunos casos, no por mucho. El tema del sexo podía ser delicado y controvertido hace apenas poco tiempo. 12 Uno de los buenos cambios en las últimas décadas consiste en que muchos adultos han sentido menos vergüenza al hablar sobre sexo con los niños y los adolescentes. Generalmente, los adultos ya no ponen nombres ridículos para referirse a las partes sexuales del cuerpo. “Pene” y “vagina” pueden decirse en público sin que la gente se estremezca a diez millas a la redonda. Dije que muchos adultos—no todos. Algunos todavía se sienten incómodos ante esta nueva franqueza. No significa que sean estúpidos. Honestamente piensan que mientras menos se hable de algo, menos problema existirá, particularmente cuando se trata del sexo. Y hay otro grupo de adultos que son—bueno, casi lo opuesto. Tus padres probablemente no estén entre ellos. Este grupo escribe libros y artículos en revistas y hace videos dirigidos a las escuelas superiores ofreciéndoles clases de salud y estilos de vida. Regresemos al recurso de la parábola. Así sería este grupo: “¿Qué hay allí, en verdad?” preguntó el joven, señalando el lote de tierra que bordeaba el patio. No había una cerca, sino un cartel que decía: RECUERDA, ¡SÉ RESPONSABLE! “¡Ah, ya estás creciendo!” dijeron los adultos sonriendo. “Dinos, ¿estás madurando?” “Por supuesto,” dijo la joven. “Pues bien,” dijeron los adultos, “tal vez estés listo(a) para ir ahí. Es un lugar donde la gente disfruta de una manera muy natural y completa. Todos, tarde o temprano, llegan allí y no hay nada de malo en que pronto entres ahí —siempre que seas responsable.” “¿Qué significa eso?” “Bueno, hay algunas cosas que debes saber, así que escucha atentamente. Junto con el gozo y con las cosas que te satisfacen allí, desafortunadamente también hay un precipicio muy profundo. Y también hay arenas movedizas. Y algunos animales venenosos. “Así que, si eres responsable cuando tú vayas allí con alguien no querrás tirar a ese alguien por el barranco, ¿verdad? ¿Acaso es ésta una buena idea? Aquí tienes otras ideas inteligentes y responsables: Haz todo lo posible por no caer en la arena movediza, esto podría—y hay que ser honesto contigo— cambiar tu vida muy drásticamente. Finalmente, trata de evitar que te muerda uno de los animales venenosos.” “¿Son esas cosas difíciles de evitar?” “No, verdaderamente no. Tú simplemente necesitas llevar alguna protección contigo. Nosotros te vamos a enseñar a usar la protección. De hecho, hasta te vamos a dar unos cuantos. Todo es parte del ser responsable.” “¿Funciona siempre la protección?” “Bueno, joven, no seas pesimista. Es claro que nada es perfecto, y si algo pasara se puede arreglar. Esto es lo que debes recordar: Sé responsable, y si algo 13 sucediera— y sucediera sin que tu fueras responsable-todavía se puede arreglar. Sólo tienes que venir a vernos y “te arreglamos el problema.” Traducción: “(1) No violes a nadie; (2) no hagas un bebé; (3) no te contagies, ni contagies a otros con una enfermedad. Fuera de esto—oye, si tú eres suficientemente madur(o)a para manejar la situación, ¡adelante! Después de todo, tú tienes el derecho de ejercitar tus funciones corporales naturales. Y si resultas con un bebé—espera, no, mejor no lo llamamos un bebé. Digamos mejor, si tú provocas un embarazo—si provocas por equivocación—bueno, hay maneras muy simples de librarte de él. No hay ningún problema, muchachos. “Y en lo que concierne a las enfermedades transmitidas sexualmente, sabrás que la mayoría tienen cura. Por supuesto, algunas no se pueden curar, y aunque no queremos preocuparte, por favor, usa tu protección porque estamos hablando de algo que es un problema de nivel nacional…” Por supuesto, no todos los adultos te están diciendo esto. Sin embargo, podrías oírlo fácilmente de la boca de un maestro de ciencias de la salud, o encontrarlo en un libro de texto, o un video. Y es la impresión general que tú recibes de muchos artículos de revistas y buena parte de los medios de comunicación. Se puede decir sin temor a equivocarse que la mayoría de tus compañeros y compañeras están recibiendo ese mensaje. Dependiendo del grupo con quien andes, tal vez la mayoría de tus amigos están de acuerdo con este modo de ver las cosas. Y los que están activos sexualmente son los que más pregonan esa manera de entender las cosas (junto con los que no lo están sexualmente activos pero quieren que todo el mundo piense que sí lo están). Entre tus compañeros, algunos pueden ser de los que siguen el estilo de vida de “lánzate y hazlo.” Otros, tal vez insistan en observar ciertas reglas, como: “Siempre y cuando tú ames de verdad, de verdad, a otra persona, y esa persona te ame de verdad, de verdad, y los dos lo sepan porque lo sienten en sus corazones, y tú estás seguro de ello, y…” Este cuento ya tú lo has escuchado. Tal vez lo has oído de gente que prácticamente ya se estaba odiando seis meses más tarde. Del otro lado de este debate del sexo están probablemente tus padres, los ministros de grupos juveniles, los maestros de religión y los líderes de la Iglesia en general. Ellos están diciendo lo que han dicho por siglos: “Espera hasta el matrimonio.” En este grupo vas a encontrar los que arman un lío insistiendo en el aspecto del castigo: “Enrédate por ahí sexualmente, aunque sea una sola vez, y te embarcas en un camino que va derechito al infierno.” Esto suena muy negativo y anticuado, por supuesto. Sin embargo, de vez en cuando, quizá te preguntes si hay algo de verdad en lo que dicen. Después de todo, están citando versos bíblicos muy directos. Pero es más fácil y más cómodo no prestarle atención a este grupo, 14 considerándolos fanáticos religiosos de mente cerrada. Después de todo, tú has oído tantas veces que Dios sabe que tú eres tan sólo un humano y te entiende, y te perdona, y te ama, etcétera, etcétera. Amén. Además, esos versículos bíblicos “están dirigidos a la gente de aquellos tiempos, pero las cosas son diferentes ahora.” Así que, ya no se aplican a nuestro tiempo, ¿no es así? Otros adultos no hablan del asunto del pecado y del infierno, sino que aseveran que el sexo es bello y maravilloso y tanto mejor si esperas, y que vale la pena esperar. Tus padres probablemente están en esta categoría de gente. Insistente y sinceramente te urgen a que tomes la decisión de esperar—practicar la abstinencia (evitar la actividad sexual) hasta que te cases. Lo que dicen tiene sentido. También pudiera parecer algo casi imposible. Es como si alguien describiera la belleza y las ventajas de mantener un promedio acumulado de 98.9 a través de todos los años de la escuela superior. Tú afirmas moviendo la cabeza y piensas, sí, eso sería bueno sin duda, y les doy un aplauso a esa gente rara y poco usual que lo puede hacer. Pero, ahora, vamos a hablar de mi vida y mi realidad. Y finalmente hay adultos que todavía creen que lo mejor es esperar hasta el matrimonio, y están contentos por haberse esperado. Sin embargo, parecen haber perdido las esperanzas de que tú lo puedas hacer. Suspiran y dicen algo así: “No sé—las cosas son diferentes hoy—no hay nada que yo pueda hacer—me da miedo pensar hasta dónde va a parar todo.” Existe gran variedad de opiniones, gran variedad. Van desde: “¡Lánzate y hazlo!” hasta “¡Te irásal infierno si lo haces!” Y bueno, ¿dónde estás tú? En verdad, ¿dónde estás parado(a) en todo este asunto del sexo? No es que yo quiera una respuesta tuya para juzgarte como “un cristiano bueno o mediocre.” No está en mi el juzgarte. El punto es que, TÚ necesitas una respuesta. Si dices, “No estoy seguro,” puede que esto funcione por un rato, pero no por mucho tiempo. Las situaciones cuando tenemos que decidir sobre nuestro comportamiento sexual hoy en día llegan más pronto que antes. Tienes que saber dónde estás parado, como se dice, antes de que “se te empañe el cristal,” antes de que unos ojazos azules, o cafés, o de cualquier color, te pongan a temblar como una gelatina. Con este libro queremos ayudarte a que sepas dónde estás parado. Y esto no es fácil. Seguro que para otros parecerá fácil porque lo tienen todo escrito. Sin embargo de seguro no están viviendo en el mismo mundo en que vives tú. No crecieron en el mismo mundo en que tú estás creciendo. Hoy en día es más difícil que antes el ser aceptado sexualmente pero sí puede uno ser aceptado socialmente. Esos tipos que van de frac y esas chicas que llevan faldas de los años cincuenta que tú ves en las fotos tenían los mismos 15 sentimientos sexuales que tú tienes. Sin embargo, no tenían los mensajes de “anda, hazlo,” llegándoles en las canciones de moda del momento. Lo que está bien y lo que está mal no ha cambiado o desaparecido. Pero lo que está bien se ha hecho muy difícil de ver y todavía más difícil de comprometerse a seguirlo. Quizá de vez en cuando te preguntes si vale la pena molestarte pensando en esto. Sí, vale la pena. 16 17 ¿A quién le interesa mi vida sexual? • • • • • • NUESTRA LABOR EN ESTE CAPÍTULO va a ser atar ciertos cabos. Uno de ellos ha quedado suelto en el primer capítulo: ¿Quién dice la verdad cuando se habla de los estándares del comportamiento sexual? Quedamos con una gran cantidad de opiniones—desde “¡hazlo!” hasta “¡te irás al infierno si lo haces!” Otro cabo por atar es una pregunta relacionada a la anterior. Puedes haberla oído, sentido tú misma(o), o quizá hasta la hayas dicho: ¿A quién le interesa mi vida sexual? Es una pregunta legítima. Vamos abordándola. Creo que estarás de acuerdo en que hará una gran diferencia el saber quién pudiera estar “interesado,” en mi vida sexual, en ser “el metiche”.…El “metiche” puede abarcar a muchos. Inclusive a Dios mismo. Es común el escuchar: “Cómo me porto sexualmente es un asunto mío.” Y hasta cierto punto es verdad. Pero hay un momento en que esto deja de ser verdad. Vamos a usar un ejemplo diferente: “La carrera que yo escoja y cómo yo me gane la vida es asunto mío. Después de todo, es mi vida.” Eso es también verdad, hasta cierto punto. Esto se lo podría decir legítimamente el joven o la joven que quiere ser artista, a un padre que insiste en que su hijo o hija se haga un corredor de Bolsa o un abogado empresarial. Sin embargo, la misma declaración hecha por una persona que asalta bancos es a la vez tonta y mala. ¿Por qué? Porque los derechos de otros están en juego —y son violados—por el ladrón de bancos que quieres así ganarse la vida Hay un punto en el que el comportamiento sexual nuestro involucra a otros también y ese momento llega muy rápidamente. Así que, ¿quién no debe estar de “metiche”—quién no debe estarte diciendo lo que debes hacer? Por lo general, las personas que hablan más frecuentemente de este asunto son tus compañeros y tus amigos. La bien conocida presión de grupo. Puede ir desde el uso de apodos crueles que indican que todavía no estamos activos sexualmente, hasta esa percepción vaga e indirecta (a la cual tú contribuyes) de que no eres un miembro totalmente iniciado del grupo si no has practicado el sexo todavía. Si sientes ese tipo de presión, necesitas hacer una decisión personal que te asegure independizarte del sexo. Ya lo sé: es muchísimo más fácil para mí decirlo que para ti hacerlo. Pero posible. Difícil, sí, pero muy posible. Mantente enfocado(a) en que es “posible”—y prepárate para una discusión bastante franca. Tú no quieres que el sexo sea algo sin valor, de lo contrario, ni siquiera 18 estuvieras leyendo esto. Pero estar activo sexualmente para sólo “ganar puntos” ante los demás y poder decirles “ya lo hice”.…y hacerles creer el cuento” … bueno, es lo más ruin y bajo a que puede reducirse el sexo. (No sé, cambiaría ruin por inmaduro, tonto.) De cierta manera, buscarse una prostituta es más honesto. Eso es pagar por placer, simplemente eso. Es horriblemente feo, pero no hay mentiras, ni engañosas manipulaciones. Sin embargo, al decir cosas como “Te quiero, tú eres especial, tú lo eres todo para mí. Necesito mostrarte cuánto te amo—confía en mí, va a ser muy bonito,” principalmente para complacer a aquellos que te exigen que estés activo sexualmente—eso es increíblemente ruin y feo. Tú no quieres hacerlo, ni quieres ser la persona usada. Aún si eres quien inicia la actividad para poder contar tu “hazaña,” tú también estas siendo usado—por la gente que te metió la idea de que debes hacer esto para ser normal. (¿en opinión de quién? De ellos, por supuesto.) Esta escena incluye cosas que se quedan a medio camino y no llegan hasta el final. Llegar a “primera base, segunda base, y tercera base,” es sexo también. Todo lo que precede y lleva al acto del coito no puede considerarse como algo sin importancia. Y puede ser considerado como “usar” y “haber sido usado” igual que el coito mismo. Ejemplo de béisbol muy angloamericano. En verdad, esos términos de “primera base, segunda base, y tercera base” son maravillosamente honestos y exactos. ¿De dónde los sacamos? Del campo de pelota, por supuesto—un patio de recreo donde la gente compite para probar sus habilidades. ¿Es eso lo que tu cuerpo es? ¿Un patio de recreo donde la gente bota energía, se prueba algo a sí misma, e impone un record para que otros lo admiren? Si la gente te dice que conviertas tu cuerpo en un patio de recreo para otros, o que utilices a otros como tal, no los escuches más. Tú eres mejor que eso. Pero, ¿es asunto de alguien el darte una guía para tu conducta sexual? Alguien así como Dios, por ejemplo. Vamos a averiguarlo. Empecemos con lo básico, tal como: Sí hay cosas que están bien y otras que están mal. De otra manera: Hay un comportamiento que ayuda a las personas a encontrar la felicidad y otro comportamiento que los hiere y les causa infelicidad. Si no nos ponemos de acuerdo al menos en esto, entonces no tiene sentido que sigamos. De hecho, si la gente no se pone de acuerdo al menos en esto, no hay razón para formar grupos de ningún tipo o de comprometerse con ninguna causa. Entonces, veamos la evidencia. La evidencia—no las “reglas.” No lo que otro dijo. La evidencia. Tú sabes a lo que me refiero, los hechos—lo que se usa en las cortes. 19 No todos están de acuerdo con este punto de vista. Algunos podrían quejarse: “Eso sería sacar a Dios del escenario,” Entiendo de dónde provienen. Pero es gracioso. A veces, sacar a Dios del escenario, por unos segundos, nos puede ayudar a ver claramente por qué Dios está en el asunto. Así que vayamos de vuelta al primer punto del primer capítulo. Ha habido muchos cambios en lo que las personas consideran un comportamiento sexual aceptable. Básicamente, lo que era considerado malo hace unas décadas ahora se promueve ampliamente como algo perfectamente aceptable. Después de todo, mucha gente dice, estamos en el siglo XXI y la gente inteligente ha dejado atrás esas reglas anticuadas que solían atarlos, y que les negaba su libertad sexual. La gente a veces llama a esto “la revolución sexual,” que comenzó en los años 60. (“Te lo digo, Dolores, que fueron estos desgraciados “hippys” quienes comenzaron todo este rollo.”) Está bien, si ésta es la manera correcta de mirar las cosas, entonces debería funcionar. ¿Verdad que sí? Vamos a ver los resultados. Si es correcto, debe entonces ofrecernos una vida mejor y hacernos más felices. Después de todo nosotros aplicamos esto a otras cosas.Por ejemplo, tú de veras no necesitas unas reglas muy profundas que te digan si usar o no usar drogas es una buena idea. Lo único que tienes que hacer es preguntar algunas cosas. ¿Estamos mejor con drogas o sin ellas? ¿Ayudan las drogas a la gente a vivir feliz y productivamente, o causan daño y destrucción? Entonces miras la evidencia. Y cuando la ves, sabes la respuesta. No hay que ser tan inteligente para verlo. Vamos a empezar con la idea que se oye a menudo de que, si dos personas viven juntas y practican el sexo sabrán si son compatibles sexualmente o no. Supuestamente las cosas les saldrán mejor cuando se casen. La teoría es: “no ves a un montón de personas separándose porque no son compatibles sexualmente.” Si esto fuera verdad, entonces a los matrimonios en general les estaría yendo mejor; la tasa de divorcio debería estar disminuyendo. Pero esto no corresponde a las evidencias. La tasa de divorcio está subiendo. Algunos estudios muestran que el número de divorcios es mayor entre las parejas que viven juntos antes del matrimonio que entre aquellos que no tienen esta práctica. Resulta mucho más complicado de lo que esperaban. Tienen que pagar las consecuencias: Embarazos no planeados. Los jovencitos están teniendo bebés. Los adolescentes se ven forzados a tomar el papel de padres mucho antes de que estén listos. “Bueno, las cosas se ponen difíciles para ellos. Tienen que pagar por las consecuencias.” Sin embargo, no sólo estamos hablando de los padres adolescentes. Nos referimos también a los bebés. Ellos también tienen que pagar las consecuencias. Yo sé, a veces parece que las cosas funcionan razonablemente bien. La mamá 20 de 17 años hace lo mejor que puede para ser una buena mamá, y el padre “toma su responsabilidad.” Pero nadie que tenga sentido común diría que ésta es la mejor manera para que un bebé empiece su vida. ¿Algo más? Los abortos. Eso no es divertido para el bebé tampoco. Que te corten tu cuerpecito en pedazos y te lo succionen antes de que hayas tenido la oportunidad de vivir—es el trato más injusto de todos. Pero los abortos están aumentando tremendamente desde la “revolución sexual.” Más de un millón y medio de bebés son tasajeados y succionados, o asesinados de alguna otra manera cada año. Muchos de ellos eran hijos de padres no casados. ¿Algo más? Las enfermedades transmitidas sexualmente están a un nivel epidémico. Ahora, la palabra epidemia es una palabra que nos impacta— da miedo si la entiendes bien. La Asociación Médica Americana no la usa a la ligera, la califica como impresionante. Cuando esta asociación la usa, quiere decir que tenemos un problema muy serio en nuestras manos. ¿Algo más? “La violación durante una cita,” y “la violación hecha por un conocido” han entrado en el vocabulario nacional actual. ¿Crees que quizá eso tenga algo que ver con que a la gente se le dice “Arriba, hazlo?” ¿Crees que eso puede tener que ver con que a la gente se le diga que tiene derecho al sexo cuando le dé la gana? Podríamos seguir añadiendo datos y razones. Pero tal vez ya sea suficiente. ¿Suficiente qué? Suficiente evidencia. La “nueva libertad sexual” NO ESTÁ FUNCIONANDO. A no ser que tú digas que el repentino y dramático aumento en el divorcio, los embarazos no planeados, los abortos, las enfermedades transmitidas sexualmente y las violaciones, están haciéndole la vida mejor y más feliz a la gente. Y ni siquiera hemos comenzado a mencionar cómo las vidas pueden ser afectadas sin que les ocurra nada de lo anterior. Claro que, por unos breves segundos, hay un gozo físico. Y para esas maravillosas y maduras personas que sienten la necesidad de alardear acerca de sus aventuras sexuales, esto les da oportunidad de crear un cuento. Pero, eso no equivale a lograr la felicidad. No dura lo que la felicidad y ciertamente no compensa el gran precio que a menudo se debe pagar. “Sexo—si lo quieres, hazlo, porque las viejas normas ya no cuentan.” El resultado final es muy negativo. Esa es la evidencia. Es también el momento en que podemos traer otra vez a Dios—no que Dios se haya ido en ningún momento. Sería más correcto decir que ahora podemos ver mejor por qué Dios estuvo siempre ahí. No es que Dios haga alarde de su poder. Dios no es el viejo enojón que impide que los jóvenes se diviertan demasiado. Dios no es el Creador que inventó el sexo y luego se sintió avergonzado y trató de convertirlo en la parte menos importante de la vida humana. 21 Dios es el Buen Padre, la Buena Madre. Cuando tú eres un padre o una madre no quieres ver a tus hijos sumidos en el dolor. Así que probablemente harás algunas reglas con la esperanza de salvaguardar a tus hijos del dolor. Tus niños al principio no van a comprender totalmente tus reglas. A veces tus reglas podrían ser difíciles de seguir. Aún así, harás las reglas. “No juegues con fósforos,” por ejemplo, aunque los fósforos mismos sean algo maravilloso. Así es Dios. Por eso tiene interés en tu vida sexual. Por eso dice, “Reserva los actos sexuales para el amor permanente que se te ha prometido; Resérvalos para el matrimonio. Como cualquier buen padre, Dios quiere vernos con sonrisas de gozo en la cara, incluyendo la maravillosa alegría que sentimos cuando el sexo sale bien. Dios odia ver las lágrimas, el remordimiento y el vacío en las caras de las personas para las cuales algo que es tan bello se puede convertir en algo amargo, triste y doloroso. Así que, Dios estableció algunas reglas. “Y eso, porque odio verte sumido en el dolor.” Verdaderamente es así de sencillo. 22 23 El sexo— ¿qué estamos buscando? • • • • • • NINGÚN TIPO SE APARECE en casa de su novia y cuando el padre le abre la puerta le dice: “Qué tal, Sr. García. Estoy aquí para un poco más tarde hacer el sexo con su hija.” Sin importar lo que muchos adultos piensen, la mayoría de las parejas jóvenes no planean un “encuentro” así: “¿Vamos al cine?” “Me parece bien. ¿Pizza después de la película?” “Me parece fantástico. ¿Sexo después de la pizza?” “¿Por qué no? Estoy de acuerdo.” Pero de hecho el sexo sucede de muchas maneras. Eso es exactamente lo que la gente joven dice. “Nosotros no lo planeamos. Sólo sucedió.” A pesar de no planear tener sexo, el varón frecuentemente lleva su “protección” en la billetera. De lo que se deduce que a él—a ambos, a él y a ella—les ha cruzado por la mente la posibilidad de tener sexo.… A veces, no es exactamente que se planee tener sexo, pero sí se desea mucho tenerlo. Entonces sucede. Pero aunque se planee en detalle tener sexo (“Nos empezamos a excitar como a las diez y media después de la pizza; el coito como a las diez y cincuenta y cinco, en el sofá de la sala, y con sólo la lamparita encendida cerca del televisor, ¡Qué bien!, ¿verdad? “Sí, fabuloso.”), Pero, ¿encontraron lo que buscaban haciendo el sexo? ¿Qué estaban buscando? ¿Sexo? ¿Sólo sexo? Si es así, entonces lo encontraron. No creas que fue un gran logro. No hay nada aquí que no puedas descubrir, para conocer lo evidente no se necesita una educación universitaria. Quizá sea sexo todo lo que las parejas buscan. Eso sería verdad, si se pretendiera así “ganar puntos” para poder crear un “cuento” y luego ir a contárselo a los compañeros. O si la experiencia sólo sirviera como un experimento para satisfacer años de curiosidad. Sin embargo, la mayoría de la gente está buscando más que eso. Mucho más. Podrías comparar el sexo a un paquete que contiene algo dentro. Un paquete con un envoltorio brillante, interesante, emocionante—pero todavía es sólo un paquete. Lo que la gente quiere en realidad es lo que está adentro. Y a veces—incluso frecuentemente—al tener sexo todo lo que pueden obtener es el paquete externo. Es excitante mirarlo y abrirlo. ¡Qué desengaño cuando se dan cuenta (lo que puede tomar dos minutos o dos años) que eso es todo lo que es, un paquete sin nada dentro! Y así, todavía siguen buscando lo que esperaban encontrar dentro. Pero ahora sólo se quedaron con un listón estrujado y un papel todo arrugado de los 24 cuales ahora quierendeshacerse, u olvidarse. A veces hay metros y metros de listón estrujado y montones de papel arrugado. ¿Qué buscaban? ¿El amor? Es probablemente lo que encabeza la lista. Más exactamente, buscaban una prueba de amor. Una prueba totalmente convincente y arrolladora de que eran adorables y dignos de ser amados. Se supone que hacer el acto sexual era esa prueba. Es interesante, entonces, que la pregunta más frecuente que se hace inmediatamente después del sexo es “¿Me quieres? ¿De verdad que me quieres?” Aunque la pregunta no se haga verbalmente, a menudo está ahí latente. ¿Por qué? Se suponía que el sexo era la prueba, ¿no? Pero no lo es. El sexo no prueba nada. Nada en lo absoluto. Ni siquiera el amor. ¿Puede el sexo entre una prostituta y un cliente probar que se aman? Seamos sinceros, lo único que el sexo automáticamente puede probar es si el mecanismo sexual funciona. El sexo es la prueba del sexo. Prueba que los órganos sexuales funcionan. ¿Quién no entiende esto? Esto puede sonar terriblemente severo y mecánico, puesto que el sexo entre humanos no difiere mucho del sexo entre roedores. No digo que esto encierra toda la realidad de lo que es el sexo. El sexo puede y debe ser infinitamente más que eso. El sexo puede ser una señal de amor poderosa, bella y absolutamente emocionante. La palabra clave es “puede.” Cuando lo es, el amor está ahí antes del sexo y las personas involucradas lo saben. “Ella/ él debe amarme—hicimos el amor—eso lo prueba.” No. El sexo puede ser una celebración, pero no hace ni demuestra nada. A veces lo que la gente busca en el paquete del sexo es una afirmación de saberse “normal,” de saberse “apreciado,” que “vale algo.” No es precisamente lo mismo que “ser amado,” aunque está muy relacionado. Cuando la gente marca sus iniciales o escribe graffiti en todo tipo de lugares está haciendo básicamente lo mismo. Al marcarlos o escribirlos parece que está diciendo: “Yo estuve aquí. Yo cuento. Yo puedo hacer algo.” Tener la capacidad de hacer el sexo, o ser escogido para hacerlo, parece ser la prueba de que somos personas normales, de que valemos algo. Pero, una vez más, el sexo tampoco prueba eso. Probablemente la cosa que más se busca dentro del paquete del sexo es algo llamado intimidad. La intimidad es una cosa compleja. Significa estar cerca de otra persona. Es el compartir mucho más que tu exterior con otra persona. Revelar tus esperanzas, tus miedos y tus sentimientos más profundos. Tomando riesgos, pero sintiéndote seguro, o segura, al mismo tiempo. Sintiendo que la parte más íntima de ti —el verdadero “tú”— es aceptado y apreciado y que tú ya no estás solo. Eso es la intimidad. Es bella. Y es una necesidad humana muy profunda. Nos han criado con la creencia de que el sexo va a lograr esto. Después de todo, si tú 25 te entregas completamente yendo “hasta el final,” eso debe significar que ya no hay nada más que tu puedas compartir—así que significa que debes haber encontrado esta cosa maravillosa y bella llamada intimidad. La gente no lo piensa exactamente así mientras se está quitando la ropa, pero ese es el razonamiento que hay en sus mentes. Y de nuevo, el paquete no satisface. ¿Por qué? Porque la gente es más que sus cuerpo—mucho más. Es verdaderamente fácil compartir las partes del cuerpo. A veces hasta haciéndolo de prisa (los papás van a regresar en media hora), ya que no toma mucho tiempo. Las partes privadas de tu cuerpo pueden ser una señal de lo más profundo de ti o de otra persona, pero ellas no son “todo lo que tú eres.” Y desafortunadamente es posible, y muy fácil, obtener el paquete (las partes del cuerpo de la otra persona) con muy poco, o nada dentro. Vale la pena recordar dos cosas acerca de la intimidad que todo el mundo busca en otra persona. 1. Toma tiempo. Mucho tiempo. No sucede en unos pocos días, o pocas semanas, o siquiera meses. Es algo gradual y tienes que trabajarlo. La experiencia inicial de “sentirse enamorada(o)” es divertida y emocionante. Nadie debiera reírse de eso o considerarlo algo tonto. Pero no es la intimidad. Esta viene más tarde—y es más difícil. Ni saber que a ambos les gustan las mismas películas, o que alguien les diga “¡Qué barbaridad!” cuando les digas que sacaste 73% en un examen para la cual estudiaste como loco(a). Estos son los primeros pasos en la dirección correcta y son estupendos. Sin embargo, están muy lejos de la intimidad. No hay “caminos cortos” para llegar a donde vale la pena llegar. Esto incluye la intimidad—y el sexo es intentar “un camino corto.” 2. Puedes encontrar la intimidad sin sexo. De hecho, si no encuentras la intimidad sin sexo, es muy poco probable que la encuentres con el sexo. El sexo celebra lo que ya existe. No produce o crea la intimidad que no está ya ahí. Es más, puede hasta evitar que ésta suceda. Hace muchos años escuché a alguien decir que muchas chicas que acaban embarazadas hubieran estado felices con tan sólo un buen abrazo de alguien que las quisiera de verdad y las entendiera. Cuando primero oí esto no estaba totalmente convencido de que pudiera ser tan simple. Así que le presenté esta idea a una chica a la que yo daba clases. Ella me había llamado en varias ocasiones después de salir de mi clase, y me había pedido que si podíamos charlar. Mientras tanto había ya tenido dos novios y un bebé. Ella sonrió y alzó la mirada un poco. Puedo citar sus palabras exactamente 26 porque no las olvidaré: “Sabe usted, si hubiera conocido a alguien a quien yo realmente le importara y me lo mostrara, no sé, de algún modo además de la manera en que mis novios decían en que querían mostrarme que yo les importaba, yo creo que hubiera sido feliz solamente agarrada de manos. Sólo necesitaba que alguien me quisiera.” Desear ser amado(a), desear valer algo, desear sentir la intimidad—esas son cosas todas buenas, maravillosas y necesarias. Pero el sexo mismo, por tan poderoso que sea, no las trae, ni las demuestra. Aparte del sexo en sí, hay todavía otras razones que motivan a los jóvenes a hacer el sexo. No es agradable hablar de ellas, pero hay que mencionarlas. Tú podrás pensar, “No es tan profundo ni complicado. A los chicos sólo les gusta divertirse, eso es todo.” Sin embargo, esta no es una interpretación exclusiva de los adultos hablando del comportamiento de los adolescentes. Los adolescentes mismos, después de un período de estar activos sexualmente a menudo llegan a la conclusión, “Por esta razón fue que lo hice.” Una razón es la rebelión o querer desquitarse de los padres. Estar acostándose con alguien por ahí es una forma vívida de exteriorizar el resentimiento contra los padres. Si el adolescente piensa que los padres son excesivamente estrictos y restrictivos, hacer el sexo es como decir, “¡Mira lo que yo pienso de tus reglas estúpidas!” O tal vez los padres les hayan dicho cosas hirientes como, “Ya tú no eres el mismo muchacho (o la misma muchacha) — no puedo soportar ver en lo que te estás convirtiendo.” Hacer el sexo es como responder, “Oye, si eso es lo que piensas de mí, entonces sí que voy a meter la pata y en grande. Tú no has visto nada todavía.” Claro, el padre y la madre no están escuchando, ni mirando en esos momentos, y el adolescente no anuncia su comportamiento. Aún así ese comportamiento parece estar expresando algo. Si los padres lo notan y lo interpretan puede que las cosas se compongan. Se sentirán heridos de verdad, pero a menudo, no tanto como los jóvenes mismos. Hacer el sexo es un método muy común de conservar a un novio o una novia. No es un gran secreto. Cuando tú no eres parte de una relación desde un principio será fácil predecir las debilidades y los fracasos de esa relación. Es fácil darse cuenta de que si se necesita el sexo para mantener a un novio o novia interesado(a) en una relación, entonces es que tú en su totalidad no vales mucho para esa persona. Es fácil ver que aquí existe una autoestima muy baja. Los resultados hablan por sí mismos. Usar el sexo para mantener una relación tiene más probabilidades de fracasar que ningunaotra cosa. Es diferente cuando uno está en una relación y uno quiere que dure. Puede ser muy difícil que veas las mismas cosas que antes veías tan claramente cuando 27 hablabas de ellas en teoría. Pero, por favor, sigue pensando en ellas si en algún momento te parece que el sexo es una buena estrategia para mantener la relación. En lo que concierne a las personas que de verdad sólo busca el sexo y nada más, digamos que son personas tristes. Y peligrosas. Ellas ven un novio o una novia en potencia a través de un filtro estrecho que calcula las posibilidades de “hacer puntos.” Los encuentros sin sexo sólo sirven para establecer las bases de otros encuentros con sexo. Los cumplidos y los regalos son sólo cuotas que estos jóvenes están dispuestos a pagar para lograr la recompensa. La mayoría de las maravillosas cualidades de la otra persona no las aprecian—y ni siquiera las notan. El sexo con alguien así es un paquete increíblemente vacío—no importa cuan emocionante sea por un rato. Obviamente, tú te mereces algo mejor. 28 29 Algunos puntos de… tú sabes qué, acerca de estar sexualmente activo • • • • • • MIRA LOS ANUNCIOS, digamos, de jeans de diseñadores, lápices labiales, refrescos de dieta y carros deportivos. ¿Cuál es su mensaje? Muy simple: Si compras/te pones/usas nuestro producto vas a ser el centro de la atención del género opuesto, te va a traer tremenda popularidad y te dará la vida amorosa que a Hollywood le encantaría convertir en una película. ¿De veras? Hasta la pregunta ofende. Su mensaje en realidad es un mito; no es verdad en lo absoluto. Y lo sabemos bien. Y si no, pronto nos damos cuenta que los resultados fabulosos que prometen nunca llegan a realizarse. Sin embargo, de todas maneras a menudo compramos los productos ¿por qué? Bueno, tal vez porque tenemos esperanza de que después de todo al menos un poquito de los resultados imaginados sucedan. En otras palabras, de todas maneras compramos un poquito del mito. Hay muchos mitos acerca de estar sexualmente activos. Es más difícil encontrar la intención que se esconde detrás de ellos pues se disfrazan con la máscara de “comerciales.” Alguna gente los cree cien por ciento. Otros saben que en parte son falsos, pero, bueno, esperan que alguna parte sea verdad. A otros tal vez nadie les ha dicho la verdad, sólo les presentan los mitos. Hay otro nombre que se les da a estos mitos. No es muy educado decirlo, pero es por demás colorido y muy exacto. Vamos a llamarlos “montón de esa sustancia que deja un toro atrás cuando va caminando por el pasto.” Aquí te tengo algunos de esos puntos. El primero es el más grande; te va a tomar un tiempito superarlo. 1. Todo el mundo lo está haciendo. Todo el mundo es casi una palabra muy ambigua. A veces, de verdad quiere decir “cada ser humano,” como en “Todo el mundo tiene sangre que le corre por las venas y por las arterias.” A menudo significa algo diferente a lo anterior, como en “¡Todo el mundo va a estar en la fiesta!” Esto significa las personas que son importantes para el que habla, que pueden ser tan sólo cuatro o cinco personas. ¿Todos los adolescentes están activos sexualmente? Claro que no. Tú ya sabes eso. Pero, ¿cuántos—cuál es el porcentaje exacto? ¿Será 86 por ciento, con la minoría de 14 por ciento que es “gente no normal?” ¿Será 70 por ciento? ¿Será apenas la mitad? ¿Será tal vez en realidad sólo 35 por ciento, o menos, ya que hay muchos que sólo inventan tremendos cuentos? ¿Y A TI QUÉ? 30 En un minuto ya regresaremos a la cuestión del porcentaje, pero primero tienes que contestar esta pregunta. ¿Y a ti qué? Esto hará toda la diferencia en el mundo si es que tú eres un robot que obedientemente sigue las órdenes de sus amigos. ¿Cómo haces tus decisiones? ¿Así?: “Si sólo diecisiete por ciento de mis amigos están haciendo algo, no lo hago. Si treinta por ciento lo están haciendo, lo consideraré; pero en realidad tal vez no lo haga. Si cincuenta por ciento lo están haciendo, tal vez los imite, pero sólo si en realidad tengo deseos. Si setenta y cinco por ciento o más lo están haciendo, entonces definitivamente lo voy a hacer, o al menos lo probaré—después de todo, yo tengo una reputación que mantener.” ¿Es así como tomas las decisiones? Espero que no. Tú no eres un pedazo moldeable de macilla humana que tus amigos o amigas pueden torcer y convertirte en lo que ellos crean que debes ser. Tú eres alguien mejor que eso. Regresando a la idea original—el mito de que todo adolescente está activo sexualmente. Es definitivamente un mito. Pero cuántos adolescentes están activos sexualmente depende del artículo o las estadísticas que has leído. Si quieres, puedes comparar las revistas “People” o “Time” con un artículo de sociología. Y cuando te dan diferentes estadísticas ¿a quién le crees? Aquí mismo en mi escritorio tengo dos artículos—uno declarando que la gran mayoría de los adolescentes están activos sexualmente y el otro que dice que no lo están. Ambos citan estadísticas y estudios. La realidad es todo dependerá del grupo al que tú perteneces. Se pueden hacer estudios de los jóvenes en dos escuelas y en áreas diferentes de cualquier gran ciudad y obtener distintos porcentajes. A veces muy altos y otras muy bajos. Tal vez en tu escuela, tu barrio, o tu grupo, el porcentaje es muy alto; así que, si tú no estás activo o activa, estarás dentro de la minoría. Quizá sea lo opuesto—la gente a tu alrededor puede hablar mucho, pero la mayoría de tus compañeros “no lo han hecho.” Lo que nos lleva a la verdadera pregunta: ¿Quién en realidad eres tú y qué quieres hacer de tu vida? Si ser tú mismo, o tú misma, significa algo para ti, las estadísticas de “actividad sexual” no te van a decir nada en lo absoluto. Y el mito, pues, es un mito. No todos lo están haciendo. 2. Si tú no estás sexualmente activo o activa, eres probablemente gay, o tal vez asexual, o algo raro. ¡Qué afirmación tan sin sentido! Quiero decir que este mito muestra claramente que no tiene ningún fundamento. Su “lógica” torcida en el fondo es esta: Para ser normal, la gente necesita empezar a hacer algo tan pronto sea 31 capaz de hacerlo. Abreviando, si lo tienes, úsalo. De otra manera, hay algo mal contigo. Tu puedes probar que esto es incorrecto con un millón de ejemplos. He aquí uno: Walter Payton, tal vez el mejor jugador de fútbol americano de todos los tiempos en la posición de “running back,” no entró a practicar el fútbol de manera organizada hasta los 10 años. Antes de esto estaba en la banda de la escuela. ¿Había algo malo con él antes de los 10 años? 3. Cuando estás activo sexualmente te haces mejor compañero sexual. Ya que tienes más experiencia, estás más relajado y tienes más confianza; y por supuesto, sabes más de lo que hay que hacer. ¡Alto, un momento! ¿No se supone que el sexo tiene que mucho que ver con el amor? Lo anterior se oye como si se tratara de calificar una “actuación.” Se oye como algo que vamos a juzgar y calificar. (“¡Miguel tuvo una puntuación promedio de 9.3 en sexualidad artística, pero sólo 8.2 en técnica! ¡Margarita, en cambio, tuvo una noche magnífica, aunque su compañero falló un poco—9.6 por mérito artístico y 9.8 por técnica!”) Mirar el sexo de esta manera lo pone en la misma categoría con el patinaje de estrellas, donde el atleta termina una rutina que ha practicado bien y entonces espera ansiosamente la calificación de los jueces. Es una manera mecánica de entender el sexo, dejando fuera el aspecto “amor.” ¿Qué le dices a tu compañero(a) al iniciar un posible encuentro: “Me gustaría practicar sexo contigo para hacerme experto en esto?” (Al menos eso sería más honesto que “Vamos a hacer el amor.”) No sólo este mito convierte el sexo en algo mecánico, sino que hace exactamente lo opuesto de aquello que dice. Considerar al sexo como una “actuación” definitivamente no ofrece una visión relajada y confiable. Te afecta los nervios y te lleva a decir: “espero que yo sea bueno para el sexo.” Cualquier persona casada te dirá que realmente te puede arruinarlos encuentros sexuales. 4. Te capacita mejor para que puedas tener una buena vida sexual y un buen matrimonio cuando ya te cases. Entonces, ¿por qué los que han estado acostándose por ahí, y las parejas que han vivido juntos antes del matrimonio tienen tan alta tasa de divorcios? 5. Tienes que hacer el sexo. No puedes estar sin él. Una vez que pasas la pubertad, o aún acabando de entrar en ella, es anormal no tener el sexo. ¡Qué cachetada significa esto para todos los solteros en el mundo que no se acuestan por ahí! Piensa en todos los millones de no-casados en el mundo. Esto incluye no sólo sacerdotes, hermanos y monjas, pero también todos los viudos y 32 viudas y las otras personas, que por causa de una carrera exigente u otra razón, han escogido permanecer solteros. El mito anterior dice que todas y cada uno de estas personas a) se acuestan con otros, o b) que no son normales. ¿Es eso justo? ¿Es exacto? Saca tu conclusión. ¿Qué decir de la persona casada cuyo cónyuge está herido, o seriamente enfermo por mucho tiempo, o está en otro país en el servicio militar? En casos como esos, esperamos que tal persona sea fiel—lo cual francamente significa no hacer el sexo. La mayoría de la gente en esa situación es fiel. Pero de acuerdo a este mito, su fidelidad bella y amorosa es simplemente un caso de anormalidad sexual. ¡Qué golpe tan bajo y feo! Este mito tiene más basura de lo que se recoge en Nueva York en un mes. (El ejemplo es exagerado.) 6. Una vez que hayas hecho el sexo no puedes ya dejarlo de hacer, al menos no por mucho tiempo. Más basura. Muchos lo hacen así. Esto incluye los casados en las situaciones que mencionamos antes, e incluye a los novios que se dan cuenta que el sexo no debe ser parte de su relación. La experiencia sexual es algo que afecta mucho a las personas, sí señor. Pararla es difícil, no hay duda. Pero este mito ve al sexo como si fuera una adicción irreversible. (“Una vez que lo haces, te conviertes en un adicto al sexo y siempre serás así—no hay cura.”) No es así. 7. Estar activo sexualmente demuestra que ya no eres un chiquillo o una chiquilla. En realidad, esto podría fácilmente mostrar lo opuesto—que emocionalmente eres todavía chiquillo con un equipo de órganos sexuales de adolescente que funcionan. ¿Cómo son los niños? Verdaderamente niños. Tienen una actitud primordial hacia la vida: “Yo quiero.” Ven algo que les atrae y hacen todo lo posible para conseguirlo. Puede pertenecerles o no, puede ser bueno para ellos o no, y puede ser el momento correcto o no. Sin embargo, eso no importa. Ellos no piensan en esos términos. Cuando un niño es todavía pequeño el “Yo quiero,” automáticamente quiere decir “Voy a cogerlo.” Esto es porque todavía están pequeños. Es de esperarse a esa edad. Pero se supone que se debe crecer y superar eso. Cuando “¡Ve y cógelo!” automáticamente viene después de “¡Eso parece divertido!” no tenemos un comportamiento de adulto. Es un comportamiento al que llamamos juvenil, o hasta infantil. Desafortunadamente es posible actuar así a cualquier edad. 33 8. Después de unas cuantas salidas, especialmente si la otra persona te ha hecho pasar un rato muy agradable, tú le “debes” algo; estás en deuda y debes corresponderle con algo sexual. Si tú eres una prostituta profesional y alguien pone la cantidad correcta de dinero en tu mano y tú guardas el dinero en tu bolsillo, entonces, tan sólo por las reglas del negocio, tú le “debes” el sexo. Ése es el único caso de “deber.” “Deber” el sexo no tiene nada que ver con el que tú salgas con alguien. Sin embargo, algunos chicos sienten gran ansiedad suponiendo que deben entregarse sexualmente después de que pase cierta fecha o tiempo de haber iniciado esa relación. ¡Vaya esclavitud a las reglas degradantes de otra persona! ¿Quién creó este mito, estas “reglas”? Aquellos que ven a otros como una oportunidad de ganar puntos. Aquellos que ven el sexo como algo que se da a cambio de otra cosa. Si lo viéramos por escrito, o lo oyéramos, sería así: “Si salgo contigo por un par de meses (haciéndote un favor), tú tienes una deuda conmigo, me debes. Si me gasto algunos dólares entreteniéndote, tú me debes. Si yo soy una de las personas más populares de la escuela, o si tengo un cuerpo fabuloso, mientras tu cuerpo es bastante ordinario, pero de todas maneras yo te presto atención, tú me debes. Me debes la cosa más personal que posees.” ¿Qué le dirías a alguien que realmente te dijera estas palabras? Eso pensé. Así que, no le sigas la corriente a alguien que te está diciendo no tanto con palabras, sino con sus acciones, o disfrazándolas con otras más dulces e indirectas que significan lo mismo. 34 35 Pero, ¿qué tan malo es? • • • • • • ¿DE VERAS QUE DIOS dice que es indebido? ¿Cómo lo sabemos? ¿De verdad que Él quiso decir eso, o eso era para los que vivieron hace mucho tiempo? ¿Exactamente qué medida de maldad es—suficiente como para mandarte al infierno? Parece que algunos piensan que éste es EL GRAN PECADO, el peor de todos, pero, ¿es eso verdad? Vamos a empezar desde el principio,. ¿De verdad que Dios dice que el sexo fuera del matrimonio es algo malo? ¿Vino esa idea de Dios mismo o de un grupito de viejos patisecos de la Iglesia que le tenían miedo al sexo, o que de alguna manera les molestaba el sexo, o habían nacido con problemas sexuales? Tú quieres la mera verdad, ¿no es cierto? Sí, es terriblemente claro que ésta es la posición de Dios en este asunto. No es que Dios sea de mente estrecha. En el Capítulo Dos, recuerdas, vimos las razones que tiene Dios para involucrarse en las vidas sexuales de la gente. Es que Dios es un ser que está contra la diversión, o no entiende a la gente, o simplemente le gusta mangonearlos. Empecemos con un pasaje al respecto que está más claro que ninguno: “Valoren mucho el matrimonio, y que su vida conyugal sea limpia, porque Dios juzgará a los libertinos y a los adúlteros” (Hebreos 13,4). Otro texto que lo dice clara y francamente es: “Porque deben saber que ningún lujurioso, adúltero o avaro—que es como si fuera idólatra—tendrá parte en la herencia del reino de Cristo y de Dios” (Efesios 5,5). He aquí unos cuantos más. (A menudo están escritos en términos masculinos porque así era la forma de escribir de aquellos tiempos, antes de que el uso del lenguaje inclusivo se convirtiera en un tema de discusión. Pero estos pasajes se aplican a todo el mundo.) Eviten la lujuria. Cualquier otro pecado cometido por el hombre queda fuera del cuerpo, pero el lujurioso peca contra su propio cuerpo. ¿O es que no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo que han recibido de Dios y que habita en ustedes? Ya no se pertenecen a ustedes mismos, porque han sido comprados ¡y a qué precio!; den, pues, gloria a Dios con su cuerpo. 1 Corintios 6,18-20 Porque ésta es la voluntad de Dios: que vivan como consagrados a él y huyan de la lujuria. Que cada uno de ustedes viva santa y respetuosamente con su mujer, sin dejarse llevar por la pasión, como lo hacen los paganos que no conocen a Dios. 1 Tesalonicenses 4,3-5 36 Que no reine, pues, el pecado en su cuerpo mortal hasta el punto de quedar sometidos a sus apetitos; ni ofrezcan tampoco sus miembros como armas perversas al servicio del pecado, sino más bien ofrézcanse a Dios como lo que son: muertos que han regresado a la vida; y hagan de sus miembros instrumentos de salvación al servicio de Dios. Romanos 6,12-13 Portémonos con dignidad, como quien vive en pleno día. Nada de comilonas y borracheras; nada de lujuria y libertinaje; nada de envidias y rivalidades. Por el contrario, revístanse de Jesucristo, el Señor, y no fomenten sus desordenados apetitos. Romanos 13,13-14 Alguna gente usa el argumento de que esas reglas eran sólo para la gente de antaño y que tienen muy poco o casi nada que ver con el presente. En realidad, el clima socio-sexual de esa época era increíblemente similar al de hoy. Muchos veían el sexo sencillamente como una necesidad natural, algo así como la comida. Sus reglas de conductasexual eran parecidas a la guía que mucha gente usa hoy: Si nadie sale herido (como en una violación), ¿qué hay de malo en ello? Casi como mientras no robes o mates a nadie por comida, ¿que hay de malo en comer? Pero no es así como Dios lo ve. Podríamos tomar las próximas páginas para citar más versículos bíblicos, pero probablemente no es la mejor manera de cubrir el asunto. Las personas que no son tocadas por cuatro o cinco versos de la Biblia acerca de un tema en particular no van a ser movidas por treinta o cuarenta. No todos los casos de sexo fuera del matrimonio están en el mismo nivel de seriedad. (Sexo quiere decir el coito, o acariciarse y juguetear de manera que produce la misma o casi la misma reacción que el acto completo.) Toma el caso del acto sexual entre un violador y su víctima; entre dos personas casadas en una relación extramarital; entre dos adolescentes que lo están haciendo deliberadamente para anotarse puntos y tener una historia que contarles a sus amigos; entre dos adolescentes que, sin tener intención de hacerlo, se dejan llevar por la casi imparable estampida de sus hormonas; y finalmente, entre unos jóvenes que se aman profundamente y están comprometidos para casarse en unas pocas semanas. Cada uno de éstos es un caso de sexo fuera del matrimonio. ¿Son todos iguales de serios? Obviamente que no. El último y el primer caso, por ejemplo, no están ni remotamente en el nivel de los otros. Así que hay una gran gama de seriedad y de pecaminosidad. Pero una vez que eso es aparente, algunos inmediatamente quieren saber “¿Cuál es el momento en que de VERDAD se hace malo? ¿Cuán malo tiene que ser para que 37 Dios te mande al infierno?” Estas pregunta supone que tú puedes tomar toda ocasión del sexo fuera del matrimonio, inclusive lo que estaba sucediendo en las mentes y emociones de los involucrados sexualmente, y conectarla a una especie de programa de moralidad computarizado que luego te devuelve un análisis: “Este particular acto sexual extramarital se lleva 6.8 en una escala del 1 al 10. El punto divisorio para irse al infierno es 6.5, así que estos dos están definitivamente en un lío.” En cierto sentido, esta pregunta no vale la pena contestarla. Es a menudo una forma de disfrazar que, “Quiero salirme lo más posible con la mía, así que, ¿con hasta dónde puedo llegar sexualmente antes que Dios me atrape? Si toma 6.5 en la escala de sexo extramarital para ir al infierno, entonces yo voy a parar en 6.4, o quizá 6.3 para estar seguro.” Eso es jugar el juego del gato y el ratón con Dios, lo cual no es precisamente la manera de tratar de vivir una vida Cristiana. Es como el niño a quien se le ha dicho que no coja ninguna galletita hasta después de la cena, pero quien trata de idear una manera de coger la mayor cantidad antes de que su mamá se ponga furiosa y que lo castigue por una semana. Haz de notar que la discusión clásica de “¿Cuán lejos es demasiado lejos?” se centra usualmente sobre las acciones—y obviamente en las reacciones que resultan en el cuerpo de la persona que hace las acciones. Sólo las acciones. No las personas. Para empezar, ahí existe un error de actitud. “Cuán lejos puedo llegar” usualmente significa “¿Cuánto placer puedo lograr en mi cuerpo haciendo actos sexuales con el cuerpo de otra persona antes de que Dios se enoje de verdad?” Esto convierte a la otra persona en un instrumento y a su cuerpo en un juguete. Y aquí yace esencialmente lo maligno. Las partes sexuales de nuestro cuerpo fueron creadas para decirle a alguien “Te amo para siempre,” a ese alguien a quien le hemos hecho la promesa de entregarnos a nosotros mismos eternamente, para ayudarnos a crear nueva vida—nuevos seres humanos—que nuestro amor compartido puede nutrir y cuidar. Ante los ojos de Dios, ¿Son los pecados sexuales el fondo del precipicio moral lleno de lodo? Bueno, la Biblia tiene cosas muy duras que decir acerca de ellos, pero no tiene una visión que solo se enfoca en ellos. Los profetas del Antiguo Testamento probablemente levantaron sus voces denunciando más la injusticia hacia los pobres y los desamparados, que la relación sexual. Las parábolas de Jesús se enfocan mucho más en la justicia y la misericordia que en el sexo. Sin embargo, eso no hace del mal comportamiento sexual una cosa pequeña —ciertamente no cuando trae consigo unas consecuencias. Y pueden ser bastante grandes—y efectivamente permanentes. Pero esto es otro tema. 38 39 Para empezar de nuevo • • • • • • ESTÁS MANEJANDO por la carretera estatal 37. (No la busques en un mapa. No existe. Esto es un ejemplo.) Vas en camino a un lugar que te han descrito como absolutamente maravilloso. No es fácil de llegar allí, pero es maravilloso. Definitivamente vale la pena llegar allí. Cuando comenzaste el viaje tú tenías la genuina intención de permanecer en la interestatal 37, y por un tiempo, todo iba saliendo “tal como debiera ser.” Entonces la carretera se pone un poco aburrida. Te preguntas si tal vez tomando otro camino diferente, una carretera subalterna escénica, al menos por un rato, pudiera ser—bueno, más divertido. Después de todo, tú sabes en qué dirección estás yendo. No puede haber mucho riesgo en esto, ¿o sí? Pues así lo haces. Una salida, un par de virajes rápidos y un poco después llegas a algo que se llama Viejo Camino al Granero de la Colina— ¡y vaya si esto no es divertido! Algunas curvas abruptas y colinas que descienden súbitamente te dan un agradable mariposeo en el estómago. Y el paisaje— ¡sí, sí! ¡Qué paisaje! Después de un tiempo—quizá un corto tiempo, quizá un largo tiempo—el Viejo Camino ya no es tan divertido como al principio. Tienes que esforzarte mucho para seguirlo. Las curvas, las colinas y las bajadas no le asientan tan bien a tus entrañas. El paisaje—bueno, todavía es bastante interesante, pero ya lo has visto antes. No es precisamente una emoción nueva. También tienes la sensación que este camino te está alejando de la dirección en la que tú querías viajar. Encima de todo esto, el Viejo Camino no está pavimentado ya. Hay gravilla —áspera y llena de baches—con grandes secciones donde ha desaparecido casi por completo. Hace un rato, por poquito te caes en una zanja. Y entonces viene un cartel desvanecido junto al camino que dice: “Puente roto, 10 millas.” Está comenzando a ser obvio que tomar esta carretera fue un gran error. Así que sigues manejando por este camino, ¿verdad? Porque ya estás aquí, más vale quedarse, ¿no es así? Y si el cartel está correcto, y llegas al puente que está roto y te caes sobre las rocas o al río cientos de pies allá abajo—bueno, qué lástima, pero qué otra cosa puedes hacer, ¿verdad? O tal vez paras y te quedas ahí donde estás porque no se puede echar para atrás—ya no más, ¿no es cierto? El Viejo Camino al Granero de la Colina es una calle de una sola vía. O las cosas podrán salir bien aunque sigas por ese camino. Ese cartel probablemente estaba equivocado. Si sigues adelante el Viejo Camino te llevará de regreso a la carretera, ¿verdad? ¡POR SUPUESTO QUE NO! Estamos hablando del sexo, por supuesto, no de viajar. Ya ahora, tú te has 40 dado cuenta de lo que la carretera ilustra: cometer un error de comportamiento sexual. No es un ejemplo perfecto (su propósito no es criticar las carreteras rurales de verdad), pero muchas cosas en la analogía encajan muy bien. Casi todas las “excursiones” sexuales comienzan con un gran paisaje (¿no creo que tengamos que explicar eso, verdad?), un aparentemente excitante cambio de rutina, alguna sensación física agradable… seguido de la realización de que no está funcionando tan bien después de todo. Entonces viene el remordimiento, pequeño y grande, y el deseo de poder empezar de nuevo. ¿Es posible? Seguro. ¿Es fácil? Depende. Para continuar el ejemplo, depende de cuan lejos en esa otra carretera haya llegado la persona, y qué pasó a lo largo del camino. Depende de cuánto deseo tiene la persona por regresar a la carretera principal. Depende de si está dispuesta a hablar con alguien de lasituación, en caso de necesitarlo, y de buscar ayuda para volver atrás. Un error en el comportamiento sexual puede relacionarse con haber llegado bastante lejos, pero no hasta el final, y sentirse uno como si fuera un objeto de segunda mano, ligeramente usado. O puede ser haber llegado hasta el final muchas veces y tener ya, como parte del resultado, un par de chiquillos, tal vez de diferentes compañeros, o compañeras. Ya puedes ver cómo “el camino de regreso” va a ser diferente para estos dos casos y para muchos otros que están en medio de estos dos. Obviamente es mejor—y ciertamente más fácil—no tener que hacer el camino de regreso. Sin embargo, en caso de que lo tengas que hacer—o en caso de que alguien que conozcas lo tenga que hacer—vamos a hablar de cómo empezar de nuevo. Vamos a empezar con Dios y con el Evangelio de Juan, en el capítulo 8, está la historia de la mujer atrapada en el adulterio. Probablemente has oído esta historia más de una vez. Si no, o si tu memoria te falla, búscala, ahora mismo si es posible. Mucha gente se pregunta qué fue lo que Jesús escribió en la arena. Nunca lo sabremos, al menos no en esta vida. Es una pregunta interesante, pero la respuesta no es importante. Lo que importa es que Jesús termina encarándose con la mujer que había sido, literalmente, atrapada en el acto sexual, llevada ante la gente y forzada a pararse allí delante de todos. ¡Imagínate su vergüenza, su arrepentimiento, su disgusto y su miedo! Lo que haya sido que Jesús escribió hizo que sus acusadores decidieran irse y estar más cómodos en otra parte. Así que ahora estaban sólo ellos dos. Ella no sabe que Jesús es en realidad el Hijo de Dios, el Mesías, pero sí sabe que Jesús es considerado como un profeta. Los profetas podían ser sumamente duros con 41 los pecadores. Aun cuando los otros se han ido ella continúa hecha un manojo de nervios y emociones. Jesús actúa de acuerdo a la situación. No hay sermón, no señala con el dedo. En vez de eso, Él comienza a hacer algunas preguntas verdaderamente inesperadas. “¿Adónde se fueron todos?” ¡Como si no los hubiera visto irse! “¿Nadie te ha condenado?” ¡Dios mío, eso es exactamente lo que la turba había estado haciendo—y seguramente disfrutándolo! Las preguntas son tan inesperadas y un tanto juguetonas que la mujer finalmente a su última pregunta le da una respuesta realmente obvia. “Nadie, señor.” Así es. Jesús dice, “Y yo tampoco te condeno.” Mira, no es que Jesús pensó que se tratara de cosas sin importancia. Él nunca dijo eso. Nunca dijo, “Bueno, no importa.” Después que le deja saber a la mujer que la perdona, Él se concentra en la acción: “De ahora en adelante, evita este pecado.” Tampoco enaltece aquella acción de la mujer; —le llama “pecado” muy llana y francamente. Pero de verdad que perdona. Instantáneamente y con una gran comprensión. El Evangelio no nos dice qué pasó después de eso. Por supuesto, nos gustaría pensar que la mujer inició “el camino de regreso,” sabiendo que, a los ojos de Dios, ya estaba en el camino de regreso. Esto no significa que ella no tuviera preocupaciones, ni nada más que atender. Muy probablemente había muchas cosas que hacer—como romper la relación ilícita, preocuparse por si estaba embarazada, recobrar su reputación, y encontrar a alguien (o tal vez reencontrar a su marido) que la amara a pesar de todo lo que había sucedido, pues ya para entonces su acciones eran del dominio público. Dios perdona el pecado—siempre lo hace. Pero Dios no te cambia los pañales. Dios no cambia la opinión pública por obra de magia y reestablece las reputaciones. Dios no cura las enfermedades transmitidas sexualmente o cancela sus consecuencias. Dios sí nos da la fuerza para atravesar todas esas dificultades. Como con otros pecados o errores, si tú los cometes una vez, ¿tienes que continuar cometiéndolos por el resto de tu vida? Por supuesto que no. ¿Qué tal si lo haces 10, o 20, o 30 veces—entonces sí tienes que hacerlo por siempre? Por supuesto que no. ¿Si dices una mentira tan pronto como empiezas a pensar y a hablar, estás condenado a ser un mentiroso profesional por los próximos setenta y tantos años? Por supuesto que no. En cualquier momento puedes decidir cambiar y ser aquel tipo de persona que quieras ser. Mientras más duradera y más frecuente haya sido tu desviación más difícil será el cambiar, pero ciertamente no será imposible. Es verdad que una vez que se haya perdido la virginidad física, no se puede 42 recobrar. Y esto no es una nonada. Sería un gran error ver la virginidad, o su pérdida, como algo trivial y decir, “Bueno, no era gran cosa.” Sí que lo es. Y porque lo es, empezar de nuevo puede parecer inútil. “No puedes volver a ser virgen.” No, pero tampoco tienes porque permanecer activo sexualmente, ni tampoco estar disponible para la próxima oportunidad de hacerlo. Es algo así: Dos personas roban tiendas distintas. Una de ellas decide que fue un gran error. Trata de hacer restitución, decide que nunca va a hacerlo otra vez, y nunca más lo hace. La otra persona decide que fue una manera emocionante de conseguir dinero rápido. Siempre que entra en una tienda analiza las posibilidades de cuán fácil sería robarla. Ahora han pasado un par de meses, y por el momento, ninguna de las dos personas está robando tiendas. Sin embargo, una está esperando que se le presente la oportunidad de robar, mientras la otra ha decidido que nunca lo hará otra vez. Ambas personas una vez robaron una tienda. Pero ahora una todavía sigue siendo un ladrón, o ladrona; la otra es una persona honesta. Es verdad que no puede decir, “Yo nunca he robado nada,” pero si puede sostener con derecho que es una persona honesta que continuará siendo así. Eso es tremendamente importante. Lo mismo sucede con el sexo (con una enorme diferencia: el robo siempre es malo, ¡el sexo no!) Teniendo en cuenta lo dicho antes se puede decir que existe una virginidad secundaria. Y significa decidir conservar el sexo hasta el matrimonio después de haber estado sexualmente activo una o más veces. “Así era antes, ahora es diferente.” Tiene mucho que ver con el perdón. Primero que nada, el de Dios. Tienes que buscarlo y creer en él. Eso es mucho más fácil que todo lo demás. Quizá tengas que pedirle perdón a tu compañero o compañera si fuiste tú quien presionó para que se diera la actividad sexual. Tu debes juzgar si pedir perdón ayuda o no. Si sientes que la persona se llenará de coraje o resentimiento, mejor será que pidas perdón dirigiéndote directamente a Dios mismo. Después necesitas saber perdonar, perdonar a la otra persona si él o ella inició los avances sexuales. Esto puede no venir ni rápida ni fácilmente, pero esfuérzate en ello y pídele ayuda a Dios. El resentimiento, incluso el resentimiento sobre actividades sexuales que fueron un error, es como un equipaje pesadísimo que tienes que arrastrar cuando estás tratando de comenzar una nueva vida. Finalmente—y para algunos esto es lo más difícil de todo—tú necesitas perdonarte a ti mismo(a). Si necesitas empezar de nuevo y quieres hacerlo, el mero hecho de que tú lo quieres, da muestras de la buena persona que eres. Tienes que creer en esto. Y si en tu presente situación tú no tienes que empezar de nuevo, no tienes 43 por qué hacerlo. 44 45 Las consecuencias (Lo malo del asunto) • • • • • • EN 1958 UNA PELÍCULA MUY ATREVIDA (para su época) titulada “Confidencias de la escuela superior” presentaba una escena dramática en la que un muchacho adolescente va en busca de su novia y la encuentra en la biblioteca mirando una enciclopedia médica. Él se inclina por encima de su hombro y ve que el libro está abierto y ve el título “Embarazo.” Ella se vuelve hacia él con gran temor en su rostro y le susurra al muchacho, “Los libros no te dicen cómo pararlo.” Eso fue en 1958. Hoy muy probablemente seguiría una escena en que la pareja adolescente podría estar considerando el aborto. La escena final, la cual una revista para adolescentes de esos tiempos describió como “bella e inspiradora,”muestra a la chica, sentada sola en un autobús. Recuerda, es 1958; ella se va para poder tener su bebé de manera que no se enteren en su barrio. Su novio camina por el pasillo del autobús con una sonrisa de fortaleza y apoyo, y se sienta junto a ella. Ellos van a enfrentarse juntos al futuro. En otras palabras, todo va a salir bien. ¿Sí? Bueno, la película termina ahí. Lo que es más importante, ¿sucede así en la vida real? ¿Sale bien todo en la vida real? Este capítulo trata de las consecuencias de la actividad sexual entre adolescentes. Si tú eres como muchos de tus amigos, en estos mismos instantes algo dentro de ti te dice, Sí, sí, ya nos lo has dicho cientos de veces. Ya entendemos la onda. Conocemos el dicho “Sólo di no.” Ya lo hemos oído. Vamos a tratar de decirlo ahora en forma diferente. También pudieras estar pensando, Aquí vienen los cuentos para meter miedo. Sí y no. Hay dos tipos de cuentos que meten miedo. Un tipo es el inventado —o al menos exagerado—hecho usualmente por adultos para que los niños se porten como quieren los adultos. El ejemplo clásico es el del “Coco.” “No hagas__________ (lo que sea) o te agarra el Coco.” Pero existe el segundo tipo de cuento de miedo: simple y llanamente diciendo cosas horribles que de verdad pasan—no inventadas o torcidas o exageradas. Simplemente estando ahí, y siendo muy reales. Sólo un adulto con poca materia gris cuenta el primer tipo de historias como un truco barato para influir en el comportamiento de los jóvenes. Sólo un adulto seriamente irresponsable, y sin agallas, no cuenta el segundo tipo. “No nos vamos a embarazar, no nos vamos a embarazar, no nos vamos a embarazar.” Pero les sucede a un millón y medio de parejas adolescentes cada año. “Y si nos sucediera, todavía funcionaría porque nosotros nos amamos.” Pero 46 solamente muy pocos de ese millón y medio de embarazos no planificados conllevan a matrimonios amorosos y duraderos. Tal vez conozcas a alguien a quien la maternidad, o paternidad no planificada le haya sido posible y le haya funcionado. Cuando esto sucede se le debería dar medallas a todos ellos. ¡No es fácil adaptarse a un bebé, aun para la pareja casada que definitivamente lo planeó! La gente que está luchando para que eso funcione en circunstancias menos propicias que las de los casados son personas excepcionalmente buenas y fuertes. Lo último que quisiéramos es hacerlos sentir como ciudadanos de segunda clase, o cristianos de segunda categoría. Esto no tiene por qué suceder. Particularmente tristes son los casos en que la cosas no están yendo nada bien. Eso no tenía que pasar tampoco. Un embarazo de adolescentes que no ha sido planificado no es justo para nadie. En especial para el bebé que termina cortado en pedazos, miembro a miembro, succionado y tirado en la basura de una clínica de aborto. Aproximadamente un tercio de todos los abortos en el país se les hace a madres adolescentes, muchas de las cuales se oponían al aborto—antes de quedar embarazadas. ¿Qué sucedió? Mezcla todos estos ingredientes juntos: una situación aterrorizante que drásticamente altera la vida; abandonar los planes de una carrera que se había proyectado, o postergarlos indefinidamente; a menudo darse cuenta de que el bebé es el resultado de una pasión pasajera, no de un amor comprometido y permanente (esto también se conoce como darse cuenta de que el padre del bebé es un patán); la carencia de recursos financieros o emocionales (o ambos) para poder cuidar a la criatura. Añade a esto esa voz persuasiva de alguien que parece estar muy enterado y que dice cosas como “Escucha—todo el mundo comete errores. Somos humanos. Las cosas pasan. Pero un error no tiene que arruinar tu futuro. Eso es no ser justa contigo misma(o). El aborto es un procedimiento simple, y dura sólo unos minutos. ¿No es hora ya que dejes esto atrás y que sigas adelante con tu vida?” Parece bastante bien, ¿verdad? Especialmente si estás atemorizada y disgustada hasta el punto de la desesperación. Es por eso que las chicas que dan discursos contra el aborto pueden llegar a hacerse uno. No es justo para la que iba a ser madre tampoco. Las posibles complicaciones físicas de un aborto—todo desde esterilización hasta la muerte —están escritas en una letra muy pequeña en un papel que tal vez ella firmará sin ni siquiera haberlo leído. Si llega a tener algunas de estas complicaciones en su cuerpo, pues, bueno, ya sabía en qué se metía, ¿no? El papel que firmó lo prueba, ¿no es cierto? Sin embargo, todavía no es justo tres años más tarde cuando ella ve a unos niños de tres años jugando en un patio de recreo y empieza a sollozar, preguntándose cómo hubiera sido su hijito. Es injusto para el bebé si crece viendo a su Papito solamente una vez a la semana, o al mes—o tal vez no viéndolo nunca—en vez de diariamente. Más de 47 un niño o una niña crece con este recuerdo de Papi: “Vi una foto de él una vez.” Eso duele de veras. Es injusto con el padre si a él le gustaría ver al bebé todos los días, o al menos a menudo, pero las relaciones con su antigua novia están ahora tan tensas y amargas—casi de odio—que simplemente no se puede arreglar. Esto es muy común. Es injusto con los abuelos, que terminan haciéndose cargo de la crianza del bebé en una época de sus vidas cuando tenían la esperanza de descansar un poco, de tener un poco de más tiempo para sí mismos después de años de criar a su propia familia. Y ahora hay pañales y biberones otra vez. Con todo y eso, el bebé es de lo más mono y adorable y se merece el amor de todos. Pero eso no significa que todo esté bien o sea fácil. “No voy a coger una enfermedad, no voy a coger una enfermedad, no voy a coger una enfermedad.” Sin embargo un informe de la Organización Mundial de la Salud de Julio del 1992 citó que cada día ocurrían 350,000 casos nuevos de enfermedades transmitidas sexualmente. Sí, lo leíste correctamente. 350,000. Todos los días. Pudiéramos dar más estadísticas, pero éstas cambian todo el tiempo—casi siempre van en aumento—así que ganaríamos poco. El punto es que muchas de las enfermedades transmitidas sexualmente ahora son llamadas “epidemias,” y ésta no es una palabra para asustar que los doctores usan a la ligera sólo para dramatizar. Las cosas tienen que estar muy malas, virtualmente fuera de control, antes de que reciban la etiqueta de epidemia. La que más miedo da, por supuesto, es el SIDA (Síndrome de Inmunidad Deficiente Adquirida) porque es fatal—a menos que un logro científico ocurra pronto. Aun si esto no sucede, es muy probable que el SIDA se convierta en una enfermedad “manejable cronológicamente” en vez de curable. Esto quiere decir que la persona puede no morir de ella, pero la va a tener todavía, y todavía estará enferma con ella. El SIDA y las enfermedades relacionadas al VIH (virus de inmunodeficiencia humano, el virus que causa el SIDA) son hoy en día la causa principal de muerte entre los jóvenes varones en varios estados y en las grandes ciudades. Sólo hace una década y media la enfermedad era tan nueva que ni siquiera tenía nombre. No importa como tú lo mires, eso da miedo. Y no es inventado. ¿Por qué se ha esparcido como el fuego por un bosque? Porque el VIH no es como el virus de la influenza, por ejemplo, que actúa bastante rápidamente. Cuando éste entra en tu sangre no pasa mucho tiempo antes de que se te quiera explotar la cabeza, te duela todo el cuerpo, y tu sistema digestivo esté funcionando mal. Desde en momento de entrada hasta que te sientas mal es un asunto de unas horas. El VIH puede entrar en el sistema de alguien y no mostrar los síntomas de estar ahí por años. El o ella, lucen bien, se sienten bien, actúan bien. Lo suficiente bien, por ejemplo, como para hacer el sexo. Esta persona no va a 48 saber nada de si es VIH positivo sin antes hacerse pruebas de sangre, y durante ese tiempo puede transmitir el VIH a cualquier compañero de sexo—ya sea homosexualmente o heterosexualmente transmitido. Algunas personas se sienten inmunes al SIDA porque dicen “no soy gay.”
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