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El sexo y el adolescente cristiano - Jim Auer

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EL SEXO
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Y EL
ADOLESCENTE
cristiano
• • • • • • • • • •
Jim Auer
3
Imprimi Potest:
Thomas Picton, C.Ss.R.
Provincial de la Provincia de Denver
Los Redentoristas
ISBN 978-0-7648-1468-6
Número de la tarjeta de la Biblioteca del Congreso: 2006921570
Propiedad Literaria © 2006, Libros Liguori/Liguori Publications
Impreso en Estados Unidos
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Título original: Sex and the Christian Teen.
Ninguna parte de este libro puede ser reproducida, almacenada en algún sistema de recuperación o
transmitida sin el debido permiso de Liguori Publications.
Las citas bíblicas son de la Biblia de América cuarta edición, 1994. Todos los derechos reservados.
Liguori Publications, corporación no lucrativa, es un apostolado de los Redentoristas. Para saber más
acerca de los Redentoristas, visite “Redemptorists.com”.
Para ordenar, llame al 1-800-325-9521
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Indice
• • • • • • 
Introducción: ¡Un libro más de sexo!
1. El sexo: ¿Dónde estamos? ¿Dónde estás tú?
2. ¿A quién le interesa mi vida sexual?
3. El sexo—¿qué estamos buscando?
4. Algunos puntos de… tú sabes qué, acerca de estar sexualmente activo
5. Pero, ¿qué tan malo es?
6. Para empezar de nuevo
7. Las consecuencias
8. Cuando el sexo sale muy mal
9. La homosexualidad
10. Un surtido de buenas noticias
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Introducción: ¡Un libro más de sexo!
• • • • • • 
BUENO, AHORA TÚ TIENES en tus manos otro libro más de sexo para la gente
joven. Hoy en día, vas a encontrar muchos de éstos en el mercado.
Probablemente no vivirás lo suficiente para seguir todos los consejos que hay en
esos libros. Y te preguntarás ¿para qué escribir uno más?
Me gustaría que tuvieras una vida sexual verdaderamente buena. Esa es una
razón. ¿No te parece? ¿Verdad que sí?
A ti se te ha mentido sobre el sexo de muchas maneras. Necesitamos parar
esas mentiras y decir la verdad. Esta es otra para escribir un libro más.
Tú te mereces gozar, no sufrir. El sexo te puede traer gozo o sufrimiento—
esto no es ningún secreto. Hay maneras de aumentar las oportunidades de
experimentar el gozo en el sexo, en vez del sufrimiento. Esa es otra razón.
Si acaso no lo sabes ya, pronto te darás cuenta de que este libro incluirá a
Dios dentro del tema del sexo.
“¡¡¡DEJA INMEDIATAMENTE ESTE LIBRO!!!” te estarás diciendo al recordar
otros libros.
Algunas personas tienen la falsa idea que incluir a Dios en lo referente al
sexo significa quitarle al sexo toda la diversión y todo lo excitante. Creen que es
como quitarle todo el sabor a la comida…que su vida sexual es como una
insípida comida de dieta— sin sal ni colesterol, ni grasa, ni calorías: sólo mucha
fibra saludable con el “fresquísimo” sabor a cartón. Esas personas creen que el
sexo es así simplemente porque proviene de un punto de vista religioso.
¡Mentira!… Al contrario, es en realidad devolverle el verdadero sabor a la
comida. Sigue leyendo.
Si tú te identificas con alguna de estas situaciones, de seguro que vas a
encontrar en este libro algo valioso y que te hará reflexionar.
• TÚ no estás activo sexualmente, tú nunca lo has estado, ni piensas que debes
estarlo. Pero te preguntas si eres normal. O piensas que tu falta de experiencia
sexual será un impedimento cuando a tu vida llegue ese momento real— el
“verdadero” amor o el matrimonio.
• TÚ has estado activo sexualmente y todavía lo estás, y por lo pronto no ves
ninguna razón para dejar de estarlo. Parece que todo mundo tarde o
temprano practica el sexo.
• Nunca has tenido actividad sexual. Definitivamente tampoco piensas tenerla.
Sin embargo, el sexo es algo que te parece tremendamente interesante—
especialmente debido a la manera como algunas de tus amistades lo describen
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—y tú te haces la pregunta: ¿podré aguantarme sin practicarlo?
• Has estado activo sexualmente; pero ahora te das cuenta que el haber estado
activo fue un error. Te estás preguntando si Dios piensa que eres una basura y
que siempre serás un objeto de segunda mano.
• Tú estás ahora sexualmente activo con alguien, pero comienzas a tener
grandes dudas acerca de esto. Las cosas no han salido como las esperabas.
• Te estás preguntando si tus sentimientos sexuales son “normales,” y si no lo
son, ¿qué tipo de vida te espera en el futuro?
• Tú eres la víctima de alguna clase de abuso sexual, en el pasado o en el
presente.
• Tú quieres hacer sexualmente lo que es correcto, sin embargo, te preguntas si
alguien sabe en qué consiste “hacer lo correcto,” y si es posible averiguarlo.
“Ven, cariño, enciéndeme el fuego.”
Esta frase de una popular canción se ha convertido en una metáfora sexual.
El fuego puede calentarte, entretenerte y excitarte; también puede producir
buenísimos e inolvidables momentos. Puede apoyar y fortalecer la vida. Por otro
lado, el fuego puede quemar, puede esparcirse sin control, causar increíble
dolor y sufrimiento; puede destruir la vida.
Tu sexualidad es así. Considera todo lo que puede lograr; las posibilidades
están ahí y tú escoges. Tú puedes decidir en qué clase de fuego la vas a
convertir. Tú puedes controlar lo que vas a escribir en el libreto de tu
sexualidad.
El problema está en que muchas personas están diciéndote que uses el
libreto que ellas han escrito de sí mismas. ¿Por qué? Bueno, simplemente les
interesa controlar a otros. Reciben un gozo tonto cuando presumen el haber
seguido su libreto sexual mientras tú no has tenido el valor suficiente para
imitarlo.
Otra gente gana enormes cantidades de dinero vendiéndote desde pantalones
vaqueros hasta trajes de baño (¿te has preguntado alguna vez por qué una tirita
de tela tan pequeña cuesta tanto, y quién está manejando esos lujosos “Porches”
del año con las ganancias de esas ventas?) y condones.
Así que, si alguien de una manera u otra te ofrece un “libreto” que dice, “¡Tú
ya tienes _____ años! Ya debías haber hecho _(esto)________ y __(aquello)________desde
hace rato,” Dile que tú no eres su robot, ni robot de nadie. Diles que tu cuerpo
no es un personaje de una producción teatral de tema sexual juvenil en la que el
director te dice lo que tienes que hacer…dile que “en tu libreto,” eres tú quien
hace las decisiones.
Por supuesto que primero tienes que decidir todo esto dentro de tu propia
mente. Tienes que decidir si tu vida vale lo suficiente como para que tú escribas
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tu propio libreto. Tal vez recibas alguna ayuda para escribirlo, pero que sea sólo
de gente honesta que quiere seas feliz, no de quienes quieren controlar tu
comportamiento, o simplemente echarle mano a tu bolso o, y a lo mejor “a
alguna otra parte.”
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El sexo: ¿Dónde estamos? ¿Dónde estás
tú?
• • • • • • 
EN LOS ÚLTIMOS TIEMPOS ha habido algunos cambios respecto al sexo.
Corrección: el sexo en sí, prácticamente no ha cambiado. El sistema
reproductivo humano es bastante consistente de un siglo al otro.
Pero ha habido grandes cambios en lo que se refiere a lo que los jóvenes
oyen del sexo y cómo lo enfrentan. Algunos cambios son grandes y debieron
haberse hecho antes. Pero otros, hablando con claridad, han sido muy
destructivos. Han causado mucho dolor.
Vamos brevemente a echar una mirada a la forma en que la vieja y la nueva
generación hablaba acerca del sexo. Habrás oído a los que dicen: “en mis
tiempos todo era mejor.” Vístete, si quieres, como lo hubieras hecho hace 30 o
40 años para recrear el ambiente de esa época. Si usamos una parábola, sería
así:
El niño crecía y se iba dando cuenta de los campos y los sembrados que
bordeaban el patio familiar. Junto al lote que estaba en el fondo del patio había
una cerca de madera alta, fuerte, muy sólida. Los adultos la habían levantado.
También había un portón que daba paso al otro lado, pero estaba cerrado con
triple candado.
“¿Qué hay allí?” preguntó el niño.
“¿Allí?” le replicaron los adultos, poniéndose al instante muy incómodos.
“Allí, al otro lado de la cerca,” dijo el niño.
“Oh—nada, nada en realidad.” Luego tosieron y cambiaron el tema.
“Pero algo tieneque haber,” insistió el niño, “porque el otro día escuché
que…”
“¡Olvídate de lo que oíste! Probablemente no era algo bueno. Por ahora,
todavía no hay necesidad de hablar de lo que hay allí. Ya te dejaremos saber
cuando llegue la hora.”
“Entonces, si hay algo…”
“Te diremos cuando llegue el momento en que lo tengas que saber. Hasta
que llegue ese momento “no hables de eso con nadie.”
“¿Qué pasa?” preguntó el niño. “¿Hay algo malo en eso?”
Los adultos parecieron estar confundidos por un momento, pero después
contestaron: “No, no precisamente malo, sino que es—aunque no siempre—muy
bueno. Por lo pronto, sé bueno y olvídate del asunto. Hasta la gente adulta, si
quiere ser buena, no debe pensar mucho en eso.”
Es verdad: es una exageración pero, en algunos casos, no por mucho. El tema
del sexo podía ser delicado y controvertido hace apenas poco tiempo.
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Uno de los buenos cambios en las últimas décadas consiste en que muchos
adultos han sentido menos vergüenza al hablar sobre sexo con los niños y los
adolescentes.
Generalmente, los adultos ya no ponen nombres ridículos para referirse a las
partes sexuales del cuerpo. “Pene” y “vagina” pueden decirse en público sin que
la gente se estremezca a diez millas a la redonda.
Dije que muchos adultos—no todos. Algunos todavía se sienten incómodos
ante esta nueva franqueza. No significa que sean estúpidos. Honestamente
piensan que mientras menos se hable de algo, menos problema existirá,
particularmente cuando se trata del sexo.
Y hay otro grupo de adultos que son—bueno, casi lo opuesto. Tus padres
probablemente no estén entre ellos. Este grupo escribe libros y artículos en
revistas y hace videos dirigidos a las escuelas superiores ofreciéndoles clases de
salud y estilos de vida. Regresemos al recurso de la parábola. Así sería este
grupo: “¿Qué hay allí, en verdad?” preguntó el joven, señalando el lote de tierra
que bordeaba el patio. No había una cerca, sino un cartel que decía:
RECUERDA, ¡SÉ RESPONSABLE!
“¡Ah, ya estás creciendo!” dijeron los adultos sonriendo. “Dinos, ¿estás
madurando?”
“Por supuesto,” dijo la joven.
“Pues bien,” dijeron los adultos, “tal vez estés listo(a) para ir ahí. Es un lugar
donde la gente disfruta de una manera muy natural y completa. Todos, tarde o
temprano, llegan allí y no hay nada de malo en que pronto entres ahí —siempre
que seas responsable.”
“¿Qué significa eso?”
“Bueno, hay algunas cosas que debes saber, así que escucha atentamente.
Junto con el gozo y con las cosas que te satisfacen allí, desafortunadamente
también hay un precipicio muy profundo. Y también hay arenas movedizas. Y
algunos animales venenosos.
“Así que, si eres responsable cuando tú vayas allí con alguien no querrás
tirar a ese alguien por el barranco, ¿verdad? ¿Acaso es ésta una buena idea?
Aquí tienes otras ideas inteligentes y responsables: Haz todo lo posible por
no caer en la arena movediza, esto podría—y hay que ser honesto contigo—
cambiar tu vida muy drásticamente. Finalmente, trata de evitar que te muerda
uno de los animales venenosos.”
“¿Son esas cosas difíciles de evitar?”
“No, verdaderamente no. Tú simplemente necesitas llevar alguna protección
contigo. Nosotros te vamos a enseñar a usar la protección. De hecho, hasta te
vamos a dar unos cuantos. Todo es parte del ser responsable.”
“¿Funciona siempre la protección?”
“Bueno, joven, no seas pesimista. Es claro que nada es perfecto, y si algo
pasara se puede arreglar. Esto es lo que debes recordar: Sé responsable, y si algo
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sucediera— y sucediera sin que tu fueras responsable-todavía se puede arreglar.
Sólo tienes que venir a vernos y “te arreglamos el problema.”
Traducción: “(1) No violes a nadie; (2) no hagas un bebé; (3) no te
contagies, ni contagies a otros con una enfermedad. Fuera de esto—oye, si tú
eres suficientemente madur(o)a para manejar la situación, ¡adelante! Después
de todo, tú tienes el derecho de ejercitar tus funciones corporales naturales. Y si
resultas con un bebé—espera, no, mejor no lo llamamos un bebé. Digamos
mejor, si tú provocas un embarazo—si provocas por equivocación—bueno, hay
maneras muy simples de librarte de él. No hay ningún problema, muchachos.
“Y en lo que concierne a las enfermedades transmitidas sexualmente, sabrás
que la mayoría tienen cura. Por supuesto, algunas no se pueden curar, y aunque
no queremos preocuparte, por favor, usa tu protección porque estamos
hablando de algo que es un problema de nivel nacional…”
Por supuesto, no todos los adultos te están diciendo esto. Sin embargo,
podrías oírlo fácilmente de la boca de un maestro de ciencias de la salud, o
encontrarlo en un libro de texto, o un video. Y es la impresión general que tú
recibes de muchos artículos de revistas y buena parte de los medios de
comunicación.
Se puede decir sin temor a equivocarse que la mayoría de tus compañeros y
compañeras están recibiendo ese mensaje. Dependiendo del grupo con quien
andes, tal vez la mayoría de tus amigos están de acuerdo con este modo de ver
las cosas. Y los que están activos sexualmente son los que más pregonan esa
manera de entender las cosas (junto con los que no lo están sexualmente activos
pero quieren que todo el mundo piense que sí lo están).
Entre tus compañeros, algunos pueden ser de los que siguen el estilo de vida
de “lánzate y hazlo.” Otros, tal vez insistan en observar ciertas reglas, como:
“Siempre y cuando tú ames de verdad, de verdad, a otra persona, y esa persona
te ame de verdad, de verdad, y los dos lo sepan porque lo sienten en sus
corazones, y tú estás seguro de ello, y…”
Este cuento ya tú lo has escuchado. Tal vez lo has oído de gente que
prácticamente ya se estaba odiando seis meses más tarde.
Del otro lado de este debate del sexo están probablemente tus padres, los
ministros de grupos juveniles, los maestros de religión y los líderes de la Iglesia
en general. Ellos están diciendo lo que han dicho por siglos: “Espera hasta el
matrimonio.”
En este grupo vas a encontrar los que arman un lío insistiendo en el aspecto
del castigo: “Enrédate por ahí sexualmente, aunque sea una sola vez, y te
embarcas en un camino que va derechito al infierno.” Esto suena muy negativo
y anticuado, por supuesto. Sin embargo, de vez en cuando, quizá te preguntes si
hay algo de verdad en lo que dicen. Después de todo, están citando versos
bíblicos muy directos.
Pero es más fácil y más cómodo no prestarle atención a este grupo,
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considerándolos fanáticos religiosos de mente cerrada. Después de todo, tú has
oído tantas veces que Dios sabe que tú eres tan sólo un humano y te entiende, y
te perdona, y te ama, etcétera, etcétera. Amén. Además, esos versículos bíblicos
“están dirigidos a la gente de aquellos tiempos, pero las cosas son diferentes
ahora.” Así que, ya no se aplican a nuestro tiempo, ¿no es así?
Otros adultos no hablan del asunto del pecado y del infierno, sino que
aseveran que el sexo es bello y maravilloso y tanto mejor si esperas, y que vale
la pena esperar. Tus padres probablemente están en esta categoría de gente.
Insistente y sinceramente te urgen a que tomes la decisión de esperar—practicar
la abstinencia (evitar la actividad sexual) hasta que te cases.
Lo que dicen tiene sentido.
También pudiera parecer algo casi imposible.
Es como si alguien describiera la belleza y las ventajas de mantener un
promedio acumulado de 98.9 a través de todos los años de la escuela superior.
Tú afirmas moviendo la cabeza y piensas, sí, eso sería bueno sin duda, y les doy
un aplauso a esa gente rara y poco usual que lo puede hacer. Pero, ahora,
vamos a hablar de mi vida y mi realidad.
Y finalmente hay adultos que todavía creen que lo mejor es esperar hasta el
matrimonio, y están contentos por haberse esperado. Sin embargo, parecen
haber perdido las esperanzas de que tú lo puedas hacer. Suspiran y dicen algo
así: “No sé—las cosas son diferentes hoy—no hay nada que yo pueda hacer—me
da miedo pensar hasta dónde va a parar todo.”
Existe gran variedad de opiniones, gran variedad. Van desde: “¡Lánzate y
hazlo!” hasta “¡Te irásal infierno si lo haces!”
Y bueno, ¿dónde estás tú?
En verdad, ¿dónde estás parado(a) en todo este asunto del sexo?
No es que yo quiera una respuesta tuya para juzgarte como “un cristiano
bueno o mediocre.” No está en mi el juzgarte.
El punto es que, TÚ necesitas una respuesta.
Si dices, “No estoy seguro,” puede que esto funcione por un rato, pero no
por mucho tiempo. Las situaciones cuando tenemos que decidir sobre nuestro
comportamiento sexual hoy en día llegan más pronto que antes. Tienes que
saber dónde estás parado, como se dice, antes de que “se te empañe el cristal,”
antes de que unos ojazos azules, o cafés, o de cualquier color, te pongan a
temblar como una gelatina.
Con este libro queremos ayudarte a que sepas dónde estás parado. Y esto no
es fácil. Seguro que para otros parecerá fácil porque lo tienen todo escrito. Sin
embargo de seguro no están viviendo en el mismo mundo en que vives tú. No
crecieron en el mismo mundo en que tú estás creciendo.
Hoy en día es más difícil que antes el ser aceptado sexualmente pero sí
puede uno ser aceptado socialmente. Esos tipos que van de frac y esas chicas
que llevan faldas de los años cincuenta que tú ves en las fotos tenían los mismos
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sentimientos sexuales que tú tienes. Sin embargo, no tenían los mensajes de
“anda, hazlo,” llegándoles en las canciones de moda del momento.
Lo que está bien y lo que está mal no ha cambiado o desaparecido. Pero lo
que está bien se ha hecho muy difícil de ver y todavía más difícil de
comprometerse a seguirlo. Quizá de vez en cuando te preguntes si vale la pena
molestarte pensando en esto.
Sí, vale la pena.
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¿A quién le interesa mi vida sexual?
• • • • • • 
NUESTRA LABOR EN ESTE CAPÍTULO va a ser atar ciertos cabos. Uno de ellos
ha quedado suelto en el primer capítulo: ¿Quién dice la verdad cuando se habla
de los estándares del comportamiento sexual? Quedamos con una gran cantidad
de opiniones—desde “¡hazlo!” hasta “¡te irás al infierno si lo haces!”
Otro cabo por atar es una pregunta relacionada a la anterior. Puedes haberla
oído, sentido tú misma(o), o quizá hasta la hayas dicho: ¿A quién le interesa mi
vida sexual?
Es una pregunta legítima. Vamos abordándola. Creo que estarás de acuerdo
en que hará una gran diferencia el saber quién pudiera estar “interesado,” en mi
vida sexual, en ser “el metiche”.…El “metiche” puede abarcar a muchos.
Inclusive a Dios mismo.
Es común el escuchar: “Cómo me porto sexualmente es un asunto mío.” Y
hasta cierto punto es verdad. Pero hay un momento en que esto deja de ser
verdad.
Vamos a usar un ejemplo diferente: “La carrera que yo escoja y cómo yo me
gane la vida es asunto mío. Después de todo, es mi vida.”
Eso es también verdad, hasta cierto punto. Esto se lo podría decir
legítimamente el joven o la joven que quiere ser artista, a un padre que insiste
en que su hijo o hija se haga un corredor de Bolsa o un abogado empresarial.
Sin embargo, la misma declaración hecha por una persona que asalta bancos
es a la vez tonta y mala. ¿Por qué? Porque los derechos de otros están en juego
—y son violados—por el ladrón de bancos que quieres así ganarse la vida
Hay un punto en el que el comportamiento sexual nuestro involucra a otros
también y ese momento llega muy rápidamente.
Así que, ¿quién no debe estar de “metiche”—quién no debe estarte diciendo
lo que debes hacer?
Por lo general, las personas que hablan más frecuentemente de este asunto
son tus compañeros y tus amigos. La bien conocida presión de grupo. Puede ir
desde el uso de apodos crueles que indican que todavía no estamos activos
sexualmente, hasta esa percepción vaga e indirecta (a la cual tú contribuyes) de
que no eres un miembro totalmente iniciado del grupo si no has practicado el
sexo todavía.
Si sientes ese tipo de presión, necesitas hacer una decisión personal que te
asegure independizarte del sexo. Ya lo sé: es muchísimo más fácil para mí
decirlo que para ti hacerlo.
Pero posible. Difícil, sí, pero muy posible. Mantente enfocado(a) en que es
“posible”—y prepárate para una discusión bastante franca.
Tú no quieres que el sexo sea algo sin valor, de lo contrario, ni siquiera
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estuvieras leyendo esto. Pero estar activo sexualmente para sólo “ganar puntos”
ante los demás y poder decirles “ya lo hice”.…y hacerles creer el cuento” …
bueno, es lo más ruin y bajo a que puede reducirse el sexo. (No sé, cambiaría
ruin por inmaduro, tonto.)
De cierta manera, buscarse una prostituta es más honesto. Eso es pagar por
placer, simplemente eso. Es horriblemente feo, pero no hay mentiras, ni
engañosas manipulaciones.
Sin embargo, al decir cosas como “Te quiero, tú eres especial, tú lo eres todo
para mí. Necesito mostrarte cuánto te amo—confía en mí, va a ser muy bonito,”
principalmente para complacer a aquellos que te exigen que estés activo
sexualmente—eso es increíblemente ruin y feo. Tú no quieres hacerlo, ni quieres
ser la persona usada.
Aún si eres quien inicia la actividad para poder contar tu “hazaña,” tú
también estas siendo usado—por la gente que te metió la idea de que debes
hacer esto para ser normal. (¿en opinión de quién? De ellos, por supuesto.)
Esta escena incluye cosas que se quedan a medio camino y no llegan hasta el
final. Llegar a “primera base, segunda base, y tercera base,” es sexo también.
Todo lo que precede y lleva al acto del coito no puede considerarse como
algo sin importancia. Y puede ser considerado como “usar” y “haber sido usado”
igual que el coito mismo. Ejemplo de béisbol muy angloamericano.
En verdad, esos términos de “primera base, segunda base, y tercera base”
son maravillosamente honestos y exactos. ¿De dónde los sacamos? Del campo
de pelota, por supuesto—un patio de recreo donde la gente compite para probar
sus habilidades.
¿Es eso lo que tu cuerpo es? ¿Un patio de recreo donde la gente bota
energía, se prueba algo a sí misma, e impone un record para que otros lo
admiren? Si la gente te dice que conviertas tu cuerpo en un patio de recreo para
otros, o que utilices a otros como tal, no los escuches más. Tú eres mejor que
eso.
Pero, ¿es asunto de alguien el darte una guía para tu conducta sexual?
Alguien así como Dios, por ejemplo. Vamos a averiguarlo.
Empecemos con lo básico, tal como: Sí hay cosas que están bien y otras que
están mal. De otra manera: Hay un comportamiento que ayuda a las personas a
encontrar la felicidad y otro comportamiento que los hiere y les causa
infelicidad.
Si no nos ponemos de acuerdo al menos en esto, entonces no tiene sentido
que sigamos. De hecho, si la gente no se pone de acuerdo al menos en esto, no
hay razón para formar grupos de ningún tipo o de comprometerse con ninguna
causa.
Entonces, veamos la evidencia. La evidencia—no las “reglas.” No lo que otro
dijo. La evidencia. Tú sabes a lo que me refiero, los hechos—lo que se usa en las
cortes.
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No todos están de acuerdo con este punto de vista. Algunos podrían
quejarse: “Eso sería sacar a Dios del escenario,” Entiendo de dónde provienen.
Pero es gracioso. A veces, sacar a Dios del escenario, por unos segundos, nos
puede ayudar a ver claramente por qué Dios está en el asunto.
Así que vayamos de vuelta al primer punto del primer capítulo. Ha habido
muchos cambios en lo que las personas consideran un comportamiento sexual
aceptable. Básicamente, lo que era considerado malo hace unas décadas ahora
se promueve ampliamente como algo perfectamente aceptable. Después de todo,
mucha gente dice, estamos en el siglo XXI y la gente inteligente ha dejado atrás
esas reglas anticuadas que solían atarlos, y que les negaba su libertad sexual.
La gente a veces llama a esto “la revolución sexual,” que comenzó en los
años 60. (“Te lo digo, Dolores, que fueron estos desgraciados “hippys” quienes
comenzaron todo este rollo.”) Está bien, si ésta es la manera correcta de mirar
las cosas, entonces debería funcionar. ¿Verdad que sí? Vamos a ver los
resultados. Si es correcto, debe entonces ofrecernos una vida mejor y hacernos
más felices.
Después de todo nosotros aplicamos esto a otras cosas.Por ejemplo, tú de
veras no necesitas unas reglas muy profundas que te digan si usar o no usar
drogas es una buena idea. Lo único que tienes que hacer es preguntar algunas
cosas. ¿Estamos mejor con drogas o sin ellas? ¿Ayudan las drogas a la gente a
vivir feliz y productivamente, o causan daño y destrucción? Entonces miras la
evidencia. Y cuando la ves, sabes la respuesta. No hay que ser tan inteligente
para verlo.
Vamos a empezar con la idea que se oye a menudo de que, si dos personas
viven juntas y practican el sexo sabrán si son compatibles sexualmente o no.
Supuestamente las cosas les saldrán mejor cuando se casen. La teoría es: “no ves
a un montón de personas separándose porque no son compatibles sexualmente.”
Si esto fuera verdad, entonces a los matrimonios en general les estaría yendo
mejor; la tasa de divorcio debería estar disminuyendo.
Pero esto no corresponde a las evidencias. La tasa de divorcio está subiendo.
Algunos estudios muestran que el número de divorcios es mayor entre las
parejas que viven juntos antes del matrimonio que entre aquellos que no tienen
esta práctica.
Resulta mucho más complicado de lo que esperaban. Tienen que pagar las
consecuencias: Embarazos no planeados. Los jovencitos están teniendo bebés.
Los adolescentes se ven forzados a tomar el papel de padres mucho antes de que
estén listos.
“Bueno, las cosas se ponen difíciles para ellos. Tienen que pagar por las
consecuencias.” Sin embargo, no sólo estamos hablando de los padres
adolescentes. Nos referimos también a los bebés. Ellos también tienen que pagar
las consecuencias.
Yo sé, a veces parece que las cosas funcionan razonablemente bien. La mamá
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de 17 años hace lo mejor que puede para ser una buena mamá, y el padre “toma
su responsabilidad.” Pero nadie que tenga sentido común diría que ésta es la
mejor manera para que un bebé empiece su vida.
¿Algo más? Los abortos. Eso no es divertido para el bebé tampoco. Que te
corten tu cuerpecito en pedazos y te lo succionen antes de que hayas tenido la
oportunidad de vivir—es el trato más injusto de todos. Pero los abortos están
aumentando tremendamente desde la “revolución sexual.” Más de un millón y
medio de bebés son tasajeados y succionados, o asesinados de alguna otra
manera cada año. Muchos de ellos eran hijos de padres no casados.
¿Algo más? Las enfermedades transmitidas sexualmente están a un nivel
epidémico. Ahora, la palabra epidemia es una palabra que nos impacta— da
miedo si la entiendes bien. La Asociación Médica Americana no la usa a la
ligera, la califica como impresionante. Cuando esta asociación la usa, quiere
decir que tenemos un problema muy serio en nuestras manos.
¿Algo más? “La violación durante una cita,” y “la violación hecha por un
conocido” han entrado en el vocabulario nacional actual. ¿Crees que quizá eso
tenga algo que ver con que a la gente se le dice “Arriba, hazlo?” ¿Crees que eso
puede tener que ver con que a la gente se le diga que tiene derecho al sexo
cuando le dé la gana?
Podríamos seguir añadiendo datos y razones. Pero tal vez ya sea suficiente.
¿Suficiente qué?
Suficiente evidencia.
La “nueva libertad sexual” NO ESTÁ FUNCIONANDO. A no ser que tú digas
que el repentino y dramático aumento en el divorcio, los embarazos no
planeados, los abortos, las enfermedades transmitidas sexualmente y las
violaciones, están haciéndole la vida mejor y más feliz a la gente. Y ni siquiera
hemos comenzado a mencionar cómo las vidas pueden ser afectadas sin que les
ocurra nada de lo anterior.
Claro que, por unos breves segundos, hay un gozo físico. Y para esas
maravillosas y maduras personas que sienten la necesidad de alardear acerca de
sus aventuras sexuales, esto les da oportunidad de crear un cuento. Pero, eso no
equivale a lograr la felicidad. No dura lo que la felicidad y ciertamente no
compensa el gran precio que a menudo se debe pagar.
“Sexo—si lo quieres, hazlo, porque las viejas normas ya no cuentan.” El
resultado final es muy negativo. Esa es la evidencia. Es también el momento en
que podemos traer otra vez a Dios—no que Dios se haya ido en ningún
momento. Sería más correcto decir que ahora podemos ver mejor por qué Dios
estuvo siempre ahí.
No es que Dios haga alarde de su poder. Dios no es el viejo enojón que
impide que los jóvenes se diviertan demasiado. Dios no es el Creador que
inventó el sexo y luego se sintió avergonzado y trató de convertirlo en la parte
menos importante de la vida humana.
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Dios es el Buen Padre, la Buena Madre. Cuando tú eres un padre o una
madre no quieres ver a tus hijos sumidos en el dolor. Así que probablemente
harás algunas reglas con la esperanza de salvaguardar a tus hijos del dolor. Tus
niños al principio no van a comprender totalmente tus reglas. A veces tus reglas
podrían ser difíciles de seguir. Aún así, harás las reglas. “No juegues con
fósforos,” por ejemplo, aunque los fósforos mismos sean algo maravilloso.
Así es Dios. Por eso tiene interés en tu vida sexual. Por eso dice, “Reserva los
actos sexuales para el amor permanente que se te ha prometido; Resérvalos para
el matrimonio.
Como cualquier buen padre, Dios quiere vernos con sonrisas de gozo en la
cara, incluyendo la maravillosa alegría que sentimos cuando el sexo sale bien.
Dios odia ver las lágrimas, el remordimiento y el vacío en las caras de las
personas para las cuales algo que es tan bello se puede convertir en algo
amargo, triste y doloroso. Así que, Dios estableció algunas reglas. “Y eso,
porque odio verte sumido en el dolor.”
Verdaderamente es así de sencillo.
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El sexo— ¿qué estamos buscando?
• • • • • • 
NINGÚN TIPO SE APARECE en casa de su novia y cuando el padre le abre la
puerta le dice: “Qué tal, Sr. García. Estoy aquí para un poco más tarde hacer el
sexo con su hija.”
Sin importar lo que muchos adultos piensen, la mayoría de las parejas
jóvenes no planean un “encuentro” así:
“¿Vamos al cine?”
“Me parece bien. ¿Pizza después de la película?”
“Me parece fantástico. ¿Sexo después de la pizza?”
“¿Por qué no? Estoy de acuerdo.”
Pero de hecho el sexo sucede de muchas maneras. Eso es exactamente lo que
la gente joven dice. “Nosotros no lo planeamos. Sólo sucedió.” A pesar de no
planear tener sexo, el varón frecuentemente lleva su “protección” en la billetera.
De lo que se deduce que a él—a ambos, a él y a ella—les ha cruzado por la
mente la posibilidad de tener sexo.…
A veces, no es exactamente que se planee tener sexo, pero sí se desea mucho
tenerlo. Entonces sucede.
Pero aunque se planee en detalle tener sexo (“Nos empezamos a excitar
como a las diez y media después de la pizza; el coito como a las diez y
cincuenta y cinco, en el sofá de la sala, y con sólo la lamparita encendida cerca
del televisor, ¡Qué bien!, ¿verdad? “Sí, fabuloso.”), Pero, ¿encontraron lo que
buscaban haciendo el sexo?
¿Qué estaban buscando? ¿Sexo? ¿Sólo sexo? Si es así, entonces lo
encontraron. No creas que fue un gran logro. No hay nada aquí que no puedas
descubrir, para conocer lo evidente no se necesita una educación universitaria.
Quizá sea sexo todo lo que las parejas buscan. Eso sería verdad, si se
pretendiera así “ganar puntos” para poder crear un “cuento” y luego ir a
contárselo a los compañeros. O si la experiencia sólo sirviera como un
experimento para satisfacer años de curiosidad. Sin embargo, la mayoría de la
gente está buscando más que eso. Mucho más.
Podrías comparar el sexo a un paquete que contiene algo dentro. Un paquete
con un envoltorio brillante, interesante, emocionante—pero todavía es sólo un
paquete. Lo que la gente quiere en realidad es lo que está adentro.
Y a veces—incluso frecuentemente—al tener sexo todo lo que pueden
obtener es el paquete externo. Es excitante mirarlo y abrirlo. ¡Qué desengaño
cuando se dan cuenta (lo que puede tomar dos minutos o dos años) que eso es
todo lo que es, un paquete sin nada dentro!
Y así, todavía siguen buscando lo que esperaban encontrar dentro. Pero
ahora sólo se quedaron con un listón estrujado y un papel todo arrugado de los
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cuales ahora quierendeshacerse, u olvidarse. A veces hay metros y metros de
listón estrujado y montones de papel arrugado.
¿Qué buscaban? ¿El amor? Es probablemente lo que encabeza la lista. Más
exactamente, buscaban una prueba de amor. Una prueba totalmente
convincente y arrolladora de que eran adorables y dignos de ser amados.
Se supone que hacer el acto sexual era esa prueba. Es interesante, entonces,
que la pregunta más frecuente que se hace inmediatamente después del sexo es
“¿Me quieres? ¿De verdad que me quieres?” Aunque la pregunta no se haga
verbalmente, a menudo está ahí latente.
¿Por qué? Se suponía que el sexo era la prueba, ¿no? Pero no lo es. El sexo
no prueba nada. Nada en lo absoluto. Ni siquiera el amor. ¿Puede el sexo entre
una prostituta y un cliente probar que se aman?
Seamos sinceros, lo único que el sexo automáticamente puede probar es si el
mecanismo sexual funciona. El sexo es la prueba del sexo. Prueba que los
órganos sexuales funcionan. ¿Quién no entiende esto?
Esto puede sonar terriblemente severo y mecánico, puesto que el sexo entre
humanos no difiere mucho del sexo entre roedores. No digo que esto encierra
toda la realidad de lo que es el sexo. El sexo puede y debe ser infinitamente más
que eso.
El sexo puede ser una señal de amor poderosa, bella y absolutamente
emocionante. La palabra clave es “puede.” Cuando lo es, el amor está ahí antes
del sexo y las personas involucradas lo saben.
“Ella/ él debe amarme—hicimos el amor—eso lo prueba.”
No. El sexo puede ser una celebración, pero no hace ni demuestra nada. A
veces lo que la gente busca en el paquete del sexo es una afirmación de saberse
“normal,” de saberse “apreciado,” que “vale algo.” No es precisamente lo mismo
que “ser amado,” aunque está muy relacionado.
Cuando la gente marca sus iniciales o escribe graffiti en todo tipo de lugares
está haciendo básicamente lo mismo. Al marcarlos o escribirlos parece que está
diciendo: “Yo estuve aquí. Yo cuento. Yo puedo hacer algo.”
Tener la capacidad de hacer el sexo, o ser escogido para hacerlo, parece ser
la prueba de que somos personas normales, de que valemos algo. Pero, una vez
más, el sexo tampoco prueba eso.
Probablemente la cosa que más se busca dentro del paquete del sexo es algo
llamado intimidad. La intimidad es una cosa compleja. Significa estar cerca de
otra persona. Es el compartir mucho más que tu exterior con otra persona.
Revelar tus esperanzas, tus miedos y tus sentimientos más profundos. Tomando
riesgos, pero sintiéndote seguro, o segura, al mismo tiempo. Sintiendo que la
parte más íntima de ti —el verdadero “tú”— es aceptado y apreciado y que tú
ya no estás solo.
Eso es la intimidad. Es bella. Y es una necesidad humana muy profunda. Nos
han criado con la creencia de que el sexo va a lograr esto. Después de todo, si tú
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te entregas completamente yendo “hasta el final,” eso debe significar que ya no
hay nada más que tu puedas compartir—así que significa que debes haber
encontrado esta cosa maravillosa y bella llamada intimidad. La gente no lo
piensa exactamente así mientras se está quitando la ropa, pero ese es el
razonamiento que hay en sus mentes.
Y de nuevo, el paquete no satisface. ¿Por qué? Porque la gente es más que
sus cuerpo—mucho más. Es verdaderamente fácil compartir las partes del
cuerpo. A veces hasta haciéndolo de prisa (los papás van a regresar en media
hora), ya que no toma mucho tiempo.
Las partes privadas de tu cuerpo pueden ser una señal de lo más profundo de
ti o de otra persona, pero ellas no son “todo lo que tú eres.” Y
desafortunadamente es posible, y muy fácil, obtener el paquete (las partes del
cuerpo de la otra persona) con muy poco, o nada dentro.
Vale la pena recordar dos cosas acerca de la intimidad que todo el mundo
busca en otra persona.
1. Toma tiempo. Mucho tiempo. No sucede en unos pocos días, o pocas
semanas, o siquiera meses. Es algo gradual y tienes que trabajarlo. La
experiencia inicial de “sentirse enamorada(o)” es divertida y emocionante.
Nadie debiera reírse de eso o considerarlo algo tonto. Pero no es la intimidad.
Esta viene más tarde—y es más difícil. Ni saber que a ambos les gustan las
mismas películas, o que alguien les diga “¡Qué barbaridad!” cuando les digas
que sacaste 73% en un examen para la cual estudiaste como loco(a). Estos son
los primeros pasos en la dirección correcta y son estupendos. Sin embargo,
están muy lejos de la intimidad. No hay “caminos cortos” para llegar a donde
vale la pena llegar. Esto incluye la intimidad—y el sexo es intentar “un
camino corto.”
2. Puedes encontrar la intimidad sin sexo. De hecho, si no encuentras la
intimidad sin sexo, es muy poco probable que la encuentres con el sexo. El
sexo celebra lo que ya existe. No produce o crea la intimidad que no está ya
ahí. Es más, puede hasta evitar que ésta suceda.
Hace muchos años escuché a alguien decir que muchas chicas que acaban
embarazadas hubieran estado felices con tan sólo un buen abrazo de alguien
que las quisiera de verdad y las entendiera. Cuando primero oí esto no estaba
totalmente convencido de que pudiera ser tan simple. Así que le presenté esta
idea a una chica a la que yo daba clases. Ella me había llamado en varias
ocasiones después de salir de mi clase, y me había pedido que si podíamos
charlar. Mientras tanto había ya tenido dos novios y un bebé.
Ella sonrió y alzó la mirada un poco. Puedo citar sus palabras exactamente
26
porque no las olvidaré: “Sabe usted, si hubiera conocido a alguien a quien yo
realmente le importara y me lo mostrara, no sé, de algún modo además de la
manera en que mis novios decían en que querían mostrarme que yo les
importaba, yo creo que hubiera sido feliz solamente agarrada de manos. Sólo
necesitaba que alguien me quisiera.”
Desear ser amado(a), desear valer algo, desear sentir la intimidad—esas son
cosas todas buenas, maravillosas y necesarias. Pero el sexo mismo, por tan
poderoso que sea, no las trae, ni las demuestra.
Aparte del sexo en sí, hay todavía otras razones que motivan a los jóvenes a
hacer el sexo. No es agradable hablar de ellas, pero hay que mencionarlas.
Tú podrás pensar, “No es tan profundo ni complicado. A los chicos sólo les
gusta divertirse, eso es todo.” Sin embargo, esta no es una interpretación
exclusiva de los adultos hablando del comportamiento de los adolescentes. Los
adolescentes mismos, después de un período de estar activos sexualmente a
menudo llegan a la conclusión, “Por esta razón fue que lo hice.”
Una razón es la rebelión o querer desquitarse de los padres. Estar
acostándose con alguien por ahí es una forma vívida de exteriorizar el
resentimiento contra los padres.
Si el adolescente piensa que los padres son excesivamente estrictos y
restrictivos, hacer el sexo es como decir, “¡Mira lo que yo pienso de tus reglas
estúpidas!”
O tal vez los padres les hayan dicho cosas hirientes como, “Ya tú no eres el
mismo muchacho (o la misma muchacha) — no puedo soportar ver en lo que te
estás convirtiendo.” Hacer el sexo es como responder, “Oye, si eso es lo que
piensas de mí, entonces sí que voy a meter la pata y en grande. Tú no has visto
nada todavía.”
Claro, el padre y la madre no están escuchando, ni mirando en esos
momentos, y el adolescente no anuncia su comportamiento. Aún así ese
comportamiento parece estar expresando algo. Si los padres lo notan y lo
interpretan puede que las cosas se compongan. Se sentirán heridos de verdad,
pero a menudo, no tanto como los jóvenes mismos.
Hacer el sexo es un método muy común de conservar a un novio o una
novia. No es un gran secreto.
Cuando tú no eres parte de una relación desde un principio será fácil
predecir las debilidades y los fracasos de esa relación. Es fácil darse cuenta de
que si se necesita el sexo para mantener a un novio o novia interesado(a) en una
relación, entonces es que tú en su totalidad no vales mucho para esa persona. Es
fácil ver que aquí existe una autoestima muy baja. Los resultados hablan por sí
mismos. Usar el sexo para mantener una relación tiene más probabilidades de
fracasar que ningunaotra cosa.
Es diferente cuando uno está en una relación y uno quiere que dure. Puede
ser muy difícil que veas las mismas cosas que antes veías tan claramente cuando
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hablabas de ellas en teoría. Pero, por favor, sigue pensando en ellas si en algún
momento te parece que el sexo es una buena estrategia para mantener la
relación.
En lo que concierne a las personas que de verdad sólo busca el sexo y nada
más, digamos que son personas tristes. Y peligrosas. Ellas ven un novio o una
novia en potencia a través de un filtro estrecho que calcula las posibilidades de
“hacer puntos.” Los encuentros sin sexo sólo sirven para establecer las bases de
otros encuentros con sexo. Los cumplidos y los regalos son sólo cuotas que estos
jóvenes están dispuestos a pagar para lograr la recompensa. La mayoría de las
maravillosas cualidades de la otra persona no las aprecian—y ni siquiera las
notan.
El sexo con alguien así es un paquete increíblemente vacío—no importa
cuan emocionante sea por un rato. Obviamente, tú te mereces algo mejor.
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Algunos puntos de… tú sabes qué,
acerca de estar sexualmente activo
• • • • • • 
MIRA LOS ANUNCIOS, digamos, de jeans de diseñadores, lápices labiales,
refrescos de dieta y carros deportivos. ¿Cuál es su mensaje? Muy simple: Si
compras/te pones/usas nuestro producto vas a ser el centro de la atención del
género opuesto, te va a traer tremenda popularidad y te dará la vida amorosa
que a Hollywood le encantaría convertir en una película.
¿De veras? Hasta la pregunta ofende. Su mensaje en realidad es un mito; no
es verdad en lo absoluto. Y lo sabemos bien. Y si no, pronto nos damos cuenta
que los resultados fabulosos que prometen nunca llegan a realizarse.
Sin embargo, de todas maneras a menudo compramos los productos ¿por
qué? Bueno, tal vez porque tenemos esperanza de que después de todo al menos
un poquito de los resultados imaginados sucedan. En otras palabras, de todas
maneras compramos un poquito del mito.
Hay muchos mitos acerca de estar sexualmente activos. Es más difícil
encontrar la intención que se esconde detrás de ellos pues se disfrazan con la
máscara de “comerciales.” Alguna gente los cree cien por ciento. Otros saben
que en parte son falsos, pero, bueno, esperan que alguna parte sea verdad. A
otros tal vez nadie les ha dicho la verdad, sólo les presentan los mitos. Hay otro
nombre que se les da a estos mitos. No es muy educado decirlo, pero es por
demás colorido y muy exacto. Vamos a llamarlos “montón de esa sustancia que
deja un toro atrás cuando va caminando por el pasto.” Aquí te tengo algunos de
esos puntos. El primero es el más grande; te va a tomar un tiempito superarlo.
1. Todo el mundo lo está haciendo.
Todo el mundo es casi una palabra muy ambigua. A veces, de verdad quiere
decir “cada ser humano,” como en “Todo el mundo tiene sangre que le corre por
las venas y por las arterias.”
A menudo significa algo diferente a lo anterior, como en “¡Todo el mundo va
a estar en la fiesta!” Esto significa las personas que son importantes para el que
habla, que pueden ser tan sólo cuatro o cinco personas.
¿Todos los adolescentes están activos sexualmente? Claro que no. Tú ya
sabes eso. Pero, ¿cuántos—cuál es el porcentaje exacto? ¿Será 86 por ciento,
con la minoría de 14 por ciento que es “gente no normal?” ¿Será 70 por ciento?
¿Será apenas la mitad? ¿Será tal vez en realidad sólo 35 por ciento, o menos, ya
que hay muchos que sólo inventan tremendos cuentos?
¿Y A TI QUÉ?
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En un minuto ya regresaremos a la cuestión del porcentaje, pero primero
tienes que contestar esta pregunta. ¿Y a ti qué?
Esto hará toda la diferencia en el mundo si es que tú eres un robot que
obedientemente sigue las órdenes de sus amigos.
¿Cómo haces tus decisiones? ¿Así?: “Si sólo diecisiete por ciento de mis
amigos están haciendo algo, no lo hago. Si treinta por ciento lo están haciendo,
lo consideraré; pero en realidad tal vez no lo haga. Si cincuenta por ciento lo
están haciendo, tal vez los imite, pero sólo si en realidad tengo deseos. Si
setenta y cinco por ciento o más lo están haciendo, entonces definitivamente lo
voy a hacer, o al menos lo probaré—después de todo, yo tengo una reputación
que mantener.”
¿Es así como tomas las decisiones? Espero que no. Tú no eres un pedazo
moldeable de macilla humana que tus amigos o amigas pueden torcer y
convertirte en lo que ellos crean que debes ser. Tú eres alguien mejor que eso.
Regresando a la idea original—el mito de que todo adolescente está activo
sexualmente. Es definitivamente un mito. Pero cuántos adolescentes están
activos sexualmente depende del artículo o las estadísticas que has leído. Si
quieres, puedes comparar las revistas “People” o “Time” con un artículo de
sociología. Y cuando te dan diferentes estadísticas ¿a quién le crees?
Aquí mismo en mi escritorio tengo dos artículos—uno declarando que la
gran mayoría de los adolescentes están activos sexualmente y el otro que dice
que no lo están. Ambos citan estadísticas y estudios.
La realidad es todo dependerá del grupo al que tú perteneces. Se pueden
hacer estudios de los jóvenes en dos escuelas y en áreas diferentes de cualquier
gran ciudad y obtener distintos porcentajes. A veces muy altos y otras muy
bajos.
Tal vez en tu escuela, tu barrio, o tu grupo, el porcentaje es muy alto; así
que, si tú no estás activo o activa, estarás dentro de la minoría. Quizá sea lo
opuesto—la gente a tu alrededor puede hablar mucho, pero la mayoría de tus
compañeros “no lo han hecho.”
Lo que nos lleva a la verdadera pregunta: ¿Quién en realidad eres tú y qué
quieres hacer de tu vida?
Si ser tú mismo, o tú misma, significa algo para ti, las estadísticas de
“actividad sexual” no te van a decir nada en lo absoluto. Y el mito, pues, es un
mito. No todos lo están haciendo.
2. Si tú no estás sexualmente activo o activa, eres probablemente gay, o tal vez
asexual, o algo raro.
¡Qué afirmación tan sin sentido! Quiero decir que este mito muestra
claramente que no tiene ningún fundamento. Su “lógica” torcida en el fondo es
esta: Para ser normal, la gente necesita empezar a hacer algo tan pronto sea
31
capaz de hacerlo. Abreviando, si lo tienes, úsalo. De otra manera, hay algo mal
contigo.
Tu puedes probar que esto es incorrecto con un millón de ejemplos. He aquí
uno: Walter Payton, tal vez el mejor jugador de fútbol americano de todos los
tiempos en la posición de “running back,” no entró a practicar el fútbol de
manera organizada hasta los 10 años. Antes de esto estaba en la banda de la
escuela. ¿Había algo malo con él antes de los 10 años?
3. Cuando estás activo sexualmente te haces mejor compañero sexual. Ya que tienes
más experiencia, estás más relajado y tienes más confianza; y por supuesto, sabes
más de lo que hay que hacer.
¡Alto, un momento! ¿No se supone que el sexo tiene que mucho que ver con
el amor? Lo anterior se oye como si se tratara de calificar una “actuación.” Se
oye como algo que vamos a juzgar y calificar. (“¡Miguel tuvo una puntuación
promedio de 9.3 en sexualidad artística, pero sólo 8.2 en técnica! ¡Margarita, en
cambio, tuvo una noche magnífica, aunque su compañero falló un poco—9.6
por mérito artístico y 9.8 por técnica!”)
Mirar el sexo de esta manera lo pone en la misma categoría con el patinaje
de estrellas, donde el atleta termina una rutina que ha practicado bien y
entonces espera ansiosamente la calificación de los jueces.
Es una manera mecánica de entender el sexo, dejando fuera el aspecto
“amor.” ¿Qué le dices a tu compañero(a) al iniciar un posible encuentro: “Me
gustaría practicar sexo contigo para hacerme experto en esto?” (Al menos eso
sería más honesto que “Vamos a hacer el amor.”)
No sólo este mito convierte el sexo en algo mecánico, sino que hace
exactamente lo opuesto de aquello que dice. Considerar al sexo como una
“actuación” definitivamente no ofrece una visión relajada y confiable. Te afecta
los nervios y te lleva a decir: “espero que yo sea bueno para el sexo.” Cualquier
persona casada te dirá que realmente te puede arruinarlos encuentros sexuales.
4. Te capacita mejor para que puedas tener una buena vida sexual y un buen
matrimonio cuando ya te cases.
Entonces, ¿por qué los que han estado acostándose por ahí, y las parejas que
han vivido juntos antes del matrimonio tienen tan alta tasa de divorcios?
5. Tienes que hacer el sexo. No puedes estar sin él. Una vez que pasas la pubertad, o
aún acabando de entrar en ella, es anormal no tener el sexo.
¡Qué cachetada significa esto para todos los solteros en el mundo que no se
acuestan por ahí! Piensa en todos los millones de no-casados en el mundo. Esto
incluye no sólo sacerdotes, hermanos y monjas, pero también todos los viudos y
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viudas y las otras personas, que por causa de una carrera exigente u otra razón,
han escogido permanecer solteros.
El mito anterior dice que todas y cada uno de estas personas a) se acuestan
con otros, o b) que no son normales. ¿Es eso justo? ¿Es exacto? Saca tu
conclusión.
¿Qué decir de la persona casada cuyo cónyuge está herido, o seriamente
enfermo por mucho tiempo, o está en otro país en el servicio militar? En casos
como esos, esperamos que tal persona sea fiel—lo cual francamente significa no
hacer el sexo.
La mayoría de la gente en esa situación es fiel. Pero de acuerdo a este mito,
su fidelidad bella y amorosa es simplemente un caso de anormalidad sexual.
¡Qué golpe tan bajo y feo! Este mito tiene más basura de lo que se recoge en
Nueva York en un mes. (El ejemplo es exagerado.)
6. Una vez que hayas hecho el sexo no puedes ya dejarlo de hacer, al menos no por
mucho tiempo.
Más basura. Muchos lo hacen así. Esto incluye los casados en las situaciones
que mencionamos antes, e incluye a los novios que se dan cuenta que el sexo no
debe ser parte de su relación.
La experiencia sexual es algo que afecta mucho a las personas, sí señor.
Pararla es difícil, no hay duda. Pero este mito ve al sexo como si fuera una
adicción irreversible. (“Una vez que lo haces, te conviertes en un adicto al sexo
y siempre serás así—no hay cura.”) No es así.
7. Estar activo sexualmente demuestra que ya no eres un chiquillo o una chiquilla.
En realidad, esto podría fácilmente mostrar lo opuesto—que
emocionalmente eres todavía chiquillo con un equipo de órganos sexuales de
adolescente que funcionan.
¿Cómo son los niños? Verdaderamente niños. Tienen una actitud primordial
hacia la vida: “Yo quiero.” Ven algo que les atrae y hacen todo lo posible para
conseguirlo. Puede pertenecerles o no, puede ser bueno para ellos o no, y puede
ser el momento correcto o no. Sin embargo, eso no importa. Ellos no piensan en
esos términos. Cuando un niño es todavía pequeño el “Yo quiero,”
automáticamente quiere decir “Voy a cogerlo.”
Esto es porque todavía están pequeños. Es de esperarse a esa edad. Pero se
supone que se debe crecer y superar eso. Cuando “¡Ve y cógelo!”
automáticamente viene después de “¡Eso parece divertido!” no tenemos un
comportamiento de adulto. Es un comportamiento al que llamamos juvenil, o
hasta infantil. Desafortunadamente es posible actuar así a cualquier edad.
33
8. Después de unas cuantas salidas, especialmente si la otra persona te ha hecho
pasar un rato muy agradable, tú le “debes” algo; estás en deuda y debes
corresponderle con algo sexual.
Si tú eres una prostituta profesional y alguien pone la cantidad correcta de
dinero en tu mano y tú guardas el dinero en tu bolsillo, entonces, tan sólo por
las reglas del negocio, tú le “debes” el sexo. Ése es el único caso de “deber.”
“Deber” el sexo no tiene nada que ver con el que tú salgas con alguien. Sin
embargo, algunos chicos sienten gran ansiedad suponiendo que deben
entregarse sexualmente después de que pase cierta fecha o tiempo de haber
iniciado esa relación. ¡Vaya esclavitud a las reglas degradantes de otra persona!
¿Quién creó este mito, estas “reglas”? Aquellos que ven a otros como una
oportunidad de ganar puntos. Aquellos que ven el sexo como algo que se da a
cambio de otra cosa.
Si lo viéramos por escrito, o lo oyéramos, sería así: “Si salgo contigo por un
par de meses (haciéndote un favor), tú tienes una deuda conmigo, me debes. Si
me gasto algunos dólares entreteniéndote, tú me debes. Si yo soy una de las
personas más populares de la escuela, o si tengo un cuerpo fabuloso, mientras tu
cuerpo es bastante ordinario, pero de todas maneras yo te presto atención, tú
me debes. Me debes la cosa más personal que posees.” ¿Qué le dirías a alguien
que realmente te dijera estas palabras?
Eso pensé.
Así que, no le sigas la corriente a alguien que te está diciendo no tanto con
palabras, sino con sus acciones, o disfrazándolas con otras más dulces e
indirectas que significan lo mismo.
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35
Pero, ¿qué tan malo es?
• • • • • • 
¿DE VERAS QUE DIOS dice que es indebido? ¿Cómo lo sabemos? ¿De verdad
que Él quiso decir eso, o eso era para los que vivieron hace mucho tiempo?
¿Exactamente qué medida de maldad es—suficiente como para mandarte al
infierno? Parece que algunos piensan que éste es EL GRAN PECADO, el peor de
todos, pero, ¿es eso verdad?
Vamos a empezar desde el principio,. ¿De verdad que Dios dice que el sexo
fuera del matrimonio es algo malo? ¿Vino esa idea de Dios mismo o de un
grupito de viejos patisecos de la Iglesia que le tenían miedo al sexo, o que de
alguna manera les molestaba el sexo, o habían nacido con problemas sexuales?
Tú quieres la mera verdad, ¿no es cierto? Sí, es terriblemente claro que ésta
es la posición de Dios en este asunto. No es que Dios sea de mente estrecha. En
el Capítulo Dos, recuerdas, vimos las razones que tiene Dios para involucrarse
en las vidas sexuales de la gente. Es que Dios es un ser que está contra la
diversión, o no entiende a la gente, o simplemente le gusta mangonearlos.
Empecemos con un pasaje al respecto que está más claro que ninguno:
“Valoren mucho el matrimonio, y que su vida conyugal sea limpia, porque Dios
juzgará a los libertinos y a los adúlteros” (Hebreos 13,4).
Otro texto que lo dice clara y francamente es: “Porque deben saber que
ningún lujurioso, adúltero o avaro—que es como si fuera idólatra—tendrá parte
en la herencia del reino de Cristo y de Dios” (Efesios 5,5).
He aquí unos cuantos más. (A menudo están escritos en términos masculinos
porque así era la forma de escribir de aquellos tiempos, antes de que el uso del
lenguaje inclusivo se convirtiera en un tema de discusión. Pero estos pasajes se
aplican a todo el mundo.)
Eviten la lujuria. Cualquier otro pecado cometido por el hombre queda
fuera del cuerpo, pero el lujurioso peca contra su propio cuerpo. ¿O es que
no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo que han recibido de
Dios y que habita en ustedes? Ya no se pertenecen a ustedes mismos,
porque han sido comprados ¡y a qué precio!; den, pues, gloria a Dios con su
cuerpo.
1 Corintios 6,18-20
Porque ésta es la voluntad de Dios: que vivan como consagrados a él y
huyan de la lujuria. Que cada uno de ustedes viva santa y respetuosamente
con su mujer, sin dejarse llevar por la pasión, como lo hacen los paganos
que no conocen a Dios.
1 Tesalonicenses 4,3-5
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Que no reine, pues, el pecado en su cuerpo mortal hasta el punto de quedar
sometidos a sus apetitos; ni ofrezcan tampoco sus miembros como armas
perversas al servicio del pecado, sino más bien ofrézcanse a Dios como lo
que son: muertos que han regresado a la vida; y hagan de sus miembros
instrumentos de salvación al servicio de Dios.
Romanos 6,12-13
Portémonos con dignidad, como quien vive en pleno día. Nada de
comilonas y borracheras; nada de lujuria y libertinaje; nada de envidias y
rivalidades. Por el contrario, revístanse de Jesucristo, el Señor, y no
fomenten sus desordenados apetitos.
Romanos 13,13-14
Alguna gente usa el argumento de que esas reglas eran sólo para la gente de
antaño y que tienen muy poco o casi nada que ver con el presente. En realidad,
el clima socio-sexual de esa época era increíblemente similar al de hoy.
Muchos veían el sexo sencillamente como una necesidad natural, algo así
como la comida. Sus reglas de conductasexual eran parecidas a la guía que
mucha gente usa hoy: Si nadie sale herido (como en una violación), ¿qué hay de
malo en ello? Casi como mientras no robes o mates a nadie por comida, ¿que
hay de malo en comer?
Pero no es así como Dios lo ve. Podríamos tomar las próximas páginas para
citar más versículos bíblicos, pero probablemente no es la mejor manera de
cubrir el asunto. Las personas que no son tocadas por cuatro o cinco versos de la
Biblia acerca de un tema en particular no van a ser movidas por treinta o
cuarenta.
No todos los casos de sexo fuera del matrimonio están en el mismo nivel de
seriedad. (Sexo quiere decir el coito, o acariciarse y juguetear de manera que
produce la misma o casi la misma reacción que el acto completo.)
Toma el caso del acto sexual entre un violador y su víctima; entre dos
personas casadas en una relación extramarital; entre dos adolescentes que lo
están haciendo deliberadamente para anotarse puntos y tener una historia que
contarles a sus amigos; entre dos adolescentes que, sin tener intención de
hacerlo, se dejan llevar por la casi imparable estampida de sus hormonas; y
finalmente, entre unos jóvenes que se aman profundamente y están
comprometidos para casarse en unas pocas semanas.
Cada uno de éstos es un caso de sexo fuera del matrimonio. ¿Son todos
iguales de serios? Obviamente que no. El último y el primer caso, por ejemplo,
no están ni remotamente en el nivel de los otros.
Así que hay una gran gama de seriedad y de pecaminosidad. Pero una vez
que eso es aparente, algunos inmediatamente quieren saber “¿Cuál es el
momento en que de VERDAD se hace malo? ¿Cuán malo tiene que ser para que
37
Dios te mande al infierno?”
Estas pregunta supone que tú puedes tomar toda ocasión del sexo fuera del
matrimonio, inclusive lo que estaba sucediendo en las mentes y emociones de
los involucrados sexualmente, y conectarla a una especie de programa de
moralidad computarizado que luego te devuelve un análisis: “Este particular
acto sexual extramarital se lleva 6.8 en una escala del 1 al 10. El punto divisorio
para irse al infierno es 6.5, así que estos dos están definitivamente en un lío.”
En cierto sentido, esta pregunta no vale la pena contestarla. Es a menudo
una forma de disfrazar que, “Quiero salirme lo más posible con la mía, así que,
¿con hasta dónde puedo llegar sexualmente antes que Dios me atrape? Si toma
6.5 en la escala de sexo extramarital para ir al infierno, entonces yo voy a parar
en 6.4, o quizá 6.3 para estar seguro.”
Eso es jugar el juego del gato y el ratón con Dios, lo cual no es precisamente
la manera de tratar de vivir una vida Cristiana. Es como el niño a quien se le ha
dicho que no coja ninguna galletita hasta después de la cena, pero quien trata
de idear una manera de coger la mayor cantidad antes de que su mamá se
ponga furiosa y que lo castigue por una semana.
Haz de notar que la discusión clásica de “¿Cuán lejos es demasiado lejos?” se
centra usualmente sobre las acciones—y obviamente en las reacciones que
resultan en el cuerpo de la persona que hace las acciones.
Sólo las acciones.
No las personas.
Para empezar, ahí existe un error de actitud. “Cuán lejos puedo llegar”
usualmente significa “¿Cuánto placer puedo lograr en mi cuerpo haciendo actos
sexuales con el cuerpo de otra persona antes de que Dios se enoje de verdad?”
Esto convierte a la otra persona en un instrumento y a su cuerpo en un juguete.
Y aquí yace esencialmente lo maligno. Las partes sexuales de nuestro cuerpo
fueron creadas para decirle a alguien “Te amo para siempre,” a ese alguien a
quien le hemos hecho la promesa de entregarnos a nosotros mismos
eternamente, para ayudarnos a crear nueva vida—nuevos seres humanos—que
nuestro amor compartido puede nutrir y cuidar.
Ante los ojos de Dios, ¿Son los pecados sexuales el fondo del precipicio
moral lleno de lodo? Bueno, la Biblia tiene cosas muy duras que decir acerca de
ellos, pero no tiene una visión que solo se enfoca en ellos. Los profetas del
Antiguo Testamento probablemente levantaron sus voces denunciando más la
injusticia hacia los pobres y los desamparados, que la relación sexual. Las
parábolas de Jesús se enfocan mucho más en la justicia y la misericordia que en
el sexo.
Sin embargo, eso no hace del mal comportamiento sexual una cosa pequeña
—ciertamente no cuando trae consigo unas consecuencias. Y pueden ser
bastante grandes—y efectivamente permanentes. Pero esto es otro tema.
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39
Para empezar de nuevo
• • • • • • 
ESTÁS MANEJANDO por la carretera estatal 37. (No la busques en un mapa. No
existe. Esto es un ejemplo.) Vas en camino a un lugar que te han descrito como
absolutamente maravilloso. No es fácil de llegar allí, pero es maravilloso.
Definitivamente vale la pena llegar allí. Cuando comenzaste el viaje tú tenías la
genuina intención de permanecer en la interestatal 37, y por un tiempo, todo
iba saliendo “tal como debiera ser.”
Entonces la carretera se pone un poco aburrida. Te preguntas si tal vez
tomando otro camino diferente, una carretera subalterna escénica, al menos por
un rato, pudiera ser—bueno, más divertido. Después de todo, tú sabes en qué
dirección estás yendo. No puede haber mucho riesgo en esto, ¿o sí?
Pues así lo haces. Una salida, un par de virajes rápidos y un poco después
llegas a algo que se llama Viejo Camino al Granero de la Colina— ¡y vaya si
esto no es divertido! Algunas curvas abruptas y colinas que descienden
súbitamente te dan un agradable mariposeo en el estómago. Y el paisaje— ¡sí,
sí! ¡Qué paisaje!
Después de un tiempo—quizá un corto tiempo, quizá un largo tiempo—el
Viejo Camino ya no es tan divertido como al principio. Tienes que esforzarte
mucho para seguirlo. Las curvas, las colinas y las bajadas no le asientan tan bien
a tus entrañas. El paisaje—bueno, todavía es bastante interesante, pero ya lo has
visto antes. No es precisamente una emoción nueva.
También tienes la sensación que este camino te está alejando de la dirección
en la que tú querías viajar.
Encima de todo esto, el Viejo Camino no está pavimentado ya. Hay gravilla
—áspera y llena de baches—con grandes secciones donde ha desaparecido casi
por completo. Hace un rato, por poquito te caes en una zanja. Y entonces viene
un cartel desvanecido junto al camino que dice: “Puente roto, 10 millas.” Está
comenzando a ser obvio que tomar esta carretera fue un gran error.
Así que sigues manejando por este camino, ¿verdad? Porque ya estás aquí,
más vale quedarse, ¿no es así? Y si el cartel está correcto, y llegas al puente que
está roto y te caes sobre las rocas o al río cientos de pies allá abajo—bueno, qué
lástima, pero qué otra cosa puedes hacer, ¿verdad? O tal vez paras y te quedas
ahí donde estás porque no se puede echar para atrás—ya no más, ¿no es cierto?
El Viejo Camino al Granero de la Colina es una calle de una sola vía. O las cosas
podrán salir bien aunque sigas por ese camino. Ese cartel probablemente estaba
equivocado. Si sigues adelante el Viejo Camino te llevará de regreso a la
carretera, ¿verdad?
¡POR SUPUESTO QUE NO!
Estamos hablando del sexo, por supuesto, no de viajar. Ya ahora, tú te has
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dado cuenta de lo que la carretera ilustra: cometer un error de comportamiento
sexual. No es un ejemplo perfecto (su propósito no es criticar las carreteras
rurales de verdad), pero muchas cosas en la analogía encajan muy bien.
Casi todas las “excursiones” sexuales comienzan con un gran paisaje (¿no
creo que tengamos que explicar eso, verdad?), un aparentemente excitante
cambio de rutina, alguna sensación física agradable… seguido de la realización
de que no está funcionando tan bien después de todo. Entonces viene el
remordimiento, pequeño y grande, y el deseo de poder empezar de nuevo.
¿Es posible?
Seguro.
¿Es fácil?
Depende.
Para continuar el ejemplo, depende de cuan lejos en esa otra carretera haya
llegado la persona, y qué pasó a lo largo del camino. Depende de cuánto deseo
tiene la persona por regresar a la carretera principal. Depende de si está
dispuesta a hablar con alguien de lasituación, en caso de necesitarlo, y de
buscar ayuda para volver atrás.
Un error en el comportamiento sexual puede relacionarse con haber llegado
bastante lejos, pero no hasta el final, y sentirse uno como si fuera un objeto de
segunda mano, ligeramente usado. O puede ser haber llegado hasta el final
muchas veces y tener ya, como parte del resultado, un par de chiquillos, tal vez
de diferentes compañeros, o compañeras. Ya puedes ver cómo “el camino de
regreso” va a ser diferente para estos dos casos y para muchos otros que están
en medio de estos dos.
Obviamente es mejor—y ciertamente más fácil—no tener que hacer el
camino de regreso. Sin embargo, en caso de que lo tengas que hacer—o en caso
de que alguien que conozcas lo tenga que hacer—vamos a hablar de cómo
empezar de nuevo.
Vamos a empezar con Dios y con el Evangelio de Juan, en el capítulo 8, está
la historia de la mujer atrapada en el adulterio. Probablemente has oído esta
historia más de una vez. Si no, o si tu memoria te falla, búscala, ahora mismo si
es posible.
Mucha gente se pregunta qué fue lo que Jesús escribió en la arena. Nunca lo
sabremos, al menos no en esta vida. Es una pregunta interesante, pero la
respuesta no es importante. Lo que importa es que Jesús termina encarándose
con la mujer que había sido, literalmente, atrapada en el acto sexual, llevada
ante la gente y forzada a pararse allí delante de todos. ¡Imagínate su vergüenza,
su arrepentimiento, su disgusto y su miedo!
Lo que haya sido que Jesús escribió hizo que sus acusadores decidieran irse
y estar más cómodos en otra parte. Así que ahora estaban sólo ellos dos. Ella no
sabe que Jesús es en realidad el Hijo de Dios, el Mesías, pero sí sabe que Jesús
es considerado como un profeta. Los profetas podían ser sumamente duros con
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los pecadores. Aun cuando los otros se han ido ella continúa hecha un manojo
de nervios y emociones.
Jesús actúa de acuerdo a la situación. No hay sermón, no señala con el dedo.
En vez de eso, Él comienza a hacer algunas preguntas verdaderamente
inesperadas. “¿Adónde se fueron todos?” ¡Como si no los hubiera visto irse!
“¿Nadie te ha condenado?” ¡Dios mío, eso es exactamente lo que la turba había
estado haciendo—y seguramente disfrutándolo!
Las preguntas son tan inesperadas y un tanto juguetonas que la mujer
finalmente a su última pregunta le da una respuesta realmente obvia. “Nadie,
señor.” Así es.
Jesús dice, “Y yo tampoco te condeno.”
Mira, no es que Jesús pensó que se tratara de cosas sin importancia. Él
nunca dijo eso. Nunca dijo, “Bueno, no importa.” Después que le deja saber a la
mujer que la perdona, Él se concentra en la acción: “De ahora en adelante, evita
este pecado.” Tampoco enaltece aquella acción de la mujer; —le llama “pecado”
muy llana y francamente.
Pero de verdad que perdona. Instantáneamente y con una gran comprensión.
El Evangelio no nos dice qué pasó después de eso. Por supuesto, nos gustaría
pensar que la mujer inició “el camino de regreso,” sabiendo que, a los ojos de
Dios, ya estaba en el camino de regreso.
Esto no significa que ella no tuviera preocupaciones, ni nada más que
atender. Muy probablemente había muchas cosas que hacer—como romper la
relación ilícita, preocuparse por si estaba embarazada, recobrar su reputación, y
encontrar a alguien (o tal vez reencontrar a su marido) que la amara a pesar de
todo lo que había sucedido, pues ya para entonces su acciones eran del dominio
público.
Dios perdona el pecado—siempre lo hace. Pero Dios no te cambia los
pañales. Dios no cambia la opinión pública por obra de magia y reestablece las
reputaciones. Dios no cura las enfermedades transmitidas sexualmente o cancela
sus consecuencias. Dios sí nos da la fuerza para atravesar todas esas
dificultades.
Como con otros pecados o errores, si tú los cometes una vez, ¿tienes que
continuar cometiéndolos por el resto de tu vida? Por supuesto que no. ¿Qué tal
si lo haces 10, o 20, o 30 veces—entonces sí tienes que hacerlo por siempre?
Por supuesto que no.
¿Si dices una mentira tan pronto como empiezas a pensar y a hablar, estás
condenado a ser un mentiroso profesional por los próximos setenta y tantos
años? Por supuesto que no. En cualquier momento puedes decidir cambiar y ser
aquel tipo de persona que quieras ser. Mientras más duradera y más frecuente
haya sido tu desviación más difícil será el cambiar, pero ciertamente no será
imposible.
Es verdad que una vez que se haya perdido la virginidad física, no se puede
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recobrar. Y esto no es una nonada. Sería un gran error ver la virginidad, o su
pérdida, como algo trivial y decir, “Bueno, no era gran cosa.” Sí que lo es. Y
porque lo es, empezar de nuevo puede parecer inútil. “No puedes volver a ser
virgen.” No, pero tampoco tienes porque permanecer activo sexualmente, ni
tampoco estar disponible para la próxima oportunidad de hacerlo.
Es algo así: Dos personas roban tiendas distintas. Una de ellas decide que fue
un gran error. Trata de hacer restitución, decide que nunca va a hacerlo otra
vez, y nunca más lo hace. La otra persona decide que fue una manera
emocionante de conseguir dinero rápido. Siempre que entra en una tienda
analiza las posibilidades de cuán fácil sería robarla.
Ahora han pasado un par de meses, y por el momento, ninguna de las dos
personas está robando tiendas. Sin embargo, una está esperando que se le
presente la oportunidad de robar, mientras la otra ha decidido que nunca lo
hará otra vez.
Ambas personas una vez robaron una tienda. Pero ahora una todavía sigue
siendo un ladrón, o ladrona; la otra es una persona honesta. Es verdad que no
puede decir, “Yo nunca he robado nada,” pero si puede sostener con derecho
que es una persona honesta que continuará siendo así. Eso es tremendamente
importante.
Lo mismo sucede con el sexo (con una enorme diferencia: el robo siempre es
malo, ¡el sexo no!) Teniendo en cuenta lo dicho antes se puede decir que existe
una virginidad secundaria. Y significa decidir conservar el sexo hasta el
matrimonio después de haber estado sexualmente activo una o más veces. “Así
era antes, ahora es diferente.”
Tiene mucho que ver con el perdón. Primero que nada, el de Dios. Tienes
que buscarlo y creer en él. Eso es mucho más fácil que todo lo demás.
Quizá tengas que pedirle perdón a tu compañero o compañera si fuiste tú
quien presionó para que se diera la actividad sexual.
Tu debes juzgar si pedir perdón ayuda o no. Si sientes que la persona se
llenará de coraje o resentimiento, mejor será que pidas perdón dirigiéndote
directamente a Dios mismo.
Después necesitas saber perdonar, perdonar a la otra persona si él o ella
inició los avances sexuales.
Esto puede no venir ni rápida ni fácilmente, pero esfuérzate en ello y pídele
ayuda a Dios. El resentimiento, incluso el resentimiento sobre actividades
sexuales que fueron un error, es como un equipaje pesadísimo que tienes que
arrastrar cuando estás tratando de comenzar una nueva vida.
Finalmente—y para algunos esto es lo más difícil de todo—tú necesitas
perdonarte a ti mismo(a). Si necesitas empezar de nuevo y quieres hacerlo, el
mero hecho de que tú lo quieres, da muestras de la buena persona que eres.
Tienes que creer en esto.
Y si en tu presente situación tú no tienes que empezar de nuevo, no tienes
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por qué hacerlo.
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Las consecuencias (Lo malo del asunto)
• • • • • • 
EN 1958 UNA PELÍCULA MUY ATREVIDA (para su época) titulada
“Confidencias de la escuela superior” presentaba una escena dramática en la
que un muchacho adolescente va en busca de su novia y la encuentra en la
biblioteca mirando una enciclopedia médica. Él se inclina por encima de su
hombro y ve que el libro está abierto y ve el título “Embarazo.” Ella se vuelve
hacia él con gran temor en su rostro y le susurra al muchacho, “Los libros no te
dicen cómo pararlo.”
Eso fue en 1958. Hoy muy probablemente seguiría una escena en que la
pareja adolescente podría estar considerando el aborto.
La escena final, la cual una revista para adolescentes de esos tiempos
describió como “bella e inspiradora,”muestra a la chica, sentada sola en un
autobús. Recuerda, es 1958; ella se va para poder tener su bebé de manera que
no se enteren en su barrio. Su novio camina por el pasillo del autobús con una
sonrisa de fortaleza y apoyo, y se sienta junto a ella. Ellos van a enfrentarse
juntos al futuro. En otras palabras, todo va a salir bien.
¿Sí? Bueno, la película termina ahí. Lo que es más importante, ¿sucede así
en la vida real? ¿Sale bien todo en la vida real?
Este capítulo trata de las consecuencias de la actividad sexual entre
adolescentes. Si tú eres como muchos de tus amigos, en estos mismos instantes
algo dentro de ti te dice, Sí, sí, ya nos lo has dicho cientos de veces. Ya
entendemos la onda. Conocemos el dicho “Sólo di no.” Ya lo hemos oído.
Vamos a tratar de decirlo ahora en forma diferente.
También pudieras estar pensando, Aquí vienen los cuentos para meter
miedo.
Sí y no. Hay dos tipos de cuentos que meten miedo. Un tipo es el inventado
—o al menos exagerado—hecho usualmente por adultos para que los niños se
porten como quieren los adultos. El ejemplo clásico es el del “Coco.” “No
hagas__________ (lo que sea) o te agarra el Coco.”
Pero existe el segundo tipo de cuento de miedo: simple y llanamente
diciendo cosas horribles que de verdad pasan—no inventadas o torcidas o
exageradas. Simplemente estando ahí, y siendo muy reales. Sólo un adulto con
poca materia gris cuenta el primer tipo de historias como un truco barato para
influir en el comportamiento de los jóvenes. Sólo un adulto seriamente
irresponsable, y sin agallas, no cuenta el segundo tipo.
“No nos vamos a embarazar, no nos vamos a embarazar, no nos vamos a
embarazar.” Pero les sucede a un millón y medio de parejas adolescentes cada
año.
“Y si nos sucediera, todavía funcionaría porque nosotros nos amamos.” Pero
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solamente muy pocos de ese millón y medio de embarazos no planificados
conllevan a matrimonios amorosos y duraderos.
Tal vez conozcas a alguien a quien la maternidad, o paternidad no
planificada le haya sido posible y le haya funcionado. Cuando esto sucede se le
debería dar medallas a todos ellos. ¡No es fácil adaptarse a un bebé, aun para la
pareja casada que definitivamente lo planeó! La gente que está luchando para
que eso funcione en circunstancias menos propicias que las de los casados son
personas excepcionalmente buenas y fuertes. Lo último que quisiéramos es
hacerlos sentir como ciudadanos de segunda clase, o cristianos de segunda
categoría. Esto no tiene por qué suceder.
Particularmente tristes son los casos en que la cosas no están yendo nada
bien. Eso no tenía que pasar tampoco. Un embarazo de adolescentes que no ha
sido planificado no es justo para nadie. En especial para el bebé que termina
cortado en pedazos, miembro a miembro, succionado y tirado en la basura de
una clínica de aborto. Aproximadamente un tercio de todos los abortos en el
país se les hace a madres adolescentes, muchas de las cuales se oponían al
aborto—antes de quedar embarazadas.
¿Qué sucedió? Mezcla todos estos ingredientes juntos: una situación
aterrorizante que drásticamente altera la vida; abandonar los planes de una
carrera que se había proyectado, o postergarlos indefinidamente; a menudo
darse cuenta de que el bebé es el resultado de una pasión pasajera, no de un
amor comprometido y permanente (esto también se conoce como darse cuenta
de que el padre del bebé es un patán); la carencia de recursos financieros o
emocionales (o ambos) para poder cuidar a la criatura.
Añade a esto esa voz persuasiva de alguien que parece estar muy enterado y
que dice cosas como “Escucha—todo el mundo comete errores. Somos humanos.
Las cosas pasan. Pero un error no tiene que arruinar tu futuro. Eso es no ser
justa contigo misma(o). El aborto es un procedimiento simple, y dura sólo unos
minutos. ¿No es hora ya que dejes esto atrás y que sigas adelante con tu vida?”
Parece bastante bien, ¿verdad? Especialmente si estás atemorizada y
disgustada hasta el punto de la desesperación. Es por eso que las chicas que dan
discursos contra el aborto pueden llegar a hacerse uno.
No es justo para la que iba a ser madre tampoco. Las posibles
complicaciones físicas de un aborto—todo desde esterilización hasta la muerte
—están escritas en una letra muy pequeña en un papel que tal vez ella firmará
sin ni siquiera haberlo leído. Si llega a tener algunas de estas complicaciones en
su cuerpo, pues, bueno, ya sabía en qué se metía, ¿no? El papel que firmó lo
prueba, ¿no es cierto? Sin embargo, todavía no es justo tres años más tarde
cuando ella ve a unos niños de tres años jugando en un patio de recreo y
empieza a sollozar, preguntándose cómo hubiera sido su hijito.
Es injusto para el bebé si crece viendo a su Papito solamente una vez a la
semana, o al mes—o tal vez no viéndolo nunca—en vez de diariamente. Más de
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un niño o una niña crece con este recuerdo de Papi: “Vi una foto de él una vez.”
Eso duele de veras.
Es injusto con el padre si a él le gustaría ver al bebé todos los días, o al
menos a menudo, pero las relaciones con su antigua novia están ahora tan
tensas y amargas—casi de odio—que simplemente no se puede arreglar. Esto es
muy común.
Es injusto con los abuelos, que terminan haciéndose cargo de la crianza del
bebé en una época de sus vidas cuando tenían la esperanza de descansar un
poco, de tener un poco de más tiempo para sí mismos después de años de criar a
su propia familia. Y ahora hay pañales y biberones otra vez.
Con todo y eso, el bebé es de lo más mono y adorable y se merece el amor
de todos. Pero eso no significa que todo esté bien o sea fácil.
“No voy a coger una enfermedad, no voy a coger una enfermedad, no voy a
coger una enfermedad.” Sin embargo un informe de la Organización Mundial de
la Salud de Julio del 1992 citó que cada día ocurrían 350,000 casos nuevos de
enfermedades transmitidas sexualmente. Sí, lo leíste correctamente. 350,000.
Todos los días. Pudiéramos dar más estadísticas, pero éstas cambian todo el
tiempo—casi siempre van en aumento—así que ganaríamos poco. El punto es
que muchas de las enfermedades transmitidas sexualmente ahora son llamadas
“epidemias,” y ésta no es una palabra para asustar que los doctores usan a la
ligera sólo para dramatizar. Las cosas tienen que estar muy malas, virtualmente
fuera de control, antes de que reciban la etiqueta de epidemia.
La que más miedo da, por supuesto, es el SIDA (Síndrome de Inmunidad
Deficiente Adquirida) porque es fatal—a menos que un logro científico ocurra
pronto. Aun si esto no sucede, es muy probable que el SIDA se convierta en una
enfermedad “manejable cronológicamente” en vez de curable. Esto quiere decir
que la persona puede no morir de ella, pero la va a tener todavía, y todavía
estará enferma con ella.
El SIDA y las enfermedades relacionadas al VIH (virus de inmunodeficiencia
humano, el virus que causa el SIDA) son hoy en día la causa principal de muerte
entre los jóvenes varones en varios estados y en las grandes ciudades. Sólo hace
una década y media la enfermedad era tan nueva que ni siquiera tenía nombre.
No importa como tú lo mires, eso da miedo. Y no es inventado.
¿Por qué se ha esparcido como el fuego por un bosque? Porque el VIH no es
como el virus de la influenza, por ejemplo, que actúa bastante rápidamente.
Cuando éste entra en tu sangre no pasa mucho tiempo antes de que se te quiera
explotar la cabeza, te duela todo el cuerpo, y tu sistema digestivo esté
funcionando mal. Desde en momento de entrada hasta que te sientas mal es un
asunto de unas horas.
El VIH puede entrar en el sistema de alguien y no mostrar los síntomas de
estar ahí por años. El o ella, lucen bien, se sienten bien, actúan bien. Lo
suficiente bien, por ejemplo, como para hacer el sexo. Esta persona no va a
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saber nada de si es VIH positivo sin antes hacerse pruebas de sangre, y durante
ese tiempo puede transmitir el VIH a cualquier compañero de sexo—ya sea
homosexualmente o heterosexualmente transmitido.
Algunas personas se sienten inmunes al SIDA porque dicen “no soy gay.”

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