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LA MENTIRA WHITE Título del libro en inglés: The White Lie Walter T. Rea Introducción Casi desde la primera vez que oí hablar de ella, al principio de mi adolescencia, me convertí en devoto de Ellen G. White y de sus escritos. Aprendí a escribir a máquina copiando porciones de su libro Messages to Young People [Mensajes para los Jóvenes]. En la escuela superior y en la universidad, a menudo iba de habitación en habitación en el dormitorio, reuniendo citas de Ellen White de los otros estudiantes para usarlas en mi preparación para convertirme en ministro de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Fue por aquellos días que concebí la idea de preparar un comentario Adventista compilando, de los escritos de Ellen White, todas las declaraciones pertenecientes a cada libro de la Biblia, cada doctrina, y cada personaje bíblico. Al comienzo de mi vida ministerial (que se inició en la parte central de California a finales de la década de 1940), compilé dos tomos de biografías bíblicas del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento, incorporando en cada artículo las citas pertinentes encontradas en la obras de Ellen White. Algunas personas prominentes de la iglesia me estimularon en este proyecto, y pensaron que el Ellen G. White Estate podría publicar estas colecciones para que fueran usadas en el club de libros que la iglesia dirigía en esos días. Después de mucho tiempo y mucho intercambio de correspondencia, finalmente me di cuenta de que había sido ingenuo y que el White Estate no tenía la menor intención de colaborar de esta manera con nadie que pareciera estar invadiendo su terreno. De manera bien clara, me hicieron saber que ellos poseían esa "franquicia celestial" y que mirarían con malos ojos a cualquiera que pisara su territorio. 1 Sin embargo, y de manera independiente, publiqué dos tomos de biografías bíblicas, y un tercer tomo sobre Daniel y el Apocalipsis, todos basados en las obras de Ellen White. Pronto estos libros se vendieron en la mayoría de las librerías Adventistas, y fueron usados en muchas escuelas y universidades de Norte América. Los del White Estate no se sintieron muy felices con todo esto, y llamaron la atención de mi unión regional y de los presidentes de conferencias locales sobre el tema. Después de algún tira y afloja, todos estuvieron de acuerdo en que los libros podían venderse si yo mantenía un perfil bajo, por cuanto de todos modos ellos no creían que mis libros serían aceptados a gran escala. Sin embargo, en años subsiguientes, se vendieron decenas de miles. Mientras trabajaba en mi proyectado tomo cuatro (las citas de Ellen White sobre doctrinas bíblicas), por casualidad tropecé con algo interesante en Orlando, Florida, donde yo era pastor de la Kress Memorial Church, llamada así en honor de los doctores Daniel H. y http://www.ellenwhite.org/rea/rea1.htm Lauretta E. Kress, renombrados pioneros de la obra médica Adventista. La familia Kress me regaló un antiguo libro de Ellen White, Sketches from the Life of Paul, publicado en 1883, pero que nunca fue reimpreso. Cuando un día le mostré este libro a un miembro de iglesia , me dijo que el problema del libro era que se parecía dermasiado a otro que no había sido escrito por Ellen White, y que nunca había sido reimpreso a causa de la estrecha similitud entre los dos. Siendo de mente inquisitiva, hice un estudio comparativo y descubrí que algunas de las críticas parecían ser ciertas. 2 Más tarde, después de que fui trasladado a California, los miembros de la familia de Wellesley P. Magan, también de pioneros Adventistas establecidos, fueron miembros de mi congregación. A la muerte de la viuda del padre de Wellesley, Lillian E. Magan, me regalaron un libro de la biblioteca de la familia Magan - Elisha the Prophet [Eliseo el Profeta], escrito por Alfred Edersheim. 3. En la hoja de guarda aparecía la firma de Ellen White. Para entonces, debido a mi constante uso de los libros de Ellen White, me había familiarizado tanto con ellos, que en seguida reconocí la similitud de palabra y de pensamiento al examinar el libro de Edersheim. Aún más tarde, mientras estudiaba en la Universidad del Sur de California para obtener el grado de Doctor en Filosofía, me sobresalté al tropezarme con una obra de siete tomos sobre la historia del Antiguo Testamento, escrita por el mismo Edersheim. 4. Esta vez encontré, en los tomos uno al cuatro, que los títulos y subtítulos de capítulo, y los encabezados de página de Edersheim, eran paralelos, y muchas veces casi idénticos, a los títulos de capítulo del libro Patriarchs and Prophets (1890) [Patriarcas y Profetas] de Ellen White. Tiempo y estudio mostraron que obviamente la Sra. White había obtenido ayuda liberal de estas obras adicionales de Edersheim. Una investigación ulterior revelaría que Edersheim había escrito también una historia del Nuevo Testamento sobre la vida de Cristo, y que en ésta también había similitudes adicionales con el libro Desire of Ages [El Deseado de Todas las Gentes] de la Sra. White. 5. Aunque perturbadores, estos hallazgos no eran demasiado inquietantes para mí en ese tiempo, porque el White Estate en Washington siempre parecía tener excusas para los "préstamos" de Ellen White. No fue sino hasta que Bruce Weaver, un joven seminarista en la Universidad Adventista de Andrews en Michigan, descubrió un archivo sin marcar conteniendo mi trabajo y mis comparaciones (material duplicado guardado en la biblioteca del White Estate) que las cosas comenzaron a adquirir el aspecto de un cuento de misterio. El White Estate acusó a Bruce de robar el material de la biblioteca, aunque él sólo lo había copiado y devuelto. Al final, Bruce fue despedido del seminario y del ministerio, pero no antes de que hubiese tomado parte significativa en el drama. Lo que Bruce encontró en el archivo no fue sólo mi material y las críticas de él, sino también copias de algunas cartas internas del White Estate, escritas por Robert W. Olson y Arthur L. White, que revelaban la preocupación de estos hombres de la oficina de Washington acerca del descubrimiento, por parte de Bruce, del material que yo les había estado enviando como evidencia de que Ellen White había copiado material ajeno. Ambos hombres habían puesto por escrito sus sugerencias para manejar el problema Rea. Años subsiguientes revelaron que ellos habían adoptado el método de Arthur White, que era, en esencia, aplicar tácticas dilatorias y tanta presión y lenguaje de doble sentido como fuera posible. Olson se dedicó a hacer una campaña verbal en un máximo esfuerzo por suavizar el impacto que mis hallazgos estaban comenzando a tener, porque ya personas de varias regiones de Norte América estaban solicitando la evidencia encontrada durante mis investigaciones. En una presentación que hizo Olson una tarde de enero de 1979 en la Universidad de Loma Linda en California, alguien en el auditorio preguntó acerca de los préstamos, por parte de Ellen White, de fuentes publicadas. La respuesta de Olson fue en el sentido de que nada de eso era verdad, que todos sus escritos eran de ella. Luego, añadió que había algún ministro en California del Sur haciendo olas con alegatos acerca de que ella había tomado material prestado para su libro clave The Desire of Ages, pero que ninguno de esos rumores era cierto. Decir que me quedé estupefacto después de la reunión es poco. En ese mismo momento, en mi archivo ya tenía varias cartas de ese mismo Olson animándome a continuar enviándole mis comparaciones entre Ellen White y sus contemporáneos. Además, había hablado conmigo personalmente cuando estuvo en California hacía sólo poco tiempo, y me había arrancado la promesa de que no publicaría ningún informe sobre mi trabajo sino hasta que él y el personal directivo delWhite Estate hubieran tenido tiempo adicional para examinar el material. Yo había accedido a su solicitud, y el hecho del acuerdo había sido registrado en el memorándum interno que él escribió después y que yo tenía en mis archivos. Así que ahora yo sabía que Robert Olson, o tenía muy mala memoria, o estaba diciendo una mentira blanca. En cualquier caso, era obvio que los del White Estate sabían mucho más de lo que decían. Los archivos del White Estate se habían referido a un libro escrito por William Hanna, llamado The Life of Christ. 6. Antes de veinticuatro horas después de la reunión de Loma Linda, ya yo había obtenido una copia del libro de Hanna. Desde ese momento en adelante, he aprendido más de lo que jamás quise saber. Spectrum, un diario publicado independientemente por la Association of Adventist Forums, hizo un relato de los antecedentes de una reunión de comité de Enero de 1980 en Glendale, California. Esta reunión había sido convocada por Neal C. Wilson, presidente de la Conferencia General, a mis instancias de que se considerara el alcance de los hallazgos en relación con la deuda literaria de Ellen White. Dieciocho de los representantes de la iglesia nombrados declararon que lo que mostraba mi investigación era de proporciones alarmantes, pero que el estudio debería continuar con ayuda adicional. 7. De manera similar, Spectrum informó más tarde de mi expulsión de la iglesia 8 (después de treinta y seis años de servicios) principalmente a causa del revelador artículo iniciado y escrito por el editor religioso John Dart y publicado en Los Angeles Times. 9. Ni uno sólo de los oficiales que me expulsaron había hablado nunca con Dart. Ni uno sólo había visto la investigación en la que se basaba el artículo. El centro mismo de la disputa no era importante para los oficiales de la iglesia. Sólo era necesario que alguien fuera castigado para que otros permanecieran alineados y para que tanto Ellen White como la Iglesia Adventista del Séptimo Día pudieran aparecer inocentes de cualquier delito. En vista de lo que he observado, experimentado, y aprendido, me ha parecido correcto y necesario registrar para las generaciones futuras los hallazgos de mi estudio actual. Estas generaciones venideras querrán saber la verdad acerca de lo que se ha desenterrado del pasado. Será parte de lo que tendrán en cuenta en su experiencia religiosa y en sus juicios. A pesar de muchos y buenos consejos en contrario, he elegido el título THE WHITE LIE para mi libro. No aplico el término por separado y solamente a Ellen G. White. Cuando nosotros (cualquiera de nosotros) damos nuestro consentimiento o apoyo para perpetuar un mito (en todo o en parte) acerca de cualquier persona o cosa, nosotros mismos somos, por lo tanto, parte de una mentira blanca. El mensaje de este libro es el de ayudar a revelarnos a todos nosotros que a menudo sostenemos una leyenda. Las peores mentiras que se dicen son a menudo las que se dicen en religión, porque se dicen de tal manera que se supone que Dios las respalda y que, por lo tanto, son para nuestro bien. Que ese bien puede convertirse - y se convierte - en perjudicial, erróneo, y hasta malvado no se les ocurre generalmente a las personas celosas que promueven leyendas en el nombre de Dios. En este estudio me he propuesto tratar, no sólo los hechos como los he encontrado, sino también cómo han operado en la iglesia y en nosotros personalmente, cómo he observado esa operación. También, espero dejar una lección o dos para aquéllos que puedan estar buscando esas lecciones. Quedan por llevar a cabo muchos estudios sobre la cuestión de por qué algunos de nosotros aceptamos tantas cosas de quienquiera que sea que las aceptamos. ¿Qué cosa en lo profundo de nosotros es explotada para hacernos reaccionar, sin hacer preguntas, a información que no es digna de confianza, de manera que la aceptamos como "verdad" y le permitimos que gobierne nuestros pensamientos y nuestras vidas? En esta etapa de mis pensamientos, si queda alguna culpa por evaluar o asignar, debo aceptar mucho de ella por haber sido tan ingenuo, sin un adecuado estudio o investigación de mi parte, como para asentir a mucho de lo que originalmente se me presentó como "la verdad" pero que, en realidad, contiene mucha falsedad que nos aleja de lo que debería preocuparnos prioritariamente. Lo que más lamento es que el tiempo no me permita corregir parte de la información errada que yo mismo, sin darme cuenta, acepté y transmití a otros como una mentira blanca. Toda institución, toda entidad corporativa, todo sistema establecido - ya sea político, económico, social, o religioso - debe tener su santo patrono. Ese santo puede ser un fundador, un benefactor, un dirigente carismático, o una figura mística que ha estado muerta por largo tiempo. Sin importar su categoría o el tiempo que haya durado su existencia, el patrono es venerado, aunque haya sido un vampiro; es canonizado, aunque haya sido un artista de la estafa; se le otorga la santidad, aunque haya sido un conocido pecador. Hay algo en la mente humana que busca crear lo irreal - imaginar o suponer que algo es así, aunque toda la lógica le diga que no es así. De lo que es imposible ver, decimos que es una visión; lo que es falible, lo consideramos perfecto; a lo que es ilusorio, le concedemos autoridad. Muchos estudios se han efectuado para tratar de averiguar por qué queremos creer, y de hecho creemos, "una mentira permisible." Para mi propósito aquí, es suficiente decir que lo hacemos - y parece que tenemos que hacerlo. Porque, si rechazamos la fantasía que ahora sostenemos, probablemente encontraremos o inventaremos otra en nuestro esfuerzo para evitar enfrentarnos a la realidad. Los vendedores de panaceas para fantaseadores (los que tienden a asombrarse de manifestaciones psíquicas) son los supervendedores de lo psíquico. Son los que manipulan, maniobran, y dan masajes a la conciencia de aquéllos a los que desean convencer. En todos los tiempos y en todos los lugares, han sido los magos los que han conducido al populacho a creer que el emperador realmente estaba vestido con lo invisible, y que los que los escuchan y vienen a ellos a pedir consejo y guía (por los cuales deben pagar debidamente, por supuesto) estarán entre los pocos que realmente ven lo que no está allí. El elemento que es esencial, sin excepción, para cualquier juego de estafa es la mentira. Por supuesto, es una mentira blanca, una cosita que se desvía un poquito de la verdad, una y otra vez, hasta que, con el correr del tiempo y en las circunstancias adecuadas, se expande hasta convertirse en un gigantesco fraude. Las técnicas de los supervendedores son pocas, pero absolutamente esenciales. Consisten en restar importancia a la humanidad de aquél que ha de ser venerado; exaltar las virtudes del venerado hasta el nivel de lo milagroso; negar acceso a las fuentes confiables de registros y hechos del pasado significativo; apelar a la inclinación a lo supersticioso (o por lo menos crédulo); y ganar tiempo. Una edición del diccionario de Webster dice que una mentira blanca es una mentira de poca monta pronunciada por razones de cortesía, amabilidad, o perdonabilidad; una mentirijilla cortés o inofensiva. El hecho de que Ellen White tomó material prestado o lo plagió ha sido documentado y admitido por reconocidos representantes de la Iglesia Adventista del Séptimo Día a través de los años. Pero la información que revela el alcance de su dependencia literaria fue deliberadamente ocultada a los miembros laicos hasta que investigadores independientes comenzaron a hacer públicos los hechos. Así, a causa de estos descubrimientos, surgen nuevos problemas que no han sidoenfrentados todavía por el pueblo Adventista o sus actuales dirigentes. Por ejemplo: 1. ¿Por qué cambió Ellen a absolutas la mayoría de las especulaciones y suposiciones, si no todas, de los autores copiados de manera que lo copiado hace ver que ella estaba siempre en la escena de la acción en alguna forma "visionaria", cuando obviamente no lo estaba? 2. ¿Cómo satisfacen los criterios establecidos para la inspiración los pies de página y los textos bíblicos que ella copió de otros como relleno? 3. ¿Cómo encajan en la ética de su tiempo o del nuestro el abuso y el mal uso de material ajeno a gran escala? 4. Por cuanto lo extenso del material copiado asegura que era humanamente imposible que Ellen lo hiciera ella misma, ¿quién entre sus ayudantes se lleva el crédito por su "inspiración"? 5. ¿Con la autoridad de quién estamos tratando ahora? Reconocemos que, desde el comienzo del movimiento de 1844, mucha gente ha considerado a Ellen White como la principal autoridad del Adventismo. Esta gente debe ahora encontrar lugar para hacer ajustes en su modo de pensar (y muchos en su modo de vivir) a un nivel diferente del del pasado. Esto podría ser muy angustioso. Ya sea que la situación en que la iglesia se encuentra ahora encaje o no en nuestra definición de una mentira blanca, y ya sea que la mentirilla sea o no inofensiva para los valores personales de uno mismo, su manera de pensar, y su experiencia de la vida, cada persona tendrá que juzgar por sí misma. Es posible entender un poquito cómo la gente llega a donde está sólo si uno mira dónde ha estado, qué clase de vendedores le vendieron el viaje, y qué la motivó a ir. No es posible considerar todos estos aspectos en un solo bloque. Pero tocaremos las circunstancias que hacen a un "verdadero creyente," qué clase de supervendedores han vendido la mercancía, y lo que les sucede a los que compran. Libros como The Status Seekers, The Permissible Lie, y The True Believer, insinúan que hay una conexión entre todas las disciplinas - la económica, la social, y la religiosa. En todas estas disciplinas, los vendedores venden su producto usando una mentira blanca. Aunque los vendedores de ideas sociales y económicas aseguran estar interesados en el presente de usted, en realidad están más interesados en el futuro de ellos. Los vendedores de lo psíquico afirman estar interesados en el futuro de usted, pero en realidad están interesados en el presente de ellos. Todos los mercachifles venden la mentira blanca en cualquier tamaño o forma que creen que el público compraría. Los Adventistas conocen y aceptan estos hechos de la vida acerca de los sistemas ajenos; pero creen que su propio sistema es "diferente" y, por lo tanto, mejor. Muy pocos estudios se han ofrecido para probar o refutar las creencias de ellos. La mayoría de la gente acepta el hecho de que quedan pocos, si es que quedan, hombres santos que vendan mercancía sobre reformas económicas o políticas. Lo que es más difícil que la gente reconozca o acepte es que, de manera similar, hay pocos santos en religión, si es que los hay. No hay santos ni santas, excepto los que nosotros hacemos por medio de nuestras propias ilusiones. Porque tenemos siempre con nosotros este factor de pretensión, es fácil para los supervendedores de religión obtener el control a través de nuestras propias peculiaridades y conciencias, para ejercer autoridad sobre nuestras mentes y acciones. Ha habido muchos en este planeta que se han vendido a sí mismos al mundo, ofreciendo salvación para el futuro - cuando en realidad no eran sino supervendedores que nos habían robado nuestra libertad de pensamiento infundiéndonos un sentimiento de culpa y temor e inclinando a sus seguidores a su propia voluntad. Mientras usted lee, tenga presente que alguien le vendió la idea de que lo que usted cree en lo profundo de usted mismo es "único" y tiene la autoridad de Dios, la más alta corte de apelación; que usted es "diferente"a causa de esta autoridad; y que usted se "salvará" si sigue las reglas. El problema con este tren de pensamiento es que su verdad puede ser sólo la interpretación de la verdad de su santo, y los pronunciamientos que usted ha aceptado como autoridad pueden ser ideas que su santo tomó prestadas de otros. Esto, creo, es lo que este estudio mostrará en relación con Ellen G. White. Y si la misma cantidad de información estuviera disponible sobre los santos de otros grupos, sería también cierta acerca de ellos. Por qué todavía queremos creer lo que hemos llegado a creer es de lo que trata la mentira blanca. En esta odisea que emprenderemos juntos, los supervendedores serán los clérigos, los predicadores, los reverendos, los teólogos - a quienes, más que a cualesquiera profesionales, se les ha concedido licencia (tanto por la gente misma como por el estado) para vender su mercancía a los incautos, proyectar sus temores sobre los temerosos, y vender su sentimiento de culpa a los que sienten remordimientos. El santo patrono será Ellen Gould White, la canonizada dirigente de la Iglesia Adventista del Séptimo Día - que simboliza a todos los santos de cualesquiera fes, y a través de la cual los adherentes se aproximan a su concepto de Dios y tratan de conseguir la inobtenible salvación ya sea aplacando a su santa o aplacando a Dios por medio de esa santa. Los verdaderos creyentes serán los incautos, los temerosos, los que tienen complejo de culpa, los excesivamente celosos, los bien intencionados, los que no preguntan. Careciendo de confianza personal en Dios, la buscan por medio de su santo elegido, que ellos creen tiene comunicación directa con los lugares celestiales. Por cuanto el cuerpo del material presentado tiene que ver con la "apropiación literaria de obras ajenas," yo también he copiado de todo el mundo. Sin ningún sentido de vergüenza, he usado material que ha sido birlado, tomado prestado, o de alguna manera tomado abiertamente de cualesquiera fuentes disponibles o que se haya considerado necesario usar como evidencia y para mayor claridad. Con gusto daría crédito a todos los que, por cualesquiera métodos y de cualesquiera fuentes, me trajeron material para que yo lo usara, de manera que los lectores pudieran ver la evidencia por sí mismos y conocieran la naturaleza y la extensión de la mentira blanca Adventista. Pero, por la naturaleza del tema y las presiones administrativas y de nuestros iguales tanto sobre la posición como sobre la persona, aquéllos con quienes estoy en deuda no pueden ser nombrados. Este libro intenta remontarse al nacimiento, crecimiento, y pleno florecimiento de la mentira blanca en el Adventismo. No puedo explicar todos los hilos que nos atan, como a Gulliver, en nuestro viaje, porque hasta ahora se ha negado acceso a muchas fuentes de los hechos. El libro sólo puede apuntar al lector a ciertas fuentes, de manera que pueda ver por sí mismo lo que hay que ver. No estoy tratando de señalar a los que, teniendo ojos, no ven, ni gritarles a los que, teniendo oídos, no desean oír. Pero, porque alguien tiene una obligación con las generaciones que vendrán después, este material se publica para encender una velita en un mundo de superstición, temor, y culpa. Puede ser que la llama, aunque pequeña, ayude a iluminar el camino hacia el verdadero Santo de todos los santos - Cristo Jesús. El autor, Walter Rea Referencias y Notas 1. El Ellen G. White Estate es la agencia que custodia los escritos, la correspondencia, los registros, los sermones, los recortes, la colección personal de libros, los recuerdos, y los materiales misceláneos dejados en fideicomiso por la Sra. White a su muerte en 1915. El Estate es administrado por la Conferencia General de los Adventistas del Séptimo Día en la oficina central mundial de Washington,D. C. 2. El libro similar al libro de Ellen White Sketches from the Life of Paul [Bosquejos de la Vida de Pablo] es The Life and Epistles of the Apostle Paul [Vida y Espístolas del Apóstol Pablo].Fue escrito por William J. Conybeare y John S. Howson, y se publicó primero en Londres (1851-1852) y más tarde en New York. El Sketches de la Sra. White nunca se reimprimió después de haber aparecido en 1883, hasta que la Review and Herald Publishing Association hizo una reproducción en facsímil en 1974. 3. Alfred Edersheim, Elisha the Prophet (London: The Religious Tract Society, 1882). Era la "nueva edición revisada" de Edersheim la que estaba en la biblioteca de Ellen White. 4. The Bible History: Old Testament, de Edersheim, se publicó primero como un juego de siete tomos (1876-1887). Wm. B. Eerdman´s Publishing Company reimprimió la edición de 1890 en dos tomos ("completos e íntegros") en 1949. 5. Alfred Edersheim, The Life and Times of Jesus the Messiah, 5 libros. (London: Longmans, Green, and Co., 1883; New York: E. R. Herrick, 1883). 6. William Hanna, The Life of Christ (New York: The American Tract Society, n.d. (pref. 1863). Este libro se publicó primero en seis tomos separados como The Life of Our Lord, que es el título listado por el EGW Estate, Archivo de Documento 884, en la biblioteca de Ellen White. 7. Douglas Hackleman, "GC Committee Studies Ellen White´s Sources," Spectrum 10, no. 4 (Marzo 1980): 9-15. 8. Eric Anderson, et al., "Must the Crisis Continue?" Spectrum 11, no. 3 (Febrero 1981); 44-52. 9. John Dart, "Plagiarism Found in Prophet Books," Los Angeles Times (23 Octubre 1980), p. 1. 10. Vance Packard, The Status Seekers (New York: Simon and Schuster, Pocket Books, 1961). Samm Sinclair Baker, The Permissible Lie (Boston: Beacon Press, 1968). Eric Hoffer, The True Believer (New York: Harper & Row, Publishers, Perennial Library, 1951). LA MENTIRA WHITE Título del libro en inglés: The White Lie Walter T. Rea Capítulo 1 Cómo cambiar la historia Al comenzar el siglo diecinueve, el mundo tenía mucho que emparchar. Estados Unidos de Norteamérica había tenido su contienda con Gran Bretaña y estaba a punto de convertirse en una nación. El continente europeo se ponía de pie, tambaleante, después de otra dañina y agotadora lucha consigo mismo, no diferente de la que había estado teniendo lugar por siglos. Las naciones del Este (siendo Rusia el gran símbolo) todavía preocupaban al Oeste, como había ocurrido desde que los territorios de las religiones rusas habían librado la Batalla de Tours en el año 732 y las hordas mongólicas habían bajado del norte para tratar de tomar la Tierra Santa de manos de los cristianos. Aunque los años entre 1800 y 1900 serían un tiempo de estabilización, también serían de cambio e incertidumbre, una dicotomía que no es rara en la historia. Todos los valores políticos, religiosos, y sociales serían re-examinados, y en muchos niveles, descartados. En la política norteamericana, surgiría el sistema bipartidista, y los territorios que habrían de convertirse en estados comenzarían a copiar alguna forma de nacionalismo. Las personalidades dejarían sus huellas en las leyes nacionales y locales, así como en el marco político. La Guerra Civil debilitaría y, sin embargo, uniría, a una nación. Las naciones europeas continuarían luchando por su identidad y por el poder. La expansión del Oeste norteamericano trajo grandes cambios en los valores. La tierra y el individualismo se convirtieron en consideraciones importantes en la vida de la gente. Por primera vez, la propiedad estuvo disponible para muchos. Las cosas, muchas cosas, se hicieron deseables. La vida y el progreso que para muchos (por casi un milenio) apenas habían parecido deseables, y para la http://www.ellenwhite.org/rea/rea1.htm mayoría (en el resto del mundo) difícilmente obtenibles, ahora estaban en las doradas playas de la nueva tierra y parecían estar al alcance de los que trabajaran y se esforzaran por obtenerlas. La oportunidad, una palabra apenas reconocida en la mayor parte del mundo, parecía haber llegado. En religión, el comienzo del siglo, desde la década de 1820 hasta la de 1850, habría de presenciar una de las últimas boqueadas del antiguo drama de temor y fuego del infierno en nombre de Dios y del cielo. El tema, que había sido representado en los escenarios de Europa tanto por católicos como por protestantes, saltó al otro lado de los mares y se convirtió en un fenómeno americano en el movimiento millerista. La antigua canción de que "todos quieren ir al cielo, pero nadie quiere morir", nueva sólo en algunos de sus detalles, volvió a ser tocada para beneficio de los temerosos y los que se sentían culpables Pero hay que morirse, decían William Miller y sus seguidores, y hasta fijaron el momento del suceso. Después de mucho trabajar con las calculadoras celestiales, fijaron la fecha del 22 de octubre de 1844 para el suceso (salvo cualesquiera complicaciones serias, por supuesto). Fue un gran drama, aquel movimiento millerista, en que cada uno de los grupos de actores gravitaba fuertemente ya hacia un lado del escenario, ya hacia el otro, afirmando cada uno de ellos que tenía a Dios de su lado. Uno habría tenido que pagar buen dinero para ver un espectáculo así en cualquier otra parte y en cualquier otro momento. Pero en los Estados Unidos era gratis. Incluía personalidades, personas, ocupaciones, sermones, diatribas, invectivas, recriminaciones, ataques, y contraataques - de hecho, una verdadera guerra santa, todo en el nombre de Dios. Leyendo acerca de aquellos días, uno se pregunta si el verdadero tema en discusión no era el mismo que siempre parece existir en religión: ¿Quién va a controlar las concesiones aquí y en el más allá? No se necesitó mucho tiempo para que un grupo comprara la franquicia. Aquello por lo que católicos y protestantes habían estado luchando en Europa por siglos, un grupo de sobrantes del movimiento millerista decidió mercadearlo en los Estados Unidos. Al principio, no pensaron en un movimiento mundial. Pero, si el producto se vendía, el mundo sería su ostra y el cielo su ghetto. Ellos habrían de ser los Adventistas; el séptimo día sería su estandarte, y el Segundo Advenimiento su canción, ambas ideas el producto usado del movimiento millerista. No había realmente nada nuevo ni en el estandarte ni en la canción. Los hebreos de la antigüedad habían sostenido el séptimo día a través del Antiguo Testamento. Los cristianos del Nuevo Testamento le habían prestado alguna atención y adhesión verbal a la Segunda Venida desde los días de Cristo. Pero los nombres y las fechas y los lugares serían cambiados para proteger a los culpables. En las mentes de Ellen White (la dirigente psíquica del movimiento Adventista) y de sus seguidores, surgió la práctica de interpretar las Escrituras (pasadas, presentes, y futuras) en términos de conceptos y creencias Adventistas. Esta no era una idea nueva, pero encajaba en los tiempos del siglo diecinueve. Los antiguos hebreos habían promovido la idea de que ellos eran los depositarios de los oráculos de Dios (y hay quienes todavía creen que lo son). Los católicos, en los tiempos del Nuevo Testamento y después, trabajaron para perfeccionar esa idea judía y hacer del catolicismo el custodio de toda verdad, aunque tuvieron que encadenar parte de ella a una pared. Ahora, en la mitad del siglo diecinueve, les tocó el turno a los Adventistas. Para que cualquier grupo u organización convenza a otros de la idea de que a ellos se les ha dado la concesión hacia el más allá, que ellos son en verdad aquéllos a quienes Dios ha escogido para vender las indulgencias para estavida y la utopía venidera, deben siempre abordar el trabajo de reordenar y reasignar los hechos de la historia, y reescribir el canon (la Biblia del "verdadero creyente") de manera que ambos estén en armonía con sus ideas preconcebidas, conceptos errados, y prejuicios, declarando al mismo tiempo que el Libro Santo es la palabra final de autoridad. Menuda tarea para cualquiera en cualquier tiempo. No hay que sorprenderse de que la idea nunca ha prendido realmente en el mundo religioso por demasiado tiempo, aunque los que lo han intentado merecen una "A" por su esfuerzo. Sin que la idea del fracaso les pasara por la mente, los Adventistas asignaron esta impresionante tarea a la persona a quien gustaban llamar "la más débil entre los débiles", Ellen Gould Harmon. Ellen nació como hermana gemela en Gorham, Maine, el 26 de noviembre de 1827, de Robert y Eunice Harmon, miembros activos de la Iglesia Espiscopal Metodista, y se casaría con James White el 30 de agosto de 1846, tres meses antes de su decimonoveno cumpleaños. No había señales anticipadas de que ella habría de ser la muchacha de pueblo que se sobrepondría a su deficiencia. No comenzó con fama ni con fortuna. Sus oportunidades de atrapar el anillo de bronce parecían tenues, hasta que el infortunio le sonrió. Cuando tenía nueve años, le ocurrió un accidente que, de acuerdo con ella misma, "habría de afectar mi vida entera". Como el apóstol Pablo con su problema de los ojos, Ellen, a través del resto de su vida, como a menudo se nos recuerda, fue el producto de su infortunio físico. Sufría ataques de desmayos y mareos; su sistema nervioso la postró; a veces se rendía a la desesperación o al desaliento. Después de un golpe en la cabeza con una piedra que le lanzó una compañera de colegio, abandonó la escuela y, como a los Adventistas les gusta contar, nunca tuvo educación más allá del tercer grado. (2) Lo que debería observarse es que no tuvo una educación formal más allá de ese grado. Todos aprendemos o somos educados mientras deseemos serlo y seamos conscientes, y hay pocas pruebas de que Ellen no fuera consciente. Aquí había una oportunidad hecha a la medida. La historia religiosa proporciona amplia evidencia de que es mucho más probable que un "verdadero creyente" acepte los dictados de los simples si a estos dictados de alguna manera se les puede dar un marco celestial. Especialmente en la Cristiandad Occidental, las creencias religiosas generalmente se centran en unos pocos temas: Todos los hombres son creados (no necesariamente iguales, que es una idea política bastante nueva); todos los hombres son pecadores (y las mujeres también, que es otra idea política bastante nueva), o lo que sea que eso signifique. Dependiendo de la definición que el sistema le dé al pecado, la vida es un viaje en bote a través de un mar sembrado de explosivos llamados tentaciones - generalmente definidos como mujeres (u hombres, según sea el caso), vino, y canciones. Y al caer la cortina, el hombre tiene que morir. Bueno, eso es todo, excepto que la emoción y la acción llegan cuando los diferentes (ya sean grupos o individuos, organizaciones, o bandas ambulantes) comienzan a trazar el plan de juego y a preocuparse por los detalles. Por ejemplo, ¿quién es el autor de la creación, cuánto tiempo le tomó, quién estuvo allí tomando notas, y cuán verdadero es el registro del suceso? ¿Quién nos salpicó a todos nosotros con el pecado? ¿Fue Dios, o esa serpiente en la hierba, que llegó cuando Adán estaba en el sur veraneando? ¿O lo obtuvimos de nuestros antepasados en pasados eones? ¿O es el diablo, como Santa Claus, nuestro padre? La cuestión del pecado ha fascinado siempre a teólogos y no teólogos por igual. Para efectos de esta lectura, teólogos son los que practican el definir a Dios o juegan a ser Dios. Naturalmente, el que prepara la lista para otros tiene ventaja en el juego. A través de la historia, la mayoría de los místicos, adivinos, o teólogos han tenido oportunidad de confeccionar la lista de los pecados. Una de las maneras más seguras de hacer esto es dejar fuera de la lista las cosas de las cuales uno personalmente disfruta. Esto lo ha hecho la mayoría de los que confeccionan listas. Y por último, el grupo u organización debe abordar la cuestión final: Al morir, ¿a dónde vamos, y cuándo (antes, durante, o después)? Nadie ha encontrado todavía una respuesta satisfactoria para estas preguntas. Puesto que es mucho más difícil regresar acá una vez que uno se ha ido que ir allí en primer lugar, no muchos han regresado para dar un informe anual del otro lado. Este hecho por sí sólo le da amplia libertad de acción a alguien de mente fértil, imaginación, y capacidad para describir el horror o la gloria del más allá (por un precio). Se puede decir sin temor a equivocarse que el temor del viaje que todavía no hemos emprendido es un arma poderosa en las manos de los que, por algún medio, han hecho el viaje y han regresado para vendernos el camino. Ellen estaría a la altura de la tarea. Eventualmente, dejaría para el creyente (por medio de los conceptos Adventistas) información, instrucciones, amonestaciones, y consejos sobre todos los asuntos precedentes. Desde un comienzo tembloroso con la "amalgama entre seres humanos y animales" en uno de sus primeros libros 3, enderezó las cosas más tarde con su lectura de Paradise Lost. (4) Sus visiones extra-canónicas del diálogo, la batalla, y la expulsión de Satanás y sus ángeles, dio vividez y forma al gran poema de Milton, de los cuales carecían hasta los escritores bíblicos. Algunos de sus amigos del comienzo notaron la similitud y llamaron su atención sobre el asunto, pero ella desestimó la cuestión con la misma facilidad con que hacía la mayoría de sus críticas. Su nieto, que habría de heredar los deberes de custodio de las llaves, dio casi la misma explicación por más de cuarenta años - con una interesante excepción en suu suplemento de 1945 al tomo cuatro del libro The Spirit of Prophecy: La Sra. White siempre trató de evitar ser influída por otros. Poco después de la visión de The Great Controversy de marzo 14, 1858, en reuniones en Battle Creek durante un fin de semana, ella contó los puntos sobresalientes de lo que se le había mostrado en esa visión. El pastor T. N. Andrews, que en ese tiempo estaba en Battle Creek, estuvo muy interesado. Después de una de las reuniones, le dijo a ella que algunas cosas que había dicho se parecían mucho a un libro que él había leído. Luego, le preguntó si había leído Paradise Lost. Ella contestó que no. Él le dijo que él creía que a ella le interesaría leerlo. Ellen White olvidó la conversación, pero algunos días más tarde el Anciano Andrews llegó a casa con una copia de Paradise Lost y se la ofreció a ella. Ella estaba muy ocupada escribiendo la visión de The Great Controversy como se le había mostrado. Tomó el libro, sin saber apenas qué hacer con él. No lo abrió, sino que lo llevó a la cocina y lo puso sobre un estante alto, decidida a que, si había algo en ese libro que se pareciera a lo que Dios le había mostrado en visión, no lo leería sino hasta después de haber escrito lo que el Señor le había revelado. Es evidente que más tarde sí leyó por lo menos algunas porciones de Paradise Lost, porque HAY una frase citada en Education. (5) La desviación a la que nos referimos es la última oración en la cita de su nieto - la aceptación de que ella sí había leído la obra de John Milton. La cuestión que parece quedar por resolver es si ella lo leyó antes o después de su "visión" de la misma controversia. El por qué puso el libro sobre un "estante alto" continúa siendo motivo de perplejidad para muchos. Quizás pensó que mientras más alto, mejor - a causa de la tentación. ¿Quuién sabe? Un escritor que ha estudiado el problemade la Sra. White y el Paradise Lost de Milton puede que nos dé algunas respuestas: De excepcional importancia es la correlación, que se encuentra en cierto número de ocasiones, en que ambos autores describen con algún detalle una experiencia que no se encuentra en la Biblia. Entre tales eventos están los siguientes: 1. La escena en el cielo antes de y durante la rebelión, en que los ángeles leales tratan de ganar a los desafectos de vuelta a la lealtad hacia Dios. 2. Las advertencias a Eva para que permaneciera al lado de su esposo; el subsiguiente alejamiento. 3. El complicado escenario de la tentación misma, con los argumentos de Satanás analizados punto por punto. 4. La detallada descripción de los inmediatos resultados del pecado para Adán y Eva y para el mundo animal y vegetal alrededor de ellos. 5. La explicación de la razón básica de la caída de Adán: Estaba enamorado de su mujer. 6. La narración a Adán, por parte del ángel, de eventos futuros. 7. Los sentimientos tanto de Adán como de Eva al abandonar el jardín. Estas similitudes en la narración acerca de puntos sobre los cuales las Escrituras guardan silencio intensifican la pregunta: ¿Por qué concuerdan tanto sobre hechos principales estos dos autores, que vivieron separados por doscientos años? (6) Otros estudiosos del mismo tema han preguntado, sin encontrar respuesta, por qué ambos autores, separados como por doscientos años, escribieron estos mismos relatos no bíblicos, aunque el escritor posterior afirma que no sabía nada de la obra del anterior. Uno por uno, Ellen White comenzó a acentuar en sus escritos (que ella afirmaba venían de "visiones") todos y cada uno de los puntos de la controversia teológica entre protestantes y católicos. Comenzando con el principio de todos los principios, y procediendo a través del fin de todos los fines, ella dio una nueva y a menudo alarmantemente inexacta descripción de la gran controversia como se presenta en la Biblia. Aunque los creyentes de todas las fes han estado un poco confusos acerca de la gran controversia, ella la describió con tanta seguridad que algunos se tragaron su versión de ella. Su descripción de los sucesos, sus expresiones Yo vi, habrían de quedar tan indeleblemente impresas en las mentes de unos pocos que el futuro modelo del Adventismo fue establecido por generaciones. Al mismo tiempo, su relato también cerraba la puerta que había sido abierta para que el Adventismo hiciera una contribución marcadamente diferente al concepto mundial de la religión. 7 Y la puerta continúa cerrada, porque la iglesia del advenimiento no puede pasar más allá de las interpretaciones del Canon que hace la Hermana White. Oficialmente, no se permite ningún patrón de pensamiento, ningún surgimiento de valores, ninguna interpretación de las Escrituras hasta o a menos que sea primero examinado, sometido a prueba, y ensayado, y luego teñido según el color de Ellen White. Lo mismo podría decirse de los Mormones con su Joseph Smith, de los Cristianos Cientistas con su Mary Baker Eddy, de los Testigos de Jehová con su John F. Rutherford, de los Luteranos con su Martín Lutero, y de otros con sus santos patronos. Cada iglesia ve el mundo a su alrededor, y el futuro más allá, a través de los ojos de su respectivo santo. Si hay un mundo alrededor de ellos en el cual vivir, o un mundo que evitar, debe conformarse a la manera en que sus santos lo experimentan. Si hay un cielo que ganar, o un infierno que evitar, su definición y su dirección, y hasta sus ocupantes, deben ser determinados por el santo del sistema y por la interpretación del Canon por parte de ese santo, como lo demuestren los escritos de ese santo, los cuales a su vez se mantienen al día por medio de la reinterpretación por parte de santos posteriores del mismo tipo o un similar tipo o sistema. Es difícil, si no imposible, para los Adventistas actuales mirarse a sí mismos y a su santa, Ellen White, en una perspectiva histórica. Un artículo de 1979 que comentaba este punto de vista estremeció a la iglesia cuando apareció en Spectrum, el diario independiente publicado por la Asociación de Foros Adventistas. Su escritor, Jonathan Butler, profesor asociado de historia de la iglesia en la Universidad de Loma Linda, presentó una brillante pieza de oratoria describiendo a Ellen White como el producto de su tiempo. "Las predicciones del futuro por parte de la Sra. White aparecieron como proyecciones sobre una pantalla que sólo agrandó, dramatizó,e intensificó las escenas de su mundo contemporáneo". (8) Su conclusión fue que ella fue un producto de su tiempo, tal como lo somos todos nosotros, que fue su mundo el que llegó a su fin con los cambiantes sucesos de la historia, que no siempre se cumplieron como ella los había visto. Esta medicina era difícil de tragar para los Adventistas, por cuanto se les había enseñado a creer en Ellen y en sus escritos aisladamente, como si ella hubiese bajado directamente del cielo y permanecido aislada de todos los sucesos mientras estuvo en la tierra. Era sólo natural que pensaran así, pues por años habían estado oyendo decir que "la Sra. White siempre trató de evitar que otros influyeran en ella". (9) Este tema, que nunca antes se había aplicado a ningún ser humano, se convirtió en el camino Adventista hacia lo irreal. En religión, uno no trata muy a menudo con la verdad pura, pequeña o grande, si es que que alguna vez lo hace. Uno trata con la verdad filtrada, expandida, disminuída, limitada o definida por los Yo vi de todas las Ellen de la cristiandad - con mucha ayuda de los teólogos. Lo que sí surge de todo el caldo es que el mapa para esta vida y la venidera, si es que en realidad viene, es trazado por el clan, y se convierte así en el Plan del Clan. El cielo se convierte en la entrada principal al aislamiento, donde todo lo malo, como lo concebimos (que en el caso de la humanidad significa las otras personas) se apaga, y sólo la gente buena marcha hacia adentro. Así fabricamos nuestro propio ghetto. Los capítulos subsiguientes se proponen mostrar el ghetto Adventista y cómo creció, de manera no muy diferente a la de los ghettos de otras fes, pero con algunas deformaciones interesantes y diferentes. Referencias y Notas 1. Ellen G. White, Life Sketches of Ellen G. White (Mountain View: Pacific Press Publishing Association, 1915), p. 17. 2. EGW, Christian Experience and Teachings (Mountain View: PPPA, 1922), pp. 13-15. 3. EGW, Spiritual Gifts, 4 tomos (Battle Creek: SDA Publishing Association, 1858-1860- 1864)? tomo 3, p. 64. 4. Paradise Lost, de Milton. Algunos creen que refleja la obsesión de muchos poetas ingleses y europeos, en la primera mitad del siglo diecisiete, con el tema del origen del mal como lo presenta Génesis. Milton mismo estudió sistemáticamente la Biblia, las historias, y las crónicas por más de veinticinco años antes de que su poema épico se publicara en 1667. 5. EGW, The Spirit of Prophecy. The Great Controversy Between Christ and Satan, 4 tomos. (Battle Creek: SDA Publishing Association, 1870-1877-1878-1884), tomo 4, p. 535. 6. Elizabeth Burgeson, "A Comparative Study of the Fall of Man as Treated by John Milton and Ellen G. White" (Tesis de maestría, Pacific Union College). 7. Ingemar Linden, The Last Trump (Frankfurt am Main: Peter Lang, 1978). 8. Jonathan M. Butler, "The World of E. G. White and the End of the World", Spectrum 10, no. 2 (Agosto 1979): 2-13. 9. EGW, The Spirit of Prophecy, tomo 4, p. 535. LA MENTIRA WHITE Título del libro en inglés: The White Lie Walter T. Rea Capítulo 2 Cierren la puerta El desarrollo del ghetto Adventista comenzó casi inmediatamente después de que el movimiento millerista alcanzara su punto culminante en 1844 e iniciara su descenso. Con la ayuda de EllenWhite y sus "visiones", se le permitió a Dios hacer algún trabajo de carpintería sobre las paredes. A Ellen se le "mostró" que la puerta de la misericordia se había cerrado para todos los que no habían aceptado el mensaje de 1844. Así que el mundo y la mayor parte de los que había en él se quedaron en el lado de afuera de la puerta. Linden ofrece una muy adecuada descripción de los sucesos en su libro The Last Trump. 1 El exclusivismo, que comienza temprano en cualquier plan religioso, despegó en seguida. Se parece a la actitud de "Señor, bendíceme a mí y a mi esposa, a mi hijo John y a su esposa, a nosotros cuatro, y a nadie más". La posición de la puerta cerrada nunca fue realmente aceptada por el mismo William Miller, pero circuló entre algunos de los rechazados. Duró oficialmente hasta después de 1850, cuando se abrió una rendijita en la puerta para que pudieran colarse los hijos de los miembros fieles, y más tarde, los cónyuges de los que creyeron. Es sorprendente lo que un poco de levadura le hace a toda la masa. Aún hoy, los Adventistas se refieren a los que no son miembros como a los "extraños". "los cuñados o las cuñadas de la iglesia", o, como se les escapa de tanto en tanto, "los que no son salvos". En realidad, en el concepto Adventista, tanto al comienzo como más tarde, virtualmente todo el mundo era o es no salvo. La primera razón para esto, la "puerta cerrada", pronto fue abandonada porque los que perdieron el tren en 1844 comenzaron a morirse. Después, los no salvos, aún en nuestro tiempo, vinieron a ser todos los que no hubieran aceptado a Cristo. Todos los cristianos sabían esto, pero para hacerlo un poquito diferente, y quizás para añadirle encanto, el punto de vista Adventista de no salvo vino a significar cualquiera que adorara en domingo (católico o protestante); cualquiera que fumara, masticara tabaco, bebiera, fornicara, asistiera a espectáculos públicos, o usara o comiera algo que los Adventistas no usaran o comieran - en general, cualquiera que no fuera oficialmente parte de su espectáculo. En realidad, la posición Adventista probablemente no era muy diferente de otras que había habido antes; sólo combinaba todo en una lista para que fuera más fácil encontrar http://www.ellenwhite.org/rea/rea2.htm http://www.ellenwhite.org/rea/rea2.htm a las personas que la iglesia quería rechazar, y para mantener esa puerta cerrada por un poquito más de tiempo. Hasta los que estaban alrededor de Ellen tenían dificultades para evitar que ella apretara demasiado con sus visiones. James, su esposo y editor, tuvo que aclarar que podría haber una rendija en la puerta, sobre la cual Ellen no tenía control. En 1851, James se sintió impulsado a publicar en el Review and Herald un extenso editorial (refiriéndose a "los que han tenido cualesquiera dones del Espíritu") que incluía estas palabras: Aquéllos a los cuales el cielo otorga las mayores bendiciones están en mayor peligro de ser "exaltados" y de caer. Por lo tanto, necesitan ser tanto exhortados a ser humildes como protegidos cuidadosamente. Pero cuán a menudo los tales han sido considerados casi como infalibles, y ellos mismos han estado propensos a beber de la extremadamente peligrosa idea de que todas sus impresiones son la inspiración directa del Espíritu del Señor. [La cursiva ha sido añadida]. 2 El mismo editorial fue reimpreso en su totalidad en las páginas editoriales en 1853. Luego, en un editorial de 1855, James White se refirió a las afirmaciones previamente publicadas sobre el mismo tema, y añadió: "Ningún escritor del Review se ha referido nunca a ellas [las visiones] como autoridad sobre ningún punto. Por cinco años, el Review no ha publicado ninguna de ellas"'. 3 Con esta afirmación, la batalla estaba trabada. James habría de perderla. Se requiere una mente diestra para manejar dos problemas al mismo tiempo. A menudo, la mente produce respuestas sin valor, pero es muy divertido. En teología, es francamente divertido. La primera regla es aprender a no decir nada bien. La segunda regla es decirlo de tal manera que nadie pueda poner en duda las conclusiones filosóficas de uno (si es que se ha llegado a alguna). Es como aprender un poquito de todo, de modo que pronto uno sepa todo sobre nada. En la mayoría de las bibliotecas, el departamento de religión aparece bajo el encabezamiento de filosofía - y eso es lo que es, la definición y la redefinición de términos e ideas que por siglos se han resistido a ser definidos. Ellen y sus ayudantes eran maestras en reprocesar ideas pasadas. Después del gran desengaño del 22 de octubre de 1844, y la inútil fijación de algunos tiempos y algunas fechas más, y después de consignar a la mayor parte del mundo al infierno por no creer aquéllo sobre lo cual los mismos milleristas/adventistas estaban errados y no entendían, el grupo todavía tenía aquel problema de la puerta de la misericordia cerrada. Al "continuar el tiempo un poquito más", según las palabras de Ellen, el problema se volvió más apremiante. Si abrían la puerta, teológicamente hablando, dejarían entrar a los que habían estado errados. Si la mantenían cerrada, y el buen Señor no venía a sacarlos del dilema, todos morirían y ya no habría ninguna diferencia si la puerta estaba abierta o cerrada. Con la habilidad de un cirujano, Ellen y su grupo se abrieron paso sin abrir la puerta en absoluto, pero actuando al mismo tiempo como si realmente la hubiesen abierto. Este acto de equilibrista se hizo aceptando lo que se convirtió en el "pilar principal" de la fe Adventista, la teoría del santuario. Esta teoría, que se convirtió en la principal doctrina de la iglesia, fue primero enfatizada por O. R. L. Crosier, que después la repudió. 4 Lo que la teoría hace es abrir la puerta aquí en la tierra para luego cerrarla en los tribunales celestiales. En las palabras de aquella canción que una vez fue popular: "Buen trabajo si puedes obtenerlo, y puedes obtenerlo si lo intentas". Los Adventistas efectivamente lo intentaron más fuerte que la mayoría. (En realidad, todavía lo están intentando, y eso es lo que ha causado el gran revuelo acerca de las separadas pero relacionadas preocupaciones expresadas por Paxton, Brinsmead, y Ford). 5 Para hacer corta una historia muy larga, he aquí lo que tuvo lugar después del desengaño, cuando Cristo no vino en 1844. Un antiguo millerista dijo que, caminando por el maizal con sus pensamientos cierto día, se le ocurrió que la fecha que los milleristas habían aceptado era correcta, pero que el suceso era confuso. No era esta tierra la que había sido separada de la misericordia y estaba a punto de recibir justicia, sino todo lo contrario. Era en el cielo donde la justicia estaba siendo decidida (y la misericordia estaba todavía disponible aquí en la tierra). Este proceso requería mucha contabilidad celestial, examinar los registros, volver a registrar las obras hechas y las sin hacer, y compilar un vasto número de cifras que necesitarían mucho tiempo para ser totalizadas - de aquí la idea del tiempo de oportunidad. Además, hasta había espacio para las cosas que no habíamos hecho o pensado. Se suponía que Ellen había escrito que "seremos tenidos como individualmente responsables por hacer una jota menos de lo que podemos hacer ... Seremos juzgados de acuerdo con lo que deberíamos haber hecho, pero que no llevamos a cabo porque no usamos nuestros poderes para glorificar a Dios... Por todo el conocimiento y la capacidad que pudimos haber obtenido y no obtuvimos, habrá una pérdida eterna". 6 Fue como un llamado a filas. No importó que algunos indicaran que el pobre hombre en el maizal debe haber visto un espantapájaros en vez de una visión. Ningún instructor podría haber inspirado a su equipo con un mejor discurso. Con un "ganemos uno para el jefe",los jugadores corrieron al campo - y han estado corriendo desde entonces, habiendo ideado uno de los más complejos sistemas de salvación por obras que el mundo haya visto jamás desde la caída de Jerusalén en el año 70 D. C. Habiendo aceptado que la justicia se ha estado resolviendo en el cielo desde 1844, a los Adventistas nunca les entusiasmó la idea de que la misericordia y la gracia estuviesen demasiado disponibles en la tierra. En las décadas de 1970 y 1980, cuando los australianos (Paxton, Brinsmead, y Ford) dijeron lo que tenían en sus mentes, el ataque mezquino contra ellos fue que estaban vendiendo "gracia barata". Esto sólo muestra que los que refunfuñaban no habían aceptado la posición del evangelio de que la gracia es aún más barata que eso - es gratis. Cuando estos hombres se presentaron en público, el sistema los aisló como se aísla a una bomba. Cuando recurrieron a grabaciones para adelantar sus puntos de vista, los dirigentes dijeron que quienquiera que las escuchara tenía "gusanos de cinta" [tapeworms, tenias, pero fue necesario recurrir a la traducción literal para mostrar más claramente el significado del símil. N. del T.] Por consiguiente, los dirigentes cerraron la reunión anunciando que sus propias conversaciones estaban grabadas y estaban disponibles en la puerta por una pequeña suma. (Es bien sabido que las iglesias venden más cintas que la mayoría, pero es la competencia lo que hace daño. Alguien siempre está tratando de meterse por la fuerza en esa franquicia celestial). A finales de las décadas de 1970 y 1980, Desmond Ford, un orador extremadamente talentoso, tocaba tan fuertemente a esa puerta de la misericordia que su voz estaba comenzando a oírse alrededor del mundo. No hay nada que a los administradores les guste menos que los desafíos y los ruidos fuertes. Sobre todo, no les gusta que se les hable de teología, un tema que les es tan extraño como el griego que algunos de ellos apenas aprobaron y que nunca han usado. Pero esa puerta que Ellen y sus ayudantes habían cerrado en 1844 había que mantenerla cerrada. Así pues, como los cuatro jinetes del Apocalipsis, todos se montaron en sus modernos caballos y se dirigieron a la reunión del Comité para la Revisión del Santuario en Glacier View Ranch en Colorado en agosto 10 de 1980. La seguridad allí habría enorgullecido a la CIA y, en comparación, la convención presidencial se habría parecido a una reunión de Boy Scouts. Era un grupo verdaderamente internacional de como 115 delegados, la mayoría de ellos encajando en la categoría de "ejecutivos", y por consiguiente, agradecidos a la iglesia de un modo u otro. Algunos de los administradores, que (para decirlo amablemente) no estaban teológicamente orientados, trataron de recostarse de esa puerta cerrada, y hasta indicaron alguna forma de juramento de lealtad a la fundadora Ellen y a sus conceptos. Si la reunión demostró algo en absoluto fue que, en estos tiempos, dispararle a un hombre desde cierta distancia es mucho más barato que colgarlo en público. Demostró también que la justicia (como era definida por los dirigentes), no la misericordia, era todavía el tema de la iglesia. Al final, después de muchos juegos de manos y charadas, Ford fue puesto de patitas en la calle. El resultado realmente nunca estuvo en duda. Así que no fue ninguna sorpresa cuando "el bueno" del Review anunció como con una trompeta: "Resumen de una reunión histórica: El Comité para la Revisión del Santuario, caracterizado por la unidad y controlado por el Espíritu Santo, encuentra fuerte apoyo para la posición histórica de la iglesia". 8 Los goznes de aquella puerta cerrada se habían enmohecido mucho desde 1844 y desde la incursión de Ellen en teología. Aunque amigos y enemigos por igual habían estado tratando desesperadamente y por décadas de abrir la puerta un poquito, los Ancianos eran lo bastante listos para ver lo que quizás otros (como los teólogos) no veían: esto es, que si esa puerta cerrada se abre alguna vez, el cielo y el ghetto Adventistas son profanados poniéndolos a disposición de todos, sin distinción de raza, credo, o color, y la iglesia y el sistema Adventistas habrán perdido para siempre su franquicia celestial. Los sucesos tenían que ser moldeados de esa manera, porque parte de la teología Adventista es que los redimidos (queriendo decir ellos, los fieles Adventistas, por supuesto) algún día, durante la edad dorada del milenio, se sentarán sobre aquellos perlinos tronos blancos en el Lejano Más Allá, y ayudarán a juzgar a los impíos. Allí, todos los jugosos bocadillos de los actos y los pecados ajenos finalmente les serán revelados a ellos. Ese pensamiento, por sí solo, ha ayudado a muchos fieles a seguir hasta el fin. Pensar en conocer todo acerca de todos los que no se salvaron, y por qué. Y cuando todo haya terminado, le darán a Dios un voto de confianza y las gracias por que las cosas hayan resultado como a ellos les parecía que deberían haber resultado desde el principio. 9 Otra muy importante razón en la mente Adventista para mantener esa puerta cerrada, bien sea aquí o en el cielo, es el evangelismo. ¿Cómo podrían ellos jamás aceptar la idea de que otros con diferentes hábitos y costumbres y diferente moral se salvaran como ellos? ¿Qué sucedería con la idea que tienen los Adventistas de que todas las otras iglesias del mundo son las rameras y las prostitutas de que habla Apocalipsis? Esta idea había venido directamente de la profeta. Ella había visto cámaras de tortura en los sótanos de las iglesias católicas, donde todos los hombres que finalmente habían adorado en domingo habrían de recibir la "marca de la bestia", y donde los Adventistas, como los Valdenses y los Husitas de antaño, habrían de ser cazados como perros en las fortalezas de las montañas, para ser desposeídos y finalmente muertos por la espada. El miedo no tiene comparación como sustituto para motivar a la acción. Con miedo, el lisiado puede escalar el muro más alto, el ciego puede ver lo suficiente para quitarse del camino, y el mudo puede adquirir una instantánea soltura de lengua. El amor, la motivación alentada por las Escrituras, tuvo su mejor (y algunos creen que su última) demostración en la cruz - y de eso hace mucho tiempo. Además, el amor debe ser aprendido. El miedo, con su hermana gemela la culpa, siempre acecha en las sombras de la mente y está disponible en seguida si alguien toca el botón correcto. Todos los teólogos, los adivinos, y administradores espirituales son expertos en tocar los botones correctos. Para los que quedaban de 1844, la idea de que la justicia tenía que ser comprada por el penitente y que la misericordia era gratis no era nueva. Pero la idea recibió énfasis de la pluma de Ellen White, en cuya mente sombras más oscuras que la mayoría yacían cerca de la superficie. En sus Testimonies for the Church, ella cuenta su primera experiencia. No puede pasarse por alto que, a los nueve años de edad, fue golpeada por una piedra, y que el golpe fue tan fuerte que su impresión posterior fue que casi se muere. Quedó desfigurada de por vida. Dice que quedó "en un sopor" por tres semanas. Cuando comenzó a recuperarse y vio cuán desfigurada estaba, quiso morir. Se volvió melancólica y evitaba las compañías. Dijo: "Mi sistema nervioso se postró". 10 Estaba terriblemente asustada y solitaria, y a menudo aterrorizada por el pensamiento de estar "eternamente perdida". Pensó que "la suerte de un pecador condenado"11 sería la suya, y temió perder la razón. Así que aquí tenemos a una adolescente que, desde los trece hasta los diecisiete años, fue debilucha, enfermiza, sin educación, impresionable, y anormalmente religiosa y excitable, cuando asistió por primera vez a las conferencias deWilliam Miller en 1840, en que predecía el fin del mundo en 1843 o 1844. Durante este tiempo, ella misma sintió que había sido excluída del cielo. En realidad, a causa de su experiencia en la vida, estaba excluída de los que la rodeaban. Con el tiempo, sus actitudes se modificaron y se sintió algo más aceptada. Pero sus escritos, aún a través de los libros que publicó en las décadas de 1870 y 1880, muestran claramente a una persona que miraba con gran aprensión mucho de lo que era la vida real alrededor de ella. Vivía en un mundo espantoso, y anhelaba el momento en que todo lo que temía finalmente terminara. 12 Ella podía proporcionarse este aislamiento por sí misma. Su puerta cerrada, sin embargo, está todavía cerrada en las mentes de los Adventistas hoy día. Con cada nueva crisis local o mundial, cada nueva costumbre que es inaceptable, y toda la cambiante moral, el Adventista cierra su puerta un poquito más, duerme con sus maletas hechas, y anhela que llegue ese acto final de justicia que le dará solamente a él y a su clan la seguridad de la misericordia que tanto necesitan. 13 William S. Sadler, ampliamente conocido médico y cirujano de su tiempo, escritor, amigo personal de Ellen White, yerno de John Harvey Kellogg, escribió: De tanto en tanto, surge alguien que intenta hacer creer a otras personas las cosas que ve u oye en su propia mente. Surgen supuestos "profetas" para convencernos de la realidad de sus visiones. Aparecen genios extraños que nos hablan de las voces que oyen, y si parecen bastante sensatos y socialmente convencionales en todo sentido, algunas veces logran levantar un vasto número de seguidores, crear cultos, y establecer iglesias; mientras, si son demasiado osados en sus imaginaciones, si ven un poquito demasiado lejos u oyen demasiado, son prontamente capturados y rápidamente guardados bien seguros en los confines de un manicomio. 14 Este puerto psíquico es una región segura, no sujeta a desafío por la lógica, el argumento, la evidencia, o la realidad. Y, a pesar de habérseles negado todos estos nutrientes de la conducta y la persuasión racionales, los hombres todavía creen lo increíble. Las ideas de la puerta cerrada, el juicio investigador, la negación de la doctrina bíblica de la gracia y la misericordia divinas libremente disponibles para todos desde la Cruz, todas ellas fueron tomadas por los Adventistas y hechas condicionales en base a conceptos rechazados por la mayoría, (hasta por los originadores), pero respaldadas y promovidas por Ellen White. Y esto nos trae ahora a la última puerta que fue cerrada en 1844 por Ellen y los milleristas que quedaron - el Evangelio, las Buenas Nuevas de la Salvación. Los pecados Adventistas no son nunca realmente perdonados. Permanecen en los libros del cielo hasta el día de pago, el Día del Juicio. Ningún sistema que prospera y se perpetúa a sí mismo sobre un escándalo tal puede traer felicidad a la mente o la experiencia humanas. Las constantes revisiones llevadas a cabo por el sistema eclesiástico, las inspecciones diarias exigidas por la mente, y las investigaciones para el juicio de la vida, y las comparaciones con las vidas de otros para ver si uno está a la altura, minan las fuerzas y el valor. Para cuando el "verdadero creyente" ha hecho todos sus diarios ejercicios calisténicos y revisado su lista de lo que hay y lo que no hay que hacer, está agotado. Su concepto de la vida es que Dios lo flagela en cada colina, en cada valle, y a través de cada bosque, hasta que, agotado, cae muerto. En cada caso, si sus cuotas han sido pagadas, el Señor se inclina y dice: "Bien hecho, buen siervo fiel"'. 15 En un sistema así, el santo patrono se convierte en sustituto del Salvador. El cielo y el aquí y ahora se ven a través de los ojos de ese santo del siglo diecinueve. Las obras se convierten en la manera de obtener o conservar las concesiones otorgadas por los privilegiados, y la vida se convierte en una competencia "santa" con otros creyentes. A nadie le gusta competir en una área en que no se distinga; así que cada uno delimita con estacas un territorio en que pueda trabajar mejor. Para uno puede ser la dieta, para otro la ropa, para los extremistas la vida monástica. Cualquiera que sea la tarea, la vida se convierte en un enorme esfuerzo para aventajar a la competencia subiendo a esa vara encebada primero. Si uno puede sólo "perseverar hasta el fin" y durar más o ser más listo que la competencia, la justicia dice que su lugar en el más allá está asegurado, aunque haya sido un infierno vivir en el aquí y ahora. Así ha sido y será siempre cuando las Ellen de la tierra convencen a sus seguidores de que, por medio de la contabilidad celestial, Dios salvará o hasta satisfará al alma humana o al deseo de justicia. Cada vez que los teólogos o creyentes tratan de jugar juegos semánticos con las doctrinas, siempre terminan perdiendo al Salvador y al Evangelio aquí y haciendo un embrollo místico del más allá. Cuando cerraron la puerta en 1844, cuán poco se dieron cuenta la joven Ellen y su pequeña banda de verdaderos creyentes de que, al tratar de salvar las apariencias a causa del desengaño experimentado, en realidad estaban quitándoles el Señor a decenas de miles y cerrándoles una puerta de amor y misericordia a muchos otros para siempre. Tal ha sido la experiencia de todos los que, bajo cualquier título, han tratado de convertirse en custodios de las llaves de la salvación - ese Evangelio de las Buenas Nuevas. Referencias y notas 1. Ingemar Linden, The Last Trump, (Frankfurt am Main: Peter Lang, 1978) pp. 80-87. 2. James White, "The Gifts of the Gospel Church", Second Advent Review nn./l.SabAn.th Heral./11 (21 april IX51\-7) 3. James White, "The Gifts of the Gospel Church", Review 4 (9 june 1853): 13; J. W., "A Test", Review 7 (October 1855): 61. 4. L. Richard Conradi, The Founders of the Seventh-day Adventist Denomination (Plainview, NJ: The American Sabbath Tract Society, 1939). 5. Robert D. Brinsmead, Judged by the Gospel. Desmond Ford, Daniel 8:14, the Day of Atonement, and the Investigative Judgment, Geoffrey J. Paxton, The Shaking of Adventism. 6. Ellen G. White, Christ´s Object Lessons (Mountain View: Pacific Press Publishing Association, 1900), p. 363. 7. Review 157 (may, june, july 1980). 8. Review 157, (4 september 1980). 9. EGW, The Great Controversy between Christ and Satan (Mountain View: PPPA, 1888, 1911). Véase el capítulo 28, "Facing Life´s Record (The Investigative Judgment)", y el capítulo 41, "Desolation of the Earth". Estudios recientes muestran que gran parte de estos capítulos vinieron de los escritos de Uriah Smith. 10. EGW, Early Writings (Washington: Review and Herald Publishing Assn., 1882), pp. 277-85. Véase también Country Living, de EGW (Washington: RHPA). 11. EGW, Testimonies for the Church, 9 tomos (Mountain View: PPPA, 1885, 1909), tomo 1, pp. 9-16 ,25. 12. EGW, Christian Experience and Teachings (Mountain View: PPPA, 1922). 13. Jonathan M. Butler, "The World of E. G. White and the End of the World," Spectrum 10, no. 2 (agosto 1979): 2-13. 14. William S. Sadler, The Truth About Spiritualism (Chicago: A. C. McClurg). 15. Mateo 25:21. LA MENTIRA WHITE Título del libro en inglés: The White Lie Walter T. Rea Capítulo 3 Digan que no es así Cómo llegó Ellen White a ser conocida como profeta El éxito y la genialidad de cualquier movimiento religioso es decirles a los miembros lo que quieren oír y asegurarse de que no oigan lo que uno no quiere que oigan. Nada proporciona tantas oportunidades en este campo como la imprenta. Gutenberg no tenía ni la más remota idea de qué puertas estaba abriendo cuando inventó la imprenta.Desde la Edad Media, cuando la verdad fue encadenada a una pared de la biblioteca para que nadie pudiera sacarla de la bóveda (ni siquiera con una tarjeta de retiro de libros), la humanidad ha tenido que recibir y aceptar lo que los padres de la iglesia le han entregado. Por supuesto, eso era un poco mejor que cuando los padres imponían el conocimiento con una cerbatana o el mango de una hacha, pero todavía era una forma de control. El arte de imprimir habría de desarrollarse hasta el punto de que el objeto no era controlar el cuerpo con las armas sino controlar la mente con la letra impresa. Los librepensadores siempre se han metido en problemas. En el tiempo de Moisés, si cualquiera encendía fuego por su propia cuenta para gozar de una caliente taza de té de hierbas en sábado, era apedreado [stoned], y no en el moderno sentido de la palabra, tampoco. [En inglés, to be stoned también significa estar borracho - N. del T.]. Si, en los días de Nehemías, alguien vagaba por ahí en el mercado de trueques de objetos de segunda mano en sábado, corría el riesgo de que le arrancaran la barba o que le desbaratasen la peluca. Aún en tiempos del Nuevo Testamento, si Ananías se guardaba unos pocos siclos del http://www.ellenwhite.org/rea/rea3.htm diezmo para pagar el alquiler, el teólogo local le decía que se cayera muerto - y se caía. Así llegó la imprenta. La prensa era mucho mejor en su enfoque; ninguna porquería que limpiar, ningún cadáver que sepultar. Sólo había que seguir las reglas gemelas: Decirle a la gente lo que uno quiere que oiga; no dejarle oír lo que uno no quiere que oiga. La primera regla no es demasiado difícil, pero la segunda todavía requiere alguna forma de control. Si la gente no sabe leer, no se le puede alcanzar por medio de la lectura; si sabe leer, podría ser alcanzada por lecturas erróneas. La manera en que las iglesias resuelven este problema es endosándoselo a Dios. Esa es también una idea antigua. A menudo, se le ha dado crédito a Dios por cosas que no ha hecho; y desde el principio de los tiempos, el diablo ha sido exonerado de cosas que sí hizo. (Léase sobre Adán y la manzana en el relato de la creación en Génesis). Los Adventistas no fueron los primeros en construir un sistema, pero tuvieron más éxito que algunos otros. El mercado con el que comenzaron era pequeño y disperso, pero con la ayuda de Ellen, habría de crecer y consolidarse. James White era una especie de maestro, y conocía el poder de la prensa - especialmente el poder de la prensa controlada, y cuánto mejor era dejar que Dios la controlara. Sólo había que convencer a los lectores de que Dios estaba escribiendo lo que ellos estaban leyendo (dándole así autoridad) y de que Dios no estaba en lo que se les decía que no leyeran. No era una mala idea para un grupo de principiantes. Funcionó, y ha estado funcionando, desde entonces - hasta tiempos recientes, cuando algunas personas tuvieron el valor de bajarse del tren e ir a la parte de atrás para ver qué era lo que hacía moverse a la cosa. 2 Esto en cuanto al sistema. Ahora, ¿cómo construírlo? ¿Quién habría de escribir en nombre de Dios? Ciertamente James no. Su incursión en la escritura habría de incluir sólo cuatro libros, todos ellos copiados en su mayor prte de los de alguna otra persona. Ellen, que sólo tenía una educación de tercer grado, no había escrito nada notable todavía. No era una combinación muy comerciable en una época en que la educación estaba comenzando a hacerse popular. En otra ocasión y en otro lugar, quizás. Pero, gradualmente, vino el experimento que lo hacía funcionar todo, la expresión máxima del genio. ¿Por qué no robárselo todo, en el nombre de Dios? Después de todo, se había hecho antes, o al menos así lo plantearían los modernos defensores de la fe Adventista como ciento treinta años más tarde. Se llegó a decir que Lucas había copiado de Marcos, y que Pablo había estado birlando material de los griegos sin siquiera decírselos. Juan el Revelador había robado a los antiguos paganos material para sus ideas, y Judas había hecho otro tanto con algunas de las primeras obras pseudoepígrafas. Hasta se dice que Moisés, en vez de recibir los Diez Mandamientos de Dios, los tomó de Hamurabi, un antiguo legislador, o hasta de otros antes de su tiempo. 3 En los tiempos de Ellen, era natural. Antes de su tiempo, había existido Emanuel Swedenborg, que había tenido visiones para el rey y la familia real alrededor de 1740. Fundó una iglesia y vio muchas cosas que los demás no vieron, algunas de las cuales sucedieron. Como Ellen, la dirigente de los Shakers en los Estados Unidos, Ann Lee, no tenía educación, pero escribió "testimonios" a los miembros. También, como la Sra. White, requería "una clase especial de vestido", y "se oponía a la guerra y al uso de la carne de puerco." En 1792, Joanna Southcott, una empleada doméstica, hija de padres pobres y con poca educación, se anunció como profetisa y dijo que en sus trances se le había dicho que Cristo habría de venir muy en breve. 4 Joseph Smith, el afamado dirigente mormón, acababa de fallecer en 1844. Ése fue un gran desengaño, tanto para él como para sus seguidores, porque le dispararon y lo mataron. Su viaje fue corto. Nació en 1805 y murió en 1844, el año en que la Sra. White comenzó a tener revelaciones. Era pobre y desconocido, hasta que comenzó a tener "visiones" y "revelaciones" y a ver y hablar con ángeles. Enseñó la Segunda Venida, y sus seguidores habrían de convertirse en los Santos de los Últimos Días (las otras iglesias eran los paganos o los gentiles). Como los Adventistas, los Santos de los Últimos Días re-escribieron la Biblia a través de su profeta, y Smith tuvo nuevas revelaciones, aunque algunas investigaciones recientes parecen confirmar que el material fue robado. 5 La lista no termina. Mary Baker Eddy, la famosa dirigente de la Ciencia Cristiana, también existió durante la mayor parte de la vida de Ellen. Aunque ellas diferían en su modo de pensar, los discípulos de ambas creían que su profeta era inspirada por Dios y que sus escritos deberían ser usados para interpretar la Biblia. El notable Charles T. Russell, del Watchtower y los Testigos de Jehová, también vivió durante el tiempo de Ellen. Sus seguidores creen que ellos son la única iglesia verdadera y que todas las demás son "Babilonia". Los Adventistas se adhieren a esta última parte, pero se consideran a sí mismos como la única verdadera iglesia. 6 Ellen habría de comenzar a tomar material ajeno lentamente. A comienzos de la década de 1840, dos hombres que se habían impresionado con el movimiento Millerista eran Hazen Foss y William E. Foy. Se suponía que, en septiembre de 1844, Foss había recibido una visión de que el pueblo del advenimiento, con sus pruebas y persecuciones, estaba en camino hacia la Ciudad de Dios. Se le dijo que, si rehusaba transmitir el mensaje a otros, le sería dado al más débil de los hijos de Dios. Foy también había estado en contacto con el futuro, y había estado informando acerca ello por escrito y en reuniones públicas desde algún momento en enero de 1842. Ellen había oído hablar a Foss en el Beethoven Hall en la ciudad natal de ella, Portland, Maine, cuando era niña. Puesto que estaba emparentada con Foy por su matrimonio, no hay razón para creer que ella no podía haber leído u oído hablar de las visiones de él, así como de las de Foy. Ahora el marco era perfecto tanto para Ellen como para Dios. Los dos hombres rehusaron promocionar las visiones, y a uno de ellos se le había dicho que Dios se las daría al más débil de los débiles. ¿Y quién era más débil que Ellen? A comienzos de 1842, sin tener siquiera quince años de edad, tenía muchos problemas emocionales
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