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Contenido
Sobre el autor
Título
Introducción
Proposición 1: Génesis es un documento antiguo
Proposición 2: En el mundo antiguo y el Antiguo Testamento, la creación se
enfoca en establecer el orden mediante la asignación de roles y funciones
Proposición 3: Génesis 1 es un relato de los orígenes funcionales, no de los
orígenes materiales
Proposición 4: En Génesis 1, Dios ordena el cosmos como un espacio sagrado
Proposición 5: Cuando Dios establece el orden funcional, es declarado
“bueno”
Proposición 6: ʾādām es usado de muchas maneras en Génesis 1-5
Proposición 7: El segundo relato de la creación (Gen. 2:4-24) puede ser visto
como una secuela en vez de una recapitulación del día sexto del primer relato
(Gen. 1:1-2:3)
Proposición 8: “Formar del polvo” y “hacer de la costilla” son afirmaciones
arquetípicas y no afirmaciones de orígenes materiales
Proposición 9: Los relatos de formación de humanos en el antiguo Oriente
Próximo son arquetípicos, así que no sería extraño para los israelitas pensar en
esos términos
Proposición 10: El Nuevo Testamento está más interesado en Adán y Eva
como arquetipos que como progenitores biológicos
Proposición 11: Aunque parte del interés bíblico en Adán y Eva es
arquetípico, ellos son personas reales que existieron realmente en el pasado
Proposición 12: Adán es designado como sacerdote en el espacio sagrado con
Eva como su ayuda
Proposición 13: El jardín es una imagen usada en el antiguo Oriente Próximo
para lugar sagrado, y los árboles están relacionados con Dios como fuente de
vida y sabiduría
Proposición 14: La serpiente habría sido vista como una criatura de caos que
promueve el desorden desde el reino no ordenado
Proposición 15: Adán y Eva eligieron hacerse el centro del orden y la fuente
de sabiduría, dejando entrar así el desorden en el cosmos
Proposición 16: Actualmente vivimos en un mundo con no-orden, orden y
desorden
Proposición 17: Todas las personas están sujetas al pecado y a la muerte
debido al desorden en el mundo, no debido a la genética
Proposición 18: Jesús es la piedra angular del plan de Dios para solucionar el
desorden y perfeccionar el orden
Proposición 19: El uso de Adán por parte de Pablo está más interesado en el
efecto del pecado sobre el cosmos que en el efecto del pecado sobre la
humanidad, y no tiene nada que decir sobre los orígenes humanos - Incluye un
excurso de N. T. Wright sobre el uso de Adán por parte de Pablo
Proposición 20: No es esencial que todas las personas desciendan de Adán y
Eva
Proposición 21 Los humanos pueden ser vistos como criaturas distintas y una
creación especial de Dios, incluso si hubo continuidad material
Conclusión y Resumen
Glosario
Lectura recomendada
Notas
 
 
 
“¿Puede una interpretación de Génesis 2-3 ser fiel al texto bíblico y
estar respaldada por las afirmaciones más legítimas de la ciencia?
¿Puede uno exaltar los relatos de la creación y caída de Adán y Eva a
la luz de todos los paralelismos parciales en otras literaturas antiguas
del Cercano Oriente y seguir creyendo en la inerrancia de las
Escrituras? John Walton muestra que la respuesta a ambas preguntas
es un rotundo ‘sí’. Ya sea que se esté de acuerdo o no con cada detalle
de la interpretación de Walton, se tiene que admirar la brillantez,
claridad y sensibilidad de su enfoque. Esta es una lectura obligada
para cualquiera que piense que tiene que elegir entre la fe y la
ciencia”. Craig L. Blomberg, Profesor Distinguido de Nuevo
Testamento, Denver Seminary
 
 
——o——
 
 
John H. Walton (PhD, Hebrew Union College) es profesor de
Antiguo Testamento en Wheaton College y Gradúate School.
Anteriormente fue profesor de Antiguo Testamento en el Moody
Bible Institute en Chicago durante veinte años. A parte de El mundo
perdido de Adán y Eva, algunos de los libros de Walton incluyen El
mundo perdido de las Escrituras, El mundo perdido del Génesis Uno
y El pensamiento antiguo del Cercano Oriente. La experiencia
ministerial de Walton incluye clases en la iglesia para todas las
edades, estudios bíblicos en la escuela secundaria y clases de escuela
dominical para adultos, además de servir como maestro de “La Biblia
en 90 días”. John y su esposa, Kim, viven en Wheaton, Illinois, y
tienen tres hijos adultos.
 
 
 
EL MUNDO PERDIDO
DE ADÁN Y EVA
 
Génesis 2-3 y el debate
de los orígenes humanos
 
 
 
 
 
 
 
 
JOHN H. WALTON
 
Con una contribución
de N. T. Wright
 
Introducción
 
De las controversias modernas a las que se enfrenta actualmente la iglesia, una
de las más acaloradas y prominentes se refiere a la relación de la Biblia con la
ciencia en general y con los orígenes humanos en particular. ¿Existe un conflicto
esencial e inherente entre las afirmaciones de la Biblia y el consenso científico
actual sobre los orígenes humanos (un consenso que incluye la evolución
biológica, el antepasado común, la genómica comparativa, el registro fósil y la
antropología, por nombrar sólo algunos de los principales contribuyentes)?
Es verdad que la ciencia está cambiando por lo menos en pequeñas cosas todo
el tiempo, y, en contraste, es fácil pensar que la Biblia es estática e inmutable.
Aunque la Biblia misma no cambia, nos damos cuenta de que nuestra
interpretación de la Escritura es mucho más dinámica, y que la forma resultante
de la teología está sujeta a una constante reevaluación (más en el perímetro que
en el núcleo). Dos milenios de historia de la iglesia han sido testigos de algunas
diferencias dramáticas en la hermenéutica, algunas controversias teológicas
profundamente arraigadas (algunas opciones desechadas por heréticas, otras que
traen grandes divisiones y otras que se mantienen lado a lado) y algunos
desacuerdos sustanciales sobre la interpretación de pasajes particulares. La
historia de la interpretación de Génesis 1-3 en particular es todo menos
monolítica o de una sola pieza, y ni la doctrina ni la exégesis se caracterizan por
una homogeneidad completa. Este hecho puede observarse incluso en los
primeros períodos.
 
Un rasgo que queda claro, incluso a partir de un estudio superficial de este período [el
primer par de siglos después de Cristo]: no encontramos una lectura unívoca ni un
método único… Sin embargo, encontramos un patrón de lectura consistente y
coherente, cuyo carácter teológico es considerablemente diferente al de la corriente
dominante moderna.
[1]
 
Esto significa que el cristianismo se ha visto obligado a contentarse con una serie
de alternativas sobre la mesa para interpretar los primeros capítulos del Génesis.
Es tristemente cierto que algunos han adoptado el punto de vista de que sólo su
lectura parroquial particular es legítima para un cristiano “verdadero”. Debemos
confesar para nuestra propia vergüenza corporativa que incluso se ha derramado
sangre.
Como intérpretes de la Escritura y como teólogos, somos responsables ante el
texto bíblico. Por muy importantes que sean nuestras tradiciones teológicas, ya
que las interpretaciones e incluso la hermenéutica con la que interpretamos han
cambiado a lo largo de los siglos, no podemos rendir cuentas sin reservas a la
tradición en todos los niveles. Nuevas ideas y nueva información pueden surgir
en cualquier momento. Hace varios cientos de años, el acceso renovado a las
lenguas originales tuvo un impacto significativo en la interpretación bíblica. En
las últimas décadas, la disponibilidad de documentos del mundo antiguo ha
proporcionado un recurso notable para nuestra lectura del texto bíblico. No nos
atrevamos a descuidar estas herramientas cuando pueden contribuir de manera
tan significativa a nuestra interpretación.
En el lado científico de la ecuación, los últimos 150 años también han sido
revolucionarios. El desarrollo de la teoría de la evolución fue sólo el principio, y
la emocionante información disponible a partir del mapeo del genoma humano
es quizás el avance más reciente, pero ciertamente no el último, que proporciona
una base para investigar lo que podemos aprender sobre los orígenes humanos.
Para consternación de los que se toman en serio la Biblia,los diversos campos de
la ciencia se utilizan a menudo para montar ataques contra la Biblia y contra la
fe. Desafortunadamente, eso ha causado que algunos se vuelvan despectivos o
antagónicos hacia la ciencia. Este no debe ser el caso de los cristianos, ya que
afirmamos la importancia de la revelación especial (en la Biblia y en Jesús) y de
la revelación general (en el mundo que Dios ha creado y que la ciencia nos
ayuda a entender). El hecho de que algunos utilicen la ciencia como arma contra
la fe no es razón para pensar que la ciencia o los científicos son el problema. La
filosofía del naturalismo es el problema. Después de todo, la misma gente que
usa la ciencia como arma estaría tan inclinada a usar la Biblia como arma contra
aquellos que la toman como la Palabra de Dios. Nuestra respuesta debe ser
simplemente tratar de explicar mejor la Biblia y dejarle claro a los intérpretes
abusadores el cómo la están viendo erróneamente. Podemos hacer lo mismo con
la ciencia.
En este libro, sostendré que la amenaza percibida que plantea el consenso
actual sobre los orígenes humanos es exagerada. Ese consenso acepta los
principios del antepasado común y la teoría evolutiva como la explicación de la
existencia de toda la vida. Aunque no debemos aceptar ciegamente el consenso
científico si sus resultados son cuestionables en cuanto a los principios
científicos, podemos llegar a la conclusión de que, independientemente de si las
conclusiones científicas resisten la prueba del tiempo o no, no representan una
amenaza para la creencia bíblica. Sin embargo, es cierto que la percepción de
conflicto no es infrecuente.
Teniendo esto en cuenta, no prestaré mucha atención a la cuestión de la
legitimidad de las afirmaciones científicas. En su lugar, voy a realizar una lectura
detallada de la Biblia como un documento antiguo y como Escritura para
explorar las afirmaciones que hace. El enfoque será Génesis, pero yo pondré el
canon completo bajo consideración. No trataré de aislar la respuesta o
interpretación correcta, sino que trataré de mostrar que hay lecturas fieles de la
Escritura que, si bien pueden diferir un poco de algunas lecturas tradicionales
del pasado, encuentran apoyo en el texto y son compatibles con lo que
encontramos en el contexto del antiguo Oriente Próximo, así como con algunos
de los descubrimientos científicos más recientes. Al mismo tiempo, se mantiene
el amplio espectro de la teología central: la autoridad de la Escritura,
[2]
 el papel
íntimo y activo de Dios como Creador sin importar los mecanismos que usó o el
tiempo que tomó, que la creación material fue ex nihilo, que todos hemos sido
creados por Dios, y que hubo un momento en el tiempo en que el pecado entró
al mundo, por lo tanto necesitando de salvación.
No estamos obligados a poner la Biblia en conformidad ni con su contexto
cultural ni con la ciencia moderna, pero si una interpretación del Génesis, por
ejemplo, coincide con lo que encontramos como característico del mundo
antiguo o con lo que parecen ser conclusiones científicas sólidas, mucho mejor.
Incluso en un enfoque basado en la Biblia (en contraste con un enfoque basado
en la ciencia o incluso en la extrabíblica), podemos estar atentos al mundo
antiguo o a la ciencia moderna sin comprometer nuestras convicciones acerca de
la Biblia. Ya sea información de la literatura del mundo antiguo o nuevos
conocimientos de la investigación científica podrían llevarnos a regresar a la
Biblia para reconsiderar nuestras interpretaciones. Esto no significa que
obliguemos ciegamente a que el texto se ajuste a la demanda de otros campos. La
Biblia debe conservar su autonomía y hablar por sí misma. Pero eso también
debe ser cierto cuando mantenemos las interpretaciones tradicionales de la
Biblia. El texto bíblico debe conservar su autonomía de nuestra tradición.
Debemos estar siempre dispuestos a volver al texto y considerarlo con nuevos
ojos. Ese es el objetivo de este libro. Ciertamente no tengo todas las respuestas,
pero impulsado por la nueva información del mundo antiguo y los nuevos
conocimientos de la ciencia moderna, vuelvo al texto bíblico para ver si hay
opciones que se han perdido o verdades que se han sumergido bajo la superficie
congelada de lecturas tradicionales. No tengo intención de socavar la teología
tradicional: trabajo desde una firme convicción acerca de la autoridad de la
Escritura y de aquellas tradiciones que han sido construidas sobre la
interpretación de la Escritura. Pero dentro de nuestro marco teológico, hay
mucho espacio para leer el texto de nuevo y quizás incluso para sorprenderse.
 
Proposición 1
 
Génesis es un documento antiguo
 
 
La autoridad bíblica está inseparablemente ligada a la intención del autor. Dios
otorgó su autoridad a un autor humano, así que debemos considerar lo que el
autor humano pretendía comunicar si queremos entender el mensaje de Dios.
Dos voces hablan, pero el autor humano es nuestra puerta de entrada a la
habitación del significado y mensaje de Dios. Eso significa que cuando leemos
Génesis, estamos leyendo un documento antiguo y deberíamos empezar por usar
sólo las suposiciones que serían apropiadas para el mundo antiguo. Debemos
entender cómo pensaban los antiguos y qué ideas subyacen en su comunicación.
[3]
En cierto sentido, todo acto exitoso de comunicación se logra por medio de
varios grados de acomodación por parte del comunicador, pero sólo por el bien
de la audiencia que él o ella tiene en mente. La acomodación debe cerrar la
brecha si el comunicador y la audiencia no comparten el mismo idioma, o el
mismo dominio del idioma, la misma cultura o las mismas experiencias, pero no
esperamos que un comunicador acomode a una audiencia que él o ella no
conozca o anticipe. La comunicación de alto contexto es la comunicación que
tiene lugar entre personas con información privilegiada en situaciones en las que
el comunicador y la audiencia comparten mucho en común. En tales situaciones,
se necesita menos acomodación para que se produzca una comunicación efectiva
y, por lo tanto, es posible que no se diga mucho de lo que una persona ajena
podría necesitar para comprender plenamente la comunicación.
Esto se ilustra en los reportes de tráfico que escuchamos constantemente en
Chicago, donde las referencias a tiempos de viaje y lugares de problemas asumen
que el oyente tiene un conocimiento íntimo de las carreteras. Como viajero
regular, creo que los informes de tráfico que ofrecen tiempos de viaje desde
varios puntos y la identificación de tramos en los que se puede encontrar
congestión son muy significativos.
Cuando se informa de que se trata de un viaje de treinta y ocho minutos
desde “la cueva” hasta “la encrucijada” y que está congestionado desde “el
deslizamiento hasta la curva de Nagle”, sé exactamente qué esperar. Sin
embargo, cuando los visitantes de fuera de la ciudad vienen, esta información
sólo los confunde. No saben lo que es el deslizamiento o la cueva (ni tampoco lo
pueden encontrar en un mapa), no saben cuán lejos están estos lugares el uno
del otro, y no saben que en un buen día se puede ir de la cueva a la encrucijada
en unos ocho minutos.
Por el contrario, en la comunicación de bajo contexto, se necesitan altos
niveles de acomodación, ya que una persona con información privilegiada
intenta comunicarse con una persona de afuera o extranjera. Un informe de
tráfico de bajo contexto tendría que identificar los puntos de referencia locales y
las horas normales de tráfico entre ellos para los oyentes de fuera de la ciudad o
los que no tienen experiencia. Estos serían informes mucho más largos. Si el
reportero de tráfico hace que el reporte sea comprensible para el visitante de
fuera de la ciudad, parecería interminable y molesto para el viajero regular al
que busca informar.
Yo propongo que, en la Biblia, Dios ha acomodado al comunicador y a la
audiencia inmediata, empleando al comunicador en una comunicación de alto
contexto apropiada para la audiencia. Así, por ejemplo, un profeta y su audiencia
compartenuna historia, una cultura, un idioma y las experiencias de sus vidas
contemporáneas. Cuando leemos la Biblia, entramos en el contexto de esa
comunicación como forasteros de bajo contexto que necesitan usar todas
nuestras herramientas inferenciales para discernir la naturaleza de la ilocución
del comunicador y el significado. Tenemos que usar la investigación para llenar
toda la información que no tendría que ser dicha por el profeta en su
comunicación de alto contexto a su audiencia. Así es como nosotros, como
lectores modernos, debemos interactuar con un texto antiguo.
Aquellos que toman la Biblia seriamente creen que Dios ha inspirado las
locuciones (palabras, ya sean habladas o escritas) que el comunicador ha usado
para lograr sus ilocuciones
[4]
 (divino + autor humano) conjuntas (que conducen
a una comprensión de las intenciones, afirmaciones y, en última instancia, del
significado), pero que las locuciones fundacionales están ligadas al mundo del
comunicador. Es decir, Dios ha acomodado la comunicación de alto contexto
entre los comunicadores implicados y su audiencia para optimizar y facilitar la
transmisión del significado a través de una ilocución autoritativa. La inspiración
está ligada a las locuciones (tienen su fuente en Dios); las ilocuciones definen el
camino necesario al significado que puede ser definido como caracterizado por
autoridad.
A veces nuestra distancia del comunicador antiguo puede significar que
malinterpretamos la comunicación debido a elementos que nos son ajenos, o
porque no compartimos formas de pensar con el comunicador. Los estudios
comparativos nos ayudan a comprender mejor la forma de los géneros
empleados por los autores bíblicos y la naturaleza de sus dispositivos retóricos
para no confundir estos elementos con algo que nunca fueron. Tal ejercicio no
compromete la autoridad de la Escritura, sino que atribuye autoridad a aquello
que el comunicador estaba comunicando en realidad. También necesitamos
estudios comparativos para reconocer los aspectos del entorno
[5] cognitivo de
los comunicadores que nos son ajenos y leer el texto a la luz de su cosmovisión.
En consecuencia, estamos obligados a respetar el texto reconociendo el tipo
de texto que es y la naturaleza del mensaje que ofrece. En ese sentido, hemos
reconocido desde hace mucho tiempo que la Biblia no es un libro de texto
científico. Es decir, la intención de Dios no es enseñar ciencia o revelar ciencia.
El revela su obra en el mundo, pero no revela cómo funciona el mundo.
Como ejemplo de los aspectos extraños del entorno cognitivo, la gente en el
mundo antiguo no tenía una categoría para lo que llamamos leyes naturales.
Cuando pensaban en la causa y el efecto, aunque podían hacer todas las
observaciones que nosotros hacemos (por ejemplo, cuando se empuja algo, se
mueve; cuando se deja caer algo, cae), estaban más inclinados a ver las
operaciones del mundo en términos de causa divina. Todo funcionaba de la
manera en que lo hacía, porque Dios lo estableció de esa manera y Dios
mantenía ese sistema. Ellos habrían visto el cosmos no como una máquina sino
como un reino, y Dios les comunicó acerca del mundo en esos términos. Su
revelación a ellos no estaba enfocada en darles una comprensión más sofisticada
de la mecánica del mundo natural.
Tampoco ocultaba información de ese tipo en el texto para que los lectores
posteriores la descubrieran. Una suposición por nuestra parte de que él no
tendría controles fiables. Por ejemplo, en los días en que creíamos en un
universo de estado estacionario, la gente podía fácilmente haber ido a la Biblia
para encontrar confirmación de esa ciencia. Pero hoy en día no creemos que la
teoría del estado estacionario sea cierta. Hoy podríamos pensar que encontramos
confirmación del Big Bang o del universo en expansión, pero tal vez algún día ya
no las consideremos verdaderas. Estos enfoques no pueden adoptarse dentro de
un marco de autoridad.
De la misma manera, la autoridad del texto no se respeta cuando se usan
declaraciones en la Biblia que son parte de la ciencia antigua como si fueran
descripciones de Dios del entendimiento científico moderno. Cuando el texto
habla de pensar con el corazón o con los intestinos, no se trata de proponer ideas
científicas que debemos confirmar si de verdad queremos tomamos en serio la
autoridad bíblica. No es necesario que intentemos proponer formas en las que
nuestros órganos de bombeo de sangre o nuestros sistemas digestivos estén
fisiológicamente implicados en los procesos cognitivos. Esto es simplemente
comunicación en el contexto de la ciencia antigua. De la misma manera, cuando
el texto habla del agua debajo del firmamento y del agua arriba del firmamento
(Gen. 1:6) no tenemos que construir un sistema cósmico que tenga aguas arriba y
aguas abajo. Todos en el mundo antiguo creían que había aguas arriba porque
cuando llovía el agua bajaba. Por lo tanto, cuando el texto bíblico habla de
“aguas que están arriba” (Génesis 1:7), no está ofreciendo una revelación
autorizada de hechos científicos. Si concluimos que no hay, estrictamente
hablando, aguas arriba, no hemos identificado un error en las Escrituras. Más
bien, hemos reconocido que Dios confiere la autoridad del texto en otra parte.
La autoridad está ligada al mensaje que el autor intenta comunicar como agente
de la revelación de Dios. Dios se ha acomodado al mundo del antiguo Israel para
iniciar esa revelación. Por lo tanto, reconocemos que, aunque la Biblia está
escrita para nosotros (de hecho, para todos), no está escrita a nosotros. En su
contexto, no se comunica en nuestro idioma; no se dirige a nuestra cultura; no
anticipa las preguntas sobre el mundo y sus operaciones que se derivan de
nuestras situaciones y problemas modernos.
Si leemos las ideas modernas en el texto, eludimos la autoridad del texto y en
efecto lo comprometemos, arrogándonos autoridad a nosotros mismos y a
nuestras ideas. Esto es especialmente cierto cuando interpretamos el texto como
si hiciera referencia a la ciencia moderna, de la que el autor y el público no
tenían conocimiento. El texto no puede significar lo que nunca significó. Lo que
el texto dice puede converger con la ciencia moderna, pero el texto no hace
afirmaciones autoritativas relacionadas con la ciencia moderna (por ejemplo,
algunas afirmaciones pueden coincidir con la cosmología del Big Bang, pero el
texto no establece con autoridad la cosmología del Big Bang). Lo que el autor
quiso decir y lo que la audiencia entendió pone restricciones sobre qué
información tiene autoridad. La única manera en que podemos movernos con
certeza más allá de lo que el autor del Antiguo Testamento pretendía es si otra
voz autoritaria (por ejemplo, un autor del Nuevo Testamento) nos da esa
extensión de significado.
Propongo en cambio que nuestras afirmaciones doctrinales sobre la Escritura
(autoridad, inerrancia, infalibilidad, etc.) se adhieran al mensaje deseado de los
comunicadores humanos (tal como fue dado por el comunicador divino). Esto no
quiere decir que nosotros creemos todo lo que ellos creen (ellos creían que había
un cielo sólido) sino que expresamos nuestro compromiso con el acto
comunicativo. Puesto que la forma de su mensaje se basa en su idioma y cultura,
es importante diferenciar entre lo que los comunicadores pueden inferir que
creen y el enfoque de sus enseñanzas.
[6]
 Así que, por ejemplo, no es
sorprendente que Israel creyera en un cielo sólido y que Dios acomodara su
comunicación a ese modelo en su comunicación con Israel. Pero como el
mensaje del texto no es una afirmación de la verdadera forma de la geografía
cósmica, podemos rechazar esos detalles sin poner en peligro la autoridad o la
inerrancia. Tal geografía cósmica está en el conjunto de creencias de los
comunicadores, pero se emplea en el marco de su comunicación, no en el
contenido de su mensaje. Las creencias pueden ser discernibles específicamente
en la forma en que enmarcan sus ideas o, en general, en el contexto del
comunicador. A menudo juzgamos las creenciasdel autor sobre su mundo como
irrelevantes o inmateriales para el mensaje del texto y, por lo tanto, no
relacionadas con la autoridad del texto. De la misma manera, la idea de que uno
piensa con las entrañas se construye en las expresiones que usa y en las creencias
de los comunicadores bíblicos, pero la intención reveladora no es hacer
afirmaciones sobre la fisiología o la anatomía. En estos casos, yo diría que la
geografía cósmica y la anatomía/fisiología forman parte del marco de la
comunicación. Dejar de lado estas ideas culturalmente vinculantes no pone en
peligro el mensaje o la autoridad del texto. El género también forma parte del
marco de la comunicación y, por lo tanto, está vinculado culturalmente.
Tenemos que tener en cuenta los aspectos culturales y la forma del género antes
de que podamos entender correctamente las intenciones del comunicador.
[7]
 En
el otro extremo del espectro, una vez comprendido el mensaje, no podemos
pasarlo por alto para adoptar sólo una aplicación generalizada (por ejemplo,
“ama a Dios y a tu prójimo, y lo harás bien”) que desestime como acomodación y
potencialmente errónea el mensaje encajado en el género del comunicador.
La autoridad e inerrancia del texto está, y ha estado tradicionalmente, ligada a
lo que afirma. Esas afirmaciones no son de naturaleza científica. El texto no
afirma que pensamos con nuestras entrañas (aunque se comunica en esos
términos porque eso es lo que creían los antiguos espectadores). El texto no
afirma que haya aguas arriba. Por lo tanto, la cuestión que debemos abordar es si
el texto, en su autoridad, hace afirmaciones sobre los orígenes humanos
materiales. Si la comunicación del texto adopta la “ciencia” y las ideas que todos
en el mundo antiguo creían (como hizo con la fisiología y las aguas arriba),
entonces no consideraríamos esa revelación autoritativa o una afirmación del
texto.
Entonces, la pregunta es, ¿hay alguna nueva revelación perteneciente a la
ciencia en la Biblia? La pregunta no pertenece a las afirmaciones que hace la
Biblia sobre los acontecimientos históricos que tienen lugar en el mundo, como
las plagas o la separación del Mar Rojo. Esos acontecimientos históricos implican
acontecimientos inusuales que, por su propia naturaleza, es probable que vayan
más allá de la capacidad de explicación de la ciencia (no sólo en el fenómeno,
sino también en la advertencia, el calendario y la selección de objetivos). La
pregunta, en cambio, se refiere a los eventos que ocurren regularmente y a la
mecánica y operaciones normales del mundo que nos rodea. ¿Da la Biblia alguna
explicación revisada o actualizada de esto? Yo diría que no. Cada aspecto de las
operaciones regulares del mundo como se describe en la Biblia refleja las
perspectivas e ideas del mundo antiguo—ideas que Israel junto con todos los
demás en el mundo antiguo ya creían. Aunque el texto tiene mucha revelación
que ofrecer sobre la naturaleza de Dios y su carácter y obra, no hay una sola
incidencia de nueva información ofrecida por Dios a los israelitas sobre la
operación regular del mundo (lo que llamaríamos ciencia natural). El texto es
completamente antiguo y se comunica en ese contexto.
Esto no impide que el texto reporte sobre eventos históricos que habrían
involucrado ciencia que los antiguos no entendían (por ejemplo, la mecánica de
la inundación). En tales casos, la Biblia no está proporcionando revelación
científica; ella está guardando silencio sobre asuntos científicos. Cualesquiera
que sean las explicaciones científicas que podamos plantear no tendrían la
autoridad del texto (de la misma manera que nuestras interpretaciones no tienen
autoridad). Cuando aplicamos estas ideas a la visión bíblica de los orígenes
humanos, encontramos que si bien el texto ofrece afirmaciones teológicas (Dios
como activo, los seres humanos a su imagen, etc.) y puede ofrecer un relato de
los acontecimientos históricos (que será un tema para el análisis de género, que
se discutirá más adelante), no ofrece explicaciones de los mecanismos naturales.
Dios lo hizo, pero el texto no ofrece una explicación científica de cómo lo hizo.
En cambio, el texto describe los orígenes en términos del mundo antiguo,
aunque basado en una teología correcta.
Podemos empezar a entender las afirmaciones del texto como un documento
antiguo, en primer lugar, prestando mucha atención a lo que el texto dice y no
dice. Es demasiado fácil hacer suposiciones que son intrusivas, basadas en
nuestra propia cultura, entorno cognitivo, tradiciones o preguntas. Se necesita
un grado de disciplina como lectores que son extraños para no asumir nuestras
perspectivas modernas e imponerlas en el texto, pero a menudo ni siquiera
sabemos que lo estamos haciendo porque nuestro propio contexto es tan
intrínseco a nuestro pensamiento y el mundo antiguo es un completo
desconocido. El mejor camino para reconocer las distinciones entre el
pensamiento antiguo y el moderno es empezar a prestar atención al mundo
antiguo. Esto se logra por inmersión en la literatura del mundo antiguo. Esto de
ninguna manera reemplazaría a la Escritura, pero puede ser una herramienta
para entender la Escritura. Cuando estamos tratando de entender los primeros
capítulos del Génesis, nuestra inmersión no se limita a los textos de cosmología
del mundo antiguo. Las pistas del entorno cognitivo pueden ser reunidas a partir
de una amplia variedad de literatura antigua. Obviamente, no todo el mundo
puede emprender esta tarea, al igual que no todo el mundo puede dedicar el
tiempo necesario para dominar el hebreo y el griego. Aquellos que tienen los
dones, el llamado y la pasión por los idiomas originales y la oportunidad de
estudiar, investigar y escribir, utilizan sus conocimientos para el beneficio de
aquellos que no los tienen. De la misma manera, aquellos que tienen los dones,
el llamado y la pasión por el estudio del mundo antiguo y la oportunidad de
investigar y escribir, pueden usar su experiencia para el beneficio de aquellos
que no la tienen.
Tal estudio no es una violación de la claridad (“perspicacia”) de las Escrituras
propagadas por los reformadores. Ellos no estaban argumentando que cada parte
de las Escrituras era transparente para cualquier lector casual. Si creyeran eso,
no habrían tenido que escribir cientos de volúmenes tratando de explicar las
complejidades de la interpretación tanto a nivel exegético como teológico.
Estaban, en cambio, tratando de argumentar que había un “sentido claro” de la
Escritura que no era esotérico, místico o alegórico y que sólo podía ser
discernido espiritualmente. Todo el mundo podría tener acceso a este simple
sentido.
A lo largo de la mayor parte de la historia, los eruditos no han tenido acceso a
la información del mundo antiguo y, por lo tanto, no han podido utilizarla para
informar su interpretación. Incluso los padres de la iglesia primitiva estaban
interesados en acceder al mundo antiguo (como lo indica su frecuente referencia
a Berosso, un sacerdote babilónico en el siglo III a.C.) pero tenían recursos muy
limitados. Sin embargo, desde el comienzo de los masivos trabajos arqueológicos
en Irak a mediados del siglo XIX, se han excavado más de un millón de textos
cuneiformes que exponen la literatura antigua con los que podemos obtener una
nueva e importante visión del mundo antiguo. Esto es lo que proporciona la base
para nuestra interpretación de los primeros capítulos del Génesis como un
documento antiguo.
Al tratar de comprometer a Génesis como literatura antigua, no queremos
desestimar las ideas de los intérpretes que han poblado la historia de la iglesia.
Al mismo tiempo, reconocemos que esos intérpretes apenas han sido unívocos.
Es cierto que los credos y los consejos han ofrecido sus conclusiones sobre los
temas teológicos clave, y esas conclusiones a menudo se han convertido en el
consenso de la doctrina moderna. Sin embargo, la práctica de los intérpretes no
ha sido desdeñar los nuevos intentos de exégesis de los primeros capítulos sobre
el Génesis sólo porque sus antepasadoshayan llegado a sus diversas
conclusiones. Martín Lutero comienza su capítulo sobre el Génesis afirmando:
“Hasta ahora tampoco ha habido nadie en la iglesia que haya explicado todo en
el capítulo con la habilidad adecuada”.
[8]
 Por lo tanto, no debemos disuadirnos
de buscar nuevos conocimientos que puedan llevarnos a la reinterpretación, ya
que cuando lo hacemos, seguimos los pasos de aquellos intérpretes que nos han
precedido, aunque estemos sobre sus hombros.
 
 
Proposición 2
 
En el mundo antiguo y el Antiguo Testamento, la creación
se enfoca en establecer el orden mediante
la asignación de roles y funciones
 
 
Vivimos en una cultura que ha asignado un alto, si no último, valor a lo que es
material. La ciencia ocupa un lugar destacado en nuestro entorno cognitivo
como la fuente más fiable de la verdad, y se erige como la autoridad cuando se
trata del conocimiento. En consecuencia, cuando pensamos en los orígenes del
universo en general o de los humanos en particular, nuestra epistemología (lo
que significa saber algo y cómo sabemos lo que sabemos) tiene parámetros
científicos, y nuestra ontología (lo que significa el que algo exista y lo que
constituye la existencia de algo) es decididamente material en naturaleza.
Muchas personas en nuestra cultura son materialistas y/o naturalistas estrictos,
que sólo reconocen lo que es empírico o material.
En un clima así, no es de extrañar que pensemos en términos materiales
cuando pensamos en los orígenes. Si la existencia se define materialmente,
entonces traer algo a la existencia (es decir, crear) va a ser entendido en
términos materiales. Esta forma de pensar ha dominado tanto nuestra cultura
que ni siquiera nos preguntamos si hay otras formas de pensar. No consideramos
otras opciones para nosotros mismos, y la posibilidad de que otras culturas en
otros tiempos o lugares puedan pensar de manera diferente no es una
consideración. Leemos los primeros capítulos de Génesis y asumimos que, puesto
que se trata de la creación, debe centrarse en el cosmos material. Leemos
indiscriminadamente los detalles del texto desde nuestra perspectiva material y
creemos que estamos leyendo el texto literalmente.
Sin embargo, como hemos discutido en el capítulo anterior, el entorno
cognitivo en el mundo antiguo era muy diferente al nuestro. Por lo tanto,
debemos ser cautelosos a la hora de imponer reflexivamente nuestras
suposiciones culturales en el texto. De hecho, hacerlo podría socavar la
autoridad del texto al vincularlo a ideas que no estaba abordando. Como
personas que tomamos la Biblia en serio, estamos obligados a leerla por lo que el
comunicador humano nos transmite acerca de lo que Dios estaba revelando. El
comunicador humano va a hacer eso en el contexto de su entorno cognitivo
nativo.
Nuestro procedimiento, entonces, es primero dejar de lado nuestras propias
suposiciones culturales tanto como podamos y luego tratar de leer el texto por lo
que está diciendo. Armados con nuestras percepciones de un estudio del texto,
entonces echamos un vistazo al contexto cultural más amplio del Oriente
Próximo antiguo para determinar de qué manera la Biblia muestra un
entendimiento común e identificar maneras en las que la revelación de Dios sacó
a los israelitas de sus maneras familiares de pensar con una nueva visión de la
realidad. No podemos empezar haciéndole a la Biblia nuestras preguntas
científicas. La Biblia no está revelando la ciencia, y los autores bíblicos y la
audiencia no estarían conscientes ni preocupados por nuestra forma de pensar
científica. Nuestras preguntas no resonarían en sus mentes, y tampoco tendrían
sentido para ellos. De la misma manera, no podemos empezar por ver cómo o
dónde la Biblia corresponde al pensamiento científico que tenemos hoy en día si
aún no hemos entendido el texto en su contexto original. Necesitamos penetrar
en el texto antiguo y en el mundo antiguo para entender su comunicación
interna y su entorno cognitivo. Queremos saber qué preguntas estaban
respondiendo y qué es lo que el comunicador bíblico está afirmando desde su
perspectiva. Son las afirmaciones de la Biblia las que tienen autoridad, y nuestros
procedimientos deben enfocarse en esas afirmaciones como fueron
originalmente planeadas.
Al comenzar, entonces, no podemos asumir que sabemos qué tipo de
actividad de crear fue transmitida en el mundo antiguo. Algunas personas le dan
valor a tomar el texto bíblico “literalmente” y, aunque ese término puede ser un
poco escurridizo, todos podemos reconocer el valor de leer un texto por lo que
pretende decir, ni más ni menos. Dicho esto, no podemos contentarnos con que
el texto en inglés o español sea el centro de atención final de ese tipo de
atención, porque reconocemos que el texto en inglés o español ya es la
interpretación falible de alguien. Toda traducción es interpretación, y no
tenemos traducciones inspiradas. Tenemos que analizar los términos hebreos y
sus matices lo mejor que podamos.
Si la traducción “crear” nos lleva en la dirección correcta (y creo que lo hace),
partimos de la idea de que se trata de un verbo que expresa la transición entre la
inexistencia y la existencia. Consecuentemente, antes de que podamos obtener
una mayor comprensión del verbo traducido como “crear”, debemos investigar
qué constituía la existencia última en el antiguo entorno cognitivo. No podemos
asumir que ellos compartían nuestras perspectivas y valores materialistas,
naturalistas, científicos o nuestro enfoque obsesivo del mundo físico. Debemos
dejarlos de lado y volver a leer el texto.
Si la creación implica una transición de la inexistencia a la existencia, es
probable que el relato de la creación o de los orígenes comience con la
descripción de la inexistencia. La manera en que un relato describe la situación
inicial antes de la creación puede, por lo tanto, ayudarnos a ver lo que significa
la inexistencia. Teniendo en cuenta este procedimiento, nos planteamos
básicamente la siguiente pregunta: ¿qué tipo de relato sobre los orígenes es éste?
No podemos asumir que es el mismo tipo de relato que escribiríamos, y no
podemos asumir que nuestra intuición nos llevará en la dirección correcta. La
intuición está culturalmente moldeada.
La situación inicial se describe en Génesis 1:2 (y de nuevo en Génesis 2:5-6).
De hecho, cuando consideramos los muchos textos de cosmología en el mundo
antiguo, encontramos que es común comenzar con una descripción de la no-
creación—la condición previa a la creación. Volveremos sobre esto después de
considerar el relato bíblico. El relato bíblico comienza con Génesis 1:1, que no es
una descripción de ninguna actividad real de Dios.
[9]
 De manera alternativa, es
ampliamente reconocido que Génesis 1:1 sirve como una introducción literaria
al tema que el capítulo va a discutir, indicando la actividad en la que Dios estará
involucrado. Las principales evidencias que apoyan esta conclusión son (1) el
hecho de que en todo el Génesis las secciones comienzan con una introducción
literaria (Gen. 2:4; 5:1; 6:9; etc.) y (2) la forma literaria del relato, concluyendo
con una declaración de que en el séptimo día Dios completó su obra (Gen. 2:2).
Esta obra fue la obra de crear (Gen. 2:3, la misma palabra que en Gn 1:1), y lo
que fue creado fueron los cielos y la tierra (Gen 2:1). Así, la creación de Dios de
los cielos y la tierra tuvo lugar en los siete días. Génesis 1:1 está fuera de los siete
días, así que sabemos que Génesis 1:1 le dice al lector lo que va a suceder en los
siete días. Para que pudiéramos leer: “En el período inaugural [esta es la
naturaleza de la palabra hebrea ‘principio’], Dios creó los cielos y la tierra, y así
es como lo hizo”. El relato real, por lo tanto, comienza en Génesis 1:2, donde
encontramos la descripción de la situación previa a la creación.
Cuando Génesis 1:2 comienza, encontramos que la materia ya está presente
(tierra, mares) y que este mundo incipiente está cubierto de agua y oscuridad.
Una vez más, sabemos que las antiguas cosmologías del Cercano Próximo
compartenesta característica. La oscuridad y el mar son condiciones de no-
orden. Pero si el material ya está presente, el texto nos lleva inmediatamente a
preguntarnos por qué no comienza con ningún material si va a relatar los
orígenes materiales. Esto debería llevarnos a sentir curiosidad.
El descriptor más importante que se ofrece en Génesis 1:2 es la combinación
hebrea tōhû wābōhû, traducida en la NTV “no tenía forma y estaba vacía”. Las
implicaciones son que la materialidad está generalmente presente, pero sin
forma, y que el escenario está vacío de agentes. Debemos investigar si eso es lo
que las palabras hebreas realmente transmiten.
Los escritores bíblicos nos dejaron muchos libros, pero un diccionario no
estaba entre ellos. Por lo tanto, tenemos que intentar determinar qué significan
estas palabras. La metodología para este estudio léxico ha sido firmemente
establecida y confirmada como sólida en su base a lo que todos reconocemos
sobre el lenguaje y su funcionamiento. Las palabras significan lo que son usadas
para significar. Hay una especie de contrato social sobre cómo se pueden usar las
palabras y qué es lo que comunican. A las palabras se les puede dar un nuevo
significado para que un pequeño grupo de individuos las use entre ellos, o se
pueden desarrollar nuevos significados en respuesta a las necesidades de la
sociedad. En todos estos casos, podemos determinar qué significan las palabras
por los contextos en los que se utilizan.
[10]
La combinación tōhû y bōhû ocurre otras dos veces en la Biblia Hebrea (Is.
34:11 y Jer 4:23, y bōhû nunca ocurre por sí mismo).
[11]
 Estos usos no ofrecen
ninguna base sobre la cual determinar que bōhû se refiere al vacío. El uso es
insuficiente para establecer su significado. Tristemente, entonces, tenemos que
contentarnos con lo que podemos determinar sobre el significado de tōhû. En
sus veinte ocurrencias (más de la mitad en Isaías), encontramos que a menudo
describe un desierto o tierra baldía (por ejemplo, Dt. 32:10; Job 6:18; 12:24; Sal.
107:40). Puede describir los resultados de la destrucción (Jer. 4:23). Se usa para
transmitir cosas que no tienen propósito o significado (por ejemplo, ídolos, Is.
41:29, y los que los hacen, Is. 44:9). Todos sus usos pueden ser consolidados en la
noción de cosas que no tienen ningún propósito o valor. Les falta orden y
función.
Ahora queda claro que la condición inicial en Génesis 1:2, la situación previa
a la creación que describe la inexistencia, es una condición que no carece de
material. Más bien, es una situación que carece de orden y propósito. “Sin
forma” no es una buena elección porque todavía implica que la forma material es
el foco. No lo es. Esto nos lleva a la conclusión de que, para Israel, la creación
resuelve la ausencia de orden y no la ausencia de material. Si esta imagen del
“antes” transmite “inexistencia”, deduciríamos que “existencia” no es una
categoría material para ellos; es una categoría funcional perteneciente a una
condición ordenada.
Esta conclusión se confirma aún más en las cosmologías egipcias, donde el
desierto y los mares cósmicos se describen como inexistentes. A pesar de su
obvia materialidad, se considera que no existen porque no forman parte
plenamente del mundo ordenado. También está confirmado en textos sumerios
y babilónicos, donde el estado inicial se describe como “cosmología negativa” o
“negación de la existencia”. La ausencia de creación se caracteriza como dioses
mayores que no viven, la luz del día y la luz de la luna no brillan, no hay
vegetación, no hay sacerdotes que realicen rituales, nada que aún cumpla con
sus deberes. Es un tiempo fuera del tiempo. Esta misma característica ha sido
reconocida desde hace mucho tiempo en las primeras líneas de la cosmología
babilónica más famosa, Enuma Elish:
 
Cuando en lo alto no se dio nombre al cielo,
ni lo de abajo se llamó por su nombre....
Cuando ningún dios había nacido,
ninguno llamado por su nombre, ninguno ordenado por su destino.
[12]
 
Tales textos expresan el estado de precreación como uno que carece de
agencia divina, un tiempo en el cual los dioses todavía no estaban realizando sus
deberes.
[13]
 En Génesis, sin embargo, el espíritu de Dios está moviéndose sobre
las aguas, la agencia divina lista para pasar a la acción.
El siguiente paso para tratar de aclarar la naturaleza de los antiguos orígenes
del Génesis es examinar los verbos operativos usados en el relato. El verbo
hebreo traducido “crear” es bārāʾ (Gn 1:1, 21; 2:3), y el verbo traducido “hizo” es
ʿāśâ (Gen. 1:7, 16, 25, 26; 2:2, 3). La primera ocurre unas cincuenta veces en el
texto hebreo, la segunda más de dos mil seiscientas veces. Aquí sólo resumiré las
conclusiones, ya que el estudio detallado se ha realizado en otro lugar.
[14]
Observando los objetos directos del verbo bārāʾ en toda la Escritura, se puede
concluir que el verbo no pertenece intrínsecamente a la existencia material.
Aunque una serie de acontecimientos podrían referirse a la creación material,
muchos de ellos no pueden. Aquellos que pueden referirse a la existencia
material sólo lo hacen si presuponemos que la materialidad es el foco de la
actividad verbal. Aquellos que claramente no se refieren a la materialidad
encajan fácilmente en la categoría que describe la actividad que trae orden,
organización, roles o funciones (como los ríos que fluyen en el desierto, Is.
41:20; un herrero para forjar un arma, Is. 54:16). Puesto que la imagen del
“antes” trata de la ausencia de orden, es fácil concluir que bārāʾ pertenece a la
creación de orden, como a menudo lo hace de manera demostrable.
[15]
 La
ausencia de orden describe la inexistencia; bārāʾ (crear) algo es traerlo a existir
dándole un papel y una función en un sistema ordenado. Este no es el tipo de
relato de los orígenes que cabría esperar en nuestro mundo moderno, pero
estamos comprometidos a leer el texto como un documento antiguo. En este
punto de vista, el resultado de bārāʾ es el orden. Los roles y funciones se
establecen separando y nombrando (tanto en la Biblia como en el antiguo
Oriente Próximo). Estos son los actos de la creación. No son de naturaleza
materialista, y no son algo que la ciencia pueda explorar para afirmar o negar.
El segundo verbo, ʿāśâ, es más complicado. Cuando los estudiantes de hebreo
aprenden esta palabra, se les dice que significa “hacer”. Pero eso no empieza a
cubrir el alcance del uso de esta palabra. En sus más de 2600 ocurrencias, se
traduce de múltiples y diferentes maneras. Por lo tanto, no se puede decir que la
palabra “literalmente significa ‘hacer’”. Quizás aún más importante que las seis
ocurrencias del verbo en Génesis 1, el verbo se usa en Éxodo 20:11: “en seis días
hizo ['āśâ] el Señor los cielos y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos”. Este
versículo figura prominentemente en las discusiones de los seis días de Génesis 1
y lo que sucedió en ellos.
Cuando miramos cuidadosamente el contexto en Éxodo 20:8-11, aprendemos
que durante seis días la gente debe “realizar” (ʿāśâ) todo su trabajo, y al séptimo
día se supone que no deben “realizar” (ʿāśâ) nada de su trabajo. Por lo tanto,
podemos concluir plausiblemente que la razón dada en el texto es que Dios
“hizo” su obra en los seis días del Génesis 1. Los cielos, la tierra y el mar son su
obra. De hecho, Éxodo 20 alude a Génesis 2:2-3, donde se indica que en el
séptimo día Dios completó la obra (la misma palabra hebrea traducida “obra” en
Éxodo 20) que había estado “realizando” (ʿāśâ). Entonces, lo más significativo es
que se nos dice cuál era esa obra en Génesis 2:3: la obra de crear (bārāʾ) que él
había “realizado” (ʿāśâ). En Éxodo 20:11, Dios está haciendo su obra, y esa obra
es la creación descrita en Génesis 2:3. Bārāʾ es lo que Dios “hace”. Bārāʾ está
asociado con el orden y las funciones, y esto es lo que Dios hizo.
Si sustituimos el verbo “realizar” en todos los versículos de Génesis 1 que
aparecen en las traducciones como “hizo”, el resultado no es un buen uso del
idioma (“Dios realizó dos grandes astros).Sin embargo, hay otras opciones
disponibles. Hay numerosos lugares donde la NVI elige traducir ʿāśâ como
“proveer” (18x) o “preparar” (46x). Génesis 1 podría leerse de manera muy
diferente si leemos “Dios preparó dos grandes astros” o “Dios proveyó dos
grandes astros”. Tales interpretaciones no serían menos “literales”. Quizás una
manera de captar el sentido general de ʿāśâ es entender que refleja algún nivel
de causalidad. (Nótese, por ejemplo, versículos como Génesis 50:20 y Amos 3:6.)
[16]
 Para decirlo de otra manera, la causalidad a cualquier nivel puede ser
expresada por este verbo.
[17]
Otros usos interesantes del verbo incluyen los siguientes:
 
· La frase ʿāśâ nepeš puede significar “acoger a las personas bajo tu cuidado”
(Gen 12,5; cf. Ec. 2,8).
· Para las parteras que desafiaron al faraón, Dios proveyó familias (ʿāśâ
 bāttîm, Ex. 1:21).
· Los israelitas deben celebrar el día de reposo de generación en generación
(Ex. 31:16; véase Ex. 34:22; Núm. 9:4-14; etc.).
· Se asignan responsabilidades a los levitas (Núm. 8:26).
· Los sacerdotes son designados (1 Re. 12:31).
· La frase ʿāśâ šālôm significa “establecer el orden”. (Job 25:2; cf. Is. 45:7).
 
En Génesis 1:26, Dios determina “hacer” (ʿāśâ) a la humanidad a su propia
imagen. Esta es una declaración importante, pero debemos darnos cuenta de que
no pertenece a lo que él hace únicamente para los primeros humanos. La Biblia
es clara en numerosos lugares que Dios “hace” (ʿāśâ) a cada uno de nosotros (Job
10:8-9; 31:15; Sal. 119:73; 139:15; Prov. 22:2; Is. 27:11; 43:7).
Finalmente, cuando examinamos los objetos directos utilizados con el verbo
ʿāśâ, encontramos muchos ejemplos en los que no son materiales:
 
· Dios hace a los israelitas (Dt. 32:6, 15; Sal. 149:2; Os. 8:14) y a las naciones
(Sal. 86:9).
· Dios hizo (ʿāśâ) la luna para marcar las estaciones (Sal. 104:19);
[18]
 cf. luces
para gobernar (Sal. 136:7-9).
· Constelaciones hechas por Dios (ʿāśâ ) (Job 9:9; Am. 5:8).
· El viento fue establecido (ʿāśâ) (Job 28:25).
· Dios actúa (ʿāśâ) cada día (Sal. 118:24).
· Dios envía (ʿāśâ) relámpagos para acompañar la lluvia (Sal. 135:7; Jer. 10:13).
 
Estas instancias nos muestran que los comunicadores hebreos no tenían que
tener en mente una actividad de producción de materiales cuando usaban el
verbo ʿāśâ.
Hemos mirado sólo dos de los verbos principales para las actividades de la
creación. A medida que observamos la amplia gama de declaraciones de la
creación a lo largo de la Biblia, descubriremos que los comunicadores bíblicos a
menudo usaban palabras que tendemos a pensar que se refieren a la producción
de materiales para tratar lo que no es material, específicamente, para el orden
cósmico:
 
· Creó el verano e invierno (Sal. 74:17)
· Creó el norte y el sur (Sal. 89:12)
· Montes nacidos; mundo creado (Sal. 90:2; los montes son materiales, pero el
nacimiento de ellos no es una descripción material de sus orígenes)
· Plantó los cedros del Líbano (Sal. 104:16; los árboles son materiales, pero
plantarlos no es una descripción material de sus orígenes)
· Creó aguas sobre los cielos (Sal. 148:4-5; terminología aplicada a lo que
sabemos que no existe)
· Construye la casa con sabiduría (Prov. 8:12, 22-29)
· Forma el espíritu humano (Zc. 12:1)
 
En conclusión, no podemos considerar que estos verbos reflejen intrínsecamente
la producción material, ya sea porque los objetos directos no son materiales o
porque los verbos no representan ningún tipo de entendimiento que adoptemos
como científicamente viable.
Además, encontramos que la manera en que Dios lleva a cabo estas
actividades de la creación (creó, hizo, causó) es a veces “separando” y
“nombrando”. Distinguir algo de otras cosas es crearlo; nombrar algo es crearlo.
Por ejemplo, ponerle un nombre a una habitación y darle una función distinta la
distingue (separa) de otras habitaciones y representa la “creación” de la
habitación. En nuestra casa, una habitación había sido utilizada previamente
como comedor por sus antiguos propietarios. Decidimos que no queríamos que
fuera un comedor, así que lo llamamos “cuarto de estudio”, le dimos una función
como un estudio, pusimos en él los muebles de un estudio y empezamos a usarlo
de esa manera. Por su nombre y función se distinguió de otras habitaciones de la
casa, por lo que se creó el cuarto de estudio. Y era bueno (funcionaba como se
pretendía que funcionara). Esto sirve como una buena ilustración del papel que
tiene nombrar, separar y determinar una función en la creación de una
habitación y su existencia como tal. Es importante darse cuenta de que la
separación y el nombramiento también son actividades de creación primarias en
el resto del antiguo Oriente Próximo. Nota, por ejemplo, las primeras líneas de la
famosa epopeya de la creación babilónica, Enuma Elish, citada anteriormente.
En esta etapa de la discusión, deberíamos decir unas breves palabras sobre el
concepto de ex nihilo (del latín que significa “de la nada”). Una interpretación
de Génesis 1 que entienda que el texto se refiere a traer orden y funcionalidad
en lugar de producir objetos materiales reconocería que la actividad en los siete
días no es creación de la nada. Ex nihilo es una categoría material, aunque no
siempre fue su objetivo.
[19] Si Génesis 1 no es una explicación de los orígenes
materiales, entonces ex nihilo no se aplicaría. Por favor nota, sin embargo, que
cuando Dios creó el cosmos material (y él es el que lo hizo), lo hizo ex nihilo. La
doctrina de Ex nihilo viene de Juan 1:3 y Colosenses 1:16, no de Génesis 1. En
ambos pasajes del Nuevo Testamento, el énfasis está en la autoridad y el estatus
del Hijo de Dios y no en los objetos creados. En otras palabras, la creación ex
nihilo sigue siendo teológicamente sana (de hecho, esencial, ya que Dios no es
contingente), pero literalmente no está bajo discusión en Génesis 1. La historia
de los orígenes materiales no es la historia que el texto está contando aquí. Los
autores, bajo la guía del Espíritu Santo, han contado la parte de la historia que es
más significativa para ellos (los orígenes del cosmos ordenado y funcional) y,
posiblemente, también la más significativa teológicamente. Dios no sólo hizo el
cosmos, sino que lo hizo funcionar de una cierta manera, por una cierta razón y
mantiene su orden momento a momento.
Las cosmologías antiguas tenían poco interés en los orígenes materiales,
aunque reconocen que el cosmos material es el que se ordena para que las
funciones puedan llevarse a cabo. En otra parte he discutido esto largamente, así
que no repetiré los datos aquí.
[20]
 Pero, antes de concluir, debemos notar la falta
generalizada de enfoque material en el relato de siete días de Génesis. Esta es la
tercera área de evidencia (ya hemos discutido el punto de partida y los verbos
usados para la transición de la inexistencia a la existencia) y es el tema del
siguiente capítulo.
En conclusión, el concepto de que Génesis 1 pertenece al establecimiento del
orden lleva dos ideas corolarias que vamos a presentar en los capítulos que
siguen. Primero, en términos bíblicos, el orden se relaciona con el espacio
sagrado. Es la presencia de Dios la que pone orden y establece el espacio sagrado.
El espacio sagrado es el centro del orden ya que Dios es la fuente del orden. Por
lo tanto, cuando hablamos de establecer el orden, estamos hablando, en efecto,
de establecer un espacio sagrado. Discutiremos esto con más detalle en el
capítulo cuatro.
En segundo lugar, debemos tener en cuenta que toda esta discusión está
estableciendo el verdadero enfoque de este libro: la cuestión de los orígenes
humanos. Así como estamos encontrando que el relato de los orígenes cósmicos
es menos material de lo que habíamos pensado en nuestra lectura de Génesis 1,
también vamos a encontrar que la discusión de los orígenes humanos tiene
menos interés en lo material de lo que habíamospensado.
 
 
Proposición 3
 
Génesis 1 es un relato de los orígenes funcionales,
no de los orígenes materiales
 
 
En el último capítulo, ofrecí evidencia de que la actividad de la creación en el
mundo antiguo, incluyendo el texto bíblico, se veía en gran medida en términos
de poner orden y dar funciones y roles. Incluía nombrar y separar. Esta
perspectiva también se encuentra en todo el antiguo Oriente Próximo. En este
capítulo, voy a dar el siguiente paso para mostrar cómo la cuenta de siete días se
centra en el orden y la función más que en la producción material.
Vimos en el último capítulo que el punto de partida en Génesis 1 era un
tiempo en el que no había orden ni función. En el mundo antiguo, esa
descripción significaba que nada existía (ya que la existencia sólo pertenecía a lo
que se había ordenado). Ahora vamos a examinar cada uno de los siete días para
ver si el énfasis está en los objetos materiales o en un entorno ordenado.
 
DÍA UNO
El resultado final de las actividades del día uno es el nombramiento de día y
noche. Notamos que Dios no llama a la luz “luz”, sino que llama a la luz “día” y a
las tinieblas “noche”. Así, podemos ver que el foco es el día y la noche en lugar
de la luz y la oscuridad. “Día” nombra un período de luz, y “noche” un período
de oscuridad (Gen. 1:5). Esos períodos son “creados” cuando se separan unos de
otros. Esta no es una discusión de física, y la audiencia israelita no habría visto
nada aquí que fuera un objeto material. Desde el primer día, pues, el texto no
cuenta nada de lo que ha surgido. En cambio, los períodos alternados de luz/día
y oscuridad/noche constituyen los orígenes del tiempo. El tiempo ordena
nuestra existencia. Es una función, no un objeto material. En el día uno, Dios
crea el día y la noche. A medida que este relato de los orígenes comienza, la
audiencia israelita no lo vería como enfocado en el material.
Todo esto es introducido por Dios diciendo “Que haya...” Esto representa el
poder de la palabra hablada de Dios. Su decreto llama a la luz a la existencia,
pero de nuevo tenemos que entender la declaración del texto con un
reconocimiento de lo que la audiencia israelita consideraba que significaba
“existencia”.
 
DÍA DOS
El segundo día comienza con otro acto de separación: las aguas de arriba de las
aguas de abajo. Todos en el mundo antiguo creían que había aguas arriba (ya que
a veces descendía) y aguas abajo (ya que se podía cavar para encontrar agua y ya
que había manantiales de donde salían las aguas). No se está dando nueva
información científica aquí; el texto refleja las formas en que todos en el mundo
antiguo pensaban sobre el cosmos y tiene un significado particular para lo que
creían sobre el clima. Dios realizó esta separación por medio de la rāqîaʿ
(“cúpula, expansión, firmamento”). Antes del segundo milenio d.C., este término
era entendido consistentemente como un cielo sólido que reprimía la lluvia.
Cuando se reconoció ampliamente que el cielo no era sólido, se empezaron a
utilizar otras traducciones que se centraban más en los niveles más bajos de la
atmósfera, utilizando términos no técnicos como expansión o cúpula.
Todos en el mundo antiguo creían en un cielo sólido, aunque había diferentes
opiniones sobre su composición. Los israelitas indudablemente creían en un
cielo sólido, aunque está abierto a la pregunta de si rāqîaʿ es la palabra para ese
cielo sólido. Durante muchos años, creí que lo era.
[21] Sin embargo, la reflexión
y las investigaciones más recientes me han llevado a una conclusión diferente,
ya que he encontrado otro término hebreo que creo que se refiere al cielo sólido.
[22]
 Si este es el caso, rāqîaʿ se refiere en cambio al espacio creado por la
separación de las aguas que son retenidas por el cielo sólido. Ese espacio sería el
espacio vital para todas las criaturas. Este espacio es significativo en las antiguas
cosmologías del Oriente Próximo, particularmente en Egipto, donde lo asocian
con el dios Shu. La cosmología antigua se refleja en la Biblia Hebrea ya que el sol
y la luna están juntos en este espacio. Pero lo más importante para nuestra
discusión es que reconocemos nuevamente que no estamos siendo introducidos a
la producción de un objeto material.
[23]
 En la percepción israelita, el espacio no
es material. (No podemos introducir el concepto de moléculas de hidrógeno y
oxígeno; eso ya no es pensar con el texto.) La separación de las aguas, la
existencia de un cielo sólido y el establecimiento de un espacio para vivir, todo
ello se refiere al medio ambiente en general y a los sistemas meteorológicos en
particular (regulación de las aguas superiores).
 
DÍA TRES
Al examinar el texto de cerca, nos damos cuenta de que, aunque las actividades
involucran componentes del mundo material (aguas, tierra seca, plantas), los
verbos no describen a Dios haciendo ninguno de esos objetos. Se reúnen los
mares, aparece la tierra seca y brotan las plantas. Este es el trabajo de
organización y orden, no el trabajo de producción. Se inicia la función de
crecimiento de las plantas. Este orden proporciona la base para la producción de
alimentos.
En los días uno, dos y tres, encontramos que la discusión se centra en el orden
del mundo en términos de lo que podría identificarse como las principales
funciones de la existencia humana: el tiempo, el clima y los alimentos. Estos tres
serían reconocidos por cualquier cultura en cualquier lugar, ya que representan
lo que todos los humanos han reconocido como el marco en el que existimos.
Independientemente de los conocimientos científicos o de la sofisticación de
cada uno, éstos comunican la comprensión más importante del cosmos. Podemos
ver que el texto del Génesis está reflexionando sobre estos tres porque después
de que el orden ha sido eliminado en el diluvio, es reestablecido por Dios. Él
promete en Génesis 8:22:
 
Mientras la tierra exista,
 habrá siembra y cosecha [alimento],
frío y calor,
 verano e invierno [clima],
 y días y noches [tiempo].
 
Los días uno, dos y tres, entonces, no se ocupan de la producción de objetos
materiales, sino de ordenar y establecer funciones.
 
DÍA CUATRO
Como los primeros tres días se ocuparon de las funciones principales en el
cosmos ordenado, los días cuatro a seis discuten los agentes que se proporcionan.
[24]
 Si esto no es un relato material, entonces no esperamos que se vuelva a
contar una secuencia de eventos materiales. Por lo tanto, no es un problema que
se haya hecho referencia a la luz el primer día, aunque el sol, la luna y las
estrellas no se mencionan hasta ahora. El foco del primer día era el tiempo, no la
luz, y las funciones han sido tratadas separadamente de los agentes.
Tenemos que seguir investigando si también hay un elemento de origen
material en esta discusión de los agentes. La primera observación importante que
hay que hacer es que en el mundo antiguo no eran conscientes de que el sol, la
luna y las estrellas eran objetos materiales. En Israel, creían que eran
exactamente lo que el texto llama luces, no objetos materiales que producen luz
o reflejan luz. En el resto del mundo antiguo, también eran considerados dioses.
Nadie sabía que el sol es una bola de gas ardiente o que la luna es una roca en
órbita que refleja la luz del sol. Ellos creían que estas dos luces estaban muy
cerca (dentro del cielo sólido, Génesis 1:17). Se discute que no son ni se
convierten en objetos, sino que tienen funciones designadas en el sistema
ordenado de los seres humanos:
 
· separando el día de la noche
· signos, celebraciones (estaciones religiosas, no estaciones meteorológicas),
días y años
· gobernando el día y la noche
 
Se pensaba que las estrellas del mundo antiguo estaban grabadas en la parte
inferior del cielo sólido en lugar de ser soles que estaban más lejos. No está claro
si los israelitas compartían este punto de vista.
[25]
 Sin embargo, el cuarto día no
habría sido considerado por los israelitas como un día centrado en los orígenes
de los objetos materiales,ya que no se dieron cuenta de que éstos son objetos
materiales. En cambio, el relato presta atención a las funciones asignadas por
Dios a estos agentes.
 
DÍA CINCO
Al comenzar el relato de este día, vemos que Dios dice que las aguas deben estar
llenas de criaturas vivientes en lugar de decir que él las hizo. Aquellos que han
observado que los días cuatro a seis están involucrados en llenar el mundo están
en lo correcto. Me inclinaría más a hablar de él instalando agentes en la forma
en que los muebles llenan una habitación y la embellecen, pero también
cumplen las funciones de la habitación. Aquí, los pájaros embellecen el espacio
establecido el segundo día, y las criaturas marinas embellecen las aguas de abajo
(que son las criaturas en el reino de la observación humana—los humanos no
pueden ver las aguas de arriba).
En Génesis 1:21 el texto regresa, por primera vez desde Génesis 1:1, al verbo
bārāʾ (“Dios creó las grandes criaturas del mar”). Vimos en el capítulo anterior
que bārāʾ representa la actividad principal de este relato, ya que Génesis 2:3
indica que la actividad de ʿāśâ representaba la forma en que él realizó bārāʾ. A lo
largo de la historia, los intérpretes se han preguntado sobre el significado de esta
distinción. Si es correcto considerar bārāʾ como el acto de dar un papel y una
función en un sistema ordenado, entonces este versículo está haciendo una
afirmación notable. Las criaturas del mar estaban en una zona liminal en el
antiguo Oriente Próximo. Después de todo, el mar era la encarnación misma del
no-orden. Por lo tanto, habría preguntas acerca de las funciones de las criaturas
marinas (y si incluso tenían alguna). A veces se consideraba que las criaturas
liminales (ya fueran habitantes del mar o del desierto) eran representantes del
no-orden (a veces denominadas criaturas del caos, a las que en griego se les
llamaba daimon; muchas fueron clasificadas más tarde como demonios). Los
tannin a los que nos referimos aquí (NVI: "grandes animales marinos”) se
cuentan entre las criaturas caóticas del Antiguo Testamento (véase Job 7:12; Sal.
74:13; Is. 27:1; 51:9; Ez. 32:2; cf. con la criatura caótica ugarítica tunnanu). Es
notable que estas criaturas estén incluidas en el mundo ordenado en Génesis 1, y
esto se hace explícito en virtud del uso del verbo bārāʾ. Los eventos de creación
de este día se centran de nuevo en el orden y no en la producción de objetos
materiales.
La frase “según su especie” es una declaración de cómo reina el orden en las
formas en que se reproducen las criaturas. Los tiburones dan a luz a los
tiburones, no a los cangrejos; los peces ángel dan a luz a los peces ángel, no a las
rayas. Este es el mismo tipo de declaración que vimos en el día tres cuando Dios
proclamó que las plantas producen semillas de acuerdo a sus diferentes tipos.
Después de haber discutido cómo se puede observar el orden, el texto ahora
pasa a la función que se expresa a través de la bendición de la fecundidad. Como
en la bendición aquí, la creación de animales en las cosmologías antiguas del
Oriente Próximo se ocupa de la fecundidad de los animales.
[26]
 La función de
las criaturas marinas es proporcionar y embellecer este mundo que se está
preparando para los seres humanos a imagen y semejanza de Dios. Todas las
funciones y agentes se discuten a la luz de ese propósito de servir a los seres
humanos. Dios está poniendo el cosmos no para servirse a sí mismo sino para
servir a los humanos. Esto es muy diferente de lo que encontramos en el resto
del mundo antiguo, donde los dioses crearon el cosmos para que funcionara para
ellos mismos y los humanos fueron una idea utilitaria de última hora.
 
DÍA SEIS
Notablemente, la presentación del sexto día comienza con Dios comisionando la
tierra para producir criaturas vivientes. Puesto que esto introduce este día, es
lógico inferir que se trata de una descripción del mecanismo intermedio por el
cual Dios hizo (ʿāśâ, Gen 1:25) las diversas clases de animales. Esta conexión no
expresa ningún punto de vista científico moderno, ni deberíamos esperar que lo
haga. Sin embargo, está de acuerdo con una perspectiva del mundo antiguo.
[27]
Dado que muchos nacimientos de animales tuvieron lugar en lugares protegidos
(cuevas, madrigueras, etc.), las observaciones de los antiguos indicaron que la
tierra dio a luz a los animales (bebés emergiendo de la tierra). Esto no se referiría
sólo a la ronda inicial de animales.
[28]
 Esto trae a colación un punto importante:
las descripciones en este informe se centran en lo que sucede todo el tiempo, no
sólo en lo que sucedió en una ocasión inicial. El día y la noche se alternan
continuamente, las plantas siempre brotan, el sol siempre brilla, las criaturas
siempre abundan y se mueven. Cuando reconocemos esto, podemos inclinarnos
a titular el relato “Dios y el Orden Mundial”.
[29]
 Esta etiqueta daría una nueva
identidad al texto y nos daría una visión diferente de lo que está describiendo.
Como en el quinto día, se ordena a los animales que se reproduzcan de
acuerdo a su especie. Curiosamente, sin embargo, la función no se expresa por la
bendición de la fecundidad como en el caso de las criaturas del mar/aire y los
seres humanos. Es decir, el texto no incluye una bendición otorgada a los
animales terrestres para que sean fructíferos y se multipliquen. En consecuencia,
no se puede decir que su función es multiplicar y llenar el mundo. De hecho,
Génesis 1:24-25 no indica la función de estas criaturas terrestres, ni el proceso
de su origen material. Dios los proveyó (ʿāśâ)... ¿para qué?
Los animales terrestres tienen todo tipo de funciones diferentes, y Dios va a
dar a los humanos la tarea de discernir esas funciones y asignarlas. Un aspecto de
esto es observable en Génesis 2:19 cuando Dios trae los animales al hombre
“para ver qué nombre les pondría. El hombre les puso nombre a todos los seres
vivos, y con ese nombre se les conoce”. Recordemos que el dar un nombre es
una actividad creativa y está relacionada con la función. Otro aspecto, sin
embargo, puede ser discernido del relato del sexto día en Génesis 1. Como
sabemos, el informe del sexto día no termina con los animales, por lo que el
orden funcional del sexto día puede que todavía no aparezca en Génesis 1:24-
25. Yo sugeriría que las funciones de los animales y su papel en el sistema
ordenado se abordan al final de Génesis 1:26. Cuando los humanos subyugan y
gobiernan, están identificando las funciones de los animales y determinando el
papel que desempeñarán. Esto es parte del papel humano—servir como
vicerregentes de Dios en la continuación del proceso de poner orden.
El sexto día también aborda los roles que las personas desempeñan en el
mundo que se les ordenó. Aquí de nuevo, vemos que tanto ʿāśâ (Gen. 1:26) como
bārāʾ (3x en Gen. 1:27) son usados. Al mismo tiempo, hay un claro enfoque en
las funciones, la más importante de las cuales se encuentra en la imagen de Dios.
Las habilidades exclusivamente humanas que a menudo se asocian con la
imagen de Dios (por ejemplo, la conciencia de sí mismo, la conciencia de Dios)
nos dan la capacidad de cumplir nuestro papel como imagen de Dios, pero estas
habilidades no definen por sí mismas la imagen. Estas capacidades podrían
desarrollarse de manera viable a medida que avanza el desarrollo neurológico en
nuestro desarrollo material. Pero la imagen de Dios es un don de Dios, no
definido neurológica o materialmente. La imagen de Dios como concepto del
Antiguo Testamento puede entenderse en cuatro categorías.
[30]
 Pertenece al
papel y función que Dios ha dado a la humanidad (que se encuentra, por
ejemplo, en “subyugar” y “gobernar”, Gen. 1:28),
[31]
 a la identidad que nos ha
legado (es decir, es, por definición, quiénes somos como seres humanos), y a la
manera en que servimos como su sustituto al representar su presencia en el
mundo. Cuando los reyes asirios hicieron imágenes de sí mismos para ser
colocados en ciudades conquistadas o en fronteras importantes, estaban
comunicando que estaban, en efecto,continuamente presentes en ese lugar.
Finalmente, es indicativo de la relación que Dios quiere tener con nosotros.
Estos cuatro aspectos de la imagen de Dios pertenecen no sólo a cada
individuo sino, quizás más importante aún, a la especie corporativa—a la raza
humana. Se discutirán con más detalle en los capítulos nueve y veintiuno. Por
ahora, es esencial afirmar que todas las personas son hechas a la imagen de Dios,
sin importar su edad, su capacidad o incapacidad física, su comportamiento
moral, su identidad étnica o su género. La imagen no es más fuerte en unos que
en otros, y es algo que nos da a toda la dignidad de ser criaturas de Dios
especialmente dotadas. Como mayordomos de Dios, tenemos la tarea de hacer su
trabajo en el mundo; debemos ser sus ayudantes en el proceso de traer orden que
él ha comenzado.
[32]
Después de completar nuestro estudio de los seis días, encontramos que la
mayoría no tienen objetos materiales producidos. El único indicio de que la
materialidad puede ser de interés se encuentra en el uso del verbo ʿāśâ. Incluso
en algunos de los versículos en los que un lector contemporáneo podría asumir
ese uso, los israelitas no están pensando en lo que es material. He sugerido
además que el verbo hebreo en sí mismo está sobreparticularizado cuando se
analiza como inherentemente material en la naturaleza o sólo en casos de
causalidad material directa.
Al mismo tiempo, hemos visto que el texto está impregnado de un interés por
el orden y la función. Esto no sólo es evidente en el texto del Génesis; es
también la manera primaria en que las cosmologías en el mundo antiguo hablan
de los orígenes. Es la manera dominante en que la
gente piensa sobre la existencia y los orígenes en el mundo antiguo. También es
discutiblemente una afirmación teológica más significativa que hacer, y una que
toda la gente en todas partes puede entender sin importar el nivel de su
sofisticación científica. Si preguntamos, ¿por qué no puede ser tanto material
como funcional? la respuesta es bastante clara: podría serlo, pero el material no
puede ser considerado una interpretación por defecto; debe ser probado. Si los
informes de día tras día en el texto no logran relacionar a Dios creando objetos
materiales, tenemos que estar dispuestos a dejar de lado la presuposición
culturalmente determinada de que los relatos de origen son esencialmente
materiales.
Es interesante que incluso aquellos que han pensado en Génesis 1 como un
relato de los orígenes materiales han notado la repetida referencia a la eficacia
de la palabra hablada. Algunos investigadores han llegado incluso a investigar
otras cosmologías antiguas para concluir que, con la excepción de un texto
egipcio (la Teología Menfita), la creación nunca es llevada a cabo por la palabra
hablada de la deidad. Desafortunadamente, esto ofrece una visión demasiado
estrecha. Penetrante en todo el antiguo Oriente Próximo es la idea de que los
dioses emiten decretos que determinan los destinos de todo en la creación (ya
sea inicialmente o cada año).
[33]
Aunque muchos textos antiguos del Oriente Próximo hablan de la creación
como de naturaleza funcional,
[34]
 una breve mirada a la Instrucción de
Merikare dará al lector un buen ejemplo:
 
Bien cuidada está la humanidad, el ganado de Dios,
Él hizo el cielo y la tierra por ellos,
Él somete al monstruo de agua,
Él hizo aliento para que sus narices vivan.
Son sus imágenes, que salieron de su cuerpo,
Él resplandece en el cielo por ellos;
Él hizo para ellos plantas y ganado,
Aves y peces para alimentarlos....
Él hace la luz del día por ellos,
Él navega para verlos.
Él ha construido su santuario alrededor de ellos,
Cuando lloran, él los oye.
[35]
 
Aquí, el texto transmite claramente la idea de que el dios ordena que el cosmos
funcione en nombre de las personas a su imagen y semejanza.
En conclusión, he descubierto a lo largo de los años de presentar este material
que la gente lucha por entender toda la idea de un relato de los orígenes que es
todo acerca de las funciones, el papel y el orden en lugar de acerca de los objetos
materiales. Después de todo, cuando hablamos sólo en abstracciones (por
ejemplo, funcionales, materiales), ¿no estamos volviendo a las categorías
modernas? Por lo tanto, es deseable explicarlo mediante una analogía.
Cuando los estadounidenses necesitan mudarse a una nueva ciudad, tienen
que buscar una nueva residencia. A medida que una familia busca un lugar tras
otro, algunos miembros de la familia pueden examinar la estructura física de la
casa. El techo, los cimientos, la electricidad, la plomería, el horno y el estado
general son de inmensa importancia. Al mismo tiempo, otros miembros de la
familia pueden estar evaluando cómo la casa servirá de hogar. Los patrones de
tráfico doméstico y el diseño abierto son sólo el principio. ¿Qué habitación se
utilizará de qué manera? ¿Dónde encajarán mejor los muebles? Es más probable
que los niños corran arriba para averiguar qué habitaciones serán suyas. De esta
manera, algunos están considerando la casa; los otros están considerando el
hogar.
[36]
De la misma manera, podríamos hablar de los orígenes de la casa o de los
orígenes del hogar. Cuando los estudiantes vienen a cenar, pueden preguntarnos
sobre el lugar donde vivimos. No quieren saber sobre la fontanería o el estado
del tejado. Generalmente no les importa cuándo o cómo se construyó la casa. Se
preguntan cuándo y cómo se convirtió en nuestro hogar.
[37]
He propuesto que en el mundo antiguo la gente estaba mucho más interesada
en los orígenes del hogar que en los orígenes de la casa. Es una cuestión de qué
historia contar. No estaban interesados en cómo surgieron los objetos materiales
de la casa—Dios lo hizo y eso era suficiente para ellos.
[38]
 Mucho más
interesante para ellos era cómo esta casa (el cosmos) se había convertido en un
hogar para los humanos, pero aún más importante, cómo Dios la había
convertido en su propio hogar. El relato de los orígenes de siete días en Génesis
es una “historia del hogar”; no es una “historia de la casa”. Es una historia de
orígenes diferente a la que esperamos en nuestro mundo moderno, pero no es
difícil entender por qué debería ser importante.
En Juan 14:2-3 Jesús dice:
 
En el hogar de mi Padre hay muchas viviendas; si no fuera así, ya se lo
habría dicho a ustedes. Voy a prepararles un lugar. Y, si me voy y se lo
preparo, vendré para llevármelos conmigo. Así ustedes estarán donde
yo esté.
 
Habla del futuro, pero también hace referencia a lo que ha hecho en el pasado.
El cosmos fue preparado como un lugar para nosotros con un propósito muy
específico en mente: que podamos estar donde él está. Este siempre ha sido el
plan de Dios. La presencia de Dios en el cosmos es digna de mención. Con su
presencia, ha convertido el cosmos en un espacio sagrado. Este concepto se
desarrollará en el próximo capítulo.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Proposición 4
 
En Génesis 1, Dios ordena el cosmos
como un espacio sagrado
 
 
Génesis 1:1-2:3 contiene un relato de siete días sobre los orígenes, no un relato
de seis días. Nuestra referencia frecuente a una cuenta de seis días es al menos en
parte el resultado de no saber qué hacer con el séptimo día. ¿Qué tiene que ver
el descanso de Dios con la creación? ¿Por qué necesitaría Dios descansar? ¿Qué
significaría para Dios descansar? Quizás una de las principales razones por las
que nos enfrentamos a este enigma es que hemos asumido que el relato es un
relato material, y que nada material tiene lugar en el séptimo día. En contraste,
mantengo que, aunque las personas son el clímax de los seis días, el día siete es el
clímax de este relato de los orígenes. De hecho, es el propósito de este relato, y
los otros seis días no alcanzan su pleno significado sin él. El descanso es la meta
y propósito de la creación.
Al final del capítulo anterior, ofrecí la ilustración contrastando la casa y el
hogar. Podemos empezar a entender mejor cuando llevamos esa analogía al
siguiente nivel. Cuando una familia finalmente

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