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William L Craig -LO ABSURDO DE LA VIDA SIN DIOS

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El hombre moderno pensó que 
al librarse de Dios, se había 
librado de todo aquello que lo 
reprimía y ahogaba. Sin 
embargo, descubrió que al 
matar a Dios, se había dado 
muerte a sí mismo. Porque si 
no hay Dios, la vida del hombre 
se vuelve absurda. 
Lo Absurdo de la 
Vida sin Dios 
Traducido por Joel Naranjo 
William Lane Craig 
 
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Índice 
 
 
 
 
 
 
 
 
Sobre el autor………………………………………………………………………………………. 2 
La necesidad de Dios y la inmortalidad………………………………………………… 3 
Lo absurdo de la vida sin Dios y sin inmortalidad…………………………………. 5 
La imposibilidad práctica del ateísmo………………………………………………….. 11 
El éxito del cristianismo bíblico…………………………………………………………… 19 
Conclusión…………………………………………………………………………………………… 20 
 
 
 
 
 
 
 
 
2 
 
 
Sobre el autor 
 
 
 
 
William Nace el 23 de agosto 1949. Es un filósofo, teólogo y apologista cristiano de 
Estados Unidos. Es conocido por su trabajo sobre la filosofía del tiempo y la filosofía de 
la religión, específicamente la existencia de Dios y la defensa del teísmo cristiano. 
 
Una de sus contribuciones más notables a la filosofía de la religión es su defensa del 
argumento cosmológico del kalam, que es el argumento más discutido de la existencia 
de Dios en la filosofía occidental contemporánea. En la teología también ha defendido 
el molinismo y la creencia de que Dios está, desde la Creación, sujeto al tiempo. Craig 
ha escrito o editado más de 30 libros, entre ellos El argumento cosmológico 
del kalam (1979), la cosmológica El argumento de Platón a Leibniz (1980), el teísmo, el 
ateísmo, y la cosmología del Big Bang (con Quentin Smith, 1993), Fundamentos 
Filosóficos de una cosmovisión cristiana (con JP Moreland, 2003) y Fe Razonable: La 
verdad cristiana y apologética (3d edición, 2008). 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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La Necesidad de Dios y la 
Inmortalidad 
 
 
 
El Hombre, escribe Loren Eiseley, es el Huérfano Cósmico. Es la única criatura en el 
universo que pregunta, "¿Por qué?” Otros animales tienen su instinto para guiarlos, 
pero el hombre ha aprendido a hacer preguntas. "¿Quién soy?" pregunta el ser 
humano. "¿Por qué estoy aquí? ¿A dónde voy?”. Desde la Ilustración, cuando se 
despojó de los grilletes de la religión, el hombre ha intentado contestar estas 
preguntas sin hacer referencia a Dios. Pero las respuestas que ha hallado no han sido 
estimulantes, si no oscuras y terribles. "Eres un subproducto accidental de la 
naturaleza, el resultado de la materia más el tiempo y el azar. No hay ninguna razón 
para tu existencia. Todo lo que enfrentas es la muerte." 
El hombre moderno pensó que al librarse de Dios, se había librado de todo aquello que 
lo reprimía y ahogaba. Sin embargo, descubrió que al matar a Dios, se había dado 
muerte a sí mismo. Porque si no hay Dios, la vida de hombre se vuelve absurda. 
Si Dios no existe, tanto el hombre como el universo están inevitablemente condenados 
a la muerte. El ser humano, como todos los organismos biológicos, debe morir. Sin la 
esperanza de la inmortalidad, la vida de hombre lleva sólo a la tumba. Su vida no es si 
no una chispa en la oscuridad infinita, una chispa que nace, parpadea, y muere para 
siempre. Por consiguiente, todos debemos enfrentar lo que el teólogo Paul Tillich ha 
llamado "la amenaza del no ser". Porque aunque ahora sé que existo, que estoy vivo, 
sé también que algún día ya no existiré, que ya no seré más, que voy a morir. Este 
pensamiento es pasmoso y amenazador: ¡pensar que la persona que llamo "yo" dejará 
de existir, que no será más! 
Recuerdo vivamente la primera vez que mi padre me dijo que algún día yo moriría. De 
algún modo, como niño, el pensamiento simplemente nunca había cruzado por mi 
mente. Cuando me lo dijo, quedé lleno de miedo y una insoportable tristeza. Y aunque 
intentó repetidamente asegurarme esto ocurriría en mucho tiempo más, eso no 
parecía importar. Fuese antes o después, el hecho innegable era que yo moriría y ya no 
sería más, y esta idea me resultó abrumadora. Eventualmente, como todos, llegué a 
simplemente a aceptarlo. Todos aprendemos a vivir con lo inevitable. Pero esa 
percepción infantil sigue siendo cierta. Como el existencialista francés Jean-Paul Sartre 
 
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observó, “algunas horas o algunos años no hacen diferencia alguna una vez que se ha 
perdido la eternidad”. 
Ya sea que llegue antes o después, la perspectiva de la muerte y la amenaza del no ser 
es un horror terrible. Pero una vez conocí un estudiante quién no sentía esta amenaza. 
Decía que había crecido en una granja y estaba acostumbrado a ver los animales nacer 
y morir. La muerte era para él simplemente algo natural, parte de la vida, por así 
decirlo. Yo estaba intrigado por lo diferente que eran nuestras perspectivas acerca de 
la muerte y encontraba difícil entender por qué él no sentía la amenaza de no ser. 
Después de varios años, pienso que encontré mi respuesta leyendo a Sartre. Sartre 
observó que la muerte no es amenazante en tanto la veamos como la muerte del otro, 
cuando la vemos en tercera persona, por así decirlo. Es sólo es cuando la 
internalizamos y la vemos primera persona ("mi muerte: Yo voy a morir") que la 
amenaza del no ser se vuelve real. Como indica Sartre, muchas personas nunca 
asumen esta perspectiva de primera persona en su vida; uno puede mirar incluso su 
propia muerte desde un punto de vista de tercera persona, como si fuera la muerte de 
otro o incluso de un animal, como hizo mi amigo. Pero el verdadero significado 
existencial de mi muerte sólo puede apreciarse de la perspectiva de primera persona, 
cuando comprendo que yo voy morir y dejaré de existir para siempre. Mi vida es 
simplemente una transición momentánea del olvido al olvido. 
Y el universo, también, enfrenta la muerte. Los Científicos nos dicen que el universo se 
está expandiendo, y todo en él se aleja más y más. Mientras esto sucede, se vuelve 
más y más frío, y su energía se agota. En el futuro todas las estrellas se consumirán y 
toda la materia colapsará en estrellas muertas y agujeros negros. No habrá luz en 
absoluto; no habrá calor; no habrá vida; sólo los cadáveres de estrellas y galaxias 
muertas, siempre expandiéndose en la oscuridad interminable y las frías 
profundidades del espacio: un Universo en ruinas. Así que no sólo la vida de cada 
persona individual está condenada; la raza humana entera está condenada. No hay 
escapatoria. No hay esperanza. 
 
 
 
 
 
 
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Lo Absurdo de la Vida sin Dios y sin 
Inmortalidad 
 
 
Si no hay Dios, entonces el hombre y el universo están condenados. Como prisioneros 
sentenciados a muerte, esperamos nuestra inevitable ejecución. No hay Dios ni 
inmortalidad. ¿Y cuál es la consecuencia de esto? Significa que la vida misma es 
absurda. Significa que la vida que tenemos carece de significado, valor, o propósito 
último. Miremos cada uno de éstos. 
 
No hay Significado Último sin Inmortalidad y sin Dios 
 
Si cada persona deja de existir cuándo muere, entonces ¿qué significado último puede 
darse a su vida? ¿Importa realmente si alguna vez existió? Su vida puede ser 
importante en relación a ciertos eventos, pero ¿Cuál es el significado último de 
cualquiera de esos eventos? Si todos los eventos carecen de sentido, entonces ¿Cuál 
puede ser el significado o influencia última de cualquiera de ellos? En última cuenta no 
hacen ninguna diferencia. 
Veámoslo desde otra perspectiva: Los científicos dicen que el universo en originó en 
una explosión denominada el "Big Bang" hace unos 13 mil millones años. Suponga que 
el Big Bang nunca hubiera ocurrido. Suponga que el universo nunca hubiera existido. 
¿Qué diferencia sustancial haría? De todos modos, el universo esta condenado. En 
última cuenta, no hace ninguna diferencia si el universo alguna vez existió o no.Por 
consiguiente, carece de significado último. 
Lo mismo es verdad respecto a la raza humana. La humanidad es una especie 
condenada en un universo agonizante. Porque la raza humana dejará de existir en el 
futuro; da lo mismo si alguna vez existió. La humanidad, así, no es más significativa que 
un enjambre de mosquitos o un corral de cerdos, pues su destino es el mismo. El 
mismo ciego proceso cósmico que los escupió en primer lugar se los tragará a todos en 
el futuro. 
 
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Y lo mismo es verdad de cada persona individual. Las contribuciones del científico al 
adelanto del conocimiento humano, las investigaciones del doctor para aliviar el dolor 
y el sufrimiento, los esfuerzos del diplomático por afianzar la paz en el mundo, los 
sacrificios de hombres buenos en todo lugar para mejorar la condición de la raza 
humana: todos éstos llegan a nada. Éste es el horror del hombre moderno: dado que 
acaba en nada, es nada. 
Pero es importante ver que no es sólo inmortalidad lo que necesita el hombre si su 
vida ha de ser significativa. La mera duración de la existencia no hace a esa existencia 
significativa. Si el hombre y el universo pudieran existir para siempre, pero no hubiera 
Dios, su existencia aún carecería de significado último. Como ilustración, una vez leí un 
cuento de ciencia-ficción en que un astronauta estaba aislado en un yermo trozo de 
piedra perdido en el espacio exterior. Con él tenía dos frascos: uno contenía veneno y 
el otro una poción que lo haría vivir para siempre. Comprendiendo su predicamento, 
bebió el veneno. Pero entonces, para su horror, descubrió que había bebido el frasco 
equivocado, había bebido la poción de la inmortalidad. Y eso significaba que él estaba 
maldito a existir para siempre, una vida interminable y carente de sentido. Ahora, si 
Dios no existe, nuestras vidas son exactamente igual. Podrían seguir y seguir y aún 
carecer absolutamente de sentido. Aún podríamos preguntar de la vida, "¿Y qué?” Así 
que no es sólo la inmortalidad lo que el hombre necesita si su vida ha de ser 
significativa en último término; necesita a Dios y la inmortalidad. Y si Dios no existe, 
carece de ambos. 
El hombre del siglo XX llegó a entender esto. Lean "Esperando a Godot" de Samuel 
Beckett. Durante toda la obra dos hombres mantienen una conversación trivial 
mientras esperan que llegué un tercer hombre, quién nunca lo hace. Nuestras vidas 
son así, está diciendo Beckett; sólo matamos el tiempo esperando. ¿Qué?, no lo 
sabemos. En un trágico retrato del hombre, Beckett escribió otra obra en que el telón 
se abre revelando un escenario cubierto de basura. Durante treinta largos segundos, el 
público se sienta y mira fijamente en silencio esa basura. Entonces el telón se cierra. 
Eso es todo. 
Los existencialistas franceses Jean-Paul Sartre y Albert Camus entendieron esto 
también. Sartre retrató la vida en su obra "Sin Salida" como el infierno. La línea final de 
la obra son las palabras de resignación, "Bien, sigamos con él." Así, Sartre escribe en 
otra parte acerca de la "náusea" de la existencia. Camus, también, vio la vida como un 
absurdo. Al final de su novela breve "El Extranjero", el héroe de Camus descubre en un 
destello de comprensión que el universo no tiene significado y no hay Dios para darle 
uno. 
 
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Así, si no hay Dios, entonces la vida misma carece sentido. El hombre y el universo 
carecen de significado último. 
 
No hay Valor Último Sin Inmortalidad y sin Dios 
Si la vida acaba a la tumba, entonces da lo mismo si uno ha vivido como un Stalin o 
como un santo. Dado que el destino de cada uno finalmente no se relaciona con la 
propia conducta, usted puede simplemente vivir como mejor le parezca. Como lo puso 
Dostoyevsky: "Si no hay inmortalidad, todas las cosas están permitidas". Sobre esta 
base, un escritor como Ayn Rand está completamente en lo cierto al alabar las virtudes 
del egoísmo. Viva totalmente para el yo; ¡no hay nadie que le haga rendir cuentas! De 
hecho, sería estúpido hacer algo diferente, pues la vida es demasiado corta para 
arriesgarla actuando por otra cosa que no sea puro interés propio. Sacrificarse en favor 
de otro sería estúpido. Kai Nielsen, un filósofo del ateo que intenta defender la 
viabilidad de la ética sin Dios, al final admite, 
No hemos sido capaces de mostrar que la razón requiere el punto de vista moral, o 
que todos que las personas verdaderamente racionales, desprovistas de mitos o 
ideologías, no necesitan ser individuos egoístas o los amorales clásicos. La razón no 
decide aquí. El cuadro que he pintado para usted no es uno agradable. La reflexión 
acerca de él me deprime. . . . La pura razón práctica, incluso con un adecuado 
conocimiento de los hechos, no le llevará a la moralidad. 
 
Pero el problema es aun peor. Porque, dejando de lado la inmortalidad, si no hay Dios, 
no puede haber estándares objetivos del bien y el mal. Todo lo que confrontamos es, 
en palabras de Jean-Paul Sartre, el hecho desnudo, carente de valor, de la existencia. 
Los valores morales son ya sea sólo expresiones de gusto personal o los derivados de la 
evolución y condicionamiento socio-biológico. En un mundo sin Dios ¿Quién puede 
decir qué valores son correctos y cuales no? ¿Quién puede juzgar que los valores de 
Adolfo Hitler son inferiores a los de un santo? El concepto de moralidad pierde todo 
significado en un universo sin Dios. Como un eticista ateo contemporáneo señala, 
“decir que algo es malo porque. . . esta prohibido por Dios, es. . . absolutamente 
comprensible para cualquiera que cree en un legislador Divino. Pero decir que algo está 
mal. . . aun cuando no haya ningún Dios para prohibirlo, no es comprensible. . . . “ 
“El concepto de obligación moral [es] ininteligible aparte de la idea de Dios. Las 
palabras permanecen pero su significado se ha ido". En un mundo sin Dios, no puede 
haber bien y mal en un sentido objetivo, sólo nuestros juicios subjetivos cultural y 
personalmente relativos. Esto significa que es imposible de condenar la guerra, la 
opresión, o el crimen como algo malo. Ni tampoco es posible alabar la fraternidad, la 
 
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igualdad y el amor como algo bueno, porque en un universo sin Dios, el bien y el mal 
no existen, sólo esta el hecho desnudo y sin valor de la existencia, y no hay nadie que 
diga que tú tienes la razón y yo estoy equivocado. 
 
No hay Propósito Último Sin la Inmortalidad y sin Dios 
 
Si la muerte nos espera con los brazos abiertos al final del camino, ¿cuál es entonces el 
propósito de la vida? ¿Es todo para nada? ¿No hay razón para la vida? ¿Y qué del 
universo? ¿Es absolutamente en vano? Si su destino es una tumba helada en el vacío 
del espacio exterior, la respuesta debe ser: Sí, es vano. No hay ninguna meta, ningún 
propósito para el universo. Los restos de un universo muerto simplemente seguirán 
expandiéndose y expandiéndose para siempre. 
¿Y qué hay del hombre? ¿No hay ningún propósito en absoluto para la raza humana? 
¿O simplemente desaparecerá algún día en el olvido de un universo indiferente? El 
escritor inglés H. G. Wells previó tal perspectiva. En su novela "La Maquina del 
Tiempo", el viajero del tiempo de Wells viaja lejos en el futuro para descubrir el 
destino del hombre. Todo lo que encuentra es una tierra muerta, salvo por un poco de 
liquen y musgo, orbitando un gigantesco sol rojo. Los únicos sonidos son el zumbido 
del viento y las suaves olas del mar. "Más allá de estos sonidos inanimados", escribe 
Wells, "el mundo estaba silencioso. ¿Silencioso? Sería difícil expresar su quietud. Todos 
los sonidos del hombre, el balido de oveja, los gritos de las aves, el zumbido de los 
insectos, el movimiento que sirve de fondo a nuestras vidas, todo se había acabado" 
Y así, el viajero del tiempo de Wells regresó. ¿Pero a qué? meramente un punto 
anterior en la carrera sin objeto hacia el olvido. Cuando como no cristiano leí por 
primeravez el libro de Wells pensé, "¡No, no! ¡No puede acabar así!" Pero si no hay 
Dios, así es como acabará, nos guste o no. Ésta es la realidad en un universo sin Dios: 
no hay esperanza; no hay propósito. 
Lo que es verdad para la humanidad como un todo es verdad individualmente para 
cada uno de nosotros: estamos aquí sin ningún propósito. Si no hay Dios, entonces 
nuestra vida no es cualitativamente diferente a la de un perro. Como el antiguo autor 
de Eclesiastés lo pone "Los hombres terminan igual que los animales; el destino de 
ambos es el mismo, pues unos y otros mueren por igual, y el aliento de vida es el mismo 
para todos, así que el hombre no es superior a los animales. Realmente, todo es 
absurdo, y todo va hacia el mismo lugar. Todo surgió del polvo, y al polvo todo 
volverá". (Ecl 3:19-20 NVI). En este libro, que se lee más como un pedazo de literatura 
existencialista moderna que como un libro de la Biblia, el escritor muestra la futileza 
de placer, la riqueza, la educación, la fama política, y la honra en una vida condenada. 
 
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acabar en la muerte. ¿Su veredicto? “¡Vanidad de vanidades! ¡Todo es vanidad!" (1:2). 
Si la vida acaba a la tumba, entonces no tenemos ningún propósito último por el cual 
vivir. 
Pero más que esto: aun si no acabara con la muerte, sin Dios la vida aún carecería de 
propósito. El hombre y el universo serían entonces simples accidentes del azar, 
lanzados a la existencia sin razón. Sin Dios, el universo es el resultado de un accidente 
cósmico, una explosión fortuita. No hay razón para su existencia. En cuanto al hombre, 
es un capricho de la naturaleza—un producto ciego de la materia, más el tiempo, más 
el azar. Es simplemente un poco de cieno que desarrolló racionalidad. Como un 
filósofo lo ha puesto: "La vida humana está montada sobre un pedestal subhumano y 
debe desplazarse por sí sola en el corazón de un universo silencioso e inconsciente. ‘‘ 
Lo que es verdad del universo y de la raza humana también es verdad de nosotros 
como individuos. Si Dios no existe, entonces usted es simplemente un aborto de 
naturaleza, lanzado a un universo sin propósito para vivir una vida sin propósito. 
Así, si Dios no existe, significa que el hombre y el universo existen sin propósito, dado 
que el fin de todo es la muerte, y llegaron a existir sin propósito, dado que son sólo 
productos ciegos del azar. En pocas palabras, la vida carece absolutamente de razón. 
¿Entiende usted la gravedad de la alternativa que se nos presenta? Si Dios existe, hay 
esperanza para el hombre. Pero si Dios no existe, todo lo que nos queda es la 
desesperación. ¿Entiende por qué la pregunta sobre la existencia de Dios es tan vital 
para el ser humano? Como un escritor acertadamente lo ha puesto "Si Dios está 
muerto, entonces el hombre también está muerto". 
Desgraciadamente, la gran masa de la humanidad no comprende este hecho. 
Continúan adelante como si nada hubiera cambiado. Me recuerda la historia de 
Nietzsche del loco que en las primeras horas de la mañana irrumpió en el mercado, 
linterna en mano, gritando: "¡Busco Dios! ¡Busco Dios!" Dado que muchos de los 
presentes no creían en Dios, provocó mucha risa. "¿Dios se ha perdido? " se mofaron 
de él. "¿O está escondido? ¡O quizá se ha ido de viaje o ha emigrado!" Le gritaron y se 
rieron. Entonces, escribe a Nietzsche, el loco se volvió hacia ellos y los atravesó con su 
mirada 
"¿Donde esta Dios? " gritó, 'yo les diré. Nosotros lo hemos matado: ustedes y yo. 
Todos nosotros somos sus asesinos. ¿Pero cómo hemos hecho esto? ¿Cómo pudimos 
beber al mar? ¿Quién nos dio la esponja para borrar el horizonte entero? ¿Qué hicimos 
cuándo desencadenamos esta tierra de su sol? ¿Hacia donde se está moviendo ahora? 
¿Lejos de todos los soles? ¿Acaso no nos hundimos continuamente? ¿Hacia atrás, 
hacia los lados, adelante, en todas las direcciones? ¿Queda un arriba y un abajo? ¿No 
 
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estamos extraviándonos como en una infinita nada? ¿No sentimos el aliento del 
espacio vacío? ¿No se ha vuelto más frío? ¿No viene noche y más noche? ¿No deben 
encenderse las linternas por la mañana? ¿No oímos todavía del ruido de los 
sepultureros que están enterrando a Dios? . . . Dios está muerto. . . . Y nosotros lo 
hemos matado. ¡Cómo nosotros, asesinos entre los asesinos, nos consolaremos!" 
La muchedumbre miró fijamente al loco en el silencio y asombro. Por fin este azotó su 
linterna en el suelo. "He venido demasiado pronto" dijo. "Este tremendo evento 
todavía está en camino, no ha alcanzado los oídos del hombre todavía". Los hombres 
no comprendieron realmente las consecuencias de lo que habían hecho al matar a 
Dios. Pero Nietzsche predijo que algún día la gente comprenderían las implicaciones de 
su ateísmo; y este descubrimiento introduciría una edad de nihilismo: la destrucción 
de todo significado y valor en la vida. 
La mayoría de las personas aun no reflexionan en las consecuencias del ateísmo y así, 
como la muchedumbre en el mercado, sigue inconscientemente su camino. Pero 
cuando comprendemos, como hizo Nietzsche, lo qué el ateísmo implica, entonces su 
pregunta nos golpea fuertemente: ¿cómo nosotros, los asesinos de todos los asesinos, 
nos consolaremos? 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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La imposibilidad Práctica del 
Ateísmo 
 
 
Casi la única solución que el ateo puede ofrecer es que enfrentemos la absurdidad de 
la vida y vivamos valientemente. Por ejemplo, Bertrand Russell escribió que debemos 
construir nuestras vidas en "el firme fundamento de la inflexible desesperación". Sólo 
reconociendo que el mundo realmente es un lugar terrible podemos enfrentar 
exitosamente la vida. Camus dijo que debemos reconocer la absurdidad de la vida 
honestamente y entonces debemos vivir en amor el uno por el otro. 
El problema fundamental con esta solución, sin embargo, es que es imposible vivir de 
forma consistente y alegre dentro de tal cosmovisión. Si uno vive de forma 
consistente, no será feliz; si uno vive felizmente, es sólo porque no es consistente. 
Francis Schaeffer ha explicado bien este punto. El hombre moderno, dice Schaeffer, 
vive en un universo de dos pisos. En el piso de abajo está el mundo finito sin Dios; aquí 
la vida es absurda, como hemos visto. En el piso superior está el significado, los 
valores, y el propósito. Ahora, el hombre moderno vive en el piso de abajo porque cree 
que no hay Dios. Pero no puede vivir felizmente en un mundo tan absurdo; por tanto 
continuamente da saltos de fe al piso superior para afirmar el significado, valor, y 
propósito, aún cuando no tiene derecho a ello, dado que no cree en Dios. 
Echémosle, entonces, una nueva mirada a cada una de las tres áreas en que vimos que 
la vida es absurda sin Dios, para mostrar cómo el hombre no puede vivir consistente y 
alegremente con su ateísmo. 
 
Significado de la Vida 
Primero, el área del significado. Vimos que sin Dios, la vida no tiene ningún significado. 
Aun así, los filósofos continúan viviendo como si la vida tuviera significado. Por 
ejemplo, Sartre afirmó que uno puede crear significado para su vida escogiendo 
libremente seguir un cierto curso de acción. El propio Sartre escogió el Marxismo. 
 
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Ahora esto es absolutamente incoherente. Es incoherente decir que la vida es 
objetivamente absurda y después decir que uno puede crear significado para su vida. 
Si la vida es realmente absurda, entonces el hombre esta atrapado en el piso inferior. 
Intentar crear significado en la vida representa un salto al piso superior. Pero Sartre no 
tiene ninguna base para este salto. Sin Dios, no puede haber ningún significado 
objetivo en la vida. El programa de Sartre realmente es un ejercicio de autoengaño. 
Sartre realmente está diciendo, "Hagamos como que el universo tiene significado." 
Esto es simplemente engañarnos a nosotros mismos. 
El punto es este: si Dios no existe, entonces la vida objetivamente carece de sentido; 
peroel hombre no puede vivir de forma consistente y feliz sabiendo que la vida no 
tiene sentido; así que para ser feliz simula que la vida tiene significado. Pero esto es, 
claro, completamente inconsistente, porque sin Dios, el hombre y el universo carecen 
de cualquier significancia real. 
 
El valor de Vida 
 
Volvámonos ahora al problema de valor. Aquí es donde ocurren las inconsistencias 
más escandalosas. En primer lugar, los humanistas ateos son totalmente incoherentes 
al afirmar los valores tradicionales del amor y hermandad. Camus ha sido 
correctamente criticado por sostener inconsistentemente la absurdidad de la vida y la 
ética del amor y hermandad humana. Los dos son lógicamente incompatibles. Bertrand 
Russell, también, fue inconsistente. Pues aunque era ateo, era un abierto crítico social, 
denunciando la guerra y las restricciones a la libertad sexual. Russell admitió que no 
podía vivir como si los valores éticos simplemente fueran una cuestión de gusto 
personal, y que encontraba su propia visión, por consiguiente, "increíble." "No sé la 
solución", confesó. El punto es que si no hay Dios, no puede existir un bien y mal 
objetivos. Como dijo Dostoyevsky "Todas las cosas están permitidas." 
Pero Dostoyevsky también mostró que el hombre no puede vivir de esta manera. No 
puede vivir como si fuera perfectamente correcto que soldados maten niños 
inocentes. No puede vivir como si fuera perfectamente correcto que dictadores como 
Pol Pot exterminen a millones de sus propios compatriotas. Todo en él clama que estos 
actos son malvados, realmente malvados. Pero si no hay Dios, no puede hacerlo. Así 
que da un salto de fe y afirma los valores de todos modos. Y cuando lo hace, revela la 
insuficiencia de un mundo sin Dios. 
 
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El horror de un mundo desprovisto de valor se hizo real para mi con una nueva 
intensidad hace unos pocos años atrás, cuando vi un documental televisivo de la BBC 
llamado "The Gathering", Se trataba de una reunión de sobrevivientes del Holocausto 
en Jerusalén dónde reencontraron amistades perdidas y compartieron sus 
experiencias. Una prisionera, enfermera, contó como había llegado a ser la ginecóloga 
de Auschwitz. Ella observó que las mujeres embarazadas eran agrupadas por los 
soldados bajo la dirección del Dr. Mengele y alojadas en los mismos cuarteles. Pasado 
algún tiempo, notó que no se volvía a ver a ninguna de estas mujeres. Hizo algunas 
averiguaciones. "¿Dónde están las mujeres embarazadas que fue alojadas en esos 
cuarteles?” "¿No se enteró? " fue la respuesta. "El Dr. Mengele las usó para 
vivisección." 
Otra mujer contó cómo Mengele había ligado a sus pechos para que no pudiera 
amamantar a su pequeño. El doctor quería descubrir cuánto tiempo un infante podía 
sobrevivir sin nutrición. Desesperadamente esta pobre mujer intentó mantener a su 
bebé vivo dándole los pedazos de pan empapados en café, sin resultados. Cada día el 
bebé perdía peso, un hecho que era ávidamente monitoreado por el Dr. Mengele. Una 
enfermera vino en secreto a esta mujer y le dijo, "He arreglado una manera para que 
usted pueda salir de aquí, pero usted no puede llevar a su bebé con usted. Traje una 
inyección de morfina que puede darle al niño para acabar su vida." Cuando la mujer 
protestó, la enfermera insistió: "Mire, su bebé va a morir de todas maneras. Al menos 
sálvese usted." Y así, esta madre le quitó la vida de su propio bebé. El Dr. Mengele se 
enfureció cuando se enteró de ello, porque había perdido su espécimen de 
experimentación y, buscó entre los cadáveres para encontrar el cuerpo descartado del 
bebé y así poder tener un último registro de peso. 
Mi corazón se rasgó por estas historias. Un rabino que sobrevivió al campo lo resumió 
bien cuando dijo que en Auschwitz era como si existiera un mundo en que todos los 
Diez Mandamientos hubieran sido invertidos. La humanidad nunca había visto tal 
infierno. 
Y aún así, si Dios no existe, entonces en cierto sentido, nuestro mundo es Auschwitz: 
no hay un bien y un mal absolutos; cualquier cosa esta permitida. Pero ningún ateo, 
ningún agnóstico, puede vivir de forma consistente con tal perspectiva. El propio 
Nietzsche, quién proclamó la necesidad de vivir más allá del bien y del mal, rompió con 
su mentor Richard Wagner a causa del problema del antisemitismo del compositor y su 
estridente nacionalismo alemán. Del mismo modo, Sartre, escribiendo justo después 
de la Segunda Guerra Mundial, condenó el antisemitismo, declarando que una 
doctrina que lleva al exterminio no es meramente una cuestión de opinión o gusto 
personal, de igual valor que su opuesto. En su importante ensayo "El Existencialismo Es 
un Humanismo", Sartre se esfuerza vanamente por eludir la contradicción entre su 
 
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rechazo a la idea de valores divinamente preestablecidos y su deseo urgente afirmar el 
valor de la persona humana. Como Russell, no podía vivir con las implicaciones de su 
propio rechazo de los absolutos éticos. 
Un segundo problema es que si Dios no existe y no hay inmortalidad, entonces todos 
los actos malvados de los hombres quedan impunes y todos los sacrificios de los 
hombres buenos quedan sin recompensa. ¿Pero quién puede vivir con tal perspectiva? 
Richard Wurmbrand, quien fue torturado por su fe en las prisiones comunistas dice: 
"La crueldad del ateísmo es difícil de creer cuando el hombre no tiene fe en la 
recompensa del bien o el castigo del mal. No hay ninguna razón para ser humano. No 
hay restricción de las profundidades del mal que hay en el hombre. Los verdugos 
comunistas a menudo decían, 'no hay Dios, no hay más allá, no hay castigo para el mal. 
Podemos hacer lo que queramos.' Incluso escuché a un torturador decir, 'Doy gracias a 
Dios en quien no creo, por haber vivido hasta a esta hora cuando puedo expresar todo 
el mal en mi corazón.' Lo expresó en la increíble brutalidad y tortura infligidas en los 
prisioneros". 
Y lo mismo se aplica a los actos de auto-sacrificio. Hace varios años, ocurrió un terrible 
desastre aéreo en pleno invierno, en que un avión que despegaba del aeropuerto de 
Washington, D.C., se estrelló contra un puente sobre el río Potomac, zambullendo a los 
pasajeros en las heladas aguas. Cuando los helicópteros de rescate llegaron, la 
atención se enfocó en un hombre que una y otra vez empujó la escalera de cuerda 
colgante hacia otros pasajeros en lugar de ser el mismo llevado a la seguridad. Seis 
veces pasó la escalera. Cuando llegaron nuevamente, había fallecido. Había dado 
gratuitamente su vida para que otros pudieran vivir. La nación entera volvió sus ojos a 
este hombre en respeto y admiración por el acto bueno y desinteresado que había 
realizado. Y aún así, si el ateo está en lo correcto, ese hombre no fue noble, hizo la 
cosa más estúpida posible. Debió haber ido primero por la escalera, empujando a otros 
si era necesario para sobrevivir. ¿Pero morir por otros que ni siquiera conocía, 
renunciar a toda la breve existencia que tendría? ¿Para que? Para el ateo no puede 
haber ninguna razón. Y aún así el ateo, como el resto de nosotros, reacciona 
instintivamente con alabanza para la acción generosa de este hombre. De hecho, uno 
probablemente nunca encontrará a un ateo que viva de forma consistente con su 
sistema. Porque un universo sin responsabilidad moral y carente de valor es 
inimaginablemente terrible. 
 
 
 
15 
 
El propósito de Vida 
 
 
Finalmente, miremos el problema del propósito de la vida. La única manera en que la 
mayoría de las personas que niegan el propósito en la vida viven felizmente es, ya sea, 
inventando algún propósito, lo que es auto engaño como vimos con Sartre, o no 
llevando su perspectiva a sus conclusiones lógicas. Tome el problema de muerte, por 
ejemplo. Según Ernst Bloch, la única manera en que el hombre moderno puede vivir 
ante la muerte es tomando prestada subconscientemente la creencia en la 
inmortalidad que sus antepasadossostuvieron, aunque él mismo no tiene ninguna 
base para esta creencia, dado que no cree en Dios. Al tomar prestados los remanentes 
de una creencia en la inmortalidad, escribe Bloch, "el hombre moderno no siente el 
abismo que incesantemente lo rodea y que ciertamente finalmente lo engullirá. A 
través de estos remanentes, salva su sentido de identidad. A través de ellos surge la 
impresión de que el hombre no está pereciendo, si no solo que un día el mundo tiene 
el capricho de no aparecerle más." Bloch concluye, "Este ánimo, bastante superficial se 
alimenta de una tarjeta de crédito prestada. Vive de esperanzas antiguas y del apoyo 
que estas una vez habían proporcionado". El hombre Moderno ya no tiene derecho a 
ese apoyo, dado que ha rechazado a Dios. Pero para vivir con un propósito, hace un 
salto de fe al afirmar una razón por la cual vivir. 
A menudo encontramos la misma inconsistencia entre aquéllos que dicen que el 
hombre y el universo llegaron a existir sin ninguna razón o propósito, simplemente por 
casualidad. Incapaz de vivir en un universo impersonal en que todo es producto del 
ciego azar, esta gente comienza a atribuir personalidad y motivos a los procesos físicos 
mismos. Es una manera extraña de hablar y representa un salto del piso inferior al 
superior. Por ejemplo, Francis Crick, a medio camino de su libro "El Origen del Código 
Genético" comienza a escribir "naturaleza" con una "N" mayúscula y en otra parte 
habla de selección natural como siendo "inteligente" y como "pensando" en lo que va 
a hacer. Fred Hoyle, el astrónomo inglés, atribuye al propio universo las cualidades de 
Dios. Para Carl Sagan el "Cosmos", que él siempre escribe con mayúscula, obviamente 
cumple el papel de un dios sustituto. Aunque todos estos hombres profesan no creer 
en Dios, contrabandean un Dios suplente por la puerta trasera porque ellos no pueden 
soportar vivir en un universo en que todo es el resultado aleatorio de fuerzas 
impersonales. 
Y es interesante ver a muchos pensadores traicionar sus perspectivas cuando son 
llevadas a su conclusión lógica. Por ejemplo, ciertas feministas han levantado una 
tormenta de protesta contra la psicología sexual Freudiana porque es chauvinista y 
degradante respecto de las mujeres. Y algunos psicólogos se han sometido y han 
revisado sus teorías. Ahora, esto es totalmente inconsistente. Si la psicología Freudiana 
 
16 
 
es realmente verdad, entonces no importa si es degradante para las mujeres. No se 
puede cambiar la verdad porque no nos guste a lo a que lleva. Pero las personas no 
pueden vivir de forma consistente y feliz en un mundo dónde otras personas son 
devaluadas. Sin embargo, si Dios no existe, nadie tiene valor alguno. Sólo si Dios existe 
puede alguien de forma consistente sostener los derechos de las mujeres. Pero si Dios 
no existe, entonces la selección natural dicta que el varón de la especie sea dominante 
y agresivo. Las mujeres no tendrían más derechos que los que tienen una cabra 
hembra o una gallina. En la naturaleza cualquier cosa que es, esta bien. ¿Pero quién 
puede vivir con tal perspectiva? Al parecer, ni siquiera los psicólogos Freudianos que 
traicionan sus teorías cuando son empujadas a sus conclusiones lógicas. 
O tomemos el conductismo sociológico de alguien como B. F. Skinner. Su perspectiva 
lleva a la clase de sociedad prevista en "1984" de George Orwell, dónde el gobierno 
controla y programa el pensamiento de todos. Si las teorías de Skinner son correctas, 
no puede haber objeción a tratar a las personas como a las ratas en la jaula de Skinner, 
recorriendo sus laberintos, estimulados con comida y choques eléctricos. Según 
Skinner, todas nuestras acciones están determinadas de todas formas. Y si Dios no 
existe, ninguna objeción moral puede levantarse contra este tipo de programación, 
porque el ser humano no es cualitativamente diferente de una rata, dado que ambos 
no son más que materia, más tiempo, más azar. Pero, de nuevo ¿quién puede vivir con 
tal perspectiva deshumanizante? 
O finalmente, tome el determinismo biológico alguien como Francis Crick. La 
conclusión lógica es que el ser humano es como cualquier otro espécimen de 
laboratorio. El mundo se horrorizó cuando descubrió que en campos como Dachau los 
nazis habían usado a prisioneros para experimentos médicos en humanos vivos. ¿Pero 
por qué no? Si Dios no existe, no puede haber ninguna objeción en usar a alguien 
como conejillo de indias humano. El fin de esta perspectiva es el control de la 
población en que el débil y el no deseado son muertos en orden a dar lugar al fuerte. 
Pero la única manera en que podemos protestar de forma consistente contra esta 
perspectiva es si Dios existe. Sólo si Dios existe puede haber propósito en la vida. 
El dilema de hombre moderno es así verdaderamente terrible. Y en la medida en que 
niega la existencia de Dios y la objetividad de los valores y el propósito, este dilema 
permanece sin resolver también para el hombre "posmoderno." De hecho, es 
precisamente la conciencia de que el modernismo produce inevitablemente la 
absurdidad y desesperación lo que constituye la angustia de la posmodernidad. En 
algunos respectos, la posmodernidad es solo la conciencia de la bancarrota de la 
modernidad. La cosmovisión atea es insuficiente para mantener una vida feliz y 
consistente. El hombre no puede vivir de forma consistente y feliz como si la vida 
careciera finalmente de significado, valor o propósito. Si intentamos vivir de forma 
 
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consistente dentro de una cosmovisión atea, seremos profundamente infelices. Si en 
cambio logramos vivir felizmente, es sólo desmintiendo nuestra cosmovisión. 
Confrontado con este dilema, el ser humano se debate patéticamente por algún medio 
de escape. En un notable discurso ante la Academia Americana para el Avance de 
Ciencia en 1991, el Dr. L. D. Rue, confrontado con el predicamento del hombre 
moderno, postuló audazmente que debemos engañarnos a nosotros mismos por 
medio de alguna "Mentira Noble" para pensar que nosotros y el universo aún tenemos 
valor. Afirmando que "La lección de los últimos dos siglos es que el relativismo 
intelectual y moral es profundamente la realidad", el Dr. Rue reflexiona que la 
consecuencia de tal descubrimiento es que la búsqueda de la plenitud personal (o la 
auto realización) y la búsqueda de la coherencia social se independizan una de la otra. 
Esto porque desde el punto de vista del relativismo la búsqueda de la autorrealización 
se privatiza radicalmente: cada uno escoge su propio juego de valores y significado. Si 
hemos de evitar la "opción del manicomio", dónde la autorrealización es perseguida 
sin tener en cuenta la coherencia social, y la "opción totalitaria" dónde la coherencia 
social se impone a expensas de la plenitud personal, no tenemos otra opción que 
abrazar alguna Mentira Noble que nos inspire a vivir más allá de nuestros intereses 
egoístas y así lograr la coherencia social. Una Mentira Noble "es una que nos engaña, 
nos compele más allá del propio interés, más allá del ego, más allá de la familia, la 
nación, [y] la raza." Es una mentira, porque nos dice que el universo esta imbuido de 
valor (lo qué es una gran ficción), porque tiene una pretensión de verdad universal 
(cuando no la hay), y porque me dice que no viva para mi propio interés (lo qué es 
evidentemente falso). "Pero sin tales mentiras, no podemos vivir." 
Éste es el espantoso veredicto pronunciado sobre el hombre moderno. Para sobrevivir, 
debe vivir en el auto engaño. Pero incluso la opción de la Mentira Noble es finalmente 
impracticable. Para ser feliz, uno debe creer en un significado, valor y propósito 
objetivos. ¿Pero cómo puede uno creer en esas Mentiras Nobles y al mismo tiempo en 
el ateísmo y relativismo? Mientras más convencido se esté de la necesidad de una 
Mentira Noble, menos se puede creer en ella. Como un placebo, una Mentira Noble 
operasólo en aquéllos que la creen verdad. Una vez que hemos visto a través de la 
ficción, la Mentira pierde su poder sobre nosotros. Así, irónicamente, la Mentira Noble 
no puede resolver el predicamento humano para cualquiera que ha llegado a ver ese 
predicamento. 
La opción de la Mentira Noble lleva por consiguiente, en el mejor de los casos, a una 
sociedad en que un grupo elitista de illuminatis engaña a las masas para su propio 
bien, perpetuando la Mentira Noble. ¿Pero entonces por qué aquéllos de nosotros que 
estamos bien informados debemos seguir a las masas en su ilusión? ¿Por qué debemos 
sacrificar nuestro interés propio por una ficción? Si la gran lección de los últimos dos 
 
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siglos el relativismo moral e intelectual es, entonces ¿por qué (si pudiéramos) 
pretender que no sabemos esta verdad y vivir una mentira en cambio? Si alguien 
contesta, "en beneficio de la coherencia social", uno puede legítimamente preguntar 
por qué debo sacrificar mi interés propio en beneficio de la coherencia social. La única 
respuesta que el relativista puede dar es la coherencia social es en mi propio interés, 
pero el problema de esta respuesta es que el interés propio y el interés de la manada 
no siempre coinciden. Además, si (por puro interés individual) me preocupo de la 
coherencia social, la opción totalitaria me siempre está abierta: olvidemos la Mentira 
Noble y mantengamos la coherencia social (así como mi propia autorrealización) a 
expensas del bienestar personal de las masas. Rue consideraría tal opción 
indudablemente repugnante. Pero ahí esta el problema. El dilema de Rue es que él 
obviamente valora profundamente la coherencia social y la plenitud personal en si 
mismas; en otros términos, estas son valores objetivos, los que según su filosofía no 
existen. Él ya ha hecho el salto al piso de arriba. La opción de la Mentira Noble afirma 
lo que niega y así se refuta a si misma. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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El Éxito del Cristianismo Bíblico 
 
 
 
Pero si el ateísmo falla a este respecto, ¿que pasa con el Cristianismo bíblico? Según la 
cosmovisión cristiana, Dios sí existe, y la vida del hombre no acaba a la tumba. En el 
cuerpo de resurrección el ser humano puede disfrutar de vida eterna y comunión con 
Dios. El Cristianismo bíblico por lo tanto provee de las dos condiciones necesarias para 
una vida significativa, valiosa, y con propósito para el hombre: Dios e inmortalidad. 
Debido a esto, podemos vivir de forma consistente y feliz. Así, el Cristianismo bíblico 
tiene éxito precisamente donde el ateísmo colapsa. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Conclusión 
 
 
Ahora, quiero dejar claro que no he mostrado aún que el Cristianismo bíblico sea 
verdad. Pero lo que he hecho es exponer claramente las alternativas. Si Dios no existe, 
la vida es fútil. Si el Dios de la Biblia existe, entonces la vida es significativa. Sólo la 
segunda de estas dos alternativas nos permite vivir de forma feliz y consistente. Por 
consiguiente, me parece que aun cuando la evidencia para estas dos opciones sea 
completamente igual, una persona racional debiera escoger el Cristianismo bíblico. Me 
parece positivamente irracional preferir la muerte, la futileza, y la destrucción a la vida, 
el significado y la felicidad. Como dijo Pascal, no tenemos nada que perder y el infinito 
que ganar.

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