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Studocu no está patrocinado ni avalado por ningún colegio o universidad. Articulo trastornos de la Personalidad. Conceptos, clasificación y medicina legal Psiquiatria médica (Universidad Ricardo Palma) Studocu no está patrocinado ni avalado por ningún colegio o universidad. Articulo trastornos de la Personalidad. Conceptos, clasificación y medicina legal Psiquiatria médica (Universidad Ricardo Palma) Descargado por Natalia Manya (manyanatalia01@gmail.com) lOMoARcPSD|33111652 https://www.studocu.com/bo?utm_campaign=shared-document&utm_source=studocu-document&utm_medium=social_sharing&utm_content=articulo-trastornos-de-la-personalidad-conceptos-clasificacion-y-medicina-legal https://www.studocu.com/bo/document/universidad-ricardo-palma/psiquiatria-medica/articulo-trastornos-de-la-personalidad-conceptos-clasificacion-y-medicina-legal/17879417?utm_campaign=shared-document&utm_source=studocu-document&utm_medium=social_sharing&utm_content=articulo-trastornos-de-la-personalidad-conceptos-clasificacion-y-medicina-legal https://www.studocu.com/bo/course/universidad-ricardo-palma/psiquiatria-medica/4410623?utm_campaign=shared-document&utm_source=studocu-document&utm_medium=social_sharing&utm_content=articulo-trastornos-de-la-personalidad-conceptos-clasificacion-y-medicina-legal https://www.studocu.com/bo?utm_campaign=shared-document&utm_source=studocu-document&utm_medium=social_sharing&utm_content=articulo-trastornos-de-la-personalidad-conceptos-clasificacion-y-medicina-legal https://www.studocu.com/bo/document/universidad-ricardo-palma/psiquiatria-medica/articulo-trastornos-de-la-personalidad-conceptos-clasificacion-y-medicina-legal/17879417?utm_campaign=shared-document&utm_source=studocu-document&utm_medium=social_sharing&utm_content=articulo-trastornos-de-la-personalidad-conceptos-clasificacion-y-medicina-legal https://www.studocu.com/bo/course/universidad-ricardo-palma/psiquiatria-medica/4410623?utm_campaign=shared-document&utm_source=studocu-document&utm_medium=social_sharing&utm_content=articulo-trastornos-de-la-personalidad-conceptos-clasificacion-y-medicina-legal © 2019. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos1268 TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD C. Leal Cercós, J. A. Gisbert Calabuig y A. Sánchez Blanque Capítulo 85 CONCEPTO DE PERSONALIDAD Para comprender correctamente los conceptos actuales de personalidad anormal, trastorno de la personalidad y perso- nalidad psicopática o psicopatía (en sentido estricto), hemos decidido enfrentarnos al problema desde la perspectiva psicopatológica, que nos señalará las transiciones entre las personalidades normales, las anormales y las psicopáticas. Desde la perspectiva psicopatológica, hay que hacer referencia al concepto de personalidad y a su patología. El concepto de personalidad es uno de los más proble- máticos en Psicología. Podemos definirla como «la organi- zación dinámica de los aspectos cognitivos (intelectuales), afectivos, conativos (pulsiones y voliciones), fisiológicos y morfológicos del individuo». Por lo tanto, la personalidad es el todo individual, tanto en su estructura como en su dinámica y su historicidad, en la medida en que se hace peculiar, diferente y, por tanto, singular al sujeto. La personalidad está constituida por una serie de ras- gos que la definen en la medida en que aparecen como más o menos acusados en un individuo. Muchos rasgos suelen relacionarse entre sí dando lugar a estructuras, de tal modo que, si conocemos un rasgo de una persona, podremos inferir que posee otros que se relacionan con el anteriormente observado. Para la Psiquiatría general y para la forense, es de interés el estudio de la transición entre la normalidad y la anorma- lidad de los rasgos de la personalidad, y la distinción entre sus rasgos formales y materiales. Personalidad normal y anormal Innumerables estudios sobre la personalidad, desde el análisis fenomenológico hasta la evaluación matemática, pasando por el psicoanálisis y la perspectiva antropoló- gica, nos demuestran que existen transiciones muy sutiles que van de lo normal hasta las más rotundas anomalías de la personalidad, tanto en lo que concierne a sus estructuras (forma de ser, concepto de sí mismo) como a su dinámica (modos de relación con los otros, evolución temporal). Así, un sujeto puede aparecer como muy introvertido, introver- tido, extrovertido o muy extrovertido, a la par que puede ser muy impulsivo, impulsivo, poco impulsivo y muy poco impulsivo; todo ello pasando por una normalidad estadís- tica que seguiría una distribución normal, «gaussiana». La observación nos demuestra que son los rasgos acusados con mayor intensidad, «casi anormales», los que definen a cada sujeto, especialmente a aquellos de los que decimos que tienen «mucha personalidad», por el hecho de que se diferencian notoriamente de los demás. Rasgos formales y materiales de la personalidad Esta distinción de los rasgos de la personalidad nos remite al problema etiológico sobre lo heredado y lo aprendido en las modalidades fundamentales del comportamiento humano. Wyrsch afirma, siguiendo a Koch, que las psico- patías son «variantes anormales del carácter, en su mayor parte congénitas y en una pequeña parte como consecuen- cia de enfermedades procesuales psíquicas y nerviosas». Un problema crucial en la Psiquiatría es el de la dis- tinción entre las psicopatías propiamente dichas y las neurosis del carácter, por cuanto las primeras serían de carácter congénito y las segundas de tipo psicorreactivo, secundarias a un desarrollo anormal de la personalidad de carácter temprano en el período evolutivo. Los rasgos formales del carácter serían, según Wyrsch: el estado de ánimo fundamental, la reactividad ante los acontecimientos externos, el curso de los movimientos afectivos, el tempo personal, la instintividad, la dedicación o el retraimiento frente al mundo circundante, la autoeva- luación, la actividad o fuerza de voluntad, etc. Este autor puntualiza: «Los psicópatas no son enfermos en el sentido riguroso de la palabra, sino que en ellos existe un estado anormal o, dicho con mayor exactitud, una variación anor- mal del carácter, en general de tipo congénito». Las cualidades formales del carácter serían congénitas, mientras que las materiales se deberían a la educación. Las cualidades materiales del carácter serían, según Wyrsch, entre otras, las siguientes: la terquedad, la mala voluntad, el abandono de sí mismo, el orgullo, la crueldad, la debilidad del carácter, la prodigalidad, la desconfianza y la inconsistencia. Digamos para terminar que Ey et al. definen la perso- nalidad anormal «desde su propia anormalidad», es decir, por los siguientes hechos: la inadaptación a la vida social, la inestabilidad de la conducta y la facilidad del paso al acto (acting out), es decir, de las acciones impulsivas. Con frecuencia se ha intentado encontrar una estructura común para todos los tipos de personalidades anormales. En el momento actual se tiende más a describir los tipos clínicos por separado; sin embargo, con mucha frecuencia se observan solapamientos, transiciones, tipos mixtos, Descargado para Sandra Galvez (sandra.galvez@urp.edu.pe) en Ricardo Palma University de ClinicalKey.es por Elsevier en septiembre 13, 2021. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2021. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados.Descargado por Natalia Manya (manyanatalia01@gmail.com) lOMoARcPSD|33111652 https://www.studocu.com/bo?utm_campaign=shared-document&utm_source=studocu-document&utm_medium=social_sharing&utm_content=articulo-trastornos-de-la-personalidad-conceptos-clasificacion-y-medicina-legal Capítulo 85. Trastornos de la personalidad © E ls e v ie r. F o to c o p ia r s in a u to ri z a c ió n e s u n d e li to . 1269 etc. En suma, dificultades que nos permiten plantearnos la pregunta de si hay algo común y subyacente en todos los casos. Birnbaum fue el primeroque estableció unas características generales de las personalidades psicopáticas, que serían las siguientes: • Desproporción entre los estímulos recibidos y las respuestas emitidas. A veces el sujeto responde de forma exagerada ante un estímulo mínimo (comete una agresión tras ser objeto de una broma de poca importancia), mientras que otras muestra una falta evidente de reacción ante estímulos importantes (la pérdida de un familiar no le afecta emocionalmente). • Disarmonía entre los elementos que integran el carácter. El sujeto no mantiene un equilibrio entre su inteli- gencia, su afectividad, su vida pulsional y su voluntad. Así, las fantasías no resultan controladas por la crítica racional, la voluntad cede ante la presión impulsiva y la afectividad está unas veces embotada y otras veces exaltada, y a menudo es lábil, bruscamente cambiante e inconsistente. • Intolerancia psicofísica. Estos sujetos se quejan de todo, porque son incapaces de soportar desde las pequeñas incomodidades (calor, frío, hambre ligera y ocasional, fatiga, etc.) hasta el dolor, o fenómenos naturales como los cambios climáticos. • Inadaptabilidad a la vida. Como resultado de las tres características citadas aparece esta otra, que es muy importante. El sujeto no se encuentra a gusto en ningu- na parte, empezando porque no se siente bien consigo mismo. Se infravalora o se sobrevalora, idealiza a los demás o desea intensamente estar con ellos para que le apoyen o le admiren, o los rechaza bruscamente, los desestima, los desprecia o los agrede. De ahí el per- manente malestar, la disforia, las discusiones con los demás y los muy frecuentes cambios de empleo, lugar de residencia, amistades y pareja. • Conducta antisocial. Se ha descrito un tipo específica- mente antisocial o disocial, que actualmente es con- siderado como el psicópata en sentido estricto. Pero cuando Birnbaum hablaba de la conducta antisocial de cualquier personalidad psicopática (en el sentido amplio del término como «trastorno de la personali- dad»), se refería al hecho de que el sujeto, por su falta de control, su disarmonía personal, su intolerancia psicofísica, su impulsividad, etc., entra en frecuente conflicto con los otros. A veces la colisión es muy sutil y se expresa únicamente en el ámbito familiar o laboral, o en el círculo de las amistades. Otras veces el individuo transgrede abiertamente la Ley. Otros autores han acentuado el hecho de que los patrones de conducta en estos sujetos son siempre inflexi- bles y desadaptativos. En efecto, son capaces de comportarse repetitivamente de la misma forma ante circunstancias parecidas, aunque sepan que ese modo de proceder es inútil e incluso perjudicial. Otra característica general muy importante es la cir- cunstancia de que los rasgos anormales de la personalidad se observan ya desde la infancia. La personalidad se ha considerado surgida de dos factores: temperamento (con un mayor carga genética) y carácter (efecto de la experiencia, saludable o no a lo largo del desarrollo, desde la infancia sobre todo). MODELOS DE CATEGORIZACIÓN DE LOS TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD ¿Cuáles son los modelos que más recientemente se han uti- lizado para conceptualizar los trastornos de la personalidad? Los modelos categoriales plantean definiciones de trastornos con límites claros entre ellos, pero el umbral diagnóstico es arbitrario, y asegurar una gran fiabili- dad interexaminadores carece de validez. Se dan muchos casos intermedios, y a menudo es difícil establecer la dis- tinción con los trastornos del eje I. Los modelos dimensionales analizan variaciones cuanti- tativas de los rasgos de personalidad, en un continuum con la normalidad. Existen numerosos modelos, de los cuales mencionaremos algunos. El modelo de Costa, llamado Big Five, ha sido muy estudiado para valorar variaciones en los estilos de perso- nalidad; las dimensiones consideradas son neuroticismo, extraversión, amabilidad y contención; ha sido aplicado más para poblaciones normales que de pacientes. Al lado de este están los llamados modelos biológicos, que tratan de relacionar las dimensiones con sistemas neurobio- lógicos. El modelo propuesto por Siever-Davis contempla las dimensiones de organización cognitivo-perceptiva, ines- tabilidad afectiva, impulsividad y ansiedad/inhibición. El modelo estructural de Kernberg considera al trastorno de la personalidad como una «organización patológica específica estable y crónica», utilizando los criterios de identidad del yo, juicio de realidad y mecanismos de defensa. El modelo psicobiológico de Cloninger estudia el tem- peramento, con las emociones primarias de evitación de riesgo, búsqueda novedades y dependencia de la recom- pensa, por un lado, y por otro, el carácter (autodirección y cooperación). El grupo A del Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM), el excéntrico, se carac- teriza por la baja dependencia de recompensa; el grupo B, el dramático, por la búsqueda de novedades, y el C, el ansioso, por la evitación de riesgo. El DSM adoptó un sistema categorial y ha desarro- llado criterios de diagnóstico, y ubicó los trastornos de la personalidad en un eje II, dentro de su sistema multiaxial, distinto del eje I (los trastornos mentales), estableciendo tres clusters: cluster A, que comprende los trastornos esquizoide, esquizotípico y paranoide (excentricidad); cluster B, que incluye los trastornos antisocial, límite, histriónico y narci- sista (impulsividad), y cluster C, con los trastornos obsesivo, ansioso, depresivo y dependiente (ansiedad). Los criterios Descargado para Sandra Galvez (sandra.galvez@urp.edu.pe) en Ricardo Palma University de ClinicalKey.es por Elsevier en septiembre 13, 2021. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2021. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados.Descargado por Natalia Manya (manyanatalia01@gmail.com) lOMoARcPSD|33111652 PARTE XII. PSIQUIATRÍA FORENSE ESPECIAL1270 generales de diagnóstico de trastorno de la personalidad son: un patrón de rasgos que se manifiestan en dos o más de las siguientes funciones: pensamiento, afectividad, relaciones interpersonales e impulsividad; repercusión en dos o más de las siguientes áreas de la vida: relaciones personales, trabajo, ocio, pareja y familia; inicio en la infancia o la adolescen- cia; permanente; inflexible, sin posibilidad de adaptación; causante de malestar o deterioro significativos. CLASIFICACIÓN DE LOS TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD Durante años ha sido utilizada la clásica clasificación de Kurt Schneider, que definió las psicopatías como personali- dades anormales que por su anormalidad sufren y/o hacen sufrir a los demás. Son: hipertímicos, depresivos, inseguros de sí mismos, fanáticos, necesitados de estimación, lábiles de ánimo, explosivos, asténicos/abúlicos y desalmados. Desde los años ochenta hemos dispuesto de dos cla- sificaciones, la del DSM en sus sucesivas versiones, hasta la actual del DSM-5, y la de la Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Problemas Relacionados con la Salud (CIE-10). La CIE-10 establece los siguientes tipos: paranoide, esquizoide, asocial, impulsivo, histriónico, anancástico, dependiente y ansioso. Durante la elaboración del DSM-5 se propuso un modelo alternativo para los trastornos de la personalidad. Comentamos brevemente las modificaciones propuestas; por lo que se refiere al concepto de trastorno de la persona- lidad, lo centran en dos puntos: el primero, el fracaso en la adaptación, en dos aspectos, defecto o deterioro de la identidad propia o bien en las relaciones interpersonales y, en segundo lugar, la incapacidad para desarrollar un sentido de identidad propia (déficits en autoconcepto y autocon- trol) y para establecer relaciones interpersonales adaptativas (alteraciones de la empatía, intimidad y cooperación). Los trastornos de la personalidad quedan reducidos acinco: esquizotípico, antisocial/psicopático, límite, evita- tivo y obsesivo-compulsivo. Como ha planteado Oldham, no ha sustituido al ante- rior, pero ha sido incluido en el apéndice del texto. El modelo categorial utilizado en el DSM-IV es criticable por varias razones: hay un claro solapamiento en los criterios, lo que favorece la comorbilidad; los ítems elegidos para construir los criterios tienen todos el mismo peso, cuan- do el clínico sí los emplea habitualmente valorando los que considera más específicos; tienen una baja fiabilidad temporal y pobre validez diagnóstica, y además son de poca utilidad para un planteamiento terapéutico. No se considera la gravedad, y algunos criterios están sesgados por género e influidos socioculturalmente. Por ello, muchos autores señalan que sería mejor una aproximación dimensional a los trastornos de la personali- dad, con algunas ventajas: mayor fiabilidad, límites difusos con la normalidad y menos problemas de comorbilidad. Las dimensiones fundamentales que habría que evaluar serían: emocionalidad negativa, introversión, antagonismo, desinhibición, compulsividad y esquizotipia. Tyrer propone dos tipos básicos: el tipo R, sin concien- cia del trastorno y sin motivación para el cambio, y el tipo S, con conciencia del trastorno y con motivación para el cambio. Ejemplos podrían ser el antisocial del tipo R y el evitativo del tipo S. Señalaremos las características más significativas de cada uno de ellos. El trastorno paranoide se caracteriza por la desconfianza y suspicacia; el esquizoide, por la desconexión de las relaciones sociales y la restricción emocional; el esqui- zotípico (no reconocido en la CIE-10, que lo incluye en el espectro esquizofrénico), por las distorsiones perceptivas o cognitivas y la conducta extravagante; el antisocial estaría presidido por el desprecio y la violación de los derechos de los demás; el límite, por la inestabilidad afectiva, de la propia autoimagen y de las relaciones interpersonales y la impulsivi- dad; el histriónico, por la emotividad excesiva y las llamadas de atención, y el narcisista, por la necesidad de admiración y carencia de empatía. El trastorno evitativo presenta inhibi- ción social, sentimientos de inferioridad e hipersensibilidad a la crítica; el dependiente muestra sumisión y necesidad de ser cuidado, y el obsesivo-compulsivo necesidad de control, preocupación por el orden y perfeccionismo. Las tasas de cada uno de ellos en la población general varían mucho de unos estudios a otros, en parte por la metodología utilizada para su detección y también por problemas de los criterios de diagnóstico. En población general se dan en un 11%; un 30% en atención primaria; un 60% en servicios de salud mental, y algunos de ellos un 70% en instituciones penitenciarias. Existen diferencias por género: en los hombres predominan los esquizoides, los paranoides, el antisocial, el narcisista y el obsesivo, mien- tras que en las mujeres tienen mayor frecuencia el límite, el histriónico y el dependiente. Una cuestión que habría que considerar sería si el tras- torno de la personalidad es un factor predisponente de otro trastorno mental, si es una consecuencia de este, una forma atenuada o un trastorno independiente, que es como se los ubica en las clasificaciones internacionales. TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD Vamos a referirnos a cada uno de los trastornos de la per- sonalidad recogidos en el DSM-IV y el DSM-5, y haremos mención a los datos etiopatogénicos de que dispone- mos (algunos no plenamente confirmados), dado que no podemos hablar de una etiopatogenia común. Trastorno paranoide Sus características son la desconfianza y la suspicacia, de for- ma que las intenciones de los demás son interpretadas como malintencionadas; son orgullosos, rígidos emocionalmente, Descargado para Sandra Galvez (sandra.galvez@urp.edu.pe) en Ricardo Palma University de ClinicalKey.es por Elsevier en septiembre 13, 2021. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2021. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados.Descargado por Natalia Manya (manyanatalia01@gmail.com) lOMoARcPSD|33111652 https://www.studocu.com/bo?utm_campaign=shared-document&utm_source=studocu-document&utm_medium=social_sharing&utm_content=articulo-trastornos-de-la-personalidad-conceptos-clasificacion-y-medicina-legal Capítulo 85. Trastornos de la personalidad © E ls e v ie r. F o to c o p ia r s in a u to ri z a c ió n e s u n d e li to . 1271 celosos patológicos, rencorosos, hostiles hacia su entorno e incapaces de perdonar, hipervigilantes, y buscan siempre significados ocultos a los comentarios o conducta de los demás. A menudo tienen elevada autoestima, intolerancia a las críticas y tendencia a proyectar la culpa en los demás. Se han descrito subtipos: fanáticos, malignos y querulantes. Se describen con mayor frecuencia en inmigrantes, sor- dos y familiares de pacientes esquizofrénicos (esto último no está claro, y quizás hay mayor relación con los trastornos delirantes). La prevalencia en la población general es del 1,1%, y llega al 10% en consultas de Psiquiatría. Se da más en los hombres, y existe una elevada prevalencia en instituciones penitenciarias. Hay que hacer el diagnóstico diferencial con los tras- tornos delirantes (paranoia), la esquizofrenia y los trastornos de la personalidad, límite y evitativo. Pueden tener reper- cusiones conductuales, con violencia o aislamiento social, y pueden presentar sintomatología psicótica muy breve. La psicoterapia no se muestra eficaz y solo en caso de descompensación psicótica se han de utilizar antipsicóticos. Trastorno esquizoide Se caracteriza por distanciamiento y restricción de la expre- sión emocional en las relaciones interpersonales, indiferen- cia hacia los demás, frialdad afectiva, aislamiento social, carencia de amistades íntimas, creencias peculiares y refugio en las propias fantasías. La prevalencia es difícil de establecer, porque no soli- citan ayuda; se estima un rango de entre el 1 y el 8%. Es más frecuente en los hombres y en las personas con trabajos solitarios (posiblemente elegidos por su personalidad). Puede preceder a la aparición de un trastorno esquizo- frénico, pero en no más del 30% de los casos. Se han sugerido alteraciones en el sistema límbico y reticular, que explicarían el deficiente aprendizaje emo- cional y también un desequilibrio adrenérgico-colinérgico. El diagnóstico diferencial sería con la esquizofrenia y con el trastorno evitativo de la personalidad. Las consecuencias del trastorno son aislamiento, desa- rraigo y falta de apoyo social. Solo si se descompensa puede precisar antipsicóticos. La psicoterapia no es eficaz, pero sí son aconsejables grupos de apoyo social. Trastorno esquizotípico El diagnóstico se centra en el déficit social e interpersonal asociado a un malestar agudo y una capacidad reducida para las relaciones personales, así como graves distorsiones cognitivas o perceptivas, excentricidades del comporta- miento, creencias inusuales, suspicacia, ansiedad social y marginación social. La prevalencia es del 0,6 al 3% en la población general, ligeramente más frecuente en las mujeres y los solteros. Es más frecuente en los familiares de pacientes esquizofrénicos. La CIE-10 no lo considera un trastorno de la persona- lidad, sino que lo incluye como una forma atenuada de la esquizofrenia, similar al trastorno esquizoneurótico, a la es- quizofrenia «latente» de Bleuler o a la «simple». En cuanto a la etiología, existen algunos datos gené- ticos; los gemelos monocigóticos muestran una tasa de concordancia del 33 frente al 4% en los dicigóticos, lo que avalaría el componente hereditario. Hay estudios no confir- mados acerca de una disminución de la monoaminooxidasa (MAO) plaquetaria y de un posible déficit dopaminérgico frontal. Se ha señalado la importancia de problemas fami- liares, con situaciones deseparación parental y abandono (factores inespecíficos). El diagnóstico diferencial hay que hacerlo con la esqui- zofrenia, todos los trastornos del espectro psicótico y los trastornos evitativo y esquizoide. Sus repercusiones son sobre todo el aislamiento, la carencia de apoyo social y el riesgo de suicidio (hasta el 10%). Pueden presentar cuadros de ansiedad y crisis psicóticas breves. El tratamiento farmacológico es útil en las descom- pensaciones: ansiolíticos y antipsicóticos. La psicoterapia es poco eficaz, y son las intervenciones psicosociales las más adecuadas. Trastorno antisocial Corresponde al concepto de psicópata desalmado. Son sujetos con un claro desprecio y violación de los derechos de los demás que se presenta desde los 15 años (solo se le diagnostica a los 18), con ausencia de respeto por las leyes y normas, conductas irresponsables y comisión de delitos que ejecutan sin remordimientos, fríos, sin consideración por los «otros», a veces sádicos y agresivos. Cometen los delitos con frialdad, sin temor al castigo y sin sentimiento de culpa. Son insensibles, manipuladores, hostiles, menti- rosos, imprudentes, impulsivos, narcisistas e irresponsables. La prevalencia se sitúa entre el 2 y el 3%, cuatro o cinco veces más frecuente en los hombres que en las mujeres; se acumulan en áreas urbanas de bajo nivel socioeconómico habitualmente, en ambientes marginales y en instituciones penitenciarias. La mayoría de los trastornos antisociales han presentado ya un trastorno disocial en la infancia: absentismo escolar, fugas, peleas, agresiones (a otros menores, crueldad con los animales), robos, conductas destructivas, abusos sexuales. Todo ello condiciona problemas de rendimiento escolar, expulsiones y conductas de riesgo, con consumo y abuso de drogas frecuentes. A los 45 años, el 40-50% mantienen el diagnóstico. El diagnóstico diferencial hay que hacerlo con conductas violentas de otra causa, trastorno límite y drogadicción. Al ser el trastorno más grave, existen más estudios sobre su etiopatogenia. Los estudios genéticos muestran mayor frecuencia en los familiares de primer grado y una concor- dancia del 35% en los gemelos monocigóticos. Se han des- crito anomalías cromosómicas que no han sido confirmadas. Los factores epigenéticos, especialmente ambientales, muestran hogares rotos, carencias afectivas, pautas de crian- za permisivas o frustrantes, familias con conductas antiso- Descargado para Sandra Galvez (sandra.galvez@urp.edu.pe) en Ricardo Palma University de ClinicalKey.es por Elsevier en septiembre 13, 2021. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2021. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados.Descargado por Natalia Manya (manyanatalia01@gmail.com) lOMoARcPSD|33111652 PARTE XII. PSIQUIATRÍA FORENSE ESPECIAL1272 ciales y alcoholismo paterno, hogares rotos por fallecimien- to o separación y, especialmente, carencia materna precoz; disciplina parental inadecuada, indulgente o inconstante; rechazos parentales evidentes o figuras parentales inade- cuadas. Muchos de estos factores son compartidos por delincuentes que no presentan un trastorno antisocial de la personalidad. Existen investigaciones en torno al posible sustrato neu- robiológico del trastorno: anomalías electroencefalográficas (EEG), alteraciones del metabolismo de la serotonina o disminución de dopamina en el córtex frontal. Estudios de neuroimagen han mostrado baja actividad del córtex prefrontal y alteraciones en la comunicación con el sistema límbico y la amígdala. Un polimorfismo del gen de la MAO moderaría la vulnerabilidad de estos sujetos a las situaciones de estrés ambiental. Las consecuencias más graves son la comisión de deli- tos, a veces muy graves, las conductas de riesgo, abuso de drogas y suicidio. La mortalidad es elevada en relación con el suicidio, homicidios y conductas de riesgo. El manejo y el tratamiento del trastorno son difíciles y complejos; los psicofármacos pueden ser útiles en el control de los impulsos; las técnicas de modificación de conducta tienen resultados irregulares y se han organizado centros especiales, con pocos resultados. Trastorno límite Es el trastorno de la personalidad más frecuente y el que genera mayor demanda sanitaria. Aparece en un 1-2% de la población general; la prevalencia en consultas ambulatorias es del 11-20%, y del 18-30% en hospitalizados en servicios psiquiátricos. La proporción mujeres:hombres es de 3:1. Fundamentado en la inestabilidad (en relaciones inter- personales, identidad y afectividad) y la impulsividad, sus características más relevantes son: labilidad emocional, inseguridad y temor a la separación, ansiedad, baja autoes- tima, hostilidad/agresividad, depresividad, conductas auto- lesivas (autolesiones y conductas suicidas), promiscuidad, atracones e intoxicaciones frecuentes. Las dimensiones que se han descrito, que prácticamen- te conforman subtipos del trastorno, son: afectiva, con labilidad, irritabilidad, inestabilidad y disforia; impulsiva, caracterizada por autolesiones, conductas suicidas, pro- miscuidad, atracones, intoxicaciones, sobredosis y actos antisociales; interpersonal/Yo, con alteraciones de la iden- tidad, sentimientos crónicos de vacío, relaciones intensas e inestables y esfuerzos denodados para evitar el abandono; psicótica, con vivencias de despersonalización/desreali- zación, pensamiento mágico, autorreferencial, ilusiones, distorsión de la realidad y episodios psicóticos transitorios asociados a estrés. Presenta una elevada comorbilidad con otros tras- tornos, no solo del eje I, como depresiones, trastornos de la conducta alimentaria y abuso de drogas, sino también con otros trastornos de la personalidad (hasta el 90%), sobre todo con el histriónico (46%), el antisocial (26%), el esquizotípico (24%) y el dependiente y evitativo (19%), en parte por el solapamiento de los criterios. El diagnóstico diferencial hay que hacerlo con las pato- logías con las que tiene puntos de contacto: trastornos afectivos típicos y atípicos, esquizofrenia, y trastornos de la personalidad esquizotípico, antisocial e histriónico. La estabilidad del diagnóstico a los 3 años es del 55% y mues- tra una correlación negativa con la duración del período de seguimiento, ya que mejoran con la edad. Hay datos de que el 8-10% se suicidan, y un 25% son casos crónicos. Es más frecuente en las mujeres (75%), hasta el punto de que algún autor lo califica como trastorno bad girl y genera una gran cantidad de situaciones críticas en los servicios de urgencias e ingresos por conductas disruptivas, autolesiones, intentos de suicidio (riesgo elevadísimo), abu- so de drogas y actuaciones violentas. En ocasiones aparecen episodios psicóticos breves. Sus relaciones personales son casi siempre tempestuosas y son grandes consumidores de servicios sanitarios. En su etiología se ha señalado una gran concordancia en gemelos monocigóticos, y es cinco veces mayor en fami- liares de primer grado, lo que incorpora el factor genético y situaciones de abusos (emocionales y sexuales), hogares rotos y abandono en la infancia. El déficit en el córtex frontal estaría en relación con la pérdida del control de impulsos. Se ha sugerido que una disminución de la actividad dopaminérgica sería responsa- ble del mal funcionamiento cognitivo; una hiperactividad dopaminérgica, de la impulsividad, y una disminución de la actividad de la serotonina estaría en la base de la inestabilidad y la impulsividad. Estudios de neuroimagen han mostrado alteraciones en la amígdala, el hipocampo y el córtex orbitofrontal; una hiperactividad amigdalina explicaría la hiperreactividad emocional. La terapéutica tiene varias posibilidades: la utilización de psicofármacos, inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), litio y antipsicóticos puede mejorar la impulsividad, estabilizar el humor y las conductas auto- lesivas, aunqueno el trastorno en sí. La psicoterapia más eficaz es la dialéctica (terapia cognitivo-conductual), ya que reduce las hospitalizaciones y las tentativas de suicidio; también puede ser beneficiosa una psicoterapia psicodi- námica. En los últimos años se han elaborado programas institucionales (con centros de hospitalización parcial) que combinan la psicoterapia, las intervenciones sociales y los psicofármacos. Trastorno histriónico Está caracterizado por la excesiva emotividad y la búsqueda de atención más hiperreactividad ante mínimos estímulos; pueden resultar personas atractivas en algunos momentos. En ocasiones hay intentos de suicidio, que son casi siempre llamadas de atención. La prevalencia es del 2-3% en la población general y del 10% en clínicas. Es más frecuente en las mujeres (posible Descargado para Sandra Galvez (sandra.galvez@urp.edu.pe) en Ricardo Palma University de ClinicalKey.es por Elsevier en septiembre 13, 2021. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2021. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados.Descargado por Natalia Manya (manyanatalia01@gmail.com) lOMoARcPSD|33111652 https://www.studocu.com/bo?utm_campaign=shared-document&utm_source=studocu-document&utm_medium=social_sharing&utm_content=articulo-trastornos-de-la-personalidad-conceptos-clasificacion-y-medicina-legal Capítulo 85. Trastornos de la personalidad © E ls e v ie r. F o to c o p ia r s in a u to ri z a c ió n e s u n d e li to . 1273 sesgo por los criterios diagnósticos) y en las personas que trabajan en espectáculos públicos. Se ha planteado si esa necesidad de atención es fruto de una crianza negligente. Puede tener graves repercusiones en las relaciones de pareja y presentar disfunciones sexuales. Solo la psicotera- pia psicodinámica es eficaz a largo plazo. Trastorno narcisista Son personas con elevado concepto de sí mismas, necesi- tadas de admiración y egocéntricas; carecen de empatía y tienen una fuerte intolerancia a la frustración. Presentan graves dificultades en las relaciones de pareja y toleran mal las pérdidas que afectan a la autoestima (vejez, humillacio- nes, rechazos sentimentales, descenso de estatus laboral, etc.). La prevalencia es del 1% de la población general y del 2-16% en los pacientes psiquiátricos. Es más frecuente en los hombres. En ocasiones hay comorbilidad con los trastornos psicóticos, el trastorno bipolar (hipomanía) y el trastorno antisocial e histriónico. Se ha relacionado con la recepción de críticas y sufrir rechazo en la infancia. Aunque con escasos resultados terapéuticos, puede ensayarse la psicoterapia psicodinámica. Trastorno evitativo Se caracteriza por una fuerte inhibición social, sentimien- tos de inferioridad y temor al rechazo y a la crítica. Son personas pesimistas, con baja autoestima, afectividad res- tringida y una clara retirada social por temor a las relaciones interpersonales y sociales; temor excesivo a cualquier riesgo y comportamiento social. Sus repercusiones se centran en el fracaso social y laboral, con frustración frecuente de proyectos vitales y aislamiento social. No está clara la prevalencia, ya que un gran número no solicita ayuda; compran libros de autoayuda y buscan grupos que no les exijan esfuerzos. Habitualmente aparece en personas que han sido objeto de rechazo (a veces de acoso) durante la infancia. Se tiene que hacer el diagnóstico diferencial con el tras- torno esquizoide y, sobre todo, con la fobia social y algunos trastornos de ansiedad. Responde muy bien a la psicoterapia cognitivo-con- ductual individual y de grupo y a la psicoterapia dinámica. El entrenamiento asertivo se ha mostrado muy eficaz. Los ansiolíticos solo se deben emplear cuando la ansiedad pue- da inhibir gravemente la conducta del paciente. Trastorno dependiente Aparece una necesidad excesiva de cuidados, gran temor a la separación, incapacidad para tomar decisiones, pautas de conducta presididas por la sumisión y búsqueda de seguridad y apoyo. Las repercusiones se dan sobre todo en las relaciones de pareja y como dificultades laborales; pue- den ser víctimas de violencia de género. Su prevalencia es del 1% de la población. Se diagnostica con mayor frecuencia en las mujeres, pero esto puede ser debido a un sesgo por género, ya que algunos de los rasgos y conductas pueden ser producto de factores sociocultura- les e incluso legales que les han impedido cambiar su rol. Acompaña con frecuencia a trastornos afectivos, trastornos de ansiedad y trastornos adaptativos. La crianza sobrepro- tectora y enfermedades crónicas en la infancia, receptivas de mayores cuidados, se han considerado factores de riesgo. El diagnóstico diferencial hay que realizarlo con el tras- torno de la personalidad límite, el evitativo y también con los trastornos por ansiedad. Responden bien a la psicoterapia y al entrenamiento asertivo. No se deben administrar antidepresivos, salvo que aparezcan síntomas claros de depresión. Trastorno obsesivo-compulsivo Se conceptualiza en torno a rasgos de perfeccionismo, preocupación por el orden, rigidez emocional, control, perseverancia, negativismo y pesimismo. Carecen de sen- tido del humor y con frecuencia son avaros, moralistas y tienen malas relaciones interpersonales. Sus repercusiones son sobre todo dificultades en las relaciones interpersonales y familiares y en la esfera laboral y social; tienen una cierta incapacidad para disfrutar de la vida. Presentan frecuente comorbilidad con el trastorno obsesivo-compulsivo y los trastornos depresivos, con los que hay que hacer el diagnóstico diferencial. Su prevalencia es del 1% en la población general y del 3-10% en consultas ambulatorias. Un posible factor genéti- co en su etiología viene avalado por la mayor frecuencia del trastorno en pacientes de primer grado del sujeto índice. Se ha considerado también la existencia de una crianza excesivamente rígida, cargada de disciplina y con educación moral severa. Pueden responder, si aceptan tratamiento, a la psicote- rapia dinámica, conductual y en ocasiones grupal. Solo si hay claros síntomas depresivos se utilizarán antidepresivos. Si recopilamos la terapéutica de los trastornos de la personalidad, podemos señalar tres tipos de intervención: 1. Psicoterapias: no específicas, psicodinámicas y cognitivo- conductuales; dialéctica; entrenamiento asertivo y en habilidades sociales. 2. Psicofármacos: antidepresivos, ISRS, litio y otros esta- bilizadores del humor y antipsicóticos. 3. Programas institucionales: hospitalización parcial e inter- venciones psicosociales. En cada uno de los trastornos hemos mencionado las recomendadas. Finalmente se ha considerado el llamado anteriormente trastorno orgánico de personalidad, en el que existen altera- ciones y cambios de la personalidad producidas por lesiones orgánicas: así, la impulsividad derivada de los cuadros post- encefalíticos con lesiones mesodiencefálicas (encefalitis Descargado para Sandra Galvez (sandra.galvez@urp.edu.pe) en Ricardo Palma University de ClinicalKey.es por Elsevier en septiembre 13, 2021. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2021. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados.Descargado por Natalia Manya (manyanatalia01@gmail.com) lOMoARcPSD|33111652 PARTE XII. PSIQUIATRÍA FORENSE ESPECIAL1274 de Von Economo) o la relacionada con el síndrome de daño cerebral mínimo. Los estudios EEG han demostrado una gran frecuencia de trazados anormales de tipo ines- pecífico, en especial un aumento de ondas theta, expresivas de una inmadurez cerebral, y focos irritativos temporales. En el DSM-5 se tipifican como cambios de personalidad debidos a patologías médicas: lesiones cerebrales, tumores, traumatismos, epilepsia, etc. MEDICINA LEGAL DE LOS TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD Reacciones delictivas El desequilibrio mental propio de los trastornos de la personalidad setraduce tan pronto en actos delictivos ais- lados como en tendencias criminales propiamente dichas. El desequilibrio se complica, a menudo con desviaciones y perversiones instintivas, que traen como consecuencia una mayor gravedad de sus actos antisociales. El psicópata es un delincuente en potencia por su pro- pia naturaleza, pero no todos los psicópatas delinquen ni sus delitos son siempre iguales, aunque tienen caracteres especiales, comunes a todos ellos. Debe poder destacarse, por su importancia médico- legal, la incapacidad para adaptarse a las condiciones ordina- rias del medio y a la vida de relación. Se demuestran lagunas en su estructura psíquica e intelectual, de lo que resulta que sujetos que mostraron una actividad muy bien acondicio- nada para ciertos actos se revelan incapaces para la com- prensión de otras situaciones, la crítica de algunos hechos y el enunciado de ciertos juicios. El psicópata presenta un equilibrio tan inestable que es incapaz de adaptarse a las condiciones sociales habituales. Esto se hace patente sobre todo en el momento en que el individuo es llamado a representar un papel en la sociedad. Son sujetos que no pueden fijarse en oficio o profesión alguna y que, por su indolencia, su pereza y su deseo de goces, dilapidan su fortuna, comprometen la de otros y llegan, poco a poco, a presentar una especie de anestesia moral que les lleva a empresas de las que tienen que res- ponder en justicia. Su falta de crítica y su confianza en sí mismos les impulsan a lanzarse a negocios en los que no tienen competencia ni capacidad. El fracaso intentan reme- diarlo con actos delictivos (abuso de confianza, emisión de cheques sin fondos, estafas, etc.), cuyo alcance tratan de atenuar con toda clase de patrañas y razones ficticias. Las psicopatías dan lugar a situaciones delictivas com- prensibles, incluso esperadas y previsibles. Pueden ser engañados fácilmente si se halagan sus tendencias. Su ingenio les impele a acometer proyectos que podrían ser viables si poseyeran capacidad de trabajo, persistencia en la acción y el sentido mental imprescindible para la conducción de un negocio. Los fracasos se suceden, y emprenden otros que les conducirán a nuevos desastres. Decaen socialmente y su decadencia aún se agrava porque se refugian en el alcohol o las toxicomanías. Presentan entonces el cuadro de una vida desenfrenada, asociándose ciertas desviaciones sexuales a otros delitos, como expresión de la necesidad de goces y de la inadap- tación a las condiciones normales de la existencia. En los trastornos de la personalidad es donde las alteraciones de los instintos, sobre todo sexuales, plano pueden colocarse tan en primer en ocasiones que ellas solas constituyen toda la psicopatía, formando el grupo de los psicópatas sexuales. Todos los delitos sexuales se encuentran con frecuencia. Los psicópatas son recidivistas por naturaleza y, por ello, es habitual la reiteración de la contravención legal con creación de nuevas formas de delitos que, a veces, resultan difíciles de encajar en el casillero del Código Penal. Si el psicópata es inteligente, aplica su inteligencia a la combinación de los delitos, que ejecuta diestramente o los sugiere a un deficitario mental, consiguiendo que sea este quien los realice. Son habituales chantajes, cartas anónimas, falsificaciones, abusos de confianza, etc. En cambio, no suele cometer delitos de sangre, o lo hace raramente. Pero, si lo hace, los lleva a cabo con gran frialdad y premeditación, buscando todas las ventajas en la ejecución y tratando de asegurar la impunidad. El crimen puede ser brutal y con ensañamiento, sobre todo en el caso de los psicópatas disociales. Imputabilidad La valoración penal de los delitos cometidos por los suje- tos con trastornos de la personalidad es muy compleja y debe individualizarse cada caso concreto. No hay otro caso en toda la Psiquiatría forense en que sea tan patente la necesidad de complementar toda resolución punitiva con otras medidas. Aquí tiene su mejor campo el Derecho penal «preventivo». Los psicópatas son insensibles al estímulo coactivo de la prisión y, por otra parte, su convivencia en ella con gentes análogas, de quienes aprenden, aumenta siempre su capacidad delictógena para el futuro. Como consecuencia, cuando salen de la cárcel, cumplida su condena, vuelven a delinquir reiteradamente y el resto de su vida será un ciclo alterno de reclusiones y salidas. Si se les declara irresponsables, su peligrosidad es aún mayor, ya que toda su delictividad en potencia se ve reforzada por la impunidad; un centro cerrado de asis- tencia psiquiátrica es el lugar menos apropiado para estos sujetos, ante todo por estas tres razones: 1. Que raramente se les mantiene en él el interminable tiempo que justificaría su trastorno. 2. Que este tipo de centros tienen, con frecuencia, una actitud solícita hacia el enfermo auténtico, que no es precisamente el ajustado al psicópata. 3. Que con frecuencia perturban la marcha de la institu- ción, organizan plantes, concitan a enfermos auténticos para la fuga, etc. Descargado para Sandra Galvez (sandra.galvez@urp.edu.pe) en Ricardo Palma University de ClinicalKey.es por Elsevier en septiembre 13, 2021. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2021. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados.Descargado por Natalia Manya (manyanatalia01@gmail.com) lOMoARcPSD|33111652 https://www.studocu.com/bo?utm_campaign=shared-document&utm_source=studocu-document&utm_medium=social_sharing&utm_content=articulo-trastornos-de-la-personalidad-conceptos-clasificacion-y-medicina-legal Capítulo 85. Trastornos de la personalidad © E ls e v ie r. F o to c o p ia r s in a u to ri z a c ió n e s u n d e li to . 1275 La legislación española valora la peligrosidad de los enfermos mentales como motivo adecuado para la apli- cación de medidas de seguridad, complementarias o sus- titutivas de la pena (v. capítulo 78). La psicopatía solo atenuará la imputabilidad en casos excepcionales, en los que pueda objetivarse una disminu- ción de la voluntad para obrar en relación con la conciencia. En estos rarísimos casos no habría inconveniente en rebajar la pena o incluso dejarla en suspenso, según la importancia del trastorno de la personalidad, si con ello fueran apa- rejadas medidas de prevención y tratamiento: reclusión indeterminada en establecimientos adecuados, reeducación y readaptación social. Para el resto de los trastornos de la personalidad, su anomalía no debe tenerse en cuenta desde el punto de vista penal: la psicopatía es inoperante respecto de la imputabilidad. Hay autores que proponen una agravación de la pena a los psicópatas delincuentes habituales y peligrosos, pero solo se lograría retrasar la reincidencia, aumentando la peligro- sidad por la permanencia en el establecimiento carcelario. Por otra parte, las medidas de seguridad y reeducación contempladas en el Código Penal pueden y deben servir de base para el tratamiento penal del psicópata delincuente. Solo un tratamiento de reeducación, rehabilitación y adaptación social, cuando obtiene éxito, lo que no es frecuen- te, constituye el ideal para ellos mismos y para la sociedad. Capacidad civil Los psicópatas pueden otorgar testamento, contraer matri- monio, suscribir contratos y realizar toda clase de actos civiles con plena validez. No obstante, hay dos circunstancias en que hay que res- tringir o anular su capacidad civil en beneficio del interés familiar y social: cuando, como es frecuente, se manifiesta por una prodigalidad o una toxicomanía. De otra parte el Código Civil ofrece fórmulas más amplias que permiten ajustar las medidas tutelares a las dis- tintas circunstancias que concurren en los sujetos con tras- tornos de la personalidad (v. capítulo 79). Para encontrar la solución más adecuada habrá que hacer un análisis de cada caso en particular: tipo detrastorno, entidad, afectación de las facultades psíquicas —en especial de las volitivas— y la peligrosidad civil, en el sentido de la cuantía y complejidad del patrimonio y las circunstancias familiares, profesionales y sociales que concurren en el psicópata. En el caso de los trastornos de la personalidad sería la curatela la medida más a menudo considerada, en especial en los casos de prodigalidad, para los cuales el Código Civil prevé estrictamente esta medida de protección. PERSONALIDAD DISOCIAL Con el nombre de psicópatas desalmados o personas de senti- mientos fríos, comprende Schneider ciertas personalidades anormales que se caracterizan por el embotamiento afecti- vo, sobre todo frente a los otros hombres. Son individuos carentes de compasión, de vergüenza, de arrepentimiento y de conciencia moral, cuya conducta es asocial y brutal, y cuyo modo de ser es hosco, frío y gruñón. Kraepelin los denominaba enemigos de la sociedad o antisociales, y Scholz, anestésicos morales, caracterizándolos por su anormalidad de sentimientos: «Conocen perfectamente las leyes morales, las ven, pero no las sienten, y por ello tampoco subordinan a ellas su conducta». El término más divulgado ha sido el de locura moral o moral insanity (Pritchard). Sinónimos son los términos de ceguera moral, idiocia moral, anestesia del sentido moral, daltonismo moral, acromatopsia moral, desequilibrados insociales, inmoralidad constitucional, etc., ninguno de los cuales es suficiente para expresar el contenido del concepto. Mira propuso que se llamase psicosis perversa, para suprimir el término de locura y designar, además, el sentido de la alteración moral. La definición clásica de Rogues de Fursac caracterizaba a estos individuos por el «conjunto de anomalías psíquicas de orden moral y de origen constitucional, que, fuera de todo estado de debilidad intelectual evidente, hacen al sujeto inadaptable a las condiciones impuestas por las leyes naturales y sociales». De Sanctis coincidía con esta defi- nición, aunque rehuyendo introducir en ella el concepto moral, al considerarlos resultado de una «perversión de los sentimientos, de las tendencias y de los actos con integridad de las funciones intelectuales». Se trata de sujetos que saben lo que es bueno y malo, y teóricamente pueden ser rigoristas morales, pero situados ante el caso concreto corren el peligro, si afecta a sus intere- ses, de conducirse con toda inconsciencia de forma asocial e inmoral, porque no experimentan compasión, simpatía, vergüenza, fidelidad ni respeto y, por tanto, no pueden determinar su conducta. No solo no son accesibles a estos sentimientos respecto de los demás, sino que también carecen de los sentimientos de su propio valor: orgullo, honor, dignidad e incluso los correspondientes negativos. No son capaces de mantenerse firmes en la enemistad, odio e indignación, o en la amistad, compañerismo y amor. Por eso son incapaces de arrepentirse. Es de aparición precoz: ya desde niños se marcaría su locura moral, por sus mentiras y crueldad con sus herma- nos, camaradas y animales, por su inadaptabilidad social, por el precoz despertar de su sexualidad y por la comisión de transgresiones legales, solos o formando bandas de delincuentes juveniles. El resto de su vida no es más que la lógica continuación de este prólogo. Son vengativos, crueles, rencorosos, celosos, fríos y feroces en la venganza; cínicos, indisciplinados y mitómanos; dados a la fuga y enrolados en bandas de delincuentes; eróticos, invertidos y toxicómanos; incapaces para la vida familiar y toda clase de profesiones, e inútiles para ganarse la vida honradamente. Desde muy temprano pasan la vida al margen de la socie- dad, y la cárcel ha venido siendo su residencia habitual, solo interrumpida por evasiones o licencias que aprovechan para cometer nuevos delitos. Descargado para Sandra Galvez (sandra.galvez@urp.edu.pe) en Ricardo Palma University de ClinicalKey.es por Elsevier en septiembre 13, 2021. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2021. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados.Descargado por Natalia Manya (manyanatalia01@gmail.com) lOMoARcPSD|33111652 PARTE XII. PSIQUIATRÍA FORENSE ESPECIAL1276 Presuntuosos, vanidosos, orgullosos y cínicos, dice Morse- lli, no conocen el remordimiento, el temor y la vergüenza a la condena. Para Legrain son antisociales por definición. Según Mira, lo que permite establecer la diferenciación entre el delito de estos sujetos y los delincuentes vulgares es el carácter de innecesariedad que presentan las acciones del «loco moral». En efecto, el delincuente vulgar persigue una utilidad objetiva en su delito, mientras que el loco moral encuentra tal utilidad solamente de un modo subjetivo. Por ello, es frecuente observar que, una vez realizado el delito, no se aprovecha de las ventajas que este le puede aportar. Actualmente se considera la locura moral no como la entidad nosológica que se pretendió en otros tiempos, sino como un síndrome, e incluso un síntoma, que depende fundamentalmente de un trastorno caracterológico que se presenta en muchas formas de psicopatía y en la mayoría de las psicosis, aunque predomina en los psicópatas disociales, desalmados o perversos. Se sigue discutiendo si el trastorno es puramente afec- tivo o si implica también cierto grado de trastorno inte- lectual. Estamos con Kraepelin a este respecto: si bien no puede negarse que existen casos de desalmados en los que no se aprecia defecto aparente alguno de la inteligencia, no se encuentran, entre tales asociales, individuos verdadera- mente dotados; por regla general, se encuentra incluso una asociación con la discapacidad intelectual. En lo que se refiere al diagnóstico diferencial, algunos autores opinan que los psicópatas fríos y faltos de escrúpulos, con un trastorno de la personalidad del tipo disocial, pre- sentan cierta semejanza con los esquizofrénicos, de los que importa separarlos. Kahlbaum describió con el nombre de heboidofrenia formas análogas a la hebefrenia que mostraban «desviaciones de las costumbres y de la moralidad» y «tenden- cia y actos criminales». En contraste con los hebefrénicos, estos enfermos no caían en la confusión ni en la demencia. Los lla- ma heboides, y representarían una forma clínica particular de la idiocia moral. Hess confirma la existencia de estos criminales, próximos a los hebefrénicos. Sin embargo, esto no justifica la confusión entre los esquizofrénicos y los jóvenes desalmados. Habrá que pensar sobre todo en un proceso esquizofrénico cuando los jóvenes no son, sino que se hacen desalmados. Se han visto aparecer anomalías perversas a raíz de traumatismos cerebrales. Igualmente, diversas formas de encefalitis y neuraxitis epidémica han dejado como secuela la pérdida definitiva de los valores éticos y morales, debido, según algunos autores, a lesiones del tálamo. Sin embar- go, los actos de brutalidad de los niños postencefalíticos se diferenciarían por su fogosidad impulsiva de los actos semejantes de los desalmados psicopáticos. Para Mira, en los delitos de los psicópatas disociales hay que investigar tres elementos positivos y tres negativos en sus actores, gracias a los cuales se evitaría la confusión con los psicóticos y con los delincuentes vulgares: • Elementos positivos: 1) incapacidad de adaptación social, pese a facilitárseles medios para ello; 2) falta de motiva- ción suficiente de los delitos, y 3) inteligencia normal, en general. • Elementos negativos: 1) que su grado de perversión moral sea permanente; 2) que su perversión moral no se halle justificada por factores ambientales (educación, acción perniciosa del medio familiar, malas compañías, etc.), y 3) que no sufra ninguna psicosis. Actualmente, las dificultades del diagnóstico de la locura moral se han reducido considerablemente: la valoración médico-forense de los delitos cometidos por estas persona-lidades no toma en consideración el diagnóstico de locura moral. Tan solo puede admitirse la disminución y aun la abolición de la imputabilidad si van acompañadas de esta- dos de déficit intelectivo o volitivo, o si son una manifes- tación sintomática de un proceso psicótico en marcha, de acuerdo con la cuantía de aquellos y de la intensidad de este. Pero si los hechos fueron la consecuencia de un tras- torno de la personalidad de índole psicopática, con des- viación instintiva, afectiva y volitiva, pero no anulación, con integridad intelectual, siendo capaces de comprender las cosas, sus alcances y sus complicaciones hasta las últimas consecuencias, y con posibilidad de inhibir sus tendencias delictivas, como lo demuestran cuando el riesgo es grande, la imputabilidad no queda afectada y deben responder del hecho que hayan realizado. Su valoración, en suma, es análoga a la del resto de las personalidades psicopáticas. En estos sujetos, el estado peligroso tiene la máxima expresión. Las más sobresalientes circunstancias del loco moral se ajustan a las condiciones ideales para definir la peligrosidad: vida depravada anterior, reiteración o reinci- dencia delictiva, ociosidad y vagancia, abuso de confianza, notoria ingratitud y embriaguez habitual. En ellos estarían indicadas las medidas de seguridad, para su rehabilitación y protección social, muy especialmente el internamiento en establecimiento de custodia y reeducación por tiempo indeterminado, pues su reinserción social es muy difícil. DISFUNCIONES SEXUALES En diversos puntos de este capítulo se ha aludido a la importancia de las alteraciones del instinto sexual, de su desarrollo y de su expresión y modalidades de realización en los sujetos con trastornos de la personalidad. Por otro lado, en la parte VII de esta obra, «Medicina legal sexológica y de la reproducción», se han estudiado desde otra perspectiva los trastornos de las funciones sexuales y su repercusión médico-legal. Parece conveniente hacer un somero estudio de conjunto de las disfunciones sexuales (tradicionalmente conocidas como trastornos psicosexuales), tal como se contemplan en las nosotaxias actuales. Las disfunciones sexuales poseen gran importancia para la Psiquiatría. La Medicina legal fue pionera en la descrip- ción, clasificación y estudio de estos trastornos, debido a sus repercusiones para el Derecho penal (delitos contra la libertad sexual, homicidios) y civil (identidad sexual, matrimonio). Estos trastornos se caracterizan por la existencia de una alteración en cualquiera de las fases de la fisiología sexual. Masters y Johnson describieron cuatro fases: excitación, Descargado para Sandra Galvez (sandra.galvez@urp.edu.pe) en Ricardo Palma University de ClinicalKey.es por Elsevier en septiembre 13, 2021. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2021. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados.Descargado por Natalia Manya (manyanatalia01@gmail.com) lOMoARcPSD|33111652 https://www.studocu.com/bo?utm_campaign=shared-document&utm_source=studocu-document&utm_medium=social_sharing&utm_content=articulo-trastornos-de-la-personalidad-conceptos-clasificacion-y-medicina-legal Capítulo 85. Trastornos de la personalidad © E ls e v ie r. F o to c o p ia r s in a u to ri z a c ió n e s u n d e li to . 1277 meseta, orgasmo y resolución. Kaplan describió tres: la de deseo, la de excitación y la de orgasmo. En nuestra opinión, la clasificación de Masters y Johnson es más fisiológica, en tanto que la de Kaplan, al incluir la fase de deseo y excluir las de meseta y resolución, tiene más en cuenta los aspectos psicológicos de la relación sexual. De hecho, la fase de meseta no es sino una prolongación de la de excitación, aunque posea características fisiológicas propias, mientras que la de resolución no constituye sino una recuperación fisiológica, que también tiene sus características, pero con poco interés psicológico. En cambio, existen trastornos que afectan la fase de deseo y, por lo tanto, son anteriores a toda excitación, por lo que sí tiene una importancia considerable. La nosología de la Organización Mundial de la Salud (CIE-10) clasifica los dos primeros grupos dentro de la categoría general de anomalías de la personalidad y del com- portamiento en la edad adulta, mientras que las disfunciones sexuales se incluyen bajo el título de trastornos mentales o del comportamiento vinculados a disfunciones fisiológicas, junto con los trastornos de la conducta alimentaria, los del sueño y la vigilancia, y el malestar psicológico relacionado con el ciclo menstrual. Por su parte, el DSM-5 habla de disfunciones sexuales e incluye los siguientes apartados: • Eyaculación retardada. • Trastorno eréctil. • Trastorno orgánico femenino. • Trastorno de interés/excitación sexual femenino. • Trastorno de dolor genitopélvico/penetración. • Trastorno de deseo sexual hipoactivo en el varón. • Eyaculación prematura (precoz). • Disfunción sexual inducida por sustancias/medicamen- tos. • Otra disfunción sexual especificada. • Disfunción sexual no especificada. Las disfunciones sexuales pueden tener una etiología orgánica, ser debidas a la ingestión de fármacos, tener un origen psicógeno o ser de causa multifactorial o incierta. Por ello, el diagnóstico exige no solo la especificación del tipo de trastorno, sino la de las características que concurren con él. Por ejemplo, una falta de erección puede ser primaria (nunca ha habido erecciones) o secundaria (las hubo, pero ya no las hay), y en este último caso puede ser «situacional», es decir, el varón fracasa frente a una determinada pareja, pero no frente a otra. Todos estos datos nos aportan una considerable información sobre su probable génesis. En muchos casos será necesaria una exploración médica multidisciplinaria (ginecológica, urológica, neurológica, etc.), que acompañe la exploración psicológica y psicopatológica. Entre los factores psicógenos se han señalado las actitudes negativas hacia la sexualidad, de origen cultural y educacio- nal, el miedo a fracasar en la relación sexual, una historia con experiencias desagradables en relación con el sexo y conflictos inconscientes que se expresan simbólicamente en el fracaso sexual, por ejemplo, sentimientos de angustia, miedo y culpabilidad vinculados a un complejo edípico no resuelto, que hacen que la pareja sea inconscientemente percibida como una imagen parental. Medicina legal de las disfunciones psicosexuales Ya nos hemos referido a los aspectos médico-legales de los trastornos psicosexuales, así como a su valoración pericial. En este mismo capítulo se han estudiado como expresión de los trastornos de la personalidad y de las psicopatías. En el capítulo 43 se estudiaron como factor etiológico de los delitos contra la libertad sexual. Para evitar repeticiones, nos remitimos a lo ya expuesto, que abarca todas las cues- tiones médico-legales que derivan de estos trastornos. LECTURAS RECOMENDADAS Allport GW. La personalidad (Su configuración y desarrollo). Barcelona: Herder; 1970. American Psychiatric Association. Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Texto Revisado (DSM-IV-TR). Barcelona: Masson; 2002. American Psychiatric Association. Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM-5). Washington, D.C.: American Psychiatric Press; 2013. Barcia Salorio D. Tratado de Psiquiatría. Madrid: Aran; 2000. Bonnet EFP. Psicopatología y Psiquiatría Forenses. Parte General. Buenos Aires: López Libreros; 1984. Carrasco Gómez JJ, Maza Martín JM. Manual de Psiquiatría Legal y Forense. 2.a ed. Madrid: La Ley-Actualidad; 2003. Cattell RB. El análisis científico de la personalidad. Barcelona: Fontanella; 1972. Ciafardo R. Psicopatología Forense. Buenos Aires: El Ateneo; 1972. De Ajuriaguerra J. 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Todos los derechos reservados.Descargado por Natalia Manya (manyanatalia01@gmail.com) lOMoARcPSD|33111652 https://www.studocu.com/bo?utm_campaign=shared-document&utm_source=studocu-document&utm_medium=social_sharing&utm_content=articulo-trastornos-de-la-personalidad-conceptos-clasificacion-y-medicina-legal Capítulo 85 - Trastornos de la personalidad Concepto de personalidad Personalidad normal y anormal Rasgos formales y materiales de la personalidad Modelos de categorización de los trastornos de la personalidad Clasificación de los trastornos de la personalidad Trastornos de la personalidad Trastorno paranoide Trastorno esquizoide Trastorno esquizotípico Trastorno antisocial Trastorno límite Trastorno histriónico Trastorno narcisista Trastorno evitativo Trastorno dependiente Trastorno obsesivo-compulsivo Medicina legal de los trastornos de la personalidad Reacciones delictivas Imputabilidad Capacidad civil Personalidad disocial Disfunciones sexuales Medicina legal de las disfunciones psicosexuales Lecturas recomendadas
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