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261 EPQ-A (de 8 a 15) y J (16 en adelante)

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EPQ 
 
Cuestionario de Personalidad 
para Niños (EPQ-J) y Adultos 
(EPQ-A) 
 
MANUAL 
(6ª Edición) 
 
 
 
 
 
 
 
INDICE 
 
PROLOGO A LA ADAPTACIÓN ESPAÑOLA 
 
1. DESCRICIÓN GENERAL 
1.1. Ficha Técnica 
1.2. Datos históricos 
1.3. Fundamentación teórica 
1.4. Personalidad y Psicología Experimental 
 
2. ASPECTOS PSICOMÉTRICOS 
2.1. Escalas N y E (Emocionalidad y Extraversión) 
2.2. Escala P (Dureza) 
2.3. Escala S (Sinceridad) 
2.4. Escala CA (Conducta antisocial) 
 
3. JUSTIFICACIÓN ESTADITICA 
3.1. Adaptación española 
3.2. Fiabilidad de las escalas 
3.3. Validación de la escala P 
3.4. Correlaciones entre las escalas 
3.5. Influencia de la edad y el sexo 
3.6. Personalidad, inteligencia y rendimiento 
3.7. EPQ-J Estudio de relaciones con otras variables 
 
4. NORMAS DE APLICACIÓN Y CORRECCIÓN 
4.1 Aplicación 
4.2 Corrección y obtención de puntuaciones 
 
5. NORMAS DE INTERPRETACIÓN 
5.1. Muestra de tipificación 
5.2. Utilización de los datos normativos 
 
BAREMOS 
 
BIBLIOGRAFÍA 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
PRÓLOGO A LA ADAPTACIÓN ESPAÑOLA 
 
En contacto constante con los autores del Cuestionario, que han seguido interesados el 
desarrollo del trabajo para ver si en nuestra cultura se reproducía su esquema factorial de la 
personalidad, en 1978e dieron por terminadas las fases de una primera adaptación del EPQ-J. 
Durante meses, se fueron alcanzando las siguientes metas: 
 
a) Estudio de publicaciones de los doctores Eysenck 
b) Análisis de los trabajos originales en la elaboración del EPQ 
c) Versión española de los elementos del EPQ-J, atendiendo a su clasificación en las 
diferentes escalas. 
d) Aplicación experimental del primer borrador del Cuestionario pequeños grupos de 
ambos sexos y de diferentes edades (9 a 14 años). 
e) Análisis de los resultados, nueva redacción de algunos elementos y elaboración de 
otros complementarios (12 en total, 3 para cada una de las escalas fundamentales), 
para una posible sustitución de alguno de los originales que no resultase satisfactorio. 
f) Aplicación del EPQ-J Experimental a más de 2.000 niños de ambos sexos y edades 
comprendidas entre siete y dieciséis años, de diferentes partes de España. 
g) Análisis estadísticos (incluidos estudios factoriales que toman como variables cada 
uno de los elementos), exclusión de elementos insatisfactorios (ocho originales fueron 
sustituidos por otros tantos complementarios) y elaboración del Cuestionario definitivo 
y su correspondiente plantilla. 
h) Corrección de las aplicaciones experimentales con la nueva plantilla para obtener 
puntuaciones definitivas, y ampliación de la muestra con unos 1.000 niños más. 
i) Estudio en muestras especiales de la variable CA (conducta antisocial), con análisis 
para su validación. 
j) Tipificación de toda la muestra recogida, por edades y sexos, en puntuaciones 
centiles. 
k) Redacción del Manual. 
 
En esta publicación, además de los resultados obtenidos en los estudios españoles, se aludía 
a los aspectos teóricos y psicométricos del EPQ, resumidos en el Manual original de los doctores 
Eysenck. Hemos creído que son necesarios para una mejor comprensión de los resultados puede 
consultar también alguna de las obras o trabajos citados en la bibliografía; sólo se han recopilado 
aquellos que hemos juzgado más interesantes o aparecen citados en este Manual; la revisión 
periódica de Buros contiene abundante bibliografía. 
 
Al presentar ahora esta edición revisada incorporando la Forma A., para adultos, se ven 
cumplidas nuestras esperanzas de colaboraciones y nuevos estudios. En éstos, el enfoque 
principal ha sido el de investigación de los factores de la estructura de la personalidad propuestos 
por los doctores Eysenck, poniéndolos en relación con otras variables y rasgos de la conducta del 
sujeto. Sin embargo, esto n quiere decir que la obtención de los datos directos, el tratamiento 
estadístico y la proyección final de los resultados estén alejados de las aplicaciones prácticas; en 
todo momento se ha tenido en cuenta esta realidad profesional (fundamentalmente de psicología 
escolar), y para ella se han pensado las conclusiones y datos obtenidos. 
 
En la reorganización del presente Manual no se ha querido alterar su estructura y contenido 
para incorporar estos estudios, tanto los referidos al ya existente EPQ-J como los del nuevo 
cuestionario EPQ-A. Dichas innovaciones han venido a engrosar los correspondientes capítulos o 
apartados de justificación estadística y de normas interpretativas. 
 
No obstante, esta edición revisada del manual introduce modificaciones importantes. Además 
de enriquecerse con todo lo referente al EPQ-A para adultos, se ha simplificado la interpretación 
del EPQ-J en dos aspectos: 
 
a) Ha desaparecido la variable CA (tendencia a la Conducta Antisocial) de las tablas de 
baremos, porque ha resultado poco útil durante años en la práctica de 
psicodiagnóstico escolar. No obstante, se han recogido sus estadísticos en una tabla 
dentro del capítulo 3, esperando que futuras investigaciones encuentren para esta 
escala una mejor interpretación y significación psicológicas. 
 
 
 
 
 
 
b) Se ha reducido la excesiva especificidad de los baremos para escolares que 
presentaba el antiguo Manual; aunque las diferencias estadísticos no lo justificaban 
plenamente, el criterio fundamental en la elaboración de los baremos fue el de la 
unidad año. En el presente Manual se ha atendido a un criterio más práctico, el del 
curso escolar, y , dada la estructura de las diferencias, se ha centrado la información 
normativa enloscursos5º y 8º de EGB., dos momentos importantes en el sistema 
educativo donde incide la psicología escolar. Por razones prácticas y estadísticas, 
también se han unido ambos sexos para presentar un solo baremo en estos cursos 
escolares. 
 
En la recogida de datos, análisis y estudios que ahora incluye este Manual, han colaborado 
muchas personas, psicólogos y educadores, así como muchos centros, oficiales y privados, que 
nos han prestado su ayuda 
 
 
1. DESCRIPCIÓN GENERAL 
 
1.1 FICHA TECNICA 
 
Nombre original: Eysenck Personality Questinnaire-Junior (EPQ-J) & Adult (EPQ-A) 
Autores: H.J.Eysenck 
Administración: individual y colectiva 
Duración: Variable, alrededor de 20 minutos (según capacidad lectora), el EPQ-J y entre 
20 y 30 minutos el EPQ-A 
Aplicación: Ocho a quince años (aproximadamente 3º a 8º de EGB), el EPQ-J y 
dieciséis años en adelante el EPQ-A 
Significación: Evaluación e tres dimensiones básicas de la personalidad (Neuroticismo, 
extraversión y Psicoticismo o dureza) y sinceridad 
 
 
1.2 DATOS HISTORICOS 
 
El PEQ es un desarrollo de varios cuestionarios de personalidad anteriores; difiere del último 
de estos (EPI) porque incluye una escala adicional y contiene, prometedoramente, ciertas mejoras 
sobre los otros instrumentos. EL primer cuestionario fue el Maudsley Medical Questionnaire. A 
este siguió el MPI, que contenía dos escalas para medir N y E (Extraversión-Introversión). A 
continuación surgió el EPI, que añadía la escala L para medir la disimulación y se presentaba en 
dos formas alternativas (A y B) para aquellas ocasiones en que se necesitase un retest del mismo 
grupo de sujetos. 
 
El EPI se redactó en un lenguaje sencillo para que los sujetos menos escolarizados pudieran 
contestar a las cuestiones sin necesidad de tener que explicárselas; además este instrumento se 
diseñó para introducir ciertas mejoras, psicométricamente valiosas, sobre el MPI; así, por ejemplo, 
las dimensiones N y E eran completamente independientes en el EPI, mientras que en el MPI 
presentaban algunas
intercorrelación. Po otra parte, la fiabilidad del EPI era algo más ata. 
Naturalmente, las escalas correspondientes de ambos cuestionarios correlacionan tanto entre sí 
que se debe asumir que miden idénticas dimensiones de la personalidad y son intercambiables 
para la mayoría de las aplicaciones prácticas de los instrumentos. 
 
De igual forma las escalas N y E del presente cuestionario (EPQ) son tan similares a sus 
correspondientes en los otros instrumentos que cualquiera de las implicaciones y relaciones sobre 
N y E, obtenidas con las antiguas escalas, son aplicables con igual fuerza a las nuevas escalas. 
La principal ventaja de nuevo instrumento es la introducción de una nueva variable, que se ha 
denominado P (de Psicoticismo), aunque la utilización de este término psiquiátrico no debería 
implicar que los elementos no son útiles para medir los rasgos de personalidad de sujetos 
normales. La palabra “Psicoticismo”, como se explicará con algún detalle más adelante, 
simplemente que con diferente intensidad presentan todas las personas; si aparece en un grado 
muy elevado, predispone al sujeto a la manifestación de una patología psiquiátrica. Sin embargo, 
la posesión de dicha predisposición está muy lejos de una psicosis real, y sólo una muy pequeña 
proporción de personas, con puntuación alta en P, tienen probabilidades de desarrollar una 
psicosis en el curso de sus vidas. 
 
 
 
En muchas de sus finalidades prácticas, y ciertamente para presentar los resultados del 
Cuestionario a personas corrientes, es útil omitir los términos psiquiátricos, tales como 
Neuroticismo” y “Psicoticismo”, y en su lugar utilizar “emocionalidad” (o inestabilidad emocional) y 
“dureza” (tough-mindedncss en la literatura inglesa). En este manual se utilizarán estos términos, 
más aceptables, como sinónimos de N y P. 
 
El término “dureza” ha sido utilizado por H. J. Eysenck en su libro The Psychology of Politics, 
para referirse a un conjunto de actividades, no conexionadas con el eje radicalismo-
conservadurismo, y opuestas a las actitudes de “sensibilidad”. Este doble uso del término podría 
llevar a confusión, pero se ha encontrado una correlación considerable entre una valoración alta 
en la escala P y una puntuación elevada en una escala de actitudes de “dureza”; en muestras 
grandes, tomadas al azar de la población, se han encontrado índices que varían entre 0,50y 0,60. 
Por tanto, existen buenas razones para utilizar el término “dureza” como más aceptable que el de 
“Psicoticismo” 
 
1.3 FUNDAMENTACIÓNTEORICA 
 
Siempre ha sido reconocida por los psicólogos la importancia de la descripción de los 
principales modelos de conducta en las personas, e investigadores de reconocida fama han 
dirigido sus esfuerzos a la búsqueda de las dimensiones fundamentales de la personalidad. 
Eysenck, en una revisión de la literatura, ha mostrado bastante evidencia para un enfoque que 
reconoce la existencia de dos dimensiones muy claramente señaladas y de destacada 
importancia; estas han sido denominadas, respectivamente, Extraversión-Introversión y 
Neuroticismo (emocionalidad o inestabilidad)-Estabilidad. 
 
La figura 1 muestra la relación entre estos factores o dimensiones y el antiguo esquema de 
Galeno-Kant-Wundt de los cuatro temperamentos. Los rasgos descritos en el anillo exterior 
muestran, en forma diafragmática, los resultados de una gran cantidad de intentos analíticos-
factoriales para definir las interrelaciones de algunos de estos rasgos en poblaciones de sujetos 
muy diferentes; es un hecho empírico que una gran proporción de la varianza común total 
observada en las correlaciones entre estos rasgos (y muchos otros que no pueden ser incluidos 
por falta de espacio), se puede definir en términos de estos dos factores. Cuando originalmente, 
Eysenck apuntó esta hipótesis, surgieron muchas críticas sobre la eficacia de este esquema, pero 
actualmente la principal estructura que se propone alternativamente, es decir, la de Cattell, se 
observa que lleva esencialmente a resultados muy similares, y los estudios de Guilford sobre la 
personalidad se orientan a factores de segundo orden que se asemejan en gran medida a los 
postulados en este Manual. Aunque no se desea negar la existencia e importancia de factores 
adicionales a N y E, los doctores Eysenck creen que estos dos factores contribuyen más a la 
descripción de la personalidad que cualquier otra pareja de dimensiones que no pertenezcan al 
área cognitiva. 
 
En 1952, Eysenck apuntó la hipótesis de que podría postularse la existencia de una tercera 
dimensión principal de la personalidad, que era independiente de N y E. Esta tercera dimensión se 
denominó “positivismo”, y de la misma forma que “neurosis” es una exageración patológica de un 
alto grado de un rasgo subyacente de neuroticismo, se indicó que psicosis” es una exageración 
patológica de un alto grado de un rasgo subyacente de Psicoticismo. Esta hipótesis se basaba en 
dos consideraciones teóricas fundamentales: 1) la anormalidad psiquiátrica es esencialmente un 
continuo con la normalidad, y 2)”neurosis” y “psicosis” sobre dimensiones completamente 
diferentes e independiente. Ambas hipótesis han tenido apoyo experimental, y, hasta el momento 
arecen estar en la línea correcta. Las hipótesis genéticas especificativas que subyacen en el 
concepto de una dimensión de “Psicoticismo” han sido desarrolladas en otro momento; en este 
párrafo simplemente se quiere hacer notar que los psiquiatras han llamado la atención sobre una 
estrecha relación, originalmente genética, entre psicosis y psicopatía. Alejados inmediatamente 
después del nacimiento, y educados en una familia normal, los hijos de madres psicóticas han 
mostrado un elevado grado de conducta psicótica y psicopático-criminal; esto es sólo un ejemplo 
de los muchos que prueban la existencia de una fuerte relación entre la psicosis (particularmente 
la esquizofrenia) y la psicopatía. Así, pues, los autores aceptan el Psicoticismo como la tercera 
dimensión principal de la personalidad. En este sentido, cabe señalar el hecho de que Royce, 
en1972, en una revisión general de los estudios factoriales de la personalidad, sugiere la 
existencia de tres factores principales que se asimilan estrechamente a los tres factores medidos 
por las escalas del EPQ; esto indica que la elección de estas tres dimensiones no es caprichosa, 
ni subjetiva ni arbitraria, sino que está en la línea de los resultados experimentales. 
 
 
 
 
 
 
 
Figura 1 
Relación entre las dos dimensiones, Neuroticismo-Estabilidad e Introversión-
Extraversión y el antiguo esquema de los temperamentos. 
 
 
 
1.4 PERSONALIDAD Y PSICOLOGIA EXPERIMENTAL 
 
Uno de los postulados básicos de los autores en sus trabajos es que el análisis factorial es un 
método necesario, pero no suficiente, para aislar las principales dimensiones de la personalidad y 
para construir instrumentos que las midan. El análisis correlacional es importante, pero sólo es 
sugerente, no compulsivo, de una evidencia; como en una ocasión señaló Thurstone, “una 
correlación es una confesión de ignorancia”. Sería posible representar las relaciones observadas 
entre los rasgos de muy distintos modos, todos matemáticamente equivalentes entre sí, pero muy 
diferentes desde el punto de vista psicológico. Por tanto, es esencial profundizar más allá del 
enfoque meramente estadístico e intentar conexionar las dimensiones de la personalidad dentro 
de un cuerpo de doctrina de la psicología teórica y experimental. Esta tarea, tal como ha sido 
seguida por los autores en sus trabajos, se ha dirigido generalmente a apoyar el punto de vista de 
que el factor N, está estrechamente relacionado con el nivel heredado de labilidad del sistema 
nervioso autónomo, mientras que el factor E está muy relacionado con el grado de excitación e 
inhibición prevalente en el sistema nervioso central; este equilibrio, probablemente en una gran 
medida, es también heredado y puede estar mediatizado por la formación
reticular ascendente. 
 
 
 
 
Varios estudios han mostrado la gran influencia de la herencia en N y E, pero tal vez la más 
clara evidencia se encuentra en Hields (1962), que observó que gemelos idénticos, educados en 
ambientes distintos, presentaban correlaciones muy altas, tanto en neuroticismo como en 
extraversión. Un examen general de los datos incluidos en la literatura muestra que la herencia 
juega un importante papel en las tres dimensiones de personalidad (N, E, y P); parece haber 
pocas dudas de que los factores genéticos contribuyen más a las diferencias individuales en 
personalidad que los factores ambientales. Otro vinculo con las ciencias biológicas es el hecho de 
que mediante drogas se puede variar la posición de un sujeto en la dimensión introversión-
extraversión; las drogas estimulantes le incluyan hacia la introversión, y las depresivas le incluyan 
hacia la extraversión. En la obra The Biological Basis of Personality se puede encontrar una 
relación detallada de referencia a estudios empíricos sobre las conexiones entre la personalidad y 
la psicología experimental. 
 
En esta línea teórica, se han hecho deducciones a partir de la psicología general y 
experimental sobre la conducta esperada de los sujetos introvertidos y extravertidos, en una gran 
variedad de investigaciones experimentales de laboratorio. Se han postulado y descubierto 
relaciones entre extraversión y condicionamiento, nivel de aspiración, post-efectos figurales, 
encubrimiento, recuerdo, vigilancia, fenómenos de constancia, ocurrencia de error temporal, 
condicionamiento verbal, apreciación de tiempos, tolerancia al dolor y falta de sensaciones, y 
muchas otras variables. 
 
En el apartado 2.1 (Escalas N y E) se discuten las relaciones teóricas entre las definiciones 
experimentales aludidas en el párrafo anterior y las correspondientes definiciones 
comportamentales que se presentan en el EPI. Algo menos conocidos son los correlatos de la 
dimensión P, puesto que la medida de esta sólo ha sido posible desde hace muy poco tiempo, 
aunque se ha llegado ya a algunas conclusiones (véase el apartado 2.2) 
 
 
2. ASPECTOS PSICOMÉTRICOS 
 
2.1 ESCALAS N Y E (EMOCIONABILIDAD Y EXTRAVERSIÓN) 
 
En cuanto a la variable N, su descripción no exige muchas precisiones, puesto que es muy 
similar a la dada por muchos otros autores, desde el momento que Woodworth publicó su Hoja de 
Datos Personales y Taylor su Escuela de Ansiedad Manifiesta. Sin embargo, para tener en estas 
páginas una visión completa, se define el sujeto típico con puntuación alta en N como ansioso, 
preocupado, con cambios de humor, y frecuentemente deprimido; probablemente duerme mal y se 
queja de diferentes desórdenes psicomáticos; es exageradamente emotivo, presenta reacciones 
muy fuertes a todo tipo de estímulos y le cuesta volver a la normalidad después de cada 
experiencia que provoca una elevación emocional. Sus fuertes reacciones emocionales le 
interfieren para lograr una adaptación adecuada, y le hacen reaccionar de una manera irracional y, 
en ocasiones, rígida. 
 
Cuando esta puntuación se combina con la extraversión, es probable que el sujeto se muestre 
quisquilloso e inquieto, excitable e, incluso, agresivo. Si hubiera que describir a este sujeto de 
valor N alto con un solo adjetivo, se podría decir que es un “preocupado”; su principal 
característica es una constante preocupación acerca de cosas o acciones que pueden resultar 
mal, junto con una fuerte reacción emocional de ansiedad a causa de estos pensamientos. Por 
otra parte, el sujeto estable tiende a responder emocionalmente sólo con un tono bajo y débil, y 
vuelve a su estado habitual rápidamente después de una elevación emocional; normalmente es 
equilibrado, calmoso, controlado y despreocupado. 
 
En cuanto a la variable E, los estudios factoriales muestran descriptivamente un esquema que 
puede parecer, aunque no es idéntico, al dado por Jung. A continuación, se ofrece una breve 
descripción del extravertido e introvertido típicos; estos sujetos pueden tomar como la idealización 
de los extremos de un continuo a los cuales las personas corrientes se acercan en mayor o menor 
grado. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
El extravertido típico es sociable, le gustan las fiestas, tiene muchos amigos, necesita tener a 
alguien con quien hablar y no le gusta leer o estudiar en solitario; anhela la excitación, se arriesga, 
frecuentemente se mete en todo, actúa por razones del momentos y generalmente es un individuo 
impulsivo; le gustan las bromas, siempre tiene una respuesta a punto, y generalmente le encanta 
el cambio; es despreocupado, de fácil cambio, optimista, y su lema es “diviértete y sé feliz”. 
Prefiere estar moviéndose y haciendo cosas, tiende a ser agresivo y se enfada rápidamente; a la 
vez que sus sentimientos no se mantienen bajo un fuerte control, no es siempre una persona en 
quien poner confianza. 
 
El introvertido típico es un individuo tranquilo, retraído, introspectivo, más amigo de libros que 
de personas; es reservado y se muestra distante, excepto con los amigos íntimos; suele ser 
previsor “mira antes de saltar”, y desconfía de los impulsos del momento; no le gusta la diversión, 
considera seriamente los asuntos cotidianos y disfruta de un modo de vida ordenado; controla 
cuidadosamente sus sentimientos, raras veces se comporta de una manera agresivo, y no se 
enfada con facilidad; se puede confiar en él, es algo pesimista y tiene en gran estima las normas 
éticas. 
 
Hay que subrayar que estos modelos descriptivos se refieren a la personalidad en su aspecto 
fenotípico, mientras que los tests experimentales aludidos en el apartado anterior se refieren más 
a la personalidad en su aspecto genotípico. La diferencia entre los aspectos comportamentales y 
constitucionales ha sido discutida con detalle en otro trabajo. La conducta observable es una 
función resultante de diferencias constitucionales en interacción con el ambiente; de esta 
interacción resultan las diferencias fenotípicas y descriptivas en introversión-extraversión, y estas 
se pueden medir bien mediante cuestionarios del tipo EPQ. La diferenciación entre los tests de 
laboratorio y lo cuestionarios mediante una relación estrecha con los aspectos genotípicos y 
fenotípicos de la personalidad, no es naturalmente de tipo absoluto, pero puede ser, sin embargo, 
útil para comprender el significado de los resultados obtenidos mediante diferentes tipos de 
instrumentos de medida. 
 
2.2 ESCALA P (DUREZA) 
 
Las escalas N, E y P utilizadas en este Cuestionario, fueron elaboradas después de 
laboriosas series de, aproximadamente, veinte estudios factoriales; en cada caso se utilizaban 
elementos algo diferentes, seleccionados, por una parte, sobre las bases de los resultados 
obtenidos en análisis previos, y por otra, basándose en consideraciones teóricas. En varias fases 
del trabajo, los cuestionarios se consideraron parcialmente terminados para llevar a cabo estudios 
experimentales y de validación; los dos principales cuestionarios que fueron muy ampliamente 
utilizados, y que en la mayoría de sus aspectos son muy similares al EPQ, han sido l.P.I. 
(Personality Inventory) y el P.E.N. (Psychoticism-Extraversión-Neuroticism).Las escalas fueron 
cosntruidas para su utilización, en ambos casos, con adultos y niños. El desarrollo de las escalas 
se describe con algún detalle en varias publicaciones; cuatro de estas aluden a las escalas para 
adultos, y otras cuatro a las escalas para jóvenes. En estas publicaciones aparecen los elementos 
realmente utilizados en las diferentes fases; los cambios no son en realidad muy grandes, y 
consisten principalmente en la sustitución, o leves cambios en la redacción de los elementos 
existentes. Los cambios se hicieron por varias razones psicométricas, tales como: 1) eliminación o 
reducción de las correlaciones entre factores; ) eliminación de elementos que presentaban 
saturaciones en más de un factor; 3) aumento de la fiabilidad de las escalas
utilizadas. También 
se intentó hacer que las tres dimensiones de personalidad fueran independientes de la 
inteligencia, meta que aparentemente se alcanzó sin dificultad. 
 
Por el momento, sólo se puede, naturalmente, aventurar la naturaleza de la variable P a la 
vista del contenido de los elementos que la constituyen y de los estudios experimentales 
realizados; también es útil observar los grupos (psicóticos y criminales) utilizados como criterios y 
que puntúan particularmente alto en la escala . Puede ser prematuro intentar una descripción 
verbal del sujeto que puntúa alto en P, lo mismo que se hizo con los que puntuaban alto en N y E; 
pero puede resultar útil intentar comunicar las cualidades peculiares de este tipo de personalidad. 
Así, pues, un sujeto con puntuación alta se puede describir como solitario, despreocupado de las 
personas, crea problemas a los demás y no compagina con los otros fácilmente; puede ser cruel, 
inhumano e insensible, y tener falta de sentimientos y empatía; se muestra hostil, incluso con los 
más íntimos y agresivo, incluso con las personas amadas. 
 
 
 
 
 
Tiene una cierta inclinación por cosas raras y extravagantes; desprecia el peligro; le gusta 
burlarse de los demás y ponerles de mal humor. La descripción anterior se aplica a un adulto con 
P alto; en cuanto a los niños, se puede decir de ellos que son raros y solitarios, se meten en 
problemas, son fríos y faltos de sentimientos humanitarios con sus compañeros o con los 
animales, son agresivos y hostiles, incluso con los más próximos y queridos. Tales niños intentan 
suplir su falta de sentimientos entregándose a la búsqueda de sensaciones dolorosas sin pensar 
en los riesgos implicados. La socialización es un concepto relativamente ajeno, tanto a los adultos 
como a los niños; tanto la empatía como los sentimientos de culpabilidad o la sensibilidad para 
con los demás, son nociones que les resultan extrañas y desconocidas. Naturalmente, esta 
descripción se refiere en su totalidad sólo a los casos extremos; tal vez las personas que puntúan 
relativamente alto, pero más cerca del promedio, son, naturalmente, más frecuentes que las 
extremas, y sólo mostrarán dicho modelo de conducta en un grado mucho menos evolucionado. 
Los términos psiquiátricos que parecen asimilarse a este tipo de conducta son “esquizoide” y 
“psicopático”; “problemas de conducta” es otra expresión que podría emplearse. Cuando Eysenck 
utiliza el concepto de “Psicoticismo”, el término se solapa con las tres categorías de diagnóstico 
entrecomilladas en la fase anterior. 
 
A pesar de la naturaleza psiquiátrica del término empleado y de su semejanza con otros 
conceptos psiquiátricos, hay que subrayar que la escala P del EPQ difiere en gran medida de las 
utilizadas en otros cuestionarios para medir rasgos patológicos. El Cuestionario, en su totalidad, 
es aplicable a conductas normales, no a síntomas de otra índole; como en el caso de 
neuroticismo, se trata de una variable de personalidad subyacente en la conducta, que puede 
llegar a ser patológica sólo en casos extremos. Por estas razones, la escala del EPQ es apropiada 
para muestras de sujetos normales, no patológicos, de la población, y, también, por lo mismo, los 
autores han sugerido que, en pro de una mejor comunicación e información de resultados los 
usuarios no familiarizados con los supuestos teóricos anteriormente citados, no empleen los 
términos “neuroticismo” y “Psicoticismo”, y en su lugar utilicen los de “emocionabilidad” y “dureza”. 
Esta sustitución podría también ser útil para mitigar los temores de aquellos sujetos que se sienten 
turbados cuando se enfrentan con escalas que tienen un extremo más socialmente deseable que 
le otro; frecuentemente se ha observado que las pautas sociales interfieren en los cuestionarios 
de personalidad a la hora de obtener respuestas sinceras. 
 
2.3 ESCALA S (SINCERIDAD) 
 
La escala original L (“lie”, que apareció por primera vez en los instrumentos de Eysenck en el 
cuestionario EPI) intenta medir la tendencia al disimulo de algunos sujetos para presentar un 
“buen aspecto”; este rasgo es particularmente acusado cuando el cuestionario se aplica en 
situaciones en las que el sujeto piensa que hay “aspectos” más adecuados (tales como en las 
entrevistas de selección de personal). Se han levado a cabo varios estudios experimentales y 
análisis factoriales para investigar con algún detalle la naturaleza de esta escala, y aparece 
claramente que la escala posee un alto grado de unidad factorial, con elementos específicos que 
tienen saturaciones elevadas únicamente en esta dimensión; sin embargo, existen algunas 
dificultades a la hora de interpretar las puntuaciones, puesto que no significan, por el momento 
otra cosa que disimulación. En la versión española se utiliza (por razones prácticas) el polo 
opuesto (S, la no disimulación), es decir, la sinceridad. 
 
Más difícil parece la justificación de otras extrapolaciones aplicando la escala S para medir, 
además de falta de disimulación, algún otro factor estable de la personalidad, tal como podría ser 
la ingenuidad en las relaciones sociales; parece haber alguna evidencia de esto. Una razón de 
que mide disimulación la han mostrado Michaelis y Eysenck (1971), al ver que es posible 
manipular la escala S variando las condiciones experimentales de la aplicación con la introducción 
de mucha o poca motivación para la disimulación. Sin embargo, si la disimulación fuera el único 
factor que afecta a la varianza de una puntuación, la fiabilidad de la misma estaría en función de la 
cuantía de la puntuación; cuando las puntuaciones son bajas en disimulación (es decir, altas en 
sinceridad porque no hay disimulación) la escala debería tener mucha fiabilidad. Esto no se ha 
encontrado empíricamente; no aumenta la fiabilidad de la escala S cuando se ponen condiciones 
para que haya poca disimulación (mucha sinceridad), ni disminuye cuando se estimula la 
disimulación (baja sinceridad). Es por esto por lo que la escala debe medir alguna función estable 
de la personalidad, aunque desgraciadamente no se conoce la naturaleza precisa de esa variable 
o función. 
 
 
 
 
 
Michaelis y Eysenck han mostrado que se pueden distinguir bastante claramente las 
condiciones motivantes de disimulación de las no motivaciones, observando la correlación entre N 
y S; cuando existen condiciones que ofrecen un alto grado de motivación hacia la disimulación, la 
correlación N-S es relativamente alta (cercana o superior a + 50); cuando disminuyen las 
condiciones motivantes de disimulación, la correlación N-S disminuye o resulta completamente 
nula. Así, pues, en condiciones poco motivantes hacia la disimulación, la puntuación S se puede 
considerar como medida de esa variable desconocida de la personalidad; pero es un problema 
interesante de investigación el determinarla. En estas condiciones, no hay razón para introducir 
una corrección en las demás escalas del Cuestionario, y las escalas no deberían utilizarse para 
esta finalidad. En condiciones en las que haya una fuerte motivación para la disimulación (es 
decir, cuando la correlación N-S es relativamente alta), las puntuaciones S se pueden utilizar 
para discriminar a los “falseadores”, por ejemplo, el cinco por ciento de los sujetos que obtienen 
puntuaciones más bajas. Con esto no se intenta dar un punto crítico por debajo del cual no haya 
que tener en cuenta las puntuaciones del sujeto en las demás escalas, puesto que esto depende 
del nivel general de las puntuaciones de la población, así como de la edad; en los niños, las 
puntuaciones S aumentan con la edad, mientras que en los adultos disminuyen con el paso de los 
años. Tal vez el mejor consejo que se pueda dar a los investigadores en este momento es analizar 
sus datos sin eliminar ningún sujeto por la variable S, y correlacionar esta variable con cualquier 
otra que se considere relevante; a continuación pueden eliminar de su muestra el cinco por ciento 
con puntuaciones
más bajas en S y repetir el proceso obtenido de nuevo las correlaciones 
anteriores. Este procedimiento de eliminación de puntuaciones bajas se puede repetir de nuevo, 
hasta que se vea caro en los estudios de regresión si existe alguna influencia de S en los 
resultados de otras variables y en qué dirección se muestra. En circunstancias especiales se 
puede corregir su efecto en las correlaciones entre variables experimentales y N, E y P, 
seleccionando la muestra mediante la escala S, o corrigiendo de alguna manera sistemática las 
puntuaciones en las variables de personalidad de la influencia que haya podido tener la variable S; 
esto habrá que decidirlo en cada caso de estudio, dependiendo de las circunstancias del mismo. 
Por el momento, se conoce poco sobre estas escalas como para hacer unas aseveraciones 
dogmáticas. 
 
Cuando en un grupo la media en S se considere baja, los autores aconsejan dividir en dos 
grupos (con S alta y S baja) y analizarlos separadamente. Si las medias de N y P y sus 
correlaciones con S son similares, los dos grupos se pueden tratar como una sola muestra. (Hay 
algunos grupos que tienen puntuaciones bajas en S, pero no por ello han alterado sus 
contestaciones a las demás escalas. En ellos se observarán correlaciones bajas entre N y S entre 
P y S, a pesar de tener una media baja en S, lo cual hace confiar que son aceptables las 
puntuaciones en N, E y P). Si, en otras ocasiones, se observan correlaciones N-S y P-S más 
grandes en el grupo con S baja que en el segundo grupo, y el primero se dejará para un análisis e 
interpretación separada. 
 
2.4 ESCALA CA (CONDUCTA ANTISOCIAL) 
Teniendo en cuenta el hecho de que los delincuentes, en muy diferentes estudios, difieren de 
los sujetos normales en las tres variables fundamentales de la personalidad (N, E y P), se 
consideró la conveniencia de construir una escala, que pudiera diferenciar entre estos dos grupos, 
combinando los elementos más significativos de las tres escalas. Se hizo así con la EPQ-A y la 
escala resultante (C) discrimina bastante bien entre los adultos delincuentes y no delincuentes. A 
partir de esta experiencia se mejoró la escala, resultando un conjunto de 34 elementos (18 de N, 2 
de E y 14 de P); aplicada esta escala a 189 sujetos normales de control, obtuvieron unas 
puntuaciones (ẋ=9,01; Sx = 4,45) significativamente inferiores las obtenidas por un grupo de 934 
presos comunes de edad y características sociales semejantes (ẋ=15,57; Sx =5,18); tanto en el 
grupo de control como en los presos comunes, la escala tenía una fiabilidad de 0,75. Así, pues, se 
ha considerado un instrumento útil para predecir la delincuencia o la reincidencia de los sujetos. 
 
En el caso EPQ-J, pareció conveniente construir una escala C (propensión a la criminalidad), 
para su aplicación a los niños, tan interesante o más que para los adultos. Esa tarea ha sido 
intentada en origen por Allsopp y Feldman, pero debe quedar muy claro que el criterio, en esta 
ocasión, no es la criminalidad propiamente hablando, sino más bien a propensión a la conducta 
antisocial (CA en la versión española), que puede llegar en el extremo superior a una actuación 
propiamente criminal. 
 
 
 
 
 
 
En la construcción de la escala CA se emplearon dos criterios. El primero consistió en un 
cuestionario autoaplicable (ASB) con 48 temas antisociales que variaban desde una falta leve (por 
ejemplo, hacer ruido en clase) hasta delitos propiamente dichos (por ejemplo, asalto a la 
propiedad ajena con rotura y robo de algo). El segundo fue el número de arrestos o castigos 
recibidos en el centro durante todo el curso escolar, al final del cual se aplicó el EPQ-J. la 
puntuación CA se obtuvo con los elementos que discriminaban mejor entre los sujetos con mayor 
y menor valoración en el cuestionario autoaplicable ASB; la escala CA quedó constituida así por 
40 elementos (11 de N, 16 de E y 13 de P), con una fiabilidad de 0,74. Con ella se comparó el 
poder discriminativo para diferenciar entre sujetos con baja y alta evaluación en el cuestionario 
ASB y para diferenciar entre sujetos con pocos o muchos castigos en el centro; se obtuvo una 
correlación de 0,71, lo cual sugiere que la escala así construida resultados similares en ambos 
criterios. 
 
Cuadro 1 
Resultados de la escala CA en niños varones ingleses 
 
Grupo N ẋ Sx 
Ningún castigo en el centro 187 19,45 5,21 
Tres o más castigos 98 22,56 4,85 
Valoración alta en ASB 100 24,87 4,19 
Valoración baja en ASB 100 16,83 4,71 
 
El Cuadro 1 presenta los resultados de la escala CA original con más de 200 niños ingleses 
clasificados por dos criterios: el número de castigos tenidos en el centro y la valoración alta o baja 
en el cuestionario ASB. Para cada uno de estos cuatro grupos se dan promedios en la escala CA. 
 
Es posible que esta escala tenga capacidad para predecir la conducta criminal futura de los 
niños cuando dejen el centro escolar, pero los datos existentes no presuponen que eso sea 
necesariamente cierto; la verificación de esta hipótesis debe esperar a futuras investigaciones en 
esta línea. 
 
En la adaptación española, la escala CA quedó constituida por los mismos elementos 
originales, excepto aquellos (3, 15, 28 y 38) que no resultaron satisfactorios en otras escalas en 
las que debían puntuar. Así, pues, la escala CA española, hasta nuestra cultura, incluye 36 
elementos: 10 de N, 15 de E y 11 de P; se han analizado los resultados obtenidos por toda la 
muestra de tipificación en esta escala CA con 36 elementos. 
 
Durante el proceso de adaptación se tuvo la oportunidad de obtener una muestra especial 
(que no entró en la muestra de tipificación) para analizar los resultados de los 40 elementos 
originales de la escala CA; el grupo estaba constituido por 88 niños (varones y mujeres) 
procedentes de reformatorios y centros de reclusión para niños de conducta delictiva. Las 
puntuaciones medias en C, tanto de los varones como de las mujeres, como del grupo total, 
superaba el promedio alcanzado por la muestra de tipificación en más de una desviación típica; en 
las demás variables, sus puntuaciones medias eran semejantes a las de los niños normales en E 
y en S, y las superaban en N y en P resultados que están en la línea de los originales de los 
doctores Eysenck. Nótese que, aunque la mayor proporción de los elementos constituyentes de 
CA pertenece a la escala E, esta es la única de las tres variables de personalidad en la que no 
destacan los sujetos de esta muestra especial, pues tanto en extraversión como en sinceridad os 
sujetos son similares a los niños normales. Este análisis es sólo una breve indicación del valor 
discriminativo de la escala CA; la muestra resultaba insuficiente para un completo estudio de 
validación; no obstante, queda archivada para una posible ampliación y análisis futuros. 
 
Los estadísticos básicos de la muestra de tipificación española en os 36 elementos se 
encuentran en el cuadro 2. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Cuadro 2 
Resultados de la escala CA en niños españoles 
 
Grupo Sexo N ẋ Sx 
8 años V 173 18,02 3,69 
8 años M 153 17,00 3,59 
9 años V 236 18,93 4,03 
9 años M 203 17,71 3,57 
10 años V 208 18,38 3,74 
10 años M 141 17,96 4,04 
11 años V 230 19,03 4,02 
11 años M 141 18,00 4,32 
12 años V 227 19,26 3,77 
12 años M 232 18,67 3,97 
13 años V 300 18,86 3,92 
13 años M 265 18,93 4,19 
14 años V 194 19,74 4,11 
14 años M 164 19,05 3,78 
15 años V 56 18,26 4,26 
15 años M 75 18,41 3,60 
 
5º E.G.B. V 347 18,31 3,89 
5ºE.G.B. M 280 17,40 3,78 
8 E.G.B. V+M 395 19,07 3,88 
 
También en nuestro país se ha estudiado el citado cuestionario inglés ASB; en contacto con 
los autores originales y con la colaboración de Jesús Valverde Molina (que utilizó este material 
para su Tesis Doctoral en Psicología), se tradujo el ASB y, junto con el EPQ-J y otros 
instrumentos, se aplicó a una amplia muestra de niños con problemas de conducta. Fruto de 
aquellos análisis fue la elaboración
por la Sección de Estudios de TEA del cuestionario A-D, 
Antisocial-Delictivo que puede resultar útil en la medida de estos aspectos de la conducta; se ha 
resumido la información estadística de estos análisis en una publicación. 
 
3.1 ADAPTACIÓN ESPAÑOLA 
 
Las fases de este proceso han quedado someramente señaladas en el Prólogo de este 
Manual, y con más detalle en los artículos de Eysenck y Seisdedos (1978) y de Eysenck y 
colaboradores (1982). 
 
Aunque en este proceso se ha intentado, primordialmente, conservar los valores 
discriminativos del EPQ para las aplicaciones prácticas, se ha seguido una metodología que 
pudiera reproducir y comprobar también en nuestro país el esquema y modelo de personalidad 
que proponen los doctores Eysenck con sus instrumentos y publicaciones. La estrategia utilizada 
ha consistido, fundamentalmente, en la versión fiel (no literal) de las cuestiones originales, la 
inclusión de cuestiones suplementarias (tres de cada uno de los rasgos principales) para posibles 
sustituciones por originales no satisfactorios, y el análisis de los resultados en una amplia muestra 
de sujetos españoles. 
 
La metodología empleada para aislar las tres dimensiones principales de la personalidad fue 
el análisis factorial, es decir, el examen estadístico de las intercorrelaciones de los elementos 
originales y suplementarios. Con ello, además de perfilar mejor el Cuestionario EPQ definitivo para 
la población española, se ha podido comparar la estructura de la personalidad de los sujetos 
españoles y de los sujetos británicos, a nivel de factor y a nivel de escala. 
 
En la muestra de estudio del EPQ-J había 976 varones y 1.002 mujeres, de edades que 
variaban entre los ocho y los quince años; se desechaban algunos que salían de estos límites. La 
mayor proporción estaba comprendida entre los nueve y trece años y cursaba los grados 4º a 8º 
de E.G.B. En la adaptación del EPQ-A, además de algunos análisis sobre grupos clínicos, se 
utilizó una muestra de 435 varones y otra de 595 mujeres. 
 
 
 
 
 
 
Los análisis se realizaron independientemente para cada sexo; las matrices de correlaciones 
se analizaron por los componentes principales, y los cuatro factores extraídos se rotaron primero 
con Varimax y luego con Promax, sin forzar los daos hacia una estructura ortogonal. 
 
En los citados artículos de Eysenck y colaboradores se pueden encontrar las saturaciones 
factoriales de los elementos analizados y que definían los factores N, E, P y L (pues en el estudio 
se ha seguido manteniendo la dirección y símbolo empleados por los doctores Eysenck para la 
variable de simulación, lo contrario de sinceridad). Allí están indicados los elementos originales 
que resultaron insatisfactorios y los que se eligieron entre los complementarios para sustituirlos. 
Fue necesario eliminar algunos elementos originales y sustituirlos por aquellos complementarios 
que tenían mejor saturación. Como alguno de estos no puntuaba en la misma dirección (SI-NO) 
que el original, no ha sido posible mantener la misma plantilla de corrección. La plantilla resultante 
es fruto de la adaptación y se adecúa a sus resultados. En el EPQ-A la versión definitiva quedó 
constituida por 94 elementos (cuatro más que la original). 
 
Tabla 1 
Correlaciones interfactores obtenidas en distintos grupos 
 
Forma Grupos N E P L 
EPQ-J 
Niños españoles – niños británicos 0,9864 0,9844 0,9743 0,9902 
Niñas españolas – niñas británicas 0,9885 0,9751 0,9174 0,9891 
Niños españoles – niñas españolas 0,9958 0,9947 0,9670 0,9929 
EPQ-A 
Varones españoles – varones británicos 0,990 0,998 0,972 0,980 
Mujeres españolas – Mujeres Británicas 0,994 0,998 0,966 0,994 
Varones españoles – Mujeres españolas 0,998 0,998 0,995 0,998 
 
Dentro de este estudio se pudieron comparar los factores en la muestra española con los 
obtenidos en la muestra española con los obtenidos en los estudios ingleses. La tabla 1 presenta 
los índices de correlación; se observa que las soluciones factoriales son muy similares, tanto 
cuando se comparan los varones y mujeres españoles con sus correspondientes británicos, como 
cuando se relacionan ambos sexos en la muestra española. Los índices más bajos se encuentran 
en la variable P, y sólo una se sitúa por debajo del nivel 0,95. 
 
Asimismo, y a nivel de factores (pues a nivel de escalas, el lector puede encontrar esta 
información en el apartado 3.4 de este Manual), se calcularon las intercorrelaciones de las 
dimensiones extraídas. Los resultados parecen en la tabla 2, independientemente para cada sexo, 
para el EPQ-J. 
 
Tabla 2 
Intercorrelaciones de los factores 
 
 
Factor Varones Mujeres 
E P L E P L 
EPQ-J 
N - 0,09 0,11 -0,24 -0,09 0,00 -0,33 
E -0,18 0,03 -0,25 0,01 
P -0,14 0,01 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Por último, para completar la breve información dada en este apartado sobre la adaptación 
española, la tabla 3 recoge los estadísticos que presentaban las muestras de estudio en las 
escalas definitivas (es decir, aplicada la plantilla finalmente obtenida), separadamente para cada 
sexo y para cada grupo de edad. 
 
3.2. FIABILIDAD DE LAS ESCALAS 
 
 
 
 
Los tests psicológicos deben poseer una razonable fiabilidad si se pretende que sean útiles, 
tanto cuando se emplean con fines de investigación, como cuando se aplican con un propósito 
práctico. Existen dos tipos de fiabilidad, y en este apartado se aludirá a ambos. El primero de ellos 
es la fiabilidad test-retest, es decir, la correlación entre una primera y segunda aplicación con un 
tiempo de intervalo entre ambas aplicaciones. En este caso el coeficiente de fiabilidad es un 
estadístico que indica la precisión o estabilidad de los resultados y señala la cuantía en que las 
medidas del test están libres de errores casuales. Así, por ejemplo, un coeficiente de 0,90 quiere 
decir que, en la muestra y condiciones empleadas, el 90 por 100 de la varianza del test se debe a 
la auténtica medida, y sólo el 10por 100 a errores aleatorios. 
 
El segundo es el índice de consistencia interna (conocido a veces como coeficiente “alfa”); 
señala el grado en que los elementos de una escala o factor cubren una determinada área. 
Naturalmente, este tipo de fiabilidad no debe ser muy bajo (pues si lo fuera, obviamente indicaría 
que la escala es demasiado heterogénea como para medir satisfactoriamente un determinado 
concepto), pero es un error esperar índices muy elevados. Cuando un coeficiente de este tipo es 
elevado, el área cubierta por la escala es muy restringida; los autores (Eysenck y Eysenck 1969) 
han señalado que en estos casos se trataría de una “tautología” o repetición viciosa del contenido 
de los elementos. Siempre es posible alcanzar una fiabilidad – consistencia alta, empleando 
simplemente elementos que sean variantes de un mismo tema, y esto debe ser evitado si se 
desean escalas y factores que tengan valor y significado generales. 
 
En nuestro país no se han realizado aún estudios de fiabilidad test-restes del EPQ aplicado a 
niños o adultos. Los autores han encontrado que, aunque en el Cuestionario para adultos (EPQ-A) 
se obtienen coeficientes que varían entre 0,80y 0,90 (con un mes de intervalo entre ambas 
aplicaciones), no se deben esperar índices tan altos en la aplicación del EPQ-J. En el caso de 
niños o jóvenes de once a catorce años, con un mes entre el test y el retest, los coeficientes 
varían entre 0,55 y 0,89; los índices más bajos aparecen en la escala P. La tabla 4 presenta los 
resultados obtenidos con sujetos de ambos sexos. Estos resultados parecen satisfactorios cuando 
el instrumento se utiliza para comparaciones y estudios de grupos. 
 
 
 
 
En otro estudio, los autores han analizado la fiabilidad test – restest en todo el ámbito de 
aplicación del EPQ-J, con un intervalo de seis meses entre ambas aplicaciones; con estas 
muestras y este intervalo se pueden observar cambios sustanciales en la personalidad de los 
niños. A la
vista de los datos que presenta la tabla 5, está claro que la fiabilidad en los niños más 
pequeños (siete-nueve años) es más baja; es necesario, por tanto, tener especial cuidado cuando 
se utilice el cuestionario en niños de estas edades. A partir de los diez años la fiabilidad es, 
normalmente (Excepto en el caso de las pequeñas muestras de quince años), superior a 0,60 y 
frecuentemente supera el valor de 0,70; estos resultados están en la línea de los que ofrecen 
otros cuestionarios de personalidad. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
En los análisis originales ingleses para el estudio de la consistencia interna (coeficientes alfa), 
se han encontrado índices bastante aceptables (incluso en los grupos de niños más pequeños), 
sobre todo en las escalas N y L; aunque los obtenidos en las escalas E y P son más bajos, 
todavía son satisfactorios. La taba 6 presenta estos resultados. 
 
 
 
 
 
En los estudios españoles, como se ha indicada anteriormente, no se han podido obtener, 
hasta el momento, índices de fiabilidad test-retest. Pero sobre toda la muestra de niños utilizada 
en la adaptación (N=1978), se han realizado los análisis de consistencia interna originales que 
presenta la tabla anterior. En este análisis, la escala de Sinceridad (S) fue tratada, como en lso 
estudios originales, en la línea de disimulación (L). la tabla 7 presenta los coeficientes alfa de 
consistencia interna, separadamente para varones y mujeres; la primera fila de coeficientes se 
refiere a la versión y adaptación de los 81 elementos originales, mientras que la segunda (escala 
definitiva) se refiere a los 81 elementos elegidos finalmente en la adaptación después de sustituir 
ocho de los originales que resultaban menos satisfactorios por aquellos ocho, entre los 12 
incluidos en las aplicaciones como posibles alternativas, que tenían mejores saturaciones. 
 
 
 
 
 
En la citada tabla 7 puede verse que los elementos finalmente incluidos en la versión 
española del EPQ-J presentan una finalidad interna similar a la que ofrece el cuestionario original 
en niños británicos. 
 
 
 
 
3.3 VALIDACIÓN DE LA ESCALA P 
 
Existen muchas maneras de validar una escala del tipo de P. Los autores, y para el caso del 
EPQ-A (adultos), fácilmente aplicable al EPQ-J, se refieren a dos métodos: el primero es el 
examen de grupos definitivos como criterios del estudio, y el segundo se trata de un análisis de 
correlaciones con variables conocidas. 
 
En el primer caso, se apoyan en que el supuesto teórico utilizado en la construcción de las 
escalas exige que ciertos grupos (por ejemplo, los psicóticos) tengan en la escala P puntuaciones 
particularmente elevadas; si no fuera así, parece axiomático que la escala P no mide l que 
pretende medir. En este sentido, en los estudios originales se observa que los varones psicóticos 
tienen puntuaciones (ẋ= 5,66; Sx = 4,02) superiores a las de los sujetos normales (ẋ= 3,78; Sx = 
3,09) y a las de los neuróticos (ẋ= 4,19; Sx = 2,96); las mujeres psicóticas (ẋ = 2,63; Sx = 2,63) y a 
las neuróticas (ẋ = 3,25; Sx = 2,71) en la escala P. 
 
Mayor interés tiene un estudio de psicóticos hospitalizados, que, además de la escala P, 
habían contestado a otros cuestionarios de personalidad y a test objetivos de ejecución; los 
pacientes también fueron evaluados con el instrumento desarrollado por Lorr y colaboradores, y 
examinados con un test de inteligencia. Extensos análisis estadísticos (incluyendo uno de tipo 
factorial), mostraron que la puntuación P correlacionaba con las evaluaciones y puntuaciones 
objetivas de deterioro, de modo que se podía afirmar que P era capaz de medir, incluso en este 
grupo restringido, grados de deterioro psicótico. (Además de esta dimensión P, se observó que 
una de extraversión-introversión medía el tipo de conducta psicótica manifiesta por estos 
pacientes). Por tanto, se puede concluir que, tomando como criterio este grupo psicótico, los datos 
apoyan el supuesto de los autores sobre la naturaleza del rasgo de personalidad medido por la 
escala P. En muestras españolas se ha podido contrastar también un criterio externo a la escala 
P; en la Tesis Doctoral de V. Escolar (1981), se observaron diferencias significativas del 5% y 1% 
cuando se compararon grupos clínicos (uno psicótico y otro neurótico) con la muestra general de 
adaptación. 
 
Recientemente se ha señalado que existe una estrecha relación entre la esquizofrenia y la 
psicopatía, lo cual sugiere que los criminales deberían obtener puntuaciones más altas que las de 
los sujetos normales cuando estos se toman como grupo de control. (Se supone que gran parte, 
naturalmente no todos, de los presos comunes mostrarán tendencias o relaciones psicopáticas en 
su maduración y desarrollo, las cuales llevado a cabo varios estudios con grandes grupos de 
criminales y de control, cuatro de los cuales han sido publicados. En los estudios se incluyen 
sujetos de ambos sexos, y no hay duda de que los criminales de uno y otro sexo obtienen 
puntuaciones elevadas cuando se les compara con grupos de control. 
 
 
 
 
 
 
 
 
En otros estudios no publicados, J. Allsopp ha observado también que la conducta antisocial 
de niños escolares (reconocida así, tanto por la evaluación de los profesores como por los mismos 
sujetos en un cuestionario-encuesta que relacionaba una lista de posibles faltas), correlaciona 
significativamente con las puntuaciones elevadas en P. No parece haber duda sobre la existencia 
de una relación, en varios aspectos, entre P y la conducta antisocial. 
 
Un tercer conjunto de datos de tipo criterio provienen de las diferencias debido al sexo, y 
también de las diferencias en las actitudes y conductas sexuales. La agresividad y la hostilidad, 
dos de los principales componentes de la variable P, son tradicionalmente características de los 
varones; consecuentemente, hay que esperar que los varones obtengan, en P, puntuaciones 
superiores a las de las mujeres. Este supuesto está apoyado por los datos obtenidos en la 
tipificación, tanto del EPQ-A como del EPQ-J. También se podría esperar que estos rasgos, y sus 
correlatos (actitudes impersonales, falta de compulsión socializadora y fuerte líbido), surjan en las 
actitudes sexuales de una persona; varios estudios con varones y mujeres sobre sus puntos de 
vista y conductas sexuales, han mostrado que es clara la existencia de una estrecha conexión 
entre la escala P y la estructura varonil de las actitudes y conductas. Cuando se diseño una escala 
de diferencias varón-mujer dentro de un extenso cuestionario de actitudes ante el sexo, se 
observó que esta lista presentaba una gran correlación con las puntuaciones P de los sujetos de 
su sexo; en otras palabras, los sujetos, de uno u otro sexo, con puntuaciones altas en P, tienen 
actitudes sexuales parecidas a la de los varones, mientras que los que obtenían puntuaciones 
bajas, en uno u otro sexo, tienen actitudes sexuales parecidas a las de las mujeres. Es probable 
que las bases biológicas de la variable P estén estrechamente relacionadas con las hormonas 
sexuales de los varones. (En este sentido, es interesante recordar que la delincuencia, la cual, 
como se ha visto, está relacionada con una puntuación alta en P, es una variable preferentemente 
varonil. Se ha observado lo siguiente: las mujeres criminales tienen puntuaciones P 
exageradamente elevadas, ¡incluso superiores a las de los criminales varones!). 
 
El segundo de los procedimientos citado en el primer párrafo de este apartado para demostrar 
la validez de la escala P, consiste en correlacionar las puntuaciones P con aquellas variables que, 
según supuestos teóricos, deberían relacionarse positiva o negativamente con las respuestas al 
Cuestionario si este es una verdadera medida de Psicoticismo. En este sentido, se ha señalado 
que los psicóticos presentan mayor variabilidad que los sujetos de control en un test de punteado; 
por tanto, se podría identificar el factor P si los sujetos con puntuación
elevada en P mostrasen 
mayor variabilidad en un test de puntuado cuando se les compare con los sujetos con puntuación 
baja en P. El cuadro 3, que viene a continuación, relaciona algunos estudios empíricos realizados 
en esta línea; en su mayoría no han sido publicadas, y no se pueden dar citas bibliográficas. El 
cuadro está dividido en dos partes; la parte A se refiere a estudios experimentales y de 
laboratorio, y la parte B a análisis correlacionales realizados fuera del laboratorio. Los signos + y – 
significan que los sujetos con P alto o bajo alcanzan un buen o mal rendimiento, respectivamente, 
en el test mencionado. Así, el estudio A.3 señala que los sujetos con P alto presentan realmente 
mayor dispersión en un test de puntuado; B.5 indica que los sujetos con P alto tienen mayor 
tendencia a ser adictos a las drogas. Los datos recogidos en el cuadro son muy heterogéneos, 
pero en su conjunto sugiere que ha sido un razonable supuesto básico el identificar la escala P 
con la variable Psicoticismo. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
3.4 CORRELACIONES ENTRE LAS ESCALAS 
 
Estos estadísticos muestran en qué grado las escalas son independientes o presentan alguna 
interrelación. Los autores habían supuesto e intentado una completa independencia de las 
dimensiones subyacentes; sin embargo, los factores extraídos se alejan levemente de la 
ortogonalidad. Las intercorrelaciones son muy similares en ambos sexos y, aunque algunas son 
estadísticamente significativas, en conjunto son bastante bajas. 
 
En la tabla 8 se presentan resultados, originales y españoles, obtenidos con este instrumento 
Eysenck. La tabla resume cuatro estudios; los dos primeros se refieren a estudios originales con 
muestras de sujetos británicos, uno con el EPQ-A (adultos) y otro con el EPQ-J (niños de siete-
quince años); los dos últimos han sido obtenidos con el EPQ aplicado a sujetos españoles. El 
tercero se obtuvo con los94 elementos finales adaptados a nuestra cultura, y el cuarto con los 81 
elementos finalmente elegidos para construir la adaptación del Cuestionario del EPQ-J. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
En la tabla se observa que las intercorrelaciones en los adultos son más bajas que en los 
niños. Es necesario tener en cuenta estas relaciones en las aplicaciones prácticas. Las 
intercorrelaciones en los niños, aunque superiores, están en la línea de las que presentan los 
adultos. Es de notar que los coeficientes entre la escala L (lo contrario de S, sinceridad) y N y P 
son algo mayores que sus correspondientes entre los adultos. Esto puede ser debido a que entre 
los niños se da una mayor disimulación (es decir, menor sinceridad, en el sentido de aceptación 
de las normas sociales a las que aluden las cuestiones del instrumento), sobre todo en los niños 
más pequeños; no está claro si esto sugiere que los más pequeños son menos sinceros 
(disimulan más) que los mayores, o que, simplemente, son más originales, o que son capaces de 
menor introspección. 
 
3.5 INFLUENCIA DE LA EDAD Y EL SEXO 
 
Tanto en los estudios originales como en la adaptación española del EPQ, se han mantenido 
separadas y controladas las variables edad y sexo; y así se ha hecho en la tipificación y 
elaboración de los baremos del EPQ-A, dado que se observan diferencias significativas. 
 
En cuanto al sexo, las diferencias encontradas en el EPQ-J son muy similares a las que 
presentan los adultos en el EPQ-A; en general, los varones obtienen puntuaciones más altas en E, 
P y S (y, constantemente, en la variable CA), y las mujeres en N, lo cual, en su conjunto, está de 
acuerdo con resultados previos y con los datos originales. 
 
Para conjugar la influencia de la edad y el sexo, se ha creído más conveniente presentar los 
promedios de las muestras normativas del EPQ-J en forma de gráficos para las cuatro variables o 
escalas principales (N, E, P y S). La figura 2 ofrece esta información; los varones vienen 
representados por una línea continua y las mujeres por una línea de trazos; en la ordenada se 
encuentran las puntuaciones directas de la variable, y en la abscisa las edades de los distintos 
grupos normativos. En este gráfico se han incluido los promedios de toda la muestra de tipificación 
(N= 2.998). 
 
 
 
 
INFLUENCIA DE LA EDAD Y EL SEXO EN EL EPQ-J 
 
En cuanto a la edad, la muestra general del EPQ-A presentaba los siguientes estadísticos: ẋ= 30,82/ Sx = 11,30 en varones, y ẋ = 24,64/Sx = 
8,49 en mujeres. Los doctores Eysenck han mostrado en varias publicaciones que las puntuaciones en el EPQ-A descienden al aumentar la edad. En 
la muestra de la adaptación española no se analizo este punto, aunque hay algunos indicios de que existía esa disminución con la edad en los 
análisis por nivel educativo y actividad profesional. En la segunda muestra, obtenida para la tipificación (N = 967), las muestras de ambos sexos se 
clasificaron en cuatro grupos de edad: E1 (menos de veinte años, E2(veinte-veintinueve), E3 (treinta-treinta y nueve) y E4 (cuarenta y más años), en 
la figura 3, que viene a continuación, puede observarse la tenencia general (algo menos clara en P) de esa disminución apuntada por los autores; las 
medias de los varones se señalan con un “o, y con una “x” las de las mujeres, con sus respectivas rectas de regresión en línea continua y de trazos; 
no se ha podido dar el valor medio del gruppoE4 de mujeres por el pequeño número de casos que comprendía. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 Los resultados que presentan las figuras 2 y 3 son muy similares a los de las muestras 
inglesas: 
 
 
a) En N se observa un aumento con la edad, con una pendiente casi igual en ambos 
sexos. Los adultos ingleses y españoles presentan (aunque inversa, es decir, una 
disminución) pendientes similares, y la gráfica de las mujeres supera a la de los 
varones. En las niñas inglesas se repite el esquema español, y los varones tienen un 
gráfico horizontal, sin mostrar ninguna tendencia con el paso de los años. 
b) En E, los niños superan a las niñas, como en las muestras inglesas, y la tendencia 
de aumento es muy leve o nula; en los sujetos ingleses, la tendencia de aumento es 
más clara, sobre todo en las niñas, hacia una mayor extraversión, al contrario de los 
adultos, sobre todo las mujeres, que con el paso de los años van hacia una menor 
extraversión. 
c) En P, tanto en los niños y adultos ingleses como en las gráficas de los españoles, no 
se observa ninguna influencia de la edad; en todos los casos, los varones superan a 
las mujeres. 
d) En S, los niños españoles muestran un claro y constante aumento de sinceridad, de 
la misma manera que los niños ingleses presentan un claro y constante descenso de 
la disimulación (escala S); en ambos casos la situación relativa de ambos sexos es 
igual. En los adultos ocurre lo contrario: el valor S disminuye. 
 
 
3.6. PERSONALIDAD, INTELIGENCIA Y RENDIMIENTO 
 
Trabajos previos con el EPI y con el MPI han apoyado la hipótesis de que no existe correlación 
entre la inteligencia y las variables N y E de la personalidad; se observó una clara tendencia de la 
variable S a correlacionar positivamente con la inteligencia, puesto que los niños y adultos 
inteligentes eran más sinceros en sus respuestas al Cuestionario. Con la primera versión de la 
escala P se encontraron correlaciones negativas (del orden de -0,20 a -0,30) entre P e inteligencia. 
 
Así, en el estudio de Eysenck con 398 varones asistentes cuidadores que habían contestado a 
dos tests de inteligencia (Matrices Progresivas y el Vocabulario de Mill Hill) y al Cuestionario EPQ, 
se obtuvieron correlaciones estadísticamente no significativas, que variaban de 0,00 a -0,05, entre 
la inteligencia y las escalas N y E; la escala S presentaba unos índices de 0,36 y 0,25, mientras que 
la escala P arrojaba los valores -0,28 y -0,27. White (1973) ha publicado resultados similares con 
otra muestra de adultos; varios estudios no publicados con muestras de niños siguen también
en 
esta línea. 
 
Existen algunas indicaciones de que en los niños la maduración puede ocurrir en los 
extravertidos más rápidamente que en los introvertidos. Eysenck y Cookson (1969) han analizado la 
información anterior y presentan datos que muestran que en la enseñanza primaria existe una 
correlación positiva entre la extraversión y el CI (cociente intelectual), mientras que en la enseñanza 
secundaria esta relación se invierte, y son los introvertidos los que presentan CI superiores, así 
como un mejor rendimiento escolar. Las razones del cambio son, naturalmente, especulativas; 
pueden existir otras explicaciones distintas de la existencia de diferentes graduaciones del proceso 
de maduración. Sin embargo, este cambio de dirección en la relación se ha mostrado evidente en 
varios estudios; de igual forma, se ha observado un cambio de relación con los resultados 
escolares entre los niños de enseñanza primaria y secundaria: entre los niños más pequeños, los 
extravertidos obtienen mejores calificaciones, y los introvertidos en el caso de niños mayores; al 
llegar a la Universidad son claramente los introvertidos los que tienen más éxito. Los índices 
obtenidos no son grandes, pero el fenómeno mismo es interesante como para dejar mención en 
este Manual. En nuestro país se han realizado ya algunos estudios en este sentido y se resumen 
en el apartado siguiente. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Este subapartado incluye los resultados obtenidos en varios estudios posteriores a la 
publicación original del Manual; se ha considerado que esta información podría ser de interés para 
el psicólogo que utiliza el Cuestionario en una labor de psicología escolar. En el primer, ya 
publicado, se utilizó parte de la muestra de tipificación original para estudiar las relaciones entre el 
EPQ-J y la adaptación, la inteligencia y el entorno de los sujetos; en este artículo el lector puede 
encontrar sus resultados y conclusiones. En el segundo, el EPQ-J se ha puesto en relación con un 
cuestionario de depresión infantil (CDS). En el tercero, el instrumento se ha incluido dentro de una 
amplia batería de pruebas y variables. Finalmente, en el cuarto, se han estudiado las distribuciones 
y estadísticos de una muestra de 8º de EGB (N = 395) y sus resultados engrosaron el baremo 
específico de este curso. 
 
El CDS (Cuestionario de Depresión para Niños) es un instrumento cuya adaptación española 
está terminada y puede ser utilizado por los psicólogos y docentes. En el CDS existen ocho 
subescalas o variables: dos de tipo “positivo” (cuya falta o deficiencia favorece la existencia de la 
depresión infantil) y seis de tipo “depresivo” (componentes característicos de la depresión en los 
niños); son las siguientes: AA (Animo-alegría), RA (Respuesta afectiva), PS (Problemas sociales), 
AE (Autoestima), PM (Preocupación muerte/salud), SC (Sentimiento culpabilidad), D (Elementos 
depresivos varios) y P (Elementos positivos varios). 
 
Ambos cuestionarios, de personalidad y de depresión, fueron aplicados a una muestra de 
193niños (123 V y 70M) de 5º y 7º de EGB, entre diez y catorce años de edad. Los estadísticos 
básicos de la muestra en el EPQ-J (ẋ - Sx), no difieren sustancialmente de los que presenta el 
Manual para estas edades y los resultados del análisis correlacional vienen en el cuerpo de la tabla 
9, con los índices expresados en milésimas (sin cero y como decimal): sólo se han incluido los que 
resultan significativos al N. c. del 5% (superiores a 0,142). 
 
 
 
 
Estos resultados parecen señalar que la Inestabilidad (N del EPQ-J) correlaciona 
significativamente con todas las subescalas “depresivas” del CDS, mientras que la Sinceridad (S) lo 
hace con las escalas “positivas”, y no se observa ninguna tendencia o influencia sistemática de las 
escalas E y P en los citados aspectos depresivos. Para interpretar los índices rxy con CA, hay que 
tener n cuenta que esta escala no es pura, pues está formada con elementos de N, E y P. 
 
 
 
 
 
En el tercer estudio indicado al principio, el EPQ-J se ha aplicado dentro de un análisis 
longitudinal para tener un contraste de los aspectos de personalidad en un conjunto de variables 
socio-económicas, de rendimiento y aptitudinales. Se comenzó hace años, con unos 700 niños, 
cuando se encontraban en 1º de EGB; en el curso 1980-81 se recogieron las calificaciones de 627 
de aquellos durante los cinco primeros cursos de EGB y se les aplicó otra batería de tests (TEA-1, 
Monedas-1 y pruebas objetivas de Lectura silenciosa, de letras invertidas, de Lengua y de 
Matemáticas, así como el EPQ-J).El estudio actual se compone ya de un total de más de 60 
variables. 
 
Los promedios obtenidos por estos niños en 5º de EGB y en el EPQ-J no difieren 
significativamente de los que presenta el Manual para los diez años; téngase en cuenta que en esta 
publicación la edad fue el criterio prioritario, mientras que en el presente estudio ha sido el curso la 
variable clasificatoria. 
 
En el examen de las relaciones (rxy) de las variables del Cuestionario con las restantes 
variables índices positivos y significativos (N.c. del 1%), aunque pequeños, con las medidas de 
rendimiento (pruebas objetivas y evaluaciones escolares) y de aptitudes. Esto podría estar en la 
línea de lo indicado ya anteriormente en el presente manual: que en los niños la maduración suele 
ocurrir más rápidamente en los extravertidos que en los introvertidos (fenómeno que, según los 
doctores Eysenck, se invierte luego en la adolescencia y edad adulta). 
 
Aunque no tan sistemáticamente, el hecho se repite, pero consigno contrario, en la variable P 
del EPQ-J, pues se observa que en más de la mitad de las variables socio-económicas y en la 
mayoría de las de rendimiento y de aptitudes la relación es negativa con P. Probablemente esto es 
debido, en parte, a que E y P presentan en este estudio una correlación negativa (-0,32 y 0,53 en 
varones y mujeres). 
 
Sólo en algunas variables del estudio se encuentran relaciones significativas y positivas entre 
la Sinceridad y las variables aptitudinales y de rendimiento; es curioso observar que la sinceridad 
obtenida en 5º de EGB correlaciona más con las evaluaciones del niño en los primeros cursos 
(medidas obtenidas hace años) que con las evaluaciones del mismo 51 de EGB. 
 
Finalmente, no se han observado relaciones significativas entre las variables del estudio y la 
Inestabilidad (N) del Cuestionario. Las observadas en la escala CA parecen únicamente debidas a 
sus componentes E + P en los elementos que la constituyen. 
 
En esta muestra de 51 de EGB, los índices de intercorrelaciones del EPQ-J (taba 10), lo mismo 
que los que presenta la parte inferior de la tabla 9, replican lo ya señalado en el apartado 3.4 del 
Manual: que los factores básicos de la estructura de la personalidad se alejan levemente de la 
ortogonalidad, aun cuando los autores originales habían supuesto e intentado una completa 
independencia de las dimensiones subyacentes en el Cuestionario. Es destacable, sobre todo, la 
relación negativa entre E y P. En la tabla 10, los índices vienen en milésimas; la mitad superior 
derecha presenta los correspondientes a la muestra de varones mientras que los de la mitad inferior 
izquierda se refieren a mujeres. 
 
 
 
 
 
 
 
 
En cuanto al sexo, en esta muestra se han replicado las observaciones apuntadas en el 
apartado 3.5 de este manual: los varones obtienen puntuaciones más altas en E, P y S (y, 
consecuentemente, en la variable CA), y las mujeres en N. 
 
A pesar de esta diferenciación intersexos, la conveniencia práctica aconseja disponer de unos 
baremos elaborados tomando como criterio de clasificación el curso escolar, reuniendo ambos 
sexos. 
 
En último estudio ha contado con 395 escolares, de ambos sexos, de 8º de EGB, cuyos 
promedios no se diferencian significativamente de los que presenta el Manual para los 14/15 años; 
por estos motivos, ha parecido también conveniente elaborar un baremo separado con este
curso, 
pero se han reunido ambos sexos, para un mejor acercamiento a la labor de psicología escolar al 
final de la segunda etapa de EGB. 
 
4. NORMAS DE APLICACIÓN Y CORRECCIÓN 
 
4.1 APLICACIÓN 
 
Las instrucciones para la aplicación están impresas en la portada del Ejemplar, con un par de 
ejemplos de práctica para subrayar la forma de dar la respuesta y lograr la cooperación de los 
sujetos. Estas instrucciones deben ser leídas en voz alta por el examinador, cuando se trate de 
exámenes colectivos, mientras los sujetos las siguen mentalmente. En el caso de un examen 
individual, el sujeto puede leerlas en silencia, estando presente el examinador para contestar 
cualquier duda. En ningún caso pueden ser ampliadas o modificadas para su explicación. 
 
El examinador puede tomar el segundo de los ejemplos de práctica del EPQ-J para subrayar la 
sinceridad de los examinandos con un “¿Quién no ha cometido una falta pequeña alguna vez?”, o 
algo similar. 
 
En el momento de recogida después de la aplicación, debe comprobarse que se han 
contestado todas las cuestiones, y cuando existan omisiones pedir a los sujetos que intentan 
contestarlas. 
 
En el caso de un examen de sujetos analfabetos o ciegos, el examinador puede leer cada 
cuestión en voz alta y anotar la contestación dada por el sujeto; en ningún caso se puede cambiar 
la redacción de las cuestiones, ampliarlas o interpretarlas, ni aconsejar al sujeto sobre cómo 
contestarlas. 
 
Con algún tipo de sujetos (como en el caso de pacientes físicos o psíquicos), tal vez sean 
necesarias instrucciones adicionales para indicarles que contesten tal como se sienten ahora o 
como se sentían antes de su dolencia actual; la elección de una de estas alternativas dependerá de 
la naturaleza y finalidad del examen, pero se recomienda que una u otra sea seguida en todo el 
examen. 
 
La experiencia en el examen de niños escolares con el EPQ-J aconseja tener especial cuidado 
en los dos extremos del ámbito de edad de aplicación. Con los niños más pequeños (siete y ocho 
años) y aquellos otros con dificultades de lectura, es conveniente que un examinador vaya leyendo 
pausadamente las cuestiones y otra persona vigile que los niños van contestando a los elementos 
leídos. A los niños mayores (catorce-dieciséis años) hay que indicarles que las cuestiones están 
redactadas para muy diferentes niños y que, cuando encuentran alguna cuestión con palabras muy 
“infantiles”, lo comprendan y cooperen para completar sensatamente el cuestionario. 
 
Finalmente, se recuerda y subraya a todos los que utilicen el EPQ-J que al referirse a las 
variables N, E, P y S utilicen las expresiones “emocionalidad”, “extraversión”, “dureza” y 
“sinceridad”, respectivamente tal como se ha indicado en el último párrafo el apartado 2.2. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
4.2 CORRECCIÓN Y OBTENCIÓN DEPUNTUACIONES 
 
Las contestaciones anotadas en el Ejemplar del EPQ se puntúan y corrigen con la ayuda de la 
plantilla de corrección. En la adaptación española se ha modificado el diseñó del ejemplar y 
plantillas originales para que todo este proceso de corrección pueda realizarse con una sola 
plantilla, construida sobre material trasparente está dividida en tres partes, para las páginas 2, 3 y 4 
del Ejemplar. 
 
En cada una de estas partes de la plantilla aparecen las columnas correspondientes a las 
diversas dimensiones apreciadas or los cuestionarios, encabezadas por el símbolo que las 
identifica. 
 
La plantilla del EPQ-J incluye también la variable CA (Conducta antisocial) por si en algún caso 
se desea utilizar esta puntuación con propósitos de investigación; ya se ha advertido que, por 
ahora, no es aconsejable considerarla para uso diagnóstico. 
 
Comenzando por la primera parte (Pág. 2) y la primera columna (variable N), se colocará esta 
sobre la columna de respuestas del margen derecho de modo que la línea horizontal de cabecera 
coincida con el subrayado de la palabra “Respuesta” del Ejemplar. A continuación se contarán 
todas las respuestas (aspas) del sujeto que aparezcan dentro de los circulitos impresos en dicha 
columna de la plantilla, y su número se anotará en la casilla correspondiente del recuadro impreso 
en el ángulo inferior izquierdo. 
 
Deslizando un poco la plantilla hacia la izquierda se podrá obtener la puntuación de la variable 
E, y anotar su valor en la casilla correspondiente del ángulo inferior izquierdo. De la misma manera 
se obtendrá a puntuación de las demás variables. 
 
Este mismo procedimiento se utilizará con las partes segunda (Pág. 3) y tercera (pág. 4) de la 
plantilla. Una vez anotados os valores parciales en los recuadros inferiores, la puntuación directa 
(PD) en cada variable es el resultado de la suma de los valores parciales anotados en cada página. 
Nótese que los recuadros se han impreso en el lado eterno de las páginas, de modo que, una vez 
cerrado el Ejemplar y con la portada hacia arriba, sólo es necesario levantar el ángulo inferior de las 
páginas para poder leer los recuadros de puntuaciones parciales y hacer la suma mentalmente. 
Cada una de las puntuaciones directas obtenidas se anotará en el recuadro superior de la portada 
del Ejemplar, en la casilla correspondiente de la columna encabezada con las iniciales PD, con lo 
cual termina la fase de corrección y puntuación. 
 
5. NORMAS DE INTERPRETACIÓN 
 
5.1 MUESTRA DE TIPIFICACIÓN 
 
Las puntuaciones directas obtenidas en la fase anterior no son interpretables por sí mismas, no 
tienen significación por su valor absoluto; es necesario transfórmalas en unos valores o escalas de 
significación universal. Esta transformación se realiza mediante una comparación con los datos o 
puntuaciones obtenidas por una muestra o muestras normativas (y de algún modo representativas) 
de la población general a la cual pertenecen los sujetos cuyas puntuaciones directas se pretenden 
interpretar. 
 
Por tanto, es necesario definir y conocer las características de dichas muestras normativas 
para una mejor comprensión del significado de las puntuaciones transformadas. 
 
En el EPQ-J, una vez terminada la fase de los análisis factoriales indicados en el apartado 3.1 
(en el cual se encuentra definida la muestra utilizada en esa ocasión: 976 varones y 1.002 mujeres 
de ocho a quince años, de diferentes centros escolares y provincias españolas), se continuó la fase 
de aplicaciones para aumentar la muestra general de tipificación con unos 1.000 sujetos más de 
características similares a los de la muestra de análisis. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
En el cuadro 4 se desglosa toda la muestra de tipificación, clasificada no sólo por la edad y el 
sexo (como se hizo en el apartado 3.1), sino también por el curso escolar en el que se encontraba 
el sujeto en el momento del examen psicológico. Los totales de columna son los correspondientes a 
los cursos escolares, en los cuales se ha calculado la media en edad de los sujetos comprendidos. 
De esta forma, si algún psicólogo o docente desea tomar la edad como unidad de interpretación, 
puede acudir a los baremos con el curso más representativo de dicha edad. 
 
En la tipificación del EPQ-J, y para elaborar los baremos, los sujetos de diez años se han unido 
a los de once años, y los de trece se han unido a los de catorce, para tener dos grupos normativos 
correspondientes a los cursos escolares 5º y 8º de EGB, los más característicos de la labor 
psicológica escolar. 
 
En el EPQ-A, toda la muestra (tanto la de adaptación como el millar de sujetos incorporados 
posteriormente) ha sido considerada como población general, y únicamente se ha tenido en cuenta 
el criterio sexo para elaborar baremos independientes para cada uno. 
 
Por si fuera de interés para el psicólogo que interpreta las puntuaciones del EPQ-A, el cuadro 5 
especifica en porcentajes la muestra de tipificación clasificada por sexo, profesión y nivel de 
estudio. 
 
 
 
 
5.2 UTILIZACIÓN DE LOS DATOS NORMATIVOS 
 
En origen, los autores del EPQ ofrecen

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