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Resumen Segundo Parcial Sociología Bustos CBC UBA

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Resumen Segundo Parcial Sociología Bustos CBC UBA
--RALPH MILIBAND: “Análisis de clases”--
Miliband va a utilizar una versión algo modificada del “modelo” marxista de análisis de
clases, una versión arraigada a la realidad histórica y contemporánea. En el “Manifiesto
Comunista” Marx y Engels declaran que la “historia de toda sociedad existente hasta el
momento es la historia de la lucha de clases”; desde este punto de vista, el análisis de
clases es en realidad el análisis de la lucha de clases, el cual se ocupa fundamentalmente
de las bases y mecanismos de esa lucha. En la concepción marxista clásica, los
protagonistas de la lucha de clases son los propietarios de los medios de producción y
los productores; los cuales poseen una relación de ‘explotación’ que sirve para detonar
la apropiación del plus valor por parte de los propietarios de los medios de producción.
Pero claramente la explotación y el plus valor no son exclusivos del capitalismo; ya que
todas las sociedades necesitan apropiarse de una parte del producto de los productores
para fines tales como inversiones, mantenimiento, producción, distribución, etc. El
énfasis marxista en la extracción del plus-trabajo está justificado pero el problema es
que se deja fuera del análisis uno de los elementos del proceso de explotación, el estudio
del proceso de dominación y subordinación de clases. La explotación ha sido siempre el
objetivo principal de la dominación; pero la explotación no ha sido el único fin de la
dominación. La explotación tiene una importancia crucial, pero es la dominación lo que
hace posible la explotación.
La clase dominante de la sociedad de clases no se define ya únicamente en función de la
propiedad de los medios de producción, es decir, una clase dominante en cualquier
sociedad de clase se constituye en virtud de su control efectivo sobre las tres fuentes
principales de dominación: Los medios de producción; Los medios de administración
del Estado y los medios de coerción; Los principales medios de comunicación y
consenso. Cada una de las tres fuentes de control constituye una parte de una estructura
de dominación. La propiedad sigue conservando una importancia fundamental en la
vida de la sociedad capitalista, pero no es un requisito esencial para el control de los
principales medios de poder en la sociedad capitalista. El control efectivo dirigido a la
explotación es perfectamente posible sin propiedad personal, por ejemplo los ejecutivos
o gerentes (revolución gerencial) de las grandes corporaciones que pueden actuar
perfectamente como extractores de plus-trabajo incluso cuando solo poseen una parte
muy pequeña o ninguna parte de las empresas que controlan. También tenemos como
ejemplo la recaudación de impuestos, que no requiere la propiedad sino el control
efectivo de los medios administrativos y coerción.
Los objetivos del análisis de clase son bastante obvios. En primer lugar, el análisis de
clases supone la elaboración de un “mapa social” tan minucioso y exacto como sea
posible, en el que se incluyan las múltiples complejidades propias de la naturaleza de las
clases. En segundo lugar, el análisis de clases debe demostrar cuales son las estructuras
y mecanismos de dominación y explotación en estas sociedades y los modos en que se
extrae, apropia y distribuye el plus-trabajo; y en tercer lugar debe ocuparse del conflicto
entre clases sobre todo del conflicto entre el capital y el estado, por un lado, y la clase
obrera, por el otro.
Estructura de clases de las sociedades capitalistas se divide en: la “Elite de poder” que
esta constituida por dos elementos distintos, por un lado, el control privado; existen
individuos que controlan los pocos cientos de empresas industriales, financieras y
comerciales mas grandes del sector privado de la economía. Y por otra parte, el control
público; están quienes controlan las posiciones claves de los sistemas estatales
(presidente, jefes de gobierno y sus colaboradores, etc.) también incluye a los
individuos que controlan las empresas estatales o públicas y los medios de
comunicación del sector público. Esta elite de poder constituye el estrato más elevado
de la clase dominante en estas sociedades. La otra parte de esta clase consta de dos
elementos distintos, por un lado los individuos que poseen y controlan un gran número
de empresas de mediano tamaño; y por el otro lado, una gran clase de profesional de
hombres y mujeres. Pero estos últimos conforman la burguesía o lo se que denominaría
“clase media” o “clase media alta” en las sociedades capitalistas actuales. Los miembros
de esta clase forman parte de la clase dominante porque ejercen un gran poder (no tanto
como las elites) e influencia económica, social, política y cultural. La clase dominante
no es homogénea, existen importantes diferencias y conflictos, pero a pesar de esto
siguen siendo lo suficientemente compactas para garantizar que sus objetivos comunes
sean defendidos y progresen efectivamente; especialmente sobre aquellas amenazas a la
estructura de poder, privilegio y propiedad de la que ellos son los principales
beneficiarios. La clase dominante constituye a una de las dos clases principales que el
análisis de clases ha de explicar.
La clase subordinada, engloba la gran mayoría de su población compuesta sobre todo
por los trabajadores y por quienes dependen de ellos; la clase obrera, una clase
extremadamente diversa, dividida según su ocupación, cualificación, sexo, raza,
etnicidad, religión, ideología, etc. La clase obrera está constituida por trabajadores
industriales y del sector terciario y quienes de ellos dependen, tengan o no conciencia de
su status “proletario”, constituyen una enorme mayoría de la población.
La clase dominante y la clase trabajadora representan la cúspide y la base la pirámide
característica de la estructura social de las sociedades capitalistas avanzadas. Entre ellas
se encuentra también una pequeña burguesía importante, compuesta por dos subclases:
en primer lugar, un grupo de pequeños hombres de negocios, tenderos, comerciantes,
etc.; y en segundo lugar una amplia clase en continuo crecimiento de hombres y mujeres
semiprofesionales destinados a tareas de supervisión. Aunque en la pirámide social no
ocupan el mismo nivel que la clase trabajadora, esta gente también forma parte de la
población subordinada de las sociedades capitalistas avanzadas, quiere decir que la
cantidad de poder y responsabilidad individual que tienen es muy limitada.
También existe una “subclase” desprendida de la clase obrera, de la cual forman parte
los parados mas o menos permanentes, los miembros de la clase trabajadora que son
viejos, enfermos crónicos o disminuidos, y aquellos que por otras razones no pueden
abrirse paso en el “mercado de trabajo”. Los puntos de la pirámide no son inamovibles
ni las líneas divisoras son rígidas, existen movimientos ascendentes y descendentes;
pero esta movilidad social no cambia el hecho de la enorme diferencia en cuanto a
riqueza, poder, ingresos, calidad de vida, etc. que constituye la estructura de esta
pirámide.
La lucha de que se ocupa el análisis de clases es: por una parte, la clase dominante
busca defender, mantener y fortalecer el orden social existente, en nombre del interés
nacional, de la libertad, de la democracia, etc. Esta clase dominante es lo que se puede
llamar “clase conservadora”; y por otra parte, la clase subordinada, que ejerce una
permanente presión desde abajo que siempre toma una de estas dos formas: lo hace para
mejorar sus condiciones de vida (mejoras y reformas) o presiona para producir el final
de toda subordinación (revolución).
La presión desde arriba del análisis de clases se ocupa del modo en que se libra la lucha
por la “hegemonía” de las poblaciones subordinadas. Toman parte de este proceso los
periódicos y otras publicaciones, la radio, la TV, el cine y el teatro, las iglesias, partidos,
asociaciones, el estado, etc. Y todo sistema social contribuye a fortalecer el orden social
y a contener o derrotar las fuerzas “antihegemónicas”. Lasáreas de investigación
evidentes del análisis de clases es el modo en que las clases dominantes tratan de usar el
sistema político para sus propios fines, donde la más importante es el Estado.
En relación con la presión desde abajo, hay que volver en primer lugar a la distinción
entre la lucha por la modificación de las condiciones, y la lucha por la abolición de toda
subordinación. Marx creía que la clase trabajadora tenía que verse inevitablemente
impulsada a adoptar la segunda de estas alternativas, pero en los últimos cien años, esta
presión ha tenido un marcado carácter “reformista”. Las organizaciones del movimiento
obrero, los sindicatos y los partidos políticos han sido explicita e intensamente
reformistas.
La presión desde abajo, la intensa y amenazante lucha de clases ha servido para atenuar
(disminuir) la crudeza de la dominación y explotación para muchos sectores de la
población subordinada, en especial para el trabajo organizado, también ha beneficiado a
la población subordinada en su conjunto gracias a la extensión de los servicios
colectivos y del bienestar público de los derechos civiles y políticos. Pero las presiones
ejercidas desde abajo en contra de las elites de poder no han sido tan fuertes, estas han
quedado relativamente a salvo del movimiento obrero.
Miliband dice que la democracia capitalista ha demostrado ser un sistema muy flexible,
con una gran capacidad de resistencia y asimilación, y desempeñó un papel fundamental
en el contenimiento y debilitamiento de la presión ejercida desde abajo. La existencia de
la democracia capitalista ha logrado que la mayoría de quienes intentaban ejercer esa
presión desde abajo no creyeran que tenían que buscar fuera del sistema constitucional y
político existente para lograr sus propósitos. Al mismo tiempo, la democracia capitalista
demostró su peso en la influencia que tiene en los líderes obreros “reformistas”, ya que
estos impulsaban compromiso, organizaban movilizaciones y por otra parte, se
convertían en factores desmovilizadores encargados de reducir la presión desde abajo y
combatir la influencia de sus militantes y miembros radicales.
Miliband también menciona que los países capitalistas avanzados, liderados por EUA,
han librado una batalla global por medios económicos, políticos, ideológicos y militares
contra todos los movimientos que persiguen el cambio revolucionario o la reforma
radical; las relaciones internacionales desde 1917 y en particular desde 1945 han estado
configuradas por la lucha de clases a escala mundial.
--GABRIEL KESSLER: “Exclusión social y desigualdad”--
La globalización y la política neoliberal produjeron una profunda desarticulación en las
sociedades latinoamericanas; las cuestiones sociales tratadas en Europa incentivaron
debates locales en Latinoamérica donde surgieron conceptos olvidados como la
exclusión social y la desigualdad pero, como bien hay que destacar, América latina no
es la región más pobre pero si la más desigual. Quienes se interesaron por el concepto
de “exclusión social” confiaban en superar las limitaciones de la idea de pobreza, pero
cuando se elaboraban indicadores de exclusión y se aplicaban a una determinada
población, a menudo el grupo resultante era el de los pobres. Se podría decir que hablar
de exclusión es otra forma de nombrar a los pobres; pero eso es un error, ya que se
puede estar en situación de pobreza y no ser excluido y viceversa. Entonces hablamos
de una complejidad mayor, en el que distintos sectores están excluidos de algunas
esferas pero permanecen incluidos en otras; es por eso que es preciso detectar cuáles son
las esferas cuya exclusión implica la exclusión de las otras.
A raíz de esto podemos hablar de las dos nociones sobre exclusión social que han tenido
una gran difusión: la definición de Silver de “tipo unitaria”, originada en Francia; la
cual se basa en determinar si las personas están incluidas o excluidas sin importar a qué
grupo pertenezcan y a cuales no; esta se define como la exclusión de la ciudadanía y es
por esto que Kessler la llama “paradoja” ya que homogeniza la exclusión pero sin
embargo, esta produjo políticas públicas para contrarrestar la exclusión y desigualdad; a
diferencia de la segunda noción sobre exclusión social que nos ayuda a pensar en las
esferas de exclusión, donde existen situaciones intermedias entre integración plena y
exclusión total, la cual la denomina “un paradigma pluralista” desarrollado por la
Organización Internacional de Trabajo (OIT), la cual establece tres esferas de exclusión:
“del trabajo”, “en el trabajo” y “de ciertos bienes y servicios”.
Por su parte, en América Latina, la “desigualdad” ha concentrado el mayor interés de
académicos y actores sociales de diverso tipo, ya que esta es un componente estructural
de las sociedades latinoamericanas. La Argentina no escapa de a esta tendencia, ya que
pasó de niveles que la ubicaban dentro de los países considerados igualitarios a una
sociedad de alta desigualdad luego de la última dictadura militar. A partir de esto
Kessler propone cinco matices que van en contra de todo lo que él ha dicho, pero
forman parte de lo que ha sucedido en los últimos años. En primer lugar, varios de los
indicadores sociales han experimentado una mejora en el mismo período de incremento
de la desigualdad, entonces observamos una cierta autonomía de los datos
socioeconómicos respecto de los indicadores sociales (niveles de indigencia y pobreza,
escolarización, desocupación, vacunación, etc.) ya que estos segundos pueden mejorar
aunque los primeros empeoren. Dentro de esta paradoja, Kessler menciona a varios
países como ejemplo; tanto a Chile, Costa Rica o Argentina que en esta podemos ver
que puede mostrar avances en uno u otro indicador y a la vez, puede exhibir en ese
mismo indicador una importante desigualdad entre sectores sociales y regiones así como
un peor desempeño que otros países vecinos en el mismo período.
La segunda tendencia se refiere a la movilidad social, como bien menciona Kessler, en
Argentina durante los años sesenta existía una situación casi única donde la mitad de los
hijos de obreros habían ascendido a ocupaciones de clase media en sólo una generación;
pero los trabajos posteriores sugieren que la movilidad ocupacional de esa época ya no
existen, pero tampoco corresponde a una sociedad inmóvil o en la que solo existe la
movilidad descendente, sino que existen movimientos en todas las direcciones, entre
ellas la de una movilidad ascendente pero de tramo corto.
El tercer contraste, con el aumento de la desigualdad social, es el incremento en la
educación, en particular entre los más pobres. Es evidente que los sectores populares
están excluidos de la educación superior, pero la fundación de universidades nacionales
gratuitas y de muy buen nivel en el Gran Buenos Aires; dirigidas a una población antes
excluida de este ciclo, marcaron un cambio importante.
En cuarto lugar, se han producido cambios importantes en el consumo, ya que se
muestra una paulatina disminución de las diferencias entre los estratos en la posesión de
ciertos bienes como el televisor a color, heladera y lavarropas; pero el consumo popular
se vio favorecido gracias al acceso al crédito, junto a la disminución de los precios de
ciertos bienes que estaban fuera de sus consumos, tales como el aire acondicionado,
heladeras con frizzer, computadoras, celulares, etc.
Por último, la quinta tendencia se refiere al gran cambio que hubo en relación con la
diversidad y la discriminación. Como la promulgación de las leyes sobre la inclusión
femenina en la política, contra la violencia doméstica y más recientemente de
matrimonio igualitario para personas del mismo sexo; la creación de un instituto
nacional contra la discriminación, la reciente ley de migraciones y el reconocimiento de
la educación multicultural. Pero a pesar de todos estos avances, en América Latina se
registra un incremento del delito y de la preocupación por el tema; generando lo que
llamamos “presunción generalizada de peligrosidad”, la cualtrata de reconocer a las
eventuales amenazas por rasgos, gestos o silencios y apelando a dispositivos para
detectar los peligros y mantenerlos a distancia. Esto genera una disminución de la
confianza que afecta todos los planos de la vida social; lo cual llega a generar una
evidente discriminación de aquellos que son evitados por parte de los que creen
protegerse.
Kessler termina diciendo que lo que define a esta sociedad es sin lugar a dudas, todo
esto: la desigualdad y la exclusión pero también las formas de consumo de sectores
populares, la potencia cultural de sus ciudades y las formas de marginalidad existentes,
las resistencias a los procesos de exclusión y de sus reformulaciones políticas creativas.
--FERNANDEZ Y SHEINIG: “Los usos de la inseguridad reorganización neoliberal y
mafias policiales”--
Los excesivos discursos sobre la crisis de la seguridad han desplazado a las
problemáticas sociales más importantes y desesperantes como el trabajo, la salud, la
educación, la pobreza, etc.; por las polémicas sobre la inseguridad, poniendo de esta
forma los derechos de propiedad privada sobre el derecho a la vida y a la dignidad de
las mayorías. A partir de una sociedad organizada por la desigualdad y con una
economía capitalista en su versión neoliberal, el pretexto de la inseguridad propuso
criminalizar la pobreza; al mismo tiempo que trajo efectos en el mercado interno
impulsando la desocupación estructural, el masivo trabajo en negro y los sectores
excluidos, para su subsistencia, son desplazados hacia las redes delictivas, es decir,
“ilegalismos”.
De esta forma, las voces de la inseguridad exigen presencia policial, pero es la policía la
que administra y organiza a estos cotidianos “ilegalismos” tales como: la prostitución,
robos, coimas para habilitaciones informales, zonas liberadas, entre otros; entonces el
aparato policial comete el delito pero la fabricación de pruebas o cajoneo de causas son
herramientas que colaboran con su impunidad.
La policía utiliza una geopolítica, la cual se amplifica a través de los medios masivos
aumentando la paranoia y la sensación de inseguridad, esta geopolítica se usa para
marcar zonas y territorios enemigos como a los habitantes de las villas o de zonas cada
vez más empobrecidas y se los señala como los responsables del aumento de la
inseguridad y se los somete a avasallamientos y violaciones de derechos básicos. De
esta forma los sectores marginados se ven obligados a recurrir a informalidades para
lograr la supervivencia. El crimen es perfecto para los policías, ya que la inseguridad
tiene como responsables a quienes tienen problemas de desocupación o viven en una
villa del conurbano, dándole impunidad al aparato policial para su accionar delictivo y
recaudación ilegal. Por un lado el miedo transforma a las personas en sujetos dóciles
que exigen la necesidad de protección; generando que la dominación y el control se
hagan aceptables.
La policía es un dispositivo inseparable de la sociedad capitalista ya que la expropiación
de riquezas exige la perpetua vigilancia sobre los expropiados; sin embargo, la policía
se encuentra legitimada por la sociedad como si fuera una institución pública ‘al
servicio de toda la comunidad’, por eso la mirada del ciudadano acepta la presencia
persistente del agente policial, a pesar de su participación durante la última dictadura
militar. La producción de discursos sobre la inseguridad es el esfuerzo actual por
preservar la legitimación y confianza social sobre la institución policial.
Con los constantes discursos sobre inseguridad, se obturan los diversos sentidos
posibles que tiene dicha palabra como: inseguridad económica, inseguridad habitacional,
inseguridad sanitaria, etc. que son todos casos de violaciones a derechos humanos
básicos, sin embargo, la inseguridad se vincula con los delitos cometidos por los
sectores marginados o pobres y no por las inseguridades que genera el mismo sistema
capitalista en los trabajadores o desocupados.
La televisión, radio, periódicos e Internet se han transformado en amplificadores de la
nueva sensación de amenaza. La problemática policial era un tema prioritario y casi
exclusivo de medios de comunicación sensacionalistas amarillistas, pero a partir de la
invención de la inseguridad, los medios masivos de comunicación adoptaron el tema
policial como propio transformando sus portadas en grandes panfletos para el sentido
común. Este fenómeno se enmarca en la construcción de agendas de los medios de
comunicación de masas que priorizan este tema por sobre otros, y en la construcción de
agenda política que resulta más evidente en los períodos de campañas electorales. A su
vez, las personas pretenden obtener de los medios el acercamiento a la realidad distante,
pero esta realidad es cada vez más violenta.
Las noticias en la gráfica y en la televisión avisan a los individuos que no pueden
moverse con tranquilidad ni en el espacio público ni en el privado.
La inseguridad se manifiesta en gestos de desconfianza frente a los otros propiciando la
criminalización de la pobreza a partir de la posición de los sectores marginados del
modelo económico actual. Entonces, la economía oficial define que existe un ‘otro’, una
informalidad o mercado informal del sistema capitalista, generando miedo y
desconfianza a esos sectores, legitimando de esta manera la presencia policial.
Los usos de la inseguridad (3) sirven como herramienta de control social en la
actualidad y son nuevas formas de acumulación capitalista:
La actualización de la función policial:
Esta se basa en como la estrecha relación entre las Fuerzas Armadas y la policía, y sus
acciones durante la dictadura militar, tuvieron un gran rechazo y repudio de casi toda la
sociedad. De esta forma, era necesario para el Estado, volver a la policía como la única
fuerza coercitiva disponible. Pero a medida que aumentaba la desigualdad entre las
poblaciones, la policía debía fortalecer su estructura y capacidad, para proteger a los que
se beneficiaban con las medidas macroeconómicas, enfrentando a los sectores
marginales con los denominados “gatillo fácil” y la criminalización de los movimientos
sociales, y por eso, durante la década del 90, sucedieron una serie de episodios de típica
violencia policial que llevaron a reconocer a la policía de la Provincia de Buenos Aires
como “la maldita policía”. Actualmente esa expresión se intenta tapar por las
expresiones ampliamente difundidas sobre “la ola de violencia e inseguridad”.
Los usos de la inseguridad buscan obstaculizar la protesta social contra la policía y las
diversas marchas y escarches que se realizan a las comisarías. En simples palabras, la
inseguridad termina rescatando al aparato policial del creciente desprestigio que surgió
a propósito de su accionar durante el neoliberalismo radicalizado en la década del 90 y
su composición mafiosa empresarial.
Es muy común pensar por qué siguen fracasando las medidas para reducir el delito, pero
la verdad es que estas reformas como posibles soluciones a la corrupción terminan
siendo un cambio o reforma para que nada cambie, y así permitir que los Jefes de la
Bonaerense y los ministros de Seguridad re renueven y las mafias continúen. La policía
elimina la evidencia de sus delitos y persigue a falsos delincuentes, la producción de
inseguridad es el negocio policial perfecto. Los sectores que han sido desplazados del
trabajo y de la economía formal son encasillados en estereotipos de peligrosidad para
que facilite la intervención de la policía en el control y la persecución de estas
poblaciones sumergidas en la marginalidad.
El estado interviene para garantizar la seguridad pública a través de sus aparatos y
fuerzas de intervención; existen dos tipos de intervención, la prevención (para que no
haya delitos) y represión (para castigar una vez cometido el delito). Esta intervención
está legitimada y legalizada en el sistema penal, con el objetivo de una sociedad normal,
evitando lo que está por fuera de la norma, lo que no está normalizado y criminalizarloy en este proceso interviene la policía efectuando lo que se define como
“criminalización secundaria”.
El poder político selecciona y decide cuales son los comportamientos y conductas
criminalizables; y el parlamento determina la criminalidad (conductas no deseadas) y la
policía selecciona los crímenes y los criminales; a esta definición se la conoce como
“criminalización primaria”. Son los sectores que gobiernan los que deciden la
normalidad social y conjuran aquello que amenaza su poder de riqueza y gobierno, sin
embargo, aquellos delitos cometidos por la clase dirigente no son perseguidos por las
fuerzas policiales. Es claro que la policía no selecciona dentro de los delitos aquellos
cometidos por los sectores de poder. Esa no es su función dentro de la sociedad
capitalista; la política de control social tiene como objetivo mantener y reproducir un
orden social.
Es por esto que la selección del sujeto a criminalizar es relativa al lugar que ocupa cada
uno en el sistema productivo; las cárceles tienen como objetivo político ser depósito de
obreros y desocupados; los empresarios y políticos tienen la posibilidad a lo sumo de
pagar fianzas. Así como para Sarmiento (en el Facundo de Sarmiento) era preocupante
la ociosidad y el nomadismo de los gauchos por no ser correspondiente con las políticas
del progreso y producción industrial; en la actualidad y a partir del modelo neoliberal,
los sectores dominantes marcan como peligrosas a las personas que no son tenidas en
cuenta para este modelo de productividad y son desplazadas hacia los márgenes, hacia
la subsistencia en la economía informal.
El objetivo preventivo es que estos sectores no ser organicen y hagan peligrar el orden
social reorganizado. El actual fracaso de la policía para reducir la inseguridad y la
delincuencia es una necesidad para que se actualice su existencia como institución clave
dentro de la lucha de clases; “fracasa” eliminando la delincuencia ya que no se va a
eliminar a sí misma, en todo caso se autorregula; y al mismo tiempo, “fracasa”
reduciendo la inseguridad porque esta genera un mayor consumo a los servicios
privados de seguridad. En definitiva, la excusa de la inseguridad termina
constituyéndose en la continuidad del terrorismo de Estado por otros medios, ya sean
democráticos, civilizados o políticos.
Criminalización de la pobreza:
El Estado, desde su surgimiento, fue perfeccionando las relaciones sociales establecidas
en el capitalismo y concentrando las fuerzas en aparatos represivos militares y policiales
garantizando la seguridad de los dueños del capital de aquellos que amenazan el
régimen de desigualdad y explotación. Para prevenir o reprimir el des-orden se
constituye una fuerza suficientemente amenazante y letal como para hacer que
prevalezca el contrato social; entonces, se requiere de una amenaza externa que regule
la competencia en la lucha por la ganancia. Esa amenaza exterior es el Estado, y la
desconfianza en el ‘otro’ es el gesto policial que el Estado difunde para desplegar la
acción preventiva sobre los que amenazan. El miedo y la desconfianza sobre el ‘otro’
exigen la presencia de protección permanente; y esta es la causa primera de la
legitimidad policial, la inseguridad, que pone como sujeto de desconfianza a un ‘otro’
cercano. Si se estudia a esos ‘otros’ se puede encontrar que en su mayoría son los
excluidos del modelo de acumulación versión neoliberal, entonces, en algún momento
de la historia, el enemigo dejó de ser externo, y la vigilancia se proyectó sobre aquellos
que el sistema definió como excluidos.
De esta forma, los sectores excluidos quedan ajenos al mercado informal por no tener
garantizado un trabajo y un ingreso constante, por lo tanto se anula su capacidad de
consumo. Al no consumir se lo transforma en excluidos de la formalidad económica y
en consecuencia se ve afectada su condición de ciudadano. Entonces la fórmula
criminalizante es “pobre=inseguridad”, y esta es reproducida por los medios masivos de
comunicación. En definitiva, esto profundiza la desigualdad y la marginación; donde los
medios masivos asimilan y reproducen los prejuicios y estereotipos construidos por los
discursos dominantes sobre el carácter peligroso de las poblaciones pobres; de esta
forma se crean patrones de peligrosidad y amenaza a aquellos que coinciden con una
estética vinculada a la miseria, ajena a las imágenes de belleza y orden que el mercado y
la publicidad construyen.
La prevención y la represión son dos modalidades de intervención de la fuerza policial;
por un lado, la prevención es la capacidad de control para evitar el delito, mientras que
la represión es el momento posterior a que el delito se haya cometido, es cuando se
inicia la búsqueda, la persecución y enfrentamiento con la persona señalada como
delincuente. Pero la prevención está dirigida al sospechoso, aquel que puede llegar a ser
delincuente, mejor dicho, la persona sospechosa es tratada como un delincuente. El
objetivo de la prevención del delito es prevenir algo que no ocurrió aún, de algo que no
es real, de un delito no cometido aun pero que se sospecha que puede llegar a suceder.
Entonces se utiliza una herramienta adecuada a esta virtualidad que es la Detención por
Averiguación de Identidad, este instrumento utiliza la policía para detener a cualquier
persona que le resulte sospechosa por su aspecto o conducta.
Lo que comúnmente se define como “portación de aspecto” es el uso de la policía para
adivinar las malas intenciones de una persona a partir de sus rasgos faciales o su
vestimenta. Pero la realidad es que esa actitud “sospechosa” así como el merodeo son
calificaciones reservadas por la policía a todos aquellos que encajen con ser jóvenes
varones entre 18 y 30 años desocupados o subocupados. Esta intimidación remarca que
el Estado ha seleccionado a estos sectores para ser vigilados y perseguidos. Lo que
comúnmente se denomina “gatillo fácil” es otra herramienta del accionar policial frente
a las clases subordinadas; pero esta modalidad trae consecuencias sobre los discursos
sociales, y es ahí donde se pretende ocultar estos hechos o justificar que fueron desvíos
o excesos policiales, de esta forma los discursos de los funcionarios públicos y de los
medios masivos intentan exponer a esta brutalidad como casos individuales o aislados.
Otra herramienta ampliamente difundida en los medios de comunicación y por políticos,
es la distinción entre las distintas zonas; así como las villas, apelando a las “zonas de
nadie” donde el ciudadano no puede transitar y a partir de ese etiquetamiento se ha
conformado los “mapas del delito” y las “zonas peligrosas”; y claramente muestran a las
zonas seguras con edificaciones aisladas como son los barrios privados o countries.
Frente a esta situación, los usos de la inseguridad y la desconfianza incentivaron el
negocio arquitectónico e inmobiliario con la construcción de barrios privados o
countries; en estos lugares se encierran en perímetros de cercas o muros custodiados por
agencias de seguridad privada altamente equipados, dividiendo a la sociedad en los que
pueden ingresar y los que no. Los ‘otros’ que se excluyen son vigilados por los ejércitos
privados. Las villas se ubican a las afueras de estos a la espera de la contratación laboral
y el permiso de ingreso. Pero la desconfianza es un registro permanente en el imaginario
de los de adentro. Pero los únicos custodiados no son los de los countries, también lo
son la zona caliente del conurbano bonaerense, determinado como un territorio
peligroso para su afuera como para su adentro, donde la policía y la gendarmería
realizan controles en las entradas y salidas de esas zonas señaladas como de “peligro”;
entonces las personas que viven en barrios humildes o villas miserias son sometidas a
controles de documentación y requisas cotidianas; siendo hostigados para intentar evitar
su libre circulación y desplazamiento de las zonas de pobreza a las zonas de riqueza.
El mercado de la inseguridad:
El mercado de la inseguridad está constituido fundamentalmentepor el mercado de la
seguridad pública o policial, por el mercado de los ilegalismos que esta institución
administra y por último por el mercado de la seguridad privada. Este gran entramado de
redes económicas se ha ido conformando ha medida que el neoliberalismo fue
avanzando. En el caso de la seguridad como servicio se dirige a los sectores que
demandan ofreciendo retribución por el servicio prestado (desde una pequeña coima,
soborno) así la inseguridad es un valor simbólico que constituye el mercado informal de
los ilegalismos que administra la policía. Entonces podemos decir que los sectores altos
participan del mercado privado de las agencias de seguridad, los sectores medios
intervienen en el mercado informal a través de dichas coimas, sobornos, etc. y los
sectores bajos tienen una intervención similar a la clase media.
El mercado informal depende de los microilegalismos (comprar mercadería trucha,
venta de puestos ambulantes, etc) para estructurarse y de los delincuentes para
reproducirse y expandirse. El modelo neoliberal ha generado un crecimiento en la
brecha de desigualdad entre las clases ricas y los sectores pobres; donde aquellos que
están incluidos en el mercado informal (desocupados o marginales) se los criminaliza ya
que han dejado de ser considerados útiles para el sistema capitalista, pero útiles para el
mercado de los ilegalismos. A la seguridad pública se le ha sumado la seguridad privada
que aumenta la capacidad de vigilancia a partir del aumento de desigualdad entre
sectores; en su comienzo, se contaba con 30 agencias privadas, en la actualidad existen
más de 1000 agencias en todo el país. Sin embargo, el marcado de la seguridad privada
está atravesado por las lógicas fundantes del modelo neoliberal: la ilegalidad y la
corrupción. Ya que existen agencias de seguridad privada que funcionan sin
autorización, tienen su personal trabajando en negro y/o utilizan armas.
Tanto los countries como los Shopping se constituyeron como símbolos de confort, el
bienestar y la seguridad. Sin embargo, la inseguridad atraviesa todos los espacios;
sucesos y noticias destacan que la inseguridad no tiene fronteras ni límites por lo que es
un mecanismo de insatisfacción permanente. Entonces a los servicios de agencia de
vigilancia y seguridad privada se suman otros servicios o productos como por ejemplo:
venta de armas, autos blindados, alarmas, rejas, puertas blindadas, cerraduras especiales,
cámaras de vigilancia, etc. ampliando de esta forma el campo de la oferta. Lo que
denominamos “mercado de la inseguridad” es la nueva instancia de producción de valor
en la actual sociedad donde el marketing y el show del miedo son instrumentos de
control social.
--ZYGMUNT BAUMAN: “Modernidad, racismo y exterminio”--
Bauman comienza planteando una paradoja donde se muestra al racismo como una idea
premoderna en donde la eliminación de los judíos se presentó como sinónimo del
rechazo al orden moderno, como la defensa de lo valores, las costumbres antiguas/
tradicionales; pero en realidad todo esto no hubiera sido posible sin los avances de la
ciencia moderna, la tecnología, los métodos científicos y de las formas modernas del
poder estatal; entonces el racismo es estrictamente un producto moderno, una
herramienta moderna empleada en luchas premodernas.
Bauman menciona el reciente estudio de Pierre-André Taguieff, el cual describe la
igualdad que hay entre racismo y la heterofobia, es decir el rechazo o repugnancia a lo
diferente; ambos aparecen en tres formas que se distinguen por el creciente nivel de
complejidad. El “racismo primario” es universal; es una reacción natural/espontánea,
que no llega a la agresividad, ante la presencia de un desconocido extraño. Este puede
pasar a otro nivel superior de complejidad y convertirse en “racismo segundario”, el
cual se produce cuando existe una teoría lógica para el racismo, se presenta al ‘otro’
como alguien repugnante, con mala voluntad y dañino; un caso actual muy común es la
xenofobia o el etnocentrismo. Y finalmente, el “racismo terciario” posee una
característica de paranoia extrema y se distingue por la utilización del argumento cuasi-
biológico.
Ante esto, Bauman, opina que es una clasificación lógicamente imperfecta. Él cree que
son precisamente la naturaleza, la función y la forma de funcionamiento del racismo lo
que lo distingue de la heterofobia. Esta es una manifestación de un fenómeno más
amplio de angustia provocada por la sensación de no tener control sobre la situación; y
que la angustia acabe buscando cualquier objeto al cual anclarse. En consecuencia, la
heterofobia, es un fenómeno bastante corriente en todas las épocas y más todavía en una
era de modernidad en la que son más recuentes las ocasiones para la experiencia “sin
control”. A partir de esto, Bauman, dice que el racismo es diferente a la heterofobia, y
esta diferencia no reside en la intensidad de los sentimientos ni en el tipo de argumento
que se emplea para racionalizarla. El racismo se distingue por un conjunto de métodos
que combinan las estrategias de la arquitectura, la jardinería y de la medicina y que se
ponen al servicio para construir un orden social artificial. Esto se consigue eliminando
los elementos de la realidad actual que no se ajustan a la realidad perfecta soñada ni se
pueden modificar para que lo hagan.
En el mundo moderno, el cual se distingue por su ambición de autocontrol y
autoadministración, el racismo declara que existe cierta categoría de personas que no se
pueden incorporar al orden racional ya que se resisten al control y son inmunes a
cualquier esfuerzo para mejorar. Para utilizar una metáfora médica se pueden entrenar y
poner en forma ciertas partes del cuerpo pero no un tumor canceroso; y a este último
solo se lo puede “mejorar” destruyéndolo. La consecuencia es que el racismo se asocia
de forma inevitable con la estrategia del extrañamiento. La expulsión y la destrucción
son dos métodos de extrañamiento intercambiables; si las condiciones lo permiten, el
racismo exige que se aleje a la categoría ofensora más allá del territorio ocupado por el
grupo ofendido, y si no se dan esas condiciones, el racismo exige que se extermine
físicamente a la categoría ofensora.
El racismo se pone en manifiesto con el proyecto de una sociedad perfecta; como en el
caso del Holocausto que la revolución nazi fue un ejercicio de ingeniería social, donde
buscaban propagar un linaje sano por medio de la eliminación de los elementos
enfermizos/defectuosos como la mala genética hereditaria; y de tal forma se dispusieron
a mejorar a la generación actual. El camino que eligieron, dependiendo la situación, se
eliminaba, desaparecía o reducía a los ‘defectuosos’; pero a consecuencia de una
protesta de varias importantes iglesias, Hitler tuvo que revocar la orden pero no
abandonó el principio de administrar activamente las tendencias demográficas, y con
ayuda de las tecnologías sobre el gas que la campaña de eutanasia había ayudado a
perfeccionar, se cambio de objetivo, ahora eran los judíos. Por medio de la ingeniería
social dividieron a la vida humana en digna e indigna; y a los indignos había que
distanciarlos, o en caso contrario exterminarlos. La ingeniería social fue un trabajo con
fundamentos científicos que buscaban un nuevo orden, y su trabajo se basaba en la
eliminación de cualquier factor subversivo, según esto, el racismo se ajustaba a la visión
del mundo y a los métodos de la modernidad.
La ciencia no avanzaba por su propio interés, sino que se la consideraba como un
instrumento de poder que le permitía a su poseedor mejorar la realidad y ayudarlo al
perfeccionamiento de sus planes. La jardinería y la medicina aportaban los modelos de
la postura constructiva y la normalidad; estas poseían formas funcionalmente distintas
pero tenían la misma actividad: la de separar y aislar a los elementos útiles destinados a
vivir y desarrollarse; y a los dañinos exterminarlos. A raíz de esto, podemos poner de
ejemplo los discursos de Hitler los cuales estaban cargados de imágenesde enfermedad,
infección, pestilencias, etc.; tratando a los ‘defectuosos’ los causantes de todo eso; al
mismo tiempo que los trataba como una hierba mala que había que arrancar donde,
claramente, podemos ubicar a los tantos experimentos biológicos que hicieron sobre
estas personas. Bauman termina diciendo que el asesinato de los judíos fue un ejercicio
más de la administración racional de la sociedad, y la utilización de los principios y
preceptos de la ciencia aplicada.
--UMBERTO ECO: “Apocalípticos e integrados: la cultura italiana y las
comunicaciones de masas”--
Eco comienza hablando del invento de la escritura, más que nada para dar a entender
que toda modificación en los instrumentos culturales, en la historia de la humanidad, se
presenta como una profunda puesta en crisis del “modelo cultural” precedente ya sea
por las causas que han provocado la aparición de aquellos instrumentos o por el uso de
los mismos; lo mismo pasa con el invento de la imprenta o los nuevos instrumentos
audiovisuales. Con el surgimiento de la era industrial y el acceso al control de la vida
social de las clases subalternas, se ha establecido en la historia contemporánea una
civilización de “mass media”, a la cual se le discutirán los sistemas de valores. Las actas
de acusación contra la cultura de masas tienen su función dialéctica en una discusión
sobre el fenómeno; y ciertamente no carece de motivos buscar en la base de todo acto de
intolerancia hacia la cultura de masas una raíz aristocrática, lo cuales poseen un
desprecio que se dirige no solo a la cultura de masas, sino a toda la masa, pero este
desprecio se debe a la nostalgia por una época en que los valores culturales eran un
privilegio de clase y no eran puestos a disposición de todos indiscriminadamente. Pero
no todos los críticos de la cultura de masas pertenecen a ese grupo, muchos poseen una
crítica progresista donde demuestran la desconfianza hacia la cultura de masas por la
forma de poder intelectual capaz de conducir a los ciudadanos a un estado de sujeción
gregaria, terreno fértil para cualquier aventura autoritaria.
Las (9) críticas a la cultura de masas (apocalípticos) poseen como acusaciones
principales: que difundir por todo el globo una “cultura” de tipo “homogéneo” destruye
las características culturales propias de cada grupo étnico, de esta forma las mass media
alientan una inmensa información sobre el presente y con ello entorpecen toda
conciencia histórica; pero eso no es todo, sino que estos medios de comunicación
tienden a imponer símbolos y mitos de fácil universalidad creando “tipos” reconocibles
de inmediato a través de las cuales deberíamos realizar experiencias, y con ello reducen
al mínimo la individualidad. También es común la crítica a los mass media que en lugar
de simbolizar una emoción, la provocan y en lugar de sugerirla la dan ya confeccionada;
de esta forma alientan a las personas a tener una visión pasiva y acrítica del mundo,
donde no hay intenciones de crear nuevas experiencias. Los mass media se encargan de
difundir estilos y formas de la cultura superior y trasferirlas al nivel inferior; por eso
cuando difunden productos de esta cultura superior, los difunden nivelados y
“condensados” de forma que no provoquen ningún esfuerzo por parte del fruidor; es por
esto que el público no tiene conciencia de si mismo como grupo social y no puede
manifestar alguna exigencia ante la cultura de masas; podemos decir que esta forma de
actuar del público se debe a que los mass media cumplen la función de convencer de
que en el mundo todo es bellísimo y cómodo, son un instrumento educativo típico de
una sociedad individualista y democrática que tiende a producir modelos humanos
heterodirigidos (dependientes) y, al estar bajo un régimen capitalista, están sometidos a
la “ley de oferta y demanda”, donde los mass media le dan al público únicamente lo que
desea o peor aún, sugieren al público lo que debe desear. Estos productos de cultura
superior, difundidos por los mass media, hechos para el entretenimiento y el tiempo
libre son propuestos con otros productos de entretenimiento para captar solo el nivel
superficial de nuestra atención ya que los clásicos, el arte, los libros, las películas, etc.
no son obras a comprender, sino productos para consumir. Así que podemos decir que
este control de masas adopta la forma de una cultura popular pero en lugar de surgir
espontáneamente desde abajo, son impuestas desde arriba, y disimulan bajo el aspecto
positivo de la cultura típica de la sociedad de bienestar, donde todos disfrutan de una
perfecta igualdad, pero en realidad cumplen la misma función que en ciertas
circunstancias históricas ejercieron las ideologías religiosas.
Dentro de los grupos que apoyan la cultura de masas (apologistas), encontramos
argumentos (8) completamente constructivos y optimistas que les permite ver más allá
de cuanto puedan ver sus adversarios “apocalípticos”, pero al mismo tiempo
encontramos opiniones ligadas a los intereses de los productores, opiniones fundadas en
el consumo y para el consumo. A partir de esto, las proposiciones que más destacan se
basan en que la cultura de masas no es típica de un régimen capitalista, sino que esta
nace en una sociedad en el los ciudadanos disfrutan de una igualdad de derechos en la
vida pública, en el consumo, en el disfrute de las comunicaciones, ya que esta nace en
cualquier sociedad de tipo industrial. La cultura de masas es propia de una democracia
popular ya que cada vez que un grupo, una asociación u organismo desea comunicar
algo a los ciudadanos de un país debe recurrir a los sistemas de comunicación de masas.
Al mismo tiempo que defienden que no estamos frente a una cultura superior, sino que
simplemente la cultura se ha difundido entre masas que antes no tenían acceso al
beneficio de la misma, y tampoco es que brindando información del presente le sacan
valor a la historia, sino que le están brindando información del presente a personas que
no recibía información alguna y lo único que poseían eran conocimientos históricos
tradicionales; a raíz de esto podemos ver que personas que hace algunos siglos no
estaban incluidas en la cultura, ahora pueden estar tarareando una melodía de Beethoven
porque la han oído en la radio o conocer una obra de arte y su historia porque lo han
leído en algún diario y a un precio muy bajo. Hay que destacar que los defensores de la
cultura de masas entienden y reconocen las desventajas que la misma posee como que
es cierto que los mass media proponen varios elementos de información en los que no
genera curiosidad ni crítica alguna del espectador; pero está acumulación de
“información” puede volverse ‘formación’ donde las personas tengan el beneficio de
acumular datos de todo tipo, así que los mass media ofrecen información y datos sobre
el universo sin discriminación enfrentando así al hombre contemporáneo al mundo y a
las distintas culturas. También afirman que la cultura de masas homogenizando los
gustos logra eliminar los niveles de diferencias de clases y unificar las naciones de las
distintas partes del mundo. Y finalmente, los medios de masa han generado un conjunto
de nuevos lenguajes introduciendo nuevos modos de hablar, nuevos giros, nuevos
esquemas perceptivos; se trata de una renovación estilística que tiene constantes
repercusiones en el plano de las artes llamadas superiores, promoviendo su desarrollo.
A partir de todo esto, Umberto Eco va a decir que los problemas están mal planteados
desde el momento en que se formula la pregunta ¿Es bueno o malo que exista la cultura
de masas?, ya que esta pregunta está mal formulada, porque tendría que ser ¿Qué acción
cultural es posible para hacer que estos medios de masa puedan ser vehículo de valores
culturales? El error de los apologistas es creer que la multiplicación de los productos
industriales es buena y no debe ser sometida a crítica y a nuevas orientaciones. Y por su
parte, el error de los apocalípticos – aristocráticos consiste en pensar que la cultura de
masas es malaprecisamente porque es un hecho industrial y que hoy es posible
proporcionar cultura sin el condicionamiento industrial. Eco dice que la raramente se
tiene en cuenta el hecho de que la cultura de masas es producida por grupos de poder
económico con el fin de obtener beneficios, lo cual sirve para demostrarnos que la
cultura de masas es un hecho industrial y que, como tal, experimenta muchos
condicionamientos típicos de cualquier actividad industrial.
--PABLO ALABARCES: “Fútbol y patria”--
La tesis de Alabarces explica que en momentos de politización fuerte de los debates
sobre lo nacional, la centralidad de las narrativas futbolísticas decrece, hasta
transformarse en pura mercancía mediática; pero que en momentos de crisis de los
relatos modernos de identidad, la importancia de las narrativas futbolísticas crece de
manera importante, excediendo, incluso el mundo masculino donde originalmente se
despliegan. Cita a varios autores para explicar que la modernidad, con el rol del
mercado, debilita la representación política y social, generando que los ciudadanos se
retraigan cada vez más en el ámbito privado, alejándose de las organizaciones sociales
politizadas y aumentando la importancia del consumo; ya que, antes, las identidades se
definían con la historia y ahora se definen con el consumo y en lo que uno posee o es
capaz de llegar a apropiarse. También dice que actualmente el deseo de comunidad se
deposita cada vez menos en entidades macrosociales como la nación o la clase, y en
cambio se dirige a grupos religiosos, deportivos, etc, ya que las sociedades civiles
actuales se manifiestan como comunidades interpretativas de consumidores, es decir,
conjunto de personas que comparten gustos y ciertos bienes que le dan identidades
compartidas. Por su parte, las narrativas sociales se construyeron sobre varios ejes,
soportes y actores, como la escuela, el cine, el periodismo, instituciones estatales, etc.
pero hoy encontramos que esa pluralidad se reduce hasta llegar a un único operador: los
medios de comunicación; estos reponen simultáneamente una identidad tribal y otra
nacional, centrándose en el consumo y el mercado y excluyen a todo sujeto que no
pueda consumir. Pero en esta ‘reposición’ de lo nacional vemos que los medios no
describen una nación existente, sino justamente su ausencia, entonces, describen una
instancia imaginaria, el deseo de nación pero no su exceso; y frente a esto, los medios
deben responder al deseo, porque no pueden inventarlo, por eso responden con aquello
que tengan más a mano. En este contexto, el fútbol reúne varias condiciones
fundamentales: su historia, su epicidad, su dramaticidad, su calidez y su desborde; y así
se transforma en la mejor mercancía de la industria cultural, ya que narra la nación
como un repertorio de consumos, estilos expresivos, afirmaciones pasionales, pero
nunca, jamás, como un conflicto de dominación que NO se reduce al resultado de un
partido. Pero en realidad, el fútbol no es una máquina cultural de nacionalidad
posmoderna; esa máquina es la televisión, y el fútbol es sólo uno de sus géneros;
aunque sea el más exitoso.

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