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Entonces haré que las cosas débiles sean fuertes

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2/11/23, 21:04 “Entonces haré que las cosas débiles sean fuertes”
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“Entonces haré que las cosas débiles sean fuertes”
Por el élder Kevin S. Hamilton
De los Setenta
Al humillarnos y ejercer la fe en Jesucristo, la gracia de Cristo y Su in�nito sacri�cio expiatorio hacen
posible cambiar.
El presidente �omas S. Monson una vez compartió la historia de Clinton Du�y, alcaide de una
cárcel. “Durante las décadas de 1940 y 1950, [el alcaide Du�y] era famoso por sus labores para
rehabilitar a los hombres de su prisión. Un crítico dijo: ‘Usted sabe que los leopardos no pueden
cambiar sus manchas’.
“El alcaide Du�y respondió: ‘Sepa usted que no trabajo con leopardos; trabajo con hombres, y los
hombres cambian todos los días’”1.
Una de las mayores mentiras de Satanás es que los hombres y las mujeres no pueden cambiar. Esa
mentira se dice y se repite de muchas maneras diferentes, pues el mundo dice que simplemente no
podemos cambiar; o peor aun, que no debemos cambiar. Se nos enseña que nuestras circunstancias
nos de�nen. Debemos “aceptar lo que en verdad somos”, dice el mundo, “y ser auténticos con
nuestro verdadero yo”.
Podemos cambiar
Aunque ciertamente es bueno ser auténticos, debemos ser auténticos con nuestro ser real y verdadero
como hijos e hijas de Dios con una naturaleza y un destino divinos para llegar a ser como Él2 . Si
nuestra meta es ser auténticos con esa naturaleza y ese destino divinos, entonces todos tendremos
que cambiar. La palabra que signi�ca cambio en las Escrituras es arrepentimiento. El presidente
Nelson dijo: “Demasiadas personas consideran el arrepentimiento como un castigo; algo a evitarse
excepto en las circunstancias más graves […]; cuando Jesús nos pide a ustedes y a mí que nos
‘arrepintamos’, nos invita a cambiar”3.
Las condiciones de Dios
Los programadores de software usan enunciados condicionales para indicar a las computadoras
qué hacer. A veces se los llama enunciados “si-entonces”. Por ejemplo: si X es verdadero, entonces
haga Y.
El Señor también opera por medio de condiciones: condiciones de fe, condiciones de rectitud,
condiciones de arrepentimiento. Hay muchos ejemplos de enunciados condicionales de Dios, tales
como:
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“[S]i guardas mis mandamientos y perseveras hasta el �n, [entonces] tendrás la vida eterna, que es el
mayor de todos los dones de Dios”4.
O “si pedís con un corazón sincero, con verdadera intención, teniendo fe en Cristo, [entonces] él os
manifestará la verdad de ellas por el poder del Espíritu Santo”5.
Aun el amor de Dios, aunque es in�nito y perfecto, también está sujeto a condiciones6. Por
ejemplo:
“Si guardáis mis mandamientos, [entonces] permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los
mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor”7.
El élder D. Todd Christo�erson explicó más sobre esta verdad del Evangelio cuando enseñó:
“Algunos suelen decir: ‘El Salvador me ama tal como soy’, lo cual es verdad, pero Él no puede
llevar a ninguno de nosotros a Su reino tal como somos, ‘porque ninguna cosa inmunda puede
morar allí, ni morar en su presencia’ [Moisés 6:57]. Primero hay que resolver nuestros pecados”8.
Las cosas débiles pueden llegar a ser fuertes
La bendición de recibir el poder de Dios para ayudarnos a cambiar también es condicional. El
Salvador, hablando por medio del profeta Moroni en el Libro de Mormón, enseñó: “[S]i los
hombres vienen a mí, les mostraré su debilidad. Doy a los hombres debilidad para que sean
humildes; y basta mi gracia a todos los hombres que se humillan ante mí; porque si se humillan
ante mí, y tienen fe en mí, entonces haré que las cosas débiles sean fuertes para ellos”9.
Observemos más detenidamente lo que el Señor nos enseña. Vemos que primero dice que da a los
hombres y a las mujeres debilidad —en singular—, lo cual es parte de nuestra experiencia terrenal
como seres caídos o carnales. Nos hemos vuelto hombres y mujeres naturales debido a la caída de
Adán, pero mediante la expiación de Jesucristo, podemos vencer nuestra debilidad, o naturaleza
caída.
Luego dice que Su gracia es su�ciente y que si nos humillamos y tenemos fe en Él, entonces Él
“har[á] que las cosas débiles [en plural] sean fuertes para [nosotros]”. En otras palabras, a medida que
primero cambiemos nuestra naturaleza caída —nuestra debilidad—, entonces podremos cambiar
nuestro comportamiento, nuestras debilidades.
Los requisitos del cambio
Repasemos los requisitos para cambiar de acuerdo con el modelo del Señor:
Primero, debemos humillarnos. La condición del Señor para cambiar es la humildad. Él dijo:
“[S]i se humillan ante mí”10. Lo opuesto a la humildad es el orgullo. El orgullo existe cuando
pensamos que somos más sabios, cuando lo que nosotros pensamos o sentimos tiene prioridad por
encima de lo que Dios piensa o siente.
El rey Benjamín enseñó que “el hombre natural es enemigo de Dios […] y lo será para siempre
jamás, a menos que […] se despoje del hombre natural, y se haga santo por la expiación de Cristo
el Señor, y se vuelva como un niño: sumiso, manso [y] humilde”11.
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/pgp/moses/6.57?lang=spa#p57
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A �n de cambiar, tenemos que despojarnos del hombre natural y volvernos humildes y sumisos.
Debemos ser lo su�cientemente humildes como para seguir al profeta viviente, lo su�cientemente
humildes como para hacer y guardar los convenios del templo, lo su�cientemente humildes como
para arrepentirnos a diario. Debemos ser lo su�cientemente humildes como para querer cambiar,
para “entregar el corazón a Dios”12 .
Segundo, debemos tener fe en Jesucristo. Una vez más, las palabras del Salvador: “[S]i se
humillan ante mí, y tienen fe en mí”13, Él nos dará el poder para vencer nuestras debilidades. La
humildad, acompañada de la fe en Jesucristo, nos permitirá obtener acceso al poder habilitador de
Su gracia y a la plenitud de las bendiciones disponibles gracias a Su expiación.
El presidente Nelson enseñó que “[e]l verdadero arrepentimiento comienza con la fe en que
Jesucristo tiene el poder de puri�carnos, sanarnos y fortalecernos […]. Es nuestra fe la que activa el
poder de Dios en nuestras vidas”14.
Tercero, mediante Su gracia, Él puede hacer que las cosas débiles sean fuertes. Si nos
humillamos y tenemos fe en Jesucristo, entonces Su gracia nos permitirá cambiar. En otras palabras,
Él nos facultará para cambiar. Esto es posible porque, como Él dice: “[B]asta mi gracia a todos los
hombres”15. Su gracia fortalecedora y habilitadora nos da poder para vencer todos los obstáculos,
todos los desafíos y todas las debilidades mientras procuramos cambiar.
Nuestras mayores debilidades pueden convertirse en nuestras mayores fortalezas. Podemos cambiar y
“llega[r] a ser nuevas criaturas”16. Literalmente,las cosas débiles pueden llegar a “se[r] fuertes para
[nosotros]”17.
El Salvador concibió Su expiación in�nita y eterna para que nosotros en efecto pudiéramos
cambiar, arrepentirnos y llegar a ser mejores. En verdad podemos nacer de nuevo. Podemos vencer
hábitos, adicciones e incluso la “disposición a obrar mal”18. Como hijos e hijas de un amoroso
Padre Celestial, en nuestro interior tenemos el poder de cambiar.
Ejemplos de cambio
Las Escrituras están colmadas de ejemplos de hombres y mujeres que cambiaron.
Saulo, fariseo y activo perseguidor de la Iglesia cristiana primitiva19, llegó a ser Pablo, un apóstol
del Señor Jesucristo.
Alma era sacerdote en la corte del inicuo rey Noé. Oyó las palabras de Abinadí, se arrepintió
plenamente y llegó a ser uno de los grandes misioneros del Libro de Mormón.
Su hijo Alma pasó su juventud tratando de destruir la Iglesia. Estuvo entre “los más viles
pecadores”2 0 hasta que tuvo un cambio en el corazón y llegó a ser un poderoso misionero por su
propio esfuerzo.
Moisés fue adoptado por la familia del Faraón y se crio en medio de lujos como un príncipe
egipcio. Pero cuando llegó a comprender quién era realmente y descubrió su destino divino, cambió
y se convirtió en el gran profeta legislador del Antiguo Testamento2 1.
El abuelo de mi esposa, James B. Keysor, siempre me ha impresionado por su gran cambio de
corazón2 2 . Nació de �eles antepasados pioneros Santos de los Últimos Días en el valle del Lago
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Salado en 1906, perdió a su madre a temprana edad y tuvo di�cultades a lo largo de su juventud.
Pasó sus años de adolescencia y de joven adulto alejado de la Iglesia, durante los cuales adquirió
una serie de malos hábitos. No obstante, conoció a una mujer �el, con quien se casó, y juntos
criaron cinco hijos.
En 1943, tras los difíciles años de la Gran Depresión y durante la Segunda Guerra Mundial, Bud,
como lo llamaban sus amigos y familiares, dejó Utah y se mudó a Los Ángeles, California, para
buscar empleo. Durante ese tiempo lejos de casa vivió con su hermana y el esposo de esta, quien
prestaba servicio como obispo del barrio.
Con el amor y la in�uencia de su hermana y su cuñado, comenzó a reavivar su interés en la Iglesia
y empezó a leer el Libro de Mormón cada noche antes de irse a dormir.
Una noche, mientras leía el capítulo 34 de Alma, su corazón se conmovió al leer las siguientes
palabras:
“Sí, quisiera que vinieseis y no endurecieseis más vuestros corazones […].
“Porque he aquí, esta vida es cuando el hombre debe prepararse para comparecer ante Dios; sí, el
día de esta vida es el día en que el hombre debe ejecutar su obra”2 3.
Mientras leía esos versículos, le sobrevino un poderoso sentimiento y supo que tenía que cambiar y
arrepentirse, y supo lo que debía hacer. Se levantó de la cama, se arrodilló y comenzó a orar
suplicando al Señor que lo perdonara y le diera la fortaleza que necesitaba para hacer cambios en
su vida. Su oración fue contestada y, desde aquel momento en adelante, jamás volvió a lo anterior.
Bud progresó para servir en la Iglesia y siguió siendo un Santo de los Últimos Días �el y dedicado
hasta el �n de su vida. Cambió en todos los aspectos. Cambiaron su mente, su corazón, sus
acciones y su ser mismo.
Hermanos y hermanas, nuestro destino y propósito divinos son �nalmente llegar a ser como
nuestro Padre Celestial y el Salvador, Jesucristo. Lo hacemos conforme cambiamos, es decir, nos
arrepentimos. Recibimos la “imagen [del Salvador] en [n]uestros rostros”2 4. Nos volvemos nuevos,
puros, diferentes y simplemente seguimos esforzándonos por ello cada día. A veces puede parecer
como si diéramos dos pasos hacia delante y uno atrás, pero seguimos avanzando humildemente con
fe.
Al humillarnos y ejercer fe en Jesucristo, la gracia de Cristo y Su in�nito sacri�cio expiatorio hacen
posible cambiar.
A�rmo y testi�co que Jesucristo en verdad es nuestro Salvador y Redentor. Ciertamente basta Su
gracia. Yo declaro que Él es “el camino, y la verdad y la vida”2 5. En el nombre de Jesucristo. Amén.
Notas
1. Véase �omas S. Monson, “Ver a los demás como lo que pueden llegar a ser”, Liahona,
noviembre de 2012, pág. 69.
2. En “La Familia: Una Proclamación para el Mundo”, se a�rma: “Todos los seres
humanos, hombres y mujeres, son creados a la imagen de Dios. Cada uno es un amado
hijo o hija procreado como espíritu por padres celestiales y, como tal, cada uno tiene
una naturaleza y un destino divinos” (LaIglesiadeJesucristo.org).
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/bofm/alma/34?lang=spa
https://www.churchofjesuschrist.org/study/general-conference/2012/10/see-others-as-they-may-become?lang=spa&para=11-12#p11
2/11/23, 21:04 “Entonces haré que las cosas débiles sean fuertes”
https://w w w.churchof jesuschrist.org/study/general-conference/2022/04/28hamilton?lang=spa 5/5
3. Russell M. Nelson, “Podemos actuar mejor y ser mejores”, Liahona, mayo de 2019,
pág. 67.
4. Doctrina y Convenios 14:7; cursiva agregada.
5. Moroni 10:4; cursiva agregada.
6. El presidente Russell M. Nelson enseñó: “Aunque al amor divino se le puede llamar
perfecto, in�nito, duradero y universal, es incorrecto caracterizarlo como incondicional,
palabra que no aparece en las Escrituras. Por otro lado, en muchos versículos se a�rma
que los niveles más elevados de amor que el Padre y el Hijo tienen por nosotros, así
como ciertas bendiciones divinas que resultan de dicho amor, son condicionales” (“Amor
divino”, Liahona, febrero de 2003, págs. 12–14).
7. Juan 15:10; cursiva agregada.
8. D. Todd Christo�erson, “El amor de Dios”, Liahona, noviembre de 2021, pág. 16.
9. Éter 12:27.
10. Éter 12:27; cursiva agregada.
11. Mosíah 3:19.
12. Véase Helamán 3:35.
13. Éter 12:27; cursiva agregada.
14. Russell M. Nelson, “Cristo ha resucitado; la fe en Él moverá montes”, Liahona, mayo de
2021, pág. 102.
15. Éter 12:27.
16. Véase Mosíah 27:24–26; véase también 2 Corintios 5:17.
17. Éter 12:27.
18. Mosíah 5:2.
19. Véanse Hechos 8:3; 26:10; Gálatas 1:13; Filipenses 3:6.
20. Mosíah 28:4.
21. Véase Doctrina y Convenios 138:41.
22. Véanse Mosíah 5:2; Alma 5:14.
23. Alma 34:31–32.
24. Alma 5:14.
25. Juan 14:6.
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https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/dc-testament/dc/14.7?lang=spa#p7
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/bofm/moro/10.4?lang=spa#p4
https://www.churchofjesuschrist.org/study/liahona/2003/02/divine-love?lang=spa&para=7#p7
https://www.churchofjesuschrist.org/study/liahona/2003/02/divine-love?lang=spa&para=7#p7
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https://www.churchofjesuschrist.org/study/general-conference/2021/10/15christofferson?lang=spa&para=4#p4
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https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/nt/acts/26.10?lang=spa#p10https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/nt/gal/1.13?lang=spa#p13
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https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/bofm/mosiah/28.4?lang=spa#p4
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/dc-testament/dc/138.41?lang=spa#p41
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/bofm/mosiah/5.2?lang=spa#p2
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/bofm/alma/5.14?lang=spa#p14
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/bofm/alma/34.31-32?lang=spa#p31
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/bofm/alma/5.14?lang=spa#p14
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/nt/john/14.6?lang=spa#p6

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