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Dar santidad al Señor

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2/11/23, 23:16 Dar santidad al Señor
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Dar santidad al Señor
Por el obispo L. Todd Budge
Segundo Consejero del Obispado Presidente
El sacri�cio no se trata tanto de “renunciar” sino de “dar” al Señor.
El año pasado, mientras prestaba servicio en la Presidencia del Área Asia Norte, recibí una llamada
telefónica del presidente Russell M. Nelson invitándome a servir como Segundo Consejero del
Obispado Presidente. Amablemente le pidió a mi esposa, Lori, que se uniera a la conversación. Una
vez �nalizada la llamada, seguíamos sin poder creerlo y mi esposa preguntó: “¿Y qué hace el
Obispado Presidente?”. Después de pensarlo por un momento, le respondí: “¡No lo sé con
exactitud!”.
Un año después, y luego de intensos sentimientos de humildad y gratitud, puedo responder la
pregunta de mi esposa con más propiedad. Entre muchas otras cosas, el Obispado Presidente
supervisa el bienestar y la obra humanitaria de la Iglesia. Esta obra ahora se extiende por todo el
mundo y bendice a más hijos de Dios que nunca.
Como Obispado Presidente, recibimos la ayuda de maravillosos empleados de la Iglesia y de otras
personas, entre ellas la Presidencia General de la Sociedad de Socorro, que sirven con nosotros en
el Comité Ejecutivo de Bienestar y Autosu�ciencia de la Iglesia. En calidad de miembros de ese
comité, la Primera Presidencia nos pidió a la hermana Sharon Eubank, que nos habló ayer, y a mí
que compartiéramos con ustedes un informe actualizado de los recientes esfuerzos humanitarios de
la Iglesia. También nos pidieron especí�camente que les expresáramos su profunda gratitud,
porque, hermanos y hermanas, ustedes son quienes han hecho posible esos esfuerzos humanitarios.
Al observar con preocupación los primeros efectos económicos de la crisis del COVID-19 en todo el
mundo, fácilmente podríamos haber esperado una disminución en las contribuciones monetarias
que los santos pudieron dar. Después de todo, nuestros propios miembros no eran inmunes a las
di�cultades de la pandemia. ¡Imaginen lo que sentimos cuando observamos exactamente lo
contrario! Las donaciones humanitarias en 2020 resultaron ser las más altas de la historia, y este
año están en aumento. Como resultado de la generosidad de ustedes, la Iglesia ha podido lograr su
respuesta más extensa desde el comienzo del Fondo Humanitario, con más de 1500 proyectos de
ayuda por el COVID en más de 150 países. Esos donativos, que ustedes han dado al Señor de
manera tan desinteresada, se han convertido en alimentos, oxígeno, suministros médicos y vacunas
para aquellos que de otro modo podrían haberse quedado sin ellos.
Así como la donación de bienes es tan importante, también lo es la gran cantidad de tiempo y
energía que los miembros de la Iglesia donan a causas humanitarias. Aun cuando la pandemia ha
arreciado, los desastres naturales, los con�ictos civiles y la inestabilidad económica han sido
implacables y han seguido expulsando a millones de personas de sus hogares. Las Naciones Unidas
ahora informan que hay más de ochenta y dos millones de personas víctimas de desplazamiento
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forzado en el mundo1. Si a esto le suman los millones de personas que optan por huir de la
pobreza o la opresión en busca de una vida mejor para sí mismas o para sus hijos, pueden
comenzar a vislumbrar la magnitud de esta situación mundial.
Me complace informar que, gracias al tiempo y los talentos voluntarios de tantas personas, la
Iglesia dirige centros de bienvenida para refugiados e inmigrantes en varios lugares de Estados
Unidos y Europa. Gracias a las contribuciones de ustedes, proporcionamos bienes, fondos y
voluntarios para ayudar a programas similares dirigidos por otras organizaciones en todo el
mundo.
Extiendo mi sincera gratitud a los santos que han tendido la mano para alimentar, vestir, ofrecer
amistad a esos refugiados y ayudarles a establecerse y a ser autosu�cientes.
Ayer por la tarde, la hermana Eubank compartió con ustedes algunos de los maravillosos esfuerzos
de los santos en este sentido. Al re�exionar en esos esfuerzos, mis pensamientos suelen dirigirse al
principio del sacri�cio y a la conexión directa de este principio con los dos grandes mandamientos
de amar a Dios y amar a nuestro prójimo.
Actualmente, el término sacri�cio ha llegado a signi�car el concepto de “renunciar” a ciertas cosas
por el Señor y Su reino. Sin embargo, en la antigüedad, el signi�cado de la palabra sacri�cio
estaba más ligado a sus dos raíces latinas: sacer, que signi�ca “sagrado” o “santo”, y facere, que
signi�ca “hacer”2 . Por lo tanto, la palabra sacri�car en la antigüedad signi�caba literalmente
“santi�car algo o a alguien”3. Con esto en mente, el sacri�cio es un proceso para llegar a ser santo
y llegar a conocer a Dios, no un acontecimiento ni un ritual para “renunciar” a algo por el Señor.
El Señor dijo: “Porque [caridad] quiero y no sacri�cio, y conocimiento de Dios más que
holocaustos”4. El Señor desea que lleguemos a ser santos5, que tengamos caridad6 y que lleguemos
a conocerlo7. Como lo enseñó el apóstol Pablo: “Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer
a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo caridad, de nada me sirve”8.
En de�nitiva, el Señor quiere nuestro corazón; Él desea que lleguemos a ser nuevas criaturas en
Cristo9. Él mandó a los ne�tas: “Y me ofreceréis como sacri�cio un corazón quebrantado y un
espíritu contrito”10.
El sacri�cio no se trata tanto de “renunciar” sino de “dar” al Señor. En la entrada de cada uno de
nuestros templos se encuentran grabadas las palabras “Santidad al Señor; la Casa del Señor”. Al
observar nuestros convenios mediante el sacri�cio, somos santi�cados mediante la gracia de
Jesucristo; y en los altares del santo templo, con corazones quebrantados y espíritus contritos,
damos nuestra santidad al Señor. El élder Neal A. Maxwell enseñó: “[L]a sumisión de nuestra
voluntad [o corazón11] es la única cosa exclusivamente personal que tenemos para colocar sobre el
altar de Dios […]. Pero cuando nos sometemos dejando que nuestra voluntad sea absorbida en la
voluntad de Dios, entonces, verdaderamente le estamos dando algo”12 .
Cuando nuestros sacri�cios a favor de otras personas se ven desde la perspectiva de “renunciar”,
podemos verlos como una carga y desanimarnos cuando no son reconocidos ni recompensados. Sin
embargo, cuando se ven desde la perspectiva de “dar” al Señor, nuestros sacri�cios por los demás se
convierten en dones y el gozo de dar generosamente se convierte en la recompensa. Una vez libres
de la necesidad de amor, aprobación o aprecio de los demás, nuestros sacri�cios se convierten en las
expresiones más puras y profundas de nuestra gratitud y amor por el Salvador y nuestros
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semejantes. Cualquier sentimiento orgulloso de autosacri�cio da paso a sentimientos de gratitud,
generosidad, satisfacción y gozo13.
Algo se santi�ca —ya sea nuestra vida, nuestras posesiones, nuestro tiempo o nuestros talentos— no
simplemente al renunciar aello, sino más bien al consagrarlo14 al Señor. La obra humanitaria de la
Iglesia es tal don. Es el resultado de las ofrendas colectivas y consagradas de los santos, una
manifestación de nuestro amor por Dios y Sus hijos15.
Steve y Anita Can�eld son representantes de los Santos de los Últimos Días en todo el mundo que
han experimentado por sí mismos las bendiciones transformadoras de dar al Señor. Como
misioneros de bienestar y autosu�ciencia, a los Can�eld se les pidió que proporcionaran ayuda en
los campamentos de refugiados y en los centros de inmigrantes de toda Europa. En su vida
profesional, la hermana Can�eld había sido diseñadora de interiores de primera categoría,
contratada por clientes adinerados para embellecer sus casas de lujo. De repente, entró de lleno en
un mundo que era todo lo contrario para prestar servicio entre personas que habían perdido casi
todo en términos de posesiones terrenales. En sus palabras, ella intercambió “pasillos de mármol
por pisos de tierra”, y al hacerlo, encontró una gran satisfacción cuando ella y su esposo
comenzaron a ofrecer amistad, y pronto a amar y abrazar, a aquellos que necesitaban su cuidado.
Los Can�eld dijeron: “No sentimos como si hubiéramos ‘renunciado’ a algo para servir al Señor.
Nuestro deseo era simplemente ‘darle’ nuestro tiempo y energías para bendecir a Sus hijos de la
manera que Él considerara más conveniente. Al trabajar junto a nuestros hermanos y hermanas,
cualquier apariencia exterior —cualquier diferencia de orígenes o pertenencias— se disolvió, y
simplemente vimos el corazón de los demás. No hay ningún grado de éxito profesional ni logros
materiales que pudieran haber equiparado la forma en que esas experiencias nos enriquecieron al
servir entre los más humildes de los hijos de Dios”.
La historia de los Can�eld y muchas otras como esta me han ayudado a apreciar la letra de una
sencilla pero profunda canción de la Primaria:
El arroyito da
de sus aguas al pasar.
Pequeño es, mas por donde va
a las plantas vida da.
Sí, cada uno de nosotros es pequeño, pero al apresurarnos juntos a dar a Dios y a nuestros
semejantes, dondequiera que vayamos, podemos enriquecer y bendecir la vida de otras personas.
La tercera estrofa de esa canción no es tan conocida, pero concluye con esta amorosa invitación:
Dad, pues, cual Cristo dio,
todos pueden algo dar.
Jesús nos da su feliz sostén;
niños, demos hoy también16.
Queridos hermanos y hermanas, al vivir por Dios y por los demás al dar de nuestros medios,
nuestro tiempo, y sí, incluso de nosotros mismos, estamos dejando el mundo un poco más verde,
dejando a los hijos de Dios un poco más felices y, en el proceso, llegando a ser un poco más santos.
Que el Señor los bendiga en abundancia por los sacri�cios que le dan tan libremente.
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Testi�co que Dios vive. “[S]u nombre es Hombre de Santidad”17. Jesucristo es Su Hijo y toda
buena dádiva viene de Él18. Ruego que, mediante Su gracia y la observancia de nuestros convenios
mediante el sacri�cio, seamos santi�cados y siempre demos más amor y santidad al Señor19. En el
sagrado nombre de Jesucristo. Amén.
Notas
1. Véase Informe de la ACNUR titulado “Tendencias globales: Desplazamiento forzado en
2020”, unhcr.org.
2. La palabra sacri�cio se deriva del latín sacri�cium, que se compone de las dos raíces
latinas sacer y facere, según el Diccionario Merriam-Webster (véase merriam-webster.com).
La palabra sacer signi�ca “sagrado” o “santo”, y la palabra facere signi�ca “hacer o
realizar” según el Latin English Dictionary (véase latin-english.com).
3. Guía para el Estudio de las Escrituras, “Sacri�cio”, scriptures.ChurchofJesusChrist.org.
4. Oseas 6:6; véase nota a al pie de página, indicando que misericordia en Hebreo signi�ca
“caridad” o “bondad amorosa”. Véase también Mateo 9:10–13; 12:7.
5. Véase Levítico 11:44.
6. Véase Moroni 7:47.
7. Véase Mosíah 5:13.
8. 1 Corintios 13:3; véase también Mosíah 2:21.
9. Véase 2 Corintios 5:17.
10. 3 Ne� 9:20, cursiva agregada; véase también el versículo 19.
11. La palabra corazón se agrega aquí como sinónimo de voluntad.
12. Neal A. Maxwell, “…Absorbida en la voluntad del Padre”, Liahona, enero de 1996, pág.
24 cursiva agregada. Véanse también Omni 1:26; Romanos 12:1.
13. Véase Moroni 10:3.
14. Consagrar signi�ca “declarar o apartar como sagrado”, según el American Heritage
Dictionary.
15. Véase Mateo 22:36–40.
16. “El arroyito da”, Canciones para los niños, págs. 116–117.
17. Moisés 6:57.
18. Véase Moroni 10:18.
19. Véase Doctrina y Convenios 97:8.
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/gs/sacrifice?lang=spa
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/ot/hosea/6.6?lang=spa#p6
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/nt/matt/9.10-13?lang=spa#p10
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/nt/matt/12.7?lang=spa#p7
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/ot/lev/11.44?lang=spa#p44
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/bofm/moro/7.47?lang=spa#p47
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/bofm/mosiah/5.13?lang=spa#p13
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/nt/1-cor/13.3?lang=spa#p3
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/bofm/mosiah/2.21?lang=spa#p21
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/nt/2-cor/5.17?lang=spa#p17
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/bofm/3-ne/9.20?lang=spa#p20
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/bofm/3-ne/9.19?lang=spa#p19
https://www.churchofjesuschrist.org/study/general-conference/1995/10/swallowed-up-in-the-will-of-the-father?lang=spa
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/bofm/omni/1.26?lang=spa#p26
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/nt/rom/12.1?lang=spa#p1
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/bofm/moro/10.3?lang=spa#p3
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/nt/matt/22.36-40?lang=spa#p36
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/pgp/moses/6.57?lang=spa#p57
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/bofm/moro/10.18?lang=spa#p18
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/dc-testament/dc/97.8?lang=spa#p8

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