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Nuestro Salvador personal

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2/11/23, 23:30 Nuestro Salvador personal
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Nuestro Salvador personal
Por el élder Michael John U. Teh
De los Setenta
Debido a Su sacri�cio expiatorio, el Salvador tiene poder para limpiar, sanar y fortalecernos uno por
uno.
Agradezco estar con ustedes en esta maravillosa mañana de Pascua. Al pensar en la Pascua de
Resurrección, me gusta repetir en la mente las palabras que dijeron los ángeles a quienes se
encontraban en el sepulcro del huerto: “¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está
aquí, sino que ha resucitado”1. Testi�co que Jesús de Nazaret resucitó, y que vive.
¿Qué pensáis del Cristo?
Hace treinta y cuatro años, mi compañero de misión y yo conocimos y enseñamos a un hombre de
gran intelecto, que era un escritor que colaboraba en el periódico local de la ciudad de Davao,
Filipinas. Disfrutamos enseñarle, ya que tenía muchas preguntas y era muy respetuoso de nuestras
creencias. La pregunta más sobresaliente que nos hizo fue: “¿Qué pensáis del Cristo?”2 . Por
supuesto, compartimos con emoción nuestros sentimientos y testi�camos de Jesucristo. Más
adelante, publicó un artículo del mismo tema que contenía palabras y frases maravillosas en cuanto
al Salvador. Recuerdo que estaba impresionado, pero no necesariamente me sentía elevado. Tenía
buena información, pero se sentía vacío y carecía de poder espiritual.
Llegar a conocerlo cada vez más
“¿Qué pensáis del Cristo?”. Estoy descubriendo que la profundidad con la que yo conozca al
Salvador in�uye de manera signi�cativa en mi capacidad para escucharlo, así como en la manera
en la que respondo. Hace algunos años, el élder David A. Bednar hizo las siguientes preguntas
como parte de su discurso: “¿Sabemos solamente acerca del Salvador o estamos llegando a
conocerlo cada vez más? ¿Cómo llegamos a conocer al Señor?”3.
Al estudiar y meditar, llegué al entendimiento claro de que lo que sabía en cuanto al Salvador
sobrepasaba en gran medida a cuánto lo conocía en realidad. Entonces decidí esforzarme más por
conocerlo. Estoy muy agradecido por las Escrituras y los testimonios de hombres y mujeres �eles
que son discípulos de Jesucristo. Mi propia travesía me ha llevado en los últimos años a muchos
caminos de estudio y descubrimiento. Ruego que el Espíritu Santo les transmita hoy un mensaje
mucho mayor al de las palabras insu�cientes que he escrito.
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2/11/23, 23:30 Nuestro Salvador personal
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Primero, debemos reconocer que conocer al Salvador es el esfuerzo más importante de nuestra vida
y que debe tener prioridad sobre cualquier otra cosa.
“Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has
enviado”4.
“Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí”5.
“Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la
vida”6.
Segundo, al llegar a conocer cada vez más al Salvador, los pasajes de las Escrituras y las palabras
de los profetas se vuelven tan profundamente signi�cativos para nosotros que se convierten en
nuestras propias palabras. No se trata de copiar las palabras, los sentimientos y las experiencias de
los demás, sino de llegar a saber por nosotros mismos, en nuestra propia y única manera, al
experimentar con la palabra7 y recibir un testimonio del Espíritu Santo. Como el profeta Alma
declaró:
“¿No suponéis que sé de estas cosas yo mismo? He aquí, os testi�co que yo sé que estas cosas de que
he hablado son verdaderas. Y, ¿cómo suponéis que yo sé de su certeza?
“He aquí, os digo que el Santo Espíritu de Dios me las hace saber. He aquí, he ayunado y orado
muchos días para poder saber estas cosas por mí mismo. Y ahora sé por mí mismo que son
verdaderas; porque el Señor Dios me las ha manifestado por su Santo Espíritu; y este es el espíritu
de revelación que está en mí”8.
Tercero, llegar a comprender cada vez más que la expiación de Jesucristo se aplica a nosotros de
manera personal e individual nos ayudará a conocerlo. Con frecuencia, nos es más sencillo pensar y
hablar de la expiación de Cristo en términos generales que reconocer su relevancia personal en
nuestra vida. La expiación de Jesucristo es in�nita y eterna, lo abarca todo en su amplitud y
profundidad, pero es totalmente personal e individual en sus efectos. Debido a Su sacri�cio
expiatorio, el Salvador tiene poder para limpiar, sanar y fortalecernos uno por uno.
El único deseo del Salvador, Su único propósito desde el principio, era hacer la voluntad del
Padre. La voluntad del Padre era que Él ayudara a “[l]levar a cabo la inmortalidad y la vida eterna
del hombre”9 al llegar a ser nuestro “abogado […] para con el Padre”10. Por tanto, “aunque era
Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; y habiendo sido perfeccionado, vino a ser el
autor de eterna salvación para todos los que le obedecen”11.
“Y él saldrá, sufriendo dolores, a�icciones y tentaciones de todas clases […].
“Y tomará sobre sí la muerte, para soltar las ligaduras de la muerte […] y sus debilidades tomará él
sobre sí, para que sus entrañas sean llenas de misericordia […], a �n de que según la carne sepa
cómo socorrer a los de su pueblo, de acuerdo con las debilidades de ellos.
“… el Hijo de Dios padece según la carne, a �n de tomar sobre sí los pecados de su pueblo, para
borrar sus transgresiones según el poder de su liberación”12 .
Me gustaría compartir una experiencia sencilla que muestra la lucha que en ocasiones tenemos para
aceptar la naturaleza personal de la expiación del Señor.
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Hace algunos años, por invitación de mi líder directo, leí el Libro de Mormón de principio a �n y
marqué los versículos que hacían referencia a la expiación del Señor. Mi líder también me invitó a
preparar un resumen de una página de lo que había aprendido. Pensé: “¿Una página? ¡Por
supuesto!, eso es fácil”. Sin embargo, para mi sorpresa, la tarea fue sumamente difícil y fallé.
Desde entonces me he dado cuenta de que fallé porque no comprendía e hice suposiciones
incorrectas. Primero, yo esperaba que el resumen fuera inspirador para todos. El resumen era
solamente para mí, para nadie más. Se suponía que captaría mis sentimientos y emociones respecto
al Salvador y lo que Él ha hecho por mí, para que cada vez que yo lo leyera, me recordara
experiencias espirituales maravillosas, conmovedoras y personales.
Segundo, yo esperaba que el resumen fuera espléndido y elaborado, y que tuviera frases y palabras
grandiosas. Nunca tuvo que ver con palabras grandiosas. Se suponía que debía ser una declaración
de convicción clara y simple. “Porque mi alma se deleita en la claridad; porque así es como el Señor
Dios obra entre los hijos de los hombres. Porque el Señor Dios ilumina el entendimiento”13.
Tercero, yo esperaba que fuera perfecto; que fuera un resumen que no se pudiera superar, un resumen
de�nitivo al que no se pueda ni se deba agregar más, en vez de una obra en curso a la que se le
puede agregar una palabra aquí o una frase allá a medida que aumenta mi comprensión de la
expiación de Jesucristo.Testimonio e invitación
Cuando era joven, aprendí mucho al conversar con mi obispo. En esa tierna edad, aprendí a amar
estas palabras de un himno predilecto:
Asombro me da el amor que me da Jesús.
Confuso estoy por Su gracia y por Su luz,
y tiemblo al ver que por mí Él Su vida dio;
por mí, tan indigno, Su sangre Él derramó.
Cuán asombroso es que por amarme así
muriera Él por mí.
Cuán asombroso es lo que dio por mí14.
El profeta Moroni nos invitó: “Y ahora quisiera exhortaros a buscar a este Jesús de quien han
escrito los profetas y apóstoles”15.
El presidente Russell M. Nelson prometió que “[s]i aprende[mos] todo lo que p[odamos] acerca de
Jesucristo […], nuestra capacidad de alejar[nos] del pecado aumentará; [nuestro] deseo de guardar
los mandamientos se intensi�cará”16.
En este domingo de Pascua de Resurrección, así como el Salvador salió de Su tumba de piedra, es
mi ruego que despertemos de nuestro letargo espiritual y nos elevemos por encima de las nubes de
duda, de las garras del temor, de la embriaguez del orgullo y del adormecimiento de la
autocomplacencia. Jesucristo y el Padre Celestial viven. Testi�co de Su amor perfecto por nosotros.
En el nombre de Jesucristo. Amén.
Notas
2/11/23, 23:30 Nuestro Salvador personal
https://w w w.churchof jesuschrist.org/study/general-conference/2021/04/48teh?lang=spa 4/4
1. Lucas 24:5–6.
2. Mateo 22:42.
3. David A. Bednar, “Si me conocierais”, Liahona, noviembre de 2016, pág. 103.
4. Juan 17:3.
5. Juan 14:6.
6. Juan 8:12.
7. Véase Alma 32:27.
8. Alma 5:45–46.
9. Moisés 1:39.
10. 1 Juan 2:1.
11. Hebreos 5:8–9.
12. Alma 7:11–13.
13. 2 Ne� 31:3.
14. “Asombro me da”, Himnos, nro. 118.
15. Éter 12:41.
16. Russell M. Nelson, “Los profetas, el liderazgo y la ley divina”, (devocional mundial para
jóvenes adultos, 8 de enero de 2017), broadcasts.ChurchofJesusChrist.org.
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/nt/luke/24.5-6?lang=spa#p5
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/nt/matt/22.42?lang=spa#p42
https://www.churchofjesuschrist.org/study/general-conference/2016/10/if-ye-had-known-me?lang=spa
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/nt/john/17.3?lang=spa#p3
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/nt/john/14.6?lang=spa#p6
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/nt/john/8.12?lang=spa#p12
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/bofm/alma/32.27?lang=spa#p27
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/bofm/alma/5.45-46?lang=spa#p45
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/pgp/moses/1.39?lang=spa#p39
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/nt/1-jn/2.1?lang=spa#p1
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/nt/heb/5.8-9?lang=spa#p8
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/bofm/alma/7.11-13?lang=spa#p11
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/bofm/2-ne/31.3?lang=spa#p3
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/bofm/ether/12.41?lang=spa#p41
https://www.churchofjesuschrist.org/study/broadcasts/worldwide-devotional-for-young-adults-an-evening-with-president-nelson/2017/01/prophets-leadership-and-divine-law?lang=spa

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