Varios autores-Santo Santo Santo

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Robert Godfrey, Steven J. Lawson RC Sproul, RC Sproul Jr., Derek WH
Tomás
Thabiti Anyabwile, Alistair Begg, DA Carson Sinclair B. Ferguson, W.
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Ferguson ............................................. 13
en
Satisfecho .................................................. 55
.............................................
..........................................................
..........................................................
107
4. "El Aliento del Todopoderoso": La Santidad del Espíritu Alistair Begg
1. "Yo soy el Señor": El único Dios RCSproul
W. Robert Godfrey ............................................. 91
29
viii
................................................
.............................................
5. "Traición cósmica": el pecado y la santidad de Dios Thabiti
6. "Una nación santa": el alto llamado de la Iglesia DA Carson
..........................................................
3. "El Santo de Dios": La Santidad de Jesús Steven J
Tomás
9. "Entrenar a un niño": Caminar juntos con el Dios Santo RC Sproul Jr.
8. "Seréis santos": La necesidad de la santificación Derek WH
1
Prefacio
2. "Santificado sea tu nombre": La Santidad del Padre Sinclair B.
39
7. "Heridos por nuestras transgresiones": la santidad de Dios y la cruz
............................................
..........................................
119
73
Lawson
Colaboradores
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133
147
10. "Un fuego consumidor": Santidad, ira y justicia RCSproul
..........................................................
Índice de las Escrituras .............................................
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Se publicó EDICIÓN de mi libro La Santidad de Dios. Han pasado más años que eso desde 
que enseñé por primera vez sobre este tema. Y han pasado más años aún desde que el tema 
de la santidad de Dios llamó mi atención por primera vez con una fuerza que nunca ha 
disminuido.
Creo que la iglesia necesita desesperadamente esta perspectiva como nunca antes.
HAN PASADO VEINTICINCO AÑOS DESDE LA PRIMERA
Estuve expuesto por primera vez a los grandes titanes de la historia de la iglesia cuando 
ingresé a la universidad. Allí me encontré con hombres como Atanasio, Anselmo, Tomás de 
Aquino, Martín Lutero, Juan Calvino, Jonathan Edwards, Charles Spurgeon y otros de ese tipo. 
Pronto vi que estos hombres diferían en algunos puntos de teología. Claramente tenían 
diferentes personalidades, dones y talentos. Pero descubrí un hilo que atravesaba las obras 
de todos estos hombres: estaban embriagados por un profundo sentido de la majestad y de la 
santidad de Dios.
En el comienzo mismo de su mayor obra, las Instituciones de la religión cristiana, Calvino 
comenta sobre nuestra tendencia perjudicial como seres humanos a mantener nuestra mirada 
fija en este plano terrestre: "Mientras no miremos más allá de la tierra, estando muy contentos 
con nuestra propia rectitud, sabiduría y virtud, nos halagamos a nosotros mismos de la manera 
más dulce y nos consideramos todos menos semidioses". Sin embargo, agregó, si levantamos 
una sola vez la mirada al cielo y contemplamos qué clase de ser es Dios, obtenemos una 
perspectiva muy diferente de nosotros mismos: "Lo que maravillosamente nos impresionó bajo 
el nombre de sabiduría apestará en su misma locura". Al levantar la mirada, llegamos a 
comprender el testimonio universal de los hombres santos en las páginas de la Sagrada 
Escritura, quienes, habiendo tenido un vislumbre momentáneo del carácter de Dios, fueron 
reducidos a temblar en el polvo y la ceniza.
Por eso sigo predicando, enseñando y proclamando la santidad de Dios, y por eso lo seguiré 
haciendo, si Dios quiere, hasta mi último aliento.
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Este libro es un reflejo de ese compromiso. Estos capítulos se originaron como 
conferencias en la Conferencia Nacional de Ministerios Ligonier de 2009 en Orlando.
Longwood, Florida
Clásicos, vols. XX-XXI, ed. John T. McNeill, trad. Batallas de Ford Lewis 
(Louisville: Westminster John Knox, 1960), 1.1.2.
-RC Sproul
1 Juan Calvino, Institutos de la Religión Cristiana, Biblioteca de Christian
Es mi oración que este libro levante su mirada también. Que seas revivido al 
contemplar de nuevo el carácter de nuestro Dios santo, que te lleve a una pasión 
abrumadora por Él. Entonces puedes llevar esa pasión por Su santidad a la iglesia y 
al mundo en general, que tanto necesita ver a Dios como realmente es.
Nota
El tema de esa conferencia fue "La Santidad de Dios". Al igual que en conferencias 
de Ligonier con temas similares en el pasado, los talentosos oradores dieron a los 
asistentes una visión más clara del Dios que adoramos y enseñaron poderosamente 
sobre las implicaciones de Su santidad. Creo que esos hermanos y hermanas se 
fueron con la mirada levantada a un plano superior.
enero 2010
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DA Carson es profesor investigador de Nuevo Testamento en Trinity Evangelical 
Divinity School en Deerfield, Illinois. Es un conferencista y maestro muy buscado, 
y es conocido en la iglesia por su excelencia en erudición y pasión por el evangelio 
bíblico. El Dr. Carson es autor de más de cuarenta y cinco libros, incluidos The 
Gagging of God, Bible and Truth, y el comentario sobre Matthew en la serie 
Expositors' Biblical Commentary.
Thabiti Anyabwile es pastor principal de la Primera Iglesia Bautista en Gran 
Caimán, Islas Caimán. El reverendo Anyabwile es un conferencista solicitado y 
autor de varios libros, entre ellos The Decline of African American Theology: From 
Biblical Faith to Cultural Captivity, The Faithful Preacher: Recapturing the Vision 
of Three Pioneering AfricanAmerican Pastors y What Is a ¿Miembro saludable de 
la iglesia?
Sinclair B. Ferguson es ministro principal de la histórica Primera Iglesia 
Presbiteriana en Columbia, Carolina del Sur. También se desempeña como 
profesor de teología sistemática en el Seminario Teológico Redeemer en Dallas, 
Texas, y como miembro docente de Ligonier Ministries. Es fideicomisario de la 
editorial Banner of Truth Trust y es miembro del consejo de Alliance of Confessing 
Evangelicals. Sus muchos libros incluyen Solo por gracia: Cómo me asombra la 
gracia de Dios, El Espíritu Santo, Crecer en gracia, Estudiemos Filipenses, John 
Owen sobre la vida cristiana, Solo en Cristo: Viviendo la vida centrada en el 
evangelio y, para niños , El Gran Libro de
Alistair Begg es pastor principal de Parkside Church en Cleveland, Ohio, y se le 
puede escuchar enseñando diariamente en el programa de radio Truth for Life. El 
Dr. Begg se ha desempeñado en el ministerio pastoral durante más de treinta 
años y ha escrito numerosos libros, incluidos La mano de Dios, Amor duradero y 
Hecho para su placer.
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R C. Sproul Jr. se desempeña como miembro docente de Ligonier Ministries. 
Plantóla Iglesia Presbiteriana de San Pedro en el suroeste de Virginia y es el 
fundador, presidente y maestro de Highlands Ministries. El Dr. Sproul viaja
RC Sproul es reconocido en toda la iglesia por su proclamación articulada y 
cautivadora de la santidad de Dios y otras doctrinas esenciales de la fe cristiana. 
Como fundador y presidente de Ligonier Ministries, sus enseñanzas se pueden 
escuchar en el programa Renewing Your Mind, que está disponible en cientos 
de estaciones de radio en los Estados Unidos y en cincuenta países de todo el 
mundo. El Dr. Sproul también se desempeña como rector de la Academia 
Ligonier de Estudios Bíblicos y Teológicos y como ministro principal de 
predicación y enseñanza en Saint Andrew's en Sanford, Florida. Es autor de 
más de setenta libros, incluidos La santidad de Dios, La verdad de la cruz, 
Verdades que confesamos y Los relámpagos.
Godfrey ha escrito varios libros, incluidos An Unexpected Journey, Reformation 
Sketches y Pleasing God in Our Worship.
Preguntas y Respuestas y El Gran Libro de Preguntas y Respuestas Acerca de 
Jesús.
Steven J. Lawson es pastor principal de la Iglesia Bautista Christ Fellowship en 
Mobile, Alabama. Es miembro de la junta ministerial del Seminario Teológico 
Reformado y de la junta directiva de The Master's College and Seminary, y es 
miembro docente de Ligonier Ministries. El Dr. Lawson es autor de muchos 
libros, entre ellos Famine in the Land, Foundations of Grace, The Expository 
Genius of john Calvin y The Unwavering Resolve of Jonathan Edwards.
W Robert Godfrey es presidente y profesor de historia de la iglesia en 
Westminster Seminary California en Escondido, California. Ha enseñado en 
muchas universidades y seminarios, y habla con frecuencia en conferencias 
cristianas en todo el país. Profesor asociado de Ligonier Ministries y miembro 
del Consejo de la Alianza de Evangélicos Confesantes, el Dr.
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extensamente como conferencista y ha escrito varios libros, incluyendo 
Believing God, Tearing Down Strongholds, When You Rise Up, Bound for Glory 
y Biblical Economics.
Derek W H. Thomas es profesor de teología práctica y sistemática en el 
Seminario Teológico Reformado en Jackson, Mississippi. También es ministro 
de enseñanza en la Primera Iglesia Presbiteriana en Jackson, Mississippi, y 
director editorial de Alliance of Confessing Evangelicals. Entre los muchos 
libros del Dr. Thomas se encuentran Dios fortalece: Ezequiel debidamente 
explicado, Buscando sabiduría y Enseñanza de Calvin sobre el trabajo.
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Así ha dicho Jehová a su ungido, a Ciro, a quien tomé yo de la mano derecha, 
para someter delante de él naciones, y desatar cinturones de reyes, para abrir 
delante de él puertas que no se cierren: Yo iré delante de ti y allanaré los 
lugares elevados.Haré pedazos las puertas de bronce y cortaré las barras de 
hierro.Os daré los tesoros de las tinieblas y los tesoros en lugares secretos, 
para que sepáis que soy yo, el SEÑOR, el Dios de Israel, que te llamo por tu 
nombre. Por amor de mi siervo Jacob, y de Israel mi escogido, te llamo por tu 
nombre, te nombro, aunque no me conoces. Yo soy el SEÑOR, y hay no hay 
otro, fuera de mí no hay Dios. Yo os habilito, aunque no me conozcáis, para 
que la gente sepa, desde el nacimiento del sol y desde el occidente, que no 
hay nadie fuera de mí; yo soy el SEÑOR, y no hay otra. Yo formo la luz y creo 
las tinieblas, Yo hago el bienestar y creo la calamidad, Yo soy el SEÑOR, que 
hago todas estas cosas. Lluvia, oh cielos, desde lo alto, y que las nubes 
derramen justicia; ábrase la tierra, para que den fruto la salvación y la justicia; 
y que la tierra los haga brotar a ambos; Yo, el SEÑOR, lo he creado".
Al COMENZAR NUESTRA CONSIDERACIÓN DE LA SANTIDAD DE DIOS, me 
gustaría examinar una breve porción del libro de Isaías, pero no es de Isaías 6, del 
cual a menudo he enseñado acerca de la santidad de Dios. Quiero mirar en cambio a 
Isaías 45:1-8:
Este es uno de los textos más extraños que encontramos en cualquier parte de la 
Sagrada Escritura. Es un mensaje de revelación divina de Dios a un hombre llamado 
Ciro, que aún no vivía cuando se dio este mensaje. En el momento de este
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Por amor de mi siervo Jacob, y de Israel mi escogido, te llamo por tu nombre, te nombro, 
aunque tú no me conoces" (vv. 3b-4). En otras palabras, Dios dice: "Voy para hacer esto, 
Ciro, para que sepas quién soy, para que sepas que yo soy el Señor Dios de Israel. Pero 
en última instancia, esto no será solo por ustedes, sino por el bien de Mi pueblo, Israel".
¿Por qué Dios va a hacer esto? Le dice claramente a Ciro: "Para que sepas que soy 
yo, el SEÑOR, el Dios de Israel, que te llamo por tu nombre.
En ningún otro lugar de las Escrituras encontramos este título usado para alguien fuera 
de Israel.
profecía, Israel estaba en medio de su cautiverio babilónico, subyugado por el imperio 
más poderoso sobre la faz de la tierra. Pero el mensaje de este texto no está dirigido a 
alguien de Babilonia. Está dirigido a un futuro rey del Imperio Persa/Medo, que derrotaría 
a los babilonios y finalmente liberaría al pueblo de Israel para que regresara a su tierra 
natal.
Lo que sigue no es menos sorprendente. Dios dice a Ciro: "Así dice el Señor a Ciro, a 
quien tomé de la mano derecha, para someter delante de él a naciones y desatar los 
cinturones de reyes, para abrir delante de él puertas de modo que no se cierren: 'Yo iré 
delante de él. y allanaré los lugares elevados, haré pedazos las puertas de bronce y haré 
pedazos los cerrojos de hierro, os daré los tesoros de las tinieblas y los tesoros en lugares 
secretos” (vv. 1-3a). En efecto, Dios está diciendo: "Yo soy el Señor Dios. Te he ungido e 
iré delante de ti. Te daré el poder en tus ejércitos para arrasar las fortalezas que gobiernan 
el mundo ahora mismo. Tomaré tu brazo derecho en mi brazo derecho. Romperé las 
barras y los escudos de bronce. Te daré tesoros". La lista de cosas que Dios promete 
hacer sigue y sigue.
En este pasaje, Dios comienza diciendo que está hablando "a su ungido, a Ciro". Este 
versículo escandalizó al pueblo judío, que estaba asombrado de que Dios llamara a un 
futuro rey gentil Su "ungido".
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Trato de imaginar lo que podría haber pasado por la mente de Ciro cuando 
escuchó esta profecía por primera vez, particularmente cuando llegamos al estribillo 
que aparece tres veces en este capítulo: "Yo soy el Señor, y no hay otro" ( W. 5a, 6b, 
18b). Me imagino a Ciro escuchando estas palabras de esta deidad extranjera, quien 
declara que Él es el Señor y que le gustaría hablar con Ciro. Tal vez este rey gentil 
pensó para sí mismo: "Oh, Yahweh... sí, él es el Señor de Israel. Pero yo soyCiro, 
señor de Persia. Así que supongo que a esta deidad de Israel le gustaría tener una 
reunión cumbre conmigo para que el dos de nosotros podemos sentarnos y planificar 
mi futura campaña militar".
Juan Calvino, el gran teólogo de la Reforma protestante, hizo una vez un 
comentario que aprecio: "Permitamos, digo, que el cristiano abra su mente y sus 
oídos a todas las palabras de Dios que están dirigidas a
Tal vez eso fue lo que Cyrus pensó al principio. Pero Dios no le permitió retener 
ese pensamiento, y agregó: "fuera de mí no hay Dios" (v. 5b). ¿Ese sonido te es 
familiar? ¿Recuerda haber escuchado algo así de la pluma de Moisés? ¿Qué tal 
Éxodo 20:2-3: "Yo soy el Señor tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa 
de servidumbre. No tendrás otros dioses delante de mí"?
Estas declaraciones de Dios a Ciro afirman la unicidad de Dios. En el resto de 
este capítulo, quiero considerar brevemente lo que es único en el Dios de la Biblia.
él, siempre que lo haga con esta moderación, a saber. que cada vez que el Señor 
cierra [Su] boca sagrada, también desiste de indagar”.1 Esa fue la advertencia de 
Calvino contra las especulaciones desenfrenadas acerca de la verdad de Dios. Pero 
a pesar de la influencia que esa advertencia ha tenido en mi vida, no puedo resistir 
algunas especulaciones aquí Así que con mis disculpas al reformador magisterial 
Juan Calvino, voy a especular por un segundo.
Negación y Eminencia
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todo lo demás en el universo creado. El significado secundario tiene que ver con Su 
pureza, Su perfección en justicia, que contemplamos regularmente. En ese sentido, 
la santidad es un atributo comunicable. Sabemos que esto es así porque Él dice: "Sed 
santos, porque yo soy santo" (Lev. 11:44). Pero la santidad no puede ser un atributo 
comunicable en su significado primario, porque describe algo acerca de Dios que tú 
y yo no podemos poseer en este mundo ni en el venidero. Se refiere a Su naturaleza 
trascendente y divina, el sentido en el que Él es "otro" de nosotros.
Una segunda forma en que usamos la forma de negación para describir a Dios es 
con el término inmutable. Cuando decimos que Dios es inmutable, simplemente 
queremos decir que Él "no es mutable". Nada define más directamente la existencia 
de las criaturas que el fenómeno del cambio. Desde que tomó este libro y
El término santo tiene dos referencias comunes. El primer y principal significado del 
término se refiere a la alteridad de Dios, el sentido en el que Él es diferente de Dios.
En la teología sistemática, cuando tratamos de exponer nuestra doctrina de Dios 
y detallar los atributos de Dios, luchamos con las limitaciones del lenguaje humano. 
Históricamente, los teólogos de la iglesia se han basado en tres métodos distintos 
para describir el ser y el carácter de Dios. Uno de los métodos más comunes, y 
ciertamente el favorito de Agustín, es lo que llamamos vía negationis o vía negativa, 
la "vía de la negación". Sencillamente, la vía de la negación define algo diciendo lo 
que no es.
Hay varias maneras en que usamos este método en teología. Solo mencionaré 
dos de ellos de pasada. Primero, cuando hablamos de Dios, decimos que Él es 
infinito. Eso simplemente significa que Dios "no es finito". Somos finitos, y ser finito es 
tener límites. Hay un borde, un límite, en la esfera en la que vivimos, nos movemos y 
tenemos nuestro ser (Hechos 17:28). Podemos estar en un solo lugar a la vez. Pero 
Dios no está atado por las fronteras de la condición de criatura. Él no es finito. Él es 
infinito. Si enviáramos naves espaciales para sondear los lugares más profundos del 
universo, no importa cuán lejos vayamos, no llegaríamos al final de Dios, porque no 
hay final para un ser que es infinito.
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De manera similar, todos experimentamos el ejercicio del poder a nivel de criatura. A 
veces nos sentimos abrumados por la manifestación, por ejemplo, del poder de la 
naturaleza, como cuando los terremotos golpean a los países en desarrollo.
Empecé a leerlo, has cambiado. El cambio puede ser imperceptible, pero al menos 
eres unos minutos más viejo. Has cambiado, porque ese es el atributo que define a 
todos los objetos y criaturas creados. Vivimos en un mundo que cambia 
constantemente, pero no podemos aplicar esa categoría a Dios. Él es el mismo hoy 
como lo fue ayer y lo será mañana. Uno de los conceptos más reconfortantes en toda 
la Sagrada Escritura sobre el carácter y la naturaleza de Dios es que Él es inmutable: 
no está sujeto a cambios en Su persona o en Su comportamiento, es decir, Su mismo 
ser.
Vemos el poder de un tsunami o de una erupción volcánica. Los inventos del poder 
humano, como la bomba atómica, aturden la mente. Estas cosas son potentes en 
términos humanos, pero son disparates comparados con el poder de Dios, quien es 
todopoderoso u omnipotente. El atributo de omnipotencia define a Dios porque solo 
Dios tiene todo el poder. Él es único en estos aspectos. "Yo soy el LoiD, no hay otro".
Afirmaciones de singularidad
Otra forma común en que definimos a Dios es por lo que se llama la vía emi 
nentia, o "vía de eminencia". Es decir, tomamos categorías normales, humanas, 
terrenales y las exaltamos al grado "enésimo". Por ejemplo, decimos que una de las 
cosas que poseemos los seres humanos es la capacidad de aprender, de acumular 
conocimientos. Los colaboradores de este libro son hombres extraordinariamente 
bien informados, pero ninguno de ellos tiene todo el conocimiento. En otras palabras, 
poseemos elementos de la ciencia, pero Dios posee toda la ciencia u omnisciencia.
Además del camino de la negación y del camino de la eminencia, existe la vía 
afirmativa, el "camino de la afirmación". Nuevamente, les daré solo dos ilustraciones 
para mostrar cómo usamos este método para definir la unicidad del Dios santo. Lo 
usamos cuando decimos que Dios, y solo Dios, es "autoexistente"
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La nada es tan evidentemente la ausencia de algo que los filósofos ni siquiera 
pueden hablar de lo que es, sino de lo que no es. Pero en las categorías más básicas, 
la nada es la ausencia del ser. Como he dicho hasta que mi congregación se cansó 
de escucharlo, si alguna vez hubo un tiempo en que nada existió, ¿qué podría existir 
ahora? Nada. Pero si algo existe
Fue entonces cuando finalmente llegué a comprender su significado. Resultó que 
nada era lo que hacía en la escuela todos los días. Llegaba a casa y yo decía: "¿Qué 
hiciste hoy en la escuela?" y él decía: "Nada".
Cuando la NASA lanzó por primera vez el telescopio espacial Hubble, escuché un 
comentario de un famoso astrofísico cuyo nombre reconocerías. Dijo: "Estoy 
entusiasmado con el lanzamiento del Telescopio Hubble porque vamos a aprender 
todo tipo de cosas sobre los orígenesdel universo, que explotó y se formó hace entre 
doce y dieciocho mil millones de años". Conducía cuando escuché estos comentarios 
en la radio y casi me pierdo. Mis manos salieron del volante. Simplemente no podía 
creer que este eminente científico hubiera dicho que el universo había "explotado". 
¿Qué era antes de que explotara? En las categorías históricas, el ser es la antítesis 
del no ser, y el no ser es sinónimo de nada.
y "eterno". Estas afirmaciones nos llevan a los límites extremos de nuestra capacidad 
de comprender quién es Dios.
¿Qué es nada? En todos mis años de investigación filosófica, nunca encontré una 
definición adecuada de nada, hasta que RC Jr. fue a la escuela secundaria.
De todos los términos teológicos que se han usado para describir a Dios en los 
tomos teológicos de la historia, uno me da escalofríos tan fuertes que apenas puedo 
escribirlo en la pizarra del salón de clases sin sentirme abrumado. Es la palabra 
aseidad. Si hay alguna palabra en el idioma inglés que capte la alteridad de Dios, es 
la palabra aseidad. Significa "auto-existencia". Dios, y solo Dios, tiene el poder de ser 
en y por sí mismo.
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Nunca hubo un momento en que Él no estuviera. Derivó Su ser no de algo anterior a 
Él o algo fuera de Él, sino de Sí mismo. Él tiene el poder de ser en y por Sí mismo. 
Ojalá todos tuvieran la oportunidad de adentrarse en las profundidades de las 
indagaciones de la filosofía occidental para explorar el concepto de ser, porque no 
hay nada más profundo que decir de Dios que lo que Él dice de Sí mismo cuando se 
revela con el nombre de "Yo". SOY EL QUE SOY" (Ex. 3:14).
ahora, eso les dice indiscutiblemente que nunca hubo un tiempo en que no hubo 
nada, ni hace doce mil millones de años, ni hace dieciocho mil millones de años, ni 
hace dieciocho billones de años.
Este fue el mensaje que Dios le comunicó a Ciro cuando dijo: "Yo soy el LoiD, y 
no hay otro". Decía: "Solo Yo, Ciro, tengo el poder de estar dentro de mí mismo. 
Separado de Mí, Ciro, no podrías existir ni un segundo. No podrías vivir separado de 
Mi ser, porque es en Mí que vives y te mueves y tienes tu ser. Yo soy el Señor, no 
hay otro".
Ontológica y Lógicamente Necesario
Todo lo que conocemos, incluido el universo mismo, tuvo un comienzo, lo que 
significa que es contingente, derivado, dependiente de algo fuera de sí mismo para 
darle existencia, excepto Dios. Dios no fue creado.
Tomás de Aquino legó al mundo occidental todo tipo de argumentos bien conocidos 
a favor de la existencia de Dios, algunos de los cuales han sido ignorados 
descaradamente por los evangélicos modernos, para su empobrecimiento. Pero creo 
que el argumento más convincente fue, en primer lugar, el ens necessarium, la idea 
de que Dios posee un "ser necesario". Sólo él tiene el ser que es necesario. ¿Qué 
significa eso? Tal vez debería preguntar: "¿Qué significa eso más allá del mundo?" 
porque no hay nada en este planeta o en este universo aparte de Dios que posea el 
ser necesario.
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Pero lo que se ha perdido casi por completo en nuestros días es la verdad de que 
Su ser no solo es ontológicamente necesario, sino lógicamente necesario. No hay 
ninguna razón que pueda ofrecer por qué RC Sproul debería existir. Hubo un tiempo 
en que yo no existía. Hubo un tiempo en que no existías. Ni tú ni yo podemos reclamar 
ninguna necesidad lógica para nuestra existencia. Pero no sólo Dios es ontológicamente 
necesario, hay que despedirse de la razón, aparcar la racionalidad en el aparcamiento 
y depositar allí la certeza científica en cuanto se empieza a explorar la idea de que 
Dios no existe. Tienes que dejar de pensar lógicamente para argumentar que el 
universo surgió por sí mismo, de la nada. Cuando hablas así, en nombre de la ciencia, 
acabas de
Uno de mis himnos favoritos es "And Can It Be That I Should Gain" de Charles 
Wesley. Me encanta ese himno, excepto por una pequeña parte. El estribillo hace la 
pregunta: "¿Cómo puede ser que tú, Dios mío, mueras por mí?"
Podemos definir el ser necesario de dos maneras, ontológica y lógicamente.
Charles Wesley, qué vergüenza. ¿De verdad quieres decir que Dios murió en la cruz? 
¿Cómo podría Dios sufrir el fin de Su ser? Si el ser de Dios hubiera perecido en la 
cruz, la cruz habría perecido con Él. La colina fuera de Jerusalén se habría evaporado 
y Jerusalén se habría desvanecido junto con toda la creación, porque aparte del ser 
de Dios, nada puede existir por una fracción de segundo. No, Dios no murió. El Dios-
hombre murió. El Dios que tomó sobre Sí mismo una naturaleza humana murió en Su 
humanidad, pero la deidad no pereció en la cruz. Hablar de la muerte de Dios puede 
sonar genial en el himno de Wesley, pero es un pensamiento espantoso, porque Dios 
tiene un ser necesario, que no puede dejar de ser. Es ontológicamente necesario.
Tomás de Aquino argumentó a favor de ambos. La ontología es el estudio del ser o la 
ciencia del ser, así que cuando Tomás de Aquino dijo que Dios tiene un ser necesario, 
estaba diciendo que Dios es el tipo de ser que no puede no ser. Dios es quien es 
desde la eternidad y hasta la eternidad, y no puede ser otra cosa que lo que es. Si 
pudiera ser otra cosa de lo que es, tendría que cambiar, y si cambiara, dejaría de ser 
Dios.
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Este versículo ha creado problemas para las personas que confían en la versión 
King James, que traduce el versículo de esta manera: "Yo formo la luz y creo las 
tinieblas: Yo hago la paz y creo el mal: Yo, el Señor, hago todas estas cosas". Puedes 
ver la dificultad aquí. He tenido muchos estudiantes que vienen a mí con sus Biblias 
KJV y dicen: "Usted nos enseña que el a priori bíblico es que Dios no es el autor del 
mal y, sin embargo, aquí está, justo en mi Biblia: 'Yo soy el SEÑOR... Yo creo el mal.'
Eso no es ciencia, eso es una tontería. Eso es mitología. La lógica exige que si algo 
existe ahora, algo ha existido siempre, o tienes que elegir una alternativa irracional. A 
eso se refería Tomás de Aquino. Dios no sólo tiene un ser ontológicamente necesario, 
tiene un ser lógicamente necesario.
Bienestar y Calamidad
negociado en la ciencia por la ignorancia y la tontería. Nada podría ser más irracional 
que la idea de que algo surge de la nada.
Si bien este es un breve retrato de quién es Dios, tal como se presentó a sí mismo a 
Ciro, quiero que consideremos lo que Dios hace. Él dice: "Yo soy el Señor, y no hay 
otro, fuera de mí no hay Dios; os capacito, aunque no me conocéis, para que la gente 
sepa, desde el nacimiento del sol y desde el occidente, que fuera de mí no hay 
ninguno; yo soy el Señor y no hay otro" (vv.
Una vez leí un artículo de un físico ganador del premio Nobel, que decía quehabía llegado el momento de abandonar la antigua idea de que podemos explicar el 
origen del universo a través de la generación espontánea. A través de la investigación 
científica, dijo, ahora sabemos que las cosas no pueden surgir espontáneamente de 
la nada. Pero continuó diciendo: "Para que algo surja de la nada se requiere tiempo. 
No se puede sacar algo de la nada rápidamente".
5-6). Luego viene el versículo 7: "Yo formo la luz y creo las tinieblas, hago el 
bienestar y creo la calamidad, Yo soy el Señor, que hago todas estas cosas".
Tienes que tener paciencia. Tienes que esperar." Este es un acto de sacar un conejo 
de un sombrero, sin conejo, sin sombrero y sin mago.
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Creo que la razón de esa dicotomía es que no sabemos quién es Dios. El Dios de la religión 
popular no es santo. Él no es el Dios que se presenta aquí en Isaías, el Dios que trae el mercado 
alcista y el mercado bajista, que levanta reyes y los derriba.
al pueblo estadounidense que Dios podría haber tenido algo que ver con esa calamidad. Somos 
un pueblo que cree que Dios puede bendecir a una nación, pero nos negamos a aceptar la idea 
de que Dios puede juzgar a una nación.
Inmediatamente después de los devastadores ataques terroristas del 11 de septiembre de 
2001, aparecieron calcomanías en los parachoques que decían: "Dios bendiga a Estados 
Unidos". Al mismo tiempo, parecía como si todos en el mundo me preguntaran como teólogo: 
"¿Dónde estaba Dios el 11 de septiembre?" Dije: "Estaba en el mismo lugar que estaba el 10/9 y el 12/9.
Cuando eso sucede, explico que podemos mirar este texto en términos de las palabras 
empleadas o podemos mirarlo en términos de la estructura poética del pasaje, que resulta ser 
un caso de paralelismo, una forma literaria judía común. En este caso, es un paralelismo 
antitético. Dios hace la luz y Dios hace las tinieblas. Dios trae prosperidad y Dios trae maldad. 
Los términos son antitéticos. Son opuestos.
No se movió". Luego preguntaban: "¿Cómo puede Dios permitir que sucedan estas cosas?" Pat 
Robertson y Jerry Falwell dijeron imprudentemente que la destrucción que los terroristas 
causaron fue el juicio de Dios sobre los Estados Unidos. de la gente de este país y los medios 
de comunicación fue tan severa que Robertson y Falwell se retractaron de sus declaraciones.
La palabra hebrea que se traduce como "calamidad" en la versión estándar en inglés y 
como "mal" en la versión King James tiene una multitud de significados, que van desde comida 
que sabe desagradable hasta maldad moral completa. En este caso, el paralelismo y el contexto 
indican que Dios está diciendo: "Ciro, yo soy el Señor. No hay otro. Yo formo la luz. Yo traigo 
las tinieblas. Yo traigo el bienestar. Yo creo la calamidad".
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Cuando recibo esos comentarios, suelo decir: "O no entendiste La Santidad de Dios o 
no entendiste Elegido por Dios. El Dios que es santo es el Dios que es soberano. El Dios 
que es trascendente en Su majestad es el Señor omnipotente. Trae cosas buenas y trae 
cosas malas”. Job entendió eso cuando dijo: "Jehová dio, y Jehová quitó; bendito sea el 
nombre de Jehová" (Job 1:21b).
Nota
Los dos libros que he escrito que han recibido más respuesta son La santidad de Dios 
y Elegido de Dios. Mucha gente me ha dicho: "Sabes, tu libro La santidad de Dios 
simplemente me dejó boquiabierto. Me dio una visión exaltada de la majestad de Dios. 
Luego leí Elegido por Dios, pero ese no me gustó al principio". todos."
Este es el Dios con quien tenemos que tratar, nos guste o no.
Él es Dios, sólo Él. Eso es lo que le dijo a Ciro: "Yo soy el SEÑOR". Es posible que 
prefieras un dios diferente. Incluso podrías intentar diseñar uno. Pero no hay otro.
1 Juan Calvino, Los Institutos de la Religión Cristiana, trad. Henry Beveridge, edición 
revisada (Peabody, Mass.: Hendrickson Publishers, 2008), 3.21.3.
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Cuando Jesús hubo dicho estas palabras, levantó los ojos al cielo y dijo: "Padre, 
ha llegado la hora; glorifica a tu Hijo para que el Hijo te glorifique a ti, ya que le 
diste autoridad sobre toda carne para dar vida eterna". a todos los que le has 
dado. Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y 
a Jesucristo, a quien has enviado. Yo te glorifiqué en la tierra, habiendo 
cumplido la obra que me diste que hiciese. Y ahora, Padre, glorifícame en tu 
presencia con la gloria que tuve contigo antes que el mundo existiera... Todo lo 
mío es tuyo, y lo tuyo es mío, y yo soy glorificado en ellos. en el mundo, pero 
ellos están en el mundo, y yo vengo a ti. Padre Santo, guárdalos en tu nombre, 
que me has dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno...
Santifícalos en la verdad; tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, 
así los he enviado yo al mundo. Y por ellos yo me consagro [o santifico] a mí 
mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad. No pido 
solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra 
de ellos, para que todos sean uno, así como tú, oh Padre, estás en mí y yo en 
ti, que también ellos sean en nosotros. , para que el mundo crea que tú me 
enviaste... Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, 
también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado porque 
me has amado antes de la fundación del mundo. Oh Padre justo, aunque el 
mundo no te conoce, yo te conozco, y éstos saben que tú me enviaste. Les di 
a conocer tu nombre, y lo seguiré dando a conocer, que el amor
EL CAPÍTULO 17 DEL EVANGELIO DE JUAN nos lleva a un lugar santo donde Cristo 
nos presenta al Padre santo:
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Sin embargo, cuando hablamos de la santidad del Padre como Padre, debemos 
comenzar con Dios Trinidad. La santidad del Padre no es un atributo que adopta, por 
así decirlo, sólo cuando crea. Si Él es el Padre santo, lo es siempre, y ciertamente 
debe haberlo sido antes de todos los mundos en el misterio inefable del eterno ser y 
comunión de la Trinidad. Los padres de la iglesia expusieron esta relación en términos 
de lo que llamaron la perichoresis divina (del verbo griego perichoreo, "dar vueltas, 
dar vueltas, ir en sucesión"). El Padre, el Hijo y el Espíritu siempre están comprometidos 
en relaciones y compañerismo mutuamente dinámicos dentro de la unidad de Su 
trinidad. Dentro de esa relación, cada persona es "santa". Es tentador pensar que los 
serafines están constantemente asombrados en la presencia de Dios porque tienen 
el privilegio de sentir este misterio y sienten que no son aptos para contemplarlo sin 
la protección alada, por lo que claman: "Santo, santo, santo es Jehová de los 
ejércitos" (Isaías 6:3).
Es parte del misterio de la Encarnación,como lo expresa Juan en el prólogo de 
su Evangelio, que esta comunión permanezca ininterrumpida a lo largo del ministerio 
terrenal de nuestro Señor. El Logos (Verbo) está siempre "al lado del 
Padre" (literalmente "en el seno del Padre") y "lo ha dado a conocer" (literalmente "lo 
ha exégesis", Juan 1:18). Esto está subrayado en Juan 17:11 por la única aparición 
de las palabras "padre santo" en todo el Nuevo Testamento.
En muchos sentidos, sería mucho más fácil escribir sobre la santidad de Dios, de 
la cual las Escrituras tienen mucho que decir, que abordar el tema del Santo Padre. 
A decir verdad, no estamos realmente acostumbrados a pensar específicamente en 
la santidad del Padre como Padre. Esto en sí mismo subraya el hecho de que, a 
menudo, cuando hablamos de la santidad de Dios todavía estamos pensando de una 
manera centrada en el hombre en este sentido: hablamos de Él como "separado de 
nosotros". Pero entonces estamos pensando pensamientos centrados en nosotros 
mismos en lugar de en Él.
con que me has amado esté en ellos, y yo en ellos.” (vv. 1-5, 10-11, 17-21, 
24-26)
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La oración de nuestro Señor aquí llega no solo al punto más alto teológicamente 
en el Evangelio, sino también al punto más profundo emocional y afectivamente en Su 
vida y ministerio. En cierto sentido, Él está, como dice aquí, "ya no está en el 
mundo" (v. 11). La suerte está echada. Va a la cruz y al Padre. El apóstol Juan registra 
palabras aquí que no registra a Jesús diciendo en ningún otro lugar mientras nos 
presenta la conmovedora escena en la que Jesús derrama Su alma ante Su Padre 
celestial, deseando Su gloria en la presencia de Su Padre, deseando la bendición y la 
salvación de Su amados discípulos, y expresando su última voluntad y testamento: 
que toda la iglesia, a la cual él comprará con su sangre, le verá en su gloria (17:24).
Sería bastante desafiante preguntar, "¿Qué querríamos decir si nos dirigiéramos 
a Dios en oración como 'padre santo'?" Pero preguntar: "¿Qué quiso decir Jesús?" es 
entrar en lo que es, para la mayoría de nosotros, un territorio desconocido y sentir que 
tenemos un privilegio hasta ahora reservado a los serafines. Juan 17 es tierra santa 
y, al menos metafóricamente, debemos quitarnos los zapatos si queremos caminar 
sobre ella.
Con mayor intensidad, el Señor ora. Seis veces se dirige a Dios como Padre. Pero 
sólo una vez se forman en sus labios las palabras "Santo Padre". Esto es lo que los 
gramáticos llaman un "hapaxlegomenon", una palabra o declaración que se hace una 
vez en un cuerpo de literatura y no vuelve a aparecer.
Es un reto mental y espiritual para nosotros comprender lo que Jesús quiere decir 
cuando se dirige a Dios de esta manera. Tal vez la gran inmensidad de este título esté 
indicada por el hecho de que en su oración personal y en la oración colectiva dirigida 
por el liderazgo de su iglesia, este puede ser el modo de dirigirse a Dios que se usa 
con menos frecuencia (si es que se usa alguna vez): "Oh Padre santo ." Nos 
corresponde, por lo tanto, plantear suavemente este título, como si fuéramos 
conscientes de que somos niños y niñas pequeños a punto de explorar algo tan íntimo, 
tan sagrado, que estamos en peligro -como de hecho estamos en peligro- al explorar 
lo que significaba para Jesús decir, "Padre santo", y luego invitarnos a orar como
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Él revela misterios que luchan por comprender. Incluso entonces, Él dice: "Aún tengo muchas 
cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar" (16:12). Pero mientras eso es cierto, Él 
comienza a llevarlos, en comunión y en ministerio, a un conocimiento más profundo del inefable 
misterio de Dios Trinidad.
Esto emerge desde Juan 13 en adelante cuando Jesús comienza a enseñar a sus discípulos.
Nos ayuda a hacer esto cuando entendemos que el Evangelio de Juan se divide claramente en 
dos mitades. Los eruditos debaten acerca de dónde viene exactamente la división. Pero llega un 
punto en el capítulo doce cuando Jesús se retira del mundo y no hace más señales, excepto la 
manifestación de Su gran nombre, el "YO SOY". Así termina lo que algunos comentaristas han 
descrito como el "libro de las señales" (caps. 1-12), cuando Jesús se retira para revelar las 
verdades íntimas de la gracia a sus discípulos en lo que a veces también se llama el "libro de la 
gloria" (caps. 13-21).
lenguaje: "Cuando ores, di: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu 
nombre" (Lucas 11:2, NVI).
Esto, al menos para mí, es la evidencia definitiva de que para Juan la Trinidad no es la 
doctrina más especulativa y menos práctica, como a menudo parece ser para los cristianos de 
hoy. De hecho, si esto es lo que Jesús enseña a sus discípulos cuando Él, y ellos con Él, están 
bajo tanta presión, entonces esta debe ser la doctrina menos especulativa en la Biblia y, al final 
del día, debe ser la más práctico. Después de todo, si lo aman, no sólo querrán
Todo lector de los Evangelios es consciente de la diferencia de estilo entre los tres primeros 
(a menudo llamados Evangelios "sinópticos" porque comparten un enfoque y un punto de vista 
comunes) y el Evangelio de Juan. Juan Calvino resume esto inteligentemente cuando escribe 
que dado que todos los Evangelios "tenían el mismo objeto, mostrar a Cristo, los tres primeros 
exhiben Su cuerpo, si se me permite decirlo así, pero Juan muestra su alma".
misterios revelados
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Él les lleva así a comprender el ministerio del Espíritu Santo, a través del cual tendrán este 
conocimiento íntimo. Él no solo los lleva a comprender la identidad del Padre celestial, sino 
también a apreciar Su propia relación con Él. "En aquel día", dice, con referencia a 
Pentecostés, "sabréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros" (14:20).
Aquí somos capaces de escuchar a escondidas cosas que son casi ilegítimas para el hombre.
pronunciar.
Si no se hubiera abusado del lenguaje en otros lugares, creo que podríamos escribir como 
encabezado sobre Juan 13-17, "El sagrado corazón de Cristo". Si desea conocer a Jesucristo, 
debe tener al menos un conocimiento práctico básico de lo que Él enseña a Sus discípulos 
en este Discurso de despedida.
Entonces, maravillosamente, Él ora para que los discípulos, que están a punto de verlo 
en Su abyecta humillación, sean guardados por el santo nombre del Padre para verlo en Su 
magnífica gloria: "Padre, deseo que también ellos, a quienes tú me has dado, estés conmigo 
donde yo estoy, para ver mi gloria que me has dado porque me amaste desde antes de la 
fundación del mundo» (v. 24).
Su deseo es que aquellos a quienes Él conoce y ama más, y quienes, a pesar de todas sus 
fallas, lo aman mejor a cambio, aunque ahora se dan cuenta de que Él es "despreciado y 
desechado entrelos hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto" (Isa. 53:3), 
debe verlo exaltado, coronado, glorificado-hogar. Solo entonces Él sale a cumplir la obra 
expiatoria de Su muerte y resurrección.
De manera fascinante, este discurso comienza con una parábola del descenso, cuando 
Jesús se levanta de la cena, se desnuda y se inclina para lavar los pies sucios de sus 
discípulos. Sabiendo que ha venido del Padre y va al Padre, les da a sus discípulos una 
parábola actuada de su obra de expiación por gracia (13:1-20). Pero toda la sección también 
termina con una parábola de la ascensión, o mejor, una oración de la ascensión, cuando 
Jesús viene al Padre, orando para que Él pueda glorificar el nombre de Su Padre y que Su 
Padre lo glorifique a Él (Juan 17).
guardar Sus mandamientos (14:21), ellos también querrán conocerlo mejor.
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En este sentido, técnicamente hablando, la ira de Dios no es un atributo esencial 
de Dios. Dios ciertamente expresa ira. Pero esa ira de Dios es un atributo fundamental 
de Dios que llega a expresarse en el contexto temporal.
¿Qué significa que el Señor de la gloria venga al Padre y diga "padre santo"? El Verbo 
eterno, el Hijo de Dios, desde toda la eternidad, en toda la eternidad y por toda la 
eternidad, siempre se ha dirigido al Padre como "Padre santo". ¿Qué significa eso? 
¿Qué significa que desde toda la eternidad en la Santísima Trinidad ha habido esta 
respuesta del Hijo eterno a Su Padre eterno, una respuesta a la persona del Padre 
en la que el instinto del Hijo ha sido dirigirse a Él, como lo hace en este punto 
elevado? de la emoción, como "padre santo"?
Aquí está el enlace para nosotros. Cuando se levanta en la madrugada del día de 
su resurrección, encarga a María Magdalena que diga: "Ve a mis hermanos y diles: 
'Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios"' (20 :17). Aunque sus 
palabras a veces se interpretan como si Jesús estuviera construyendo un abismo 
entre su relación con el Padre y nuestra relación con el Padre, es casi seguro que lo 
contrario es la verdad. En y a través de Su resurrección, Él está, por así decirlo, 
comenzando a reunir hijos, de todos los confines de la tierra, en la familia mundial de 
Dios por toda la eternidad. Y Él nos está invitando de manera similar, como veremos, 
a acercarnos a Dios y decir con mucha más frecuencia de lo que solemos decir: "Oh, 
Padre Santo".
Cuando hablamos de los atributos de Dios, como lo hacen los cristianos ortodoxos, 
debemos entender que para que algo sea un atributo divino esencial, debe haber sido 
ejercido ante todos los mundos. De hecho, para que algo sea propiamente llamado 
un atributo de Dios, debe haber sido expresado y experimentado en el foro más 
intenso y dinámico entre las tres personas de la Trinidad, cuando el Padre con Su 
Hijo en la unión del Espíritu Santo fueron todo lo que fue
Una dirección eterna
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Aunque casi nos vemos impulsados a pensar en términos de atributos divinos como 
entidades en sí mismos (así vemos el amor, la justicia y la santidad como cualidades 
abstractas), la verdad es que Dios es simple en Su ser. Él es todo lo que Él es en todo lo que 
Él es. Así, la santidad divina es su pureza infinitamente intensa como el Dios que no es 
complejo sino simple. Su santidad es su amor, justicia y fidelidad, la intensidad infinita de todo 
lo que Él es en la unidad de su ser paternal con referencia a su Hijo amado, de modo que 
cuando su Hijo lo mira, la respuesta de su Hijo es decir: " oh Santo Padre". Tanto para el Hijo 
como para el Espíritu, el Padre es verdaderamente imponente. En una relación humana, un 
hombre puede ver aparecer a su esposa después de prepararse para un evento social formal 
y descubrir que verla lo deja sin aliento con admiración y amor. Estar "asombrado" en este 
sentido no es el signo de ser un inferior
Eso significa que cualquiera que sea la semántica de los términos bíblicos para la santidad
de la caída y la pecaminosidad humana. No llegó a expresarse dentro de la Santísima Trinidad; 
al no tener objeto para su ejercicio, no tenía existencia en la persona de Dios. De hecho, la ira 
es la expresión de un eterno atributo divino cuando lo eterno entra en contacto con lo pecador.
Sea como fuere, el significado de santidad no puede ser "separación". Con respecto a la 
creación y especialmente a la criatura humana, el sentido de la santidad se convierte en 
separación de la creación y del pecador. Pero dentro de la bendita comunión de la Trinidad 
divina, el significado de "santo" debe ser, digamos, "pureza". Los eruditos han visto la noción 
de lo numinoso, lo impresionante, ligada a esta idea. Tal vez podríamos incluso decir que 
implica "intensidad". En el Padre, la santidad es una pureza de una intensidad y belleza 
infinitas que crea una sensación de asombro y asombro en el espectador.
Pero la santidad de Dios se manifestó. Dios es adorado en gloria sin pecado por Su 
santidad. Así que cuando Jesús dice "padre santo", lo que dice aquí en la tierra expresa el 
corazón del Hijo que ha mirado el rostro de su bendito Padre desde toda la eternidad, 
revelando que su instinto ha sido el de alabarlo, admirarlo y amarlo por su perfecta santidad.
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Es en marcado pero glorioso contraste con esto que encontramos a Juan abriendo su 
Evangelio diciendo: "En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios" (pros ton 
theon, literalmente "hacia Dios").
Este es un lugar al que apenas podemos ir. Volvemos a Isaías 6 y vemos al profeta 
respondiendo a las expresiones de la santidad divina mientras se siente deshecho. A 
medida que leemos de Isaías 5 a Isaías 6, encontramos que surge un patrón muy 
específico: Isaías pronuncia una serie de ayes sobre los pecadores.
Hay seis de ellos (5:8, 11, 18, 20, 21, 22). Dada la fascinación bíblica con el número siete, 
se nos hace esperar que el último ay esté por venir.
ser o persona, sino ese sentido de asombro ante la belleza y la dignidad que se realza por 
el hecho mismo de que el marido sabe que esta mujer le pertenece y tiene un amor por él 
que es único.
Pero no tenemos forma de anticipar contra quién se pronunciará. Por eso es para nuestro 
asombro que el profeta lo pronuncie sobre sí mismo: "¡Ay de mí! Porque estoy 
perdido" (Isaías 6:5). Captar un atisbo de la verdadera adoración del Santo lo abruma y lo 
deshace. En consecuencia, la razón por la que no estamos deshechos no es porque 
seamos más puros que el profeta de Dios; es porque tenemos muy poco sentido de a 
quién nos dirigimos cuando tomamos en nuestros labios la dirección "padre santo".
Es en este sentido, seguramente muy magnificado, que hay un sentimiento de
La verdad es que sabemos que no somos aptos para decir"santo Padre". Pero cuando 
contemplamos a los serafines de la visión de Isaías, encontramos algo posiblemente aún 
más inesperado. Estos serafines, que nunca han pecado, que son santos, al sentir la 
intensidad de los atributos de Dios que se expresan hacia ellos desde el corazón del ser 
divino, se ven obligados a velar sus rostros y cubrir sus pies. Aunque perfectamente 
santos, no se atreven a mirar directamente la intensidad de la santidad del Padre celestial 
sin peligro, si no certeza, de desintegración.
profundo asombro personal cuando nuestro Señor exhala las palabras "santo Padre".
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La santidad del amor que fluye entre el Padre y el Hijo en el Espíritu es 
infinitamente mayor que la más intensa devoción humana y la santa pasión.
Pero hay otra dimensión en esta analogía. Aquellos que aman así son capaces 
de pasar extraordinarias cantidades de tiempo juntos haciendo "poco más" que 
disfrutar de la compañía del otro, ya sea que se intercambien pocas o muchas 
palabras. El amor en sus relaciones más elevadas se satisface por y con el amado.
mujer.
¿Ves la imagen aquí? Si el Hijo es "hacia Dios", debe estar cara a cara con Él, 
sólo (con el Espíritu) capaz de soportar la intensidad de la mirada del Padre. Ese 
rostro es amor que todo lo consume, y quema hasta la destrucción todo en el objeto 
de su mirada que no es en sí mismo amor perfecto. Así, Él mira a Su Hijo. Todas las 
criaturas deben cubrirse la cara o apartar la vista. Sólo el Hijo (siempre en y con el 
Espíritu) es capaz de devolver el amor con una intensidad que lo preserva de ser 
consumido por la santidad del Padre.
Quizás una ilustración personal aquí aclarará el punto. Con mucho, mi relación 
más íntima en todo el mundo es con mi esposa. Ningún otro hombre puede mirar a 
los ojos a mi esposa y mirarla de la manera en que tengo el privilegio de hacerlo y 
decir: "Te amo con todo mi ser". Sin duda usamos la palabra en un sentido debilitado, 
pero sin embargo se emplea en un sentido real cuando hablamos del "santo" 
matrimonio. Es la esfera en la que puede existir una intensidad casi devoradora del 
deseo de poseer y ser poseído (pero nunca el uno sin el otro). A menos que el amor 
sea mutuo, la santidad del deseo por parte del uno destruirá la relación.
Mi sentido de la revelación bíblica es que Dios nos ha hecho no solo para tener 
comunión con Él, sino de tal manera que podamos captar y apreciar cómo es esa 
comunión. Este es en medida el significado de la doctrina bíblica de nuestra creación 
como imagen de Dios. Pero además, incrustados dentro de esto, hay otros ecos del 
en-ser de Dios en el ser mutuo del hombre y del hombre.
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Como es bien sabido, Agustín en sus Confesiones habla de un interrogador que 
exigía saber: "¿Qué estaba haciendo Dios antes de crear el cielo y la tierra?" Se 
contenta con decir que no sabe, aunque admite que está familiarizado con la respuesta 
más famosa y graciosa: "Estaba preparando el Infierno para la gente que se entromete 
en los misterios".2 Aparentemente, Calvino encontró la respuesta más adecuada que 
su maestro. '
Juan registra a nuestro Señor hablando de la naturaleza de Su relación con el Padre 
como siendo "en" el Padre: "tú, Padre, estás en mí, y yo en ti" (Juan 17:21). Esta es 
la base de nuestra unión con el Padre.
El Hijo bendito es capaz de mirar a los ojos del santo Padre celestial y llevar en su 
ser, en el misterio de su ser eterno, la intensidad del santo amor del Padre por Él y el 
deseo de la comunión con Él para que "las cosas profundas " de Dios con respecto a 
cada persona se desvelan y disfrutan plenamente. Esa es la intensidad del deseo del 
Padre de tener comunión con Él.
Pero seguramente, si un gato puede mirar a dos reyes, ninguno de ellos 
proporcionó la respuesta correcta. La respuesta es que Él estaba disfrutando a Su 
Hijo en y con el Espíritu. Lo que la imagen -varón y hembra- puede experimentar 
intensamente en la maravilla de la mutua devoción y satisfacción, el Eterno lo sabe 
dentro de las relaciones interpersonales de la Trinidad.
Ver al Padre en el Hijo
Estas palabras de nuestro Señor revelan grandes profundidades de la verdad al 
mismo tiempo que subrayan que, si bien podemos captar esto, no podemos 
comprenderlo todo. El Padre está en el Hijo y el Hijo está en el Padre. Como el Hijo 
encarnado, Jesús, da expresión a la relación que tiene con el Padre, anhela, como 
dice en el versículo 24, volver de su estado de humillación a su estado de exaltación. 
Él anhela también que podamos estar allí para
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Dado que ningún hombre puede ver a Dios y vivir, la única forma en que podemos 
hacer esto (en realidad, la única forma en que los serafines pueden hacer esto) es por 
medios indirectos: viendo la gloria de Dios en el rostro de Jesucristo. No podemos 
mirar a los ojos del Padre y sostener nuestra mirada, como si tuviéramos acceso a su 
ser eterno. Más bien, debemos, por así decirlo, pararnos en la circunferencia y observar 
los ojos del Dios-hombre Jesucristo mientras mira a Su Padre celestial. En esto somos 
como aquellos que sienten el mayor deleite y placer al ver a dos amantes "hechos el 
uno para el otro" participando en una pericoresis humana de mutuo afecto, admiración 
y devoción que se caracteriza por una entrega abierta el uno al otro y una satisfacción 
total en unos y otros. Cuando vemos el rostro del Padre reflejado en los ojos ávidos de 
Su Hijo encarnado, entonces nos encontramos adorando y clamando siempre con los 
serafines y con todos los coristas del cielo: "Santo, santo, santo es el LoxD de los 
ejércitos, "como si estuviéramos presenciando la exhibición de un billón de rayos láser 
de luz, pura e intensa.
verlo como Él es, pararse, por así decirlo, al margen y observar, y gustar la gloria.
A veces pensamos erróneamente que lo que más asombra y reverencia ante Dios 
es la amenaza de Su santidad, el temor de Su ley y el terror del juicio y la condenación. 
Pero no es así. El amor puro e intenso tiene más poder para producir asombro, incluso 
un temor lleno de gracia, que todo terror.
¿Alguna vez has sentido que a alguien le importaba tanto que deberías ser lo mejor 
que podías ser que necesitabas alejarte? A menudo, como estudiante, al pasar tiempo 
con alguien a quien le importaba mucho que yo perteneciera sin reservas a Cristo, lo 
honrara a lo largo de mi vida y usara cualquier don que pudiera tener para la gloria de 
Dios, me encontré experimentando una extraña paradoja: dejar la presencia de la 
persona con el anhelo de volver a estar en ella y, sin embargo, corriendo internamente 
para que todo esto resulte tan costoso que mi vida ya no esté bajo mi propio dominio.
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"Bueno", digo, "aveces hablamos ya veces nos sentamos en silencio". Nuevamente 
preguntarán: "¿Pero qué te gusta hacer?" La verdad del asunto es que simplemente 
me gusta mirar a mi esposa y reflexionar sobre cómo puede ser que ella haya 
dedicado su vida a mí.
Por cierto, la Escritura nos subraya que el ser es fundamental para el hacer. Pero 
hemos invertido eso en nuestros días. Para nosotros, hacer se ha convertido en lo 
más importante. La gente a veces me pregunta: "¿Qué les gusta hacer a usted ya su 
esposa?" Siempre digo: "No nos gusta hacer nada. Solo nos gusta estar juntos". 
Dirán: "¿Pero qué hacéis cuando estáis juntos?"
Quizás la analogía más simple es esta. Eres un joven estudiante que se acaba 
de enamorar. Regresas a tu dormitorio. Tus amigos, que conocen el nombre de la 
chica con la que estuviste, quieren saber dónde has estado y qué has estado 
haciendo durante las últimas cuatro horas. Dices: "En realidad no hemos estado 
haciendo nada". Luego dicen: "No puedes pasar cuatro horas sin hacer nada". Pero 
te dices a ti mismo: "¡Nunca había experimentado nada como esto! Siento que podría 
explorar su mente y su alma sin interrupción. E incluso entonces siento que habría 
más para conocer y adorar".
Eso es lo que tenemos un toque de aquí. No podemos mirar directamente al 
Padre, pero, dice Jesús, "El que me ha visto a mí, ha visto al Padre... ¿No creéis que 
yo estoy en el Padre y el Padre está en mí?" (Juan 14:9-10).
Piénsalo. Somos seres humanos finitos y distorsionados, pero en la exploración 
unos de otros encontramos una satisfacción temporal tan gloriosa. Si eso puede ser 
cierto de la imagen que Dios creó de hombre y mujer, ¿cuánto más cierto de Dios 
mismo? Así nos proporciona una analogía simple, aunque asombrosamente común, 
de lo que está más allá de nuestra comprensión.
Cuando el Señor Jesús viene a Su Padre celestial, nos da una pequeña idea de la 
extraordinaria intimidad entre el Padre y el Hijo cuando lo mira y dice: "Padre santo".
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La primera está en Juan 5:19-20. Aquí, Jesús está hablando de su relación con 
su Padre y dice: "De cierto, de cierto os digo que el Hijo no puede hacer nada por sí 
mismo, sino lo que ve hacer al Padre". Esto nos muestra la forma en que Él vivió 
como Hijo. Podemos imaginarnos que Jesús vivió así con José, viendo a su padre 
terrenal hacer el yugo para el buey o las mesas para las casas del barrio, y 
aprendiendo a ser carpintero.
relación, dos me parecen especialmente maravillosas.
A lo largo de Su ministerio, el Hijo permaneció en el seno (quizás incluso "en el 
regazo") de Su Padre. Lo asombroso es que Él se hizo carne. El Verbo, que estaba 
cara a cara con Dios, en el seno del Padre, se hizo carne. ¿Por qué se hizo carne? 
Que la respuesta traiga una sensación de asombro a nuestros corazones: Él se hizo 
carne para llevarnos a la misma relación con el Padre santo que Él experimentó y 
disfrutó en la finitud y debilidad de la carne en la que se encarnó.
Al considerar lo que Jesús quiso decir cuando dijo "padre santo", hacemos bien 
en seguir a Calvino, quien dijo: "Cuando [Dios] ponga fin a la enseñanza... deja de 
tratar de ser sabio". decir: "Necesito entender esto", basta con que podamos escuchar 
las palabras de nuestro Señor Jesucristo y perdernos en el asombro, el amor y la 
alabanza de que hemos tenido una vislumbre de esta relación inefable entre el Padre 
y Su Hijo. Una nueva y gloriosa relación
La segunda, expresada desde el otro lado de la relación (es decir, desde la 
perspectiva de la actitud del Padre hacia el Hijo), está en Juan 10:17, cuando Jesús 
habla de dar su vida por las ovejas. "Por esta razón", Él
De las muchas ideas maravillosas que nos da el Evangelio de Juan sobre este
Es en este contexto que el Evangelio de Juan nos lleva a lo que la relación entre el 
Padre y el Hijo debe haber sido en toda la eternidad y continúa siendo hoy.
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¿No es casi insoportable pensar en tal devoción de parte del Hijo por Su amado 
Padre, y en la admiración y el amor desgarradores del Padre por Su Hijo?
dice: "El Padre me ama, porque yo doy mi vida para volverla a tomar".
Verán, todo esto es para llevarnos a nosotros, pecadores perdidos y quebrantados, 
a la comunión con Dios para que podamos decir, como dice Juan, en esencia, en su 
primera carta: "Aquí está el misterio de la bendición del evangelio, que nuestra 
comunión está en el poder del Espíritu, por medio del Hijo, con el Padre santo" (ver 1 
Juan 1:1-3). Mientras nuestro Señor Jesús nos guía y nos da acceso a la presencia 
de Dios, queremos escondernos detrás de Jesús. Pero Él dice: "Ahora, hijo Mío, ven 
de detrás de Mí, y mira Mis ojos mientras miro el corazón eterno de Mi Padre y digo, 
'Padre Santo, aquí estoy Yo, y los hijos que Me has dado'" ( ver Hebreos 2:13).
Los privilegios de la relación
Lucas nos dice que Jesús, el Encarnado, creció en el favor del santo Padre (Lucas 
2:40). De hecho, a menos que nuestro Jesús sea un Jesús que creció físicamente, 
creció en sabiduría, pero también creció en el favor de su Padre celestial, nuestro 
Jesús no es el Jesús del Nuevo Testamento. A medida que aumentaban las presiones 
y se volvían más desafiantes y exigentes, y a medida que Él tenía la oportunidad de 
demostrar una obediencia cada vez mayor hasta ser obediente hasta la muerte, y 
muerte de cruz, Jesús dio indicios del misterio interior de Su relación con Su Padre. . 
Incluso cuando estaba bajo el juicio de su Padre celestial, no, especialmente cuando 
estaba bajo el juicio de Dios, su Padre celestial seguramente estaba cantando: "Jesús 
mío, te amo, sé que eres, si alguna vez te amé, mi Jesús, ahora es.”5 mía; ...
Ese es nuestro privilegio, porque, por supuesto, las Escrituras nos enseñan que 
hemos sido traídos a esta familia. Entonces, ¿qué podría significar para mí, para ti y para
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Primero, si decimos "Padre nuestro" cuando oramos, eso significa que la iglesia, 
que Él compró con Su propia sangre, es la sagrada familia. Hace años, en la iglesia 
a la que servía en Glasgow, Escocia, estaba predicando un domingo por la noche 
sobre la Trinidad y, a la mitad del sermón, una multitud de personas del Cercano 
Oriente entró en tropel a la galería de la iglesia. Recuerdo haber pensado: "Ayuda: 
los musulmanes están aquí porque saben que estoy predicando sobre la Trinidad. 
¡Quizás me quede aquí mucho tiempo después, dedicado al debate y la defensa!". Si 
no recuerdo mal, todos los que llegaron tarde eran de Egipto. Eran educadores 
enviados por el gobierno egipcio. La mitad de los que estaban en el grupo eran, de 
hecho, musulmanes, pero los que habían venido al servicio eran cristianos coptos. 
Algunas de ellas me parecieron sorprendentemente centradas en Cristo. Otros, sin 
embargo,eran lo que yo llamaría "tradicionalistas".
nosotros como pueblo de Dios para poder acercarnos a Él en el nombre del Señor 
Jesús y decirle: "Padre santo"?
Después, uno de ellos me preguntó: "¿Sabías que la sagrada familia vino a 
Egipto?"
"Sí", respondí, "sé que fueron a Egipto. Leemos sobre esto en el Evangelio de 
Mateo. De hecho, sabemos que fueron a Egipto". Pero también quería decir: "Querido 
amigo, esta congregación aquí es la sagrada familia".
Note tres cosas muy simples:
Vemos esto en los primeros capítulos de los Hechos de los Apóstoles. Una de las 
grandes paradojas en Hechos es que la santidad del Padre se manifiesta de tal 
manera en los primeros creyentes que llena a la comunidad de tal asombro que se 
nos dice que nadie se atrevía a unirse a esa iglesia (Hechos 5:13). ¿Perteneces a 
una iglesia como esa, una iglesia que algunas personas evitan no porque la gente 
dentro de la iglesia restalle el látigo, sino porque Dios está en medio de Su pueblo 
como el Padre santo? Sin embargo, sorprendentemente, el siguiente verso dice: "Y más que nunca
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Sin embargo, cuando empezamos a reflejar la paternidad de Dios entre nosotros, eso es 
en lo que nos convertimos. Así que cuando venimos a Dios, decimos: "Padre nuestro que 
estás en los cielos, santificado sea tu nombre" (Mateo 6:9). Como es el Padre santo, como 
dice Pablo, da a sus hijos el Espíritu Santo, que "da testimonio a nuestro espíritu de que 
somos hijos de Dios" (Rom 8, 17). Con esta seguridad, clamamos: "Abba, Padre" (v. 15). 
Ese no es un grito reservado para los más grandes y los más santificados, sino dado a los 
más profundamente heridos. Él quiere que sepamos en nuestra angustia más profunda 
mientras clamamos a Él que Él es nuestro Padre y que Él se preocupa por nosotros.
los creyentes fueron añadidos al Señor” (Hechos 5:14). Eso es lo que significa cuando una 
congregación del Señor se convierte en la sagrada familia. Hay algo en esa comunidad 
que expresa la santidad del Padre, y que hace sentir a los extraños “ de ninguna manera 
podría ser digno de ser parte de eso.” Sin embargo, al mismo tiempo, anhelan con todo 
su corazón encontrar esa familia que es la verdadera y gran familia del Padre celestial.
Tercero, puesto que Él es el Padre santo, ha puesto Su corazón en hacer a todos Sus 
hijos como Su santo Hijo. Ya que Él ha dado a Su Hijo a la muerte para que eso suceda, 
Él no se detendrá "hasta que toda la iglesia de Dios redimida sea salva para no pecar 
más".6
El privilegio de esto se nos revela sólo cuando recordamos cuánto le costó a Jesús 
capacitarnos para decir "padre santo" y proporcionarnos la evidencia más clara de la pura 
intensidad de la santidad del Padre, que se encontró cuando apareció ante Su Padre 
cargando nuestros pecados en Su propio cuerpo sobre el madero y dijo: "Santo Padre, 
hiere al Pastor". En la intensidad de Su admiración por Su santo Hijo -"Si alguna vez te 
amé, Jesús mío, es ahora"- hirió al Pastor, para que las ovejas pudieran ser reunidas por 
medio de Aquel que fue "herido por nuestras transgresiones; . .. molido por nuestras 
iniquidades;
Segundo, este entendimiento debe impregnar nuestra adoración. Algunos de nosotros 
somos buenos en la familia y otros sentimos que somos mejores en lo que creemos que 
es la "santidad". Pero no muchas de nuestras iglesias son buenas para ser familias santas.
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6 Del himno "Hay una fuente llena de sangre" de William
Oh, qué privilegio es decir "padre santo".
2 Agustín, Confesiones (Harmondsworth, Middlesex, Inglaterra: Penguin 
Books, 1961), Libro 11, capítulo 12.
notas
Cowper, 1772.
3 Juan Calvino, Institutos de la Religión Cristiana, Biblioteca de Christian
4 Ibíd., 3.21.3.
1 Juan Calvino, El Evangelio Según San Juan, trad. THL Parker, eds.
Clásicos, vols. XX-XXI, ed. John T. McNeill, trad. Batallas de Ford Lewis 
(Louisville: Westminster John Knox, 1960), 1.14.1.
sobre él fue el castigo que nos trajo la paz, y con sus llagas fuimos nosotros 
curados” (Isaías 53:5).
5 Del himno "Mi Jesús, te amo" de William R. Featherstone, 1864 (énfasis 
añadido).
DW y TF Torrance (Edimburgo: Saint Andrew Press, 1959), 6.
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Y entraron en Cafarnaúm, e inmediatamente en sábado entró en la sinagoga 
y estaba enseñando. Y se asombraban de su enseñanza, porque les 
enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas. E 
inmediatamente hubo en la sinagoga de ellos un hombre con un espíritu 
inmundo. Y gritó, diciendo: "¿Qué tienes que ver con nosotros, Jesús de 
Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres, el Santo de Dios". 
(1:21-24)
No hay lugar más peligroso para estar que donde la enseñanza directa y directa 
de la Palabra de Dios se enfrenta a la religión muerta. Mientras se permita que la 
religión muerta duerma el sueño de la muerte, todo continúa plácida y pacíficamente. 
Pero cuando la verdad de las Escrituras desafía a la religión vacía, es seguro que se 
producirá una colisión catastrófica. Esto se debe a que cada vez que se enseña la 
Palabra en lugares de adoración que carecen de la verdad del evangelio, se agrava 
el infierno. Tan pronto como la luz de la santidad y la verdad brilla en el reino de las 
tinieblas, el pecado queda expuesto, los espíritus inmundos se enfurecen y Satanás 
es provocado. Satanás no tiene fortalezas más grandes que las casas de adoración 
donde se suprime la verdad. En ninguna parte está más arraigado en la vida de las 
personas que entre aquellos que son religiosos pero que no tienen la luz sobrenatural 
de la santidad y la verdad. Pero no hay mayor amenaza para el reino de Satanás 
que la luz penetrante de la santidad y la verdad que invade estas fortalezas de 
demonios.
Mientras CONSIDERAMOS LA SANTIDAD DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, 
no puedo pensar en un mejor lugar para buscar en las Escrituras que Marcos 1. 
Considere este texto y póngalo ante su mente y corazón, porque habla claramente 
de la santidad de Jesús:
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La sinagoga era una casa de adoración donde la gente se reunía, se ofrecían oraciones y se 
leían y enseñaban las Escrituras. La lectura y
Capernaum era una ciudad excepcionalmente importante para el Señor. Se convertiría en la sede 
de su ministerio en Galilea. Mateo 9:1 dice que finalmente se convirtió en "su propia ciudad". 
Capernaum estaba en Galilea, en la costa noroeste del Mar de Galilea. Era un lugar de muchas 
empresas y era importante en el negocio de la pesca. Estaba situado en la carretera principal que 
conectaba Egipto con Mesopotamia, por lo que estaba estratégicamente ubicado y era muy 
poblado. También fue una estación militar para los soldados romanos. Pero cuando Jesús entró en 
esta bulliciosa ciudad, no fue a ninguno de los negocios ni a las vistas. En