Logo Studenta

venciendo_el_temor_la_preocupacion_y_la_ansiedad_como_llegar_a_ser

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

VENCIENDO
EL	TEMOR
LA	PREOCUPACIÓN
Y	LA	ANSIEDAD
Elyse	Fitzpatrick
Co-autora	de
“Mujeres	Aconsejando	a	Mujeres”
Publicaciones	Faro	de	Gracia
P.O.	Box	1043
Graham,	NC	27253
Publicado	por:
Publicaciones	Faro	de	Gracia
P.O.	Box	1043
Graham,	NC	27253
www.farodegracia.org
ISBN	978-1-629462-35-6
Agradecemos	el	permiso	y	la	ayuda	brindada	por	Harvest	House	Publishers	(990
Owen	Loop	North,	Eugene,	OR	97402-9173)	para	traducir	e	imprimir	este	libro
al	español,	Overcoming	Fear,	Worry,	and	Anxiety,	by	Elyse	Fitzpatrick.
Copyright	©	2001	por	Elyse	Fitzpatrick.	All	Rights	Reserved.
Published	by	Harvest	House	Publishers,	Eugene	Oregon	97402.
©						2012	Todos	los	Derechos	Reservados,	Publicaciones	Faro	de	Gracia.
Traducción	al	español	por	Cynthia	Piñeda	Canales.
Diseño	de	la	portada	por	Small	Reflections,	artista	Greg	Warner
Ninguna	parte	de	esta	publicación	puede	ser	reproducida,	almacenada	en	algún
sistema	de	recuperación	de	datos	que	la	pueda	reproducir	o	transmitir	en	alguna
forma	o	por	algún	medio	ya	sea	electrónico,	mecánico,	fotocopiado,	grabación	o
cualquier	otro,	excepto	citas	breves	en	reseñas	impresas	sin	el	permiso	previo	del
editor.
©	Las	citas	bíblicas	son	tomadas	de	la	Versión	Reina-Valera	©	1960,	Sociedades
Bíblicas	en	América	Latina.	©	renovada	1988,	Sociedades	Bíblicas	Unidas.
Utilizado	con	permiso.
Contenido
Reconocimientos
Introducción	Un	Sombrerero	Verdaderamente	Loco:	Paralizada	por	el	Temor
Capítulo	1	Entendiendo	Cómo	Funciona	el	Temor
Capítulo	2	Héroes	de	la	Biblia	Que	Lucharon	Contra	el	Temor
Capítulo	3	Reemplazando	Tus	Temores	con	el	Poder	de	Dios
Capítulo	4	Cuando	Sientes	Que	Estás	Perdiendo	el	Control
Capítulo	5	Temiendo	a	la	Gente	Que	Nos	Rodea
Capítulo	6	El	Temor	Causado	por	el	Perfeccionismo
Capítulo	7	Dios	Realmente	Te	Cuida
Capítulo	8	La	Seguridad	de	la	Soberanía	de	Dios
Capítulo	9	El	Temor	Que	Resulta	En	Bendiciones
Capítulo	10	Lo	Opuesto	al	Temor:	el	Amor
Capítulo	11	Fortaleciéndote	En	la	Gracia
Capítulo	12		El	Poder	de	Dios	Se	Manifiesta	en	Mi	Debilidad
Apéndice	A	Cómo	Puedes	Saber	Si	Eres	Creyente
Apéndice	B	Filtrando	Tus	Pensamientos
Apéndice	C
Otros	Títulos	de	Publicaciones	Faro	de	Gracia
Reconocimientos
Cada	frase	de	este	libro	es	un	mero	reflejo	de	la	misericordia	de	Dios	al
rodearme	de	personas	piadosas	que	conocen	la	verdad	y	saben	cómo	aplicarla	a
la	vida.	Entre	estas	personas	están	Jay	E.	Adams,	George	Scipione	de	The
Institute	for	Biblical	Counseling	and	Discipleship,	el	personal	de	The	National
Association	of	Nouthetic	Counselors,	The	Biblical	Counseling	Foundation	y	The
Christian	Counseling	and	Educational	Foundation.	Dondequiera	que	este	libro
sea	preciso	simplemente	es	por	la	fusión	de	lo	que	he	aprendido	de	ellos.
Dios	también	me	envió	consuelo	en	amigos	que	constantemente	oraron	por	mí	y
me	alentaron.	Primeramente	entre	estos	amigos	están	Anita	Manata,	Donna
Turner,	Julie	Pascoe,	Hannah	y	Barbara	Duguid,	Jason	y	Kristin	Barrie,	Betsy
Smith,	Bonnie	Graham	y	Eileen	Scipione	de	IBCD	y	la	querida	gente	de	North
City	Presbyterian	Church.	Como	siempre,	el	personal	de	Evangelical	Bible	Book
Store,	particularmente	John	Hickernell,	quien	ha	sido	una	ayuda	invaluable.	Mi
editor,	Steve	Miller	de	Harvest	House,	es	un	preciado	amigo	y	ha	sido	una	fuente
constante	de	aliento.
Los	que	más	se	han	sacrificado	son	mi	familia	y	en	particular	mi	paciente	y
amoroso	esposo,	Phil.	Gracias,	querido.	James,	Cody	y	Jessica,	Joel	y	Ruth	y
Wesley	y	Hayden	han	esperado	pacientemente	mientras	pasaba	horas	encerrada
en	mi	oficina.	Queridos,	si	este	libro	ayuda	a	alguien,	ustedes	saben	que	tuvieron
parte	en	él.	Y,	por	supuesto,	otra	vez	gracias	Mamá	por	toda	tu	inspiración	y	tu
útil	corrección.
James,	Joel,	Cody,	Wesley	y	Hayden
Que	mis	hijos	y	sus	hijos	estén	llenos
del	temor	del	Señor,
y	permanezcan	fuertes	en	la	verdad
que	los	capacitará
para	conducirse	como	hombres.
Introducción
Un	Sombrerero
Verdaderamente	Loco:
Paralizada	por	el	Temor
El	auditorio	estaba	lleno	de	los	orgullosos	padres	de	los	más	prometedores
estudiantes	de	arte	dramático	del	condado.	Tras	bambalinas,	los	miembros	de
cada	grupo	de	actores	repasaban	a	toda	prisa	sus	diálogos,	preparándose	para	su
turno	de	competir.
“Son	los	próximos,”	dijo	nuestra	maestra,	la	Sra.	Archer.	“Sólo	recuerden	lo	que
hemos	trabajado	y…	rómpanse	una	pierna.”	Todos	sonreímos	sabiendo	que	la
frase	“rómpanse	una	pierna”	era	una	manera	de	hablar	en	el	medio	artístico	para
decir	“buena	suerte.”	No	pensamos	que	necesitáramos	suerte;	habíamos	repasado
tantas	veces	esos	diálogos	que	parecían	un	acto	reflejo	para	nosotros.	Nos
sentíamos	confiados	—	y	¿por	qué	no?	Después	de	todo,	éramos	los	mejores.
Los	cinco,	actores	y	actrices	que	dramatizábamos	la	famosa	fiesta	para	tomar	el
té	de	Alicia,	salimos	al	escenario,	la	multitud	guardó	silencio	y	las	luces	se
encendieron.
“Me	encanta	tomar	el	té,”	me	dijo	Alicia	a	mí,	el	Sombrerero	Loco.	Mientras
ella	estaba	sentada	ahí	mirándome,	esperando	a	que	respondiera	con	mi	diálogo,
algo	totalmente	espantoso	sucedió.	De	repente	me	sentí	que	estaba	viendo	la
escena	como	un	espectador—todo	se	puso	borroso	y	parecía	como	si	estuviera
perdiendo	contacto	con	la	realidad.	En	el	fondo	de	mi	mente	sabía	que	debía
estar	haciendo	algo.	¿No	había	algo	que	debía	decir?	Mientras	los	segundos	que
parecían	horas	pasaban,	me	desorientada	más	y	más.	Mis	manos	estaban
sudando	y	mi	corazón	latía	con	fuerza.	Sentía	que	me	iba	a	desmayar.	En	algún
lugar	del	fondo	de	mi	mente	vagamente	escuchaba	a	mi	maestra	susurrar
frenéticamente	mis	diálogos	desde	fuera	del	escenario.	¿Se	suponía	que	debía
decir	esos	diálogos?	Ni	siquiera	podía	recordar	cómo	hablar.	Nada	de	lo	que
estaba	pasando	a	mi	alrededor	tenía	sentido.
“Me	encanta	tomar	el	té,”	me	dijo	otra	vez	Alicia,	esta	vez	mirándome.	Yo
quería	responder	para	hacerla	feliz,	pero	muy	dentro	de	mi	corazón	no	podía
entender	lo	que	ella	quería.	No	sabía	quién	era	yo	o	qué	estaba	haciendo	ahí	con
todas	esas	luces	sobre	mí.	La	audiencia	comenzó	a	murmurar.	Mis	compañeros
actores	y	actrices	me	miraban	con	incredulidad.	Sólo	estaba	sentada	ahí,	al	otro
extremo	de	la	mesa,	aturdida.	¿Quién	era	yo…	qué	me	estaba	pasando?	En	lo
único	que	podía	pensar	era	en	cómo	escapar.	Así	que	sólo	me	puse	de	pie	y
deambulé	fuera	del	escenario.	Entonces	el	resto	del	elenco,	humillados	y
furiosos,	me	siguieron.
Sabes,	puedo	recordar	impresionantemente	esa	escena	a	pesar	de	que	ocurrió
hace	30	años.	Está	congelada	en	mi	mente	con	todas	las	otras	grandes
humillaciones	de	mi	vida.	Me	gustaría	decirte	que	fui	tras	bambalinas,	me
recuperé	y	rápidamente	continué	con	nuestra	presentación,	pero	ésa	no	sería	la
verdad.	No,	de	hecho,	ese	fue	el	fin	de	mi	gran	oportunidad	para	llegar	al
“estrellato,”	al	igual	que	el	fin	de	algunas	amistades	de	mi	clase	de	arte
dramático.	Ese	día	me	sentí	más	como	un	Sombrerero	Loco	de	lo	que	siempre
hubiera	querido.
El	temor	es	increíblemente	poderoso,	¿no	es	cierto?	Puede	borrar	tu	memoria	y
hacer	que	tu	corazón	lata	fuerte.	De	hecho,	te	puede	paralizar.	Puede	hacer	que
un	soldado	entrenado	se	convierta	en	un	niño	que	llora,	tal	como	el	aterrado
soldado	de	infantería	de	la	película	Salvando	al	Soldado	Ryan.	Él	sabía	que
debía	levantarse	y	salvar	a	su	compañero	pero	se	sintió	completamente	incapaz
de	moverse.
Mientras	pasemos	tiempo	juntas	examinando	nuestros	temores	y	ansiedades,	voy
a	compartir	más	de	estos	momentos	contigo	—	tanto	de	mi	propia	vida	como	de
la	de	otros.	Desde	las	grandes	humillaciones	hasta	las	pequeñas	y	molestas
ansiedades	que	bailan	como	espectros	alrededor	de	los	límites	de	nuestros
pensamientos,	quiero	que	sepas	que	no	estás	sola.	Sé	lo	que	es	permanecer
despierta	en	la	noche	con	ese	sentimiento	de	aprensión	pensando,	Las	cosas	son
demasiado	buenas,	esto	no	puede	durar,	o	¡Las	cosas	están	tan	mal,	esto	nunca
cambiará!	Sé	lo	que	es	preocuparse,	sentir	los	músculos	de	mi	cuello	tensos	y	mi
estómago	revuelto.	He	pasado	días	luchando	con	el	pensamiento	de	que	todo
está	al	borde	del	colapso.He	dejado	que	mi	mente	recorra	cada	vericueto—
imaginando	que	los	niños	están	muertos	o	que	mi	esposo	ya	no	me	ama	o	que
tengo	alguna	terrible	enfermedad	o…y	así	sin	parar.
En	respuesta	a	estos	pensamientos	llenos	de	temor,	he	dicho	y	hecho	algunas
cosas	muy	tontas.	Algunas	de	ellas,	en	retrospectiva,	son	en	realidad	muy
chistosas,	mientras	que	otras	han	dejado	huella	de	consecuencias	tristes.	A
propósito	voy	a	compartir	contigo	muchos	de	estos	incidentes	personales	para
que	puedas	ver	que	todas	nos	parecemos	en	nuestras	respuestas	emocionales.
También	voy	a	compartir	algunas	historias	de	mujeres	que	he	aconsejado—
mujeres	como	tú	y	como	yo.	Lo	voy	a	hacer	porque	quiero	que	sepas	que	no
estás	sola.
De	hecho,	eso	es	exactamente	lo	que	la	Biblia	enseña:	“No	os	ha	sobrevenido
ninguna	tentación	que	no	sea	humana…”	(1	Corintios	10:13).	Los	temores	que
tú	y	yo	enfrentamos	realmente	no	son	del	todo	únicos;	este	versículo	enseña	que
todas	estamos	casi	en	el	mismo	barco.	Aunque	el	enfoque	y	la	intensidad	de
nuestros	temores	puedan	ser	diferentes,	toda	persona	que	ha	vivido	ha	tenido	que
luchar	con	ellos.	Tal	vez	desde	tu	perspectiva	no	parezca	de	esa	forma,	pero
incluso	ésas	que	parecen	ser	las	más	valientes	entre	nosotras	han	tenido	que
vencer	el	temor.
Aquel	Que	Venció	el	Temor
Éste	no	es	sólo	un	libro	sobre	nuestras	luchas	y	fracasos	comunes.	Aunque	nos
es	útil	saber	que	no	estamos	solas,	me	doy	cuenta	que	tener	conciencia	de	ese
hecho	no	nos	ayudará	a	vencer	el	problema.	Los	pasajeros	del	Titanic	hubieran
estado	felices	de	poder	tomar	la	mano	de	alguien,	pero	al	final	eso	no	detuvo	que
el	barco	se	hundiera	bajo	las	aguas	glaciales.	No,	tal	como	ellos,	nosotras
necesitamos	a	alguien	lo	suficientemente	fuerte	para	rescatarnos	de	la	oscuridad
de	la	noche	y	del	frío	aterrador	que	amenaza	con	paralizar	nuestras	almas.
Necesitamos	a	alguien	que	sea	más	fuerte	que	nuestros	temores.
Jesucristo	es	ese	alguien.	Él	es	el	único	que	conoce	íntimamente	todos	nuestros
pensamientos	y	temores.	Él	es	el	único	capaz	de	liberarnos.	Esto	se	debe	a	que
Él	ha	enfrentado	por	nosotras	el	mayor	de	todos	los	temores—	el	temor	a	la
muerte	y	a	la	separación	de	Dios—	y	ha	salido	victorioso.	La	Biblia	enseña	que
una	razón	por	la	que	Él	abandonó	el	cielo	y	vino	a	la	tierra	fue	para	“librar	a
todos	los	que	por	el	temor	de	la	muerte	estaban	durante	toda	la	vida	sujetos	a
servidumbre”	(Hebreos	2:15).
Nuestros	temores	son	como	cadenas	alrededor	de	nuestros	corazones	—nos
paralizan,	atrapan	y	esclavizan.	Pero	Jesucristo	tiene	la	llave	que	puede	abrir	y
hacer	desaparecer	todos	tus	temores.	Él	puede	hacer	esto	porque	Su	amor	es	más
poderoso	que	tus	temores.	Su	plan	es	enseñarte,	alentarte	y	transformarte	en	una
persona	que	confíe	en	Él—	incluso	frente	a	tus	preocupaciones	y	ansiedades	más
difíciles.	No	promete	hacerte	perfecta	aquí	en	la	tierra,	pero	sí	promete	trabajar
poderosamente	en	tu	corazón	ahora	y	finalmente,	en	el	cielo,	liberarte	por
completo	de	todo	temor.
La	promesa	de	Jesús	está	disponible	para	cada	creyente.	No	supongas	que	este
libro	está	escrito	sólo	para	personas	que	tengan	un	conocimiento	profundo	de	la
Biblia.	La	clave	es	que	tú	eres	una	hija	de	Dios,	una	que	ha	recibido	a	Jesucristo
como	su	Salvador	personal	y	su	Señor.
Si	no	estás	segura	si	eres	cristiana	o	no,	detente	ahora	y	ve	al	apéndice	A	en	la
parte	posterior	de	este	libro.	Allí	descubrirás	el	plan	de	Dios	para	hacerte	una
nueva	persona.	Sólo	piensa—quizá	Dios	usará	tu	lucha	con	tus	temores	para
llevarte	a	Él.	No	tengas	miedo	de	que	Dios	te	rechace	si	no	entiendes	todo	sobre
la	vida	cristiana.	Si	sabes	que	necesitas	un	Salvador,	entonces	Él	te	está
llamando	hoy.
El	Viaje	Hacia	la	Libertad
Desde	el	día	que	me	alejé	aturdida	del	escenario	hace	muchos	años,	Dios	ha
transformado	mi	vida.	He	hablado	frente	a	grandes	multitudes	y	he	hecho
muchas	entrevistas	por	radio	y	televisión.	Reconozco	que	este	cambio	es
resultado	del	poderoso	trabajo	de	Dios	en	mi	vida.	No	te	estoy	pidiendo	que
pongas	tu	confianza	en	mí	o	en	mis	palabras.	Puedo	ver	cómo	he	crecido	gracias
a	la	bondad	de	Dios	en	mi	vida,	pero	todavía	soy	débil	de	muchas	maneras.	Lo
que	he	escrito	aquí	no	lo	ofrezco	como	respuesta	a	todos	tus	problemas,	pero	te
indicará	quién	sí	lo	es.
Así	que,	¿por	qué	no	comenzar	este	viaje	a	través	de	este	libro	pidiéndole	a	Dios
que	te	ayude	a	poner	tu	confianza	en	Él?	Después	de	todo,	Él	es	el	único	que	ha
conquistado	al	temor	y	a	la	muerte	y	es	el	único	que	puede	transformarte.	Él	es
El	Que	Cambia	el	Corazón	y	está	más	interesado	en	liberarte	de	lo	que	quizá
sepas.	Así	que,	inclina	tu	corazón	ante	Él,	pon	manos	a	la	obra	y	comencemos
nuestro	viaje	hacia	la	libertad.
Capítulo	1
Entendiendo
Cómo	Funciona	el	Temor
“Somos	criaturas	tan	extrañas	que	es	probable	que
nos	dolamos	más	con	los	golpes	que	nunca	caen	sobre	nosotros
que	con	aquéllos	que	realmente	caen.”¹
—	Carlos	H.	Spurgeon
Autor	y	predicador	británico	del	siglo	diecinueve
Había	conocido	a	Kathryn	por	varios	años	antes	de	que	viniera	a	hablar
conmigo.	Kathryn	parecía	una	mujer	confiable	y	trabajadora	con	una	fe	firme.
Aunque	era	tímida,	obviamente	hacía	verdaderos	esfuerzos	por	mantener
amistades	en	nuestra	iglesia	y	en	la	comunidad.
Al	comenzar	nuestro	tiempo	juntas,	me	enteré	de	problemas	en	su	vida	que
nunca	antes	había	sospechado.	Kathryn	me	dijo	que	se	estaba	volviendo	cada
vez	más	temerosa	y	que	le	preocupaba	estar	desarrollando	agorafobia.
Agorafobia	es	el	nombre	que	comúnmente	se	le	da	a	una	manera	de	responder	a
la	vida	que	lleva	a	evitar	ciertas	actividades	o	situaciones.	Un	agorafóbico	busca
evitar	cosas	como	manejar,	hacer	cola,	comprar	o	asistir	a	mítines	o	reuniones
sociales	y	hasta	negarse	a	salir	de	casa.
Mientras	Kathryn	seguía	compartiendo	su	historia	conmigo,	vi	qué	doloroso	era
para	ella	admitir	que	le	daba	miedo	ir	de	compras	a	nuestro	centro	comercial
techado.	¿La	razón	de	su	temor?	Temía	quedar	atrapada	muy	lejos	de	una	salida
y	que	esto	le	produciría	náuseas	y	vómitos.	El	temor	de	Kathryn	se	había	vuelto
una	soga	alrededor	de	su	cuello	que	diariamente	la	apretaba	y	la	mantenía	atada
más	y	más	cerca	de	casa.	Kathryn	estaba	experimentando	la	verdad	de	las
palabras	de	Spurgeon:	“nuestros	temores	infundados	son	nuestros	principales
verdugos.”²
Kathryn	sabía	que	su	temor	era	irracional,	sobre	todo	porque	lo	que	ella	temía—
vomitar	en	el	centro	comercial—realmente	nunca	le	había	pasado.	La	culpa
empeoraba	su	confusión	porque	sentía	que	le	estaba	ocasionando	problemas	a	la
familia	y,	en	particular,	a	su	esposo.	También	creía	que	sus	temores	irracionales
eran	pecaminosos,	así	que	estaba	preocupada	por	su	salvación	y	pensaba	que	era
una	decepción	para	el	Señor.
¿Qué	estaba	pasando	en	la	vida	de	Kathryn?	¿Tenía	acaso	algún	extraño
problema	místico?	¿Sólo	necesitaba	orar	y	leer	más	su	Biblia?	¿Podía	incluso
encontrar	en	la	Biblia	respuestas	concretas	a	su	problema?	¿Cuál	era
exactamente	esta	emoción	que	parecía	dominarla	y	de	donde	provenían	estos
sentimientos?
Entendiendo	el	Lado	Físico	del	Temor
En	los	próximos	capítulos	vamos	a	examinar	con	detenimiento	el	temor,	sus
causas	y	sus	consecuencias.	Vamos	a	considerar	lo	que	la	Biblia	dice	de	porqué
nos	volvemos	temerosas	y	cómo	superar	nuestros	temores.	Pero	primero
comencemos	dando	un	vistazo	al	lado	físico	de	esta	emoción.³	Como	todas
nuestras	emociones,	el	temor	se	experimenta	tanto	en	nuestra	mente	como	en
nuestro	cuerpo,	provocando	intensas	respuestas	físicas.
Físicamente	el	temor	es	una	reacción	que	sentimos	al	percibir	el	peligro.	Porque
Dios	nos	ama,	nos	creó	con	la	habilidad	de	responder	rápidamente	al	peligro.
Aquí	está	un	ejemplo:	Imagina	que	tu	auto	se	apagó	en	una	vía	del	tren.
Escuchas	un	silbido	y	alzas	la	vista	y	ves	que	un	tren	se	dirige	justo	hacia	ti.	Tan
pronto	como	estos	hechos	se	registran	en	tu	cerebro,	tu	cuerpo	automáticamente
se	pone	en	“hiperactividad.”	Tu	cerebro	recibe	la	advertencia	de	que	el	peligro	es
inminente	y	le	ordena	a	tu	cuerpo	que	rápidamente	libere	varias	hormonas,
incluyendo	adrenalina.Una	vez	que	estas	hormonas	son	liberadas	en	el	torrente
sanguíneo,	de	inmediato	sucederán	ciertos	cambios	físicos.	Tus	músculos	se
tensarán	para	prepararte	para	la	acción.	Tu	ritmo	cardiaco	y	tu	respiración	se
acelerarán	para	darte	oxígeno	y	fuerza	extras.	Incluso	tu	visión	y	tu	audición	se
agudizarán.	Tu	pie	pisará	el	pedal	del	acelerador	hasta	el	fondo	y	te	moverás	más
rápido	de	lo	que	pensaste	que	fuera	posible.	Todos	estos	cambios	ocurrirán
instantáneamente,	en	una	fracción	de	segundo.
Siempre	que	nos	enfrentamos	al	peligro	es	fácil	ver	cómo	la	gracia	de	Dios
alcanza	hasta	la	forma	como	fuimos	creadas.	Los	atributos	físicos	que	nos
ayudan	a	protegernos	del	peligro	son	realmente	un	buen	regalo,	¿o	no?	El	diseño
de	Dios	de	nuestro	cuerpo	es	impresionante,	como	lo	dice	el	Salmo	139:14,
“porque	formidables,	maravillosas	son	tus	obras”.	Dios	nos	ha	dotado	con	estas
habilidades	físicas	para	que	podemos	sobrevivir	en	lo	que	a	veces	es	un	mundo
peligroso.
Te	habrás	dado	cuenta	que	dije	que	el	temor	es	una	reacción	que	sentimos	al
percibir	el	peligro.	A	propósito	definí	el	temor	de	esa	manera	porque	algunas
veces	nuestras	mentes	perciben	o	imaginan	un	peligro	que	realmente	no	está	ahí.
Todo	el	mundo	ha	experimentado	la	sensación	de	despertar	de	una	pesadilla	con
el	corazón	latiendo	rápido	y	respirando	aceleradamente.	En	estos	momentos,	el
peligro	al	que	nuestro	cuerpo	está	reaccionando	está	completamente	en	nuestra
mente.	A	pesar	de	esto,	nuestro	cuerpo	responde	como	si	enfrentáramos	una
amenaza	real.	Como	puedes	ver,	nuestras	mentes	sí	afectan	nuestros	cuerpos	de
maneras	muy	poderosas—	y	Kathryn	admitía	esto.
El	temor	de	Kathryn	de	vomitar	en	el	centro	comercial	era	irracional.	Aunque	su
temor	era	infundado,	su	cuerpo	no	podía	diferenciar	entre	las	alarmas	verdaderas
y	las	falsas.	Sólo	respondía	de	la	manera	en	que	se	suponía	que	debía	hacerlo.
No	importaba	que	el	peligro	no	se	justificara.	Siempre	que	iba	al	centro
comercial	tenía	miedo	de	experimentar	todos	los	cambios	físicos	a	los	que	les
tenía	temor	y	esto	la	hacía	sentir	náuseas	y	la	convencía	de	que	probablemente
perdería	el	control	y	se	sentiría	avergonzada.	Como	ves,	realmente	tenía	miedo
de	tener	temor.
Nuestros	cuerpos	no	sólo	responden	al	miedo	equipándonos	para	evitar	o	atacar
el	peligro;	también	hay	ocasiones	en	que	los	químicos	de	nuestro	cuerpo	actúan
en	nosotras	de	maneras	más	sutiles.	Si	estamos	ocupadas	atendiendo	otro	asunto
o	si	estamos	acostumbradas	a	movernos	en	altos	niveles	de	estrés,	a	veces	no	nos
daremos	cuenta	de	lo	cambios	que	se	dan.	No	sabremos	lo	que	está	pasando	en
nuestros	cuerpos	hasta	que	pase	algún	incidente	que	los	haga	evidentes.
Disculpe,	Mis	Ansiedades	Se	Están	Manifestando
Mi	esposo	Phil	y	yo	vivimos	en	San	Diego,	California,	una	ciudad	en	la	frontera
de	Estados	Unidos	y	México.	Hemos	hecho	muchos	viajes	a	México	y	siempre
me	da	miedo	cruzar	la	frontera	de	México	de	regreso	a	Estados	Unidos.	En	este
punto	fronterizo,	tan	cruzado	en	el	mundo,	las	filas	casi	siempre	son	largas	y	la
espera	para	llegar	al	punto	de	control	es	tanto	tediosa	como	angustiosa.
En	una	ocasión	en	particular,	cuando	mi	esposo	y	yo	cruzábamos	la	frontera	de
vuelta	a	los	Estados,	ambos	recibimos	toda	una	sorpresa.	Parte	de	la	rutina	que
los	oficiales	de	la	Patrulla	Fronteriza	practican	es	preguntarles	a	los	viajeros	dos
cosas:	¿Cuál	es	su	nacionalidad?	y	¿Qué	trae	de	México?	Ambos	Phil	y	yo
respondimos	“Norteamericana”	a	la	primera	pregunta	y	entonces	yo	respondí
“Fruta”	a	la	segunda.	¡No	se	pueden	imaginar	nuestro	susto	a	mi	respuesta!	La
razón	era	porque	no	llevábamos	ninguna	fruta	de	México	y	sabíamos	que	cruzar
fruta	por	la	frontera	era	ilegal.	Ambos	sólo	nos	quedamos	sentados	ahí,
horrorizados	y	sorprendidos,	con	nuestras	bocas	abiertas.	Finalmente	recuperé
mi	compostura	y	dije,	“Quiero	decir,	nada.”	Afortunadamente	el	oficial
simplemente	me	miró	como	si	estuviera	loca	y	nos	dio	la	señal	para	que
pasáramos.	Todo	el	camino	a	casa	Phil	me	siguió	observando	de	reojo—	¡creo
que	pensaba	que	él	sabía	dónde	estaba	la	verdadera	fruta!
En	este	incidente	ligeramente	divertido,	no	sabía	qué	tan	miedosa	y	estresada	me
ponía	al	cruzar	la	frontera	hasta	que	mis	acciones	me	hicieron	consciente	de	ello.
Este	incidente	me	abrió	los	ojos	a	mi	nerviosismo	innecesario	en	la	frontera	y
también	a	mi	ceguera	hacia	mi	verdadero	estado	emocional.
El	Círculo	Vicioso
El	temor	no	sólo	afecta	tu	cuerpo	y	tu	comportamiento,	lo	contrario	también	es
cierto.	Si	eres	una	persona	con	una	predisposición	a	reaccionar	de	forma
temerosa,	será	más	probable	que	experimentes	los	síntomas	físicos	del	temor	si
bebes	demasiada	cafeína,	consumes	demasiada	azúcar	o	no	descansas	o	te
ejercitas	lo	suficiente.⁴
Si	por	lo	general	te	sientes	estresada	por	tus	responsabilidades	o	temerosa	por	tu
vida,	no	te	sentirás	cómoda	descansando	y	probablemente	no	te	darás	el	tiempo
para	comer	correctamente	o	ejercitarte.	La	incapacidad	de	relajarte	o	de	dormir
profundamente	agudizará	tu	sensibilidad	a	la	aprensión	y	al	peligro	provocando
que	se	libere	más	adrenalina	en	tu	cuerpo	que,	a	su	vez,	puede	causar	incluso
más	problemas	de	sueño.	Tomar	cafeína	para	vencer	la	sensación	de	cansancio	y
pereza	causada	por	la	falta	de	sueño	simplemente	empeorará	el	problema.
Desde	esta	breve	perspectiva	general,	puedes	ver	con	qué	facilidad	el	temor
puede	empezar	un	círculo	vicioso	de	pensamientos	fuera	de	control,	respuestas
físicas,	imaginaciones	y	atención	descuidada	del	cuerpo	que	sirven	para	traer
más	temor	y	agudizar	las	respuestas	físicas.	Es	fácil	ver	cómo	los	resultados	del
temor	pueden	crear	mayor	temor,	llevando	a	una	total	esclavitud.
El	Temor	Es	Crónico
Juana,	una	mujer	que	luchaba	con	el	miedo	crónico,	trabajaba	como	asistente	de
enfermera	certificada	en	una	casa	de	reposo	de	la	zona.	Como	Kathryn,	tenía	una
fe	sólida	en	Dios	y	quería	agradarlo.	Vino	para	platicar	conmigo	porque	estaba
teniendo	problemas	en	su	trabajo.	Se	dio	cuenta	que	cada	vez	que	entraba	al
cuarto	de	un	paciente	gravemente	enfermo,	se	sentía	abrumada	por	el	terror.	Su
cuerpo	reaccionaba	con	síntomas	como	fuertes	latidos,	dolor	de	pecho,	falta	de
aire	y	debilidad.	Le	aterraba	desmayarse	o	atemorizar	a	su	paciente	o	de	alguna
manera	lastimarlo.	Sentía	que	estaba	fuera	de	control	y	pensaba	que	podía
estarse	volviendo	loca.	Podía	decir	que	realmente	disfrutaba	su	trabajo	pero	le
daba	miedo	tener	que	cambiar	de	carrera.	De	hecho,	sus	problemas	con	algunos
pacientes	se	habían	vuelto	tan	graves	que	habían	provocado	resentimientos	con
otras	enfermeras	asistentes	y	conflictos	con	su	supervisora.
Mientras	analizábamos	sus	dificultades,	dijo	que	había	tratado	de	superar	sus
temores	orando	cada	mañana	y	pidiéndole	a	Dios	que	la	ayudara	a	no	pensar	en
su	miedo.	No	estaba	consciente	de	ningún	pensamiento	de	temor	que
desencadenara	sus	sentimientos	de	pánico;	parecía	que	sólo	salían	de	la	nada.
El	temor,	como	todo	lo	demás	en	la	vida,	puede	volverse	crónico.	De	hecho,	se
puede	convertir	en	un	hábito	tan	arraigado	que	realmente	parece	que	sale	de	la
nada.	Las	personas	que	han	experimentado	lo	que	comúnmente	se	conoce	como
ataques	de	pánico	reportan	sucesos	repentinos	de	intensa	ansiedad	que	parecen
no	tener	ninguna	base	en	sus	pensamientos.	Esta	intensa	experiencia	puede
parecer	tan	misteriosa	y	desconcertante	que	el	temor	a	ella	fácilmente	se	puede
volver	un	factor	que	controle	la	vida	de	quien	la	padece.
Déjame	ilustrarte	cómo	las	respuestas	emocionales	pueden	volverse	crónicas.⁵
Piensa	en	el	proceso	de	bajar	las	escaleras.	Cuando	usas	las	escaleras	por
primera	vez	estás	consciente	de	cada	escalón	y	miras	con	cuidado	a	dónde	vas
para	no	caerte.	Pero	si	las	escaleras	se	vuelven	parte	de	tu	rutina	diaria,
rápidamente	desarrollarás	el	hábito	de	bajarlas	sin	pensar.	Incluso	puedes	tener
una	conversación	o	llamar	a	alguien	por	tu	celular	mientras	vas	de	un	lado	a	otro
por	los	escalones	en	los	cuales	una	vez	tuviste	que	concentrarte.	Con	el	tiempo
ni	siquiera	estarás	consciente	de	ellos.	De	hecho,	si	eres	deportista,los	tomarás
de	dos	en	dos	o	de	tres	en	tres	al	mismo	tiempo.	O	incluso	podrías	sentarte	en	el
barandal	y	deslizarte	sólo	por	diversión.
Ahora,	si	en	tu	primer	intento	de	bajar	las	escaleras	hubieras	imaginado	lo	que
hubiera	sido	brincar	desde	arriba	hasta	abajo	de	un	salto,	entonces
probablemente	hubieras	sentido	temor	y	habrías	desarrollado	sentimientos	de
nerviosismo	mientras	realmente	bajabas.	Si	tu	temor	hubiera	persistido,	podría
haberse	vuelto	crónico.	Aunque	en	tu	mente	sabes	que	tu	temor	es	irracional,	aun
así,	tendrá	un	efecto	en	ti	por	la	manera	en	que	has	dejado	que	tu	imaginación
influencie	tu	percepción.
Ahora,	en	nuestro	proceso	de	pensamiento,	un	ataque	de	pánico	es	como	brincar
del	escalón	de	arriba	al	de	abajo.	En	vez	de	considerar	una	situación	paso	por
paso	(como	lo	deberíamos	hacer	al	bajar	por	las	escaleras)	rápidamente	saltamos
de	nuestro	pensamiento	inicial	al	pánico	descomunal.
Por	ejemplo,	Juana	se	sorprendió	cuando	recordó	que	la	primera	vez	que	había
experimentado	un	sentimiento	de	pánico	había	sido	cuando	trataba	de	cuidar	a	su
padre	que	estaba	crónicamente	enfermo	y	era	demasiado	demandante.	Lo	amaba
y	tenía	miedo	de	desagradarlo	o	hacerle	daño	al	darle	la	medicina	equivocada.
De	joven	respondía	con	miedo	a	las	situaciones	en	las	que	tenía	que	cuidar	a
alguien.	Al	meditar	en	su	niñez	se	percató	de	que	había	escogido	la	enfermería
porque	disfrutaba	ayudar	a	otros	y	todavía	albergaba	inquietudes	por	cometer	un
error	o	que	los	demás	la	desaprobaran.	No	estuvo	consciente	de	sus	temores
durante	sus	años	de	adolescente	o	universitaria,	pero	cuando	regresó	a	cuidar	a
personas	gravemente	enfermas,	respondió	justo	como	lo	había	hecho	de	niña.
Puedes	ver	cómo	el	temor	de	Juana,	aunque	irracional	en	su	situación,	tenía	su
origen	en	el	pensamiento	racional	y	la	experiencia.
Mientras	hablábamos,	Juana	recordó	otra	situación	que	parecía	pertinente.
Cuando	por	primera	vez	fue	a	trabajar	a	la	casa	de	reposo	donde	le	dieron
empleo,	de	repente	a	uno	de	sus	pacientes	le	dio	un	paro	cardíaco.	Juana
respondió	correctamente	y	le	avisó	a	su	supervisor,	pero	después	recreó	el
incidente	una	y	otra	vez	en	su	mente.	La	perseguían	pensamientos	como,	¿Y	si	el
hombre	hubiera	muerto?	¿Y	si	el	supervisor	no	lo	hubiera	podido	ayudar?	¿Era
yo	la	responsable	de	su	problema?	¿Cómo	podría	alguna	vez	enfrentar	a	la
familia	de	un	paciente	o	a	mí	misma	si	el	paciente	moría?	Estas	preguntas,	y
otras	como	esas,	plagaron	sus	pensamientos	por	varios	días	hasta	que	el
incidente	desapareció	de	su	memoria.	No	fue	sino	hasta	que	comenzó	a	luchar
con	los	ataques	de	pánico	junto	a	la	cama	de	sus	pacientes	que	fue	consciente	del
poderoso	efecto	que	esta	prematura	experiencia	había	tenido	en	ella.
Las	personas	que	sufren	de	ataques	de	pánico	muchas	veces	reportan
sensaciones	similares.	Parece	que	sin	ninguna	premeditación	o	advertencia	el
cuerpo	comienza	a	bombear	adrenalina.	Eso	hace	que	los	ataques	de	pánico	y
ciertos	tipos	de	fobias,	como	el	miedo	a	las	alturas	o	a	los	espacios	cerrados,
sean	tan	difíciles	de	entender.	La	mayoría	de	las	víctimas	no	están	conscientes	de
los	pensamientos	de	predisposición	que	originan	la	sensación	de	temor.	Sólo
parecen	venir	de	la	nada.	Sin	embargo,	en	vez	de	ser	terriblemente	misteriosos,
la	verdad	sobre	los	ataques	de	pánico	y	los	temores	es	realmente	fácil	de
entender.	Las	personas	los	experimentan	porque	han	desarrollado	un	hábito.
Cuando	se	encuentran	en	una	situación	dada,	ni	siquiera	tienen	que	pensar	en	sus
temores—sólo	reaccionan.	La	mente	trabaja	tan	rápida	y	habitualmente	que
mentalmente	saltan	del	escalón	más	alto	hasta	el	más	bajo	sin	ningún	esfuerzo.
Esto,	a	su	vez,	los	hace	pensar	que	sus	emociones	están	fuera	de	control	o	que	se
están	volviendo	locos.	Entonces	comienzan	a	tratar	de	evitar	estas	situaciones
“fuera	de	control,”	lo	que	permite	que	el	hábito	se	vuelva	más	y	más	paralizador.
Algunas	personas	luchan	con	los	temores	en	situaciones	sociales.	Temen	que
dirán	o	harán	algo	que	parecerá	tonto	y	por	eso	las	evitan.	Otros	tienen	temores	a
la	enfermedad	o	a	la	muerte,	mientras	que	otros	tienen	el	temor	de	hablar	con
extraños	o	frente	a	grandes	audiencias.	Algunas	personas	evitan	las	relaciones
íntimas,	a	pesar	de	que	están	solas	y	desean	estar	casadas,	sólo	porque	tienen
miedo	de	cometer	un	error	o	sentirse	decepcionados.	Existen	tantas	formas	de
temor	como	situaciones	en	la	vida.
Los	Rostros	de	Nuestros	Temores
Como	puedes	ver,	la	predisposición	de	una	persona	para	ser	temerosa	puede
estar	motivada	por	una	combinación	de	factores.	Primero,	parece	que	algunas
personas,	por	su	personalidad	básica,	están	más	inclinadas	en	esta	dirección	que
otras.	En	los	próximos	capítulos	analizaremos	con	más	detenimiento	los	factores
de	nuestra	personalidad	que	nos	hacen	temerosas.	Algunas	personas	parecen
tener	cuerpos	sensibles	que	reaccionan	de	manera	más	extrema	al	temor	o	que
están	más	conscientes	de	los	cambios	que	ocurren	en	sus	cuerpos.
La	historia	personal	también	juega	un	papel	importante	en	la	habilidad	que	una
persona	tiene	para	manejar	los	problemas	de	la	vida.	Si	creciste	con	padres
temerosos—una	madre	que	siempre	huía	de	las	dificultades	de	la	vida	o	un	padre
que	se	ocultaba—	entonces	probablemente	seas	más	temerosa.	Si	creciste	en	un
hogar	donde	existía	un	alto	nivel	de	abuso	o	deshonra	o	donde	sentías	que	nunca
podías	complacer	a	nadie,	probablemente	lucharás.	Pero	la	historia	de	tu	niñez
no	es	la	única	historia	importante	que	tienes.	También	tienes	tus	experiencias
como	adulto,	que	en	algunos	casos	son	más	importantes	que	las	que	tuviste	de
joven.	Por	ejemplo,	si	te	costó	trabajo	conseguir	un	empleo,	entre	más
entrevistas	sin	éxito	hayas	tenido,	más	temerosa	te	volverás	de	conocer	personas
o	intentar	vender	tus	habilidades	y,	por	lo	tanto,	tendrás	más	problemas	para
conseguir	trabajo.
Finalmente,	todas	somos	producto	de	cómo	hemos	respondido	a	la	vida	que	Dios
ha	marcado	para	nosotras.	Algunas	de	nuestras	respuestas	pueden	haberse	dado
en	un	espíritu	de	fe,	mientras	que	otras	brotaron	de	la	incredulidad.	Como
analizaremos	en	los	próximos	capítulos,	nuestra	relación	con	el	Señor,
particularmente	nuestro	entendimiento	de	quién	es	Él	y	lo	que	significa	Su
Palabra,	harán	la	diferencia	en	cómo	manejemos	las	situaciones	de	la	vida	y
nuestros	temores.
Nuestra	Herencia	Común
La	experiencia	humana	del	temor	no	es	nada	nuevo.	Aunque	probablemente	se
discuta	más	hoy	porque	vivimos	en	la	era	de	la	información,	el	temor	ha	andado
por	ahí	desde	el	principio	de	los	tiempos.	A	medida	que	avancemos	en	este	libro,
vamos	a	examinar	a	fondo	las	perspectivas	bíblicas	del	temor,	pero	por	ahora
echemos	un	vistazo	rápido	al	primer	registro	del	temor	en	la	Palabra	de	Dios.
Cuando	Dios	creó	la	tierra,	la	clase	de	temor	del	que	hemos	estado	hablando	no
existía.	En	el	jardín	del	Edén,	Adán	y	Eva	estaban	completamente	seguros	y
libres	de	cualquier	daño.	No	tenían	miedo	a	los	depredadores	o	a	las
enfermedades.	Todas	sus	necesidades	físicas	estaban	satisfechas.	Amaban	a	su
Creador	y	el	trabajo	que	Él	les	había	dado.	Probablemente	ni	siquiera	sabían	que
fuera	posible	tal	cosa	como	el	fin	de	la	vida.	No	se	preocupaban	de	lo	que	traería
el	mañana.	Estaban	completamente	seguros,	gozosos	y	llenos	de	alabanzas	para
su	Señor.
Entonces	pasó	lo	inconcebible:	pecaron.	Primero	Eva	y	después	Adán	cayeron
en	la	trampa	de	Satanás	y	desobedecieron	a	Dios.	El	resultado	inmediato	de	su
desobediencia	fue	el	temor	y	la	vergüenza.	A	continuación	lee	cómo	describe	la
Biblia	las	secuelas	de	este	terrible	acontecimiento:
Y	oyeron	[Adán	y	Eva]	la	voz	de	Jehová	Dios	que	se	paseaba	en	el	huerto,	al
aire	del	día;	y	el	hombre	y	su	mujer	se	escondieron	de	la	presencia	de	Jehová
Dios	entre	los	árboles	del	huerto.	Mas	Jehová	Dios	llamó	al	hombre,	y	le	dijo:
¿Dónde	estás	tú?	Y	él	respondió:	Oí	tu	voz	en	el	huerto,	y	tuve	miedo,	porque
estaba	desnudo;	y	me	escondí.	—Génesis	3:8-10
La	respuesta	inicial	de	Adán	y	Eva	fue	el	temor,	¿no	es	cierto?	Estaban
avergonzados	y	con	miedo,	así	que	se	escondieron.Se	sintieron	vulnerables	e
incómodos	de	ser	vistos	como	estaban:	desnudos.	Ya	no	disfrutaban	la	libertad	y
la	abierta	comunión	que	habían	tenido	con	Dios.	No	querían	que	Dios	los	viera.
Temían	Su	desagrado	y	con	razón.	Lo	habían	desobedecido	y	su	desobediencia
los	llevaría	siempre	a	esconderse,	taparse	y	asustarse	de	miedo	servil	ante	Él.
Nosotras	no	podemos	ni	imaginar	la	inmensa	tragedia	de	su	pérdida	porque
nuestras	vidas	constantemente	se	caracterizan	por	el	miedo;	su	relación	con	su
Creador	y	el	uno	con	el	otro	nunca	sería	la	misma.	El	pecado	los	devastó	por
completo...	y	esta	devastación	continúa	hoy.
La	Clave	Que	Nos	Libera	del	Temor
Conforme	se	vaya	desarrollando	este	libro	verás	cómo	el	pecado	es	un	factor
importante	en	nuestros	temores.	Imagina	que	éste	puede	ser	un	concepto	nuevo	o
hasta	incómodo	para	ti.	Quizá	pienses	que	hablar	de	pecado	es	condenatorio	o
cruel.	Es	cierto	que	el	pecado,	especialmente	nuestro	propio	pecado,	es	difícil	de
mirar.	Yo	sé	que	eso	es	verdad	para	mí.
Sin	embargo,	no	voy	a	dirigir	tus	pensamientos	a	tu	pecado	porque	quiera
castigarte,	condenarte	o	rechazarte.	Voy	a	dirigirte	ahí	porque	es	ahí,	y	solamente
ahí,	donde	descubrirás	la	verdad	que	te	hará	libre.	Confío	en	que	el	Espíritu
Santo	gentilmente	te	convenza	de	tu	necesidad	de	acercarte	a	tu	Salvador	y	que
cuando	lo	haga,	encuentres	el	descanso	y	la	ayuda	que	anhelas.
Mi	deseo	sincero	es	que	este	libro	te	sirva	como	una	herramienta	para	acercarte
al	que	te	ama	y	sólo	puede	perdonarte,	transformarte	y	restaurarte.	Así	que,	no
tengas	miedo	de	salir	de	ese	arbusto	y	examinar	profundamente	tu	corazón.
Puede	que	sea	doloroso	por	un	tiempo,	pero	por	la	gracia	de	Dios	y	Su
misericordia,	valdrá	la	pena.	También	examina	profundamente	el	corazón	de
Aquél	que	te	ha	amado	tanto	que	caminó	hacia	las	fauces	de	la	muerte	y	a	las
garras	de	Su	enemigo	por	amor	a	ti.	Amor	como	ese	sólo	exige	que	confíes	en
Él.	Así	que	ya	sea	que	tus	temores	sean	reales	o	imaginarios—si	apenas	estás
empezando	a	entenderlos	o	estás	muy	familiarizada	con	ellos—te	puedes	arrojar
a	la	misericordia	de	Dios,	Quien	te	ama	más	de	lo	que	quizá	sepas.
Para	Una	Reflexión	Más	Profunda
1.						¿Cómo	describirías	los	tipos	de	temores	que	enfrentas?
2.						¿Qué	tanta	influencia	tiene	en	tu	vida	el	“miedo	al	temor”?
3.						¿Cómo	ha	influido	en	tu	historia	(como	niña	y	adulta)	tu	predisposición	a
ser	temerosa?
4.						¿Puedes	pensar	en	algunos	cambios	que	tengas	que	hacer	a	la	forma	en	que
cuidas	tu	cuerpo?	¿Cuáles	son	algunas	medidas	específicas	que	puedes	tomar?
5.						Escribe	una	oración	pidiéndole	a	Dios	que	te	muestre	tu	necesidad	de	Él	y
que	te	conceda	la	esperanza	de	que	realmente	puedas	ser	libre.
Capítulo	2
Héroes	de	la	Biblia
Que	Lucharon	Contra	el	Temor
“El	temor	es	un	enemigo	más	peligroso
que	aquéllos	a	los	que	temes...”
—THOMAS	WATSON
Autor	puritano	y	pastor
Nosotros	los	cristianos	tendemos	a	hablar	mucho	sobre	los	héroes	de	la	fe	que
están	en	la	Biblia.	A	veces	consideramos	superficialmente	a	las	personas	cuyas
historias	se	escribieron	para	nosotros	y	pensamos,	Son	tan	valientes.	¿Por	qué	no
puedo	ser	como	ellos?	Sus	vidas	se	ven	tan	libres	del	temor,	parecen	permanecer
firmes	al	enfrentar	circunstancias	difíciles.	¿Qué	hay	de	malo	en	mí?	nos
preguntamos.	Si	soy	cristiana	¿por	qué	lucho	con	la	ansiedad?	¿Por	qué	no	soy
como	estos	grandes	héroes?
Es	cierto	que	Dios	ha	trabajado	poderosamente	en	las	vidas	de	las	personas	a
través	de	las	épocas.	Hebreos	capítulo	11,	que	estudiaremos	con	más
detenimiento	después,	habla	sobre	la	valiente	fe	de	hombres	como	Moisés	y
mujeres	como	Sara.	Sin	embargo,	si	observamos	con	más	cuidado,	nos	daremos
cuenta	que	muchos	de	estos	héroes	experimentaron	grandes	luchas	con	el	temor
en	algún	momento.	De	hecho,	fueron	estas	luchas	las	que	más	los	fortalecieron
en	la	vida.	El	Señor	Jesús	es	el	único	que	nunca	sucumbió	al	temor	pecaminoso
aunque	fue	tentado	a	hacerlo	de	las	mismas	formas	en	que	nos	pasa	a	nosotras.
Así	que	si	vamos	a	buscar	a	los	héroes	de	la	fe,	nos	va	a	costar	trabajo	encontrar
a	más	de	uno	...pero	éste	será	suficiente.
Ejemplos	del	Temor	en	la	Biblia
En	este	capítulo	vamos	a	tomar	tiempo	para	extendernos	un	poco	en	la	historia
del	temor	o,	mejor	aún,	del	temor	pecaminoso	en	la	Biblia.	Creo	que	te
sorprenderá	y	te	consolará	saber	que	muchos	de	los	héroes	de	la	Biblia	con	los
que	estás	familiarizada	fueron	personas	como	tú:	Lucharon	con	el	temor.	En	este
capítulo	no	solamente	estudiaremos	a	algunos	de	estos	individuos,	sino	que
trataremos	de	discernir	qué	los	motivó	a	actuar	como	lo	hicieron.	Comencemos
con	el	libro	de	los	orígenes,	Génesis.
El	Miedo	Original—Adán	y	Eva
Como	ya	aprendimos	antes,	el	miedo	se	introdujo	por	primera	vez	a	la
experiencia	humana	en	el	Jardín.	Adán	y	Eva	disfrutaban	de	una	dulce	comunión
de	confianza	con	su	Creador	y	entre	ellos.	Después	pecaron.	Fue	por	su	pecado
—su	relación	rota	entre	ellos	y	con	Dios—que	por	primera	vez	sintieron	las
consecuencias	del	temor:	más	miedo,	relaciones	rotas	y	vergüenza.	Cuando	ellos
escucharon	que	el	Señor	Dios	se	acercaba	para	visitarlos	en	el	Jardín,	se
escondieron.	Adán	tenía	miedo	de	que	Dios	lo	viera	como	estaba:	expuesto,
vulnerable	y	pecador.	El	temor	de	Adán	hacia	Dios	engendró	en	su	corazón	más
y	más	invenciones	impías	de	su	Creador.
Pero	incluso	antes	de	que	Adán	y	Eva	se	ocultaran	de	Dios,	el	miedo	jugaba	un
papel.	¿Qué	fue	lo	que	hizo	que	Eva	desobedeciera	así	a	su	Señor?	No	lo
sabemos.	Podemos	suponer	que	tuvo	miedo	de	estarse	perdiendo	algo	que
pudiera	ser	benéfico.	Pudo	haber	dudado	de	la	sabiduría	y	amor	de	Dios.	Pudo
haber	tenido	miedo	de	necesitar	algo	que	Dios	no	le	había	dado.	Es	difícil
entender	porqué	se	sintió	así,	pero	la	Biblia	dice	con	certeza	que	fue	engañada	(2
Corintios	11:3).
Después	de	pronunciar	el	juicio	que	Adán	y	Eva	merecían,	Dios
misericordiosamente	los	cubrió	con	pieles	de	animales.	Entonces	los	echó	del
Jardín.	Nunca	más	el	hombre	conocería	la	clase	de	vida	que	había	conocido;
nunca	más	estaría	completamente	libre	de	vergüenza,	pena,	timidez	y	temor.
Pero,	gracias	a	Dios,	ése	no	es	el	final	de	la	historia.	Como	cristianos,	Dios	nos
está	restaurando	a	la	misma	comunión	y	libertad	que	Adán	y	Eva	conocieron,
primero	con	Él	y	después	entre	ellos.	La	muerte	de	Jesucristo	es	el	medio	que
Dios	ha	usado	para	derribar	la	pared	de	separación	entre	nosotros	(Romanos
5:1).	Aunque	nunca	tendremos	lo	que	ellos	tuvieron,	porque	siempre	lucharemos
con	nuestro	pecado,	no	obstante	podemos	conocer	el	gozo	y	paz	significativos.
Con	Temor	al	Peligro	—Abraham
Antes	mencioné	que	hasta	los	grandes	héroes	de	la	Biblia	experimentaron	el
temor	y	sus	consecuencias.	Unos	pocos	capítulos	después	de	Adán	y	Eva
conocemos	a	Abraham,	un	hombre	que	a	menudo	se	pone	como	ejemplo	de	uno
que	tuvo	una	gran	fe.	En	ciertos	momentos	vemos	a	Abraham	estar	al	máximo:
voluntaria	y	obedientemente	dejando	su	país	y	viajando	a	una	tierra	desconocida;
levantando	el	cuchillo	para	el	sacrificio	que	le	quitaría	la	vida	a	su	hijo
prometido,	Isaac.	Sí,	realmente	hay	victorias	importantes	en	la	vida	de	Abraham,
¿o	no?
Pero	después	vemos	otra	faceta	de	él.	Tal	vez	ésta	sea	la	faceta	de	Abraham	con
la	que	más	te	identifiques.	En	dos	ocasiones	durante	sus	viajes,	uno	a	Egipto	y
otro	hacia	una	tierra	llamada	Gerar,	Abraham	mintió	a	hombres	poderosos	sobre
Sara,	su	hermosa	esposa.	Él	les	dijo	a	estos	hombres	que	era	su	hermana.	¿Por
qué?	Porque	pensó	que	si	los	reyes	de	estas	tierras	la	veían	y	sabían	que	ella	era
su	esposa,	lo	matarían	para	tomarla	para	ellos.	Para	decirlo	sin	rodeos,	quería
salvar	su	propio	pellejo.
Abraham	sabía	que	Sara	sería	la	madre	del	pueblo	escogido	por	Dios,	pero	él
ignoró	los	planes	de	Dios	y	a	ella	la	puso	en	peligro.	Fue	sólo	por	la	gracia
coercitiva	de	Dios	que	no	terminó	en	un	harén.⁷	Por	su	miedo,	pecó	contra	su
esposa,	engañó	a	los	gobernantes,	fue	una	fuente	de	problemas	para	ellos	y,
sobre	todo,	deshonró	a	Dios.	¿Fue	lógico	el	miedo	de	Abraham?	Sí,
probablemente	sí.	¿Fue	pecaminoso?Sí,	sin	duda.	¿Todavía	pudo	Dios	usarlo	y
cambiarlo	en	un	hombre	de	fe?	Sí,	y	Él	puede	hacer	lo	mismo	con	cualquiera	de
nosotras.
El	Temor	Causado	por	la	Duda	—Sara
En	1	Pedro	a	las	mujeres	se	les	dice	que	sigan	los	pasos	de	la	esposa	de
Abraham,	Sara.	En	algunas	maneras	ella	es	un	modelo	a	seguir	para	las	mujeres
piadosas:	Ella	siguió	a	su	esposo,	dejó	su	hogar	y	partió	a	la	tierra	de	la	promesa
—una	tierra	que	nunca	había	visto.
Pero	Sara	luchaba	con	sus	propios	temores.	Su	esposo	le	había	dicho	sobre	la
promesa	de	Dios	de	darles	un	hijo	y	conforme	pasaban	los	años	y	ella	seguía
estéril,	se	volvió	más	y	más	miedosa.	No	sólo	el	tiempo	de	su	reloj	biológico
estaba	avanzando,	sino	que	ya	se	había	detenido.	La	Biblia	dice	que	su	vientre
“estaba	muerto.”	Y	entonces,	con	miedo,	decidió	tomar	el	asunto	en	sus	propias
manos.	Abraham	necesitaba	un	heredero,	ella	anhelaba	un	hijo,	así	que	se	le
ocurrió	un	plan.	Ella	le	dio	a	su	marido	su	sierva,	Agar,	para	que	la	embarazara	y
se	cumpliera	la	promesa.	¡Qué	torbellino	de	problemas	generaron	sus	acciones!
De	hecho,	el	problema	entre	los	hijos	de	Israel	y	los	hijos	de	Agar,	que	comenzó
con	el	nacimiento	de	Ismael,	el	hijo	de	Agar,	ha	continuado	por	siglos.
Después,	el	Señor	llegó	a	visitar	a	Abraham.	“De	cierto	volveré	a	ti;	y	según	el
tiempo	de	la	vida,	he	aquí	que	Sara	tu	mujer	tendrá	un	hijo,”	dijo.	Sara,	que
escuchaba	detrás	de	la	puerta	de	la	tienda,	se	rió.	Ésta	no	fue	una	risa	de	gozo	o
alegría,	fue	la	risa	de	la	incredulidad	y	el	cinismo.	El	Señor	confrontó	su	risa	de
incredulidad	y	dijo,	“¿Hay	para	Dios	alguna	cosa	difícil?”	Pero	Sara	negó	que	se
estuviera	riendo	diciendo,	“No	me	reí.”	¿Por	qué?	Porque	tuvo	miedo	(Génesis
18:10-15).
Abraham	y	Sara	se	muestran	en	las	Escrituras	como	ejemplos	de	personas	de	fe.
¿Puedes	ver	cómo,	por	sí	mismos,	en	sus	propias	fuerzas,	no	fueron	tales	grandes
ejemplos?	¿Qué,	entonces,	los	hace	ejemplos	de	fe?	La	gracia	de	Dios.	Gracia	es
el	favor	inmerecido	de	Dios	hacia	Sus	hijos	a	pesar	de	sus	fallas.	En	el	capítulo
11	estudiaremos	a	conciencia	el	papel	que	juega	la	gracia	en	los	miedos	por
vencer,	pero	por	ahora	sólo	quiero	que	vislumbres	lo	fuerte	y	amoroso	que	Dios
es.	Él	obró	de	maneras	poderosas	a	través	de	Abraham	y	Sara	a	pesar	de	sus
debilidades	y	Él	puede	hacer	lo	mismo	a	través	de	ti	y	de	mí.
“No	soy	lo	suficientemente	bueno”	—Moisés
La	historia	de	Moisés	es	muy	conocida	por	la	mayoría	de	las	personas.	Fue
rescatado	de	ahogarse	por	la	hija	del	Faraón	y	criado	en	el	palacio	del	Faraón
como	su	hijo.	Pero,	cuando	Dios	comenzó	a	hablarle	de	liberar	a	Su	pueblo,
Moisés	tomó	el	asunto	en	sus	propias	manos	y	mató	a	un	egipcio	que	oprimía	a
uno	de	sus	compañeros	israelitas.	Entonces	Moisés	tuvo	que	huir	al	desierto	para
salvar	su	vida.	Los	años	pasaron	y,	con	el	tiempo,	los	sueños	de	Moisés	de	ser	un
libertador	se	desvanecieron.	Después	tuvo	un	encuentro	con	una	zarza	ardiendo.
Mientras	Dios	le	esbozaba	Su	plan	para	la	liberación	de	Su	pueblo,	Moisés	más
se	amedrentó.	Ciertamente	era	intimidante	pensar	que	debía	volver	a	la	nación
más	poderosa	de	la	tierra	y	exigir	la	libertad	de	los	esclavos.	A	medida	que
Moisés	consideraba	el	llamado	de	Dios,	su	mente	se	llenó	de	temores—
principalmente	los	temores	de	que	no	tendría	éxito	o	de	que	no	sería	capaz	de
terminar	la	tarea.	Considera	lo	que	le	dijo	a	Dios	y	ve	si	sus	inquietudes	resuenan
en	tu	corazón.
Confía	en	Dios,	No	en	Ti
Yo	verdaderamente	me	identifico	con	el	temor	de	Moisés,	¿tú	no?	No	puedo
hacer	eso...No	soy	buena	hablando	en	público...	pero	si	no	me	creen.	¿Puedes
visualizarlo?	Yo	sí.	De	hecho,	creo	que	he	tenido	ese	tipo	de	conversación	con	el
Señor.	Dios	estaba	alentando	a	Moisés	siempre.	Le	aseguró	Su	presencia	y	Su
poder	para	cumplir	Su	voluntad.	Pero	todo	lo	que	Moisés	podía	ver	era	su	propia
insuficiencia,	temor	e	incredulidad.
Observa	que	Dios	no	invirtió	tiempo	tratando	de	levantarle	a	Moisés	la	seguridad
en	sí	mismo.	Más	bien,	Dios	seguía	recordándole	que	debía	poner	su	confianza
en	Él.	Siempre	que	pasamos	tiempo	tratando	de	convencernos	de	que	realmente
somos	mejores	o	más	fuertes	o	más	sabias	de	lo	que	sabemos	que	somos,
estamos	condenadas	al	fracaso.	Dios	no	quiere	que	crezcamos	en	la	seguridad	en
nosotras	mismas.	Quiere	que	pongamos	toda	nuestra	confianza	en	Él.	Después
de	todo,	Él	es	el	único	lo	suficientemente	poderoso	para	vencer	a	los	faraones	en
nuestras	vidas.
A	medida	que	Moisés	crecía	en	su	confianza	en	el	Señor,	Dios	lo	usó	para	lograr
una	gran	liberación.	De	hecho,	Moisés	se	conoce	hoy	como	uno	de	los	mayores
líderes	de	la	historia	bíblica.	Pero	eso	no	fue	porque	él	fuera	un	hombre	valiente
por	su	cuenta,	¿verdad?	Fue	sólo	por	el	gran	poder	de	Dios	y	Su	determinación
de	cumplir	Su	propósito.	Y	lo	que	Dios	hizo	por	Moisés,	lo	puede	hacer	por	ti.
Puedes	descansar	sabiendo	que	si	Dios	te	está	llamando	a	hacer	algo,	incluso	si
es	sólo	ser	lo	suficientemente	valiente	para	ir	a	la	iglesia	o	hablarles	a	las
personas,	entonces	Su	gracia	también	será	efectiva	en	tu	vida.
La	Clase	Equivocada	del	Temor	de	Dios
Los	hijos	de	Israel	habían	sido	esclavos	en	Egipto	más	o	menos	por	400	años
cuando	Moisés	los	libertó	de	la	esclavitud	y	los	llevó	en	un	viaje	por	el	desierto
que	los	llevaría	a	la	Tierra	Prometida.	Tres	meses	después,	Dios	le	dijo	a	Moisés
que	le	dijera	al	pueblo	que	se	presentaría	a	ellos.	Moisés	le	dijo	al	pueblo	sobre
de	los	límites	que	tendrían	que	respetar	porque	la	presencia	de	Dios,	que	infunde
temor	reverencial,	iba	a	estar	cerca	de	ellos.	Con	mucho	gusto	aceptaron
encontrarse	con	Dios.	Pero	cuando	vieron	realmente	la	manifestación	de	Dios
tan	cerca,	se	llenaron	de	terror.
Todo	el	pueblo	observaba	el	estruendo	y	los	relámpagos,	y	el	sonido	de	la
bocina,	y	el	monte	que	humeaba;	y	viéndolo	el	pueblo,	temblaron,	y	se	pusieron
de	lejos.	Y	dijeron	a	Moisés:	“Habla	tú	con	nosotros,	y	nosotros	oiremos;	pero
no	hable	Dios	con	nosotros,	para	que	no	muramos”.	Y	Moisés	respondió	al
pueblo:	“No	temáis;....”	Entonces	el	pueblo	estuvo	a	lo	lejos,	y	Moisés	se	acercó
a	la	oscuridad	en	la	cual	estaba	Dios.	Éxodo	20:18-21
¿No	es	interesante	que	Moisés	les	diga	a	las	personas	que	no	tengan	miedo?	La
gracia	de	Dios	había	obrado	poderosamente	en	su	corazón,	¿no	es	así?	Si	usas	tu
imaginación,	no	tendrás	mucho	problema	para	entender	por	qué	los	israelitas
respondieron	de	la	forma	en	que	lo	hicieron.	Sus	sentidos	estaban	saturados	con
los	truenos,	los	relámpagos,	las	ruidosas	bocinas,	el	humo,	la	tierra	temblando
bajo	sus	pies.	Si	hubiera	sido	uno	de	ellos,	posiblemente	me	hubiera	ido	a	toda
prisa	también.	Las	personas	tenían	miedo	de	Dios	y	decidieron	que	sería	mejor
dejar	que	Moisés	tratara	con	Él	a	solas.	Entonces	Moisés	les	podía	dar	el	reporte
a	ellos.	Este	Dios,	Jehová,	era	demasiado	escalofriante	e	incontrolable	para	ellos.
Como	lo	dijo	el	escritor	C.	S.	Lewis	sobre	el	león	Aslan,	que	representa	a
Jesucristo	en	la	serie	de	libros	de	Lewis,	Las	Crónicas	de	Narnia,	“Él	no	es	un
león	manso.”⁸	Este	miedo	servil	que	sentían	hacia	Dios	engendraría	más	miedo,
pecado	y	el	ocultarse	de	Él.	Sería	la	fuente	de	múltiples	tristezas	y	fracasos.
En	el	capítulo	9	voy	a	hablar	sobre	la	clase	correcta	del	temor	de	Dios—la	clase
de	temor	que	nos	atrae	hacia	Él	en	vez	de	alejarnos.	Lo	que	llamaremos	temor
piadoso	se	manda	en	muchos	lugares	en	la	Biblia,	como	veremos.	El	temor
piadoso	es	también	uno	de	los	pasos	claves	para	vencer	lo	que	llamaremos	de
aquí	en	adelante	temor	pecaminoso.	Por	favor	recuerda	que	al	llamarle	a	nuestro
miedo	pecaminoso,	no	te	estoy	condenando.	Más	bien,	estoy	tratando	de
ayudarte	a	ver	con	claridad	el	plan	de	Dios	para	cambiarte	y	liberarte.	Este
cambio	comienza	con	que	reconozcas	tu	necesidad	de	un	Salvador...	y	realmente
ninguna	de	nosotras	hacer	eso	hasta	que	veamos	que	todas	somos	pecadoras
necesitadas	del	perdón	y	la	gracia.
Ayudarte	a	ver	la	pecaminosidad	de	tu	miedo	puede	parecer	cruel.	Después	de
todo,	¡tal	vez	crees	que	no	necesites	algo	más	qué	temer!	¿Deberías	ahora	temer
a	la	ira	o	a	la	desaprobación	deDios?	Una	de	las	metas	de	este	libro	es	ayudarte
a	diferenciar	entre	el	temor	que	es	bueno	o	piadoso	y	el	temor	que	es	malo	o
pecaminoso.	Quiero	fomentar	en	ti	la	buena	clase	de	temor—aprenderás	que	esta
clase	de	temor,	junto	con	el	amor	y	la	gracia,	es	el	que	romperá	las	cadenas	que
te	atan	tan	fuerte	hoy.	Así	que,	por	favor,	no	tengas	miedo	de	considerar	tu	temor
pecaminoso	porque	al	hacer	esto	encontrarás	la	ayuda	fuerte	y	amorosa	que
necesitas.
“Temí	al	Pueblo”	—Saúl
Al	principio	de	la	historia	de	la	nación	de	Israel,	un	hombre	llamado	Saúl	se
convirtió	en	el	primer	rey.	Desde	el	principio	la	vida	de	Saúl	estuvo	marcada	por
el	temor.	Cuando	el	sacerdote	Samuel	fue	primero	a	ungir	a	Saúl	como	rey,
¿puedes	adivinar	dónde	estaba?	¿Estaba	Saúl	en	oración,	humillándose	ante
Dios?	¿Estaba	sirviendo	a	pueblo	al	que	iba	a	dirigir?	No,	Samuel	encontró	a
Saúl	ocultándose	por	miedo	entre	algunos	carros	y	carretas.
Saúl	tenía	miedo	de	hacer	lo	que	Dios	lo	había	llamado	a	hacer.	Sentía	que	no
estaba	a	la	altura	de	la	tarea.	Ciertamente,	asumir	una	posición	de	gran
responsabilidad	puede	ser	intimidante.	Pero	Saúl	se	había	encontrado	con	Dios.
Samuel	también	le	había	dicho	a	Saúl	que	esto	era	idea	de	Dios...	y	aun	así	Saúl
se	ocultó.	Tal	vez	como	Adán,	neciamente	pensó	que	podía	ocultarse	de	Dios	e
ignorar	Su	plan.
Más	tarde,	cuando	Saúl	fue	a	la	guerra	contra	los	enemigos	de	Dios,	otra	vez
cedió	a	su	temor	pecaminoso.	En	una	ocasión	se	impacientó	porque	Samuel	no
llegaba	para	ofrecer	las	oraciones	y	los	sacrificios	por	la	victoria	del	pueblo	en	la
batalla,	así	que	quebrantó	la	ley	de	Dios	y	él	mismo	ofreció	los	sacrificios.	En
otra	ocasión,	cuando	se	suponía	que	tenía	que	matar	a	todos	los	enemigos	de
Dios,	incluyendo	el	ganado,	desobedeció	a	Dios	porque	tuvo	miedo	del
desagrado	de	los	israelitas.	He	aquí	cómo	se	justificó	cuando	Samuel	lo
confrontó:
Saúl	desobedeció	dos	veces	los	mandamientos	de	Dios	porque	temió	al	pueblo.
Al	ceder	a	sus	temores,	Saúl	estaba	representando	sus	verdaderos	pensamientos
sobre	Dios	—si	podía	confiar,	obedecer	o	depender	de	Él.	Saúl	nunca	dijo	que
pensaba	que	Dios	era	un	mentiroso	o	alguien	en	quien	no	se	podía	confiar;	no,
sólo	actuó	como	si	así	fuera.	El	relato	de	la	vida	de	Saúl	es	una	de	las	historias
más	tristes	de	toda	la	Biblia.	Al	final	se	suicidio	porque	temía	lo	que	sus
enemigos	le	pudieran	hacer.
Saúl	luchó	con	muchos	tipos	de	miedo,	pero	sobre	todo	con	el	temor	al	hombre.
Este	miedo	es	un	problema	muy	común	casi	para	todos.	Es	la	razón	por	la	que
sentimos	“mariposas”	en	nuestro	estómago	cuando	tenemos	que	hablar	frente	a
una	multitud.	Es	la	razón	por	la	que	nuestras	manos	sudan	y	nuestra	boca	se
seca.	Es	la	razón	por	la	que	olvidé	mi	diálogo	y	avergoncé	a	mis	compañeros	de
clase.	El	temor	al	hombre	es	un	problema	común	que	muchos	enfrentan,
incluyendo	muchas	personas	de	la	Biblia.	Tomemos	un	momento	para	ver	otro
ejemplo	que	involucra	al	apóstol	Pedro.
“¿Jesús?...	¡No	Conozco	al	Hombre!”	—Pedro
De	todos	los	personajes	del	Nuevo	Testamento,	Pedro	es	con	quien	más	me
identifico.	Siempre	listo	para	dar	su	opinión,	hablar	antes	de	pensar	y	confiar	en
su	fidelidad,	puedo	ver	que	estamos	cortados	con	la	misma	tijera.	Cometió
muchos	errores,	pero	hubo	un	incidente	en	particular	que	probablemente	nunca
dejó	de	entristecerlo	cuando	pensaba	en	él.
Cada	día	Jesús	se	volvía	más	y	más	popular	entre	las	multitudes.	Parecía	que	lo
amaban	tanto	que	lo	harían	su	rey.	Por	otro	lado,	los	líderes	religiosos	de	Israel
estaban	más	y	más	resueltos	en	su	odio	y	envidia	hacia	Él.	Estaban	decididos	a
matar	a	Jesús—todo	lo	que	tenían	que	hacer	era	encontrar	la	manera.
En	la	noche	que	Jesús	fue	traicionado,	Jesús	y	sus	amigos	iban	de	camino	a	orar
al	Huerto	de	Getsemaní.	“Todos	vosotros	os	escandalizaréis	de	mí	esta	noche,”
Él	dijo.	Pedro,	típico	de	su	carácter,	protestó,	“Aunque	todos	se	escandalicen	de
ti,	yo	nunca	me	escandalizaré...	aunque	me	sea	necesario	morir	contigo,	no	te
negaré,”	(Mateo	26:33,	35).
Todos	sabemos	cómo	se	desarrolló	esta	historia,	¿no?	Esa	noche	Jesús	fue
arrestado	y	enviado	a	la	casa	del	sumo	sacerdote	para	ser	interrogado.	Mientras
Pedro	trataba	de	calentarse	afuera	en	el	fuego,	una	pequeña	criada	lo	acusó	de
ser	uno	de	los	seguidores	de	Jesús.	Vencido	por	el	miedo,	Pedro	dijo,	“No	sé	lo
que	dices.”	Más	tarde	lo	vio	otra	criada	y	dijo:	“También	éste	estaba	con	Jesús	el
nazareno,”	pero	él	negó	otra	vez	con	juramento:	“No	conozco	al	hombre.”	Poco
después,	acercándose	los	que	estaban	por	ahí,	dijeron:	“Verdaderamente	también
tú	eres	de	ellos,	porque	aún	tu	manera	de	hablar	te	descubre”	(Mateo	26:73).
Esta	vez	Pedro	estaba	decidido	a	detener	el	cuestionamiento	así	que	entonces
comenzó	a	maldecir,	y	a	jurar:	“No	conozco	al	hombre”	(Mateo	26:74).	El	miedo
de	Pedro	fue	tan	fuerte	que	lo	llevó	a	negar	al	Salvador	que	amaba.
La	oscuridad	de	esa	noche	y	su	fracaso	sin	duda	extendieron	su	tristeza	como
una	mortaja	sobre	el	corazón	de	Pedro	por	tres	días	hasta	que	escuchó	sobre	la
resurrección.	¿Puedes	imaginar	el	tormento	de	su	alma	al	recordar	la	bondad	de
su	Señor	y	la	vergüenza	de	sus	horrendas	acciones?	¿Puedes	imaginar	cuántas
veces	debió	haber	repasado	sus	palabras	cobardes	en	su	mente—	¡No	conozco	al
hombre!	¡No	conozco	al	hombre!?	Y	después	allí	estaba	la	mirada	que	se	cruzó
entre	él	y	Jesús	después	de	la	tercera	negación.	La	Biblia	registra	este
significativo	intercambio	de	una	manera	muy	simple,	“Vuelto	el	Señor,	miró	a
Pedro”	(Lucas	22:61).	Pedro	experimentó	toda	la	fuerza	de	las	consecuencias	de
su	miedo	y,	si	no	hubiera	sido	por	la	resurrección,	el	perdón	y	la	restauración	de
Jesús,	nunca	se	habría	recuperado.	Pero	sí	se	recuperó	y	fue	a	predicar	ante	miles
y	a	enfrentar	la	muerte	de	mártir	con	gran	valor.	¿Qué	pudo	cambiar	a	un	hombre
miedoso	que	maldijo	en	uno	que	pudo	descansar,	confiar	y	actuar	con	gran
heroísmo?	Sólo	una	relación	con	el	Dios	viviente.
¿Puedes	ver	cómo	somos	iguales	a	Pedro	y	Saúl?	Por	un	lado	sabemos	que	Dios
es	poderoso	y	está	lleno	de	amor	para	nosotras,	pero	por	el	otro	lado	nos
encontramos	frecuentemente	vencidas	por	el	temor	a	los	que	nos	rodean.	Parece
que	en	esta	área	en	particular	estamos	llenas	de	contradicciones.	Podemos
descuidar	las	oportunidades	de	testificar	a	los	demás	o	preocuparnos	más	por	lo
que	nuestros	compañeros	de	trabajo	piensen	que	por	lo	que	Dios	piense.	Todos
los	verdaderos	cristianos	anhelan	tener	vidas	que	resplandezcan	brillantemente
ante	los	demás,	pero	cuando	se	trata	de	realmente	encender	la	luz,	nos
encontramos	con	frecuencia	ocultándonos	como	Saúl	o	negando	incluso	que
conocemos	al	Señor,	como	Pedro.	Ya	que	el	temor	al	hombre	es	una	trampa
común	y	molesta,	la	estudiaremos	con	más	detenimiento	en	el	capítulo	5.
De	Cobardes	Reacios	a	Héroes	Fieles
Como	puedes	ver,	hasta	los	grandes	héroes	de	la	Biblia	como	Abraham,	Moisés
y	Pedro	no	siempre	se	caracterizaron	por	una	gran	valentía.	Ahora,	no	estoy
diciendo	que	todo	el	pueblo	de	Dios	siempre	fue	vencido	por	sus	miedos	—hay
suficientes	Danieles,	Sadracs,	Marías	y	Pablos	en	la	Escritura	para	que	sepamos
que	Dios	puede	cambiar	corazones	y	vidas.	En	eso	te	puedes	gozar.	Pero	también
puedes	tener	consuelo	en	el	hecho	de	que	Dios	ama	llamar	a	Él	al	corazón
temeroso.	Dios	ha	obrado	en	las	vidas	de	Sus	hijos	consistentemente	a	través	de
la	historia:	les	ha	dado	paz	en	medio	de	violentas	tormentas,	valor	para	enfrentar
enemigos	abrumadoramente	poderosos	y	confianza	al	enfrentar	acusaciones	y
persecución.	Los	ha	ayudado	a	comparecer	antes	jueces	y	reyes	hostiles.	Les	ha
dado	la	audacia	sobrenatural	para	“cerrar	la	boca	de	los	leones.”	Si	Él	puede
ayudar	a	Sus	hijos	en	las	circunstancias	extraordinariamente	difíciles	descritas	en
la	Biblia,	te	puede	dar	tranquilidad	y	gozo	para	enfrentar	las	presiones	diarias
que	amenazan	con	aplastarte.	¿Por	qué	Dios	se	deleita	en	ayudarnos	a	ser	hijas
fieles,	llenas	de	paz	y	confianza,	hijas	que	se	apoyan	en	Su	fortaleza?	Porque
cuando	Él	cambia	corazones	como	los	nuestros	en	corazones	como	el	Suyo,	Él
recibe	alabanzay	gloria.	Cuando	descubrimos	que	podemos	caminar	en	paz	a
través	de	las	situaciones	que	antes	nos	aterrorizaban,	nuestros	corazones	se
desbordarán	de	gratitud	y	agradecimiento—y	eso	trae	gozo	a	Dios.	Sólo	Él
puede	cambiar	los	corazones	que	están	frecuentemente	abrumados	por	el	temor
en	corazones	dominados	por	Su	poder	y	valentía	y	es	Su	deleite	hacerlo.
Para	Una	Reflexión	Más	Profunda
1.						¿En	qué	maneras	eres	como	Adán	y	Eva,	Abraham	y	Sara,	Moisés,	los
israelitas,	Saúl	y	Pedro?
2.						¿Cómo	te	ayuda	saber	que	personas	reconocidas	de	la	Biblia	lucharon	de	la
misma	forma	en	que	tú	lo	haces?
3.						¿Crees	que	es	posible	que	Dios	te	cambie	como	cambió	a	otros?
4.						¿Cuáles	son	los	miedos	que	tienes	sobre	la	obra	de	Dios	en	tu	vida?
5.						¿Por	cuáles	cambios	puedes	orar	ahora	mismo?
Capítulo	3
Reemplazando	Tus	Temores
con	el	Poder	de	Dios
“La	vara	de	Dios	no	nos	castiga	tan	severamente
como	lo	hace	la	vara	de	nuestra	propia	imaginación....”
—Carlos	H.	Spurgeon
Como	gerente	de	operaciones	de	una	compañía	mediana,	la	responsabilidad	de
Gina	era	supervisar	muchas	de	las	relaciones	diarias	entre	sus	empleados	y	los
clientes	de	su	compañía.	Gina	había	trabajado	mucho	para	alcanzar	su	posición
de	autoridad.	Había	hecho	a	un	lado	su	deseo	de	tener	una	familia	para	obtener
su	grado	de	maestría	y	seguir	con	su	carrera.	Había	pulido,	a	un	alto	nivel,	sus
habilidades	para	hablar	en	público.	Pero	Gina	tenía	un	problema.	Aunque	sabía
que	una	buena	administración	implicaba	delegar	y	confiar	en	otros,	cada	vez	le
resultaba	más	difícil	“soltar”.	Trabajaba	en	exceso	porque	sentía	que	no	podía
confiar	en	que	los	demás	hicieran	lo	que	ella	quería	que	hicieran,	estaba
estresada	y	se	sentía	devaluada.	Aunque	reconocía	que	estaba	rodeada	de
trabajadores	capaces,	simplemente	sentía	que	no	podía	confiar	en	ellos.	Temía
que	si	no	supervisaba	cada	detalle	del	negocio	la	despedirían	y	eso	significaría,	a
su	vez,	que	era	una	fracasada.
Su	miedo	también	hacía	que	respondiera	a	la	defensiva	cuando	alguno	de	sus
subordinados	sugería	nuevas	maneras	de	dirigir	el	negocio.	Entonces,	cuando	le
hacían	ver	que	se	ponía	a	la	defensiva,	respondía	poniéndose	más	a	la	defensiva
y	enojándose.	Aunque	tenía	muchos	amigos	en	la	compañía,	cada	vez	estaba	más
aislada	porque	cuando	sus	empleados	veían	el	problema	y	le	hablaban	al
respecto,	los	acusaba	de	deslealtad	e	intentaba	echarlos.	Con	frecuencia	en	la
noche	no	podía	dormir	porque	se	imaginaba	que	quizá	les	era	antipática	o	que	la
traicionarían.	Su	mente	imaginaba	horrendas	ideas	de	la	vida	sin	trabajo,	la
vergüenza	de	ser	despedida	o	de	volverse	una	“vagabunda”	sin	amigos.	El
problema	alcanzó	su	punto	crítico	cuando	sus	supervisores	inmediatos	le	dijeron
que	tenía	que	cambiar	o	que	sufriría	las	consecuencias.	Había	orado	de	todo
corazón	por	su	problema,	pero	parecía	que	cada	vez	que	se	proponía	hacerlo
mejor,	se	encontraba	en	la	sala	de	descanso	de	las	mujeres	hablando	mal	de
cualquiera	que	la	hubiera	criticado	con	cualquiera	que	la	escuchara.	Las	cosas	se
habían	salido	de	control	y	cada	vez	estaba	más	y	más	temerosa	de	que	su	trabajo
estuviera	en	peligro.
Como	cristiana,	Gina	pensó	que	podía	tener	algún	tipo	de	problema	espiritual
pero	no	podía	descubrir	cuál	era.	¿Qué	estaba	pasando	en	su	vida?	¿Por	qué
escogía	tratar	a	las	personas,	aunque	fueran	personas	que	apreciaba	y	valoraba,
de	forma	negativa?	¿Había	alguna	esperanza	para	ella?
Gina	no	es	la	única	persona	que	ha	luchado	con	el	miedo	en	su	trabajo.	Su	miedo
surgió	de	su	deseo	de	sentir	que	tenía	el	control.	Sentir	la	necesidad	de	controlar
a	otros	es	algo	con	lo	cual	muchas	personas	luchan,	sobre	todo	las	personas	que
son	competentes	y	ambiciosas.	Algunas	personas	podrían	inclinarse	más	hacia
este	tipo	de	miedo	porque	desde	niños	aprendieron	que	nunca	podían	confiar	en
nadie	que	no	fueran	ellos	mismos.	Otras	podrían	tener	un	alto	concepto	de	sí
mismas,	pensando	que	todos	los	demás	son	incapaces.	Cualquiera	que	sea	la
historia	o	la	causa,	si	eres	una	persona	que	cae	en	esta	categoría	conoces	el	estrés
y	la	destrucción	que	este	deseo	produce.
En	el	capítulo	4	vamos	a	ver	con	mayor	detenimiento	los	problemas	que	enfrenta
una	persona	controladora.	Pero	por	ahora,	sólo	digamos	que	el	deseo	de	tener	el
control	es	algo	que	se	encuentra	en	las	personas	de	cualquier	lugar,	en	cualquier
nivel	económico	y	esto	ocasiona	mucho	el	temor.
Ciertamente	la	vida	sería	más	fácil	si	nuestros	miedos	permanecieran	aislados	en
ciertas	áreas	de	nuestras	vidas,	¿no?	Por	ejemplo,	Gina	podría	haber	estado	feliz
si	hubiera	excluido	sus	miedos	del	área	de	trabajo.	Algunos	estarían	felices	si
pudieran	ir	a	la	tienda	sin	tener	que	enfrentar	el	pánico	y	la	ansiedad.
Desafortunadamente,	el	miedo	(como	las	otras	emociones)	no	es	fácil	de	limitar
a	un	lugar	u	otro.	Y	el	pueblo	de	Dios,	como	ya	hemos	visto,	es	probable	que
tenga	luchas	muy	reales	con	el	temor.	De	hecho	hasta	los	pastores,	y	aquéllos	en
el	ministerio,	luchan	con	el	temor	en	sus	púlpitos	y	en	sus	relaciones	con	los
miembros	de	su	iglesia.	Considera	el	ejemplo	de	Timoteo.
Timoteo	fue	un	joven	discípulo	de	la	iglesia	primitiva.	Hijo	de	padre	griego	y
madre	judía	que	se	volvió	creyente,	Timoteo	fue	probablemente	ganado	para
Cristo	por	medio	del	ministerio	de	Pablo.	Acompañó	a	Pablo	en	un	sin	número
de	obras	misioneras	y	Pablo	hablaba	muy	bien	de	él.	Era	conocido	como	un
hombre	de	lealtad,	sensibilidad	y	celo.	Pero	también	fue	un	hombre	que	luchó
con	el	temor.
En	dos	ocasiones	diferentes,	Pablo	específicamente	trata	la	lucha	de	Timoteo	con
el	miedo.	La	primera	se	menciona	en	1	Corintios	16:10,	donde	Pablo	les	dice	a
los	cristianos	de	Corinto	que	cuiden	de	Timoteo	viendo	que	esté	“con
tranquilidad.”	La	segunda	aparece	en	el	libro	de	Segunda	de	Timoteo,	donde
Pablo	escribe,	“Te	aconsejo	que	avives	el	fuego	del	don	de	Dios	que	está	en
ti...porque	no	nos	ha	dado	Dios	espíritu	de	cobardía...”	(2	Timoteo	1:6-7	énfasis
añadido).
No	es	demasiado	difícil	ver	que	Timoteo	luchaba	con	el	temor	o	que	Pablo,	su
amado	padre	en	la	fe,	estaba	interesado	en	cómo	afectaba	esto	la	vida	y	el
ministerio	de	Timoteo.	Más	adelante	en	la	misma	carta,	Pablo	anima	a	Timoteo,
“esfuérzate	en	la	gracia	que	es	en	Cristo	Jesús”	(2	Timoteo	2:1).
La	Presencia	de	Dios	que	Cambia	la	Vida
En	este	capítulo,	analizaremos	más	de	cerca	el	consejo	de	Pablo	a	Timoteo.
Veremos	cómo	Dios	obró	en	su	vida	llenándolo	con	Su	fuerza	capacitadora	en
tres	áreas	específicas:	poder,	amor	y	disciplina	(o	dominio	propio).	Pablo	sabía
que	Timoteo	debía	enfocarse	en	la	efectividad	de	la	presencia	de	Dios	en	su
vida...	y	nosotras	también.	He	aquí	lo	que	Pablo	dijo:
Por	lo	cual	te	aconsejo	que	avives	el	fuego	del	don	de	Dios	que	está	en	ti	por	la
imposición	de	mis	manos.	Porque	no	nos	ha	dado	Dios	espíritu	de	cobardía,
sino	de	poder,	de	amor	y	de	dominio	propio.
—2	Timoteo	1:6-7
Pablo	quería	recordarle	a	Timoteo	lo	que	Dios	le	había	dado	en	Su	benignidad.
Le	había	dado	el	“don	de	Dios.”	Este	don	lo	equipó	para	cumplir	la	voluntad	de
Dios	en	su	vida.	Bueno,	podrías	estar	pensando,	si	el	apóstol	Pablo	hubiera	orado
específicamente	por	mí,	yo	tampoco	tendría	temor.	Es	cierto	que	ninguna	de
nosotras	tuvimos	la	experiencia	personal	que	tuvo	Timoteo	con	el	gran	apóstol,
pero	tenemos	algo	mucho	mejor.	Tenemos	las	oraciones	del	Hijo	de	Dios:	“por
lo	cual	puede	también	salvar	perpetuamente	a	los	que	por	él	se	acercan	a	Dios,
viviendo	siempre	para	interceder	por	ellos”	(Hebreos	7:25).
Como	ves,	el	Señor	Jesús	está	orando	por	ti,	incluso	ahora	mientras	lees	este
libro.	Él	en	Su	benignidad	te	ha	dotado	para	cumplir	el	ministerio	al	que	te	ha
llamado,	exactamente	de	la	misma	manera	en	que	dotó	al	joven	Timoteo.	Puede
que	no	seas	llamada	a	un	ministerio	de	tiempo	completo	o	al	liderazgo	en	la
iglesia,	pero	cualquiera	que	sea	tu	llamado,	ya	sea	ser	mamá,	estudiante	o
ejecutiva	de	una	empresa,	Él	te	ha	dado	todo	lo	que	necesitas	para	cumplirlo.
Con	este	don	el	Señor	no	ha	puesto	en	tu	corazón	una	actitud	de	temor	o	timidez.
No,	si	tú	erescristiana,	Él	mora	en	ti	con	su	Espíritu	Santo:	Su	poder,	Su	amor,
Su	disciplina	para	tener	dominio	propio.	Por	el	carácter	de	Dios	que	mora	en	el
creyente,	Timoteo,	tú	y	yo	podemos	cumplir	Su	llamado	en	nuestras	vidas.
Examinaremos	ahora	cómo	el	poder,	amor	y	dominio	propio	luchan	contra	el
temor	y	cómo	podemos	avivar	de	nuevo	el	don	de	Dios	en	nosotras.
El	Poder	Dinámico	de	Dios
Dios	le	dio	a	Timoteo	el	poder	o	el	valor	para	combatir	las	dificultades	y	los
peligros	que	enfrentaría.	Dentro	de	él	tenía	el	poder	para	aguantar	las	pruebas	y
para	triunfar	en	las	persecuciones.	Tenía	este	poder	porque	en	él	moraba	el
Espíritu	de	poder—el	Espíritu	de	Dios,	quien	tiene	toda	autoridad	y	poder.
Este	poder	o	capacidad	para	enfrentar	los	problemas	y	las	pruebas	es	parte	del
misericordioso	don	gratuito	de	Dios	dado	a	Sus	hijos.	Es	por	eso	que	defender	la
justicia	y	la	verdad	es	algo	que	cada	creyente	está	llamado	a	hacer.	Así	que,
aunque	te	puedas	sentir	débil	y	con	miedo,	la	verdad	es	que	Aquél	que	tiene	todo
el	poder	ha	hecho	que	Su	poder	esté	disponible	para	ti.
Algunas	personas	enseñan	que	la	manera	de	vencer	el	miedo	es	confiar	en	ti
misma	o	desarrollar	tu	propia	auto-confianza.	Pero	Dios	no	quiere	que	pongas	tu
confianza	en	tus	propios	poderes	o	habilidades.	¿Es	bastante	obvio,	no	es	cierto,
que	hasta	cuando	somos	fuertes,	no	somos	lo	suficientemente	poderosas?	Dios
quiere	que	pongas	tu	confianza	en	Su	poder.	Pablo	les	enseñó	a	los	cristianos	de
Corinto	que	su	fe	tenía	que	descansar	en	el	poder	de	Dios	(1	Corintios	2:5).
Veamos	por	un	momento	qué	tan	poderoso	ya	es	el	Espíritu	de	Dios	en	nuestras
vidas:
El	Poder	de	Dios	para	Vencer	el	Pecado
El	Espíritu	Santo	mora	en	todos	los	hijos	de	Dios	y	es	lo	suficientemente
poderoso	para	llevar	a	cabo	lo	milagroso	en	nuestras	vidas.	Este	poder	que	mora
dentro	es	el	que	te	permite	vencer	los	temores	pecaminosos.	Romanos	8:13
enseña	que	es	por	este	mismo	Espíritu	que	puedes	hacer	morir	las	obras	de	la
carne.¹
Por	ti	misma,	en	tu	propia	fuerza,	nunca	podrás	vencer	tu	temor	pecaminoso.
Esto	porque	nadie	es	verdaderamente	capaz	de	cambiar	la	inclinación	de	su
propia	naturaleza.	Es	cierto,	podemos	hacer	cambios	externos:	podemos	perder
peso	o	aprender	a	nadar,	pero	el	cambio	en	el	corazón	es	algo	que	sólo	el
Espíritu	Santo	puede	lograr.	El	tipo	de	cambio	que	necesitamos—	cambio	que
nos	librará	de	nuestro	pecado—viene	de	un	sólo	lugar:	el	Espíritu	Santo.	Pero	no
te	desesperes.	Si	eres	cristiana,	Su	poder	está	disponible	para	ti	hoy.
Venciendo	Imaginaciones	Temerosas
Mientras	conducía	por	la	autopista	de	camino	a	la	iglesia,	luché	con	el	miedo
que	muchas	abuelas	conocemos.	Mi	hija	estaba	por	dar	a	luz	a	nuestro	primer
nieto	y,	en	mi	imaginación,	moría	en	el	parto.	De	hecho,	no	sólo	moría,	sino	que
también	nuestro	nieto	moría	con	ella	y	los	imaginaba	en	un	ataúd.	No	tenía	una
razón	lógica	para	tener	estos	pensamientos	porque	mi	hija	y	su	bebé	estaban
bien,	pero	esta	imaginación	era	real	en	mi	mente,	como	si	realmente	hubiera
sucedido.	Lloré.	Traté	de	imaginar	la	vida	después	de	esta	tragedia.	¿Cómo	podía
seguir?	Pensé	que	debía	regresar	a	casa	porque	ciertamente	no	podía	ir	a	la
iglesia	en	este	estado.	Entonces,	el	Espíritu	Santo	me	convenció:	¿Qué	estaba
haciendo?	Estaba	permitiendo	que	mi	imaginación	me	asustara	y	me
aterrorizara.	En	seguida	supe	que	lo	que	estaba	haciendo	estaba	mal,	así	que	le
pedir	perdón	a	Dios.	Oré,
Dios,	sólo	Tú	sabes	lo	que	pasará	en	mi	futuro.	Tú	sostienes	mi	vida	en	Tu
mano.	Sé	que	Tú	no	has	prometido	que	nunca	sufriré	perdidas,	pero	Tú	has
prometido	sostenerme	si,	en	Tu	plan	amoroso,	tengo	que	sufrir.	Por	favor,
ayúdame	a	gozarme	en	Ti	y	a	poner	toda	mi	confianza	en	Ti.	Amén.
Después	de	eso	puse	música	de	alabanzas	y	concentré	mis	pensamientos	y	mi
imaginación	en	adorar	y	bendecir	a	Dios.	Ahora	estaba	lista	para	ir	a	la	iglesia.
Sabes,	el	problema	con	los	temores	que	sólo	existen	en	nuestra	imaginación	es
que,	como	no	son	reales,	los	debemos	enfrentar	a	solas.	La	gracia	de	Dios	no
está	disponible	para	ayudarnos	a	vencer	los	problemas	imaginarios	que	residen
sólo	en	nuestra	mente.	Él	nos	ayudará	a	hacer	morir	estos	temores	imaginarios,
pero	sólo	en	el	mundo	real	es	que	Su	poder	es	efectivo	para	sostenernos	en	los
problemas.	Es	sólo	cuando	Él	nos	llame	a	verdaderamente	pasar	por	tiempos
difíciles	que	Su	poder	estará	presente	para	protegernos,	consolarnos	y
fortalecernos.
Durante	la	Segunda	Guerra	Mundial,	Dios	levantó	una	familia	de	cristianos
holandeses	que	ayudaron	a	esconder	a	personas	judías	del	avance	del	ejército
alemán.	Esta	sobrecogedora	e	inspiradora	historia	de	sacrificio	y	valor	se
encuentra	en	el	libro	The	Hiding	Place	(El	Refugio	Secreto)y	fue	escrita	por	la
única	hija	sobreviviente	de	la	familia,	Corrie	ten	Boom.
De	joven,	Corrie	se	enfrentó	con	sus	propios	miedos.	El	bebé	de	una	vecina
murió	y	Corrie	se	dio	cuenta	que	era	posible	que	cualquiera	muriera,	hasta	su
propio	amado	padre.	“¡Tú	no	puedes	morirte!	¡No	puedes!”	lloró.	Así	es	como
ella	describió	la	respuesta	de	su	padre	a	su	miedo:
Papá	se	sentó	en	la	orilla	de	la	estrecha	cama.	“Corrie,”	comenzó	con	cuidado,
“cuando	tú	y	yo	vamos	a	Amsterdam—	¿cuándo	te	doy	tu	boleto?”
Sorbí	la	nariz	unas	cuantas	veces	considerando	esto.
“Bueno,	justo	antes	de	subir	al	tren.”
“Exacto.	Y	nuestro	sabio	Padre	en	el	cielo	también	sabe	cuándo	vamos	a
necesitar	las	cosas.	No	te	adelantes,	Corrie.	Cuando	llegue	el	tiempo	de	que
algunos	de	nosotros	vayamos	a	morir,	mirarás	tu	corazón	y	encontrarás	la
fortaleza	que	necesitas—	justo	a	tiempo.”¹¹
¿Puedes	ver	lo	que	el	padre	de	Corrie	le	estaba	enseñando?	Cuando	Dios	te
llame	a	enfrentar	algo	aterrador,	ya	sea	tu	propia	muerte,	una	tragedia	en	la
familia	o	alguna	dificultad,	entonces,	y	solamente	entonces,	Él	te	dará	la
fortaleza	para	vivirlo.	A	través	de	los	años	he	tratado	de	recordar	que	no	necesito
el	“boleto”	de	la	fortaleza	y	la	gracia	de	Dios	para	un	tren	que	todavía	no	llega	o
quizá	nunca	llegue.	El	único	boleto	que	necesito	es	para	el	tren	que	tengo	que
abordar	ahora,	y	Dios	ha	prometido	darme	ese	boleto	cuando	lo	necesite.	“No	te
desampararé	ni	te	dejaré,”	nos	ha	dicho	(Hebreos	13:5).	Él	estará	ahí,
sosteniendo	nuestra	mano,	sin	importar	lo	que	haya	llegado	a	la	estación.
El	temor	que	existe	en	nuestra	imaginación	es	un	enemigo	formidable.	Pero
puede	ser	eliminado	por	el	Espíritu	y	la	fe.	El	gran	predicador	inglés	Carlos
Spurgeon	una	vez	predicó	un	sermón	de	los	miedos	innecesarios.	Aquí	está	una
porción	de	lo	que	dijo:
...muchos	del	pueblo	de	Dios	constantemente	están	bajo	aprensiones	de
calamidades	que	nunca	les	pasarán	y	sufren	mucho	más	por	sólo	temerlos	que
por	soportarlos	si	de	hecho	les	pasaran.	En	su	imaginación	hay	ríos	en	su	camino
y	están	ansiosos	por	saber	cómo	los	cruzarán	o	atravesarán	nadando.	No	existen
tales	ríos,	pero	se	agitan	y	se	angustian	con	ellos...	estas	personas	tímidas
continuamente	están	cruzando	puentes	que	solamente	existen	en	sus...	fantasías.
Ellos	mismos	se	apuñalan	con	dagas,	se	mueren	de	hambre	en	hambrunas
imaginarias	y	hasta	se	entierran	en	tumbas....¹²
Conforme	avancemos	en	este	libro	veremos	cómo	el	Espíritu	Santo	nos	puede
ayudar	a	controlar	nuestros	pensamientos	y	a	aprender	a	disciplinar	nuestras
mentes.	Por	ahora,	sin	embargo,	es	importante	que	comencemos	a	ver	cómo
nuestra	imaginación	pecaminosa	alimenta	nuestros	temores.
Desarrollando	Dominio	Propio
En	2	Timoteo	1:6-7,	Pablo	mencionó	tres	cosas	que	Dios	le	había	dado	a
Timoteo:	poder,	amor	y	disciplina	(o	dominio	propio).	En	el	capítulo	10
trataremos	el	amor,	así	que	por	ahora	nos	enfocaremos	en	uno	de	los	resultados
del	poder	del	Espíritu:	dominio	propio.
Pablo	le	recomendó	a	Timoteo	que	recordara	que	Dios	le	había	dado	la
capacidad	para	disciplinar	su	mente.	La	palabra	que	Pablo	utilizó	aquí	se	usa
sólo	una	vez	en	el	Nuevo	Testamento	y	se	refiere	a	la	facultad	de	la	mente	que	le
permite	a	alguien	controlar	sus	pensamientos,	tener	dominio	propio.	El	punto	es
que	Dios	le	había	dado	a	Timoteo	la	capacidad	ola	habilidad	para	tener	una
mente	disciplinada	y	sensata.	Una	mente	sensata	es	una	que	tranquilamente	se
enfoca	en	la	verdad:	primero	en	la	verdad	sobre	quién	es	Dios	y	qué	ha	dicho	y,
segundo,	la	verdad	sobre	nosotras	mismas.
¿En	qué	está	enfocada	tu	mente?	Casi	todas	nosotras	luchamos	con	temores	que
pueden	llevar	a	nuestra	mente	a	revolotear	de	un	desastre	a	otro.	Podemos
imaginar	el	peor	de	los	escenarios	en	segundos;	nuestros	pensamientos	están
llenos	de	imágenes	gráficas	de	enfermedad,	muerte,	desastres	o	problemas.	En
vez	de	enfocarnos	en	la	bondad	y	en	la	fortaleza	de	Dios,	nos	enfocamos	en
desastres	inminentes	y	Dios	llegando	sólo	como	una	idea	de	último	momento.
Incluso	puede	ser	que	los	pensamientos	que	ocupan	tu	mente	sean	tan	fuertes
que	te	olvides	por	completo	de	Dios.	Es	fácil	ver	que	todas	necesitamos	cultivar
la	disciplina	para	desarrollar	una	mente	sensata.
Las	imaginaciones	indisciplinadas	son	la	causa	del	desaliento	y	la	ansiedad.
Cuando	me	llené	de	imaginaciones	temerosas	sobre	mi	hija	y	mi	nieto,	no	estaba
disciplinando	mi	mente	o	pensando	en	la	verdad.	¡Mi	mente	era	de	todo	salvo
tranquila!	Una	mente	sensata	es	una	mente	que	puede	disfrutar	la	paz	incluso	en
medio	de	una	gran	tormenta	porque	está	anclada	en	lo	que	es	realmente
verdadero.	En	el	Antiguo	Testamento	el	profeta	Isaías	habló	de	esta	tranquilidad
de	la	mente:	“Tú	guardarás	en	completa	paz	a	aquel	cuyo	pensamiento	en	ti
persevera;	porque	en	Ti	ha	confiado”	(Isaías	26:3,	énfasis	añadido).
La	Estabilidad	de	Confiar	en	Dios
La	paz	perfecta	está	disponible	solamente	para	aquél	cuya	mente	está
firmemente	fija	en	confiar	en	Dios.	¿Qué	significa	“confiar”	en	Dios?	La
confianza	es	el	resultado	de	la	decisión	de	escoger	creer	que	Dios	es	digno	de
nuestra	confianza,	dependencia,	fe	y	sumisión.	La	confianza	en	Dios	crece	sólo
cuando	nos	familiarizamos	más	y	más	con	Él—con	Su	poder,	Su	bondad	y	Su
sabiduría.	La	confianza	florece	en	el	corazón	que	ha	llegado	a	creer	que	“Dios	en
Su	amor	siempre	quiere	lo	mejor	para	nosotras.	En	Su	sabiduría	Él	siempre	sabe
lo	que	es	mejor	y	en	Su	soberanía	Él	tiene	el	poder	para	producirlo.”¹³	Mientras
crezco	en	mi	entendimiento	del	amor,	sabiduría	y	poder	soberano	de	Dios,	mi
confianza	en	Él	y	mi	capacidad	para	refutar	vanas	imaginaciones	también	crece.
Muchas	personas	que	luchan	con	el	miedo	lo	hacen	porque,	por	cualquier	razón,
han	aprendido	que	no	pueden	confiar	en	los	demás.	Algunas	personas	piensan
que	nunca	podrán	realmente	confiar	en	Dios	porque	experimentaron	grandes
traiciones,	dificultades	o	vergüenzas.	Pero	la	verdad	liberadora	es	que	Dios
nunca	nos	dice	que	tenemos	que	confiar	en	las	personas.	De	hecho,	Él	manda
exactamente	lo	opuesto:
Por	supuesto,	mientras	vivimos	nuestras	vidas	día	a	día	tenemos	que	confiar	en
las	personas	hasta	cierto	punto.	Tengo	que	confiar	que	el	cajero	del
supermercado	no	está	tratando	de	robarme	a	propósito.	Tengo	que	confiar	que
cuando	la	luz	del	semáforo	cambie	a	roja,	el	tráfico	en	dirección	contraria	se
detendrá	para	que	yo	pueda	cruzar.	Esto	es	confianza,	pero	es	una	confianza
calculada.	No	es	una	confianza	que	diga,	“Todo	depende	de	ti.”	A	pesar	de	mi
confianza	calculada	reconozco	que	es	posible	que	el	cajero	intente	robarme,	por
lo	que	les	echo	un	vistazo	a	mis	recibos.	También	sé	que	existen	personas	que
frecuentemente	se	pasan	la	luz	roja,	así	que	volteo	a	ambos	lados	incluso	si
tengo	la	luz	verde.	Tengo	una	confianza	calculada	de	que	las	personas	harán	lo
que	deben,	pero	también	entiendo	que	las	personas	pecan	y	cometen	errores	y	así
intento	no	ser	imprudente.
La	Evidencia	de	la	Confiabilidad	de	Dios
Dios	no	quiere	ni	espera	que	tengamos	una	confianza	ciega	en	nadie—ni	siquiera
en	Él	mismo.	Como	nuestro	Creador,	tiene	todo	el	derecho	de	ordenarnos	que
confiemos	en	Él	sin	darnos	ninguna	pista	de	Su	confiabilidad.	Pero	no	ha	hecho
eso.	En	la	Biblia,	Él	ha	revelado	todo	lo	que	necesitamos	saber	sobre	Él	mismo.
Ha	mostrado	por	medio	de	la	creación,	la	historia	y	nuestra	redención	que	Él	es
completamente	confiable.	Conforme	crecemos	en	nuestra	confianza	en	Él—en
Su	sabiduría,	amor	y	poder	soberano—encontraremos	que	nuestros	temores
desaparecen.	Cuando	esto	pase,	también	podremos	confiar	en	los	demás	como
debemos.
Cuando	se	trata	del	enfoque	de	mi	vida,	mi	tranquilidad,	mi	gozo	más	profundo
o	mi	capacidad	de	servir	al	Señor,	es	imposible	que	confíe	en	alguien	más	que	no
sea	Él.	No	sólo	sería	tonto	que	yo	confiara	de	esta	manera	en	los	demás,	sino	que
hacerlo	deshonraría	a	Dios.	Una	persona	comentó,	“No	podemos	esperar	que
Dios	prospere	algo	que	se	inmiscuya	en	Su	lugar	y	que	demerite	Su	honor....
[debemos]	hacer	de	Dios	el	gran	objeto	de	nuestra	confianza,	a	pesar	de	que	el
instrumento	humano	normal	de	ayuda	pueda	estar	al	alcance	de	la	mano.”¹⁴
Paz	en	la	Presencia	de	Dios
Aunque	pudiera	parecer	que	tu	vida	está	llena	de	problemas	y	pruebas,	hoy
puedes	comenzar	a	conocer	la	paz	de	Dios.	Aunque	hayas	pasado	por	una	gran
decepción,	deslealtad	o	amarga	desesperación,	la	paz	que	Jesucristo	da	es	para
todos	Sus	hijos.	Esta	paz	es	algo	de	lo	que	hablaremos	mucho	en	los	próximos
capítulos	pero,	por	ahora,	medita	en	estas	palabras	de	Jesús:
La	paz	os	dejo,	mi	paz	os	doy;	yo	no	os	la	doy	como	el	mundo	la	da.	No	se	turbe
vuestro	corazón	ni	tenga	miedo.	—Juan	14:27
Cuando	Pablo	le	recordó	a	Timoteo	que	Dios	no	le	había	dado	un	espíritu	de
cobardía,	tal	vez	estaba	recordando	la	clase	de	miedo	que	los	israelitas	tuvieron
en	el	Monte	de	Sinaí,	cuando	le	pidieron	a	Moisés	que	se	encontrara	con	Dios
por	ellos.	Pablo	estaba	animando	a	Timoteo	a	no	ser	como	esas	personas	que,
cuando	vieron	la	cercanía	de	Dios,	huyeron	de	miedo.	Y	Dios	nos	está	llamando
a	cada	una	de	nosotras	hoy	a	no	huir	de	Él	en	temor	servil,	sino	a	acercarnos	a	Él
con	corazones	humildes	y	confiados,	dejando	que	Su	paz	inunde	nuestras	almas.
Podemos	conocer	la	gozosa	serenidad	mientras	experimentamos	el	dulce
cuidado	de	Su	guía	paternal,	el	amor	asombroso	que	se	ve	en	el	sacrificio	de	Su
Hijo	y	el	gran	poder	reconfortante	de	Su	Espíritu	transformador.	Y	todo	por
confiar	en	Dios.
Para	Una	Reflexión	Más	Profunda
Confiar	en	Dios	es	algo	por	lo	que	debemos	luchar.	Como	un	Padre	amoroso,
nos	concede	el	entendimiento	suficiente	de	Su	naturaleza	para	que	podamos	ir	a
Él.	Pero	crecer	en	esta	confianza	es	algo	que	debemos	escoger	hacer.	Lo
podemos	hacer	considerando	lo	que	Él	ha	dicho	acerca	de	Sí	mismo	y	de
aquéllos	que	confían	en	Él.	Para	terminar	este	capítulo,	date	tiempo	para	meditar,
en	oración,	en	los	siguientes	versículos:
Más	versículos	excelentes	que	puedes	estudiar	incluyen	1	Crónicas	5:20;	2
Crónicas	13:18;	20:20;	Salmos	13:5;	32:10;	37:5;	40:4;	84:12;	112:7;	115:11;
Proverbios	28:25;	29:25.
Capítulo	4
Cuando	Sientes	Que
Estás	Perdiendo	el	Control
“Tuya	es,	oh	Jehová,	la	magnificencia	y	el	poder,
la	gloria,	la	victoria	y	el	honor;	porque	todas	las	cosas
que	están	en	los	cielos	y	en	la	tierra	son	tuyas.
Tuyo,	oh	Jehová,	es	el	reino,	y	tú	eres	excelso	sobre	todos.”
—1	Crónicas	29:11
Si	pudiéramos	escoger	entre	poder	controlar	nuestras	circunstancias	o	no	tener
ningún	control	sobre	ellas,	estoy	segura	de	que	todas	escogeríamos	la	primera
opción.	Nos	gustaría	mucho	más	que	la	vida	fuera	como	un	paseo	tranquilo	por
una	suave	corriente	pero,	por	lo	general,	se	asemeja	más	a	un	paseo	salvaje	por
un	tobogán	por	una	empinada	colina	cubierta	de	nieve	y,	mientras	más	bajamos,
más	ansiosas	nos	ponemos	por	no	poder	detenernos	sin	la	intervención	de	un
árbol.	Para	aquéllas	de	nosotras	que	luchamos	con	querer	tener	el	control	de	las
circunstancias,	las	situaciones	en	las	que	nos	sentimos	vulnerables	e	impotentes
pueden	ser	absolutamente	aterradoras.
Mientras	escribo	esto,	estoy	previendo	un	viaje	por	avión	a	través	del	país.	Volar
en	aviones	nunca	ha	sido	terriblemente	aterrador	para	mí,	pero	sé	de	muchas
personas	que	se	preocupan	y	se	inquietan	días	antes	de	volar.	Estadísticamente,
volar	es	un	medio	bastante	seguro	de	viajar;	de	hecho,	es	más	seguro	que
conducir	un	auto.

Continuar navegando