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CÁ TE D RA Tras varios viajes a España a comienzos de los años sesenta, Maruja Mallo se instaló defini- tivamente en 1965 en su país natal. El hotel Em- peratriz, acorde a sus gustos y lujos, la acogió hasta que se trasladara a su pequeño apartamen- to en Núñez de Balboa. Sin embargo, en aque- llos primeros tiempos, Mallo era desconocida para la sociedad española. Según el pintor José Vázquez Cereijo, la artista regresó a España con la misma sensación con la que había partido ha- cia el exilio. Convivía con el miedo, pues «[...] creía que Franco se acordaba de ella, y ni Franco ni nadie se acordaba de ella» (cit. en Mangini, 2012: 255). Y es que, a pesar de que parte del sector ar- tístico difundió y valoró su obra desde momen- tos tempranos, durante las décadas de los setenta y ochenta fue su personalidad la que dio que hablar, más que su pintura. La artista gallega ha- bía creado un personaje de sí misma y sus cons- tantes anécdotas en torno a los años veinte y treinta le atribuyeron, con frecuencia, el califica- tivo de «musa» de la vanguardia española. Pocos comentarios se dedicaban entonces a su produc- ción. El exilio había causado estragos en la me- moria de una España que durante la Guerra Ci- vil sufrió la cercenadura de un panorama inte- lectual, científico y cultural que por entonces había alcanzado un destacado desarrollo en Eu- ropa. Pero la sociedad española, víctima del fran- quismo, no había olvidado solamente a Maruja Mallo. Por el contrario, la modernísima pintora formaba parte de un amplio y heterogéneo grupo de creadoras plásticas exiliadas en América Latina cuya labor merecía ser recuperada. Pese a los loa- bles trabajos que, como veremos más adelante, se han ocupado de estas artistas, aún se hace necesa- Introducción [La creación artística era] el reducto íntimo no como opción, sino como condena y a la vez como única vía de salvación. De precaria salvación, claro está. Porque la obra que se hacía en esas condiciones, ni siquiera se sabía [...] si habría un día de encontrar en España resonancia, aceptación, eco. Tardaba todo demasiado, la espera se hacía insoportable. Caudet, 2005: 421 CA00360201_00_artistas_exilio.indd 9 23/4/19 10:27 CÁ TE D RA 10 • LAS ARTISTAS DEL EXILIO REPUBLICANO ESPAÑOL rio un estudio detallado de este grupo. De ellas se ocupa este libro1, que no solo recobra los nom- bres y producciones de artistas desconocidas u olvidadas, sino que también propone nuevos relatos que incluyan a estas artistas en la historia del arte y las narraciones sobre el exilio republi- cano español. Nuestro trabajo pasa entonces por atender las condiciones socioculturales en que las mujeres han llevado a cabo su actividad artística, en este caso las creadoras españolas dedicadas a las artes plásticas en el exilio latinoamericano, y las com- plejidades que estos procesos de creación conlle- van para las mujeres. Por tanto, no tratamos de realizar únicamente una recopilación de nombres de artistas plásticas —que también—, sino de in- vestigar su producción bajo el denominador co- mún del exilio republicano español, condiciona- do por las diferentes situaciones familiares y per- sonales de cada una de ellas. Fueron precisamente estas circunstancias las que determinaron su pro- ducción artística que, en ocasiones, no se ciñe a los parámetros impuestos por las bellas artes. La ilustración en revistas y libros —incluso de tarje- tas de Navidad—, el diseño de moda y decora- ción y la docencia del arte fueron generalmente resultado de lo que podríamos entender como una actividad y producción de subsistencia, mo- tivada por la necesidad de aportar ingresos al nú- cleo familiar. A ello se suma la consideración de muchas de estas artistas como amateurs o mujeres que ayudaban a sus maridos, de manera que nombres como los de Manuela Ballester, Isabel Richart, Amparo Segarra, Juana Francisca Rubio o Elisa Piqueras aparecen como anecdóticos al hablar de sus compañeros masculinos, dificultan- do su inclusión en la historia del arte. No en vano, todas estas artistas tuvieron un mismo des- tino, fruto de la misma causa política, aunque con trayectorias muy diversas que conformaron diferentes maneras de entender el exilio, la fami- lia, el arte y, en definitiva, la vida. La marcha de estas creadoras plásticas hacia la diáspora latinoamericana las llevó principalmente a tres países: México, Argentina y Chile. Ellos su- pusieron los núcleos mayoritarios de asentamien- to de refugiados, a pesar de las diferentes posturas que cada uno de ellos manifestó con relación a la acogida de los españoles. En las Antillas, por su parte, el establecimiento de estas creadoras fue temporal o transitorio, como ocurre por ejemplo en las trayectorias de Amparo Segarra, quien pasó por la República Dominicana, Guatemala y Puer- to Rico, o Paloma Altolaguirre, que residió los primeros años de su exilio en Cuba. En un primer momento, el estudio del exilio artístico español estuvo dirigido sobre todo a sus figuras masculinas. Probablemente se debiera a la emergencia de recuperar un episodio de la historia del arte español hasta hacía unas décadas desaten- dido, para proceder después a la investigación de un espacio mayor. Este está constituido por la pe- riferia o, lo que es lo mismo, los márgenes, habita- do por aquellos sujetos subalternos cuyas identi- —————— 1 En él se recoge la investigación desarrollada en la tesis doctoral Latinoamérica, refugio de las artistas españolas del exilio de 1939, dirigida por Miguel Cabañas Bravo (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) y codirigida por M.ª Dolores Jiménez-Blanco Carrillo de Albornoz (Universidad Complutense de Madrid), realizada en el Instituto de Historia del CSIC y defendida en la UCM en junio de 2017. Pude desarrollar este trabajo gracias a la ayuda de Formación de Profesorado Universitario (MECD), así como a las becas de investigación de la Residencia de Estudiantes de Madrid (MINECO) y de movilidad Iberoamérica Jóvenes Profesores e Investigadores del Banco Santander. Igualmente, esta tesis doctoral fue desarrollada en el marco de los proyectos I+D Tras la República: redes y caminos de ida y vuelta en el arte español desde 1931 (HAR2011-25864) y 50 años de arte en el Siglo de Plata español (1931-1981) (HAR2014-53871-P), dirigidos por Miguel Cabañas Bravo en el Departamento de Historia del Arte y Patrimonio del Instituto de Historia del CSIC. CA00360201_00_artistas_exilio.indd 10 23/4/19 10:27 CÁ TE D RA INTRODUCCIóN • 11 dades hicieron y hacen tambalear aún el sistema hegemónico y de los que las mujeres forman par- te. Con todo, gracias a investigadores como Mi- guel Cabañas Bravo, que ha dirigido varios de sus estudios hacia personajes como Miguel Prieto (2012b), Antonio Rodríguez Luna (2005) o Vela Zanetti (2007a), u otros que se han preocupado por el exilio artístico en general (Brihuega, 2009; Brihuega y Gómez, 2003 y Brihuega, García y Pérez, 2002) —los motivos que lo desencadena- ron y sus consecuencias— han ido aflorando tam- bién nombres femeninos relevantes para la histo- ria del arte y su historiografía. Si bien en Estados Unidos y México el exilio republicano ya había suscitado relevantes trabajos (Fagen, 1973 y 1975), en España su estudio no iba a tener lugar de forma sistematizada hasta 1975, tras la muerte del dic- tador Francisco Franco (Cabañas, 1998: 363), cuando precisamente vio la luz la magna obra di- rigida por José Luis Abellán, El exilio español de 1939, conformada por seis volúmenes y escrita entre 1976 y 1978. Pero como decimos, pese al indudable valor de estos textos, la mayoría han estado centrados en el ámbito masculino, aun- que no debemos olvidar algunos primeros y tem- pranos esfuerzos realizados para recuperar a las exiliadas, como el llevado a cabo por Vicente Llorens, quien, en 1976, en forma de conferen- cia, recogió los nombres de educadoras, científi- cas, artistas o escritoras (2006: 437-454).Así las cosas, no es de extrañar que las dos exiliadas más reconocidas hoy en el arte español —Maruja Mallo y Remedios Varo (De Diego, 2007 y 2008b)— no fueran objeto de estudios monográficos y exposiciones en su país natal hasta finales de la década de los ochenta y co- mienzos de los años noventa. Estas últimas in- vestigaciones provocaron la difusión de sus obras, destacando desde España, una abundan- cia de catálogos de exposiciones dirigidos a am- bas, en un intento por visualizar sus produccio- nes (Corredoira, 1993; Pérez de Ayala, 2002; Huici y Pérez de Ayala, 2009; Martín y Seseña, 1988; Ovalle y Gruen, 2008), además de rele- vantes estudios sobre ellas (Gándara, 1978; Fe- rris, 2004; Mangini, 2012, y Kaplan, 1998). Sin embargo, por lo general, el contexto común que les brindó el exilio fue omitido en las investiga- ciones que a comienzos del siglo xx se propo- nían recuperar las figuras femeninas de las artes plásticas (Huici, 1999; Mangini, 2001; Chad- wick, 2002; Tibol, 2003 y Casamartina i Paras- sols, 2008). Por su parte, parece que los países de acogida reconocieron antes la labor artística de estas figuras, ya que, por ejemplo, tras el fa- llecimiento de Remedios Varo se produjeron va- rias exposiciones en México2 y se le dedicaron textos y publicaciones3. En lo que respecta a Ma- ruja Mallo, las individuales realizadas durante su exilio en América habían sido escasas, quizás de- —————— 2 Hay que destacar la organizada a modo de homenaje en el Palacio de Bellas Artes de México en 1964, titulada La obra de Remedios Varo y a la que le siguieron Obra de Remedios Varo (1913-1963) y Remedios Varo (1913-1963), ambas en el Museo de Arte Moderno de México, celebradas en 1971 y 1983, respectivamente. Igualmente, debe señalarse la exposi- ción celebrada en Nueva York, Science in Surrealism: The Art of Remedios Varo (The New York Academy of Sciences, 1986) que itineró ese mismo año a la National Academy of Sciences de Washington D. C. (Ovalle y Gruen, 2008: 392). 3 Véanse, por ejemplo, Max Aub, «Notas para lamentar la muerte de Remedios Varo», Revista de la Universidad de México, 18, núm. 4, México D.F., diciembre de 1963, págs. 22-25; Rosario Castellanos, «Metamorfosis de la hechicera: A Remedios Varo», Revista de la Universidad de México, México D.F., 18 de diciembre de 1963, pág. 26; Noemí Atamoros, «“La eternidad, la muerte, la naturaleza y el cosmos estaban en el pensamiento de Remedios Varo”, dice Walter Gruen», Excélsior, México D.F., 9 de noviembre de 1971, págs. 1-2, y Mireya Folch, «Homenaje a Remedios Varo», Kena, México D.F., 25 de noviembre de 1963, págs. 711-773. CA00360201_00_artistas_exilio.indd 11 23/4/19 10:27 CÁ TE D RA 12 • LAS ARTISTAS DEL EXILIO REPUBLICANO ESPAÑOL bido a su pronta vuelta a España, donde se le dedicaron varias monográficas con el objetivo de volver a situar en su lugar a una de las artistas más afamadas de la vanguardia española4. Por otra parte, dejando a un lado a Maruja Mallo y a Remedios Varo, la inquietud por recu- perar a las demás artistas exiliadas ha procedido, normalmente, del contexto regional, cuyo obje- tivo ha sido reivindicarlas como oriundas de una geografía determinada. Este es el caso de Valen- cia, donde, paralelamente al interés surgido por Mallo y Varo al comienzo de los noventa, Fran- cisco Agramunt (1992) recuperó a un abundan- te grupo de artistas, hombres y mujeres, siendo, si cabe, una de las obras más recopiladoras en lo que a nombres de creadores valencianos en Amé- rica se refiere. A este trabajo le siguieron otros relativos también al exilio valenciano (Girona y Mancebo, 1995 y García 1995a), y se consiguió que artistas como Manuela Ballester adquirieran cierta relevancia y, años más tarde, se le dedica- ran textos monográficos (García, 1995b; Bellón, 2009: 148-164 y Escrivá, 2009: 165-177) y ex- posiciones (Cuesta, 2015). Del mismo modo procedió Andalucía (Schwarzstein, 1986: 173- 196 y Martínez, 2014), al tiempo que, paulati- namente, fueron aflorando numerosas publica- ciones que se preocuparon por el exilio en toda su amplitud (Martínez, 2007; Naranjo, 2009 y Pessarrodona, 2010). Sin embargo, las valencia- nas o andaluzas no fueron las únicas que confor- maron aquella diáspora creativa, y otras artistas, como Elvira Gascón, recogidas en el volumen Obra plástica del exilio español en México, 1939- 1989 (Ulacia, 1989), han ido adquiriendo im- portancia gracias a posteriores artículos y tesis (Ramírez, 2008 y 2014). También debemos incidir en que otro de los métodos para estudiar el exilio ha sido el de di- vidirlo en primera y segunda generación —de- nominadas también como «generación madura» y «generación joven o hispanomexicana», res- pectivamente (Cabañas, 2001: 287-315). Mien- tras que la primera estuvo constituida por las personas que llegaron a edad adulta y con una formación, la segunda se refería a aquellos que arribaron siendo niños y se formaron en los paí- ses de acogida. Utilizada sobre todo para el estu- dio del exilio en México, la clasificación prescin- día de las artistas establecidas en Argentina y Chile, generando una escisión entre el conjunto de los exiliados españoles y provocando, en algu- nas ocasiones, la total asunción de algunas artistas como mexicanas o chilenas, al haber desarrollado sus estudios y carreras profesionales en los países de acogida. Asimismo, aquellas mujeres que arri- baron a corta edad pero que desarrollaron sus ca- rreras artísticas en la madurez también quedaron excluidas de dichos grupos generacionales. Además, consideramos que el término gene- ración, tal y como ha expuesto Juan Rodríguez (2017: 152-161), resulta problemático para de- signar a un grupo tan heterogéneo como el de las artistas españolas exiliadas. Tomando como base el concepto de generación histórica defen- dido por el filósofo José Ortega y Gasset (2005 —————— 4 Maruja Mallo exhibió su obra a su vuelta a España en diversas ocasiones: Maruja Mallo, exposición antológica (Gale- ría Mediterráneo, Madrid, octubre de 1961); Maruja Mallo (Colegio de Arquitectos, Barcelona, 1967); Maruja Mallo, óleos, dibujos, litografías, 1926-1979 (Galería Ruiz Castillo, Madrid, octubre-noviembre de 1979); Homenaje a Maruja Mallo (Salas de la Diputación, Málaga, 1980); Maruja Mallo. Obra gráfica completa (Galería Pardo Bazán, A Coruña, marzo de 1992; Galería Guillermo de Osma, Madrid, octubre-diciembre de 1992), entre otras. Su primera gran retrospec- tiva fue la llevada a cabo en el Centro Galego de Arte Contemporánea en 1993, comisariada por Pilar Corredoira, replica- da un año más tarde, tras una selección de piezas, fuera de las fronteras de la patria de origen, concretamente en el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires, bajo el auspicio de la Xunta de Galicia (Corredoira, 1993). CA00360201_00_artistas_exilio.indd 12 23/4/19 10:27 CÁ TE D RA INTRODUCCIóN • 13 [1933]: 76-103), esta hace referencia a un con- junto de personas de próxima edad —entre los 30 y los 45 años— que compartieron una expe- riencia vital y, por tanto, un mismo contexto histórico. Aunque las artistas exiliadas pudieron ser partícipes de unos mismos acontecimientos, sería un error agruparlas bajo un concepto que, con la intención de explicar la historia objetiva- mente, evita las particularidades de los indivi- duos y discrimina a aquellos que se encuentran entre generaciones, esto es, en medio, en un lu- gar nepantla (Troncoso Pérez, 2011: 375-398). De este modo, hemos optado por abordar este conjunto amplio de artistas desde la pers- pectiva de los estudios de género, acompañada de una visión histórica (y social) que permita reconstruir y periodizar los contextos del exilio y las vivencias individuales y profesionales de cada una de estas creadoras. Igualmente, ha sido in- dispensable un análisis artístico-cultural que po- sibilite situar la producción de cada una de ellas dentro de la historia del arte y del fenómeno ar- tístico del exiliorepublicano español. Esta recuperación de las experiencias indivi- duales ha sido posible gracias, por un lado, a la recopilación de documentación y material guar- dados en distintos archivos de España, México, Argentina, Chile y Uruguay, pero también gra- cias a las entrevistas realizadas a las artistas que aún viven en España, como Maruja Bardasano, y en México, a saber, Paloma Altolaguirre, Loty de la Granja, Lucinda Urrusti o Teresa Martín, así como a sus descendientes y familiares: Roseta Mijares Ballester, Nela Gaos Ballester, Carlos Renau, Isabel Custodio, Pilar Tapia Villalba, Rosana Renau Aymamí, Guadalupe Fernández Gascón y María Luisa Vázquez Martín. Para la ejecución de las mencionadas entrevistas se si- guieron algunas de las directrices generales mar- cadas por Elda González y Consuelo Naranjo (1986: 291-309) y otros consejos ofrecidos para el estudio del exilio por José María Gago (2007: 121-136) y por Alicia Alted (2002). Pero no solo procedimos a efectuar nuestras propias en- trevistas, sino que también recurrimos a otras realizadas con anterioridad, como las llevadas a cabo por el Archivo de la Palabra de México, consultadas en el Centro Documental de la Me- moria Histórica de Salamanca. La investigación en colecciones públicas y privadas ha sido fundamental para la recupera- ción de la historia, vida y obra de las artistas, así como para su puesta en valor, a lo que contribu- yeron nuestras entrevistas, pues su realización en los domicilios de las artistas y de sus familiares facilitó con creces la localización de obras ejecu- tadas por las exiliadas y/o su documentación gráfica, pertenecientes a las colecciones particu- lares de cada familia. Igualmente, la compila- ción de material hemerográfico y de fuentes pri- marias en las instituciones de los diferentes paí- ses —Ateneo Español de México o Biblioteca Nacional de la República Argentina, por ejem- plo— han ayudado a analizar el modo en el cual la obra de estas artistas fue recibida por la crítica en los países de acogida y la valoración que se hizo de ellas en ese momento. Por su parte, la investigación en el Cono Sur comprendió el seguimiento de otras artistas exi- liadas relevantes en Argentina y Chile, como son la pintora y escenógrafa Victorina Durán, refu- giada en 1937 en Buenos Aires, y las artistas exi- liadas Magdalena Lozano, Amparo Martínez y Roser Bru, cuya residencia se fijó en Santiago de Chile, adonde esta última llegó siendo niña y donde se formó. De este modo, este trabajo no solo se ocupa del periodo rioplatense de Maruja Mallo, sino que también indaga en la actividad de otras creadoras con menor repercusión en el ámbito español, pero con carreras profesionales extensas y productivas, que completan el con- texto de la diáspora artística republicana. CA00360201_00_artistas_exilio.indd 13 23/4/19 10:27 CÁ TE D RA 14 • LAS ARTISTAS DEL EXILIO REPUBLICANO ESPAÑOL A lo largo de las siguientes páginas, hemos entendido por exilio, tal y como proponen Ja- vier Rubio (1977: 728-731) y Milagrosa Rome- ro Samper (2005: 13-19), la salida forzada de la patria por cuestiones políticas que ponían en peligro la vida. En segunda instancia, el término género utilizado aquí se ajusta a las propuestas ofrecidas por Joan Wallach Scott (2010). La pre- sente investigación comparte, así, la misión, en palabras de la investigadora estadounidense, de «la construcción de las mujeres como sujetos históricos» (2010: 35-36), enmarcándose, den- tro «[d]el nuevo conocimiento acerca de las mu- jeres», al que ha contribuido desde hace tiempo la investigación española en historia del arte (De Diego, 2009 [1987] y Mayayo, 2003). Así, «sea cual sea el alcance del tema y su variedad, hay una dimensión común [...]. Esta consiste en ha- cer de las mujeres el foco del cuestionamiento, el tema de la historia, un agente de la narrativa [...]» (Scott, 2010: 35). Asimismo, el género es entendido aquí como metodología o, más bien, siguiendo a Scott, como categoría analítica. Esta defiende en su de- finición del término que, además de ser una for- ma constitutiva de las relaciones sociales, el gé- nero «es un campo primario dentro del cual, o por medio del cual, se articula el poder», de ma- nera que «los conceptos sobre el género [...] es- tructuran la percepción y la organización con- creta y simbólica del conjunto de la vida social» (2010: 68). De ahí precisamente que nos haya- mos interesado también por la cuestión del po- der, tan tratada por Michel Foucault (1976 y 1979), y por cómo esta influyó en la educación artística y en la trayectoria de las creadoras espa- ñolas luego exiliadas en América Latina. Este trabajo ha sido articulado en cinco ca- pítulos. El primero se titula «Identidad y forma- ción en España de las artistas que partieron al exilio» y en él explicamos conceptos clave para comprender la situación de las creadoras que nos conciernen. Por ello, analizamos aquí el concep- to de autoría y de amateur, así como la relevancia de estos términos para las mujeres. En este epí- grafe concluimos que la identidad autora no es única, sino que existen tantas identidades como sujetos creadores; es muy distinta, por ejemplo, la de Maruja Mallo de la de Manuela Ballester o la de Amparo Segarra. Pero también en este ca- pítulo nos retrotraemos al contexto histórico de comienzos del siglo xx español, pues es entonces cuando nacen y se forman muchas de las artistas del exilio. Así, los centros educativos constitu- yen parte de nuestros intereses, ya que fueron sus programas curriculares los que facilitaron los conocimientos artísticos de muchas de estas creadoras. El segundo capítulo, «Vertiginosos años treinta, periodo de paz y de guerra», está dedicado a investigar la trayectoria artística de aquellas que, más tarde, estarían abocadas al exilio. Con ello nos proponemos estudiar la presencia y relevancia de estas artistas, tanto en el contexto editorial ilus- trado como en el expositivo, durante la España prebélica de los años veinte y treinta, así como su compromiso político con la Segunda República y la Guerra Civil española. Fue justamente este sen- tir político el que hizo peligrar la vida y libertad de las artistas, quienes participaron en revistas, órganos y asociaciones republicanas antes y du- rante el conflicto bélico. No obstante, en algunas ocasiones las dificultades no se produjeron debi- do a sus actividades, sino que estuvieron motiva- das por las relaciones políticas de sus familiares y amigos, que no tuvieron más opción que el exilio y que arrastraron a otras tierras, según veremos, a artistas como Elvira Gascón. Tras estos dos primeros capítulos, necesarios para comprender el desarrollo posterior de las trayectorias individuales de las artistas, el exilio abarca las siguientes páginas. En esta nueva si- CA00360201_00_artistas_exilio.indd 14 23/4/19 10:27 CÁ TE D RA INTRODUCCIóN • 15 tuación, las creadoras tuvieron que adaptarse y llevar a cabo funciones muy variadas, desde la atención familiar hasta protagonizar sus propias muestras monográficas. Por tanto, en el capítulo número tres, bajo el título «Las artistas del exilio y la amplia diversidad laboral», ofrecemos una visión sobre los trabajos desempeñados por estas españolas, la mayoría de ellos relacionados con el arte, como fueron la ilustración de libros y revistas, la decoración de muebles y el diseño de moda, la docencia artística a nivel básico y supe- rior —incluidos los talleres— y las artes publicita- rias. Asimismo, podremos comprobar la dedica- ción que cada una de ellas tuvo dentro de estas tareas, pues no todas pudieron o quisieron entre- garse en igual medida, y algunas llegaron a aban- donar la actividad artística o a cultivar el arte úni- camente como ocio doméstico. Por otro lado, el capítulo siguiente, llamado «El deseo por el gran formato», está centrado en el muralismo y la escenografía. En él analizamos tanto la incursiónartística de las mujeres en Mé- xico como en otras tierras latinoamericanas —Argentina y Chile. Las complicaciones a las que tuvieron que hacer frente las artistas españo- las dentro del muralismo mexicano se hacen pa- tentes en casos como los de Manuela Ballester o Elvira Gascón, quienes intervinieron sobre todo en espacios privados y religiosos; mientras que en Buenos Aires o Chile la actividad muralista fue más reducida, dado el surgimiento posterior de dicho movimiento al calor de Siqueiros y los artistas que lo rodeaban. En cuanto al ámbito escénico, la creación de escenografías estuvo también copada, en general, por el sector mas- culino, si bien algunas artistas lograron hacerse un hueco en él, sobre todo, a través de los figuri- nes. En México el caso más destacado es el de Isabel Richart, quien creó numerosos decorados y vestuarios para el Teatro Español de México y el Teatro Clásico de México. En Argentina, por su parte, nos encontramos con Victorina Durán, que realizó escenografías para el Teatro Cervan- tes y los figurines del ballet Vidala para el Teatro Colón. Por último, el quinto capítulo, «Entre el gra- bado y la pintura», versa sobre la presencia de las artistas españolas en ambos lenguajes. Con ello queremos exponer la tardía incorporación que sufrieron estas creadoras en las escenas culturales de los correspondientes países de acogida. Y es que, tal y como defendemos en dicho capítulo, por lo general, las creadoras plásticas españolas pudieron dedicarse a tales prácticas cuando lo- graron cierta estabilidad económica en tierras lati- noamericanas, además de haber adquirido nota- ble reconocimiento artístico, con frecuencia a través de la ilustración. Las situaciones familiares y personales también influyeron en este desarrollo profesional y muchas de ellas debieron esperar hasta que sus hijos crecieran. De la participación de estas artistas en el panorama cultural, como pudieran ser Remedios Varo, Paloma Altolaguirre, Mary Martín, Victorina Durán o Roser Bru, dan testimonio las críticas recogidas en prensa sobre sus exposiciones individuales y colectivas, que no solo ofrecen información sobre sus trayectorias sino también sobre la consideración de la pro- ducción realizada por mujeres y sobre el papel de estas dentro de los respectivos contextos cultura- les y los núcleos del exilio republicano español. En cuanto a la cronología, se trata de un mar- co amplio. Aunque se ha establecido el año 1939 como punto de inicio del exilio, nuestro trabajo se retrotrae unas décadas atrás para explicar los precedentes y situaciones de las artistas que des- pués se exiliaron. A pesar de que las grandes ex- pediciones de exiliados se produjeron en el año en que finalizó la Guerra Civil, especialmente en México, se han considerado como asiladas todas aquellas artistas que salieron de España por mo- tivos políticos, ya fuera en 1939 o en 1937, CA00360201_00_artistas_exilio.indd 15 23/4/19 10:27 CÁ TE D RA 16 • LAS ARTISTAS DEL EXILIO REPUBLICANO ESPAÑOL como les ocurriera a Maruja Mallo o Victori- na Durán. Por su parte, la fecha final que acota la narración se ha situado en 1981, por ser un momento teóricamente relevante para el exilio. El 10 de septiembre de ese año, el diario ABC anunciaba la vuelta del Guernica (1937) a Espa- ña bajo el titular «El regreso del último exiliado» (pág. 1). Se daba así por finalizado un periodo de la historia española, al tiempo que se celebra- ba una «exitosa» reconciliación de «las dos Espa- ñas», gracias a un transición política que hoy día está siendo cuestionada. En cualquier caso, el Guernica no puso fin al exilio, que, muy lejos de acabarse, se incrustó en los cuerpos de las exilia- das como una nueva patria (Zambrano, 2014). Por último, queremos matizar que a lo largo del presente trabajo aparecen nombres femeni- nos relevantes para el contexto cultural español y del exilio, como pudieran ser Rosa Chacel o Concha Méndez, pero no se les dedicarán apar- tados monográficos, ya que nuestros intereses radican en el ámbito de las artes plásticas. De lo contrario, la lista de creadoras sería inabarcable. Tampoco los casos de las críticas de arte exilia- das, como Margarita Nelken o Nuria Parés, tie- nen aquí un mayor espacio específico que el de sus escritos sobre arte, dado que la inclusión del análisis de sus textos hubiera requerido otro planteamiento. En la misma situación se en- cuentran las promotoras de arte, entre las que destacaron las hermanas Pecanins —con la puesta en marcha de la Galería Pecanins en Mé- xico, primero, y en Barcelona, después. También las editoras Nieves Espresate Xirau y Elena Gó- mez de la Serna, y la educadora Guillermina Medrano de Supervía —a quien se debe la crea- ción del Instituto Colón en la República Domi- nicana, inspirado en la Institución Libre de En- señanza de Madrid y que reunió a un elevado número de artistas españoles masculinos. Igual- mente, la incorporación de actrices, como Montserrat Julió, Margarita Xirgu o Magda Do- nato; de músicas, como María Rodrigo, Diana Pey o Emiliana Zubeldía, y de las bailarinas En- carnación López «la Argentinita», Ana María Fernández —fundadora del Ballet Español «Ana María»—, Anita Durán y Anita Sevilla, habría requerido de un análisis específico dentro de sus disciplinas. De este modo, el presente libro deja abierto el camino para futuras y necesarias inves- tigaciones referentes al exilio femenino español en América Latina. En definitiva, con estas páginas esperamos contribuir al estudio sobre este heterogéneo gru- po de artistas plásticas, poco reconocido hasta el momento, pero que ayuda a una mejor com- prensión del exilio republicano español, la recu- peración de la memoria histórica reciente y la propia historia del arte. Agradecimientos La primera toma de contacto fue a través de una carta postal. Después crucé algunos correos electrónicos con su asistente, Beatriz. Era una mañana húmeda de finales del mes de abril y yo estaba ansiosa —como siempre— por rastrear los documentos y obras que pudiera encontrar. Su taller me esperaba con las puertas abiertas. Quizás, incluso, pudiera conocerla. Y así fue. Entré en el salón de su casa de Providencia, en Santiago de Chile, y desde el sofá me dirigió una amable mirada, enmarcada por su característico flequillo. Me invitó a sentarme a su lado y apro- veché para obsequiarla con el regalo que, espe- rando tener la oportunidad de dárselo, había comprado en Madrid. Abrió la cajita y se comió varios caramelos de violeta. Fue entonces cuando me dijo: «yo nací en España, ¿sabes? En Barcelo- na». Y yo le contesté: «sí, y también sé que su nombre se pronuncia «Rusé” (Roser). Ella sonrió». CA00360201_00_artistas_exilio.indd 16 23/4/19 10:27 CÁ TE D RA INTRODUCCIóN • 17 A ella, a Roser Bru y a todas las exiliadas es- pañolas y los familiares que he tenido la oportu- nidad de conocer agradezco el haber podido es- cribir estas páginas. Verdaderamente esta in- vestigación no habría sido lo mismo sin ellas. Tampoco este trabajo habría sido posible sin el apoyo otorgado por la beca predoctoral de For- mación de Profesorado Universitario (FPU) del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, así como por la beca de investigación concedida por el Ministerio de Economía y Competitividad en la Residencia de Estudiantes. Del mismo modo debo agradecer la posibilidad durante estos años de haberme podido incorporar a los proyectos de investigación I+D Tras la República: redes y cami- nos de ida y vuelta en el arte español desde 1931 (HAR2011-25864) y 50 años de arte en el Siglo de Plata español (1931-1981) (HAR2014-53871-P), los cuales han resultado de gran apoyo científico para el desarrollo de este trabajo. A ello hay que sumar las ayudas facilitadas para la realización de estancias breves dentro del marco de la FPU, que me permitieron viajar a Inglaterra y México, así como la beca de investigación Santander Ibe-roamérica Jóvenes Investigadores, con la que tuve la posibilidad de trabajar en Buenos Aires y Chile. También debo agradecer a mis tutoras en el extranjero, Nuria Capdevila-Argüelles en el Department of Modern Languages de la Uni- versity of Exeter, Clara E. Lida en el Departa- mento de Estudios Históricos de El Colegio de México y Diana Wechsler en el Instituto de In- vestigación en Arte y Cultura «Dr. Norberto Griffa» de la Universidad Nacional Tres de Fe- brero en Buenos Aires, sus consejos y ánimos, así como haberme permitido participar de las reu- niones académicas correspondientes, donde sur- gieron interesantes ideas y aportaciones. Ade- más, quiero agradecer a Estrella de Diego y a Raúl García Bravo su confianza en mi trabajo y su interés por publicarlo en la editorial Cátedra. Asimismo, he tenido la suerte de poder for- marme como investigadora dentro del Instituto de Historia del Consejo Superior de Investiga- ciones Científicas, al que estuvo adscrita mi beca predoctoral y al que pertenece mi director de tesis, Miguel Cabañas Bravo. A él agradezco su constante e inestimable apoyo, su ayuda y sus enseñanzas. No solo he aprendido el tesón y ri- gor científicos, sino también el valor del trabajo en equipo y la generosidad intelectual, además de haber forjado durante estos años una sólida amistad. Igualmente, debo agradecer a mi codi- rectora de tesis, M.ª Dolores Jiménez-Blanco Ca- rrillo de Albornoz, sus consejos y supervisiones, junto a las facilidades que siempre me prestó en el antiguo Departamento de Historia del Arte con- temporáneo (III) de la Universidad Complutense de Madrid, donde realicé mi formación docente. Vaya por delante, además, mi más profundo agradecimiento a las instituciones que han per- mitido la realización de mi trabajo y que me ayudaron en la búsqueda de documentación. Así, en España debo recordar la amabilidad mos- trada por las bibliotecarias de la Biblioteca To- más Navarro Tomás del CCHS-CSIC y de los archiveros del Centro Documental de la Memo- ria Histórica de Salamanca, del Archivo General de la UCM, de la Escuela Oficial de Artes y Ofi- cios de Madrid y del Archivo General de la Ad- ministración. Del mismo modo, no debo olvi- dar a todas aquellas personas que aportaron al- gún dato a mi investigación, ya fuera mediante correo electrónico o personalmente, como Ma- ruja Bardasano, María Dolores Vila Tejero, Isa- bel Verdejo o Elton Anglada Segarra y Natalia Fernández Segarra, entre otros. En México, mi investigación no habría sido tan fructífera sin la inestimable ayuda de Juven- tina Herrera, documentalista del Ateneo Espa- ñol de México, y tampoco sin el personal del archivo de El Colegio de México, del Instituto CA00360201_00_artistas_exilio.indd 17 23/4/19 10:27 CÁ TE D RA 18 • LAS ARTISTAS DEL EXILIO REPUBLICANO ESPAÑOL de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México y de la bibliote- ca y archivos del Centro de las Artes del Institu- to Nacional de Bellas Artes. Y, por supuesto, a todos los familiares de las artistas exiliadas que nos ocupan: Roseta Mijares Ballester, Nela Gaos Ballester, Carlos Renau, Isabel Custodio, Pilar Tapia Villalba, Rosana Renau Aymamí, Guada- lupe Fernández Gascón, Teresa Martín y María Luisa Vázquez Martín. Sin ellos, cuyos contactos debo en su mayoría a la amabilidad y cariño de Juan Ignacio del Cueto Ruiz-Funes, los resulta- dos de este trabajo no habrían sido los mismos. Por su parte, entre las muchas instituciones consultadas en Argentina y Chile, debo destacar, en Buenos Aires, la buena disposición de Móni- ca Lernes del Museo de Arte Moderno, el interés de Emilce Chabbert de la Academia Nacional de Bellas Artes, la atención de Gustavo Tudisco y Alicia Cernaz del Museo de Arte Hispanoameri- cano «Isaac Fernández Blanco», de la cortesía de Marcelo Lorenzo, del archivo del Teatro Cervan- tes —al facilitarme las fotografías de Victorina Durán—, así como también, en Santiago de Chi- le, al archivero del Centro de Documentación en Artes Visuales del Palacio de la Moneda y a Darío Oses del archivo de la Fundación Pablo Neruda, entre otros muchos. No podría olvidar tampoco a aquellos que posibilitaron el encuentro con las artistas del exi- lio, como Beatriz Sánchez, y que compartieron y rememoraron sus testimonios sobre ellas, como Isabel Margarita Cauas o Beatriz Lorenzo. Tam- bién debo mencionar a aquellos que compartie- ron sus trabajos conmigo, como los investigado- res Manuel García, Nancy Deffebach, Mauricio César Ramírez, Juan Pablo Heras González o Jorge Cristian Berríos, además de otros que, irre- mediablemente, se me quedarán en el tintero. Quiero mostrar mi agradecimiento a todos aquellos que me han acompañado en estos años. A Idoia, por tantas cosas, su cariño y aliento, ade- más de por sus enseñanzas y trabajos comparti- dos. A mis compañeros del Instituto de Historia —Wifredo, Chelo, Loles, Leida y los demás de historia de la ciencia y de América— y especial- mente al despacho de becarios, por todas las horas pasadas, los debates mantenidos y los ánimos da- dos. A Lidia, Manuel, óscar, Silvia, Pablo y a Eli- sa, mi amiga en la distancia y a todas horas. Tam- bién a todos los que hicieron que mis estancias en el extranjero fueran más agradables. A Genevieve por su amistad; a Vanni y Ana, por sus abrazos, cenas y salidas en el D.F. —y allá donde este- mos—; a Edmundo por llevarme por el verdade- ro México; a Mariano, Juan Ignacio del Cueto y su familia, por mostrarme cosas que de otra for- ma no habría visto; a Lolita Rivas y su familia, por sus cuidados, a Marcelo Sánchez y a Alazne por su compañía y acogida en Chile. Finalmente, me gustaría citar a mis amigos de la Resi: María Elena, Arantxa, Pilar, Ana, Miryam y Álvaro, pero también Paco, José Ma- nuel, Paula, Miguel A., Sergio y Juan. Sin ellos, sin la mesa comunal y sus risas, los últimos me- ses de este trabajo habrían sido muy diferentes. A Javi y a Eli por estar siempre ahí. También me habría encantado compartir este libro con mi amigo Jaime, a quien llevo constantemente en el recuerdo. Pero, sobre todo, quiero agradecer aquí el apoyo inquebrantable de mi familia, de mi ma- dre, mi hermana Candela y mi hermano Mano- lo, que vienen soportando desde Málaga tantos años de lejanía. A Teresa y a Paco por su cariño. A Paco y a Salva por apoyarme. Y a Miguel, siempre, por su amor incondicional y por hacer- me creer que todo es posible. CA00360201_00_artistas_exilio.indd 18 23/4/19 10:27
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