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Programa SENTIA Promoción de la autoestima en educación infantil - Isabel Páez

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Índice
Prólogo
MÓDULO I
FUNDAMENTACIÓN TEÓRICA
1. Introducción
2. Conceptualización de la autoestima, el autoconcepto y sus dimensiones
3. Construcción de la autoestima
3.1. De 0 a 5 años
3.2. De 5 a 12 años
3.3. De 12 a 18 años
3.4. De 18 a 60 años
3.5. A partir de los 60 años
4. Importancia de la autoestima
5. Características de los niños con baja autoestima y con autoestima positiva
6. La autoestima en el contexto escolar
7. Programas de autoestima
8. Programa SENTIA: promoción de la autoestima en Educación Infantil
8.1. Objetivos del programa
8.2. Estructura del programa
8.3. Metodología
8.4. A quién va dirigido el programa
8.5. Quién lo puede aplicar y cuándo
9. Evaluación de la eficacia del programa
9.1. ¿Se ha mostrado eficaz el programa SENTIA?
10. Conclusión de la fundamentación teórica
MÓDULO II
SESIONES
Sesión inicial. Todos nos conocemos
4
BLOQUE 1. Autoestima social
Área I. Este soy yo y soy bueno
Sesión 1. Soy un buen amigo
Sesión 2. Soy un amigo de estrella
Área II. Los demás son buenos y me valoran
Sesión 1. Yo quiero, me quieren
Sesión 2. La red de la amistad
Área III. No soy perfecto pero me gusta cómo soy
Sesión 1. Los gomets de la amistad
Área IV. Somos diferentes pero igual de buenos
Sesión 1. Interpretamos roles
Sesión 2. El tesoro
Sesión 3. El refugio
BLOQUE 2. Autoestima familiar
Área I. Esta es mi familia y la quiero
Sesión 1. Diploma a las personas que más quiero
Sesión 2. Llevamos a nuestra familia en el corazón
Área II. Mi familia me quiere y me valora
Sesión 1. Carta anónima
Sesión 2. Mi libro especial
Sesión 3. Caminamos y nos relajamos
Área III. No soy perfecto pero me gusta cómo soy
Sesión 1. Somos importantes para nuestra familia
Área IV. Todos tenemos una familia diferente y buena
Sesión 1. Foto de mi familia
Sesión 2. El cuadro de mi familia
BLOQUE 3. Autoestima física
Área I. Soy guapo y habilidoso
Sesión 1. El retrato
Área II. Los demás son guapos y habilidosos
Sesión 1. La bolsa de las cualidades
Área III. No soy perfecto pero me gusta cómo soy
Sesión 1. Las dos caras de mi persona
Área IV. Todos tenemos habilidades especiales
5
Sesión 1. Desfile de talentos
BLOQUE 4. Autoestima académica
Área I. Soy inteligente y me gusta aprender muchas cosas
Sesión 1. La exposición
Área II. Los demás también son inteligentes
Sesión 1. ¡Somos artistas!
Área III. No soy perfecto pero me gusta cómo soy
Sesión 1. La fábula
Área IV. Cada uno expresa su inteligencia de diferente manera
Sesión 1. El concurso
Sesión final
Referencias bibliográficas
Anexos SENTIA
Créditos
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Prólogo
Parece difícil, por no decir imposible, que una persona sienta bienestar si no tiene una
valoración positiva de sí mismo. La autoestima hace referencia a esta valoración afectiva
del yo que varía por múltiples factores, entre los que se encuentran las experiencias de
éxito o fracaso vividas, la evaluación sobre nosotros que recibimos de los demás y la
autoevaluación interna que hacemos de nosotros mismos. Del mismo modo, la etapa
evolutiva en la que nos encontremos también puede conllevar diferentes desafíos. En
este sentido, encontramos tres momentos claves en el desarrollo infantil y adolescente en
el que la autoestima puede sufrir algún tipo de retroceso: la activación de la comparación
social, a finales de la etapa de Educación Infantil y los inicios de la Educación Primaria;
el afrontamiento de los cambios físicos, cognitivos y sociales, en los inicios de la
adolescencia, y la resolución de incertidumbres al final de la adolescencia y el comienzo
de la edad adulta joven.
La existencia de un desarrollo evolutivo de esta y otras competencias
socioemocionales requiere de una intervención continuada a través de las diferentes
etapas evolutivas y educativas. En este caso, el período de cambio de la Educación
Infantil a la Primaria es un momento clave. Como decíamos, la activación de la
comparación social, y también del abandono del pensamiento mágico y desiderativo,
puede generar un importante descenso en la autoestima en la etapa de Educación Infantil,
que igualmente la convierte en una entidad más cercana a la realidad y más alejada del
puro deseo.
Existe una escasez de programas de promoción del desarrollo social y emocional, y
más específicamente de la autoestima, que además hayan sido tanto desarrollados y
adaptados culturalmente como testados en nuestro país siguiendo el método científico.
Creemos que esta limitación se extiende aún más cuando nos referimos a los más
pequeños: la etapa de Educación Infantil. Seguramente, la mayor dificultad para realizar
una evaluación en esta etapa, así como para adaptar los programas a ella, hacen que esto
sea así. Por tanto, trabajar en el desarrollo de programas de intervención de este tipo en
Educación Infantil y evaluar su eficacia son aspectos de especial relevancia y necesidad
a los que responde este libro.
El principal objetivo del programa SENTIA es ayudar en la optimización del
desarrollo de la autoestima en Educación Infantil. Esta intervención parte de una
concepción multidimensional de la autoestima a la vez que también reconoce que las
personas pueden hacer una evaluación global de sí mismas. Por este motivo, el programa
se divide en cuatro bloques que se corresponden con la autoestima física, académica,
social y familiar, con un especial foco en estas dos últimas dimensiones debido a la
importancia que ambas tienen en este momento del desarrollo. En cada uno de los
7
bloques marcados por cada dimensión de la autoestima, los niños trabajarán para
reconocer cualidades positivas en sí mismos y en los demás, aceptar la presencia de
elementos menos favorables y valorar su diversidad y la de los otros realzando los
aspectos positivos. Para conseguir todo esto, el programa SENTIA se centra en
promover actividades en los que el alumnado sea exitoso, reciba feedback positivo de los
demás y se autoevalúe de una manera más optimista relativizando y aceptando los
pequeños fracasos a la vez que resalta los pequeños éxitos.
Al mismo tiempo que se interviene siguiendo las diferentes dimensiones de la
autoestima, esta propuesta también considera al ser humano como un ser único y
holístico, en el que las distintas dimensiones se integran en un todo, por lo que su
autoestima también puede formarse desde una evaluación global e inmediata de sí
mismo.
La aplicación de este programa en esta etapa evolutiva parece especialmente
adecuada en centros educativos, si bien es cierto que también puede emplearse en otros
contextos de ocio y tiempo libre que trabajen con menores de estas edades. En cualquier
caso, la labor de la maestra o el maestro de Educación Infantil es fundamental para los
más pequeños a la hora de desarrollar cualquier competencia socioemocional. Sin su
acción, al igual que la de las familias, este tipo de programas se quedaría sin el apoyo
más importante y de mayor influencia en su vida diaria. En otras palabras, es poco eficaz
que un programa destaque las características de los niños y niñas si después la maestra o
el maestro no les refuerza por las cosas que hacen bien o resalta sus cualidades
personales en el día a día.
En este mes de marzo del año 2020, en el que la sensación que impregna la existencia
del mundo y de nuestras vidas es de inevitable transformación sin punto de retorno a lo
que éramos, nuestro primer pensamiento es para las niñas y niños más pequeños. Esos a
los que les deseamos que la superación de la situación mundial actual les ayude a
reforzar su autoestima y a ser los protagonistas de un futuro mejor para la humanidad,
diseñado desde una visión positiva de los demás y de sí mismos.
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MÓDULO PRIMERO
9
Fundamentación teórica
10
1. Introducción
Desde los años noventa ha habido un cambio en la perspectiva de la educación que se
ha visto reflejado en un aumento en la preocupación por el desarrollopsicológico y
emocional de las personas desde la infancia. Esto es debido, en parte, a que en 1990
Salovey y Mayer propusieron el término «inteligencia emocional» basado en el concepto
de inteligencia múltiple de Gardner. La inteligencia emocional es la capacidad que
tienen las personas para administrar sus emociones de forma equilibrada, en cuanto a
percepción, comprensión y regulación, promoviendo un crecimiento emocional e
intelectual para contribuir, de esta manera, a la adecuada adaptación del entorno y al
bienestar personal y social (Mayer y Salovey, 1997).
Diferentes modelos teóricos de la inteligencia emocional reconocen la importancia de
la autoestima dentro de su planteamiento teórico. En ese sentido, modelos como el de
Bar-On (1997), Gan (1998) y Rovira (1998) hablan directamente de la autoestima como
una competencia influyente en la inteligencia emocional. Por otro lado, en modelos
como el de Goleman (1995) o Salovey y Mayer (1990), aunque la autoestima no aparece
explícitamente como componente de la inteligencia emocional, sí que lo hace dentro de
otros como la automotivación, el autoconcepto, la valoración positiva y la confianza en
uno mismo y la autopercepción realista. Además, estudios posteriores han confirmado
que la autoestima posee una relación positiva con la inteligencia emocional (Ciarrochi,
Chan y Caputi, 2000). Las personas con una autoestima positiva tienden a ser más
estables emocionalmente debido a que tienen un mayor autocontrol emocional y
conductual. Una persona con una buena autoestima e inteligente emocionalmente posee
una mayor facilidad para alcanzar el bienestar psicológico (Bermúdez, Álvarez y
Sánchez, 2003).
Otra línea de trabajo complementaria, en la que entendemos que también se ubica la
inteligencia emocional, es la promoción del desarrollo social y emocional. El desarrollo
social y emocional viene determinado como la dimensión evolutiva que se centra en la
integración y adaptación de cada persona a la sociedad en la que vive a lo largo del ciclo
vital. Esta integración supone numerosos procesos de socialización entre los que se
encuentran la adquisición de los valores, las normas y los conocimientos sociales y la
construcción de la personalidad. Por su parte, el desarrollo social y emocional, que
promueve la autoestima como uno de los factores más importantes, tiene un claro
objetivo final: el bienestar personal y social (López, Carpintero, Del Campo, Lázaro y
Soriano, 2006).
De esta manera, se han desarrollado una serie de modelos de promoción del
desarrollo social y emocional en los que la autoestima es una variable fundamental.
Entre ellos encontramos, por un lado, el modelo del desarrollo personal y social de
11
López et al. (2006), que consta de cuatro tipos de variables que hay que promocionar
(personalidad, cognitivas, afectivas y habilidades instrumentales) para conseguir un
desarrollo social y emocional equilibrado. En este modelo se incluye la autoestima como
una variable de personalidad necesaria para conseguir bienestar personal y social, puesto
que permite a las personas sentirse capaces y competentes en las relaciones con los
demás, a gusto consigo mismas y dignas de querer y ser queridas (López et al., 2006).
Por otro lado, en el modelo de la promoción social y emocional para Infantil de Denham
y Burton (2003) se describen una serie de habilidades que hay que desarrollar para lograr
la eficacia en la interacción social. Este modelo se representa a través de una pirámide,
en cuya base se encuentran las habilidades específicas (de interacción prosocial y de
competencia emocional) que hay que promover primero para alcanzar las metas de
desarrollo personal e interpersonal propuestas (autoeficacia, calidad de las relaciones con
iguales y adultos y estatus dentro del grupo), representadas en la cúspide de la pirámide.
En este modelo, la autoestima desempeña un papel importante para la promoción de la
autoconciencia y de la autoeficacia, porque facilita la consecución del objetivo final: ser
eficaces en la interacción social teniendo siempre en cuenta el desarrollo personal
(Denham y Burton, 2003). Por último, el modelo de las competencias básicas para el
aprendizaje social y emocional de CASEL (Weissberg, Durlak, Domitrovich y Gullota,
2015) está compuesto por cinco competencias básicas (autoconciencia, autorregulación,
conciencia social, habilidades sociales y toma de decisiones responsable) necesarias para
el desarrollo social y emocional de los niños. La autoestima supone una evaluación
precisa de las capacidades y limitaciones propias que llevan al individuo a conseguir
confianza y optimismo, por lo que es un elemento primordial para la adquisición de la
autoconciencia.
Como se ha comentado anteriormente, ha habido un cambio en la visión de la
educación, lo que ha supuesto que el desarrollo emocional de los alumnos1 sea tan
importante como el intelectual. Se trata de un tipo de educación más integrada y
relacionada con la vida diaria de los alumnos (Clouder, 2008). Por ello es necesario que
exista, dentro de la escuela, un tipo de intervención sistemática, programada y progresiva
sobre el desarrollo social y emocional de los niños, que debe estar presente en el
currículum de todas las etapas educativas, comenzando en la Educación Infantil
(Bisquerra, 2000; De Andrés, 2005).
En concordancia con los modelos de inteligencia emocional y de promoción del
desarrollo social y emocional ya mencionados, en los que la autoestima es una habilidad
importante que hay que fomentar, y con la necesidad de un cambio en la educación,
proponemos el programa de intervención SENTIA: promoción de la autoestima con el
objetivo de desarrollar una autoestima positiva y real en niños de Educación Infantil.
NOTAS
12
1 A lo largo de todo este documento se utilizará el género gramatical masculino para referirse a colectivos mixtos,
como aplicación de la ley lingüística de la economía expresiva. Tan solo cuando la oposición de sexos sea un
factor relevante en el contexto se explicitarán ambos géneros. Asimismo, las instrucciones dirigidas al alumnado,
emitidas por los docentes, también incluirán explícitamente ambos géneros, con el objetivo de visibilizar a niñas y
niños en la intervención.
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2. Conceptualización de la autoestima, el autoconcepto y sus
dimensiones
«Autoconcepto» y «autoestima» son dos términos que, sin ser lo mismo, están
íntimamente relacionados. Se puede decir que el primero se refiere a los componentes
cognitivos, es decir, lo que el individuo piensa acerca de cómo es en diferentes aspectos
de su vida. Por su parte, la autoestima se refiere a los componentes afectivos, es decir, la
manera en que la persona evalúa su autoconcepto (Byrne, 1996; González-Pienda y
Núñez, 1994; Hughes, 1984; Mayberry, 1990).
Por una parte, el autoconcepto ha sido definido como un conjunto de creencias
sólidas organizadas jerárquicamente que una persona tiene sobre sí misma y considera
verdaderas. Está integrado por percepciones más concretas como el aspecto físico, las
relaciones sociales y el conocimiento emocional y académico. Estas percepciones se
forman a través de la interacción del individuo con el medio que le rodea, el cual está
influido por las relaciones sociales, especialmente con las personas significativas del
entorno familiar, escolar y social. Es una realidad dinámica, puesto que con la
experiencia se van integrando nuevas informaciones que conformarán un autoconcepto
más complejo (Epstein, 1980).
Por otra parte, la autoestima ha sido definida por muchos autores ya desde finales del
siglo XIX, siendo William James, uno de los padres de la psicología, quien conceptualizó
este término por primera vez. Las diferentes aportaciones podrían resumirse en la
consideración de la autoestima como la actitud valorativa hacia uno mismo que
determina los pensamientos, sentimientos y actitudes propios en diferentes ámbitos,
como el social (escuela, familia e iguales) y el físico (aspecto físico y habilidades), que
afectan a su manera de verse y sentirse.Por tanto, la autoestima tiene tres componentes:
cognitivo, afectivo y conductual. Al mismo tiempo, la autoestima puede considerarse el
resultado de la interacción entre el yo real (la información objetiva que una persona
percibe de sí misma) y el yo ideal (la persona que se desea ser). Cuanto más se acerque
el yo real al ideal, más alta será la autoestima.
A modo de resumen, se puede decir que el autoconcepto es la percepción que un
individuo tiene de sí mismo. Es un conjunto de características descriptivas propias que
hacen referencia a diferentes aspectos como el físico, el intelectual, el social y el
emocional. Está influido por las experiencias vividas y, en ocasiones, por las opiniones
que los demás vierten sobre la persona. A medida que pasa el tiempo, el autoconcepto se
hace más complejo debido a que el individuo va añadiendo más información sobre sí
mismo. Por otro lado, la autoestima es la valoración que hace una persona de su
autoconcepto, es decir, es el valor positivo o negativo que atribuye a sus propias
14
características. Se desarrolla desde el nacimiento y está influida por las oportunidades
que le pueda ofrecer al individuo el contexto, por la confianza y el feedback recibido por
las personas más significativas para él y por los éxitos y fracasos obtenidos a lo largo de
su vida.
Muchos autores sostienen que la autoestima, al igual que se ha expresado con
respecto al autoconcepto, se diversifica en varias dimensiones, pero aun así existe una
autoestima global que se verá influida por los diferentes componentes en función de la
importancia que tengan para la persona (Delgado, 2009). Es decir, se suele hablar de la
autoestima en un sentido general que se elabora a partir de la valoración parcial de
diferentes aspectos. Así, se podría decir que las dimensiones más significativas son:
— Física: evaluación que el individuo hace sobre sí mismo en relación con su
imagen personal y sus cualidades y aptitudes físicas, teniendo en cuenta su
capacidad, productividad e importancia en relación con su cuerpo.
— Académica: evaluación que el individuo hace sobre sí mismo en relación con su
desempeño en el ámbito escolar y la autovaloración de las capacidades
intelectuales tales como la inteligencia y la creatividad.
— Social: evaluación que el individuo hace sobre sí mismo en relación con las
interacciones sociales y la manera de comportarse y comunicarse con los demás.
Tiene que ver con el sentimiento de aceptación y pertenencia a un grupo y de
creerse capaz de enfrentarse con éxito a diferentes situaciones sociales.
— Familiar: evaluación que el individuo hace sobre sí mismo en relación con sus
interacciones con los miembros de su grupo familiar. Son los sentimientos que se
generan en el individuo como parte de una familia.
— Afectiva: evaluación que el individuo hace sobre sí mismo en relación con las
características de su personalidad, es decir, si se percibe simpático o antipático,
generoso o tacaño, etc.
— Ética: evaluación que el individuo hace sobre sí mismo en relación con el hecho
de sentirse buena persona y digna de confianza y que, a su vez, tiene que ver con
la forma en que interioriza los valores y las normas sociales y con los sentimientos
que tiene cuando transgrede dichas normas.
— Global: evaluación que el individuo hace sobre sí mismo en relación con todas las
partes de su ser que configuran su opinión personal. También se ha definido como
el valor general que la persona se da a sí misma como tal.
Estas dimensiones son partes de un todo, pero todas y cada una de ellas son
importantes para una buena formación de la autoestima. En la tabla 1.1 se puede
observar cuáles son las dimensiones de la autoestima en las que coinciden los principales
autores que han participado en su conceptualización. Nuestra intervención se ha centrado
en las dimensiones consideradas con mayor frecuencia por estos autores y que, a su vez,
han mostrado una mayor entidad a nivel empírico.
15
TABLA 1.1
Comparación de variables aportadas por diferentes autores
Autores
Dimensiones
Física Académica Social Familiar Global Ética/moral Afectiva
Coopersmith (1967) X X X X 
McKay y Fanning (1987) X X X X X
Pope, McHale y
Craighead (1988)
X X X X X 
Harter (1999) X X X X 
Bermúdez (2000) X X X X X 
López et al. (2006) X X X X 
16
3. Construcción de la autoestima
Para muchos autores la autoestima es un fenómeno evolutivo porque surge como
consecuencia del manejo de las experiencias o los retos vitales a lo largo del tiempo
(Mruk, 1998). Así pues, la autoestima se va desarrollando a lo largo de la vida. Desde su
nacimiento, el niño va viviendo una serie de experiencias como consecuencia del
contacto con el medio y con las personas significativas de su entorno. Estas experiencias,
positivas o negativas, son el punto de partida para la valoración que va haciendo de sí
mismo, es decir, para el desarrollo de su autoestima. De esta manera, dependiendo de su
historia personal de éxitos y fracasos, la autoestima tenderá a ser positiva o negativa
(Villa y Auzmendi, 1999). No obstante, las distintas etapas evolutivas representan
necesidades y desafíos diferentes, por lo que la autoestima se verá influida por el
momento evolutivo en el que se encuentre cada persona. A continuación se describen las
características de la autoestima en cada una de las etapas del desarrollo, haciendo
especial énfasis en la infancia y en la adolescencia.
3.1. DE 0 A 5 AÑOS
El concepto del yo comienza a desarrollarse ya desde el nacimiento, aunque es entre
los 6 y los 15 meses cuando el individuo empieza a llevar una existencia diferenciada del
medio, lo que se comprueba en su capacidad de reconocerse frente a un espejo; es decir,
el niño se reconoce como un ser independiente, al menos en el aspecto físico, a través de
las experiencias y exploraciones de su cuerpo, del ambiente y de las personas que le
rodean (L’Ecuyer, 1985).
Entre los 18 y los 30 meses aparece el lenguaje y el niño comienza a referirse a sí
mismo, primero en tercera persona y luego utilizando términos como «yo» y «mío», lo
que demuestra una conciencia más concreta de sí mismo diferenciándose de los demás
(Giménez-Dasí, 2008; L’Ecuyer, 1985).
Entre los 3 y los 5 años el niño desarrolla el concepto de posesión. En estas edades el
niño ya puede dar información acerca de sí mismo, como identificar su propio sexo, los
años que tiene, quiénes forman parte de su familia cercana y qué objetos posee. Las
experiencias proporcionadas por el entorno y las personas cercanas a él van a desarrollar
en el niño un sentimiento de autonomía e irá adquiriendo una confianza básica en sí
mismo para explorar el medio. Esta confianza será la base para la formación de la
autoestima, y en ella desempeñan un papel principal las acciones y reacciones de los
padres ante las acciones del niño. La forma en que los padres ejercen la parentalidad da
confianza e independencia al niño y proporciona vivencias gratificantes, contribuyendo
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de este modo a la formación de una autoestima positiva (Giménez-Dasí, 2008; Villa y
Auzmendi, 1999). Es entonces cuando la autoestima empieza a tener relevancia puesto
que el niño comienza a ser capaz de iniciar conductas con destreza y de evaluar sus
logros como válidos o no (Mruk, 1998). Esta evaluación estará presente posteriormente
en su rendimiento escolar, en su motivación por aprender y en la dinámica de sus
relaciones sociales y familiares (Harter, 1996).
Un momento importante a partir de los 3 años es la incorporación del niño a la etapa
escolar puesto que en ella surgen dos figuras fundamentales para el desarrollo de la
autoestima: los iguales y el maestro. Por un lado, los niños comienzan a interactuar con
sus iguales y aparece la comparación social a finales de la etapa de Educación Infantil.
Los niños empiezan a autoevaluarse tomando como referencia al grupo de iguales e
inician las primeras relaciones de amistad. Todo ello condiciona el valor que el niño se
da a sí mismo al saberse aceptado o rechazado, lo queinfluye en su autoestima social.
Estas relaciones repercuten también en la definición que el niño hace de sí mismo,
puesto que comienza a determinar el papel que tiene dentro de su grupo de iguales
(Giménez-Dasí, 2008). De esta manera, los niños continúan formando la imagen de sí
mismos a través de la comparación de sus características con las de los otros. Además, el
grupo de iguales proporciona al niño información sobre la que se basa la percepción de
sí mismo, determinando qué características personales se valoran positivamente y cuáles
negativamente. Por eso la autoestima de los niños depende, en gran parte, del grupo
social al que pertenecen (Musitu y Román, 1989). Por otro lado, el maestro es una figura
especialmente significativa para los alumnos en estas edades teniendo gran influencia
sobre el valor que el niño se da en relación con el área académica (Villa y Auzmendi,
1999). Si un maestro anima a sus alumnos constantemente alabando sus progresos
académicos y facilitando el aprendizaje, los niños tendrán la confianza suficiente en sí
mismos para sentirse capaces de seguir aprendiendo, aumentando, de esta manera, su
autoestima académica. Si, por el contrario, el maestro le dice a un alumno que nunca va
a ser capaz de leer, este no se sentirá motivado a hacerlo, le costará más aprender y su
autoestima académica podría verse afectada negativamente.
En esta etapa y en el principio de la siguiente (de 3 a 7 años) la autoestima tiene
características especiales, puesto que el niño presenta una sobreestimación derivada del
pensamiento de todo-nada que posee (Harter, 2003). Muchas veces los niños de estas
edades presentan sentimientos de deseabilidad social, es decir, desean ser los más
rápidos, los más listos, los más guapos, etc., y confunden ese yo ideal con su yo real, de
modo que se ven como desearían ser y no como son realmente (Shaffer y Kipp, 2010).
Pero, por otro lado, esta sobreestimación puede conferir a los niños la confianza para
creerse capaces de realizar cualquier acción, lo que puede tener efectos positivos. Así, al
sentirse capaces de alcanzar cualquier objetivo que se propongan, adquieren una ventaja
motivacional que les predispone de forma positiva hacia el aprendizaje (Giménez-Dasí,
2008).
18
Otra característica especial de la autoestima de los niños de esta edad es que es
subjetiva, es decir, todo lo que oyen acerca de sí mismos y del mundo es una realidad
única. De esta manera, si escuchan una crítica tal como «este niño nunca va a aprender a
leer», la conciben como una verdad irrefutable en vez de como una realidad discutible.
Así, a partir de estos primeros contactos con los juicios positivos o negativos que
reciben, los niños comienzan a formar las bases de su autoestima (McKay y Fanning,
1987).
En síntesis, se puede decir que las experiencias de la infancia y la relación con la
familia, profesores y amigos son esenciales para el desarrollo de la autoestima
(Craighead, McHale y Pope, 2001). Si las experiencias y los sentimientos que el niño
recibe son negativos, sentirá un mayor rechazo hacia sí mismo y, por tanto, un descenso
de su autoestima, que se verá afectada en etapas evolutivas posteriores. Pero si, por el
contrario, los mensajes que recibe el niño son positivos, estos le ayudarán en mayor
medida a sentirse bien, a disfrutar más de la vida, a iniciar y mantener relaciones
positivas con los demás, a ser más autónomo y a considerarse más capaz de aprender. En
resumen, tendrá un mayor nivel de autoestima y además será un adulto más feliz
(Delgado y Contreras, 2009; McKay y Fanning, 1987).
3.2. DE 5 A 12 AÑOS
A partir de los 5 años, el entorno social de los niños y sus habilidades intelectuales
cambian de manera significativa, lo que influye en su autoestima puesto que es en esta
etapa cuando se establece y consolida el yo (Villa y Auzmendi, 1999).
Entre los 5 y 8 años, el niño comienza a desarrollar la capacidad para discriminar
diferentes dominios de su experiencia. Así, por ejemplo, puede ser consciente de que se
comporta bien o mal en casa, en el colegio, con otras personas, etc.
La definición de la personalidad comienza a desarrollarse entre los 8 y los 9 años y
está basada en los rasgos psicológicos relacionados con el propio nivel de
autoapreciación de los niños. Asimismo, comienzan a aparecer sentimientos de estar
avergonzado u orgulloso de sí mismo. El valor que el niño se otorga en esta etapa es
difícil de modificar posteriormente, ya que se conserva relativamente estable en el
tiempo (Gurney, 1988).
En el período comprendido entre los 9 y los 12 años se producen importantes cambios
en las habilidades intelectuales y en el entorno social de los niños, lo que va a repercutir
en su autoestima. A partir de ahora van a ser capaces de construir una percepción más
compleja de sí mismos, lo que significa que las capacidades que el niño se atribuye están
basadas en sus logros.
Los cambios evolutivos que se producen en los niños de estas edades van a propiciar
una disminución en su autoestima, que se vuelve más real porque la comparación social
en esta etapa se hace más importante y los padres se vuelven más exigentes fomentando
19
dicha comparación. Ahora el niño es capaz de entender mejor las opiniones de los otros
y le preocupa lo que los demás puedan pensar de él. También comienza a categorizarse
mediante rasgos psicológicos internos como ser social, amable, etc.
En este período el mundo escolar del niño se expande aportando nuevas vivencias. Se
trata de una fase enriquecedora en la que la variedad de imágenes que van recogiendo
sobre sí mismos repercute en su sentimiento de identidad (L’Ecuyer, 1985).
Concluyendo, el conocimiento de sí mismo está bastante avanzado al final de esta
etapa. La utilización de descriptores de los rasgos internos y la comparación con los
iguales determinarán en gran parte su autoestima. Es ahora cuando esta se consolida
como una valoración global de la valía personal. De esta manera, tanto el autoconcepto
como la autoestima se hacen más realistas y diversos puesto que se van definiendo en
base a las experiencias, exigencias y expectativas que proporciona esta nueva etapa
(Delgado y Contreras, 2009; L’Ecuyer, 1985).
3.3. DE 12 A 18 AÑOS
La adolescencia es la etapa en la que el autoconcepto y la autoestima se definen
haciendo que la persona se identifique como un ser singular. En la adolescencia la
identidad es un tema central. El adolescente comienza a describirse a sí mismo
definiendo su identidad, cada vez más diferenciada y menos global. A través de este
proceso intenta encontrar la respuesta sobre quién es él, su futuro y su lugar en el mundo.
Además, a nivel escolar debe enfrentarse a nuevos retos, exigencias y evaluaciones que
influirán en su autoestima académica (Sánchez, 2008).
En este período los adolescentes sufren importantes cambios cognitivos, sociales,
físicos y sexuales que afectan a su autoestima (Lameiras y Carrera, 2009). A nivel
cognitivo, la característica más destacable de la adolescencia es la formación de la
identidad personal, lo que puede llevar a muchos adolescentes a experimentar ansiedad y
confusión. A nivel intelectual, adquieren una nueva forma de pensamiento que les
permite formular hipótesis, razonarlas y extraer sus propias conclusiones. Desarrollan un
pensamiento abstracto que les permite diferenciar lo real de lo posible y vislumbrar otras
realidades alternativas.
Los cambios sociales tienen que ver con la capacidad del adolescente para integrarse
en el grupo de iguales y en el mundo de los adultos. Las experiencias vividas durante los
primeros años de la adolescencia son importantes para la valoración de sí mismos, y la
relación que tienen con sus iguales adquiere mayor relevancia. En estos años la amistad
tiene una importancia fundamental y fuerte impacto en la autoestima de los chicos. La
amistad no es incondicional, debe ganarse y merecerse, lo que ayuda a la persona a ser
más realista y tener más en cuenta la opinión de los demás. Además, en esta etapa, el
adolescente tratade buscar su autonomía personal y de ser más independiente de los
padres, lo que le lleva a identificarse más con el grupo de iguales y a darle más
20
importancia a las críticas externas que recibe de los componentes de dicho grupo. De
esta manera, la cantidad de amigos que tenga y la crítica que reciba de estos influyen
notablemente en su autoestima (Alegret, Comellas, Font y Funes, 2005).
Las transformaciones físicas y sexuales se caracterizan por la llegada de la pubertad y
los consiguientes cambios puberales, incluyendo el desarrollo de los caracteres sexuales
secundarios. En los varones la voz se hace más grave, se desarrolla la musculatura y
aparece el vello facial. En las mujeres se desarrollan las mamas, se produce un
ensanchamiento de las caderas y aumenta la grasa corporal localizada. En ambos sexos
se produce el desarrollo y maduración de los órganos sexuales. Se trata, por tanto, de una
nueva imagen corporal a la que los adolescentes se tienen que adaptar. Comienzan a
comparar su cuerpo con diferentes estereotipos de belleza, un componente fundamental
de su propia valoración. Esta imagen física es tan importante para los chicos de esta edad
que influye en su autoestima global. Por otro lado, aparecen los llamados «afectos
sexuales», como son el deseo, la atracción y el enamoramiento, que conllevan la
adquisición de nuevas necesidades afectivas y sexuales por las que el adolescente
necesita compartir intimidad con personas significativas para él. El joven, al interactuar
con estas personas, conoce la opinión que tienen de él, aspecto que influye de manera
trascendental en su autoestima.
En resumen, se puede decir que los cambios físicos, hormonales, sociales,
emocionales y escolares que tienen lugar en estos años contribuyen al proceso de
definición del autoconcepto y de la autoestima. En otras palabras, el período de la
adolescencia es una fase difícil que conlleva la formación de un autoconcepto y una
autoestima más estables, más coherentes y realistas.
3.4. DE 18 A 60 AÑOS
Como se ha comentado anteriormente, las características de la autoestima en la edad
adulta y en la vejez se van a abordar de forma más breve, dado que este programa está
orientado a la infancia.
En el período que comprende la edad adulta, la autoestima y el autoconcepto siguen
evolucionando y cambiando debido a una serie de acontecimientos vitales importantes,
como el inicio de la vida laboral, el éxito o fracaso en el trabajo, la vida en pareja, la
maternidad o paternidad, el estatus socioeconómico y cultural, las capacidades físicas,
etc. Todo ello determinará que la autoestima sea positiva o negativa. Aunque hay pocos
estudios sobre el desarrollo de la autoestima en esta etapa, en general estos muestran un
pequeño incremento en la autoestima global (Robins, Trzesniewski, Tracy, Gosling y
Potter, 2002). Además, la autoestima seguirá estando condicionada por las opiniones y
valoraciones de las personas importantes para el individuo (Corral, 2009).
21
3.5. A PARTIR DE LOS 60 AÑOS
A partir de los 60 años, la autoestima y el autoconcepto continúan evolucionando
generalmente. Algunos estudios han descubierto que la autoestima tiende a bajar en esta
etapa (Tiggemann y Lynch, 2001). Esto puede deberse a que el bienestar y la autoestima
están empíricamente relacionados. En ocasiones, el bienestar, a partir de los 60 años,
puede verse mermado a causa de la disminución de las capacidades físicas del individuo,
las enfermedades, la jubilación y una cierta pérdida de identidad social y personal, lo que
implicaría un descenso de la autoestima (Robins et al., 2002).
Por otra parte, existen estudios que han observado niveles más altos de autoestima en
edades más avanzadas (Gove, Ortega y Style, 1989), mientras que otros no han podido
llegar a un consenso sobre si la autoestima aumenta, disminuye o permanece estable en
la vejez (Brandtstaedter y Greve, 1994); esto se explicaría porque, aunque se perciba un
menor bienestar, la capacidad de regulación emocional en este período mejora el
afrontamiento, protegiendo de este modo contra la disminución de la sensación de
bienestar. En cualquier caso, si la autoestima en etapas anteriores ha sido positiva, en
esta fase habrá más posibilidades de que se mantenga alta, aunque sea susceptible de
disminuir (Canto y Castro, 2004).
Por todo lo visto anteriormente se puede decir que la autoestima y el autoconcepto
tienen una gran importancia durante todo el ciclo vital del ser humano pero,
especialmente, desde muy temprana edad (Fox, 2000; García y García, 2006), puesto que
es en las primeras fases del desarrollo cuando los individuos se empiezan a formar y
consolidar (Slutzky y Simpkins, 2009). Por otro lado, la autoestima, una vez
estructurada, tiende a permanecer estable, resistiéndose al cambio. De esta manera, las
nuevas experiencias contradictorias con la imagen ya formada serán difíciles de aceptar,
aunque ayuden al individuo a formar una imagen más real de sí mismo (Harter, 1999).
22
4. Importancia de la autoestima
La autoestima ocupa un papel central en el desarrollo psicológico del individuo
puesto que tiene una gran influencia en el desarrollo de su personalidad. Además, es
importante para la formación de una adecuada conducta social, afectiva e intelectual que
permita conseguir una adaptación satisfactoria a la sociedad, felicidad personal y un
desempeño eficaz (Villa y Auzmendi, 1999). La importancia de este constructo se ha
observado principalmente en la relación que mantiene con otras variables vitales para el
desarrollo y la vida, a saber, el bienestar, el desarrollo social, la empatía, la creatividad y
la personalidad. Pasamos a revisar brevemente cada una de estas relaciones.
Bienestar
La autoestima está relacionada con el bienestar porque para poder ser feliz es
necesario que la persona se conozca bien a sí misma, se quiera y se acepte como es
(López et al., 2006). De esta manera, para obtener bienestar es necesario que la persona
tenga un concepto positivo de sí misma que la ayude a sentirse significativa, querida,
segura y capaz de superar los posibles obstáculos que se encuentre en la vida (Branden,
1994). Myers (1993) describe una serie de características que comparten las personas
que son felices: tienen una alta autoestima, se sienten sanas física y mentalmente, se
consideran más éticas e inteligentes, presentan menos prejuicios y se llevan mejor con la
gente.
McKay y Fanning (1987) señalan que la autoestima es la base del éxito o del fracaso
para alcanzar una vida plena. Así, una autoestima negativa está relacionada con
problemas psicológicos, como trastornos de la alimentación (Eiber, Vera, Mirabel-
Sarron y Guelfi, 2003), depresión, estrés (Roberts, Gotlib y Kassel, 1996), inadaptación
social y algunos trastornos físicos (Wang, Wid, Kipp, Kuhle y Veugelers, 2009). Por
otro lado, numerosos estudios han demostrado la relación positiva entre la autoestima y
la salud mental a largo plazo (Mahdavi, Ahmadi, Nadermohamadi y Adham, 2013), la
satisfacción con la vida (Diener y Diener, 1995), la felicidad y el bienestar (Cheng y
Furnhan, 2003). Así pues, una persona con una autoestima positiva posee un mayor
autocontrol emocional, cognitivo y conductual, un mayor reconocimiento de su propia
valía y, en general, más posibilidades de crecimiento tanto a nivel personal como social.
Una buena autoestima no significa tener éxito siempre, es también reconocer y aceptar
las propias limitaciones y debilidades confiando en que las habilidades y características
positivas pueden compensar a las primeras (Tejada, 2005).
23
Desarrollo social
El desarrollo social tiene que ver con variables como competencia social, habilidades
sociales, relaciones interpersonales, inteligencia social, conductas de ayuda, adaptación
social, asertividad, comportamiento cooperativo y conducta prosocial (Garaigordobil y
Berrueco, 2007).
El desarrollo social está relacionado con la autoestima debido a que la forma en que
las personas interaccionan unas con otras influye en la propiaimagen y en la
autovaloración; es decir, la persona, cuando se relaciona con los demás, recibe un
feedback que influye en la forma en que se siente, piensa, aprende y se valora (Contini,
Coronel, Levin y Hormigo, 2010). Además, la opinión de los demás respecto a nuestras
características repercute en la formación del autoconcepto y de la autoestima (Haeussler
y Milicic, 1994). En general una alta autoestima se ha asociado con un mayor número de
conductas prosociales, un mayor nivel de sensibilidad, habilidad y competencia social,
un mayor grado de asertividad y un menor nivel de soledad (Garaigordobil y Durá,
2006).
Por otro lado, las relaciones y el desarrollo sociales constituyen determinantes
influyentes en el bienestar de las personas puesto que la necesidad de vínculos
interpersonales es una de las bases que proporcionan satisfacción en la vida (Contini,
2008). Por ejemplo, se ha demostrado que el bienestar psicológico está influido por las
habilidades sociales a través de las relaciones de amistad (Demir, Jaafar, Bilyk y Ariff,
2012).
Empatía
La empatía es la capacidad de entender los sentimientos de los demás y, en cierta
manera, llegar a compartirlos. De esta manera, la empatía supone dos capacidades: la
capacidad cognitiva, que consiste en el reconocimiento de emociones en los demás, y la
capacidad de compartir dichas emociones y sentimientos, tanto positivos como negativos
(López et al., 2006). Además, la empatía es el mediador afectivo que más se relaciona
con una conducta social adecuada (Iannotti, 1985).
Los individuos con una autoestima positiva mantienen un mayor número de
conductas empáticas porque se sienten más seguros y capaces de entender los
sentimientos de los demás y poder ponerse en el lugar de ellos, llegando incluso a
compartir sus sentimientos (Mestre, Samper y Tur, 2008).
Creatividad
Las personas con autoestima positiva suelen ser más creativas al ser capaces de
valorar sus propios pensamientos y sus intuiciones y llevarlas al terreno de la
24
creatividad, al dedicar más tiempo a ampliar sus ideas y a valorar los productos de su
mente. Sin embargo, los individuos con una autoestima baja tienden a subestimar su
intelecto de manera que, aunque tengan ideas brillantes, al no valorarlas, no las
desarrollan y, por tanto, tienen menos producción creativa (Branden, 1994).
Diferentes estudios han comprobado que las personas con una alta autoestima
también presentan niveles más altos de creatividad, resultado que también se ha
encontrado en niños de 5 años (Garaigordobil y Berrueco, 2007). Parece que la dirección
de la relación se da en doble sentido. Esto quiere decir que, por un lado, una autoestima
positiva favorece la creatividad y, por otro, cuando el sujeto obtiene logros creativos, su
autoestima se fortalece.
Teniendo en cuenta todo esto, es importante desarrollar y estimular el potencial
creativo lo más temprano posible para que los niños puedan expresarse libremente y ello
derive en una autoestima positiva (Franco, 2006).
Personalidad
La autoestima influye también en diferentes aspectos de la personalidad del
individuo. Uno de estos aspectos es la autorregulación, entendida como la capacidad
para conocer y controlar las propias emociones (López et al., 2006). Una alta autoestima
está vinculada con mayores habilidades de autorregulación (Trzesniewski, Donnellan y
Robins, 2003).
Otro aspecto importante es la autoeficacia, que es la creencia de que el individuo es
capaz de realizar con éxito cualquier acción que se proponga. Las personas con alta
autoestima se sienten capaces, exitosas y dignas y, por tanto, con un mayor nivel de
autoeficacia (Bandura, 1997).
Otra característica de la personalidad relacionada con la autoestima es el locus de
control. Un individuo tiene un locus de control interno cuando acepta que las cosas que
le ocurren son consecuencia de su decisión y acción, mientras que un individuo con un
locus de control externo achaca la razón de esos hechos a factores externos como la
suerte, el destino o la acción de otras personas. Así pues, las personas con una
autoestima positiva atribuyen sus éxitos a su responsabilidad, mientras que los
individuos con baja autoestima los atribuyen a circunstancias externas (Pérez y Navarro,
2011).
La autonomía es la capacidad de tomar las propias decisiones en un marco social, con
lo que se consigue un reconocimiento social que ayuda al desarrollo de la autoestima.
Los individuos con una autoestima positiva son más independientes y reconocen y
satisfacen sus necesidades de forma más autónoma (Leflot, Onghena y Colpin, 2010).
Por otro lado, la motivación para conseguir logros y éxitos está también vinculada
con la autoestima puesto que las personas predispuestas a la búsqueda del éxito suelen
adquirir experiencias positivas en lo referente a metas, estatus y roles que facilitan el
25
desarrollo de la autoestima (Coopersmith, 1967).
Finalmente, el humor positivo es otro aspecto relacionado con la alta autoestima. Las
personas con una alta autoestima presentan mayor sentido del humor positivo porque
disfrutan más y son más confiadas en las interacciones sociales (Liu, 2012). Estas
personas utilizan el humor participando en bromas ingeniosas y espontáneas para crear
diversión, disminuir la tensión interpersonal y facilitar la relación con los otros, factores
que inciden de manera positiva en la autoestima social.
Por tanto, una autoestima positiva convierte al individuo en una persona que se siente
competente, atractiva, capaz, segura de sí misma y con las habilidades necesarias para
establecer relaciones interpersonales más satisfactorias (López et al., 2006). Por otro
lado, tan importante es tener una autoestima positiva como realista, lo que significa que
los niños deben conocerse bien a sí mismos y proponerse metas alcanzables para evitar
la frustración (Harter, 2003). Además, niños con una alta autoestima irreal pueden
desarrollar actitudes violentas (Baumeister, Bushman y Campbell, 2000).
Como se ha comentado anteriormente, la autoestima es especialmente importante en
la etapa infantil porque es entonces cuando se establece el nivel básico o global de
autoestima (Mruk, 1998). Si se desarrolla favorablemente desde el principio, es más fácil
que se mantenga en el tiempo. Por todo ello es muy importante ayudar a los niños a
formar una autoestima positiva que los haga sentirse personas queridas, valoradas,
seguras de sí mismas, entusiastas, capaces de superar las dificultades que se les puedan
presentar en la vida y de convertirse en adultos competentes y felices.
26
5. Características de los niños con baja autoestima y con
autoestima positiva
La baja o positiva autoestima se expresa de forma diferente dependiendo de las
características personales del niño y de su desarrollo. Los niños con baja autoestima
pueden presentar las actitudes y conductas que se describen a continuación:
1. Suelen sentirse menospreciados y lo expresan a través de quejas y críticas.
2. Necesitan constantemente llamar la atención buscando la aprobación de los
demás.
3. En general tienen mal perder en los juegos y en sus actividades diarias porque
piensan que para ser queridos deben ser siempre los primeros.
4. Son poco sociables y no suelen tomar la iniciativa por miedo a ser rechazados.
5. No son populares puesto que presentan una actitud poco entusiasta ante las
demandas de los demás, lo que los lleva a ser ignorados.
6. Tienen un temor excesivo a equivocarse, lo que puede dejarlos paralizados en
situaciones de evaluación.
7. Pueden presentar ansiedad ante las exigencias escolares e incluso bloquearse ante
pruebas y exámenes.
8. Confían poco en sí mismos, les da miedo hablar en público y tienen un gran
sentido del ridículo (esta actitud suele frenar su creatividad ya que solo hacen
aquello que están seguros de hacer bien).
9. Son incapaces de mostrar curiosidad e independencia para reaccionar al cambio o
al estrés.
10. Se frustran fácilmente, reaccionan con tensión y presentan una conducta
inmadura.
11. Suelenpresentar un sentimiento general de tristeza, les cuesta sonreír, no suelen
estar motivados para la realización de diferentes actividades, no son espontáneos
y son conformistas.
12. Presentan una actitud excesivamente perfeccionista, nunca están contentos con lo
que hacen.
13. Algunos pueden mostrar una conducta agresiva para encubrir su frustración y
tristeza.
14. También pueden presentar una actitud derrotista al pensar que cualquier proyecto
al que se enfrenten va a tener resultados negativos, por lo que muchas veces ni
siquiera lo intentan.
15. A la baja autoestima pueden estar asociados síntomas como el bajo apetito, el
insomnio y la poca estabilidad emocional.
27
En contraste, los niños con una autoestima positiva pueden presentar las siguientes
características:
1. Suelen confiar en sí mismos, actuando con seguridad, curiosidad, iniciativa e
independencia.
2. Tienen capacidad de autocontrol de sus sentimientos e impulsos.
3. Se adaptan bien al cambio o al estrés.
4. Toleran las frustraciones, son perseverantes y manejan las críticas y las bromas de
forma adecuada.
5. Suelen ser sociables, abiertos y flexibles y aceptan a los demás como son.
6. Tienen capacidad de decisión y defienden sus propias ideas sin agresividad.
7. Disponen de una red social extendida y se comunican con los demás de forma
clara y directa.
8. Son empáticos y se comprometen con sus tareas y obligaciones orientándolas a
las metas que se proponen.
9. Se creen capaces de realizar con éxito los trabajos, se esfuerzan y afrontan
positivamente las dificultades.
10. Son conscientes de que los éxitos conseguidos son resultado de sus esfuerzos.
11. Son capaces de aprender de sus errores, son creativos y trabajan bien en grupo.
12. Poseen buen sentido del humor e incluso se ha observado que pueden presentar
mejores niveles de defensa inmunológica (Alonso y Román, 2005; Bermúdez,
2000; Haeussler y Milicic, 1994).
Conociendo todas estas características y actitudes de los niños con autoestima
positiva o con baja autoestima, se hace patente la importancia de una detección e
intervención tempranas fomentando la autoestima tanto en la escuela como en todos los
contextos de desarrollo del niño.
TABLA 1.2
Comparación de las características de los niños con baja autoestima y con autoestima
positiva
Baja autoestima Autoestima positiva
Ansiedad ante los retos. Se enfrentan a los retos de forma tranquila.
Depresivos. Entusiastas.
Inseguros. Seguros.
Dependientes. Independientes.
Solitarios, poco sociales. Red social extendida.
Poco estables emocionalmente. Estables emocionalmente.
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Hipersensibles ante las críticas. Tolerantes ante las críticas.
Pasivos. Activos.
Competitivos, malos perdedores. Disfrutan de los juegos aunque pierdan.
Agresivos. Asertivos.
Se frustran fácilmente. Toleran bien las situaciones de estrés.
No tienen curiosidad ni iniciativa. Son curiosos y toman la iniciativa.
Derrotistas. Capaces.
Carentes de creatividad. Creativos.
29
6. La autoestima en el contexto escolar
El contexto escolar, junto con todas las personas que lo forman y las experiencias
académicas, desempeña también un papel fundamental en el desarrollo de la autoestima
(López et al., 2006) puesto que esta está íntimamente relacionada con la confianza y la
motivación que los niños necesitan para tener éxito académicamente y como personas
(Ferkany, 2006). En la escuela tienen lugar aprendizajes no solo académicos sino
también de conducta social, afectivos y actitudinales; es un lugar en el que el niño puede
probar sus habilidades y ganarse el respeto de los demás. El centro escolar y los
profesores son importantes para el buen desarrollo de la autoestima, de manera que
deben proporcionar experiencias que permitan a sus alumnos sentirse exitosos,
respetados y queridos. El profesor es el responsable de que en su aula reine un clima que
favorezca la autoestima. Este clima debe facilitar la expresión individual de cada
alumno, la aceptación de sí mismo y de los demás y las oportunidades para decidir, todo
ello en un ambiente de confianza. Cuando el docente muestra interés por cada alumno y
lo acepta comunicándole afecto y apoyo, favorece la formación de una autoestima
positiva (Haeussler y Milicic, 1994).
La forma en la que se comportan los alumnos está muy relacionada con las
expectativas que los profesores tienen hacia ellos. Ya en un estudio clásico se comprobó
que las percepciones que los niños tenían de sí mismos se correlacionaban con las
expectativas que los profesores formularon sobre ellos. De esta manera, los alumnos con
alta autoestima percibían de sus profesores expectativas positivas, reforzando el deseo de
seguir siendo buenos estudiantes. En este estudio se constató la relación recíproca entre
el rendimiento académico y las expectativas de los profesores, lo que afectaba a la
autoestima de los alumnos. De esta manera, se han observado muchos casos de alumnos
problemáticos y con bajo rendimiento académico que, al cambiar el educador su actitud
hacia ellos, considerando sus cualidades y valores positivos, mejoran notablemente
(Alcántara, 1990).
Los niveles de autoestima condicionan de una manera muy significativa el
aprendizaje y el rendimiento académico (Saffie, 1992). Numerosos estudios han
demostrado que existe una relación directa entre la autoestima y el rendimiento
académico (Caso y Hernández, 2010). Marsh y Martin (2011) afirman que la autoestima
y el rendimiento académico se influyen mutuamente, de manera que cualquier cambio
positivo o negativo en uno provoca el mismo cambio en el otro. Los estudiantes con un
bajo nivel de autoestima muchas veces se sienten impotentes y decepcionados en sus
estudios, lo que se traduce en nuevas experiencias escolares negativas que merman aún
más la autoestima y conducen así a un círculo vicioso.
La autoestima académica tiene un peso muy importante en la autoestima global. Así
30
pues, si los niños durante su etapa escolar tienen un buen desempeño académico, por lo
general no presentan problemas de autoestima, tienen mayor confianza, son más
valorados por sus iguales, son más persistentes en sus tareas, muestran más preocupación
por los otros y se sienten satisfechos consigo mismos.
31
7. Programas de autoestima
Como se ha visto anteriormente, la autoestima desempeña un papel fundamental en el
desarrollo personal y social y el bienestar de los niños desde la etapa de Educación de
Infantil, lo que contrasta con la escasez de programas que trabajan su promoción en
edades tempranas. En nuestro país se han desarrollado algunos programas que trabajan la
autoestima, pero principalmente en otras etapas educativas, como Educación Primaria y
Educación Secundaria: Programa Bienestar (López et al., 2006); Programa Discover
(Díez y Varela, 2002); Guía de Salud y Desarrollo Personal (Ansa et al., 2001);
Programa de Desarrollo Personal (Herrera, Ramírez, Roa y Herrera, 2006); PIELE.
Programa Instruccional para la Educación y Liberación Emocional Aprendiendo a Vivir
(Hernández y García, 1999); Programa de AMEI-WAECE para Desarrollar la
Inteligencia Emocional en Educación Infantil (Asociación Mundial de Educadores
Infantiles, 2004); Confiar en Uno Mismo: Programa de Autoestima (Haeussler y Milicic,
1994); Programa de Buenos Tratos. Tomo I: La Autoestima (Díez et al., 2005). De
manera específica para Educación Infantil, la escasez es aún mayor. Hasta donde nuestro
conocimiento alcanza, tan solo algunos programas como Sentir y Pensar (Ibarrola y
Delfo, 2003) o Educación Emocional (López, 2003) trabajan la autoestima en la etapa de
Educación Infantil. No obstante, estos programas tampoco han sido evaluados
convenientemente. Tan solo el programa Educación Responsable (Fernández-Berrocal,
2008) ha sido evaluado siguiendo una metodología científica con la utilización de un
grupo experimental y otro control.
Fuera de nuestro país, se han recogido dentro de varios meta-análisis aquellos
programas que trabajan la autoestima, tanto implícita como explícitamente, que han sido
evaluadosde forma adecuada demostrando claramente su efecto positivo. Entre ellos
destacan los metaanálisis de Haney y Durlak (1998), Durlak, Weissberg y Pachan (2010)
y Durlak, Weissberg, Dymnicki, Taylor y Schellinger (2011). Los dos metaanálisis más
recientes recogen 213 programas de promoción del desarrollo social y emocional
aplicados en la escuela (Durlak et al., 2011) y 69 programas fuera de la escuela (Durlak
et al., 2010), lo que demuestra que pueden ser eficaces aplicados tanto en el contexto
escolar como en otros contextos sociales.
32
8. Programa SENTIA: promoción de la autoestima en Educación
Infantil
Como ya hemos visto, el fomento de la autoestima en el contexto escolar es
fundamental para que el niño se desarrolle de una forma integral, reduciendo las
conductas de riesgo y el fracaso escolar y fortaleciendo las relaciones sociales. Además,
es en este entorno en el que los programas para desarrollar la autoestima adquieren el
mayor protagonismo, influyendo no solo en el área académica sino también en la
personal y social, puesto que ayudan al niño a conocerse y valorarse en todos los ámbitos
de su vida. Esto lo confirma la revisión metaanalítica realizada por Haney y Durlak
(1998), que reveló que los programas diseñados para aumentar la autoestima ayudan a
niños y jóvenes a hacer frente a la adversidad y a lograr resultados favorables para su
desarrollo.
Debido a esto y a la escasez de programas para promocionar la autoestima en la etapa
de Infantil, hemos desarrollado, aplicado y evaluado el Programa SENTIA: promoción
de la autoestima en Educación Infantil.
Este programa se ha diseñado para trabajar la autoestima de los niños de la etapa de
Educación Infantil y mejorar su competencia social y su bienestar.
El nombre del programa, SENTIA, hace referencia a la diosa romana que protegía el
desarrollo mental y emocional de los niños, y por ello nos pareció el más adecuado para
este proyecto. Con él nos hemos propuesto el objetivo de optimizar el desarrollo de los
más pequeños para conseguir que en un futuro se conviertan en adultos felices con
capacidad también para hacer felices a los que les rodean.
Creemos que es necesario que existan este tipo de programas porque realmente
ayudan a fomentar el bienestar y la integración satisfactoria de los niños en la sociedad.
Existe la falsa creencia de que lo más importante que hay que trabajar con los alumnos
son las habilidades de aprendizaje de las materias escolares, es decir, que aprendan todo
lo que puedan sobre lengua, matemáticas, ciencias, etc., y se olvidan de la importancia
que tiene que el niño se sienta bien consigo mismo y con los demás. Consiguiendo esto,
lo demás, que también es de vital importancia, vendrá por añadidura, o por lo menos será
más fácil de alcanzar.
8.1. OBJETIVOS DEL PROGRAMA
El principal objetivo del programa es desarrollar en los niños una autoestima positiva
y realista, fomentando la competencia social para conseguir un incremento de su
bienestar, es decir, que el niño se sienta valioso, capaz y querido en todos los ámbitos de
33
su vida de manera que se desarrolle de forma equilibrada, queriéndose a sí mismo y
valorando a los demás.
8.2. ESTRUCTURA DEL PROGRAMA
El diseño del programa está basado en el enfoque multidimensional de la autoestima
que ya hemos comentado anteriormente de varios autores como Coopersmith (1967),
Pope, McHale y Craighead (1988) o López et al. (2006).
Consta de veintiséis sesiones: una inicial de motivación e introducción al programa,
una final de despedida y veinticuatro actividades divididas en cuatro bloques, según las
diferentes dimensiones de la autoestima: social, familiar, física y académica. El bloque
de autoestima social consta de ocho actividades para fomentar las relaciones
interpersonales y desarrollar en el niño un sentimiento de valía y aceptación dentro de
los grupos sociales a los que pertenece; el bloque de autoestima familiar contiene ocho
actividades dirigidas a apreciar la importancia de la familia y a fomentar en el niño su
pertenencia a la familia como un miembro querido e indispensable dentro de ella; en el
bloque de autoestima física, las cuatro actividades se centran en estimar y aceptar
aspectos referidos tanto a su imagen física como a las destrezas físicas (saltar, correr,
atarse los zapatos, etc.) que poseen; y en el bloque de autoestima académica las cuatro
actividades están enfocadas a valorar y aceptar las habilidades académicas que los niños
poseen (lectura, escritura, matemáticas, puzles, etc.), optimizando los sentimientos
positivos hacia ellas en el contexto escolar.
Dentro de cada bloque se siguió la siguiente organización de áreas de contenidos:
1. Cómo soy yo y qué cualidades positivas tengo.
2. Qué cualidades positivas veo en los demás y cuáles ven los demás en mí.
3. Somos diversos: todos tenemos cosas buenas y otras menos buenas, pero las
primeras pueden compensar las segundas.
4. Las cualidades positivas son diversas y hay que apreciar y respetar todas y cada
una de ellas.
Esta organización de contenidos se ha diseñado de esta manera porque para comenzar
a desarrollar la autoestima es importante conocerse primero a uno mismo valorando las
cualidades positivas que se tienen. Una vez reconocidas las cualidades propias, una
buena manera de reforzarlas es observar las cualidades positivas que tienen los demás
y que estos nos hagan saber qué cualidades positivas ven en nosotros. Tan importante es
desarrollar una autoestima positiva como realista, y es por ello por lo que el tercer punto
de contenidos tiene que ver con reconocer en uno mismo tanto las cualidades
positivas como las menos positivas, entendiendo que estas últimas se pueden mejorar y
que también pueden ser compensadas con las positivas. Por último, se pretende reforzar
34
la idea de la diversidad, entendiendo que no existen unas únicas cualidades positivas,
sino que estas son diversas, al igual que las personas son diferentes, y que hay que
apreciarlas y respetarlas.
8.3. METODOLOGÍA
La metodología empleada se sustenta en los siguientes principios metodológicos:
motivación, ya que en estas edades es fundamental para captar toda la atención del
alumno y conseguir un hilo conductor en todo el programa; enfoque globalizador que
desarrolle y estimule todas las capacidades personales de los niños de manera que se
perciban de manera general y se valoren globalmente; fomentar un aprendizaje
significativo partiendo de los intereses y conocimientos previos de los niños y diseñando
las actividades pensando en el desarrollo intelectual y emocional de los alumnos de
Educación Infantil; actividad, participación e interacción, fomentándolas en todas las
actividades para conseguir que los niños sean autónomos en su aprendizaje y se
promuevan sus habilidades sociales; individualización, que supone atender a las
características personales y emocionales de cada niño y proporcionar diferentes niveles
de motivación y atención según sus necesidades, considerando el estado inicial y final de
cada uno, así como los pequeños pasos que se pueden ir dando de manera gradual;
carácter lúdico, planteando las actividades en forma de juego para atraer la atención de
los niños y conseguir un aprendizaje a través de la diversión, y afectividad, propiciando
un ambiente de confianza en el que los niños se sientan seguros para mostrarse tal y
como son y valorarse por ello.
Cada sesión del programa se llevará a cabo siguiendo las siguientes fases:
1. Recuerdo de la sesión anterior, motivación inicial y conocimientos previos. En
ella se recordará todo lo acontecido y aprendido en la sesión anterior, así como el
número de medallas que llevan conseguidas y se les preguntará por lo que saben
sobre el contenido de la sesión actual.
2. Presentación de la actividad. Se expondrá a los niños y niñas los contenidos que
se van a trabajar en la sesión y se darán las explicaciones oportunas para poder
realizar la posterior prueba.
3. Desarrollo de la actividad.
4. Refuerzo: libro de medallas. Al término de cadaactividad del programa, los
niños llamarán a Sapeco (marioneta mascota) para que este les confirme que la
prueba está superada y por qué, explicando que han trabajado muy bien y han
aprendido lo establecido para la sesión. Después se reparte a cada niño el libro de
medallas para que peguen en él la correspondiente a la prueba superada. Las
medallas se representan por medio de pegatinas doradas con forma de estrella. A
continuación, después de que los niños peguen su medalla, Sapeco saca a uno de
35
ellos como su ayudante para que coloque la medalla en su libro. Todos los niños
saldrán al menos una vez como ayudantes para aumentar su motivación e interés
hacia el programa. Mientras el niño está pegando la medalla en el libro de Sapeco,
los compañeros le animan vitoreando su nombre. Después de pegar la medalla, el
ayudante recibe un beso de la mascota y un aplauso por parte de sus compañeros.
De esta forma, los niños se sienten importantes al ser los ayudantes de Sapeco y, al
mismo tiempo, reciben un refuerzo positivo mediante el aplauso por parte de sus
compañeros.
5. Aprendizajes realizados y evaluación. En todas las sesiones, y antes de
despedirse de los niños hasta la siguiente prueba, la mascota realiza una serie de
preguntas para identificar los aprendizajes realizados, evaluar la sesión, comprobar
si se han alcanzado los objetivos y reforzar todo lo aprendido con una conclusión o
moraleja.
8.4. A QUIÉN VA DIRIGIDO EL PROGRAMA
Este programa está dirigido a los niños del segundo ciclo de Educación Infantil de
todas las clases sociales, aunque tiene una mayor eficacia en aquellos colectivos que
muestren síntomas de una baja autoestima y problemas de socialización.
El programa puede llevarse a cabo tanto dentro de la escuela como en diferentes
contextos sociales, aunque su aplicación en la escuela es más recomendable dado que los
niños pasan muchas horas allí y los maestros interactúan más a menudo con ellos. Por
otro lado, en este contexto tiene lugar el desarrollo de las cuatro dimensiones de la
autoestima: dimensión social, puesto que la escuela es uno de los principales agentes
socializadores y los compañeros de clase se convierten en sus primeros amigos;
dimensión familiar, debido a que la familia es una parte fundamental dentro de este
contexto para el desarrollo óptimo de los más pequeños; dimensión física, porque el niño
va conociendo su cuerpo y las posibilidades que le proporciona, y dimensión académica,
siendo la escuela el principal medio en el que la autoestima se desarrolla porque es en
ella donde el niño recibe las primeras valoraciones sobre sus capacidades intelectuales.
8.5. QUIÉN LO PUEDE APLICAR Y CUÁNDO
Este programa puede ser impartido por cualquier docente en cualquier contexto social
en el que se desarrolle el niño, aunque, como hemos dicho anteriormente, el contexto
ideal sería la escuela. Otro de los beneficios de aplicarlo en el centro escolar es que el
maestro de Educación Infantil, que conoce a sus alumnos de una manera más profunda
porque suele pasar con ellos los tres años (al menos uno completo) del segundo ciclo de
Educación Infantil, puede ser la persona que mejor lo imparta.
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De ser aplicado en la escuela, lo ideal sería hacerlo durante el último trimestre de
cada curso, y ello por dos razones. La primera es que este último trimestre supone un
período de transición para los niños, sobre todo para los de 5 años que van a pasar de
Educación Infantil a Educación Primaria, una etapa que puede repercutir negativamente
en su autoestima. La segunda es que al inicio del tercer trimestre ya ha pasado suficiente
tiempo para que el maestro y sus alumnos se conozcan mutuamente.
Por otro lado, este programa también podría ser utilizado por los padres en el
contexto familiar para realizar algunas actividades, sobre todo las relacionadas con la
dimensión familiar, y contribuir así a que se estrechen los lazos entre padres e hijos.
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9. Evaluación de la eficacia del programa
Para evaluar la eficacia del programa en los alumnos a los que se les aplica se
aconseja seguir una serie de pasos:
1. Reunión informativa con padres y tutores. Antes de impartir el programa, se
celebrará una reunión con los padres y tutores de los niños en la que se les
expliquen los objetivos, la duración y los beneficios y se les pida su colaboración
para su adecuada aplicación.
2. Evaluación antes de aplicar el programa. Por un lado, se pasará a cada niño un
cuestionario (se ha utilizado una adaptación del PAI —Villa y Auzmendi, 1992—,
en la que los niños no solo tienen que situarse en cada una de las escenas
planteadas sino que también tienen que expresar cómo se sienten en esa situación
concreta) para evaluar su nivel de autoestima. Esta escala tiene una versión que
puede ser contestada por los padres para evaluar la autoestima de sus hijos. Pueden
ser utilizadas ambas versiones (la del niño y la de los padres) para así tener una
visión más completa del cambio. No obstante, es importante informar y entrenar
previamente a los padres sobre cómo contestar a dicha escala. En todo caso, la
versión completada por los propios niños nos parece fundamental, aunque la de los
padres puede ser útil de manera complementaria.
3. Evaluación continua durante y después de cada sesión. La persona que aplique
el programa rellenará una tabla de observación por cada alumno durante el
desarrollo de las sesiones y después de estas para comprobar que se van
cumpliendo los objetivos establecidos para cada actividad.
4. Evaluación después de aplicar el programa. Al finalizar la aplicación del
programa, se les pasará a los niños y a los padres el mismo cuestionario que al
principio para averiguar si su autoestima ha mejorado. Por otro lado, el maestro
también rellenará una tabla de observación final. Sería deseable poder realizar una
última evaluación seis meses después de la finalización del programa para
comprobar si los cambios conseguidos se han mantenido con el paso del tiempo,
aunque esto no siempre es posible.
La evaluación continua sirve, por un lado, para comprobar si el programa está siendo
eficaz y constatar qué aspectos se pueden mejorar en dicha aplicación (el tiempo
empleado, las directrices a la hora de explicar la actividad, la metodología, etc.) y, por
otro, para ser conscientes del estado de las diferentes dimensiones de la autoestima de
cada niño.
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9.1. ¿SE HA MOSTRADO EFICAZ EL PROGRAMA SENTIA?
Toda intervención propuesta ha de ser evaluada para poder ofrecer evidencias de su
eficacia, así como para mejorar el planteamiento inicial. En nuestro caso, llevamos a
cabo una evaluación de este programa en el último curso de Educación Infantil (5 y 6
años), basándonos en un diseño pre-post con un grupo experimental y un grupo control.
Participaron en nuestro estudio un total de 110 niños y niñas del tercer curso del
segundo ciclo de Educación Infantil, pertenecientes a seis clases distribuidas en cinco
centros de Zamora capital. Se seleccionó al azar una serie de centros de la capital y se
fueron incluyendo en el estudio según íbamos contando con su aceptación, asignando a
cada uno aleatoriamente al grupo experimental o al control. En cuanto a la distribución
por sexos, el 53,64 % eran niños y el 46,36 % niñas. Sus edades estaban comprendidas
entre los 5 y los 6 años.
La evaluación del grupo experimental se llevó a cabo con un grupo de niños y niñas
(n = 57) a los que se les aplicó el programa, sus padres/madres (n = 40) y sus maestras (n
= 3). La evaluación del grupo control se llevó a cabo con un grupo de niños y niñas (n =
53) que no recibieron ningún tipo de intervención, sus padres/madres (n = 40) y sus
maestras (n = 3). Niños, padres y maestras debieron evaluar el nivel de autoestima, la
competencia social y el bienestar de los niños antes y después de la intervención,
teniendo en cuenta que el grupo control no fue objeto de intervención per se, pero que
también pasó por dos evaluaciones en el mismo período de tiempo que el grupo
experimental.
Para evaluar el nivel deautoestima de los niños, su competencia social y su grado de
bienestar, niños y padres completaron una versión adaptada por nosotros del
Cuestionario de percepción del autoconcepto infantil (PAI; Villa y Auzmendi, 1992), el
cual se centraba en la valoración de sí mismos, la Escala de competencia social percibida
(Anderson-Butcher, Iachini y Amorose, 2008) y una medida ad hoc corta de percepción
subjetiva del bienestar. Puesto que las maestras tenían que evaluar a todos los alumnos
de su clase, estas completaron una serie de medidas reducidas de estas tres variables.
Con el objetivo de evaluar la efectividad del programa y posibles diferencias de
género en su eficacia, se realizaron una serie de ANOVA de medidas repetidas con dos
factores intersujetos (grupo —experimental versus control— y sexo) y otro intrasujetos
(momento de la evaluación). El programa se puede considerar eficaz cuando la
interacción grupo × momento de evaluación es estadísticamente significativa y se
observa un aumento en las puntuaciones del grupo experimental después de la
intervención, mientras que el grupo control se mantiene igual o desciende.
En general, hemos observado que nuestro programa de intervención ha sido eficaz
para aumentar la autoestima de los niños desde la evaluación realizada por ellos mismos
y las maestras y para mejorar su competencia social y su bienestar según la percepción
de las maestras. El grupo experimental mostró una mayor progresión pre-
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postintervención que el grupo control en autoestima según la evaluación de los propios
niños, y en autoestima, competencia social y bienestar según la evaluación de las
maestras (véase figura 1.1). No se observaron cambios desde la percepción de los padres.
Creemos que esto sucede, principalmente, porque la cotidianeidad y la falta de
entrenamiento sobre la expresión en sus hijos de las variables psicológicas evaluadas
hacen más difícil la percepción de cambio. No obstante, en futuros estudios habrá que
indagar sobre esta cuestión asociada a la evaluación de la eficacia de este tipo de
programas.
FIGURA 1.1. Resultados significativos de la evaluación del Programa SENTIA.
Para finalizar, hemos de decir que, en la actualidad, contamos con más experiencias
de intervención y de evaluación de los resultados que apuntan a la eficacia de este
programa (Carcedo, Gómez, Páez, Moreira y Del Canto, en preparación).
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10. Conclusión de la fundamentación teórica
Con este libro intentamos aportar una herramienta para docentes que se ha mostrado
eficaz, según los resultados de evaluación que hemos obtenido, para promocionar la
autoestima en Educación Infantil. Hemos de resaltar que, si bien evolutivamente la
autoestima en esta etapa suele ser muy elevada y no ajustada a la realidad, también hay
un grupo de niños que presentan una autoestima baja, precisamente en un período en el
que se espera todo lo contrario. Además, en el último curso de Educación Infantil
comienza a activarse la comparación social, que seguirá aumentando a lo largo de la
etapa de Educación Primaria. Como efecto de la activación de la comparación social, los
niños experimentarán un cambio de percepción sobre sí mismos a través del cual «ya no
serán los mejores en todo». Esto, unido al hecho de que se encuentran en un curso en el
que las exigencias académicas comienzan a ser más altas (por ejemplo, el aprendizaje de
la lectura antes de comenzar la Educación Primaria) y se aproximan a un momento de
cambio evolutivo importante como es el paso de una etapa educativa a otra, hace más
relevante aún la intervención en autoestima en este momento concreto. Su autoestima
futura se construye desde los primeros momentos de su desarrollo, y no hay mejor
predictor de la autoestima adulta que la autoestima a lo largo de la infancia y la
adolescencia. Además, es una de las variables que más se han asociado con el bienestar y
la felicidad.
En todo este proceso, los niños en Educación Infantil pueden:
1. Comenzar a conocerse mejor a sí mismos, destacando sus puntos fuertes e
intentando aceptar y/o modificar ligeramente otros aspectos que les gusten menos
de sí mismos.
2. Reconocer las cualidades que otros ven en ellos.
3. Comprender la diversidad de cualidades que muestran todas las personas que les
rodean.
4. El valor de «quererse a sí mismos» y de la aceptación.
Este programa se basa en modelos y propuestas teóricas contrastados y además su
eficacia ha sido evaluada, dos elementos básicos que han de estar presentes en cualquier
propuesta de intervención. También es cierto que el efecto ha sido evaluado a corto
plazo y aún ha de juzgarse su incidencia a largo plazo. Mantener el cambio es uno de los
grandes retos de la psicología hoy en día. No obstante, sabemos que estos programas no
pueden ser «flor de un día» (o de un año), sino que han de seguir una continuidad a lo
largo de las diferentes etapas evolutivas si se espera que tengan el efecto deseado. Es
más, esta propuesta debería integrarse dentro de un área específica de trabajo del
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desarrollo personal y social del alumnado de centros educativos y de un modelo teórico
global, como el propuesto por CASEL (Weissberg et al., 2015). Este modelo plantea
cinco competencias socioemocionales básicas: conciencia de sí mismo (en la que se
ubicaría la autoestima), autogestión, conciencia social, habilidades interpersonales y
toma de decisiones responsable.
Todos hemos sentido, al ver a un recién nacido vulnerable e indefenso, la intensa
emoción de desearle una vida feliz y plena. Esa misma emoción guía a todos los agentes
educativos y socializadores principales (padres y escuela principalmente) en la vida de
un niño o una niña. Eso es lo que nos une, y es importante no olvidarlo. Todos estamos
en el mismo camino y perseguimos idéntico objetivo. Pero sí que es cierto que los
caminos seguidos para lograr ese objetivo difieren, y a medida que el menor crece, el
ámbito escolar tiende a centrarse más en los conocimientos académicos que el niño debe
adquirir y que se supone que le ayudarán a tener éxito y a adaptarse a la vida en
sociedad. Sin embargo, estos aprendizajes tremendamente necesarios y pautados por el
sistema educativo, a veces olvidan otros básicos como son los socioemocionales, en los
que se encuadra la promoción de la autoestima. Para construir una buena autoestima es
básico el feedback que recibimos del exterior sobre nuestra valía personal (lo que dicen
los demás) y, sobre todo, el feedback interno que el propio individuo realiza (lo que el
propio niño piensa sobre sí mismo). Que la mayor parte de la gente piense que el mar al
atardecer es un lugar de relajación y sosiego ayuda a que una persona piense que así es,
si bien es cierto que el significado final del mar para esa persona dependerá de ella y
podrá implicar sosiego (por ejemplo, si allí acude cuando necesita relajarse), tristeza (por
ejemplo, si le recuerda a algún ser querido que ya no se encuentra ahí) o amor (por
ejemplo, si Mar es el nombre de su hija) en función de su propia percepción y
experiencia. Del mismo modo, un niño es más probable que tenga una mejor valoración
de sí mismo si recibe ese mensaje de sus padres, iguales, maestros, etc., pero también
dependerá de cómo se perciba él más allá de lo que le digan otros. En cualquier caso,
ambos aspectos han de ser objeto de educación e intervención para desarrollar una buena
autoestima, objetivo final del programa SENTIA.
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MÓDULO SEGUNDO
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Sesiones
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SESIÓN INICIAL. Todos nos conocemos
Objetivos
• Presentar el elemento motivador que va a servir de hilo conductor a todo el programa.
• Desarrollar en los niños el sentimiento de pertenencia al grupo, dando y recibiendo mensajes positivos.
• Valorar positivamente las cualidades de los demás y las de uno mismo.
• Expresar sentimientos positivos hacia los compañeros.
Materiales
• Mascota.
• Cuento de Sapeco (anexo 1).
• Libro de medallas y medallas.
Guía de la sesión
1. Presentación de Sapeco (10 minutos).
1.1. Presentación del docente y de la mascota (5 minutos).

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