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Descubriendo lo inédito: el amor, la poesía 
De todo corazón. 111 poemas de amor 
Por CARLOS SÁNCHEZ LOZANO* 
 
Misterioso y a su vez evidente el encanto de 
este tomo varias veces vez reditado (en 
2013 llegó a su vigésima octava edición) y 
al que con seguridad ya podemos 
denominar dentro de la literatura juvenil, 
clásico. Publicado en 1998 años por 
Ediciones SM, su mérito esencial radica en 
que es un libro pensado para un destinatario 
central: los adolescentes. Lo ha planeado 
muy bien el escritor José María Plaza, 
quien todo el tiempo –y sobre todo en el 
prólogo– les habla de tú a tú en una especie 
de conversación de colegio, íntima y atenta 
a los sueños y pensamientos de los 
muchachos. 
 
Dentro de la educación literaria en la secundaria, al lado de la narrativa de ficción –cuento y 
novela-, el teatro, el ensayo, el periodismo literario, la poesía debería ocupar un lugar central. 
Pero muchas veces sucede lo contrario: los estudiantes no sienten empatía con los textos 
líricos, pues entran a ellos dándose de narices: aprendiendo de memoria la prescriptiva formal 
(rima, ritmo, métrica, figuras retóricas) y haciendo comentarios de textos canónicos que no 
les dicen nada, o cuyo significado es hermético y lejano. En otros casos, leer poesía es 
considerado “cosa de chicas”, pues los varones suponen que los sentimientos –hablar de ellos, 
expresarlos– no es viril. Ser varón es gritar, cortejar, imponer, no hablar de la intimidad. 
 
* Docente y editor. Correo electrónico: cslozano@gmail.com. 
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De todo corazón es una selección de poemas de amor muy lograda. El antologista no ha 
operado con los criterios al uso de escoger los nombres cimeros de la lírica amorosa en lengua 
castellana, sino los textos que más le dirán a un joven, a una chica de catorce, quince años, 
que probablemente estén descubriendo en ese momento el amor. Amar en la adolescencia es 
inolvidable y la poesía puede ayudar a los jóvenes a comprender mucho de lo que sienten, a 
explicarlo verbalmente, y a discutirlo de un modo inteligente. 
La carátula del libro ofrece las primeras pistas: aparecen cuatro corazones que reflejan las 
altas y las bajas del amor: los primeros acercamientos, la construcción del afecto día a día 
con todos sus asombros, la locura de casi no poder dominarse, la pérdida y la despedida. Para 
cada momento del amor, un poema como un SOS: 
Ni vivir puedo en tu ausencia, 
ni vivo cuando te veo, 
ni es del mundo este deseo 
que consume mi existencia... 
Blanca de los Ríos 
Muchos de los poemas que aparecen en la antología fueron escritos hace más de cien años 
(“Volverán las oscuras golondrinas” de Gustavo Adolfo Bécquer), en medio de situaciones 
personales terribles como la guerra o el destierro (“Si mis manos pudiesen” de Federico 
García Lorca, “Si el hombre pudiera decir” de Luis Cernuda), luego de un desencanto 
afectivo que llevó al sacerdocio (“Al perderte yo a ti...” de Ernesto Cardenal) o en el caos de 
una pasión indomable (“Farewell” de Pablo Neruda, “Si me quieres, quiéreme entera” de 
Dulce María Loynaz), pero a todos los une “el que nunca terminan de decir lo que tienen que 
decir”, esto es, ser clásicos según la definición de Italo Calvino. 
Este es un libro ideal para ingresar la poesía a las aulas, pero exige de los docentes de lengua 
y literatura una planeación didáctica que hará que los poemas sean más interesantes y 
significativos para los muchachos. Sugerimos dos. Beatriz Helena Robledo ha creado una 
estrategia que llama “El oráculo”. Cada joven redacta una pregunta que tiene sobre el amor. 
La lee ante sus compañeros. Luego abre al azar De todo corazón, escoge un poema y lo lee 
en voz alta. “Es seguro que ahí encontrará una respuesta a su preocupación”, dice Beatriz, 
quien ha implementado con éxito este juego poético en decenas de colegios. En vista de que 
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la poesía es concisión, trabajo arduo sobre las palabras para escoger las precisas en un verso, 
la profesora española Andrea Villarubia aconseja leer un poema al iniciar la semana y 
aprovechar de él cualquier característica formal que les pueda servir de aprendizaje a los 
estudiantes. Por ejemplo, definir el amor en un verso con una métrica determinada: 
endecasílabo (11 sílabas) al modo del soneto “Esto es amor; quien lo probó, lo sabe” de Lope 
de Vega: “Des/ma/yar/se, a/tre/ver/se, es/tar/ furio/so”. He aquí uno escrito por una 
adolescente: “Una luz que se expande por el alma”. 
Máquina portátil, libro mágico repleto de secretos, tal como los soñaba Julio Cortázar, De 
todo corazón, 111 poemas de amor puede estimular vocaciones literarias o sencillamente ser 
compañero de bolsillo. Invitar al diálogo íntimo, ayudar a construir la subjetividad, llevar a 
otros grandes poetas que han escrito lírica amorosa: Octavio Paz, Jorge Gaitán Durán, 
Alejandra Pizarnik, Rainer Marie Rilke, Eugenio Montejo, Juan Gelman: 
no es para quedarnos en casa que hacemos una casa 
no es para quedarnos en el amor que amamos 
y no morimos para morir.

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