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Facultad de Ciencias Políticas y Sociales Materia: Ciencia Política Una Relación Entre Ética, Moral Y Política Profesor: Fernando Ayala Blanco Alumnos: - Coronel Pereyra Ernesto Ermar - De la Cruz Velasco Antonio - Mariano Martínez Joel - Peña Obando Allan - Alejo Ruiz Javier - Ciete Domínguez José Antonio Grupo: 0003 5-Junio-2009 Una Relación Entre Ética, Moral Y Política En este trabajo, tenemos el objetivo de reflexionar acerca de los conceptos de Ética y Moral tomando como directriz el ejercicio de la Política a partir de contestarnos la siguiente pregunta; ¿Cuál es la relación que existe entre Ética, Moral y Política? Sin embargo, se tiene claro que es muy difícil establecer los valores y principios de conducta que deben regular la acción de los hombres que hacen política con el fin de conseguir la seguridad y el bien común de todos los individuos que forman parte del Estado. De igual forma, la relación entre Ética, Moral y Política contiene una serie de contradicciones claramente delimitadas. Por un lado, pensamos que la Ética y la Moral están constituidas por toda una serie de enunciaciones y principios que generan un conjunto de obligaciones éticas y morales dirigidas al individuo o individuos que aceptan las primicias como válidas. Por otro lado, la Política como práctica se ve obligada a tomar decisiones que muchas veces son incompatibles con los valores éticos y morales. En este sentido, creemos que la Ética y la Moral aplicadas al ejercicio de la Política no podrían producir, de ningún modo, valores éticos y morales que impulsen al desarrollo de la “Buena Política” y al rechazo de la “Mala Política”. Consideramos que los valores éticos se ubican antes de realizar cualquier acción política, porque puede ser utilizada para fijar los medios para alcanzar fines determinados. De tal forma, nuestra propuesta sobre “Una Relación Entre Ética, Moral Y Política” que presentaremos a lo largo de las siguientes líneas, se centra en tratar de disminuir la distancia entre los valores éticos, morales y políticos que se manifiestan en los principios y acciones que engloba la Política. En ese sentido, relacionamos la Ética, la Moral y la Política a partir de la interacción del político con la comunidad política. Por ello, creemos que el mejor modo de establecer una relación entre estos tres conceptos, es haciendo un rompimiento con los principios éticos utópicos y la practicidad política sin límites externos, explicando la relación entre Ética y Política brindada por Max Weber. Ello, se debe a que consideramos que Weber realizó un rompimiento radical entre la ética de la tradición clásica y el ejercicio de la política. Es decir, en este autor se puede ver que la Ética se encuentra sujeta a la relación del poder con el individuo. Así, la Ética que se sitúa dentro del Estado se emplea para el mantenimiento del orden. A partir de este razonamiento, deducimos que para Weber la política toma una dimensión ética en la medida que se adapta al ejercicio del monopolio de la violencia, que se convierte en el medio que justifica el uso del poder para establecer las reglas de justicia que garantizan la vida social ordenada dentro de la comunidad política. Sin más preámbulo, es momento de abundar en el concepto de la Moral. En su etimología “(…) la palabra moral viene del latín morale, la cual viene de mos, moris, que significa como ethos, la conducta habitual, la costumbre.” 1 Por lo tanto, hemos de entender a la Moral como aquél conjunto de reglas internas con las que cada individuo cuenta para regular sus costumbres y formas de comportamiento. Por ello, la moral es “(…) la fuerza coercitiva que hace cumplir leyes (internas y subjetivas) (…) con la conciencia interior, por la cual nos sentimos contentos o avergonzándonos de nuestras acciones, sentimos satisfacción o sentimos culpa, ante el tribunal de nuestra misma conciencia.” 2 Sin embargo, no se debe olvidar que esa costumbre que determina la Moral del individuo está influenciada por el entorno social; en consecuencia, la Moral de cada individuo está determinada por la estructura social en la que se encuentra inmerso. Así, ella busca una adecuación de la conciencia individual a comportamientos socialmente aceptados por todos aquellos individuos que forman parte de la comunidad política. 1 Beuchot, Mauricio, Ética, México, Editorial Torres Asociados, 2004, p. 74. 2 Ibíd. p. 74. Por su parte, la Ética es una rama de la filosofía que tiene como objeto de estudio lo “bueno moral”. “Ética viene de la palabra griega ethike, la cual a su vez viene de ethos, que significó en un principio el lugar donde vivían los animales de la casa, como el pesebre o corral; después pasó a significar el entorno doméstico y finalmente la conducta humana que es la que configura nuestro entorno.” 3 Pero, ¿Cómo saber diferenciar entre Ética y Moral?, la Moral es la acción primera, una determinación personal que indica que es lo bueno y que es lo malo, sus límites son reducidos, ya que se presenta diferente en cada individuo, mientras que “la Ética comienza cuando reflexionamos críticamente sobre las costumbres, principios y leyes que tenemos, para ver si pueden dirigir nuestra acción.” 4 El proceso continúa con un juicio que concluye con la exclusión o conservación de éstas costumbres, principios, normas y leyes. En otras palabras, es “una moral pensada”. Así, podemos decir que es una disciplina práctica, que antecede a la concreción de las actividades humanas, por ello, se preocupa de insertar al hombre en un contexto que se corresponda con su humanidad y el desarrollo de su forma de vivir. Por lo anterior, la Ética la entendemos como aquel eje rector de la acción moral del hombre, al que impone una serie de normas enfocadas a regular sus costumbres, pensamientos y actos. Ahora bien, la siguiente cuestión es: ¿la Ética debe responder a fines o a principios? Para poder responder la pregunta es necesario hacer una diferenciación entre una y otra. Una Ética de fines es la que busca alcanzar una meta. En el caso de los filósofos griegos la mayoría coincidía que esa finalidad era la felicidad, sin embargo, se corre el riesgo de “(…) sacrificar al individuo en aras del fin, por lo general es del grupo.” 5 Un buen ejemplo es cuando se envía a un joven a la guerra, éste es enviado posiblemente a morir, pero su finalidad es defender a la sociedad de la que 3 Ibíd. p. 73. 4 Ibíd. p. 74. 5 Ibíd. p. 96. forma parte. Por otro lado, la Ética de principios se basa en valores, por ejemplo la veracidad, el valor o la fortaleza. A primera impresión estas dos Éticas pueden ser contrarias, sin embargo pueden coexistir. Partiendo de la premisa de que la Ética ha sido una invención de los hombres para vivir en una sociedad justa, organizada, feliz y en paz. Entonces, evocando a Aristóteles y al justo medio, se puede generar una Ética Prudencial, y “(…) se aplicará los principios según los fines, o tratando de no lesionar los fines de las personas, y tratara de lograr los fines de las personas o de los grupos sin diluir los principios que han de guiar a la sociedad.” 6 Por su parte, el concepto de Política implica toda una serie de actividades y criterios independientes y diversos, ya que cada autor entiende y aborda a la Política de acuerdo con la inclinación filosófica que manifiesta. Por ello, trataremos de definir lo que entenderemos por Política apoyándonos en Max Weber. En primera instancia, este autor nos indica que; “(…) este concepto es de tal amplitud que implica toda índole de actividades directrices autónomas. (…) Es obvio que (…) no he de basarme en toda la amplitudde este concepto, sino que por política habremos de entender únicamente la dirección o la influencia sobre la trayectoria de una entidad política, esto es, en nuestros tiempos: el Estado.” 7 Por lo anterior, podemos decir que a la Política Weber la sitúa dentro de un Estado en el cual, ésta es la encargada de determinar por medio del poder la disposición sobre el cimiento y el progreso de la organización política, y fija la trayectoria de una sociedad humana por medio de un ejercicio de dominio dentro del territorio del Estado o frente a otros Estados. Por otra parte, el poder “(…) se define simplemente por la posibilidad que un actor posee de imponer su voluntad a otro, aun contra la resistencia de éste. Por lo tanto, se sitúa en el marco de una relación social, y designa la situación de desigualdad que determina que uno de los factores pueda imponer su 6 Ibíd. p. 96. 7 Weber, Max, El Político Y El Científico, España, Alianza Editorial, 1984, p. 82. voluntad a otro. Estos actores pueden ser grupos –por ejemplo, los Estados- o individuos.” 8 De tal suerte, el dominio “(…) es la situación en la que hay un amo. Puede definirse por la posibilidad del maestro de obtener la obediencia de quienes en teoría se la deben. La diferencia entre el poder y el dominio es que en el primer caso el mando no es necesariamente legítimo, ni la sumisión obligatoriamente un deber; mientras que en el segundo la obediencia se basa en el reconocimiento de quienes obedecen las órdenes que se imparten.” 9 Asimismo, el dominio implica una relación amo-siervo que busca la orientación de los súbditos a obedecer a los que detentan el poder político. Es decir, el dominio envuelve la posibilidad de que las órdenes impartidas por el gobierno sean acatadas de manera real por la población del Estado a la cual se dirigen. Así, en el Estado Moderno podemos hablar de una dominación racional, la cual está basada en la creencia de los ciudadanos hacia la legalidad de los títulos de los que ejercen el dominio, es decir, la autoridad o autoridades del Estado. Para sostener lo anterior, podemos apuntar lo siguiente; “el concepto político habrá de significar la aspiración (streben) a tomar parte en el poder o a influir en la distribución del mismo, ya sea entre los diferentes Estados, ya en lo que concierne, dentro del propio Estado, a los distintos conglomerados de individuos que lo integran.” 10 En este orden de ideas, podemos ver que la Política también es una habilidad desarrollada dentro del Estado que está orientada a la obtención del poder por parte de individuos para ejercer cierto dominio sobre la población y el territorio. Con esto, los políticos tratan de mantener la armonía dentro de la vida estatal con la obtención de fines que vayan encaminados a ello. Para que lo anterior sea posible, es necesario que los ciudadanos acaten la autoridad estatal. En otros términos, para 8 Aron, Raymond, Historia Del Pensamiento Sociológico. Tomo II, Buenos Aires, Ediciones Siglo XX, 1992, p. 28. 9 Ibíd. p. 289. 10 Weber, Max, Op. Cit. p. 83. Weber la Política es “(…) el conjunto de las formas de conducta humanas que implican el dominio del hombre por el hombre.” 11 Ahora bien, como hemos señalado, la Moral es un conjunto de reglas internas con las que cada individuo cuenta para regular sus costumbres y formas de comportamiento, en consecuencia, la Moral de cada individuo está determinada por la estructura social en la que se encuentra inmerso. Así, ella busca una adecuación de la conciencia individual a comportamientos socialmente aceptados. Por su parte, la Ética es una rama de la filosofía que tiene como objeto de estudio lo “bueno moral”, es decir, es una “moral pensada”. Por tanto, la Ética analiza la conducta humana, en tanto que esta última es merecedora de un juicio de aprobación o desaprobación. Por lo anterior, la Ética la entendemos como aquel eje rector de la acción moral del hombre, al que impone una serie de normas enfocadas a regular sus costumbres, pensamientos y actos. Así, podemos decir que es una disciplina práctica, que antecede a la concreción de las actividades humanas, por ello, se preocupa de insertar al hombre en un contexto que se corresponda con su humanidad y el desarrollo de su forma de vivir. Por otra parte, la Política trata del fundamento y desarrollo de la organización y conducción de sociedades humanas por medio de la dominación, particularmente dentro de un Estado. Asimismo, es una práctica que se orienta a la obtención del poder político en todos sus niveles. Entre sus aspectos fundamentales, cabria considerarla como practica teórica que busca la elaboración de estrategias y tácticas adecuadas al logro de fines políticos. Mientras que también puede ser imaginada como una habilidad y compromiso de los políticos profesionales con una causa. Por lo antes mencionado, sostenemos que la relación entre Ética, Moral y Política puede darse en lo que se denomina como Ética Política. A nuestra consideración, ésta tiene como objetivo insertar la Ética al ejercicio de la Política en lo referente a la adecuación de los medios a los fines políticos, sin que estos últimos resulten 11 Aron, Raymond, Op. Cit. p 292. perjudicados. Para sustentar lo anterior, tomaremos como referencia la relación entre Ética y Política que nos ofrece Max Weber. De acuerdo con Weber, la contradicción fundamental de la acción en política es la que se delinea entre la Ética de la Responsabilidad y la Ética de la Convicción, por una parte Maquiavelo y por otra Kant. Así, la Ética de la Responsabilidad es la de aquel individuo que “(…) toma en cuenta todos los defectos del hombre medio. (…), no tiene ningún derecho de suponer que el hombre es bueno y perfecto y no se siente en situación de poder descargar sobre otros aquellas consecuencias de su acción que él pudo preveer. Sé dirá siempre que esas consecuencias son imputables a su acción. ” 12 De tal forma, el hombre con vocación política que actúa conforme a la Moral de la Responsabilidad es un hombre de acción que se sitúa en un escenario, en el cual considerara las consecuencias posibles de las decisiones que pueda emprender, para tratar de enclavar en la trama de los eventos una acción que determinará ciertos resultados ó consecuencias buscadas. En pocas palabras, esta clase de Ética se puede interpretar dentro de la Política como una orientación de la acción del político en términos de medios y fines. Acerca de la Ética de la Convicción, Max Weber nos indica que cuando “(…) las consecuencias de una acción realizada conforme a una ética de la convicción son malas, quien lo ejecutó no se siente responsable de ellas, sino que responsabiliza al mundo, a la estupidez de los hombres o a la voluntad de Dios que los hizo así.” 13 Por tal motivo, la Moral de la Convicción incita a los individuos a actuar de acuerdo con sentimientos, sin referencia explícita o implícita a las consecuencias. En la misma línea, basándonos en la Ética de la Responsabilidad, podemos decir que sí un político ha engañado por el bien del Estado, ha realizado un fin noble y responsable para salvaguardar la organización política. Es decir, haciendo alusión a Maquiavelo, este individuo ha preferido la grandeza de la ciudad antes que la 12 Weber, Max, Op. Cit. p. 164. 13 Ibíd. p. 164. salvación de su alma. Ello, porque el hombre de Estado acepta utilizar, en algunos casos, medios reprobados por la “ética vulgar” para realizar un objetivo que es el bien de la colectividad. Por consiguiente, “(…) Maquiavelo pone en boca de uno de sus héroes la alabanza de aquellos que colocan la grandeza de la patria por encimade la salvación de sus almas. (…) Todo aquello que se persigue a través de la acción política, que se sirve de medios violentos y opera con arreglo a la ética de la responsabilidad, pone en peligro la salvación de su alma.” 14 Es decir, “quien quiera en general hacer política y, sobre todo, quien quiera hacer política como profesión, ha de tener conciencia de éstas paradojas éticas y de su responsabilidad por lo que él mismo, bajo su presión, puede llegar a ser. Repito, quien quiere hacer política pacta con los poderes diabólicos que asechan en torno de todo poder.” 15 En otras palabras, “(…) quien se mete en política, es decir, quien accede a utilizar como medios el poder y la violencia, ha sellado un pacto con el diablo, de tal modo que ya no es cierto que en su actividad lo bueno sólo produzca el bien y lo malo el mal, sino que frecuentemente sucede lo contrario. Quien no ve esto es un niño, políticamente hablando.” 16 A nuestro parecer, esto no quiere decir que Weber elogie al hombre maquiavélico, ya que una Ética de la Responsabilidad no es siempre maquiavélica en el sentido vulgar del término. Puesto que esta ética es simple y llanamente la que se inquieta por la eficacia y elección de los medios apropiados a los fines que desean conseguir todos aquellos hombres de acción que se desenvuelven dentro de la esfera de lo político. Asimismo, “(…) la ética de la responsabilidad y la ética de la convicción no son términos absolutamente opuestos, sino elementos complementarios que han de concurrir para formar al hombre autentico, al hombre que puede tener vocación 14 Ibíd. p. 174. 15 Ibíd. p. 173. 16 Ibíd. p. 168. política.” 17 Por lo anterior, no hay moral de la responsabilidad que no esté inspirada en convicciones, ya que en última instancia, citada moral busca la eficiencia, por ello, puede ponerse en duda el objetivo de esta búsqueda sino cuenta con una firme convicción. Sin embargo, consideramos que la moral de la convicción no puede ser de ninguna manera la moral del Estado. Esto, porque en el sentido estricto del término, la moral de la convicción no podría ser la del hombre que entra al juego político, ya que pensamos que ningún político profesional puede actuar conforme a lo que es indiferente a las consecuencias de sus manifestaciones o sus actos, teniendo como motor y móvil la preocupación por obedecer a su conciencia. De acuerdo con Weber, podemos concluir que “ninguna ética del mundo puede eludir el hecho de que para conseguir fines buenos hay que contar en muchos casos con medios moralmente dudosos, o al menos peligrosos, y con la posibilidad e incluso la probabilidad de consecuencias laterales moralmente malas. Ninguna ética del mundo puede resolver tampoco cuándo y en qué medida quedan santificados por el fin moralmente bueno los medios y las consecuencias laterales peligrosos.” 18 Sin duda, consideramos que en el seno de un Estado, ninguna medida o decisión política deja de envolver ventajas para una clase y sacrificios para otra. Por ello, pensamos que las decisiones políticas están dictaminadas por juicios de valor que no necesariamente admiten demostración. Es decir, nos parece que nadie puede establecer con certidumbre la medida de los criterios éticos y morales dentro de los que los individuos de cierto grupo o sociedad deben ser sacrificados por el bien de la colectividad. Pese a todo esto, podemos rescatar una idea profunda en la oposición presentada por Weber referente a la convicción y la responsabilidad. Así, la acción de carácter político podemos dividirla en un par de cualidades. La primera, puede ser catalogada como instrumental, con la cual el político profesional debe procurar ocasionar 17 Ibíd. p. 176. 18 Ibíd. p. 165. resultados conforme a los objetivos que tiene, para lo cual debería tener la obligación de mirar al mundo y analizar las consecuencias probables, sobre todo, en aquello que pueda decir o hacer. La segunda, a la que designamos como moral política, debe impulsarlos a hablar y actuar, de vez en cuando, sin tomar en cuenta al prójimo y el azar de los acontecimientos, con ello, los políticos pueden dejar de lado el impulso irresistible de dejar al cuidado de Dios o de enviar al diablo las consecuencias de sus palabras y acciones. Es decir, nos parece que estas dos actitudes constituyen una acción razonable inspirada en la convicción y la responsabilidad. Finalmente, podemos apuntar que el político ciertamente se encuentra más inclinado a la Ética de la Responsabilidad, pese a que sólo sea para justificar sus medios y fines. Por otra parte, el ciudadano se encuentra más orientado a la Ética de la Convicción, con la cual busca criticar las acciones del político. Para terminar, nos preguntamos lo siguiente: ¿Será posible que la Ética, la Moral y la Política puedan relacionarse de tal manera que se eliminen las contradicciones en la realización de sus respectivos valores? Bibliografía -Aron, Raymond. Historia Del Pensamiento Sociológico. Tomo II, Buenos aires, Ediciones Siglo XX, 1992. -Beuchot, Mauricio, Ética. México, Ed. Torres Asociados, 2004. -Maquiavelo, Nicolás. El Príncipe. México, Ed. Océano, 1998. -Weber, Max. “La Política Como Vocación”, en El Político Y El Científico, 8º Edición, España, Alianza Editorial, 1984, pp. 81-179.
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