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31 Pastor Hermas (portugués)

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BIBLIOTHECA PATRISTICA 
 
O Pastor 
 
Hermas 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Fonte: http://escrituras.tripod.com 
 
 
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VISIONES 
 
Visión Primera 
 [1] I. El amo que me crió me vendió a una tal Roda en Roma. Al cabo de 
muchos años la encontré de nuevo, y empecé a amarla como a una 
hermana. Después de cieno tiempo la vi bañándose en el río Tíber; y le di 
la mano, y la saqué del río. Y, al ver su hermosura, razoné en mi corazón, 
diciendo: «Cuán feliz sería si tuviera una esposa así, en hermosura y en 
carácter.» Y reflexioné meramente sobre esto, y nada más. Después de 
cieno tiempo, cuando estaba dirigiéndome a Cumas, y glorificando las 
criaturas de Dios por su grandeza y esplendor y poder, mientras andaba 
me quedé dormido. Y el Espíritu cayó sobre mí y se me llevó por un 
terreno sin caminos, por el cual no podía pasar nadie: porque el lugar era 
muy abrupto, y quebrado por hendiduras a causa de las aguas. Así pues, 
cuando hube cruzado el río, llegué a un país llano, y me arrodillé, y empecé 
a orar al Señor y a confesar mis pecados. Entonces, mientras oraba, se 
abrió el cielo vi a la señora, a quien había deseado, saludándome desde el 
cielo, diciendo: «Buenos días, Hermas». Y, mirándola, le dije: «Señora, 
¿qué haces aquí?» Entonces ella me contestó: «Se me ha traído aquí para 
que te redarguyera de tus pecados delante del Señor. » Le dije: «¿Es 
acerca de ti que me acusas?» «No», dijo ella, «pero oye estas palabras 
que te diré. Dios, que reside en los cielos, y creó de la nada las cosas que 
son, y aun las aumentó y multiplicó por amor a su santa Iglesia, está 
enojado contigo, porque pecaste contra mí.» Yo le contesté y dije: 
«¿Pequé contra ti? ¿En qué forma? ¿Te dije alguna vez alguna palabra 
inconveniente? ¿No te consideré siempre como si fueras una diosa? ¿No te 
respeté siempre como una hermana? ¿Cómo pudiste acusarme falsamente, 
señora, de tal villanía e impureza?» Riendo, ella me dijo: «El deseo hacia 
el mal entró en tu corazón. Es más, ¿no crees que es un acto malo para un 
justo si el mal deseo entra en su corazón? Es verdaderamente un pecado, y 
un pecado grande», dijo ella; «porque el justo tiene sólo propósitos 
justos. En tanto que sus propósitos son rectos, pues, su reputación se 
mantiene firme en el cielo, y halla al Señor fácilmente propicio en todo lo 
que hace. Pero los que albergan malos propósitos en sus corazones, se 
acarrean la muerte y la cautividad, especialmente los que reclaman para sí 
mismos este mundo presente, y se jactan de sus riquezas, y no se adhieren 
a las cosas buenas que han de venir. Sus almas lo lamentarán, siendo así 
que no tienen esperanza, sino que se han abandonado a sí mismos y su 
vida. Pero ora a Dios, y Él sanará tus pecados, y los de toda tu casa, y de 
todos los santos.» 
[2] II. Tan pronto como hubo dicho estas palabras se cerraron los cielos; y 
yo fui presa de horror y de pena. Entonces dije dentro de mí: «Si este 
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pecado es consignado contra mí, ¿cómo puedo ser salvo? ¿O cómo voy a 
propiciar a Dios por mis pecados que son patentes y burdos? ¿O con qué 
palabras voy a rogar al Señor que me sea propicio?» En tanto que 
consideraba y ponderaba estas cosas en mi corazón, vi delante de mí una 
gran silla blanca de lana como la nieve; y allí vino una señora anciana en 
vestido resplandeciente, con un libro en las manos, y se sentó sola, y me 
saludó: «Buenos días, Hermas.» Entonces yo, apenado y llorando, dije: 
«Buenos días, señora.» Y ella me dijo: «¿Por qué estás tan abatido, 
Hermas, tú que eres paciente y bien templado, y siempre estás sonriendo? 
¿Por qué estás tan caído en tu mirada y distante de la alegría?» Y le dije: 
«A causa de una de las palabras de una dama excelente contra la cual he 
pecado.» Entonces ella dijo: «¡En modo alguno sea así en un siervo de 
Dios! Sin embargo, el pensamiento entró en tu corazón respecto a ella. En 
los siervos de Dios una intención así acarrea pecado. Porque es un 
propósito malo e insano, en un espíritu devoto que ya ha sido aprobado, el 
desear algo malo, y especialmente si es Hermas el templado, que se 
abstiene de todo mal deseo y está lleno de toda simplicidad y de gran 
inocencia. 
[3] III. »Con todo, no es por esto que Dios está enojado contigo, sino 
con miras a que puedas convenir a tu familia, que ha obrado mal contra el 
Señor y contra vosotros sus padres. Pero por apego a tus hijos tú no les 
amonestaste, sino que toleraste que se corrompieran de un modo 
espantoso. Por tanto, el Señor está enojado contigo. Pero Él quiere curar 
todos tus pecados pasados, que han sido cometidos en tu familia, jorque a 
causa de sus pecados e iniquidades tú has sido corrompido por las cosas de 
este mundo. Pera la gran misericordia del Señor tuvo piedad de ti y de tu 
familia, y te corroborará, y te afianzará en su gloria. Sólo que no seas 
descuidado, sino que cobres ánimo y robustezcas a tu familia. Porque 
como el herrero trabajando a martillazos triunfa en la tarea que quiere, así 
también el recto discurso repetido diariamente vence todo mal. No dejes, 
pues, de reprender a tus hijos; porque sé que si se arrepienten de todo 
corazón, serán inscritos en los libros de vida con los santos.» Después que 
hubieron cesado estas palabras suyas, me dijo: «¿Quieres escucharme 
mientras leo?» Entonces le dije: «Sí, señora.» Ella me dijo: «Está atento, 
y escucha las glorias de Dios.» Yo escuché con atención y con asombro lo 
que no tuve poder de recordar; porque todas las palabras eran terribles, 
que ningún hombre puede resistir. Sin embargo, recordé las últimas 
palabras, porque eran apropiadas para nosotros y suaves. «He aquí, el 
Dios de los ejércitos, que con su poder grande e invisible y con su gran 
sabiduría creó el mundo, y con su glorioso propósito revistió su creación 
de hermosura, y con su palabra estableció los cielos, y fundó la tierra sobre 
las aguas, y con su propia sabiduría y providencia formó su santa Iglesia, a 
la cual Él también bendijo; he aquí, quita los cielos y los montes y las 
colinas y los mares, y todas las cosas serán allanadas para sus elegidos, para 
que Él pueda cumplirles la promesa que había hecho con gran gloria y 
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regocijo, siempre y cuando ellos guarden las ordenanzas de Dios, que han 
recibido con gran fe.» 
[4] IV. Cuando hubo terminado de leer y se levantó de su silla, se 
acercaron cuatro jóvenes, y se llevaron la silla, y partieron hacia Oriente. 
Entonces ella me dijo que me acercara y me tocó el pecho, y me dijo: «¿Te 
gustó lo que te leí?» Y yo le dije: «Señora, estas últimas palabras me 
agradaron, pero las primeras eran difíciles y duras.» Entonces ella me 
habló y me dijo: «Estas últimas palabras son para los justos, pero las 
primeras eran para los paganos y rebeldes.» En tanto que ella me estaba 
hablando, aparecieron dos hombres y se la llevaron, tomándola por los 
brazos, y partieron hacia el punto adonde había ido la silla, hacia Oriente. 
Y ella sonrió al partir y, mientras se marchaba, me dijo: «Pórtate como un 
hombre, Hermas.» 
 
 
Visión Segunda 
[5] I. Yo iba camino a Cumas, en la misma estación como el año anterior, 
y recordaba mi visión del año anterior mientras andaba; y de nuevo me 
tomó un Espíritu, y se me llevó al mismo lugar del año anterior. Cuando 
llegué al lugar, caí de rodillas y empecé a orar al Señor, y a glorificar su 
nombre, porque me había tenido por digno, y me había dado a conocer 
mis pecados anteriores. Pero después que me hube levantado de orar, vi 
delante de mí a la señora anciana, a quien había visto el año anterior, 
andando y leyendo un librito. Y ella me dijo: «¿Puedes transmitir estas 
cosas a los elegidos de Dios?» Y yo le contesté: «Señora, no puedo 
recordar tanto; pero dame el librito, para que lo copie.» «Tómalo», me 
dijo, «y asegúrate de devolvérmelo.» Yo lo tomé, y me retiré a cierto 
lugar en el campo y lo copié letra por letra; porque no podía descifrar las 
sílabas. Cuando hube terminado las letras del libro, súbitamente me 
arrancaron el libro de la mano;pero no pude ver quién lo había hecho. 
[6] II. Y después de quince días, cuando hube ayunado y rogado al Señor 
fervientemente, me fue revelado el conocimiento del escrito. Y esto es lo 
que estaba escrito: «Hermas, tu simiente ha pecado contra Dios, y han 
blasfemado del Señor, y han traicionado a sus padres a causa de sus 
grandes maldades, sí, han conseguido el nombre de traidores de los 
padres, y, con todo, no sacaron provecho de su traición; y aun añadieron a 
sus pecados actos inexcusables y maldades excesivas; así que la medida de 
sus transgresiones fue colmada. Pero da a conocer estas palabras a todos 
tus hijos, y tu esposa será como tu hermana; porque ella tampoco se ha 
refrenado en el uso de la lengua, con la cual obra mal. Después que tú les 
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hayas dado a conocer todas estas palabras, que el Señor me mandó que te 
revelara, entonces todos los pecados que ellos han cometido con 
anterioridad les serán perdonados; sí, y también a todos los santos que han 
pecado hasta el día de hoy, si se arrepienten de todo corazón, y quitan la 
doblez de ánimo de su corazón. Porque el Señor juró por su propia gloria, 
con respecto a sus elegidos: que si, ahora que se ha puesto este día como 
límite, se comete pecado, después no habrá para ellos salvación; porque el 
arrepentimiento para los justos tiene un fin; los días del arrepentimiento 
se han cumplido para todos los santos; en tanto que para los gentiles hay 
arrepentimiento hasta el último día. Por consiguiente, tú dirás a los 
gobernantes de la Iglesia, que enderecen sus caminos en justicia, para que 
puedan recibir en pleno las promesas con gloria abundante. Los que 
obráis justicia, pues, estad firmes, y no seáis de doble ánimo, para que 
podáis ser admitidos con los santos ángeles. Bienaventurados seáis, pues, 
cuantos sufráis con paciencia la gran tribulación que viene, y cuantos no 
nieguen su vida. Porque el Señor juró con respecto a, su Hijo, que todos 
los que nieguen a su Señor serán rechazados de su vida, incluso los que 
ahora están a punto de negarle en los días venideros; pero a los que le 
negaron antes de ahora, a ellos les fue concedida misericordia por causa de 
su gran bondad. 
[7] III. »Pero, Hermas, no guardes ya rencor contra tus hijos, ni permitas 
que tu hermana haga lo que quiera, para que puedan ser purificados de sus 
pecados anteriores. Porque ellos serán castigados con castigo justo, a 
menos que les guardes rencor tú mismo. El guardar un rencor es causa de 
muerte. Pero tú, Hermas, has pasado por grandes tribulaciones tú mismo, 
por causa de las transgresiones de tu familia, debido a que no te cuidaste 
de ellos. Porque tú les descuidaste, y te mezclaste a ellos con tus propias 
actividades malas. Pero en esto consiste tu salvación: en que no te apartes 
del Dios vivo, y en tu sencillez y tu gran continencia. Estas te han salvado 
si permaneces en ellas; y salvan a todos los que hacen tales cosas, y andan 
en inocencia y simplicidad. Estas prevalecen sobre toda maldad y persisten 
hasta la vida eterna. Bienaventurados todos los que obran justicia. Nunca 
serán destruidos. Pero tú dirás a Máximo: "He aquí viene tribulación 
(sobre ti) si tú crees apropiado negarme por segunda vez. El Señor está 
cerca de todos los que se vuelven a Él, como está escrito en Eldad y Modat, 
que profetizaron al pueblo en el desierto"» 
[8] IV. Luego, hermanos, un joven de extraordinaria hermosura en su 
forma me hizo una revelación en mi sueño, y me dijo: «¿Quién crees que 
es la señora anciana, de la cual recibiste el libro?» Y yo dije: «La Sibila». 
«Te equivocas», me dijo, «no lo es». «¿Quién es, pues?», le dije. «La 
Iglesia», dijo él. Yo le dije: «¿Por qué, pues, es de avanzada edad?» 
«Porque», me contestó, «ella fue creada antes que todas las cosas; ésta es 
la causa de su edad; y por amor a ella fue formado el mundo.» Y después 
vi una visión en mi casa. Vino la anciana y me preguntó si ya había dado el 
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libro a los ancianos. Yo le dije que no se lo había dado. «Has hecho 
bien», me contestó, «porque tengo algunas palabras que añadir. Cuando 
habré terminado todas las palabras, será dado a conocer, mediante ti, a 
todos los elegidos. Por tanto, tú escribirás dos libritos, y enviarás uno a 
Clemente, y uno a Grapte. Y Clemente lo enviará a las ciudades 
extranjeras, porque éste es su deber; en tanto que Grapte lo enseñará a las 
viudas y huérfanos. Pero tú leerás (el libro) a esta ciudad junto con los 
ancianos que presiden sobre la Iglesia.» 
 
 
Visión Tercera 
[9] I. La tercera visión que vi, hermanos, fue como sigue: Después de 
ayunar con frecuencia, y rogar al Señor que me declarara la revelación que 
El había prometido mostrarme por boca de la señora anciana, aquella 
misma noche vi a la señora anciana, y ella me dijo: «Siendo así que eres 
tan insistente y estás ansioso de conocer todas las cosas, ven al campo 
donde resides, y hacia la hora quinta apareceré ante ti, y te mostraré lo que 
debes ver.» Yo le pregunté, diciendo: «Señora, ¿a qué parte del campo?» 
«Adonde quieras», me dijo. Yo seleccioné un lugar retirado y hermoso; 
pero, antes de hablarle y mencionarle el lugar, ella me dijo: «Iré allí donde 
tú quieras.» Fui, pues, hermanos, al campo, y conté las horas, y llegué al 
lugar que yo había designado para que ella viniera, y vi un sofá de marfil 
colocado allí, y sobre el sofá había un cojín de lino, y sobre el cojín una 
cobertura de lino fino. 
Cuando vi estas cosas tan ordenadas, y que no habla nadie allí, me 
asombré, y me puse a temblar, y se me erizó el pelo; y un acceso de temor 
cayó sobre mí, porque estaba solo. Cuando me recobré, y recordé la gloria 
de Dios, y me animé, me arrodillé y confesé mis pecados al Señor una vez 
más, como había hecho en la ocasión anterior. 
Entonces vinieron seis jóvenes, los mismos que había visto antes, y se 
quedaron de pie junto a mí, y me escucharon atentamente mientras oraba 
y confesaba mis pecados al Señor. Y ella me tocó y me dijo: «Hermas, 
termina ya de rogar constantemente por tus pecados; ruega también 
pidiendo justicia, para que puedas dar parte de ella a tu familia.» 
Entonces me levantó con la mano y me llevó al sofá, y dijo a los jóvenes: 
«Id, y edifica». Y después que los jóvenes se hubieron retirado y nos 
quedamos solos, ella me dijo: «Siéntate aquí.» Y yo le dije: «Señora, que 
se sienten los ancianos primero.» «Haz lo que te mando», dijo ella, 
«siéntate». Entonces, cuando yo quería sentarme en el lado derecho, ella 
no me lo permitió, sino que me hizo una seña con la mano de que me 
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sentara en el lado izquierdo. Como yo estaba entonces pensando en ello y 
estaba triste, porque ella no me habla permitido sentarme en el lado 
derecho, me dijo ella: «¿Estás triste, Hermas? El lugar de la derecha es 
para otros, los que han agradado ya a Dios y han sufrido por su Nombre. 
Pero a ti te falta mucho para poder sentarte con ellos; pero así como 
permaneces en tu sencillez, continúa en ella, y te sentarás con ellos, tú y 
todos aquellos que han hecho sus obras y han sufrido lo que ellos 
sufrieron. » 
[10] II. «¿Qué es lo que sufrieron?», pregunté yo. «Escucha», dijo ella: 
«Azotes, cárceles, grandes tribulaciones, cruces, fieras, por amor al 
Nombre. Por tanto, a ellos pertenece el lado derecho de la Santidad -a 
ellos, y a los que sufrirán por el Nombre-. Pero para el resto hay el lado 
izquierdo. No obstante, para unos y otros, para los que se sientan a la 
derecha como para los que se sientan a la izquierda, hay los mismos dones, 
y las mismas promesas, sólo que ellos se sientan a la derecha y tienen cierta 
gloria. Tú, verdaderamente, deseas sentarte a la derecha con ellos, pero 
tienes muchos defectos; con todo, serás purificado de estos defectos tuyos; 
sí, y todos los que no son de ánimo indeciso, serán purificados de todos 
sus pecados en este día.» 
Cuando hubo dicho esto, ella deseaba partir; pero, cayendo a sus pies, yo 
le rogué por el Señor que me mostrara la visión que me había prometido. 
Entoncesella me tomó de nuevo por la mano, y me levantó, y me hizo 
sentar en el sofá en el lado izquierdo, en tanto que ella se sentaba en el 
derecho. Y levantando una especie de vara reluciente, me dijo: «¿Ves algo 
muy grande?» Y yo le dije: «Señora, no veo nada.» Ella me dijo: «Mira, 
¿no ves enfrente de ti una gran torre que es edificada sobre las aguas, de 
piedras cuadradas relucientes?» Y la torre era edificada cuadrada por los 
seis jóvenes que habían venido con ella. Y muchísimos otros traían 
piedras, y algunos de ellos de lo profundo del mar y otros de la tierra, y las 
iban entregando a los seis jóvenes. Y éstos las tomaban y edificaban. Las 
piedras que eran arrastradas del abismo las colocaban, en cada caso, tal 
como eran, en el edificio, porque ya se les había dado forma; y encajaban 
en sus junturas con las otras piedras; y se adherían tan juntas la una a la 
otra que no se podía ver la juntura; y el edificio de la torre daba la 
impresión como si fuera edificado de una sola piedra. Pero, en cuanto a las 
otras piedras que eran traídas de tierra firme, algunas las echaban a un 
lado, otras las ponían en el edificio, y otras las hacían pedazos y las 
lanzaban lejos de la torre. Había también muchas piedras echadas 
alrededor de la torre, y no las usaban para el edificio; porque algunas 
tenían moho, otras estaban resquebrajadas, otras eran demasiado 
pequeñas, y otras eran blancas y redondas y no encajaban en el edificio. Y 
vi otras piedras echadas a distancia de la torre, y caían en el camino y, con 
todo, no se quedaban en el camino, sino que iban a parar a un lugar donde 
no había camino; y otras caían en el fuego y ardían allí; y otras caían cerca 
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de las aguas y, pese a todo, no podían rodar dentro del agua, aunque 
deseaban rodar y llegar al agua. 
[11] III. Cuando ella me hubo mostrado estas cosas, quería irse con prisa. 
Yo le dije: «Señora, ¿qué ventaja tengo en haber visto estas cosas, si no sé 
lo que significan?» Ella me contestó y me dijo: «Tú eres muy curioso, al 
desear conocer todo lo que se refiere a la torre.» «Sí, señora», le dije, 
«para que pueda anunciarlo a mis hermanos, y que ellos [puedan gozarse 
más y] cuando oigan [estas cosas] puedan conocer al Señor en gran 
gloria.» Entonces me dijo: «Muchos (las) oirán; pero cuando oigan, 
algunos estarán contentos y otros llorarán. Sin embargo, incluso estos 
últimos, si oyen y se arrepienten, también estarán contentos. Oye, pues, 
las parábolas de la torre; porque te revelaré todas estas cosas. Y no me 
molestes más sobre la revelación; porque estas revelaciones tienen un 
término, siendo así que ya han sido completadas. No obstante, no cesarás 
de pedirme revelaciones; porque eres muy atrevido. 
»La torre, que ves que se está edificando, soy yo misma, la Iglesia, a quien 
viste antes y ves ahora. Pregunta, pues, lo que quieras respecto a la torre, y 
te lo revelaré, para que puedas gozarte con los santos.» Yo le digo: 
«Señora, como me consideraste digno, una vez por todas, de revelarme 
todas estas cosas, revélamelas.» Entonces ella me dijo: «Todo lo que se te 
pueda revelar, se te revelará. Sólo que tu corazón esté con Dios, y no haya 
dudas en tu mente sobre las cosas que veas.» Le pregunté: «¿Por qué es 
edificada la torre sobre las aguas, señora?» «Ya te lo dije antes», dijo ella, 
«y verdaderamente tú inquieres diligentemente. Así que por tus 
preguntas descubrirás la verdad. Oye, pues, por qué la torre es edificada 
sobre las aguas: es porque vuestra vida es salvada y será salvada por el agua. 
Pero la torre ha sido fundada por la palabra del Todopoderoso y el 
Nombre glorioso, y es fortalecida por el poder invisible del Señor.» 
[12] IV. Yo le contesté y le dije: «Señora, esto es grande y maravilloso. 
Pero los seis jóvenes que edifican, ¿quiénes son, señora?» 
«Estos son los santos ángeles de Dios, que fueron creados antes que cosa 
alguna; a ellos el Señor entregó toda su creación para que la aumentaran y 
edificaran, y para ser señores de toda la creación. Por sus manos, pues, es 
realizada la edificación de la torre.». «Y ¿quiénes son los otros que 
acarrean las piedras?» «Son también ángeles de Dios; pero estos seis son 
superiores a ellos. El edificio de la torre, pues, será terminado, y todos 
juntos se regocijarán en el corazón (cuando estén) alrededor de la torre, y 
glorificarán a Dios que la edificación de la torre haya sido realizada.» Yo 
inquirí de ella, diciendo: «Señora, me gustaría saber con respecto al fin de 
las piedras y su poder, de qué clase son.» Ella me contestó y dijo: «No es 
que tú entre todos los hombres seas especialmente digno de que te sea 
revelado; porque hay otros antes que tú, y mejores que tú, a los cuales 
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deberían haber sido reveladas estas visiones. Pero para que sea glorificado 
el nombre de Dios, se te ha revelado y se te revelará, por causa de los de 
ánimo indeciso, que preguntan en sus corazones si estas cosas son así o no. 
Diles, pues, que estas cosas son verdaderas, y que no hay nada aparte de la 
verdad, sino que todas son firmes, y válidas, y establecidas sobre un 
fundamento seguro. 
[13] V. »Oye ahora respecto a las piedras que entran en el edificio. Las 
piedras que son cuadradas y blancas, y que encajan en sus junturas, éstas 
son los apóstoles y obispos y maestros y diáconos que andan según la 
santidad de Dios, y ejercen su oficio de obispo, de maestro y diácono en 
pureza y santidad para los elegidos de Dios, algunos de los cuales ya 
duermen y otros están vivos todavía. Y, debido a que siempre están de 
acuerdo entre sí, tuvieron paz entre sí y se escucharon el uno al otro. Por 
tanto, sus junturas encajan en el edificio de la torre.» «Pero hay las que 
son sacadas de la profundidad del mar, y colocadas en el edificio y que 
encajan en sus junturas con las otras piedras que ya estaban colocadas; 
éstos, ¿quiénes son?» «Estos son los que han sufrido por el nombre del 
Señor.» «Pero las otras piedras que son traídas de tierra seca, me gustaría 
saber quiénes son éstos, señora.» Ella contestó: «Los que entran en el 
edificio, y todavía no están labrados, a éstos el Señor ha aprobado porque 
anduvieron en la rectitud del Señor y ejecutaron rectamente sus 
mandamientos.» «Pero los que van siendo traídos y colocados en el 
edificio, ¿quiénes son?» «Son jóvenes en la fe, y fieles; pero fueron 
advertidos por los ángeles que obren bien, porque en ellos fue hallada 
maldad.» «Pero los que fueron desechados y puestos a un lado, ¿quiénes 
son?» «Estos han pecado, y desean arrepentirse, por tanto no son 
lanzados a gran distancia de la torre, porque serán útiles para la 
edificación si se arrepienten. Los que se arrepienten, pues, silo hacen, 
serán fuertes en la fe si se arrepienten ahora en tanto que se construye la 
torre. Este privilegio lo tienen solamente los que se hallan cerca de la 
torre. 
[14] VI. »Pero, ¿quisieras saber acerca de los que son hechos pedazos y 
lanzados fuera de la torre? Estos son los hijos del libertinaje. Estos 
recibieron la fe hipócritamente, y no hubo maldad que no se hallara en 
ellos. Por tanto, no tienen salvación, porque no son útiles para edificar, 
por razón de su maldad. Por tanto son desmenuzados y tirados por causa 
de la ira del Señor, porque le provocaron a ira. En cuanto al resto de las 
piedras que tú has visto echadas en gran número y que no entran en el 
edificio, de ellas, las que son mohosas son las que conocieron la verdad, 
pero no permanecieron en ella ni se mantuvieron adheridos a los santos. 
Por lo tanto, son inservibles.» 
«Pero las que están resquebrajadas, ¿quiénes son?» «Estos son los que 
tienen discordia en su corazón el uno respecto al otro, y no hay paz entre 
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ellos; tienen una apariencia de paz, pero cuando se separan el uno del otro, 
los malos pensamientos permanecen en sus corazones. Éstas son las rajas 
que tienen las piedras. Pero las que están cortadas y son más pequeñas, 
éstos han creído, y tienen su mayor parte en justicia, pero hay en ellos 
partes deiniquidad; por tanto, son demasiado pequeñas, y no son 
perfectas.» 
«Pero, ¿quiénes son, señora, las piedras blancas y redondas que no 
encajaron en el edificio?» Ella me contestó: «¿Hasta cuándo vas a seguir 
siendo necio y obtuso, y lo preguntarás todo, y no entenderás nada? Éstos 
son los que tienen fe, pero también tienen las riquezas de este mundo. 
Cuando viene la tribulación, niegan a su Señor por razón de sus riquezas y 
sus negocios.» Y yo contesté y le dije: «¿Cuándo serán, pues, útiles en el 
edificio?» Ella me contestó: «Cuando les sean quitadas las riquezas que 
hacen descarriar sus almas, entonces serán útiles a Dios. Porque tal como 
la piedra redonda, a menos que sea cortada y pierda alguna parte de sí 
misma, no puede ser cuadrada, del mismo modo los que son ricos en este 
mundo, a menos que sus riquezas les sean quitadas, no pueden ser útiles al 
Señor. Aprende primero de ti mismo. Cuando tenías riquezas no eras útil; 
pero ahora eres útil y provechoso para vida. Sé útil a Dios, porque tú 
mismo también eres sacado de las mismas piedras. 
[15] VII. »Pero las otras piedras que viste echadas lejos de la torre y que 
caen en el camino y van a parar fuera del camino a las regiones en que no 
hay camino, éstos son los que han creído, pero por razón de su corazón 
indeciso han abandonado el verdadero camino. De esta manera, ellos, 
pensando que pueden hallar un camino mejor, se extravían y son 
gravemente afligidos, cuando andan por las regiones en que no hay 
camino. Pero los que caen en el fuego y son quemados, éstos son los que 
finalmente se rebelaron contra el Dios vivo, y ya no entró más en sus 
corazones el arrepentirse, por causa de sus deseos atrevidos y de las 
maldades que han obrado. Pero los otros, que caen cerca de las aguas y, 
con todo, no pueden rodar al agua, ¿quieres saber cuáles son? Estos son los 
que han oído la palabra y quisieran ser bautizados en el nombre del Señor. 
Luego, cuando recapacitan sobre la pureza requerida por la verdad, 
cambian de opinión y vuelven a sus malos deseos.» Así terminó ella la 
explicación de la torre. Siendo yo importuno todavía, le pregunté aún si 
para todas aquellas piedras que fueron rechazadas y no encajaban en el 
edificio de la torre había arrepentimiento y un lugar en esta torre. 
«Pueden arrepentirse», me dijo, «pero no pueden encajar en esta torre. 
Serán encajados en otro lugar mucho más humilde, pero no hasta que 
hayan sufrido tormentos por esta razón y hayan cumplido los días de sus 
pecados. Y serán sacados por esta razón, porque participaron en la Palabra 
justa; y entonces serán aliviados de sus tormentos si se arrepienten de los 
actos malos que han cometido; pero si éstos no les llegan al corazón, no 
son salvos a causa de la dureza de sus corazones.» 
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[16] VIII. Cuando cesé de preguntarle sobre todas estas cosas, pues, ella 
me dijo: «¿Quisieras ver otra cosa?» Teniendo deseos de contemplarla, 
me gocé en gran manera de poder verla. Ella me miró, y sonrió, y me dijo: 
«¿Ves a siete mujeres alrededor de la torre?» «Las veo, señora», le dije. 
«Esta torre es sostenida por ellas, según orden del Señor. Oye ahora sus 
ocupaciones. La primera, la mujer de las manos fuertes, se llama Fe, por 
medio de la cual son salvados los elegidos de Dios. Y la segunda, la que 
está ceñida y tiene el aspecto enérgico de un hombre, se llama 
Continencia; es la hija de la Fe. Todo el que la sigue, pues, será feliz en su 
vida, porque se abstendrá de todo acto malo, creyendo que, si se abstiene 
de todo mal deseo, heredará la vida eterna.» «Y las otras, señora, ¿quiénes 
son?» «Son hijas la una de la otra. El nombre de la primera es Sencillez; 
el de la siguiente, Conocimiento; la próxima es Inocencia; la otra, 
Reverencia; la siguiente, Amor. Cuando tú, pues, hagas todas las obras de 
su madre, podrás vivir.» «Me gustaría saber, señora», le dije, «qué poder 
tiene cada una de ellas.» «Escucha, pues», dijo ella, «los poderes que 
tienen. Sus poderes son dominados cada una por la otra, y se siguen una a 
otra en el orden en que nacieron. De Fe nace Continencia; de 
Continencia, Simplicidad; de Simplicidad, Inocencia; de Inocencia, 
Reverencia; de Reverencia, Conocimiento; de Conocimiento, Amor. Sus 
obras, pues, son puras y reverentes y divinas. Todo aquel que sirva a estas 
mujeres, y tenga poder para dominar sus obras, tendrá su morada en la 
torre con los santos de Dios.» Entonces le pregunté, con respecto a las 
sazones, si la consumación es ya ahora. Pero ella gritó en alta voz: «Necio, 
¿no ves que la torre va siendo construida? Cuando la torre haya sido 
edificada, habrá llegado el fin; pero será edificada rápidamente. No me 
hagas más preguntas: este recordatorio es suficiente para ti y para los 
santos, y es la renovación de vuestros espíritus. Pero no te fue revelado 
sólo a ti, sino para que puedas mostrar estas cosas a todos. Después de tres 
días -porque tú has de entender primero, y te encargo, Hermas, con las 
palabras que voy a decirte- (a ti te encargo) di todas estas cosas a los oídos 
de los santos, para que las oigan y las hagan y puedan ser purificados de sus 
maldades, y tú mismo con ellos. 
[17] IX. »Oídme, hijos míos. Os crié en mucha simplicidad e inocencia y 
reverencia, por medio de la misericordia del Señor, que instiló justicia en 
vosotros, para que pudierais ser justificados y santificados de toda maldad 
y perversidad. Ahora pues, oídme y haya paz entre vosotros, y tened 
consideración el uno al otro, y ayudaos el uno al otro, y no participéis de 
lo creado por Dios a solas en la abundancia, sino también compartid con 
los que están en necesidad. Porque algunos, a causa de sus excesos en la 
comida, acarrean debilidad a la carne, y dañan su carne, mientras que la 
carne de los que no tienen nada que comer es dañada por no tener 
suficiente nutrición, y su cuerpo es echado a perder. Este exclusivismo, 
pues, es perjudicial para vosotros los que tenéis y no compartís con los que 
tienen necesidad. Advenid el juicio que viene. Así pues, los que tenéis más 
 12 
que suficiente, buscad a los hambrientos, en tanto que la torre no está 
terminada; porque una vez que la torre haya sido terminada, desearéis 
hacer bien y no hallaréis oportunidad de hacerlo. Mirad, pues, los que os 
alegráis en vuestra riqueza, que los que están en necesidad no giman, y su 
gemido se eleve al Señor, y vosotros con vuestra [abundancia de] cosas 
buenas halléis cerrada la puerta de la torre. Ahora, pues, os digo a vosotros 
los que gobernáis la Iglesia y que ocupáis sus asientos principales, no seáis 
como los charlatanes. Los charlatanes, verdaderamente, llevan sus drogas 
en cajas, pero vosotros lleváis vuestra droga y vuestro veneno en el 
corazón. Estáis endurecidos, y no queréis limpiar vuestros corazones, y 
mezclar vuestra sabiduría en un corazón limpio, para que podáis 
conseguir misericordia del Gran Rey. Mirad, pues, hijos, que estas 
divisiones no os priven de vuestra vida. ¿Cómo es posible que queráis 
instruir a los elegidos del Señor, en tanto que vosotros no tenéis 
instrucción? Instruíos unos a otros, pues, y tened paz entre vosotros, que 
yo también pueda estar contento delante del Padre, y dar cuenta de todos 
vosotros a vuestro Señor.» 
[18] X. Así pues, cuando ella hubo cesado de hablarme, los seis jóvenes 
que edificaban vinieron y se la llevaron a la torre, y otros cuatro 
levantaron el sofá y se lo llevaron también a la torre. No les vi la cara a 
éstos, porque la tenían vuelta al otro lado. Y cuando ella se iba, yo le pedí 
que me revelara qué significaban las tres formas en que ella se me había 
aparecido. Ella me contestó y dijo: «Con respecto a estas cosas has de 
preguntar a otro, para que puedan serte reveladas.» Pues yo la vi, 
hermanos, en mi primera visión del año pasado, como una mujer muy 
anciana y sentada en una silla. En la segunda visión su rostro era juvenil, 
pero su carne y su cabello eran añosos, y me hablaba estando de pie; y ella 
estaba más contenta que antes. Peroen la tercera visión era del todo joven 
y de extraordinaria hermosura, y sólo su cabello se veía de edad; y estaba 
contenta en gran manera y sentada sobre un sofá. Y yo estaba muy deseoso 
de saber la revelación de estas cosas. Y veo a la anciana en una visión de la 
noche, diciéndome: «Toda pregunta requiere humildad. Ayuna, pues, y 
recibirás del Señor lo que has pedido.» Así que ayuné un día; y aquella 
noche se me apareció un joven y me dijo: «Siendo así que insistes 
pidiendo revelaciones, vigila que con tu mucho preguntar no dañes tu 
carne. Bástente estas revelaciones. ¿No puedes ver otras revelaciones más 
poderosas que las que has visto?» Y yo le dije en respuesta: «Señor, sólo 
pregunto una cosa, con respecto a las tres formas de la anciana: que me sea 
concedida una revelación completa.» El me dijo como respuesta: 
«¿Hasta cuándo serás sin entendimiento? Es tu ánimo indeciso que hace 
que no tengas entendimiento, y que tu corazón no esté puesto hacia el 
Señor.» Yo le contesté y le dije de nuevo: «De ti, Señor, sabré las cosas 
con más precisión.» 
 13 
[19] XI. «Escucha», me dijo, «con referencia a las tres formas sobre las 
cuales preguntas. En la primera visión, ¿por qué no se te apareció como 
una anciana y sentada en una silla? Porque tu espíritu era añoso, y ya 
decaído, y no tenía poder por razón de tus debilidades y actos de 
indecisión. Porque como un anciano, no teniendo ya esperanza de 
renovar su juventud, no espera nada sino caer dormido, así vosotros 
también, siendo debilitados con las cosas de este mundo, os entregáis a 
lamentaciones, y no echáis vuestros cuidados sobre el Señor, sino que 
vuestro espíritu está quebrantado, y sois achacosos con vuestras 
aflicciones.» «¿Por qué, pues, estaba sentada en una silla, quisiera saber, 
Señor?» «Porque toda persona débil se sienta en una silla por causa de su 
debilidad, para que sea sostenida la debilidad de su cuerpo. Así que tú 
tienes el simbolismo de la primera visión. 
[20] XII. »Pero en la segunda visión la viste de pie, y con el rostro más 
juvenil y más alegre que antes; pero su carne y su cabello eran añosos. 
Escucha esta parábola también», me dijo. «Imagínate a un anciano que 
ha perdido toda esperanza de sí mismo, por razón de su debilidad y su 
pobreza, y no espera nada más que su último día en la vida. De repente le 
dejan una herencia. Oye las noticias, se levanta y, lleno de gozo, se viste 
con energía, y ya no está echado, sino de pie, y su espíritu, que estaba 
quebrantado hace un momento por razón de sus circunstancias 
anteriores, es renovado otra vez, y ya no está sentado, sino que se siente 
animoso; así también era contigo, cuando oíste la revelación que el Señor 
te reveló. Porque Él tuvo compasión de ti, y renovó tus ánimos, y puso a 
un lado tus dolencias, y te vino fuerza, y fuiste hecho poderoso en la fe, yel 
Señor se regocijó en verte fortalecido. Y, por tanto, El te mostró la 
edificación de la torre; si, y también otras cosas te mostrará si de todo 
corazón tenéis paz entre vosotros. 
[21] XIII. »Pero en la tercera visión la viste más joven y hermosa y alegre, 
y su forma hermosa. Porque tal como uno que está lamentándose, al 
recibir buenas noticias, inmediatamente olvida sus penas anteriores y no 
admite nada sino las noticias que ha oído, y es fortalecido por ellas en lo 
que es bueno, y su espíritu es renovado por razón del gozo que ha 
recibido, del mismo modo también vosotros habéis recibido una 
renovación de vuestros espíritus al ver estas cosas buenas. Y si la viste 
sentada en un sofá, la posición es firme; porque el sofá tiene cuatro patas y 
se mantiene firme; porque el mundo también es sostenido por medio de 
cuatro elementos. Así pues, los que se han arrepentido plenamente serán 
jóvenes de nuevo, y afianzados firmemente, siendo así que se han 
arrepentido de todo su corazón. Ahí tienes la revelación entera y 
completa. No pidas más revelaciones; pero si aún te falta algo, te será 
revelado.» 
 
 14 
 
Visión Cuarta 
[22] I. La cuarta visión la vi, hermanos, veinte días después de la anterior 
que había tenido, y era un tipo de la tribulación inminente. Yo andaba 
por la Vía de la Campania, hacia el campo. Desde la carretera (al lugar 
adonde iba) hay unos diez estadios; el terreno es fácil de andar. Iba solo, y 
rogaba al Señor que completara las revelaciones y las visiones que me 
había mostrado por medio de su santa Iglesia, para que Él me fortaleciera 
a mí mismo y diera arrepentimiento a sus siervos que han tropezado, para 
que su Nombre grande y glorioso pueda ser glorificado, pues me había 
considerado digno de mostrarme sus maravillas. Y mientras le daba gloria 
y acción de gracias, me contestó como si fuera el sonido de una voz: «No 
dudes en tu mente, Hermas.» Empecé a preguntarme y decirme: 
«¿Cómo puedo dudar en mi mente siendo así que he sido tan firmemente 
afianzado por el Señor y he visto cosas gloriosas?» Y seguí un poco 
adelante, hermanos, y he aquí, vi una nube de polvo que se levantaba hacia 
el cielo, y empecé a decirme: «¿Es posible que sea ganado que se acerca, y 
levanten una nube de polvo?», porque estaba a un estadio de distancia. 
Cuando la nube de polvo se fue haciendo cada vez mayor, sospeché que se 
trataba de algo sobrenatural. Entonces el sol brilló un poco, y he aquí, vi 
una gran bestia como un monstruo marino, y de su boca salían langostas 
de fuego. Y la bestia tenía unos cien pies de longitud, y su cabeza era como 
si fuera de arcilla. Y empecé a llorar y a rogar al Señor que me rescatara de 
ella. Y recordé la palabra que había oído: «No tengas dudas en tu mente, 
Hermas.» Así que, hermanos, habiéndome revestido de la fe del Señor y 
recordado las obras poderosas que Él me había enseñado, cobré ánimos y 
me dirigí hacia la bestia. Ahora bien, la bestia se acercaba con tal furia que 
podría haber dejado en ruinas una ciudad. Llegué cerca de ella, y aunque el 
monstruo era enorme, se tendió en el suelo, y meramente sacó la lengua y 
no se movió en lo más mínimo hasta que yo hube pasado por su lado. Y la 
bestia tenía en su cabeza cuatro colores: negro, luego color de fuego y 
sangre, luego oro, luego blanco. 
[23] II. Así pues, una vez hube pasado la bestia y avanzado unos treinta 
pasos, he aquí, vino hacia mí una virgen ataviada como si saliera de la 
cámara nupcial, toda blanca y con sandalias blancas, velada hasta la frente, 
y la cobertura de su cabeza era un turbante, y su cabello era blanco. Sabía 
por visiones anteriores que era la Iglesia, y me alegré algo. Ella me saludó y 
me dijo: «Buenos días, buen hombre»; yo la saludé a mi vez: «Buenos 
días, señora.» Ella me contestó y me dijo: «¿No has encontrado nada?» 
Yo le dije: «Señora, una bestia enorme, que podría haber destruido 
pueblos enteros; pero, por el poder del Señor y por su gran misericordia, 
escapé de ella.» «Tú escapaste de ella, cieno», dijo ella, «porque pusiste 
en Dios todos tus cuidados, y abriste tu corazón al Señor, creyendo que 
 15 
puedes ser salvado sólo por medio de su Nombre grande y glorioso. Por 
tanto, el Señor envió a su ángel, que está sobre las bestias, cuyo nombre es 
Segri, y le cerró la boca para que no pudiera causarte daño. Tú has escapado 
de una gran tribulación por causa de tu fe, y porque, aunque viste una 
bestia tan inmensa, no dudaste en tu mente. Ve, pues, y declara a los 
elegidos del Señor sus obras poderosas, y diles que esta bestia es un tipo de 
la gran tribulación que ha de venir. Por tanto, si os preparáis de antemano, 
y os arrepentís (y os volvéis) al Señor de todo corazón, podréis escapar de 
ella si vuestro corazón es hecho puro y sin mácula y si durante el resto de 
los días de vuestra vida servís al Señor de modo intachable. Echa tus 
cuidados sobre el Señor y Él se hará cargo de ellos. Confiad en el Señor, 
hombres de poco ánimo, porque El puede hacer todas las cosas, sí, puede 
apartar su ira de vosotros, y también enviar sus plagas sobre vosotros los 
que sois de ánimo indeciso. Ay de aquellos que oyenestas palabras y son 
desobedientes; sería mejor para ellos que no hubieran nacido.» 
[24] III. Le pregunté con respecto a los cuatro colores que la bestia tenía 
sobre la cabeza. Entonces ella me contestó y me dijo: «Otra vez eres 
curioso sobre estas cosas.» «Sí, señora», le dije, «hazme saber qué son 
estas cosas.» «Escucha», me dijo; «el negro es este mundo en el cual 
vivís; y el fuego y el color del fuego y la sangre muestran que este mundo 
perecerá a sangre y fuego; y el dorado son los que han escapado de este 
mundo. Porque así como el oro es probado por el fuego y es hecho útil, así 
también vosotros [que habitáis en él] sois probados. Los que permanecen 
y pasan por el fuego serán purificados por él. Porque como el oro pierde su 
escoria, así vosotros también vais a desprenderos de toda aflicción y 
tribulación, y seréis purificados, y seréis útiles para la edificación de la 
torre. Pero la parte blanca es la edad venidera, en la cual residirán los 
elegidos de Dios; porque los elegidos de Dios serán sin mancha y puros 
para la vida eterna. Por lo tanto, no ceses de hablar a los oídos de los 
santos. Ahora tenéis el simbolismo también de la tribulación que se 
avecina potente. Pero si estáis dispuestos, no será nada. Recordad las cosas 
que han sido escritas de antemano.» Con estas palabras partió, y no vi en 
qué dirección había partido; porque se hizo un ruido; y me volví 
atemorizado, pensando que la bestia venía hacia mí. 
 
 
Visión Quinta 
[25] Mientras oraba en la casa y estaba sentado en el sofá, entró un 
hombre de rostro glorioso, vestido como un pastor, envuelto en una piel 
blanca, y con su zurrón al hombro y un cayado en la mano. Y me saludó, y 
yo le devolví el saludo. E inmediatamente se sentó a mi lado y me dijo: 
 16 
«Me ha enviado el ángel más santo, para que viva contigo el resto de los 
días de tu vida.» Yo pensé que había venido a tentarme y le dije: «¿Por 
qué?, ¿quién eres? Porque sé», le dije, «a quién he sido confiado.» Él me 
dijo: «¿No me reconoces?» «No», le contesté. «Yo», me dijo, «soy el 
pastor a quien has sido confiado.» En tanto que me estaba hablando, su 
forma cambió, y le reconocí como el mismo a quien había sido confiado; e 
inmediatamente quedé confundido, y el temor se apoderó de mí, y quedé 
anonadado por la aflicción de haberle contestado de modo tan malvado e 
insensato. Pero él me contestó y dijo: «No te quedes azorado, sino sé 
confirmado en los mandamientos que estoy a punto de darte. Porque yo 
he sido enviado», dijo, «para mostrarte de nuevo las cosas que viste antes, 
en especial las que sean convenientes para ti. Ante todo, escribe mis 
mandamientos y mis parábolas; y las otras cosas las escribirás según te 
mostraré. Y me dijo: La razón por la que te mando que escribas primero 
los mandamientos y las parábolas es que puedas leerlas sobre la marcha, y 
así puedas guardarlas.» Así que escribí los mandamientos y las parábolas, 
tal como me mandó. Por tanto, si, cuando las oís, las guardáis y andáis en 
ellas, y las hacéis con el corazón puro, recibiréis del Señor todas las cosas 
que Él ha prometido; pero si, cuando las oís, no os arrepentís, sino que 
añadís todavía a vuestros pecados, recibiréis del Señor lo opuesto. Todas 
estas cosas me mandó que escribiera el pastor, el ángel del 
arrepentimiento. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 17 
 
MANDATOS 
 
Primer Mandato 
[26] «Ante todo, cree que Dios es uno, y que Él creó todas las cosas y las 
puso en orden, y trajo todas las cosas de la no existencia al ser, que 
comprende, todas las cosas siendo Él solo incomprensible. Cree en Él, 
pues, y témele, y en este temor ejerce dominio sobre ti mismo. Guarda 
estas cosas, y te verás libre de toda maldad, y serás revestido de toda 
excelencia y justicia, y vivirás para Dios si guardas este mandamiento.» 
 
 
Segundo Mandato 
[27] Y me dijo: «Mantén la simplicidad y la inocencia, y serás como un 
niño pequeño, que no conoce la maldad que destruye la vida de los 
hombres. Ante todo, no digas mal de ningún hombre, ni tengas placer en 
escuchar a un calumniador. De otro modo, tú que escuchas serás también 
responsable del pecado de aquel que habla mal, si crees la calumnia que 
oyes; porque, al creerla, tú también tendrás algo que decir contra tu 
hermano. Así que serás responsable del pecado del que dice el mal. La 
calumnia es mala; es un demonio inquieto, que nunca está en paz, sino 
que siempre se halla entre divisiones. Abstente, pues, de ella, y tendrás paz 
en todo tiempo con todos los hombres. Pero revístete de reverencia, en la 
cual no hay tropiezo, sino que todas las cosas son suaves y alegres. Haz lo 
que es bueno, y de todas tus labores, que Dios te da, da a todos los que 
están en necesidad generosamente, sin hacer preguntas sobre a quién has 
de dar y a quién no has de dar. Da a todos, porque Dios desea que todos 
reciban de su abundancia. Los que reciben, pues, tendrán que dar cuenta a 
Dios de por qué lo han recibido y a qué fin; porque los que reciben en 
necesidad no serán juzgados, pero los que reciben con pretextos simulados 
recibirán el castigo. Así pues, el que da es inocente; porque como recibe 
del Señor el servicio a ejecutar, lo ha ejecutado en sinceridad, sin hacer 
distinción entre a quién da y a quién no da. Esta ministración, pues, 
cuando es ejecutada sinceramente, pasa a ser gloriosa a la vista de Dios. El 
que ministra así sinceramente, pues, vivirá para Dios. Por tanto, guarda 
este mandamiento que te he dado: que tu propio arrepentimiento y el de 
tu casa puedan ser hallados sinceros, y [tu] corazón puro y sin mancha.» 
 18 
 
 
Tercer Mandato 
[28] De nuevo dijo: «Ama la verdad, y que no salga de tu boca otra cosa 
que la verdad, que el espíritu que Dios hizo residir en esta tu carne pueda 
ser hallado veraz a la vista de todos los hombres; y así el Señor, que reside 
en ti, será glorificado; porque el Señor es fiel en toda palabra, y en Él no 
hay falsedad. Por tanto, los que dicen mentiras niegan al Señor, y pasan a 
ser ladrones del Señor, porque no le entregan a Él el depósito que han 
recibido. Porque ellos recibieron de Él un espíritu libre de mentiras. Si 
devuelven un espíritu mentiroso, han faltado al mandamiento del Señor y 
han pasado a ser ladrones.» Cuando oí estas cosas, lloré amargamente. 
Pero, viéndome llorar, dijo: «¿Por qué lloras?» «Señor», le contesté, 
«porque no sé si puedo ser salvo.» «¿Por qué?», me dijo. «Señor», 
contesté, «porque nunca en mi vida he dicho una palabra de verdad, sino 
que siempre he vivido engañosamente con todos los hombres y he 
cubierto mi falsedad como verdad delante de todos los hombres; y nadie 
me ha contradicho nunca, sino que se ha puesto confianza en mi palabra. 
Señor, ¿cómo, pues, puedo vivir siendo así que he hecho estas cosas?» Él 
me contestó: «Tu suposición es cierta y verdadera, porque te corresponde 
como siervo de Dios andar en la verdad, y el Espíritu de verdad no puede 
tener complicidad con el mal, ni afligir al Espíritu que es santo y 
verdadero.» Y le dije: «Nunca, Señor, oí claramente palabras 
semejantes.» Y me contestó: «Ahora, pues, las oyes. Guárdalas, para que 
las falsedades anteriores que dijiste en tus asuntos y negocios puedan por 
sí mismas pasar a ser creíbles, ahora que éstas son halladas verdaderas; 
porque también pueden pasar aquéllas a ser dignas de confianza. Si 
guardas estas cosas y, en adelante, no dices otra cosa que la verdad, podrás 
alcanzar la vida para ti mismo. Y todo el que oiga este mandamiento y se 
abstenga de falsedad —este hábito tan pernicioso— vivirá para Dios.» 
 
 
Cuarto Mandato 
[29] I. «Te encargo», me dijo, «que guardes la pureza, y no permitas que 
entre en tu corazón ningún pensamiento con referencia a la mujer de 
otro, o referente a fornicación, u otros actos malos semejantes; porque al 
hacerlo cometes un gran pecado. Pero recuerda siempre a tu propia 
esposa, y no irás descaminado nunca. Porque si este deseo entra en tu 
corazón, irás descaminado, y si entraotro alguno tan malo como éste, 
 19 
cometes pecado. Porque este deseo en un siervo de Dios es un gran 
pecado; y si un hombre hace esta maldad, obra muerte para sí mismo. 
Mira bien, pues. Abstente de este deseo; porque allí donde reside la 
santidad, la licencia no debe entrar en el corazón de un hombre justo.» Y 
le dije: «Señor, ¿me permites hacer algunas preguntas más?» 
«Pregunta», me contestó. Y yo le dije: «Señor, si un hombre que tiene 
una esposa que confía en el Señor la descubre en adulterio, ¿comete 
pecado el marido que vive con ella?» «En tanto que esté en la 
ignorancia», me dijo, «no peca; pero si el marido sabe que ella peca, y la 
esposa no se arrepiente, sino que continúa en la fornicación, y el marido 
vive con ella, él se hace responsable del pecado de ella y es un cómplice en 
su adulterio.» Y le dije: «¿Qué es, pues, lo que ha de hacer el marido si la 
esposa sigue en este caso?» «Que se divorcie de ella», dijo él, «y que el 
marido viva solo; pero si después de divorciarse de su esposa se casa con 
otra, él también comete adulterio». «Así pues, Señor», le dije, «si 
después que la esposa es divorciada se arrepiente y desea regresar a su 
propio marido, ¿no ha de ser recibida?» «Sin duda ha de serlo», me dijo; 
«si el marido no la recibe, peca y acarrea gran pecado sobre sí; es más, el 
que ha pecado y se arrepiente debe ser recibido, pero no varias veces, 
porque sólo hay un arrepentimiento para los siervos de Dios. Por amor a 
su arrepentimiento, pues, el marido no debe casarse con otra. Esta es la 
manera de obrar que se manda al esposo y a la esposa. No sólo», dijo él, 
«es adulterio si un hombre contamina su carne, sino que todo el que hace 
cosas como los paganos comete adulterio. Por consiguiente, si hechos así 
los sigue haciendo un hombre y no se arrepiente, mantente aparte de él y 
no vivas con él. De otro modo, tú también eres partícipe de su pecado. Por 
esta causa, se os manda que permanezcáis solos, sea el marido o la esposa; 
porque en estos casos es posible el arrepentimiento. Yo», me dijo, «no 
doy oportunidad para que la cosa se quede así, sino con miras a que el 
pecador no peque más. Pero, con respecto al pecado anterior, hay Uno 
que puede dar curación: El es el que tiene autoridad sobre todas las 
cosas.» 
[30] II. Y le pregunté de nuevo, y dije: «Siendo así que el Señor me tuvo 
por digno de que permanecieras siempre conmigo, permíteme todavía 
decir unas pocas palabras, puesto que no entiendo nada, y mi corazón se 
ha vuelto más denso por mis actos anteriores. Hazme entender, porque 
soy muy necio, y no capto absolutamente nada.» El me contestó, 
diciéndome: «Yo presido sobre el arrepentimiento y doy comprensión a 
todos los que se arrepienten. Es más, ¿no crees», me dijo, «que este 
mismo acto es comprensión? El arrepentirse es una gran comprensión», 
dijo él. «Porque el hombre que ha pecado comprende que ha hecho lo 
malo delante del Señor, y el hecho que ha cometido entra en su corazón y 
se arrepiente y ya no obra mal, sino que hace bien en abundancia, y 
humilla su propia alma, y la atormenta porque ha pecado. Ves, pues, que el 
arrepentimiento es una gran comprensión.» «Es por esto, pues, Señor», 
 20 
le dije, «que lo pregunto todo minuciosamente de ti; primero, porque soy 
un pecador; segundo, porque no sé qué obras he de hacer para poder vivir, 
porque mis pecados son muchos y varios.» «Tú vivirás», me dijo, «si 
guardas mis mandamientos y andas en ellos; y todo el que oye estos 
mandamientos y los guarda, vivirá ante Dios.» 
[31] III. Y le dije: «Todavía voy a hacer otra pregunta, Señor.» «Di», 
me contestó. «He oído, Señor», le dije, «de ciertos maestros, que no hay 
otro arrepentimiento aparte del que tuvo lugar cuando descendimos ab 
agua y obtuvimos remisión de nuestros pecados anteriores.» El me 
contestó: «Has oído bien; porque es así. Porque el que ha recibido 
remisión de pecados ya no debe pecar más, sino vivir en pureza. Pero 
como tú inquieres sobre todas las cosas con exactitud, te declararé esto 
también, para que no tengan excusa los que crean, a partir de ahora, en el 
Señor, o los que ya hayan creído. Pues los que ya han creído, o van a creer 
en adelante, no tienen arrepentimiento para los pecados, sino que tienen 
sólo remisión de sus pecados anteriores. A los que Dios llamó, pues, antes 
de estos días, el Señor les designó arrepentimiento. Porque el Señor, 
discerniendo los corazones y sabiendo de antemano todas las cosas, 
conoció la debilidad de los hombres y las múltiples añagazas del diablo, en 
qué forma él procurará engañar a los siervos de Dios, y se portará con ellos 
perversamente. El Señor, pues, siendo compasivo, tuvo piedad de la obra 
de sus manos y designó esta (oportunidad para) arrepentirse, y a mí me 
dio la autoridad sobre este arrepentimiento. Pero te digo», me añadió, 
«si después de este llamamiento grande y santo, alguno, siendo tentado 
por el diablo, comete pecado, sólo tiene una (oportunidad de) 
arrepentirse. Pero si peca nuevamente y se arrepiente, el arrepentimiento 
no le aprovechará para nada; porque vivirá con dificultad.» Yo le dije: 
«He sido vivificado cuando he oído estas cosas de modo tan preciso. 
Porque sé que, si no añado a mis pecados, seré salvo.» «Serás salvo», me 
dijo, «tú y todos cuantos hagan todas estas cosas.» 
[32] IV. Y le pregunté de nuevo, diciendo: «Señor, como has tenido 
paciencia conmigo hasta aquí, declárame esta otra cuestión también.» 
«Di», me contestó. «Si una esposa», le dije, «o supongamos un marido, 
muere, y el otro se casa, ¿comete pecado el que se casa?» «No peca», me 
dijo; «pero si se queda sin casar, se reviste de un honor mucho mayor y de 
gran gloria delante del Señor; con todo, si se casa, no peca. Preserva, pues, 
la pureza y la santidad, y vivirás ante Dios. Todas estas cosas, pues, que te 
digo ahora y te diré después, guárdalas desde ahora en adelante, desde el 
día en que me fuiste encomendado, y yo viviré en tu casa. Pero, para tus 
transgresiones anteriores habrá remisión si guardas mis mandamientos. Sí, 
y todos tendrán remisión si guardan estos mandamientos y andan en esta 
pureza.» 
 
 21 
 
Quinto Mandato 
[33] I. «Sé paciente y entendido», dijo, «y tendrás dominio sobre todo 
lo malo, y obrarás toda justicia. Porque si eres sufrido, el Espíritu Santo 
que habita en ti será puro, no siendo oscurecido por ningún espíritu malo, 
sino que residiendo en un gran aposento se regocijará y alegrará con el 
vaso en que reside, y servirá a Dios con mucha alegría, teniendo 
prosperidad. Pero si sobreviene irascibilidad, al punto el Espíritu Santo, 
siendo delicado, es puesto en estrechez, no teniendo [el] lugar despejado, y 
procura retirarse del lugar porque es ahogado por el mal espíritu, y no 
tiene espacio para ministrar para el Señor como desea, ya que es 
contaminado por el temperamento irascible. Porque el Señor mora en la 
longanimidad, pero el diablo en la irascibilidad. Así pues, que los dos 
espíritus habiten juntos es inconveniente, y malo para el hombre en el 
cual residen. Porque si tomas un poco de ajenjo y lo viertes en un tarro de 
miel, ¿no se echa a perder toda la miel, y esto por una cantidad muy 
pequeña de ajenjo? Porque destruye la dulzura de la miel, y ya no tiene el 
mismo atractivo para el que lo posee, porque se ha vuelto amarga y ya es 
inservible. Pero si no se pone el ajenjo en la miel, la miel es dulce y es útil 
para su dueño. Ves [pues] que la longanimidad es muy dulce, más aún que 
la dulzura de la miel, y es útil al Señor, y El reside en ella. Pero la 
irascibilidad es amarga e inútil. Si el temperamento irascible se mezcla, 
pues, con la paciencia, la paciencia es contaminada y la intercesión del 
hombre ya no es útil a Dios.» «Quisiera conocer, Señor», le dije, «la 
obra del temperamento irascible, para que pueda guardarme de él.» «Sí, 
verdaderamente», me contestó; «si tú no te guardas de él —tú y tu 
familia— has perdido toda esperanza. Pero guárdate de él; porque yo 
estoy contigo. Sí, y todoslos hombres deben mantenerse alejados de él, 
todos los que de todo corazón se han arrepentido. Porque yo estoy con 
ellos y los preservaré; porque todos fueron justificados por el ángel 
santísimo. 
[34] II. »Oye ahora», me dijo, «cuán mala es la obra de la irascibilidad, y 
en qué forma subvierte a los siervos de Dios por sí misma, y cómo les lleva 
a extraviarse de la justicia. Pero no descarría a aquellos que están 
plenamente en la fe, ni puede obrar sobre ellos, porque el poder del Señor 
está con ellos; pero a los que están vacíos y son de ánimo indeciso les hace 
descarriar. Porque cuando ve a estos hombres en prosperidad se insinúa 
en el corazón del hombre, y sin ningún otro motivo, el hombre o la mujer 
es agraviada a causa de las cosas seculares, sea sobre comidas o alguna cosa 
trivial, o algún amigo, o sobre dar o recibir, o sobre cuestiones de este 
estilo. Porque todas estas cosas son necias y vanas y sin sentido e 
inconvenientes para los siervos de Dios. Pero la paciencia es grande y 
fuerte, y tiene un poder vigoroso y grande, y es próspera en gran 
 22 
crecimiento, alegre, gozosa y libre de cuidado, glorificando al Señor en 
toda sazón, no teniendo amargura en sí, permaneciendo siempre tranquila 
y dulce. Esta paciencia, pues, reside en aquellos cuya fe es perfecta. Pero el 
temperamento irascible es en primer lugar necio, voluble e insensato; 
luego, de la necedad se engendra rencor; del rencor, enojo; del enojo, ira; 
de la ira, despecho; entonces el despecho es un compuesto de todos estos 
elementos viles y pasa a ser un pecado grande e incurable. Porque cuando 
todos estos espíritus residen en un vaso en que reside también el Espíritu 
Santo, este vaso no puede contenerlos, sino que rebosa. El espíritu 
delicado, pues, no estando acostumbrado a residir con un espíritu malo, ni 
con aspereza, se aparta del hombre de esta clase, y procura residir en 
tranquilidad y calma. Entonces, cuando se ha apartado de aquel hombre 
en el cual reside, este hombre se queda vacío del espíritu justo, y a partir de 
entonces, siendo lleno de malos espíritus, es inestable en todas sus 
acciones, siendo arrastrado de acá para allá por los espíritus malos, y se ve 
del todo cegado y privado de sus buenas intenciones. Esto, pues, ha 
sucedido a todas las personas de temperamento irascible. Abstente, así, del 
temperamento irascible, el peor de los espíritus malos. Pero revístete de 
paciencia, y resiste la irascibilidad y la aspereza, y te hallarás en compañía 
de la santidad que es amada por el Señor. Procura, por tanto, no descuidar 
nunca este mandamiento; porque si dominas este mandamiento, podrás 
asimismo guardar los restantes mandamientos que estoy a punto de darte. 
Mantente firme en ellos dotado de poder; y que todos estén dotados de 
poder, todos cuantos deseen andar en ellos.» 
 
 
Sexto Mandato 
[35] I. «Te encargué», me dijo, «en mi primer mandamiento que 
guardes la fe y el temor y la templanza.» «Sí, señor», le dije. «Pero 
ahora», insistió, «quiero mostrarte sus poderes también, para que puedas 
comprender cuál es el poder y efecto de cada una de ellas. Porque sus 
efectos son dobles y hacen referencia tanto a lo justo como a lo injusto. 
Por consiguiente, tú confía en la justicia, pero no confíes en la injusticia; 
porque el camino de la justicia es estrecho, pero el camino de la injusticia 
es torcido. Pero anda en el camino estrecho [y llano] y deja el torcido. 
Porque el camino torcido no tiene veredas claras, sino lugares sin camino 
marcado, tiene piedras en que tropezar, y es áspero y lleno de espinos. Así 
pues, es perjudicial para los que andan en él. Pero los que andan en el 
camino recto, andan en terreno llano y sin tropezar: porque no es ni 
áspero ni tiene espinos. Ves, pues, que es más conveniente andar en este 
camino.» «Estoy contento, señor», le dije, «de andar en este camino.» 
 23 
«Tú andarás, sí», dijo, «y todo el que se vuelva al Señor de todo corazón 
andará en él.» 
[36] II. «Oye ahora», me dijo, «con respecto a la fe. Hay dos ángeles en 
cada hombre: uno de justicia y otro de maldad.» «Señor», le dije, 
«¿cómo voy, pues, a conocer sus actividades si los ángeles moran en mí?» 
«Escucha», me contestó, «y entiende sus obras. El ángel de justicia es 
delicado y tímido, manso y sosegado. Por lo tanto, cuando éste entra en tu 
corazón, inmediatamente habla contigo de justicia, de pureza, santidad, 
contento, de todo acto justo y toda virtud gloriosa. Cuando todas estas 
cosas entran en tu corazón, sabe que el ángel de justicia está contigo. 
[Estas, pues, son las obras del ángel de justicia.] Confía en él, pues, y en sus 
obras. Ahora, ve las obras del ángel de maldad también. Ante todo, es 
iracundo y rencoroso e insensato, y sus obras son malas y nocivas para los 
siervos de Dios. Siempre que éste entra en tu corazón, conócele por las 
palabras.» «No sé cómo voy a discernirle, Señor», le contesté. 
«Escucha», dijo él. «Cuando te viene un acceso de irascibilidad o rencor, 
sabe que él está en ti. Luego, cuando te acucia el deseo de muchos negocios 
y el de muchas y costosas comilonas y borracheras y de varias lujurias que 
son impropias, y el deseo de mujeres, y la codicia y la altanería y la 
jactancia, y de todas las cosas semejantes a éstas; cuando estas cosas, pues, 
entran en tu corazón, sabe que el ángel de maldad está contigo. Tú, pues, 
reconociendo sus obras, mantente apanado de él, y no confíes en él en 
nada, porque sus obras son malas e impropias de los siervos de Dios. Aquí, 
pues, tienes las obras de los dos ángeles. Entiéndelas, y confía en el ángel 
de justicia. Pero del ángel de maldad mantente apanado, porque su 
enseñanza es mala en todo sentido; porque aunque uno sea un hombre de 
fe, si el deseo de este ángel entra en su corazón, este hombre, o esta mujer, 
ha de cometer algún pecado. Y si además un hombre o una mujer es en 
extremo malo, y las obras del ángel de justicia entran en el corazón de este 
hombre, por necesidad ha de hacer algo bueno. Ves, pues», dijo, «que es 
bueno seguir al ángel de justicia y despedirse del ángel de maldad. Este 
mandamiento declara lo que hace referencia a la fe, para que puedas 
confiar en las obras del ángel de justicia y, haciéndolas, puedas vivir para 
Dios. Pero cree que las obras del ángel de maldad son difíciles; así que, al 
no hacerlas, vivirás ante Dios.» 
 
 
Séptimo Mandato 
[37] «Teme al Señor», me dijo, «y guarda sus mandamientos. Así que 
guardando los mandamientos de Dios serás poderoso en toda obra, y tus 
actos serán incomparables. Porque en tanto que temas al Señor, harás 
 24 
todas las cosas bien. Este es el temor con el cual deberías temer y ser salvo. 
Pero no temas al diablo; pues si temes al Señor, te enseñorearás del diablo, 
porque no hay poder en él. [Porque] de aquel en quien no hay poder, 
tampoco hay temor; pero a aquel cuyo poder es glorioso, a éste hay que 
temer. Porque todo aquel que tiene poder es temido, en tanto que el que 
no tiene poder es despreciado por todos. Pero teme las obras del diablo, 
porque son malas. Cuando tú temas al Señor, temerás las obras del diablo 
y no las harás, sino que te abstendrás de ellas. El temor es, pues, de dos 
clases. Si deseas hacer lo malo, teme al Señor, y no lo hagas. Pero si deseas 
hacer lo bueno, teme al Señor y hazlo. Por tanto, el temor del Señor es 
poderoso y grande y glorioso. Teme al Señor, pues, y vivirás para El; sí, y 
todos los que guardan sus mandamientos y le temen, vivirán para Dios.» 
«¿Por qué, Señor», le pregunté, «has dicho con respecto a los que 
guardan sus mandamientos: "Vivirán para Dios"?» «Porque», me dijo, 
«toda criatura teme al Señor, pero no todos guardan sus mandamientos. 
Así pues, los que le temen y guardan sus mandamientos, tienen vida ante 
Dios; pero los que no guardan sus mandamientos no tienen vida en sí.» 
 
 
Octavo Mandato 
[38] «Te dije», prosiguió, «que las criaturas de Dios tienen dos aspectos; 
porque la templanza también los tiene. Porque en algunas cosas esjusto 
ser templado, pero en otras no lo es.» «Dame a conocer, señor», le dije, 
«en que cosas es recto ser templado y en qué cosas no lo es.» «Escucha», 
me dijo: «Sé templado respecto a lo que es malo, y no lo hagas; pero no 
seas templado respecto a lo que es bueno, sino hazlo. Porque si eres 
templado para lo que es bueno, de modo que no lo haces, cometes un gran 
pecado; pero si eres templado respecto a lo que es malo, de modo que no 
lo ejecutas, haces una gran justicia. Sé templado, por consiguiente, 
absteniéndote de toda maldad, y haz lo que es bueno.» «¿Qué clases de 
maldad, Señor», le dije, «son aquellas de que hemos de abstenernos 
siendo templados?» «Oye», me dijo; «del adulterio y la fornicación, del 
libertinaje y la embriaguez, de la lujuria perversa, de las muchas viandas y 
lujos de los ricos, del jactarse y la altivez y el orgullo, de la falsedad y hablar 
mal y la hipocresía, la malicia y toda blasfemia. Estas obras son las más 
perversas de todas en la vida de los hombres. De estas obras, pues, el siervo 
de Dios debe abstenerse, siendo templado; porque el que no es templado 
de modo que no se abstiene de ellas, tampoco vive para Dios. Escucha, 
pues, lo que ocurre a éstos.» «¡Cómo!», dije, «¿hay otros actos malos 
todavía, Señor?» «Sí», me dijo, «hay muchos ante los cuales el siervo de 
Dios ha de ser templado y abstenerse: hurtos, falsedades, privaciones, 
falsos testimonios, avaricia, malos deseos, engaño, vanagloria, jactancia, y 
 25 
todas las cosas que son semejantes. ¿No crees que estas cosas son malas, sí, 
muy malas», [dijo Él], «para los siervos de Dios? En todas estas cosas el 
que sirve a Dios debe ejercer templanza y abstenerse de ellas. Sé, pues, 
templado, y abstente de todas estas cosas, para que puedas vivir para Dios 
y ser contado entre los que ejercen dominio propio en ellas. Estas son, por 
tanto, las cosas de las cuales debes abstenerte. Ahora escucha», dijo, «las 
cosas en que no deberías ejercer abstención, sino hacerlas. No ejerzas 
abstención en lo que es bueno, sino hazlo.» «Señor», le dije, 
«muéstrame el poder de las cosas buenas también, para que pueda andar 
en ellas, y servirlas, para que haciéndolas me sea posible ser salvo.» «Oye 
también», me dijo, «las cosas buenas que debes hacer, de las cuales no 
tienes que abstenerte. Primero están la fe, el temor del Señor, el amor, la 
concordia, las palabras de justicia, verdad, paciencia; no hay nada mejor 
que estas cosas en la vida de los hombres. Si un hombre las guarda, y no se 
abstiene de ellas, es bienaventurado en esta vida. Oye ahora las otras que 
se sigue de ellas: ministrar a las viudas, visitar a los huérfanos y 
necesitados, rescatar a los siervos de Dios en sus aflicciones, ser 
hospitalario (porque en la hospitalidad se ejerce la benevolencia una y otra 
vez), no resistir a otros, ser tranquilo, mostrarse más sumiso que todos los 
demás, reverenciar a los ancianos, practicar la justicia, observar el 
sentimiento fraternal, soportar las ofensas, ser paciente, no guardar 
rencor, exhortar a los que están enfermos del alma, no echar a los que han 
tropezado en la fe, sino convertirlos y darles ánimo, reprender a los 
pecadores, no oprimir a los deudores e indigentes, y otras acciones 
semejantes. ¿Te parecen buenas?», me preguntó. «¿Cómo, Señor! ¿Puede 
haberlas mejores», le contesté. «Entonces anda con ellas», me dijo, «y 
no te abstengas de ellas, y vivirás para Dios. Guarda este mandamiento, 
pues. Si obras bien y no te abstienes de hacerlo, vivirás para Dios; sí, y 
todos los que obren así vivirán para Dios. Y de nuevo, si no obras mal, 
sino que te abstienes de él, vivirás para Dios; sí, y vivirán para Dios todos 
los que guardan estos mandamientos y andan en ellos.» 
 
 
Noveno Mandato 
[39] Y él me dijo: «Aparta de ti todo ánimo indeciso y no dudes en 
absoluto de si has de hacer suplicar a Dios, diciéndote a ti mismo: "¿Cómo 
puedo pedir una cosa del Señor y recibirla siendo así que he cometido 
tantos pecados contra Él?" No razones de esta manera, sino vuélvete al 
Señor de todo corazón, y no le pidas nada vacilando, y conocerás su gran 
compasión, pues Él, sin duda, no te abandonará, sino que cumplirá la 
petición de tu alma. Porque Dios no es como los hombres que guardan 
rencores, sino que El mismo es sin malicia y tiene compasión de sus 
 26 
criaturas. Limpia, pues, tu corazón de todas las vanidades de esta vida, y de 
las cosas mencionadas antes; y pide al Señor, para que recibas todas las 
cosas, y no se te negará ninguna de todas tus peticiones si no pides al 
Señor las cosas vacilando. Pero si fluctúas en tu corazón no recibirás 
ninguna de tus peticiones. Porque los que vacilan respecto a Dios son los 
de ánimo indeciso, y éstos nunca obtienen sus peticiones. Pero los que 
están llenos en la fe, hacen todas sus peticiones confiando en el Señor, y 
reciben porque piden sin vacilación, sin dudar; porque todo hombre de 
ánimo indeciso, si no se arrepiente, difícilmente se salvará. Purifica, pues, 
tu corazón de toda duda en tu ánimo, y ten fe, porque es fuerte, y confía 
en Dios para que recibas todas las peticiones que haces; y si después de 
pedir algo al Señor recibes tu petición con alguna demora, no vaciles en tu 
ánimo porque no has recibido la petición de tu alma al instante. Porque es 
por razón de alguna tentación o alguna trasgresión de la que tú no sabes 
nada que no recibes la petición sino con demora. Por tanto, no ceses en 
hacer la petición de tu alma, y la recibirás. Pero si te cansas, y dudas 
cuando pides, cúlpate a ti mismo y no a Aquel que te lo da. Resuelve esta 
indecisión; porque es mala y sin sentido, y desarraiga a muchos de la fe, sí, 
incluso a hombres fieles y fuertes. Porque verdaderamente esta duda en el 
ánimo es hija del diablo y causa gran daño a los siervos de Dios. Por tanto, 
desprecia estas dudas del ánimo y domínalas en todo, revistiéndote de fe, 
que es fuerte y poderosa. Puesto que la fe promete todas las cosas, realiza 
todas las cosas; pero el ánimo indeciso, que no tiene confianza en sí 
mismo, falla en todas las obras que hace. Ves, pues», dijo, «que la fe viene 
de arriba, del Señor, y tiene gran poder; pero el ánimo vacilante es un 
espíritu terreno del diablo, y no tiene poder. Por tanto, sirve a la fe que 
tiene poder, y mantente lejos del ánimo vacilante, y vivirás para Dios; sí, y 
todos los que piensan igual vivirán para Dios.» 
 
 
Décimo Mandato 
[40] I. «Ahuyenta de ti la tristeza», me dijo, «porque es la hermana del 
ánimo indeciso y el temperamento irascible.» «¿Cómo, Señor», le dije, 
«es hermana de éstos? Porque el temperamento irascible me parecer ser 
una cosa; el ánimo vacilante, otra; la pena, otra.» «Eres un necio», me 
contestó, «[y] no te das cuenta que la tristeza es peor que todos los 
espíritus, y muy fatal para los siervos de Dios, y más que todos los espíritus 
destruye al hombre, y apaga al Espíritu Santo, y por otro lado lo salva.» 
«Yo, Señor», le dije, «no tengo entendimiento, y no comprendo estas 
parábolas. Porque ¿cómo puede destruir y salvar?, esto no lo 
comprendo.» «Escucha», me dijo: «Los que nunca han investigado 
respecto a la verdad, ni inquirido respecto a la divinidad, sino meramente 
 27 
creído, y se han mezclado en negocios y riquezas y amigos paganos y 
muchas otras cosas de este mundo; cuantos, digo, se dedican a estas cosas, 
no comprenden las parábolas de la deidad; porque han sido 
entenebrecidos por sus acciones, y se han corrompido y hecho 
infructuosos. Como las viñas buenas, que cuando se las abandona y 
descuida se vuelven infructuosas por las zarzas y hierbas de todas clases, lo 
mismo los hombres que, después de haber creído, caen en estas muchas 
ocupaciones que hemos mencionado antes, pierden su entendimiento y 
no comprenden nada en absoluto con respecto a la justicia; porque si oyen 
acerca de la deidad y la verdad, su mente está absorta en sus ocupaciones, y 
no perciben nada en absoluto. Pero si tienen el temor de Dios, e 
investigan con respectoa la deidad y a la verdad, y dirigen su corazón 
hacia el Señor, perciben y entienden todo lo que se les dice más 
rápidamente, porque el temor del Señor está en ellos; porque donde reside 
el Señor, allí también hay gran entendimiento. Adhiérete, pues, al Señor, y 
comprenderás y advertirás todas las cosas. 
[41] II. »Escucha ahora, hombre sin sentido», me dijo, «en qué forma la 
tristeza oprime al Espíritu Santo y le apaga, y en qué forma salva. Cuando 
el hombre de ánimo indeciso emprende alguna acción, y fracasa en ella 
debido a su ánimo indeciso, la tristeza entra en el hombre, y contrista al 
Espíritu Santo y lo apaga. Luego, cuando el temple irascible se adhiere al 
hombre con respecto a algún asunto, y está muy contrariado, de nuevo la 
tristeza entra en el corazón del hombre que estaba contrariado y es 
compungido por el acto que ha cometido, y se arrepiente de haber obrado 
mal. Esta tristeza, pues, parece traer salvación, porque se arrepiente de 
haber hecho el mal. Así pues, las operaciones entristecen al Espíritu, 
primero, el ánimo indeciso entristece al Espíritu, porque no consigue el 
asunto que quiere, y el temple irascible también, puesto que hizo algo 
malo. Por consiguiente, los dos contristan al Espíritu: el ánimo indeciso y 
el temple irascible. Ahuyenta de ti, pues, tu tristeza, y no aflijas al Espíritu 
Santo que mora en ti, para que no suceda que interceda a Dios [contra ti] 
y se aparte de ti. Porque el Espíritu de Dios, que fue dado a esta carne, no 
soporta la tristeza ni el ser constreñido. 
[42] III. »Por tanto, revístete de alegría y buen ánimo, que siempre tiene 
favor delante de Dios, y le es aceptable, y regocíjate en ellos. Porque todo 
hombre animoso obra bien, y piensa bien, y desprecia la tristeza; pero el 
hombre triste está siempre cometiendo pecado. En primer lugar comete 
pecado, porque contrista al Espíritu Santo, que fue dado al hombre siendo 
un espíritu animoso; y en segundo lugar, al contristar al Espíritu Santo, 
pone por obra iniquidad, ya que ni intercede ante Dios ni le confiesa. 
Porque la intercesión de un hombre triste nunca tiene poder para 
ascender al altar de Dios.» «¿Por qué», pregunté yo, «la intercesión del 
que está triste no asciende al altar?» Me contestó: «Porque la tristeza está 
situada en su corazón. Por ello, la tristeza mezclada con la intercesión no 
 28 
permite que la intercesión ascienda pura al altar. Porque como el vinagre 
cuando se mezcla con vino en el mismo (vaso) no tiene el mismo sabor 
agradable, del mismo modo la tristeza mezclada con el Espíritu Santo no 
produce la misma intercesión (que produciría el Espíritu Santo solo). Por 
consiguiente, purifícate de tu malvada tristeza, y vivirás para Dios; si, y 
todos viven para Dios, los que echan de sí la tristeza y se revisten de buen 
ánimo y alegría.» 
 
 
Decimoprimero Mandato 
[43] Y me mostró a unos hombres sentados en un sofá, y a otro hombre 
sentado en una silla. Y me dijo: «¿Ves a éstos que están sentados en el 
sofá?» «Los veo, Señor», le dije. «Estos», me contestó, «dan fruto, pero 
el que está sentado en la silla es un falso profeta que destruye la mente de 
los siervos de Dios —es decir, los de ánimo vacilante, no de los fieles—. 
Estos de ánimo indeciso, por tanto, van a él como un adivinador e 
inquieren de él lo que les sucederá. Y él, el falso profeta, no teniendo 
poder de un Espíritu divino en sí, habla con ellos en concordancia con sus 
preguntas [y en concordancia con las concupiscencias de su maldad], y 
llena sus almas según ellos desean que sean llenadas. Porque, siendo vacío 
él mismo, da respuestas vacías a los inquiridores vacíos; porque a toda 
pregunta que se le haga, responde en conformidad con lo vacío del 
hombre. Pero dice también algunas palabras de verdad; porque el diablo le 
llena de su propio espíritu, por si acaso le es posible abatir a algunos de los 
justos. Así pues, todos los que son fuertes en la fe del Señor, revestidos de 
la verdad, no se unen a estos espíritus, sino que se mantienen a distancia 
de ellos; pero cuantos son de ánimo vacilante y cambian su opinión con 
frecuencia, practican la adivinación como los gentiles y acarrean sobre sí 
mismos mayor pecado con sus idolatrías. Porque el que consulta a un 
profeta falso sobre alguna cosas, es un idólatra y está exento de la verdad y 
de sentido. Porque a ningún Espíritu dado por Dios hay necesidad de 
consultarle, sino que, teniendo el poder de la deidad, dice todas las cosas 
de sí mismo, porque es de arriba, a saber, del poder del Espíritu divino. 
Pero el espíritu que es consultado, y habla en conformidad con los deseos 
de los hombres, es terreno y voluble, no teniendo poder; y no habla en 
absoluto, a menos que sea consultado.» «¿Cómo, pues, señor», le dije, 
«sabrá un hombre quién es un profeta y quién es un profeta falso?» 
«Escucha», me contestó, «respecto a estos dos profetas; y, como te diré, 
así pondrás a prueba al profeta y al falso profeta. Por medio de su vida pon 
a prueba al hombre que tiene el Espíritu divino. En primer lugar, el que 
tiene el Espíritu [divino], que es de arriba, es manso y tranquilo y 
humilde, y se abstiene de toda maldad y vano deseo de este mundo 
 29 
presente, y se considera inferior a todos los hombres, y no da respuesta a 
ningún hombre cuando inquiere de él, ni habla en secreto (porque 
tampoco habla el Espíritu Santo cuando un hombre quiere que lo haga), 
sino que este hombre habla cuando Dios quiere que lo haga. Así pues, 
cuando el hombre que tiene el Espíritu divino acude a una asamblea de 
hombres justos, que tienen fe en el Espíritu divino, y se hace intercesión a 
Dios en favor de la congregación de estos hombres, entonces el ángel del 
espíritu profético que está con el hombre llena al hombre, y éste, siendo 
lleno del Espíritu Santo, habla a la multitud, según quiere el Señor. De 
esta manera, pues, el Espíritu de la deidad será manifestado. Esta, por 
tanto, es la grandeza del poder que corresponde al Espíritu de la divinidad 
que es del Señor.» «Oye ahora», me dijo, «respecto al espíritu terreno y 
vano, que no tiene poder, sino que es necio. En primer lugar, este hombre 
que parece tener un espíritu, se exalta a sí mismo, y desea ocupar un lugar 
principal, e inmediatamente es imprudente y desvergonzado y charlatán y 
habla familiarizado en -muchas cosas lujuriosas y muchos otros engaños, y 
recibe dinero por su actividad profética, y si no lo recibe, no profetiza. 
Ahora bien, ¿puede un Espíritu divino recibir dinero y profetizar? No es 
posible que un profeta de Dios haga esto, sino que el espíritu de estos 
profetas es terreno. En segundo lugar, nunca se acerca a una asamblea de 
justos; sino que los evita, y se junta con los de ánimo indeciso y vacíos, y 
profetiza para ellos en los rincones, y los engaña, diciéndoles toda clase de 
cosas en vaciedad, para gratificar sus deseos; porque también son vacíos 
aquellos a los que contesta. Porque el vaso vacío es colocado junto con el 
vacío, y no se rompe, sino que están de acuerdo el uno con el otro. Pero 
cuando este hombre entra en una asamblea llena de justos, que tienen un 
Espíritu de la divinidad, y ellos hacen intercesión, este hombre es vacío, y 
el espíritu terreno huye de él con temor, y el hombre se queda mudo y se 
queda desconcertado, sin poder decir una sola palabra. Porque si colocas 
vino o aceite en una alacena, y pones una vasija vacía entre ellos, y luego 
deseas vaciar la alacena, la vasija que habías colocado allí vacía la vas a sacar 
vacía. Del mismo modo, también, los profetas vacíos, siempre que se 
ponen en contacto con los espíritus de los justos, después quedan igual 
que antes. Te he mostrado la vida de las dos clases de profetas. Por lo 
tanto, pon a prueba, por su vida y sus obras, al hombre que dice que es 
movido por el Espíritu. Así pues, confía en el Espíritu que viene de Dios y 
tiene poder; pero en el espíritu terreno y vacío no pongas confianza 
alguna; porque en él no hay poder, puesto que viene del diablo. Escucha

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