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Serie Extensión Colección Estudios Sociales y Humanidades DE LA IMAGINACIÓN A LA REPRESENTACIÓN Cecilia Saleme Editora De la imaginación a la representación / Leandro C. Arce ... [et al.] ; editado por Cecilia Saleme. - 1a ed. - Bahía Blanca : Editorial de la Universidad Nacional del Sur. Ediuns, Sociedad Argentina de Lingüística, 2016. Libro digital, PDF Archivo Digital: descarga y online ISBN 978-987-655-100-7 1. Lingüística. I. Arce, Leandro C. II. Saleme, Cecilia, ed. CDD 410 No se permite la reproducción parcial o total, el alquiler, la transmisión o la transformación de este libro, en cualquier forma o por cualquier medio, sea electrónico o mecánico, mediante fotocopias, digitalización u otros métodos, sin el permiso previo y escrito del editor. Su infracción está penada por las Leyes n.° 11723 y 25446. Queda hecho el depósito que establece la Ley n.° 11723 Bahía Blanca, Argentina, marzo de 2016. © 2016. EdiUNS. © 2016. Sociedad Argentina de Lingüística Red de Editoriales de Universidades Nacionales Editorial de la Universidad Nacional del Sur Santiago del Estero 639, Bahía Blanca, Argentina www.ediuns.uns.edu.ar | ediuns@uns.edu.ar Facebook: Ediuns | Twitter: @Ediuns Libro Universitario Argentino Volúmenes temáticos de la Sociedad Argentina de Lingüística Serie 2014 Editores generales de la Serie: Isolda E. Carranza Universidad Nacional de Córdoba – CONICET Yolanda Hipperdinger Universidad Nacional del Sur – CONICET Cecilia Muse Universidad Nacional de Córdoba Alejandro Parini Universidad de Buenos Aires – Universidad de Belgrano En esta nueva Serie de Volúmenes temáticos se publica una selección de trabajos presentados en el XIV Congreso de la Sociedad Argentina de Lingüística, desarrollado en sede de la Universidad Nacional de Catamarca en abril de 2014, cuyos autores decidieron someterlos a evaluación. Los trabajos evaluados favorablemente que conforman esta nueva serie de Volúmenes temáticos corresponden a diversas áreas de los estudios sobre el lenguaje, organizados de acuerdo con su afinidad temática. El trabajo de edición ha estado a cargo de especialistas en las diversas áreas. Nuestro agradecimiento tanto a ellos como a todos los colegas que han actuado en la evaluación correspondiente y, por supuesto, a los autores. Índice Evaluadores de volúmenes temáticos: Serie 2014 5 Autores del volumen 8 Introducción 9 Cecilia Saleme Cognición, imaginación creadora y escritura literaria: hacia un marco sociocognitivo integrador 15 Leandro C. Arce Manuel J. Castilla: la voz del silencio 36 Beatriz Hernández Identidad, hibridación y traducción en la obra de Assia Djebar 58 Ana María Gentile, María Leonor Sara Juegos inter/intra-lingüísticos: modos de representación identitaria en textos literarios chicanos 77 Cecilia Saleme La Ficción Multimodal: breve recorrido teórico y principales supuestos actuales 100 Mariana Mussetta Página | 5 Evaluadores de volúmenes temáticos Serie 2014 Lidia Aguirre Universidad Nacional de Catamarca Marilina Aibar Universidad Nacional de Catamarca Bibiana Amado Universidad Nacional de Córdoba Liliana Anglada Universidad Nacional de Córdoba Josefa Berenguer Universidad Nacional de San Juan Liliana Berenguer Universidad Nacional de San Juan Cristina Boccia Universidad Nacional de Cuyo Marisel Bollati Universidad Nacional de San Juan Adriana Coscarelli Universidad Nacional de La Plata Lorena de-Matteis Universidad Nacional del Sur - CONICET Silvina Douglas Universidad Nacional de Tucumán Ana Fernández Garay Universidad Nacional de La Pampa - CONICET Adriana Gonzalo Universidad Nacional del Litoral Eugenia Flores de Molinillo Universidad Nacional de Tucumán María Soledad Funes Universidad de Buenos Aires - CONICET Gina Furlán Universidad Nacional de Córdoba María Victoria Goicoechea Universidad Nacional del Comahue Página | 6 Nora González Universidad Nacional del Sur María Elena Hauy Universidad Nacional de Catamarca Laura Eugenia Hlavaka Universidad Nacional de Cuyo Ana María Huvelle Universidad Nacional de La Pampa Ubirata Kickhöfel Alves Universidade Federal do Rio Grade do Sul - CNPq Estela Klett Universidad de Buenos Aires Inés Kuguel Universidad Nacional de General Sarmiento Graciela Llopis Universidad Nacional de Catamarca Maria-Rosa Lloret Universitat de Barcelona Esther López Universidad Nacional de Tucumán - CONICET Mario López Barrios Universidad Nacional de Córdoba Laura Mandatori Universidad Nacional de Catamarca Héctor Manni Universidad Nacional del Litoral Angelita Martínez Universidad Nacional de La Plata Luis Paris Molina Universidad Nacional de Cuyo - CONICET Manuel José Morales Morales Universidad de Antioquia Judith Moreno Universidad Nacional de Catamarca Cecilia Muse Universidad Nacional de Córdoba Teresa Oteiza Pontificia Universidad Católica de Chile Constanza Padilla Universidad Nacional de Tucumán - CONICET María Laura Perassi Universidad Nacional de Córdoba Liliana Pérez Universidad Nacional de Rosario Melina Porto Universidad Nacional de La Plata Suana Rezzano Universidad Nacional de San Luis Elizabeth M. Rigatuso Universidad Nacional del Sur - CONICET Dora Riestra Universidad Nacional de Río Negro Página | 7 Silvia A. Rivero Universidad Nacional de Rosario Patricia Rogieri Universidad Nacional de Rosario María Belén Romano Universidad Nacional de Tucumán - CONICET Cecilia Saleme Universidad Nacional de Tucumán Eva Salgado Andrade Centro de Investigación y Estudios Superiores en Antropología Social de México Leonor Sara Universidad Nacional de La Plata Sebastián Sayago Universidad Nacional de la Patagonia «San Juan Bosco» Silvia Sosa Universidad Nacional de Córdoba Guillermo Soto-Vergara Universidad de Chile Patricia Supisiche Universidad Nacional de Córdoba- Universidad Nacional de Villa María Diana Tamola de Spiegel Universidad Nacional de Cuyo Stella Maris Tapia Universidad Nacional de Río Negro Mariana Morón Usandivaras Universidad de Buenos Aires - CONICET Pablo von Stecher Universidad de Buenos Aires - CONICET Página | 8 Autores del volumen Leandro C. Arce Universidad Nacional de Catamarca prof.leandro.arce@gmail.com Ana María Gentile Universidad Nacional de La Plata anamariagentile@gmail.com Beatriz Hernández Universidad del Salvador beatrizhernandez24@yahoo.com.ar Mariana Mussetta Universidad Nacional de Villa María marianamussetta@hotmail.com Cecilia Saleme Universidad Nacional de Tucumán Saleme.cecilia@gmail.com María Leonor Sara Universidad Nacional de La Plata Leonor_sara@yahoo.com.ar mailto:marcelabassano@hotmail.com mailto:anamariagentile@gmail.com mailto:beatrizhernandez24@yahoo.com.ar mailto:marianamussetta@hotmail.com mailto:Saleme.cecilia@gmail.com mailto:Leonor_sara@yahoo.com.ar Página | 9 Introducción La escritura creativa en prosa o en verso se realiza por diversas razones: para expresar emociones, para gozar del placer de deleitarse con el sonido y la belleza de las palabras, para reproducir experiencias, para crear conciencia identitaria, para realizar resistencia política, para denunciar injusticias sociales. La escritura creativa también es un instrumento para comunicarnos con otros más allá del tiempo y el espacio, para conocernos a nosotros mismos y hacernos conocer por otros. Este fenómeno comunicacional se establece en las realizaciones particulares de múltiples lenguas sumadas a otros tantos talentos naturales y a los esfuerzos deliberados de puños y plumas. El escritor creativo cautiva con su capacidad de combinar sonidos, imágenes y figuras. Propone transposiciones imaginarias que nos conmueven, nos representany nos identifican. El universo imaginario de la literatura se modela en relación a un mundo de referencias: las extrapola, las sintetiza, las deforma, excede los límites de la lógica para adentrarse en paisajes inexistentes, pero posibles y comprensibles, lo que sugiere un entramado de sig- nificados que atraviesa y trasciende los sujetos lectores. La riqueza de la creatividad literaria nace en la relación entre misteriosa y metódica de las ideas con su representación lingüística. Los signos lingüísticos no reflejan directamente la realidad sino que ellos son producto de una actividad de abstracción y Cecilia Saleme Página | 10 generalización que los distancia del presente perceptivo para poder referirse a dimensiones del tiempo pasado, presente o futuro, reales o imaginarios (Colombo, 2008: 19). Es así como el ser humano es el único que puede articular sonidos y asociarlos a significados múltiples; es el único que puede asociar esos significados a imágenes y conceptos abstractos; es el único que puede crear mundos y personajes ficcionales. El texto literario es un producto lingüístico-cultural pensado e ideado en un contexto histórico-político-social particular. El escritor, al crear y representar diferentes universos, también se crea y se define como agente cultural comprometido con su comunidad y su tiempo. Al representar las tensiones y los conflictos sociales, cuestiona e interpela las jerarquías de poder, las estigmatizaciones y los este- reotipos. Habla de su época y su espacio, informa sobre su contexto geopolítico, sus tradiciones y sus prácticas lingüísticas. La selección de palabras, de estructuras sintácticas y de los contenidos temáticos configura significados y estilos que representan maneras particulares de procesar experiencias, perspectivas y relaciones humanas. En otras palabras, «el mundo exterior adquiere significado por medio de la representación que se pueda realizar de este» (Victoriano y Darrigandi, 2010: 252). Es así que los cinco trabajos reunidos en este volumen hacen un recorrido desde el desarrollo intencional de la imaginación creadora como práctica pedagógica para mejorar la competencia escrituraria hasta los análisis de diversas formas de representación literaria y multimodal. ¿Se puede enseñar y aprender a usar la imaginación? Se intenta responder esta inquietud en el primer trabajo de esta selección, un aporte de Leandro Arce (Universidad Nacional de Catamarca) intitulado Cognición, imaginación creadora y escritura literaria: Introducción Página | 11 Hacia un marco sociocognitivo integrador. El autor parte de la hipótesis que las prácticas de escritura literaria son necesarias para desarrollar habilidades cognitivas que podrán ser proyectadas y transferidas a la escritura académica. Arce sostiene que la literatura permite al joven escritor expresarse creativamente para producir una representación del mundo en un texto. En el proceso creativo entran en juego operaciones cognitivas que llevan a descubrir nuevas maneras de describir el mundo y de dar sentido a la experiencia humana (Goyes Morán y Klein, 2012: 10; Arce, en prensa). Es por eso que Arce plantea rescatar el concepto, propuesto por Vigotsky en 1930, de la imaginación creadora como motor de toda práctica cultural. El autor plantea que desarrollar el componente imaginativo puede contribuir a optimizar la competencia escrituraria general. La imaginación interviene no solo en la combinación de vocablos para crear figuras e imágenes, sino también para sonorizar el silencio y visibilizar lo oculto. De esto trata el trabajo de Beatriz Hernández (Universidad del Salvador), Manuel J. Castilla: la voz del silencio. Sobre la base del concepto de transculturación (Ortiz, 1940 y Rama, 2008) se desarrolla el análisis de dos poemas del autor salteño atravesados por la crisis y la fragmentación propias del mundo occidental moderno. Castilla se apropia de formas y estrategias estilísticas, características de la vanguardia europea, para dar una voz poética al espacio silenciado del nativo americano. De este modo, el análisis semántico y semiótico plantea la lectura de los textos poéticos seleccionados como la metáfora un mundo ocultado, de las lenguas e identidades perdidas. A través de una matriz de silencios, los poemas se articulan dinámicamente con su contexto socio-histórico. Así como una lengua puede hablar por los que no tienen voz, diferentes lenguas pueden interactuar para articular conflictos identi- tarios y desencuentros interpersonales. En Identidad, hibridación y traducción en la obra de Assia Djebar, Ana María Gentile y María Cecilia Saleme Página | 12 Leonor Sara (Universidad Nacional de La Plata) realizan el análisis de dos textos de la novelista magrebí en los que resulta interesante explorar la construcción de la identidad individual y colectiva atravesada por cuatro lenguas: el berebere, el árabe dialectal, el árabe clásico y el francés argelino. Al yuxtaponer las distintas lenguas de colonizado y colonizador, la literatura magrebí expone la alteridad, interpela las jerarquías de poder y manifiesta la resistencia de los oprimidos. Desde un enfoque teórico y metodológico propio de las teorías poscoloniales y traductológicas, las autoras indagan sobre los espacios de hibridación, identidad y traducción presentes en la obra de Assia Djebar. De manera análoga, lenguas disímiles también pueden yuxta- ponerse, combinarse y fusionarse para representar las complejidades de las identidades transnacionales e interculturales. Cecilia Saleme (Universidad Nacional de Tucumán) realiza un análisis discursivo y semiótico de creaciones poéticas de tres autores bilingües en Juegos inter/intralingüísticos: modos de representación identitaria en textos literarios chicanos con el fin de explorar la realización y la representación del tercer espacio de enunciación. Los chicanos conforman una comunidad lingüístico-cultural fronteriza no solo por estar atravesada por la línea divisoria entre Estados Unidos y México, sino también porque su ascendencia étnica mestiza los vincula a conquistadores españoles y pueblos indígenas nativos, y su lengua resulta ser un conglomerado de inglés, español y caló. El análisis plantea que los usos creativos de la afijación, la combinación y la composición pueden interpretarse como estrategias de representación identitaria y cultural. Es así que la imaginación creadora no parece tener límites. Cuando la riqueza lingüística parece insuficiente, la experimentación con tipografías, la incorporación de imágenes y la innovación en el diseño tradicional de la página se complementan para incrementar las po- Introducción Página | 13 sibilidades expresivas de la ficción. Como este fenómeno creativo se ha convertido en objeto de investigación hace relativamente poco, con la crítica posmoderna, Mariana Mussetta (Universidad Nacional de Villa María), en su trabajo La ficción multimodal: breve recorrido teórico y principales supuestos actuales, propone explorar las líneas teóricas más recientes que se han elaborado para dar cuenta de los recursos y efectos plasmados en los textos ficcionales multimodales. El objetivo de la autora es echar una mirada crítica sobre los recursos semióticos que contribuyen a la interpretación del texto multimodal y que resaltan las potencialidades de la ficción para entretejer lo lingüístico y lo visual para crear significados. En conclusión, De la imaginación a la representación invita al lector a explorar el proceso de la escritura creativa desde su concepción en la imaginación creadora hasta su realización concreta sobre el papel. Se encontrará enriqueciéndose a cada paso, descubriendo las potencialidades de la pluma, la palabra y la imagen para crear un sinnúmero de universos de sentido. La variedad de formas de representar ideas, experiencias y sensaciones parece inagotable. Cecilia Saleme Tucumán, diciembre 2015Cecilia Saleme Página | 14 Referencias Colombo, M.E. (2008). Lenguaje. Una introducción al estudio de las habilidades humanas para significar. Buenos Aires: Eudeba. Victoriano, F. y Darrigrandi, C. (s/f). Representación. En Szurmuk, M. y Irwin, R.M. (Coords.) Diccionario de estudios culturales latinoamericanos (249-254). Buenos Aires: Siglo XXI Editores. De la imaginación a la representación, Cecilia Saleme, Editora, ISBN 978-987-655-100-7, págs. 15-35. Página | 15 Cognición, imaginación creadora y escritura literaria: hacia un marco sociocognitivo integrador Leandro C. Arce Universidad Nacional de Catamarca prof.leandro.arce@gmail.com Catamarca, Argentina Resumen En el marco del proyecto de investigación La escritura de ficción como práctica educativa. Su rol en el logro de competencias escritoras (Universidad Nacional de Catamarca - Secretaría de Ciencia y Tecnología, 2012-2015), que se asienta en el supuesto de que la práctica asidua en actividades de escritura de textos de ficción contribuye al desarrollo y fortalecimiento de la conciencia metalin- güística y de las habilidades y competencias relacionadas con los procesos de escritura, el presente trabajo rescata los desarrollos de la Psicolingüística aplicados al estudio de los procesos implicados en la escritura, que han permitido construir un marco conceptual y metodológico para la comprensión de la complejidad del fenómeno. En trabajos anteriores, he propuesto una revisión de los principales modelos psicolingüísticos elaborados para explicar los diversos factores intervinientes en el proceso de escritura, con el objeto de mailto:prof.leandro.arce@gmail.com Leandro C. Arce Página | 16 seleccionar aquellos planteos que mejor se ajusten al desarrollo de estrategias didácticas para instalar la escritura de ficción como práctica pedagógica heurística reflexiva para el desarrollo de la competencia escrituraria. Los principales modelos analizados parecen no prestar atención a la importancia del componente imaginativo del proceso de escritura. En este sentido, en esta comunicación propongo rescatar el aporte de Vigotsky (1930) al abordar el concepto de imaginación creadora, que vendría a completar la propuesta explica- tiva de los modelos sociocognitivos de la escritura a los fines de elaborar propuestas de escritura tendientes a desarrollar el componente imaginativo, las que, en definitiva, pueden llegar a contribuir al desarrollo de la competencia escrituraria general. Introducción El presente trabajo se enmarca en el proyecto de investigación La escritura de ficción como práctica educativa. Su rol en el logro de competencias escritoras (Universidad Nacional de Catamarca – Secretaría de Ciencia y Tecnología, 2012-2015), que se asienta en el supuesto de que la práctica asidua en actividades de escritura de textos de ficción contribuye al desarrollo y fortalecimiento de la conciencia metalingüística y de las habilidades y competencias re- lacionadas con los procesos de escritura. En esta línea, rescato los desarrollos de la Psicolingüística aplicados al estudio de los procesos implicados en la escritura, que han permitido construir un marco conceptual y metodológico para la comprensión de la complejidad del fenómeno. En esta comunicación propongo rescatar el aporte de Vigotsky (1930) al abordar el concepto de imaginación creadora, que vendría a complementar la propuesta explicativa de los modelos sociocognitivos de la escritura. Cognición, imaginación creadora y escritura literaria: hacia un… Página | 17 Cognición, imaginación creadora y escritura literaria En trabajos anteriores (Arce, en prensa) he abordado una revisión de diferentes modelos que se han propuesto para explicar las distintas operaciones implicadas en el proceso de escritura, desde los modelos de producto, pasando por los modelos de etapas, los modelos de proceso o cognitivos y, finalmente, los modelos ecológicos o con- textuales (Cassany, 1987, 1990, 1993, 1995, 2000; Castelló, 1995, 1999, 2002; Camps y Castelló, 1996; Díaz Blanca, 2002; Marinkovich, 2002, Lacon de De Lucia y Ortega de Hocevar, 2003). Como producto de esta evaluación, he podido concluir que, de entre las distintas propuestas que modelizan la actividad escritora, las que más desarrollos han demostrado son los denominados modelos de proceso o modelos cognitivos, que tienen en cuenta la complejidad del proceso de escritura, especialmente en cuanto a los subprocesos que se organizan jerárquicamente y que revelan la actividad cognitiva sentida por los sujetos productores durante la escritura. Dentro de estos modelos, cada etapa del proceso es recursiva e interactiva y se caracteriza por avances y retrocesos permanentes. Así, la escritura se concibe como una actividad compleja, en la cual se activan diferentes operaciones mentales destinadas a obtener un discurso coherente en función de situaciones comunicativas específicas. Sin embargo, en tiempos más recientes, los modelos ecológicos o modelos contextuales han procurado completar la visión puramente cognitiva (van Dijk y Kintsch, 1983; Palou, 1992; Palou y Gremiger, 1997; Sacerdote y Vega, 1999/2005; Cubo de Severino, 2005) al incorporar variables no solo textuales (León y Escudero, 2000; Milian y Camps, 2000; Trujillo Sáez, 2002) sino también contextuales y emocionales dentro de la descripción del proceso de escritura. Desde esta nueva perspectiva, se mantiene el consenso en cuanto a que la escritura es un asunto individual de toma de decisiones, de solución Leandro C. Arce Página | 18 de problemas y de aplicación de estrategias de planificación, de super- visión, de evaluación y de reflexión; pero, además, se incorpora la idea de proceso de intercambio social, dado que es el ámbito de circulación el que define, en última instancia, el significado de los textos. En esta línea, Hayes (1996) actualiza el modelo de Flower y Hayes (1981, 1994), incorporando el componente afectivo, de modo que se amplía el marco explicativo que integra ahora aspectos socioculturales, cognitivos y emocionales. El modelo sociocognitivo de Hayes (1996) Sumariamente, el modelo de Hayes (1996) contiene dos grandes componentes. De una parte, el entorno de la tarea, que contiene el entorno social y el entorno físico, y, de la otra, el individuo , que incorpora la motivación/emoción, los procesos cognitivos y el sistema de memorias (activa y a largo plazo). La propuesta se completa con un modelo de revisión que coloca la lectura como principal elemento para la evaluación del escrito. Dentro del entorno de la tarea, el componente social justifica su inclusión por el hecho de que se concibe la lectura como una actividad social, comunicativa, basada en un artefacto social, como es la escritura, que se emplea en un medio social. Este componente incluye la representación de la audiencia, el lector imaginario, y los cola- boradores, que implican no solo los potenciales participantes en una actividad de escritura colaborativa, sino también los otros enunciados que el individuo ha escrito y las palabras, las imágenes y las formas que proporciona la cultura. Entre los aspectos del escritor individual, el componente central es la memoria activa u operativa, caracterizada como un recurso de almacenamiento limitado que monitorea todas las operaciones relacio- nadas con el proceso de escritura. En la propuesta de Hayes (1996), Cognición, imaginación creadora y escritura literaria: hacia un… Página | 19 que sigue a Baddeley (1986) y a Bereiter y Scardamalia (1987), la memoria activa contiene tres subcomponentes: un bucle fonológico, que almacena información fonológicamente codificada (por ejemplo, la «voz interior» de la lectura silenciosa), una memoria o cuaderno visuo-espacial, que almacena datos visual y espacialmente codifi- cados, y una memoria semántica, que es útil para describir la gene- ración del texto. Un segundo componentees la motivación. Hayes (1996: 5) desarrolla cuatro aspectos relacionados específicamente con la es- critura: la naturaleza de la motivación, la interacción entre fines, la elección entre métodos y las respuestas emocionales a la lectura y la escritura. Los procesos cognitivos constituyen el tercer componente del modelo contextual de Hayes e incluyen tres funciones cognitivas primarias: la interpretación de textos, la reflexión y la producción de textos (Hayes, 1996: 7). Estos procesos cognitivos no son especí- ficos del componente lingüístico, sino que son compartidos con otras operaciones mentales. El último de los componentes del modelo, esencial para todo el proceso de escritura, es la memoria a largo plazo (MLP). En ella se almacena el conocimiento léxico, la gramática, los géneros discur- sivos, los temas, la audiencia, etc. Incluye cinco subcomponentes: los esquemas de tarea, el conocimiento de la audiencia, el conocimiento del tema, el conocimiento lingüístico y el conocimiento del género. Los tres últimos componentes se construyen a partir de la prolongación de la práctica, de las experiencias de lectura y de escritura, que contribuyen al enriquecimiento de los esquemas de conocimiento a los que el escritor apela durante el proceso de escritura. Dado que Hayes (1996) deja fuera del modelo sociocognitivo el proceso de revisión, propone como medio de evaluación de la Leandro C. Arce Página | 20 escritura un conjunto de procesos de lectura para evaluar un texto. El argumento central consiste en que la revisión comprende, ante todo, la interacción de las operaciones de lectura, interpretación, reflexión y producción de textos. La revisión se entiende como un esquema de tarea que lleva a cabo el control de todas las operaciones implicadas y que incluye el objetivo de mejorar el texto. Este esquema se comple- menta con el acceso a la memoria activa y a la MLP, que provee la información y los procedimientos que se aplicarán en la tarea de revisión. Evaluación del modelo sociocognitivo La hipótesis central del proyecto de investigación del que se desprende esta comunicación es que las prácticas de escritura literaria son necesarias para desarrollar habilidades cognitivas que pueden proyectarse, luego, a la escritura de otros géneros textuales, como los académicos. Del mismo modo como ocurre en la lectura, la escritura de un texto de ficción supone la integración de diversos aspectos que implican el manejo de habilidades lingüísticas, cognitivas, prag- máticas, enciclopédicas, literarias, metaliterarias e intertextuales, las que se imbrican con la propia experiencia del sujeto lector con lo que tradicionalmente se ha dado en llamar «competencia literaria». En esta línea, la ficción como categoría formal se concibe desde su dimensión epistemológica, por ejemplo, la propiedad de emplear creativamente el lenguaje para producir un saber sobre el mundo. Para lograr la escritura de un texto de ficción, será necesario poner en juego procesos cognitivos específicos que permitan descubrir nuevas posibilidades de describir el mundo y de dar sentido a la experiencia humana (Goyes Morán y Klein, 2012: 10; Arce, en prensa). La adopción de una perspectiva sociocognitiva parece adecuarse natural- mente al propósito de la investigación y supondrá la implementación Cognición, imaginación creadora y escritura literaria: hacia un… Página | 21 de experiencias que permitan verificar la viabilidad de la propuesta. Sin embargo, un problema casi obvio que emana del análisis del modelo es la ausencia del elemento central para el proceso de escritura creativa, como es la imaginación. Dado que la mayoría de los modelos sobre los procesos de escritura se enfocan en los textos expositivos, erróneamente se dejan de lado los aspectos vinculados con el proceso creativo y con la importancia del procesamiento de la experiencia previa como insumo básico para la creación. Más allá de que, incluso en los textos objetivos, la imaginación juega un papel no reconocido, nos interesa en este punto explorar la viabilidad de incorporar al modelo de Hayes (1996) un componente que dé cuenta de cómo interviene en el proceso creador la manipulación que el lector-escritor lleva a cabo con las experiencias almacenadas en la memoria activa, algo que, lejos de ser una operación automática o dada de antemano, supone la puesta en juego de una habilidad cognitiva concreta, claramente no específica de la facultad del lenguaje, pero necesariamente implicada tanto en el proceso de lectura como en el de escritura de textos literarios. Incorporación del componente imaginativo al modelo sociocognitivo El componente imaginativo En la necesidad de delinear un modelo integral que contemple de manera holística las distintas operaciones implicadas en el proceso de escritura y, en particular, la escritura de ficción, parece insoslayable considerar la importancia del componente imaginativo como fuente de información para la escritura creativa. Como producto de esta búsqueda, propongo incorporar el abordaje que Vigotsky (1930) formula sobre el papel de la imaginación en la lectura y en la creación artística. Leandro C. Arce Página | 22 Vigotsky (1930: 7) parte de la definición de la actividad intelectual creadora como toda actividad humana que genera algo nuevo, sean representaciones de algún objeto del mundo exterior, sean deter- minadas construcciones cognitivas o afectivas que viven y se manifiestan únicamente en el ser humano. En la base de esta actividad, el autor postula dos tipos básicos de impulsos que guían la conducta humana: el impulso reproductor, vinculado con la memoria, que consiste en la repetición de normas de conducta creadas y ela- boradas o guardadas en la mente; el impulso creador, que crea nuevas imágenes, nuevas acciones, mediante la combinación y reelaboración de experiencias previas. Esta actividad creadora se denomina imaginación. En su uso coloquial, se entiende por imaginación o fantasía lo irreal, aquello que no se ajusta a la realidad y carece de valor práctico o de seriedad. Sin embargo, desde una perspectiva psicológica, la imaginación está en la base de toda actividad creadora, atraviesa todos los aspectos de la vida cultural y posibilita la creación artística, científica y técnica. En palabras de Vigotsky (1930), lo que nos rodea y ha sido creado por la mano del hombre, todo el mundo de la cultura, a diferencia del mundo de la naturaleza, es producto de la imaginación y de la creación humana, basado en la imaginación (10). Se sigue de esto que, vista de este ángulo, la imaginación creativa no es un don privativo de genios o superdotados, sino que constituye una actividad constitutiva de la cognición humana. Pero la ima- ginación no solo es propia del individuo, sino que forma parte también de un acervo colectivo, creador de imágenes y repre- sentaciones anónimas que conforman un saber popular y que han impulsado desde siempre la evolución del género humano. El insumo básico de la imaginación es, siempre, la percepción externa e interna que proporciona la experiencia, la que se almacena Cognición, imaginación creadora y escritura literaria: hacia un… Página | 23 total o parcialmente en la memoria activa. El procesamiento de las percepciones se lleva a cabo mediante dos operaciones básicas: la disociación y la asociación. Para Vigotsky, cada impresión comporta un todo complejo compuesto de multitud de partes aisladas. La disociación consiste en desmembrar ese complejo, deslindando sus partes por comparación con otras; algunas se conservan en la memoria, otras se eliminan. En este sentido, la disociación es condición necesaria para su almacenamiento y su posterior utilización en procesos creativos nuevos. La utilización de las experiencias en la creación requiere, entonces, la previa disociación, que sirve de base al pensamiento abstracto, a la comprensión figurada. Antes de entraren un proceso creativo, los elementos disociados se modifican a partir de la dinámica propia de cada individuo, se reelaboran, se deforman, se asocian a vivencias previas, a diferentes estados de ánimo, a una esfera afectiva determinada. Cito, como un ejemplo de entre miles, el siguiente pasaje de García Márquez: Mi recuerdo más vivo y constante no es el de las personas, sino el de la casa misma de Aracataca, donde vivía con mis abuelos. Es un sueño recurrente que todavía persiste. Más aún: todos los días de mi vida despierto con la impresión, falsa o real, de que he soñado que estoy en esa casa. No que he vuelto a ella, sino que estoy todavía allí, sin edad y sin ningún motivo especial, como si hubiera salido de esa casa vieja y enorme. Sin embargo, aun en el sueño, persiste el que fue el sentimiento predominante durante toda aquella época: la zozobra nocturna. Era una sensación irremediable que empezaba siempre al atardecer, y que me inquietaba aun durante el sueño hasta que volvía a ver por las hendijas de las puertas la luz del nuevo día. No logro definirlo muy bien, pero me parece que aquella zozobra tenía un origen concreto, y es que en la noche se materializaban todas las fantasías, presagios y evocaciones de mi abuela (García Márquez, 1982: 17). Leandro C. Arce Página | 24 Los elementos disociados y modificados, cuando se emplean en un acto imaginativo, entran en un nuevo proceso que los combina para dar lugar a una nueva representación. Vigotsky llama a este proceso asociación, por ejemplo, la organización de imágenes previas en una nueva imagen, generada en función de necesidades específicas, sean estas de naturaleza emotiva o puramente subjetiva o de carácter objetivo, propio del razonamiento científico. Esta asociación implica el ajuste de las imágenes previamente disociadas en un nuevo esquema mental complejo, que responde a un sistema racional inédito. La imaginación no depende solo de la experiencia y de las necesidades e intereses del individuo, sino que está condicionada, en gran medida, por los conocimientos técnicos, por las tradiciones, es decir, por los modelos de creación que influyen en el ser humano. Pero, además, es importante la incidencia de otro factor que con- diciona el acto creativo: el medio ambiente. En este sentido, las demandas del entorno actúan como catalizadores de la imaginación, por cuanto ofrecen estímulos o problemas que deben ser resueltos y que desencadenan el proceso de creación. Vigotsky refuta la creencia generalmente aceptada de que la imaginación de los niños es más rica o más profusa que la de los adultos y que la infancia es la etapa del desarrollo en la que más se desarrolla la fantasía, la que va decreciendo a medida que se acerca a la adolescencia y a la adultez. En realidad, si se analiza el proceso evolutivo de la capacidad imaginativa, las experiencias de los niños, así como sus intereses, son más simples, más pobres y elementales que los de los adultos. Asimismo, la relación de los niños con el medio que los rodea carece de la complejidad, de la precisión y de la variedad que la de los adultos (Vigotsky, 1930: 40). Entonces, la pretendida riqueza de la imaginación infantil es, en realidad, la manifestación de una menor experiencia de mundo, de un razonamiento en proceso de maduración, sin la incorporación de las Cognición, imaginación creadora y escritura literaria: hacia un… Página | 25 leyes del entorno social y del medio ambiente. En palabras de Vigotsky: Los frutos de la verdadera imaginación creadora en todas las esferas de la actividad creadora pertenecen sólo a la fantasía ya madura. Conforme se acerca la madurez comienza a madurar también la imaginación y, en la edad de transición, en los adolescentes a partir del despertar sexual, se unen el pujante impulso de la imaginación con los primeros embriones de madurez de la fantasía. […] Se puede comprender este enlace si se tiene en cuenta que por entonces el adolescente asimila y resume un gran caudal de experiencia, se perfilan los así llamados intereses permanentes, se apagan rápidamente los intereses infantiles y, en relación con la madurez general, adquiere también forma definitiva la actividad de su imaginación (1930: 41). Las leyes de la imaginación Es frecuente la postulación antitética entre realidad e imaginación. Sin embargo, esta dicotomía es, para Vigotsky, incorrecta y no ayuda a comprender el mecanismo psicológico de la imaginación y de la actividad creadora. De hecho, la realidad y la imaginación se rela- cionan de cuatro formas básicas a las que Vigotsky llama leyes, que regulan la forma como se vinculan estos dos conceptos. Estas leyes pueden resumirse como sigue: a) Ley de correlación: Existe una relación directa entre la actividad creadora de la imaginación y la diversidad de la experiencia acumulada. La imaginación se apoya y nace de la experiencia. b) Ley de congruencia: Consiste en que la imaginación crea imágenes nuevas a partir de la experiencia de la realidad, imágenes que deben ser congruentes con la realidad Leandro C. Arce Página | 26 misma de la que fueron obtenidas. Nuevas experiencias no vividas directamente surgen a partir de la imaginación. c) Ley de representación emocional de la realidad: La vinculación entre la función imaginativa y la realidad es el enlace emocional. Toda representación nueva se asocia a un determinado estado anímico y viceversa. Las imágenes de la fantasía brindan también lenguaje interior a nuestros sentimientos seleccionando determinados elementos de la realidad y combinándolos de tal manera que responda a nuestro estado interior del ánimo y no a la lógica exterior de estas propias imágenes (Vigotsky, 1930: 21). Todas las formas de la representación creadora encierran en sí elementos efectivos. d) Ley de materialización: Una creación imaginativa que representa algo nuevo, no existente en la experiencia del hombre ni semejante a ningún objeto real, se convierte en objeto, cobra existencia en el mundo y ejercen su influencia en el universo real que nos rodea. Al respecto de estas creaciones, Vigotsky afirma que: (…) han descrito un círculo en su desarrollo. Los elementos que entran en su composición son tomados de la realidad por el hombre, dentro del cual, en su pensamiento, sufrieron una compleja reelaboración convirtiéndose en fruto de su imaginación. Por último, materializándose, volvieron a la realidad, pero trayen- do consigo una fuerza activa, nueva, capaz de modificar esa misma realidad, cerrándose de este modo el círculo de la actividad generadora de la imaginación humana (Vigotsky, 1930: 25). Estas cuatro formas de relación entre imaginación y realidad trazan un patrón de movimiento entre la experiencia como fuente de Cognición, imaginación creadora y escritura literaria: hacia un… Página | 27 creación y la imaginación como procesador de esas experiencias a los fines de combinarlas ya con otras que existen en la realidad, ya con la vida afectiva del individuo, ya para dar lugar a imágenes nuevas, que cierran el círculo y crean un bucle entre los dos polos de esta relación. Ontogénesis de la imaginación Frente a esta concepción filogenética, Vigotsky presenta también una perspectiva ontogenética de la imaginación, esto es, su desarrollo desde la infancia a la adultez. En el desarrollo ontogenético de la imaginación, Vigotsky determina tres grandes etapas: la imaginación infantil, la del período transitorio (la adolescencia) y la del hombre maduro. Así, desde los primeros años de la infancia, el niño manifiesta muestras de auténticos procesos creadores, sobre todo en el aspecto lúdico: El niño que cabalga sobre un palo y se imagina que monta a caballo, la niña que juega con su muñeca creyéndose madre, niños que juegan a los ladrones, a los soldados, a los marineros. Todos ellos muestran en sus juegos ejemplos de la más auténtica y verda- dera creación(Vigotsky, 1930: 12). Si bien es cierto que en estos juegos hay mucho de repetición de modelos previamente vistos u oídos, no lo es menos que nunca consisten en imitaciones fieles y detalladas. Más bien al contrario, los niños suelen tomar ciertos personajes y reelaborar situaciones en las que interactúan con otros, creando realidades nuevas basadas en sus gustos y en sus necesidades. La recreación lingüística de situaciones, la tendencia a fantasear y a exagerar la realidad pueden entenderse como combinaciones nuevas e inéditas, que están en la base de la actividad creadora. Leandro C. Arce Página | 28 El desarrollo de la imaginación sigue una curva evolutiva que arranca en los primeros años, tiene su pico máximo en la niñez y comienza a decaer en la adolescencia. Este proceso madurativo decrece casi proporcionalmente con el desarrollo de otra capacidad: el intelecto o de la razón. Este proceso se inicia más tardíamente, pues requiere de mayor cantidad de experiencias y tiene su culmen durante la adolescencia y la adultez. En la mayoría de los casos, según Vigotsky, la imaginación va decreciendo o desaparece con el avance de la adultez y se mantiene solo en las personas que dedican su vida a la creación artística o científica. Durante la adolescencia, se produce un profundo cambio en la capacidad imaginativa, dado que se pasa de la imaginación subjetiva a la objetiva, que, desde el punto de vista psicológico, se explica por el antagonismo entre la pura imaginación subjetiva y el enfoque racional de los procesos, dicho con otras palabras: entre la inestabilidad y la estabilidad del pensamiento (Vigotsky, 1930: 43). Es sabido que la adolescencia se caracteriza por una crisis en la que se contraponen relaciones antitéticas, contradictorias, polarizadas, en la que se busca el equilibrio de la edad infantil hasta encontrar una nueva estabilidad propia de la adultez. Se advierte en esta etapa el abandono de las actividades que reflejan la actividad creadora propia de la niñez (el dibujo, los juegos, los cuentos, etc.) y su reemplazo por otras, también subjetivas, que reflejan el importante movimiento interno y el desarrollo de la personalidad y que buscan materializar también de manera objetiva, muchas veces mediante formas artísticas, como la escritura literaria (poemas, cuentos, canciones, etc.). Esta contradicción entre las dos formas de imaginación «se desarrolla por la línea del apagamiento sucesivo de los momentos subjetivos y por la línea del crecimiento y robustecimiento de los momentos objetivos» Cognición, imaginación creadora y escritura literaria: hacia un… Página | 29 (Vigotsky, 1930: 44). Por lo general, este interés por la expresión literaria suele someterse al juicio crítico y es abandonado debido a la concientización de la objetividad. En este período surgen dos tipos de imaginación: la plástica o exterior (objetiva), que emplea impresiones externas con las que construye nuevas representaciones, y la emocio- nal o interior (subjetiva), que se construye con elementos tomados de la vida interna. La aparición de uno o de otro tipo de imaginación y su diferenciación gradual son características precisamente de esta edad. El componente imaginativo en el modelo socio-cognitivo A partir de lo expuesto, es posible modelizar el componente ima- ginativo y el mecanismo de su funcionamiento, a partir del siguiente gráfico: Gráfico n.° 1: Componente imaginativo (adaptado de Vigotsky, 1930) Yendo un poco más allá, y para lograr el acercamiento a un modelo del proceso de escritura creativa, es posible incorporar este componente dentro del modelo de Hayes (1996), como se ilustra a continuación: Creación Medio ambiente/ Entorno Ex pe rie nc ia Memoria a Largo Plazo M em oria activa Asociación Disociación Transformación Componente imaginativo (Proceso creativo) Leandro C. Arce Página | 30 Entorno de la tarea Entorno social Entorno físico La audiencia Los colaboradores El texto hasta ahora Medio de composición El individuo Motivación/emoción Procesos cognitivos Metas Predisposiciones Creencias y actitudes Costes/beneficios estimados Componente imagintavio (Proceso creativo) Disociación Asociación Interpretación de textos Reflexión Producción del texto Memoria activa Memoria fonológica Memoria semántica Memoria visual-espacial Memoria a largo plazo Esquemas de trabajo Conocimiento del tema Conocimiento de la audiencia Conocimiento lingüístico Conocimiento el género Cognición, imaginación creadora y escritura literaria: hacia un… Página | 31 La propuesta de incorporación del componente imaginativo obedece a la necesidad de contar con un modelo comprehensivo del proceso de escritura creativa, que dé cuenta de todos los rasgos presentes en el momento en que las personas se disponen a reflejar por escrito situaciones que no provienen de la realidad sino de su propia capacidad ideacional, esto es, una creación mental generada a partir de la imaginación. Habrá que someter a debate el hecho de que este proceso imaginativo sea exclusivo del proceso de escritura creativa de textos de ficción. En definitiva, todos los tipos de escritura se generan a partir de una serie de constructos mentales, de representaciones propias del sujeto, de la que no escapan los géneros científicos. En tal caso, postular la existencia de un espacio de creación en el proceso de escritura en general solo vendría a completar el modelo socio- cognitivo con un componente cuya presencia parecería estar, prima facie, justificada con cierto grado de certeza en la empiria. Por otro lado, contemplar la existencia de este componente en los procesos de escritura puede dar lugar, como es el propósito último de esta investigación, a generar dispositivos didácticos de lectura y escritura de textos de ficción que apunten a incentivar los procesos imaginativos y a expresarlos por escrito. Si, como se arriesga arriba, es cierta la intuición de que la imaginación está presente en los procesos de escritura de cualquier tipo textual, entonces el entrenamiento en este tipo de actividades debería ayudar a desarrollar la competencia escritora en general. A modo de conclusión He presentado en este trabajo un abordaje de la complejidad del proceso de escritura, poniendo el foco en un componente central para el estudio de las operaciones que caracterizan la escritura creativa. El Leandro C. Arce Página | 32 interesante estudio de Vigotsky (1930), a pesar de su antigüedad, ofrece un panorama bastante claro de la forma como éste interviene en los procesos creativos en general. En este sentido, y dada la base psicológica que ofrece el autor, el modelo propuesto parece encajar, sin contradicciones, en el modelo de Hayes (1996). He trazado las correlaciones con el resto de los procesos cognitivos, con el sistema de memorias y con el entorno, los principales componentes del modelo sociocognitivo. Si bien el paso siguiente será la puesta a prueba de su viabilidad, prima facie la propuesta entraña una visión integradora de las características y los factores intervinientes en los procesos de escritura de textos de ficción. Cognición, imaginación creadora y escritura literaria: hacia un… Página | 33 Referencias Arce, L.C. (en prensa). De la mente al papel. La escritura de ficción como proceso sociocognitivo y su proyección pedagógica. Trasla- ciones. Revista Latinoamericana de Lectura y Escritura. Baddeley, A.D. (1986). Working memory. Oxford: Oxford University Press. Bereiter, C. y Scardamalia, M. (1987) The Psychology of Written Composition, Hillsdale, N.J.: Erlbaum. Camps, A. y Castelló, M. (1996). Las estrategias de enseñanza- aprendizaje en la escritura. En Monereo, C. y Solé, I. (Coords.). 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Castilla: la voz del silencio Hernández, Beatriz Universidad del Salvador beatrizhernandez24@yahoo.com.ar Buenos Aires, Argentina Resumen Este trabajo se enmarca en la perspectiva transculturadora desde la cual Ángel Rama lee la literatura de América Latina producida entre 1938 y 1967. Se trata de una literatura que, ante el problema de las permanentes crisis, hace de esa instancia un espacio de creación artística, adopta técnicas novedosas y propone una literatura de resistencia que deja atrás el regionalismo. El corpus de este trabajo abarca textos poéticos de dos poemarios de M. J. Castilla: Luna muerta (1944) y Copajira (1949). El análisis de los poemas ancla en teorías que plantean la problemática del otro en el discurso colonial, propuesta entre otros, por Frantz Fanon, Edward Said, Homi Bhabha y Gayatry Spivak, como también Walter Mignolo, Fernando de Toro y Néstor García Canclini. A través de una concepción estructuralista, se trata de leer en los diversos niveles de análisis, matrices de silencio, lo otro silenciado que emerge en el espacio discursivo y establece una articulación dinámica con el campo socio-cultural. Ya no se trata de un proceso maniqueo sino de una cultura viva, híbrida, como producto de diversas maneras de apropiarse de lo otro. mailto:beatrizhernandez24@yahoo.com.ar Manuel J. Castilla: la voz del silencio Página | 37 Introducción Según Walter Mignolo (2007), la idea de América es inseparable del concepto de modernidad/colonialidad: se trata de una denominación que designa dos caras de una misma realidad. América es descubierta y surge en la conciencia europea dentro del marco filosófico de la modernidad europea, cuyos avances dependen de una matriz colonial; esta última, tras el discurso de salvación, progreso y modernización, encubre una lógica de control, dominio y explotación de los pueblos sometidos. En el marco de la cultura latinoamericana del siglo XX, ante el desafío de leer los conflictos que produce la modernización cultural latinoamericana, Ángel Rama (2008) lee esa producción a través de una mirada otra y plantea que la dependencia a nivel económico, no impide a esta literatura generar utopías. Tales utopías se ubican en el proceso de una producción simbólica autónoma, en oposición a la realidad de dependencia económica. Se trata, entonces, de una literatura de resistencia, frente a las imposiciones de los países hegemónicos. Esta literatura, que se ubica en el período comprendido entre 1938 (con El pozo de J. C. Onetti) y 1967 (con la publicación de Cien años de soledad), seduce al mundo cultural europeo con su novedosa manera de mirar al mundo americano. Ya no se trata de un proceso de aculturación, en el cual se concibe un mundo maniqueo, sino de un proceso de transculturación, por el cual es posible reconocer opresores y oprimidos, como también espacios de contradicción donde ya no se reconoce un mundo clasista, sino una cultura rica, viva, una cultura mestiza —híbrida según García Canclini (1992: 13-25)— como producto de diversas maneras de apropiarse de lo otro1. Rama adopta y establece precisiones y correcciones al término transculturación propuesto por el cubano Fernando Ortiz en 1940. Principalmente, se refiere a los criterios de Beatriz Hernández Página | 38 selectividad e invención; la capacidad selectiva se aplica a la cultura extranjera, pero principalmente a la propia, donde se producen las grandes pérdidas y destrucciones. Así la tarea selectiva con respecto a la tradición, implica redescubrimiento e invención. Este trabajo toma dicha instancia transculturadora como un eje del análisis, que se realiza específicamente en poemas pertenecientes a Luna muerta (1944) y Copajira (1949) de Manuel J. Castilla (2000: 67-93). Si bien Rama no desarrolla su lectura en textos poéticos, aquí se consideran sus propuestas como marco teórico en el análisis semiótico de poesías. Asimismo, la lectura de los poemas que constituyen el corpus de este trabajo se enmarca desde perspectivas de las teorías que plantean la problemática del otro en el discurso colonial, entre los que se encuentran Frantz Fanon, Homi Bhabha, Edward Said y Gayatry Spivak yaquellos que se insertan en la problemática latinoamericana, como W. Mignolo y Néstor García Canclini. Por otra parte, se toman conceptos de Íber Verdugo (1982) para el análisis de los textos poéticos, como también la concepción de Hugo Friedrich (1959) y de Jean Cohen (1977) acerca de la estructura de la lírica moderna. Desde esta perspectiva, la escritura del poeta Castilla se puede leer en diversos niveles2, en el lugar en que se instalan las formas de una matriz de silencios. Nuestra hipótesis considera que es posible leer en el corpus de textos seleccionado, un mundo silenciado —la lengua y por tanto, la identidad— que emerge en el espacio discursivo que establece una articulación dinámica con el campo socio-histórico. La poesía de M. J. Castilla, un impacto modernizador. Entre las operaciones transculturadoras que producen una rees- tructuración del sistema cultural y se articulan en una estructura funcional, Rama señala el idioma como reducto de resistencia y Manuel J. Castilla: la voz del silencio Página | 39 prueba de independencia. En ese sentido se establece la diferencia que existe entre los escritores regionalistas y aquellos que introducen cambios bajo efectos modernizadores. Así, estos últimos proponen la unificación de la lengua del texto literario, reduciendo al mínimo los dialectalismos y la pintura o registro del habla popular. Se trata de una concepción organicista del texto artístico que es más moderna que la de los regionalistas, en su confianza en la lengua americana. M. J. Castilla3 se encuentra dentro de esta línea de escritura poética4. Si bien Luna muerta (dedicado a los indios de Salta) y Copajira (dedicado a los mineros de Oruro y Potosí) se insertan en el marco de una determinada región americana, según señala Ricardo Kaliman (2007: 17), estos dos poemarios se encuentran en la línea que efectúa el gesto de apropiación de formas novedosas e imágenes insólitas, propias de la renovación radical producida por las vanguardias europeas. El modelo de análisis que reseña D. Muschietti (1981: 29-51), heredero de la vanguardia (voluntad neobarroca), responde a una voluntad renovadora y en él se revelan los signos de la época: crisis, fragmentación, técnica, velocidad, mundo alucinado. Entre las posturas fundamentales que se adoptan, señala el predominio de la actitud expresionista sobre la impresionista, puesto que se busca la deformación del objeto como necesidad de expresar la angustia y una concepción atormentada de la vida y el arte. Los diversos pro- cedimientos que buscan esa deformación de la imagen, se encuentran en la deshumanización de lo humano y viceversa; la concretización de lo abstracto y viceversa, la imagen onírica o alucinatoria, la agramaticalidad semántica y sintáctica, la ruptura de la causalidad racional y la distorsión; en el plano sintáctico, se rompe con la puntuación tradicional, la sintaxis se quiebra y fragmenta; en el plano en el que se articula el yo lírico con el mundo, el primero sufre disgregación, se manifiesta fragmentado en su continua búsqueda de los otros, se escinde y se contempla a sí mismo, o se fusiona con el Beatriz Hernández Página | 40 objeto (sea el objeto concreto, el objeto-poema, o bien el otro). Otro de los rasgos propios de la literatura de este momento se halla en el lenguaje autorreflexivo o metalenguaje. En los textos poéticos que se analizan, se trata, en última instancia, del relato de un proceso de violencia, al tiempo que se construyen espacios físicos que se hacen simbólicos: allí el discurso que emerge en el espacio de lo silenciado, instaura una voz poética. El lenguaje silenciado en Luna muerta Las poesías se articulan, dentro del poemario, tanto por el marco regional (que se refiere a los indios chaguancos5 que son explotados en un ingenio salteño6, uno de cuyos lotes tiene la denominación que da título al poemario) como por el motivo de la luna, omnipresente en la mayor parte de los poemas de la serie: se trata de una luna que es metáfora de una instancia vital anclada en el silencio, en la dureza de la vida del mataco y en la presencia de la muerte. A partir de las líneas señaladas, se considera el primer poema de Luna muerta, «A Carybé». En efecto, la luna, como ya se expresa en el título del poemario, se constituye en instancia de muerte, de lo muerto en esa cultura indígena que se muestra en la naturaleza como en un juego de espejos: Tus flechas sólo sirven para ensartar la luna que se ha muerto en el río. ¡Y tu luna!, tu luna muerta, indio, Se ha vuelto una moneda Y tiene mucho frío. (Op. cit., 71-72). Así, la luna que posee el indio se transfigura en objeto que puede ser asaeteado, que se percibe en el reflejo del agua, y termina reduciéndose a un objeto material pequeño (una moneda). La Manuel J. Castilla: la voz del silencio Página | 41 localización de la luna, percibida dentro del río, abajo, en el fondo de las aguas, que propone esta descripción, contribuye, en el nivel semántico, a poner el acento en lo degradado o perdido. En el plano de la enunciación, el poeta enuncia su conciencia de ser el que canta, el que nombra7; se trata de una enunciación de la propia conciencia, mediante un metalenguaje que muestra en espejo al que realiza el acto productor, definido por la dureza de su voz y como un sujeto de deseo de integración con la tierra del indígena («quiero que se amase con tu tierra»), mediante el empleo del verbo «amasar». Se trata de un lexema8 que, en esta instancia, a partir de los semas9 nucleares (trabajo manual, realizado con las manos, contacto directo con la materia que se trabaja) deviene en semema que expresa esa integración que se hace material, a tal punto que llega a hacerse la propia materia (tierra) en su grado máximo de temperatura, lo que implica finalmente su destrucción. Es decir que, frente al campo semántico previamente configurado, el del frío (luna, muerto, río, moneda, mucho frío), que se pone en relación con el mundo indígena ya desaparecido, el canto se materializa mediante imágenes que significan dureza, materia sólida, excesivo calor o fuego que quema. Así se potencia la fuerza de ese canto, de esa voz, a partir de dos campos semánticos que se ubican en los extremos de máxima oposición térmica: mucho frío/exceso de calor. Al tiempo que enuncia su canto, el poeta realiza el gesto, al modo medieval, de un envío10 a aquel al que dedica el poema: Vaya hasta ti mi voz endurecida, llegue hasta ti mi canto, que quiero que se amase con tu tierra aunque después sea canto calcinado. (¡Llama mi voz ante tu voz callada!) (Op. cit., 73). Beatriz Hernández Página | 42 La voz del poeta convoca a la voz silenciada del indio. La voz, que emerge detrás de los pronombres posesivos, constituye un modo de sustitución de la imagen o figura de una persona, para reemplazarla por una metonimia: se trata de una figura que transgrede los límites de lo humano, y que constituye una imagen del poeta, que es propia de la vanguardia11. La conciencia del nombrador despersonalizado («el que quiera») se expresa en la recurrencia de lexemas (nombrarte, nombre) que se caracterizan, para poder cumplir esa función, mediante el empleo de oposiciones: «no palabras perfumadas/sino palabras duras». Así, la oposición entre esos términos, instala la imagen táctil de dureza frente a la olfativa evanescente. Se trata, pues, de proponer un campo de sustituciones que remiten a rasgos de la vanguardia. En efecto, aquí se manifiesta la tendencia a materializar lo inmaterial, como modo de convocar lo ya desaparecido. Esa voz enunciadora habla en el lugar del otro, cuya voz se ha perdido. Se multiplican entonces las imágenes de movimiento que remiten a la voz del deseo del poeta mediante el tono apelativo (vaya mi voz endurecida, llegue mi canto, llama mi voz) frente a la imagen estática que refiere la voz del silencio del indio (tu voz callada). En elplano gráfico, el empleo de paréntesis, la frase parentética, encierra de forma marginal, como si se tratara de una aclaración incidental, en tono íntimo, el punto central, el motivo fundamental de esta escritura, a la vez que lo enfatiza mediante los signos de exclamación. En este sentido, Gayatry Spivak (2009) considera que los subalternos, (hombres o mujeres), es decir aquellas personas o grupos que carecen de acceso a la mejora y movilidad social, son mudos por definición. Se trata de una connotación pasiva, en tanto se debe considerar su manera de sufrir las acciones de los otros. Ese silencio se resemantiza dentro del campo semántico que describe el poema. Así, la naturaleza (el río) se va configurando como una pantalla (espejo o reflejo) sobre la que se proyecta ese mundo indígena desaparecido. Se enumeran allí Manuel J. Castilla: la voz del silencio Página | 43 elementos que pertenecían al modo de vida del aborigen, a partir de vocablos que están precedidos del posesivo «tu» (tu tierra, tu sol, tu quebracheral, tu nombre, tu choza, tus flechas, tu hambre, tu río, tu luna muerta) y presentan, en el orden de su enumeración, una gradación que comienza con los objetos concretos, desde lo más abarcador o extenso en el sentido espacial (tu tierra) hasta el elemento simbólico que refiere la desposesión y desaparición total, ubicado en el nivel más bajo e inmaterial, pues se trata de un reflejo en el fondo del río; asimismo esta gradación descendente se produce en un recorrido desde los elementos que remiten a lo más cálido que sugiere expansión (sol, brasas, quebracheral) hasta aquellos que implican lo más frío y limitado (río, luna, moneda), en un proceso inverso al anterior, referido al canto. Por otra parte, esa materialización de aquello que es inmaterial, se expresa en la imagen que propone acerca del nombre, que deviene una espina que se clava en la lengua; en el «nos» inclusivo se implica a un sujeto múltiple, plural y desper- sonalizado (Baumgart, Crespo de Arnaud, Luzzani Bystrowicz, 1981: IV). El espacio que el indio habitó, la choza, se define mediante imágenes (71). Se traduce así, mediante la imagen metonímica, la inútil protesta muda, que se expresa en el recurso de la animización de lo inanimado. Se trata de objetivar lo subjetivo, mediante un mecanismo centrífugo que parte del sujeto/interior e irradia al objeto/exterior. Así el poeta borra la distancia entre objeto y sujeto, y expresa sus estados de ánimo a partir de una identificación dinámica con las cosas. Los objetos que poseyera el indio se revelan en su pérdida de sentido y de utilidad: la flecha, el arma propia del aborigen, que sugiere defensa y ataque, instrumento para obtención de alimento, es connotada mediante el modalizador «sólo» que antecede al verbo «sirve», y que finalmente se describe «dormida». Como señala Fernández Pedemonte (1996: 197) la poesía tiene una referencia incompleta, recoge una realidad que no conocemos en forma Beatriz Hernández Página | 44 completa y nos la devuelve con un plus de significación, enriquecida y transformada. Lo no dicho, lo que no ha podido ser dicho, lo silenciado, emerge así a partir de ese recorrido por las formas que proponen múltiples caminos, que van de la instancia concreta a lo abstracto y viceversa, desde las imágenes térmicas de extremo calor y sequedad, a las del extremado frío y las del agua del río; la que opone —y a la vez integra— el yo lírico con el tú, que es el objeto del canto y al mismo tiempo, el alocutor explícito del mensaje poético; en ese juego de tensiones, que confrontan dos mundos opuestos (el del que posee la voz, el que puede y quiere nombrar, frente al mundo perdido y la voz silenciada), el canto, la voz del poeta, se hace concreta y se materializa para ser la voz del silencio/de lo(s) silenciado(s). En el poemario que se analiza, la pérdida de la voz en los indígenas se hace explícita en el poema «Luna para tu frente» (76-77), en el cual el yo lírico se dirige a un tú, un chaguanco (los chaguancos), instándole para que le enseñe su lengua. Se trata de un sujeto del deseo de decir lo otro/ al otro, («para saber qué buscas/para saber qué quieres») de la única forma posible, en el idioma propio del indio. Como señala Fanon, hablar consiste en emplear determinada sintaxis y morfología, pero, fundamentalmente, es «asumir una cultura, soportar el peso de una civilización» (2009: 49). Las estrofas repiten alternadamente esta apelación: «Enséñame, chaguanco»/ «Enséñame tu lengua». A partir de dicha solicitación, el yo lírico va caracterizando esa lengua, y por tanto ese mundo, que sólo puede ser formulado por ella; el estribillo inicial se repite al final, de modo que la forma circular remite al cierre o clausura de esa solicitud. ¡Enséñame, chaguanco, tu lengua para verte! ¡Morena por afuera y por adentro verde! Manuel J. Castilla: la voz del silencio Página | 45 Esa lengua del indio se define por un atributo exterior (morena) que remite metonímicamente al estereotipo del hombre de piel oscura, como también a lo oscuro (como lo misterioso, el enigma), en tanto que el interior verde, del color de la naturaleza, remite al mundo natural. Esta condición de la lengua de los chaguancos puede considerarse dentro del marco de una geopolítica del conocimiento, que impone al pueblo indígena conquistado una postura decolonial, (Mignolo, 2007: 32-34), es decir la necesidad de los pueblos indí- genas de adoptar las lenguas y parámetros de conocimiento europeos12. También el silenciamiento se expresa en la imposibilidad del chaguanco de decir(se) con su voz propia para salir del estereotipo que se construye desde la mirada del discurso colonial. Se trata de lo irrepresentable, pues los indios no pueden formular una imagen plena de sí, dada la carencia de un conocimiento de sí mismos. La colonialidad13 propone un discurso hegemónico que está impo- sibilitado de ver/decir las historias y experiencias de quienes no forman parte de un mismo locus de enunciación. Este discurso hegemónico define a «los condenados de la tierra» (en términos de Fanon, son una consecuencia del racismo y se definen por la herida colonial, que pone en cuestión la humanidad de los pueblos conquistados). Ese locus de enunciación sobredetermina desde afuera al sujeto colonial. Se trata de un sujeto descentrado que solo se puede definir a través de un tercero. El yo lírico, entonces, duplica ese locus, al repetir los enunciados que construyen un estereotipo del indígena, como se puede reconocer en «Balada del mataco Inocencio» (74). Se trata, según Bhabha de la «dependencia de un concepto de ‘fijeza’ en la construcción ideológica de la otredad, que connota rigidez, orden inmutable» pero que, paradójicamente, instala al otro en el «desorden, la degeneración, la repetición demónica» (2002: 91). Beatriz Hernández Página | 46 Asimismo, también desde diversos niveles, se configura en el poema esta condición de fijeza. En primer lugar, nos hallamos ante una estructura que puede ser leída de forma tripartita. Así, en las dos primeras estrofas del poema, se alude a un tiempo pasado, el tiempo irreversible del «ya no» en relación con la actividad de subsistencia: no caza, no pesca, no fabrica flechas, a lo que se opone el tiempo de la pasividad mediante una imagen que hace concreto, materializa lo abstracto («estirando la siesta»), en marcado contraste con el trabajo de la mujer: Inocencio, mataco, ya no caza ni pesca. Si el río no trae agua, en cambio trae arena. Inocencio, mataco, ya no fabrica flechas, y se pasa la tarde estirando la siesta mientras la india va y viene con atados de leña. Las dos siguientes estrofas describen la condición actual del mataco: se trata de una condición del ser que se define a partir de su situación de mendicidad, de actividad que le provoca golpes, de su silencio, aún en situaciones de violencia. Inocencio, mataco,pide pan en las puertas o anda lleno de tarros golpeándose las piernas. Inocencio, mataco, tiene seca la lengua Manuel J. Castilla: la voz del silencio Página | 47 porque nunca habla nada, ni cuando le golpean. Finalmente, una tercera parte, describe al indio desde la mirada colonial: Inocencio es un vago, es un indio cualquiera. (El río no trae agua pero quema la arena). Inocencio es un vago porque no acarrea leña ni lleva tachos de agua por una camiseta... En las dos estrofas finales, el estereotipo constituye un exceso que, como fetiche, representa el juego simultáneo entre la metáfora que, al sustituir enmascara la ausencia y la diferencia y la metonimia, que registra por contigüidad la ausencia percibida (Bhabha, 2002: 100). En esta instancia, en el nivel de la enunciación, podemos señalar el juego de la ironía, que plantea el problema de la connotación asociativa, donde un significante recibe dos valores, el literal y el asociado. Se trata de la emergencia de una dualidad que se produce bajo la presión ejercida sobre el significante (en el cual el significado manifiesto no posee el mismo estatuto que el significado sugerido), por el contexto lingüístico y el extralingüístico. El significado intencional sugerido se vincula con lo implícito discursivo. Las señales de la ironía, en este caso, se hallan en el contexto extralingüístico, que interviene en la contradicción entre lo que se dice y lo que se sabe acerca del referente descripto; se trata de una contra- verdad. El sentido sugerido, que es el que se debe comprender para Beatriz Hernández Página | 48 captar el enunciado y obtener un sentido coherente, implicaría la misma inversión que caracteriza al tropo, donde el sentido literal es connotado, y el sentido segundo es denotado. La ironía, como la alusión, solo existe in absentia, dado que el significante corres- pondiente al significado intencional debe permanecer implícito (Kerbrat-Orecchioni, 1983: 146-152). Esa ausencia, ese silencio en la voz del mataco se expresa en su actitud ante los golpes que recibe. Se trata de cuerpos que se expresan a partir de la actitud de indefensión. El campo semántico que remite a lo seco, en relación con su lengua, tiene su correlato en la antítesis implicada en el par -agua/+arena. La carencia del agua (que implica vida, posibilidad de vida) constituye el reverso de la presencia de la arena (símbolo de disgregación, fragmentación, destrucción) y constituye una forma alusiva/elusiva de explicar la pérdida de un modo de vida (la vida del cazador/pescador), lo que se explicita en los sintagmas negativos del inicio del poema. Asimismo, la serie anafórica que señala el comienzo de cada estrofa (Inocencio, mataco,) pone el acento en dos aspectos que parecieran estar implicados, dado que el segundo término cumple, en el nivel sintáctico, la función de aposición del primero. La aposición constituye una forma de nombrar de otro modo al núcleo al cual se refiere. Entonces, esa condición de inocencia que se sugiere a partir del significado del nombre propio, se puede considerar también la propia del mataco. Finalmente, la reiteración de los dos versos que refieren la oposición no trae/agua-trae/arena presenta una variación que connota un sentido intensificador (pero quema la arena) mediante una imagen térmica, y por lo tanto, pone el acento en la condición de lo reseco. Esta condición remite también a la lengua, tal como se plantea en la última estrofa de la segunda parte. Así, el sentido se configura en torno al eje actividad pasada/pasividad presente. Pero esa actividad, contemplada desde el presente instala la definitiva inmovilidad y el silencio del mataco. Manuel J. Castilla: la voz del silencio Página | 49 Dentro del poemario que se está considerando, ciertos elementos, ciertos lexemas, se repiten en las diversas poesías y van adquiriendo una connotación simbólica, dado que significan justamente por su ausencia. Tal es el caso de la flecha, del agua, de la luna y la arena. Identidades silenciadas en Copajira El poemario se articula a partir de la temática que plantea la amenaza de metales nocivos para la salud de los mineros. El título de este libro Copajira designa las aguas ácidas con elevados contenidos de arsénico y cadmio, expulsadas por las bocaminas para que los socavones no se inunden. Así, desde esta denominación del poemario el paisaje se describe como una carga ominosa. El poema inicial repite el título del libro «Copajira» (129) y se refiere a las condiciones insalubres14 en las que se vive y trabaja en esa región. Así, el yo lírico se dirige al tú (un minero) y mediante procedimientos vanguardistas, plantea esa problemática. El recurso fundamental sobre el cual se vertebra el poema se halla en la animización de lo inanimado: en efecto, la montaña, objeto inanimado, se contrapone por su actividad destructiva a la pasividad y desconocimiento del minero. Las imágenes referidas a la montaña que le sigue los pasos al minero, que lima y devora su huella, camina y espera, presentan una gradación ascendente. El minero es seguido por la montaña, no se da cuenta de ese avance, no percibe esa amenaza. La imagen final, de la montaña en aparente inactividad, en espera, encubre la amenaza que significa esa actitud. El minero se configura así a partir de una identidad silenciada. Entre las identidades que han sido silenciadas analizaremos la que se presenta en el poema «La palliri» (147), incluido en el poemario Copajira. Beatriz Hernández Página | 50 Desde el inicio del poema, se plantea la relación con el trabajo en la configuración de una identidad. El título designa a la mujer que, a golpes de martillo, tritura y escoge los trozos de roca mineralizada. Se trata de una tarea que implica duras condiciones. Esta instancia se configura mediante campos de tensión que se establecen entre los diversos niveles que se analizan. En el plano léxico, el lexema trabajo está calificado mediante el sintagma más simple. Se trata de un juego de opuestos puesto que el término trabajo contiene rasgos sémicos que significan dureza, dificultad, mientras que la frase atributiva (más simple) propone los semas sencillo, no complicado. La descripción de esa tarea que realiza la palliri sugiere dureza y dificultad, a partir de la aliteración en el plano fónico, mediante el predominio de los fonemas «r» y «t»: Tr ozos, roca, mar tillo, tierr a, y también en el plano semántico ya que los tres primeros términos connotan también dureza. Se establece, entonces, una isotopía opuesta a la implicada en el verso anterior («Sentada sobre el cáliz de su propia pollera»), sintagma que presenta una imagen de quietud, descanso, en tanto que los lexemas cáliz y pollera connotan la idea de lo redondo y remiten a lo femenino. De esta manera, desde el comienzo se produce una tensión entre la dureza, lo masculino del trabajo y la delicadeza de lo femenino, sugerida en la redondez de las formas y en la metáfora del cáliz de una flor. Se describe, en los versos siguientes, mediante la frase parentética, —que connota un registro intimista— su condición de morena, de piel oscura y trenzas negras; estos lexemas configuran un campo semántico que remite a lo oscuro (nocturno, oscurece, morenas). Esta instancia, al mismo tiempo, se resignifica en el plano fónico mediante la aliteración, que implica dureza («Un silencio noctur no le trepa por las trenzas») y mediante la rima interior (e-a) (o-o). Asimismo, mediante la metáfora («la arcilla de sus manos») fusiona su cuerpo con la tierra. Así, las formas de los significantes inciden en el significado por particularidades morfológicas, prosó- Manuel J. Castilla: la voz del silencio Página | 51 dicas y sintagmaticas en diversos aspectos que se relacionan con el plano de la connotación: socio-cultural, valorativa o emotiva. La palabra, el decir del poeta, se revela en su inutilidad al develar
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