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2 3 Colección Horizontes-Educación Título: Arte y oficio de leer obras infantiles. Investigaciones sobre lectores, mediación y discurso literario Primera edición: marzo de 2018 © Rosa Tabernero Sala (ed.) © De esta edición: Ediciones Octaedro, S.L. Bailén, 5 – 08010 Barcelona Tel.: 93 246 40 02 www.octaedro.com – octaedro@octaedro.com Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública otransformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización desus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (CentroEspañol de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar oescanear algún fragmento de esta obra. ISBN: 978-84-17219-41-3 Diseño de la cubierta: Tomàs Capdevila Diseño, producción y digitalización: Editorial Octaedro 4 https://www.octaedro.com/ mailto:octaedro%40octaedro.com?subject= http://www.cedro.org Introducción ROSA TABERNERO SALA IP del Grupo de Investigación ELLIJ Presenta este volumen un conjunto de estudios que obedece a las líneas de trabajo del Grupo de Investigación ELLIJ (Educación para la lectura. Literatura Infantil y Juvenil y construcción de identidades). Así, uno de los puntos de atención de las investigaciones realizadas se ha centrado en la mediación, que será el común denominador de los capítulos que se refieren a continuación. No se trata, sin embargo, de una mediación al uso sino más bien de una llamada de atención dirigida al mediador, a todos aquellos que desempeñan la función de «facilitadores», en palabras de Chambers (2007), o «formadores», como reivindicaba Patte (2012; 2015), puesto que son numerosos los factores que deben ser tenidos en cuenta cuando se produce la aproximación al discurso literario infantil. Antoine Compagnon (2015), en un sugerente tratado sobre la teoría de la literatura titulado El demonio de la teoría. Literatura y sentido común, explica los vaivenes de la crítica en el análisis del discurso literario y menciona cómo desde el historicismo y el formalismo como tendencias que defienden al autor en su contexto y la inmanencia del texto respectivamente, la mirada se desvía hacia el lector y surge entonces una inclinación de la teoría literaria por la figura de este último, en tanto se explica la lectura empírica como un encuentro entre el texto y el lector. Por tanto, corrientes como la estética de la recepción, la pragmática literaria o la teoría del efecto de la lectura (Fish, 1980; Eco, 1999) ofrecen a la teoría sobre el discurso literario infantil y juvenil el marco más adecuado para desarrollar un estatus propio. En esta línea, autores como Rosenblatt (2002), Meek (2002) o Chambers (2007) reivindican la necesidad de pensar en el lector modelo niño y en las claves que pueden aportar sus respuestas lectoras. De este modo, la teoría de las respuestas lectoras establece desde el enfoque transaccional que la generación de sentidos implica el encuentro del texto con el lector y su experiencia. Por esta vía ha caminado una parte de la investigación sobre el discurso literario infantil en el ámbito de la formación de lectores intentando ahondar en un discurso complejo por la presencia de un doble receptor (Nodelman, 2008). Tanto el lector como estrategia textual o el lector empírico en la experiencia de la lectura de Lewis (2008) no dejan de ser constructos que han suscitado cierta reticencia en lo que implica la libertad del lector sin límites, asunto al que Umberto Eco (1992: 25) responde con Los límites de la interpretación intentando establecer un equilibrio entre la intención del autor, la de la obra y el lector modelo porque el «texto impone restricciones a sus intérpretes». Sin embargo, el gran hallazgo tiene que ver con lo que Fish (1980) ha denominado 5 comunidad interpretativa en la que se unen autor, lector y texto para definir el significado como cuestión colectiva. Las investigaciones del Grupo ELLIJ han adoptado este sendero aunando la consideración textual del lector con la experiencia de su lectura en el marco de la educación literaria. Sin duda, uno de los aspectos que más preocupan en este momento en la formación de lectores literarios no es otro que la importancia que adquiere el mediador y la necesidad de modificar sus creencias, saberes y actitudes (Cambra et al., 2008) para llegar a diseñar espacios potencialmente formativos. De esta manera, investigaciones como las de Duszinsky (2006) o Cremin et al. (2008) insisten en presentar como clave en la formación de lectores el desarrollo de la competencia literaria, tanto de los receptores infantiles y juveniles como de los mediadores, con el fin de llegar a asentar unos cimientos sólidos en la promoción de hábitos lectores. Así, resulta de gran importancia recalar en el puerto del mediador y confirmar, como lo indican estudios como los de Larrañaga, Yubero y Cerrillo (2008), Granado Alonso (2009), Díaz Armas (2008), Munita (2013) o Dueñas et al. (2014), la conveniencia de atender a las condiciones del mediador para depositar en él las claves de la educación literaria. En este marco, el fondo teórico que han proporcionado las diferentes corrientes que han fijado su epicentro en el lector en ocasiones han dejado sin lugar al texto o incluso al autor. No obstante, de algún modo las investigaciones que componen este libro presentan al mediador una reflexión sobre la esencia de aquello que proponen, desde la perspectiva social de inclusión en el marco de los modelos culturales e identitarios hasta los estudios que versan sobre las actitudes, creencias y saberes de los futuros maestros y sobre sus condiciones de emisión, junto a propuestas de análisis del discurso literario infantil en el ánimo de recuperar la naturaleza del texto en relación con el lector modelo que propugna. Con este hilo conductor se han distribuido los capítulos que vienen a continuación. En primer lugar, figuran aquellas investigaciones vinculadas a las respuestas tanto de lectores infantiles como adultos, continúan aquellos estudios realizados sobre los futuros mediadores, sus creencias y sus saberes, para terminar con tres capítulos que versan sobre el análisis del lector modelo desde la perspectiva textual. De cierre se expone un riguroso estudio sobre las destrezas del mediador en el desarrollo de la competencia lectoliteraria. Así, Virginia Calvo Valios expone una investigación de corte cualitativo centrada en la relación entre la lectura literaria y los procesos de acogida en la creación de situaciones potencialmente adquisitivas en lo que a la lengua se refiere. Los participantes de la investigación han sido madres de familias inmigrantes de origen árabe, lo que supone un enfoque inclusivo en contextos escolares. El análisis de respuestas lectoras, triangulado con cuadernos de campo y entrevistas semiestructuradas, ofrece claves con las que abordar la lectura literaria como vehículo de desarrollo de identidad. 6 En esta misma línea metodológica, María Jesús Colón Castillo propone una investigación de corte cualitativo con diseño de caso en la que el análisis de respuestas lectoras de un grupo de lectores infantiles permite profundizar en la ambigua naturaleza del álbum sin palabras. El ejemplo escogido es Sombras de Suzy Lee. Una vez más, las conclusiones presentadas inciden en la necesidad del mediador de reflexionar sobre las propuestas de educación literaria y especialmente en analizar el discurso que vertebra la formación del lector literario. La voz del lector en este estudio resulta de vital importancia para provocar un cambio en las creencias de los mediadores. Por otra parte, José Domingo Dueñas Lorente desarrolla una investigación cualitativa centrada en los hábitos literarios del lector juvenil desde la perspectiva de la comparación entre el canon académico y la literatura que se mueve en los circuitos sociales y comerciales. Centra el autor la atención en las dificultades que presenta el canon académico para perdurar más allá del contexto escolar. De las conclusiones del estudio realizado con una muestra participantede estudiantes universitarios se infiere la necesidad de revisar los principios de la educación literaria en el ámbito de la Educación Secundaria Obligatoria. Igualmente, Marta Sanjuán Álvarez centra su objeto de estudio en los prejuicios que los futuros maestros albergan sobre la literatura infantil. La ideología es el tema abordado desde la vertiente del mediador como primer receptor. Sobre la propuesta de un modelo de intervención en las aulas universitarias se analizan los resultados del proceso de enseñanza-aprendizaje. En otro orden, y tomando como referencia el concepto de lector modelo como estrategia textual, Juan Senís Fernández propone un análisis teórico de las características textuales y peritextuales de cuatro poemarios ilustrados italianos que, en principio, pretenden un receptor infantil que no en todos los casos consiguen, tal como muestra el estudio en profundidad del receptor que diseñan. Trata el autor de la investigación de concienciar al mediador ante los desajustes entre los rasgos discursivos de colección infantil y el lector que proponen. Por otra parte, Rosa Tabernero Sala presenta un análisis sobre la lectura del álbum desde la materialidad. En la línea general de los capítulos que integran esta obra, la investigación tiene como fin profundizar en la definición del objeto libro y en las estrategias que la lectura requiere del destinatario para generar sentido. Se insiste, de este modo, en la necesidad del mediador de reflexionar sobre las diferentes propuestas de las obras infantiles y, por ende, del diseño de lector que de ellas se desprende. En esta línea de análisis del discurso, Iris Campos Bandrés profundiza en el desarrollo de la literatura infantil, especialmente del álbum, vinculado al aprendizaje de una lengua minorizada: el aragonés. Se muestra como eje de exposición la relación entre lengua, literatura e identidad. Sin duda, los proyectos de literatura ilustrada bilingüe y la 7 necesidad de ofrecer discursos de calidad son factores que contribuyen a asentar la lengua en el contexto escolar y, por ende, en el entorno social. El lector que proponen las obras del siglo XXI en este ámbito no deja de ser un receptor competente en la interpretación del lenguaje visual que traslada modelos discursivos de la lengua dominante a la minorizada y que, por tanto, requiere los mismos parámetros en una y otra literatura. Para terminar, el estudio de Ezequiel Briz Villanueva profundiza en los factores clave que requiere el desarrollo de la competencia lectoliteraria a través de la exposición de las diferentes destrezas que el mediador debe trabajar para llevar a cabo un adecuado modelo de educación lectoliteraria. Entendemos que conviene incidir en la formación del mediador no solo desde sus propias competencias personales sino desde la reflexión sobre los textos y el lector modelo que de ellos se desprende. Los estudios sobre educación literaria indican la pertinencia de fijar la atención en la figura del mediador puesto que las investigaciones sobre la promoción de la lectura así lo indican. Desde el grupo ELLIJ esta ha sido una de las líneas más fecundas en resultados de investigación puesto que, a la postre, se ha convertido en uno de los ejes sobre los que gira la actividad del grupo, que no es otro que la necesidad de literatura en la formación de individuos, en la construcción de identidades. «La literatura no es solo el principio y origen de libertad intelectual sino que ella misma es un universo de idealidad libre, un territorio de la infinita posibilidad», así se expresaba Emilio Lledó (2009: 125) y así entendemos desde ELLIJ el origen y el final de nuestras investigaciones sobre la formación de lectores literarios. 8 Bibliografía Cambra, M. et al. (2008). «Los procesos de reflexión de los docentes y la innovación en las aulas plurilingües». En: Camps, A.; Milian, M. (coords.). Miradas y voces: Investigación sobre la educación lingüística y literaria en entornos plurilingües (pp. 45-60). Barcelona: Graó. Chambers, A. (2007). Dime. Los niños, la lectura y la conversación. México: Fondo de Cultura Económica. Chambers, A. (2008). Conversaciones. México: Fondo de Cultura Económica. Compagnon, A. (2015). El demonio de la teoría. Literatura y sentido común. Barcelona: Acantilado. Cremin, T. et al. (2008). «Primary teachers as readers». English in Education, 42 (1): 8-23. Díaz Armas, J. (2008). «Lectura literaria y formación inicial. Creencias del profesorado en formación sobre el texto y su lector». En: Mendoza, A.; Romea, C. Textos entre textos. Las conexiones textuales en la formación del lector (pp. 177-190). Barcelona: Horsori. Dueñas, J. D. et al. (2014). «La lectura literaria ante nuevos retos: canon y mediación en la trayectoria lectora de futuros profesores». Ocnos, 11: 21-43. Duszynski, M. (2006). «L’identité de lecteur chez les professeurs des écoles en formation initiale». Carrefours de l’éducation, 1 (21): 17-29. Eco, U. (1992). Los límites de la interpretación. Barcelona: Lumen. Eco, U. (1999). Lector in fabula. Barcelona: Lumen. Fish, S. (1980). Is There a Text in This Class? Londres: Harvard University Press. Granado Alonso, C. (2009). «Los futuros maestros y maestras ante la educación lectora», Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía-Pacto Andaluz por el Libro. Disponible en: http://www.juntadeandalucia.es/culturaydeporte/web/html/sites/consejeria/areas/letras/Galerias/Adjuntos/estudios/3_Estudio_Futuros_maestros_y_maestras_ante_la_educacixn_lectora.pdf. Consultado el 15 de enero de 2011. Larrañaga, E.; Yubero, S.; Cerrillo, P. (2008). Estudio sobre los hábitos de lectura de los universitarios españoles. Madrid: CEPLI/SM. Lewis, C. S. (2008). La experiencia de leer. Barcelona: Alba. Lledó, E. (2009). Ser quien eres. Ensayos para una educación democrática. Zaragoza: Prensas Universitarias. Meek, M. (2004). En torno a la cultura escrita. México: FCE. Munita, F. (2013). «Creencias y saberes de futuros maestros (lectores y no lectores) en torno a la educación literaria». Ocnos, 9: 69-87. Disponible en: http://www.revista.uclm.es/index.php/ocnos/article/view/227. Nodelman, P. (2008). The Hidden Adult. Baltimore: The Johns Hopkins University Press. Patte, G. (2015). Mais qu’est.ce qui les fait lire comme ça? París: L’école des Loisirs. Patte, G. (2012). Laissez-les lire. Mission lecture. París: Gallimard Jeunesse. Rosenblatt, L. (2002). La literatura como exploración. México: Fondo de Cultura Económica. 9 https://www.revista.uclm.es/index.php/ocnos/article/view/227 La lectura literaria en los procesos de acogida de madres inmigrantes VIRGINIA CALVO VALIOS 10 1. Introducción Este estudio obedece a una de las líneas de investigación del Grupo ELLIJ que versa sobre la lectura literaria en los procesos de acogida y aprendizaje del español en contextos multiculturales. En varias investigaciones (Calvo, 2015; Calvo y Tabernero, 2015, 2016) hemos explorado el papel del discurso literario como un medio en la construcción de identidades en la sociedad plurilingüe del siglo xxi. Los resultados obtenidos en estos estudios, centrados en las voces y en las palabras de adolescentes inmigrantes, reportan nuevas aproximaciones y miradas sobre la diversidad lingüística y cultural desde la dimensión social y emocional de la literatura. Tomando como marco de referencia estas investigaciones y el trabajo continuado de ELLIJ en el escenario educativo, hemos vertebrado un proyecto de investigación –en curso actualmente– que parte del análisis de las necesidades comunicativas, sociales y emocionales que muestran las madres inmigrantes en el proceso de acogida y participación en la cultura escolar. La cercanía al campo de estudio nos ha permitido mantener conversaciones con diferentes miembros de la comunidad educativa –asesores del Centro Aragonés de Recursos para la Educación Inclusiva, la Dirección de un Centro de Educación Infantil y Primaria, docentes, madres inmigrantes– y así detectar variables lingüísticas, sociales y emocionales que afectanen el proceso de inclusión de un individuo en la sociedad receptora. Por ejemplo, siete madres árabes entrevistadas nos expresaban que no asistían a las reuniones del colegio de sus hijos porque les daba vergüenza hablar en público y no se sentían integradas. Estas mujeres han emigrado siguiendo a sus maridos para mejorar su situación económica, en el ámbito privado la lengua vehicular es el árabe, además establecen relaciones sociales con personas de su cultura de origen, y en muchas situaciones de la vida cotidiana sus hijos hacen de traductores. Algunas de ellas asisten a clases de español ofertadas por organizaciones sin ánimo de lucro, sin embargo sus oportunidades de socializarse con hablantes españoles parecen ser muy reducidas. Por su parte, la directora del Centro de Educación Infantil y Primaria donde están matriculados los hijos de las madres entrevistadas, subrayaba el interés de las madres por los estudios de sus hijos pero observaba muy poca presencia en las reuniones y actividades escolares. A este respecto, cabe señalar que el duelo migratorio supone un proceso de recuperación de la identidad, la reelaboración de vínculos, así como la conciliación de dos mundos: el mundo del país de origen y el mundo del país de acogida. En este sentido, el discurso literario puede actuar como una pantalla para poner en distancia emociones, simbolizar la ausencia, hacer frente a las grandes preguntas humanas, apropiarse de palabras de la cultura receptora y abrirse hacia otros espacios de pertenencia. Como expresa Petit (2015), la lectura literaria nos procura un lenguaje para escribir nuestra propia historia entre las líneas leídas, alimenta el pensamiento y nos ayuda a ordenar el mundo. 11 El propósito de esta investigación ha consistido en crear un espacio acogedor para compartir la lectura de textos literarios en español con madres inmigrantes en el entorno escolar. Para ello, nos hemos nutrido de los resultados emergentes en los estudios de Menard-Warwick (2005), Norton (1995), Petit (1999, 2015), Calvo (2015) –entre otros– que inciden en el papel de la literatura en el aprendizaje de una lengua como un medio para cincelar una nueva subjetividad que ayude a resistir procesos de marginación. En este contexto, la investigación se cimienta desde el modelo de educación inclusiva de Booth y Aisncow (2002) cuya finalidad es responder a la diversidad de individuos creando entornos de aprendizaje en los escenarios educativos que minimicen las barreras lingüísticas y culturales. Morgado (2006) propone la lectura literaria acompañada de una autorreflexión crítica y de la construcción de sentidos a partir de la experiencia de cada lector. En esta línea, entendemos que la literatura contribuye a reflexionar sobre el mundo y fusiona el aprendizaje lingüístico con el cultural y el literario. Los objetivos de la investigación se refieren a: Vertebrar en el contexto educativo un espacio para la lectura literaria en español con madres inmigrantes. Se trata de crear un ambiente y un tiempo donde sea posible leer y conversar sobre la experiencia de la lectura. Para ello, utilizar el enfoque de Chambers (2008) como estrategia de mediación que ayuda a la construcción de significados compartidos y propicia el encuentro entre los libros y lectores que se inician a leer en una nueva lengua. Identificar en qué medida el diario de lecturas en formato de cuaderno (Chambers, 2007b: 63) puede ser un instrumento para la formación de la identidad del sujeto (Bruner, 2004, Ferreiro, 2002) y, por tanto, un objeto de reflexión y de conocimiento sobre uno mismo. 12 2. Literatura, identidad y escritura El marco teórico de esta investigación se sustenta en las teorías de Bruner (2004) sobre la construcción de la identidad a través de las narraciones que lee y escribe el individuo, puesto que le permiten dotar de sentido al mundo y distanciarse de la realidad cotidiana para reflexionar. Asimismo, los estudios de Ricoeur (1996) defienden el lenguaje literario como vehículo privilegiado para la comprensión del ser humano; a través del lenguaje simbólico y metafórico se accede a las parcelas de la subjetividad. En este sentido, resulta pertinente su término de lectura reflectante para denominar el proceso de lectura en el que el lector es construido en y por el mundo del texto. Otro de los conceptos relevantes ha sido la noción de lectura distanciada acuñada por Lewis (2008), la manera en que el lector se proyecta en el texto, se aleja de él o se acerca. Así, la teoría transaccional de Rosenblatt (2002), lectura eferente y lectura estética, entiende la lectura como una interacción recíproca (transacción) entre texto y lector, el lector elabora significados vinculando al discurso literario sus emociones y experiencias. Esta concepción de la literatura se comparte en los trabajos de Petit (1999, 2015), Sanjuán (2013), Sanjuán y Senís (2017), Calvo y Tabernero (2015). Petit aborda la lectura literaria como una estrategia de integración social y como cultura reparadora en situaciones de crisis. Así, sugiere lecturas que no sean un calco de la vida de los lectores «sino una metáfora, una transposición, un desvío» (Petit, 2015: 67). De manera que el lector queda protegido por la mediación de un texto y el libro (diseño, soporte, formato, materialidad) se convierte en un espacio estético acogedor, habitable. Esta idea la encontramos en Bonnafé (2008) cuando se refiere al libro como soporte que enlaza al individuo con su comunidad y como una herramienta que facilita las relaciones entre los individuos. Desde estos constructos teóricos, entendemos la lectura y la escritura como un camino de ida y vuelta. Para ello, asumimos la concepción que Barthes (1987) otorga a la experiencia con la palabra escrita como un medio a través del cual el lector se construye mediante aquellas lecturas que engendran una escritura. Por su parte, Meek (2004) insta a utilizar la literatura para desarrollar la motivación y las habilidades de acceso a la cultura escrita. También nos hemos servido de las investigaciones en contextos multiculturales de Ferreiro (2002, 2013) en las que se concibe la escritura como un procedimiento para forjar la identidad. 13 3. Diseño de la investigación 3.1. Contexto, participantes y metodología Este proyecto se ha desarrollado desde enero de 2017 hasta junio en un colegio de Educación Infantil y Primaria de Huesca donde el 20% de los alumnos escolarizados pertenecen a familias de diferentes lenguas y culturas de origen. En este escenario, las informantes corresponden a siete madres inmigrantes procedentes de Marruecos que tienen dos o más hijos escolarizados en este centro, su lengua materna es el árabe y, aunque llevan viviendo en España más de diez años, presentan dificultades para expresarse con fluidez en español. Se ha optado por un estudio de caso exploratorio (Simons, 2011) que se configura a partir del paradigma cualitativo/interpretativo de corte etnográfico (Mendoza, 2011). Las técnicas e instrumentos de recogida de datos han sido: observación participante, entrevistas semiestructuradas, notas de campo de la investigadora y diarios de lectura de las informantes. Para el análisis e interpretación de los datos, hemos utilizado los distintos niveles de análisis propuestos por Cambra (2003). 3.2. La lectura compartida Se ha formado un grupo de lectura con estas madres que de manera voluntaria asisten los viernes en horario lectivo (09.15 - 10.15) a la biblioteca del colegio. El enfoque de lectura corresponde a la metodología de Chambers (2007a, 2008): lectura en voz alta de los textos por parte del lector nativo –investigadora– quien ayuda a tender un puente entre la oralidad y la escritura, y la conversación como una manera de compartir la experiencia de la lectura. Para dinamizar el diálogo conversacional se han seleccionado las preguntas básicas y algunas especiales que sugiere Chambers (2007a: 117-121): «¿qué te ha gustado del texto?», «¿qué no te ha gustado?», «¿has encontrado algo nuevo?» y «¿te ha recordadoa algo?». Dado el contexto, nos han interesado cuestiones relacionadas con el lenguaje: «Dime, mientras escuchabas la lectura en voz alta del texto, ¿has encontrado alguna palabra o frase que te haya gustado? ¿Alguna palabra nueva?» (Chambers, 2007a: 118). Por otra parte, en función de las respuestas de las informantes, se han ido introduciendo preguntas sobre los personajes: «¿qué personaje te ha gustado más?», «¿qué es lo que más te ha gustado?», «¿te ha recordado a alguien?», así como en qué medida recomendarían a otras personas los textos leídos. El diario de lecturas en formato de cuaderno se ha elaborado en dos fases: antes de la lectura a modo de registro de los libros con datos como autor, título y editorial, y fecha de inicio de la lectura. En la segunda fase, las informantes han anotado sus impresiones sobre los libros y aquellas palabras y/o frases que les han parecido sugerentes. 14 Para la selección de los textos se han aplicado –de inicio– los criterios establecidos en investigaciones anteriores con informantes inmigrantes (Calvo y Tabernero, 2015, Calvo, 2015) que se sustentan en dos conceptos: la «lectura distanciada» y el «como si» que engloba la metáfora, elementos transcendentes en la lectura literaria (Ricoeur, 1996; Lewis, 2008). Así, partimos de la recopilación de cuentos populares de Rodríguez Almodóvar, Cuentos al amor de la lumbre, leímos «Yo dos y tú uno», «La mujer mandona» y «La mano negra». Seguimos las sesiones de lectura con La cenicienta de Innocenti, «Loba» en Cuando de noche llaman a la puerta, «Píramo y Tisbe» en Las metamorfosis de Ovidio y ABCD de Bataille. 15 4. Análisis de resultados 4.1. Respuestas lectoras Para categorizar las respuestas lectoras de las informantes ha sido de gran utilidad el modelo utilizado en otras investigaciones del grupo ELLIJ (Tabernero y Calvo, 2015; Calvo, 2015). El resultado ha sido un marco conceptual compuesto por ocho categorías: analítica, intertextual, cultural, lingüística, metafórica, emocional, personal y la categoría objeto libro. En la siguiente tabla se definen las categorías resultantes: Tabla 1. Categorías resultantes 1. Categoría analítica: respuestas metacognitivas como anticipaciones, hipótesis e inferencias que surgen a partir de elementos paratextuales del libro y también durante la lectura en voz alta. 2. Categoría intertextual: relación del texto leído con otros textos. Activación del intertexto lector. 3. Categoría cultural: respuestas en las que se cuestionan modelos culturales a partir de la cultura de origen pero también desde creencias sobre la cultura de acogida. 4. Categoría lingüística: respuestas en las que se apropian de palabras y frases del texto leído y se guardan en el diario de lecturas. 5. Categoría emocional: se trata de aquellas marcas discursivas en las que las informantes vinculan al texto sus emociones para construir significados. En algunos casos se trata de expresiones en las que muestran agrado y/o desagrado por un personaje o por la historia. En otros, siguiendo las teorías de Kümmerling (2012), se trataría de respuestas en las que el lector desarrolla su empatía narrativa entendida como el acompañamiento y la comprensión del lector hacia uno de los personajes o situación determinada. El lector, como observador, accede al estado emocional del personaje ficticio para comprender y compartir su perspectiva. 6. Categoría metafórica: respuestas en las que se expresa placer por «cómo se cuenta la historia» evocando palabras, imágenes y metáforas del texto. 7. Categoría personal: aquellas respuestas en las que las informantes solicitan el texto para llevarlo a su espacio privado y compartirlo con sus familias. 8. Categoría objeto libro: el libro como artefacto artístico. Elementos de diseño, formato, materialidad y soporte contribuyen al desarrollo de destrezas orales, lectoras y de escritura. A continuación se presenta una selección de segmentos representativos donde se reflejan algunas de estas categorías. Por ejemplo, después de leer ABCD de Bataille, se propuso un juego verbal que condujo al desarrollo de secuencias potencialmente adquisitivas: 236. Inv: ¿Qué más por la o, si yo digo honesto? 237. M6: Va con h 238. Inv: Muy bien 239. M4: ¿Qué es honesto? 249. M6: Una persona noble, de buena educación 242. M4: ¿Como listo? 243. Inv: Que piensas y crees en lo que haces 16 244. M4: Lo voy a escribir. ¿Cómo se escribe? Este extracto sirve como muestra de la categoría lingüística: la lengua se aprende interaccionando y en el proceso se produce la apropiación de nuevos conceptos que se fijan en la escritura. Un ejemplo de categoría emocional lo encontramos a partir de la lectura de La cenicienta. La informante M5 empatiza con la situación de la protagonista, como se infiere con el adjetivo «pobre»: 81. Inv1: ¿Y qué es lo que menos os ha gustado? 82. M2: Las hermanastras 83. M5: La mujer de su padre 84. Inv1: La madrastra 85. M5: Sí, ha dejado a la otra niña fregando 86. M2: La ha tratado mal 87. M5: Sí. Pobre La naturaleza dinámica de las respuestas conlleva a que las categorías interactúen de forma sinérgica, como se aprecia en este segmento donde confluyen la categoría emocional y la metafórica. Se trata de una discusión a partir de «Yo dos y tú uno». 75. M2: Ella ha querido su pensamiento a realizar, como que ella va a coger dos huevos y él un huevo. Al final, lo que ha querido ella no lo consigue 76. Inv2: Ella no lo consigue 77. M2: Entonces, si quieres una cosa no tienes que dejarla, tienes que déjalo morir ya 78. Inv1: ¿Tú lo hubieras dejado morir? 79. M2: Sí, no. Pero piensa. Al final su idea lo que ha ganado 80. M3: El huevo es un símbolo Hemos identificado como categoría personal aquellas respuestas que han conducido a las informantes a solicitar los textos para compartirlos en el ámbito familiar. Así ha sucedido con «Yo dos y tú uno», «La mujer mandona» y «Píramo y Tisbe». 112. M2: Yo también le he contado a mi marido y mis hijas «Yo dos y tú uno» Y le ha encantado 113. Inv2: ¿Se lo has contado durante la cena? 114. M2: Si, cenando. Y ahora yo digo uno y me dice yo dos (risas) 115. Inv1: ¿Y les ha gustado? 1168. M2: Sí. Hemos charlado entre lo que lleva el cuento. Yo opino, mi marido opina otra cosa 4.2. Diarios de lectura 17 Figura 1. Diario de lectura de una informante Los diarios de lectura aportan no solo un registro de los textos leídos, sino también el sentido de la lectura para las informantes. La escritura va más allá de sus fines comunicativos y utilitarios, se muestra como un ejercicio de autorreflexión y de organizar el propio conocimiento. De acuerdo con Ferreiro (2002), la escritura ayuda a la búsqueda individual de saberse quién se es y de construcción de la identidad narrativa. 18 5. Para continuar En estudios anteriores nos habíamos ocupado de los hijos de las familias inmigrantes en su proceso de acogida entendiendo que era prioritario facilitar su participación y visibilidad en la sociedad receptora. Sin embargo, el trabajo de campo nos ha procurado la necesidad de profundizar en las necesidades lingüísticas, sociales y emocionales de las madres inmigrantes en su proceso de inclusión en la cultura escolar. Así, las conclusiones que se derivan de la investigación se sistematizan en: Los resultados obtenidos inciden en la utilidad de abrir un espacio físico y dedicar un tiempo en el contexto educativo para la lectura literaria con personas inmigrantes. En este sentido, el ámbito escolar se muestra como una variable a tener en cuenta para abordar los procesos de acogida. Para ello, el enfoque de Chambers crea un contexto potencialmente significativo para la adquisición de la lengua y para conversar sobre los libros. Así, las informantes de este estudio han compartido la experiencia de la lectura conversando en español entre ellas y con la investigadora, y han elaborado una construcción colectiva de los significados de un texto a modo de una comunidad interpretativa que disfruta con la lectura: «M4: Me encanta esta hora». Porotra parte, las lecturas han traspasado este espacio público para incorporarse en el espacio privado compartiendo los textos con sus familias. De esta manera, la lectura se socializa y forma parte de la vida de los individuos. Estos resultados reflejan el papel esencial de las madres como mediadoras en el proceso de incorporación de sus familias en la sociedad de acogida. La propuesta de insertar la escritura en el ambiente de la lectura ha propiciado la reflexión sobre el lenguaje y el desarrollo de habilidades de acceso a la cultura escrita. Aunque tal vez lo más significativo sea que la escritura se ha convertido en una práctica cotidiana donde poner por escrito la propia palabra se muestra como una manera de estar en el mundo. 19 Bibliografía Referencias primarias Bataille, M. (2008). ABCD. Barcelona: Kokinos. Docampo, X. (2001). Cuando de noche llaman a la puerta. Madrid: Anaya. Guillot, L. (2007). Las Metamorfosis de Ovidio. Madrid: Anaya. Innocenti, R. (2001). La cenicienta. Barcelona: Lumen. Rodríguez, A. (1983). Cuentos al amor de la lumbre. Madrid: Anaya. Referencias secundarias Barthes, R. (1987). El susurro del lenguaje. Más allá de la palabra y la escritura. Barcelona: Paidós Comunicación. Booth, T.; Aisncow, M. (2002). Index for inclusion: developing learning and participation in schools. Inglaterra: CSIE. Bonnafé, M. (2008). Los libros, eso es bueno para los bebés. México: Océano Travesía. Bruner, J. (2004). Realidad mental y mundos posibles. Los actos de la imaginación que dan sentido a la experiencia. Barcelona: Gedisa. Calvo, V. (2015). La lectura literaria en los procesos de acogida e inclusión de adolescentes inmigrantes. Zaragoza: Prensas Universitarias de Zaragoza. Calvo, V.; Tabernero, R. (2015). «La selección de textos literarios en el contexto del español como segunda lengua. Investigación cualitativa con adolescentes inmigrantes». Didáctica. Lengua y Literatura, 27: 55-71. Calvo, V.; Tabernero, R. (2016). «El blog como espacio transcultural. Análisis cualitativo de la escritura de adolescentes inmigrantes». En: Díez A.; Bronts, V; Escandell, D. 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Madrid: Morata. 21 La voz del lector ante el álbum sin palabras: el desafío de interpretar Sombras MARÍA JESÚS COLÓN CASTILLO 22 1. Recepción del álbum sin palabras Resulta arriesgado caracterizar el álbum sin palabras; cualquier valoración puede revelarse como incierta o precisar matizaciones contrapuestas: se define por carecer de palabras, pero sí suele contenerlas; hablamos de lectura, aunque no puede leerse exactamente; en un sentido riguroso no es literatura, sin embargo es objeto de estudio literario. Nada parece concluyente. Para empezar, Bosch (2015) alerta de la falta de consenso sobre qué se considera un álbum sin palabras y sobre la confusión que origina la cantidad de texto o su mayor o menor carácter narrativo; su estudio contribuye a clarificar el concepto e incide en el papel del texto, de manera que en un álbum «el texto puede ser subyacente» y en el álbum sin palabras «el texto es subyacente» (Bosch, 2015:16). La diferencia no es simple. La carencia de texto conlleva consecuencias sustanciales al romper las convenciones literarias más básicas y generar ciertas expectativas sobre quién es su lector implícito; no es de extrañar por tanto que su nombre aluda a lo que no tiene –o casi no tiene–. En este sentido, Van der Linden (2008) y Arizpe (2013) advierten de la creencia extendida entre los adultos de que los libros sin palabras se dirigen a los niños que no saben leer todavía; el arraigo de esta idea podría deberse a sus orígenes didácticos y a su propósito de introducir a los destinatarios en las técnicas narrativas (Beckett, 2012). En cualquier caso, esta creencia presupondría que la lectura de un libro de imágenes no requiere de destrezas tan complejas como las necesarias para leer un texto escrito y pondría en evidencia el desconocimiento de las propuestas editoriales actuales. Como contrapunto, Lartitegui (2014) reivindica el desafío intelectual que suponen los álbumes sin palabras para el receptor; la autora destaca su elocuencia y su capacidad para suscitar significados, aunque no comparte el argumento de que puedan leerse e insiste en su resistencia a un proceso lector. En suma, las ilustraciones son un artificio complejo, sujeto a convenciones, que exigen competencia y creatividad tanto en el autor como en el lector, de tal forma que «una serie ilustrada se observa, se comprende, se interpreta, se incorpora; pero no se lee» (Lartitegui, 2014:57). El discurso de un álbum sin palabras sería por consiguiente visual, no sometido a una codificación lingüística, sino construido con signos visuales infinitos, abstractos y variables; al no contar con códigos previos, ni valores estables, el discurso gráfico no conformaría un lenguaje, pero sí tendría la capacidad de representar significados. Esta caracterización del álbum sin palabras no conlleva sin embargo la infinidad de sentidos. La naturaleza polisémica de las imágenes no puede confundirse con la multiplicidad de interpretaciones posibles, su ambigüedad es relativa y todas las interpretaciones no son aceptables (Van der Linden, 2008), cuestión que debe tenerse en cuenta al abordar el proceso receptivo. 23 2. Objetivos Las investigaciones sobre álbumes sin palabras muestran su interés para la formación literaria de los lectores (Crawford y Hale, 2000; Serafini, 2014). Este planteamiento parece contradictorio con los presupuestos que acabamos de exponer. Si el álbum sin palabras es más gráfico que literario, si no puede someterse a un proceso lector y si la recepción de algunas obras se resiste incluso a la verbalización (Lartitegui, 2014), ¿cómo puede ser de utilidad en la educación literaria? La cuestión nos lleva a la necesidad de explorar los procesos de recepción de los álbumes sin palabras: cómo responden los lectores infantiles ante sus propuestas y qué piensan sobre ellos; de este modo, nuestro objetivo es reflexionar sobre estas cuestiones a partir del análisis de las respuestaslectoras obtenidas del álbum Sombras de Suzy Lee. 24 3. Contexto Los resultados que se presentan forman parte de un estudio de caso realizado en una localidad rural aragonesa. Su biblioteca municipal había sido un punto de referencia importante en la infancia de los adultos de la comunidad hasta que la situación cambió radicalmente. En acuerdo con el ayuntamiento y con la asociación de padres y madres de alumnos del municipio, se impulsó el acondicionamiento de la biblioteca y la realización de actuaciones de promoción de la lectura mediante un taller dirigido a niños en edad escolar. El trabajo de campo se llevó a cabo durante el primer curso de impartición de este taller. Por iniciativa de las familias, participaron cuarenta y uno de los cuarenta y cinco alumnos escolarizados en el colegio del municipio; se distribuyeron en siete grupos de cinco a siete participantes de edades próximas; y se programaron sesiones mediadas de una hora en las que se proponían lecturas en grupo y conversaciones literarias basadas en el enfoque de Aidan Chambers (2007). 25 4. Selección del corpus 4.1. Criterios Entre las obras seleccionadas en el estudio, nos detenemos en Sombras fundamentalmente por dos motivos: el interés derivado de su experimental idiosincrasia y el despertado en el contexto de intervención. Sombras, Espejo y La ola componen una trilogía que explora sobre los límites y las posibilidades del libro como objeto al utilizar el pliegue central como estrategia constructiva (Tabernero, 2016); el reflejo, la simetría, el encuentro con el yo y la permeabilidad entre realidad e ilusión son claves compartidas en los tres álbumes; no obstante, los resultados son diferentes en cuanto al reto y la complejidad que suponen para el lector. Esta ambivalencia entre lo común y lo distante es uno de los aspectos de mayor interés de la trilogía, por lo que se encontraba en la selección previa del corpus de estudio. Finalmente, desde una concepción emergente del aprendizaje, fueron los participantes, la situación y el contexto los que orientaron el desarrollo del taller y la selección de las lecturas (Wenger, 2011); en consecuencia, Sombras y La ola fueron dos de los libros más utilizados en los grupos. Figura 1. Cubierta de Sombras 4.2. Sombras Sombras fue concebido a partir de su formato. La autora buscaba completar su trilogía con un nuevo proyecto con el que pretendía mantener el tema pero modificar la manera 26 de abrir el libro y la direccionalidad de la lectura (Lee, 2014). La apertura de abajo arriba y el pliegue central como límite propiciaron la creación de dos mundos reflejados: en la parte superior, la realidad, y en la parte inferior, las sombras. La impronta de la trilogía permanece y las similitudes, especialmente con La ola, se perciben fácilmente: las dimensiones, la significatividad de portadas y guardas, el número de escenas, la niña como personaje principal, el predominio incipiente del blanco, la gradual invasión del color... y de nuevo el juego. Esta vez, la niña se encuentra en un desván, rodeada de cachivaches, cuando comienza un juego de sombras al que va incorporando diversos enseres. Los objetos modifican su sombra y cobran vida a la par que desaparecen del mundo real, mientras el mundo imaginado se convierte en una jungla abarrotada de animales y plantas tropicales. El amarillo, símbolo de la fantasía, se infiltra paulatinamente hasta invadir la doble página y –como ocurre en La ola– en la escena trece romper los límites del pliegue central en un diseño que recuerda las figuras de un caleidoscopio. Sombras resulta más complejo para el lector. La autora lo atribuye a que no se centra en una única línea narrativa sino que exige una lectura atenta a cambios simultáneos que rompen el orden cronológico y estimulan la búsqueda de sentido a este «rompecabezas» (Lee, 2014:68). 27 5. Resultados 5.1. Primera exploración Sombras se utilizó en cinco de los siete grupos partícipes en el estudio; los informantes tenían entre tres y once años. A los de más edad se les propuso una primera lectura autónoma, en pequeños grupos, sin mediación, aunque después se estableció una conversación sobre la obra. En los grupos de edades intermedias la lectura fue conjunta y mediada; y los niños de tres a cinco años se familiarizaron con el libro a través de la presentación realizada por los integrantes de cursos superiores. En todas las sesiones hubo un desarrollo posterior en forma de conversación, juego de sombras y elaboración de dibujos. A pesar de la variedad de respuestas y situaciones, encontramos paralelismos y recurrencias en su análisis. Con carácter general, los niños mostraron un interés creciente según avanzaban las páginas; la complejidad del reto les desconcertaba al mismo tiempo que les atraía, y todos acabaron involucrándose activamente en la construcción de sentido. En un principio, sus comentarios aludían a detalles concretos, sin establecer apenas inferencias, solo dos niñas hicieron referencias al lugar en el que se encontraba la protagonista y solo una a sus intenciones; fueron las preguntas que se les plantearon en la conversación las que les incitaron a reflexionar posteriormente sobre ello. En las dos primeras páginas, nuestros informantes tendían a prestar atención a alguno de los objetos de la escena o al personaje de la niña. Por ejemplo, en todos los grupos resultó clave la observación de la bicicleta; en dos grupos llamó la atención su posición, pensaban que estaba del revés en la parte de arriba y bien colocada en la parte de las sombras, lo resaltaban como una alteración de lo que admitían como normal y comentaron la transformación de las ruedas. Pasadas las páginas iniciales, se detectaron los primeros intentos por interpretar la historia, si bien los comentarios fueron en su mayoría descriptivos de la escena y confusos, con alusiones a la extrañeza que ocasionaba. María (siete años): (Interviene tras un rato en silencio en el que parecía escuchar las interpretaciones de sus compañeros sobre la conversión de la bicicleta en lo que consideraban un sol y una luna) Yo sé de qué va este libro. De que aquí arriba hay unos dibujos y después allá abajo están las sombras y hace un dibujo de cosas. 28 Figura 2. Interior de Sombras Las reacciones de los niños de 2º y 3º de primaria fueron bastante parecidas en cuanto a las expresiones de sorpresa que les provocaba el paso de cada página. Los de 4º y 5º no manifestaron asombro y continuaron con un discurso descriptivo y deíctico, vinculado a 29 la dimensión espacial del álbum como contexto compartido. Cuando el juego imaginado por la niña comenzaba a tomar forma, los informantes de 2º y 3º expresaron la emoción e interpretaron con facilidad la aventura de los personajes; por ejemplo, ante la escena en la que los animales se agrupan frente al lobo, los niños expusieron sus hipótesis sobre lo que sucedía y podría suceder en las siguientes páginas. Jaime (ocho años): (Al pasar la página, grita) ¿Qué es eso? Vera (siete años): (Con tono de emoción) Que se van a volver todos los animales un animal… Raquel (siete años): Que se van a juntar todos los animales. Vera: Para que el lobo no les coma. Raquel: Se están juntando para darle miedo al lobo y que no coma a la niña. 30 Figura 3. Interior de Sombras En contraste, se observaron más dificultades para interpretar el primer nivel, en el que se origina el juego de la niña, por lo que aquí la negociación del significado requirió de mayor intervención mediada. Pese a que en este aspecto la edad de los participantes 31 marcó diferencias, en todos los grupos hubo un momento clave en el que se aportaron conceptos significativos como realidad, mundo de las sombras, imaginación, sueño… conceptos que al emerger fueron asumidos por todos y determinaron la construcción de sentido. María (siete años): Aquí hay menos dibujos. Laura (siete años): (Entre los comentarios de sus compañeros) ¡Hombre, porque se convierten en la realidad! Mediadora: (La mira) ¿Por qué, Laura? Laura:Porque se pasan a la realidad. (A partir de ese momento los niños diferencian entre la parte de la realidad y la de la sombras) Cuando los niños finalizaron la interpretación de la última página, la mediadora les preguntó por la comprensión de la narración; sus respuestas coincidieron en afirmar que habían entendido Sombras y que no tenían dudas. 5.2. Conversación literaria Al cerrar el libro, la mediadora trató de promover la conversación literaria en los grupos (Chambers, 2007). Comenzó planteando preguntas a los participantes sobre qué había sucedido y si alguno de ellos había experimentado alguna situación similar. Los niños trataron de reconstruir verbalmente la secuenciación narrativa, entonces detectaron las ambigüedades y los aspectos que les resultaban confusos, necesitaron revisar el álbum e iniciaron de nuevo la negociación del significado. En esta fase de la sesión, se produjo un cambio en el discurso, apareció la dimensión temporal y el intento de abstraer lo que se consideraba fundamental para la acción, sin alusiones deícticas a las imágenes, sino que se trataba de mantener la cohesión y la coherencia del relato. Edgar (ocho años): Una niña entra en el sótano haciendo sombras y hace toda una historia… y y hace toda una historia con sombras. Y luego lo de las sombras, lo de los animales y todo, van a apagar la luz y van a la reali… y se ven todo. María: (siete años) Es que la niña se estaba imaginando cosas y con cosas que estaban en el trastero pues las bajó y se puso a jugar y… Adrián (ocho años): Creó formas María: Y creó formas con las manos, y con las escaleras, cajas y todo eso y con la imaginación también se lo pasó mejor. Ante la pregunta sobre una posible vinculación con sus propias experiencias, la primera reacción fue de negación; ninguno reconocía que le hubiera sucedido algo parecido. Al preguntar específicamente sobre sus juegos y las interrupciones de los adultos, los niños descubrieron que la niña de Sombras estaba jugando, pues anteriormente hablaban de un sueño, de fantasía, magia… pero en ningún grupo se había mencionado la posibilidad del juego y este aspecto había quedado inconcluso. A partir de este hallazgo, se reconocieron en la aventura de la protagonista y establecieron vínculos 32 personales. Se desencadenó así una recreación narrativa de sus experiencias con el juego que en algunos casos originó la verbalización de sus deseos imaginados. Luna (nueve años): Cuando me quedo sola me pongo música y me pongo a patinar haciendo el salto del tres, me mato. (…) Yo me imagino que voy a un concurso de patinaje, eso es lo más. Mediadora: ¿Es tu sueño? Luna: Sí (Abre los ojos y afirma también con la cabeza de manera muy expresiva) Las conversaciones también derivaron en reflexiones metaliterarias sobre la posibilidad de leer o no un libro sin palabras, sobre el esfuerzo que requiere y sobre la intención de la autora al proponer Sombras a los niños. Luna (nueve años): Tampoco tiene letras. Pero se entiende. David (ocho años): Es que pienso que los de Suzy Lee los hace para hacer pensar, porque si te salen con letras ya tienes toda la historia hecha, solo tienes que leértelo, así salen las imágenes y… Paula (diez años): Sabes la historia. (Se acerca la mediadora y se callan. Les pregunta de qué trata el libro y comienza la conversación y la negociación del significado. Al finalizar les pregunta por la propia experiencia) Mediadora: Entonces, ¿esto que hemos hecho es leer? David: No, esto es más bien explicar la situación. Luna: Sí, pero también es leer porque tenemos que leer los dibujos, la mente, lo que está pasando… Paula: (Apoya el argumento afirmando y acompañando parte de la frase con Luna) David: Intentar meternos en la mente para saber cómo… lo que está pasando, lo que está haciendo, cómo lo está haciendo, cómo se siente… Mediadora: Entonces, ¿es leer? Luna: (Mueve la cabeza a un lado y a otro como diciendo ni sí ni no) No es leer pero es explicar, es un medio… David: O sea es como… (hace un gesto con las manos y la cara, otra vez dando a entender que ni sí ni no, le interrumpe Luna) Luna: Como leer la mente, pero para eso te tienes que meter en la mente, o sea que no es leer. Mediadora: Leer la mente… ¿de quién? Luna: De esta niña, (señala en el libro) de lo que va a pensar… leer lo que está pasando (mira la página abierta) aunque no es muy normal (hace referencia a la extrañeza que le produce la escena que está mirando) (La conversación se encamina después hacia el comentario de sus lecturas favoritas) 33 Figura 4. Recreación de Sombras, elaborada por Luna (nueve años) Además de los aspectos comentados, los participantes formularon hipótesis sobre la portada, el formato, la duplicidad de la niña, las palabras inmersas en las imágenes, el final o la edad de los destinatarios a los que se dirige Sombras; en dos sesiones, los niños de más edad trasladaron su interpretación a los más pequeños y resultó especialmente significativo cómo estos aceptaron la ambigüedad y el extrañamiento; asimismo, los resultados muestran otras cuestiones de interés para el análisis como qué papel ejerció el tiempo destinado a la observación de cada página, cuándo una imagen dejó a los informantes sin palabras, cómo fueron las respuestas no verbales y cuál fue la función de la mediación en este proceso. 34 6. Conclusiones Sombras supuso un desafío estimulante e inagotable. Los niños ocuparon el espacio del libro con sus voces (Tabernero, 2016). Como si compartiesen un acuerdo tácito, adoptaron el papel de narradores orales: describían al tiempo que dudaban, cuestionaban, se distanciaban y mostraban conciencia de que el proceso de recepción conlleva la construcción de sentido (Silva Díaz y Bellorín, 2010). A través de la exploración conjunta y de la conversación posterior, llegaron a la discusión metaliteraria sobre las mismas cuestiones que son objeto de controversia entre los especialistas: ¿Cuál es la edad del receptor implícito del álbum sin palabras? ¿Ofrece una experiencia de lectura?… Tampoco ellos encontraron respuestas concluyentes. No es necesario. De ellas deducimos que efectivamente los libros sin palabras se observan, se comprenden y se interpretan, que este proceso requiere de estrategias complejas y que, aunque el pensamiento visual pueda resistirse a las palabras, estas aparecen de forma incontenible y espontánea; si bien al principio la verbalización puede ser deíctica, dependiente de la imagen, incongruente y confusa, después se independiza, se construye y aproxima a un discurso coherente y rico en significados; será porque las ilustraciones constituyen «una nueva forma de oralidad de nuestros tiempos» (Calvo, 2015: 244). En definitiva, el álbum sin palabras es una provocación: cuestiona las convenciones del libro, cuestiona las expectativas del lector, cuestiona el acto de la lectura y los límites de la literatura. Sus autores reivindican la singularidad de la imagen y de la lógica visual frente al lenguaje verbal. Ciertamente, en el nivel de la decodificación, la experiencia de recepción de un álbum sin palabras se aleja de la experiencia lectora; pero ambas experiencias se encuentran en el nivel de la interpretación. Es en esta confluencia de experiencias donde consideramos subyace la clave en cuanto a sus posibilidades en el desarrollo de la competencia literaria. Nuestros informantes estaban habituados a focalizar su atención en el nivel de la decodificación de la escritura, un nivel dependiente del conocimiento del adulto; tanto las tareas escolares que realizaban como las creencias de las familias incidían en este enfoque instrumental de la lectura. Sombras, sin embargo, invitó a los niños a adentrarse en un nuevo espacio, un nivel creativo de reflexión y discusión más profundo. Todos participaron en la interpretación compartida de una historia narrativa compleja y en la producción de significados implícitos y evocadores. La imagen parece implicar así a un lector infantil que percibe que, cuando desaparece la escritura, el espaciodel libro le pertenece naturalmente y le ofrece, como el texto literario, una experiencia estética y dialéctica, «la oportunidad de formular lo no formulado» (Iser, 1987:243). 35 Bibliografía Referencias primarias Lee, S. (2008a) Espejo. Cádiz: Barbara Fiore. — (2008b). La ola. Cádiz: Barbara Fiore. Lee, S. (2010). Sombras. Cádiz: Barbara Fiore. Referencias secundarias Arizpe, E. (2013). «Imágenes que invitan a pensar: el “libro álbum sin palabras” y la respuesta lectora». Reflexiones marginales, 3 (18). Disponible en: http://reflexionesmarginales.com/3.0/22-imagenes-que-invitan-a- pensar-el-libro-album-sin-palabras-y-la-respuesta-lectora/. Beckett, S. L. (2012). «Wordless Picturebooks». En: Crossover Picturebooks: A Genre for All Ages (pp. 81-145). Nueva York: Routledge. Bosch, E. (2015). Estudio del álbum sin palabras (Tesis doctoral). Barcelona: Universitat de Barcelona. 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El paper dels lectors en la lectura de narracions visuals». Revista De Didàctica De La Llengua i De La Literatura, 52: 23-31. Tabernero, R. (2016). «El lector en el espacio del libro». Fuera [De] Margen, 19: 22-25. Van der Linden, S. (2008). «Et si le sans avait du sens?». Hors Cadre [s], 3: 7-11. Wenger, E. (2011). Comunidades de práctica: aprendizaje, significado e identidad. Barcelona: Paidós. 36 http://reflexionesmarginales.com/3.0/22-imagenes-que-invitan-a-pensar-el-libro-album-sin-palabras-y-la-respuesta-lectora/ La transición a la literatura de adultos: retos y dificultades JOSÉ DOMINGO DUEÑAS LORENTE 37 1. El sistema educativo y la lectura de los jóvenes Es evidente que con la formación de lectores en el ámbito académico se persigue que los resultados se prolonguen más allá del periodo escolar. Se educa en la lectura con el ánimo de que el alumno pueda servirse de esta herramienta de aprendizaje y de disfrute intelectual a lo largo de su vida (Molina, 2006). En España, en efecto, el sistema educativo defiende explícitamente la lectura como un factor decisivo en la configuración de personas autónomas: La lectura y la escritura son los instrumentos a través de los cuales se ponen en marcha los procesos cognitivos que elaboran el conocimiento del mundo, de los demás y de uno mismo y, por tanto, desempeñan un papel fundamental como herramientas de adquisición de nuevos aprendizajes a lo largo de la vida. (Ministerio de Educación Cultura y Deporte, 2014. Real Decreto 126/ 2014, de 28 de febrero, por el que se establece el currículum básico de Educación Primaria) En parecidos términos se repite el planteamiento en los objetivos previstos para el Bachillerato: «Afianzar los hábitos de lectura, estudio y disciplina, como condiciones necesarias para el eficaz aprovechamiento del aprendizaje, y como medio de desarrollo personal» (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, 2015). En un mismo sentido, el actual Currículum de la Comunidad de Madrid para la Educación Secundaria Obligatoria propone «el objetivo de hacer de los escolares lectores cultos y competentes, implicados en un proceso de formación lectora que continúe a lo largo de toda su vida y no se ciña solamente a los años de estudio académico». Para ello se considera necesario propiciar la lectura libre tanto de obras de literatura española y universal como de literatura juvenil. Así, en los primeros cursos de la ESO se fomenta la lectura voluntaria mientras que en cuarto se prescribe además el estudio de los clásicos: Cantar de Mío Cid, El Conde Lucanor, Jorge Manrique, La Celestina, Lazarillo de Tormes, Cervantes, Quevedo, Góngora, Lope, etc. (Consejo de Gobierno de la Comunidad de Madrid, 2015). Se trata de conciliar, pues, los intereses más inmediatos de los adolescentes con el acceso a obras y autores canónicos, dado que el final de la educación obligatoria es en muchos casos la última oportunidad para entrar en contacto con el rico bagaje de la tradición literaria. Si atendemos a estudios recientes comprobaremos que, en efecto, la población en edad escolar o que ha abandonado poco antes el ámbito educativo es la que más lee en España (CONECTA, 2013). La franja de 14 a 24 años alcanza los índices de lectura más elevados en cuanto a libros, revistas, cómics, webs y blogs. Solo resulta ligeramente superada en la lectura de periódicos. En el estudio citado se refleja que el 91´9% de los adolescentes y jóvenes lee libros, el 58´8 revistas, el 74´7 periódicos y el 80´1 webs, blogs y foros. Sin embargo, el Barómetro de Diciembre de 2014 del Centro de Investigaciones Sociológicas (2014) indica que, a la hora de elegir los libros, la opinión de profesores y expertos solo resulta prioritaria para un 4% de los lectores. La mayoría dice 38 seguir su propio criterio (58%), un sector relevante (27´1%) atiende a la opinión de familiares y amigos, un 5´8% a los medios de comunicación. La influencia de profesores o expertos ocupa, pues, uno de los últimos lugares de la tabla. En esta misma orientación, algunas investigaciones recientes (Colomer y Manresa, 2008; Olid, 2009; Margallo, 2009; Colomer y Munita, 2013; Dueñas, Tabernero, Calvo, Consejo, 2014; Granado y Puig, 2014) ponen de relieve que, al poco de superar las etapas educativas no universitarias, los jóvenes que continúan leyendo acuden de manera mayoritaria a los best-sellers, es decir, a los títulos de moda en cada momento, a la literatura más comercial. Todo indica que perdurar en un canon académico resulta altamente excepcional. Puede decirse, pues, que el sistema educativo logra hábitos de lectura aceptables entre adolescentes y jóvenes, sobre todo en comparación con otros sectores, pero también que no consigue que los estudiantes aprecien los títulos académicos hasta el punto de incorporarlos a sus lecturas voluntarias. La lectura libre de los jóvenes se centra, como decimos, en los superventas, en las obras que se promocionan exclusivamente desde la dinámica del mercado, una circunstancia que dificulta el desarrollo de trayectorias personales, al margen de las modas de cada momento. Por otra parte, lo que los best-sellers proponen al lector queda de relieve en varios estudios recientes. Alba Torrego (2014: 139) destaca el carácter estereotipado de los personajes, el fomento de una comunicación emocional con el lector sin apenas margen para el distanciamiento crítico o la promoción de determinadas modalidades literarias llamadas a convertirse en nichos de lectura por su carácter superficial y repetitivo. Este es el caso, por ejemplo, de la novela romántica, de la que la citada estudiosa dice: La proliferación de la lectura de estos best-sellers entre las adolescentes no solo supone una degradación del gusto literario, sino que también puede tener consecuencias en el proceso de creación de la identidad femenina. A través de los personajes […] se potencian modelos tradicionales que reproducen estereotipos y roles de género que acrecientan las desigualdades entre hombres y mujeres y las conductas sexistas. De la literatura juvenil dirigida preferentemente a lectoras se ha destacado asimismo la superficialidad en el tratamiento de los asuntoso una concepción tradicional de los roles de género (Olid, 2009). Se trata, en suma, de obras que buscan procesos de lectura no conflictivos, complacientes con un sector amplio de los presuntos lectores, títulos que proponen ingredientes narrativos redundantes con respecto a otras aportaciones culturales (música, series de televisión, cine), y con los que el lector adolescente está ya suficientemente familiarizado (Dueñas, Tabernero, Calvo, 2016). La sucesión vertiginosa de los acontecimientos y la frecuente linealidad de los planteamientos narrativos fomentan modos de lectura caracterizados por la rapidez y la sensación de una acumulación fácil de los datos, lo que supone un obstáculo para abordar procesos lectores de mayor complejidad (Colomer y Munita, 2013). También se ha señalado que 39 la lectura de best-sellers otorga a los adolescentes una conciencia de comunidad entre iguales, así como un sentido autocomplaciente de incorporación a la sociedad adulta que conviene cultivar como punto de partida de posibles trayectorias lectoras más complejas (Margallo, 2009). Por otra parte, la cultura popular, en general, es considerada en ocasiones como el espacio más propio de adolescentes y jóvenes, el lugar donde mejor se reconocen y desde el que tratan de entenderse a sí mismos y a la sociedad en que viven (Morduchowicz, 2010). 40 2. Una indagación cualitativa Nuestro propósito ha sido indagar en la percepción que un grupo de jóvenes universitarios tiene de su relación con las obras literarias de carácter académico y con otras de corte comercial. Con este objetivo, analizaremos 42 informes acerca de la propia trayectoria de lectura, solicitados a otros tantos estudiantes de Magisterio, cuya edad oscila entre 18 y 28 años. Además, con 12 de ellos mantuvimos entrevistas semiestructuradas con el objeto de clarificar o ampliar la información trasladada anteriormente. De su concepción como lectores de unos títulos y de otros extraemos algunas reflexiones didácticas con el ánimo de contribuir en lo posible a que, con el tiempo, el corpus académico no quede enseguida tan radicalmente postergado como constatan los estudios citados arriba. El desajuste entre los objetivos formativos del sistema escolar, en lo que a la educación literaria se refiere, y el hecho de que al poco de abandonar las aulas la mayor parte de los jóvenes lectores queden por completo al albur de las leyes del mercado exige sin duda reflexiones y nuevas propuestas (Margallo, 2009; Mínguez-López, 2015). Los abundantes estudios estadísticos en torno a la edición, la lectura o la evolución de los hábitos lectores, con que contamos desde hace unos años, ofrecen radiografías generales de indudable interés. Pero si se trata de conocer con alguna profundidad los resortes de la lectura literaria se han de tener en cuenta las peculiaridades tanto de los procesos de lectura como de los propios textos literarios (Manresa, 2013). Conviene por ello no considerar a los lectores como seres atemporales (Ibarra y Ballester, 2014) y conocer de cerca las circunstancias en que se desenvuelven mediante una perspectiva de estudio suficientemente personalizada. Como dice José Antonio Millán (2017: 11): «Aunque más lentos y costosos que otros procedimientos, estos estudios cualitativos permiten acceder a las auténticas prácticas y motivaciones de la población lectora». En estos casos, según precisan McMillan y Schumacher (2005: 423), no se busca la generalización de los resultados pero sí «la extensión de los descubrimientos, que permite a los demás entender situaciones similares y aplicar estas informaciones a investigaciones futuras o a situaciones prácticas». 41 3. Resultados más relevantes y conclusiones De los 42 informantes con que hemos contado solo tres son varones. Las jóvenes que dan cuenta expresa de sus gustos lectores optan de forma casi unánime por la novela romántica o histórico-romántica. Las obras de Federico Moccia constituyen el ejemplo más señalado en este sentido. También Ruiz Zafón es invocado a menudo como autor de referencia (con obras como Marina o El príncipe de la niebla, especialmente), aunque leído casi siempre por recomendación escolar. Y puede decirse que títulos como El niño con el pijama de rayas de John Boyne o las sagas Crepúsculo de Stephenie Meyer o 50 sombras de Grey de E. L. James se han convertido en lectura generacional para estos jóvenes, es decir, en motivo de conversación tanto entre iguales como en el ámbito familiar (Informes 5, 7, 13, 14, 15, 16, 18, 20, 26, 30, 33, 34, 40, 41, 42), en definitiva, en instrumentos de socialización. También se mencionan como lecturas particularmente recordadas las series de Kika Superbruja, Gerónimo Stilton o Harry Potter (I 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14, 15, 17, 20, 22, 23, 24, 25, 27, 28, 34, 38, 40, 41). De manera más ocasional, los informantes evocan con agrado obras como Rebeldes de Susan E. Hinton, Campos de fresas o Las chicas de alambre de Sierra i Fabra, La catedral o Las lágrimas de Shiva de César Mallorquí, Los cachorros de Vargas Llosa, El medallón perdido de Ana Alcolea, etc., lecturas propuestas en todos estos casos en el ámbito educativo. Con todo, no apreciamos trayectorias de lectura personales, suficientemente distanciadas de las modas o de las recomendaciones generales de cada momento. Puede decirse, pues, que los informantes han leído y leen como efecto de impulsos externos más que movidos por una necesidad interiorizada. No obstante, percibimos a varias participantes con un sustrato lector suficiente como para poder emprender en un futuro trayectorias autónomas. Así, la estudiante (I 9) que tras experiencias negativas en Primaria recuerda con agrado a una profesora en la ESO que «supo transmitirnos esa sensación que desconocía de disfrutar con las historias». Señala que leyó por entonces a José María Latorre, Andreu Martín, Emilio Salgari, Paulo Coelho, David Trueba o Jordi Sierra i Fabra. Sin embargo, con respecto al Bachillerato destaca que la literatura «te la aprendías, pasaba un tiempo y se te olvidaba, todo para nada, una pena». Con todo, la informante muestra criterios definidos acerca de lo que debería ser la lectura literaria y mantiene vivo el recuerdo de un periodo en que leyó de manera frecuente y entusiasta. Mayor singularidad ofrece la trayectoria de una estudiante (I 19) que ha disfrutado de una madre muy lectora, provista de conocimientos y criterios avanzados acerca de la literatura infantil, así como de profesores amantes de los libros. Esta informante recuerda haber leído durante su periodo escolar Historias de ratones, de Arnold Lobel, El regalo de Gabriela Keselman, Madrechillona de Jutta Bauer o La invención de Hugo Cabret de 42 Brian Selznick. Más adelante leyó títulos de Fernando Lalana, Laura Gallego, Miguel Delibes o Samuel Alonso. En los últimos tiempos confiesa leer a Federico Moccia o Francisco de Paula Fernández, con el fin de relajarse o entretenerse. Así, la nada habitual estimulación lectora que ha recibido tanto en casa como en el ámbito educativo parece abocada últimamente a un cierto estancamiento, de modo que sus ratos de lectura se dedican a obras de menor exigencia, a títulos compartidos por el grupo de amigas. Pero, con todo, mantiene una idea elevada de la lectura y enumera con satisfacción los libros leídos en momentos anteriores. Las demás trayectorias resultan mucho más determinadas por las recomendaciones académicas en el periodo escolar y por las pautas comerciales tanto en los años de Primaria y Secundaria –pensemos en la masiva aceptación de las series de Kika Suprebruja, Gerónimo Stilton o Harry Potter– como más tarde. Puede decirse, en consecuencia, que en el caso de nuestros informantes aquel acompañamiento familiar o escolar con que contaron únicamente ha sido reemplazado por los gustos que impone el mercado mediante grandes promociones editoriales. Claro que esta circunstancia se apoya en experiencias de lectura bien distintas, ya se trate de obras académicas, por una parte, o de best-sellers,por otra. En lo que respecta a la lectura libre, dirigida en todos los casos revisados aquí a la literatura comercial, varios de nuestros informantes confiesan leer como forma de evasión, relajación, entretenimiento o distracción (I 8, 11, 19, 20, 22, 36, 41), (Entrevistas 1, 6, 7). Otros señalan que lo que les mueve a la lectura libre es la posibilidad de identificarse con los personajes (I 1, 24, 34, 38). En algunos casos se destaca la facilidad con que se leen las obras elegidas (E 4, 5, 7). En cambio, la lectura literaria en el ámbito académico se asocia con tarea, prueba o examen (I 5, 8, 12, 14, 17, 20, 21, 23, 24, 32), (E 2, 12), también con dificultad y esfuerzo (I 2, 20, 27, 31, 33), (E 12), o con títulos que no responden a los intereses del lector (I 4, 16, 21, 31, 32, 42), (E 4, 6), lo que puede explicar que se empiecen los libros pero que en ocasiones no se terminen (I 1, 22), (E 2, 5). En estos casos, la obligación de leer se alega como factor relevante de desmotivación lectora; sin embargo, también se reconoce en ocasiones que gracias a la lectura obligatoria se accedió a libros que gustaron, incluso a obras que han dejado a veces una huella perdurable (I 1, 11, 18, 23), (E 8, 11). Con todo, el aspecto más destacado por los informantes es que la lectura escolar suele ser objeto de evaluación Y ello conlleva un determinado modo de leer, es decir, supone una apropiación detallada y minuciosa de los textos, una aproximación condicionada más por el examen, el resumen, la ficha o el comentario de texto que por la historia contada (I 8, 9, 12, 13, 17, 21, 23), (E 12). La lectura escolar impone también un ritmo, una fecha de finalización (I 21). Y, en definitiva, exige una disposición ante los textos literarios que 43 poco tiene ver con el placer de leer (I 8, 9, 12, 23, 41), es decir, inculca una idea de la lectura que no anima a seguir leyendo. A tenor de los títulos que recuerdan los informantes hay que pensar que la literatura infantil y juvenil está ya plenamente introducida en colegios e institutos. Sin embargo, todo indica que nuestros estudiantes universitarios incluyen bajo el mismo concepto de obras recomendadas u obligatorias tanto las juveniles como las de canon adulto. Bien es verdad que en los casos en que algún informante recuerda una suerte de deslumbramiento ante una determinada obra se refiere a títulos juveniles (I 7, 8, 12). Para concluir, se ha de pensar que el sistema educativo no logra trayectorias de lectura de complejidad creciente, acordes con los procesos de maduración de los estudiantes, tal y como se reclama con frecuencia. Tras nuestro análisis, y como señalan otros estudios citados antes, resulta llamativa la brecha lectora entre los años escolares y el periodo inmediatamente posterior, cuando los jóvenes optan de manera mayoritaria por la literatura más comercial. Parece claro, pues, que la educación literaria en las diferentes etapas debería abordar estos asuntos, particularmente si entendemos que la lectura de obras canónicas resulta un destino intelectual más gratificante que perdurar de por vida como lector de best-sellers. A tenor de lo expuesto parece oportuno, cuando menos en los niveles educativos superiores, establecer contrastes entre obras académicas y comerciales, revisar los circuitos y procedimientos de difusión de unas y otras, así como tratar de vislumbrar el lugar que se concede al lector en un caso y en otro. También parece pertinente fomentar la lectura voluntaria mediante un amplio margen para la elección personal y a través de procedimientos de evaluación que no hipotequen el gusto por la lectura: diarios de lectura, comentarios en grupo, conversaciones acerca de libros, etc. En cualquier caso, convendría que la lectura se entendiera como una línea diferenciada en las diferentes asignaturas, que sea objeto de modos de evaluación acordes con sus peculiaridades. Así, habrá que insistir en evaluaciones personalizadas, en el seguimiento de procesos más que en la cuantificación de los resultados, en factores de motivación por encima de la rendición de cuentas. Y evidentemente convendrá poner los libros en el centro de las clases: hablar de libros, evocarlos, citarlos, resumirlos, compararlos con otras manifestaciones culturales. De este modo, tal vez se consiga que las estrategias de socialización tan buscadas por adolescentes y jóvenes se apoyen también en títulos que inciten a seguir leyendo, pero que a la vez exijan del lector nuevos retos intelectuales. 44 Bibliografía Colomer, T.; Manresa, M. (2008). «Lecturas adolescentes: entre la libertad y la prescripción». En: Campus, A.; Milian, M (coords.). Miradas y voces. Investigación sobre la educación lingüística y literaria en entornos plurilingües (pp. 119-130). Barcelona: Graó. Colomer, T.; Munita, F. (2013). «La experiencia lectora de los alumnos de Magisterio: nuevos desafíos de la formación docente». Lenguaje y Textos, 38: 37-45. Centro de Investigaciones Sociológicas (2014). Barómetro de Diciembre de 2014. Disponible en: datos.cis.es/pdf/Es3047mar_A.pdf. CONECTA (2013). Hábitos de lectura y compra de libros en España. Disponible en: http://federacioneditores.org/img/documentos/Habitos. Consejo de Gobierno de la Comunidad de Madrid. 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