Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
ACTIVIDADES LECTORAS EN LA ESCUELA INFANTIL Y PRIMARIA 2 MATERIALES PARA EDUCADORES Últimos títulos publicados 90. Un centro 3 S. Irene Monferrer. 91. Cosas de niños. Pilar Montes-Eduardo Soler. 92. Versos para aprender lengua y literatura. Ana Riofrío. 93. Sembrar valores, recoger futuro. Fernando Lafuente-Noelia Cisneros-Emilio Gómez. 94. Animación a la lectura con niños. Isabel Agüera. 95. Formación humana en Primaria/3. Sonia López-Yolanda López. 96. Educar con imágenes/3. Herminio Otero. 97. Adolescentes, inmigración e interculturalidad. Fabián Moradillo-Socorro Aragón. 98. Ortografía castellana. Francisco Javier Diosdado. 99. Educar en la interculturalidad. José Real. 100. Cuentos populares y creatividad. Rosa Huertas. 101. Animar a la lectura jugando. Mª Jesús Otero. 102. La solidaridad es vida plena. Edgardo Rubén Cárdenas. 103. La lectura a escena. Isabel Agüera. 104. Cuentos para portarse bien en el colegio. Jesús Jarque. 105. Animación a la lectoescritura. Purificación Cavia. 106. Poesía popular infantil y creatividad. Rosa Huertas. 107. Adolescentes y educación para la convivencia. Fabián Moradillo. 108. Aprovechamiento didáctico de Internet. Jesús María Nieto. 109. Amor y sexualidad. Santiago Galve. 110. Fábulas del siglo XXI. Fernando Lafuente-Noelia Cisneros-Emilio Gómez. 111. Personajes de la Historia Antigua y Media. José Luis Sierra. 112. Los cuentos de la tortuga. Eduardo Soler. 113. Aprender a pensar en Primaria. Blanca Gómez-Luis Carrascosa (coords.). 114. La vuelta al curso en 80 días. Jesús Villegas Saldaña. 115. Personajes de la Historia Moderna y Contemporánea. José Luis Sierra. 116. Educar en la sostenibilidad. AA.VV. 117. Cómo mejorar la convivencia. Ana Prieto-Manuela Guzmán. 118. Motricidad en Educación Infantil. Ana Ponce de León-Rosa Ana Alonso (coords.). 119. ¡Hoy es fiesta! Carmen Gil. 120. Fonética inglesa práctica. Jelena Bobkina-Miriam Fernández de Caleya. 121. Lecturas y juegos para los más pequeños. Isabel Agüera. 122. Infancia y ciudadanía. Mª Jesús Picot-Fabián Moradillo. 123. Coeducación en el cole. Carmen Gil. 124. Cuentos para educar en valores. Laureano Benítez. 125. Dificultades de aprendizaje en Educación Infantil. Jesús Jarque. 126. Creatividad, lenguaje y nuevas tecnologías. Isabel Agüera. 127. Cuentos para educar jugando. Miguel Ángel Carroza. 128. Educación emocional para la prevención de la violencia en la pareja. AA.VV. 129. La tutoría en la escuela. José Quintanal-Miguel Ángel García. 130. Dos mundos. Two worlds. Beatriz Montero-Geeta Ramanujam. 131. Buenos tratos: cuidando los derechos de todos. Mª Ángeles de la Caba-Rafael López. 3 132. Educar en valores inteligentes. Alfonso Barreto. 133. La programación de aula en Educación Infantil paso a paso. A. Ponce de León-R. A. Alonso (coords.). 134. Desarrollo de la conducta prosocial a través de la educación emocional en adolescentes. AA.VV. 4 JOSÉ QUINTANAL DÍAZ ACTIVIDADES LECTORAS EN LA ESCUELA INFANTIL Y PRIMARIA Guía para la organización y el desarrollo de programas de Animación Lectora EDITORIAL CCS 5 Tercera edición: junio 2013 Página web de EDITORIAL CCS: www.editorialccs.com © José Quintanal © 1999. EDITORIAL CCS, Alcalá, 166 / 28028 MADRID Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública y transformación de esta obra sin con tar con autorización de los titulares de la propiedad intelectual. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (arts. 270 y ss. del 6 http://www.editorialccs.com Código Penal). El Centro Español de Derechos Re pro gráficos (www.cedro.org) vela por el respeto de los citados derechos. Diagramación editorial: Concepción Hernanz (Oficina Técnica CCS) Dibujo de portada: Amaya de Andrés ISBN (pdf): 978-84-9023-690-1 Fotocomposición: M&A, Becerril de la Sierra (Madrid) 7 http://www.cedro.org Para ti, que «vives» la Escuela con ilusión renovada 8 Índice Presentación CAPÍTULO PRIMERO LA ANIMACIÓN A LA LECTURA 1. Importancia de la Animación escolar CAPÍTULO SEGUNDO DESDE EL PRINCIPIO, EN EDUCACIÓN INFANTIL 1. Las actividades de Animación lectora en el aula de Educación Infantil 2. ¡Cuéntame un cuento!, una sencilla forma de «Animar a Leer» 3. Empecemos por el principio… (paradojas) 9 CAPÍTULO TERCERO LA PERSPECTIVA DE PRIMARIA 1. El animador 2. La animación CAPÍTULO CUARTO LA ORGANIZACIÓN DE LAS ACTIVIDADES DE ANIMACIÓN LECTORA 1. Actividad escolar ordinaria 2. Actividades de carácter especial CAPÍTULO QUINTO ACTIVIDADES DE ANIMACIÓN 1. Actividades informativas 1.1. Visitas escolares 1.2. Investigación 1.3. Campañas de sensibilización 1.4. Exposiciones 1.5. Charlas-Coloquio 1.6. Encuesta 1.7. Acopio de materiales 1.8. Informe de la Biblioteca 2. Actividades formativas 2.1. Juegos escolares con el lenguaje 2.2. Proyecciones 2.3. Sesión de Animación Lectora 2.4. Cuentacuentos 2.5. Concursos 2.6. Creaciones literarias y plásticas 2.7. El Museo del Cuento 2.8. Semana temática 3. La lectura en el aula Bibliografía 10 Presentación Estimado lector, quiero agradecerte en principio la atención que manifiestas al ojear estas páginas. Han sido escritas con la sana intención de aportar alguna referencia práctica al entusiasmo que en el Claustro de un Centro docente suscita la necesidad de organizar para sus alumnos, sesiones de Animación Lectora, bien sean en la cotidianeidad del aula o en las celebraciones especiales. Por un lado, se observa una preocupación creciente del profesorado por dinamizar la atención pedagógica que se brinda a la lectura. Por otro, es un hecho constatado que todos los años, ciertas fechas nos interpelan, reclamando algún tipo de programa especial que nos depare la convocatoria de una conmemoración digna. Cuando la efemérides tiene algo que ver con la lectura, esta inquietud se acrecienta un poquito más. Impulsar ese estímulo y de alguna manera colaborar contigo para que puedas dar respuesta satisfactoria a estas cuestiones, han sido motivos que me animaron a preparar este trabajo. Porque en realidad se trata de eso: la concertación de numerosas experiencias llevadas a cabo en aulas de muy variada índole. Profesores y profesoras de diversos Centros han sido sus artífices, proporcionándome cuanta información fue necesaria. Quiero reconocerlos como verdaderos inspiradores de la iniciativa, y así, expresar un agradecimiento muy especial para todos, pues de otro modo, si no hubiera encontrado esa colaboración en las escuelas y colegios con los que he tenido el privilegio de poder trabajar, esta obra no habría visto nunca la luz. A ellos se lo brindo, lo mismo que a todos vosotros, pues me mueve el deseo sincero de que os resulte práctica y verdaderamente eficaz; vuestros propios alumnos, estoy seguro, serán, o al menos habrán de serlo, sus más inmediatos beneficiarios. J.Q.D. 11 CAPÍTULO PRIMERO 12 LA ANIMACIÓN A LA LECTURA 13 Desde siempre, éste ha sido uno de los temas que más ha interesado y a la vez preocupado al profesorado. El alumno participa siempre de la actividad escolar, con mayor o menor interés, pero al fin y a la postre, resolviendo una serie de necesidades básicas de su aprendizaje. La motivación y la mediación docentes aquí tienen una gran importancia, no lo ponemos en duda. Sin embargo, cuando nos enfrentamos con el tema de la lectura, parece que se nos escapa de las manos, pues el verdadero logro pedagógico del trabajo en el aula, ha de manifestarse fuera de él, y de una forma espontánea y sincera, consiguiendo del alumno que lea simplemente porque disfrute con su lectura. Resulta muy difícil encontrar un grupo en el cual no haya algún sujeto que se nos queda fuera de esta dinámica, pese al esfuerzo continuado de sus maestros y maestras, por incardinarle en ese tren. Entonces, ¿qué hacer? La animación ha surgido como un intento de recuperar el tema y encauzarlo de una forma adecuada. Pero no todos los autores manifiestan una misma opiniónal respecto. Por un lado, encontramos quien opina que la «acuñación feliz de animación a la lectura sea una fórmula hueca»1. Desde luego, que esta afirmación no resulta valdía, sino que está bien fundada en la apreciación del tema desde una óptica excesivamente reduccionista; limita el campo de animación al propio libro, con el objeto de que sea éste, por sus propios valores, quien estimule la sensibilidad del niño lector. Del lado opuesto, nos parece más optimista la propuesta de Fabregat, quien propugna un encuentro gozoso con los libros2. Propone una «metodología que enlace con el medio familiar, que proponga situaciones simuladas, imágenes visuales y esquemas de lengua globales, como paradigmas en los que apoyar su desarrollo»3. De una forma más ecléctica, nosotros nos manifestamos partidarios de articular desde el aula, experiencias y dinámicas en las que al sujeto lector se le brinde la oportunidad de introducirse en el mundo de la recreación imaginativa. Para ello, el docente (mediador) habrá de conocer tanto el mundo de la literatura como el de la 14 pedagogía, a fin de participar de ambos en su actividad cotidiana, lo que les convierte, en palabras de Cervera, en «animadores natos en acción permanente»4. La animación docente ha de responder, en cierto modo, a una actitud, un estilo propio y particular de «vivir» la experiencia lectora personal, en la que el Animador transmita un sentimiento que guarda íntimo, individual, y que además lo propone como modelo. Así, pues, dejamos bien clara nuestra defensa de la Animación Lectora en el aula, como transmisión de una sensibilidad especial, con un cierto interés por conocer la profundidad del mensaje literario, y del deseo de discurrir por el camino lúdico de la imaginación, el único donde «cada ser humano inventa su propia vida y descubre el mundo»5. Recreación y sensibilidad deben ser los dos componentes que tilden nuestra acción mediadora en el aula. Una sabia combinación de ambas, debidamente proyectadas en el alumno, nos permitirán conseguir que éste se aproxime al libro, y pueda degustar su contenido, saboreando las mieles de la lectura. La Escuela, como institución socialmente establecida, ha de ser la principal generadora de dicha actividad. No podemos olvidar que es el espacio donde tienen lugar las experiencias más importantes en la vida del niño, o al menos la mayor parte de su tiempo y en los años más decisivos. Incluso, de alguna forma, se convierte en el único recurso que tiene la sociedad para configurar en él un carácter apropiado, pues, al salir de ésta, las riendas de su vida futura trascienden ya incluso al propio sujeto, lo superan. Conscientes de lo importante que resulta el papel que se juega, hemos de asegurarnos de que el ambiente escolar en que viva el niño, de alguna manera «rezume» un halo de motivación lectora, y genere medios y fórmulas de aproximación a la literatura. Que exista ese ambiente lector, implica la existencia de Bibliotecas, dinámicas, que transmitan vida y atraigan el interés del educando; además, que los agentes sociales implicados en la educación (el profesorado y los padres) resulten auténticos modelos a imitar, favorecedores de los medios precisos para conseguir que se entable esa relación con el libro, abiertos al diálogo y la participación, asegurándonos poder contar con medios de difusión apropiados y suficientes, en los que el alumnado exprese y capte la sensibilidad de la comunicación con sus semejantes. De alguna manera, se trata sencillamente de que nuestros alumnos sientan una valoración positiva tanto del lector como de la propia lectura. A la sazón, resultará muy importante una planificación bien coordinada del equipo docente, en la que se consideren y dinamicen todos los medios y recursos disponibles, en aras de un objetivo común: el de estimular la vida literaria del centro. Sin olvidar que los padres son agentes activos de la educación del niño, por lo que su colaboración también resultará valiosísima, desde el propio aula. Los docentes no sólo han de apoyar lo que acabamos de señalar, sino que precisan asumir un papel más importante, por cuanto se convierten en verdaderos agentes generadores de medios para su desarrollo. La 15 participación y el estímulo del grupo de alumnos será consecuencia de una auténtica «vida» en clase, en casa, en sus conversaciones…, en el aula, donde los medios y los espacios favorezcan esa primera aproximación al texto, y estimulen la recreación imaginativa. El maestro o la maestra, al igual que la madre o el padre, serán los primeros agentes sociales a quienes el niño participará sus descubrimientos, por lo que habrán de tomar conciencia de ello, generando medios y asumiendo la responsabilidad que implica disponer momentos y situaciones para ello. «La ciencia del crear condiciones para que la planta humana adquiera lo que necesita, y acepte, aunque sin deseos, la inoculación de la cultura, y tenga necesidad de lo mejor, y dé en suma, todos los frutos que puede dar, en la práctica dando aún en sus primeros pasos. Una técnica se puede aprender con pescozones: así la técnica de la lectura. Pero el amor por la lectura no es una técnica, es algo bastante más interior y ligado a la vida, y con pescozones (reales o metafóricos) no se aprende.»6 16 1. IMPORTANCIA DE LA ANIMACIÓN ESCOLAR La importancia de la Animación lectora escolar nadie la pone en duda. Todos estamos de acuerdo en su necesidad y en la validez pedagógica de su aplicación, sabedores de que con ella se consigue generar en el alumno un sentimiento favorable hacia el acto lector. Éste de por sí ya resulta laborioso, toda actividad humana lo es, e implica necesariamente la voluntariedad del sujeto en su ejecución. Por eso, la complicidad del alumno será condición «sine qua non» para el éxito didáctico de la lectura. Conviene que el docente tenga bien claro que el sujeto lector ha de estar psicológica y fisiológicamente bien preparado para leer. En primer lugar será importante su capacitación. En nuestro libro «La Lectura»7, ya dejábamos bien sentado que resulta clave para el lector discurrir por el texto de una forma fluida. Otros autores como Colomer-Camps8 o Cassany9 comparten esta opinión. Esto no sólo le va a permitir al niño centrar la atención en el paisaje que conforma su paseo por el libro, sino que generará en su interior un fuerte sentimiento de seguridad ejecutoria, fundamental para esa implicación. Y además, se debe disfrutar. En palabras de Janer Manila10, «el sentimiento lúdico debe ser la base de la actividad humana». El niño ha de ser capaz de desentrañar del texto un fuerte contenido imaginativo que le permita discurrir por mundos insospechados y sentirse protagonista de aventuras disparatadas. Estos dos elementos, capacitación (seguridad) y deleite (evasión), han de constituir una meta clara en nuestra actividad escolar de animación lectora. En el entorno social del 17 niño, encontraremos otras fuentes similares que complementen dicha acción didáctica. Con agrado asistimos a un desarrollo amplio de actividades dinamizadoras en las Bibliotecas, lo mismo que convocan organismos de la oficialidad cuando planifican sesiones y salones de difusión editorial, o los propios padres al participar en la selección y adquisición de lecturas para sus hijos. Todos enfocan su efecto en la misma dirección, quieren provocar en el niño un sentimiento favorable hacia la lectura. Aunque, seamos realistas, este mismo objetivo ya lo comparte la escuela complementado por la capacitación. La sociedad no se cuestiona el modo en que el niño aprenda a leer, o la manera en que éste descubra sus posibilidades de extraer la información del texto, sino que lo da por supuesto y se desembaraza de dicha responsabilidad atribuyéndosela al estamento docente. Desde el aula, tendremos que tomar conciencia de esta necesidad, dando respuesta a la función social del «enseñar» a leer, pero de una forma genérica y profunda, pues hay que tener muy en cuenta que leyendo se trasciende el umbral del actodecodificador y se eleva al alumno al mundo de esa recreación imaginativa, a la que ya nos hemos referido. Como nos indica Moreno, citando a Barthes11, «en el acto de la lectura se involucran niveles de apetencia y satisfacción biológicas, y, al mismo tiempo, destilaciones de las neuronas». De este modo, conscientes de esta doble vertiente que pueda tener la lectura escolar, hemos de propugnar en el aula, actividades que permitan responder a ambas. Por un lado, planificando sistemáticamente el proceso didáctico de capacitación lectora, lo que ha conseguirse con un diseño curricular que atienda convenientemente esa progresión constante de las facultades del sujeto, en forma de Metodología específica, completa, fundamental y eficaz. Pero sin descuidar de ningún modo la faceta lúdica que tiene, considerándola como la aproximación que debe hacerse al libro recreativo, de evasión. Y ya desde los primeros años, cuando el niño domina únicamente el habla y aún desconoce el mecanismo de la destreza lectora, pues desde el principio es posible provocar esta aproximación mediante recursos de estimulación imaginativa, a través de 18 las imágenes y de las lecturas dirigidas, lo que hemos venido en denominar lectura de regazo12. La maestra o el maestro de Educación Infantil (lo mismo que en otro ámbito, la familia), cuenta con recursos suficientes como para provocar la creación imaginativa de los niños, en la cual, no nos costará comprobar cómo participan éstos de una forma activa e intensa (por ejemplo, no tenemos más que cambiar algún dato en la narración de un cuento para que los pequeños nos corrijan el error, lo cual confirma la facilidad con que se «enganchan»). Más adelante, cuando la pedagogía y la didáctica hayan ejercido su influencia benéfica y los niños sean capaces de adentrarse en el texto por sus propios medios, las posibilidades de acción son mucho más variadas, lo que nos va a permitir una mejor operatividad favoreciendo la participación del niño. La lectura de corrillo, en la que no sólo se lea de forma participada, sino que se hagan comunes los sentimientos, deseos y recreaciones lectoras, brindará una intensidad que además favorecerá el protagonismo que le corresponde a todo alumno. De ahí que estimemos al igual que el profesor García Padrino13, «conveniente una mejora cualitativa de la llamada Animación Lectora, y que creemos corresponde a las tareas de la escuela». Igualmente, se observará, en la propuesta que hacemos, una notable diferencia con la actividad profesional de acercamiento del niño a la lectura (nos referimos a las sesiones programadas de encuentros literarios, semanas…). Ésta, puntual, esporádica y fuertemente motivadora, complementa muy bien la dinámica escolar en todo proceso de Enseñanza-Aprendizaje, pero reconoceremos que posee componentes más genéricos y por supuesto, fundamentales en la maduración psicológica de los niños. Se trata sencillamente de hacer que el docente, en un momento preciso, se convierta en cuentacuentos, en su aula; pero no sólo en eso, porque si no el carácter didáctico de la lectura quedaría peligrosamente sesgado. Estos momentos de animación lúdica han de complementarse con los de interés por la lectura personal, con la generación de recursos para compartir la recreación, el interés y la orientación de las lecturas del hogar, y… con otras múltiples facetas, que vienen a configurar una sola acción pedagógica: la generación en el aula de un buen ambiente lector. Por último, para completar el espectro social de la lectura escolar, hemos de reclamar la necesaria actividad y preocupación del entorno por el tema. En nuestra vida cotidiana existen numerosos momentos, actividades y medios que participan de la actitud lectora de nuestros alumnos. Todos ellos han de recuperar su protagonismo en el tema, por lo que resulta tan importante y motivador para el niño que cuando se acerque a la librería, pueda entablar una relación directa con los libros, en la visita a una muestra tiene que conocer directamente los protagonistas y creadores de su mundo imaginativo, y la biblioteca ha de aportarle una satisfacción lúdica bien fuerte (el «flechazo» que dicen algunos autores14), lo que también es importante, sentir que todo el mundo que le rodea, padres, familia, amigos, adultos y medios de comunicación social (en los que participe muy activamente) valoran su necesidad de aproximación al libro y favorecen ésta de una 19 manera positiva, pues entre todos pueden contribuir eficazmente a la configuración de su carácter como pequeño lector. La escuela pues, juega un papel clave, focalizando la orientación que tomen todos estos elementos en una misma dirección, la que corresponde a la formación y maduración del niño. 20 CAPÍTULO SEGUNDO 21 DESDE EL PRINCIPIO, EN EDUCACIÓN INFANTIL 22 Como hemos dicho, ya desde el principio, cuando el niño se encuentra en Educación Infantil ha de ser objeto de nuestro interés y preocupación para facilitar su acceso a la lectura, la recreación imaginativa, el paseo creativo por el texto, la vivencia de narraciones y fabulaciones, compartiendo estímulos, iniciativas, inquietudes… Todos son elementos favorecedores que contribuirán a conformar una personalidad lectora, la cual dependerá del modo en que se manifieste esa preocupación por el hecho de facilitarles oportunidades propicias para su desarrollo. Una cuestión de suma importancia en los niveles inferiores de educación (fundamentalmente Infanitl) es la necesaria coordinación que tiene que existir con la familia, al objeto de «empujar» la acción escolar, dirigiendo todos los esfuerzos en la misma dirección. Aportamos en este sentido una experiencia desarrollada en el seno de un centro educativo15, cuando el profesorado se planteó no sólo la necesidad, sino también la imperiosa inquietud por resolver de una manera práctica y efectiva el tema, implicando a los padres en la tarea que en el ámbito de la lectura puede llevarse a cabo. El hogar comparte con la Escuela, la práctica totalidad del tiempo del niño en estas edades, lo cual supone una plataforma ideal para desarrollar experiencias comunes puesto que inciden plenamente sobre el alumnado. Ahora que los niños son todavía pequeños, carecen prácticamente de agentes distorsionadores, salvo los que nos encontremos en el propio ámbito de actuación, como pueda ser el caso de la televisión presente en el hogar, o la acción de los niños mayores en el patio del colegio. Pero incluso éstos pueden ser perfectamente controlables por nosotros, reconvirtiéndolos en aliados de nuestra propia intervención, y acabar por contribuir positivamente al logro de objetivos en nuestros programas. De este modo, por ejemplo, el diálogo familiar ante la pantalla televisiva o el intercambio de narraciones con los alumnos de cursos superiores, pueden resultar beneficiosos para nuestros objetivos en algún momento dado. 23 CARACTERÍSTICAS QUE DEFINEN LA ANIMACIÓN LECTORA EN LA EDUCACIÓN INFANTIL Planteándonos el nivel de atención que puede brindarse a la Lectura en los niveles de Educación Infantil, tres cuestiones concitan el objeto de nuestra preocupación: El valor preopedéutico que conlleva la formación lectora, la necesidad de plantear actividades de animación que estén en perfecta sintonía con el ámbito familiar (lo cual resolveremos presentando la experiencia «¡Cuéntame un Cuento!», del citado colectivo pedagógico «Quento»), y por último, la necesidad de obtener una correcta resolución de la destreza lectora en este período escolar, por cuanto las actividades que planifiquemos después, y que serán objeto de este trabajo en próximos capítulos, siempre tomarán como punto de partida el supuesto de que nuestros alumnos (potenciales lectores que vamos a «animar»), ya tienen un dominio autónomo y personal sobre su técnica. 24 1. LAS ACTIVIDADES DE ANIMACIÓN LECTORA EN EL AULA DE EDUCACIÓN INFANTIL No estará de más conocerlas, no sólo ver cuáles son las que se aplican, sino determinar también las necesidades intrínsecas que surgen,de qué manera se consigue un desarrollo óptimo de las mismas, y al mismo tiempo, obtener referencias prácticas para su aplicación. El tratamiento que recibe la lectura en los primeros niveles de escolarización resulta meticulosamente exquisito. En cierto modo, y quizá debido a la necesidad pedagógica que implica considerarlo una plataforma para cualquier otro aprendizaje posterior, la lectura tiene una atención prioritaria, preocupa al profesorado y despierta todo su interés deseando enfocarla bajo criterios que sepan complementar la efectividad dinámica con la comodidad del niño durante su aprendizaje. La lectura, podemos decirlo así, preocupa y se atiende, hasta con especial dedicación. Si nos planteáramos conocer cómo es el tratamiento que se le da en los niveles que comprenden entre los tres y los cinco años, un período muy especial puesto que el texto se limita a jugar un papel referencial, empezaríamos por significar el procedimiento que se sigue para dicho tratamiento. La lógica que se impone viene determinada, quizá impuesta por la necesidad, por el propio alumno, que es quien a fin de cuentas, marca el ritmo que ha de seguir su aprendizaje. El profesorado sabe, y así lo manifiesta, la importancia que tiene ese acomodo a las circunstancias, personales y medioambientales 25 de los niños, lo cual le permitirá imprimir un ritmo más fluido al aprendizaje lector, lo mismo que en cualquier otra materia que se trate: ❏ De entrada, podemos ver en estas edades la relación que se plantea entre el cuento y el niño (no olvidemos el carácter de «mediador» que se atribuye a la función docente16), se determina en reciprocidad. Son tan abundantes las referencias (de todo tipo) que una lectura aporta al niño, como los matices de individualidad que el texto recibe al entrar en contacto con el lector. Así, en un análisis detallado de esa relación, desde el punto de vista del niño, observaremos que sigue tres etapas sucesivas (en cierto modo madurativas) de implicación personal progresiva (no necesariamente han de identificarse con los niveles que conforman el segundo ciclo de la Educación Infantil): • El primer contacto que se tiene con la lectura le asigna al niño el papel de mero ser receptivo de la narración; pasivo, se le leen cuentos (o se le presentan en soportes técnicos como el casete, el CD-Rom o el vídeo…), al objeto de despertar su curiosidad, que tome conocimiento de esa existencia, y de algún modo que también se sensibilice con la bondad intrínseca de todo acto de lectura. Aquí resaltaríamos fundamentalmente el plano afectivo, pues el niño identifica cuento o narración, con adulto que se centra en él, le acompaña, le atiende y se regodea en su propia narración haciéndole partícipe y aliado en ella. Esto le agrada. El profesorado en estos momentos iniciales, que podríamos perfectamente situar en los tres o cuatro años, presenta la recreación de cualquier lectura en base a fórmulas muy variadas e incluso enfatizando la importancia de este acto (se crea por ejemplo la «hora del cuento»). La exposición por lo general es oral, lo que no quita que otras veces se apoye en imágenes (láminas o muñecos) referenciales, lea o narre él mismo. Lo que sí es cierto es que siempre han de implicarse en dicha actividad cuantos recursos (dicción, expresividad, gesticulación, inflexiones, sugerencias…) estén al alcance de su mano, buscando cualquier estímulo que permita despertar la motivación y favorecer sobre manera la recreación imaginativa del niño. • Más adelante, cuando el niño cuente con alguna experiencia como espectador de las lecturas que le vienen de los adultos, generalmente a lo largo de su primer curso escolar, va asumiendo un papel más participativo, si no en el propio acto lector, al menos en lo que se refiere a su relación con el libro. Así se aprovecharán algunos recursos lúdicos de gran valor pedagógico como son los pictogramas o las ilustraciones propias de los libros de imágenes, los cuales permitirán al niño seguir una historia apoyándose únicamente en la representatividad de las escenas que reflejen los dibujos. Paralelamente cuando ya su experiencia en este tipo de lecturas le empiece a 26 resultar gravosa, veremos cómo surge la curiosidad por el texto, asociándolo con los contenidos ideográficos de las escenas que se le representan. En este momento ya podremos entender que responde a su rol de «lector», en el sentido pleno de la palabra (se le supone dicha función cuando el sujeto controla de manera autónoma su propio proceso de lectura, lo personaliza, lee lo que desea y controla la dirección de su mirada, lo mismo que la de su intelecto). Eso sí, haríamos la matización de que este control aún es muy elemental, pero empieza a esbozarse lo que es un proyecto de «niño lector», hacia el que acabamos de emprender nuestra andadura. En el aula la iniciativa estará más orientada a brindar al pequeño la disponibilidad de medios, que al propio dirigismo de la acción. Se crean en este sentido los «rincones» donde los niños tienen multitud de cuentos a su alcance, lo mismo que se propician momentos en los que cada uno pueda narrar y compartir sus lecturas personales. La sesión de lectura animada o recreada asume un esquema diferente al que tenía en el período anterior. Si primero entendíamos que había dos protagonistas (niño-libro) uno frente al otro, uno que lee y otro que recibe, ahora se socializará la lectura, y resultará más participativa repartiéndose los papeles de emisor y receptor entre los miembros del grupo. No quita que los niños que se encuentren en este momento madurativo se deleiten del mismo modo con las lecturas de sus mayores (cosa que les encanta y que seguirá agrandándoles por más años que vayan cumpliendo), pero ya lo ven desde una perspectiva diferente; no se muestran ajenos a ese texto que les llega cuando se les lee, sino que entienden cómo tiene lugar la magia de la lectura, e interpretan ese mundo desde un punto de vista más comprensivo y participativo, quizá más activo en su receptividad, se meten de lleno en la historia que se lee, y eso se traduce de inmediato en un incremento grande de su implicación en los diálogos, lo mismo que en un enriquecimiento mayor de éstos. 27 • Por último, el lector, receptor primero y actor luego, acabará convirtiéndose de algún modo en lector, creador y protagonista excelso de su propia historia. Este será el estadio último de la recreación imaginativa de un cuento, cuando el niño sea capaz de generarla en su propia mente, cuando controle y despierte el mecanismo de la imaginación, finamente expuesta por la expresión. E insistimos una vez más, el hecho de que el alumno se encuentre en este estadio (nunca antes de los cuatro-cinco años) no excluye otras formas anteriores de lectura. De hecho en estos niveles escolares aún se les lee, favoreciéndose el contacto con materiales simbólicos, pues al ser mucho mayor su control imaginativo, los niños se deleitan con mayor satisfacción en recursos de lectura muy superados para ellos, como las imágenes o los pictogramas. ❏ Nuestro análisis podríamos plantearlo también enfocando la relación con el niño desde la perspectiva del propio cuento. En este sentido, descubriríamos que son diversos los recursos que le brindan para que haga suyo un contenido recreado. Entre otros, podemos citar los siguientes: • Los Juegos de manipulación lingüística. El juego, por naturaleza, atrae y gusta al niño. Además, no podemos olvidar que toda actividad llevada a efecto en el aula ha de resultar eminentemente lúdica. Cuando el lenguaje (el texto, el mensaje, la historia), focaliza todo el interés, conviene permitir 28 al niño (neolector) la experiencia de su control, y la recreación en el juego. En este marco tienen sentido muchas de las actividades que se llevan a cabo, por ejemplo, a los tres o cuatro años, en las cuales las palabras se convierten en objeto de sus ejercicios, se manipulan, generan otras nuevas, o se recrean en torno a las situaciones en que fueron descubiertas en el texto. Esdecir, se dota de vida y dinamismo toda la actividad lingüística en torno al cuento. Únicamente cuando el bagaje léxico (enriquecido como hemos visto en el capítulo anterior por la propia experimentación lectora) resulte amplio y variado, al niño le surgirá un nuevo reto, el de la manipulación de unidades más amplias y de contenido complejo (frases), y sobre todo, la posibilidad de generar producciones personales (se identificaría con el momento creativo del niño, y cuando puede inventar cuentos, situaciones variadas). • Existe una variante de esta manipulación lingüística, que es aplicar cambios en la narración o la búsqueda de finales distintos a ésta, que supera un poco el aspecto lúdico del ejercicio. Pero favorece el desarrollo creativo que se ha señalado. De este modo se permite al niño expandir su mente, explorando nuevas posibilidades para su recreación. Es interesante y da mucho juego, educando fundamentalmente la capacidad de abstracción del alumno y despertando con facilidad su interés. • Del mismo modo, y en grados de diferente complejidad, se le pueden proponer al niño recursos de recreación basados en la tradición popular: rimas, retahílas, canciones… que aseguren su identificación personal con el objeto de contenido, y permitan la generación de referencias personales para recreaciones variadas, debido a que propician el enriquecimiento léxico y la expresión personal. • Por último, contaremos con el apoyo léxico, que le permitirá el descubrimiento del contenido (y a veces el sentido) de las palabras, pues estimulará la creatividad y potenciará el desarrollo de la imaginación. Todos son recursos didácticos que contribuirán, en diferente medida, a conformar una relación pedagógica con los alumnos, una relación que se entiende literaria, por cuanto es a través de la lectura como descubriremos que el texto escrito recobra sentido, gracias a la comunicación interpersonal. 29 2. ¡CUÉNTAME UN CUENTO!, UNA SENCILLA FORMA DE «ANIMAR A LEER» Esta experiencia supone uno de los múltiples intentos que en todo Centro Educativo se llevan a cabo a lo largo del curso escolar, con el fin de estrechar los lazos que se establezcan entre la familia y el profesorado, dado que el niño o la niña resultan sumamente beneficiados con ella. La cordialidad es uno de los factores que ha de distinguir esta relación; en esto estoy seguro de que coincidimos todos. No obstante, la frecuencia ha de ser otro de los elementos que contribuyan al correcto desarrollo de la misma. Abrir las puertas del centro, invitar a los padres a participar de la vida escolar, y al mismo tiempo lograr de éstos la respuesta adecuada, en la forma y en el contenido, son auténticas «experiencias» que no siempre resultan todo lo exitosas que desearíamos, pero que de hecho, de uno u otro modo, redundan en una amabilidad latente en el ambiente escolar que rodea a los niños. Cuando reflexionamos sobre todo esto, y más concretamente en el momento de diseñar algún tipo de dinámica en torno a la cual enfocar el tratamiento pedagógico que se pudiera dar a la lectura en los niveles inferiores de la escolarización obligatoria, surge la pregunta: ¿Sería posible educar a los padres, y plantearnos en virtud de esta intervención un modo de incrementar la actividad lectora en la familia? Responder estas cuestiones con efectividad es el «leit motiv» que puso en marcha al Colectivo «Quento», 30 sencillamente un grupo de profesores con una inquietud común. La primera respuesta fue por supuesto que sí; de todas formas, nuestra intención (educativa) última estaba en el seno familiar, seguros de que la atención que al tema lector se le conceda en el seno materno, o del padre, la abuela o el tío, se proyecta en el intelecto del niño, depositándose en él un sedimento importante de bondad y aprecio por el ejercicio de lectura, despertando un sentimiento noble, de cariño por el libro, y sobre todo convenciéndolo, en lo más profundo de su sensibilidad, de la contribución que puede suponer para su cultura personal, porque el niño, cuando ha experimentado una lectura en circunstancias positivas, desde entonces se aproxima al libro con otro talante, plenamente convencido de su bondad. En este marco se detecta una necesidad imperante por dar respuesta efectiva a nuestras inquietudes, desde la realidad cotidiana del aula. Lo cual implica el necesario acercamiento a la vida familiar, con el cuidado exquisito de evitar cualquier injerencia en la intimidad que el niño viva en su seno. Así, nos preguntamos, ¿sería posible incrementar o estimular la actividad lectora en la familia, desde nuestra acción educadora en el aula? Nuevamente la respuesta es afirmativa, pero lógicamente necesitada de un proyecto pedagógico que plasme tanta inquietud y todo nuestro convencimiento, que se muestre firme en hechos reales y tangibles. Así pues, ponemos manos a la obra, del mismo modo como se empiezan todos los proyectos, es decir, planteándonos claramente, los objetivos a los cuales se pretende llegar, que serán los que orienten todo el proceso, tanto en su fase de diseño, como luego en el propio desarrollo y por supuesto la evaluación del mismo. a. Objetivos Una primera idea clara, interpreta al niño como objeto directo de nuestra actividad, en el sentido de permitirle una experimentación placentera de la lectura. Por supuesto que contando con el tratamiento didáctico que en nuestro currículo tiene el aprendizaje lector, pero de modo que no se olvide que éste se pueda ver complementado con vivencias positivas de experimentación lectora en el propio aula. Además, y en el marco oculto, se encuentran los miembros de la unidad familiar del niño. Fundamentalmente los padres, que en nuestro caso pretendemos convertir en mediadores, y buenos mediadores, que logren la conexión que los niños y niñas deban establecer con el texto (en forma de libro o narración personalizada, apoyada con el soporte papel…). 31 Por último, no podemos negar nuestra voluntad de integrar a la familia en la vida escolar. Eso sí, no en forma de invitación abierta y espontánea, sino del mismo modo en que tiene lugar toda nuestra intervención educativa, bajo un programa, y en el contexto de un diseño curricular específico; por eso la experiencia deberá responder a un plan, y contar con los pasos necesarios de Planificación (que resuelve igualmente la organización que la formación de los mediadores), Desarrollo y Evaluación, como más adelante veremos. Y con la garantía que nos proporciona la bondad de este planteamiento, ya nos podemos poner en marcha. Tenemos presentes dos aliados de excepción: una importante carga de ilusión, convencidos de la buena aceptación que la idea original pueda tener tanto en el claustro como en las familias de nuestros alumnos, y además, la seguridad de que toda acción que se planifique en el aula, con la mirada puesta en los niños, si cuenta con la debida estructura, siempre deparará algún beneficio pedagógico en ellos. 32 33 b. Planificación El primer paso a dar ha sido la convocatoria de los padres informándoles de nuestro proyecto, y animándoles a colaborar. La respuesta plenamente satisfactoria. En una reunión se les sensibiliza con nuestra inquietud, despertando su interés por aportar una colaboración activa en el Programa y transmitiéndoles pautas de actuación referenciales precisas, que les permitan afrontar la intervención sin ningún género de duda. Además aprovecharemos para organizar todo el programa de intervenciones17. c. Desarrollo La puntualidad, una tónica general de todos los padres, fruto como hemos dicho de la enorme ilusión que han demostrado por colaborar en la experiencia. Bajas y ausencias, cero; y disponibilidad, atención, nervios, nervios, y más nervios, muchos y muchísimos. Todos se acercan unos días antes a la profesora responsable del aula donde les corresponde intervenir, al objeto de comentar con ella la obra seleccionada; en algunos casos con ciertas connotaciones personales, como quien eligió para narrar a los pequeños un cuentoque aún conservaba de cuando ella era pequeña, que le había gustado muchísimo, que a sus hijos también se lo había leído, con el mismo resultado, y que deseaba compartir ahora con los niños de la clase. Es estupendo ver cómo luego les explican todo esto a los niños, y la acogida tan cariñosa que le dan ellos. Otros nos vienen pertrechados de un abanico amplio de posibilidades, al objeto de solicitar nuestra ayuda en la selección del cuento que mejor se adapte a los pequeños. Y tampoco faltan los muy muy convencidos, que ya tienen su elección bien meditada, o los más tímidos que piden sencillamente que se les proporcione un cuento, el que sea, que ellos lo leen. ¿Conclusión? La Biblioteca ha sido muy visitada, lo que nos confirma la seriedad con la que los padres se han tomado la tarea de selección. Y llegado el momento de la actuación encontramos una gran diversidad de formas bajo las cuales se les presenta el cuento a los niños. Veamos algunas de ellas: — Una primera clasificación nos lleva a considerar aquellos que optan por leer el cuento, diferenciándolos de quienes lo narran, incluso en esta segunda opción, unos se sirven de cuentos ya conocidos y alguno, muy ingenioso lo inventa sobre la marcha, atendiendo a las reacciones manifestadas por los niños. Podríamos distinguir incluso una tercera fórmula, que algunos padres utilizan de forma muy creativa, que es ayudarse de 34 muñequitos para representar el cuento en forma de guiñol. Un auténtico alarde de profesionalidad improvisada, pero muy saboreada por los pequeños que lo viven con entusiasmo. FÓRMULAS DE INTERVENCIÓN • Cuento leído: — Los niños escuchan un cuento que se les lee — Apoyo gráfico, mostrando las ilustraciones al tiempo que se lee — Interpretando el texto, adaptándoselo al lenguaje propio de los niños — Representándolo de modo personal (voces, gestos, muecas…) • Cuento narrado: — Sin apoyo textual, narrando lo que sabemos — Escenificación personal de una narración aprendida — Invención pura: sobre la marcha, partiendo de unas bases de referencia • Cuento escenificado: — Guiñol, tablillas, niños… (conviene prever la implicación personal) — A la hora de leer el cuento, también encontramos fórmulas variadas. Los hay que respetan la fidelidad de la narrativa, limitándose a exponer en forma oral cuanto la escritura reproduce en el texto. Puede parecer un tanto fría, pero hemos de reconocer que resulta muy socorrida para aquellos que no poseen mucha iniciativa pero sí una gran voluntad. Más dinámica es aquella otra en que la lectura no se sigue fiel al texto, sino que éste se interpreta resultando un lenguaje más próximo a los pequeños. Muchos lo que hacen es que muestran las ilustraciones del libro a los alumnos mientras leen el texto en alta voz, y ya los más curiosos, le añaden una interpretación muy personal del cuento, con variaciones en las inflexiones de la voz, tonos diversos y el muestrario de muecas y gestos más diverso que se pueda uno imaginar. El resultado es muy enriquecedor, pues la libertad le permite a cada uno manifestar su espontaneidad, lo cual favorecerá que los niños obtengan un deleite supremo con cada intervención. Tras haber presenciado todas ellas, nuestra reflexión nos permite confirmar que hemos encontrado distintas reacciones, tanto en los niños como en los padres y madres que han colaborado. Los nervios son un hándicap importante a superar. Se observa que a 35 medida que la narración transcurre, el narrador gana en serenidad y ya controla mucho mejor al grupo. ¿Tanto impondrán estos pequeños? Deben ser más bien las ganas de hacerlo bien, y el cuidado y el respeto que a los adultos nos merecen, algo que se muestra como muy positivo. d. Evaluación La evaluación se desarrolla en dos planos diferentes: por un lado el profesorado implicado realiza una valoración de los resultados deparados por la experiencia, y por otro se lleva a cabo el análisis junto con los propios padres participantes, lo cual nos permite uno de los mejores momentos. Conscientes del riesgo que puede suponer explotar la experiencia, en la evaluación, se acuerda distanciar ésta en el tiempo y sistematizarla quincenalmente a lo 36 largo del curso. De este modo se podrán alternar perfectamente con las intervenciones docentes que también son necesarias, y no restar nada a la inquietud y el deseo de los propios niños. Para concluir, al objeto de refrendar convenientemente la ocasión, a todos y cada uno de los padres y madres que han colaborado, se les entrega un diploma conmemorativo de su experiencia. Terminamos nuestra descripción con una carta que puede reflejar mucho mejor cuanto queremos expresar. Ha sido escrita por uno de los padres implicados en la experiencia que hemos descrito, dirigiéndosela a «sus colegas», los demás padres: Estimados Padres de Alumnos: Me dirijo a vosotros con el propósito de hablaros de una experiencia que he vivido esta tarde con vuestros hijos. Atendiendo a la invitación que nos cursaron los profesores, me comprometí a asistir a una clase para contar un cuento a los niños. No me imaginaba la revolución que esto iba a suponer en mí. Lógicamente, al principio tuve muchos nervios, porque estos pequeños imponen un montón, pero pronto fui centrándome, y la intranquilidad dejaba paso a un profundo sentimiento de satisfacción. El cuento que narré en clase no lo tenía programado; esto me doy cuenta que no importa, ellos se adaptan a todo, y creo que valoran más la voluntad que implica la visita, que mi propia intervención, porque demostraron un magnífico respeto, y muchas, muchas ganas de colaborar para que aquello saliera bien. Son estupendos. Os animo a hacer lo mismo. Fijaos, sólo por vivir el placer que supone ir por el patio y que se te acerquen, que te hablen, que te saluden… sólo por eso, ya mereció la pena. Personalmente me siento satisfecho de haber aceptado la invitación, pues veo claramente lo enriquecedora que puede ser la experiencia; pero tanto para nosotros, los padres, como para los propios niños. Animaros a practicarlo, aunque sólo sea en casa donde no siempre contamos con todo el tiempo que ellos necesitan; en la clase… da un poco más de corte, pero la experiencia es mucho más gratificante… ahora que lo he vivido, os aseguro que es así. 37 Además, convencido de lo bien que les viene a los niños, lo calificaría de necesario. ¡Como que ya estoy apuntado para el próximo año! Hasta entonces practico en casa. Ánimo, salud y gracias. 38 3. EMPECEMOS POR EL PRINCIPIO… (PARADOJAS) Uno de los riesgos que con mayor peligro sufre la Educación Infantil es el dar por cerrados proyectos que no se hayan rematado convenientemente. Y me refiero específicamente al de la lectura. Aprovechando la circunstancia natural del paso de ciclo, no es difícil que suceda esto con algún alumno, dándole por terminado el proceso de aprendizaje sin haberlo completado debidamente en la etapa anterior, cuando aún se encuentra incipiente, pero lejos de su dominio, y debe recorrer el camino que falta a trompicones, un camino que sin necesidad se torna enormemente largo y penoso para él. Este es un problema harto frecuente en nuestras aulas, que con una sencilla planificación, coordinación, se puede salvar y satisfacer convenientemente. Pero aún así, desde la pedagogía es necesario responder al hecho con el diseño de materiales adecuados que permitan al docente «rematar» debidamente la lectura de sus alumnos, más que bombardearlos con fichas, libros y otras propuestas muy completas, muy bien diseñadas, pero en ocasiones, carentes de sentido. En algunos casos se precisaría más un programa de lenta transición para acomodarse a la nueva estructura que les brinda la Educación Primaria, donde la lectura ya no es objeto de aprendizaje sino que se ha convertido en un instrumento para el aprendizaje, y donde la comunicación interpersonal cobra gran terreno con el grupo y lo pierde con la personalización docente. Es así, por paradógico que parezca. Reclamamos una gran atención escolar a la 39 lecturaen estos primeros meses de la Educación Primaria. Y puede sorprender esta postura, cuando hablamos precisamente del nivel escolar que mayor dedicación ya le presta. Las estadísticas nos lo confirman. Es tal su importancia que todo el interés que le apliquemos resultará insuficiente. Conviene cuidarla con especial esmero en estos momentos, atendiendo a una meticulosa programación, y resolviendo una secuencia de actividades específicamente diseñadas al efecto, para alcanzar el objetivo deseado. Esto todos lo sabemos, y en ello coincidimos. Me consta que así es. Pero… se precisan soluciones, respuestas desde la experiencia y la práctica diaria en el aula. Esta es la perspectiva que queremos darle: un enfoque más realista que se pueda proyectar mañana mismo. Así pues, nos preguntamos… a. ¿Qué hacer? La respuesta puede resultar igualmente (y por segunda vez) paradógica: leer. Sí, leer, leer en clase, leer los niños, leer con los niños y sobre manera resolver que esa lectura les resulte conveniente y adecuada. Leer con frecuencia, leer con un cierto sistema (sistematización de la lectura)… leer, leer, leer. Mucho podríamos escribir al respecto, pero sin ningún valor si no explicamos cómo ha de plantearse tanta lectura con un grupito de caritas infantiles que están esperándonos en el aula. Cuando abordamos el paso interciclo, la lectura ha de entenderse ya en su doble vertiente, didáctica y dinámica, lo que implica simultanear el desarrollo de capacidades lectoras en el niño con su animación intimista y personal para leer. Es un momento clave para conformar actitudes lo mismo que recursos. Y será propicio para ocuparnos de que en el subconsciente del niño se genere un sentimiento positivo ante el acto de leer. Toda su experiencia ha de resultar pues, bien planificada y por supuesto, sumamente gratificante. El desarrollo didáctico de la lectura se especifica en dos modos concretos de actuación en el aula: La lectura en voz alta y la silenciosa. Ambas simultáneas, pues tanto con la una como con la otra, el niño interacciona, respondiendo no sólo a esa inquietud natural por comunicarse con su entorno, sino que le resultan fuente inagotable de informaciones y experiencias. El hecho de leer en voz alta en el aula trasciende el simple acto fónico, de emisión sonora, para convertirse en una acción consciente, controlada por el lector, motor de su relación, en virtud de la cual abre una línea de comunicación con el auditorio que le rodea. Por eso nos conviene asegurar: • Una correcta vocalización fonética. Tengamos en cuenta que la expresión sonora del texto no es un aprendizaje natural como el del habla. Por mucho 40 que nos empeñemos en tildar de naturalidad esa expresión, también se obtiene con una adecuada habituación y con el adiestramiento. De hecho el niño cuando lee, no suena del mismo modo que cuando habla. Pierde espontaneidad. De ahí que nuestra preocupación por asegurar en todos los alumnos una correcta integración del esquema fónico de su lengua materna con claridad y precisión, resulte evidente. • El ritmo es otro de los factores de control. El niño irá progresivamente, con los modelos lectores aportados por el docente, asimilando un tempo propio, una cadencia personal para leer, la cual más adelante, cuando controle de una manera independiente su expresión, podrá ya variar a voluntad, jugar con ella y deleitarse lo mismo en un poema que en un simple recorte de prensa. • La entonación. Este es el más reconocido por el profesorado. Entonar bien es importante, pues de hecho toda la comunicación (del texto) dependerá de ello. Pero conocer los matices tonales de una lectura, y aplicar correctamente la inflexión que precisa cada frase, es harto difícil para un niño de esta edad, que no aprende si no se le inicia en este juego; eso sí, se trata de un aprendizaje largo y laborioso, al que habrá que dar continuidad en etapas sucesivas, perfeccionando progresivamente su técnica expresiva. Entendemos pues, la lectura en voz alta como un recurso didáctico valioso, que favorecerá la interacción docente puesto que al estar manifestada sonoramente, no costará detectar las deficiencias y articular los medios de corrección necesarios. Pero estaremos todos de acuerdo en que tampoco esa forma de lectura representa un fin en sí mismo. El auténtico objetivo de todo acto lector se encuentra más bien en la comprensión y asimilación del texto por parte del lector. Por eso, no podemos limitar a esta actuación docente toda la actividad didáctica. Reducir toda la lectura al adiestramiento para pronunciar correctamente los fonemas gráficos, entonar adecuadamente y con buen ritmo, no sería suficiente si el lector actuara mecánicamente. Es más, diríamos que resulta imposible que lo lleve a efecto con éxito si no se comprende el texto, porque ¿cómo es posible detectar las inflexiones necesarias si no es transmitiendo un contenido específicamente interpretado por el lector? Así pues, la acción educativa ha de ampliar su horizonte a nuevas formas, más personalizadoras de lectura, donde el niño entre en acción directa, íntima, con el texto. Y para ello, también tenemos dos sugerencias que atender en las ejercitaciones llevadas a efecto con estos niños, que cuando apliquen su lectura en forma silenciosa serán objeto de nuestra preocupación: • La atención. Una nueva paradoja puede aparecernos aquí, cuando la edad del niño dispersa ampliamente su motivación, para percibir ambiguamente cuanto le rodea, precisamente será la escuela, y concretamente la lectura, el mejor ámbito para llevar a efecto este ejercicio, yo diría que esfuerzo, de 41 concreción. Contaremos para ello con un buen aliado, que será su imaginación. Cuanto más se centre un niño en su lectura, mejor volará su creación imaginativa. Así que brindándole la oportunidad de expresar ésta (con un dibujo, una representación o bien oralmente), podemos detectar su grado de atención. • Y la interiorización. Será clave que nos aseguremos que toda lectura acaba generando un poso «personal» de contenido en cada niño. Que lo interprete a su modo, pero que lo interprete, que lo aloje convenientemente en su intelecto, pero ante todo que lo aloje; para acostumbrarlo a dar sentido a cuanto se lee. Cuando se da sentido, se asimila, se integra. Habrán de ser nuestros aliados el tiempo y la paciencia. Recomendamos, pues, saber «perder tiempo en clase» (¿nueva paradoja?), sana e inteligentemente, lo cual significará ralentizar debidamente el ritmo de lectura, y asegurarnos buenas ejecuciones por parte de todos los niños haciendo que comprendan e interpreten los textos. Y eso es imposible conseguirlo con tres paquetes de fichas esperando encima de la mesa, a menos que esas fichas resuelvan precisamente cuanto aquí estamos planteando. Porque no podemos olvidar que la interacción en el aula resulta capital en esta edad. El proceso de Enseñanza-Aprendizaje reclama de la actuación docente un protagonismo personal para cada niño. De modo que la mediación en los aprendizajes se debe llevar a efecto en base a mucho diálogo, y sobre todo, generando riquísimas experiencias de comunicación oral entre los propios alumnos. Ahora, ya se podrá entender por qué habíamos situado a la par, complementariamente, todo lo que implique didáctica y animación a la lectura. Hemos de leer a los niños, leer con los niños, leer para los niños y sobre todo, tener tiempo para que los niños lean, lo que implica no sólo un recurso material a su alcance cómodo y fácil, un detalle que por supuesto es importante considerar, sino además unas formas habituales de acceder al hecho lector (naturalidad y espontaneidad en el aula para llevar a cabo actividades de lectura personal, bien sea en base a talleres, u otro tipo de organización escolar), y más que nada tiempo para compartir con ellos sus descubrimientos y experiencias más directamente satisfechas. El niño precisa contar, necesita saborear y reclama del adulto fórmulas y estilos que le permitan esa recreación imaginativa, que lo interroguen y lo lancena la búsqueda de nuevas sensaciones y experiencias. Eso es tiempo y paciencia. La segunda es muy frecuente en nuestros compañeros docentes, pero la primera resulta cada vez más escasa (¿nueva paradoja?, pasamos ya de paradojas). Leer es una realidad y tal y como están las cosas; si el niño no resuelve adecuadamente dicho aprendizaje, arrastrará una escolarización problemática, llena de tropiezos y malamente rota por una falta de delicadeza y atención en momentos en que resultaba más que fácil marcar un ritmo de aprendizaje que estuviera mejor acomodado a su necesidad concreta. 42 Así pues, terminamos especificando con precisión que las dos formas de lectura descritas con anterioridad, en voz alta y silenciosa habrán de estar consuetudinariamente presentes en el aula durante el arranque de la Educación Primaria, resueltas con el triple objetivo de asimilar e integrar comprensivamente tanto las lecturas escolares como las personales, planificar convenientemente (y de forma personalizada) el proceso de formación requerido por los alumnos, y articular medios, tiempos y fórmulas que permitan dinamizar la relación del niño con el libro. Pues, claramente entendemos que sólo así la lectura se convertirá en la columna vertebral de cuantos aprendizajes deban resolver nuestros alumnos en el futuro, por lo que nos parecería paradógico introducirnos en ese juego del aprendizaje, dejando de lado el dominio de dicho recurso: abogamos pues, por la LECTURA, así, con mayúsculas. 43 CAPÍTULO TERCERO 44 LA PERSPECTIVA DE PRIMARIA 45 La necesidad de leer, y más vista desde una perspectiva escolar, es una realidad que como ya se ha señalado resulta innegable. Todo en la vida (lo mismo escolar que social) del alumno va a girar en torno a este acto de leer, convirtiéndose para él, después de la palabra, en su medio de comunicación por excelencia. De hecho, los primeros años de su vida van a girar en torno al aprendizaje y el perfeccionamiento de dicha técnica, afianzando su adquisición de la manera más completa posible; precisamente por esa necesidad que va a surgirle más adelante. Como tampoco podemos ignorar la importancia que ha ido adquiriendo el hecho lector en los últimos años, convirtiéndose de algún modo en centro de la atención (e incluso de la intención) de toda la vida docente. Cada vez este estamento lo ve con mayor preocupación y asistimos incluso a una mejor consideración familiar del mismo hecho. Hasta ahora parecía que preocupaba únicamente a las familias cuando el niño o la niña cursaban el período preescolar, o la Educación Infantil, de modo que en Primaria se daba por resuelto el tema, y abordaban su enseñanza desde planteamientos que obviaban la lectura. Afortunadamente eso ya ha pasado, y vemos con satisfacción que las librerías se pueblan de padres que acompañan a sus hijos, cómo las Escuelas de Padres asumen dicho contenido y cómo en las familias crece la preocupación por leer. No obstante, reconocemos que será misión de la Escuela dar una respuesta práctica y eficaz al tema, de modo que el alumnado lo desarrolle desde su formación básica, y corresponderá precisamente a la Educación Primaria hacerlo realidad, de la manera más completa posible, el siguiente esquema: — El alumno o la alumna se verán capacitados para intervenir en un ambiente de comunicación lingüística, desde su papel de «receptor» activo, capaz de percibir, procesar e integrar cuantos mensajes se le presenten, codificados convenientemente, de acuerdo con una normativa socialmente establecida. Éste será objeto de tratamiento didáctico, a partir de una metodología 46 específica, y tendrá un estilo educativo propio. La capacitación lectora plena se alcanzará cuando el alumno lea (decodifique), comprenda y además resulte capaz de valorar la información recibida integrándola en su bagaje de conocimientos. — Además, será necesario conseguir que el alumno alcance un cierto grado de autonomía en su lectura; pero no una simple independencia ejecutoria, que se la brinda de por sí la capacitación señalada en el apartado anterior, se trata de contar con un cierto grado de iniciativa personal, la búsqueda individual de la experiencia (o mejor la vivencia) que le pueda proporcionar el texto literario. Sólo cuando el niño aplique su formación lectora (capacitación) en una experiencia personal (por motu e interés propio), tendrá sentido completo (pedagógicamente hablando) la actividad escolar. Por eso que sea objeto de nuestra consideración en el aula dar una respuesta adecuada a la motivación. Con lo cual se concluye que la función lectora del docente trasciende la propia aproximación del hecho literario al sujeto, para convertirlo en una relación íntima personal y propia, de unos valores específicos, los que proporciona el mismo hecho de leer cuando trasciende su función didáctica en búsqueda de la actividad animadora. 47 1. EL ANIMADOR Desde una posición de observadores, podemos entender que el papel desarrollado por el animador será más el de la mediación, como favorecedor del contacto del niño con el libro. Como docentes podemos todos resolver un recurso fundamental en la vida de los escolares, aproximándoles al mundo del texto literario, y su posesión como sujetos lectores protagonistas del mismo. Contamos con la excelente oportunidad de conseguir una relación agradable, rica en experiencias novedosas y por supuesto eficazmente arrebatadora. En este sentido, podemos entender esta acción mediadora como una respuesta en tres formas diferentes que potencian la actividad del lector: — Provocando su derroche imaginativo, y estimulando la recreación personal. — Organizando experiencias de lectura, tanto a nivel personal (que serán íntimas y estarán sujetas al propio control del lector) o compartidas (en el que la función docente desarrollará un papel fundamental en la intercomunicación de la propia experiencia de lectura). — Llevando a efecto actividades lúdicas, con los textos literarios o a partir de ellos. Estas tres funciones del animador será posible llevarlas a efecto igualmente desde la Escuela, como institución organizada, de una forma estructural, a partir de un 48 currículo que eso sí, haya considerado la comunicación escrita no sólo como una acción didáctica, sino que supere ésta en pos de su carácter motivante. 49 2. LA ANIMACIÓN Desde la Escuela, la animación se identificará incluso con carácter de sinonimia, con crear un Ambiente de lectura en el centro, en el aula, en torno a la propia vida social de los alumnos, donde la letra impresa se mueva, físicamente, trasladando los textos a sus mentes, y metafóricamente, con el intercambio comunicativo de experiencias, sentimientos y vivencias. Dos aspectos hemos de considerar en esta creación del ambiente: ❥ Desde el aula… … el docente asumirá el papel que anteriormente definíamos para el Animador, convertido en esto, y respondiendo con su actividad cotidiana a esa triple función que ya hemos señalado: estímulo de la imaginación, organizador de actividades experienciales y proponiendo el juego literario en el aula. Pero habrá de ser algo más. Consideramos que su función, tal y como la definimos en el párrafo anterior, lo convierte en un auténtico técnico en lectura, y que su magisterio le permite un papel más activo, por lo que abogamos para él una función relacional, personalizadora podríamos decir, en virtud de la cual se convierta en modelo (como auténtico lector que se supone será) y compañero de experiencias (al cual sus alumnos 50 comunicarán con inquietud y satisfacción los propios descubrimientos). ❥ De carácter institucional… … será la creación, organización y dinamización de la Biblioteca Escolar, en la que (no olvidemos este aspecto) los alumnos, y más cuando cursen la Educación Primaria, deberán asumir una función de protagonistas activos, sin olvidar, ni tampoco limitarse a su papel de usuarios. También habrá de responder con la organización de campañas de participación activa del alumnado (en próximos capítulos intentaremosaportar propuestas en este sentido), donde el texto, respondiendo al lema, criterio, planteamiento, eje dinamizador, o función específica que se nos antoje, pueda entrar en contacto directo con el lector (alumno) y aplicar en él su acción lúdica correspondiente. Experiencias que, por novedosas, extraordinarias o minuciosamente estudiadas, consiguen imprimir en el sujeto una huella profunda (necesaria y favorable para su posterior implicación personal en el hábito lector). En este tema no podemos prescindir tampoco de la familia. En el período de Educación Infantil veíamos que desempeñaba un papel fundamental, del cual no debe desembarazarse aún. Los padres serán un frente importante a abordar desde la institución escolar. Son aliados eficaces (si saben responder a su papel en este tema): dinamizadores activos y sobre todo colaboradores fieles de las directrices emanadas de la propia escuela. Es necesario, en la sociedad actual, educar a los padres sobre el papel que juegan en lo que hemos definido (y ellos así lo entienden) como actividad fundamental en el crecimiento madurativo y social del niño. Pueden asumir roles diferentes: modelo, aliado, confidente, observador, potenciador de experiencias y consejero próximo para cualquier decisión en la selección de los libros, el simple comentario de la lectura, o la reflexión literaria más bien crítica. Desde esta perspectiva, también podemos entender que la actividad escolar puede llevarse a efecto, precisamente, en estos mismos ambientes. ❥ En el aula • Personalización para compartir la lectura Siendo el animador un estímulo para la imaginación, generando actividades como: 51 — Colecciones personales, de cromos, libros dedicados, textos, diario personal, dedicatorias… — Teatro leído — Jornadas literarias — Campañas de sensibilización (publicidad, eslogan…) Resultando el animador, un organizador de actividades experienciales, como: — Creaciones personales y grupales (temas, autores, estilos…) — Planes metodológicos de lectura — Participación en concursos — Encuestas, exposiciones orales escolares… — Estudio temático (autor, estilo, lugar, historia…) Fomentando el animador el juego literario en el aula, mediante: — Juegos escolares (Cuento prohibido, técnicas de Rodari…) — Libro Forum — Juegos con el lenguaje: composiciones, manipulaciones, recopilaciones… — Talleres literarios, a partir de textos para ampliar, modificar… — Lectura compartida (creadora) Convirtiéndose en modelo: — De lectura personal — Participando como grupo en sus experiencias de lectura — En la lectura oral 52 Y por supuesto, compañero, confidente, aliado, con disponibilidad plena para el diálogo y enorme interés por el contenido de las lecturas de los alumnos. • Con un carácter más institucional → Socializando la lectura escolar Mediante una debida dinamización de la Biblioteca Escolar, favoreciéndose: — La gestión de la misma por parte del alumnado — La creación de un servicio organizado de préstamo — Manteniendo viva la información de la misma, mediante paneles informativos, o las publicaciones periódicas. — Recopilando creaciones personales, críticas, opiniones, estudios… Publicación Escolar. En las circunstancias actuales no resultará nada compleja la gestión de una Biblioteca Escolar. En este sentido, el Ministerio de Educación y Cultura envía gratuitamente (puede bajarse incluso directamente desde la página web de Internet) a los centros escolares que lo soliciten, una copia del programa ABIES, gestor de la Biblioteca Escolar, que brinda todas las prestaciones necesarias, desde la elaboración del catálogo a la gestión del préstamo o el etiquetado, de una forma cómoda y sencilla.18 53 Organizando Campañas de sensibilización sobre el tema: — Exposiciones y Museos: de cuentos, de objetos, de textos… — Concursos: literarios, creativos, o de búsqueda de información — Visitas, de diversa índole a lugares que tengan estrecha relación con la lectura — Visitas, que se pueden recibir en el propio centro, de autores, cuentacuentos… — Información Mural, aprovechando los paneles informativos del centro Favoreciendo la tarea educadora de los padres, aportándoles: — Listados de títulos que orienten sus selecciones — Orientando sus compras — Organizando charlas formativas — Sensibilizándolos con el tema y el papel que pueden jugar en él Con todo se nos plantea un amplio abanico de posibilidades que podemos llevar a efecto desde un Centro educativo. No conviene que el bosque nos pierda, sino marcar muy bien el rumbo a seguir y sobre todo estructurar las posibilidades de trabajo que tenemos. A esa tarea nos entregaremos a partir de este momento, deshojando los próximos capítulos en el intento de conseguir aportar un manual de referencia con el que orientar, ayudar y colaborar a la organización de actividades lectoras en el seno de un Centro escolar. 54 CAPÍTULO CUARTO 55 LA ORGANIZACIÓN DE LAS ACTIVIDADES DE ANIMACIÓN LECTORA 56 Sentados los principios didácticos que fundamentan la atención que se le deba dar a la lectura, discurriremos por derroteros propios de la experiencia, descubriendo cómo la organización de actividades de Animación Lectora, presupone mucha ilusión y esfuerzo por parte de todos los agentes que socialmente intervienen en el proceso formativo del alumno. De la intención, destinatarios, o medios disponibles, va a depender la envergadura de cualquier proyecto al que nos lancemos. No obstante, lo verdaderamente importante, será tener claro el objetivo señalado, a fin de hacer que toda la actividad converja en él. ❥ Criterios de clasificación Cuando la organización de actividades de Animación Lectora tiene a los padres como objetivo, resulta evidente la necesidad de conseguir fundamentalmente: — Su sensibilización con la problemática lectora, dada la importancia que tiene adquirir un compromiso cotidiano en el estímulo de sus hijos, y — Una formación en cuanto agente mediador, que habrá de establecer un orden de prioridades que le permitan responder a las necesidades madurativas de sus hijos. A tal fin, podemos estimular esta actividad en el centro, bien sea de forma esporádica, mediante la convocatoria de alguna charla formativa (iniciativa ésta que tiempo atrás no hubiésemos propuesto pero que afortunadamente ahora ya vuelven a recuperar el interés necesario consiguiendo que los padres llenen los salones preparados al efecto) o encuadrándola dentro de un marco formativo, más amplio y estructurado temáticamente como es el de una Escuela de Padres. En ambos casos, el resultado puede 57 ponerles de nuestro lado, con lo que conseguíamos alargar la mano de nuestra acción mediadora hasta el ámbito familiar. En el caso de tener al alumnado como destinatario de la actividad, hemos de considerar el nivel o niveles a los cuales va a ir destinada nuestra acción, y la propia condición de las actividades que programemos, con el objeto de: — Dar una respuesta lúdica a la participación del alumno, y así favorecer su implicación en la misma, y además — Provocar un sentimiento de proximidad con el texto impreso, a fin de generar en su interior el estímulo de la iniciativa. En ambos casos, será necesario preparar actividades en las que el niño intervenga sin ningún esfuerzo, y a la vez disfrute enormemente, despertando en su interior esa atracción por el libro, en búsqueda de sensaciones verdaderamente agradables. Pudiéramos añadir un tercer objetivo a lograr con nuestro programa, como sería el conocimiento de los medios y recursos de que se dispone para dar satisfacción plena a las necesidades que, como anteriormente ya hemos comentado, íbamos a generar en él. Me refiero a todas las posibilidades que el ambiente escolar brinda y que muchas veces se desconocen sin razón aparente para ello. 58 1. ACTIVIDAD ESCOLAR ORDINARIA Cotidianamente podemos programar actividades en el aula que motiven y estimulen la lectura de los alumnos. Las sesiones han de perseguir, evidentemente, objetivos formativos, a fin de dar una respuesta didácticaal Proyecto Educativo, pero han de ser complementadas con otras más sencillas de Animación, pues de lo contrario, podríamos acabar por generar en los alumnos un cierto desazón y su consiguiente repulsa. No quiero con esto decir que deba aportarse el carácter lúdico al proceso de Enseñanza- Aprendizaje, que por supuesto ha de ser así, sino más bien la prevención de organizar actividades que desde el propio currículo, y de una forma evidentemente participativa, deben brindar al alumno oportunidad para recrear sus lecturas y participar sus vivencias personales en el grupo. En resumidas cuentas, que en el aula es preciso generar un núcleo de actividad lectora, verdaderamente dinámico. A tal efecto, proponemos actividades tan simples como la narración de las lecturas personales, o el comentario de éstas, pues resultan muy estimulantes y sobre todo participadas por parte de los niños y niñas. Además, conviene articular momentos que inviten a la lectura personal (Rincón de Lectura, Biblioteca de Aula, Tiempo del Lector…). Dos medios más podemos proponer a nuestros alumnos (en función de la edad y el nivel de aprendizaje), pero conscientes de que, a priori, precisan una mayor implicación docente: 59 Por un lado tenemos las actividades de investigación en la Biblioteca, que depararían al alumno, no sólo el conocimiento de cada rincón de ésta, sino la generación de actividades propiamente recreativas y la ampliación de sus conocimientos. Dinamizar la Biblioteca significa precisamente esto, hacer que el alumno tenga motivos para su asistencia, que se encuentre en ella, y se sienta, de algún modo miembro activo y partícipe. Hoy para conocer a un poeta, mañana para localizar la respuesta a una pregunta y… más adelante para satisfacer sus necesidades formativas. Desde bien pequeños nuestros alumnos han de participar de este mundo, buscando su hueco en él. Una vez allí dentro, su curiosidad, o el comentario estimulante (del amigo, compañero o profesor o profesora) serán suficientes para que se introduzca en la literatura recreativa. Es más, serán caminos que él mismo recorrerá paralelamente. Por otro, contar con un Diario de Lecturas, en el que anotar y registrar cuantas experiencias vaya desarrollando en este campo, y constatar sus opiniones y sentimientos al respecto le servirá de referencia. Será su complemento, verdaderamente importante en su maduración, pues el propio niño (y muy especialmente, por su sensibilidad, la niña) lo valorará en extremo: es algo hecho por ellos mismos día a día, y por ende, contiene lo más íntimo de su vivencia lectora. Terminemos refiriéndonos a un hecho especial que se produce como consecuencia de lo anterior, y es que todo buen lector, tarde o temprano se convierte en escritor. Bueno o malo, prolijo o sucinto, estilista u ordinario, mejor o peor, nada importa. Quien entra en la dinámica de la comunicación no puede relegarse a desempeñar únicamente el papel receptivo. Tarde o temprano le surgirá la necesidad, imperiosa, de expresarse. Lo verdaderamente importante es que los niños exterioricen su sentimiento y den rienda suelta a su recreación literaria. Por eso, desde el aula, hemos de articular vías que favorezcan su difusión y la participación del entorno en esa vivencialidad. Gracias a esta constancia, se podrá ir configurando una pequeña Biblioteca personal. Ésta y no otra, será la auténtica, porque en ella se conservará lo más preciado de nuestra intimidad: aquellas experiencias en las que se habrá colaborado de forma más activa, y a las que se les habrá dedicado los momentos más entrañables. Fórmulas como la colección de obras dedicadas por el autor (circunstancia que hoy en día resulta fácil y accesible para nuestros alumnos, dada la proximidad a la que se brindan los autores, no sólo en Salones y Exposiciones temáticas, sino también en los propios centros, mediante encuentros programados), estimulan la configuración (y manipulación, por qué no) de esta colección particular. La familia, en este sentido, puede favorecer con el simple hecho de destinar un espacio en el hogar a dicha colección, amén de mostrar un cierto interés por las lecturas de sus hijos, convirtiéndose en unos efectivos continuadores de la acción escolar. Por último, es preciso que nos planteemos la responsabilidad pedagógica de acercar el niño al libro, desde la óptica de la diversidad; podemos favorecer la aproximación con los distintos «itinerarios», término éste que utiliza Moret19 para 60 ilustrar cómo los canales de relación que existen entre el texto literario y el niño, pueden favorecer este conocimiento. Así, la autora citada, propone a sus alumnos la organización de distintas excursiones, que bien descritas cierran paulatinamente el cerco en torno al libro: el itinerario desde la escuela a la biblioteca, el recorrido de las propias estanterías de ésta o el curioso discurrir por el interior de la narración, pueden acabar convirtiendo a los niños en propios libros (cada uno asume su rol en el juego de ordenar/desordenar los libros en los estantes), o bien, animándolos a confeccionar unos propios (en este sentido, cada nivel condicionará la forma de organizar este trabajo). Lo que sí podemos asegurar es que los «Libros elaborados en el aula», además de resultar muy significativos, favorecen el conocimiento de cada alumno, y por consiguiente su aproximación espontánea. A partir de ahí comenzará el estímulo de la Animación Lectora, que le permitirá adquirir el hábito cotidiano de abrir un libro. Otro ejemplo sobre las actividades propuestas son los trabajos de Bartch-Mallet20 que enmarcan muy bien una línea dinamizadora en la que todo son ventajas; o Fredericks21 quien nos presenta un amplio abanico de posibilidades. Se trata de actividades cotidianas que tienen al texto escrito por protagonista: juegos y manipulaciones del lenguaje, metamorfoseando los textos, manipulando sus contenidos y títulos, alterándolos mediante narraciones orales y escritas, composiciones personales, cómics… ejercicios creativos y recreativos que consiguen no sólo sensibilizar, sino también estimular y en cierto modo conformar el carácter de la población lectora infantil. «Se trata de que, el profesorado tome medidas especiales en sus nuevos enfoques metodológicos, de que sea el puente efectivo entre el niño/adolescente y el libro, para que los alumnos salgan de la Escuela con la afición de devorar los libros, el deseo de sumergirse y dejarse llevar por la magia, la intriga o la belleza de sus historias.»22 61 2. ACTIVIDADES DE CARÁCTER ESPECIAL Igualmente, queremos destacar las grandes posibilidades que nos brinda la estructura escolar para organizar en el seno de la misma actividades que, con un cierto carácter especial, también estimulen la valoración y el uso del libro, por parte del alumnado. Las sesiones específicas de Animación Lectora pueden darnos buen juego en la organización de fiestas escolares, o encontrar cabida en las festividades que se celebren. Del mismo modo, pueden suponernos una gran aportación, no sólo para el estímulo personal, sino en la línea de trabajo coordinado, las Semanas Monográficas y temáticas. El espectro, como se ve, resulta amplio y variado; sólo precisa un par de ingredientes que lo sazonen adecuadamente: ilusión y creatividad. Con ellos, está asegurado el éxito. En la organización de este tipo de actividades, hemos de tener muy presentes los dos elementos dinamizadores que continúan desempeñando un papel que se les supone importante: el profesorado, verdadero brazo ejecutor, y la familia, donde el niño necesitará detectar algún tipo de estímulo e interés. Por ahí ha de comenzar nuestro planteamiento organizador: sensibilizando a estos dos estamentos de los objetivos pretendidos con dicha actividad. En la ilustración de la página siguiente recogemos un texto utilizado a tal, que nos parece muy apropiado y sencillo. A partir de aquí hemos de cuidar la planificación y el desarrollo de las distintas actividades, a fin de que nos resulte un plan lo más equilibrado y
Compartir