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Universidad de Chile Facultad de Ciencias Sociales Magister Sociología de la Modernización La ruptura de la exclusividad del gusto a través de la música sinfónica como espacio de integración social para niños y jóvenes de sectores populares Las Orquestas Juveniles e Infantiles de Chile Alumno: Cristián Fernández Bustos Profesor Guía: Rodrigo Baño 2006 ... A la memoria de Adriana y su inmenso amor, y a Karen, por dejarme compartir su camino hacia una vida más feliz ... 2 INDICE GENERAL PRIMERA PARTE Introducción El gusto y la diferenciación social Capítulo 1 La Música, la Sinfonía y las Primeras Orquestas chilenas 1.1.- La Música en la Historia 1.2.- Aspectos generales acerca de la Música 1.3.- La Música Sinfónica 1.4.- La composición de una Orquesta: La Orquesta Sinfónica 1.5.- Las primeras Orquestas en Chile Capítulo 2 El Renacer del Sueño de Jorge Peña: Las Orquestas Juveniles e Infantiles 2.1.- Antecedentes históricos 2.2.- Una nueva Institucionalidad Cultural 2.3.- La Fundación de Orquestas Juveniles e Infantiles de Chile 2.4.- Los objetivos de la Fundación 2.5.- Composición de las Orquestas Juveniles e Infantiles 2.6.- El ‘entorno’ de los músicos 2.7.- Las Actividades de la Fundación 2.8.- El Proyecto de Curanilahue Capítulo 3 Más allá del ámbito musical 3.1.- La experiencia venezolana 3.2.- Evaluación del Sistema de Orquestas de Venezuela SEGUNDA PARTE Capítulo 4 La Exclusividad del Gusto y el Problema de Investigación 4.1.- El ‘gusto’: la diferenciación social 4.2.- Planteamiento del problema Capítulo 5 Hipótesis del Trabajo 5.1.- Hacia un ‘Cambio de Habitus’ 5.2.- Hipótesis Específicas 3 TERCERA PARTE Capítulo 6 Análisis General 6.1.- Reconocimiento y Prestigio Social 6.2.- Democratización y Valoración de la Igualdad 6.3.- Alejamiento del Grupo Social de Origen e Imitación 6.4.- Aumento de los Niveles de Racionalidad y Entendimiento 6.5.- Debilitamiento de los Límites y las Barreras Estamentales: Las nuevas metas Capítulo 7 Conclusiones 7.1.- Conclusiones ANEXO 1 Apéndice Metodológico ANEXO 2 Opiniones y Críticas: Qué Informa la Prensa Escrita BIBLIOGRAFÍA 4 Introducción Hacia la construcción del gusto Durante siglos hemos sido testigos de cómo ciertas manifestaciones artísticas, como por ejemplo aquellas de índole musical o plástica, están relacionadas con un determinado grupo social o sectores de la sociedad que las asimilan (apropian) y desarrollan hasta hacerlas parte de sus gustos, hábitos o estilos de vida. Algunos de estos estilos o formas musicales, como la música clásica o sinfónica, han estado desde sus orígenes directamente relacionados con la cultura de las elites, así como la música tropical o el rock están vinculadas, por lo general, con la cultura popular. De hecho, hoy sabemos que una de las grandes diferencias o distinciones sociales están determinadas por el gusto; por ejemplo, por el tipo de música que se oye o practica y, por consiguiente, por el tipo de relaciones sociales que de allí surgen y se desarrollan. No resulta tan extraño entonces que si un tipo o estilo musical cruza o se traslada deliberadamente hacia otro ámbito de acción que no es su espacio social habitual –donde no se desarrolla un determinado gusto- se produzcan ciertos cambios o fenómenos que hoy nos llama la atención investigar, especialmente cuando la sociología no los ha abordado en virtud de su reciente aparición. Puesto que la cultura representa una compleja síntesis de conocimientos, prácticas y valores que se manifiestan a través de modos de comportamiento, donde se fusionan elementos adscriptivos, como el género o el origen familiar, y aquellos adquiridos, como la educación formal o el ingreso económico, la cultura musical estará entonces asociada al interés o disposición por conocer, que surge de una educación específica o difusa, que permite desarrollar o cultivar una competencia artística, creando necesidades culturales y medios para satisfacerlas1. Hoy en Chile, más de 8 mil niños y jóvenes de sectores populares participan de las llamadas ‘orquestas juveniles e infantiles’, en una intervención sociocultural que ha logrado llamar crecientemente la atención, porque una práctica musical históricamente asociada a la cultura de las elites se instala con fuerza en el mundo popular, provocando diversas transformaciones. En términos generales, diremos que la música y, específicamente, cierto tipo de música contiene una serie de aspectos técnicos y culturales que actúan 1 Bourdieu, Pierre. Elementos de una teoría sociológica de la percepción artística, en “Campo de Poder, Campo Intelectual”, Quadrata Editorial, 2003.- 5 como elementos diferenciadores y distintivos, tanto en lo puramente estético como en lo netamente sociocultural. Es justamente en esta ‘diferencia’ donde hemos enfocado nuestro trabajo, porque mientras más complejo es el código cultural, mayor deberá ser la capacidad o disposición para descifrar este código, sobre todo si es esencialmente abstracto. Asimismo, la competencia para asimilar o comprender aquello que es más selecto o refinado pareciera tener un nivel más alto de discriminación en relación con aquello que es común o popular. En otras palabras, comprender la música de una banda de rock, formada habitualmente por una guitarra, bajo y batería, será evidentemente más sencillo que comprender la música que interpreta una orquesta de 25 ó 30 músicos que utilizan violas, violines, cellos, contrabajos, clarinetes, trompetas, timbales, triángulos, platillos, etc. en virtud de los elementos puestos en juego para su entendimiento. Y no sólo eso; lo más probable es que la banda de rock encuentre su espacio y desarrollo en el mundo popular, habituado a la simpleza y utilidad, mientras que la orquesta se identificará con los grupos dominantes o sectores de elite de la sociedad, capaces de descifrar y asimilar códigos de mayor complejidad, aun cuando los integrantes o intérpretes de cada conjunto u orquesta pertenezcan a un grupo social u otro. Es importante mencionar que no existen estudios sistemáticos acerca de este tema en nuestro país, considerando además que las ciencias sociales lo han explorado muy poco, aún cuando parece incidir con fuerza en los procesos de diferenciación social. Asimismo, hemos asumido una evidente dificultad para la realización de un posible análisis estructural, dada la dispersión geográfica de las orquestas y la corta existencia de la fundación que las agrupa. En este sentido, la necesidad de explicar los diversos aspectos de la música y, luego, el significado y papel de la orquesta y su desarrollo en Chile, constituyen la antesala para la exposición de nuestro problema de investigación. 6 PRIMERA PARTE CAPITULO 1.- La Música, la Sinfonía y las Primeras Orquestas chilenas “Sin la música la vida sería un error” Nietzsche 1.1.- La Música en la Historia En primer término, veremos que la música siempre ha desempeñado un papel relevante en la historia del hombre, no solo a través de la cultura y el aprendizaje, sino que también llegando a influir en sus costumbres y emociones. Aunque antiguamente el valor del crítico o el teórico de la música se hallaba muy por encima del ejecutante, considerado sólo como un artesano en su oficio, diversas civilizaciones le confirieron un rol socio-cultural (ritual y comunitario) a la práctica de la música. Habitualmente, la música, desde un punto de vista representativo, forma parte importante de la tradición de un país o una región determinada, siendo muchas veces la protagonista o, en ciertos casos, sus propios creadores eintérpretes. La música aparece ligada al grupo social, a sus acontecimientos y, generalmente, constituye una expresión de ellos. Para los griegos, la música desempeñó un papel moralizador y pedagógico, hecho que consta desde que se escribieron los textos homéricos en el s.X a.C. Se la consideraba elemento esencial dentro de la educación de la clase aristocrática. No en vano los antiguos pitagóricos señalaban que la música era la más apropiada y efectiva disciplina para el alma, que bien puede inducir a la virtud como al mal. En este sentido el propio Platón se encarga de aclararnos que cierto tipo de música, en la cual se educan los hombres, los hace mejores2, cuestión que viene a corroborar que la música, así como la gimnasia, formaba parte de un ideal formativo para los griegos en cierto momento de su historia. Concretamente, la música entró a formar parte de este ideal educativo en los siglos VII y VI a.C., primero en Esparta, y luego en Atenas. 2 Fubini, Enrico. La Estética Musical desde la Antigüedad hasta el siglo XX. Alianza Editorial, Madrid, 1999.- 7 Específicamente en Esparta, las prácticas de la enseñanza musical estaban vinculadas a un ethos3 musical: la música, como la ciudad, debía seguir ciertos “nomos”, ciertas leyes para hacer y cantar las melodías en una determinada manera y con determinados fines. Esencialmente la música, no olvidemos, además de reunir en sí poiésis4 y techné5, era la suma de todas las artes: para que un niño fuese digno de ser luego un ciudadano de la polis debía aprender el arte de tocar la lira, canto, poesía, danza y gimnasia, todo eso englobado bajo la palabra mousiké.6 En Occidente, durante el primer milenio de la era Cristiana, la música docta fue cultivada exclusivamente por la Iglesia. Recién hacia finales del s.VI se refundió el llamado ‘antiguo romano’, y a este canto, adoptado de forma oficial por la Iglesia Católica, se le llamó desde entonces ‘canto gregoriano’, extendiéndose por diversos países de Europa. Entre el s.IX y el s.XI, en pleno medioevo, florecen la lírica galante (no religiosa) con los trovadores y troveros, y también las primeras formas de polifonías con el canto a varias voces y, en algunos casos más avanzados, con distintas letras. En el s.XIV, el desarrollo creciente de la polifonía preparó el camino para la elaboración de los primeros repertorios instrumentales durante el Renacimiento. De allí los períodos Barroco, Clásico y Romántico contribuyeron a mejorar notablemente la técnica instrumental y el nivel compositivo, a través de las operas, cantatas y oratorios, además del desarrollo de los grandes géneros sinfónicos. Durante los siglos XVI y XVII, se configura una nueva perspectiva musical, en un largo proceso que, con el tiempo, definirá la música como un arte autónomo, ya despojado de los anexos lingüísticos o dramáticos. Así también, es posible considerarla un lenguaje universal capaz de representar el simbolismo de los instintos. Desde un aspecto sociológico, la música es parte de una superestructura cultural, producto de las clases sociales y de los medios de producción. Y aunque posee una presencia transversal, la sociedad genera música como un producto cultural que modifica a la sociedad misma, porque la agrupa en diferentes maneras; genera grupos de pertenencia, implanta valores, ideales, genera modelos, inserta nuevos actores sociales, produce alienación y también genera 3 Referido a la concepción aristotélica que significa carácter, cualidad distintiva y sello propio del hombre, lo que nos lleva a su dimensión social, vale decir que éthos o ética es el atributo más característico del ser hombre, la sociabilidad. Aristóteles hablaba de una ciencia del éthos o la ciencia que trata de las formas del comportamiento de los hombres, este pensador escribió Ética a Nicómaco, el primer libro sobre ética conocido. 4 En la concepción aristotélica se considera a la ‘producción’ de una obra exterior al sujeto (agente) que la realiza, aunque comúnmente se traduce como ‘creación’. 5 Aunque no tiene una sola acepción en el mundo griego -en Platón y luego en Aristóteles- se concibe como la aplicación sistemática de la inteligencia a todos los campos de la actividad humana. 6 Fubini, Enrico. Op. Cit. 1999.- 8 http://es.wikipedia.org/wiki/Canto_gregoriano nuevas creencias, en un proceso marcado por los ciclos de ‘resignificación’ de sus propias características y estilos7. De allí que ciertos tipos de música, originalmente divididos entre lo sacro y lo profano, derivaran durante la historia en estilos o modelos litúrgicos, cantos gregorianos y formas clásicas, así como también en músicas folklóricas y populares. ¿Pero cuál es el impacto de la música en los hombres y hacia donde apunta? Así como el fuego es considerado culturalmente como un elemento que convoca, es posible que la música –desde un punto de vista dionisiaco8- tenga también un efecto similar capaz de congregar y atraer. Nos estamos refiriendo a los aspectos comunitarios de la música y, específicamente, a aquellos elementos instintivos, irracionales y biológicos. Aquello que habla desde la desmesura y nos indica que no hay fundamento racional para el mundo9. Si esto fuese así, podríamos aventurarnos en sostener que la música afecta la memoria genética y los impulsos primarios de los seres humanos, que constituyen los puntos más estables capaces de modificar al resto de los segmentos. Por otro lado, si la música apuntara a impactar los valores del hombre su efecto tendría mayor importancia en edades tempranas, cuando se adquieren valores formativos y donde la música bien podría llegar a determinar la idea del bien y el mal, del honor y de la moral. De cualquier manera, la música logra ciertos efectos en la vida del hombre y también en la sociedad; para algunos como un gran instrumento de manipulación social o también como un factor preponderante en la configuración de la estructura de clase; para otros, como una práctica ético-pedagógica capaz de generar grupos de pertenencia e identidades. A través de su historia es posible constatar como la música se ha constituido en un entramado complejo de sentidos, capaz de operar en las prácticas culturales como elemento socializador y, al mismo tiempo, diferenciador de un estatus o rol, según sus características técnicas o sonoras, o bien según el mundo social al que representa. 7 Bourdieu, Pierre. Capital Cultural, Escuela y Espacio Social. Edit. Siglo XXI. México. 1998.- 8 Nietzsche, F. El Nacimiento de la Tragedia. Alianza Editorial. Madrid, 1988.- 9 Nietzsche, F. Op. Cit. 1998. El autor recurre a la mitología clásica donde Apolo es el dios de las formas y la armonía, representado por ejemplo en la escultura, mientras que Dionisio representa el núcleo íntimo de las cosas, donde se anida la música, capaz de lograr un estado de encantamiento y evasión denominado: embriaguez psíquica. 9 1.2.- Aspectos Generales acerca de la Música Para hacernos una idea más precisa acerca de lo que significa la música, entendida como el arte de combinar los sonidos con el fin crear una obra dotada de melodía, armonía y ritmo, que suscite una experiencia estética en el oyente, veamos que nos explican dos de sus aspectos fundamentales con los cuales se habrá de relacionar aquel que estudia la música o aprende un instrumento, especialmente porque debe adquirir determinadas competencias para descifrar sus códigos. Nos referimos al material acústico y la idea intelectual. Respecto del primer elemento, relacionado con las ondas sonoras, su propagación y percepción podemos distinguir brevemente 4 parámetros o atributos del sonido musical10: a) Altura: también conocida como “tono” es definida como la cantidad (frecuencia) de vibracionespor segundo que produce un sonido determinado. A mayor cantidad de vibraciones el sonido es más alto, es decir, agudo. Por el contrario, al reducir la frecuencia de las vibraciones se produce un sonido más bajo o grave. Esto se mide unidades Hertz (HZ). Según se ha establecido existen vibraciones regulares, que habitualmente producen música o notas musicales, y las vibraciones irregulares, donde figuran normalmente ruidos o estampidas, como por ejemplo los golpes de tambor, platillos o el triángulo. b) Intensidad: es la cualidad del sonido que permite distinguir entre sonidos fuertes y débiles. Se relaciona con la distancia que recorre una onda sonora. c) Timbre: corresponde al resultado de los armónicos que producen las diferentes vibraciones u ondas. En otras palabras, el timbre de una nota es precisamente el resultado de sus armónicos y, por ello, cuanto más armónicos intervengan en un sonido, más rico será su timbre. d) Duración: es el tiempo durante el cual se mantienen las vibraciones que producen el sonido. Según los físicos, el material acústico se produce gracias al movimiento ondulatorio de la materia que afecta a nuestro órgano auditivo, y constituye un hecho psicofisiológico determinado por las vibraciones, cuya altura e intensidad se adaptan a las posibilidades de percepción de nuestro oído. Evidentemente, el material acústico se encuentra, en primer lugar, en la naturaleza misma; la “invisible nebulosa sonora” en la que vivimos inmersos, como nos recuerda el teórico de la música Manuel Valls Gorina. Luego, lo producen las 10 Wikipedia en Castellano, 2001. http://es.wikipedia.org/wiki/Musica 10 diferentes vibraciones mediante objetos que utiliza el hombre: al soplar dentro de una caña, un cuerno o tubo de madera o metal; al golpear un tronco, membrana, tambor o plancha; y al pulsar, rasgar o frotar una o varias cerdas o cuerdas colocadas en un cuerpo resonante.11 Esto nos lleva directamente al segundo elemento de la música: la idea intelectual, que aparece cuando el hombre, mediante un proceso selectivo, escoge material de un complejo muestrario sonoro para lograr una manera de expresión en la cual el sonido natural, efecto accidental de actividades y agentes relacionados, pasa a convertirse en elemento substancial de una creación o invento. En este sentido, el material acústico se convierte en el vehículo de la idea intelectual, que permite realizar un proceso de selección y ordenamiento de sonidos entre múltiples opciones. Se ordenan los intervalos (distancia entre 2 notas), sistemas tonales, escalas, se combinan duraciones, pausas, tiempos, ritmos, etc. Se originan de esta manera, nuevas fórmulas de ordenamiento y, por consiguiente, amplias posibilidades de composición musical. En síntesis, la idea intelectual convierte el material acústico en un arte de sonidos y pausas, determinados por el uso de los instrumentos disponibles. Por ello, no es de extrañar que este proceso también este nutrido de las diversas épocas y los aspectos socioculturales de la historia del hombre, ya que la música en tanto expresión humana representa las ideas, pensamientos, gustos, experiencias y emociones que marcan un instante de la vida humana, formando parte, al mismo tiempo, de las técnicas, estilos y géneros cultivados y desarrollados por el hombre en diversos lugares y momentos. Pero la música, en cuánto objetivación de la voluntad humana, ha sido considerada como un arte diferente y, en cierta medida, superior, que incluso va por encima de las ideas; es decir, capaz de constituir un mundo cuya existencia no depende de la realidad que nos abraza. Y aunque la música pueda reducirse a proporciones numéricas, éstas no pueden considerarse como lo significado sino como el signo. De otro modo, no podría explicarse la diferencia radical entre lo que nos puede llegar a producir un modelo matemático y una sinfonía. Así la música se constituye en un verdadero bálsamo para la existencia, que aunque provisional o momentáneo, es el medio más eficaz para sustraernos a las preocupaciones de nuestra subjetividad. En palabras de Schopenhauer, la música “es la expresión directa de la voluntad misma (…) por eso su influencia es más poderosa y penetrante que la de las demás artes. (…) Es un inconsciente ejercicio de metafísica en el que la mente no sabe que está filosofando”12. 11 Valls Gorina, Manuel. Diccionario de la Música. Alianza Editorial, Madrid, 1993.- 12 Schopenhauer, Arthur. El Mundo Como Voluntad y Representación. Libro I. Fondo de Cultura Económica. México, 2004.- 11 Pero cuando hablamos de la música, así a secas, nos estamos refiriendo a todos los estilos y manifestaciones, tanto en uso como en desuso. Sin embargo, para los efectos de nuestra investigación nos hemos abocado a un cierto tipo de música, de un alto nivel de complejidad, en la cual se están ‘educando’ niños y jóvenes desprovistos inicialmente de toda competencia formal para descrifrarla. 1.3.- La Música Sinfónica La sinfonía (simphonía) fue definida a finales del s.VI por el obispo Isidoro de Sevilla como ‘consonancia’, es decir, como la música armónica con sonidos simultáneos graves y agudos con distancias interválicas simples y compuestas. Hacia el Barroco, este término definía a todo tipo de música que utilizaba un número variable de instrumentos y que se usaba, especialmente, para introducir oratorios, cantatas u óperas. Es decir, como sinónimo de ‘obertura’. A partir del Clasicismo, la sinfonía será considerada como una composición musical con la forma ‘sonata’, dividida en cuatro partes, llamadas tiempos o movimientos, ordenados según un principio de contraste. Su estructura general, frecuentemente se basará en el esquema de la ‘sonata bitemática’, ya que durante el Barroco una pieza se estructuraba con una sola melodía o tema. Con el estilo Clásico, la sinfonía emplea, por lo general, dos temas opuestos por su carácter rítmico y melódico, para que puedan confrontarse el uno con el otro, pero sin llegar a confundirse. La parte central o desarrollo, mezcla o superpone estos temas, que luego son expuestos nuevamente al final de la pieza. Con la sinfonía surge y se desarrolla el ‘arte de la instrumentación’, ya que la presencia de cada instrumento no será indiferente ni ocasional, sino tremendamente significativa para el compositor y para la obra. De hecho, a la agrupación de instrumentos para los cuales se escribían estas interesantes piezas se le denominó: Orquesta Sinfónica. Entre 1730 y 1740 la ‘sinfonía’ o ‘gran obra para orquesta’ comienza a ser desarrollada en el norte de Italia por el compositor Giovanni Battista Sammartini (1700-1775), quien despejó la monotonía creada por los vetustos elementos barrocos, incorporando matices más delicados, llenos de efectos sonoros, convirtiéndose de paso en uno de los grandes precursores del estilo Clásico. La consolidación de la sinfonía clásica promueve el progresivo desarrollo de la ‘Orquesta’, cada vez con nuevos y mejores instrumentos capaces de ampliar la gama de matices y combinaciones sonoras. Johann Wenzel Stamitz, director de la Escuela de Mannheim y de la orquesta del mismo nombre, introduce los efectos dinámicos de ‘crescendo’ y ‘diminuendo’, y las acentuaciones y sforzati, que antes 12 se lograban disminuyendo o aumentando la cantidad de los ejecutantes o, simplemente, no se utilizaban. A partir de la Orquesta ‘Sinfónica’, formada por más de 25 músicos, donde están representadas todas las secciones, podemos distinguir entre los tipos de orquesta al de ‘Cámara’, que posee menos de 25 músicos, y que se hizo famoso en el s.XVIII con Haydn y Mozart, habitualmente utilizado para complacer y acompañar las reuniones y eventos de un grupo reducido de espectadores, normalmente acaudalados. Tambiénestá la orquesta de ‘Cuerdas’ (violines, cellos y contrabajos), que excluye a los instrumentos de viento y percusión. En grupos más pequeños se distingue la ‘Banda’ integrada por las secciones de viento y percusión; el ‘Sexteto’ formado por seis instrumentos combinados de las diferentes secciones, y luego los ‘Quintetos’, ‘Cuartetos’ – tradicionalmente de cuerda y arco-, el ‘Trío’ y el ‘Dúo’. 1.4.- Composición de una Orquesta: La Orquesta Sinfónica El término ‘orquesta’ proviene del griego ‘orkhéstra’ que significa lugar próximo al público donde danzaba el coro en el teatro. También es traducido como el lugar destinado para los músicos, que comprende desde el escenario hasta las butacas o asientos donde se ubican los espectadores. Una tercera acepción nos remite al concepto de ‘conjunto instrumental’ propiamente tal. Los integrantes de una orquesta sinfónica tocan instrumentos de cuerdas, vientos y percusión, por lo que su composición se divide en varias secciones, con una ubicación más o menos predeterminada sobre el escenario. Esta sería la división de una orquesta sinfónica en cuatro secciones: • Sección de Cuerdas: primeros y segundos violines, violas, violoncellos y contrabajos. Su ubicación más tradicional es hacia el ala izquierda y derecha del director, formando una especie de ‘uve’ • Sección de Maderas: clarinetes, oboes, flautas, flautines y fagotes. Se ubican casi siempre entre los instrumentos de cuerda. • Sector de Metales: tubas, trompas, trompetas y trombones. Su ubicación es hacia el fondo, formando un arco. • Sector del Percusión: tambores, triángulos, timbales y platillos. Se ubican atrás de los violines. 13 • Otros Instrumentos: en algunas ocasiones también forman parte de la orquesta el arpa y el piano, especialmente cuando se acompaña a solistas o se representa una ópera. A la cabeza de una orquesta se encuentra su director; un músico con amplios conocimientos instrumentales y formación musical, capaz de organizar y dirigir al conjunto de instrumentistas. Tradicionalmente, el director orquestal es, además, quien otorga a los oyentes o espectadores el carácter de la obra musical atribuido al compositor original, porque la conoce de memoria y porque sobre él recae la responsabilidad de la calidad de la interpretación.13 Cada gesto u orden que el director realiza con sus manos tiene un significado preciso. La mano derecha se refiere a la métrica o pulso de compás y al tiempo o velocidad. En tanto, la mano izquierda indica el ingreso de cada instrumento y refleja la interpretación de la obra musical con relación a la partitura. Sólo durante el s.XIX el papel del director orquestal alcanzó un lugar preponderante, incluso como profesión privilegiada reservada sólo para virtuosos. De hecho grandes compositores se destacaron también como directores de sus propias obras, como fue el caso de Mendelssohn y Berlioz. La música que interpreta la orquesta sinfónica es utilizada comúnmente en el ballet, la ópera y las obras sinfónicas. Durante el s.XX se incorporó masivamente en el cine a través de su banda sonora. 1.5.- Las Primeras Orquestas en Chile Fue en la Colonia cuando se dio inicio al movimiento orquestal en Chile. De hecho las primeras orquestas florecieron en torno a la Catedral de Santiago, asociadas a las ceremonias litúrgicas. Todos estos grupos contaban con muy pocos instrumentistas y presentaban un nivel técnico bastante precario. Recién en 1850, con la creación del Conservatorio Nacional de Música de la Universidad de Chile, se inicia el estudio formal de música docta, pero reservado para aquellos jóvenes provenientes de familias adineradas, con intereses por la interpretación y el perfeccionamiento musical. No es hasta 1926, con la creación de la Orquesta Sinfónica de Chile, que nuestro país da un salto cualitativo en material musical. Su fundador fue el violinista y director Armando Carvajal Quiroz, un amante de las melodías clásicas que soñaba con ampliar su difusión en el país. Aunque logró el respaldo 13 Álvarez Osben, Carlota. La Orquesta Sinfónica. Edic. Biblioteca Severin. Valparaíso, 1964.- 14 permanente del Ministerio de Educación y la Universidad de Chile, su principal misión fue elaborar un adecuado repertorio clásico y ser un aporte concreto para el ballet y la opera, para lo cual debía conseguir financiamiento. Por esta razón, en sus primeros años las presentaciones de la orquesta sólo tenían al frente a un público selecto, considerando el alto precio de las entradas a los conciertos y el alto porcentaje de analfabetismo, en una población que se abría paso a través de una educación primaria formal. La misma orquesta decidió sensibilizar a las autoridades políticas y a la opinión pública tocando en plazas, el Parque Forestal y el Teatro Caupolicán, defendiendo la necesidad de contar con un conjunto estable y con financiamiento propio. Sólo en 1940, la Ley 6.696 estipuló la creación del Instituto de Extensión Musical, para la composición de un cuerpo permanente de coro, ballet y orquesta, que dio origen al Ballet Nacional Chileno y al Coro Sinfónico de la Universidad de Chile. Una década más tarde debutó en el Teatro Municipal de Santiago su Orquesta Filarmónica, lo que permitió la conformación del Coro del Teatro y del Ballet de Santiago. La orquesta, vinculada permanentemente con las actividades de este tradicional escenario capitalino, ha realizado también presentaciones gratuitas para escolares y personas de escasos recursos. 15 CAPÍTULO 2.- El Renacer del Sueño de Jorge Peña: Las Orquestas Juveniles e Infantiles “Cuando el modo de la música cambie temblarán las murallas de la ciudad” Platón 2.1.- Antecedentes Históricos Durante los años ’60, Jorge Peña Hen, director de orquesta radicado en La Serena, viajó a Estados Unidos invitado por el Departamento de Estado, donde pudo constatar que gran parte de los estudiantes norteamericanos realizaba diversas actividades extra-programáticas. Una de ellas llamó poderosamente su atención: miles de niños y jóvenes tocaban en orquestas escolares, y si bien la mayor parte de ellos continuaba sus estudios en otros ámbitos académicos la responsabilidad, disciplina y organización que se desarrollaba en los estudiantes con estas prácticas, lograba algún tipo de incidencia positiva en su rendimiento escolar, en la formación de su carácter y desarrollo sociocultural. Armado con una nueva visión, Peña trajo la idea a Chile e inició un Programa de Orquestas que comenzó en La Serena, en 1963, donde se creó la primera Orquesta Sinfónica Infantil de Sudamérica, para luego expandirse a Copiapó, Ovalle y Antofagasta. Este denominado “Plan de Extensión Docente” permitió la creación de escuelas de música a nivel regional, destinadas especialmente a niños y jóvenes de estratos socioeconómicos bajos. Jorge Peña continuó con su programa hasta el 16 de octubre de 1973, cuando por razones políticas fue detenido y fusilado por la denominada “Caravana de la Muerte”, en La Serena. Este músico, nacido en Santiago (1928), pero radicado desde pequeño en Coquimbo, consagró toda su vida a la música y al servicio social. Estudió piano, violín, viola y violoncello en el Conservatorio de Música de la Universidad de Chile, donde tempranamente dio señales de su vocación social al manifestar a sus directivos la necesidad de contar con una educación musical sin discriminaciones, capaz de integrar a los sectores más modestos del país. En 1956, Peña Hen fundó y dirigió la Escuela de Música de La Serena, dedicada casi exclusivamente a enseñar a los niños. También dirigió orquestas en Concepción, Viña del Mar, Santiago y Antofagasta, donde en 1961 fundó la Orquesta de Cámara que más tarde se transformaría en Orquesta Filarmónica.Como compositor su legado abarca obras para ballet: “La Coronación” (1950), para coro mixto a capella: “La Palomita”, y música incidental para la 16 película “Río Abajo” (1949) y para los documentales “El Salitre” y “Tierra Fecunda”. Otras de sus obras son “La Cenicienta” (1966), opera con texto del poeta Oscar Jara; “Andante y Allegro” para violín y orquesta de niños; “Crepúsculo de Monte Patria”, ciclo de canciones para barítono y piano; y la música para cuatro “Retablos de Navidad”. Según relatan testigos y se confirma en un reciente documental sobre su vida, una breve melodía escrita sobre el papel de una cajetilla de cigarrillos, usando para ello unos fósforos como improvisados lápices, fue la última pieza que alcanzó a escribir Jorge Peña durante su detención en 1973, antes de ser ejecutado. Recién un año más tarde, y sin tener mayores referencias sobre el incipiente modelo chileno, Venezuela echó a andar un vigoroso Programa de Orquestas Juveniles impulsado por el músico José Antonio Abreu, que transformado en un proyecto gubernamental logró entre 1975 y 2000 la participación de 250 mil niños y jóvenes de todo el país. Esta experiencia –que ha sido reconocida por la UNESCO y que en 1998 fue distinguida por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) como proyecto exitoso en la reducción de la pobreza- ha tenido una fuerte influencia en varios países de América Latina que han seguido su ejemplo, entre ellos Chile. Luego del retorno de la democracia en nuestro país, en el año 1991 el maestro Abreu, en su calidad de ministro de Cultura de Venezuela, visitó Chile y compartió con las autoridades educacionales de la época la potente experiencia que se desarrollaba en su país. Ese mismo año, el entonces ministro de Educación, Ricardo Lagos, viajó a Venezuela. En la comitiva oficial viajó también el músico y director orquestal, Fernando Rosas (amigo de Jorge Peña), quien fuera invitado por el propio Abreu para conocer el movimiento de orquestas infantiles y juveniles de Venezuela. A partir de entonces los maestros Abreu y Rosas establecieron un contacto permanente. Al año siguiente, Rosas inicio en Santiago un programa inspirado en la experiencia venezolana y en el legado visionario de Jorge Peña. Apoyado desde la División de Cultura del Ministerio de Educación y por Fundación Beethoven, la principal misión del Programa de Orquestas Juveniles e Infantiles fue otorgar un modesto apoyo económico a 6 ó 7 orquestas que se repartían en dos o tres ciudades del país, además de crear y organizar la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil y realizar algunos modestos cursos de capacitación. De acuerdo a un catastro de conjuntos musicales realizado en establecimientos de enseñanza básica y media del país14, en 1996 había 14 Encuesta y Listado Nacional sobre Conjuntos Musicales Estudiantiles. Corporación de Fomento de Bandas Estudiantiles, CORFOBAE. Santiago, 1997.- 17 alrededor de 720 conjuntos musicales de diverso tipo, entre estos: 166 bandas escolares o de guerra; 134 conjuntos corales; 119 grupos folklóricos; 67 grupos de flauta; 45 de guitarra; 15 de música andina; 15 bandas de rock; 12 grupos de cámara y tan sólo 3 orquestas sinfónicas, agrupando a un total de 18.595 niños y jóvenes, en su mayoría pertenecientes a colegios particulares. Entre sus problemáticas cotidianas estaba: no contar con salas de ensayo adecuadas, tener muy pocos y antiguos instrumentos, carecer de capacitación o talleres de música y no contar con una tradición de eventos o reuniones de nivel regional o nacional. Fue en 1999, cuando una delegación formada por una decena de músicos y profesores chilenos viajó a Venezuela para asistir a un seminario presencial ofrecido por la Fundación Nacional de Orquesta Juveniles e Infantiles de Venezuela. Esta experiencia fue fundamental para precisar detalles sobre su funcionamiento a gran escala. De allí surge la imperiosa necesidad de profundizar y ampliar el proyecto chileno, cuestión que se hizo ineludible para las autoridades en la medida que el número de grupos se fue incrementando y, por consiguiente, creció la demanda por capacitarse y mejorar la infraestructura y la calidad de los instrumentos. 2.2.- Una Nueva Institucionalidad Cultural En los albores del cambio a un nuevo milenio una de las discusiones más complejas y apasionadas que ha tenido ocupados a intelectuales y artistas ha sido la necesidad de contar con algún marco articulador de desarrollo cultural, que asegure desde la esfera del Estado y el mundo cuidadano el desarrollo y proyección de las artes en todos los ámbitos del quehacer nacional. En los inicios de su gestión en el 2000, el ex Presidente Ricardo Lagos encargó a su asesor de temas culturales, Agustín Squella, la misión de consensuar las propuestas e inquietudes del mundo de la cultura y elaborar un marco de acción susceptible de aplicar a una realidad diversa y desigual, no sólo para el trabajo artístico sino que también para el acceso del público hacia él. En el mes de junio de 2003, con la aprobación del Congreso Nacional, y por expreso interés del Presidente de la República, se crea el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, organismo del Estado con rango de Ministerio, cuya sede central se ubica en Valparaíso, y que rápidamente replicó sus redes de acción en todas las regiones del país a través de sus comités consultivos. Hoy es el encargado de administrar los recursos públicos que se otorgan a los creadores y artistas nacionales a través de diversos fondos, no obstante también los incorpora en la discusión de las políticas culturales y proyectos de 18 largo plazo, a través de sus propias entidades o agrupaciones. Algo de aquello ha permitido el apoyo y financiamiento a diversas orquestas juveniles e infantiles a lo largo del país. El propio Consejo se ha fijado como tarea acercar la cultura y las artes a la población, sobre todo a aquellos de bajos recursos, abriendo espacios de encuentro entre el mundo artístico y el resto de la ciudadanía. Es lo que ha desarrollado, por ejemplo, el proyecto “Sismo” en algunas comunas y regiones del país. Asimismo, el Consejo impulsa diversas actividades relacionadas con el fomento y la gestión cultural, las escuelas artísticas y la investigación. Será tarea posterior evaluar los resultados en un ciclo de este esfuerzo, que de ser exitoso cumplirá con una tarea más que anhelada por miles de personas que –dado el centralismo cultural de Chile- tendrán la oportunidad de participar en las manifestaciones artísticas que se realizan en su propio espacio local, relevando y promoviendo de paso las propias. 2.3.- La Fundación de Orquestas Juveniles e Infantiles de Chile Su creación, en mayo de 2001, se produce justo en los momentos que se discutía una institucionalidad cultural, en el marco de una política de gobierno que impulsó el ex Presidente Ricardo Lagos. Al año 2000 existían en el país más de 70 orquestas repartidas en diversas regiones, apoyadas en parte por el Programa del MINEDUC y por municipios y establecimientos educacionales. La esposa del ex Presidente Lagos, Luisa Durán, luego de asumir su gestión social por el período 2000-2006, decidió impulsar el proyecto para materializar la creación de la Fundación Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles de Chile. A la cabeza ejecutiva quedó el director Fernando Rosas. A esta institución -sin fines de lucro- se le asignó un marco presupuestario para su funcionamiento y el desarrollo de programas específicos a partir del 2001, dentro del presupuesto general del MINEDUC. Desde el 2004 la Fundación tiene asignado un ítem del presupuesto anual del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. La Fundación de Orquestas es, por tanto, una singular creación chilena en que están presentes ciertas ideas matrices de Jorge Peñay del movimiento venezolano, como principal impulsor de orquestas juveniles en Latinoamérica. 19 Además, cuenta con el trabajo incondicional de músicos, discípulos y colegas de Peña como José Urquieta, Americo Giusti, Pablo Matamala y el propio Rosas, entre otros directores que impulsan proyectos orquestales en diversas regiones de Chile. Uno de los grandes desafíos que tiene la fundación es consolidar el crecimiento sostenido de las orquestas. En apenas 5 años de vida la institución ha duplicado el número de orquestas existentes en el país, que hoy superan las 200. Sin dejar de contar con el apoyo del sector privado y generosos músicos nacionales, las orquestas ofrecen un espacio de aprendizaje y creación musical justo allí donde es más difícil hacerlo y donde existen menores recursos para lograrlo. 2.4.- Objetivos de la Fundación Hace 15 años existían en Chile menos de una decena de grupos que practicaban música orquestal de autores clásicos, en un tremendo esfuerzo personal y familiar. Poca gente veía en esta actividad una proyección personal, más allá del interés natural de ciertas elites. Actualmente, las orquestas se reparten más de 50 ciudades desde Arica a Punta Arenas –alrededor de 90 comunas- donde tocan unos 8 mil niños y jóvenes. Las últimas en crearse fueron la Orquesta Infantil de Isla de Pascua y la Orquesta Sinfónica de Paine, compuesta por nietos de detenidos desaparecidos. Este explosivo surgimiento de orquestas se puede explicar por diversos motivos, entre los cuales se cuenta el incentivo y la labor que realiza la Fundación, junto a las presentaciones de la emblemática Orquesta Juvenil de Curanilahue, los seminarios y cursos de capacitación musical que se imparten y el apoyo de la Fundación Beethoven desde sus inicios. Uno de los objetivos centrales del proyecto es propiciar el uso positivo del tiempo libre, frenando así la incursión de niños y jóvenes en las drogas, violencia, prostitución, vagancia y alcoholismo, considerando que el 85% de ellos pertenece a estratos socioeconómicos bajos. Entre sus objetivos específicos están:15 • Ofrecer a los niños y jóvenes, especialmente de escasos recursos, una posibilidad de desarrollo social y formativo, mediante el aprendizaje musical y la participación en orquestas. 15 Memoria 2004. Fundación de Orquestas Juveniles e Infantiles de Chile. Santiago, 2005.- 20 • Desarrollar el cultivo de la música en todo el país, promoviendo la creación de nuevas orquestas en las regiones o comunas que carecen de ellas. • Elevar el nivel técnico y académico de las orquestas, promoviendo el perfeccionamiento de directores e instrumentistas en general, y asegurando el material de docencia adecuado a la educación orquestal. • Fortalecer el Programa de Becas, para que un mayor número de jóvenes y niños tengan la posibilidad de continuar sus estudios musicales, seguir participando de conjuntos orquestales y recibir los beneficios de esta experiencia. • Potenciar los encuentros de orquestas a nivel nacional y regional, para lograr una unión y espíritu común entre las diferentes agrupaciones de cada zona del país. • Fortalecer los vínculos e intercambios entre las orquestas juveniles e infantiles chilenas y la comunidad musical internacional. 2.5.- Composición de las Orquestas Juveniles e Infantiles Las Orquestas Juveniles e Infantiles corresponden a conjuntos instrumentales de niños y jóvenes hasta 24 años, con un mínimo de 12 integrantes, quienes interpretan repertorios o composiciones de estilo clásico y neoclásico, aunque también realizan versiones sinfónicas de música popular y folklórica. Según la edad de sus integrantes, se considera orquesta infantil a las agrupaciones formadas por niños de hasta 13 años, y juveniles a aquellas en que sus integrantes van de los 13 hasta los 24 años. De acuerdo a un catastro del 2003, en Chile el 55% de las orquestas son infantiles. Un estudio sobre la Identificación y Diagnóstico de las Orquestas16, del año 2001, indica que la edad promedio de los músicos oscila entre los 11 y los 14 años. Respecto de su origen socioeconómico familiar, pese a que la muestra abordó apenas a 20 conjuntos que respondieron ese ítem, pudo establecerse que la enorme mayoría de las orquestas (85%) trabaja con niños y jóvenes de estratos sociales bajos, y que ninguna de ellas esta compuesta por músicos provenientes de niveles sociales acomodados. 16 De Andraca, Ana María. Identificación y Diagnóstico de las Orquestas Juveniles e Infantiles de Chile. Estudio en 6 capítulos. Santiago, 2001.- 21 Además, no existe una relación geográfica entre los lugares donde existe una orquesta y la proporción dada por el número de habitantes. Por ejemplo, hay pequeñas localidades de menos de 5 mil personas, como Contulmo o la Isla del Rey en Valdivia, donde existe al menos una orquesta, mientras que en comunas de sectores medios y altos de la capital como Las Condes, Providencia y Ñuñoa aún no se ha formado una. Esto podría significar –aunque sea muy temprano para sostenerlo- que desde el punto de vista socioeconómico es posible ubicar a la mayor cantidad de orquestas en aquellas comunas de mayor población de estrato medio y bajo, además de presentar un singular componente de ruralidad. La existencia de orquestas en Alhué, Curanilahue, La Pintana, Paihuano, Pudahuel, Quilicura, Rengo, Tocopilla, Vicuña y Yumbel, nos estarían dando algunas luces al respecto. Según su tipo y número de integrantes la mayoría de los grupos orquestales que se han formando en el país son sinfónicos, de cámara o de cuerdas. La orquesta de mayor número de integrantes posee alrededor de 80 músicos, mientras que la más pequeña se empina sobre los 40 instrumentistas, para el caso de las sinfónicas. La mayor parte de los músicos toca instrumentos de cuerdas (75%), mientras que los vientos corresponden al 15% y la percusión al 10%, algo muy habitual en la configuración de las orquestas sinfónicas. En relación con la dependencia institucional de las orquestas, más del 60% cuenta con el apoyo del municipio, casi un 20% está vinculada con alguna universidad o institución de educación superior, mientras que el otro 20% es de carácter privado.17 2.6.- El Entorno de los Músicos Estimaciones generales señalan que unas 80 mil personas conforman el entorno más directo de los niños y jóvenes que integran las orquestas. Esto es: sus padres, hermanos, tíos y abuelos, cuestión que queda en evidencia ante la contundente asistencia que se refleja en los conciertos y festivales que se organizan periódicamente a lo largo de Chile. Asimismo, las rutinas semanales relacionadas con el estudio y aprendizaje instrumental y musical movilizan a buena parte de las familias de los niños y jóvenes que –en muchos casos- acompañan a sus hijos a los ensayos, especialmente cuando estos se realizan en centros urbanos alejados del domicilio de origen, que en muchos casos lo constituye un determinado espacio rural. 17 De Andraca, Ana María. Op. Cit. 2001.- 22 En general, se trata de familias de estrato medio-bajo y bajo, muchas de las cuales viven en condiciones de pobreza relativa18, donde un ingreso adecuado para sobrevivir se topa con la falta de acceso a las oportunidades que la sociedad brinda. Por ejemplo, una mejor educación está condicionada por el ‘modus vivendi’ o estilo de vida de nuestra sociedad, donde la comunidad decide quién es pobre o qué es lo decente, porque define situaciones y aspiraciones. De acuerdo a la encuesta CASEN 2003, un 18,8% de la población del país se define como pobre (incluidos indigentes 4,7%), donde la pobreza rural alcanza el 20%. El mismo estudio arroja también que la distribución del ingreso semantiene casi inalterada en los últimos años, no obstante mejora levemente en los dos primeros deciles (juntos acumulan el 7%) mientras que el último decil continua manteniendo una alta acumulación cercana al 40% del ingreso total del país19. Por ello, resulta interesante observar la variable educacional presente, donde tenemos que la mayor parte de las familias posee educación básica completa y más de 30% no ha terminado la enseñanza media. Asimismo, cuando el joven que participa en la orquesta ha llegado a la educación superior constituye en el 90% de los casos la primera generación de la familia. Por otra parte, un aspecto no menor y que veremos más adelante lo representa el hecho que las orquestas juveniles cuentan con un apoyo transversal de amplios sectores dominantes del país, representados por políticos, empresarios y gestores culturales, además de la comunidad, en general. 2.7.- Las actividades de la Fundación: Becas, Seminarios, Festivales y Encuentros El objetivo de las actividades que impulsa la fundación es abrir espacios para que las diferentes orquestas muestren su trabajo y se conozcan entre sí, dando lugar a un intercambio de experiencias, conocimiento de nuevos repertorios y nuevas posibilidades para el desarrollo orquestal. Desde su creación, la Fundación ha organizado diversos festivales, como en el Teatro Municipal de Santiago y 5 Encuentros Nacionales en regiones, con un gran concierto final donde los participantes se reúnen en una gran orquesta de 1.500 músicos. 18 Para el Banco Mundial, el BID y el FMI la pobreza es ‘relativa’ con respecto a las necesidades de cada lugar o espacio geográfico. Por ello cada sociedad o región tiene un nivel de pobreza no absoluto, que habitualmente incluye la carencia educativa. 19 CASEN 2003. IX Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional. División Social, Mideplan.- 23 Además, se han realizado diversas actividades como Festivales de Navidad, Veranos Musicales en Quillón, Jornadas Musicales de Invierno en Concepción y Campamentos Musicales Isla Mancera en Valdivia. Se calcula que desde el 2001 unas 800 mil personas han asistido a estos grandes eventos. Paralelamente, algunas orquestas y jóvenes músicos pertenecientes a ellas han tenido la oportunidad de mostrar su talento en América Latina y Europa, como fue el caso de la emblemática Orquesta de Curanilahue y la Orquesta Jorge Peña de La Serena, además de la Gira Presidencial de octubre de 2002 donde cinco becados de la Fundación viajaron junto al ex Presidente Lagos a Rusia, Hungría y Polonia. Por otra parte, la Fundación realiza anualmente un programa de becas de estudio (360 aprox.) y cursos de perfeccionamiento. Asimismo, organiza periódicamente diversos cursos y seminarios para directores, profesores y miembros de las orquestas, a cargo de destacados músicos nacionales y maestros extranjeros. En estos cinco años, se han realizado más de 70 seminarios de percusión, violín, dirección orquestal, clarinete, piano, cello y flauta, en diversas ciudades del país. Además, se han realizado clases a distancia a través de videoconferencia, las cuales comenzaron en el 2002 gracias a un convenio con el FOSIS. Este enlace tecnológico permite conectar a tres ciudades en forma simultánea para transmitir en vivo y por pantalla las clases de destacados músicos profesionales. En sus años de funcionamiento, la Fundación ha construido una importante red de apoyos para concretar diversos convenios y acuerdos, con instituciones y organismos tales como: o CONACE para la creación de la Orquesta de Pudahuel, con el fin de evitar el uso de drogas y alcohol por parte de niños en riesgo social. o Consejo de Ancianos de Rapa Nui para crear la Orquesta Infantil de Isla de Pascua. o Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos y Ejecutados de Paine, para formar la Orquesta Sinfónica de Paine, formada por los nietos. o Orquesta Santa Lucia, la 1ª Orquesta de niños ciegos del país. 24 2.8.- El proyecto de Curanilahue Para finalizar este capítulo hemos escogido el caso de una orquesta que, en virtud de su origen y desarrollo, refleja el modo en que muchos de estos grupos surgen desde su modesto espacio social. El objetivo es uno y simple: describir la forma en que nace y se organiza una orquesta que, como muchas, al cabo de algunos años muestra sus primeros resultados. Hace poco más de 10 años, en una humilde comuna de la VIII Región, 100 kilómetros al sur de Concepción, el director del único liceo de esta zona carbonífera, Francisco Ruiz Burdiles, vislumbró para sus alumnos la posibilidad de soñar con un proyecto musical inédito, como una forma de contribuir al estado anímico de una nueva juventud que presenciaba los vaivenes de un espacio social bastante deprimido. Luego de gestionar la presentación local de la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Concepción, llegó a una feliz y fundamental coincidencia: su director orquestal, Américo Giusti, también tenía una ambiciosa idea en mente. Luego de un año de conversaciones y gestiones surgió un proyecto común: enseñar música docta a los niños de las escuelas públicas de la zona. Pero más allá de las enormes ganas y la buena disposición de sus promotores se presentaba más de algún inconveniente: había que reunir muchas ayudas para comenzar; había que adquirir costosos instrumentos, pagar a los profesores, costear los traslados, buscar un lugar adecuado para los ensayos y, lo más difícil, comprometer a decenas de modestas familias que vivían un complejo proceso de reconversión socioeconómica y transición productiva, en un proyecto idealista y sin resultados conocidos en nuestras tierras. Con la ayuda del municipio y el Fondart regional se compraron los primeros instrumentos clásicos y se pagaron los honorarios a los profesores, como Humberto Águila y Javier Santamaría, surgidos de las propias filas de la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Concepción, quienes viajaban desde la capital regional una vez por semana para realizar sus clases. Mientras tanto, los niños fueron convocados por las distintas escuelas municipalizadas de la comuna, sobre la base de sus gustos por la música y el incipiente interés personal y de sus padres por integrarse a este proyecto. Por instrucciones precisas de los profesores-músicos, los niños debían tener entre 7 y 13 años. Luego de unos cuantos meses de ensayo en el Liceo Mario Latorre de Curanilahue, 40 niños aprendieron a tocar los novedosos instrumentos: violín, viola y cello, en su respectivo colegio, y contrabajo, percusión, piano, flauta y 25 trompeta en Concepción. Obtuvieron el apoyo de las fundaciones Andes y Beethoven, además del respaldo incondicional de sus propias familias. Se formó así la emblemática Orquesta Juvenil de Curanilahue, que de la mano del maestro Américo Giusti aprendió con disciplina y esfuerzo a desarrollar un sonido colectivo de gran nivel, que durante una década pudo recorrer muchas veces el país presentándose en los lugares más importantes, como el Teatro Municipal de Santiago, el Congreso Nacional y la Quinta Vergara. Estos pioneros músicos fueron también los primeros en mostrar su talento fuera de Chile, en diversos escenarios de Europa. En junio de 2004, 80 nuevos músicos –entre 8 y 16 años- se presentaron en la sala de teatro del Centro Cultural Matucana 100, interpretando sencillas piezas de Chopin y Vivaldi. Era nada menos que la nueva generación de músicos de la Orquesta Juvenil de Curanilahue, el recambio de un sueño ya transformado en histórica tradición. 26 CAPITULO 3.- Más allá del Ámbito Musical “Para que la música pueda ser un instrumento de cambio social deber ser alta música y la docencia debe ser del más alto nivel, porque si el muchachono encuentra el camino del instrumento, porque tiene un mal profesor o un mal sistema de enseñanza, el deserta de la música y la música no puede beneficiarlo” José Antonio Abreu Premio Nóbel Alternativo de la Paz, 2001 3.1.- La Experiencia Venezolana En el presente capítulo creemos conveniente dar un pequeño vistazo al modelo de orquestas seguido por Venezuela, que se ha transformado con los años en el paradigma de mayor influencia en la región y que –para el caso chileno- representa un claro referente para las acciones que se han desarrollado. El sistema de orquestas juveniles e infantiles de Venezuela ha tenido como norte la construcción de un espacio para la formación musical mediante el fortalecimiento del movimiento coral y la creación de grupos orquestales a nivel nacional. De paso, este movimiento ha logrado un alcance masivo (135 mil niños), “como constructor de cultura y de oportunidades de formación musical, profesional, abierto a todos los grupos sociales más bajos y a los grupos con mayores desventajas, convirtiéndose a lo largo de los años en un instrumento de inserción e integración social”20. Este sistema, impulsado desde 1974 por el visionario músico José Antonio Abreu, está diseñado como una red de orquestas-escuela y coros-escuela, ubicados en todos los estados de la república bolivariana. En cada uno de los núcleos existentes en esta red se imparten clases de formación musical básica, formación especializada en ejecución musical y entrenamiento orquestal y vocal. Dicha red se inserta orgánicamente en el seno del Sistema Interinstitucional de Servicio Social presidido por el Ministerio de la Familia, cargo de la Fundación del Estado para las Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela (FESNOJIV). De acuerdo a sus objetivos, el sistema de red opera sobre la población juvenil e infantil característica de los estratos medio y marginal. Por ello, su objetivo esencial no se circunscribe al plano artístico, sino que se inserta directamente dentro del contexto global de una política de prevención, 20 Hernández y Urreiztieta. Significación Social del Sistema de Orquestas Preescolares, Infantiles e Juveniles de Venezuela. Caracas, 1996.- 27 capacitación y rescate social, donde es posible distinguir cuatro ámbitos de acción que deben garantizar la “operatividad” y el “rendimiento social”: I.- Sistema Nacional de Tele Talleres Musicales: dirigidos a niños y jóvenes que participan en la red. Su objetivo es aportar a sus integrantes elementos técnicos de la ejecución musical e instrumental con una metodología común, superando las barreras geográficas de la dicotomía urbano-rural. Se realiza mediante el registro audiovisual de cursos, conciertos didácticos para televisión y técnicas instrumentales y vocales, lo que tiende a una multiplicación acelerada del acceso de la población infantil y juvenil al quehacer musical. Los Tele Talleres son producidos por el Centro Nacional Audiovisual que posee el sistema. II.- Sistema Nacional de Capacitación Musical Artesanal: es el área encargada del diseño, fabricación, manutención y reparación de los instrumentos musicales y sus accesorios. De hecho existe un Centro de Capacitación y Entrenamiento con el fin de generar personal especializado para la fabricación de instrumentos, para abastecer tanto las necesidades internas como los requerimientos de exportación derivados del vigoroso desarrollo de las orquestas en el resto del continente. III.- Conservatorio Nacional: es el órgano coordinador y supervisor del Programa Nacional a cargo de la red orquestal infantil y juvenil. Tiene bajo su dirección los Módulos Regionales de Capacitación y Prevención, que operan junto a los respectivos programas interinstitucionales en la gestión de la cesta básica del Servicio Social. Trabaja con el Instituto Nacional de Atención al Menor y FUNDACOMUN. IV.- Programa Continental de Intercambio y Extensión Pedagógica: creado en 1982 mediante resolución de la OEA, fue materializado a través del Proyecto Multinacional para la extensión Latinoamericana y del Caribe del modelo pedagógico implantado por la Orquesta Nacional Juvenil de Venezuela. En sus 30 años de funcionamiento, el sistema ha consolidado un trabajo de atención focalizado en miles de niños y jóvenes pertenecientes a familias de bajos ingresos que desean acercarse a la música aunque no tengan los recursos económicos para hacerlo. Así, el programa forma parte de una política nacional de prevención, capacitación y rescate infantil y juvenil. Existe también una organización internacional denominada Jeunesses Musicales International (JMI), fundada en Bélgica en 1945, que promueve el desarrollo musical de jóvenes a través de grupos orquestales, donde casi la mitad corresponde a música clásica, sin excluir a la música popular y contemporánea. Actualmente está integrada por 40 países miembros y tiene contacto permanente con 35 organizaciones de todo el mundo, entre ellas la Fundación de Orquestas Juveniles e Infantiles de Chile. 28 En su Informe Annual 2004, esta red de música juvenil plantea que “varias iniciativas puestas en marcha por la JMI utilizan la música como un catalizador de desarrollo social, ya que su propósito es ofrecer un acceso equitativo a la música (..) fomentar el entendimiento entre diferentes comunidades y culturas, y aumentar la integración social”. 3.2.- Evaluación del Sistema de Orquestas de Venezuela En mayo de 1996, a pedido de la FESNOJIV, diversos profesionales del departamento de Psicología de la Universidad Simón Bolívar realizaron una evaluación del Sistema de Orquestas y Coros, en cinco regiones del país. Dicho estudio se enmarcó en un enfoque cualitativo, que consistió en entrevistas con los participantes y observaciones de campo. Nos parece de gran utilidad para nuestro trabajo presentar las conclusiones de este estudio realizado en Venezuela, que ciertamente sirve de base o referencia básica a nuestra investigación, y que permitirá contrastarlo con nuestras propias hipótesis y conclusiones, según el análisis propuesto para el caso chileno, donde se evidencian claramente impactos en tres esferas de acción: personal, familiar y comunitaria. De acuerdo al estudio, presentado oficialmente en 1998, los impactos sociales de la formación musical a través de orquestas infantiles y juveniles son los siguientes: 1. Desarrolla el sentido del trabajo colectivo: Maestros, alumnos y directores trabajan juntos constantemente construyendo un sentido del “nosotros” en contraposición con la visión tradicional e individualizada de la enseñanza musical. Así, los jóvenes y niños desarrollan valores como solidaridad, amistad, compromiso y liderazgo. 2. Fortalece el desarrollo personal de los niños y jóvenes a través de la orquesta: Pertenecer a una orquesta agrega prestigio social a sus miembros, lo que contribuye a elevar la autoestima del ejecutante. 3. Aumenta el rendimiento escolar: La enseñanza de la música implica la exposición a diversos estímulos que permiten mejorar la atención y concentración del niño. De hecho, un 96% de los estudiantes pertenecientes al sistema presenta un rendimiento escolar entre bueno y sobresaliente, mientras que el 97% de las madres reconoce que las actividades del programa orquestal son desarrolladas armoniosamente junto a las exigencias escolares. 4. Apropiación de un capital cultural: También la familia está vinculada a la posibilidad de acceso al desarrollo y disfrute de prácticas culturales. En la 29 medida en que los padres asisten a los conciertos y a las clases, se van familiarizando con la música orquestal, llegando a conocerla y a disfrutarla. 5. Propicia el uso positivo del tiempo libre: En los grupos socioeconómicos más vulnerables la participación en un programa de esta naturaleza se convierte en la posibilidadde aprovechar el tiempo libre para lo cual, usualmente, no existen muchas alternativas. De esta manera se frena la incursión de los niños y jóvenes en el consumo de drogas, la violencia, la prostitución, la vagancia y el alcoholismo. 6. Brinda oportunidades para la adquisición de un oficio: Los jóvenes que deseen hacer carrera musical, pueden formarse al nivel técnico requerido para pertenecer a una orquesta profesional, gracias a las becas entregadas para este fin y a la oportunidad de capacitación que se ofrece. 7. Propicia el desarrollo afectivo del niño: En este sentido la música y en especial, la práctica musical, constituyen la principal herramienta para el aporte de ganancias en el desarrollo afectivo, social y moral del niño. De esta manera son estimuladas ciertas disposiciones personales como la paciencia, la perseverancia, el reconocimiento de logros y el sentido de lo colectivo. 30 SEGUNDA PARTE CAPÍTULO 4.- La Exclusividad del Gusto y el Problema de Investigación “En la diferencia está el gusto. A más diferencia, más gusto. ¿Acaso a alguien le gusta comer un solo tipo de manzana?” P. Bourdieu 4.1.- El ‘Gusto’: la diferenciación social Normalmente el ‘gusto’ está asociado con un proceso de selección y categorización, influido por una serie de factores culturales y sociales, donde el hombre es capaz de determinar o distinguir lo que considera bueno o agradable para sí, en oposición a lo que le resulta malo o desagradable (bonito-feo). El gusto –precisa Bourdieu21- es una disposición adquirida para diferenciar y apreciar, que se desarrolla principalmente a través de la educación, que nos impone preferencias desde la infancia, junto con el desarrollo de un grado de entendimiento. Por ello, no sería tan descabellado sostener que la diferencia en los gustos también se relaciona con la capacidad de comprender, sea ello heredado o adquirido en la configuración de lo que llamamos nuestro ‘capital cultural’22. Si consideramos entonces al ‘gusto’ como una construcción social, estamos adentrándonos en un sistema simbólico ligado a lo social, a los estilos de vida, que tiene que ver con las disposiciones para clasificar la realidad. Es decir, el gusto musical estaría determinado por el lugar que se ocupa en el espacio social, donde los conceptos dicotómicos que determinan la distinción social, entre lo fino y grosero o lo exclusivo y común, tienen su origen en la oposición entre una elite dominante y una masa popular. No olvidemos que toda percepción del arte constituye una acción de desciframiento (que otorga sentido) y, por consiguiente, la comprensión completa de una obra o manifestación artística sólo es asimilable por el ser humano cuando éste reconoce y domina sus aspectos culturales y/o propiedades específicas. 21 Bourdieu, Pierre. La Distinción. Criterios y Bases Sociales del Gusto. Taurus Ed. México, 2002.- 22 Bourdieu, Pierre. Capital Cultural, Escuela y Espacio Social. Siglo Veintiuno Editores. México, 1998.- 31 Así, frente a una connotación a todas luces clasista, los sectores de la sociedad con mayores niveles educacionales y referentes familiares cultos serán capaces de asimilar mejor y más cabalmente las manifestaciones artístico- musicales nobles, de mayor complejidad y detalle, en desmedro de aquellos sectores familiarizados tradicionalmente con lo popular o vulgar, capaces de acceder a la comprensión de un menor número de categorías y divisiones de las artes, en general. Un sujeto que tiene una familiaridad natural con la música clásica a través de una transmisión por generaciones, solo requerirá complementar o profundizar determinados aspectos mediante la educación formal: caracterizar periodos, estilos, autores e instrumentos. Sin embargo, un sujeto que no recibe nociones o elementos sobre esta música a través de su aprendizaje escolar o experiencia social, queda expuesto a lo que le trasmite su familia o entorno directo y, si no es el caso, complemente ignorante o abandonado a este respecto. Pero la cultura musical no representa solo un alarde de conocimientos y experiencias unidas a la aptitud para hablar sobre ella. Dice Bourdieu, respecto de los gustos musicales, que no existe práctica más enclasante, dada la singularidad de las condiciones de adquisición de las correspondientes disposiciones, que la frecuentación de conciertos o la práctica de un instrumento de música “noble”. Por ello, la música se torna la más espiritualista de las artes del espíritu y el amor a ella es una garantía del cultivo de esa espiritualidad. Ser insensible a la música, en cambio, representa una suerte de ‘grosería materialista’23. La comprensión del arte más elevado está condicionado por una ‘buena educación’, capaz de operar entre aspecto sensitivo e intelectual, donde se vinculan los sentidos con el entendimiento. Aquel que no posee una ‘buena educación’ y, por ello, no cuenta con los códigos para descifrar la obra, impondrá sus propios códigos a fin de completar o restaurar aquello que no logra asimilar; es decir, dará el significado que para éste resulte más apropiado, corriendo siempre el riesgo de tergiversar o mal interpretar el objeto artístico. Más allá de los convencionalismos o generalizaciones sociales, la música clásica representa, en cierto modo, el orden, la cultura refinada, la catarsis emocional y la relajación de los sentidos, mientras que otras músicas ‘no doctas’ como el rock, el hip-hop o la cumbia están asociadas con el desorden, la cultura popular, la catarsis colectiva y la exaltación de los sentidos. De esta forma, el gusto por la música clásica, más que una diferenciación del conocimiento por una expresión artística culta, corresponde a un instrumento de poder, orientado a la satisfacción de intereses de ciertos grupos sociales dominantes, en una suerte de declaración de superioridad que se apropia de ciertos bienes culturales, aunque sea -como lanza el propio Bourdieu- como parte 23 Bourdieu, Pierre. La Distinción. Criterios y Bases Sociales del Gusto. Taurus Ed. México,. 2002.- 32 del “ingenuo exhibicionismo del consumo ostentativo que busca la distinción en la exhibición primaria de un lujo mal dominado”24. Por ello, el ‘buen gusto’, que en este caso sería el conocer y apreciar la música clásica (seguramente no toda) aparece como un patrimonio exclusivo de las elites sociales que tienden a monopolizar los medios de apropiación artística, sean estos físicos o simbólicos, donde las obras existen en toda su expresión para aquellos capaces de descifrarlas. Incluso, este gusto de la clase dominante es presentado –según Bourdieu- bajo el rótulo de un supuesto ‘don de la naturaleza’, que no hace más que ocultar la evidente relación entre la educación y la competencia artística. Es decir, estamos frente a un silencio interesado. Mientras tanto, el ‘gusto popular’ se presenta asociado a las clases menos instruidas, que habitualmente exigen que la obra artística cumpla una función particular o que al menos represente (o los represente) e indique un ‘algo determinado’, cancelando de paso el reconocimiento de aquellos elementos más abstractos. Por esta razón, no resulta raro que el gusto popular tienda a valorar más aquellas expresiones monotemáticas y centradas en los aspectos lúdicos o de entretención, más fáciles de asimilar por un público que no requiere de grandes competencias culturales. Las clases populares se dejarían inundar entonces por el goce que imponen los objetos artísticos frente a los sentidos, cuando se mezcla los encantos y emociones a la satisfacción25, en oposición a las clases dominantes que se arrogan la capacidad de diferenciar el ‘gusto puro’ por el arte, elevando para sí las categorías de vanguardia y originalidad.Para las clases populares la “necesidad”, es decir, la inevitable privación de los bienes necesarios, impone un ‘gusto de necesidad’, que implica una forma de adaptación a la necesidad y, con ello, de aceptación y resignación de aquello que es inevitable, a través de una profunda disposición a ello, incluso en su forma de rebelión contra la necesidad26. La clase social, entonces, no se define sólo por una posición en las relaciones de producción, sino también por el ‘habitus’27 de clase que normalmente se encuentra asociado a esta posición. De esta forma, si en los sectores sociales dominantes, el deseo de conocer surge de la conciencia al asumir lo que falta por conocer, es decir, a mayor conciencia mayor necesidad, en los sectores populares la conciencia de asumir la carencia o privación actúa en el sentido inverso, porque disminuye la necesidad y aumenta el desinterés por conocer. Es la solución práctica a ese vacío. 24 Bourdieu, Pierre. Op. Cit. 2002.- 25 Kant, Immanuel. Crítica del Juicio. Espasa-Calpe. Madrid, 1991.- 26 Bourdieu, Pierre. Op. Cit. 2002.- 27 De acuerdo a la propuesta Bourdieu se entiende como el conjunto de esquemas generativos a partir de los cuales los sujetos perciben el mundo y actúan en él. Se basa en el concepto aristotélico de hexis que está presente en autores clásicos como Durkheim, Mauss y Weber, que lo utilizan sin definirlo ni teorizarlo. 33 Dentro de lo que algunos autores han denominado como ‘cultura de la pobreza’, existen funciones adaptativas como el bajo nivel de las aspiraciones que ayuda a atenuar la frustración, pese a que ello estimula al mismo tiempo la desconfianza, con lo que aumenta la impotencia y el aislamiento. Dice O. Lewis “a los seis o siete años, los niños de los barrios pobres ya han absorbido, en la mayoría de los casos, los valores y las actitudes básicas de su subcultura, quedando así mal dispuestos para aprovechar las mejores condiciones o las nuevas oportunidades que puedan presentarse en el transcurso de sus vidas”28. No es raro entonces que los sujetos –como señala Merton- se comporten de acuerdo a la percepción que tienen de la distribución de las oportunidades. En esta verdadera batalla por la diferenciación social, las manifestaciones artísticas, especialmente la música, y precisamente la ‘buena música’ asumen un papel de insospechada relevancia cuando las clases privilegiadas comienzan paulatinamente a perder el monopolio o la exclusividad de estos bienes, pero no sólo desde el punto de vista estético sino que también desde el ámbito de las prácticas sociales, a través de un habitus o disposición creciente que tiende a romper la regla de la reproducción social. Así, la cultura de las elites rechazará lo simple y accesible a todos, puesto que ello pone en peligro los límites de la diferenciación que procura su exclusividad. 4.2.- Planteamiento del Problema El profesor y sociólogo Basil Bernstein nos dice que las relaciones sociales regulan los significados que creamos y expresamos, los cuales actúan selectivamente mediante un “código” o también llamado principio de regulación tácitamente adquirido, que selecciona e integra significados. Este autor, que re definió los conceptos del uso del lenguaje vulgar y del lenguaje formal, como ‘códigos restringidos’ y ‘códigos elaborados’, asegura que el niño aprende e interioriza la estructura social donde se desenvuelve desde que comienza a hablar, porque allí se estructuran los procesos cognitivos y emocionales29. En este sentido, el trabajar con códigos elaborados (música sinfónica) en un grupo humano que se desenvuelve en un espacio de códigos restringidos (sector popular), nos abre una interrogante que buscamos descifrar. 28 Gissi, Jorge. Psicoantropología de la Pobreza. Oscar Lewis y la Realidad Chilena. Psicoamérica Ediciones, Santiago, 1990.- 29 Bernstein, Basil. Códigos Elaborados y Restringidos: revisión crítica. Editorial Producciones y Divulgaciones Culturales y Científicas - El Griot. Bogotá, 1990.- 34 Nuestro problema de investigación consiste de determinar qué ocurre cuando una práctica musical asociada al gusto de elite, como la música clásica, se traslada al mundo popular, no habituado a participar de este gusto particular. Para ello, resulta importante analizar el impacto de los elementos que contiene la música sinfónica -que junto a su práctica regular- intervienen en el desarrollo de niños y jóvenes pertenecientes a estratos populares, que se encuentran en pleno proceso de formación escolar en nuestro país. Para efectos de la investigación nuestro ‘objeto de estudio’ son justamente los niños y jóvenes, hasta 24 años, que participan en las orquestas juveniles e infantiles, y que pertenecen a familias de nivel socioeconómico medio-bajo o bajo de distintos lugares del país. Como sabemos -en Chile- el estudio de la música y la ejecución de instrumentos musicales son considerados, en general, como actividades más relacionadas al entretenimiento que como una herramienta del quehacer educativo, ya que en cierta forma no representan un camino de productividad, entendida como herramienta para la obtención de ingresos. Como explicaría el propio Habermas en su crítica a Marx, el sujeto no sólo se relaciona con el mundo a través del trabajo o la producción laboral, sino en una doble dimensión. Es decir, a la racionalidad formal del sistema también se une, en forma simultánea, una dimensión más abstracta, no física, representada por el ‘mundo de la vida’, que se orienta por una racionalidad sustantiva y el desarrollo de un lenguaje propio a ella30. Ahora, si imaginamos un escenario más complejo de práctica musical y, por ende, menos accesible, nos encontramos con un logro evolutivo necesario para asegurar un tipo de acción colectiva. Nos referimos a la ‘organización’, donde el rol o la tarea específica cumple una función clave dentro del engranaje que implica esta máquina autónoma llamada “orquesta” o “grupo musical”, que también constituye una ‘organización social’, con las sabidas divisiones jerárquicas y operativas. Hasta aquí la idea de aprender y ejecutar la música representa una disciplina o ámbito bastante general, que puede asemejarse a otro tipo de actividad colectiva que asegura el desarrollo de ciertas habilidades y hábitos en los cuales se promueva la disciplina, la técnica o el trabajo de equipo. Esto podría estar representado por un equipo de fútbol, un grupo rock, un taller literario o un grupo scout. Sin embargo, la música sinfónica pertenece a una dimensión más elevada de expresión y significación humana, especialmente si ha surgido, desarrollado y 30 Habermas, Jürgen. La Acción Comunicativa. Tomo I, Editorial Taurus. Madrid, 1987. 35 consolidado en el seno de una cultura de elite, que se encarga, además, de subrayar esta diferencia. No obstante, algunos planteamientos sobre la valoración estética de la música señalan que los géneros que tienden a la abstracción son claramente superiores a los funcionales (o de entretención), y aquellos que prescinden de cualquier función que no sea la escucha estrictamente musical son más elevados y profundos que los otros31. En este sentido, la música clásica, en tanto es más abstracta y refinada, se impondría a lo popular y, por ende, la música sinfónica estaría por sobre la opera por prescindir de la palabra (texto) y tender a lo musical, aunque por debajo del cuarteto de cuerdas, que desprecia lo espectacular y efectista en la variedad tímbrica de la orquesta. Así, el repertorio barroco se ubicaría por encima del romántico, por ser más intelectual y calculado, pese a que el romántico satisface mejor la concepción estética de que la obra musical sea producto auténtico de la subjetividad emocional. Sin embargo,
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