Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
896 paRte 5 | tratamiento nutricional médico de heridas. La dosis habitual en algunas unidades de quemados es de 500 mg dos veces al día (Mayes y Gottschlich, 2003). La vitamina A también es un nutriente importante para la función inmunitaria y la epitelización. A menudo se recomienda suminis- trar 5.000 unidades de vitamina A por cada 1.000 calorías de NE (Mayes y Gottschlich, 2003). Los desequilibrios electrolíticos del sodio o potasio séricos se corrigen generalmente ajustando el tratamiento con sueros. Se puede observar hiponatremia en pacientes cuyas pérdidas por evaporación se reducen notablemente mediante la aplicación de vendajes o injertos; aquellos cuyos sueros de mantenimiento han variado; o los tratados con baños de nitrato de plata, que tienden a extraer sodio de las heridas. La restricción del consumo oral de agua libre y líquidos sin sodio podría ayudar a corregir la hiponatremia. A menudo se produce hipopotasemia tras la estabilización inicial con líquidos y durante la síntesis proteica. Un potasio sérico discretamente elevado podría ser indicativo de hidratación inadecuada. En pacientes con quemaduras que sumen más del 30% de la SCT, es posible observar un descenso del calcio sérico. La hipo- calcemia suele acompañar a la hipoalbuminemia. Las pérdidas de calcio pueden ser más notables si el paciente está inmóvil o se trata con baños de nitrato de plata. La deambulación y el ejercicio precoces deberían ayudar a minimizar esas pérdidas. En ocasiones es necesario administrar suplementos de calcio para tratar hipocalcemias sintomáticas. También se ha identificado hipofosfatemia en pacientes con quemaduras graves. Esta aparece con más frecuencia en pacientes que reciben grandes volúmenes de líquidos para la estabilización junto con infusión parenteral de soluciones glucosadas y grandes cantidades de antiácidos para prevenir las úlceras de estrés. Hay que vigilar las concentraciones séricas y aportar los suplementos de fosfato adecuados. Las concentraciones de magnesio también requieren atención, porque es posible perder una cantidad im- portante de magnesio por las quemaduras. Los suplementos de fósforo y magnesio a menudo se administran por vía parenteral para prevenir la irritación GI. Se ha descrito descenso de la concentración sérica de cinc en pacientes quemados, pero no está claro si esto representa el estado del cinc total o es un artefacto de la hipoalbuminemia, porque el cinc está unido a la albúmina sérica. El cinc es un cofactor en el metabolismo energético y la síntesis de proteí- nas. Es apropiado aportar 220 mg de sulfato de cinc (Mayes y Gottschlich, 2003). La anemia observada inicialmente tras una quemadura no suele estar relacionada con déficit de hierro y se trata con concentrados de hematíes. métodos del tratamiento de soporte nutricional Los métodos del tratamiento de soporte nutricional deben aplicarse de forma individualizada. La mayoría de pacientes con quemaduras inferiores al 20% de la SCT son capaces de cubrir sus necesidades con una dieta habitual, rica en calorías y proteínas. Con frecuencia, el uso de nutrientes disimulados, como las proteínas añadidas a leche, pudines y gelatinas es útil, porque consumir grandes volúmenes de alimentos puede ser abrumador para el paciente. Los pacientes deberían tener un acceso directo a alimentos y bebidas desde su cama. Hay que animarlos a consumir bebidas ricas en calorías y proteínas. Es útil implicar a familiares y cuidadores durante las comidas para promover una buena ingesta oral. Se necesitan investigaciones para identificar el horario y las formas de nutrición ideales para lactantes y niños con enfermedades graves, porque actualmente no existen (Joffe et al., 2009). Los pacientes con quemaduras graves, alto gasto energético o escaso apetito pueden precisar alimentación enteral o NP. La alimentación enteral es el método preferido de tratamiento de soporte nutricional para los pacientes quemados, pero la NP puede ser necesaria en las escisiones e injertos precoces para evitar las frecuentes interrupciones de la alimentación por sonda para la anestesia. Como, a menudo, el íleo solo está presente en el estómago, se puede conseguir alimentar eficazmente a los pacientes con quemaduras graves mediante una sonda en el intestino delgado. La NP puede ser necesaria en pacientes con íleo persistente que no toleren la alimentación por sonda o con alto riesgo de aspiración. Con una vigilancia exhaustiva, se pueden mantener vías centrales a través de quemaduras (v. capítulo 14). ciRugía El suministro de soporte nutricional y metabólico correctamente formulado y administrado con seguridad es un asunto de vida o muerte en las unidades quirúrgicas y de cuidados intensivos; los pacientes obesos tienen más riesgo quirúrgico (Blackburn et al., 2010). Aunque la morbilidad quirúrgica se correlaciona más con la gravedad de la enfermedad primaria y el tipo de opera- ción realizada, la malnutrición también puede contribuir a la gravedad de las complicaciones. Un paciente bien nutrido suele tolerar mejor cirugías importantes que pacientes con desnu- trición grave. La malnutrición se asocia con una alta incidencia de complicaciones operatorias, morbilidad y muerte. Si está programada una cirugía de las porciones proximales del tubo GI para un paciente malnutrido y no es posible administrar NE, la NP debe iniciarse de 5 a 7 días antes de la intervención y continuar durante el postoperatorio si se prevé que la duración del tratamiento será superior a 7 días (SCCM y ASPEN, 2009). Véase el capítulo 14. tratamiento nutricional médico atención nutricional preoperatoria La práctica rutinaria de prescribir que un paciente esté en dieta absoluta (DA) desde la medianoche anterior a la cirugía se ha suspendido en muchos centros. La American Society of Anes- thesiologists recomendaba históricamente evitar sólidos 6 h antes de la cirugía y líquidos transparentes 2 h antes de la inducción anestésica. Esta práctica estaba diseñada para minimizar aspira- ciones y regurgitaciones, pero dos revisiones Cochrane indican que podría permitirse a los pacientes beber líquidos hasta unas pocas horas antes de la cirugía sin aumentar la morbilidad (Brady et al., 2003; Brady et al., 2009). El uso preoperatorio de bebidas ricas en hidratos de carbono ha demostrado mejorar el control glucémico, y reducir las pérdidas de nitrógeno, masa muscular y fuerza muscular tras cirugía abdominal y colorrectal (Svanfeldt et al., 2007). En situaciones de urgencia no es posible el ayuno preopera- torio, y la cirugía debe programarse según la urgencia; se trata a los pacientes como si tuvieran el estómago lleno (Soreide y Ljundqvist, 2006). atención nutricional postoperatoria Pacientes postoperatorios gravemente enfermos y en la UCI de- berían recibir NE precoz a no ser que exista una contraindicación absoluta (SCCM y ASPEN, 2009). Esta práctica, en las cirugías GI importantes, se asocia con menos infecciones y hospitali- zaciones más cortas (Lewis et al., 2009). El uso de preparados Parte 5 - Tratamiento nutricional médico Capítulo 39 - Tratamiento nutricional médico en el estrés metabólico: sepsis, traumatismos, quemaduras y cirugía Quemaduras graves Tratamiento nutricional médico Métodos del tratamiento de soporte nutricional Cirugía Tratamiento nutricional médico Atención nutricional preoperatoria Atención nutricional postoperatoria
Compartir