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_Anatomia con Orientacion Clinica (635)

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FIGURA C4-20. Seno transverso del pericardio.
Exposición de las venas cavas
Tras ascender a través del diafragma, toda la porción torácica de la VCI
(unos 2 cm) está envuelta por el pericardio. Por lo tanto, es preciso abrir el
saco pericárdico para exponer esta porción terminal de la VCI. Ocurre lo mismo
con la porción terminal de la VCS, que se encuentra en parte dentro y en parte
fuera del saco pericárdico.
Pericarditis, roce pericárdico y derrame pericárdico
El pericardio puede verse afectado por diversos procesos patológicos. La
inflamación del pericardio (pericarditis) suele provocar dolor torácico.
También puede hacer que el pericardio seroso sea rugoso. Normalmente, las lisas
láminas del pericardio seroso no producen un ruido detectable a la auscultación.
Sin embargo, la pericarditis vuelve rugosas sus superficies y la fricción resultante
(roce pericárdico) emite un ruido parecido a la fricción de la seda, que puede
oírse con un fonendoscopio en el borde izquierdo del esternón y las costillas
superiores. Un pericardio con inflamación crónica y engrosado puede calcificarse,
interfiriendo gravemente con el funcionamiento del corazón. Algunas
enfermedades inflamatorias pueden producir también derrame pericárdico (paso
de líquido de los capilares pericárdicos hacia la cavidad pericárdica, o una
acumulación de pus). Como resultado, el corazón se ve comprimido (incapaz de
expandirse y rellenarse por completo) y es ineficaz. Los derrames pericárdicos no
inflamatorios suelen asociarse a insuficiencia cardíaca congestiva, en la cual la
sangre venosa vuelve al corazón a un ritmo más rápido del que se expulsa,
produciendo hipertensión cardíaca derecha (aumento de presión en el lado
derecho del corazón).
Taponamiento cardíaco
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