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El Concepto de Estado

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CAPITULO VIII: EL CONCEPTO DE ESTADO. 
 
1. Dificultades del tema. 
 
El propio vocablo “Estado” y parte de la terminología referida a sus 
elementos, se usan con acepciones variadas; muchas veces las discrepancias 
doctrinarias resultan más cuestiones “de vocabulario” que de concepto. 
“Observando” un Estado, advertimos que es el resultado de una gran 
complejidad de componentes: pueblo, gobierno, normas, territorio, símbolos 
representativos, roles que cumple en lo interno, papeles que juega 
internacionalmente, etc.. Y cada uno de esos “componentes”, puede ser apto 
para intentar una idea del Estado, lo cual naturalmente conducirá a una 
diversidad de Conceptos del Estado. 
El Estado no es un fenómeno éticamente “neutro” , ni en su existencia 
ni en las diversas formas que puede adoptar. En la primera reflexión, 
Korseniak, quiere explicar que se trata de un producto humano, históricamente 
situable, que no existió siempre en la tierra, que para muchas doctrinas 
constituye un hecho “deseable” y para algunas un fenómeno no deseable o por 
lo menos evitable dentro de ciertas circunstancias. Cuando este autor afirma 
que tampoco es “neutro” en cuanto a las diversas formas que puede adoptar, 
alude a la existencia de una variada tipología de organizaciones estatales, cada 
una de las cuales cuenta con “adeptos” y recibe la crítica de sus “contrarios”. 
Las formas del Estado y las diversas modalidades de algunos de sus 
componentes - especialmente el Gobierno - responden siempre a 
determinadas concepciones políticas por todo ello es frecuente encontrar 
definiciones doctrinarias que se dirigen a un determinado tipo o forma del 
Estado y no “al Estado” e decir a cualquier Estado; o estudios que se dirigen “al 
Estado”, pero limitando la generalización a un cierto período histórico, o aun a 
ciertas áreas culturales. 
 
2. EL vocablo “Estado”. 
 
a) Primeras aproximaciones. 
 
Por cuanto el término, en sus sentido natural y obvio, tiene como 
primeras significaciones otras totalmente distintas, referidas a la situación 
(“status”) en que está una persona o cosa, o grupos de personas. 
 
b) Otros vocablos usados para designar a la organización política de una 
comunidad. 
 
Los vocablos utilizados desde la antigüedad para aludir a las 
organizaciones políticas de las comunidades, fueron muy variados y 
presentaban frente al vocablo Estado, tres tipos de inconvenientes: 
En primer término, se referían a una modalidad de organización 
política propia de la cierta época, como la palabra “polis” que designó en Grecia 
al tipo de “ciudad - estado” pero que no hubiese sido apta para un modalidad 
estatal de amplia base territorial. Igual ocurría con la expresión “civitas” de los 
romanos, que no hubiere permitido por ejemplo designar a la inmensa 
formación política del Imperio. 
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En segundo término, se manejaban vocablos cuyo significado se 
refería – y de ahí el inconveniente – a uno solo de los componentes de la 
organización política, pero no a la unidad resultante de todos ellos. Así por 
ejemplo: “imperio” designa estrictamente al componente “poder”, es decir a la 
facultad estatal de imponer decisiones; “pueblo”, alude inequívocamente al 
componente humano del Estado; “tierra” sin duda, a su ingrediente territorial. 
En tercer término, se utilizaron vocablos como “reino”, “principado”, 
“monarquía”, “república”, etc., cuya “desventaja” frente al sustantivo “Estado”, 
consiste en que designan a una determinada forma de estar dirigida la 
comunidad política, y no a cualquier modalidad de dirección de ésta. 
Actualizando ejemplos: “reino” o “monarquía”; permite aludir al Estado de los 
británicos pero no al de los franceses; “república”, es un vocablo apto para 
referir al Estado italiano pero no al español, etc. 
 
c) “Ventajas” e “inconvenientes” del vocablo Estado. 
 
Se trata de un vocablo “no afiliado” conceptualmente a ninguna forma 
de gobierno o de régimen; es Estado tanto una monarquía como una república, 
tanto el dirigido por un gobierno legitimado por el apoyo del pueblo, como el 
conducido por un gobierno que se impone por la fuerza, etc. 
En definitiva, se trata de un vocablo que logra una llamativa 
“neutralidad” conceptual, lo que le confiere - desde ciertos puntos de vista – un 
gran atractivo científico. 
 
3. Acepciones modernas más difundidas del vocablo E stado. 
 
Sentido amplio. Esta es la acepción que ha venido subyaciendo en los 
párrafos anteriores y puede ser considerada tradicional o clásica: el Estado 
como conjunto unitario de una comunidad políticamente organizada 
(comprendiendo su territorio, su pueblo, su gobierno, etc.). En idioma español, 
este significado se aproxima mucho al de “país”. Cuando se dice que México, 
Venezuela, Francia, etc., son Estados, se está utilizando el vocablo en este 
sentido amplio. Para aludir a esta acepción amplia, se recure a veces a 
expresiones tales como el “Estado – comunidad” o el “Estado – nación” 
contraponiéndolo a las locuciones “Estado – gobierno” o “Estado – aparato”, 
que corresponden al sentido restringido del vocablo. 
Sentido restringido. Con frecuencia, el vocablo Estado es referido 
exclusivamente al conjunto de órganos y autoridades que forman la estructura 
gubernamental. En esta acepción restringida, la idea del Estado tiende a 
coincidir con la del Gobierno. Cuando una persona o empresa se lamenta por 
ejemplo “de lo que abona por impuestos al Estado”, utiliza el vocablo en este 
sentido restringido; no se “siente”, en el ejemplo, “parte” o componente del 
Estado, sino fuera o por oposición a él. Igual ocurre cuando se comenta “la 
intervención del Estado en la actividad privada”. En estos ejemplos, el Estado 
es imaginado como un aparato de dirección del conjunto de la comunidad, pero 
sin que ésta forme parte de aquél. 
La acepción amplia (“Estado – comunidad” o “Estado – nación”) es la 
más usual entre los constitucionalistas, cuando estudian la Teoría del Estado; 
el sentido “restringido” (“Estado – gobierno” o “Estado – aparato”) – en 
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cualquiera de las dos variantes explicadas – predomina entre los 
administrativistas. 
Cabe reconocer que esa tendencia se advierte en la mayoría de las 
Constituciones modernas; cuando ellas quieren aludir al “sentido amplio”, al 
“Estado - comunidad”, no se refieren generalmente al “Estado”, sino que 
expresan “la República” o “el Reino”, etc.; según sea el tipo de gobierno de que 
se trate; en cambio hablan del “Estado”, refiriendo al aparato de dirección de la 
comunidad, es decir a la acepción restringida. Se consta así una especie de 
“involución” en materia de terminología, si se recuerda que el vocablo Estado 
nació, precisamente, por su carácter “neutro”, apto para designar cualquier 
forma de organización política de las comunidades. La explicación de este 
fenómeno semántico puede encontrarse en la circunstancia de que las 
Constituciones tratan de proclamar enfáticamente la forma de gobierno que 
establecen y suele pensarse que esta terminología – que en lugar de “Estado” 
dice “la República” o “el Reino”, etc. - , es un modo de lograrlo.

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