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Juan Pablo II Karol Józef Wojtyla nació en Wadowice, una pequeña ciudad a 50 kms. de Cracovia, el 18 de mayo de 1920. Era el segundo de los dos hijos de Karol Wojtyla y Emilia Kaczorowska. Su madre falleció en 1929. Su hermano mayor Edmund (médico) murió en 1932 y su padre (suboficial del ejército) en 1941. A los 9 años hizo la Primera Comunión, y a los 18 recibió la Confirmación. Terminados los estudios de enseñanza media en la escuela Marcin Wadowita de Wadowice, se matriculó en 1938 en la Universidad Jagellónica de Cracovia y en una escuela de teatro. Cuando las fuerzas de ocupación nazi cerraron la Universidad, en 1939, el joven Karol tuvo que trabajar en una cantera y luego en una fábrica química (Solvay), para ganarse la vida y evitar la deportación a Alemania. A partir de 1942, al sentir la vocación al sacerdocio, siguió las clases de formación del seminario clandestino de Cracovia, dirigido por el Arzobispo de Cracovia, Cardenal Adam Stefan Sapieha. Al mismo tiempo, fue uno de los promotores del "Teatro Rapsódico", también clandestino el cual pretendía Tras la segunda guerra mundial, continuó sus estudios en el seminario mayor de Cracovia, nuevamente abierto, y en la Facultad de Teología de la Universidad Jagellónica, hasta su ordenación sacerdotal en Cracovia el 1 de noviembre de 1946. Seguidamente, fue enviado por el Cardenal Sapieha a Roma, donde, bajo la dirección del dominico francés Garrigou-Lagrange, se doctoró en1948 en teología, con una tesis sobre el tema de la fe en las obras de San Juan de la Cruz. En aquel período aprovechó sus vacaciones para ejercer el ministerio pastoral entre los emigrantes polacos de Francia, Bélgica y Holanda. En 1948 volvió a Polonia, y fue vicario en diversas parroquias de Cracovia y capellán de los universitarios hasta 1951, cuando reanudó sus estudios filosóficos y teológicos. En 1953 presentó en la Universidad Católica de Lublin una tesis titulada "Valoración de la posibilidad de fundar una ética católica sobre la base del sistema ético de Max Scheler". Después pasó a ser profesor de Teología Moral y Etica Social en el seminario mayor de Cracovia y en la facultad de Teología de Lublin. El 4 de julio de 1958 fue nombrado por Pío XII Obispo Auxiliar de Cracovia. Recibió la ordenación episcopal el 28 de septiembre de 1958 en la catedral del Wawel (Cracovia), de manos del Arzobispo Eugeniusz Baziak. El 13 de enero de 1964 fue nombrado Arzobispo de Cracovia por Pablo VI, quien le hizo cardenal el 26 de junio de 1967. Además de participar en el Concilio Vaticano II (1962-65), con una contribución importante en la elaboración de la constitución Gaudium et spes, el Cardenal Wojtyla tomó parte en todas las asambleas del Sínodo de los Obispos. Desde el comienzo de su pontificado, el 16 de octubre de 1978, el Papa Juan Pablo II ha realizado 108 viajes pastorales fuera de Italia, y 146 por el interior de este país. Además, como Obispo de Roma ha visitado 317 de las 333 parroquias romanas. Entre sus documentos principales se incluyen: 14 Encíclicas, 15 Exhortaciones apostólicas, 11 Constituciones apostólicas y 45 Cartas apostólicas. El Papa también ha publicado cinco libros: "Cruzando el umbral de la esperanza" (octubre de 1994); "Don y misterio: en el quincuagésimo aniversario de mi ordenación sacerdotal" (noviembre de 1996); "Tríptico romano - Meditaciones", libro de poesías (Marzo de 2003); “¡Levantaos! ¡Vamos!” (Mayo de 2004) y “Memoria e identidad” (febrero de 2005). Juan Pablo II ha presidido 147 ceremonias de beatificación -en las que ha proclamado 1338 beatos- y 51 canonizaciones, con un total de 482 santos. Ningún otro Papa se ha encontrado con tantas personas como Juan Pablo II: en cifras, más de 17.600.100 peregrinos han participado en las más de 1160 Audiencias Generales que se celebran los miércoles. Ese numero no incluye las otras audiencias especiales y las ceremonias religiosas (más de 8 millones de peregrinos durante el Gran Jubileo del año 2000) y los millones de fieles que el Papa ha encontrado durante las visitas pastorales efectuadas en Italia y en el resto del mundo. Hay que recordar también las numerosas personalidades de gobierno con las que se ha entrevistado durante las 38 visitas oficiales y las 738 audiencias o encuentros con jefes de Estado y 246 audiencias y encuentros con Primeros Ministros. El 13 de abril de 1986 realizó un gesto histórico al visitar la sinagoga de Roma, situada frente al Vaticano, al otro lado del río Tíber y el 6 de mayo del 2001, se convirtió en el primer pontífice romano que ora en una mezquita; la de los Omeyas, en Damasco, Siria. El 12 de marzo de 2000, pidió perdón por las faltas humanas cometidas en la Iglesia Católica en toda su historia. Haciendo referencia a las cruzadas, la inquisición, la discriminación hacia las mujeres y las etnias. Juan Pablo II falleció el 2 de abril de 2005, a las 21.37, mientras concluía el sábado, y ya habíamos entrado en la octava de Pascua y domingo de la Misericordia Divina. Desde aquella noche hasta el 8 de abril, día en que se celebraron las exequias del difunto pontífice, más de tres millones de peregrinos rindieron homenaje a Juan Pablo II, haciendo incluso 24 horas de cola para poder acceder a la basílica de San Pedro. El 28 de abril, el Santo Padre Benedicto XVI dispensó del tiempo de cinco años de espera tras la muerte para iniciar la causa de beatificación y canonización de Juan Pablo II. La causa la abrió oficialmente el cardenal Camillo Ruini, vicario general para la diócesis de Roma, el 28 de junio de 2005. Juan Pablo II y los Derechos Humanos. Desde el primer día de su pontificado (el 16 de octubre de 1978) Juan pablo II ha identificado ministerio eclesial y ministerio de la promoción de los derechos del hombre: “Mi misión espiritual y religiosa me impele a ser mensajero de la paz y la fraternidad y a manifestar a la verdadera grandeza de cada ser humano”. Dice Juan Pablo II, que en el fondo el Evangelio no es sino “una profunda admiración ante el valor de la dignidad del hombre”, ya que este es la primera ruta que la iglesia debe recorrer al cumplir su misión. El hombre debe ser defendido en el plano práctico, no en lo abstracto, defendiendo y promoviendo sus derechos en el día a día. Juan Pablo II, invita a la Iglesia a “abrazar” la causa de los derechos del hombre consagrándole todo el párrafo 17 de la Redemptor Hominis. “La Iglesia, consciente de que la “letra” solo puede matar, mientras que solo “el espíritu da la vida”, debe unirse a estos hombres de buena voluntad para preguntar siempre si la Declaración de los derechos del hombre y la aceptación de su “letra” significan igualmente en todas partes la realización de su “espíritu”, refriéndose a las flagrantes violaciones de estos derechos. “La Declaración universal de los derechos del hombre y los instrumentos jurídicos tanto en el plano internacional como nacional, en un movimiento que no se puede menos de desear sea progresivo y continuo, tratan de crear una conciencia general de la dignidad del hombre, y de definir al menos algunos de los derechos inalienables del hombre. Séame permitido enumerar algunos de ellos entre los mas importantes que son universalmente reconocidos: el derecho a la vida, al la libertad y al seguridad de la persona; el derecho a la alimentación, al vestido, a la vivienda, a la salud, al reposo y al esparcimiento; el derecho a la libertad de expresión, a la educación y a la cultura, el derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión y el derecho a manifestar su religión, individualmente o en común, tanto en privado como en público; el derecho de escoger su estado de vida, de fundar una familia y de gozar de todas las condiciones necesarias a la propiedad ya al trabajo, a condiciones equitativas de trabajo y a un justo salario; el derecho de reunión y de asociación; el derecho a la libertad de movimiento y a la migración interna y externa; el derechoa la nacionalidad y a la residencia; el derecho a la participación política y el derecho de participar en la libre elección del sistema político del pueblo al que pertenece” (Discurso pronunciado en la organización de las naciones unidas, en New Cork, el 2 de octubre de 1979. Juan Pablo II expresaba que se debe tomar al hombre en su integridad y no reducido a una dimensión, defendiendo todos sus derechos en cuanto necesidades esenciales, en cuanto libertades, en cuanto relaciones con los demás; pero por encima de ellos, esta la búsqueda de su divinidad. La paz reviste para Juan Pablo II la no violación de ninguna faceta de esos derechos, porque un simple atentado a ellos, ya implicarían una forma de guerra contra el hombre. En el marco de su brillante obra filantrópica, el sumo pontífice concluye que en nuestros tiempos, las violaciones mas grandes a los derechos humanos refieren a la desigual distribución de los bienes materiales, la opresión de las conciencias y el irrespeto de la libertad religiosa. La ejemplificación mas pura y elocuente de su constante defensa de los derechos humanos se encuentra en la Homilía pronunciada en Filadelfia – la ciudad de la Declaración de la independencia Americana- con el motivo de de celebrar la “reconciliación entre los derechos del hombre enunciados a finales del siglo XVIII en América y en Europa, y el Evangelio, recurriendo con audacia a la expresión: “valores humano-cristianos”, para referirse a los derechos del hombre. “como ciudadanos debéis vosotros esforzaros en conservar estos valores humanos, comprenderlos mejor y tener una idea mas precisa de sus consecuencias sobre toda la comunidad, como digna contribución ofrecida al mundo. Como cristianos, debéis vosotros fortalecer estos valores humanos y completarlos por el mensaje del Evangelio: procediendo así podréis descubrir sus mas profundos significados y estar así en capacidad de cumplir mas plenamente vuestros deberes y vuestras obligaciones para con los seres humanos, vuestros semejantes, con quienes estáis ligados por un destino común. En todo caso, para nosotros que conocemos a Jesucristo, los valores humano-cristiano no son sino dos aspectos de la misma realidad: la realidad del hombre, rescatado de Cristo y llamado a la plenitud de la vida eterna. Por lo mismo, todo hombre, toda mujer y todo niño está llamado en Jesucristo a encontrara la respuesta a los problemas concernientes a los valores que habrán de inspirara sus relaciones personales y sociales”.
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