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El coro de la iglesia arciprestal basílica de Santa Maria de Morella* Arturo Zaragozá Catalán, Rafael Marín Sánchez Real Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia Universitat Politécnica de València ABSTRACT The choir of the church of Santa María of Morella was built in the first third of the fifteenth century. It is shaped by a lowe- red ribbed vault of thirteen keys, which is supported by four pillars raised before more than one hundred years. To access to the choir was projected an original helicoidally staircase that is developed around the northwest pillar. The project (choir and staircase), conceived from an extremely original idea, is unique in the architecture of the modern Gothic. Its new and bold structure had no history in the Crown of Aragon; perhaps it would be possible to refer to some tracery of the English late gothic style, with inaccurate chronology. The rigorous technical analysis of the element combining the latest graphic surveying techniques with some non-destruc- tive testing allows us to consider unexpected hypotheses. RESUMEN El coro de la iglesia de Santa María de Morella fue construido en el primer tercio del siglo XV. Está formado por una bóve- da de crucería rebajada de trece claves apoyada en cuatro pilares construidos más de cien años antes. Para acceder al coro se proyectó una original escalera helicoidal que se desarrolla alrededor del pilar noroeste. El proyecto (coro y escalera), concebido a partir de una idea extremadamente original, es único en la arquitectura del gótico moderno. Su nueva y audaz estructura no tenía precedentes en la Corona de Aragón; quizás sería posible relacionarla con algunas tracerías del episodio tardogótico inglés. El análisis técnico riguroso del elemento, combinando las noticias históricas con las últimas técnicas de levantamiento gráfico y de análisis no destructivos, nos permite considerar hipótesis inesperadas. * Este artículo se complementa con otro, publicado en la revista Artigrama, dedicado a la escalera que sirve de acceso al coro y que forma parte indivisible del mismo conjunto. 352 Arturo Zaragozá Catalán, Rafael Marín Sánchez INTRODUCCIÓN Morella, desde la conquista cristiana (1231), fue una ciudad próspera e importante en el ámbito del reino de Valencia. Su situación en un paso obligado de ca- minos, la amplitud de sus términos y el comercio de la lana con Italia causó un enriquecimiento del que aún son testimonio sus monumentos. La iglesia arci- prestal de Santa María, finalizada en el primer tercio del siglo XIV, fue una de las construcciones pioneras de la arquitectura gótica valenciana. A lo largo del mismo siglo se construyeron también sus dos magní- ficas portadas llamadas de los Apóstoles y de la Vír- genes. Al llegar el siglo XV la discreta dimensión de la iglesia mayor de Morella y la imposibilidad de am- pliarla, dio pie a realizar las piezas de mayor interés del templo: el coro alto y la escalera de acceso al mismo. Estos dos elementos fueron admirados y va- lorados desde antiguo. El cronista Martín de Viciana (1884 [1562]) escribe en su Chronyca de Valencia que «...en esta iglesia ay dos portadas y una escalera del coro que son tres pieças de las buenas que hay en el reino». El riguroso crítico Antonio Ponz (1789), en su Viaje de España, advierte que «es singular la dis- posición del coro que, aunque está en medio de la iglesia, no embaraza la vista». Después de una deta- llada descripción, señala que «los inteligentes hallan bien que alabar en cuanto a su construcción». El his- toriador Segura y Barreda (1868) calificaba el coro de «pensamiento atrevido, la más sabia ejecución». Estos adjetivos los retomaría Teodoro Llorente (1887) al escribir del coro que era de «magistral y atrevidísima construcción». Elías Tormo (1927), en el informe remitido desde la Real Academia de la Historia a la Dirección General de Bellas Artes, para la declaración de la iglesia como Monumento Nacio- nal, después de indicar que la iglesia de Morella es el templo gótico más interesante de la región valencia- na, escribe que «el coro, singularmente curioso y be- llo, acaso sea ejemplar único en el mundo». EL CORO ALTO Y LA ESCALERA La atrevida disposición del coro, situado en el centro de la iglesia y apoyado en cuatro pilares preexisten- tes lo convierte en una pieza excepcional que no ad- mite comparación con los numerosos coros altos rea- lizados en la península ibérica a partir del siglo XV. Fue construido con una bóveda de crucería rebajada realizada con arcos escarzanos y una trama de ner- vios basada en el octógono estrellado. Ninguna de estas disposiciones tenía antecedentes en la Corona de Aragón. Acaso habría que remitirse al episodio tardogótico inglés, donde las tracerías de las bóvedas formadas por octógonos estrellados aparecen con cierta frecuencia, aunque con imprecisa cronología, en los claustros de las catedrales de Wells, Exeter y Worcester, o en la nave lateral de la catedral de Win- chester. Las bóvedas rebajadas tampoco son ajenas al citado episodio, aunque en contextos diferentes al de Morella. En cualquier caso, cabe pensar que fue pro- yectado por un maestro de obras conocedor de las novedades existentes en otros territorios y experi- mentado en abovedamientos complejos. Las nervaduras de la bóveda del coro están unidas por trece claves. Este es un rasgo habitual en las bóve- das de las salas capitulares hispánicas del siglo XIV que haría alusión al colegio apostólico más Jesucristo. Quizás, también, podría igualmente hacer referencia a la numeración pontifical del papa Benedicto XIII, rei- nante en Aviñón. En cualquier caso, el número de cla- ves ha sido forzado. Para alcanzar este número, se elu- dieron las cuatro claves secundarias en los encuentros del octógono con los arcos cruceros y se añadieron Figura 1 Vista general del coro desde la cabecera. El coro de la iglesia arciprestal basílica de Santa Maria de Morella 353 otras ocho dividiendo con terceletes los paños centra- les. Su peculiar disposición invita a pensar que fue concebida como coro colegial o catedralicio en espera de alcanzar una mayor dignidad para el templo. Las claves están labradas como microarquitectu- ras, al modo de los tabernáculos que habitualmente cubren las imágenes; muestran edificios de planta centralizada, hexagonales u octogonales, y en dos ocasiones con girola. Esta última tipología, en época medieval, suele representar al Santo Sepulcro (Krautheimer 1942) y no sería extraño que tengan ca- rácter funerario y estén cubriendo algunas sepulturas dispuestas bajo el coro. Es sabido que bajo el pavi- mento actual de la iglesia hay numerosísimos ente- rramientos de los que se carece de noticias documen- tales y los datos obtenidos del subsuelo para este trabajo, procedentes de ensayos no destructivos, su- gieren la presencia de un importante sepulcro bajo la clave polar. El acceso al coro alto fue resuelto con una elegan- te escalera helicoidal de yeso labrado y policromado, proyectada de manera unitaria. Dicho elemento, en un alarde de ligereza y expresividad, se desarrolla al- rededor de un pilar cruciforme de factura previa has- ta alcanzar una rotación completa mediante el movi- miento dextrógiro de sus 38 peldaños. Todo ello sin apoyo estructural alguno por su perímetro exterior. UNA INSUFICIENTE NOTICIA DOCUMENTAL La única y limitada noticia documental sobre la construcción del coro alto y la escalera helicoidal se debe al historiador morellano Segura Barreda (1868), quien, citando documentos de archivos lo- cales desaparecidos, indica que el coro fue construi- do por el «obrero» (seguramente el administrador de la fábrica) Pere Segarra, entre 1406 y 1426. Pos- teriormente, aparecen los nombres del escultor An- toni Sancho y de un italiano: Joseph Belli. La cro- nología suministrada por Segura Barreda coincide con un importante dato documental: el 12 de abril de 1404, mediante la bula Quia libenter in pacis ob- servantiadelectamur, firmada en San Víctor de Marsella, el papa Benedicto XIII reconocía, confir- maba y aceptaba la concesión del tercio de la primi- cia real, recogedor en la villa de Morella, a favor de la ciudad citada y para que se invirtiera en la con- servación del templo arciprestal y en la dotación del culto sagrado. El 11 de septiembre de 1414, después de una visita a Morella, donde coincidió con el rey Fernando I y con san Vicente Ferrer, el papa Luna firmó una nueva bula, Cum precelsa meritorum in- signia, en virtud de la cual concedía indulgencias a todos los que visitaran la iglesia o contribuyesen a la obra del campanario, o reparación y manteni- Figura 2 Vista del coro y la escalera desde los pies de la nave norte. Figura 3 Vista cenital de la bóveda del coro. 354 Arturo Zaragozá Catalán, Rafael Marín Sánchez miento del culto en la arciprestal (Alanyá 2000; Cuella 2009; Zaragozá 2011). Como ha señalado Alanyá (2000) la iglesia de san- ta María estuvo a punto de convertirse en catedral se- gún la propuesta realizada por el rey Martin I, en 1408, al papa Benedicto XIII. Acaso esta idea, que requería un espacio para el cabildo, pudo impulsar la construcción del coro y de su escalera. No obstante, a falta de otras evidencias, el coro y la escalera constituyen la mejor fuente de informa- ción para intentar determinar su historia. INSTRUMENTOS DE ANÁLISIS Se ha llevado a cabo un levantamiento telemétrico del coro y la escalera, que ha sido complementado con un análisis de las fábricas mediante termografía infrarroja y estudios geofísicos del subsuelo. El valioso levantamiento con un escáner láser 3D modelo «Scan 130» aportado por el profesor Jorge García Valldecabres ha permitido determinar de ma- nera muy precisa las deformaciones de sus elementos constructivos. Para estos trabajos han resultado de gran ayuda varias aplicaciones informáticas desarro- lladas por el profesor Adolfo Alonso Durá. Destaca, en particular, el programa «Escuadra», un software que permite aislar o seleccionar aquellos puntos de la «nube de datos» más próximos a un plano de corte dado y operar con virtuales trazados en dos dimen- siones como hacían los antiguos maestros construc- tores. De esta manera, se han podido delimitar las secciones reales de todos los arcos y soportes para evaluar con exactitud sus deformaciones, desplomes e incluso el despiece exacto de sus dovelas. El análisis del coro mediante termografía infrarro- ja, realizado por el profesor Santiago Tormo Esteve, ha servido principalmente para descartar algunas hi- pótesis sobre la naturaleza de sus rellenos. Los estu- dios geofísicos del subsuelo, efectuados por el cate- drático Francisco García García, abarcaron el entorno inmediato de los cuatro pilares que sustentan el coro y los corredores centrales de las tres naves del templo. Estos datos han permitido acotar la pro- bable extensión en planta de las zapatas de los pilares y la posible existencia de antiguas estructuras en sus inmediaciones. En particular, se han localizado dos muros transversales que cruzan las tres naves en la dirección norte-sur, coincidiendo aproximadamente con los ejes de los pórticos que delimitan por el oeste los tramos segundo y tercero. DEFORMACIÓN Y ESTABILIDAD: EL PROCESO CONSTRUCTIVO La bóveda del coro y dos de los pilares que la sopor- tan muestran apreciables deformaciones, pero parece que en su mayoría son tan antiguas como el propio elemento y no comprometen la estabilidad del con- junto (Alonso y Martínez 2008; Huerta 2008). Algu- nas surgen de su propia concepción pues se tuvo que adaptar su trazado a una planta trapezoidal, es decir, a una forma cuadrilátera cuyos lados opuestos no guardan paralelismo entre sí. Esta irregularidad tam- bién afectó al diseño del alzado. Los pilares asientan sobre el terreno a distintas cotas, con una diferencia máxima de 0,12 metros entre el pilar noreste (el más hundido) y el suroeste (el más elevado) que se reduce a 0,06 metros entre el primero y los dos restantes. Dichos desniveles se mantienen, e incluso aumentan levemente, en los arranques de los arcos principales (perpiaños y cruceros), alcanzando los 0,15 m en el arco diagonal concurrente al pilar suroeste. Además, este último soporte muestra un desplome similar al Figura 4 Levantamiento con escáner láser de la escalera y la bóveda del coro. El coro de la iglesia arciprestal basílica de Santa Maria de Morella 355 experimentado por la fachada principal de la iglesia. Aunque se ha barajado que hubiera podido ser causa- do por los empujes del coro, la toma de datos sugiere que debió de producirse durante su construcción en el siglo XIII, antes del cierre de las bóvedas de la nave central y laterales, ya que estas apenas se han movido. El trazado en planta de la trama de nervios parece respetar en esencia la «estructura básica» del modelo de crucería estrellada de cinco claves con terceletes, aunque supeditado aquí a las exigencias que imponen la irregularidad del emplazamiento y las dimensio- nes, probablemente redondeadas, del octógono cen- tral, de 1,93 metros de lado (8,5 palmos valencianos) inscrito en una circunferencia de 2,52 metros (11 pal- mos). La proyección de los terceletes convergentes en el nervio rampante norte-sur, el de mayor longi- tud, sugiere un intento de trazado según medianas algo desviado de su objetivo por los motivos ya ex- puestos. La orientación de los terceletes opuestos queda en consecuencia subordinada a las decisiones anteriores, que determinan la posición de las claves secundarias a las que convergen. La bóveda es muy rebajada. Fue construida a me- nos de seis metros del suelo, quizás para asegurar la visibilidad del altar mayor desde el coro. Esta premi- sa debió condicionar su flecha máxima; la clave po- lar se elevaba inicialmente unos 1,50 metros sobre los arranques y la cota del pavimento superior apenas debió alcanzar los 0,10-0,15 metros sobre el trasdós de dicha clave. La mayoría de sus nervios son escarzanos de dis- tintos radios. No es descartable que la forma tridi- mensional de la bóveda se hubiera definido mediante un sistema de proporciones, tomando como base los lados de su planta y la altura máxima a alcanzar por el plano de circulación, aunque el desnivel de los arranques y sus grandes deformaciones dejan abier- tas otras hipótesis. La flecha de los perpiaños norte y sur se aproxima a 1/8 de su luz; en los perpiaños este y oeste es de 1/10 y en los cruceros de 1/9. Ello su- giere que podrían haber sido definidos a partir de tres puntos predeterminados: la cota de la clave y las de los arranques, obviando otros criterios estructurales. La disposición a distinta altura de las molduras corri- das, tangentes a los arcos perpiaños por su trasdós en los cuatro frentes de la bóveda y que debían estable- cer inicialmente la cota del plano de circulación del coro, podría confirmar este criterio de proyecto. Los rampantes son una excepción. Ambos fueron trazados por tramos, con dos radios distintos: se adoptó una curva de apertura mucho más amplia en los arranques y otra menor en la parte inscrita en el octógono, probablemente para forzar su adaptación Figura 5 Hipótesis de trazado en planta de los terceletes. Figura 6 Vista del frente oeste del coro. 356 Arturo Zaragozá Catalán, Rafael Marín Sánchez visual en ese intervalo a la curvatura de los cruceros y, al mismo tiempo, facilitar su encuentro con las cla- ves de los perpiaños, emplazadas a una cota más ele- vada que los arranques de los cruceros, por la dife- rencia de canto con aquellos. Asimismo, la bóveda presenta algunas particulari- dades constructivas. La trama de arcos principales no forma jarjas en la unión con el pilar. Además, todos sus nervios están compuestos por un elevado número de dovelas de reducido grosor y con sus caras trans- versales paralelas, no convergentes. Este despiece parece haber sido muy común en las primitivas bóve- das sexpartitas(Maira 2016) y puede identificarse también en otras estructuras más próximas, temporal y geográficamente, al ejemplo descrito, como ocurre en los sepulcros de los reyes de Aragón del monaste- rio de santa María de Poblet, ca. 1360 (Liaño 2013) o la más tardía Sala dei Baroni del Castel Nuovo de Nápoles, ca. 1450 (Rabasa et al 2012). Sin embargo, no se da en otros coros altos construidos a partir del siglo XV. Aquí pudo adoptarse por imitación de las fábricas de ladrillo análogas, o bien, para facilitar el manejo de las dovelas pétreas, haciéndolas más pequeñas, y así poder asentarlas sin ayuda de poleas. Esto último, a su vez, acaso llevase a pensar que, dada la amplitud de los trazados de los arcos, podía simplificarse su talla ortodoxa en forma de cuña asimilándola a la pa- ralelepipédica sin que ello acarreara una excesiva apertura de las juntas radiales. En cualquier caso, di- cha opción facilita el acomodo de los sillares ante un posible cambio de trazado, acaso obligado por las de- formaciones acumuladas durante un virtual proceso parcial de ejecución, en que los nervios fuesen en- trando en carga de manera progresiva. Y también permite la ejecución de arcos de radios diferentes y muy tendidos sobre plantas muy irregulares como la analizada. De un modo u otro, esta decisión también acarrea grandes inconvenientes. Los perpiaños y cruceros del coro presentan entre 41 y 46 dovelas y, por tan- to, tienen demasiadas juntas. El número, espesor y regularidad de estas juntas provoca la rebaja de la flecha del arco por la deformación de los morteros de cal, de lento fraguado y escasa resistencia, al menos en edades tempranas. El descenso de los ar- cos y la apertura inferior de las uniones provoca pérdidas de canto mecánico que implican un incre- mento de las tensiones de compresión y, en conse- cuencia, un acortamiento del espesor de las juntas, nuevas aperturas de grietas y nuevos descensos del arco hasta que se alcanza el equilibrio. Si bien el acuñado de las piezas y el adecuado apretado de la Figura 7 Vista del frente sur del coro. Figura 8 Encuentro de un crucero con los terceletes y nervios del oc- tógono. El coro de la iglesia arciprestal basílica de Santa Maria de Morella 357 clave podrían reducir, teóricamente, este defecto en la práctica resulta muy difícil garantizar el debido ajuste manual del conjunto de dovelas. Según Ávila (1998, 33), la fuerza necesaria para apretar suficien- temente todos los sillares acuñando la clave supera- ba ampliamente las capacidades de los constructo- res del siglo XV. Ello podría justificar que en todos los coros altos posteriores se usaran sillares de ma- yor tamaño. El análisis visual de la bóveda sugiere una cierta falta de pericia del constructor que se plasma en la ausencia de enjarjes ya apuntada; en la defectuosa corrección de las curvaturas de algunos arcos secun- darios en su encuentro con las claves; en los improvi- sados encuentros entre los rampantes y los perpiaños o en la colocación a posteriori de «tapajuntas» en la entrega de los plementos con estos últimos. Detalles que también apuntan a la probable construcción de sus arcos por fases, y no simultáneamente, quizás para tantear el progreso de la seguridad estructural de la obra o para adaptar los trazados de los nervios se- cundarios a la nueva geometría de los principales, una vez deformados. Si se acepta esta propuesta, ca- bría suponer que primero se construyeran los perpia- ños y después los cruceros. Y que, unos y otros, fue- sen enjutados por su trasdós antes del descimbrado para mejorar su estabilidad. Este hecho se aprecia a simple vista en los primeros, pero debe suponerse en el caso de los cruceros considerando su forma y em- pujes, pues no se conoce con exactitud su solución de trasdosado. Análogamente, parece que los tercele- tes interiores del octógono pudieron ser montados al final del proceso, antes de tender las plementerías de piedra, cuando la trama principal de nervios ya había entrado en carga. El trasdosado de la bóveda también ha sido obje- to de discusión. Se ha defendido que podría existir un relleno de mortero de cal que alcanzaría una cota de 0,60 metros por encima de la clave polar. Sin embargo, la toma de datos y el análisis epitelial de sus cuatro frentes, y particularmente el norte y el entorno más próximo al desembarco de la escalera, revelan que, originariamente, este virtual trasdosa- do de argamasa apenas debía alcanzar los 0,10 ó 0,15 cm de cota sobre la clave polar. La deficiente terminación de esta cara y los daños apreciables en el pretil de la escalera, unidos a otras evidencias como el amplio retranqueo existente entre los bor- des del pavimento actual y el paramento interior de la tracería de piedra del frente oeste, confirman que el plano del piso fue elevado unos 0,50 metros, coincidiendo tal vez con la instalación del nuevo mobiliario del coro y de la pantalla acústica de al- bañilería erigida en 1639 en el flanco sur. Este nue- Figura 9 Detalle de la bóveda del coro hacia 1950 (Archivo Mas). Figura 10 Encuentro del arco rampante con el perpiaño norte. 358 Arturo Zaragozá Catalán, Rafael Marín Sánchez vo firme podría descansar sobre una estructura lige- ra de tabiques de ladrillo añadida en esa fecha, coincidiendo tal vez con los trabajos de restaura- ción del revestimiento interior de la escalera. El relleno de la bóveda con argamasa o con tabi- quillos de ladrillo no es una cuestión menor. Los informes emitidos en 2008, por Adolfo Alonso Durá y Arturo Martínez Boquera y también por Santiago Huerta Fernández, aseguraban la estabili- dad del elemento siempre que sus pilares transmi- tiesen una carga vertical centrada de al menos 500 toneladas. Las nuevas evidencias permiten reducir esta carga límite en unas 100 toneladas, reafirman- do una fortaleza estructural de la que, por otra par- te, nunca debieron dudar sus constructores. De ha- ber sido así, parece razonable pensar que se habrían adoptado medidas preventivas (atiranta- mientos, arcos de entibo, etc.) sobradamente cono- cidas en su tiempo. PENSAMIENTO TÉCNICO TARDOMEDIEVAL E INNOVACIÓN Como se ha señalado, la arriesgada decisión de cons- truir una bóveda rebajada sobre cuatro pilares exis- tentes no tenía prácticamente precedentes en 1400 y por lo tanto no cabía apoyarse en otras formas ya ex- perimentadas. La mucho menos atrevida decisión del rey Pedro el Ceremonioso en 1360 de construir en alto los sepulcros reales del monasterio de Poblet, so- bre un arco rebajado entre dos de los pilares existen- tes de la iglesia del monasterio, se sustanció en una primera ruina (Liaño 2013), de tal forma que los do- seles de los sepulcros acabaron construyéndose de madera para aligerar la obra. Los actuales criterios de análisis estructural mediante procedimientos analíti- cos y gráficos basados en el cálculo de esfuerzos no existían en esta época. Como ha señalado el profesor Huerta, refiriéndose al cálculo estructural, «el análi- Figura 11 Folios 83 y 167 del Códice de Madrid (Da Vinci ¿1493?). El coro de la iglesia arciprestal basílica de Santa Maria de Morella 359 sis moderno llega por la Teoría de Estructuras; los maestros medievales por la observación crítica» (Huerta 2013, 115). Cabe plantearse entonces cómo pudo llegar a concebirse esta solución. Algunos dibujos de Leonardo (¿1493?) del llama- do Códice de Madrid, sugieren ideas que acaso no sean una invención exclusivamente suya sino recogi- das tras la intensa experimentación del siglo XV y señalan nuevas pistas para ahondar en el pensamien- to técnico tardomedieval. Estos dibujos de mecánica de las fábricas están basados en un antiguo principio ligado al equilibrio: la balanza. De hecho, otro prin- cipio equivalente, la palanca, constituye la génesis de todas las máquinas. Aunque su origen remoto no se conoce, la ley de la palanca fue enunciada en tiem- pos de Arquímedes. En la antigüedad se conocían otros cuatro ingeniosmecánicos relacionados con la misma: la cuña, el tornillo, el polipasto (o polea com- puesta) y el cabrestante. En último término, todos se sirven de una pequeña fuerza que, aplicada a una cierta distancia, se convierte en una gran fuerza que actúa desde una distancia pequeña. Cabe recordar el notable desarrollo que adquirieron los ingenios me- cánicos y las grúas a lo largo del siglo XV (Zaragozá y Gómez-Ferrer 2006, 195-212) asociados a las atre- vidas empresas técnicas del gótico tardío. La balanza, símbolo de la justicia y del comercio, no suele aparecer entre los emblemas ligados al equi- librio en la construcción. Aunque sí lo hacen la plo- mada y la arquipéndola (Bechmann 1991). Con estos instrumentos y la polea podría señalarse, siquiera aproximadamente, el equilibrio de los pesos de la fá- brica. Cabría recordar en este sentido una cita latina enunciada, o recogida, por Gautier (1716) que reza: ut pondera libra, sic aedificia architectura, es decir, «del modo que se pesa en la balanza así se ha de construir la arquitectura» (Huerta 2004, 517-521). LOS TALLERES DE ESCULTURA Resulta curioso que en una obra de tan discretas di- mensiones trabajasen tres talleres de escultura muy diferentes. El primero se encargó de labrar las impos- tas de la bóveda. Por sus características, calidad es- cultórica y el material empleado, la piedra, debe rela- cionarse con la construcción de las tracerías, las claves de bóveda realizadas a modo de microarqui- tecturas y la clave polar. Las imágenes revelan un rico muestrario de figuras labradas en piedra que, sin duda, son retratos. Una de ellas muestra a un perso- naje barbado elegantemente vestido, con hábito de solapas, guantes, manga corta y solideo. Un vestido idéntico viste el rey Carlos V de Francia en una co- nocida miniatura coetánea. (Zaragozá 2016). La es- pectacularidad del conjunto arquitectónico y el dis- creto y oscuro lugar que ocupan ha hecho olvidar hasta ahora a estas imágenes. El segundo taller, muy diferente, realizó el Juicio Final del trascoro, que es de una calidad netamente in- ferior. El tercero elaboró la barandilla de la escalera. Este antepecho y el intradós de la misma son de yeso. Muestra en su alzado exterior la genealogía de Jesu- cristo y en el capialzado inferior un rico muestrario vegetal con elementos de heráldica, putti, animales y figuras híbridas. Estas imágenes sugieren un clima cosmopolita en Morella a comienzos del siglo XV. Estas esculturas, aparte de su peculiar disposición, estructura y programa iconográfico (que se tratarán en otro lugar) suponen una notable innovación en tie- rras valencianas de la técnica del yeso estructural y de la escultura de yeso (probablemente premoldeado y aligerado). La presencia en Valencia del escultor Figura 12 Determinación hipotética de la estabilidad del pilar suroeste a partir del principio de la balanza. 360 Arturo Zaragozá Catalán, Rafael Marín Sánchez Bartolomé Santalínea – hermano del conocido orfe- bre, también morellano – trabajando para la ciudad y realizando, con otros artesanos de Morella, el techo de la sala dorada permite atribuir a este círculo la obra de la escultura de la escalera. De hecho, las fi- guras hibridas de la casa de ciudad de Valencia apa- recen también en la escalera del coro de Morella. Es- tas relaciones sugieren una datación algo más tardía para este último taller. En cualquier caso, a los efec- tos de la organización del conjunto de la obra la pre- sencia de dos obradores de escultura (los dos prime- ros) trabajando simultáneamente podría indicar la urgencia en finalizar los trabajos. CONCLUSIONES El coro de la iglesia de Morella parece haberse cons- truido para su uso como coro de un capitulo colegial o catedralicio que no llegó a constituirse. Fue levan- Figura 13 Detalle escultórico del capitel de arranque de la bóveda del coro sobre el pilar noreste. Figura 14 Micro arquitecturas labradas en el interior de una clave de terceletes. El coro de la iglesia arciprestal basílica de Santa Maria de Morella 361 tado en un insólito lugar por falta de espacio, con au- dacia y acaso apresuradamente, sobre cuatro pilares preexistentes. El empleo de una bóveda rebajada ca- rece de antecedentes. Algunas deformaciones de la bóveda y el desplo- me de uno de los pilares han puesto en cuestión su equilibrio. Una vez ha quedado demostrada la estabi- lidad de la construcción con los actuales sistemas de análisis de esfuerzos cabía plantear cómo pudo ser concebida la seguridad de su estructura conforme al pensamiento técnico medieval. La solución se estima que pudo ser mediante un desarrollo del principio de la balanza. El preciso análisis de las deformaciones mediante un escáner láser 3D, y del subsuelo con el georradar, ha permitido considerar que estas se produjeron al inicio de la obra por la falta de experiencia en la construcción de bóvedas rebajadas. De hecho, la au- sencia de enjarjes en el encuentro con los pilares y el excesivo número de dovelas no se encuentra en los posteriores desarrollos de este tipo de bóvedas. Al carácter experimental de esta construcción se añadió un riesgo mal calculado: el apresuramiento en el montaje de las trabajadas enjutas de los frentes de los arcos y de la celosía del trascoro antes del descim- brado y asiento de la bóveda. Sin duda, el montaje posterior al descimbrado, una vez asentada la bóve- da, habría evitado las deformaciones existentes. Cabe recordar que la conocida bóveda plana del monaste- rio de El Escorial requirió una prueba anterior, que no funcionó, por lo que tuvo que ser perfeccionada (Ávila 1998; López Mozo 2009). REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS: Alanyà i Roig, Josep. 2000. Urbanismo y vida a la Morella Medieval (S. XII-XV). Morella. Alonso Durá, Adolfo y Martínez Boquera, Arturo. 2008. In- forme sobre la estabilidad del coro alto de la iglesia Ar- ciprestal de Morella (Castellón). Valencia: Conselleria de Cultura i Esport. Generalitat Valenciana. Alonso Rodríguez, Miguel Ángel y Calvo López, José. 2007. Una clave de bóveda de la iglesia de Santa Catali- na de Valencia. Disponible en www.gothicmed.es. (2007/07/15). Ávila Jalvo, José Miguel. 1998. Análisis geométrico y me- cánico de las bóvedas planas del Monasterio de San Lo- renzo de El Escorial. En Actas del Segundo Congreso Nacional de Historia de la Construcción, 29-33. A Co- ruña: Instituto Juan de Herrera. Bechmann, Roland, 1991. Villard de Honnecourt. 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