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1 BORRADORES PARA UNA AXIOMATICA SAUSSUREANA1 Enio Quevedo enio.quevedo@enioquevedo.com Independent Researcher Asunción, Paraguay RESUMEN: Este borrador, de estricta naturaleza formal, Intenta a la luz de ciertas características de los sistemas axiomáticos y de particularidades proporcionadas por los Inéditos de Saussure, hallar un orden lógico de aproximación a la teoría saussureana más preciso que el proporcionado por el Curso. PALABRAS CLAVE: Lingüística, Ferdinand de Saussure, axiomática. Introducción El problema de índole filológica que plantea la constitución del Curso saussureano estuvo invariablemente presente en los trabajos y controversias de los numerosos intelectuales que tomaron al texto del ginebrino como punto de partida para sus posteriores elaboraciones. La cronología saussureana informa que en diciembre de 1.906, al producirse el retiro de Joseph Wertheimer de la cátedra de Lingüística General e Historia y Comparación de las Lenguas Indoeuropeas, la Facultad de Letras y Ciencias Sociales de Ginebra confía esta materia a Ferdinand de Saussure. Es sabido que en el intervalo de tiempo que transcurre entre su feliz nombramiento y el año 1.911, Saussure dicta tres cursos de distinto contenido. El primero de ellos -que tuvo lugar en 1.907- discurre sobre fonética y lingüística evolutiva, cambios fonéticos y relación entre las unidades percibidas por el hablante en la sincronía, además de las raíces y unidades de la gramática histórica. El segundo -desarrollado en los años 1.908 y 1.909- se extiende sobre las nociones de sistema, unidad, identidad y valor lingüístico. Se plantean además en el mismo, las importantes distinciones metodológicas que constituyen las descripciones sincrónicas y diacrónicas. El último -que abarcó los años 1.910 y 1.911- integra elementos de los dos anteriores, siendo la preocupación esencial la manifestada a Riedlinger en 1.909: “…la lengua es un sistema riguroso y la teoría debe ser un sistema tan riguroso como ella...”. Pocos después, Ferdinand de Saussure fallece el 22 de febrero de 1.913. Dicen Bally y Sechehaye en el Prefacio a la primera edición: “Todos cuanto tuvieron el privilegio de seguir tan fecunda enseñanza lamentaron que de aquellos cursos no saliera un libro”. Entonces -de acuerdo a lo manifestado por los mismos- éstos deciden intentar una reconstrucción, una síntesis, sobre la base del curso tercero, utilizando los materiales disponibles. Así, en 1.916 publican en Ginebra la primera edición del Curso de Lingüística General, estando el prefacio fechado en julio de 1.915. Observaciones formales sobre el Curso Los esbozos biográficos del apartado anterior nos conducen a mencionar –como lo señaláramos al inicio- que subsistió siempre la preocupación de los estudiosos acerca de la relación entre el pensamiento saussureano y el contenido del Curso: ¿Reflejaba en realidad la arquitectura de la recreación de Bally y Sechehaye la trama conceptual que tejió Saussure? Por otra parte, si construir un sistema teórico es básicamente establecerlo a partir de conceptos previos, de elementos cuya complejidad tiende a decrecer a medida que el análisis se acerca a la raíz de la teoría, la pregunta sería: ¿Es perceptible en el Curso la exacta concatenación de sus elementos constituyentes, el claro avance desde los cimientos -constituidos por los conceptos de base- hasta las complejas proposiciones sobre la lengua?. Particularmente, creemos que esto no es así, y que la cabal comprensión del desarrollo del pensamiento saussureano -desde los conceptos primarios a las proposiciones sobre la lengua- se ve obstaculizada por la opacidad que introduce la estructura formal del Curso. Ningún lector atento del Curso ha dejado de percibir que el mismo se revela –en ocasiones- confuso en la organización de sus propios elementos. Así vemos que –refiriéndonos en adelante a la versión española, traducida, prologada y anotada por Amado Alonso en 1.945- en la página 22, aparece la primera mención del Signo Lingüístico, acompañada de una escueta –y prudente- aclaración que informa al lector sobre el tratamiento posterior que tendrá esa novedad lingüística. Pocas páginas después (la 26, Introducción, Capítulo III, Objeto de la lingüística), expresa el Curso: “...no es el lenguaje hablado el natural al hombre, sino la facultad de constituir una lengua, es decir, un sistema de signos distintos que corresponden a ideas distintas.”, para seguidamente afirmar (página 32 de la misma Introducción): “Se puede pues concebir una 2 ciencia general que estudie la vida de los signos en el seno de la vida social.....la llamaremos semiología”. Ante definiciones tan explícitas, cimentadas en un mismo elemento capital, preguntamos a los señores Bally y Sechehaye: ¿Qué es un Signo? La pregunta es pertinente, ya que Bally y Sechehaye presentan proposiciones esenciales del sistema, sin haber tratado aún la naturaleza de su componente clave: el Signo. En efecto, el tratamiento de la naturaleza del Signo lingüístico aparece recién en la página 87. A esta puntualización podría objetarse que lo puesto en evidencia es tolerable, ya que el propio apartado se denomina Introducción, lo cual permitiría de alguna manera estas digresiones. A ello replicamos: lo que a primera vista parece ser una protocolar introducción, es en realidad pródiga en asuntos capitales del sistema saussureano. Citamos, a modo de ejemplo: a) la ya referida definición de lengua; b)la crucial distinción entre langue y parole; c) la afirmación de que la lengua no es una función del sujeto hablante y sí un producto que el individuo registra pasivamente (de sumo interés a la hora de confrontar el pensamiento saussureano con la visión chomskyana de la lengua); d) la ya también citada conjetura de “una ciencia general que estudie la vida de los signos en el seno de la vida social” (la semiología); e) las relaciones entre lengua y escritura. Además, debe tenerse en cuenta que varios de estos conceptos no vuelven a tener tratamiento en lo que resta del Curso. Es posible afirmar que el resultado más importante en el campo de los principios de las matemáticas, es el proceso que conduce a la formación de la lógica matemática como rama independiente. Ya en el campo de esta disciplina, uno de los grandes logros es la elaboración del método axiomático moderno, extensible a todas las disciplinas que intentan alcanzar precisión y claridad máximas en la exposición de sus teorías. El método axiomático genera los llamados sistemas axiomáticos, que constan por lo general de: 1)Un alfabeto o conjunto de símbolos a ser utilizados en el sistema; 2)Reglas que establezcan los mecanismos de formación de enunciados correctos en S; 3)Una lista completa de enunciados bien formados de S que serán utilizados como axiomas; 4)Una lista completa de la definiciones utilizadas; 5)Una exposición de las condiciones necesarias y suficientes que debe reunir una demostración, dando por resultado un teorema de S; 6)Una lista completa de las reglas de deducción en S, que determinarán y limitarán las operaciones a ser efectuadas con los enunciados bien formados. Así, un enunciado bien formado es un teorema si y solamente si es un axioma o el último paso en una demostración. Una demostración es una cadena de enunciados bien formados, cada uno de los cuales o bien es un axioma o bien un enunciado obtenido correctamente por medio de las reglas de deducción. La breve síntesis que hemos hecho acerca de los sistemas axiomáticos, y las parciales observaciones anteriores sobre el encadenamiento expositivo de la reconstrucción de Bally y Sechehaye, nos permiten formular la siguiente observación básica: En el Curso se enuncian teoremas sobre la lengua sin un sustento axiomático adecuado. Estos comentarios podrán ser objetados como fruto de una obsesión formalista. Dehecho, es posible afirmar que, a pesar de la referida enunciación de teoremas de la lengua sin una base axiomática pertinente (las definiciones de Lengua y Semiología que mencionamos), se subsanan estas carencias en los posteriores capítulos (la Primera parte abunda en precisiones sobre el Signo). Es posible concluir entonces que lo puesto en evidencia es una simple falencia – puntual- en la linealidad de la exposición, hecho tolerable ya que en el conjunto se enuncian los elementos faltantes. Aceptemos por un momento las objeciones que nos formulan y reconozcamos que – efectivamente- a pesar de haberse definido Lengua y Semiología utilizando el aún no tratado concepto de Signo, éste es analizado detenidamente en el Capítulo I de la Primera Parte, Principios Generales. En tal caso, preguntamos ahora: ¿Es el Signo un concepto primario del sistema saussureano? Obviamente, la respuesta es negativa. El Signo es una proposición capital del sistema pero es reductible a otros conceptos más simples del sistema lingüístico saussureano. De hecho, es imposible hablar del Signo sin las nociones de Significante y Significado. Estos últimos reposan a su vez en los elementos Concepto e Imagen Acústica, constituyentes cuyo tratamiento es inadecuado e insuficiente sin los conceptos incluidos en el Capítulo IV de la Segunda Parte del Curso (El valor lingüístico). Es decir, el tratamiento del Signo adolece de las mismas falencias mencionadas con anterioridad, ya que su exposición se sustenta de nuevo en elementos no definidos del sistema. Vemos pues que -como sistema axiomático- el Curso presenta manifiesta fragilidad. En el mismo, la enunciación de teoremas de la lengua, sobre la base de elementos aún no definidos, no es una cuestión aislada sino una constante, debido a su desorden formal. Un sistema deductivo es consistente si y 3 solamente si no origina dos teoremas contradictorios e y no-e. Aparentemente, el Curso posee la propiedad de consistencia, pero en el mismo, los axiomas de partida –la base de la teoría- no pueden ser identificados claramente. Al mismo tiempo, la construcción del sistema a partir de estos axiomas mencionados es bastante confusa. En resumen, este trabajo intenta servir como punto de partida para una puesta en evidencia de la base axiomática saussureana y sus precisas conexiones, encubiertas por la opacidad formal del Curso. Opinamos que la arquitectura del mismo dificulta la percepción de la teoría en su riguroso concatenamiento lógico. Impide el discernimiento de la plataforma axiomática de Saussure, es decir, los puntos de la teoría no susceptibles de ser reducidos nuevamente a combinaciones de conceptos lingüísticos más elementales. Obstaculiza además percibir la forma en que –a partir de esta base huidiza- se elabora el sistema de manera precisa y clara. La profesión de fe saussureana En el año 1957, Robert Godel presentaba en Ginebra las Fuentes Manuscritas del Curso de Lingüística General de F. De Saussure. Esta publicación otorgó nuevos elementos a las investigaciones sobre el pensamiento de Saussure, al permitir a los lingüistas el acceso directo a los materiales que utilizaron Bally y Sechehaye para la redacción del Curso. Esta labor se ve completada en 1967 con la importante edición crítica del Curso, a cargo de Rudolf Engler y la traducción italiana a cargo de Tullio de Mauro, que suministra referencias acerca de las fuentes manuscritas y que contiene además unas Noticias biográficas y críticas sobre Ferdinand de Saussure. En los Inéditos, Saussure bromea sobre el enfoque del lenguaje aún vigente entre numerosos lingüistas de la época diciendo: “La mayoría de las concepciones que se forman o, por lo menos, que ofrecen los filósofos del lenguaje, hacen pensar en nuestro primer padre Adán llamando a los diversos animales y dándoles a cada uno su nombre”. En sus trabajos, Saussure menciona directamente al lingüista Whitney, reconociendo en éste una percepción efectiva del carácter puramente institucional de la lengua, pero recriminándole al mismo tiempo el hecho de no haber profundizado al respecto, permaneciendo anclado a una concepción de la lengua como simple nomenclatura: “Primero tenemos una idea y después le ponemos un nombre”. Ya en el diálogo Cratilo de Platón, Hermógenes sostiene que los nombres atribuidos a las cosas son arbitrariamente escogidos por la cultura. Lo que Saussure problematiza ahora ya no es la simple arbitrariedad, sino la propia naturaleza de ésta. Al respecto, es importante analizar la mención que efectúa Wittgenstein acerca de la noción agustiniana del lenguaje. En Investigaciones Filosóficas, Wittgenstein cita las Confesiones de San Agustín, haciendo referencia a la parte de la obra en la que el Santo narra que aprendió de niño el lenguaje de los mayores, reteniendo los nombres y observando los objetos designados por los diversos términos que ellos iban pronunciando. Al respecto, dice Wittgenstein que aprender el lenguaje no puede consistir en nombrar objetos, pues ello se reduce tan solo a “pegar una etiqueta a una cosa”. Lo que problematizará Saussure -si bien en una línea diferente a Wittgenstein- es el propio estatuto de esa “cosa” a la que va pegada una etiqueta, su existencia previa. Dice Wittgenstein: “El significado de una palabra es su uso en el lenguaje”. El uso de una expresión se obtiene en el “juego del lenguaje” en que dicha expresión desempeña una función. Es decir, ataca la teoría de la figura, como si a cada palabra o proposición correspondiese una cosa que la mostrara o reflejara. Análoga es la objeción saussureana, aunque sus caminos sean esencialmente diferentes a los de Wittgenstein. Saussure rechaza la concepción de la lengua en la que todas las ideas ya estén dadas, preexistentes. No admite la existencia de conceptos que puedan anteceder al lenguaje y constituirse en referentes. Para Saussure, la lengua no es –definitivamente- una nomenclatura. El rechazo saussureano toma cuerpo en lo que el propio ginebrino denominó su “profesión de fe en materia lingüística”, la cual es enunciada de la siguiente forma: “...negamos [en lingüística] en principio que existan objetos dados.....”. La lingüística para Saussure, carece de cosas y objetos dados que puedan estudiarse desde diferentes perspectivas. Inversamente, la perspectiva es el comienzo de delimitación del objeto de estudio. Este principio tiene entonces para nosotros, un carácter irreducible y fundacional, que debiera servir de arranque para la construcción de una presentación axiomática del pensamiento saussureano. Esta “profesión de fe” nos conduce entonces a lo que en el Curso recién se analiza en el capítulo IV de la segunda parte: el Valor Lingüístico. La diferencia y el cierre de la lingüística La lingüística saussureana es un cuerpo que excluye los aspectos materiales del fenómeno de la lengua. Si los elementos perceptibles 4 comúnmente son las ideas y los sonidos, el saussureanismo dirá que el estudio de la lengua solo puede limitarse a los conceptos y a las imágenes acústicas generadas en el cerebro del hablante, por los sonidos. La lengua se cierra sobre sí misma y excluye del campo de estudio al referente, a la realidad. En los dos aspectos de este sistema cerrado, imperan las diferencias, no los objetos en sí. Para Saussure, en el campo de los conceptos, no existen entidades definidas positivamente, sino negativamente, por las relaciones en las que intervienen en el sistema del cual se hallan formando parte. Dice Saussure: “Su más exacta característica es la de ser lo que los otros no son”. A esta observación anota Amado Alonso en su conocida traducción: “...para designar temperaturas, tibio es lo que no es frío ni caliente; para designar distancias, ahí es lo que no es aquí ni allí; esto lo que no es eso ni aquello...” Continúa Saussure diciendo, ahoraen el campo de las palabras: “Lo que importa en la palabra no es el sonido por sí mismo, sino las diferencias fónicas que permiten distinguir esas palabras de todas las demás...”. Si esto es cierto para los sonidos, lo debe ser también para las imágenes acústicas generadas por los anteriores, pues hemos visto que la lingüística de Saussure excluye lo material. Por tanto, después de rechazar la noción de lengua como nomenclatura, Saussure llega a una conclusión fundamental: “...en la lengua solo hay diferencias sin términos positivos...”. El propio Saussure se encarga de limitar el alcance de la anterior aserción, limitación sobre la cual nos ocuparemos un poco más adelante. Llegamos ahora a un punto clave: ¿Qué teoría del lenguaje se podría construir con enunciar que tanto del lado de los conceptos como de las imágenes acústicas únicamente existen diferencias?. De hecho, esto sirve a Saussure para afirmar que –en un estadio prelingüístico- el conjunto diferencial de los conceptos es como una nebulosa donde “nada está necesariamente delimitado”. En ese estadio, el pensamiento es inexistente. Pero: ¿Cómo continuar en tal cadena deductiva?. Saussure introduce tardíamente los términos hoy famosos de Significante y Significado. En efecto, ello se produce poco antes de finalizar el último de sus cursos (1.910-1.911). Por tanto, y de acuerdo a esta terminología, leemos en el Curso: “Ya se considere el Significante, ya el Significado, la lengua no comporta ni ideas ni sonidos preexistentes al sistema lingüístico, sino solamente diferencias conceptuales y diferencias fónicas resultantes de ese sistema”. Para enfrentar la desarticulación entre una masa continua de conceptos y otra de imágenes acústicas, que impide cualquier tipo de avance teórico, Saussure introduce el capital concepto de Signo Lingüístico. El Signo en una función que articula un concepto a una imagen acústica. Esta articulación es arbitraria. No significa esto que la vinculación esté sujeta a la libre elección del hablante. En realidad, se intenta expresar que no existe en ella ningún tipo de motivación. Afirma además Saussure que el Significante lingüístico es de naturaleza lineal, se desenvuelve en el tiempo únicamente y tiene los caracteres que toma del mismo: a) representa una extensión y; b) esa extensión es mensurable en una sola dimensión. Por intermedio del Signo, el fenómeno lingüístico en su conjunto se transforma en una serie de subdivisiones contiguas, marcadas al mismo tiempo sobre los planos indefinidos de las ideas y las imágenes acústicas, consistiendo cada subdivisión - como lo dijimos- en una articulación efectiva entre ambos planos. Ahora, para Saussure, aunque el Significante y el Significado –tomados cada uno aparte- sean puramente negativos y diferenciales, su combinación constituye un hecho positivo. Entonces, cuando se comparan Signos entre sí (términos positivos), ya no se puede hablar de diferencia sino que entre ellos no hay más que oposición. Todo el mecanismo del lenguaje se basa en oposiciones y en las diferencias conceptuales y fónicas que implican en última instancia. Así, Saussure puede definir correctamente a la Lengua (Langue) como: Un sistema integrado por Signos distintos y sus relaciones. Progresión del sistema saussureano Vemos entonces que la naturaleza diferencial y negativa de los conceptos e imágenes acústicas, en un sistema lingüístico cerrado que excluye la materialidad del fenómeno, obliga a Saussure a generar el concepto de Signo con una doble finalidad: a)articular esos dos órdenes inconexos y b)obtener las unidades positivas cuyas relaciones constituirán la Lengua. Para Saussure, esta Lengua - definida ya con el soporte del Signo- es un producto social y no existe por completo más que en la masa hablante. Además, se caracteriza por ser un sistema que el individuo recibe pasivamente, es decir, no es una función del sujeto hablante. La utilización de la Lengua por parte del hablante es denominada Habla (Parole). La misma es asimilada por Saussure a la ejecución de una partitura, que no es otra cosa que la Lengua, exterior al individuo, que es incapaz de modificarla. Además de la 5 Lengua, existen para Saussure otros sistemas de signos, y denomina Semiología a la futura ciencia general que deberá estudiarlos, siendo la Lingüística solo una parte de dicha ciencia. Si bien existen evidencias de que la Lengua evoluciona en el tiempo, esa evolución es de tal naturaleza que el sistema aparece fijo a los ojos del sujeto. Por tanto, el estudio de ese sistema lingüístico –que es el efectivamente interiorizado por los hablantes- presupone la elección de un estado definitivo, estático, en el cual deben ser estudiadas las relaciones existentes entre los diversos elementos. Este estudio es denominado Sincrónico, constituyéndose en exigencia metodológica, contraponiéndose al estudio Diacrónico, que analiza la evolución de los sistemas en el tiempo. Si la Lengua es un sistema de Signos y sus relaciones, éstas últimas son de dos clases: a) las fundadas en la imposibilidad de pronunciar dos elementos a la vez, lo que hace que estos se alineen uno tras otro en la cadena del habla, que se denominan Relaciones Sintagmáticas y; b) las fundamentadas en las asociaciones generadas en la mente por cada elemento presente en una cadena sintagmática, que reciben el nombre de Relaciones Asociativas. Las relaciones sintagmáticas generan los sintagmas. Un sintagma se compone siempre de dos o más unidades consecutivas. En todo sintagma, un término solo adquiere valor si se opone al que le precede, al que le sigue o a ambos. Esta relación es in praesentia, apoyándose en términos presentes en una serie efectiva. La conexión asociativa es en cambio, in absentia, conformando lo que Saussure denomina “una serie mnemónica virtual”. Entre las relaciones asociativas y las sintagmáticas existe un lazo de interdependencia: La memoria tiene en reserva todos los tipos de sintagmas, interviniendo las relaciones asociativas en el momento de emplear a los anteriores. Además, las relaciones sintagmáticas y asociativas tienen correspondencia con dos formas de la actividad mental. Esto constituye una hipótesis sobre el funcionamiento de la mente. Sobre las gramáticas, dice Saussure que las divisiones tradicionales de las mismas no corresponden a distinciones naturales, no están unidas por ningún lazo lógico. Para el ginebrino, la base de todo sistema gramatical debe ser la distinción entre relaciones sintagmáticas y asociativas, es decir, la gramática debe reducirse a una teoría de los sintagmas y las asociaciones. Conclusión Este borrador es de estricta naturaleza formal. Intenta, a la luz de ciertas características de los sistemas axiomáticos y de particularidades proporcionadas por los Inéditos de Saussure, hallar un orden lógico de aproximación a la teoría saussureana más preciso que el proporcionado por el Curso. Dice Chomsky, en el prefacio a Estructuras Sintácticas: “El afanarse por una formulación rigurosa en lingüística tiene una motivación mucho más seria que la mera preocupación por sutilidades lógicas o el deseo de purificar métodos de análisis lingüístico ya bien establecidos....Llevando una formulación precisa pero inadecuada a una conclusión inaceptable, podemos, a menudo, desenmascarar el origen exacto de la inadecuación y, por consiguiente, ahondar en el entendimiento de los datos lingüísticos”. Referencias De Saussure, Ferdinand. (1998). Curso de lingüística general. Alianza Editorial. Godel, Robert. (1957). Les sources manuscrites du Cours de linguistique générale de Ferdinand de Saussure. Droz. Sazbón, José. (1985). Saussure y los fundamentos de la lingüística. Centro Editor de América Latina. Lopes, Edward. (2000). Fundamentos da lingüística contemporánea. Editora Cultrix. Lyons, John. (1987).Linguagem e lingüística. Editora Guanabara Koogan S.A. Lepschy, Giulio Carlo. (1971). La lingüística estructural. Editorial Anagrama. 1 La versión resumida de este ensayo fue publicada en el Suplemento Cultural de ABC Color, en marzo de 2002 como “La profesión de fe saussureana”.
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