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EFECTOS BENEFICIOSOS DE LOS PREBIÓTICOS EN LA SALUD HUMANA: EVIDENCIA CIENTÍFICA Alfonso CLEMENTE1 y Teresa REQUENA2 1Departmento de Fisiología y Bioquímica de la Nutrición Animal, Estación Experimental del Zaidín EEZ (CSIC), Profesor Albareda 1, 18008 Granada, España. e‐mail: alfonso.clemente@eez.csic.es 2Departmento de Biotecnología y Microbiología de Alimentos, Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación, CIAL (CSIC‐UAM), Nicolás Cabrera 9, 28049 Madrid, España. e‐mail: t.requena@csic.es RESUMEN La disponibilidad de nutrientes es el principal regulador de la composición microbiana y su metabolismo. Los nutrientes que alcanzan en mayor proporción el intestino grueso son carbohidratos no digeribles que resultan accesibles para la microbiota intestinal. El término prebiótico se ha definido recientemente como “sustrato que es utilizado selectivamente por los microorganismos del hospedador confiriendo un beneficio para la salud”. La mayoría de prebióticos caracterizados (fructanos, galacto‐ y gluco oligosacáridos y almidón resistente, así como los oligosacáridos de la leche materna) son polisacáridos no digeribles que alcanzan intactos el intestino grueso donde estimulan selectivamente el crecimiento y la actividad de determinadas bacterias beneficiosas. Un mecanismo clave por el cual los prebióticos ejercen beneficios para la salud humana es la producción de los ácidos acético, propiónico y butírico, consecuencia del proceso fermentativo de la microbiota intestinal. Estos compuestos presentan actividad antimicrobiana, reducen el pH intestinal y excluyen a bacterias potencialmente patógenas, ejerciendo un papel modulador en numerosas actividades metabólicas e inmunológicas del organismo. Dentro de las aplicaciones de prebióticos en la salud humana, cabe destacar: modulación de la microbiota intestinal, mejora de la función intestinal, regulación del apetito y el metabolismo energético. Las alegaciones de salud de prebióticos aprobadas por la EFSA incluyen: reducción del tiempo de tránsito intestinal, aumento de la frecuencia de deposiciones y disminución de la respuesta glicémica postpandrial. 1. El concepto prebiótico La disponibilidad de nutrientes ejerce un papel regulador fundamental sobre la composición y metabolismo bacteriano del tracto gastrointestinal. Como consecuencia, existe un interés creciente por parte de la comunidad científica en la identificación de ingredientes funcionales resistentes al proceso digestivo con capacidad de modular la microbiota intestinal. El término prebiótico aparece por primera vez en un trabajo científico publicado en 1995 por Gibson y Roberfroid1, siendo definido como “ingrediente alimentario no digerible que beneficia al hospedador mediante la estimulación selectiva del crecimiento y/o la actividad de uno o un limitado número de bacterias en el colon y así mejora la salud del hospedador”. Posteriormente, Roberfroid y col.2 definieron el efecto prebiótico como “estimulación selectiva del crecimiento y/o actividad/es de uno o un número limitado de géneros/especies microbianas en la microbiota intestinal, produciendo así beneficios en la salud del huésped”. Los avances científicos y clínicos producidos en los últimos años han originado la aparición de propuestas actualizadas del concepto prebiótico, si bien no se ha obtenido el nivel de consenso alcanzado por el concepto probiótico entre la comunidad científica y las sociedades científicas especializadas. En general, las diferentes propuestas del concepto prebiótico han coincidido en el requisito de que los prebióticos deben ser "específicos" o "selectivos" para los grupos taxonómicos promotores de la salud o sus actividades metabólicas beneficiosas. Sin embargo, este carácter de selectividad ha sido recientemente cuestionado por Bindels y col.3, poniendo un mayor énfasis en las características ecológicas y funcionales de la microbiota intestinal. En la definición de prebióticos se distingue de manera implícita entre microorganismos beneficiosos y perjudiciales; no obstante, esta separación es simplista, no quedando dilucidado el concepto de microbiota intestinal saludable. Tradicionalmente, las bacterias consideradas promotoras de salud quedan restringidas, en gran medida, a los géneros Bifidobacterium y Lactobacillus y, más recientemente, se ha extendido a los géneros Eubacterium y Roseburia2, dada su capacidad de producir cantidades elevadas de butirato que podría ejercer un papel protector frente al desarrollo de enfermedades inflamatorias intestinales y cáncer colorectal. Por el contrario, grupos bacterianos tales como Bacteroides y Clostridium han sido etiquetados frecuentemente como perjudiciales por el papel preponderante que juegan en la fermentación proteolítica colónica. Algunos de los metabolitos provenientes de esta fermentación proteolítica ejercen efectos tóxicos, estando implicados en la etiología de ciertos desórdenes intestinales. Sin embargo, estas consideraciones que diferencian a los miembros de la microbiota como beneficiosos y perjudiciales, no están suficientemente respaldadas por la evidencia científica, ni tampoco existe la convicción de poder realizar tal clasificación. De hecho, se ha demostrado que cepas pertenecientes a géneros bacterianos previamente identificados como potencialmente perjudiciales, tales como los clostridios, pueden ejercer efectos beneficiosos en el tratamiento de alergia y procesos inflamatorios. Por otro lado, especies no reconocidas hasta hace poco tiempo como beneficiosas en salud gastrointestinal, tales como Akkermansia muciniphila4 y Faecalibacterium praustnizii5, parecen jugar un papel relevante en la regulación de procesos inflamatorios. Además de estas bacterias beneficiosas, son requeridas otras muchas con objeto de alcanzar la homeostasis intestinal. En términos ecológicos, podemos afirmar que son necesarios niveles elevados de diversidad microbiana, los cuales son relevantes en términos de estabilidad y funcionalidad del ecosistema colónico3,6. Un mecanismo clave por el cual se considera que los prebióticos ejercen beneficios para la salud humana es la producción de ácidos grasos de cadena corta (SCFA por sus siglas en inglés), tales como acetato, propionato y butirato, consecuencia del proceso fermentativo de la microbiota intestinal, el cual ocurre principalmente en el colon y bajo condiciones anaeróbicas. Como ejemplo, una ingesta diaria de 10 g de fibra genera 100 mmol de SCFA, siendo el ratio acetato/propionato/butirato típicamente 3/1/1. Estos compuestos presentan actividad antimicrobiana, reducen el pH intestinal y excluyen a bacterias potencialmente patógenas, ejerciendo un papel modulador en numerosas actividades metabólicas e inmunológicas del organismo7,8 (ver sección 4). Las bifidobacterias y los lactobacilos producen, vía fermentativa, fundamentalmente lactato y acetato; sin embargo, no producen butirato ni propionato, los cuales aportan propiedades beneficiosas en el organismo. Así, el butirato constituye la fuente principal de energía de los colonocitos, siendo su concentración en la circulación sistémica generalmente baja; este SCFA regula la expresión génica, diferenciación y apoptosis de células colónicas. El propionato es absorbido por los enterocitos, pasando al torrente circulatorio para ser posteriormente metabolizado a nivel hepático. Tanto el butirato como el propionato intracelular inhiben la actividad de histona deacetilasas en colonocitosy células inmunológicas, promoviendo la hiperacetilación de las histonas, además de algunos factores de transcripción y proteínas involucradas en señales de transducción. Estudios recientes de genómica y metagenómica indican que butirato y propionato son producidos, entre otras, por bacterias de los grupos Clostridium XIVa y IV y de Bacteroidetes, respectivamente. En este contexto, es interesante destacar que la degradación de carbohidratos complejos hacia la formación de SCFA necesita de consorcios microbianos, en ocasiones complejos9. Por ejemplo, la inulina es fermentada por bifidobacterias, generando acetato. Éste junto con lactato endógeno, es utilizado por el grupo Clostridium XIVa y F. praustnizii para producir butirato. Otro ejemplo es Roseburia inulinivorans y Faecalibacterium que colaboran para generar butirato a partir de inulina. Atendiendo a los razonamientos expuestos, Bindels et al.3 proponen ampliar el concepto prebiótico y definirlo como “compuesto no digerible que, a través de su metabolismo por microorganismos en el intestino, modulan la composición y/o la actividad de la microbiota intestinal, confiriendo así un efecto fisiológico beneficioso”. Con esta definición, los autores sustituyen fermentación por metabolismo para evitar que el concepto prebiótico quede restringido a carbohidratos. En este sentido, la definición abre la puerta a la entrada de los polifenoles de la dieta que, en general, son compuestos capaces de modular la microbiota intestinal en parte debido a su capacidad para metabolizarlos. Además, este metabolismo microbiano es el que contribuye a la bio‐activación de los polifenoles y, por tanto, a su efecto fisiológico beneficioso10. Además, la definición propuesta por estos autores también evita el aspecto selectivo de los prebióticos y apunta hacia las ventajas ecológicas y funcionales de una microbiota más diversa y relevante para la fisiología del huésped, apoyada menos en géneros concretos y más en consorcios microbianos que faciliten la producción de SCFA. Un efecto notable de esta definición sería la inclusión de todos los carbohidratos no digeribles que mejoran la salud a través de una modulación de la microbiota intestinal, por lo que las definiciones de prebióticos y fibra dietética finalmente convergerían11. Prácticamente no existe una distinción clara entre fibra dietética prebiótica y no prebiótica. Incluso la celulosa, considerada generalmente como un sustrato no fermentable, se ha descrito que es parcialmente fermentada en el intestino de individuos sanos12. La variabilidad inter‐individual en la composición taxonómica y funcional de la microbiota intestinal así como el tiempo de tránsito colónico son aspectos relevantes que condicionan la fermentabilidad intestinal de los carbohidratos resistentes al proceso digestivo. Estos aspectos podrían explicar, al menos parcialmente, las diferencias de respuesta encontradas en estudios de intervención clínicos. En este sentido, Davis y col.13 mostraron que un grupo de participantes que consumieron 10 g de galacto‐oligosacáridos (GOS) durante un periodo de 3 semanas no respondieron al tratamiento, incluso presentando niveles similares de bifidobacterias respecto a aquellos individuos que respondieron a dicho tratamiento; los autores sugirieron que aquellos individuos que no respondieron al tratamiento podrían carecer de cepas específicas con capacidad de metabolizar GOS. La Asociación Científica Internacional de Probióticos y Prebióticos (ISAPP por sus siglas en inglés), ha presentado recientemente un documento de consenso en relación a la definición y el alcance de los prebióticos14. En este documento se ha propuesto la definición de prebiótico como “un sustrato que es utilizado selectivamente por los microorganismos del hospedador confiriendo un beneficio para la salud”. La definición amplía el concepto de prebióticos para incluir sustancias no incluidas en el grupo de carbohidratos, ubicaciones del cuerpo humano más allá del tracto gastrointestinal (vagina y piel, entre otras) así como otras categorías distintas a los alimentos. Sin embargo, mantiene el requisito del carácter selectivo de estos compuestos sobre la microbiota. La definición se ha simplificado fundamentalmente en longitud pero abre cuestiones antes no debatidas previamente tales como proponer como candidatos prebióticos a ciertos ácidos grasos, tales como los poliinsaturados (PUFA) y ácido linoleico conjugado (CLA), aunque sin establecer argumentos sobre su inclusión, y excluye del concepto algunos tipos de fibra por su dificultad para ser utilizados por el conjunto de individuos. Esta consideración también debería aplicarse a ciertos polifenoles de la dieta10 y, sin embargo, el documento no cuestiona su inclusión como prebióticos. Evidentemente, la nueva definición de prebiótico mantiene el debate manifestado por Katsnelson15, de que “los prebióticos destacan por su prominencia pero aún se encuentran pobremente definidos”. 2. Compuestos prebióticos y candidatos emergentes Los carbohidratos que reúnen la mayoría de estudios de caracterización y aplicación como compuestos prebióticos son fundamentalmente los fructanos, los galacto‐oligosacáridos (GOS) y la lactulosa, a los que se les ha asignado la categoría de sustratos con propiedades prebióticas avalados científicamente mediante estudios de intervención en humanos (Tabla 28.1). Los oligosacáridos presentes en la leche materna (HMO) son tratados de manera independiente en este capítulo (ver sección 3), dada su relevancia biológica en la vida del individuo. 2.1 Fructanos La inulina y los fructooligosacáridos (FOS, también conocidos como oligofructosas) son cadenas lineales de fructosa con enlaces β(2→1) y habitualmente con una sacarosa terminal. La inulina se compone de cadenas con grados de polimerización (GP) de hasta 60‐65 unidades, mientras que los FOS tienen un GP inferior a 10. Los FOS suelen obtenerse a partir de inulina mediante hidrólisis parcial o se sintetizan enzimáticamente mediante transfructosilación a partir de sacarosa. La inulina se encuentra habitualmente en cantidades elevadas en la raíz de achicoria y en la pataca o alcachofa de Jerusalén, pero también pueden encontrarse en cantidades menores en ajo, cebolla y cereales como el trigo. Los enlaces β(2→1) de la inulina y de los FOS no son degradados por las enzimas digestivas de tracto gastrointestinal humano, siendo hidrolizados por la microbiota intestinal; el metabolismo de estos prebióticos favorece el crecimiento de bifidobacterias. Existen numerosos estudios de intervención en humanos que confirman las propiedades prebióticas de la inulina y oligofructosas, cuando son consumidas en dosis dentro del intervalo 4‐40 g/d. En un estudio doble‐ciego placebo‐controlado llevado a cabo en adultos sanos, el consumo de 10 g/d de inulina con un elevado GP (50‐103) durante un periodo de 3 semanas incrementó de manera selectiva y significativa las poblaciones de bifidobacterias y lactobacilos en muestras fecales en comparación a un placebo de maltodextrina16; en este mismo estudio, se observó un descenso en los niveles de bacterias potencialmente patógenas del grupo Bacteroides/Prevotella. En población infantil, el consumo diario de fructanos de 1,25 a 4 g ejerce un efecto bifidogénico significativo17. 2.2 Galacto‐oligosacáridos (GOS) Las leguminosas son ricas en GOS naturales, entre los que se incluyen los oligosacáridosde la familia rafinosa, formados por la unión de sacarosa y galactosa, y la estaquiosa con una unidad adicional de galactosa. Las enzimas capaces de hidrolizar los oligosacáridos de la familia rafinosa son α‐galactosidasas, no presentes en humanos, siendo éstos fermentados en el colon, principalmente por bifidobacterias18. También se encuentran GOS de forma natural en la leche humana, entre otros oligosacáridos complejos (ver sección 3). La mayoría de GOS comerciales se sintetizan enzimáticamente mediante trangalactosilación a partir de la lactosa, siendo la reacción catalizada por β‐galactosidasas de origen fúngico, microbiano o proveniente de levaduras. Los GOS comerciales presentan habitualmente de 2 a 10 unidades de galactosa unidas a una glucosa terminal y se diferencian por la longitud de la cadena y tipo de enlace, con enlaces de galactosa del tipo β(1→6), β(1→3) y β(1→4), en función de las enzimas empleadas y las condiciones de reacción. Numerosos estudios avalan las propiedades prebióticas de los GOS derivados de lactosa (GOS‐La) en la microbiota intestinal de distintas poblaciones diana, tales como la población infantil, mujeres embarazadas y neonatos, población adulta sana y de la tercera edad. En estos estudios se utilizaron dosis en el rango de 2.5 a 15 g/d, demostrándose en adultos sanos un incremento significativo de bifidobacterias en las muestras fecales19,20. Recientemente, se han sintetizado y caracterizado galacto‐oligosacáridos noveles derivados de lactulosa (GOS‐Lu) obtenidos mediante reacción de transgalactosilación utilizando β‐galactosidadasas de origen fúngico. Varios estudios han demostrado su potencial bifidogénico selectivo in vitro e in vivo21, mostrando una mayor resistencia al proceso digestivo en comparación a GOS‐La. Además, la ingesta de GOS‐Lu mejora la absorción de hierro en ratas deficientes en hierro22, e inhiben la producción in vitro de factores pro‐ inflamatorios, tales como TNF‐α e IL‐1β en células intestinales Caco‐2 estimuladas por el patógeno Listeria monocytogenes CECT93523, ejerciendo asimismo efectos anti‐inflamatorios en un modelo de colitis inducida mediante TNBS en rata24. 2.3 Lactulosa La lactulosa (4‐O‐β‐galactopiranosil‐D‐fructosa) es un disacárido derivado de la isomerización en medio básico de la lactosa, pudiendo obtenerse vía enzimática mediante la acción de β‐galactosidasas utilizando lactosa y fructosa. La lactulosa es resistente a la acción de las enzimas digestivas, no es absorbida a través del epitelio intestinal, alcanzando el colon de manera intacta donde es metabolizada selectivamente por bifidobacterias y lactobacilos. Su potencial prebiótico ha quedado demostrado en numerosos estudios de intervención en humanos, siendo además clínicamente utilizada como laxante y en el tratamiento de encefalopatía hepática. 2.4 Almidón resistente y oligosacáridos derivados de glucosa y almidón El almidón resistente (AR) está presente en legumbres, cereales y patatas, siendo definido como aquella porción de almidón que no puede ser digerido por las enzimas amilolíticas en el intestino delgado, pudiendo el 80‐90 % del almidón resistente ingerido ser fermentado de manera cooperativa por la microbiota intestinal para producir SCFA, tales como acetato, butirato, propionato y valerato. Martínez y col.25 llevaron a cabo un estudio en humanos con objeto de evaluar el impacto de AR sobre la composición de la microbiota fecal. Estos investigadores observaron un aumento de Actinobacteria y Bacteroidetes, decreciendo las poblaciones de Firmicutes, si bien los efectos observados a nivel de especie fueron dependientes del tipo de AR; además, observaron diferencias importantes en la respuesta a AR a nivel inter‐ individual. Los isomalto‐oligosacáridos (IMO) se encuentran de forma natural en la miel, si bien se obtienen comercialmente a partir del almidón mediante hidrólisis enzimática de α‐amilasas y pululanasas, y la posterior acción de transglucosidasas, obteniéndose como resultado una mezcla de oligosacáridos con enlaces α‐(1→4) y α(1→6) de diverso GP. Si bien estudios in vitro han demostrado su potencial bifidogénico, es necesaria una mayor evidencia científica que esté basada en estudios de intervención en humanos. La polidextrosa (PDX) es un glucano altamente ramificado de glucosa que se emplea como ingrediente alimentario, y presenta un GP medio de 12 con diferentes enlaces glicosídicos. Si bien PDX es parcialmente resistente a digestión, no existe suficiente evidencia científica que demuestre su potencial efecto bifidogénico en humanos. Los gluco‐oligosacáridos se componen de unidades de glucosa unidas con enlaces α‐(1→6) que presentan además ramificaciones con enlaces α‐(1→2) y α‐(1→3). Se obtiene mediante síntesis enzimática a partir de sacarosa y maltosa utilizando dextranosacarasas. Los gluco‐oligosacáridos son resistentes a la acción de las enzimas digestivas, habiéndose demostrado su potencial bifidogénico in vitro. 2.5 Otros carbohidratos potencialmente prebióticos Los oligosacáridos derivados de pectina (POS) son moléculas complejas procedentes de la despolimerización parcial de la pectina mediante hidrólisis química o enzimática, mostrando una elevada diversidad estructural. La piel de cítricos (naranja, limón) y manzanas son utilizadas generalmente como fuente de pectinas a partir de las cuales se pueden obtener POS. Recientemente, Gómez y col.26 han demostrado el potencial prebiótico in vitro de POS derivados de la piel de la naranja, observándose tras su fermentación una estimulación en el crecimiento de bifidobacterias y lactobacilos utilizando inóculos fecales humanos. Hasta la fecha, no existe evidencia científica sobre las propiedades prebióticas de estos compuestos en estudios de intervención en humanos. Los xilo‐oligosacáridos (XOS) están formados por cadenas de D‐xilosa unidas por enlaces β‐(1→4); se obtienen por hidrólisis enzimática de xilano procedente de madera de abedul, avena y mazorca de maíz; en ocasiones, las unidades de xilosa pueden estar sustituidas por arabinosa denominándose estos compuestos arabino‐oligosacáridos. Si bien se ha demostrado su potencial bifidogénico in vitro, no existen estudios llevados a cabo en humanos que corroboren su potencial prebiótico. 2.6 Prebióticos no carbohidratos Como se ha indicado anteriormente, el concepto actual de prebiótico no queda restringido a carbohidratos, extendiéndose su definición a otros grupos de compuestos. Dentro de estas familias de compuestos destacan los polifenoles por su resistencia al proceso digestivo; éstos no son absorbidos en el intestino delgado y alcanzan el colon donde son bio‐transformados y ejercen capacidad de modular la microbiota intestinal. Se han llevado a cabo numerosos estudios con polifenoles de diversas fuentes naturales tales como cacao, granada, té, frutos rojos, nueces y uva, entre otros, observándose de manera general que extractos enriquecidos en polifenoles ejercen un efecto modulador sobre la composición de la microbiota intestinal10. Diversos extractos enriquecidos en polifenoles han demostrado favorecer el crecimiento de A. muciniphila y F. prausnitzii en modelos in vitro e in vivo. Los polifenoles son metabolizados por la microbiota intestinal dando lugar a metabolitos biodisponibles. Estudios recientes parecen indicar que los efectos beneficiosos en salud asociados al consumo de polifenoles son dependientes de la utilización de éstos por lamicrobiota intestinal y los metabolitos generados más que de los polifenoles de origen per se. No obstante, los estudios que evidencian la actividad biológica de estos compuestos son limitados, probablemente debido a la variación inter‐individual de la microbiota intestinal existente y sus consecuencias metabólicas derivadas. 3. Oligosacáridos de la leche materna Aunque existen diversos factores que determinan el potencial prebiótico de la leche materna, los oligosacáridos (HMO por sus siglas en inglés) constituyen, en este sentido, su componente prebiótico más relevante. Estos oligosacáridos están presentes en concentraciones de 10‐15 g/L en la leche materna, con niveles significativamente superiores en el calostro (20‐25 g/L). Los HMO muestran una extraordinaria diversidad estructural con la presencia de hasta mil compuestos diferentes; en la actualidad, ̴100 han sido químicamente identificados y caracterizados. Los HMO se caracterizan por tener una lactosa terminal en el extremo reductor, siendo debida su diversidad estructural a la composición monomérica (D‐glucosa, D‐ galactosa, N‐acetilglucosamina, L‐fucosa y ácido siálico), grado de polimerización (DP en el rango 3‐15) y tipo de enlaces químicos27. De manera general, el 70 % de los HMO están fucosilados y el 20 % sialilados. Los principales componentes de los HMO son la lacto‐N‐tetraosa (LNT), lacto‐N‐neotetraosa (LNnT), así como la lactosa monofucosilada, monosialilada, difucosilada y diasililada. Los diez oligosacáridos mas abundantes constituyen el 46 % del total de los HMOs, si bien el perfil de oligosacáridos presente en leche materna presenta importantes diferencias entre individuos y a lo largo del periodo de lactación. En la actualidad, las implicaciones funcionales de la diversidad estructural de los HMO constituyen un área de investigación de extraordinaria relevancia. Datos experimentales y estudios clínicos han demostrado que los oligosacáridos presentes en la leche humana son resistentes a las condiciones ácidas del tracto gastrointestinal y a la actividad de las enzimas digestivas28, con niveles de supervivencia digestiva superiores al 95 %, llegando al colon de manera intacta; únicamente el 1 % de ellos atraviesan el epitelio intestinal y circulan por el torrente sanguíneo del lactante, pudiendo ejercer efectos beneficiosos sistémicos29. La mayoría de los oligosacáridos presentes en la leche materna son metabolizados por la microbiota intestinal, ejerciendo importantes funciones biológicas. Los HMO presentan capacidad de modular la microbiota intestinal, favoreciendo el crecimiento de bacterias beneficiosas, fundamentalmente bifidobacterias30. Mientras que las bifidobacterias son el grupo bacteriano dominante en muestras fecales de bebés alimentados con leche materna, aquellos alimentados con fórmulas infantiles presentan una microbiota más diversa, con una menor abundancia en Bifidobacterium, si bien existen trabajos que muestran resultados contradictorios. Las especies de bifidobacterias más frecuentes en el tracto intestinal de los lactantes son Bifidobacterium longum y B. breve; otras especies menos frecuentes son B. bifidum, B. pseudocatenolatum y B. catenulatum31. De manera general, las bifidobacterias presentan un cluster de genes dentro de módulos conservados que comprenden elementos reguladores, transportadores ABC con elevada afinidad proteica y glicosidasas; algunos de estos clusters contienen genes duplicados o elementos móviles que sugieren una rápida adaptación metabólica frente a la presencia de carbohidratos. Ward y col. demostraron el metabolismo selectivo de HMO por ciertas especies de bifidobacterias in vitro32. Por ejemplo, B. longum subsp. infantis contiene varios clusters que codifican sistemas de transporte y glicosil hidrolasas intracelulares con capacidad para metabolizar derivados HMO fucosilados y sialilados, sugiriéndose que estos HMO son internalizados y metabolizados. Si bien B. longum subsp. infantis es capaz de crecer cuando los HMO son la única fuente de carbono, otras especies de bifidobacterias no presentan esa capacidad. Así, B. longum subsp. longum y B. breve metabolizan lacto‐N‐ tetraosa pero no lacto‐N‐neotetraosa. De indudable interés fisiológico es el hecho de que los HMO favorecen la persistencia de las bifidobacterias en el intestino, incrementando su capacidad de unión a las células intestinales. Algunas especies de lactobacilos frecuentemente aisladas en heces de neonatos, tales como Lactobacillus reutieri, L. fermentum y L. gasseri no son capaces de utilizar HMO complejos; sin embargo, pueden crecer con oligosacáridos más simples, sugiriéndose que los lactobacilos podrían utilizar los HMO en cooperación con las bifidobacterias a través del mecanismo conocido como cross‐feeding33. Numerosos estudios científicos sugieren que los HMO son más que meros sustratos para la microbiota intestinal. La Tabla 28.2 muestra las principales funciones biológicas de los HMO en niños alimentados con leche materna. Así, ciertos oligosacáridos de la leche actúan como receptores análogos evitando la adhesión de patógenos al epitelio intestinal. Este principio es ilustrado por la inhibición en las tasas de infección de Campylobacter jejuni, una de las principales causas de diarrea y mortalidad infantil, debido a la presencia de HMO fucosilados; de este modo, la incidencia de diarrea por Campylobacter disminuyó en lactantes alimentados con leche materna ricas en 2´‐fucosil‐lactosa34. Los HMO inhiben la adhesión de Escherichia coli enteropatogénica en cultivos celulares, disminuyendo su citotoxicidad en modelos animales. Los HMO que contienen ácido siálico terminal inhiben la adhesión de Helicobacter pilori en células gástricas en cultivo. Estudios adicionales han demostrado que los oligosacáridos de la leche materna modulan la función de barrera de la mucosa epitelial35, disminuye el riesgo de enterocolitis necrotizante (NEC) en neonatos alimentados con leche materna en comparación con aquellos alimentados con formulaciones, presentando propiedades anti‐inflamatorias y reguladoras del sistema inmune36,37. Asimismo, los HMO modulan la respuesta de las células epiteliales intestinales; éstos reducen las tasas de crecimiento celular e inducen diferenciación y apoptosis en células epiteliales intestinales en cultivo alterando la expresión de genes implicados en el ciclo celular38. La combinación de estos mecanismos de actuación resulta en una protección efectiva del hospedador frente a una posible infección intestinal bacteriana o viral via modulación del sistema inmune, siendo ésta particularmente relevante en el periodo postnatal. Sus derivados con presencia de ácido siálico parecen jugar un papel importante en el desarrollo cerebral y cognitivo (memoria y aprendizaje) del neonato. Finalmente, existen aspectos relevantes que son necesarios investigar con mayor profundidad tales como los estudios mecanísticos del catabolismo de HMO, aspectos competitivos y de cooperación relativos a la interacción ecológica microbiana, así como sus implicaciones clínicas tanto en el periodo postnatal como en etapas posteriores de desarrollo del individuo. 4. Prebióticos en la salud humana: evidencia científica En la definición de prebióticos está implícita la consideración de que ejerzan un efecto beneficioso en la salud del hospedador a través de su interacción con la microbiota. Sin embargo, es difícil establecer la contribución propia atribuible a losprebióticos y los mecanismos implicados en dicho beneficio. También resulta difícil establecer una causalidad entre la presencia de estos compuestos y la mejora en la salud asociada a los cambios microbianos, pudiendo considerarse más bien una asociación de eventos. Además del efecto beneficioso derivado de su capacidad para modular el crecimiento y funcionalidad de bacterias beneficiosas, algunos estudios indican que determinados efectos beneficiosos de estos compuestos podrían ser debidos a los propios sustratos, como son el efecto protector frente a patógenos, actuando como análogos de los receptores que reconocen los patógenos y evitando la adhesión al epitelio intestinal, y la estimulación directa del sistema inmune. Además, existen distintos estudios que indican que los prebióticos pueden tener efectos beneficiosos en la prevención y reducción de la sintomatología de determinadas enfermedades, algunos de los cuales han sido recientemente incluidos en la Guía Global de la Organización Mundial de Gastroenterología sobre probióticos y prebióticos39. A continuación, se detallan algunas propiedades beneficiosas de los compuestos prebióticos evaluadas en estudios preclínicos y/o clínicos. 4.1 Mejora de la función intestinal Estudios en lactantes han demostrado que el empleo combinado de GOS e inulina puede incrementar la frecuencia de deposiciones, reducir la consistencia de las heces y favorecer la formación de SCFA40. Por otro lado, el consumo de inulina en adultos ha demostrado la capacidad de disminuir el tiempo de tránsito intestinal. Además del posible efecto de retención de agua por la fibra, la producción de SCFA podría influir en estos parámetros intestinales. De hecho, se ha descrito que los ácidos orgánicos pueden controlar la motilidad gastrointestinal, estimulando la producción en el colón de serotonina41. También se ha sugerido que los prebióticos pueden desempeñar un papel en la prevención de algunos tipos de diarrea. Este beneficio se atribuye a la estimulación selectiva del crecimiento de ciertas especies de lactobacilos, que pueden ayudar a la digestión de lactosa en individuos intolerantes, y de otros géneros bacterianos que pueden competir con algunos agentes infecciosos causantes de diarrea2. 4.2 Salud colónica Algunos efectos potencialmente beneficiosos de los prebióticos sobre la salud intestinal son una mayor resistencia contra la colonización de patógenos y la reducción en los niveles de toxinas y/o agentes cancerígenos en el intestino. Además, se considera que pueden contribuir a la salud intestinal mediante el mantenimiento de la integridad de la mucosa. 4.2.1 Resistencia frente a la colonización por patógenos El descenso del pH luminal, debido a la fermentación de prebióticos y la formación de SCFA, tiene un efecto modulador de la microbiota intestinal mediante la inhibición de patógenos potenciales sensibles al pH, como son las enterobacterias. La resistencia a la colonización por patógenos también tiene lugar mediante la promoción de grupos microbianos capaces de competir por nutrientes y por los sitios de adhesión de células epiteliales intestinales. También se ha sugerido que algunos oligosacáridos pueden prevenir la unión de patógenos a la superficie de la mucosa al actuar como receptores específicos en el lumen intestinal. 4.2.2 Integridad de la mucosa intestinal. El efecto barrera de la mucosa intestinal es uno de los principales mecanismos de defensa del organismo. Actúa no sólo como una barrera que protege el epitelio intestinal subyacente contra peligros químicos y biológicos, sino que también proporciona señales inmunorreguladoras. En animales adultos, se ha demostrado que la fermentación de fructanos afecta a la capa de mucus y aumenta la altura de las vellosidades y la profundidad de las criptas. Los FOS se ha descrito que disminuyen la permeabilidad intestinal y mejoran la integridad de las uniones estrechas entre células epiteliales. Los mecanismos responsables de este beneficio podrían implicar a los grupos bacterianos que son estimulados por los fructanos y que son capaces de aumentar la expresión de mucinas y de disminuir la permeabilidad epitelial. Además, el butirato también se ha descrito que puede regular la producción de mucina y la permeabilidad celular. La estimulación selectiva de especies beneficiosas como A. muciniphila puede ser un mecanismo adicional por el cual los prebióticos mejoran la función de barrera, ya que se ha descrito que este microorganismo mejora la integridad del epitelio intestinal4. La actividad antioxidante de los fructanos también explicaría su efecto protector frente a la oxidación de proteínas42. 4.2.3 Propiedades anticancerígenas Dentro de los posibles mecanismos que explicarían el papel protector de los prebióticos en etapas iniciales del desarrollo de cáncer colorrectal estaría la reducción del tiempo de tránsito intestinal, con lo que disminuiría el contacto de las células epiteliales con productos potencialmente tóxicos. También estaría asociado a la capacidad que presentan los prebióticos en modular la actividad y/o la composición de la microbiota intestinal, desplazando a parte de la microbiota responsable de la producción de carcinógenos potenciales8,43. Dentro de los SCFA producidos durante la fermentación, el butirato en particular posee efectos anti‐inflamatorios7, inhibe la proliferación e induce selectivamente la apoptosis de células cancerosas8. Sin embargo, faltan evidencias concluyentes sobre las propiedades anticancerígenas del butirato en humanos. Además de sus posibles efectos directos, los SCFA también afectan el ambiente intestinal disminuyendo el pH y así frenando la proteólisis y la absorción de amoníaco debido a la formación de iones en condiciones ácidas. Asimismo, la disminución del pH también afecta al metabolismo de los ácidos biliares y a su solubilidad, así como a ciertas actividades enzimáticas como nitro‐reductasas, azo‐ reductasas, β‐glucosidasas y β‐glucuronidasas, responsables de la formación de metabolitos tóxicos. 4.3 Estimulación de la absorción de minerales Los valores bajos de pH causados por la fermentación de prebióticos mejoran la solubilidad de calcio y magnesio y su absorción en roedores. La ingesta de prebióticos parece aumentar la densidad mineral ósea de adolescentes44, probablemente debido al incremento en las tasas de absorción de hierro y zinc45. No obstante, los efectos de los compuestos prebióticos sobre la absorción de minerales en ensayos clínicos no parecen ser consistentes en la literatura científica, requiriéndose estudios adicionales. 4.4 Regulación del apetito y efecto en el metabolismo energético Numerosos estudios han demostrado que el consumo de fructanos disminuye la ingesta de alimentos en roedores2 así como en niños y adultos que muestran sobrepeso y obesidad46. La ingesta de fructanos suele ir acompañada de un aumento de los péptidos GLP‐1 y YY y del descenso de grelina, reconocidos como péptidos que controlan el apetito47. Estos resultados también se han observado para GOS y oligosacáridos derivados de arabinoxilano (AXOS)48. El mecanismo de estos efectos estaría relacionado con la estimulación, mediante la producción de SCFA (particularmente butirato), de la expresión de los péptidos intestinales llevada a cabo por células enteroendocrinas47. Los SCFA también pueden promover la producciónde leptina, lo que mejora la sensibilidad a la insulina y controla la saciedad. Además, se ha demostrado que el acetato puede atravesar la barrera hematoencefálica en ratas y producir un efecto supresor del apetito a nivel del hipotálamo. Los fructanos mejoran la homeostasis de la glucosa y el metabolismo lipídico, disminuyendo el colesterol plasmático total y la concentración plasmática de triglicéridos; además, disminuyen la capacidad hepática de la síntesis de triglicéridos49. La ingesta de GOS, bien solos o combinados con inulina, también reducen los niveles de colesterol en lactantes y adultos obesos50. La formación de SCFA, particularmente el propionato, participaría en la disminución de la lipogénesis hepática. Estudios en modelos animales sugieren que los efectos metabólicos beneficiosos de los SCFA son el resultado de un mayor gasto energético. 4.5 Modulación de la respuesta inmune El tejido linfoide asociado al intestino constituye la región más extensa del sistema inmunológico del cuerpo y cumple un papel central en las funciones defensivas en el intestino grueso. El sistema inmune es activado constantemente por estructuras antigénicas bacterianas específicas tales como lipopolisacáridos, peptidoglicanos, polisacárido A, ácidos lipoteicoicos, lipoproteínas y ácidos nucleicos microbianos. Estas estructuras son identificadas por receptores de reconocimiento de patrones y provocan respuestas que son críticas para mantener la integridad de la barrera intestinal y la homeostasis microbiana del huésped51. Los efectos inmunomoduladores descritos para prebióticos incluyen el incremento de los niveles de inmunoglobulina A fecal y cambios en la producción de citoquinas así como en el número de linfocitos. Los cambios observados a menudo se atribuyen a la modulación de la microbiota intestinal y a la producción de SCFA y mucus2. Los SCFA tienen propiedades inmunomoduladoras directas sobre los receptores acoplados a proteína G (GPR41 y GPR43). Además, el butirato modula la producción de IL‐2, IFN‐γ y IL‐10 mediante la regulación del factor de transcripción NF‐κB51. 5. Alegaciones de salud de compuestos prebióticos en el marco europeo En la Unión Europea, las alegaciones de salud deben ser aprobadas por la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, European Food Safety Authority) y ser autorizadas por la Comisión Europea, estando concebidas para apoyar a los consumidores europeos a elegir alimentos que mejoren su estilo y calidad de vida. A pesar de los numerosos estudios científicos realizados a nivel de investigación básica y clínica sobre los aspectos beneficiosos de los compuestos prebióticos, sólo un número reducido de alegaciones de salud han sido aprobadas hasta la fecha por la EFSA (Tabla 28.3). Existen varias razones por las cuales las alegaciones de salud de los compuestos prebióticos han sido rechazadas por la EFSA, tales como la caracterización química insuficiente de los mismos debido a su enorme complejidad analítica, la ausencia de estudios de intervención en humanos robustos con objeto de validar las alegaciones de salud, o la necesidad de identificar biomarcadores que demuestren la causa y efecto del consumo de prebióticos en relación a los efectos beneficiosos de salud alegados, entre otros52. No obstante, existe cierta crítica por parte de la comunidad científica sobre la inconsistencia en la naturaleza de las opiniones de la EFSA así como en la falta de claridad sobre los criterios necesarios en los que sustentar las alegaciones de salud, desde el diseño de los experimentos a la utilización de palabras que definan la alegación de salud, las cuales deben ser claras y objetivas para el consumidor53. Además, existe cierta disparidad en la opinión científica sobre si un cambio en el número de microorganismos no‐patogénicos puede ser considerado como un marcador de salud digestiva y del sistema inmune. En este sentido, la EFSA ha publicado recientemente un documento‐ guía sobre los requerimientos científicos necesarios para aceptar alegaciones de salud sobre la función digestiva e inmune con objeto de facilitar el diseño experimental54. Acorde a los criterios de la EFSA, los cambios en microbiota intestinal deben ir acompañados de beneficios clínicos y/o fisiológicos. El desarrollo de plataformas analíticas moleculares, así como la identificación de biomarcadores y/o parámetros relacionados con la función digestiva y el sistema inmune son fundamentales en la caracterización, evaluación y desarrollo de compuestos prebióticos. Este esfuerzo estimulará la innovación en la industria alimentaria con objeto de ofrecer al consumidor compuestos prebióticos seguros con propiedades beneficiosas para su salud. Conclusiones El continuo avance en el conocimiento de sustancias que modulan la microbiota humana ha mejorado la caracterización de estos compuestos que pueda permitir una asignación más precisa de sus propiedades y, por tanto, de los mecanismos que contribuyen al efecto beneficioso (causalidad). Para ello, es importante determinar biomarcadores que permitan seleccionar las funciones beneficiosas para la salud en función de los prebióticos en estudio. También es necesario ampliar los grupos microbianos beneficiosos que pueden ser modulados por los prebióticos. En el conocimiento de prebióticos es cada vez más evidente la importancia de avanzar en el estudio de nuevas aplicaciones, además de profundizar en los beneficios en la funcionalidad intestinal. Referencias 1. Gibson GR, Roberfroid MB. Dietary modulation of the human colonic microbiota: Introducing the concept of prebiotics. J Nutr. 1995; 125: 1401‐1412. 2. Roberfroid M, Gibson GR, Hoyles L, et al. Prebiotic effects: metabolic and health benefits. Brit J Nutr. 2010; 104: S1‐S63. 3. Bindels LB, Delzenne NM, Cani PD, Walter J. Towards a more comprehensive concept for prebiotics. Nat Rev Gastroenterol Hepatol. 2015; 12: 303‐310. 4. Everard A, Belzer C, Geurts L, et al. Cross‐talk between Akkermansia muciniphila and intestinal epithelium controls diet‐induced obesity. Proc Natl Acad Sci USA 2013; 110: 9066‐9071. 5. Sokol H, Pigneur B, Watterlot L, et al. 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