Logo Studenta

Qué tipo de organización es el Estado

¡Estudia con miles de materiales!

Vista previa del material en texto

¿Qué tipo de organización es el Estado? Diferencias con gobierno y política
Condiciones históricas y teóricas para el surgimiento del Estado
Composición y dinámica
Funciones y características
Introducción
Poder: “capacidad de unos para coaccionar, influir y dirigir a otros, a fin de tomar e imponer decisiones sobre las personas y las cosas, sus jerarquizaciones, combinaciones y modos de utilización y aprovechamiento.
En la actualidad, el mundo cuenta con alrededor de doscientos estados independientes, que son los que conocemos con el nombre de “países”. En 1945 había unos cincuenta. En el siglo XVII, Europa central era un mosaico de…¡mil Estados! Aunque denominar de la misma manera a un país de la actualidad o a un imperio del siglo XVII sería incorrecto. Son muchas las diferencias que lo separan. 
La forma actual de organización política territorial tiene el nombre de país o de Estado Nacional. Más adelante plantearemos qué entendemos por Estados Nacionales, pero provisoriamente debemos registrar una realidad que en general se encuentra oculta, y es el hecho de que todos los países actuales se formaron a partir de diferentes identidades nacionales. Estas diferencias fueron aplastadas por alguna identidad más poderosa (hegemónica) a partir de procesos políticos en general (pero no solo) violentos, pero frecuentemente estas identidades siguen reclamando su reconocimiento; es el caso de las naciones indias americanas, pero también de las diferentes naciones que componen lo que se conoce como España, Francia, Suecia, Rusia, etc.
Para poder desembrollar un poco esta madeja, vamos a ir definiendo qué entendemos por cada uno de estos conceptos.
Hay muchas definiciones de Estado, pero a los fines de nuestro trabajo vamos a definirlo como: la instancia política que articula un sistema de dominación social. Su manifestación material es un conjunto
interdependiente de instituciones que conforman el aparato en el que se condensa el poder y los recursos de la dominación política. 
El estado detenta “…un poder supremo, surgido de las desigualdades y de los enfrentamientos, debe defender y conservar la sociedad, a partir y en contra de sus propias contradicciones y debilidades. Debe constituir una forma específica y decisoria de ordenamiento de las relaciones entre las clases, y de imposición de la voluntad de un grupo o fracción hegemónica sobre otras clases dominantes subordinadas y sobre las clases dominadas, mediante una combinación específica de lucha e integración, de coacción y de consenso”. 
Por lo tanto, para conocer cualquier realidad estatal nos preguntaremos: “¿quién ejerce el poder? ¿En representación y para beneficio de quiénes? ¿De qué modo? ¿Para qué? 
Tendemos a pensar que la forma organizativa de los estados como repúblicas (organización política con división de poderes) es una forma natural y que todos los países están organizados más o menos de la misma manera. Pero esto no es así hoy, y mucho menos en la antigüedad. La forma republicana es más bien una excepción, lo era mucho más en el siglo pasado y era una utopía hace poco más de 200 años.
Entonces, no hace tanto que hay repúblicas, pero hace bastante tiempo que hay estados. Los primeros estados están ubicados aproximadamente hace unos 10.000 años, pero durante cientos de miles de años, con anterioridad a ese momento, las sociedades se organizaban de maneras diferentes, sin necesitar ni crear condiciones para que hubiera estado. Para que pudieran construirse estados, tenía que haber ciertas condiciones imprescindibles: tenía que haber una sociedad que se organizara sobre la base de la división del trabajo entre quienes producían la riqueza y quienes se la apropiaban; también tenía que existir una producción considerable de excedente (porción de riqueza que supera el consumo de los productores y que puede ser apropiada por sectores no productivos para su manutención). Este tipo de sociedades poseen antagonismos inconciliables y violentos, así como frecuentes amenazas externas debido a disputas con pueblos vecinos. 
Funciones del Estado
· Desde que existe el Estado, en cualquiera de sus formas históricas pretende organizar, sistematizar, totalizar la sociedad; 
· expresa, instituye y conserva los conflictos que le dan nacimiento y sentido, atenuándolos y tornándolos compatibles con el orden social básico
· Se apropia del poder de la sociedad y acapara la fuerza colectiva y monopoliza toda la administración general
· Puede así acumular y extender continuamente amplios y complejos poderes de coacción, decisión política e ideología y agregar a las funciones sociales una serie de excrecencias que permiten al Estdo, a los grupos hegemónicos y dominantes y a la burocracia utilizar el poder para sus propios fines, incluso contra la sociedad en su conjunto y contra algunas de sus clases fundamentales o secundarias.
Carácter del Estado:
Por una parte, el Estado es siempre, en última instancia, la expresión de un sistema social determinado y el instrumento de las clases y fracciones hegemónicas y dominantes; corresponde a los intereses de estas y las expresa y consolida…el Estado nunca sirve exclusivamente a la sociedad en su conjunto ni a los intereses generales.
Es decir, que a diferencia de la opinión general de que “el Estado somos todos”, el Estado es siempre, básicamente el Estado de quienes dominan en la sociedad. Sin embargo, esto no puede mostrarse de tal manera en forma desnuda. En alguna medida debe cumplir con algunas necesidades e intereses generales de esa sociedad: actuar como árbitro, imponer orden, justicia y presentarse como garante del bien común. 
¿Por qué? Por las siguientes razones:
1. El sistema político (gobierno) y el Estado se configuran en el marco de las estructuras socioeconómicas, pero no son su exacto reflejo y guardan ciertas lógicas que no son las mismas que las del poder. Recordemos que todos los fenómenos de la sociedad son históricos, y, por lo tanto, se configuran y desarman en el tiempo. Entre los aspectos culturales, políticos y económicos los tiempos pueden ser diferentes.
2. porque la organización estatal se sostiene sobre la base de lograr legitimidad y consenso para sí y para su sistema de distribución desigual de riqueza y poder. Para generar este consenso, frecuentemente el Estado debe mediar entre los grupos componentes de las clases dominantes, y entre éstas y algunas de las dominadas o la sociedad en su conjunto, cuando las rivalidades, conflictos o tendencias destructivas amenazan la estabilidad o la existencia del sistema global. 
El Estado tiene dos tipos de funciones fundamentales: 
a. Función Política (no confundir con política en general): es lo que denominamos gobierno. Implica la formulación y ejecución de las decisiones que interesan a la sociedad en general y a sus principales divisiones y componentes.
b. Función administrativa: es la organización para llevar a cabo el funcionamiento de esa sociedad. Es una organización formalmente jerarquizada y el sometimiento a reglas relativamente estrictas. Es un medio para lograr los fines políticos. La organización de personas que las lleva a cabo es la burocracia.
¿Qué es la burocracia?
Es una capa social encargada de los asuntos públicos. Está siempre al servicio del orden establecido y de las clases o fracciones dominantes. Pero también tiene intereses propios de autopreservación y de privilegio. 
Es un cuerpo especializado de funciones y técnicas administrativas, un aparato y un patrimonio.
La burocracia se articula como un sistema preciso e institucionalizado de poder, saber y técnica. Se estructura a través de una jerarquía vertical de mando y de obediencia, para la elaboración y ejecución de normas, decisiones y actividades.
 
Distintos tipos de Estados
Los primeros estados
Los primeros estados se desarrollaron en algunos pocos núcleos, en Oriente Medio, Africa, norte de la India, China, en Centroamérica y los Andes septentrionales. Estos Estados surgen en ciudades que concentran poder sobre vastas zonas rurales; se las denomina Ciudad-Estadoy configuraron vastos imperios. Según Gordon Childe, las transformaciones que culminaron en la formación de ciudades-estados, se vincularon con procesos cuantitativos: “mayor concentración poblacional que la correspondiente a una aldea, mayor especialización laboral..., construcciones públicas de mayor porte..., estilos artísticos más homogéneos..., mayor volumen de intercambios a larga distancia. 
Pero junto al desarrollo de ciertos aspectos que ya existían, aparecieron algunas novedades: la tributación en tanto práctica regular y obligatoria de cesión de excedentes (no confundir con el actual sistema de impuestos), la emergencia de una clase gobernante, apropiadora del tributo, y diferente por ello de las eventuales élites no-estatales, como las que se reconocen en las sociedades de jefatura, la aparición de un sistema de registro como la escritura y su influencia sobre las ciencias exactas, la constitución de un nuevo tipo de lógica social que no depende de los principios sociales propios del parentesco”.
Este nuevo tipo de organización implica la existencia de lo que Max Weber identificó en 1922, en su caracterización del Estado, como el monopolio legítimo de la coerción. Ciertamente, es a través de la disponibilidad de los medios de coerción que un sector minoritario de la sociedad es capaz de imponer su voluntad a la mayoría de la población, de extraer un tributo regular y permanente, de regimentar y sostener los cuerpos de burócratas y especialistas a su servicio. 
Estos Estados estaban dirigidos por un grupo particular (una casta[footnoteRef:1] sacerdotal), separado del resto, ya que estos gobernantes sostenían que eran formas personificadas de los dioses. Estos jefes ya no eran, -como los propios de las aldeas de agricultores- parte de la comunidad, sino que constituían grupos exclusivos, “familias” emparentadas directamente con los dioses. Esta exclusividad partía de que sólo unos pocos podían manejar conocimientos muy complejos e importantes para la sociedad a los que daban estatus de sobrenaturales, aunque en realidad eran naturales: el conocimiento de los astros, de las regularidades anuales que permitían ajustar los tiempos de las tareas productivas (calendarios), de las matemáticas, de la escritura, etc. Estos conocimientos junto con la fuerza que le daba contar con especialistas de la guerra y con el poder de la religión, permitieron a esta casta sacerdotal organizar y movilizar enormes energías sociales para la transformación de la naturaleza y la generación de excedentes económicos y para imponer dimensiones culturales y políticas nuevas de una manera permanente: la construcción de obras monumentales que acompañan este tipo de organización cambiaron para siempre la relación del hombre con la naturaleza. Las obras de regadío, la construcción de caminos, de flotas para el comercio a distancia, de grandes centros de almacenamiento, de observatorios astronómicos, todo ello requería de especialización y concentración de fuerzas sociales. Esas fuerzas sociales que permiten una organización más compleja, como por ejemplo las grandes ciudades-estado, fueron usadas para resolver necesidades objetivas de la población, como el almacenamiento de alimentos para un año de malas cosechas y la posibilidad de redistribuirlos. Es decir que permitieron garantizar un grado de bienestar, que implicó a la vez en el inicio y con relación a procesos anteriores, cambios en las condiciones de vida y crecimiento de la población. [1: El concepto de casta remite a un grupo exclusivo al cual no se puede ingresar sino que se adquiere por nacimiento.] 
La contracara de estos procesos es que esas mismas fuerzas sociales fueron usadas también para desarrollar más perfectamente los instrumentos de dominación violentos –como el ejército– y culturales como los grandes templos y construcciones dedicadas a la reproducción ideológica del sistema. La casta sacerdotal se separa del trabajo social y de la producción y constituye un grupo minoritario de la sociedad que va a vivir del trabajo de las comunidades que deben sostenerla a partir del “tributo”. Nace así un nuevo tipo de desigualdad: la explotación. La explotación, entonces, constituye un nuevo tipo de poder, ya no es el poder de organizar el trabajo común y de distribuir sus beneficios (como hacían los “jefes” de cada comunidad) sino de imponer a cada comunidad que entregue una parte importante de su producto que pasa a sostener y enriquecer a esta casta sacerdotal. Esto es lo que se conoce como tributo. La explotación termina con las sociedades de cooperación y da paso a un nuevo tipo de sociedad: las sociedades de clase. 
Los estados coloniales
Hacia el siglo XV el comercio en Europa estaba en crecimiento, progresos en la metalurgia, minería y textiles, en la industria de las armas de fuego y en la navegación van a generar nuevas oportunidades comerciales y también más conflictos sociales. La rivalidad entre los reyes por expandir su poder y por sofocar las constantes rebeliones de señores feudales y también de campesinos y pobladores de las ciudades (burgueses) los llevan a imponer cada vez más transformaciones en las formas de ejercer la dominación política y económica. 
Los reyes comienzan a expandir su poder mediante la guerra y los matrimonios. Tratan de liberarse de las presiones de los señores feudales y también del papado, creando sus propias iglesias (reformas en Inglaterra, expansión del protestantismo) o aliándose con este (Castilla-Aragón). Las guerras de expansión europeas toman la forma de guerras de religión.
Los reyes necesitan cada vez más poder y riqueza, luchan por la supremacía de sus estados y se alían con banqueros y comerciantes. Esta alianza genera un nuevo tipo de Estado que se centrará en las conquistas y las guerras, sistematizará el pillaje, organizará el tráfico de esclavos y desplegarán una brutal acción represora contra los pobres, los de diferente religión, las disidencias políticas y las mujeres a quienes acusarán de brujas. 
La alianza entre los monarcas absolutos y las burguesías se traduce en una innovación: la intervención de las coronas en la economía como política de Estado. Así comienza a diseñarse los antecedentes de la unidad nacional, en la formación de un mercado nacional:
Creación de manufacturas (grandes talleres de la corona que producen –muchas veces con mano de obra de presos- mercancías que se intenta fomentar.
Monopolio o privilegio para nuevas producciones: se les otorga a determinados comerciantes la exclusividad sobre una producción o el comercio de ciertos bienes muy valiosos. Los reyes crean las compañías comerciales (asociación de los mayores comerciantes para lanzarse al comercio en las tierras que se van conquistando) y les otorgan grandes privilegios
Prohibiciones o tarifas contra la entrada de mercancías extranjeras.
Un momento histórico particular: la formación de los Estados Nacionales
Así como tenemos la impresión de que los estados siempre existieron, la misma opinión se tiene sobre las naciones. Esto es así porque los principios de identidad de los grupos se han ido formando y reformulando a través del tiempo y los procesos históricos. Es decir, que las naciones tampoco existieron siempre, sino que son también productos históricos: es decir, fenómenos situados en coordenadas de tiempo y espacio. En algunas regiones de Europa occidental, hacia el siglo XVI, se van dando procesos que Pierre Vilar denomina agrupaciones en potencia y comienza a plantearse el problema de organizar políticamente esas agrupaciones. Los reyes, por una parte, van conformando un territorio propio mediante alianzas matrimoniales y conquista; y por otro lado, van organizando un sistema económico, en alianza con los sectores urbanos de mercaderes. Vilar define estas alianzas como “una coalición de intereses dirigentes, próximos por unos orígenes y unos objetivos comunes…” (Vilar). El origen de los países actuales, es –en términos históricos- mucho más reciente, se vincula con los orígenes del capitalismo y se desarrollaen diferentes momentos en función de la propia historia de cada país. Podríamos decir que este proceso se desarrolla en Europa occidental desde el siglo XVI en adelante y que se va extendiendo; en América, a fines del siglo XIX y otros se construyeron en épocas más recientes, como después de la 2da. Guerra Mundial, o su constitución está todavía pendiente aún hoy. 
Para identificar cuándo hay un estado nación tenemos que verificar si el tipo de configuración reúne estas tres características (Oszlack): 
1. El monopolio de la fuerza sobre un territorio, la eliminación de los ejércitos locales o personales, y la dirección de esos ejércitos por un poder político centralizado. 
2. La integración económica mediante la creación de un mercado interno, sin aduanas y con un solo marco jurídico para realizar los intercambios dentro del propio territorio.
3. La integración cultural compulsiva. Para crear una sola identidad cultural, una región que logra dominar a las otras para construir un país, intenta suprimir las identidades culturales de las demás regiones o pueblos que han sido derrotados. La intención de esta integración es la de generar una identificación común, despreciando, o incluso ignorando otras identidades.
En este camino se identifican los intereses del Estado con los intereses colectivos de un común frente al exterior y así se iría configurando un Estado Nacional. 
Por su parte, la constitución del sistema de dominación que denominamos Estado Nacional supone la creación de una instancia y de un mecanismo capaz de articular y reproducir el conjunto de relaciones sociales establecidas dentro del ámbito material y simbólicamente delimitado por la nación. El Estado-nación se articula en torno a
dos elementos fundamentales: la soberanía y la ciudadanía. La soberanía corresponde al derecho de los Estados a ejercer la autoridad política de manera exclusiva e indivisible sobre un territorio geográfico definido y sobre un pueblo o grupo de pueblos que residen sobre ese territorio.. El respeto absoluto de la soberanía nacional es la condición sine qua non de la estabilidad europea después de 1648 y se mantendrá como el fundamento de todas las formas de gobernanza transnacionales que surgen desde entonces (mecanismos del congreso de Viena, luego Sociedad de las Naciones y Organización de las Naciones Unidas). El concepto de ciudadanía está inextricablemente vinculado con el de Estado. La soberanía está vinculada al territorio, es decir, la porción del planeta sobre el cual ese estado ejerce su dominio. Ese espacio está delimitado por fronteras.
Definimos fronteras como: líneas ideales que tiene por finalidad separar dos espacios con soberanías diferentes. “Estas fronteras de estado tienen un sentido muy neto: a uno y a otro lado no son válidas las mismas monedas, el derecho y la policía no son los mismos, ni lo son las lenguas oficiales; hay aduanas y pasaportes” (Vilar ) aunque sabemos bien que las lenguas populares no respetan las líneas ideales como es el caso de las lengua quechua y aimara o el del portugués y el español. En efecto las zonas de fronteras son espacios conflictivos donde las relaciones entre los diferentes grupos no pueden ser detenidas por las leyes de un estado. Con esto no queremos decir que no tengan efecto sobre las prácticas sociales de los habitantes de uno y otro país sino que a pesar de todo el esfuerzo puesto en separar las culturas, éstas saltan las barreras. Por lo tanto la definición de frontera debería completarse como un complejo espacio de interrelación, con elementos de separación, pero también de intercambio, interacción y construcción de identidades comunes.
Las fronteras actuales son el resultado de largos enfrentamientos entre pueblos que tienen una historia y que en determinado momento consolidaron líneas de separación de “soberanía” (hasta donde llega el poder de un estado). Si cerráramos los ojos y pusiéramos azarosamente un dedo sobre un mapa mundial sería posible reconstruir los conflictos y acuerdos interestatales que posibilitaron la creación de las fronteras del país sobre el que nos hubiésemos posado.
Las guerras entre estados fueron la forma histórica mediante la cual se conformaron y diferenciaron los estados y sus límites. Pero las guerras tienen otro propósito además, permiten organizar ejércitos centrales a partir de los cuales es posible establecer el monopolio de la fuerza en un territorio con la finalidad de dominar la sociedad que allí se desarrolla.
Este proceso se completa formando el Estado-Nación moderno cuando sus habitantes que eran súbditos (sujetos sin derecho sometidos a la voluntad de un soberano), se convierten en ciudadanos, es decir, cuando se impone el principio de representatividad. (Slavutsky)
El segundo aspecto que constituye el Estado Nación es la ciudadanía. La ciudadanía es la forma legal del individuo, la que lo vincula exclusivamente a un Estado (o dos o más para los individuos que tienen varias nacionalidades). En derecho internacional, ciudadanía y nacionalidad son equivalentes. Ciudadano y Estado tienen deberes específicos uno hacia el otro y es el Estado quien atribuye al ciudadano sus derechos (y de ser necesario, se los retira). A cambio, este último tiene teóricamente el derecho de cambiar de ciudadanía, pues no es sujeto ni pertenece a un príncipe. Fuera del caso, ya raro 100 en la actualidad, de los apátridas (“sin patria”), todos los habitantes del planeta son ciudadanos de un país o, si se prefiere, de un Estado-nación (el llamado pasaporte “europeo” es en primera instancia un pasaporte nacional.)
El pasaje de súbdito a ciudadano implica la noción de representatividad. En las sociedades donde había súbditos (monarquías, imperios, etc.) el poder del soberano se establecía a partir de una superioridad (frecuentemente de naturaleza divina) que permitía que ciertos miembros de determinadas familias tuvieran el derecho de gobernar por sobre el conjunto, mientras que los súbditos debían obedecerlos, y no podían elegirlos ni revocarlos. Los estados-nación modernos se encuentran organizados a partir de la división de poderes (ejecutivo, legislativo y judicial), bajo la forma de monarquías parlamentarias o –la mayor parte- de repúblicas y su población tiene el estatus de “ciudadanos”, sus derechos y obligaciones están fijados por ley y tienen el derecho a elegir a sus representantes. Formalmente, en estos estados-nación, la soberanía (el poder) lo tienen los ciudadanos y estos lo delegarían en sus representantes. La imposición de la representatividad da cuenta del cambio brutal que se introduce a partir de las revoluciones burguesas, en Europa entre los siglos XVII a XIX, en Estados Unidos a partir del siglo XVIII, en América Latina en el siglo XIX. En muchos lugares del mundo, las nociones de ciudadanía están hoy relativamente desarrolladas. 
En las sociedades capitalistas modernas, los ciudadanos delegan el poder en sus representantes, en otras palabras, el “pueblo soberano” delega el poder en los representantes que eligen libremente. Frente a estos procesos europeos, que luego se van extendiendo a otras regiones del globo, es preciso hacer dos comentarios:
1. el proceso de democratización –producto de la imposición de la representatividad- tuvo muchos avances y retrocesos, dado que, el voto no fue siempre universal. Recordemos que las mujeres llegan a votar en la Argentina a partir de 1951 hace tan solo 65 años.
2. Estos procesos se desarrollan conjuntamente con el poder de una clase social que va adquiriendo nuevos intereses y que se va desarrollando e imponiendo sobre otras. En Europa, a partir del siglo XVII, la burguesía mercantil fortalecida, se impuso políticamente y logró capturar el poder del estado, a partir de luchas en las cuales lograron unir al conjunto de los sectores populares ya sea contra un enemigo extranjero (como en los Países Bajos) o de la opresión de la nobleza (como en la revolución en Inglaterra y la Revolución Francesa). 
3. La Revolución Francesa es la que más rápida y profundamente logra imponerla idea de que el poder ya no se encuentra en el soberano sino en el pueblo, el cual delega su representación en los gobernantes. Esta fórmula fue explicada a partir de las teorías del contrato social desarrolladas por Hobbes en su Leviatan y por Locke. Ambas teóricas son una síntesis de la unión entre la idea de la responsabilidad individual y el valor de la competencia en el mundo capitalista. Para estas teorías no es el pueblo el que vota sino los individuos que “libremente” concurren a las urnas a expresar su voluntad. De esta manera, lo que se pretende es establecer a partir de la idea del individualismo y de libertad que los ciudadanos son responsables. Esto puede sintetizarse en la conocida frase “los pueblos tienen los gobernantes que se merecen”. 
Lo que mal ocultan estas teorías son las desigualdades económicas y sociales que se expresan en las condiciones reales de los individuos que ni nacen en condiciones iguales, ni tienen igualdad de oportunidades y ni siquiera tienen, en la práctica, los mismos derechos y garantías, aunque las leyes y constituciones así lo digan.
A partir de estas reflexiones, será tarea de aquellos que estudien la Historia de determinados pueblos, en determinados momentos preguntarse por las características de los estados, su conformación y sus funciones, ya que sin esta reflexión, no hay explicación histórica completa.
Bibliografía
Oszlak, Oscar. “Formación histórica del Estado en América Latina: elementos teórico-metodológicos para su estudio”.Versión publicada en Estudios CEDES, volumen I, 3, (1978).
Campagno, Marcelo. El origen de los primeros Estados. Eudeba 2007.
Slavutzky, Ariel. Elementos básicos sobre los estados-nación. Ficha de cátedra. 2017
Kaplan, Marcos. Formación del Estado Nacional en América Latina. Buenos Aires, Amorrortu 1983.
Vilar, Pierre, Iniciación al vocabulario del análisis histórico, Crítica-Grijalbo, México, 1988, Capítulo 5: “Pueblos, naciones y estados”. 
Gresores, Gabriela, “El arco de la diferencia” . En: Gabriela Gresores, Cristina Mateu y Claudio Spiguel (comp..) Reflexiones sobre Historia Social desde Nuestra América. Ed. Cienflores. 2014.

Continuar navegando