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Despertar el pasado, sembrar el territorio: La restauración de la memoria indı́gena en el pueblo nasa de Tierradentro Colombia, 1971–2016 By Sebastián Levalle Consejo Nacional de Investigaciones Cientif ı́cas y Técnicas, Universidad de Buenos Aires, and Universidad Nacional de José C Paz R e s u m e n La emergencia de los movimientos indı́genas en América Latina en el tercio final del siglo XX ha operado como una oportunidad para recrear la memoria colectiva. Centrado en el pueblo nasa de Tierradentro, este trabajo analiza las prácticas de restauración de la memoria indı́gena enfocándose en las articulaciones entre la memoria y el territorio. El terremoto que afectó Tierradentro en 1994 le permitió al pueblo nasa reconectarse con una memoria profunda que sintetiza la comunicación ontológica con el entorno vital. A su vez, el terremoto conformó un escenario propicio para el despliegue de procesos de subjetivación. La figura de la avalancha condensa esta articulación entre el territorio, la memoria y la resistencia. Restaurar la memoria significa despertar los conocimientos necesarios para restablecer el equilibrio cósmico. Estas memorias permiten sembrar el territorio y la subjetividad nasa más allá de Tierradentro, ampliando los escenarios de la resistencia indı́gena. [antropologı́a social, Colombia, etnicidad, indı́genas, memoria, teorı́a, territorio] A b s t r a c t The emergence of indigenous movements in Latin America has operated as an op- portunity to re-create collective memory. This article analyzes the restoration prac- tices of indigenous memory, focusing on the articulations between memory and territory among the Nasa people of Tierradentro. The earthquake that affected Tier- radentro in 1994 allowed the Nasa people to reconnect with a deeper memory, a spiritual dimension that synthesizes the ontological communication with the living The Journal of Latin American and Caribbean Anthropology, Vol. 0, No. 0, pp. 1–18. ISSN 1935-4932, online ISSN 1935-4940. C© 2018 by the American Anthropological Association. All rights reserved. DOI: 10.1111/jlca.12383 1 environment. Interpreted as a call of nature, these experiences allowed deconstructing the still images of their ethnic territory. In turn, the earthquake created a favorable scenario for the deployment of processes of subjectivation. The figure of the avalanche condenses this articulation among territory, memory, and resistance. The restoration of the collective memory signifies the restoration of knowledge necessary for recu- perating cosmic balance. These memories also allow extending Nasa territory beyond Tierradentro, expanding the scenarios of indigenous resistance. [social anthropology, Colombia, ethnicity, indigenous people, memory, theory, territory] “En cualquier lugar del planeta que yo estoy, soy Tierradentro, soy territorio, soy memoria.” Abelardo Ramos, lingüista nasa Introducción La subregión de Tierradentro, suroccidente de Colombia, aún conserva en su nombre la mirada del conquistador español que juzgó a este conjunto de cañones montañosos como una fortaleza inexpugnable.1 Pero Tierradentro bien podrı́a en- tenderse como un adentro de la tierra que se opone nominalmente a la Tierrafuera o al afuera de la tierra. Al interior de la categorı́a colonial que la nombra, acaso como un pliegue de ese afuera violento, esta subregión parece haber guardado una memoria resistente. En The Politics of Memory: Native Historical Interpretation in the Colombian Andes, Joanne Rappaport (1990:9) afirma que el pasado lejano y el reciente se unen con el presente en la topografı́a de Tierradentro. La memoria que se plasma en el territorio, reproducida en narrativas orales, ha llegado al texto escrito en un proceso de larga duración que se remonta al siglo XVI, cuando algunos de los más destacados lı́deres indı́genas lograron inscribir su propia conciencia histórica en los tı́tulos coloniales. La emergencia de los movimientos indı́genas en América Latina en el tercio final del siglo XX ha operado como una oportunidad para recrear la memoria colectiva. Las discursividades y los repertorios tı́picos de las luchas campesinas, forjados al compás de las polı́ticas estatales de reforma agraria, comenzaron a verse cuestionados desde un nuevo lugar de enunciación que resituaba la diferencia étnica como clivaje central de la historia y como sustrato de las luchas territori- ales. Con sus particularidades nacionales, en el conjunto del espacio andino las flamantes organizaciones indı́genas reconstruyeron las historias de sus pueblos. En el suroccidente colombiano, desde la creación del Consejo Regional Indı́gena 2 J o u r n a l o f L a t i n A m e r i c a n a n d C a r i b b e a n A n t h r o p o l o g y del Cauca (CRIC)2, la memoria indı́gena se difundió en cartillas, textos escolares y producciones académicas de sus intelectuales orgánicos. Los activistas del CRIC producen conocimiento en función de las necesidades polı́ticas de sus organizaciones, por eso Rappaport (2008) sostiene que ellos se com- portan como intelectuales orgánicos en sentido gramsciano. Estos intelectuales, postula esta autora, “entienden la cultura como una utopı́a.” Si bien recurren al pasado lo hacen para proyectarse hacia el futuro, con el objetivo de forjar una democracia pluralista que combine la justicia social con el respeto de la diferencia étnica (Rappaport 2008:303). En la construcción de estas utopı́as interculturales las prácticas que apelan a la memoria colectiva han jugado un papel central. En este artı́culo analizaré el despliegue de este proceso en Tierradentro como un trabajo de restauración de la memoria, según la propuesta que enarbola Ana Ramos (2015) en relación con varias interpretaciones de la obra de Walter Benjamin. Ramos sostiene que la memoria opera a partir de la identificación de imágenes verdaderas -hechos, experiencias y sensaciones del pasado-, que son iluminadas desde los intereses del presente. En el momento de restauración de la memoria, dichas imágenes permiten establecer una dialéctica pasado-presente que articula nuevos significados. El proceso de restauración de la memoria del CRIC comenzó en los años setenta del siglo veinte, cuando sus activistas recuperaron la figura de dos lı́deres nasa que habı́an luchado por la defensa de su territorio. Pero en Tierradentro, un terremoto y una serie de avalanchas desatadas el 6 de junio de 1994, operaron como una nueva posibilidad para el despliegue de la organización y de la memoria indı́gena. Los eventos de 1994 les permitieron a las comunidades nasa reconectar con una memoria profunda, una dimensión espiritual que sintetiza la interrelación ontológica con el entorno vital. En este nuevo contexto, el proceso de restauración de memoria desarrollado por el CRIC redundó en una serie de prácticas de investigación social llevadas adelante por intelectuales indı́genas que se interrogan por el pasado comunitario. Tanto desde la Universidad Autónoma Indı́gena Intercultural, creada formalmente en 2001, como desde el Centro Indı́gena de Investigaciones Interculturales de Tier- radentro (CIIIT), fundado en 2003, se han desarrollado prácticas investigativas. Pero en Tierradentro la investigación es un mirar hacia atrás para caminar hacia adelante. Los intereses de un presente atravesado por múltiples conflictividades iluminan selectivamente elementos del pasado compartido que se suponen útiles para orientar la acción polı́tica. El análisis de las prácticas de restauración de la memoria desarrolladas desde 1994 en Tierradentro ofrece un terreno fértil para repensar la polı́tica en los movimientos indı́genas latinoamericanos. Las polı́ticas de la memoria han ju- gado un papel central en estos procesos organizativos y han alimentado los debates 3 antropológicos contemporáneos. El acercamiento que ensayo en este texto pretende alejarsetanto de las concepciones esencialistas como de las tesis de la invención del pasado. Por eso recupero la concepción dialéctica que sugiere el legado benjamini- ano. Dicho enfoque permite construir un acercamiento dinámico al concepto de memoria. Partiendo de una perspectiva subalterna, esta aproximación pone en relación la dimensión del pasado con un futuro que se ofrece como posibilidad utópica. No obstante, al momento de abordar la territorialidad de la memoria entre los nasa, se hace necesario incorporar otras perspectivas. ¿Cómo entender la memoria colectiva cuando ésta se inscribe en el paisaje?, ¿En qué categorı́a conceptual cabe la agencia del Volcán nevado del Huila, entidad responsable del despertar de la memoria nasa en Tierradentro?, ¿Cómo dar cuenta de un conflicto polı́tico que es el resultado de estas agencias territoriales? Para desentrañar estas preguntas combino el enfoque de la restauración de la memoria con algunos elementos de la ontologı́a polı́tica (Blaser 2009), un campo de estudios que se aboca al análisis del conjunto de premisas ontológicas que se enactúan en los conflictos polı́ticos. En esta clave me propongo repensar la resistencia indı́gena en Tierradentro y su articulación con las prácticas de restauración de la memoria colectiva. La restauración de la memoria indı́gena en el CRIC Walter Benjamin (2002) concibe a la memoria como una dialéctica pasado- presente. La recuperación del pasado es necesaria, ese es el rol de la restauración, del recuerdo. Pero el significado que ese recuerdo ha adquirido es algo nuevo, inédito, que emerge con el reconocimiento que de él se hace desde la actuali- dad. En Walter Benjamin and the Antinomies of Tradition, John McCole (1993) argumenta que antes que una cualidad natural del ser humano, la memoria es para Benjamin una facultad históricamente mutable que opera mediante la iden- tificación de ı́ndices históricos en una serie de imágenes del pasado. El carácter histórico de estas imágenes, que Benjamin denominó imágenes dialécticas, habilita la correspondencia entre su contexto de origen y el momento en el cual ellas se vuelven legibles, ya que cada ahora es el ahora de una reconocibilidad particular (Benjamin 2002:463). Como destacan Mariela Rodrı́guez, Celina San Martı́n y Fabiana Nahuelquir (2015), se trata de imágenes que han quedado plegadas detrás de las narrativas oficiales y que para los sectores subalternos tienen el potencial de interrumpir el curso de la historia hegemónica y ofrecer nuevas interpretaciones. En el marco de las primeras recuperaciones de tierras, el proceso de restauración de memoria adquirió un nuevo dinamismo. La primera cartilla elaborada por el CRIC en 1971, que lleva por tı́tulo “Nuestras luchas de ayer y de hoy,” articula una memoria de las luchas indı́genas que hasta entonces habı́a sobrevivido en 4 J o u r n a l o f L a t i n A m e r i c a n a n d C a r i b b e a n A n t h r o p o l o g y narrativas orales. Si bien como ha mostrado Rappaport (1990), en los tı́tulos coloniales de los resguardos de Tierradentro, Juan Tama habı́a dejado constancia de sus luchas, estos documentos eran –en buena medida aún lo son- poco accesibles para los activistas indı́genas. En un ejercicio de lectura a contrapelo de la historia hegemónica, la primera cartilla del CRIC extrae del pasado las imágenes de dos lı́deres nasa, Juan Tama y Manuel Quintı́n Lame, y las reconecta con el presente de lucha del movimiento indı́gena organizado en el CRIC. Durante mucho tiempo, Juan Tama fue considerado por la sociedad caucana como el personaje central de una leyenda indı́gena. En su carácter de figura mi- tológica se lo concibió como un hijo de las estrellas hallado por los médicos tradicionales de Tierradentro en una laguna que actualmente lleva su nombre. Acorde con la leyenda, Tama habı́a descendido desde los cielos para convertirse en el lı́der capaz de unificar el pueblo nasa y defender su territorio. No obstante, el trabajo de archivo documental llevado a cabo por indı́genas (Quintı́n Lame 2004) y no indı́genas (Findji y Rojas 1985; Rappaport 1990) ha demostrado que Juan Tama de la Estrella es el nombre del cacique de Vitoncó y Pitayó que en el siglo XVIII logró el reconocimiento jurı́dico y la unificación de varios territorios indı́genas en calidad de resguardos. La imagen de este cacique, que habı́a estado relativamente olvidada, fue entonces recontextualizada en el presente de lucha indı́gena, tal como queda de manifiesto en el siguiente testimonio de un lı́der nasa: “En el momento en que se comienza la recuperación de las tierras, lo que saca es ese pasado, en carne de Juan Tama, y se coloca de presente allı́ . . . Juan Tama antes de la recuperación de tierras, de pronto poco a nada se sabı́a de él” (lı́der nasa, citado en Castillo Gómez 2009:128). Algo similar ocurre con la figura de Manuel Quintı́n Lame, hijo de migrantes nasa de Tierradentro, sometido al trabajo semiservil en la hacienda de San Isidro. Desde principios del siglo XX, este lı́der indı́gena habı́a desarrollado una serie de contiendas legales con el objetivo de recuperar las tierras de resguardo ocupadas por las haciendas. Las comunidades más tradicionales de Tierradentro desconfiaban de Lame, al que acusaban de haberse mestizado, y desde el activismo indı́gena se sospechaba de sus vı́nculos con el conservadurismo. Hacia fines de los años sesenta del siglo XX, dos integrantes de La Rosca de Investigación y Acción Social, un colectivo de investigadores comprometidos con las luchas populares, se dieron la tarea de recolectar evidencias sobre la vida de Quintı́n. La iniciativa partió de una conversación con el cabildo de Ortega, en el departamento de Tolima, y se desarrolló como un trabajo de investigación-acción participativa orientado a la transformación de la realidad social por medio de la praxis. Gonzalo Castillo Cárdenas y Vı́ctor Daniel Bonilla recorrieron pueblos del Tolima, del Huila y del Cauca conversando con los adultos mayores y con los famil- iares del lı́der nasa. Gracias al trabajo de campo fue posible dar con un manuscrito que el cacique habı́a dictado a un secretario en 1939. Un excompañero de Quintı́n 5 habı́a enterrado el tratado debajo de su casa para protegerlo de los actores armados que circulaban por el territorio en el contexto violento de mediados del siglo XX. Una vez desenterrado, La Rosca publicó el texto de Lame con el tı́tulo “En defensa de mi raza” y distribuyó los primeros cincuenta ejemplares en la segunda asamblea del CRIC en septiembre de 1971.3 En una entrevista reciente, Vı́ctor Daniel me relataba lo que a su juicio fue el primer debate por razones ideológicas en el movimiento indı́gena. Una vez terminada la asamblea, Bonilla se dirigió a la casa de un antropólogo donde estaban reunidos las autoridades del CRIC y algunos colaboradores: Al regresar nos están esperando en la casa de un antropólogo . . . ¿Qué pasa? Yo entrego los libros de la primera edición a Quintı́n, a Trino . . . y de pronto estalla la voz: ¡¿Pero cómo es posible?!, ¡¿Pero usted está loco?! ( . . . ) ¡¿Cómo se le ocurre publicar esta vaina?! ( . . . ) ¡¿Pero usted sabe quién es Quintı́n Lame?!” ( . . . ) “¡¿Pero usted no sabe que fue un godo, un amigo de los terratenientes, de los grandes de Bogotá . . . ?! (Vı́ctor Daniel Bonilla, periodista y colaborador del CRIC, abril 18, 2016). El debate continuó y se multiplicaron las acusaciones a Quintı́n Lame. Bonilla entonces tomó la palabra para relatar el objetivo del trabajo. Destacó que la pub- licación habı́a sido el fruto del acuerdo original con las autoridades indı́genas en pos de difundir un texto para las comunidades y para fortalecer las luchas del movimiento indı́gena, y respondió a las acusaciones de los compañeros: Pero señores, por favor, no es lo único que hay en la vida de Quintı́n. Ustedes no conocensino lo que dijeron aquı́ los terratenientes, los curas, los politiqueros cuando él se fue. Y eso fue lo que quedó aquı́. Pero nunca supieron de toda la organización y lucha que hizo en el Tolima, porque nadie sabı́a de eso. Todo eso pasó, pues, clandestinamente y en oposición de los gobiernos locales allá (Vı́ctor Daniel Bonilla, periodista y colaborador del CRIC, abril 18, 2016). Como fruto de los debates de esta reunión se escribió aquella primera cartilla del CRIC, en la cual Quintı́n Lame fue considerado un luchador de la causa indı́gena. La puesta en texto de la memoria implicó una recontextualización en razón de la cual las imágenes dialécticas fueron leı́das en relación al contexto de emergencia del movimiento indı́gena. Este proceso de desligar un fragmento de un discurso de su contexto original para situarlo en un uno nuevo es lo que Richard Bauman y Charles Briggs (1990) denominan “entextualización.” Al ser recontextualizado, el fragmento discursivo adquiere nuevos sentidos. El trabajo de producción de la primera cartilla del CRIC condensó de forma particular las luchas por la entextualización de la memoria indı́gena del Cauca. Como puede leerse en el testimonio de Bonilla, la primera cartilla compone un texto contra la versión oficial de la historia. En términos de Benjamin, este 6 J o u r n a l o f L a t i n A m e r i c a n a n d C a r i b b e a n A n t h r o p o l o g y proceso de iluminación del pasado desde los intereses del presente constituye un momento polı́tico de la memoria que deriva en una constelación pasado-presente que antes no existı́a. Las figuras de Juan Tama y Manuel Quintı́n Lame aparecen como imágenes dialécticas, disrupciones en el devenir lineal de la historia oficial que habilitan la rememoración de situaciones olvidadas. La memoria tierra adentro: el despertar del nevado Como han destacado varios autores, en las sociedades indı́genas latinoamericanas el territorio constituye un modo de conservar y transmitir la memoria histórica (ver Santos-Granero 2004). Los misak, vecinos de los nasa, conciben a la historia como un caracol que camina por el territorio y por eso contar la historia solamente es posible recorriendo el espacio (Vasco, Dagua, y Aranda 1993). Comunidades quechuas del Perú utilizan el término willakuy para hacer referencia a algunos eventos ocurridos en el pasado. Los eventos ocurridos en tanto que willakuy revelan su acontecer en determinados sitios, se producen no únicamente en el tiempo sino fundamentalmente en el espacio. Consecuentemente, las historias narradas como willakuy hacen presente los eventos que mencionan (de la Cadena 2015). También en Tierradentro el proceso de restauración de la memoria indı́gena está ı́ntimamente ligado con la relación que los nasa han entablado con su en- torno. En Tierradentro los sitios sagrados condensan una dimensión mı́tica que remite a eventos históricos particulares. Al operar como un medio de significación de los acontecimientos del pasado, el territorio forma parte del proceso de inter- pretación de la historia (Rappaport 2004). Considerando el topónimo en cuestión podrı́amos concebir una memoria tierra-adentro, ya que el territorio, en tanto espacio historizado, es el lugar de enunciación de la memoria nasa. Pero para comprender esta afirmación es necesario desentrañar la noción de territorio. En la cosmovisión nasa, el mundo se compone de tres espacios diferentes pero interrelacionados. En el êe kiwe, “mundo de arriba,” habitan los astros, el trueno y los espı́ritus. En el naa kiwe, “mundo de acá,” existen los nasa y todos los seres vivos, incluyendo a los que las ciencias occidentales consideran inertes, como las piedras. En el tasx kiwe, “mundo de abajo,” están los minerales, algunos espı́ritus y los tapanos, unos seres pequeños a quienes en determinado momento de la historia se les atribuye el haber entregado las semillas a los seres humanos. La vida depende de la armonı́a y la comunicación entre estos tres mundos. Huber Castro, integrante de la UAIIN y del CIIIT, afirma al respecto: Estos tres mundos de distintos espacios y personajes sostienen estrecha relación entre sı́ y con el hombre, por eso un nasa nunca puede vivir aislado de todos los seres que habitan en estos tres mundos. Si los olvida y desarrolla su vida rompiendo 7 los tejidos que conectan con ellos, todo en conjunto será extinguido, porque la vida depende de la armonı́a y la comunicación (Castro 2009:23). Y aquı́ es donde interviene la memoria, ya que es a través de determinadas prácticas de recuerdo y olvido que los nasa consiguen ordenar su territorio. La restauración de la memoria es para estas comunidades una restauración de la comunicación con las entidades que conviven en el territorio. Otro integrante del centro de investigaciones expresaba esta concepción ontológica sobre el territorio y sobre la memoria afirmando que si bien los thê´ wala, los médicos tradicionales, con mayor conocimiento habı́an muerto, “los sitios de poder no se han acabado, ni se acabarán.” Estos sitios “retroalimentan el conocimiento de la cultura,” con lo cual esos conocimientos están siempre disponibles (citado en Levalle 2014:72). Entre los nasa el proceso de reordenar el vı́nculo territorial recibe el nombre de armonización. La armonización del territorio se logra a partir de un conjunto de rituales reciprocitarios con las presencias no humanas y se expresa cotidianamente en las señas que experimentan los thê´ wala. Los médicos tradicionales nasa y algunos mayores son capaces de sentir en su cuerpo lo que ellos consideran como mensajes del territorio. De este modo logran predecir acontecimientos importantes y descubrir el sentido oculto de determinadas situaciones. Cuando esas prácticas cosmogónicas pierden fuerza, acontece la desarmonización, una situación de rup- tura en la comunicación integral que los nasa practican con el territorio. Según los mayores y los médicos tradicionales eso fue precisamente lo que ocurrió en el terremoto de 1994 y por esto mismo se ha vuelto imprescindible reforzar las prácticas espirituales de armonización. El terremoto de 1994 se considera como un desastre complejo en el que la destrucción fue el producto del sismo, pero también de los deslizamientos y de los flujos de lodos (Olson y Sarmiento Prieto 1995:58). El evento arrojó un saldo de más de un millar de vı́ctimas, 28.000 damnificados y un 20% de la población de Páez en situación de desplazamiento. Desde las instituciones estatales el terremoto fue presentado como el producto de la reactivación de una ruptura de la corteza terrestre denominada Falla de Moras (INGEOMINAS 1994:14). Los representantes locales de la iglesia adjudicaron el sismo a la ira divina, calificándolo como un castigo de Dios. Pero los integrantes del CRIC construyeron otra interpretación de la catástrofe. Tras la avalancha de 1994, los miembros de los cabildos de Inzá y Paez se dieron la tarea de reunir a los thê´wala para sacar una conclusión acerca de los orı́genes del desastre.4 Inocencio Ramos, músico e integrante del Centro de In- vestigaciones Interculturales de Tierradentro, recuperaba estos debates en una de nuestras conversaciones: Desde nuestro conocimiento, entonces, empezamos a reunir los médicos, a ver qué pasa. Entonces dicen: “ah, es que el volcán está bravo,” “es que no hemos hecho 8 J o u r n a l o f L a t i n A m e r i c a n a n d C a r i b b e a n A n t h r o p o l o g y ofrendas al volcán.” Bueno, ahı́ se empezó como a ir mirando de que hemos dejado de practicar muchos rituales. Entonces la razón real de por qué la avalancha era porque estamos dejando de ser indı́genas, nos estamos blanqueando demasiado y la tierra nos llamó la atención. Eso fue como la interpretación que sacamos con los médicos (Inocencio Ramos, integrante del CIIIT y de la UAIIN, abril 3, 2016).Para las comunidades nasa de Tierradentro, el volcán nevado del Huila com- prende una entidad sensible de primer orden, un referente moral y espacial que opera como una frontera con la población blanca y como factor de control y organización étnica (Gómez y Ruı́z 1997:113). Como se puede corroborar en el testimonio de Inocencio, el hecho de adjudicar el desastre a la acción del volcán les permitió a los intelectuales orgánicos del CRIC en Tierradentro articular las prácticas de memoria con la territorialidad nasa. Después de la catástrofe, trescien- tos médicos tradicionales visitaron la Laguna de Juan Tama y constataron que el cacique, hijo del agua y por eso relacionado con las avalanchas, “estaba bravo” con los nasa. Para remediar la situación, los médicos continuaron con las reuniones y desde las organizaciones indı́genas se trabajó en el fortalecimiento del calendario de rituales que practican las comunidades (Omar Julián Fincué, integrante de la UAIIN, marzo 22, 2016). Si bien desde el Estado se descartó que el sismo estuviese asociado a una erupción volcánica, en el imaginario de los comuneros persiste la asociación entre ambos. Detrás de las diferentes interpretaciones del desastre de 1994 descansa un desacuerdo ontopolı́tico (Blaser 2009). Antes que un dilema multicultural, las diversas explicaciones sobre el suceso de 1994 dan cuenta de un conflicto entre una ontologı́a que parte de la diferencia cultura/naturaleza –la ontologı́a moderna- y otra que se construye relacionalmente. En las ontologı́as relacionales todo lo que existe tiene agencia y voluntad propia (Blaser y de la Cadena 2009). De este modo, se dibuja un desacuerdo fundamental alrededor de la constitución de las partes sensibles que conforman el mundo tal como es concebido por cada uno de los actores. Los nasa se designan a sı́ mismos como nasakiwe, un autónimo que conjuga la palabra gente (nasa) con el territorio (kiwe). Como ha planteado Herinaldy Gómez (2000), se trata de dos palabras que se implican mutuamente, ya que nasa es todo lo que existe en el kiwe y en el territorio todo es nasa, todo tiene vida. En el evento de 1994, la polı́tica no aparece como el campo de disputa entre interpretaciones culturales distintas sobre un mundo común, sino más bien, como el terreno en el que se contraponen los fundamentos del mundo y de sus entidades. El campo de la polı́tica involucra la agencia de las entidades sensibles que se constituyen en relación con los seres humanos. En su último libro, Marisol de la Cadena acude a Justo Oxa, un maestro quechua, para redefinir el concepto de ayllu andino. Como Huber Castro en 9 Tierradentro, Oxa también apela a la figura del tejido para denotar un sentido relacional del ser en ayllu: Ayllu is like a weaving, and all the beings in the world—people, animals, mountains, plants, etc.—are like the threads, we are part of the design. just as a thread by itself is not a weaving, and weavings are with threads, a runa is always in-ayllu with other beings—that is ayllu (citado en de la Cadena 2015:44). Las presencias no humanas –tirakuna-, los animales, las plantas y los seres humanos –runakuna- se conforman mutuamente mediante prácticas de cuidado o alimentación –denominadas uyway- que son enactuadas por los chamanes. Debatiendo con los estudios andinos, de la Cadena afirma que estas relaciones reciprocitarias son co-constitutivas, es decir que no se trata de una interacción entre entidades preexistentes sino de una intra-relación a partir de la cual emergen las entidades como tales. Por eso Oxa no dice “yo soy de Huantura” sino “Yo soy Huantura” (de la Cadena 2009); del mismo modo que Abelardo Ramos, el lingüista nasa del CRIC, afirma en el comienzo de este artı́culo: “soy Tierradentro, soy territorio, soy memoria.” Para acercarse a una comprensión más radical de estas afirmaciones es nece- sario liberar a la polı́tica de su referencia exclusiva al campo de la cultura. De la Cadena (2009:161–162) sostiene que las habilidades de habitar son habilidades polı́ticas porque involucran negociaciones o prácticas de cuidado mutuo sobre las que se fundan las entidades y el territorio. Es esta politicidad la que se puso en juego después del evento de 1994. Los intelectuales nasa concibieron este suceso bajo la figura de la desarmonización territorial, una categorı́a que involucra una dimensión moral. El terremoto es un llamado de atención pero de una clase muy particular, ya que viene a recordarles a los nasa que no deben perder sus prácticas culturales y sus conocimientos. Desde este marco, los intelectuales orgánicos del CRIC emprendieron un viaje hacia la memoria colectiva para recordar una serie de prácticas socioculturales que les permitieran permanecer junto al volcán. De este modo, el desastre resultó un evento crı́tico en el que aparecieron nuevas posibilidades para la memoria. Veena Das (1995) ha caracterizado a los eventos crı́ticos como momentos en los que la vida cotidiana es interrumpida y los mundos locales son destrozados. Los eventos crı́ticos posibilitan nuevos modos de acción que modifican las categorı́as con las que la gente opera. Stephan Feutchwang (citado en Carsten 2007) sugiere que estos eventos se configuran como puntos de referencia comunes para las generaciones posteriores, influyendo sobre las prácticas de memoria. Todo evento crı́tico puede abonar con el tiempo a producciones creativas de memoria y a nuevos vı́nculos. La relación entre la memoria y el territorio en el contexto del terremoto queda sintetizada en una anécdota que me compartió Omar Julián Fincué, profesor de nasa yuwe de la UAIIN, en el centro de formación de Segovia, en el resguardo de 10 J o u r n a l o f L a t i n A m e r i c a n a n d C a r i b b e a n A n t h r o p o l o g y Santa Rosa. Apostados en un costado de la cocina, conversábamos sobre el papel de la lengua en la construcción de conocimientos. En un momento dado, Omar hizo un paréntesis para explayarse acerca de los efectos del evento de 1994 y se quedó en silencio. Yo estaba dispuesto a continuar con mis preguntas, pero Omar me interrumpió y comenzó a contar esta historia: Y una cosa muy importante, una abuelita, cuando ya no tenı́a donde vivir . . . entonces estaban llevando a la abuelita y la abuelita salió y el helicóptero bajó a recoger. Entonces iba subiendo la abuelita y se acordó que tenı́a una mata colgada en . . . como en esta materita, ası́, pero en una ollita chiquitica de este tamaño. Intentó subirse y la abuelita sale corriendo. Y le dicen los pilotos: “es que no tenemos tiempo de dar espera.” Y le dice el otro: “pues esperemos.” Y claro, el impulso que tiene que hacer para levantarse el helicóptero y la abuela se va corriendo al rancho y la abuelita en el ranchito tenı́a colgada esa ollita chiquitica y la matica era matica de chayu´ts, yerba alegrı́a. Ahı́ el mensaje que nosotros sacamos es que en el desplazamiento de esa tragedia no se desplazó la gente por tierra, se desplazó la gente con todo el territorio (Omar Julián Fincué, integrante de la UAIIN, marzo 22, 2016). La memoria en este relato está representada por la yerba alegrı́a, chauy´ts, ella condensa, a modo de ı́ndice histórico, una sı́ntesis de la territorialidad nasa. En esta historia, la planta lleva un mensaje desde las generaciones pasadas, aludidas metafóricamente en la figura de la anciana, para las generaciones venideras que crecerán lejos de Páez pero dentro del territorio, o podrı́amos decir, fuera de Tierradentro pero dentro de la tierra. Huber Castro me comentaba que durante la reubicación, las poblaciones se dieron cuenta de que en sus nuevos territorios también existı́an espı́ritus, “que son las plantas, que son las quebradas.” Entonces las comunidades desplazadas “reactivaron la credibilidad por recuperar las energı́as relacionando a las plantas o las quebradas que ya se estabanperdiendo” (Huber Castro, integrante del CIIIT y de la UAIIN, marzo 26, 2016). Como en el relato de la anciana, aquı́ queda de manifiesto que en la concepción cultural nasa el territorio no constituye un elemento fijo. La imagen de la chauy´ts sugiere que el territorio se puede sembrar. La siembra conforma un modo de armonizar el territorio, de restaurar un equilibrio perdido desde la nueva situación presente. Conocimientos para la armonización territorial: el recordar de los pies descalzos Una vez concluidos los trabajos de reconstrucción producto del desastre de 1994, los cabildos de Páez conformaron la Asociación de Cabildos Nasa Çxhâçxha, que 11 vino a sumarse a la Asociación de Cabildos Juan Tama, fundada en 1993 por los cabildos de Inzá.5 En los primeros años las dos asociaciones indı́genas de Tier- radentro conformaron un único Consejo Zonal de Educación. Desde este espacio comenzó a pensarse la posibilidad de fundar un centro indı́gena de investiga- ciones para darle continuidad a varias propuestas de formación. En 2003 se creó el Centro Indı́gena de Investigaciones Interculturales de Tierradentro, conformado por varios intelectuales indı́genas y por algunos colaboradores externos. El CIIIT ha desarrollado trabajos de investigación en relación a un conjunto de temáticas consideradas prioritarias por las autoridades indı́genas: desarrollo comunitario, lenguas originarias, salud comunitaria, calendario agrofestivo, etnomatemáticas y pensamiento jurı́dico, entre otras. Sus investigaciones resultan ejercicios de par- ticipación y acción en los cuales se involucra el conjunto de la comunidad y tienen por objetivo último la defensa de la territorialidad comunitaria (Levalle 2014). El CIIIT se nutre de la extendida experiencia de colaboración entre indı́genas y profesionales externos que ha caracterizado al CRIC desde su fundación. La co- laboración ha habilitado la construcción de conocimientos a partir de teorı́as que vinculan a las ciencias sociales con conceptos nativos, una práctica que Rappaport (2008) ha denominado “co-teorización indı́gena-académica.” Esta autora identi- fica dos formas posibles de la co-teorización: la utilización de algunos sı́mbolos nativos como guı́as conceptuales, que es el camino ensayado por los misak junto al antropólogo Luı́s Guillermo Vasco Uribe (ver Vasco, Dagua y Aranda 1993), y la apropiación crı́tica de ideas universales, que es la metodologı́a que el CRIC ha puesto en práctica en su programa de educación bilingüe desde 1978 (Rappaport 2008:209). En el CIIIT este proceso toma visos propios ya que las investigaciones involucran la participación activa de distintos sectores de la comunidad (ver Levalle 2014). La creación de este centro de investigaciones viene a responder a la preocu- pación de desarmonización que habı́a planteado el evento de 1994. Los intelectuales orgánicos del CRIC en Tierradentro argumentaron que la naturaleza “no estaba siendo leı́da.” Para comprender los mensajes de la naturaleza se requerı́a practicar un conjunto de conocimientos que habı́an sido olvidados y que debı́an restaurarse. Para ejercer correctamente la comunicación con el territorio es necesario cul- tivar lo que los intelectuales orgánicos del CRIC designan como conocimiento propio. Aunque mis interlocutores no lo expresen exactamente con estas palabras, el conocimiento propio es el conocimiento que se recrea en la memoria colectiva. Por eso, generalmente hacen referencia a los adultos mayores y a los médicos tradi- cionales, a la lengua y al territorio como los depositarios de ese saber. Para los nasa el conocimiento propio existe más allá de los sujetos, es una promesa de las gen- eraciones pasadas que aguarda en los pliegues del territorio. “[E]l conocimiento propio está en todo el espacio, en el entorno social en que vivimos. O sea, nosotros convivimos haciendo esa memoria, y ahı́ está el conocimiento propio,” las palabras 12 J o u r n a l o f L a t i n A m e r i c a n a n d C a r i b b e a n A n t h r o p o l o g y de Omar Julián Fincué constatan esa particular articulación entre la memoria, el territorio y el conocimiento (Omar Julián Fincué, integrante de la UAIIN, marzo 22, 2016). Entonces el conocimiento propio es el que permite la convivencia ter- ritorial y social, ya que constituye el medio de comunicación privilegiado con el territorio y con las presencias que lo habitan. Una anécdota relatada por Huber resulta interesante para comprender algunas formas de acceso al conocimiento propio a partir de la comunicación con el territorio. Huber me comentaba que en los últimos años ha intentado diversos métodos para reactivar su capacidad sensorial. Un dı́a observó que un thê´wala se quitaba las botas para hacer el cateo del territorio y decidió probar la experiencia por su propia cuenta: Entonces hice el ejercicio de andar ası́ en pies limpios, salı́ a trabajar ahı́ en el tul6. ¿Y qué me pasó? Recordé todos los sueños. Y los sueños, empecé a pensar ¿por qué será?, y me fueron dando respuestas en semanas siguientes. Entonces, cuando el cuerpo no se junta con la madre tierra, el cuerpo no está muy . . . ¿Cómo le digo? No está flexible para lo que va a suceder o lo que está sucediendo. Como abierto . . . Entonces, esos son campos de investigaciones (Huber Castro, integrante del CIIIT y de la UAIIN, marzo 26, 2016). En este relato, el contacto sensorial con la tierra le permite a Huber reconectar con una serie de imágenes soñadas. A esta clase de memoria corporal, inconsciente e inesperada Benjamin (2002:211) la llamaba memoria involuntaria. Las imágenes dialécticas son imágenes soñadas y al mismo tiempo son una memoria involuntaria trasladada al colectivo (McCole 1993). No se trata entonces de recuperar un conocimiento perdido sino de desplegar un conocimiento que ha sido doblado por las fuerzas coloniales. Como afirma Inocencio, se trata de despertar aquello que está dormido: Entonces el preguntarse para fortalecer . . . lo que está dormido, lo que hay que despertar y activar para sembrar más esperanza, pues eso es lo que se viene haciendo ¿no? Pues es lento, entonces no es tan fácil en esta avalancha . . . Pero creo que es mucho lo que está activando. Está es como dormido, no es que esté perdido (Inocencio Ramos, integrante del CIIIT y de la UAIIN, febrero 13, 2013). Benjamin (2002:486) decı́a que despertarse es el caso ejemplar del recordar: “The now of recognizability is the moment of awakening.”7 La memoria, como el sueño, implica hacer las cosas presentes. La primera relación que Benjamin establece entre el soñar y la memoria, según McCole (1993), es su carácter invo- luntario. Una segunda relación surge del olvidar. Tanto el sueño como la memoria involucran un olvido, el primero implica el olvido de las preocupaciones del dı́a a dı́a, mientras que la segunda conlleva una desatención del presente inmediato. La habilidad mimética, habilidad de producir similitudes o correspondencias, 13 constituye otra conexión entre memoria y sueño. La resonancia intangible, elusiva, entre un momento presente y otro del pasado es lo que permite la memoria. Como hemos visto en el apartado anterior, para los nasa el terremoto fue un despertar del volcán. Ahora Inocencio invierte esta relación al comparar la memoria, lo que hay que despertar, con una avalancha. No se trata de una metáfora azarosa: en la cosmogonı́a nasa los caciques más importantes descienden por los cauces de los rı́os en ocasión de las avalanchas. La avalancha es ese pasado que acude dramáticamente al presente para expandir el futuro como horizonte colectivo. Varios autores (Buck Morss 1989; Löwy 2012; McCole 1993) destacan que para Benjamin la habilidad de percibir similitudes se sustenta en una forma de concien- cia arcaica, estrechamente relacionada con el mito. Las imágenes de la memoria tienenformas arabescas, remiten al laberinto, que es para Benjamin el paradigma de la espacialidad mı́tica: “[l]as correspondencias son los datos de la rememo- ración, no los datos de la historia sino los de la prehistoria” (Benjamin, citado en Lowy 2012:31). Las prácticas de los médicos tradicionales nasa comportan una constante búsqueda de correspondencias entre la situación presente y la dimensión mitológica y cosmogónica. Este trabajo de armonización recrea la correspondencia entre el pasado mı́tico y el presente en la percepción cotidiana del entorno nasa. Las investigaciones que desarrolla el CIIIT son una apuesta por ampliar y colec- tivizar estas prácticas. Las metodologı́as participativas que este centro implementa (ver al respecto: Caicedo y Parra 2009; Levalle 2014) pretenden constituir a la co- munidad como sujeto de conocimiento, recreando o reactivando las capacidades sensoriales. El CIIIT tiene la tarea de proteger y recrear el conocimiento propio porque sólo de este modo es posible reconocer los mensajes de las presencias no humanas que componen la ontologı́a nasa y reinstalar la comunicación integral con el entorno vital. Por eso, este centro de investigaciones no responde a la cons- trucción de un acervo de conocimientos académicos. Por el contrario, el CIIIT compone una estrategia para restaurar el equilibrio territorial, constituyéndose como una respuesta a la desarmonización que el evento de 1994 vino a poner de manifiesto. Palabras Finales En “Alarma de Incendio,” Benjamin (1988) plantea que la idea moderna del pro- greso amenaza con hacer estallar el futuro. Es necesario, afirma, actuar antes de que la chispa alcance la dinamita. Para detener el tren suicida del progreso occidental se impone la revolución social. La revolución es en Benjamin un freno de emergencia, un proceso gracias al cual el pasado aparece proyectado como porvenir utópico. En este sentido, la revolución se presenta como condición de posibilidad para el despliegue de la dialéctica de la memoria. 14 J o u r n a l o f L a t i n A m e r i c a n a n d C a r i b b e a n A n t h r o p o l o g y Los intelectuales del CRIC en Tierradentro sostienen que no solamente la humanidad es la que reacciona ante el devenir de la historia. Aquı́, el territorio sacude a los hombres dormidos. La utopı́a memoriosa de los nasa, plegada por las narrativas coloniales, tiene en el territorio su trinchera fundamental. Por eso, el acontecer del pasado en el presente, la memoria, también se expresa bajo la metáfora de la avalancha. La memoria emerge de la profundidad de la tierra, pero no lo hace como un recuerdo que brota apacible bajo el sol de un atardecer de ensueño -una imagen que propone Benjamin para los momentos auráticos que servirán de base al recuerdo. La memoria nasa se anuncia con un rugido lejano y se desata arrolladoramente. La metáfora nasa de la avalancha pareciera sugerir que la colonialidad no se puede deconstruir con los mecanismos que ella misma puso en práctica. Antes que la revolución social, son las entidades sensibles que conviven en el territorio las que interrumpen el progreso y desarticulan la apariencia de unidirecionalidad del presente. En el cauce de la avalancha perecen elementos que parecı́an inamovibles. Las avalanchas de 1994, como las que sucedieron en 2007 y 2008, destruyeron puentes, caminos, viviendas, campamentos guerrilleros, iglesias. Los investigadores del CRIC concibieron esa destrucción como una reparación moral: el territorio ofrece la posibilidad de recrear los viejos caminos en desuso. Este fue el freno de emergencia del pueblo nasa de Tierradentro. Considero que la experiencia de restauración de la memoria del pueblo nasa de Tierradentro puede ayudarnos a repensar la polı́tica y la resistencia en los movimientos indı́genas latinoamericanos. Ası́ como en los Andes peruanos, la montaña de Ausangate colabora con los runakuna para derrotar legalmente a los hacendados (de la Cadena 2015), en Tierradentro el volcán nevado del Huila toma parte activa en la resistencia nasa. En el relato de Inocencio, las entidades sensibles que toman cuerpo en el volcán y en las avalanchas son las que reinstalan la etnicidad de un modo conflictivo, ellas conforman la posibilidad de la resistencia colectiva. Si la restauración de la memoria no puede entenderse como una tradición inventada, la agencia de estas entidades tampoco debe interpretarse como mera estrategia discursiva. Una sentencia de esta clase supondrı́a que la subjetividad nasa constituye una exterioridad respecto del territorio. Pero como se pone de manifiesto en los procesos de armonización territorial, nasa y kiwe son entidades co-constituidas, su interdependencia se remonta a su propia existencia. Estas reflexiones permiten revisar algunas de nuestras categorı́as de análisis. La subjetividad se manifiesta aquı́ como interioridad respecto del entorno vital, por ende, no hay sujetos a priori, no hay sujetos sin territorio, lo que equivale a decir que no hay sujetos sin historia. A pesar de lo que podrı́a suponerse a primera vista, la simbiosis entre el sujeto y el territorio no abreva en una concepción esencialista de la subjetividad, porque, como hemos visto arriba, el territorio aparece ahora despojado de su constreñimiento geográfico. Sembrar el territorio 15 es también sembrar los sujetos. Y por eso mismo la polı́tica resulta una actividad que incorpora la acción de las entidades sensibles que conviven en el territorio. En Tierradentro el pasado no ha pasado. En la colonialidad del presente, el pasado parece algo acontecido, un momento concluido. Pero se trata en realidad de una temporalidad en espera. El pasado dormido que menciona Inocencio, es un tiempo al acecho, un presente posible que aguarda el momento propicio para desplegarse. Al ser digerido por la avalancha de la memoria, el presente se revela aquı́ también como fantasmagorı́a, como un no tiempo histórico, mera vivencia. Una vez despertado, ese tiempo latente desata su acontecer utópico. Para darle sentido al evento crı́tico que inaugura el terremoto se instala la necesidad de establecer nuevas conexiones con el pasado. En esas correspondencias se funda la plenitud de un presente memorioso. Pero una vez más, en el pueblo nasa estas conexiones se realizan territorialmente mediante una comunicación ontológica que recibe el nombre de armonización. La armonización reinstala el espacio relacional que conforma a los nasa y al kiwe, a los seres humanos y al territorio donde conviven las entidades sensibles. Los conocimientos que permiten la armonización territorial son designados por los intelectuales orgánicos de Tierradentro como conocimiento propio. Estos saberes se asumen como sanadores porque permiten una reparación ontológica. Son conocimientos que descansan en el pasado colectivo y que se han transmitido históricamente en los procedimientos rituales de los thê´wala. Los pies descalzos de Huber a la vera del atx´tul condensan ese ejercicio de reconexión con el territorio y con la memoria, ya que es en la comunicación territorial donde se revela el significado de las imágenes soñadas. Restaurar la memoria significa despertar esos conocimientos adormecidos por la colonialidad del presente para restablecer el equilibrio cósmico. Las avalanchas de 1994 derivaron en un proceso de relocalización de las co- munidades afectadas. Por primera vez desde los tiempos coloniales, los resguardos de Tierradentro se ampliaron, expandiéndose tierrafuera. La anécdota de Omar Julián acerca de la abuela que corrió a buscar su chayu´ts vino a mostrar que el territorio se puede sembrar. Sembrando la memoria, los nasa recrean su ter- ritorio. Como los renovales que brotan tras las avalanchas, la resistencia del pueblo nasa significa al mismo tiempo hacer crecer el territorio y cultivar la memoria. Notes 1Tierradentro es una subregióndel suroccidente de Colombia que se encuentra localizada en el departamento del Cauca y se conforma administrativamente por los municipios de Páez e Inzá. Más de 30.000 indı́genas habitan esta subregión, en su mayorı́a pertenecientes al pueblo nasa, 12.475 en Inzá y 21.050 en Páez, lo que equivale respectivamente al 45,91% y al 66,72% de la población municipal 16 J o u r n a l o f L a t i n A m e r i c a n a n d C a r i b b e a n A n t h r o p o l o g y (datos censales de 2005). Los indı́genas representan el 21,55% de la población departamental y el 3,4% de la población colombiana. 2El CRIC constituye una organización multiétnica en la cual predominan los indı́genas nasa y guambianos. 3Una versión reducida del texto de Quintı́n Lame habı́a sido publicada por el historiador Juan Friede con anterioridad a la edición de La Rosca. Tomando como base esta publicación la Organización Nacional Indı́gena de Colombia reeditó el texto recuperando su tı́tulo inicial, “Los pensamientos del indio que se educó dentro de las selvas colombianas.” Para más detalle acerca de la circulación de la obra de Lame ver Rappaport (2004b). 4En su etnografı́a sobre el pueblo nasa de Tierradentro, Herinaldy Gómez y Carlos Ruı́z (1997:114) destacan la influencia de las nociones cristianas de infierno y de castigo en esta interpretación del terremoto, que se remonta a la difundida representación indı́gena del nevado, como la casa del diablo. En el análisis de las lecturas culturales del riesgo que realizan estos autores se señala, además, que algunos mayores nasa establecieron que el terremoto habı́a sido el producto de la acción de Santo Tomás, un santo que se ha transformado en un personaje histórico con la habilidad de hacer temblar la tierra (Gómez y Ruı́z 1997:110). Sin negar estas interpretaciones, a los efectos de relatar el proceso de restauración de memoria en el CRIC, en este trabajo tomo la explicación del desastre de 1994 que he recolectado en las entrevistas y que coincide con la que institucionalmente ha elaborado la organización (véase, entre otros, PEBI 2004:98). 5En lı́nea con la nueva estructura de administración del Estado multicultural colombiano dispuesta por la constitución de 1991, el decreto 1088 de 1993 habilitó a los cabildos a agruparse en organizaciones de segundo grado. 6El atx´tul es la huerta que tradicionalmente rodea a la vivienda nasa. Además de proveer alimento, aquı́ se siembran las plantas medicinales. Se trata de un espacio organizado bajo un conjunto de normas de clasificación que guardan estrecha correspondencia con la cosmogonı́a, ya que se asume como territorio de convivencia de plantas, humanos y presencias espirituales. 7El momento de despertar ofrece la posibilidad de reconocer los ı́ndice históricos en el pasado: “Is awakening perhaps the synthesis of dream consciousness (as thesis) and waking consciousness (as antithesis)? Then the moment of awakening would be identical with the ‘now of recognizability’; in which things put on their true surrealist-face” (Benjamin 2002:463-464). Referencias citadas Bauman, Richard and Charles Briggs. 1990. “Poetics and Performance as Critical Perspectives on Language and Social Life.” Annual Review of Anthropology 19:59–88. Benjamin, Walter. 1988. Dirección única. Madrid: Alfaguara. Benjamin, Walter. 2002. The Arcades Project. Nueva York: Belknap Press. 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