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Reflexiones_en_tormo_a_la_actividad_proyectual

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reflexiones en torno a la 
actividad proyectual y 
la producción humana en la 
forma de lo arquitectónico
volumen 7
Colección / Lo arquitectónico y las ciencias de lo humano
Héctor García Olvera
Miguel Hierro Gómez
Adrián Baltierra Magaña
REFLEXIONES EN TORNO A LA 
ACTIVIDAD PROYECTUAL Y
LA PRODUCCIÓN HUMANA EN LA 
FORMA DE LO ARQUITECTÓNICO
Nombres: García Olvera, Héctor, autor | Hierro Gómez, Miguel, autor | Baltierra Magaña, 
Adrían, autor. 
Título: Reflexiones en torno a la actividad proyectual y la producción humana en la forma de lo 
arquitectónico 
Identificadores: ISBN: 978-607-30-3007-6. 
Temas: Arquitectura | Práctica proyectual | Producción social | Diseño arquitectónico. 
Disponible en https://repositorio.fa.unam.mx. 
Primera edición: septiembre de 2019. 
D.R. © Universidad Nacional Autónoma de México 
Facultad de Arquitectura, Circuito escolar s/n, Ciudad Universitaria, Coyoacán, C.P. 04510, 
México, Ciudad de México. 
Hecho en México. 
 
Excepto donde se indique lo contrario, esta obra está bajo una licencia Creative Commons 
Atribución-No comercial- Compartir igual 4.0 Internacional (CC BY-NC-SA 4.0 Internacional). 
https://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0/legalcode.es 
Correro electrónico: oficina.juridica@fa.unam.mx. 
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contribución bajo la misma licencia del original. 
En los casos que sea usada la presente obra, deben respetarse los términos especificados en 
esta licencia. 
 
 
 
Erandi Casanueva Gachuz 
Coordinadora Editorial 
 
Alberto Gisholt Tayabas 
Editor 
 
Amaranta Aguilar Escalona 
Responsable de diseño editorial 
 
Alma Éricka González Rayo 
Correción de estilo 
 
Daniela López Durán 
Apoyo editorial 
universidad nacional autónoma de méxico
facultad de arquitectura
REFLEXIONES EN TORNO A LA 
ACTIVIDAD PROYECTUAL Y
LA PRODUCCIÓN HUMANA EN LA 
FORMA DE LO ARQUITECTÓNICO
Colección Lo arquitectónico y las ciencias de lo humano
— héctor garcía olvera / miguel hierro gómez — 
adrián baltierra magaña
11 PREFACIO
15 INTRODUCCIÓN
» La práctica proyectual. La dicotomía entre el pensar y el hacer
 27 ENSAYO
 Miguel Hierro Gómez
 41 RÉPLICAS
 José Luis Sánchez Burgos 
 Héctor Allier Avendaño / Adrián Baltierra Magaña
» Acerca de las lógicas proyectuales
 51 ENSAYO
 Miguel Hierro Gómez / Adrián Baltierra Magaña
 67 RÉPLICAS
 José Luis Sánchez Burgos
 Héctor Allier Avendaño
» De los entendimientos de la arquitectónica como factor 
en la producción social de lo arquitectónico. Notas re-sueltas, 
para la cabal comprensión del problema
 75 ENSAYO
 Héctor García Olvera
 97 RÉPLICAS
 Mario Daniel Ávila Salazar / Héctor Allier Avendaño
 Mónica Sánchez Pineda
 Samuel Monroy Rubio
 Heriberto García Zamora
 José Luis Sánchez Burgos
Í N D I C E
» Sobre de los efectos de la tectónica en el entendimiento
 de la producción de lo arquitectónico. Notas desen- re-vueltas 
para la comprensión de este curioso asunto
 
 113 ENSAYO
 Héctor García Olvera
 137 RÉPLICAS
 María Elena Reyes Canseco
 Samuel Monroy Rubio 
 Heriberto García Zamora
» Acerca de la condición programática como instrumento
 teórico de control de la proyectación
 151 ENSAYO
 Miguel Hierro Gómez
 171 RÉPLICAS
 Fernando Medina de la Torre
 Héctor Allier Avedaño / Adrián Baltierra Magaña
 Samuel Monroy Rubio
 José Luis Sánchez Burgos
» Acerca de la racionalidad en la caracterización del diseño 
arquitectónico
 191 ENSAYO
 Miguel Hierro Gómez
 209 RÉPLICAS
 Héctor Guayaquil Sosa
 Gloria Medina Serna / Mauricio Trápaga Delfín 
 Samuel Monroy Rubio
 Heriberto García Zamora
 José Luis Sánchez Burgos
» Reflexiones en torno al creacionismo y al evolucionismo en el 
campo de la producción de lo arquitectónico. Notas liberadas 
para intervenir en los discursos abracadabrantes
 229 ENSAYO
 Héctor García Olvera
 253 RÉPLICAS
 Heriberto García Zamora / Samuel Monroy Rubio
 Héctor Allier Avendaño / Adrián Baltierra Magaña
» Sobre del sentido de la produccion de lo arquitectónico 
y de la determinacion de la forma. Notas alivianadas para 
entender a la arquitectura y al buen gusto
 
 263 ENSAYO
 Héctor García Olvera
 289 RÉPLICAS
 Héctor Allier Avedaño / Adrián Baltierra Magaña
 Samuel Monroy Rubio 
 Heriberto García Zamora
299 EPÍLOGO
303 LISTA DE REFERENCIAS
/ 1 1 
P R E F A C I O
Sea este demorado séptimo libro de la colección Lo arquitec-
tónico y las ciencias de lo humano, un signo más del necesario, progre-
sivo y azaroso avance de la investigación arquitectónica, orientada al 
discutible y revisable influjo de las diversas posturas disciplinarias sobre 
lo proyectual. Sea, pues, también una aportación dirigida a valorar la 
contribución de esas ciencias interventoras en la forja de una persuasiva, 
adecuada y pertinente conceptualización del proceso de producción de 
lo humano y el logro de lo arquitectónico.
Con esta obra, se busca intervenir en la producción y ampliación del 
conocimiento crítico, con lo que no sólo se habría de legitimar el am-
biguo quehacer proyectual y el diseño arquitectónico —y así definir el 
pensar del ámbito académico en el que se ha de conformar la precisa 
habilidad de los productores de la arquitectura— sino que se reivindi-
caría y hasta ejercería, con un ánimo receloso y discutidor, la pertinente 
y cautelosa averiguación entre las trascendentes relaciones sociales y los 
ámbitos productivos de lo humano y de lo vivo.
Este libro integra (tal como se ha experimentado en los volúmenes 
anteriores) el resultado de una labor colectiva, llevada a cabo por diver-
sos autores y plasmada en sus capítulos centrales, en los que se da la opor-
tuna conjunción entre dos miembros del Centro de Investigaciones, de la 
Facultad de Arquitectura, y una notable variedad de jóvenes profesores, 
partícipes activos, del curso seminario, taller permanente, denominado 
La experiencia del espacio y lo espacial, la vivencia del habitar, lo habi-
table y la habitabilidad en el ámbito del diseño arquitectónico. 
Por tanto, esta obra es, en mucho, producto de ese seminario anual, 
mediante el que se atiende a la sustancial demanda de apoyo que requie-
re la joven docencia de nuestra academia. En este volumen, se incluyen 
ocho consistentes y básicos ensayos, producidos en este taller, los cuales 
1 2 / p r e fa c i o
fungen como generadores de la indispensable actitud crítica y la conve-
niente postura forjadora de las necesarias y pertinentes dudas, respecto 
de lo que, finalmente, ha de entenderse en los procesos de la enseñanza 
y el aprendizaje del actual profesorado de esta facultad.
Por ello, buscamos que este libro (más allá de ser un producto para la 
promoción de lo meramente profesional y lo mercantil) sirva para forjar 
una visión que reconsidere el valor y la trascendencia con la que debe 
darse una precisa reflexión, lograble mediante una acción colectiva de 
investigación, ante un revisable escenario de la demanda de divulgación 
y el consumo editorial que, muy probablemente, aliente el trabajo aca-
démico de interlocución entre investigadores, profesores y estudiantes 
de la arquitectura y la producción de lo arquitectónico, para atender su 
necesaria, reflexiva y frágil labor formativa para lograr la madurez de 
su vital desarrollo humano, antes del profesional y el mercantil.
Desde luego que en esta obra seguimosincluyendo la presencia apor- 
tadora y complementaria de los maestrandos, alumnos del taller de in-
vestigación del campo del conocimiento del diseño arquitectónico, del 
Programa de Maestría y Doctorado en Arquitectura de la unam. Cabe 
destacar que la realización de los contenidos de este libro han sido posi-
bles gracias al aliento y apoyo de la Coordinación de Educación Conti-
nua, de la Facultad de Arquitectura y, en especial, de la Dirección General 
de Asuntos del Personal Académico (dgapa), quienes han gestionado, de 
manera estimulante, la presencia permanente de esta labor en sus pro-
gramas de apoyo a la docencia.
Debe entenderse que en el contenido de estos textos —y en las es-
pecíficas temáticas que los componen— se valora y enfatiza todo lo que 
sea discutible, dudable y revisable, así como todo lo que apoye y facilite 
la revisión crítica entre los partícipes de este proceso y los lectores, para 
lograr con este ejercicio una adecuada problematización, una firme ré-
plica y, sobre todo, la conducción hacia los estadios desconocidos donde 
yacen las pertinentes dudas. Así pues consideramos que siguiendo este 
proceso se ha de exigir una conveniente socialización del entendimiento 
permanente. Lectores, tengan pues en cuenta esta sana invitación: bus-
camos que se incorporen a este trabajo que no se limita a la publicación, 
sino que apenas abre la posibilidad de continuar con su planteamiento 
disciplinado. §
 / 1 5 
I N T R O D U C C I Ó N
En este libro, como en los anteriores, se ha propuesto difun-
dir el resultado de una cuidada labor colectiva, no individualista, de-
sarrollada por diversos autores, quienes han reunido, inicialmente, re-
flexiones y réplicas en torno a la discutible exposición, producto del 
trabajo, por un lado, de dos integrantes del Centro de Investigaciones, 
de la Facultad de Arquitectura: Héctor García Olvera y Miguel Hierro 
Gómez. Y, por otro, ante las aportaciones de estos investigadores, se abre 
el diálogo entre todos los jóvenes profesores, partícipes del curso semina-
rio, taller permanente La experiencia del espacio y lo espacial, la vivencia 
del habitar, lo habitable y la habitabilidad, en el ámbito del diseño de lo 
arquitectónico.
En este curso seminario, anualmente, se atiende la sustancial deman-
da de apoyo a la formación de la joven docencia de nuestra academia. El 
resultado de tal encuentro suelen ser ocho ensayos, en los que se eviden-
cia una deseable actitud crítica, una postura pertinente, así como las ne-
cesarias dudas sobre lo que puede y debe entenderse e incluso revisarse 
actualmente. Al ser los autores parte de la joven plantilla docente, sus 
reflexiones suelen tener eco y efecto en sus procesos de enseñanza y en 
la forma en que se abordan los aprendizajes de ésta y otras instituciones 
afines al interés de lo arquitectónico y, en especial, lo referente a su pro-
ducción y logro.
En el presente volumen, titulado Reflexiones en torno de la actividad 
proyectual y la producción humana en la forma de lo arquitectónico, se abor-
dan temas que buscan forjar la necesaria y emergente reflexión sobre la 
función y la práctica del diseño en el ámbito arquitectónico y, en espe-
cífico, en su producción material. Además, se revisan (en el sentido de 
su singular desempeño) las ideas de anclaje, inserción e influjo incisivo 
de disciplinas (en apariencia ajenas) como filosofía, historia, psicología, 
biología, etnología, sociología, entre otras, además de sus ramas y teorías 
1 6 / i n t r o d u c c i ó n
que, en buena medida, aclaran o permiten comprender mejor la presen-
cia o ausencia del riguroso conocimiento de lo humano.
Este libro invita a adentrarse en una sugerente variedad temas; en 
el capítulo uno, “La práctica proyectual: la dicotomía entre el pensar 
y el hacer”, se invita a pensar en la bifurcación entre los términos teoría y 
 práctica; además se adentra en cómo en el contexto académico existe una 
sutil idea que parece permear el desempeño de muchas prácticas de en-
señanza sobre la labor proyectual arquitectónica: la idea de “la práctica 
hace al maestro”. 
Así, en los troncales talleres de proyectos, esta noción refuerza el 
interés práctico del proyecto, y se discute cómo se ha de valorar ese ha-
cer proyectual, es decir, durante el adiestramiento más que lograr su en-
tendimiento, se revisita a modo de consigna eso de la “práctica hace al 
arquitecto”. Esta idea se extiende y permea el campo académico, de tal 
manera que algunos arquitectos que ejercen profesionalmente se adjudi-
can la autoridad para dar conferencias, enseñar y hablar de “sus obras”.
El mismo enfoque parece darse en las exposiciones organizadas en 
torno a la graciosa figura del “arquitecto” (donde la confianza se da bajo 
la idea de “es este arquitecto el que sabe de arquitectura”), quien se en-
carga de mostrar, sin duda alguna, que él, de manera individual, es el que 
la ha hecho. Esta noción equivocada es la que afianza la lógica de que en 
tanto se “aprende haciendo”, entonces lo aprendido es el glorioso objeto 
de su enseñanza.
El capítulo dos es el titulado “Acerca de las lógicas proyectuales”. Ahí 
se propone que existen muchos planteamientos teóricos sobre el senti-
do de la práctica del diseño arquitectónico y que, a partir de un extenso 
corpus bibliográfico al respecto, desarrollado a lo largo de la historia, 
es posible señalar la referencia constante a la práctica proyectual como 
toma de decisiones sobre la determinación de la forma arquitectónica. 
Esta revisión coloca en el centro del territorio a lo proyectual, al asumir-
lo como la planificación de acciones tendientes a conformar los objetos 
contenedores de lo arquitectónico. Ante este panorama, las distintas y 
disciplinarias conductas de la actividad proyectual se tendrán que de-
dicar a la compleja búsqueda de aquello que les debe dar sentido como 
mecanismo para decidir y cuestionar: ¿cuál será la referencia básica que 
intervenga en la definición de “la forma del objeto”? Y así, tanto en su 
i n t r o d u c c i ó n / 1 7 
concepción crítica como en sus aspectos propositivos, la noción de lógica 
(o el razonamiento aplicado a lo proyectual) podrá ser entendida como 
el revisable conjunto de elementos que le conferirán un determinado y 
anticipado sentido al objeto en su proyecto.
El capítulo tres se ocupa de “Los entendimientos de la arquitectónica 
como factor de la producción social de lo arquitectónico”, para propiciar 
la reflexión sobre cómo es que se ha ignorado (o no se ha entendido, de 
entrada), el viejo concepto de “la arquitectónica”, así como la idea que 
puede tenerse de ella y de su ejecución en el ámbito familiar de la pro-
ducción de lo arquitectónico. Esta reflexión atrae la revisable noción del 
importante y excepcional interventor, identificado como el arquitecto, 
en este campo. Además, se ofrece el análisis de algunos célebres casos de 
la identidad y se muestra cómo se da el reconocimiento de la aislada y 
exclusiva orientación de la misma producción de lo arquitectónico hacia 
el arduo campo de la excesiva mediación técnica, la pura y pragmática 
materialidad, la “estructuralidad” básicamente física y hasta la elemental 
economía concreta. Todo ello sin considerar que, en esta postura, actitud 
e interpretación es donde se ignora, flagrantemente, a la trascendente 
“arquitectónica”, necesaria en los modos de producción de lo que, fi-
nalmente, ha de ser plenamente lo arquitectónico. También, se hace la 
pertinente revisión del origen semántico de la noción de “la arquitectó-
nica”, de su realización histórica y de su intervención fundamental en 
los procesos del diseño, en la efectiva acción determinante de la forma y, 
por ende, en la producción social de lo arquitectónico.
El capítulo cuatro, llamado “Los efectos de la tectónica en el enten-
dimiento de la producción de lo arquitectónico” promueve la conside-
ración de la producción social de lo arquitectónico en relación con los 
medios de comunicación, con la “culturaarquitectónica”, con el recono-
cimiento de la revisable autoría de los arquitectos, con la frágil identidad 
de “sus” obras y sobre todo con la consecución de la habitabilidad. Se 
repara en los efectos de los cuentacuentos, en cómo los cronistas-profe-
sores interpretan los cuentos y cómo se relatan los trascendentes eventos 
con los que se proponen resolver problemas, con el pretexto de lograr esa 
producción. Se pone atención revisora en las estrategias con las que el ar-
quitecto desempeña su labor y su destreza interventora en la determina-
ción de la “forma” y en la concreción de la nueva edificación; además se 
1 8 / i n t r o d u c c i ó n
enfatiza en la producción de los efectos negativos que conlleva enfrentar 
las naturales exigencias, tanto de su uso como de su habitabilidad, donde 
se manifiesta lo imprevisto de los problemas centrales de la materialidad 
y de la estructura física de la “tectónica” o la razón técnica del proceso 
de producción social de lo arquitectónico. Finalmente, se pone atención 
en el lugar que dentro de este proceso posee el factor de la causalidad y 
de la previsibilidad sustancial del diseño.
En el capítulo cinco, titulado “Acerca de la condición programática 
como instrumento teórico de control de la proyectación”, se plantea, de 
nueva cuenta, la vieja discusión entre el significado operativo y el pa-
pel que ostenta el afamado “programa arquitectónico” en la elaboración 
del proyecto. Se parte del análisis del conjunto de operaciones anexas o 
previas a las actividades proyectuales que han sido interpretadas históri-
camente en dos visiones o tendencias diferentes, expuestas de la siguien-
te manera: una ligada al modo de concebir y desarrollar todo el proceso 
de elaboración del proyecto y, otra, como referencia de experiencias ar-
quitectónicas precedentes, racionalizándolas en la formulación de nue-
vas propuestas. En la primera tendencia, el programa arquitectónico es 
enunciado no sólo como indicador de lo que se demanda, en el sentido 
del destino de la edificación, sino como elemento metodológico neutral 
y generador de las formalizaciones que se proponen en un sentido fun-
cional; así, el objeto proyectado se considera resultado automático de las 
funciones previamente establecidas. En la segunda tendencia, la idea del 
programa arquitectónico se da como reflejo de las tendencias actuales, 
acopladas a las visiones de las ciencias con las que se conciben los objetos 
arquitectónicos, no como una forma cerrada y terminada, sino como un 
campo de acción posible, es decir, como un proceso en construcción, con 
la polivalencia de sus significados y la flexibilidad de sus usos. 
El capítulo seis, “Acerca de la racionalidad en la caracterización del 
diseño arquitectónico”, pone énfasis en un aspecto poco debatido en el 
ámbito académico, pues suele asumirse como un hecho indiscutible o una 
acción incontrovertible: la racionalidad de las actividades que compren-
den el proceso de la proyectación arquitectónica, tanto en los modos de 
control —en la organización de las fases de recolección de información 
y análisis de datos— como en la selección e interpretación de lo que se 
extiende hacia la “eficiencia” de los resultados y la formulación de los 
i n t r o d u c c i ó n / 1 9 
objetivos del proyecto. Esto abre preguntas y reflexiones acerca de las 
relaciones lógicas, las inferencias y los razonamientos que desembocan 
en decisiones que determinan la configuración de los objetos proyecta-
dos. Al parecer, en todo ello, se debaten las interpretaciones relativas a 
la subjetividad y a la objetividad de las acciones proyectuales: la razón 
contra la intuición, la relación del programa y el proyecto y, desde ello, 
la inquietud y la insistencia en los temas del control instrumental de la 
proyectación y las condiciones del procedimiento con el que se aborda 
esta labor; aunque, no se pretende abordar cómo llevar a cabo la elabo-
ración del diseño, sino que se busca plantear el problema del contenido 
de su enseñanza.
En el capítulo siete, referente a “Las reflexiones en torno al creacio-
nismo y al evolucionismo en el campo de la producción de lo arquitec-
tónico”, se revisa una atractiva y peligrosa idea sobre los arquitectos: se 
llega a pensar que, en el sorprendente y regocijante proceso de la pro-
ducción de lo arquitectónico, son “creativos”. Esta concepción plantea 
el problema de la creatividad de la arquitectura y la convicción de que el 
arquitecto es una especie de singular dios-demiurgo; esta noción también 
promueve entre diseñadores y arquitectos una veleidosa identidad. En 
este texto, adicionalmente, se explora el origen y el recorrido histórico 
de esta idea, así como la variedad de explicaciones sobre su existencia, 
sus sólidos anclajes con la ideología, la religión, la teología primitiva y, 
fundamentalmente, con las culturas originales de nuestro planeta. Así 
se enriquece la pertinente duda sobre el porqué en español se acuñó el 
término creatividad: sus conceptos y su trascendente vínculo con la ex-
presión latina ex nihilo, con la que se promueve “partir de la nada”, o sea, 
construir algo sin antecedentes, noción públicamente aceptada e identi-
ficada con el proceder de los más prestigiados arquitectos actuales. Con 
esto se abona a la construcción de una cultura creacionista, la cual entra 
en franca contradicción con los avances contemporáneos de la ciencia y 
el influjo de la biología evolucionista en su versión darwiniana.
Finalmente, en el capítulo ocho, “Sobre el sentido de la determina-
ción y la producción de la forma de lo arquitectónico”, se revisa el modo 
en que, desde nuestra realidad social, algunos individuos logran un ge-
nuino e inexplicable “emprestigiamiento”, es decir, adquieren prestigio 
al intervenir ex profeso en la disciplina propia de los arquitectos, con lo 
2 0 / i n t r o d u c c i ó n
que se insertan en las instancias superiores de los procesos sociales de 
producción: intervienen en lo que, en su momento, pudiera ser la ver-
dadera y objetual espacialidad habitable, la arquitectónica de personas 
reales, solicitantes de su pervivencia y en relación con el exigente y com-
plicado proceso colectivo o social de la determinación de la “forma”, de 
un objeto espacial que es posible producir o concretar del modo propio 
de lo arquitectónico. 
Aquí se marca la necesaria revisión crítica del entendimiento profe-
sional y académico de ese proceso, de los audaces intentos de los tratadis-
tas espontáneos, seudomagistrales e investigadores improvisados sobre 
el arduo problema de la incuestionada “determinación de la forma”, que 
en esa revisable visión se le adjudica, con gozosa exclusividad al que os-
tenta, legal o no, el honorable título de arquitecto. También se cuestiona 
la capacidad teorizante de los arquitectos sobre las esenciales relaciones 
entre la forma de lo arquitectónico con la presencia de lo necesario, fun-
cional, deseable, comportamental, usable, habitual, en última instancia, 
humano, y sobre todo, lo espacial, donde se ha de producir.
Cabe advertir que, con este libro, se nos ha permitido consolidar, en 
cierta medida, el sentido de la colección Lo arquitectónico y las ciencias 
de lo humano, pues hemos urdido multidisciplinariamente las ideas de 
la producción de la arquitectura con los avances de una serie de ciencias: 
biológicas, psicoantropológicas, socioeconómicas, culturales, ideológicas, 
entre otras, con lo cual hemos vinculado la experiencia de la producción 
de lo arquitectónico y de lo artístico con el ámbito y el sentido de su mi-
nuciosa teorización, además, hemos forjado un efectivo aparato crítico 
y una amplia base de apoyo bibliográfico. 
Debe considerarse el sentido de algunos de los ensayos que integran 
este volumen, pues su finalidad no es precisamente llegar a lo indiscuti-
ble, trascendente o solemne. No se pretende ser refinado, distinguido y 
culto, cuando se usan para calificar a personas que no saben reírse, cuyo 
pensamiento se limitaa lo básico y concreto. Para ellos, se han usado las 
sonoras onomatopeyas, los delicados sarcasmos y las palabras contun-
dentes, para fijar su atención y, en algún grado, denunciar y marcar lo 
ampuloso, autopanegírico, engreído y lamentablemente equivocado de 
numerosas aseveraciones sostenidas por algunos amanuenses y cronistas 
cuasiprofesores, bien insertos en ámbitos académicos como el nuestro.
i n t r o d u c c i ó n / 2 1 
Para muchos de estos textos, claro, se debe considerar al lector idó-
neo: el joven profesor, asistente a estos seminarios, quien ha manifesta-
do una alegre y alentadora mejoría de sus entendimientos, ha expuesto 
la pertinencia de sus dudas y sus nuevas formas de entender, explicar, 
conocer y enseñar. Este partícipe y lector que acepta que los textos pro-
puestos indican una actitud desenfadada, propicia una actitud revisora 
de las diferentes nociones de la compleja producción social de lo arqui-
tectónico, acompañada de alguna dosis de desconfiada y rigurosa ironía 
o leve, cuidadosa, lisonjera y efectiva parodia, apuntadora, eso sí, de los 
inconscientes mitos académicos con los que se asegura y mantiene, sin 
base alguna, la noción de que la arquitectura la producen los arquitectos.
Deberá advertirse que con estos ensayos y, en adición, sus réplicas o 
reportes se busca socializar el avance dialogal acerca de nuestros mitos 
y complejos académicos para contrarrestar la hegemonía de la opinión 
elegante y oportunista, flagrantemente autoelogiada, que exige la inter-
vención de formas de expresión joven, el lenguaje coloquial, natural y 
significativo para extender nuestra posibilidad de acercamiento a las fi-
bras de otra disciplina u otro idioma y descubrir no solamente lo cierto, 
sino lo auténtico que puede trascender al afán de solamente destacar, 
perdurar y subrepticiamente vender y exhibir anhelos de nuestro que-
hacer, por encima de ejercer nuestra agenda para lograr saber cómo sa-
ber y cómo intervenir en la producción material de un generoso entorno 
habitable, vivible y humano. 
Asimismo, debe considerarse que todos los textos presentados aquí 
dejan testimonio de una rigurosa labor de investigación, lectura, escri-
tura y reflexión. Fue un trabajo conjunto, no sólo de “los autores”, que 
aportó al logro de un producto parcial afinado y auspiciado por el pro-
yecto académico de la Coordinación de Educación Continua, para la ac-
tualización y el mejoramiento de la planta docente de esta facultad y que 
sigue orientándose hacia el ámbito temático del taller de arquitectura, a 
su seminario del área de proyectos de la licenciatura de esta facultad, a su 
posgrado en Arquitectura y, como índice de la presencia efectiva de Héc-
tor García Olvera y Miguel Hierro Gómez, actualmente miembros del 
Centro de Investigaciones, de la Facultad de Arquitectura, de nuestra 
Universidad Nacional Autónoma de México.
2 2 / i n t r o d u c c i ó n
Cabe mencionar que los textos han sido puestos a prueba, a discusión 
y réplica oral y escrita activa durante las sesiones del taller curso, semi-
nario permanente La experiencia del espacio y lo espacial, la vivencia del 
habitar, lo habitable y la habitabilidad en el ámbito del diseño arquitec-
tónico, foro idóneo para ello.
Se reconoce que las réplicas y los reportes de tales intervenciones 
e intercambios brindaron un sugerente cuerpo para una germinal e in-
terventora acción en el proceso de actualización y mejoría de su propia 
aptitud y desempeño docente. Es por lo que estamos ante un texto muy 
universitario, que aprecia la colectivización didáctica, la oposición y el 
cuestionamiento, así como la dictaminación precisa, el forjado de ele-
mentos que van alimentando, sin prisas, la reflexión crítica de algunos 
jóvenes alumnos y profesores en potencia, que ya son los nóveles profe-
sores de esta facultad, al actualizar su reflexividad enseñante, dispuestos 
a llegar a entender lo que no habían entendido y, llegar a ser entonces, 
libres del yugo de las míticas e inertes creencias, logrando así, efecti-
vamente mejorar lo que se han propuesto enseñar y finalmente hacer 
aprender. §
2 4 / p r e fa c i o
p r e fa c i o / 2 5 
LA PRÁCTICA PROYECTUAL
La dicotomía entre el pensar y el hacer
Dibujo elaborado por Héctor García Olvera, sobre la base de una foto de un ser humano mujer 
y su forma acuática.
 / 27 
E N S A Y O
— M I G U E L H I E R R O G Ó M E Z —
Acercarse a explicar tanto el contenido como el sentido de 
la práctica proyectual —entendida como la función que tienen quienes 
participan en los procesos de producción y las características de sus pro-
pios productos— es probablemente una de las razones que han desperta-
do el interés por expresar la necesidad de una teoría del diseño, a pesar de 
las dudas que surgen por la ambigüedad del campo en el que se desenvuel-
ve, así como las imprecisiones que pueden presentarse en su formulación.
A esto se añade el hecho de que para llevar a cabo esta construcción 
teórica, en cualquiera de sus aspectos, es preciso un ejercicio de reflexión 
que requiere definirse previamente, puesto que la caracterización de la 
actividad teórica no se produce al describirla, sino que es necesario es-
clarecer la base conceptual desde la cual se ha partido.
Esta aclaración es nuestro punto de partida, dado que lo que nos pro- 
ponemos discutir, en esta ocasión, se halla en relación con algunos as-
pectos del entendimiento de la actividad del proyectar y del campo de la 
proyectación, en el marco de la producción arquitectónica. De ahí que 
enfaticemos la importancia de preestablecer los requerimientos que im-
plica la constitución de un discurso que sea riguroso, al tratar las expli-
caciones referentes a la temática planteada, pues en este campo hay una 
gran multiplicidad de discursos vagos y confusos, entre ellos, quizá los 
que resultan más perjudiciales sean los que le otorgan un papel heróico 
o épico al proyectista, al calificarlo como “autor” y “creador” de las con-
diciones del mundo habitable.
Un acercamiento al entendimiento de la práctica proyectual
El panorama actual considera a las actividades proyectuales como fac-
tor propulsor de los cambios sociales, pues es el momento en el que se 
regenera y recrea la figura demiúrgica del arquitecto-proyectista. Esta 
2 8 / e n s ayo / l a p r á c t i c a p r oy e c t ua l
perspectiva combina la fascinación que provocan las nuevas realidades 
tecnológicas con la profusión mediática de las imágenes de un mundo 
idealizado.
Para cambiar este panorama, debemos cambiar el modo de entender 
la proyectación arquitectónica: ya no hay que verla como un proceso que 
finge ser autosuficiente y autorreferencial, ahora hay que comprenderla 
como la suma de actividades que se encuentran entrelazadas en la for-
malidad de los objetos habitables que están ligados e insertados en la di- 
námica social, económica e incluso política de la sociedad en la que se 
desarrolla. 
Cabe destacar que hemos utilizado, de manera recurrente, el término 
“proyectación” en un sentido genérico, para delimitar las aproximacio-
nes al concepto precisamos las siguientes cuestiones:
Semánticamente proyectación es una palabra no muy fiable en cuan-
to a su adaptación al español, ya que ésta deriva de la terminología ita-
liana de los años setenta del siglo pasado —empleada por autores como 
Vittorio Greggotti, Giuseppe Canella, Paolo Porthogessi, entre otros—, 
cuando remitía a la idea del conjunto de actividades del proyectar. Su uso 
en español fue aceptado porque finalmente en esta lengua no contamos 
con ningún término que sustituya su significado: no remite a una acción 
en particular, sino al conjunto de actividades del proyectar.
Esta aclaración también resulta especialmente útil, dado que proyec-
tar lleva implícita la condición de informar o transmitir las caracterís-
ticas formales de un objeto arquitectónico a la fase de materialización 
dentro de un proceso productivo. El término “proyecto” es utilizadoaquí 
como equivalente de un producto, es decir, llamamos así al resultado de 
las múltiples acciones que lo conforman como un hecho acabado capaz 
de ser transmitido, en el que mediante el uso de signos convencionales 
se han organizado y se han fijado los elementos de una propuesta arqui-
tectónica.
La proyectación es, por tanto, en términos genéricos, lo referente a 
los procesos de elaboración de los proyectos arquitectónicos, mientras 
que lo “proyectual” será utilizado aquí para adjetivar la actividad del pro-
yectar. Bajo esta perspectiva, seguimos a Tomás Maldonado, quien en su 
l a p r á c t i c a p r oy e c t u a l / e n s ayo / 2 9 
artículo “Proyectar hoy”1 comenta algunos aspectos que ayudan a mati-
zar el significado de estos términos. Para empezar señala que “El término 
proyectar notoriamente proviene del latín poicere (pro: “adelante” e icere: 
“golpear”, “lanzar”, “arrojar”) que claramente denota el acto de arrojar 
(o lanzar) algo hacía adelante”.2
Maldonado plantea que al conservar el significado latino del proyec-
tar como “una acción que se extiende hacia adelante”,3 se individualiza 
un elemento de reflexión que resulta de suma importancia revisar y que 
además es clave en su entendimiento. Así lo dice: 
...El acto de lanzar algo hacía adelante presupone la existencia de algo a partir 
del cual parte la acción realizada. Se trata de algo que ha tenido un reconoci-
miento histórico, que tiene un pasado y no un tipo de “mónada suspendida” en 
un espacio transhistórico. Algo que es a su vez el resultado de un precedente, 
lanzar hacía adelante.4 
Por ello, continúa diciendo, “se puede sostener que proyectar es siempre, 
contemporáneamente, prospectar y retroprospectar. O sea, mirar pa-
ra adelante y mirar para atrás. Usando, entonces, la etimología latina 
podemos decir que cada poicere es un retro-icere, cada proyectar, un “re-
proyectar”.5
Con este postulado se confirma la condición de que no existe un 
proyecto ex-nihilo, tal como lo argumenta Héctor García Olvera, en su 
ponencia “Reflexiones en torno al creacionismo y evolucionismo en el 
campo de la producción arquitectónica”,6 al señalar la incongruencia en 
la que se incurre al pretender equiparar la labor proyectual con una ac-
ción creativa. 
1. Ver la argumentación desarrollada en Tomás Maldonado, “Proyectar hoy”, Revista Contextos 1, oc-
tubre de 1997.
2. Maldonado, “Proyectar hoy”. 
3. Maldonado, “Proyectar hoy”. 
4. Maldonado, “Proyectar hoy”. 
5. Maldonado, “Proyectar hoy”. 
6. Héctor García Olvera, “Reflexiones en torno al creacionismo y al evolucionismo en el campo de la 
producción de lo arquitectónico”, viii Seminario Permanente La Experiencia de la Espacialidad, la Ha-
bitabilidad y el Diseño Arquitectónico (Ciudad de México: dgapa-Facultad de Arquitectura, unam, 
2014), 18.
3 0 / e n s ayo / l a p r á c t i c a p r oy e c t ua l
Maldonado cierra su argumentación con algunos comentarios sobre 
otros aspectos que complementan su postura respecto al entendimiento 
de la proyectación en el ámbito arquitectónico: se refiriere, por ejemplo, 
al hecho de que aún para ciertos sectores (sobre todo de índole acadé-
mica y bajo un cierto nivel) proyectar es una actividad creativa. Pero, se 
pregunta:
¿De qué creatividad se trata? ¿De la heredada del neoplatonismo del Renaci-
miento o del romanticismo del siglo xix? Acaso, una creatividad que celebra en 
la esfera de la proyectación, un enfoque irracional de desmedida confianza 
en la sola intuición. Que cree que es suficiente con un husmeo empírico o con 
el sexto sentido y que todo depende de un recurso de la imaginación indivi-
dual, imaginación a la cual en el Renacimiento ya Pietro Pomponazzi atribuía 
la capacidad taumatúrgica de hacer milagros. Una creatividad que ha tenido, 
no sólo, una influencia negativa para la comprensión mejor del proyectar, sino 
también en los resultados del proyectar en sí.7
Afortunadamente ciencias como la psicología, la biología y la filosofía se 
han encargado de resolver cuestiones como ¿qué sucede cuando el pen-
samiento progresa?, o ¿qué sucede cuando el pensamiento adelanta la 
visión de lo que sucederá? Porque ante el aparente hecho “inescrutable” 
del actuar individual en las acciones del proyectar atribuidas a un sujeto 
pensado como libre y soberano, se impone el peso de la historia de la pro-
ducción humana y las condiciones de las formaciones sociales, a modo de 
reproductor y productor del entorno cultural en el que se actúa.
Por ello, el proyectar o la proyectación no son considerados como 
meros conceptos de la práctica proyectual, pues apuntan hacia la estruc-
turación de un discurso conceptual de derivaciones culturales, que se 
genera reconstruyendo una cierta visión del mundo.
De ahí que en la producción arquitectónica, al proyectar, se deba 
establecer una relación compleja entre quienes realizan la práctica pro-
yectual y la realidad extrasubjetiva externa, puesto que el sujeto no pue-
de proponer a partir de la nada y sus acciones se articulan con el mundo 
7. Maldonado, “Proyectar hoy”. 
l a p r á c t i c a p r oy e c t u a l / e n s ayo / 3 1 
sociocultural que lo rodea y del cual forman parte los elementos físicos 
del entorno donde se interviene.
La práctica proyectual en el entorno educativo
En el ámbito de la academia hay una idea que está permeando el de- 
sempeño de muchas de las prácticas de enseñanza sobre la proyectación 
arquitectónica: la idea de que la práctica hace al arquitecto. En diversos 
talleres de proyectos esta noción está contribuyendo a reforzar el más 
alegre de los pragmatismos, pues se valora el hacer, es decir, el adiestra-
miento más que su entendimiento. 
Esta idea se está expandiendo e influyendo en el campo académico, al 
grado de que a los arquitectos —representantes del campo de la práctica, 
quienes ejercen profesionalmente a través de despachos, talleres, estudios 
y laboratorios de arquitectura— se les reconoce la autoridad para dar 
conferencias y hablar de lo que consideran son “sus obras”. Algo pareci-
do ocurre en las exposiciones organizadas alrededor de la figura de los 
arquitectos, donde el mensaje parece ser “el que sabe de arquitectura es 
el arquitecto que muestra lo que hace”. Esta postura plantea que, en tanto 
se “aprende haciendo”, lo aprendido se puede enseñar. 
Esto resulta alarmante, pues, además de volverse habitual, evidencia 
el influjo que tiene, en el campo de la academia, la práctica profesional 
que es donde se presenta el más feroz de los pragmatismos. Por ejemplo, 
en el libro Retrato de arquitecto con ciudad, Teodoro González de León 
nos dice:
…Ante todo debo proceder estas reflexiones con una advertencia. No soy teó-
rico ni crítico, ni tampoco pretendo hacer definiciones o colocar etiquetas 
que limitan y reducen la complejidad de los fenómenos. Son sólo vislumbres o 
aproximaciones, como dice Octavio Paz, producto de la práctica de un oficio 
durante casi medio siglo y claro, de mis lecturas y experiencias viendo, o mejor 
dicho, viviendo la arquitectura.8
8. Teodoro González de León, Retrato de arquitecto con ciudad (Ciudad de México: Artes de México y 
del Mundo, 1996), 141.
3 2 / e n s ayo / l a p r á c t i c a p r oy e c t ua l
Así, al decirnos que no es teórico, ni crítico y al apoyarse en su experien-
cia, lo que nos está sugiriendo es que él (si algo ha sido) es práctico, no 
por nada en algún otro momento manifestó que la “arquitectura no se 
enseña, se aprende”.9
Otro espíritu pragmático fue José Antonio Attolini Lack, quien al 
parecer llegó a decir que “la arquitectura se aprende, haciéndola”.10 Por 
ejemplo, en la reseña en honor al Premio Universidad Nacional, el cual 
obtuvo en el 2005, se decía que:
…durante 50 años la enseñanza del arquitecto-profesor ha sido fundamen-
talmente dinámica. Se basa en la premisa “aprender haciendo” dentro de un 
esquema de tipo maestro-aprendiz que demanda tiempo, dedicación, interés 
y requiere de cuidados y conocimientosartesanales, pero abarca de lleno el 
oficio.11
Estas posturas plantean sutilmente que el ámbito académico además de 
estar rebasado por el de la práctica profesional, el del hacer, del oficio, 
de la experiencia, está a su merced. Esta situación coloca en cierta crisis 
a las instituciones de enseñanza dentro del contexto social de la práctica 
profesional. Incluso, hay manifestaciones contundentes al respecto, como 
la que expresó Fernando Romero Enterprise (free) —durante una confe-
rencia en la Universidad Iberoamericana, institución de la cual egresó—, 
al asegurar que después de realizar un viaje por Portugal descubrió que 
“la arquitectura se aprende en la práctica no en el salón de clases”.12 Este 
singular panorama muestra cómo el ámbito de la práctica profesional 
sistemáticamente le está exigiendo a la academia una agenda, acorde con 
las necesidades de producción, las cuales pocas veces resultan claras desde 
un punto de vista académico. Todo este fenómeno queda hábilmente en-
9. Jorge Vázquez del Mercado, “Repensamiento de la enseñanza universitaria”, en Vazquez del Merca-
do.blog. Disponible en: https://bit.ly/2IyQ2SC (consulta: agosto de 2019).
10. Jorge Vázquez del Mercado, “Sobre el ideario de nuestra escuela de arquitectura”, Red de Universi-
dades Anáhuac, 20 de junio de 2012. Disponible en: http://ols.uas.mx/a/pdf-uams/Congreso-Aca-
demico/Ponencia_Jorge-Vazquez-del-Mercado.pdf (consulta: julio de 2014).
11. “Ganadores pun. Premio Universidad Nacional 2005”. dgapa-unam. 2005. http://dgapa.unam.mx/
html/pun/GANA%20PUN%202005/PUNAntonioAttolini05.pdf (consulta: julio de 2014).
12. María Fernanda De los Ríos, “Fernando Romero acepta las críticas al Soumaya”, Barrio Magazine, 
8 de junio de 2011. Disponible en: http://www.barrio.com.mx/nota14182.html (consulta: julio de 
2014).
l a p r á c t i c a p r oy e c t u a l / e n s ayo / 3 3 
cubierto detrás de las narrativas construidas en torno a las experiencias 
en las que se desarrolla la actividad profesional o en torno a aquello de 
que el aprendizaje de la actividad proyectual se da del mismo modo que 
se aprende un oficio. 
Para entender aquello que puede estar detrás de este espíritu prag-
matista, Norberto Chaves caracteriza a los profesionales que se desen-
vuelven a partir de una cierta “compulsión por el mercado”, en dos tipos, 
están por un lado, los que representan un “pragmatismo mercantilista” y, 
por el otro, el “neomesianismo tecnocrático”. Nos dice que:
…el primero constituye una tendencia típicamente mercenaria, caracterizada 
por la respuesta pasiva a la demanda. Aporta soluciones miméticas respecto 
a las expectativas del mercado o, en todo caso, propone su estilización. Se 
superespecializa en su servicio y capta la lealtad del comitente mediante la 
aceptación acrítica de sus condiciones de trabajo. Con la experiencia, este tipo 
de profesional deviene una verdadera glándula de su clientela. Desde la pos-
tura opuesta, estos son diseñadores ‘comerciales’, ‘prostituidos al mercado’, 
‘carentes de personalidad’ e ‘impulsados al servilismo por su falta de talento’.13
Mientras que:
...el segundo tipo de profesional responde a una estrategia de penetración en el 
mercado más elitista, apoyada en la acumulación de poder por el éxito y 
el prestigio. Son los ganadores de premios y animadores de las portadas de 
prensa, eternos entrevistados como grandes triunfadores. Su obra al contra-
rio de la de los anteriores, siempre excede un tanto a su mercado, inquieta a 
su propia clientela. Ésta acepta cierto grado de arbitrariedad y transgresión 
como precio de la trasfusión de prestigio implícita en la contratación de una 
estrella. Al decir de los primeros, éstos son ‘trepadores que lucran con las ne-
cesidades de sus clientes’ y que, en el fondo, desconocen tanto el problema 
como la correcta solución. Son chamanes que sustentan su poder, no en su 
capacidad técnica sino en capacidad de chantaje.14
13. Norberto Chaves, El oficio de diseñar. Propuestas a la conciencia crítica de los que comienzan (Barce-
lona: Gustavo Gili, 2001), 96.
14. Chaves, El oficio de diseñar..., 97.
3 4 / e n s ayo / l a p r á c t i c a p r oy e c t ua l
Este panorama, sugiere algunas de las caras del pragmatismo que se desen-
vuelve en la práctica profesional de la actividad arquitectónica, donde en 
palabras de Norberto Chaves:
…el aparato profesionalista (sic) crea el mito de la autorrealización a través 
del oficio, el cual deviene una verdadera “profesión de fe”. El éxito profesional, 
sentido y meta de todos los esfuerzos, atrae como canto de sirenas hacia sus 
instituciones: premios, reconocimiento público, protagonismo en los medios, 
estrellato.15
Lo anterior es promotor de varias cuestiones: ¿las obras que los arqui-
tectos muestran son signo de que se aprende haciendo o de que se sabe 
hacer? ¿Saber hacer implica un saber explicar y entender lo que se ha-
ce? ¿En la academia, se busca que los estudiantes sepan hacer o que en-
tiendan qué es aquello que hacen? ¿Quién sabe hacer está capacitado, 
no para enseñar lo que hace, sino para explicar lo que se hace? Ahora, si 
la actividad arquitectónica, en general, y el proyecto arquitectónico, en 
particular, implican un hacer, ¿en qué consiste ese hacer? Más relevante 
aún, ¿en qué consiste el pensar que acompaña el hacer? 
Sobre el saber pensar y el saber hacer
Para reflexionar en torno a cómo proceder en el campo de la enseñanza 
de la práctica proyectual conviene analizar lo que significa una activi-
dad práctica, un oficio, una experiencia, hacer algo o llevar a cabo una 
acción, esto con el fin de averiguar en qué medida el papel de la acade-
mia en la esfera de lo social no está sólo en instruir, sino en proponer un 
marco reflexivo para entender cómo pensar el hacer y, a partir de ahí, 
instrumentar su posible enseñanza. 
Para Nicola Abbagnano, el término práctico, en su sentido general, se 
refiere a aquello que concierne a la acción y a partir de ahí identifica tres 
significados diferentes: “1) lo que dirige la acción; 2) lo que es traducible 
en acción; 3) lo que es racional en la acción”.16 En su primera acepción, 
 
15. Chaves, El oficio de diseñar..., 97.
16. Nicola Abbagnano, Diccionario de filosofía (Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica, 2007), 
841.
l a p r á c t i c a p r oy e c t u a l / e n s ayo / 3 5 
recuerda el planteamiento de Platón al referirse a la “ciencia práctica”, 
como aquella que es “inherente a las acciones”, por ejemplo, la “edili-
cia”, es decir, la relacionada con la construcción, a ésta la contrasta con 
la “ciencia cognoscitiva” como la aritmética, la cual, según se plantea, 
carece de referencia a la acción. 
A esto se puede agregar lo dicho por Aristóteles, quien apuntaba 
que “en las ciencias prácticas el origen del movimiento está en alguna 
decisión del que obra, porque práctico y elegido son la misma cosa”.17 De 
lo anterior, es fácil intuir que lo práctico no es sólo acción, sino aquello 
que dirige la acción, es decir, que hay un componente reflexivo detrás del 
hacer, por ende, resulta insostenible la idea de que se aprende haciendo, 
ya que quien hace presupone una cierta manera de hacer. El práctico no 
hace por hacer, sino que su hacer lleva implícito un determinado pensa-
miento sobre cómo hacer.
En este contexto, resulta altamente sugerente la reflexión que plantea 
Adolfo Sánchez Vázquez sobre el término “praxis” y su contraste con el 
de “práctica”. La distinción radica en precisar que con el término “prác-
tica” comúnmente se hace referencia a la “actividad práctica humana 
en el sentido estrechamente utilitario, tal como ocurre en expresiones 
como éstas: “hombre práctico”, “resultados prácticos”, “profesión muy 
práctica”.18
Para la conciencia cotidiana, “lo práctico” resulta ser lo productivo, 
pero, además:
…para el hombre común y corriente la práctica es autosuficiente, no requiere 
más apoyo y fundamento que ella misma, y de ahí que se le presentecomo 
algo que se sobreentiende de suyo sin que revista, por tanto, un carácter pro-
blemático. Sabe o cree saber a qué atenerse con respecto a sus exigencias, 
pues la práctica misma proporciona un repertorio de soluciones. Los proble-
mas sólo pueden surgir con la especulación y el olvido de esas exigencias y 
soluciones. La práctica habla por ella misma. Así, pues, el hombre común y co- 
rriente se ve a sí mismo como el ser práctico que no necesita de teorías, los 
 
17. Aristóteles, citado por Abbagnano, Diccionario de filosofía, 841.
18. Adolfo Sánchez Vázquez, Filosofía de la praxis (Ciudad de México: Siglo XXI Editores, 2011), 27. 
3 6 / e n s ayo / l a p r á c t i c a p r oy e c t ua l
wproblemas encuentran su solución en la práctica misma, o en esa forma de 
revivir una práctica pasada que es la experiencia. Pensamiento y acción, teoría 
y práctica se separan.19
Para Sánchez Vázquez, el término “praxis” excede el de “práctica”, ya que 
si bien toda praxis es una actividad, no toda actividad es una praxis. Lo 
anterior resulta así, ya que hay una estrecha relación entre pensamiento 
y acción, es decir, quien hace no solamente actúa, sino que al actuar hay 
una precisa actividad cognoscitiva. Ésta se da en dos sentidos.
La relación entre el pensamiento y la acción requiere de la media-
ción de los fines que el hombre se propone. Por otra parte, si los fines no 
han de quedarse en meros deseos o ensoñaciones, y van acompañados 
de una apetencia de realización, esta realización —o conformación de 
una materia dada para producir determinado resultado— requiere un 
conocimiento de su objeto, de los medios e instrumentos para transfor-
marlo y de las condiciones que abren y cierran las posibilidades de esa 
realización. En consecuencia, las actividades cognoscitiva y teleológica 
de conciencia se hallan en una unidad indisoluble.20
Lo anterior ya sugiere que toda práctica, en el sentido de praxis, no 
sólo implica un adiestramiento instrumental, el cual relaciona agentes, 
medios y productos, sino que además implica dos tipos de conocimientos: 
uno precisamente vinculado con el adiestramiento, y otro relacionado con 
los contenidos que sustentan el propio hacer y que permiten pensarlo. 
Desde la práctica cotidiana del hacer arquitectónico, ésta parece operar con 
ciertos fines que lejos están de ofrecer una explicación sobre la práctica arqui-
tectónica, en general, y sobre la actividad proyectual, en específico, al estar 
regidas por el propio proceso de producción que resulta ser utilitario y estar 
sujeto a intereses dominados por el mercado. Asimismo, los discursos elabo-
rados por la producción arquitectónica dejan ver que además de los propios 
fines establecidos por ella, hay un cierto contenido teleológico que pretende 
legitimar el hacer de los arquitectos. Es precisamente este contenido el que 
requiere ser revisado, para ofrecer una base reflexiva que permita profundizar 
19. Sánchez Vázquez, Filosofía de la praxis, 36-37.
20. Sánchez Vázquez, Filosofía de la praxis, 269.
l a p r á c t i c a p r oy e c t u a l / e n s ayo / 3 7 
sobre el entendimiento de la actividad arquitectónica y los contenidos refe-
ridos a la proyectación. Es ahí donde se hace pertinente la reflexión sobre las 
“lógicas proyectuales” que permitiría pensar aquello que sucede en la práctica 
del proyecto arquitectónico. §
 
Bibliografía
Abbagnano, Nicola. Diccionario de filosofía. Ciudad de México: Fondo de Cultura 
Económica, 2007. 
Chaves, Norberto. El oficio de diseñar. Propuestas a la conciencia crítica de los que 
comienzan. Barcelona: Gustavo Gili, 2001.
De los Ríos, María Fernanda. “Fernando Romero acepta las críticas al Soumaya”. 
Barrio Magazine. 8 de junio de 2011. Disponible en: http://www.barrio.com.
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el campo de la producción de lo arquitectónico”. viii Seminario Permanente 
La Experiencia de la Espacialidad, la Habitabilidad y el Diseño Arquitectónico. 
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González de León, Teodoro. Retrato de arquitecto con ciudad. Ciudad de México: 
Artes de México y del Mundo, 1996.
Maldonado, Tomás. “Proyectar Hoy”. Revista Contextos 1. Octubre de 1997.
Sánchez Vázquez, Adolfo. Filosofía de la praxis. Ciudad de México: Siglo XXI Edi-
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“Ganadores pun. Premio Universidad Nacional 2005”. dgapa-unam. 2005. Dispo-
nible en: http://dgapa.unam.mx/html/pun/GANA%20PUN%202005/PU-
NAntonioAttolini05.pdf (consulta: julio de 2014).
Vázquez del Mercado, Jorge. “Repensamiento de la enseñanza universitaria”. 24 
horas. El diario sin límites. 22 de febrero de 2012. Disponible en: http://
www.24-horas.mx/repensamiento-de-la-ensenanza-universitaria/(consul-
ta: mayo de 2017).
 .“Sobre el ideario de nuestra escuela de arquitectura”. Red de Universidades 
Anáhuac. 20 de junio de 2012. http://ols.uas.mx/a/pdf-uams/Congreso- 
Academico/Ponencia_Jorge-Vazquez-del-Mercado.pdf (consulta: julio de 
2014).
3 8 / e n s ayo / l a p r á c t i c a p r oy e c t ua l
l a p r á c t i c a p r oy e c t u a l / e n s ayo / 3 9 
Dibujo elaborado por Adrián Baltierra Magaña, sobre la base de una pintura de Guido Cagnacci (1663); 
terminado por Héctor García Olvera. 
/ 4 1 
R É P L I C A S
— J O S É L U I S S Á N C H E Z B U R G O S —
El maestro Hierro asegura que hablar sobre una teoría del 
diseño obedece, sin duda, a explicar tanto el contenido como el sentido 
de la práctica proyectual; además explica que la actividad teórica no se 
produce sólo al describirla, sino que es necesario precisar la base concep-
tual de la que se ha partido.21
A propósito de esto, cabe recordar que Edmund Husserl nos dice 
que la teoría o razón teorética tiene su valor en que sólo ella puede hacer 
posible a la razón práctica. Las actividades de la proyectación son consi-
deradas un factor propulsor de los cambios sociales en el sitio donde se 
ha regenerado y creado la figura del arquitecto proyectista, así como las 
nuevas tecnologías con la profusión mediática de un mundo idealizado.
La proyectación arquitectónica —entendida “no como un proceso 
autosuficiente y autorreferencial, sino equivalente a la suma de activi-
dades [...] entrelazadas en la formalidad de los objetos habitables [...] 
ligados [...] en la dinámica social, económica [y] política”—22 fue iden-
tificada en referencia a la idea del conjunto de las actividades del pro-
yectar, por lo que lleva implícita la condición de informar o transmitir 
características formales de un objeto arquitectónico a la fase de mate-
rialización. 
Por su parte, Tomás Maldonado señala que el término “proyectar” 
—proveniente del latín poicere: pro “adelante” y poicere— etimológica-
mente significa “arrojar algo hacia adelante”,23 lo que presupone la exis-
tencia de algo a partir de lo cual se lleva al cabo la acción realizada. 
21. Miguel Hierro Gómez y Adrián Baltierra Magaña, “La práctica proyectual: la dicotomía entre el pen-
sar y el hacer”, viii Seminario Permanente La Experiencia de la Espacialidad, la Habitabilidad y el 
Diseño Arquitectónico (Ciudad de México: dgapa-Facultad de Arquitectura, unam, 2014), 1.
22. Hierro y Baltierra, “La práctica proyectual: la dicotomía entre el pensar y el hacer”, 2.
23. Hierro y Baltierra, “La práctica proyectual: la dicotomía entre el pensar y el hacer”, 3.
4 2 / r é p l i c a s / l a p r á c t i c a p r oy e c t ua l
En las academias de arquitectura, al parecer domina la idea de que 
proyectar es una actividad creativa, sin aclarar de qué creatividad se ha-
bla, seguramente se trata de una creatividad que ha tenido no sólo in-
fluencia negativa para entender el proyectar, sino también para entender 
cuidadosamente sus resultados. ¿Será que esto busca que los estudiantes 
sepan hacer o que entiendan qué es aquello que hacen? 
Desde lo académico, se valora el hacermás que su entendimiento. 
Regularmente se maneja la idea coloquial de que “la práctica hace al 
arquitecto”, y es por ello que distinguidos profesionales, dueños de des-
pachos, suponen que cuentan con la autoridad suficiente para dar confe-
rencias. Esto plantea implícitamente la idea de que, en tanto se aprende 
haciendo, lo aprendido se puede (fácilmente) enseñar. 
Aristóteles pone como ejemplo al architekton, figura que conocería 
el origen de las cosas, un teórico, uno que también puede enseñar y que 
tiene bajo sus órdenes a trabajadores incapaces de pensar autónoma-
mente. Resulta interesante notar cómo pudo haber existido en aquella 
época una forma de pensamiento relacionada con el hecho arquitectó-
nico antes de la separación entre teoría y práctica, sin embargo, teoría 
y práctica coinciden, puesto que el teorizar también es una praxis, un 
crear y un producir. 
Para Norberto Chaves, existen dos tipos de profesionales: los que re-
presentan un pragmatismo mercantilista y los del neomesianismo tecno-
crático.24 Los primeros constituyen una tendencia mercenaria, mientras 
que los segundos pertenecen a la penetración en el mercado más elitista; 
sin embargo, este autor evidencia que también existen profesionales con 
ética y con alta responsabilidad social. 
Si lo práctico hace referencia a aquello que concierne a la acción, 
también permite identificar tres significados:
• Lo que dirige la acción,
• lo que es traducible en acción,
• lo que es racional en la acción. 
24. Hierro y Baltierra, “La práctica proyectual: la dicotomía entre el pensar y el hacer”, 7.
l a p r á c t i c a p r oy e c t u a l / r é p l i c a s / 4 3 
Por tanto, tenemos discursos de la práctica con contenido teleológico que 
pretenden legitimar el hacer de los arquitectos; por eso, necesitamos una 
base reflexiva que permita profundizar sobre el entendimiento de la ac-
tividad arquitectónica. A partir de esa base, se podrá reflexionar sobre 
las lógicas proyectuales y sobre lo que sucede en la práctica del proyecto 
arquitectónico, más allá de lo que suponemos o intuimos. 
Para Jacques Derrida, por ejemplo, el problema arquitectónico, co-
mo posibilidad del pensamiento, alude a una separación entre teoría y 
práctica, la cual da inicio en el momento en que éstas se diferencian: 
justo cuando la arquitectura se percibe como una mera técnica apartada 
del pensamiento.
Con todo, puede haber un camino del pensamiento todavía por des-
cubrir que pertenecería al momento de concebir a la arquitectura en 
estrecha relación con el deseo, con la invención. 
— H É C T O R A L L I E R A V E N D A Ñ O / 
 A D R I Á N B A L T I E R R A M A G A Ñ A —
El ensayo “La práctica proyectual: la dicotomía entre el pen-
sar y el hacer”25 propone reflexionar sobre la actividad proyectual, lo cual 
resulta relevante en dos sentidos:
• Ante la confusión habitual de evaluar y llamar “proyecto” a algo que 
no lo es, es decir, el “proyecto” no es la obra ya edificada o el edificio 
en relación con los habitantes.
• En general, las explicaciones de la actividad proyectual ubican al 
“proyecto” fuera de su inserción productiva, es decir, lo colocan co-
mo una fase dentro del hacer de “lo arquitectónico” (en sentido ex-
clusivo e independiente). 
25. Miguel Hierro Gómez y Adrián Baltierra Magaña, “La práctica proyectual: la dicotomía entre el pen-
sar y el hacer”, viii Seminario Permanente La Experiencia de la Espacialidad, la Habitabilidad y el 
Diseño Arquitectónico (Ciudad de México: dgapa-Facultad de Arquitectura, unam, 2014), 12.
4 4 / r é p l i c a s / l a p r á c t i c a p r oy e c t ua l
Ante ello, tenemos que la tendencia va en el sentido de suponer al “proyec- 
to” como un factor de cambio social, de significar que un “arquitecto”, 
de manera independiente, sea el generador del “proyecto”, o entender el 
proceso de la “proyectación” como algo “autosuficiente” y “autorrefe-
rencial”. Todo esto es contra lo que el ensayo de Miguel Hierro y Adrián 
Baltierra pretende reaccionar.
De manera sutil, ese ensayo sugiere y ubica a la actividad del “proyec-
to” como parte de un proceso productivo que deviene inserto en la socie-
dad, a manera de un proceso continuo, en el que se da la anticipación de 
la “formalidad” de los objetos que integran el “ambiente habitado”, por 
medio de la definición de las imágenes y las especificaciones necesarias 
para su producción, en amplia imbricación de agentes.
Asimismo, el texto abona un elemento para contrarrestar la ortodo-
xia con que se cuida el uso del verbo transitivo “proyectar”: nos sugie-
re que, por efecto de su acción, conviene el uso de “proyectación” (acto 
de proyectar genérico y consumado) para marcar diferencia en nues-
tro ámbito y referirnos al conjunto activo que utilizamos para influir y 
manifestar una apuesta de relaciones entre cosas que consideramos en 
nuestra labor de ese tipo, trance productivo, entre variadas representa-
ciones y tiempos gramaticales con que dirigimos nuestra imaginación y 
graficación sobre el objeto que se prevé (o que se intuye, pero que no se 
determina).
Esto nos hace pensar en cómo llamar a la fase en donde se define 
el “proyecto”. A falta de un mejor término, se recurre a uno derivado 
del italiano y cuya traducción al español ha derivado en el término “pro-
yectación”. Entre las ventajas de ese término destaca el hecho de que 
permite caracterizar una fase dentro del propio proceso de producción 
identificada por el conjunto de acciones o acto conjunto de la “proyec-
tación”, dirigido a definir y especificar las “características formales” de 
los objetos que forman parte del “ambiente habitado”, y que tienen lu-
gar dentro un proceso estratégico para los modos de edificación en la 
cultura, que no todos.
De esta caracterización se desprende la noción de que la especifici-
dad de la actividad del “proyecto” estaría dada por la definición de cómo 
es y cómo se va construir la materialidad de los que primero pueden ser 
l a p r á c t i c a p r oy e c t u a l / r é p l i c a s / 4 5 
objetos de la proyectación, y luego serán cosas edificadas, que integran 
el “ambiente habitado”. 
Así pues, de manera conceptual, se identifica a la fase de elabora-
ción del “proyecto” con el nombre de “proyectación”, mientras que el 
término “proyecto” se refiere al producto derivado de la elaboración. Si 
la proyectación consiste en el conjunto de gráficos y modelos que refie-
ren al objeto en referencia indirecta, pero significativa de la formalidad 
del “ambiente habitado”, podemos asumir que tenga un sentido de “ac-
tividad proyectual” como la definición intencional de la formalidad del 
“ambiente habitado”, pero inserto dentro de un proceso productivo, en 
el que se pretende edificar para ello.
Desde una perspectiva de lo plausible, sería mediante la “proyecta-
ción” que se precisaría algo menos que espacio, menos que un habitar, 
quizá sólo un juego de la apariencia de una cosa presupuesta, basada en 
lo que ya interpretan el proyectista y otros agentes partícipes del pro-
ceso proyectual, quienes con su concurrencia productiva podrían ceñir, 
desde su singular perspectiva, la ilusión de ir “reconstruyendo una [...] 
visión del mundo”.26 
Cuando se menciona que proyectar, en tanto acción, se compone de 
actividades, surge la pregunta sobre si hemos de considerar su distinción 
respecto de la acción de diseñar. Baste, por ahora, decir que tal vez tam-
bién esté compuesta por actividades varias y no por una solamente, como 
lo hemos aprendido a creer en nuestras andanzas por estos sectores del 
campo productivo, entre la academia y la profesión.
Por otro lado, el ensayo nos ofrece otros aspectos para continuar 
con la discusión, aquí o en el aula, en los seminarios y foros donde se dé 
cabida al trabajo de investigación que repara sobre las creencias de lo 
que hacemos, con interrogantes que nos plantean los ponentes,27 en los 
siguientes derroteros:
a) Las obras que los arquitectos (o sus promotores) muestran más quelo-
gros edificatorios, signo de que nos enajenamos en el uso de lo que se 
produce edificatoria, fotográfica, visual y publicitariamente para 
26. Hierro y Baltierra, “La práctica proyectual: la dicotomía entre el pensar y el hacer”, 5.
27. Hierro y Baltierra, “La práctica proyectual: la dicotomía entre el pensar y el hacer”, 8.
4 6 / r é p l i c a s / l a p r á c t i c a p r oy e c t ua l
promovernos en el mercado de la apariencia, para su reproducción 
y consumo a ultranza.28
b) Es probable explicitar lo que, según se cree, soporta el hacer en cada 
posición productiva, pero que, ante precisos marcos de referencia 
para ello,29 nos encontremos con censuras, evasivas o gestos de in-
comodidad por parte de los observados sistemáticamente (seamos 
profesionales o académicos).
c) En general, las academias procuran un ambiente para llegar a ser una 
vía simpática y doctrinal de lo que supone ser su nicho productivo; 
por lo tanto, la imitación de los que dicen ya “ser” (arquitectos, ur-
banistas, diseñadores y demás etiquetas) resultaría fundamental y 
fundamentalista; de ahí su autoridad mediática, incluso sobre los que 
detentan poder académico.
d) Explicitar una forma de hacer no sería equivalente a explicar lo que 
esa forma de hacer implica frente a otras, es decir, reconocerse en el 
variado conglomerado ideológico.
e) Se abre el asunto de la consistencia del hacer y de la consistencia del 
pensar ese hacer, para fijar que dependerá de los marcos, tanto vul-
gares como científicos, sin obligación de ser explícitos, la apuesta 
crítica que apoye asertivamente el conseguir su transformación.
Y, también, se confirma una crítica hacia el imaginario —que se presenta 
en el ámbito académico y mediático— sobre la “actividad proyectual” co-
mo un hacer que se aprende en el propio hacer y que propone que la ac-
tividad de proyecto deba conceptualizarse como una praxis, aunque aún 
no pueda, es decir, partir de su consideración como un hacer que con- 
lleva un contenido que piensa el propio hacer.
Esto resulta vital para nuestra labor reflexiva, pues permite superar 
la tradicional consigna “aprender a hacer, haciendo”, por la frase “apren-
der a hacer, a partir del pensar el hacer”, lo que nos conduce a la pregun-
ta sobre cuál es el contenido que permite pensar la práctica proyectual 
28. Para muestra, valdría poner en jaque la anterior o la próxima “muestra estudiantil”, la cual es pa-
trocinada por los estudiantes y cándidamente solicitada por la administración de nuestra facultad, 
como un retrato amateur de lo que similarmente implican, por ejemplo, las bienales. ¿Preparación 
para la profesión o reproducción acrítica de costumbres rentables?
29. Como podría ser una observación etnográfica y sociológica, de nuestras nociones, sobre nuestros 
quehaceres.
l a p r á c t i c a p r oy e c t u a l / r é p l i c a s / 47 
antes de su ejecución, en otras palabras, en qué se piensa mientras se 
elabora el “proyecto”.
Al respecto, el ensayo redondea sobre que aquello que permite pen-
sar el “proyecto” estaría dado por las llamadas “lógicas proyectuales”,30 
entendidas como aquel contenido que permite pensar el “proyecto” 
mientras se hace el “proyecto”, y que, en el caso del ámbito académico, 
sería aquel contenido sobre el cual se podría instrumentar una estrategia 
de enseñanza sobre la “proyectación”, problemática intrincada.
Finalmente, se nos propone la incorporación de un tercer y cuar-
to elemento a la dicotomía planteada (del pensar y del hacer): la consi-
deración del ser y del transformar como estrategias para presentar un 
panorama ampliado que permita revisar las explicaciones que hacemos 
de nuestras conductas, nuestros recursos discursivos y, por qué no, de 
nuestras herramientas en el ejercicio del diseño para lo arquitectónico.
Todo ello se ejecutará, de modo ordenado y explícito, sobre todo en 
el ámbito docente, pues es donde podemos aportar mayor claridad, por el 
tipo de trabajo que perseguimos, que no es el de producir edificios, ni so-
lucionar problemas, sino uno más prudente, que exige la puesta a prueba 
de estas reflexiones: el desarrollo de los elementos de base para impulsar 
y promover entre los técnicos, profesionistas, investigadores y docentes 
una conciencia sobre las consecuencias efectivas de la formación crítica 
para entender y conocer de nuestra labor, no sólo ejercerla, lo cual basta-
ría con tener en nuestra legislación los dos primeros perfiles. §
30. Noción que propone originalmente el arquitecto e investigador argentino Roberto Fernández y que 
la ponencia enriquece, desde nuestra perspectiva general.
4 8 / e n s ayo / a c e r c a d e l a s ló g i c a s p r oy e c t ua l e s
a c e r c a d e l a s ló g i c a s p r oy e c t u a l e s / e n s ayo / 4 9 
ACERCA DE LAS LÓGICAS
PROYECTUALES
Dibujo elaborado por Héctor García Olvera, sobre la base de una foto del ojo de una mujer con la que 
podemos asegurar que ni la imagen de la foto ni la del dibujo son un ojo real, sólo la imagen de ello; 
en sincero homenaje a René Magritte.
 / 5 1 
E N S A Y O
— M I G U E L H I E R R O G Ó M E Z / 
A D R I Á N B A L T I E R R A M A G A Ñ A —
Se parte de una visión sobre cómo las decisiones que se dan 
durante el desarrollo de un proyecto arquitectónico pueden ser contem-
pladas a partir de las lógicas proyectuales por medio de las cuales se le da 
sentido a la conformación de la estructura figurativa en que se trabaja. 
Aparentemente, en el imaginario arquitectónico, existe un repertorio 
de formas arquitectónicas que está disponible para todos, pero a la vez 
todas y cada una de ellas carece de sentido si no hay un interés particular 
para utilizarlas en la producción de una edificación. Así, alguien opera 
ese collage de materiales formales disponibles y después otros sólo hacen 
reaparecer segundas y terceras versiones que parecen poderse utilizar 
sin mayores consecuencias. 
Por ello, cuando se presencia la exposición de algún arquitecto, se 
generan muy variadas impresiones sobre lo que se escucha: una de ellas 
es que al final de lo expuesto, no se llega a observar con claridad qué es 
aquello que orienta las decisiones del proyecto arquitectónico, es decir, 
cuál es el sentido sobre el que se basa el hacer que define la configuración 
de la forma de una edificación. Habitualmente sucede que las descripcio-
nes que se hacen sobre lo arquitectónico parten del objeto construido, 
como si éste contuviera el sentido intencional del proyecto. Lo anterior 
se hace todavía más problemático, pues no hay algo concreto, sólo son 
descripciones hechas con base en las imágenes que se proyectan, que po-
nen más distancia sobre el objeto, que sólo puede ser experimentado a 
través de su vivencia. 
5 2 / e n s ayo / a c e r c a d e l a s ló g i c a s p r oy e c t ua l e s
De la significación que hacen algunos arquitectos 
sobre la práctica proyectual
Esta singular manera de proceder que parte del objeto construido para 
inferir de ello la intencionalidad del proyecto y, con ello, las intenciones 
del arquitecto está presente en la manera en cómo los cronistas, los his-
toriadores y los propios arquitectos hacen referencia a las edificaciones. 
Por ejemplo, en un artículo llamado “La arquitectura de Elías Rizo”, el 
señor Rizo, quien hace las veces del arquitecto, comenta que en sus “pro-
yectos de casas unifamiliares [...] se pueden reconocer sus influencias, 
inquietudes, intereses y filiaciones conceptuales, mismas que dan sentido 
a su actividad proyectual”.1
Ahí se observa cómo es que son descritas esas obras, además se infie-
re el contenido significativo sobre el cual, supuestamente, se configuran 
las decisiones del proyecto. Se dice sobre dos casas que:
…en ambas obras se percibe un orden compositivo y formal estricto, ordenado, 
identificando con claridad, jerárquicamente sus componentes de programa, 
en los que busca conciliar eficiencia y funcionalidad entre los requerimientos 
de usosolicitados por los usuarios y sus respuestas de diseño y constructivas; 
criterios en los que establece —formando parte de una constante mayoritaria 
en la arquitectura mexicana contemporánea— una relación conceptual con la 
arquitectura racionalista, mostrando compositiva y volumétricamente cuer-
pos geométricos regulares, simples y algunas atmósferas vivenciales cercanas 
a obras de Mies van der Rohe (1886-1969), arquitecto alemán maestro del mo-
vimiento moderno o a algunas otras de arquitectos mexicanos como Francisco 
Artigas (1916-1999) y Ramón Torres (1924-2008), representantes del mismo 
movimiento en nuestro país.2
Esta descripción plantea que las obras contienen la intencionalidad de 
las decisiones del proyecto, ahora bien, lo anterior resulta revisable en 
tanto que se cree que el objeto puede ser el medio para observar el sen-
1. Gustavo López Padilla, “La arquitectura de Elías Rizo”, Navegando la arquitectura. Crítica y reflexio-
nes entorno a la arquitectura y las ciudades, 17 de julio de 2014. Disponible en: https://navegan-
dolaarquitectura.wordpress.com/2014/07/17/la-arquitectura-de-elias-rizo (consulta: mayo de 
2017).
2. López Padilla, “La arquitectura de Elías Rizo”. 
a c e r c a d e l a s ló g i c a s p r oy e c t u a l e s / e n s ayo / 5 3 
tido que legitima la toma de decisiones sobre las que se basa la práctica 
proyectual, también se refuerza, a través de lo descrito, con lo que la tra-
dición arquitectónica ha instalado como el canon a seguir y que parte del 
más feroz de los pragmatismos que impone el contexto de la producción 
arquitectónica. 
El uso del término “orden compositivo y formal” refiere a una ex-
tensa práctica muy prolífica de la École de Beaux Arts francesa; la refe-
rencia al término “jerarquía de los componentes del programa” trata de 
legitimar el sentido social que tiene la actividad del arquitecto; el uso 
de “eficiencia y funcionalidad” sugieren atributos adjudicados al objeto 
arquitectónico; asimismo, la mención de términos como “arquitectura 
mexicana contemporánea”, “arquitectura racionalista”, y el empleo de 
nombres de arquitectos como “Mies”, “Artigas” y “Torres”, más que ex-
plicar el proyecto arquitectónico, ponen de relieve cierta manera de pro-
ceder que se basa no sólo en la legitimación de ciertos arquitectos, sino 
en la reproducción de la imagen de ciertas edificaciones y su discurso, 
como en descripciones que mencionan que:
…constructiva y plásticamente existe un claro contraste entre la utilización de 
muros de carga y columnas puntuales, definiendo básicamente con los prime-
ros los lugares privados de las casas y con combinaciones de los primeros con 
las segundas los espacios públicos, propiciando aberturas acristaladas impor-
tantes que establecen una relación directa entre los espacios interiores y los 
exteriores. Los espacios privados muestran una clara compartimentación, de-
finición de uso y jerarquización de los mismos, en tanto que en los lugares más 
públicos se aprecia un sentido más relacionado con el criterio de plantas libres 
y continuidades espaciales, que se abren al paisaje de los exteriores mencio-
nados. Componentes constructivos metálicos, combinados con importantes 
superficies de madera y cristales, en su condición aparente, definen la pre-
sencia de las obras, contrastando lo anterior con algunas superficies rugosas, 
utilizando a veces como soporte o recubrimiento diferentes tipos de piedras.3
Así, se muestra una actitud que analiza el objeto, a partir de criterios que 
sugieren que aquello que se está describiendo y que puede inferirse con 
3. López Padilla, “La arquitectura de Elías Rizo”. 
5 4 / e n s ayo / a c e r c a d e l a s ló g i c a s p r oy e c t ua l e s
mucha imaginación a partir de las fotografías, remite a las condiciones 
materiales del objeto. Tal explicación privilegia lo constructivo, sugirien-
do que aquello que tiene valor en el proyecto consiste en el “cuidadoso 
diseño de los detalles”.4 La actitud a la hora de afrontar la explicación 
sobre la actividad proyectual requiere reflexionarse para profundizar en 
el pensamiento proyectual, con el objetivo de ir más allá de avalar una 
determinada práctica, sujeta al mercado de consumo y legitimadora de 
un hacer que valora el “estilo” o el “gusto”, para más bien proponer una 
actitud más cercada a la noción de praxis, que permita reflexionar sobre 
el pensamiento que se piensa en el hacer mismo y no como un pensa-
miento impuesto que luego se le anexa como algo accesorio que pretenda 
legitimar la practica o ser guía de la misma. 
La reflexión sobre la actividad proyectual, desde esa visión, resulta 
ser escasa o nula, ya que al exponer sobre las edificaciones en las que han 
intervenido, lo que parece dominar es la legitimación de la propia acti-
vidad profesional, que se centra en una exposición de las edificaciones ya 
terminadas, que, por otra parte, ocultan el muy personal gusto implícito 
en la toma de decisiones del proyecto.
Esta actitud más que hacer entender el proceso reflexivo y signifi-
cativo que lleva a la toma de decisiones y que permitiría profundizar 
sobre el sentido del proyecto arquitectónico, se reduce a la compilación 
de aquello que es fotografiado en las obras. Los casos son muy variados, 
por ejemplo, en una conferencia impartida en la Escuela Superior de Ar-
quitectura (esarq, Guadalajara), Elías Rizo, en relación con una de “sus 
obras” y, después de hacer referencia al programa, comenta que “esa ca-
sa obtiene medalla de oro en la bienal pasada”; acto seguido, hace una 
pausa y, tras mostrar más imágenes, puntualiza que “es una casa en ‘L’ 
donde toda el área pública de estancia-comedor, servicios, está en esta 
ala y en ésta más ciega el área de recámaras”, y, por si no había quedado 
claro, enfatiza que “la ‘L’ que forma el esquema original de la casa surge 
de esta idea del respeto a los árboles”;5 le sigue otra pausa y, más imáge-
nes, para continuar...
4. López Padilla, “La arquitectura de Elías Rizo”. 
5. “Elías Rizo arquitectos (Parte 3)”, filmado el 15 de febrero de 2011 en el Auditorio esarq, Guadalaja-
ra, Jalisco, video 10:54, disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=bekSNPJhPs4 (consul-
ta: agosto de 2019). 
a c e r c a d e l a s ló g i c a s p r oy e c t u a l e s / e n s ayo / 5 5 
…en un principio cuando empezamos hacer estos proyectos, cuando empeza-
mos a construirlos, nos tacharon de medio locos en Tapalpa; dijeron qué están 
haciendo ahí con esas casas tan abiertas de piedra. A raíz de estas casas van a 
surgir una cantidad de muros de piedra en rajuela en Tapalpa de una manera 
impresionante y el resultado ha sido muy positivo, nos han salido tres o cua-
tro proyectos nuevos allá [...] estamos haciendo tres casas nuevas en Tapalpa 
con un lenguaje muy contemporáneo y con una evolución a partir de estos 
proyectos, sin duda alguna.6
Hace otra pausa más, para luego mostrar más imágenes y cerrar con este 
comentario:
…este es el fin de la presentación, me encantaría escuchar su punto de vista, 
si tienen alguna duda, encantado de contestarla. Les platico que sólo quise 
traer el tema de vivienda a la charla. Estamos trabajando en varios proyectos 
de gran escala, estamos haciendo un centro comercial en Los Cabos, estamos 
haciendo el proyecto de un hotel […] estamos haciendo casas en la playa, aca-
bamos de ganar un concurso para un edificio de tecnología para el gobierno 
en la ciudad de Mérida, lo cual ha sido una experiencia extraordinaria, porque 
los materiales son absolutamente diferentes a los que usamos, el clima, el te-
ma del subsuelo, hay una roca en prácticamente todo el estado de Yucatán 
donde la cimentación es absolutamente diferente a lo que nosotros estamos 
acostumbrados a ver aquí, es una zona que no hay sismos, y eso hace que las 
construcciones sean más sencillas que acá […]7
Así prosigue la conferencia, varios minutos más, hasta que da las gracias 
y vienen los aplausos. La

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