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Slachevsky & Oyarzo (2008), Las demencias: historia, clasificación y aproximación clínica, en Tratado de 
Neuropsicología Clínica, Labos E., Slachevsky A., Fuentes P., Manes E. Librería Akadia editorial; Buenos Aires, 
Argentina 
 
LAS DEMENCIAS: HISTORIA, CONCEPTO, CLASIFICACIÓN Y APROXIMACIÓN 
CLÍNICA 
 
Andrea Slachevsky 
Francisco Oyarzo 
 
1. Introducción 
La demencia es un síndrome adquirido, causado por una disfunción cerebral, caracterizado por 
un deterioro de la cognición y/o una alteración del comportamiento [1]. Las demencias se han 
transformado en uno de los principales problemas de salud a nivel mundial [2]. Dado el crecimiento 
sostenido de la población mayor de 65 años, se espera que el número de personas afectadas por estas 
patologías aumente progresivamente. Se ha estimado que en los últimos años la prevalencia de estas 
patologías ha alcanzado un 3,9% de la población mundial, proyectándose un incremento al 6,9% para 
el año 2020 y al 13,1% para el año 2040 [3]. El costo de estas enfermedades a nivel mundial se ha 
estimado en 315.400 millones de dólares al año, incluyendo los costos de cuidado formal e informal 
[4]. En este capítulo haremos una breve reseña histórica del concepto de demencia, revisaremos los 
criterios diagnósticos más utilizados, la clasificación de las demencias, discutiremos algunos 
conceptos sobre la etiopatogenia de las demencias neurodegenerativas y presentaremos un algoritmo 
diagnóstico para enfrentar a un paciente en quien se sospeche una posible demencia. La mayoría de 
las entidades que mencionaremos están presentadas con más detalles en los capítulos 
correspondientes. 
 
2. Historia del concepto de demencia 
Para entender la evolución del concepto de demencia es necesario separar la historia del 
término “demencia” de la historia del concepto de demencia como enfermedad [5]. Como veremos 
más adelante, el origen del término mismo remonta a la Roma del siglo I a.C., pero durante siglos se 
usó con un sentido diferente al del concepto actual de demencia. Por otro lado, la evolución del 
concepto de trastorno cognitivo también se inició en la misma época y lugar. A partir del siglo XVII, 
la descripción de la semiología de los trastornos cognitivos se hizo más precisa, se separaron los 
trastornos congénitos de los retardos mentales y de los trastornos cognitivos adquiridos, se 
distinguieron los trastornos cognitivos de otras enfermedades mentales y se reconoció que el 
trastorno cognitivo se explica por un disfuncionamiento del sistema nervioso central. Es sólo en el 
siglo XIX que el término “demencia” y el concepto de demencia confluyen, al comenzar a usarse la 
palabra demencia en el sentido que tiene en la literatura médica actual. 
El término “demencia” fue usado por diversos autores a lo largo de la historia, pero su sentido 
ha ido evolucionando. En el siglo I a.C., el poeta romano Lucrecio lo usó en su obra De rerum 
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natura con el sentido de “locura” o “delirio”. Cicerón, contemporáneo de Lucrecio, usó el término de 
demencia tanto como sinónimo de locura como para referirse a una pérdida de memoria en la 
ancianidad debida a una enfermedad [6,7,8,9,10]. 
El término de demencia aparece en las lenguas europeas durante el siglo XIV. Así, la palabra 
demencia aparece en Francia por primera vez en 1381 para referirse a locura o extravagancia [11]. 
Según el Oxford English Dictionary, el término de demencia aparece en lengua inglesa alrededor de 
1644. En el Diccionario Físico de Blancard, publicado en Inglaterra en 1726, la demencia es usada 
como un equivalente de “anoe” o extinción de la imaginación y el juicio. Aún en 1791, el 
Diccionario Español de Sobrino define el término de demencia como locura, extravagancia, extravío, 
alienación del espíritu. Hasta finales del siglo XVII, términos tales como amentia, imbecilidad, 
estupidez, simplicidad, idiotez, morosis y senilidad eran usados para referirse a cuadros de deterioro 
intelectual y del comportamiento causantes de incompetencia psicosocial del individuo. En cambio, 
el término de demencia se usaba exclusivamente como sinónimo de locura (para una revisión ver 
[6,7]). 
Sin embargo, a partir de 1700 empieza a usarse, primero en Francia y posteriormente en otros 
países de Europa, el término de demencia para designar estados de disfunción cognitiva con una 
connotación médica. En la Encyclopédie, ou Dictionnaire Raisonné des Sciences, des Arts et des 
Métiers, de Diderot y d'Alembert, publicada en 1765, la demencia es definida como una 
“enfermedad que puede ser considerada como la parálisis del espíritu, que consiste en la abolición 
de la facultad de razonar. Se diferencia del delirio, que consiste en un funcionamiento aberrante de 
la memoria y entendimiento […]. También debe diferenciarse de la manía, que es una especie de 
delirio con audacia. Los signos de la demencia son fáciles de reconocer: los que padecen de una 
demencia son de una tal tontera que no comprenden nada de lo que se les dice, no se acuerdan de 
nada, no tienen ningún juicio […]. Permanecen sin moverse […]. La fisiología enseña que el 
entendimiento se realiza mediante el cambio de los estímulos que recibe la superficie o sustancia de 
las fibras del cerebro. La viveza de los estados del alma refleja la viveza de las impresiones sobre 
esas fibras […]. La demencia se debe a una abolición de la disposición de esas fibras a reaccionar a 
los cambios de los estímulos. Esta abolición puede deberse a: una falla de las fibras que no pueden 
responder a los cambios. Sea por un defecto de conformación de estas fibras, o al efecto de alguna 
enfermedad o el de la vejez que alteran las fibras […]; o a un pequeño volumen de la cabeza y aún 
más por escasa cantidad de cerebro; por un golpe en la cabeza que causa una alteración del 
cerebro; el efecto de una enfermedad incurable como la epilepsia […]; por el efecto de algún veneno 
[…]. La demencia es muy difícil de curar porque supone, cualquiera sea su causa, un gran defecto 
en las fibras nerviosas […]. Es incurable si se debe a un defecto de conformación o la vejez. […] 
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Casi siempre es crónica.” Si bien no diferencia entre una demencia congénita y un trastorno 
adquirido, el artículo de la Enciclopedia es interesante por varios motivos: da a las demencias una 
connotación claramente médica, señala que la demencia puede deberse a múltiples causas – es decir, 
aparece la visión sindromática de las demencias actualmente vigente –, diferencia las demencias de 
cuadros psiquiátricos y de trastornos agudos, menciona que en ocasiones pueden ser reversibles y, 
finalmente, explica las demencias por una disfunción del sistema nervioso. 
Hacia fines del siglo XVIII, los trastornos cognitivos ya habían sido claramente identificados, 
existía una excelente descripción semiológica de los principales síntomas y signos de estos trastornos 
y se identificó la existencia de un deterioro asociado a la edad, que se atribuía a una rigidez de las 
fibras nerviosas, aunque no se diferenciaban aún como entidades autónomas los trastornos cognitivos 
congénitos de los adquiridos. Es así que, en 1771, Boissier de Sauvages, en su Nosographie 
Méthodique, menciona 12 tipos de imbecilidad, entre las cuales destaca la imbecilidad del anciano 
(“l’imbécilité du vieillard”), también denominada estado pueril, idiocia o locura senil. Según 
Boissier, este cuadro se explica porque “por la rigidez de sus fibras nerviosas, los ancianos son 
menos sensibles alos estímulos externos” (citado en [7]). En cambio, usa el término “demencia” para 
referirse a diversos cuadros que abarcaban tanto a la imbecilidad como a la idiocia, la debilidad 
mental y la locura. En su Nosographie publicada en 1798, Pinel usó los términos de amentia y 
morosis para referirse a los trastornos cognitivos, que explica como una falla en la asociación de 
ideas que se manifiesta en un trastorno de la actividad, comportamiento extravagante, emociones 
superficiales, pérdida de memoria, dificultades en la percepción de objetos, oscurecimiento del juicio, 
actividad sin propósito, existencia automática y olvidos de palabras o signos para expresar las ideas. 
Menciona además la “demencia senil” como una forma de trastorno cognitivo adquirido en las 
personas de edad. Sin embargo, Pinel, no clasificó como entidades independientes los trastornos 
cognitivos adquiridos y congénitos (citado en [7]). 
Es interesante notar que, desde esa época, la demencia tenía una connotación legal, según la 
cual una persona con demencia no es imputable. En el Código Napoleón (1808) se señala que “No 
existe crimen cuando el acusado está en estado de demencia durante el crimen” (para una revisión 
ver Berríos; 1996, 2005 [6,7]). 
Durante el siglo XIX, el término de demencia empieza a ser usado para referirse 
principalmente a cuadros de trastornos cognitivos adquiridos y en la segunda mitad del siglo XIX se 
restringe casi exclusivamente a trastornos irreversibles que afectan predominantemente a los 
ancianos. Se mantuvo una visión sindromática de las demencias, incluyendo entre otro las demencias 
vesánicas, es decir, estados terminales de diferentes enfermedades mentales [7]. Esquirol define las 
demencias como un estado de pérdida de la capacidad de razonar y diferencia las demencias agudas 
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de las crónicas y las seniles. Las demencias agudas equivalen a un estado confusional, mientras que 
las seniles son el resultado de la edad y consisten en una pérdida de la capacidad de entendimiento, 
las demencias crónicas son irreversibles y causadas por múltiples causas, tales cuales manías, estados 
de melancolías accidentes vasculares, epilepsia [12]. Esquirol, quien propició una aproximación 
meramente descriptiva de las demencias, sin discutir su etiopatogenía [13], oficializó la distinción 
entre demencia y retardo mental “El demente es como la persona que ha sido privada de su 
propiedad después de haber podido disfrutar de ella, es una persona rica que se ha empobrecido, el 
idiota siempre ha sido pobre y miserable” [13]. Él y sus discípulos enfatizaron la heterogeneidad 
clínica de estos cuadros. De hecho, Calmeil, alumno de Esquirol, menciona las dificultades que 
existen para “describir las demencias, su variabilidad y matices […] Es difícil elegir un síntoma 
distintivo” [14]. Si bien Esquirol mencionó las demencias seniles, fue Calmeil quien las describió de 
manera más acuciosa. En las demencias seniles, “existe un compromiso constante de los órganos 
sensoriales, los pacientes de edad pueden estar sordos, y mostrar un trastorno del gusto, olfato, y 
tacto. Los estímulos externos son menos claros para ellos, tienen poca memoria de los eventos 
recientes, viven en el pasado, y repiten el mismo cuento; sus afectos gradualmente se desvanecen” 
[14]. Guislain, por su parte, propuso que existían dos clases de demencia: i) las demencias que 
afectan a las personas de edad (demencia senil de Cullen) y ii) las demencias de las personas mas 
jóvenes [15]. 
Quizás uno de los hitos de mayor relevancia en la historia de las demencias se debe a Antoine 
Bayle, quien en 1822 presentó un trabajo clínico-patológico en el que mostraba que los síntomas 
físicos y mentales de la parálisis general progresiva se debían a una aracnoiditis crónica, es decir, a 
una patología cerebral. Bayle propuso el concepto de aracnoiditis crónica, propiciando una visión 
orgánica de las demencias, es decir, una enfermedad atribuible a lesiones en el sistema nervioso 
central [16]. 
Durante el siglo XIX, además de identificar las demencias seniles y atribuirle un substrato 
neuropatológico, es decir, la presencia de lesiones en el sistema nervioso central, se proponen 
taxonomías de las enfermedades mentales. Morel, por ejemplo, propuso diferenciar los trastornos 
mentales en seis categorías: hereditarias, tóxicas, asociadas con las neurosis, idiopáticas, simpáticas, 
y las demencias. Morel sugiere que las demencias son enfermedades neurodegenerativas en las que 
existe una pérdida progresiva del cerebro. Para Morel, la disminución del peso del cerebro es un 
hecho constante en las demencias que está también presente en el envejecimiento y es una expresión 
de decadencia de la especie humana [17]. 
En la segunda mitad del siglo XIX, gracias a la elaboración del concepto de demencia y las 
descripciones clínicas de autores franceses, ingleses y alemanes, las demencias son definitivamente 
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consideradas como un síndrome. En 1906, Marie definió las demencias como un síndrome que puede 
ser causado por diferentes enfermedades, cada una con un fenotipo clínico característico y una 
neuropatología específica [18]. Desde finales del siglo XIX y durante el siglo XX ha existido un 
importante esfuerzo por describir las distintas enfermedades causantes de demencia. La primera 
distinción se realiza entre las demencias primarias y las secundarias. En las demencias secundarias se 
incluyen las demencias vesánicas (estados de deterioro que puede ser consecuencia de cualquier tipo 
de locura severa). El estudio neuropatológico con microscopia óptica de cerebros de pacientes con 
demencia asentó la hipótesis de que las demencias primarias eran causadas por degeneración del 
parénquima cerebral o por lesiones vasculares (arterioesclerosis). Hacia 1900 ya se habían 
individualizado la demencia senil, la arterioesclerótica (reblandecimiento cerebral por isquemia 
crónica), las demencias infecciosas (la parálisis general), la demencia traumática y algunas de las 
subcorticales (por ejemplo, la enfermedad de Huntington) [7]. En 1907, Alois Alzheimer describió el 
caso de Agust D, paciente que presentó una demencia a los 51 años, y describió las lesiones 
neuropatológicas (placas seniles y ovillos neurofibrilares). Estas mismas lesiones ya habían sido 
descritas previamente en pacientes con demencia senil (ver capítulo Demencia Tipo Alzheimer. Bases 
Fisiopatológicas y Clínicas). En tres artículos publicados entre 1892 y 1904, Pick describió los 
síntomas de las demencias frontotemporales (ver capítulo Demencia Frontotemporal). 
El concepto actual de demencia se construyó a finales del siglo XIX y a principios del siglo 
XX bajo un paradigma cognitivo: las demencias consistirían sólo en trastornos irreversibles de las 
funciones intelectuales [6]. Este paradigma inhibió el estudio de los trastornos no cognitivos de las 
demencias y el estudio de la interfase entre demencias y enfermedades psiquiátricas. 
Afortunadamente, en las dos últimas décadas se ha avanzado en la comprensión de los trastornos no 
cognitivos de las demencias, como en el caso de las demencias frontotemporales, que se presentan 
principalmente con trastornos de la conducta, y en comprender mejor las enfermedades que se sitúan 
en el límite entre la neurología y la psiquiatría. Ciertamente, este cambio de visión ayudará a una 
comprensión más integral de las demencias con sus diferentes facetas clínicas. 
 
3. Definición del conceptode demencia y criterios de demencia 
Las demencias se caracterizan por dos elementos fundamentales: i) la persona ha 
experimentado un deterioro desde su nivel de funcionamiento previo y ii) la demencia interfiere 
significativamente con el trabajo y/o actividades habituales [19]. Uno de los mayores avances en el 
estudio de las demencias ha sido la identificación de diferentes tipos clínicos de demencia, 
producidos por distintos procesos patológicos. Por lo tanto, las demencias no son una enfermedad, 
sino un síndrome: múltiples enfermedades o causas pueden causar una demencia [20]. Se han 
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propuesto distintas definiciones de las demencias, y en la mayoría se retienen los siguientes 
elementos: i) las demencias son un síndrome adquirido y crónico, por lo tanto se diferencian del 
retardo mental y del síndrome confusional (ver sección.6.2.3); ii) las demencias son generalmente 
irreversibles y son causadas por lesiones estructurales en el cerebro; iii) se caracterizan por un 
deterioro de las capacidades intelectuales, acompañado frecuentemente de trastornos del 
comportamiento y, en ocasiones, de trastornos del movimiento; iv) los trastornos presentados por los 
pacientes interfieren con sus habilidades sociales y les impiden llevar una vida independiente [20]. 
Con el objetivo de clasificar las enfermedades, sistematizar los estudios y facilitar el 
intercambio de comunicaciones, se utilizan criterios diagnósticos para definir los síntomas que 
indicarían la presencia de un cuadro demencial. Dentro de los más utilizados están los criterios DSM-
IV (American Psychiatric Association [APA], 1994) y CIE-10, que son parte de la clasificación 
internacional de enfermedades publicada por la OMS (WHO/OMS, 1992) [2,21]. Sin embargo, estos 
criterios tienen importantes limitaciones. Por una parte, los criterios DSM-IV se crearon basándose 
en la demencia tipo Alzheimer y no reflejan el conjunto de las demencias. Por ejemplo, los criterios 
del DSM-IV consideran el trastorno de memoria como el principal síntoma de las demencias, lo que, 
si bien es válido para la enfermedad de Alzheimer (EA), no se ajusta al patrón de presentación de 
otras demencias en las que la memoria está preservada, como las demencias frontotemporales (DFT) 
[21] (ver tabla 1). 
 
Tabla 1: Criterios DSM-IV para Demencia 
DSM – IV (APA, 1998) 
Criterios de demencia A Déficits cognitivos múltiples: (1) y (2) 
(1) Trastorno de memoria, aprendizaje o recuerdo. 
(2) Presencia de más de un déficit en otras funciones cognitivas: 
(a) afasia 
(b) apraxia 
(c) agnosia 
(d) trastorno de las funciones ejecutivas 
Criterios de demencia B Déficit cognitivo en A1 y A2 causan: 
- Trastorno significativo en funcionamiento social y laboral y 
- Representa un deterioro significativo del nivel cognitivo previo. 
Criterios de demencia C El curso se caracteriza por un inicio gradual y un deterioro cognitivo continuo. 
Criterios de demencia D Déficit cognitivo en A1 y A2 no se deben a: 
(1) Otra patología del sistema nervioso central 
(2) Cuadro sistémico que causa demencia 
(3) Abuso de substancias 
Criterios de demencia E Déficits no se explican únicamente por la existencia de un síndrome 
confusional. 
Criterios de demencia F La alteración no se explica mejor por la presencia de otro trastorno del Eje I (ej: 
trastorno depresivo mayor, esquizofrenia). 
 
 
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Por otra parte, si bien en los criterios CIE-10 se presenta una mayor tipificación de los cuadros 
demenciales, persiste el énfasis en la esfera cognitiva como síntoma clave para el diagnóstico de 
demencia, lo que no se ajusta al patrón de presentación de todas las demencias [2] (ver tabla 2). 
Tabla 2: Criterios CIE - 10 para Demencia 
CIE – 10 (WHO, 1992) 
Demencia en la 
enfermedad de Alzheimer 
La enfermedad de Alzheimer es una enfermedad degenerativa cerebral 
primaria, de etiología desconocida, que presenta rasgos neuropatológicos y 
neuroquímicos característicos. El trastorno se inicia por lo general de manera 
insidiosa y lenta y evoluciona progresivamente durante un período de años. El 
período evolutivo puede ser corto, dos o tres años, pero en ocasiones es 
bastante más largo. Puede comenzar en la edad madura o incluso antes 
(enfermedad de Alzheimer de inicio presenil), pero la incidencia es mayor 
hacia el final de la vida (enfermedad de Alzheimer de inicio senil). En casos 
con inicio antes de los 65 a 70 años es posible tener antecedentes familiares de 
una demencia similar, el curso es más rápido y predominan síntomas de lesión 
en los lóbulos temporales y parietales, entre ellos disfasias o dispraxias. En los 
casos de inicio más tardío, el curso tiende a ser más lento y a caracterizarse por 
un deterioro más global de las funciones corticales superiores. 
a) Presencia de un cuadro demencial, como el descrito arriba. 
b) Comienzo insidioso y deterioro lento. El momento exacto del inicio del 
cuadro es difícil de precisar, aunque los que conviven con el enfermo suelen 
referir un comienzo brusco. 
c) Ausencia de datos clínicos o en las exploraciones complementarias que 
sugieran que el trastorno mental pudiera ser debido a otra enfermedad cerebral 
o sistémica capaces de dar lugar a una demencia (por ejemplo, hipotiroidismo, 
hipercalcemia, deficiencia de vitamina B12, deficiencia de niacina, 
neurosífilis, hidrocefalia normotensiva o hematoma subdural). 
d) Ausencia de un inicio apoplético, súbito o de signos neurológicos focales, 
tales como hemiparesia, déficits sensoriales, defectos del campo visual o falta 
de coordinación de movimientos, signos estos que no han tenido que estar 
presentes en la etapas iniciales de la enfermedad (aunque puedan superponerse 
a ella en períodos más avanzados). 
Demencia en la enfermedad de Alzheimer de inicio precoz. 
Demencia en la enfermedad de Alzheimer de inicio tardío. 
Demencia en la enfermedad de Alzheimer atípica o mixta. 
Demencia en la enfermedad de Alzheimer sin especificación. 
Demencia vascular Presencia de demencia. Deterioro cognoscitivo, que suele ser desigual, de tal 
manera que puede haber una pérdida de memoria, un deterioro intelectual y 
signos neurológicos focales, mientras que la conciencia de enfermedad y la 
capacidad de juicio pueden estar relativamente conservadas. Un comienzo 
brusco, un deterioro escalonado y la presencia de síntomas y signos 
neurológicos focales aumenta la probabilidad del diagnóstico de demencia 
vascular, cuya confirmación vendrá sólo, en algunos casos, de la tomografía 
axial computarizada o en último extremo de la neuropatología. Otras 
características son: hipertensión arterial, soplos carotídeos, labilidad emocional 
con distimias depresivas pasajeras, llantos o risas intempestivas, episodios 
transitorios de obnubilación de conciencia o de delirium, a menudo provocados 
por nuevos infartos. Suele aceptarse que la personalidad se mantiene 
relativamente bien conservada, pero en algunos casos hay cambios evidentes 
de la misma, apareciendo apatía o desinhibición o acentuación de rasgos 
previos, tales como egocentrismo, actitudes paranoides o irritabilidad. 
Demencia vascular de inicio agudo. 
Demencia multi-infarto. 
Demencia vascular subcortical. 
Demencia vascular mixta cortical y subcortical. 
Otras demencias vasculares. 
Demencia vascular sin especificación. 
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Demencia en 
enfermedades clasificadas 
en otro lugar 
Se clasifican aquí los casos de demencia debidos a una etiología distinta de la 
enfermedad de Alzheimer o de la enfermedad vascular. Pueden comenzar en 
cualquier período de la vida, aunque raramente en la edad avanzada. 
Demencia en la enfermedad de Pick. 
Demencia en la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob. 
Demencia en la enfermedad de Huntington. 
Demencia en la enfermedad de Parkinson. 
Demencia en la infección por VIH. 
Demencia en enfermedades específicas clasificadas en otro lugar. 
Demencia sin 
especificación 
Se recurre a esta categoría cuando se satisfacen las pautas generales 
para el diagnóstico de demencia pero no es posible identificar ninguno 
de los tipos específicos 
Incluye: 
Psicosis senil o presenil sin especificación. 
Demencia senil o presenil sin especificación. 
Demencia degenerativa primaria sin especificación. 
 
Por lo tanto, los criterios del DSM-IV y del CIE-10 no son aplicables a todos los tipos de 
demencias y no reflejan su heterogeneidad. Más aún, estudios epidemiológicos han mostrado que 
existe una baja concordancia entre esos dos criterios: un porcentaje de pacientes que cumplen los 
criterios de demencia según el CIE-10 no cumplen los del DSM-IV y viceversa [22]. Considerando 
las limitaciones de estos criterios, Knopman y colaboradores han propuesto recientemente nuevos 
criterios que puedan aplicarse a la mayoría de las demencias y no solo a la EA (ver tabla 3) [19]. 
 
Tabla 3: Criterios de Knopman, Petersen y Boeve (2003) 
A. Trastorno en uno o más dominios cognitivos 
a. Trastornos de la memoria 
b. Dificultades para enfrentar y/o resolver tareas complejas 
c. Trastornos de la capacidad de razonamiento 
d. Trastornos de las capacidades espaciales, de la orientación espacial y del reconocimiento 
de objetos 
e. Trastornos del lenguaje (afasia) 
B. Los trastornos cognitivos interfieren con el trabajo y/o las actividades sociales y/o las 
relaciones interpersonales. 
C. Los trastornos cognitivos corresponden a un deterioro significativo en relación al nivel de 
funcionamiento previo. 
D. Los trastornos cognitivos no están presentes exclusivamente durante un episodio confusional. 
 
 
En resumen, para plantear un síndrome demencial se requiere la presencia de un 
deterioro adquirido (de etiología cerebral) de una o más funciones cognitivas y/o del 
comportamiento que interfiera de manera significativa con las actividades de la vida diaria, es 
decir, se traduzca en una disminución de la autonomía o autovalencia del paciente. Los criterios 
recientemente propuestos por Knopmam y colaboradores tienen la gran ventaja de poder aplicarse a 
los diferentes tipos de demencias. No obstante, en nuestra opinión, estos criterios tienen dos puntos 
discutibles: i) para poder plantear un diagnóstico de demencia necesitan un deterioro cognitivo en al 
menos dos áreas. Como es sabido, las actividades de la vida diaria pueden verse interferidas de 
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manera significativa en un paciente con un deterioro en un solo dominio cognitivo, como un 
síndrome amnésico, afásico o disejecutivo, y sin embargo este paciente no presentaría una demencia 
según los criterios de Knopman; ii) estos criterios no permiten diagnosticar como demencia las DFT 
de tipo conductual. En efecto, en los criterios no se incluyen los trastornos del comportamiento como 
causal de los trastornos del funcionamiento en la vida diaria del paciente. Es importante destacar que 
estos criterios necesitan ser validados antes de poder ser usados como norma para el diagnóstico de 
las demencias. 
 
4. Concepto de deterioro cognitivo leve 
El concepto de demencia ha sido criticado por no permitir un diagnóstico precoz de la 
enfermedad subyacente causante de las demencias. En efecto, en la mayoría de los pacientes, los 
trastornos cognitivos se instalan progresivamente y no interfieren mayormente con las actividades 
diarias al inicio de la enfermedad, razón por la cual no pueden ser definidos como demencia. Petersen 
y colaboradores (1999) acuñaron el término de deterioro cognitivo leve (DCL) no demenciante para 
referirse a estos trastornos cognitivos adquiridos con preservación de la funcionalidad [23]. El DCL 
constituye un estadio intermedio entre el envejecimiento normal y las demencias. Si bien en un 
primer momento se utilizaba sólo para la demencia tipo Alzheimer, ahora es utilizado en distintas 
variantes de las demencias (ver capítulo Demencia Tipo Alzheimer: Bases Fisiopatológicas y 
Clínicas) [24]. En la tabla 4 presentamos los criterios diagnósticos de esta entidad. 
 
Tabla 4: Criterios para diagnóstico de Deterioro Cognitivo Leve (Petersen et al., 2001) 
Deterioro Cognitivo Leve 
Tipo Características Puede progresar a: 
Amnésico Queja de memoria. 
Disminución objetiva de memoria. 
Preservación de las otras funciones 
cognitivas. 
Preservación de las actividades de la 
vida diaria. 
No hay demencia. 
Demencia tipo Alzheimer. 
Múltiple 
dominio 
Presencia de una leve disminución en 
más de una capacidad cognitiva. 
Preservación de las actividades de la 
vida diaria. 
No hay demencia. 
Demencia tipo Alzheimer, 
Demencia Vascular, 
Envejecimiento normal. 
Un dominio 
(no memoria) 
Presencia de una disminución objetiva 
en: lenguaje, función visoespacial o 
función ejecutiva. 
Preservación de las actividades de la 
vida diaria. 
No hay demencia. 
Demencia Fronto-temporal, 
Demencia por cuerpos de Lewy, 
Afasia progresiva primaria, 
Demencia Vascular. 
 
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Estos criterios han sido recientemente criticados ya que: i) tienen escaso valor pronóstico, es 
decir, no permiten predecir con certeza qué pacientes van a evolucionar hacia una demencia. Un 
importante número de pacientes catalogados en esta entidad no siempre progresan a una demencia e 
incluso en un porcentaje de pacientes existe una regresión de los trastornos; ii) el requisito de 
preservación de las actividades de la vida diaria es poco operacional [25]. En efecto, es muy difícil 
determinar cuándo el trastorno cognitivo interfiere con las actividades de la vida diaria, pues esto 
depende del tipo de actividades desempeñadas por el paciente. Por ejemplo, a diferencia de pacientes 
que mantienen una actividad laboral, pacientes jubilados probablemente podrán tolerar un deterioro 
relativamente importante de sus capacidades cognitivas antes de que interfiera con sus actividades. 
Esto hace que el DCL incluya pacientes muy heterogéneos en cuanto a la intensidad del trastorno 
cognitivo. 
Para suplir estas dos limitaciones del DCL, Dubois y colaboradores han propuesto nuevos 
criterios para la enfermedad de Alzheimer que permitan un diagnóstico de la enfermedad sin requerir 
una demencia propiamente tal [26]. Los autores proponen que estos criterios son más operacionales 
que los criterios de DCL de tipo amnésico y tendrían mayor valor pronóstico. Estos criterios aún no 
han sido validados. 
 
5. Clasificación de las demencias 
Las demencias se pueden clasificar desde diferentes puntos de vista. Se han usado 
principalmente los siguientes tipos de clasificación: 
i) Clasificación según la topografía de las lesiones. De acuerdo con las estructuras involucradas, 
se puede clasificar las demencias como corticales y subcorticales (ver tabla 5). 
Tabla 5: Clasificación de enfermedades demenciantes en corticales y subcorticales ( adaptado 
de Mendez y Cummings,2003) 
 
Demencias corticales Demencias sub-corticales 
Enfermedad de Alzheimer Demencia con cuerpos de Lewy 
Demencia Frontotemporal Enfermedad de Parkinson 
Atrofias corticales asimétricas Parálisis supranuclear progresiva 
 Demencias vasculares 
 Enfermedad de Creutzfeldt-Jakob 
Demencia por VIH 
Neurosífilis 
Enfermedades sistémicas 
 Endocrinopatías 
 Estados de deficiencia vitamínica 
 Encefalopatías tóxicas 
 Depresión 
 Demencia post-traumática 
 Hidrocefalia 
 Neoplasias 
 Desmielinización 
 
Slachevsky & Oyarzo (2008), Las demencias: historia, clasificación y aproximación clínica, en Tratado de 
Neuropsicología Clínica, Labos E., Slachevsky A., Fuentes P., Manes E. Librería Akadia editorial; Buenos Aires, 
Argentina 
 
Las demencias corticales presentan alteraciones cognitivas propias de un compromiso de la 
corteza de asociación y/o el sistema límbico temporal medial. Según la distribución de las lesiones, se 
distinguen las demencias corticales con atrofias focales, caracterizadas por el compromiso de una 
región cerebral determinada, y la enfermedad de Alzheimer, en la que hay tanto un compromiso de 
las regiones temporales mediales como lesiones en otras regiones cerebrales (ver figura 1). 
Las demencias subcorticales presentan alteraciones cognitivas que evidencian un compromiso 
de las conexiones entre la corteza frontal, los ganglios basales y las estructuras talámicas [1]. 
Además de las demencias corticales y subcorticales, existe un grupo de demencias que presentan un 
compromiso simultáneo de estructuras corticales y subcorticales (ver figura 1). 
 
Figura 1: Clasificación híbrida de las demencias neurodegenerativas considerando la topografía 
lesional, el síndrome clínico o la enfermedad propiamente tal. 
 
 
 
Esta figura muestra la relación que tienen la neuropatología, la ubicación anatómica y las 
manifestaciones clínicas de las patologías demenciantes. 
 
 
ii) Clasificación según la sintomatología clínica. El eje de esta clasificación son las características de 
los trastornos cognitivos y/o del comportamiento. Los distintos tipos de demencia se diferencian por 
el predominio de determinados trastornos cognitivos y/o del comportamiento. Por ejemplo, en la 
demencia tipo Alzheimer predominan los trastornos de la memoria episódica y en la demencia 
semántica predominan los trastornos de la memoria semántica. En términos generales, los trastornos 
cognitivos y/o del comportamiento reflejan la disfunción de una determinada red o sistema neuronal 
[27]. 
Slachevsky & Oyarzo (2008), Las demencias: historia, clasificación y aproximación clínica, en Tratado de 
Neuropsicología Clínica, Labos E., Slachevsky A., Fuentes P., Manes E. Librería Akadia editorial; Buenos Aires, 
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iii) Clasificación según la etiopatogenia. Las demencias también pueden clasificarse según su 
etiología. Podemos diferencias tres etiologías principales: a) demencias secundarias generalmente a 
una enfermedad medica sistémica, como una infección o un trastorno metabólico (ver capítulos 
Demencias Producidas Por Agentes Infecciosos & Demencias Secundarias); b) demencias 
vasculares, por lesiones cerebrovasculares en el cerebro (ver capítulo Demencia Vascular) y c) 
demencias neurodegenerativas, por muerte acelerada de poblaciones neuronales (ver capítulos 
Demencia Tipo Alzheimer. Bases Fisiopatológicas y Clínicas; Demencia Frontotemporal & 
Cognición en Movimientos Anormales). 
 iv) Clasificación según el perfil evolutivo. Otra manera de clasificar las demencias se basa en la 
temporalidad de los síntomas, es decir, la forma de inicio y la velocidad de progresión de los 
síntomas. Ambas características son útiles para determinar la posible etiología de las demencias [1] 
(ver tabla 6) 
Tabla 6: Clasificación de enfermedades demenciantes basada en un criterio de temporalidad 
(adaptado de Mendez y Cummings, 2003) 
 Inicio agudo 
(en menos de 
24 horas) 
Inicio sub-agudo 
(en menos de 
un mes) 
Inicio gradual 
Cursa 
lentamente 
- Secundaria a 
epilepsia 
- Neoplasias - Enfermedad de Alzheimer 
- Demencia Frontotemporal 
- Atrofias corticales asimétricas 
- Demencia con cuerpos de Lewy 
- Otras demencias neurodegenera-
tivas 
- Hidrocefalia normotensiva 
- Trastornos bioquímicos 
heredados 
- Secundaria a esquizofrenia 
Cursa 
rápidamente 
- Meningitis aguda - Enfermedad de 
Creutzfeldt-Jakob 
- Infecciones del 
Sistema Nervioso 
Central 
 
Curso estático - Encefalopatía 
anóxica 
- Demencia post-
traumática 
- Encefalopatías 
tóxicas 
- Depresión 
Cursa en 
escalones 
- Demencia vascular - Demencia vascular - Demencia vascular 
Cursa con 
fluctuaciones 
- Trastorno metabólico 
- Desmielinización 
- Trastorno metabólico 
- Desmielinización 
- Trastorno metabólico 
- Desmielinización 
 
 
 
 
Slachevsky & Oyarzo (2008), Las demencias: historia, clasificación y aproximación clínica, en Tratado de 
Neuropsicología Clínica, Labos E., Slachevsky A., Fuentes P., Manes E. Librería Akadia editorial; Buenos Aires, 
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6. Etiopatogenia de las demencias neurodegenerativas 
Las demencias neurodegenerativas se deben a una alteración del metabolismo proteico, con 
una falla de la degradación de las proteínas por el sistema ubiquitina-proteosómico, producción de 
péptidos, oligómeros de aminoácidos y acumulación de depósitos proteicos intracelulares. Por esta 
razón, estas enfermedades neurodegenerativas pueden ser conceptualizadas como proteinopatías. La 
interacción entre factores genéticos y ambientales propiciaría un metabolismo anormal de proteínas, 
produciéndose una acumulación de estos péptidos neurotóxicos. Las distintas redes neuronales o 
sistemas neuroanatómicos funcionalmente relacionados que subtienden las actividades cognitivas y la 
regulación del comportamiento comparten características metabólicas y, por lo tanto, el tipo de 
vulnerabilidad a la acumulación de estos péptidos. Esto explicaría la correspondencia entre un 
determinado tipo de proteinopatía y el daño de un sistema neural específico, es decir, la distribución 
topográfica de las lesiones y, por consiguiente, las manifestaciones clínicas de la enfermedad [28]. 
Probablemente, factores genéticos y epigenéticos explican la vulnerabilidad selectiva de los distintos 
sistemas funcionales a la acumulación de proteínas anormales [29] (ver figura 2). 
Figura 2: Etiopatogenia de las demencias neurodegenerativas (adaptado de Cummings 2003) 
 
 
Esta figura ilustra los mecanismos etiopatogénicos de las demencias 
neurodegenerativas desde la acumulación anormal de una proteína a un fenotipo 
clínico por disfunción de sistemas neuronales y de neurotransmisores selectivos. 
 
El metabolismo anormal de tres proteínas (β-Amiloide: α-Synucleina proteína Tau) explica el 
70% de todas las demencias y un 90% de las demencias neurodegenerativas [28]. Por ejemplo, la 
demencia tipo Alzheimer es una demencia por acumulación anormal de la proteína β-Amiloide, 
acumulación que se concentra preferentemente en las regiones hipocampales y en las áreas 
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asociativas posteriores (lóbulo parietal), produciendo atrofia hipocampal y compromiso de las 
regiones témporo-parietales, aunque también presenta disfunción de las áreas asociativas frontales. 
Esta topografía de las lesiones explica por qué el trastorno de memoria es el principal síntoma de la 
EA. Además de estas tres proteínas, se han descrito anormalidades de varias otras proteínas en 
distintas demencias neurodegenerativas [28,29,30]. La Tabla 7 resume la relación entre las 
alteraciones proteicas y las enfermedades neurodegenerativas asociadas. 
Tabla 7: Relación entre alteración de proteínas y enfermedades 
neurodegenerativas asociadas (Cummings, 2003)Proteína alterada Enfermedad neurodegenerativa 
Proteína β amiloide Enfermedad de Alzheimer 
Proteína α sinucleína Enfermedad de Parkinson 
Demencia con cuerpos de Lewy 
Atrofia multisistémica 
Neurodegeneración por acumulación de hierro 
Enfermedad de Alzheimer 
Proteína τ hiperfosforilada Degeneración lobar fronto-temporal 
Parálisis supranuclear progresiva 
Complejo demencia-Parkinsonismo-amiotrofia lateral 
Degeneración corticobasal 
Degeneración pállido-ponto-nigral 
Enfermedad de Alzheimer 
Proteínas criónicas Enfermedad Creutzfeldt-Jakob 
Koro 
Insomnia familiar fatal 
Enfermedad de Gerstmann-Straussler-Schenker 
Superóxido de dismutasa Esclerosis lateral amiotrófica familiar 
Huntingtina Enfermedad de Huntington 
Atrofina Atrofia dentatorubral-palidolusiana 
Ataxina Atrofias espino-cerebelares 
 
Es importante destacar que no siempre existe una correspondencia entre el fenotipo clínico, 
las manifestaciones clínicas predominantes y la etiopatogenia de las demencias neurodegenerativas. 
Por ejemplo, Knibb y colaboradores describieron que 30% de los pacientes con una afasia primaria 
progresiva no fluente y demencia semántica presentan lesiones neuropatológicas características de la 
EA [31]. Se han descrito también numerosos pacientes en quienes se detectan las lesiones 
neuropatológicas de la EA (acumulo de proteína amiloidea) y que sin embargo presentan en vida 
cuadros atípicos, sin síndrome amnésico [32,33]. Por último, existen pacientes en los cuales se 
superponen características clínicas de diferentes tipos de demencias neurodegenerativas [30]. En 
estos síndromes, llamados síndromes de superposición, la clínica esta determinada por la distribución 
topográfica de las lesiones y no por las características histopatológicas de las lesiones [34]. El 
fenotipo clínico no permite predecir la etiopatogenia de las demencias, es decir, que proteinopatía es 
causante de la enfermedad neurodegenerativa. Lo anterior sugiere que existen múltiples elementos 
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que median entre el metabolismo anormal de una determinada proteína y su acumulación en un 
sistema neuroanatómico específico. 
7. Diagnóstico de las demencias 
i) Algunos conceptos generales 
Diferentes razones explican las dificultades diagnósticas que enfrentamos en un paciente en 
quien sospechamos una posible demencia. 
a) Como puede deducirse de los criterios de deterioro cognitivo leve, el diagnóstico de las 
demencias no es una tarea fácil, pues no es fácil distinguir entre el envejecimiento normal y la 
presencia de un trastorno objetivo de la memoria. Una queja subjetiva de la memoria no 
permite predecir con certeza la existencia de un trastorno de memoria [35,36]. Nestor y 
Hodges han acuñado el término “worried-well” (preocupado bien) para describir a personas 
que dicen tener un trastorno de memoria en ausencia de fallas subjetivas u objetivas de la 
memoria [37]. Estas personas magnifican las fallas normales de la memoria y las consideran 
patológicas [38]. 
b) No todas las demencias presentan un declive de la memoria u otras capacidades cognitivas. 
Los trastornos del comportamiento predominan en las DFT de tipo conductual y no es fácil 
diferenciar entre un cuadro psiquiátrico y una DFT [39]. Más aún, no siempre es fácil 
determinar si un determinado comportamiento es normal o debe ser catalogado como 
patológico [40]. 
c) El paciente frecuentemente minimiza sus síntomas y es necesario interrogar a un informante 
confiable para determinar la existencia de una disfunción cognitiva [36,41]. 
d) Es necesario disponer de una manera adecuada de evaluar la repercusión de los trastornos 
cognitivos en las actividades de la vida diaria. En las etapas iniciales de las demencias se ven 
afectadas las actividades más complejas o instrumentales, tales como el manejo de las 
finanzas familiares o el uso de medios de transporte. La adecuada realización de esas 
actividades depende de la indemnidad de capacidades cognitivas como la memoria y la 
planificación. Las actividades más básicas, aquellas de autocuidado, se verán afectadas solo 
en etapas más avanzadas de las demencia [42]. En la tabla 8 presentamos un ejemplo de 
escala usada para evaluar las actividades de la vida diaria, diferenciando entre actividades 
complejas o instrumentales y actividades básicas. 
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Tabla 8: Actividades complejas o instrumentales y básicas de la vida diaria más 
frecuentemente alteradas en las demencias (adaptado de Jonson y colaboradores, 2004) 
 
 
Una de las mayores dificultades que enfrentamos al evaluar las actividades de la vida diaria es 
que éstas son culturalmente dependientes: las actividades que realiza un sujeto dependen del 
medio en que se desenvuelve. Por lo tanto, para poder hacer una evaluación correcta del 
impacto de los trastornos cognitivos en las actividades de la vida diaria, es necesario disponer 
de escalas adecuadas a la realidad de cada paciente [43]. 
e) Múltiples condiciones pueden interferir con la capacidad de un individuo para interactuar de 
manera adecuada con el ambiente. Omitir esas condiciones puede conducir a un diagnóstico 
errado de demencia. Por ejemplo, un individuo con una hipoacusia o una disminución de la 
agudeza visual no podrá interactuar bien con el medio y podría dar la impresión de sufrir un 
trastorno cognitivo. Individuos con bajo nivel de escolaridad o con privación cultural también 
podrían dar la impresión de sufrir deterioro cognitivo. De hecho, en un estudio canadiense 
sobre trastorno cognitivo no demenciante en el adulto mayor, 2,1 % de los casos fueron 
atribuidos a un factor socio-cultural [44]. Por último, también es posible diagnosticar 
erróneamente trastornos cognitivos a inmigrantes recientes que viven en medios culturales 
muy diferentes de sus medios de origen, simplemente porque se los evalúa mediante 
instrumentos no adaptados (ver capítulo Efectos de la educación en las Funciones 
Cognoscitivas. Reserva cerebral, compensación o efecto de las pruebas). 
 
Actividades instrumentales o complejas Actividades básicas 
Empleo y recreación 
 
Grupos sociales 
Viajes 
Actividad laboral 
Recreación 
Autocuidado Bañarse 
Alimentarse 
Vestirse 
Control de 
esfínteres 
Cuidado personal 
Compras y manejo del 
dinero 
Compra de alimentos 
Manejo del dinero efectivo 
Manejo de las finanzas 
Comunicación Hablar 
Comprender 
Comunicación Usar el teléfono 
Leer 
Escribir 
Cuidado de la casa Preparación de comidas 
Poner la mesa 
Aseo del hogar 
Mantenimiento de la casa. Reparaciones en la casa. 
Lavar la ropa 
Auto cuidado Tomar medicamentos 
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ii) Propuesta de un algoritmo diagnóstico para un paciente que consulte por una queja de 
memoria 
A manera de ejemplo, presentaremos un algoritmo diagnóstico para enfrentar la evaluación de 
un paciente que consulta por una queja de memoria. Al enfrentar la evaluación de un paciente con 
una queja de memoria, debemos intentar averiguar si existe o no un problema y determinar su origen. 
Las siguientes interrogantes deben ser respondidas de manera consecutiva: 
a) ¿Existe un problema? 
En la sección 6.1 mencionamos el caso del sujeto “worried-well”, que si bien no tiene un 
trastorno de la memoria, está muy preocupado de sus capacidades cognitivas y consulta sospechando 
un posible deterioro.En muchos de esos sujetos hay antecedentes de demencia en la familia y no es 
siempre fácil confortarlos, asegurarles que no existe un problema [37]. En nuestra experiencia, 
ocasionalmente será necesario realizar una evaluación neuropsicológica para demostrarle al sujeto 
que sus capacidades cognitivas están indemnes. En estos casos, la evaluación tendrá un doble 
propósito, diagnóstico y terapéutico. 
Por otro lado, debemos diferenciar entre los efectos del envejecimiento normal y la presencia 
de un trastorno de memoria que sugiera un proceso patológico. Si bien en el envejecimiento normal 
no existe un deterioro de la memoria, sí existe una serie de modificaciones de las capacidades 
cognitivas y del comportamiento que pueden ser interpretadas como un declive de las capacidades 
mnésicas. Las principales modificaciones asociadas al envejecimiento son un enlentecimiento en la 
velocidad de tratamiento de la información y del aprendizaje; una disminución de las capacidades de 
atención dividida; dificultades en la realización de dobles tareas; por último, dificultades para inhibir 
información irrelevante y repuestas inapropiadas, en otros términos un aumento de la distractibilidad. 
También se ha descrito una disminución de la capacidad para recuperar información en memoria, que 
se manifiesta como una dificultad para recordar nombres de personas y de lugares y aumento del 
fenómeno de tener una “palabra en la punta de la lengua” y no lograr pronunciarla [45,46,47,48,49]. 
El conjunto de estas dificultades puede ser mal interpretado como un declive de las capacidades 
mnésicas, incluso por los mismos pacientes, que pueden percibir sus dificultades atencionales como 
fallas de su memoria. En la tabla 9 presentamos algunos elementos clínicos que orientan al 
diagnóstico diferencial entre el envejecimiento normal y un trastorno de memoria anormal, indicativo 
de un proceso patológico 
 
 
 
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Tabla 9: Cuadro comparativo de las características de un trastorno de memoria 
patológico y el envejecimiento normal 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Tal como lo ilustra la tabla 9, las dificultades de memoria referidas por personas de edad sin 
deterioro cognitivo no son muy diferentes de las fallas de memoria que puede relatar cualquier 
individuo sin deterioro cognitivo. Las fallas de memoria tales como la fugacidad o desvanecimiento 
de información memorizada, el no registro de información por inatención y el bloqueo o dificultad 
temporal para recuperar información almacenada en memoria son características normales de la 
memoria [38]. Lo patológico es observar un aumento en la frecuencia e intensidad de estas fallas. 
En resumen, se sospecha que el sujeto evaluado presenta un deterioro cognitivo frente a uno o 
varios de los siguientes elementos: 
- Carácter progresivo de las dificultades. 
- Dificultad de aprendizaje incluso cuando el paciente se esfuerza. 
- Olvido de eventos vitales o información importante para el paciente. 
- El déficit cognitivo interfiere con las actividades cotidianas (manejo de dinero, pago de 
cuentas, toma de medicamentos, etc.). 
- Los olvidos se acompañan de otros déficits, como por ejemplo: discalculia, fallas en la 
comprensión verbal, desorganización, modificación de la personalidad, etc. 
- El sujeto minimiza sus dificultades, las que son referidas sobre todo por su entorno. 
DESCRIPCIÓN TRASTORNO DE 
MEMORIA 
PATOLÓGICO 
ADULTO MAYOR 
NORMAL 
Olvido. De todo un evento o de la 
ocurrencia de un evento. 
De fragmentos o detalles de 
un evento. 
Olvido de palabras o nombres. 
 
De intensidad progresiva. Ocasional. 
Olvidos de tipo atencionales 
(extravíos de objetos, olvido 
de una cita, de alguna 
actividad). 
Aumentan en 
Frecuencia. 
Son los olvidos más 
característicos, no aumentan 
en frecuencia. 
Seguimiento de órdenes. Progresivamente impedido. Sin dificultades. 
Capacidad de recordar 
información con ayuda 
externa (índices, etc.). 
 
Progresivamente se 
va perdiendo. 
Sí. 
Capacidad de usar notas, 
ayudas mnemotécnicas. 
Progresivamente impedido. Preservado. 
Seguir un programa de 
televisión, una película, leer 
un libro. 
Progresivamente impedido. Sin dificultades. 
Capacidades aritméticas 
(cálculo). 
Progresivamente impedido. Sin dificultades o 
enlentecimiento. 
Autocuidado. Progresivamente impedido. Sin dificultades o dificultades 
explicables por otras 
enfermedades. 
Perfil temporal. Empeoramiento progresivo en 
severidad y frecuencia. 
Estable. 
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b) ¿Estamos frente a un síndrome confusional? 
Si concluimos que el paciente presenta un deterioro cognitivo, se debe determinar su 
temporalidad. Si las dificultades son de inicio reciente y se han instalado de manera aguda u 
subaguda, lo más probable es que el paciente presente un síndrome confusional, que requerirá una 
evaluación médica de urgencia. En la tabla 10 se presentan algunos elementos agudos que orientan al 
diagnóstico diferencial entre un síndrome confusional y una demencia [1]. 
Tabla 10: Características diferenciales de la demencia y el síndrome confusional (adaptado de 
Mendez y Cummings, 2003) 
 Síndrome confusional Demencia 
Inicio Inicio agudo. Frecuentemente se puede dar la 
fecha de inicio , 
Inicio generalmente gradual. 
Duración Horas o días. Meses, años. 
Curso Fluctuaciones rápidas e importantes. Generalmente no existen fluctuaciones 
importantes en el curso de los días*. 
Ciclo sueño-vigilia Inversión del ciclo sueño-vigilia (fluctuaciones 
de hora en hora). 
El ciclo sueño-vigilia está generalmente 
preservado en las primeras etapas de las 
demencias. 
Atención Distractibilidad muy importante, fluctuación de 
la alerta y vigilia. 
Normal o leve trastorno hasta etapas 
tardías de las demencias*. 
Orientación en tiempo, 
espacio y persona 
Desorientación precoz en el cuadro. Desorientación tardía en el cuadro. 
Memoria Normal cuando el paciente registra (alterada por 
trastorno atencional). 
 Anormal, amnesia (variable según el tipo 
de demencia). 
Habla / Lenguaje Habla arrastrada, disartria, anomia, confuso 
(incoherente); frecuente disgrafía. 
Anomia, afasia, discurso con escaso 
contenido o vacío. 
Percepción Alucinaciones visuales o delirio frecuente. Normal o levemente anormal*. 
Ánimo/ Afecto Temeroso / ideas paranoides. Desinteresado, indiferente, a veces con 
ideas paranoides. 
Actividad Cambios psicomotores precoces (agitación o 
disminución de la actividad). 
Normal o apatía. 
Signos motores y otros 
signos físicos 
Temblor postural, mioclonus y asterixis 
precozmente en el cuadro; 
cambios fisiológicos importantes (sudoración y 
taquicardia). 
Cambios psicomotores tardíos. 
Ausencia de cambios fisiológicos 
significativos. 
Pronóstico Generalmente reversible. Generalmente irreversible. 
* Algunas demencias, como las demencias por cuerpo de Lewy, se caracterizan por importantes fluctuaciones, trastornos 
atencionales y alucinaciones visuales precoces en la evolución 
 
No siempre es fácil diferenciar un síndrome confusional de una demencia. Por ejemplo, 
pacientes con demencia con cuerpo de Lewy presentan frecuentemente fluctuaciones de sus síntomas, 
dificultades atencionales que varían de manera significativa de un momento a otro y alucinaciones, lo 
que puede malinterpretarse como un síndrome confusional. Por otra parte, un síndrome confusional 
puede ser la primera manifestación de una demencia o puede superponerse a una demencia. En estas 
situaciones, solo el seguimiento del pacientepermitirá establecer el diagnóstico [50,51]. 
c) ¿Existe un trastorno psiquiátrico u psicoafectivo que de cuenta de los síntomas? 
 Luego de haber descartado que las dificultades de memoria se deban a un síndrome 
confusional, es importante establecer si estas dificultades pueden ser atribuidas a un trastorno 
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psicoafectivo, como una depresión, una manía o un trastorno de ansiedad. Estos trastornos se 
acompañan no solo de una modificación del estado de ánimo, sino también de alteraciones 
significativas de las capacidades cognitivas (ver Unidad XIII Las Principales Enfermedades 
Psiquiátrícas que cursan con Trastorno Cognitivo). De hecho, actualmente se habla de trastorno 
cognitivo asociado a depresión en reemplazo del término de pseudodemencia, usado antiguamente 
para referirse a una depresión severa en la cual las dificultades cognitivas simulaban una demencia. 
Este cambio de terminología denota que éstos son una parte integral de los cuadros depresivos. Dada 
la gran diferencia de tratamiento y pronóstico entre un trastorno de memoria asociado a un trastorno 
psicoafectivo y una enfermedad neurodegenerativa, es fundamental establecer un adecuado 
diagnóstico diferencial. En la tabla 11 presentamos algunos elementos clínicos que orientan al 
diagnóstico diferencial de un trastorno de memoria asociado a una depresión y de uno indicativo de 
una demencia [52]. 
 Al igual que con los síndromes confusionales, un trastorno depresivo puede ser la primera 
manifestación de una demencia. De hecho, varios estudios epidemiológicos han mostrado que la 
depresión es un factor de riesgo de demencia [53,54,55]. La depresión puede también aparecer 
durante diferentes estadios de una demencia (ver capítulo Los trastornos neuropsiquiátricos de las 
demencias). Por lo tanto, solo un seguimiento del paciente que permita verificar una eventual 
remisión de los síntomas permitirá establecer el diagnóstico con certeza [56,57]. 
Tabla 11: Características diferenciales de un trastorno cognitivo asociado a la depresión y 
demencia 
 Trastorno cognitivo asociado a depresión Demencia 
Inicio Rápido, con modificaciones del comportamiento. Insidioso, en un periodo de varios 
meses. 
Duración Variable; los síntomas pueden detenerse 
espontáneamente o debido al tratamiento. 
Síntomas progresan lentamente en un 
periodo de meses y años. 
Comportamiento/ 
Ánimo 
Estable o apático, ánimo deprimido. Fluctuaciones del ánimo y 
comportamiento. A veces apático, en 
otros momentos normal o irritable. 
Capacidades 
intelectuales 
Múltiples quejas. Maximiza sus dificultades. En 
evaluación neuropsicológica puede presentar un perfil 
de trastorno que sugiere una disfunción ejecutiva. Sus 
rendimientos en memoria episódica se normalizan con 
el control de factores atencionales que interfieren en el 
aprendizaje y el uso de claves para facilitar la 
recuperación de información en memoria. 
Déficits objetivos en evaluación 
neuropsicológica. Paciente 
frecuentemente minimiza y racionaliza 
sus dificultades. 
Auto-imagen Disminuida. Normal. 
Destrezas sociales Disminución en desproporción con los déficits. Preservadas. 
Síntomas asociados Ansiedad, insomnio, anorexia. Raros, ocasionalmente insomnio. 
Fluctuación diurna Empeora en las mañanas. Empeora en las tardes. 
Motivo de consulta Consulta espontánea del paciente; ha escuchado sobre 
la enfermedad y teme tenerla. 
Generalmente consulta inducida por 
algún familiar que ha notado cambios 
en la memoria, personalidad u 
comportamiento. 
Antecedentes 
previos 
Antecedentes psiquiátricos en el paciente o en la 
familia. 
Antecedentes familiares de demencia 
son frecuentes. 
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d) ¿Existe un trastorno médico que explique el cuadro? 
El próximo paso será descartar algún trastorno médico sistémico que pueda estar causando los 
trastornos cognitivos del paciente. El estudio de todo trastorno cognitivo incluye exámenes 
complementarios que deberían ser realizados: 
- En todo paciente: hemograma, perfil bioquímico (glicemia, uremia, calcemia-fosfemia, 
pruebas hepáticas), electrolitos plasmáticos, orina completa, serología para la sífilis, perfil 
lipídico, determinación de hormonas tiroídeas, neuroimagen cerebral (scanner cerebral o 
resonancia magnética cerebral); 
- En un subgrupo de pacientes según los antecedentes clínicos y hallazgos de exámenes 
previos: determinación niveles plasmáticos de vitamina B12 y acido fólico, serología para el 
SIDA, electroencefalograma. 
También es fundamental incluir un interrogatorio detallado y dirigido sobre el tratamiento 
farmacológico en curso, con el objetivo de identificar consumo de fármacos con un posible efecto 
deletéreo sobre las capacidades cognitivas, como por ejemplo benzodiazepinas, antidepresivos 
triciclitos como la amitriptilina y fármacos anticolinérgicos para el tratamiento de la incontinencia 
urinaria (ver capítulos Demencias Secundarias & Demencias producidas por Agentes Infecciosos). 
Es importante recalcar que existe poca evidencia científica sobre qué exámenes son más efectivos 
para estudiar los pacientes con demencia, es decir, los que permiten identificar un número 
significativo de causas potencialmente reversibles. Generalmente, esta lista de exámenes se ha 
establecido sobre la base de opiniones de expertos, pero no basándose en datos de alta solidez 
científica [58,59]. 
En un estudio de 1.000 pacientes que consultaron en una clínica de memoria por algún 
trastorno cognitivo, se identificó en 19% de los pacientes una causa potencialmente reversible de los 
trastornos cognitivos, la que se daba con mayor frecuencia en los sujetos que no presentaban un 
trastorno objetivo de sus capacidades cognitivas, que tenían un trastorno cognitivo sin demencia o 
que eran menores de 60 años [60]. En los pacientes con demencia establecida se identificó una causa 
potencialmente reversible en solo 1% de los sujetos [61]. Se ha mostrado que durante las últimas dos 
décadas la prevalencia de demencias reversibles ha disminuido [62]. 
En la mayoría de los casos de pacientes con demencia, el estudio complementario no logró 
identificar una causa primaria causante del cuadro clínico, pero sí permitió identificar una 
comorbilidad que puede estar agravando el cuadro clínico. Su correcto tratamiento puede traducirse 
en una mejoría sintomática de la condición del paciente (por ejemplo, suspensión de fármacos 
deletéreos sobre las funciones cognitivas). Así, aunque en la mayoría de los casos no se logrará curar 
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el cuadro del paciente, un correcto tratamiento de enfermedades médicas sistémicas o la suspensión 
de fármacos deletéreos puede traducirse en una mejoría sintomática del paciente que, en nuestra 
opinión, justifica la realización de una evaluación médica complementaria en todo paciente con 
sospecha de deterioro cognitivo o demencia [63]. 
e) ¿Existe un trastorno cognitivo leve o demencia? 
Tal como lo hemos comentado en la sección 2 se hablará de demencia cuando el trastorno 
cognitivo afecta las actividades habituales del paciente. 
f) ¿Cuál demencia? 
 Una vez establecido el diagnóstico de demencia, el paso final será determinar el tipo de 
demencia. El perfil clínico y neuropsicológico de la demencia será determinante para establecer el 
diagnóstico preciso.En la tabla 6 presentamos una clasificación de las demencias según un criterio de 
temporalidad [1]. En el caso de las demencias neurodegenerativas, enfermedades de instalación 
insidiosa y de lenta evolución, el patrón de los trastornos cognitivos será fundamental para orientarse 
en el diagnóstico diferencial. Por ejemplo, en la EA predominan los trastornos de la memoria 
episódica, en las DFT de tipo conductuales los trastornos de las funciones ejecutivas y en las 
demencias semánticas el deterioro de la memoria semántica (ver capítulos Demencia Tipo Alzheimer. 
Bases Fisiopatológicas y Clínicas & Demencia Frontotemporal) [64,65]. La existencia de síntomas 
acompañantes es también muy importante para orientar el diagnóstico diferencial. Por ejemplo, en las 
demencias subcorticales, como la parálisis supranuclear progresiva, los trastornos de las funciones 
ejecutivas se acompañan de importantes trastornos motores [66,67] (ver capítulo Cognición en 
Movimientos Anormales). En la figura 3 presentamos los principales elementos clínicos para orientar 
el diagnóstico de las diferentes demencias [1]. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Figura 3: Clasificación de las demencias según su sintomatología clínica 
 
 Resumiendo, el diagnóstico de un trastorno de memoria debe seguir los siguientes pasos: 
- ¿Existe un problema? 
- ¿Existe una causa aguda que dé cuenta de las dificultades? 
- ¿La queja de memoria es atribuible a una enfermedad primariamente neurológica o de 
la esfera psiquiátrica? 
 Trastorno psiquiátrico primario 
 Trastorno demencial 
 Trastorno demencial agravado por patología psiquiátrica 
- ¿Existe un trastorno médico que explique el cuadro? 
- ¿Estamos frente a un deterioro cognitivo leve o una demencia? ¿Los trastornos 
cognitivos repercuten o no en las actividades de la vida diaria? 
a. Si la demencia corresponde a una enfermedad neurológica, una enfermedad del 
sistema nervioso central, se debe intentar determinar que tipo de demencia presenta el 
paciente. 
En la figura 4 presentamos un algoritmo diagnóstico que resume esos diferentes puntos. 
 
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Figura 4: Propuesta de un algoritmo diagnostico para las demencias 
 
 
 
8. Conclusión 
En este capítulo presentamos una breve introducción al importante tópico de las demencias, 
repasando el nacimiento del concepto y algunos elementos sobre la etiopatogenia de las demencias 
neurodegenerativas y presentamos un esquema que ayuda al diagnóstico diferencial de las diferentes 
demencias que serán tratadas en esta unidad. 
 
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Neuropsicología Clínica, Labos E., Slachevsky A., Fuentes P., Manes E. Librería Akadia editorial; Buenos Aires, 
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Agradecimiento: 
Agradecemos a Raúl Rojas por su revisión crítica del manuscrito. 
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