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See discussions, stats, and author profiles for this publication at: https://www.researchgate.net/publication/39212139 Educación cívica, formación política y enseñanza de las ciencias sociales, de la geografía y de la historia Article Source: OAI CITATIONS 78 READS 3,018 1 author: Joan Pagès Autonomous University of Barcelona 146 PUBLICATIONS 1,810 CITATIONS SEE PROFILE All content following this page was uploaded by Joan Pagès on 27 September 2018. The user has requested enhancement of the downloaded file. https://www.researchgate.net/publication/39212139_Educacion_civica_formacion_politica_y_ensenanza_de_las_ciencias_sociales_de_la_geografia_y_de_la_historia?enrichId=rgreq-8b7d1f873de8b3a2d5468d428872b222-XXX&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzM5MjEyMTM5O0FTOjY3NTQyMjYxNDMyNzMwMUAxNTM4MDQ0NzA4Mzk0&el=1_x_2&_esc=publicationCoverPdf https://www.researchgate.net/publication/39212139_Educacion_civica_formacion_politica_y_ensenanza_de_las_ciencias_sociales_de_la_geografia_y_de_la_historia?enrichId=rgreq-8b7d1f873de8b3a2d5468d428872b222-XXX&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzM5MjEyMTM5O0FTOjY3NTQyMjYxNDMyNzMwMUAxNTM4MDQ0NzA4Mzk0&el=1_x_3&_esc=publicationCoverPdf https://www.researchgate.net/?enrichId=rgreq-8b7d1f873de8b3a2d5468d428872b222-XXX&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzM5MjEyMTM5O0FTOjY3NTQyMjYxNDMyNzMwMUAxNTM4MDQ0NzA4Mzk0&el=1_x_1&_esc=publicationCoverPdf https://www.researchgate.net/profile/Joan-Pages?enrichId=rgreq-8b7d1f873de8b3a2d5468d428872b222-XXX&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzM5MjEyMTM5O0FTOjY3NTQyMjYxNDMyNzMwMUAxNTM4MDQ0NzA4Mzk0&el=1_x_4&_esc=publicationCoverPdf https://www.researchgate.net/profile/Joan-Pages?enrichId=rgreq-8b7d1f873de8b3a2d5468d428872b222-XXX&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzM5MjEyMTM5O0FTOjY3NTQyMjYxNDMyNzMwMUAxNTM4MDQ0NzA4Mzk0&el=1_x_5&_esc=publicationCoverPdf https://www.researchgate.net/institution/Autonomous_University_of_Barcelona?enrichId=rgreq-8b7d1f873de8b3a2d5468d428872b222-XXX&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzM5MjEyMTM5O0FTOjY3NTQyMjYxNDMyNzMwMUAxNTM4MDQ0NzA4Mzk0&el=1_x_6&_esc=publicationCoverPdf https://www.researchgate.net/profile/Joan-Pages?enrichId=rgreq-8b7d1f873de8b3a2d5468d428872b222-XXX&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzM5MjEyMTM5O0FTOjY3NTQyMjYxNDMyNzMwMUAxNTM4MDQ0NzA4Mzk0&el=1_x_7&_esc=publicationCoverPdf https://www.researchgate.net/profile/Joan-Pages?enrichId=rgreq-8b7d1f873de8b3a2d5468d428872b222-XXX&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzM5MjEyMTM5O0FTOjY3NTQyMjYxNDMyNzMwMUAxNTM4MDQ0NzA4Mzk0&el=1_x_10&_esc=publicationCoverPdf 1 Educación cívica, formación política y enseñanza de las ciencias sociales, de la geografía y de la historia. Joan Pagès Profesor de didáctica de las ciencias sociales, Universidad Autónoma de Barcelona En Íber. Didáctica de las ciencias sociales, geografía e historia nº 44 (abril-junio 2005), 45-55 Resumen: En este artículo se analiza el valor cívico de la enseñanza de las ciencias sociales, de la geografía y de la historia, las relaciones entre estas disciplinas y la educación cívica, y sus aportaciones a la formación cívica y política de los jóvenes. Se señalan las incoherencias entre los discursos y la práctica y la utilización de las ciencias sociales y de la historia para fomentar un modelo socializador de ciudadanía por parte de las ideologías neoconservadoras. También se argumentan las principales aportaciones que la enseñanza de las ciencias sociales y de la historia puede hacer actualmente para fomentar la formación política democrática de los jóvenes. Palabras clave: enseñanza de las ciencias sociales, educación cívica y ciudadana, formación política democrática. “La globalización nos hace descubrir una nueva ciudadanía: la de un mundo que se puede ver a través de las imágenes de los satélites, de un mundo de la velocidad y del desplazamiento, de un mundo unido para tratar los problemas del desarrollo sostenible.(...) La ciudadanía, transmitida por la historia y la geografía, ya no puede ser exclusivamente la del Estado-nación. Hoy día, la movilidad se ha generalizado: movilidad de los hombres, las informaciones, los bienes y los servicios. Esto explica la idea de globalización, opuesta al arraigo tradicional; explica también el concepto de ciudadanía fluida, relacionado con la residencia y no con el nacimiento. Sin embargo, en este mundo en movimiento, la realidad de la residencia no desaparece: los marcos de vida son más evolutivos, pero en esas localizaciones cambiantes el hombre adquiere nuevos conocimientos. El migrante volverá a descubrir en cada medio un pasado, una memoria colectiva. La conciencia por el descubrimiento del lugar reemplazará la conciencia del lugar, generando nuevas formas de ciudadanía que la historia y la geografía habrán de integrar paulatinamente”. (BAILLY, 1998: 228) 2 La enseñanza de las ciencias sociales, de la geografía y de la historia ha tenido desde sus orígenes un papel destacado en la formación ideológica de los jóvenes. Y lo sigue teniendo. En algunos países este papel lo ha desarrollado con la educación cívica, formando un triunvirato (es, por ejemplo, el caso francés, italiano y, en su momento, español en el que el primer lugar lo ha ocupado siempre la historia, el segundo la geografía y el último la educación cívica). En otros, como el caso norteamericano, incluyendo los conocimientos cívico-políticos dentro del área de conocimiento de los estudios sociales. En ambos casos, la finalidad era, y es, la misma. Según Mesnard (2003), la geografía, la historia y la educación cívica son “los instrumentos del poder” en las escuelas. Desde finales del siglo XIX la asociación de estas disciplinas ha contribuido, según este autor, a construir un “nosotros” y a abrirnos al mundo. ¿Cuál es en la actualidad el valor y el rol cívico de la enseñanza de la historia y de la geografía, de las ciencias sociales?, ¿qué relaciones existen o deberían existir entre estas disciplinas y la educación cívica y ciudadana tal como se está configurando actualmente?, ¿qué aportaciones pueden realizar estas disciplinas a la formación democrática de los jóvenes? En este artículo trataré de exponer algunas ideas y algunas propuestas en relación con estas preguntas. Mi intención es analizar la situación actual -bien caracterizada, en mi opinión, por Bailly en el texto que preside este artículo-, y revisar algunas propuestas realizadas desde países de nuestro entorno a fin de colaborar en el debate sobre el papel de la enseñanza de las ciencias sociales y de la historia en la formación democrática de los jóvenes. Una preocupación y unas respuestas Existen suficientes investigaciones y trabajos que alertan desde hace algunos años de la poca conciencia cívico-política de los jóvenes europeos y, en general, de los jóvenes de todo el mundo. Esta situación va acompañada, por un lado, de llamadas de atención a la necesidad de tomar medidas para frenar, y acabar con, el incremento de 3 la violencia juvenil, con la presencia de grupos juveniles xenófobos y con actitudes filonazis y, por el otro, y como contraste, de un incremento de la participación política y social de los jóvenes en organizaciones sociales no partidistas como las ONG. Las causas de la escasa participación democrática de los jóvenes suelen buscarse, como casi siempre, en la escuela y en las enseñanzas que se imparten más que en la propia sociedad, en la política y los políticos o en los medios de comunicación. Por esto estamos asistiendo en los últimos años a una revisión de los planes de estudio y, dentro de ella, del lugar que ha de tener la educación cívica y ciudadana, la enseñanza de las ciencias sociales y, más en particular, la enseñanza de la historia. Veamos algún ejemplo desde la política para, en parte, comprobar la insistencia en viejas y obsoletas formas de la utilización de la escuela y de las enseñanzas sociales que en ella se imparten por parte de ideologías conservadoras y nacionalistas. El presidente norteamericanoGeorge Bush en un discurso pronunciado el 17 de septiembre de 2002 dedicado a la enseñanza de la historia y de la educación cívica afirmaba: “Aquí en América, observamos un amplio renacimiento del patriotismo.(...) Para comprender adecuadamente y amar nuestro país, hemos de saber su historia. Hoy voy a anunciar algunas medidas que mejorarán el conocimiento de los estudiantes de la historia de América, incrementarán su compromiso cívico y harán más profundo su amor por nuestro gran país”1. Para Bush, ”la ignorancia de la historia de América y del civismo debilita nuestro sentido de ciudadanía. Ser un Americano no es cuestión sólo de sangre o de nacimiento; estamos rodeados de ideales, y nuestros niños han de saber estos ideales”. A fin de fomentar estos ideales a través de la enseñanza de la historia de América y de la educación cívica propuso tres iniciativas: a) el programa We the People (”Nosotros la gente”), centrado fundamentalmente en las grandes figuras de la historia americana, b) el programa Our Documents (“Nuestros documentos”) destinado a dar a conocer a través de Internet las principales leyes y normas de la historia americana, y c) la convocatoria por parte de la 4 Casa Blanca de un foro para discutir nuevas políticas sobre la enseñanza de la historia de América y el civismo que reforzaran el punto de vista de los neoconservadores y del propio Bush. Antes de este discurso distintas evaluaciones realizadas en Estados Unidos pusieron de relieve los escasos conocimientos cívico-políticos de los estudiantes norteamericanos. Y ello a pesar de que en la enseñanza de los estudios sociales se ponía, y se sigue poniendo, más el énfasis en temas y valores tradicionales que en temas o problemas alternativos y controvertidos2. Una encuesta realizada por el Centro de Información e Investigación sobre el Aprendizaje y el Compromiso Cívico (CIRCLE), entre jóvenes norteamericanos de 15 a 25 años y cuyos resultados analizan Levine y López (2004) señala cuáles son los temas de ciencias sociales más recordados y el impacto que tienen en las actitudes y el compromiso cívico de los jóvenes. Estos son algunos resultados del recuerdo que los jóvenes norteamericanos tienen de los temas más tratados en las clases de gobierno, civismo e historia de América. Temas % La Constitución o el sistema de gobierno de los USA 45% Los grandes héroes de América y las virtudes del sistema de gobierno americano 30% Guerras y batallas militares 25% Problemas a los que se enfrenta el país hoy 11% Racismo y otras formas de injusticia en el sistema americano 9% Estos datos demuestran, según estos autores, que no es cierto que la enseñanza de las ciencias sociales transmita aspectos negativos de la historia de América, sino al contrario que se sigue poniendo el énfasis en los temas más tradicionales y más 1 La traducción de este texto y de los textos que no están escritos en castellano es mía. 2 El proceso tienen muchas similitudes con el impulsado en España por el gobierno del PP en relación con la enseñanza de las humanidades y en particular de la historia. Los argumentos utilizados por las ministras Sras. Aguirre y del Castillo, y por destacados miembros de la Real Academia de la Historia, comportan muchas ideas sobre el valor educativo de la enseñanza de la historia con los ideólogos del pensamiento neoconservador norteamericano. 5 socializadores. Pero a pesar de ello, los jóvenes siguen sin confiar en los políticos y sin interesarse para participar en la vida política. ¿De quién es la responsabilidad, de los profesores de estudios sociales o de los políticos? En cualquier caso, la respuesta del gobierno Bush y de los neoconservadores ya está en marcha y su orientación es coherente con las ideas defendidas por el actual presidente de los USA. También en Europa ocurre algo parecido tanto en relación con la enseñanza del civismo como con la de la historia3. Parece que las intenciones de los gobiernos europeos en relación con la educación para la ciudadanía democrática europea (ECD) han sido buenas pero han tenido muy poco impacto en la práctica como pone de relieve el estudio “Éducation à la citoyenneté démocratique 2001-2004” (Bîrzéa, et al. 2004) elaborado por el Consejo de Europa sobre las políticas educativas de los distintos países. Entre sus conclusiones se afirma que existe un verdadero foso entre las declaraciones y la práctica ya que o bien éstas no se tienen en cuenta o bien, si se tienen en cuenta, no se crean los recursos adecuados para llevarlas a la práctica. Una explicación que con toda seguridad se acerca bastante a la realidad... Un ejemplo de la contradicción entre buenas intenciones y prácticas es, en mi opinión la propuesta del MEC (2004, 93 y ss.) en relación con los valores y la formación ciudadana. Para las autoridades del Ministerio de Educación la educación en valores se “abordará desde la práctica docente cotidiana de todas las áreas y asignaturas” y, además, “se establecerá una nueva área de educación [sic] para la ciudadanía”. Esta nueva área será impartida en el último ciclo de primaria -¿por qué no en todos?, ¿qué lo impide?- y en dos cursos de la ESO, uno de cada ciclo -¿por qué no en todos?, ¿qué lo impide?-, y en uno de bachillerato, responsabilizando de su docencia al profesorado de los departamentos de geografía e historia y de filosofía. ¿No es una propuesta un poco curiosa?, ¿No sería mejor que la formación cívica recayera en las áreas de Conocimiento del Medio Social de educación primaria y de Ciencias Sociales, 3 Recuérdese en relación con la enseñanza de la historia los resultados de la investigación Youth and History. 6 Geografía e Historia y de Filosofía en secundaria y bachillerato, y en todos los cursos? Nada impide que no pueda ser así. No se trata, en mi opinión, de añadir más contenidos sino de revisar los que existen, adecuarlos a los retos y a los problemas actuales y enseñarlos de tal manera que los que aprenden tengan todo el protagonismo necesario para comprender que aquello que estudian se refiere a ellos, a personas como ellas y a sociedades como las suyas. ¿Qué pueden aportar las ciencias sociales y la historia a la formación política democrática de los jóvenes? Uno de los objetivos de la nueva educación cívica y ciudadana es que los jóvenes aprendan a participar de manera responsable en la vida política de sus comunidades. Este objetivo es compartido por la enseñanza de las ciencias sociales y de la historia. Wayne Ross (2004) afirma que en Estados Unidos existe un acuerdo generalizado en considerar que la finalidad apropiada de los estudios sociales es la “ciudadanía”, es decir la preparación de la gente joven para que posea el conocimiento, las habilidades y los valores necesarios para la participación activa, y democrática, en la sociedad. Muchos profesores justifican su materia desde el campo de la ciudadanía; no obstante, no hay consenso sobre el significado de la “ciudadanía” ni sobre las implicaciones de la ciudadanía democrática para el currículo y la enseñanza ni de las ciencias sociales ni de la propia educación cívica. Las principales tensiones se producen, según Wayne Ross, entre 1) los que ponen el énfasis en la herencia cultural de la sociedad dominante y el patriotismo y los que lo ponen en el desarrollo del pensamiento crítico; y 2) entre los que entienden la ciudadanía como reproducción social o los que la entienden como reconstrucción social. Estas tensiones se dan tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo y tanto en la educación cívico-política como en la enseñanza de lasciencias sociales y de la historia. 7 En mi opinión, y a la vista del resultado de la instrumentalización política del currículo de educación cívica y de ciencias sociales y de los retos que la actualidad presenta a los jóvenes, la opción por el desarrollo del pensamiento crítico y la reconstrucción social es la que mejor puede prepararlos para participar en la vida política democrática de sus comunidades y del mundo. Y, además, es la que facilita una mejor relación entre educación cívica y enseñanza de las ciencias sociales y de la historia. ¿Qué aportan las ciencias sociales y, en particular, la historia a la formación ciudadana de los jóvenes? Las opiniones y las propuestas de los expertos y del profesorado son ricas y variadas y abarcan campos y enfoques distintos pero casi siempre complementarios. En mi opinión, éstas son algunas de las aportaciones más importantes: a) construir una mirada lúcida sobre el mundo y un sentido crítico e interrogar las ciudadanías existentes (Heimberg, 1999 y 2003). Para este autor, la historia “no cesa de interrogar las diversas ciudadanías cuando evoca todas las maneras en que los hombres de aquí y de otras partes se han organizado colectivamente, han regulado sus conflictos de intereses o han respondido a aquellas cuestiones fundamentales sobre el sentido de la vida ». (1999: 170). b) adquirir madurez política activa y participativa como ciudadanos del mundo (Deiana, 1997). Para este profesor de secundaria de un instituto de Milán, en la educación cívica de los jóvenes la historia contemporánea ha de tener un importante papel en especial en aspectos como la educación para la tolerancia, la interculturalidad y la ciudadanía; la educación para el desarrollo; la educación para la paz y la autodeterminación de los pueblos; la educación ambiental; la educación de la Constitución; la educación de la legalidad, y la educación de los media. Deiana cree que : “La conquista de la madurez política en sentido activo y participativo es el mejor antídoto a la desconfianza que los jóvenes tienen hoy hacia la política, pero sobretodo es el signo de la capacidad de orientación de los 8 factores que están en la base de la complejidad de la vida social, la cual requiere la ampliación del propio horizonte cultural y una mayor participación política, entendida en el sentido más fuerte del término” (p. 41). c) relacionar el pasado, el presente y el futuro y construir una memoria común ( Audigier, 1999, Pagès, 2003). Audigier señala al respecto (Audigier, 1999: 42): “La historia enseñada, como la educación cívica, depende ante todo de un proyecto de futuro. Es en función de nuestra concepción del futuro, según nuestros valores, nuestras esperanzas, la elección de lo que estimamos importante y de lo que lo es menos, que pensamos y construimos el pasado, (…) . Esta relación es dialéctica, en el sentido que nuestra mirada sobre el presente y el futuro está construida en nuestras culturas, en las narraciones que hemos heredado y que han constituido nuestras identidades”. d) trabajar sobre problemas sociales y políticos, sobre temas y problemas contemporáneos (Evans, Newman y Saxe, 1996; Arthur, Davies, Wrenn, Haydn, Kerr, 2001; Taylor, 2000) . Para Evans, Newman y Saxe una enseñanza centrada en los problemas sociales –del pasado, del presente y del futuro- permite el desarrollo de una conciencia crítica en los jóvenes, les ayuda a discrepar de manera inteligente y civilizada y fomenta una perspectiva educativa basada en la multiculturalidad, el género y la clase social. e) aprender a debatir, a construir sus propias opiniones, a criticar, a elegir, a analizar los hechos (Heimberg, 2003; Laville, 2003; Evans, Newman y Saxe, 1996). Para Laville, por ejemplo, la historia ha sido desde su nacimiento una pedagogía del ciudadano, de un ciudadano pensado como sujeto de la nación al que hay que instruir su identidad y sus deberes. Laville denuncia las tentativas que se están produciendo en prácticamente todos los países del mundo –pero en particular en los USA, Inglaterra y Francia- para imponer la versión tradicional de la educación histórica, la de un relato único y acabado. Las motivaciones, señala, pueden variar pero la finalidad es la misma: “inculcar al ciudadano, a través de la historia, un 9 pensamiento ya hecho que se sirva del pasado para dictar la comprensión del presente y orientar el futuro” (p. 228). Por ello, apuesta por una enseñanza que ayude al alumnado a saber juzgar por si mismo, a saber pasar por el filtro de su razón y de sus valores tanto las informaciones que reciban sobre el pasado como las que reciben sobre el presente y el futuro. f) desarrollar un sentido de identidad, respeto, tolerancia y empatía (Arthur, Davies, Wrenn, Haydn, Kerr, 2001), g) saber como se elaboran los discursos, aprender a relativizar y a verificar los argumentos de los demás, a utilizar la historia como “antídoto de la historia que quieren imponernos” (Martineau y Laville, 1998), h) defender los principios de la justicia social y económica y rechazar la marginalización de las personas (Kincheloe, 2001), i) etc. Dewey (1985) fue sin duda un precursor a la hora de relacionar la enseñanza de la historia y la educación ciudadana, a la hora de justificar y desarrollar algunas de estas ideas. El significado y los propósitos de la historia y del civismo eran, para este gran autor, muy parecidos. En su obra Democracia y Educación, Dewey afirmaba que “el pasado es un recurso para el desarrollo del futuro”. Lo mismo opinan hoy, entre muchos otros, Arthur, Davies, Wrenn, Haydn, Kerr (2001: 161). Para estos autores, el conocimiento y la comprensión histórica son absolutamente centrales en la educación ciudadana, en especial para comprender los problemas contemporáneos y para el desarrollo de habilidades. En su opinión, “El pasado es la estructura en la que se proyecta la ciudadanía; es el trampolín desde el que los ciudadanos aprenden a pensar y a actuar. Como disciplina académica, la historia está aliada de cerca con los problemas de la ciudadanía, y los objetivos y los métodos de la enseñanza y el aprendizaje de la historia en las escuelas coinciden perfectamente con las principales características de la ciudadanía (…)”. 10 La historia y las asignaturas que forman parte del área de Ciencias Sociales son, sin duda, las que más pueden hacer para conseguir una ciudadanía bien formada y bien informada. Los profesores de ciencias sociales pueden enseñar a los estudiantes los contenidos, las habilidades intelectuales y los valores cívicos necesarios para alcanzar el desarrollo de la ciudadanía y de la participación democrática. Para posicionarse y actuar ante los retos del presente y del futuro. A través de la enseñanza de las ciencias sociales y de la historia, los jóvenes pueden aprender que la política es el proceso por el que los ciudadanos con intereses y opiniones variadas pueden negociar las diferencias y clarificar su posición cuando hay conflicto de valores. Pueden desarrollar el pensamiento crítico, el análisis social y la reflexión. Pueden establecer relaciones entre el pasado y el presente y participar en la construcción de su futuro personal y social como señalan Arthur, Davies, Wrenn, Haydn, Kerr (2001). Estos autores creen que “para que los estudiantes den sentido a la perspectiva política enseñada rigurosamente en las lecciones de historia, necesitan relacionar este aprendizaje con el presente. El peligro de la historia como disciplina escolar es que si los profesores de historia no pueden hacer relaciones y comparaciones entre pasado y presente, los estudiantes pueden no comprender el rol que juega el pasado en dar forma a su propia existencia y por tanto a su futuro como ciudadanos. Las relaciones entre el desarrollo político del pasado y la política actualnecesitan ser explícitas. Cerrar este vacío entre la enseñanza de la historia y los acontecimientos actuales puede ser relativamente sencillo” (p. 75). Supone enseñar al alumnado a ir ‘más allá de los datos’ y mostrarles el origen de ideas, conceptos e instituciones del presente” A pesar de estas ideas y de las propuestas que las desarrollan, la principal contradicción de la enseñanza de la historia y de las ciencias sociales y de sus discursos sobre su valor cívico en escuelas y centros de secundaria sigue siendo que la democracia se enseña pero raramente se practica. 11 Por ello conviene, una vez más, como defiende Audigier (2003), revisar lo que estamos haciendo y reemprender y reconstruir la relación entre la historia y la ciudadanía a partir de las exigencias ciudadanas actuales, bajo la hipótesis que estas exigencias han cambiado profundamente y aún seguirán cambiando. O como proponía Lilletun (2000: 119), ministro de Educación de Noruega, en el Symposium “Face aux détournements de l’histoire” organizado por el Consejo de Europa, estudiar los medios para volver positivo el uso de la historia ante la actitud de los jóvenes europeos frente a la democracia. Para Lilletun “lo que es preocupante, es la actitud tan pesimista y resignada de los jóvenes ante la democracia. (…) para los jóvenes nórdicos, la democracia ha perdido su atractivo como medio de promover el progreso en Europa. (...). De manera general, los jóvenes europeos manifiestan poco interés por la política y no tienen la intención de jugar un rol activo en política. Esta situación es realmente inquietante, pero es al mismo tiempo un reto considerable tanto para los responsables políticos como para ustedes [los historiadores y los profesores de historia].” (119). Hoy, sesenta años después de la liberación de Auschwitz y del descubrimiento de la gran barbarie humana que se encerraba en los campos de exterminio, urge que la sociedad en su conjunto y la escuela en particular empiecen a pensar en encontrar soluciones a esta situación. La escuela ha de poder participar de manera realista en la formación democrática de los jóvenes adecuando sus programas y su organización a las nuevas necesidades sociales. En muchas ocasiones a lo largo de su historia, la enseñanza de la historia y de las ciencias sociales han intentado preparar sin demagogias a las jóvenes generaciones para defender democráticamente aquellas ideas que podrían colaborar en hacer un mundo más libre, más justo, más democrático y más solidario. Y una vez más hay y habrá profesionales que volverán a intentarlo. 12 Bibliografía. ANGVIK, M./ VON BORRIES, B. (1997): Youth and History. A Comparative European Survey on Historical Consciousness and Political Attitudes among Adolescents. 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